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ISBN: 978-607-02-3249-7
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del titular de los derechos patrimoniales.
Impreso en México
ÍNDICE
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1
José Alejos García ha coordinado este seminario desde 1993 hasta la fecha. El semi-
nario ha sido un espacio privilegiado para la generación de investigaciones enfocadas en
el análisis, conocimiento y divulgación de aspectos teóricos, metodológicos y analíticos
de las tradiciones orales mesoamericanas.
2
Nuestro reconocimiento al apoyo recibido de 2008 a 2010 de parte de la Dirección
General de Asuntos del Personal Académico, a través del financiamiento de nuestro pro-
yecto “La tradición oral como discurso social. Actualidad del pensamiento mesoamerica-
no”, en el programa papiit, núm. IN-307308.
7
La palabra en la vida
8
Introducción
Antecedentes
A lo largo del tiempo y del espacio, las sociedades humanas han tenido
la capacidad de generar, conservar y renovar su propia cultura. Las ideas,
conocimientos, experiencias y valores, han sido transmitidos de una a
otra generación en forma verbal y comunitaria, mediante un dispositivo
cultural conocido como la tradición oral. Es así que esta última se cons-
tituye como uno de los elementos más valiosos del patrimonio histórico
y cultural de cada grupo social. Durante milenios, la oralidad ha sido el
vehículo fundamental utilizado por la humanidad para la producción y
reproducción de la cultura. La tradición oral es “una institución humana
tan antigua como el lenguaje mismo, cuya función primordial ha sido la
transmisión oral de las ideas, conocimientos y valores de una generación
a otra” (Alejos García, 2001). Si bien la escritura poco a poco ha tomado
un lugar central en las sociedades modernas, ocupando, “a escala mundial
durante el último siglo, espacios y funciones destinados con anterioridad
a la oralidad”, esta última no ha sido desplazada por completo.3 De he-
cho, en numerosos contextos de la vida social contemporánea —algunos
de los cuales son íntimos y privados, como por ejemplo, el hogar y las
relaciones interpersonales; otros son masivos y públicos, como la radio, la
televisión y el cine—, la tradición oral sigue manteniendo su papel esen-
cial, como eje de (re)creación social y cultural.
3
No consideramos una oposición radical entre la oralidad y la escritura, pues no
solo asumimos que en las sociedades contemporáneas casi siempre se presentan los dos
fenómenos, sino que además partimos de la idea de que toda esfera de vida social tiene
un componente oral (Bubnova, 2006: 99ss).
9
La palabra en la vida
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Introducción
Estado de la cuestión
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La palabra en la vida
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Introducción
Consideramos que la tradición oral es, de hecho, una vía privilegiada para
el análisis sociocultural. Nuestro proyecto plantea su estudio como una
línea de investigación a partir de la cual pueden explorarse las identidades
de las culturas mesoamericanas. A través de la tradición oral podemos
acercarnos a la vastedad y riqueza del universo cultural de los grupos in-
dígenas, así como conocer más sobre la complejidad de su realidad social.
En el marco de una sociedad nacional que se define a sí misma como plu-
ricultural y diversa, el estudio de la tradición oral se convierte en un instru-
mento de gran utilidad y valor que puede contribuir en gran medida a la
impostergable tarea de construir una comprensión intercultural auténtica.
Por ello, se hace necesario el estudio de la tradición oral desde una
mirada interdisciplinaria, que incluya no solo una perspectiva antropoló-
gica y sociológica, sino también humanista. A partir de su análisis pode-
mos aproximarnos no solo a los “deseos y proyecciones ocultas” de una
sociedad, sino también empeñarnos en conocer muchos otros aspectos
relacionados con su organización social, dinámicas de poder, valores
sociales y su vida religiosa. Entendida la tradición oral como discurso so-
cial, podemos, por ejemplo, escuchar, desde la perspectiva de la sociedad
misma, cuáles son sus costumbres e instituciones, cuál su vida cotidiana,
sus relaciones intercomunitarias e intracomunitarias, sus mecanismos de
cohesión social y resolución de conflictos, sus relaciones con el entorno
y su identificación con el paisaje, sus concepciones de la identidad y la
alteridad, sus percepciones de la historia, de los acontecimientos sociales
y de la realidad social en general. Podemos, además, reconocer el valor
que tienen el arte y la ética en la vida de una sociedad, comprendiendo
sus características y manifestaciones. Las posibilidades son numerosas
—tantas como esferas de praxis tiene la vida humana— y van más allá
de las cuestiones pragmáticas y utilitaristas que muchas veces rigen la
mirada “científica”.
Desde esta perspectiva, los textos de tradición oral pueden conside-
rarse enunciados en el sentido bajtiniano —que involucran la respuesta
13
La palabra en la vida
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Introducción
15
La palabra en la vida
Bibliografía
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Introducción
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LA TRADICIÓN ORAL EN PERSPECTIVA DIALÓGICA
Introducción
∗
Agradezco a Tatiana Bubnova la revisión crítica del presente artículo, así como sus
invaluables observaciones y recomendaciones bibliográficas sobre Bajtín y su Círculo.
1 Sobre el tema, véase Charaudeau, 2009.
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José Alejos García
2
Descola, 2001; Latour, 1993; Severi, 1996; Viveiros de Castro, 1998; Zumthor,
1991.
3 En tal sentido, véase el señalamiento de Lotman (1996) sobre los problemas de la
20
La tradición oral en perspectiva dialógica
5
Entre la vasta bibliografía, véase Broda y Baéz-Jorge, 2001; León-Portilla, 1997;
López-Austin, 1996; Manzanilla y López Luján, 1994; Montemayor, 1996.
21
José Alejos García
6
Véase Alejos García, 2001 y 2009; J. M. Foley, 1992; Niles, 1999; Zumthor, 1991.
22
La tradición oral en perspectiva dialógica
7
Una antología clásica del estructuralismo es la publicada por Barthes et al., 1966.
8
Véanse diversas perspectivas críticas en Barman, 1986; Briggs, 1988; J. M. Foley,
1991, 1992; W. Foley 1997; Hymes 1994.
9 Cabe recordar la advertencia de Lotman, según la cual el examen de un texto desde
Farfán (2007).
23
José Alejos García
Dialogismo en antropología
24
La tradición oral en perspectiva dialógica
La música y la voz
11
Bubnova, 2006; Voloshinov, 1997.
12
Las citas de este artículo de Malcuzynski son mis propias traducciones del original
en inglés.
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José Alejos García
13 Las tesis de Malcuzynski sobre el trasfondo musicológico en Bajtín han sido confir-
26
La tradición oral en perspectiva dialógica
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José Alejos García
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La tradición oral en perspectiva dialógica
que ella se comprende y se evalúa (por supuesto, este contexto cambia se-
gún las épocas de la percepción, lo cual crea una expresión nueva de la
obra) (1982: 389).
La lengua, la palabra, son casi todo en la vida humana. Pero no hay que
pensar que esta realidad que lo abarca todo y que tiene tantas facetas tan
solo pueda ser objeto de una ciencia que es la lingüística, y que pueda ser
comprendida únicamente a través de la metodología de la lingüística (Baj
tín, 1982: 310).
29
José Alejos García
Antropología de la voz
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La tradición oral en perspectiva dialógica
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José Alejos García
des estéticas, por ser conjuntos de piezas del arte verbal, se encuentran
vinculados a contextos lúdicos, rituales y religiosos, entre los principales.
Términos como folclore literario, literatura oral o etnoliteratura hacen
referencia a ese complejo acervo de expresiones orales de los pueblos del
mundo, donde se plasma su sensibilidad y pensamiento distintivos. Son
esas manifestaciones propias de la cultura, su ethos, expresadas median-
te la creación estética verbal (oral o escrita). Así, las tradiciones orales
cuentan con sus propios géneros literarios de acuerdo con sus realidades
sociales específicas, con sus esferas de praxis, como las denomina Bajtín,
en las que pueden aparecer junto a otras expresiones como el canto, la
música, la danza, el teatro. Así pues, la literatura oral se apoya de múlti-
ples maneras en contextos extraverbales, rasgo que como bien ha obser-
vado Voloshinov (1997), en su propia dimensión también ocurre con la
literatura escrita.
Ahora bien, lo que hemos de entender por literatura merece una re-
flexión. Un criterio común define como literatura a las obras artísticas
escritas y de autoría individual, lo cual concuerda con el grueso de la
producción literaria contemporánea, mas no da cuenta de la totalidad
del fenómeno literario, pues deja fuera una importante y antigua porción
de la creación estética verbal. Es el caso de lo producido en forma oral y
no escrita, cuya autoría no se limita a la de un autor individual, sino que
incluye las creaciones estéticas de una comunidad cultural. Recordemos
aquellas obras literarias originadas en la tradición oral de un pueblo, mu-
chas de las cuales no han sido consignadas por escrito, y aun en el caso
de contar con ese tipo de registro, este se ha efectuado con posterioridad
a su existencia oral, mucho más antigua.15 El carácter artístico de ciertos
géneros de tradición oral, como el cuento popular, ha sido señalado rei-
teradamente por muchos estudiosos, Vladimir Propp (1992) entre ellos,
quien en su Morfología del cuento señala la necesidad de estudios especí-
ficos acerca de este “arte popular”, principalmente en el campo del estilo
narrativo.
La investigación antropológica y lingüística realizada entre los diver-
sos pueblos del mundo ha acumulado a lo largo del tiempo un registro
muy amplio de tradiciones orales de las culturas del mundo, algunas de
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La tradición oral en perspectiva dialógica
las cuales han incluso desaparecido. Entre esa valiosa información cultu-
ral destacan aquellas narraciones tradicionales de un pueblo, conocidas
como mitos, leyendas, cuentos, y tantos otros géneros de su literatura
oral. Se trata de un acervo constituido por textos recopilados en estudios
etnográficos, históricos o lingüísticos, principalmente.16 Este inmenso
acervo en el que se guardan verdaderos tesoros culturales, encierra las
voces de los más diversos pueblos del mundo, voces que no han sido del
todo escuchadas por los investigadores externos. Los textos de tradición
oral han servido a muy diversos propósitos de investigación, pero pocos
estudios se han dedicado a sus aspectos propiamente estéticos y a las
profundidades de su sentido. Con frecuencia esos textos de tradición oral
han sido recopilados sin incluir en el registro información contextual de
importancia nodal para su entendimiento. Es allí donde la antropología
enfrenta un importante desafío, pues a pesar de contar con un corpus
inmenso ya recopilado, además de la narrativa oral que continúa viva
entre las culturas del mundo, está necesitada de perspectivas teóricas y
metodológicas novedosas que permitan un acercamiento más profundo a
los sentidos culturales de esa creación estética verbal.
En efecto, una dificultad importante para aproximarnos al sentido de
los textos recopilados de tradición oral es la falta de documentación sis-
temática acerca de los contextos de enunciación de esos textos, contextos
que no se reducen a la situación inmediata de la enunciación sino que
incluyen otros pertenecientes al “gran tiempo” bajtiniano. Las entona-
ciones, los silencios, y otros aspectos fundamentales de la narrativa en
sus realizaciones concretas, también han estado ausentes de las investi-
gaciones hasta tiempos recientes. Así, se plantea ahora la interrogante
acerca de cómo acceder a esos sentidos que no fueron registrados, a los
sobreentendidos en el texto, a lo obvio, a lo implícito, a eso que a fin de
cuentas resulta ser lo más interesante para la comprensión de la cultura,
todo aquello compartido por la comunidad y que por lo mismo no es
necesario verbalizar, aquello que, por sabido, no aparece en el aspecto
verbal del enunciado.
Es necesario formular nuevas preguntas a los textos de tradición oral,
entrar en diálogo con su cultura de origen, reconociendo de entrada las
16
El sistema clasificatorio Arnee-Thompson es un referente importante en este sen-
tido.
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José Alejos García
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La tradición oral en perspectiva dialógica
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Véase Bajtín, 1982; Voloshinov, 1997.
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José Alejos García
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Cabe señalar que esta concepción dialógica del texto se acerca a aquella del enun-
ciado en Bajtín, a la que hemos hecho referencia, aunque con la notoria distinción de que
el enunciado siempre tiene un autor, que es el sujeto social enunciatario.
