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La autora comienza su texto planteando el interés que logra adquirir una persona en el camino
que tenemos como lectores, es decir, como vamos construyendo nuestro camino como lector
del mundo que nos rodea. Continua aclarando que ser lector no significa solamente leer libros
o cuentos, sino también ir escuchando historia, a lo que a mí me remite a mi infancia. Época en
donde en mi casa no nos leían cuentos ni libros, a cambio de eso mis hermanas más grandes
llenaban esas tardes largas de verano con historias que vaya a uno saber de dónde las sacaban,
lo que recuerdo eran historias en las que me daba mucho miedo escucharlas ya que siempre
terminaban en muertes.
Se me viene a la memoria, sentada en una hamaca en el medio del patio que nos había
hecho mi papá. Una tarde de mucho calor las chicharras sonaban muy fuerte, una de mis
hermana se acerca y comienza a contar que en algún momento se iba a caer el sol por ende se
iba a prender fuego todo el mundo, me llenaba de miedo, de angustias, luego lloraba y ella se
iba, al rato aparecía mi hermana a consolarme, recuerdo su voz tan finita e inocente me decía
que no me preocupe que Dios sostiene al sol y las nubes, en caso de que se canse de
sostenerlos nosotras vivimos lejos, no nos va a pasar nada. Con esas palabras llegaba la calma,
escuchar eso me calmaba, aunque mi hermana me confesó ya de grande que ella también
sentía miedo y decirme eso la calmaba.
Pero lo compartido con mis hermanas no era sólo historias de angustias o miedo, ya
que al llegar la noche, antes de ir a dormir nos sentábamos en ronda y cantábamos canciones
de “chiquititas” programa que mirábamos en familia. Esos momentos hacían mis noches más
tranquilas y felices, se transmitía un ambiente de humor y unión. Nos olvidábamos un poco de
que mis padres casi nunca estaba en casa porque trabajaban mucho.
Por otra parte Devetach, afirma que permanentemente hacemos diversas lecturas de la
realidad, o a través de la escucha tal como narre anteriormente, o en situaciones no formales
que no se valoran por considerarse asistemáticas o eventuales: algún fragmento de poemas,
que nos impacta en nuestra vida. Lo que me lleva a la adolescencia en donde comencé a
escribir poemas, canciones de cantantes. Pasión que compartíamos entre hermanas, esto hacia
que el vínculo de nosotras nunca se quiebre, se transmitía un clima de tranquilidad y unión.
Al finalizar la secundaria, por más de dos años casi tres no volví a tocar un libro, hasta
que comencé a trabajar en un kiosco, comencé a leer revistas como caras, pronto, etc. Estas
solo hacían que llenaran las tardes largas de trabajo, no me producía ninguna satisfacción al
poco tiempo deje de leerlas. Seguido, comenzaron a llegar libros al comercio en donde me
compre la novela “Siete motivos para no quererte” de María Border, comencé a leerla en la
noche, cada oración que leía me iba imaginando los espacios en los que la protagonista iba, me
reí con ella, llore con ella, ame con ella, al pasar las horas me iba transportando a sus
experiencias, el mundo se detenía y el silencio retumbaba en mi habitación.