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La tradición oral en perspectiva dialógica
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José Alejos García
En el símbolo siempre hay algo arcaico. Toda cultura necesita de una capa
de textos que cumplan la función de época arcaica [arjaika]. En esta capa
de textos la condensación de símbolos por lo común es particularmente
notable. Tal percepción de los símbolos no es casual: El grupo central de
estos tiene, realmente, una naturaleza profundamente arcaica y se remonta
a la época anterior a la escritura, cuando determinados signos (por regla
general, elementales desde el punto de vista del trazado) eran programas
mnemotécnicos condensados de textos y sujets que se conservaban en la
memoria oral de la colectividad (Lotman, 1996: 145)
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La tradición oral en perspectiva dialógica
Conclusiones
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José Alejos García
Por otro lado, una lectura interesante que puede hacerse de la obra
de Lotman consiste justamente en concebirla dialógicamente, como un
enunciado que responde activamente a la teoría bajtiniana. Así es posi-
ble entender tanto la asimilación conceptual del legado de Bajtín como
su propuesta semiótica en general. Pero este es un tema que merece un
estudio especializado que desborda el marco de este capítulo. Baste con
recordar entre el arsenal conceptual de Lotman para el estudio de las
culturas orales, a conceptos como texto, memoria colectiva, símbolo y
metadescripción, para reconocer los recursos que su semiótica ofrece a la
investigación del lenguaje y la cultura. Preguntarse acerca de esas visiones
“meta” de la cultura, a esa toma de conciencia del ser colectivo, de su
identidad, nos conduce a su búsqueda en los textos de tradición oral, tex-
tos donde habremos de hallar las ideas y concepciones que los miembros
de la cultura han tenido sobre sí mismos, sobre su vida y su mundo.
Bibliografía
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La tradición oral en perspectiva dialógica
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José Alejos García
42
PERSPECTIVAS Y REALIDADES DIALÓGICAS.
Las relaciones entre los seres humanos
y la naturaleza entre los mayas peninsulares contemporáneos
1
La oralidad es un fenómeno cultural complejo, que involucra múltiples elementos de
interés analítico, como por ejemplo la presencia simultánea de varios lenguajes (verbal,
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Adriana C. Estrada Ochoa
gestual, escénico) y voces (del “pueblo” y de los “otros”, del narrador, de los personajes).
También podemos destacar otros derivados de su transmisión: la singularidad del mo-
mento y del espacio en que tiene lugar; las particularidades que le imprime cada narrador
a partir de factores como su creatividad y su fidelidad al texto “canónico”, o los efectos
del auditorio sobre la producción del propio relato, entre otros. La oralidad es, por otro
lado, una rica fuente para el estudio de símbolos y valores sociales.
44
Perspectivas y realidades dialógicas
2 Entre las diferencias podemos mencionar, por ejemplo, la terminología de cada au-
tor. Bajtín solía crear sus propios neologismos en ruso, mientras que Lotman gustaba
de adoptar términos de las “ciencias duras” (la informática, las matemáticas, la física, la
biología).
3 Con respecto a las relaciones entre ambos autores, Bajtín y Lotman no coinciden en la
distancia que cada uno concibe entre el pensamiento de uno y otro. Bajtín ubica a Lotman
como un estructuralista que se encierra en el texto y produce categorías “mecanicistas”
(Bajtín, 2003: 392). Para Bajtín, Lotman reduce la comprensión a un fenómeno de tras-
lación de un código a otro (Bajtín, 2003: 357). Sin embargo, una lectura más profunda
de Lotman permite ver la comprensión como un proceso que está lejos de ser mecánico,
pues da lugar a la creación de nuevos sentidos. Lotman, por su parte, no se concibe a sí
mismo tan lejos de Bajtín. Ubicándose más cerca de Barthes, el estructuralismo lotmaniano
se concibe como el estudio del hombre como homo significans o “fabricador de sentidos”
(Cáceres, 2000: 716). El estructuralismo de Lotman pertenece a una corriente de “insatis-
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Adriana C. Estrada Ochoa
fechos” para quienes las cosas no están resueltas ni en orden, por lo que se deben buscar
nuevos caminos, evitar posiciones exclusivas y no aceptar verdades definitivas en la ciencia
(Cáceres, 2000: 717).
4 Dice Lotman, “así como pegando distintos bisteces no obtendremos un ternero, pero
cortando un ternero podemos obtener bisteces, sumando los actos semióticos particulares
no obtendremos un universo semiótico. Por el contrario, solo la existencia de tal universo
—de la semiosfera— hace realidad el acto sígnico particular” (1996: 24).
5 Según Bajtín, los enunciados en cuanto totalidad de sentido se producen como res-
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Perspectivas y realidades dialógicas
6 La idea del texto como mecanismo pensante no implica su autonomía, pues para
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Adriana C. Estrada Ochoa
7 Las coincidencias con Bajtín en este punto son fuertes. Para este autor, “la lengua
materna, su vocabulario y su estructura gramatical, no los conocemos por los dicciona-
rios y los manuales de gramática, sino por los enunciados concretos que escuchamos y
reproducimos en la comunicación discursiva efectiva con las personas que nos rodean.
Las formas de la lengua las asumimos tan solo en las formas de los enunciados y junto
con ellas […] Aprender a hablar quiere decir aprender a construir los enunciados (porque
hablamos con los enunciados y no mediante oraciones, y menos aún por palabras sepa-
radas)” (Bajtín, 2003: 268).
8 El papel de la heterogeneidad es fundamental en el pensamiento lotmaniano. En
palabras del autor, “ningún dispositivo pensante puede ser uniestructural ni monolingüe:
este debe incluir obligatoriamente formaciones semióticas heterolingües y mutuamente
intraducibles. Una condición obligatoria de toda estructura intelectual es la no homoge-
neidad semiótica interna” (Lotman, 1998: 28).
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Perspectivas y realidades dialógicas
9 Lotman resalta que “la transmisión del mensaje no es la única función del meca-
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Adriana C. Estrada Ochoa
“no puede haber un ‘sentido en sí’: el sentido existe tan solo para otro
sentido, esto es, existe únicamente con él” (Bajtín, 2000: 162).
Los planteamientos de estos autores pueden sernos útiles para apro-
ximarnos a la comprensión de las relaciones entre naturaleza y cultura
en una sociedad particular, las características que esta asigna a cada uno
de estos dominios y los “metalenguajes” que construye y emplea para
describirse a sí misma y a su mundo. Los metalenguajes son importan-
tes no solo porque nos acercan a los “modelos“ propios de un grupo
social, sino porque ellos mismos afectan a los grupos sociales que los
producen, constituyéndose simultáneamente como “efecto real” y “causa
eficaz” de estos (Sonneson, 2002: 108).10 En un contexto de culturas en
interacción, el estudio de los metalenguajes nos permite conocer algunas
de las consecuencias teóricas y prácticas de un tipo particular de modeli-
zación de la realidad, así como de las relaciones existentes entre diferen-
tes culturas y entre sus respectivos metalenguajes, relaciones marcadas
por dinámicas de poder11 y por complejos intercambios entre centro y
periferia.12
Con respecto a nuestra área y tema de estudio, podemos decir, en
principio, que en la cosmología maya la dicotomía naturaleza-cultura,
si bien existe, no se plantea de la misma manera que en el esquema an-
tropológico tradicional. La dicotomía aparece en oposiciones como pue-
blo-monte, por ejemplo, pero los contenidos, las características, reglas y
tura: “No se trata de la cultura en sí misma, sino del modelo que los miembros de una
Cultura hacen de su cultura; y que este modelo mismo tiene que ver más con las rela-
ciones entre las culturas (así como entre las subculturas, las esferas culturales, etc.) que
con la Cultura en su singularidad. La semiótica de la cultura hace modelos de modelos”
(Sonesson, 2002: 112).
11 Si bien este trabajo no se concentra en aspectos sociológicos del análisis del dis-
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Perspectivas y realidades dialógicas
consecuencias de esta distinción son otros. Tal parece que desde la mira-
da de los pueblos mayas no se establecen fronteras rígidas y estables que
remitan a dominios discretos y excluyentes, sino que se trata más bien de
ámbitos cuyos límites fluyen en el tiempo y el espacio, entrecruzándose
y superponiéndose. Estos espacios superpuestos son habitados por entes
mediadores entre los distintos ámbitos, caracterizados por su calidad
múltiple y dinámica.
Desde una perspectiva sociológica, podemos agregar que la construc-
ción de los dominios naturaleza y cultura en la cosmología maya se ha
desarrollado en un contexto de interacciones con el mundo “occidental”
y sus instituciones.13 En estas interacciones, los pueblos mayas han ocu-
pado una posición marginal, lo que sin duda ha tenido efectos sobre la
automodelización y el metadiscurso maya.14
A continuación intentaremos trazar vínculos entre el concepto bajti-
niano de exotopía y el de perspectivismo, a fin de explorar su potencial
analítico para el estudio de las relaciones entre los seres humanos y la
naturaleza entre los mayas contemporáneos de la penínusla yucateca, en
particular con respecto a las relaciones naturaleza-cultura.
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Adriana C. Estrada Ochoa
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Perspectivas y realidades dialógicas
no hay nunca en la naturaleza dos seres que sean perfectamente el uno como el otro y
en los cuales no sea posible hallar una diferencia interna, o fundada en una denominación
intrínseca” (Leibniz, 1991: 390).
18 Para Nietzsche “la verdad no es concebida como descubrimiento sino como crea-
ción, experimento, perspectiva, y, en cuanto tal, como indisociable del poder”. El con-
cepto perspectivista de verdad se entiende como pluralidad de perspectivas condicionadas
natural, histórica y lingüísticamente (Mota Fontenele, 2007). La realidad nietzscheana
depende del punto de vista desde el cual los instintos la interpretan, siendo la persona
concebida como “una totalidad orgánica en constante devenir”. Al interior del individuo
y en el nivel social confluyen una serie de principios interpretantes, que luchan por domi-
nar una perspectiva. Esta lucha es altamente valorada por Nietzsche en la medida en que
implica una toma de postura valorativa y una defensa de la perspectiva propia. Nietzsche,
sin embargo, rechaza la idea de que todas las perspectivas sean igualmente válidas, pues
solo valen para él aquellas que “potencian la vida” (Nietzsche, 1932, 1985, 1992).
19 Ortega y Gasset resalta la inseparabilidad del ser y su entorno de las circunstancias
vitales que definen a cada individuo y cada pueblo. Como para Nietzsche, para el filósofo
español el conocimiento es una experiencia vital, pero, a diferencia del alemán, para Ortega
no implica un abandono de la razón por el mero instinto, pues se trata de una “razón vital
e histórica”, anclada en la “realidad radical” de cada ser. Así, cada uno tiene una perspec-
tiva propia, que a pesar de ser parcial es invaluable, pues como para Bajtín, cada punto
de vista es único e insustituible. La diferencia es también altamente valorada porque puede
articularse: las múltiples perspectivas se complementan entre sí (Ortega, 2004: 159-164).
53
Adriana C. Estrada Ochoa
20 Bajtín rechaza la ética como una serie de postulados abstractos, separados de la rea-
lidad del sujeto ético: “toda la razón teórica no es sino un momento de la razón práctica,
es decir, de la razón que viene de la orientación moral de un sujeto en el acontecimiento
singular del ser“ (Bajtín, 1997: 20).
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Perspectivas y realidades dialógicas
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Adriana C. Estrada Ochoa
relatos recogidos durante mis estancias de campo entre los mayas peninsulares, sino tam-
bién algunos relatos publicados. Para más detalles, vease la bibliografía al final de este
capítulo.
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Perspectivas y realidades dialógicas
23
Comunicación personal (GMC), Kantunilkín, Quintana Roo, octubre de 2008.
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Adriana C. Estrada Ochoa
lo notan, por lo que los cazadores suelen vender estos animales, lo que
explica que sean tan exitosos los que tienen la piedra del venado.24
El tránsito de una “naturaleza” a otra no se da solo entre animales,
sino también con seres humanos. Es el caso de los way o “brujos”, per-
sonajes temidos pues se les considera capaces de convertirse en animales.
Son comunes los relatos de gatos, chivos, toros, lechones y otros anima-
les que acosan o asustan a las personas cuando andan de noche por el
pueblo. Estos seres se presentan sobre todo ante aquellos jóvenes que se
aventuran a reunirse a altas horas de la noche para jugar cartas y embo-
rracharse.25
También la Xtabay, famoso personaje femenino de la narrativa yuca-
teca, atraviesa fácilmente los dominios humano, vegetal y animal. Dicen
que cuando te atrapa debes pegarle con tu zapato izquierdo y caerá al
suelo, vencida y convertida en una serpiente “de las verdes”.26 Dicen
también27 que algunos que han corrido con menor suerte han sido ha-
llados muertos, yaciendo entre las espinas que cubren los brazos de la
Xtabay, que se habría convertido en la flor del espinoso cactus llamado
tzacam.28
Otro personaje que puede transitar entre la corporeidad humana y
animal es el Aj Sip o Sipikéej, una especie de “señor de los animales” que
habita el cosmos peninsular. Este personaje puede aparecérsele a ciertos
cazadores para darles una lección cuando se considera que han rebasado
el límite aceptable para cazar. Algunos, por ejemplo, abusan del poder
de la piedra del venado y salen a cazar cada día, o incluso varias veces al
día, excediéndose en la cantidad de animales que matan. En estos casos,
el cazador puede ver, ya sea en sueños o en estado de vigilia, al Sipikéej,
que se presenta como una persona o como un venado con un panal de
avispas entre su cornamenta. El Sipikéej le advierte al cazador sobre su
24
Comunicación personal (DP-M), Kantunilkín, Quintana Roo, noviembre de 2008.
25 Comunicación personal (JPC), San Pedro, Quintana Roo, octubre de 2008.
26 Comunicación personal (DR-V), San Pedro, Quintana Roo, octubre de 2008.
27 Comunicación personal (MCD), Santa Gertrudis Copó, Yucatán, noviembre de
2007.
28 Tzacam es el nombre maya con que se conoce a una cactácea, que no he podido
identificar con seguridad, pero que probablemente corresponda a alguna de las siguien-
tes especies: Cereus Donkelaarii, Cereus grandiflorus, Nopalea cochenillifera o Nopalea
Gaumeri (Standley, 1930: 365-368).
58
Perspectivas y realidades dialógicas
otro tipo de ser “monstruoso” o de naturaleza compuesta, asociado a todas las personas,
como se ha reportado en algunas comunidades mayas principalmente de tierras altas de
Chiapas y Guatemala, como por ejemplo, entre los tzeltales (Pitarch, 1996;) y los tzot
ziles (Köhler, 1995). Allan Burns sostiene que “los mayas yucatecos consideran a los
venados como alter (egos) especiales o guardianes; los venados son seres que viven en el
bosque y las selvas en contraparte con la gente que vive en las ciudades y pueblos. Los
venados son cuidados en un corral en la profundidad de la selva, de manera que no les
suceda algún daño. Si un daño inusual ocurre a un venado que es alter ego de una perso-
na, esa persona se enfermará y quizá muera. En estos casos un curandero tradicional que
conoce a los guardianes del bosque es llamado para corregir la relación entre la persona
y su alter ego” (1983: 94; la traducción es mía). Burns no menciona la fuente de la que
obtuvo esta información. No he podido encontrar otras referencias semejantes relaciona-
das con esta noción de alter ego animal, ni en la experiencia etnográfica ni en la revisión
bibliográfica. De hecho, más bien he encontrado lo contrario; es decir, la afirmación de
que la noción de alter ego animal no existe o se ha perdido entre los mayas peninsulares
contemporáneos. Al respecto, Bourdin afirma que entre los mayas peninsulares está au-
sente la idea de un “doble animal” asociado de modo íntimo con la vida del individuo
(2008: 1).
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Perspectivas y realidades dialógicas
que para la mirada occidental pudiera ser visto solo como recursos o
mantenimientos, pero en los que, desde una mirada perspectivista, pue-
den verse trazos de la cultura en la naturaleza.
Foto 1. Cazador.
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Adriana C. Estrada Ochoa
de amuleto que sirve para cazar y que solo algunos pueden encontrar en
las tripas del animal muerto. El poseedor de esta piedra es muy exitoso
cazando animales, pero luego de un tiempo y de un cierto número de
piezas tiradas, debe abandonar el regalo del Sipikéej, pues de lo contrario
el cazador enfrentaría su furia y sufriría algún castigo, como por ejemplo
alguna enfermedad, la mordida de una serpiente o algún accidente en la
cacería.
Sobre este personaje surgen interrogantes con respecto a sus antece-
dentes en el mundo prehispánico. Al respecto, Landa hace referencia a las
fiestas realizadas por los cazadores en los meses de Zac y Zip, las cuales
servían
para aplacar en los dioses la ira que tenían contra ellos y sus sementeras;
y las hacían [también] por la sangre que derramaban en la caza, porque
tenían por cosa horrenda cualquier derramamiento de sangre si no era
en sus sacrificios, y por esta causa siempre que iban de caza invocaban al
Demonio y le quemaban incienso, y si podían, le untaban el rostro con la
sangre del corazón de la tal caza (Landa, 2003: 151).
en una casa de uno de ellos y llevando consigo a sus mujeres como los de-
más, venían los sacerdotes y echaban al Demonio como solían. Ya echado,
ponían en medio el aderezo para el sacrificio de incienso y fuego nuevo y
betún azul. Y con su devoción invocaban los cazadores a los dioses de la
caza, Acanum, Zuhyzib, Zipitabai y otros, y repartíanles el incienso, el
cual echaban en el brasero; en tanto que ardía, sacaba cada uno una flecha
y una calavera de venado, las cuales untaban los chaces con el betún azul.
Ya untadas, bailaban con ellas en las manos; otros se horadaban las orejas,
otros la lengua y pasaban por los agujeros siete hojas de una yerba, algo
anchas, que llaman ac. Habiendo hecho esto primero, el sacerdote y los
oficiales de la fiesta ofrecían luego los dones, y así bailando, se escanciaba
el vino y se emborrachaban hechos unos cestos (Landa, 2003: 173-174).
Landa describe también las fiestas realizadas por los “señores de los
colmenares” y por los pescadores, afirmando sobre estos últimos que
“bendecían un palo alto y gordo y poníanle enhiesto” para festejar a sus
62
Perspectivas y realidades dialógicas
32 La versión original en maya dice? “Tu k‘iinil siih le chan xi‘ipalo, mix u chu‘uch
ts‘a‘abi, h-to‘ob ti hun p‘eel nook‘ tumen u chinche ka tu bisah u pehkuunt tu hool le
koorral tu‘ux k‘ala‘an le wakaxo‘obo yo‘olal y pe‘echa‘ata‘al. Ba‘ale ila‘ab tumen hun tul
x-chiiw yan u yale‘, ka chilah tu tseel le chan xi‘ipalo yo‘olal ma u pe‘echa‘ata‘al. Le ka‘ah
ts‘o‘ok u hook‘ol tresyentos hun tuulul le wakaxo‘obo ka bisa‘ab le chan xi‘ipal tumen le
x-nuk vakaxo‘. Ma oheelta‘ab bix tu bisili, ba‘ale tu osa te‘e tu‘ux p‘a‘ato ka ho‘op u tseen-
tik. Le x-nuk chiiwo yaan bin ba‘al u yila‘ah yeetel u k‘aasilba‘alo‘ ”(Boccara, s. f.: 12-14).
Boccara hace una propuesta interesante en este sentido, al plantear la noción de k’aas como
“fuerza existencial creativa” y de ba’al como oculto. Balam, en este sentido, sería no solo el
nombre con el que se conoce al jaguar, sino que referiría también a su carácter de ser que
oculta y se oculta. Balamtik es entendido como guardar (Boccara, s. f.: 58). Así, en lugar
63
Adriana C. Estrada Ochoa
de la traducción que se hace normalmente de k’ak’asba’al como “cosa mala”, “feo”, “ma-
ligno”, el planteamiento de Boccara permite explorar otras posibilidades de significación
que no necesariamente cuadran de manera total con la noción judeocristiana del diablo. Al
menos no necesariamente y no en todos los casos, lo que no significa, sin embargo, negar
la influencia de las ideas católicas y cristianas sobre la cosmología de los mayas contem-
poráneos. Para un interesante análisis sobre la reelaboración de creencias mayas a partir
de la presencia de las iglesias protestantes en Yucatán puede consultarse Rodríguez, 2006.
33 Comunicación personal (JCC), Nunkiní, Campeche, noviembre de 2009.
34 No estoy de acuerdo con esta afirmación, pues considero que no se trata del único
64
Perspectivas y realidades dialógicas
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Adriana C. Estrada Ochoa
Para poder hacer uso de este concepto es necesario primero tomar cier-
tas consideraciones. Para la escuela de Tartu, la cultura es el espacio se
miótico, mientras que la naturaleza es el universo de la no cultura y la no
textualidad (Sonesson, 2002: 113). Como explica Sonesson, la escuela
de Tartu, en su modelo “canónico”, sostiene que cada cultura se concibe
a sí misma como el orden, en franca oposición con lo que está fuera de
ella y que se asocia con el caos, el desorden y el “barbarismo” (Sones-
son, 2000: 1006).36 Sin embargo, como hemos visto, desde la mirada
indígena la naturaleza no necesariamente es concebida como un espacio
de no textualidad, pues los sujetos capaces de realizar procesos semióticos
36 Como explica el autor, el modelo canónico puede invertirse, como ocurre en aque-
llos casos donde los miembros de una cultura la conciben como “situada en el exterior,
66
Perspectivas y realidades dialógicas
67
Adriana C. Estrada Ochoa
Los cazadores son personas que cuentan con una profunda experiencia
de observación de la naturaleza, conocen los hábitos de los animales, así
como la manera en que las especies vegetales y animales se relacionan en-
tre sí. Ellos trascienden las fronteras habituales de la actividad humana,
pues salen del pueblo y se internan en el monte, muchas veces por las no-
ches, es decir, en los tiempos y espacios donde nadie trabaja ni se aven-
tura. Pasan horas y horas en silencio, escuchando y observando, atentos
a cualquier sonido, olor o movimiento que pudiera indicarles el paso de
alguna presa o la inminencia de algún peligro que pudiera acecharles.
La cacería es una actividad inherentemente peligrosa, pues se trata de
un enfrentamiento uno a uno con el animal. Además, como hemos di-
cho, se realiza en espacios y tiempos peligrosos. Es por ello que la llamo
actividad de frontera, pues en ella cristalizan una serie de cruces intere-
santes para los estudios antropológicos, como por ejemplo, las relacio-
nes vida-muerte, pueblo-monte, sacrificio-ritual, naturaleza-cultura.
Los cazadores cuentan con aliados animales importantes y uno de ellos
es el perro, quien no solamente les ayuda a cazar sino que también los
protege en el monte. Los perros evitan que “el diablo” o “el malo”, como
prefieren llamarle,38 robe el alma de su dueño, prometiéndosela durante
la noche bajo la condición de que primero debe contar todos los pelos
de su cola. “El malo” cuenta cuidadosamente y cuando está a punto de
terminar el perro se sacude, haciendo que pierda la cuenta y tenga que
comenzar de nuevo. Es por ello que los perros tienen pulgas, pues es
un castigo del k‘ak‘asba‘al enojado, que ellos tienen que sufrir por su
lealtad.39
37
Agradezco a Gabriela Rodríguez por esta atinada observación.
38 Los mayas evitan nombrar al “diablo” por su nombre, por lo que suelen referirse a
él como “el malo”. Más adelante volveré sobre este punto.
39
Cabe mencionar que la narración fue contada en español, utilizando el término
malo, sin hacer alusión explícita al diablo. El relato fue contado por una asesora pertene-
ciente a la religión pentecostés, en la comunidad de San Pedro, Quintana Roo.
68
Perspectivas y realidades dialógicas
hablar a los cuatro vientos, en las cuatro esquinas de la tierra, en las cua-
tro esquinas del cielo… bueno… Así es la cosa, así mañana, así pasado, así
a los cuatro días, tengo que llegar hasta trece días que lo estoy reviviendo.
Lo crió. A los trece días, vive. Se va, pero regresa también[…] (Boccara,
s. f. c: 38).
40
Comunicación personal (DP-M), Kantunilkín, Quintana Roo, noviembre de 2008.
41
Ibídem.
42 Otro ser creado por yerbateros como un aliado para los cazadores es el lokok peek‘
aquel que manufactura algo. Es el término con el que por lo general se conoce a los
especialistas rituales en las comunidades mayas de la península. En Barrera Vásquez la
entrada (Ah)Men aparece como “maestro o artífice de cualquier dote u oficio; el que
hace o entiende algo, curandero o yerbatero, diestro en casi cualquier arte u profesión;
curandero”.
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Adriana C. Estrada Ochoa
2007.
45 Otto Schumann, “Los dueños de los cerros”, ponencia presentada en el VII Con-
de tradición mesoamericana con otros de origen europeo. Para evitar nombrarlo, los
mayas suelen referirse a él, al hablar en español, como “el malo”.
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Perspectivas y realidades dialógicas
71
Adriana C. Estrada Ochoa
tusar, engañar; soñar. Por su parte, en Barrera Vásquez aparecen diversas entradas entre
las que destacan “ver visiones entre sueños, soñar visiones medio dormido; transfigurar
por encantamiento, hechizar; brujo, nigromántico, encantador; familiar que tienen los
nigrománticos brujos o hechiceros, que es algún animal, que por pacto que hacen con el
demonio se convierten fantásticamente; y el mal que sucede a tal animal sucede también
al brujo cuyo familiar es”.
50 La vuelta hace referencia a una idea extendida en la narrativa mesoamericana según
la cual algunos personajes como los “brujos” dan vuelta sobre sí mismos para “conver-
tirse” en otros seres, que generalmente son dañinos para la comunidad.
72
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51
Jorge Cocom Pech, comunicación personal, 2009.
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52
Comunicación personal (EPC), San Pedro, Quintana Roo, octubre de 2008.
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Perspectivas y realidades dialógicas
los animales. Conocen muy profundamente a los animales, pues han ob-
servado su comportamiento y sus hábitos muy de cerca. Son herederos
y practicantes de una larga tradición de observación de la naturaleza,
capaces de adoptar la perspectiva del animal para predecir su compor-
tamiento y adelantarse a él. Se trata de una adopción de perspectivas
quizá menos espectacular que la que tiene lugar entre los way pues no
involucra un cambio de apariencia corporal; sin embargo no por ello es
menos interesante.
La cacería es una actividad inherentemente peligrosa, que atraviesa
diferentes espacios y tiempos —el día y la noche, el pueblo y el monte—.
Involucra una interacción intensa con el “mundo” y los seres que lo ha-
bitan, en sus múltiples formas. A pesar de este caracter de observadores
privilegiados de las interacciones humano-animal e incluso humano-no
humano, en general la cacería ha sido poco estudiada por la etnografía
mayista y mesoamericanista. Parece ser una actividad menos “taquillera”
para los estudios antropológicos mesoamericanistas en comparación con
otros fenómenos como el nahualismo y el tonalismo. A pesar de esta
escasez de trabajos, considero que la actividad cinegética se encuentra en
un un sitio privilegiado, pues en ella su se articulan no solo las relaciones
cazador-presa, sino también interacciones entre lo humano y lo animal,
la naturaleza y la cultura, la vida y la muerte. El cazador ocupa un lugar
de frontera, capaz de transitar de una esfera a otra, pues conoce los có-
digos que rigen en cada una.
Conclusiones
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Adriana C. Estrada Ochoa
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Perspectivas y realidades dialógicas
Con esto no quiero proponer que toda relación con el universo maya
e incluso amerindio sea regida por el perspectivismo. No todo el uni-
verso indígena tiene el carácter de sujeto, sino que este parece reducirse
solo a ciertas especies. Por otro lado, aun cuando existen relaciones
utilitarias, las interacciones que se establecen con los animales y con el
mundo van más allá del aspecto meramente económico y tienen que ver
con la propia definición indígena de persona. Quizá lo que ocurre es
que conviven una epistemología objetivista y una intersubjetiva, simul-
táneamente. La oposición no necesariamente implica una contradicción
que invalida al sistema, pues, retomando a Lotman, cualquier desarrollo
cultural es resultado de las tensiones provocadas por tendencias estruc-
turales de orientación opuesta (Lotman, 1996). En nuestra cultura estas
aparentes contradicciones también son recurrentes, como, por ejemplo,
entre científicos “duros” que se declaran católicos.
Sin caer en construcciones idealizadas como la del “buen salvaje”, con-
sidero que la mirada indígena puede ser de gran valor para los problemas
planteados por el mundo contemporáneo con respecto a la explotación
no solo del hombre sobre la naturaleza, sino también “del hombre sobre
el hombre”. Si el mundo entero actuara siguiendo los preceptos de la
lógica económica del consumismo y el materialismo racionalista, no solo
estaríamos actuando de manera irracional sino que sería insostenible y
autodestructivo. Esta idea del derecho humano a explotar la naturaleza
nos puede llevar a un callejón sin salida en poco tiempo.53 Frente al
creciente deterioro ecológico, es importante reconocer la importancia de
miradas culturales alternativas, así como de aquellos personajes de fron-
tera, capaces de traducir los mensajes del mundo natural. Ellos pueden
ayudarnos a reconstruir el vínculo que nos enlaza con el mundo que
nos rodea, ese vínculo que nos hemos esforzado en destruir mediante las
comodidades del mundo urbano “moderno”. Enlazando dos mundos,
pueden aproximarnos a aquello que nuestro planeta nos dice a gritos, y
que nuestra sordera y ceguera artificial nos impide escuchar, ver y com-
prender.
53
Tanto el marxismo como el modo de producción capitalista comparten esta idea de
la superioridad humana sobre el resto de las criaturas, del que se deriva su derecho a la
explotación de la naturaleza.
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Bibliografía
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LA LECTURA DEL CONTEXTO COMO CLAVE
PARA LA COMPRENSIÓN DE LA NARRATIVA
ORAL CH’OL EN CALAKMUL
Tila, Chiapas, 2009. Los tatuchob del sur de Calakmul realizan la ceremonia
otsan nichim, “meter promesa”.
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Gabriela Eugenia Rodríguez Ceja
Mayo, Niños Héroes, San José, Manuel Castilla Brito, Cristóbal Colón y El Manantial.
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La lectura del contexto
Fuente: <http://www.campeche.gob.mx/Campeche/Estado/Mapa/Mapa_geo.
php>, 2003.
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La lectura del contexto
El relato
2 Los tatuchob son ancianos que a través de cierto aprendizaje en un momento tardío
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Gabriela Eugenia Rodríguez Ceja
maíz, frijol, chile o calabaza; todos los años el río crecía mucho llegando
hasta el monte, por lo cual la gente vivía tranquila. Las cosas se daban de
esa manera porque la gente “era pareja”, es decir, todos eran católicos,
se reunían en la iglesia para realizar las fiestas marcadas por el calenda-
rio ritual y trabajaban conjuntamente por el bienestar de la comunidad.
Sin embargo, llegó el tiempo en que algunas personas cambiaron de re-
ligión y se volvieron protestantes, eso provocó que la comunidad en su
conjunto dejara de hacer las fiestas y de reunirse en la iglesia como ha-
bían aprendido de sus antepasados; comenzaron los enfrentamientos, se
dejó de actuar según la tradición. Fue entonces cuando vieron que dejó
de llover y aparecieron las plagas. Entonces los tatuchob —viejitos— se
preguntaron por qué estaba sucediendo esto. Recordaron que cuando
vivían en Chiapas, la gente solía llegar hasta Tila3 en tiempo de fiesta,
o se reunían en sus comunidades para la fiesta de la Santa Cruz el 3 de
Mayo, donde llegaba mucha gente y mataban algunos de sus animales
para hacer comida que comían en comunidad y también compartían con
los seres sagrados que habitan el mundo ch’ol, los yum o dueños. En
cuanto terminaba la fiesta, llegaban las bendiciones, pues comenzaba la
lluvia tan abundante que la gente no podía regresar a su casa; rápida-
mente subía el nivel del arroyo. Entonces no se preocupaban, pues sabían
que la gente continuaría con la costumbre. Los ancianos no saben cómo
comenzó la tradición, ellos la heredaron de sus padres, y estos de sus
antepasados; por eso no pueden abandonarla; su deber es enseñarla a
los jóvenes para que ellos también puedan continuarla cuando los viejos
mueran.
3
La ciudad de Tila es la cabecera municipal del municipio de Tila, Chiapas. Ahí se
encuentra el santuario del Señor de Tila, quien congrega el culto de los ch’oles origi-
narios de la zona norte de Chiapas desde la época colonial (Monroy, 2004), así como
también de gente originaria de otros estados.
86
La lectura del contexto
87
Gabriela Eugenia Rodríguez Ceja
otros nuevos. Los sujetos sociales utilizan las palabras que están dentro
de ese fluido dialógico que nunca es neutral; por el contrario, dentro de
él se cruza multiplicidad de acentos ajenos —valoraciones, intenciones,
motivaciones— con los cuales se discute, polemiza, provoca, interroga,
reafirma o complementa, con el fin de generar una postura propia; sin
embargo, este dialogismo sucede de forma implícita para los actores
sociales, a través de sobreentendidos culturales o entimemas que hay
dentro de la trama del sentido. El mundo social está ordenado a la
manera de un diálogo polifónico donde las voces no son autosuficien-
tes, sino que se escuchan unas a otras, se intercambian y se reflejan
constantemente; su existencia no está dada por la conciencia individual
sino a través de la comunicación entre las conciencias, en un sentido
interindividual e intersubjetivo; al igual que la palabra, la idea, la con-
ciencia, toda manifestación cultural es dialógica por naturaleza (Bajtín,
2003b: 130).
La polifonía sucede entre fuerzas y conciencias que coexisten e in-
teractúan en un tiempo dado para construir la realidad social, posi-
cionadas en distintos contextos y horizontes que incluyen el pasado,
el presente o el futuro; se trata de una orquesta de voces que conjuga
orientaciones de sentido, valores e intenciones. Esto plantea la posibili-
dad de identificar las relaciones mutuas entre diversos contenidos bajo
el ángulo de un solo evento, es decir, descubrir las relaciones dialógicas
que los actores sociales establecen con las palabras ajenas para com-
prender el sentido de sus acciones dentro del contexto en el que están
interactuando; quiénes son los actores y qué voces representan, desde
dónde hablan, con qué acentos dialogan y de qué manera lo hacen,
descubriendo los sentidos implícitos en el discurso, ocultos en forma de
sobreentendidos.
Dentro del diálogo de una época o de un grupo social es posible dis-
tinguir voces dominantes, reconocidas y altisonantes referidas a ideas
e instituciones con distinto nivel de legitimidad y reconocimiento; sin
embargo, también es posible identificar perspectivas en ciernes, “los em-
briones de las futuras visiones del mundo” que aun no se han manifies-
tado con la debida fuerza y madurez (Bajtín, 2003b: 133). Las palabras
pueden ser utilizadas dentro de contextos contrastantes que están en
tensión o conflicto, es por ello que la multiacentualidad del signo lin-
güístico da pie a la comprensión de las posiciones contrapuestas, en
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La lectura del contexto
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La lectura del contexto
cimientos humanos permanentes durante siglos; fue hasta finales del siglo xix cuando la
región se volvió atractiva por la enorme riqueza de sus recursos naturales, por lo cual
se establecieron de manera temporal pequeños campamentos con personas dedicadas a
la extracción de maderas preciosas —caoba, cedro, ciricote, granadillo—, chicle —resina
del árbol del chicozapote— y el palo de tinte, transitando por todo el territorio, llegando
hasta la frontera con Belice y Guatemala.
5 Algunas fuentes mencionan que había habitantes provenientes de 23 estados de la
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Gabriela Eugenia Rodríguez Ceja
tón, sin embargo sus cabeceras municipales estaban muy lejos de la población de esta
zona de la selva. Fue considerando el crecimiento de la población en esta zona, de sus
necesidades administrativas y de control, que se decidió la formación de un municipio
exclusivamente para los habitantes de la región.
7 Ellos provienen de los municipios de Palenque, Tila, Tumbalá y Salto de Agua.
8 Partiendo de la cabecera municipal —Xpuhil— hacia el sur sale un camino que
prácticamente todo el año se encuentra en muy mal estado y que va uniendo los diver-
sos ejidos, la mayoría de ellos con población ch’ol, entre los que tenemos los siguientes:
Nuevo Campanario, Manuel Castilla Brito, El Manantial, Virgen de la Candelaria, La
Victoria, Niños Héroes, Once de Mayo, El Carmen II, San Miguel, Ley de Fomento
Agropecuario, Nuevo San José, Quiché Las Pailas, Tambores de Emiliano Zapata, El
Sacrificio, Dos Naciones, José María Morelos y Pavón (Cibal), Dos Lagunas Sur, Justo
Sierra Méndez, Manuel Crescencio Rejón (Frontera Sur), Arroyo Negro, Plan de Ayala.
9 La reconstrucción de esta parte de la historia se ha hecho a partir de los testimonios
recabados con la gente que vivió esta experiencia; para ello solo he podido contar con
las versiones de los actores. Una versión de la fundación del ejido El Carmen II está en
Rodríguez Ceja, 2007.
10 Para profundizar más en estos procesos, revísense Lobato, 2003; García Méndez,
92
Mapa 2. Municipio de Calakmul.
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La lectura del contexto
ya que consideran que el dueño del monte vive adentro de la cueva, lu-
gar donde los asientos son armadillos y las sogas son culebras, además
de que es el lugar donde el dueño cura a los animales que han sido he-
ridos, especialmente por los hombres.
Afortunadamente entre las personas que migraron a la región esta-
ban prácticamente todos los recursos humanos necesarios para poder
dar continuidad a su cultura; con esto me refiero en primer lugar a los
especialistas rituales encargados de dialogar con las entidades sagradas
y demás seres habitantes del cosmos ch’ol, con el fin de establecer rela-
ciones de intercambio que les fueran favorables para su establecimiento
en ese lugar, es decir, los curanderos —xwujtijel o tsakäjel—, adivinos11
—yubin lak yum dios, “que escuchan a nuestro señor dios”— y pasaros
o tatuchob —ancianos especialistas en ciertos oficios rituales—.
Por otro lado, la gente que llegó fue aportando sus conocimientos en
diversos menesteres complementándose entre sí en los distintos ejidos,
como en lo que se refiere a la construcción de casas, la producción de
trago a partir de caña de azúcar, la crianza de animales de traspatio, la
reproducción en los solares y en las milpas de ciertas especies vegetales ori-
ginarias de Chiapas, muy importantes para la medicina o para la alimen-
tación cotidiana, la caza de animales con trampas o con armas de fuego,
la elaboración de velas con cera de monte, la producción de canastas
con ciertos bejucos, incluso la confección de ropa de algodón. Asimismo
resultó importante la experiencia acumulada de algunas personas que ha-
bían participado en las actividades rituales del sistema de cargos en Chia-
pas —que tenía como parroquia central el Santuario del Señor de Tila,
ubicado en la cabecera municipal de Tila, Chiapas—, ya que hicieron
posible la reproducción de las fiestas importantes. También tuvo especial
relevancia la actividad de los catequistas en tanto participaron como
vínculo entre la cultura tradicional y la institución de la Iglesia católica.
11
Son personas que tienen una caja de madera dentro de la cual está una imagen
de san Miguel. Los adivinos consultan al santo sobre diversos asuntos cuando alguna
persona tiene problemas y llega a visitarlo; el santo le dice al adivino los pormenores
de la situación y ayuda a resolverla; por ejemplo, a encontrar a una persona o animal
extraviados, discernir si un malestar es producto de la maldad de alguna persona o se
trata de algo que puede ser tratado por el médico; puede indicar el tipo de enfermedad
que tiene una persona y la manera de curarla, aunque el propio adivino no implementa
los remedios.
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12
Se refiere a las personas no indígenas, cuya lengua materna es el español. En gene-
ral, el caxlán representa a los mestizos, al resto de personas integrantes del Estado-nación
mexicano.
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La lectura del contexto
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al Señor de Tila o al Yum Witz —dueño del monte—. Los rezos están
formulados en palabras sencillas donde le piden al Señor que vea a sus
hijos, que los ayude —k’el awalobilob, k’otiañonla—, que les mande ben-
diciones.13
Los tatuchob enumeran las preocupaciones de la comunidad —ya sea
a partir de un encargo individual o de uno colectivo—, es así como al
rezar van diciendo los nombres de las diferentes personas que esperan
ser beneficiadas, diciendo su ubicación, su actividad, su problemática
particular, nombrando a sus hijos, a su esposa, a sus padres, a sus her-
manos, su preocupación por los perros, por los pavos, los pollos, los
cochinos, la siembra de maíz, de frijol, de chayote, de calabaza, de chile;
su preocupación porque no tiren maldad en el solar o en el camino de
la persona, porque no les sobrevenga alguna enfermedad enviada por
sus enemigos —contras—, porque no tengan malos sueños; porque haya
lluvia suficiente durante el periodo de siembra y no demasiada que ane-
gue sus sembradíos, porque no caigan plagas, porque no encuentren cu-
lebras en su camino, porque encuentren animales cuando salen a cazar,
porque no llegue un huracán o un mal viento que destruya su cosecha,
entre otros.
Esta ceremonia puede ser llevada a cabo durante todo el año, depen-
diendo de la dificultad específica que lo convoque en el ámbito doméstico
(especialmente se hace al comenzar el año para encomendar las activi-
dades y la salud de las personas, cuando se padece alguna enfermedad
grave, cuando hay escasez continua de presas durante la cacería, cuando
se tiene algún encuentro con la corporeidad de alguno de los seres no
humanos,14 o cuando se aprecian fuertes desórdenes en el solar, como la
muerte de muchos de sus animales o la presencia continua de culebras,
13
“Ve a tus hijos, ayúdanos… ak’eñonla bendición”.
14 Para los ch’oles es posible que los yumob se manifiesten a través de una corporeidad
humana. También existen otros seres que habitan en la montaña y que pueden llegar a
aparecerse, como el winik u hombre con espinas, el wLlLk ok o pies al revés, el ñek o ne-
grito; así como también pueden llegar a tener encuentros con el espíritu de algún muerto
durante la fiesta de k’in sanctio, del 31 de octubre al 4 de noviembre. Asimismo, pueden
tener encuentros con los naguales de los brujos, quienes se manifiestan en forma de ca-
lavera, ajal o mala mujer, tiensuñ, búhos, culebras, perros negros, jaguares, entre otros.
Estos encuentros pueden suceder tanto durante la vigilia como durante el sueño, de día o
de noche, en el espacio del pueblo o fuera de él, dependiendo de diversas circunstancias.
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15
La zona sureste de Calakmul también cuenta con una importante cantidad de cam-
pesinos veracruzanos y tabasqueños, los cuales se organizan en gran medida en ejidos
que cuentan con una mayoría de personas que tienen como lengua materna el español,
aunque en otros la situación es diferente, pues se mezclan indígenas y mestizos.
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16
Dentro de la perspectiva tradicional, los brujos —xiba’— son personas que cuentan
con nagual o animal compañero —wLy—, entidad en la que se transforman pues tienen
el poder de hacer maldad a sus compañeros a través de medios mágicos, generando enfer-
medades que llegan a producir la muerte. De acuerdo con este significado es compren-
sible que dicha acusación molestara mucho a las personas, ya que es hasta peligroso ser
considerado brujo por el resto de la gente, pues les pueden ser imputadas las desgracias
ajenas. Sin embargo, considero que la acusación de brujo iba más allá de eso, pues se
planteaba desde la perspectiva del caxlán, es decir, desde la perspectiva de alguien que
descalifica el culto y las creencias del otro, ubicándolo del lado de la superstición y no de
la razón, que solo asiste a los protestantes.
17 Borrachos porque utilizan trago en sus ceremonias, llegando a terminar en estado
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18 Esto visto desde la perspectiva del caxlán. A pesar de que su relación con la mon-
taña —la selva— es lo que más aman y lo que en gran medida da sentido a sus vidas, la
gente ch’ol no puede evitar mirarse a veces de la misma manera como es mirada por el
caxlán, pues no puede evitar compararse con su modo de vida, el cual en muchos casos
está ligado con un mayor bienestar y mejor calidad de vida.
108
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19
Naturalmente no todos acudieron al llamado. La mayoría de los protestantes no
participó; sin embargo, algunos lo hicieron dándole el beneficio de la duda a la fiesta,
por si la palabra de los ancianos dijera la verdad. En el transcurso del tiempo es común
observar que algunos protestantes regresan temporalmente a las celebraciones católicas
cuando han tenido algún problema grave, especialmente alguna enfermedad. Sin em-
bargo, algunos tatuchob han sido reacios a celebrarles el ritual cuando se los solicitan,
incluso aunque quien lo pida se encuentre al borde de la muerte.
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20 Estas comunidades son San Miguel, San José, Dos Naciones, Manuel Castilla Brito,
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22 Hombres y mujeres.
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23 En español se suele traducir como alma, sin embargo se refiere a una entidad aní-
mica con características particulares. Se piensa que el ch’ujlel de los seres habita en la
sangre; de ahí la importancia que tiene este elemento en los rituales, sobre todo en los cu-
rativos, donde el enfermo ingiere sangre del animal que contribuye a su cura. El tema de
las almas o entidades anímicas como elemento constituyente de la persona indígena y su
relación con los procesos de salud y enfermedad ha sido abordado en diversos trabajos;
en el caso particular del área maya, se puede revisar a Guiteras, 1996; Holland, 1978;
Höhler, 1995; Pitarch, 2006; Page, 2005; y Vogt, 1979, entre otros.
118
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24
Forma despectiva que usan algunos mestizos para denominar a los indígenas.
25
La vergüenza es una enfermedad social identificada entre los ch’oles, que solo puede
ser curada por un médico tradicional. Para ampliar la información al respecto, remitirse
al trabajo realizado por Imberton, 2002.
26 Entrevista realizada el 28 de julio de 2005.
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La lectura del contexto
27
“Hombre” en ch’ol, se refiere a la forma de autonombrarse, con toda la carga va-
lorativa que tiene implícita, y que está siendo discutida en este apartado.
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Conclusiones
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Bibliografía
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ANEXO
PRIMERA VERSIÓN.
TATUCH DE EL CARMEN II
Pues cuando vine [a Calakmul], nunca se seca el agua, siempre todo tiene
agua, que si tiempo de secas, pero llovía mucho también, nos alcanza la
lluvia, todo se llueve, por ai en mayo y abril se llueve, pero como somos
parejos todavía!! Pero después, como la gente, pues muchos se cambió,
se fueron a otra religión, pues nomás quedamos como 20 o 30 (familias),
así nomás, dejaron la iglesia. N’hombre, teniendo la fiesta como antes,
llegan los viejitos en el Tila, Chiapas, los más viejitos que llegan allá, lle-
gan hasta Tila, llegan, bajan hasta Tila, entonces les digo a la gente, pues
así celebraba el papá antes, le digo, como quiera su Santa Cruz solita.
A veces tiene su compañeros, así dos, tres, con eso comandará su fiesta,
le digo. Como no piensan nada, pues, como no tienen sus cosas, le digo,
tiene puerco, tienen gallina, tienen pavos, no piensa cómo se mantiene la
gente. Lo matan, cualquiera lo puede matar, puede matar pavo o puede
matar gallina o puede matar puerco, porque tiene bastante puerco, tiene
bastante mi papá. Cuando hicimos esa fiesta, hacemos 3 de mayo mi
papá antes, antes hacen 3 de mayo, pero la fiesta, hasta a Tila viene el
principal, hasta viene allá el mayordomo de la Santa Cruz; ahí llega como
el 3 de mayo. Llega harta la gente [con] mi papá, le digo, como ya está
grande su maicito entonces hace la fiesta cada año, no se pierde cuando
hace la fiesta, no se olvida. Cuando termina la fiesta, ¡n’hombre, cómo
llegan bendiciones, hasta ya no puede cruzar el río!; todos siguiendo el
arroyo, hasta los viejitos también ya no pueden pasar el río, hasta que
esperamos que baje un poquito el agua, pues no nos atrevemos a cruzar
pa ir cada quien pa su casa. No, todo ese día ya no tengo pendiente,
porque creo que vamos a seguir adelante, le digo. Vamos a enseñar a los
chamacos, si aprenden los chamacos, si no lo aprenden sus hijos, si no
qué tal que ya morimos aquí, quién va a hacer algo, si ya no conocieron.
Pero si nosotros vivimos todavía, pues vamos a enseñarles, vamos a ver
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María Eugenia Rodríguez Ceja
SEGUNDA VERSIÓN.
CATEQUISTA DE EL CARMEN II
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Anexo
via, sí, y después ya hasta ahorita sigue lloviendo poco algo, pero años
pasados no estaba así, todo bien seco se pasó el año. Así se pasó, por
eso siempre los que ya tienen más edad pues ellos saben todo. Antes
todo tiempo siempre llueve cada año, ¡pero productos cómo crecen!,
que le dicen, frijoles, maíz, chihua, siempre pega todo, no había plaga
como ahorita. Ahorita ya hay mucha plaga ya para el cultivo; anterior
no; es que siempre ha llovido bastante, hasta que lo vimos que cuando
ya empezaron a formar otra religiosa, entonces la gente ya no se junta, ya
no hacen la fiesta como debe ser, como anterior, ya llega la gente muy
poco; ya está la gente uno por allá, otro por allá, otro por acá. Entonces
ya así se fue, ya no quiere llover como normalmente ya, ya ahí llegamos
a ver ahí por qué. Y mismo nosotros también estamos viendo el visto
bueno nosotros, ¿no? porque estamos dejando, estamos saliendo, poco a
poco estamos saliendo fuera de dios, has de cuenta que ya sabemos más,
pero no, porque nosotros no somos nada. Yo creo que dios de por sí ya
está cuando nacimos en este mundo; dios nadie puede mover ya, y no-
sotros apenas estamos entrando sobre la tierra, o sea, na’ más estamos
prestando. Este, donde vivimos pues, nada más estamos… la tierra no
es de nosotros; es de dios. Haz de cuenta que hay muchos que mal han
entendido, pues no es de dios, es de nosotros, pero no es cierto. Dios
hizo todas las cosas, todo que vemos, se hicieron. Estrellas, la luna, hizo
toda la tierra. Todo que vemos aquí en la tierra pues ahí está, muchas
plantas, hay mucho cultivo pues, quién nos dejó la ¿semilla? También
dios dejó. Ahorita, pues, ya ves ahorita, pues la gente ya ves que hay
mucho que arrepentido la gente de la secta ahorita pues, hay mucha
secta arrepentida, porque ai veces ya no quiere llover, ¿por qué? Porque
la bendición no creas que es tan fácil que la vaya a dar dios, te van a
mandar pero tienes que hacer algo. Metes tus promesas luego. Por eso
ya ves, ahora poco, empezaron a convocar la gente, o sea ya tiene más
edad, o sea los veteranos, pues, los viejitos, los que ya tienen más edad,
entonces porque ellos ya saben cómo está, y menos los jóvenes que no
saben todavía qué, en fin, los jóvenes como quiera agarran su otro car-
ga como su religión, no; ellos cuando ya tienen su religión ahora sí que
ya lo sé todo, ya soy limpio, ya voy al cielo, pero así, pero ya no sabe
pues lo que es la meta pues de dios. Hay confusión, hay equivocación
todavía. Entonces empezaron a decir, platicar los señores de edades, los
mayores, sabes qué, vamos a hacer una reunión, por qué no hacemos
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María Eugenia Rodríguez Ceja
un acuerdo, porque lo veo que ahorita estamos muy mal, ¿qué es lo que
hace falta?, ¿qué queremos hacer? Porque lo vemos ahorita ya no quiere
llover, y ya no quiere dar la bendición, porque nosotros estamos dejan-
do, estamos fallando, estamos equivocando, y faltan promesas. Donde
podemos ir primero, ¿acá o allá?, dicen. Mejor vamos para allá, en Tila,
porque allá está Milagrosa, allá está el Patrón, el Señor. Vamos para
allá, y vamos a participar, y vamos a colaborar, vamos a tratar ya, de ha-
cer eso. Y cooperar, vamos a comprar lo que haga falta, nosotros vamos
a ir allá.
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MEMORIA Y SENTIDO SOCIAL EN EL RELATO
DE LOKOK PEEK’
Presentación
131
María del Carmen Orihuela Gallardo
1
En la comunidad de Nunkiní 4 212 habitantes hablan la lengua maya de acuerdo
con el Censo General de Población y Vivienda 2005 (inegi).
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Fuente: inegi.2
2 Véase <http://mapserver.inegi.gob.mx/geografia/espanol/estados/camp/imgso4/cam-
peche.pdf>
3 En 1978 se marcaron los límites territoriales de la Sección Ejidal de Nunkiní.
4 “[E]n 1996 el Ejecutivo Estatal, decretó como Zona Especial de Protección de Flora
y Fauna Silvestre y Acuática el área conocida como Los Petenes. El decreto fue publicado
en el Periódico Oficial del Gobierno Constitucional del Estado de Campeche, año V, nú-
mero 1175, tercera época, pp. 7-23, del martes 4 de junio de 1996. La zona así protegida
tiene una extensión de 382 396.17 hectáreas”. Véase en: <http://www.ecologia.campeche.
gob.mx/consultas/petenes.htm>.
5 Ídem.
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María del Carmen Orihuela Gallardo
6
Árbol del que se obtiene alimento cuando escasea en maíz.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
tación que concentra árboles muy altos como los de zapote (foto 1), árbol
del que se extrae el chicle. De manera que las características geográficas
hacen que la vegetación varíe radicalmente en pequeñas áreas, dando
como resultado que en los espacios con densa vegetación rodeada de
agua, pastizales o manglares aparenten ser isletas, nombradas en maya
como peteno’ob.7
Por mucho tiempo, los pobladores de las comunidades cercanas a la
zona del Petén (fotos 2 y 3), como la conoce la población maya de la re-
gión, entran en esta para recuperar diversos materiales, como el chicle,
el guano, la cera, la miel de abejas silvestres, entre otros productos que
ahí abundan. Asimismo, la población incursiona constantemente en el
área para cazar animales como el venado y el tepezcuintle principalmen-
te, y también pescan mojarras en los ojos de agua. Cabe señalar que la
7
En idioma maya, el sufijo o’ob es la marca de plural.
8
Tomada de Reserva de la Biosfera de Los Petenes (borrador). Programa de conserva-
ción y manejo, México, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, 2006, p. 15.
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María del Carmen Orihuela Gallardo
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Para los objetivos que persigue este trabajo es preciso hacer algunas re-
flexiones sobre las redes religiosas establecidas entre la población maya
de distintas comunidades mayas, y que permiten transmitir conocimien-
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María del Carmen Orihuela Gallardo
9
El uso del hipil entre las mujeres mayas forma parte de su identidad. Sin embargo,
esta vestimenta cada vez es menos usada entre las mujeres más jóvenes. El terno, el traje
tradicional de gala, es usado con mucha frecuencia en las festividades tradicionales.
10 Las comunidades mayas que fueron villas hacendarias generalmente no tienen
j’meno’b, pues el régimen laboral de las haciendas rompió con esta tradición, razón por
la cual la población de dichas comunidades solicita los servicios del j’men habitante de
los antiguos pueblos mayas.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Por medio de las redes religiosas establecidas a partir de las actividades ri-
tuales que realizan otras comunidades, se transmite un conocimiento que
será aplicado a la vida cotidiana y se pondrá nuevamente en movimiento
reactivando el conjunto de creencias sobre el mundo. La sociedad maya,
al establecer este tipo de redes religiosas y sociales, comparte elementos
culturales y religiosos complejos.
A través de actividades públicas, como eventos católicos, y privadas,
como la realización de los rituales agrícolas, las comunidades mayas del
norte de Campeche mantienen una interacción constante, por medio de
la cual se transmite información de diferentes niveles de la cultura. Sin
duda, el uso del idioma maya es un factor esencial para la transmisión a
plenitud de contenidos simbólicos, los cuales fortalecen los lazos de iden-
tidad entre la población maya. Esto hace posible que se encuentre en la
población maya de la región una mitología con significados compartidos,
aunque sin duda, siempre estarán presentes las sutiles particularidades de
cada grupo social.
La serie de relatos que aquí se presentan son conocidos por los habitantes
de la comunidad como “la historia de Lokok Peek’ ”. Las palabras que le
dan nombre al personaje central de este trabajo provienen del idioma maya.
Lokok Peek’ significa en su traducción literal al español: “perro de cera”.
En maya se le llama lokok a la cera producida por las abejas sin aguijón
(ta kab) nativas de la zona (foto 5);11 la palabra peek’ significa ‘perro’.
El nombre de Lokok Peek’ conjunta el significado que tienen en sí
mismas cada una de las palabras que lo conforman, es decir, el lokok se
refiere a un elemento que evoca múltiples significados para la cultura, es
usado en diversos contextos; el religioso es uno de ellos; por su parte,
peek’ o ‘perro’ es un animal doméstico indispensable para los campesi-
11
Según la narrativa, para la fabricación de Lokok Peek’ se utilizó cera de ka kab;
esta abeja es silvestre y hace su panal en la tierra, se encuentra principalmente en cuevas
(áak’tun). Además, la cera que producen es lokok, cera negra y pegajosa; es decir, pocas
abejas nativas la producen. En la actualidad, esta clase de abeja es muy difícil encontrar-
la. Esta información fue proporcionada por Erasmo Haas Huchim, habitante de Nunki-
ní, en agosto de 2009.
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María del Carmen Orihuela Gallardo
nos y los cazadores que se internan por horas en el monte; además de ser
un compañero, se considera un cuidador. Con la conjunción de ambas
palabras se genera un sentido nuevo y complejo. Por lo que, Lokok Peek’
es una denominación que se entiende de forma literal: perro de cera, ade-
más es un concepto al que la población ha dotado de sentido particular.
Como se ha mencionado, los relatos que aquí se pretende analizar
propiamente explican o detallan la historia de cómo fue formado y el
por qué de la presencia en el Petén de Lokok Peek’ o perro de cera.12
La información que provee la narrativa muestra que este personaje surge
de un principio común: la fabricación del cuerpo de un perro como obje-
to ritual, al que se le capturó en vida mediante un procedimiento ritual.
12
Los relatos presentados en este trabajo fueron recopilados en la comunidad Nunki-
ní y Tankuché entre 2008 y 2009.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
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Se le llama solar al patio de la casa donde están los animales de corral y los perros.
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los mayas de la península. Por ejemplo, los ch’oles de Tila, Chiapas14 son
pueblos de origen maya que también fabrican objetos mágicos con forma
de animales, como perro o aves. Al igual que entre los mayas de Campe-
che, estos animales también son fabricados con barro o cera. De acuerdo
con el testimonio de Elías Arcos, profesor ch’ol, entre los ch’oles se acos-
tumbra fabricar estos objetos con la intención de que sean cuidadores de
los terrenos de cultivo.
La práctica de fabricar objetos para capturarles vida es una actividad
que los ch’oles de Tila en Chiapas comparten con los mayas peninsula-
res.15 Estos últimos fabrican figurillas de barro o cera con forma antro-
pomorfa; estas son aruxo’ob. Michel Boccara en su etnografía sobre los
mayas peninsulares registró el testimonio de Juan Kob, j’men de Yax-
cabá, Yucatán. En su narración se menciona la forma en que los anti-
guos j’meno’ob hacían vivir a los aruxes16 fabricados con barro o cera
(Boccara, 2004: 37-43). Sin más, cito la plática del j’men Juan Kob con
Boccara.
El arux se hace de barro, pero, para que viva, hay que darle sangre en su
cabeza en lugar de cerebro. Por ejemplo, si digo: voy hacer que viva un
arux, lo hago de barro, como una mezcla, le doy forma de una persona.
En su cabeza donde voy a poner la sangre, le hago ojos, nariz, boca, todo.
Un cuerpo de persona, y en la cabeza va a ir la sangre. Saco sangre de aquí
(muestra las venas de su brazo) y le doy. Cuando termino, empiezo a darle
saká (agua blanca de maíz) diario. Lo voy a criar. Diario le voy a criar. En
el lugar donde lo veo, le doy saká allá. Y voy a hablar, voy a hablar a los
vientos, en las cuatro esquinas de la tierra, en las cuatro esquinas del cie-
lo… bueno… Así es la cosa, así mañana, así pasado, así a los cuatro días,
tengo que llegar hasta los 13 días que lo estoy reviviendo. Lo crío. A los
2008.
15 Particularmente en Nunkiní y pueblos cercanos no se realiza la actividad de “fabri-
tes de maya se refieren a estos seres no humanos en español. Cabe señalar que en este
trabajo se homogenizan los vocablos provenientes de la lengua maya de acuerdo con la
pronunciación usada en el idioma.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
13 días, vive. Se va, pero regresa también, hum (silencio), así se hace vivir
[…] Pero… hay otra clase que se hace de cera, de cera cruda. También
vive; también se va (Boccara, 2004: 35-39).
Los aruxo’ob son seres considerados por los mayas como cuidadores
de los solares o milpas, y tienen la apariencia de niños. Actualmente, los
pobladores de Nunkiní no tienen la tradición de fabricar aruxo’ob. En
esta comunidad se considera que la materia de los aruxo’ob es viento o
aire, aunque, cuando se encuentran una figurilla en el monte, la recono-
cen como un arux; es decir, en la concepción maya este ser no humano
puede tener un cuerpo de barro o cera.
Los mayas crean una relación de intercambio con los aruxo’ob. Los
productores pactan una alianza con los aruxo’ob para que estos cuiden
las milpas, potreros, apiarios y solares, así como los frutos de los cultivos
u objetos que estén en el terreno. En este acuerdo, el arux “trabajará”
para cumplir con su parte del acuerdo a cambio de que el milpero le en-
tregue comida ritual en forma periódica.17
Existen otros trabajos etnográficos que registraron la práctica de fa-
bricar objetos rituales. En la investigación de Villa Rojas titulada Los
pueblos mayas de Quintana Roo, el autor refiere que los mayas de ese
estado tienen la costumbre de elaborar a los aruxo’ob con un procedi-
miento ritual (Villa Rojas, 1987: 297).
Por su parte, Carlos Montemayor y Donald Frischmann (2004: 235)
citan la descripción de Santiago Domínguez Aké, escritor de Campeche,
al referirse a la forma de elaboración del arux. De acuerdo con Domín-
guez, el arux se hace con la mezcla de barro y miel, también señala que del
mismo barro del que se hizo la figurilla se le hace un perro y una honda.
Esta descripción coincide con la citada por Boccara al mencionar que se le
coloca sangre en la cabeza para darle vida al objeto ritual. Domínguez re-
fiere que el arux es creado con su compañero, el perro.18 Además, el autor
17 Al realizar el milpero la entrega de alimentos ritual por medio del janli kool o comi-
da de milpa, el j’men le hace saber a los balamo’ob y aruxo’ob el periodo que se tomará
para hacer nuevamente la entrega del alimento, el cual puede ser de uno o dos años.
18 Entre los elementos asociados a los aruxes se encuentra su perro compañero. Según
la narrativa, muchas veces se asegura haber visto el perro del arux, que generalmente
es de color negro.
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19
En dicho lugar existe una iglesia construida en 1980; en ella se realizan misas ca-
tólicas con peregrinaciones. Los devotos llevan veladoras, flores y algunas veces carne de
venado “a la virgen y a los vientos” (Quintal, 2000: 287-304).
20 Citado en “Residen aluxes o duendes en zonas arqueológicas de Yucatán”, en Dia-
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Por último, es importante señalar que los autores antes citados se re-
fieren al fenómeno como hacer vivir al objeto fabricado. En mi argumen-
to, prefiero utilizar los términos capturar vida en el objeto ritual, pues
considero que esta denominación describe el fenómeno apegándose a la
intención de los mayas al realizar dicha actividad.
Dice la historia que en aquellos tiempos nueve j’menes de los buenos siem-
pre iban al monte. Esa vez, los hechiceros fueron al monte de cacería. Esa
gente se sentía sola y pensaron en construir un perro con lokok (cera) para
que los acompañara. Entonces formaron al perro y comenzaron a pensar
en cómo darle vida. Así, los nueve j’menes comenzaron a sacar la sangre
de cada uno de ellos y se la pusieron en la cabeza del Lokok Peek’ […] y
con sus rezos lograron que el perro tuviera vida. Cuando el perro se trans-
formó, parecía un becerro, así de grande.
Dicen que no era necesario que esa gente hiriera al venado, pues ese pe-
rro lo trae ya muerto, trae a los venados más grandes. Así, ellos no tenían
que trabajar.
Después, ellos [los j’menes] comenzaron a desaparecer, los hechiceros se
dieron cuenta de que el perro los comenzó a comer a la media noche, hora
en que se levantaba ese animal. El perro se los comía. Cuando se dieron
cuenta de que era el animal el que los comía, los j’menes se fueron; salieron
del Petén.
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María del Carmen Orihuela Gallardo
Entre los símbolos que contiene el relato, analizaré con mayor deta-
lle el pasaje en que le captura vida al perro de cera. Esta es una de las
prácticas rituales mayas que implica mayor conocimiento por parte de
los j’meno’ob,22 pues capturar vida en un objeto fabricado requiere de un
procedimiento ritual que actualmente, en la comunidad de Nunkiní, no es
practicado. No obstante, para la sociedad, este acto muestra implicaciones
culturales que narraciones como la de Lokok Peek’ permiten transmitir
entre la población, ya que mediante la expresión oral algunos conceptos
de la cosmovisión se mantienen, aunque algunos otros se renueven.
El desarrollo discursivo de la narración que revisamos anteriormente
se refiere no solo a la aceptación y participación de la sociedad maya
para fabricar un objeto con vida, sino que menciona aspectos rituales
que permitieron que el hecho fuera posible. También refiere los materia-
les que fueron utilizados; se trata de elementos sujuy,23 es decir, puros y
sagrados, como lo es el lokok y la sangre humana. En el pensamiento
maya, elementos con estas características son indispensables para que sea
posible que a un objeto de barro, cera o piedra le sea atada una entidad
no humana.
Dentro de este contexto de la cultura maya en que los seres humanos
pueden fabricar objetos en los que se captura vida, presento la segunda
versión del relato de creación del perro de cera registrada en Nunkiní. En
los j’men, aunque la actividad de estos especialistas comprende muchos más aspectos
culturales.
23 Michel Boccara afirma que la palabra sujuy remite a elementos puros y sagrados
(Boccara, 2004: 37-43). Por su parte, para la comunidad de Nunkiní los materiales sujuy
tienen connotaciones de pureza; es decir que estos no han tenido contacto con elementos
contaminantes que pudieran provocar la pérdida de la pureza, que el contacto con el ser
humano puede provocar.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
esta se enfatiza que el perro se fabricó porque se consideraba que era ne-
cesario un cuidador para las personas que entraban en el peligroso monte
del Petén. Don Nemesio Haas, j’men de la comunidad de Nunkiní, relata
lo siguiente:
Hay quien lo sabe. Era la época en la que no se conocía al perro. Los ca-
zadores que iban a esa zona [del Petén], para que los cuidara, hacen al
perro de lokok; es esa cera pegajosa… Entonces, al perro le hablaron y
le pusieron sangre en su cabeza en lugar de cerebro; entonces el perro
vivió, pero el perro se queda en el Petén. Las personas que lo saben, lo
buscan y solamente le dan en su hocico comida, de la misma que llevan
los cazadores en su sabukán24 y con eso [el perro] los cuida.25
24 Sabukán es un morral usado por los agricultores mayas elaborados con fibra de
henequén.
25 Nemesio Kantú, J’men de la comunidad de Nunkiní en Campeche, entrevista en
agosto de 2008.
26 Vidal Paat comentó “Cuando estoy en el monte no, no siento miedo; al contrario, te
sientes cuidado por los aruxes, pues si les pusiste comida, ¡no pasa nada! ¿No te acuerdas
de aquella vez que vimos la cascabel; no nos pasó nada; solo nos están avisando que no
debíamos estar allí”. (Tankuché, Calkiní, diciembre de 2009).
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Michel Boccara utiliza el término fabricar objetos en Los aruxes, captadores de an-
tepasados (2004), y Marc Augé, en El dios como objeto (1996). Sin embargo, la palabra
utilizada por el j’men es kuxkin (hacer vivir).
31 Tal es el caso del janli kool (comida de milpa), el cual es un ritual en el que cada
noce como lokok; este es el material con que las abejas sellan la entrada del panal donde
la tsaaka p’ol (se pega en la cabeza), abeja nativa, habita en cualquier lugar hueco que
encuentre. Generalmente esta abeja hace su pañal en el monte o en las cuevas.
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lo relata don Erasmo Haas,33 a Lokok Peek’ lo hicieron con cera de las
abejas llamadas ka kab; estas hacen su panal en las cuevas (áaktun);
esto lo hace tener al objeto fabricado —Lokok Peek’—, vinculación con
el plano infraterrestre, lo cual le da mayor relación con las entidades no
humanas que ahí habitan, que para la población maya de Nunkiní son
los aruxo’ob. Esto permite entrar en un ambiente ritual, distinto al co-
tidiano.
Así, los elementos sujuy, por su naturaleza contienen valor único. Es
posible que la pureza que poseen estos objetos radica en que tienen las
cualidades del espacio del que provienen, que generalmente es simbólico,
por lo que el elemento suhuy posee la esencia que dicho espacio tiene
para la cultura. Por ejemplo, el lokok que proviene de las cuevas o la
tierra, un espacio infraterrestre, contiene por sí mismo las conceptualiza-
ciones que tiene el espacio del que proviene.
Lokok Peek’ fue fabricado a través de la conjunción de aquellos ele-
mentos sujuy —cera, sangre humana, alimento34 y rezos— que le per-
mitieron constituirse como un ser con características de persona, pues
escuchó las palabras de los seres humanos, y se le capturó vida. En la
cosmovisión maya existe un discurso codificado mediante el cual se co-
munican las personas con los seres no humanos que habitan en espacios
simbólicamente delimitados, que dentro de la perspectiva maya poseen
una relevancia fundamental; tal es el caso de los balamo’ob (dueños del
monte), y aruxo’ob (cuidadores). Los j’meno’ob pueden entablar comu-
nicación con estas entidades no humanas por medio del discurso ritual.
Para los mayas, el uso del discurso ritual ocupa un lugar primordial.
Según Boccara, en lengua maya se nombra al discurso ritual suywa t’an,
concepto que él ha interpretado como la palabra enigmática (Boccara,
2004: 67). Esta denominación remite al lenguaje que permite la comuni-
cación entre el j’men y los vientos o entidades no humanas que cohabitan
33
Habitante de Nunkiní, Calkiní, Campeche, agosto de 2009.
34 Bebida hecha a base maíz sin cal, cuidadosamente elaborada.
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con los mayas. Por medio de rezos se captura atando al objeto un viento
que se encuentra en el monte; este es el sentido que tiene la fabricación
de los aruxo’ob. Por tal razón utilizó el concepto de capturar vida en
un objeto ritual, ya que, en la concepción maya, la vida no la obtuvo el
objeto como los seres humanos, las plantas y los animales.
De acuerdo con Pedro Huchin, trabajador del Petén, el discurso de
palabras suywa t’an, pronunciado para capturar vida en el perro fabrica-
do con lokok, se estructuró como acontinuación se expone:
Tu kabah Dios yumbil, Dios mejen bil, En tu nombre, Dios Señor, Dios Chico,
Dios espíritu santo, Dios Espíritu Santo,
balmi k’áaxes. balames de los montes.
Ka puula’ a bendiciones tie ba’ax Tira tus bendiciones aquí, donde
[ki beet hanal [hago el alimento,
Tia’al chan chuukik le kejo’ para atrapar al venado,
Yola ti ken kaxantik le k wajo’on porque ahí vamos a buscar nuestro alimento.
35 Pedro Huchin Tamay, habitante de Nunkiní y trabajador del Petén, 84 años, julio
de 2009.
36 Los j’meno’ob de Nunkiní expresan los rezos en forma cantada. En particular el
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37
Las personas en Nunkiní procuran no mencionar temas relacionados a la comida
de milpa (janli kool) durante actividades cotidianas de otra índole, pues dicen “esto no
es juego” (Aurora Colli, Nunkiní, Campeche).
38 El joven se refiere a los señores del monte. Dentro de la lógica maya, al invocar a
los vientos es posible que estos entren en el cuerpo humano para enfermarlos.
39 Luis Ek Chim, de 15 años, habitante de Nunkiní, agosto de 2008.
40 El balam es el ser no humano de mayor importancia para los mayas, pues es el de
mayor jerarquía.
41 El sastún, piedra espejo, es el símbolo de que el j’men realizó el encuentro con los
Señores del monte durante su iniciación, por lo que el especialista la utilizará para comu-
nicarse con los balamo’ob o aruxo’ob.
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María del Carmen Orihuela Gallardo
utilizar para comunicarse con los “Señores del monte”, los balamo’ob y
aruxo’ob. O sea, de esta forma, el j’men aprenderá los rezos, además de
otras formas de comunicación con las entidades no humanas.
De esta manera, únicamente los j’meno’ob tienen el reconocimiento del
balam y, por supuesto, de la comunidad para comunicarse con los dueños
y cuidadores del monte. Este don es posible adquirirlo únicamente en la
iniciación del especialista. Aunque, antes de dicho suceso, el futuro j’men
es preparado para el encuentro con los seres no humanos a lo largo de
una enseñanza que puede durar varios años.42 Cabe mencionar que para
la sociedad la legitimación de los j’meno’ob se reconoce en la preparación
que ha recibido en la iniciación, pues en este momento de transición reci-
bieron la preparación necesaria.
Al estar preparado para entablar mensajes con los aruxo’ob o ba
lamo’ob, el j’men tiene la capacidad de llamar a estos seres mediante cier-
tos códigos, por ejemplo, entregándoles comida ritual y pronunciando
una serie de rezos que permiten la cordial convivencia entre las personas
y los seres no humanos poderosos. Antonia Chim lo aclara cuando dice
“no se puede llamarlos [a los aruxo’ob] si no tienes nada que ofrecerles,
se pueden enojar”;43 es decir, hay que llamarlos cuando se tiene alimento
sujuy para entregarles; por tal razón la entrega de comida ritual es parte
de los códigos inquebrantables en la relación de las personas y dichas
entidades no humanas.
Por otro lado, los rezos o suywa t’an no solo contienen palabras que
formulan un mensaje determinado, sino que es un lenguaje donde inter-
viene el tono de voz del individuo, por lo que los rezos son cantados
para dulcificar el mensaje y hacerlo más amable a los seres a los que se
dirige. El tono de voz es reconocido por las entidades con las que el es-
pecialista quiere comunicarse. Por ello, en el relato de Lokok Peek’, el
yumil k’áax (señor del monte) reconoció la voz y pudo volver a hablar
con el perro, pues el muchacho pronunció la palabra enigmática. Con el
vínculo creado entre el señor del monte y el perro, a través de la palabra
ritual, pueden comunicarse por el lenguaje, ya que comparten los mismos
códigos. El señor del monte lo va a controlar al perro de cera al “hablar
con la misma voz que ya tiene”, según se menciona en el último relato.
42
J’men julio, 26 años, habitante de Bacabchén, Campeche, en diciembre de 2008.
43
Antonia Chim Ek, hierbatera de Pucnachén, Calkiní, agosto de 2008.
160
Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Uno de los aspectos que hacen que el Lokok Peek’ tenga connotaciones
negativas es que fue creado en un tiempo negativo: el Viernes Santo.
Hemos visto que el Lokok Peek’ fue creado con el propósito de que
los cazadores tuvieran un perro que cubriera la función de cuidador
durante los periodos de tiempo en que ingresarían al Petén. Aunque en
uno de los textos el perro de cera sí adquirió la función de cuidador,
esta no se presenta como su concepción principal, en dos de los relatos
presentados, se muestra de forma contraria, para los mayas de Nunkiní
el perro de cera se formó como un ser peligroso. El Lokok Peek’ es tan
temido porque, según la narrativa, puede comerse a los cazadores o
animales que entren al Petén, principalmente en un Viernes Santo.
En estos mismos relatos que narran la historia de creación de Lokok
Peek’, y lo establecen como un ser negativo, se puntualiza que puede
ser más peligroso el día Viernes Santo, pues este día es considerado ne-
gativo. Es quizá este elemento el que determinó, en la lógica maya, que
el perro de cera fuera un ser negativo, contrario a lo que se esperaba:
un cuidador. A continuación desarrollo esta idea.
El conjunto de creencias que tiene la población maya de la penínsu-
la está influido, en un nivel aún no preciso, por las normas que dicta la
Iglesia católica. Entre estas ideas normativas puedo mencionar una que
resulta muy esclarecedora para este estudio; el domingo, así como el
Viernes Santo, son días grandes para la iglesia, por lo que son días que
161
María del Carmen Orihuela Gallardo
44
K’in ku denomina los días “grandes” a los días de Dios.
45 Testimonio de Martín Sahún, habitante de Tankuché, diciembre de 2009.
46 Sin embargo, existen versiones que aseguran que el Lokok Peek’ tiene su contra; es
decir, que se puede destruir o controlar. Esto se puede hacerse al derretirlo, acercándolo
al guano encendido.
47 Aurora Colli, 46 años, habitante de Nunkiní, Campeche, noviembre de 2008.
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
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Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
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48
Información proporcionada por Pedro Huchin Tamay, de 84 años, trabajador del
Petén durante su juventud, actual habitante de Nunkiní; entrevista hecha en julio de
2009.
166
Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
La palabra en diálogo
49
Para Bajtin el tono emotivo encierra una serie de elementos que ayudan a la orali-
dad a tener un sentido ligado a los aspectos emocionales (Bajtín, 2003: 276).
167
María del Carmen Orihuela Gallardo
50
Aunque la tradición oral sea registrada con una observación detallada en la que se
consideran aspectos sociales producto de la interacción social, se dejan sin considerar
algunos elementos que determinan el desarrollo de la narración.
168
Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Reflexiones finales
169
María del Carmen Orihuela Gallardo
170
Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
perro de cera son los Viernes Santos. Estos son días en que el yumil k’áax,
el ser que lo tiene amarrado, no está en el mundo; el Viernes Santo es con-
ceptualizado como un día sin Dios; la concepción del Viernes Santo en sí
misma se asocia con la de Lokok Peek’, con la que comparte un mismo
campo semántico.
Después de haber explorado algunos aspectos de la sociedad maya de
Nunkiní, me es posible precisar algunos sobreentendidos contenidos en
la narrativa relacionada con Lokok Peek’. Es necesario señalar que corro
el riesgo de no abordar muchos otros que, por supuesto, son de suma
importancia para aproximarnos al fenómeno que aquí estudiamos.
Sin más, encuentro los siguientes sobreentendidos en la historia de
Lokok Peek’, pero que remiten a aspectos esenciales en el conjunto de cre
encias de la cultura maya. En primer lugar, el Lokok Peek’ fue creado
con vida a partir de la elaboración de un objeto con materiales sujuy. En
la narrativa analizada encontramos el alto contenido simbólico de la serie
de elementos sujuy que son necesarios para fabricar un objeto con vida.
Si bien, los materiales son fundamentales para la conformación de Lokok
Peek’, la suywa t’an, palabra enigmática, cobra un sentido excepcional,
pues el uso de esta es lo que permite que el objeto cobre vida. Al escu-
char la palabra, el perro puede conformarse con cualidades de persona.
En segundo lugar, las cualidades del perro de cera como ser negativo le
fueron dadas por la nueva información que se presenta en la vida social
de la comunidad maya, como lo es que el Viernes Santo sea un día sin
Dios. Quizá tenga otro sentido esta concepción negativa de Lokok Peek’.
Esto, el temor al perro de cera, impide que la gente entre con liber-
tad al Petén. Pero cabe la posibilidad de otra interpretación. Por mu-
cho tiempo, las actividades que se llevaban a cabo en esta área eran de
depredación, es decir, se obtenían más recursos de los que era posible
regenerar, lo cual impedía que se mantuviera la normatividad maya, que
requiere mantener relaciones de intercambio equilibradas con las entida-
des de los montes, lo que permite a las personas obtener elementos de
la naturaleza con la condición de devolverlos simbólicamente o permi-
tir que se regeneren. Según esta interpretación del pensamiento maya,
cuando sucede lo contrario, que la persona extrae grandes cantidades de
materiales agotando los recursos del monte, se enferma o incluso muere.
De ahí que haya surgido en la mitología Lokok Peek’, un ser que impedía
que los hombres estuvieran constantemente en el Petén.
171
María del Carmen Orihuela Gallardo
Agradecimientos
Esta investigación fue realizada como parte de las actividades del proyec-
to “La tradición oral como discurso social. Actualidad del pensamiento
mesoamericano” (papiit 307308), dirigido por el doctor José Alejos Gar-
cía, del iifl de la unam. Tanto a la unam como al doctor Alejos agradez-
co el permitirme participar en este proyecto académico. También quiero
agradecer a los pobladores de Nunkiní que compartieron conmigo las
diferentes versiones del relato de Lokok Peek’. Especialmente doy mi
agradecimiento a Nemesio Haas Kantú, María Chim Haas, Marcelino
Uchim Haas, Erasmo Haas Ac, Pedro Huchin Tamay, Aurota Colli, Isa-
bel Moo y Luis Ek Chim, todos amigos que me tuvieron la paciencia,
así como la confianza de narrarme la historia de la fabricación de Lokok
Peek’.
Bibliografía
172
Memoria y sentido social en el relato de Lokok Peek’
Páginas electrónicas
<http://mapserver.inegi.gob.mx/geografia/espanol/estados/camp/
imgs04/campeche.pdf>
<http://www.ecologia.campeche.gob.mx/consultas/temas/los_petenes.
htm>
173
María del Carmen Orihuela Gallardo
Tankuché, Campeche:
Martín Kahún
Vidal Paat Colli
Marcelino, Kahún
Palenque, Chiapas:
Elías Arcos
174
ANEXO
175
176
Imagen 1: Croquis de la zona de Los Petenes.
Dibujo de Erasmo Haas Ac.
EL NAHPATEKO EN LA COSMOLOGÍA
DE LOS NAHUAS DE PAHUATLÁN
A TRAVÉS DE SU NARRATIVA1
estado de Puebla; de sus 25 localidades, cuatro están constituidas por población nahua.
Cerca de 6 000 habitantes están distribuidos en su mayoría en Xolotla y Atla, y en menor
medida en Atlantongo y Mamiquetla. Si bien la historiografía y la etnografía han ubica-
do a los nahuas de Pahuatlán, son contados los trabajos que dan cuenta de su realidad
histórica y cultural, estado que contrasta con la abundante literatura de otras partes de
la Sierra, como lo es la zona oriental. En ese contexto, tiene especial importancia la obra
de José de Jesús Montoya Briones, quien publicó hacia la década de los sesenta una et-
nografía hoy clásica: Atla. Etnografía de un pueblo náhuatl.
2 La perspectiva cognoscitiva de este autor está particularmente desarrollada en la
obra ¿Por qué tenemos religión? Origen y evolución del pensamiento religioso.
177
Eliana Acosta Márquez
ko, ser que, actualmente, se asimila a la figura del Diablo y se asocia tan-
to a la imagen del mestizo como a la obtención de riqueza. Esta entidad,
además de encarnar el dinero mal habido —esto es, no resultado del es-
fuerzo y del trabajo— deja ver una de las imágenes locales predominan-
tes de lo mestizo, que involucra tanto las riquezas, el engaño, como la
idea de lo otro y de lo moderno. La concepción del Nahpateko dentro de
la cosmología de los nahuas de Pahuatlán es especialmente viva, al grado
que buena parte de los ricos de la comunidad suelen considerarlos como
sus “peones”, y su recreación en la narrativa no solo está presente, sino
que también muestra versiones más actuales, acordes con el presente.
La finalidad de este artículo, justamente, es dar cuenta de la concep-
ción que los nahuas tienen de esta entidad y del lugar que guarda en su
cosmología. Indudablemente es la narrativa una de las principales fuentes
para conocer la perspectiva que los nahuas tienen del Nahpateko, y en
178
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
El okse tlaltikpak
lugar a considerar las expresiones, especialmente las de carácter simbólico, como el medio
no solo de concreción de lo subjetivo, sino como la forma en que a “los grandes enigmas de
la vida” —los cuales se presentan en principio como indómitos e insondables— se les dota
de orden y sentido en las concepciones del mundo. Como el mismo Dilthey afirmó: “Este
tomar conciencia de la vida como mundo se realiza bajo el esquema de una exterioridad, en
la cual actúa nuestra propia vida, nuestro propio ser psicológico; la forma de nuestra cap-
tación es siempre lo interior que se manifiesta en el exterior; por eso vivimos en símbolos.
La vida propia es inexplicable, y también su trabado nexo con el mundo: poseemos la uni-
dad de nuestra existencia y de su trabazón con el mundo solo en la conexión de la concien-
cia de visión del mundo…” (Wilhelm Dilthey, Teoría de la concepción del mundo, p. 15).
179
Eliana Acosta Márquez
4
Descola ahonda al respecto: “Por lo tanto, la objetificación social de los no humanos
ya opera por inclusión o por exclusión; no se puede separar de la objetificación de los
humanos; ambos procesos están directamente animados por la configuración de ideas y
prácticas de la que cada sociedad extrae sus conceptos del propio ser y de la otredad […]
Ambos procesos implican establecer fronteras, atribuir identidades y descubrir mediaciones
culturales” (Philippe Descola, “Construyendo naturalezas. Ecología simbólica y práctica
social”, p. 105).
180
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
5 Es posible afirmar que la designación okse no solo pone el acento en la otredad, sino
también en la prohibición del uso de ciertas palabras por sus implicaciones, especialmen-
te en el caso del yeyekatl, ya que al nombrarlo se hace presente, es decir, se diluye la dis-
tinción entre la palabra y la cosa referida. Del mismo modo que al hacer un daño a una
persona se ensucia su nombre o al curarlo se limpia, al llamar al yeyekatl por su nombre,
este se presenta. Nombrar no solo es un acto performativo como lo dejaba ver la prag-
mática, y en particular con determinadas palabras y contextos, sino también la noción
misma de palabra implica una complejidad hasta ahora poco explorada entre pueblos
no occidentales, como lo mostró Genevieve Calame-Griaule en el caso de los dogon, en
el cual, además de un término, la palabra envuelve un acto, obra y consecuencia (véase,
Calame-Griaule, Etnología y lenguaje. La palabra del pueblo dogon, p. 28).
181
Eliana Acosta Márquez
Todos los personajes a los que se dice tecua son nombrados, en una u
otra parte del relato, oc se el “otro” […] Entonces, todo lo que puede ser
vinculado en mayor o menor grado a un tecuani, debe ser considerado
como la contraparte del hombre: la existencia de otro es indispensable
para definirse como uno (Pury-Toumi, 1997: 112).
182
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
En pleno día es posible que de pronto oscurezca, porque por allí pasó el
amo kuale yeyekatl, mientras que el manantial al empezar a hacer bur-
bujas y hervir es signo de que la Sirena se ha hecho presente; es más, uno
puede andar por el camino, ya fuera del pueblo, y encontrarse con un
desconocido, quien resulta ser el Diablo, o al internarse en una cueva es
muy probable que ya no se salga de ahí porque el Dueño de los animales
así lo ha querido. En fin, son innumerables las referencias de lo okse,
que se revela en la “tierra cristiana” o está en el seno mismo de la “otra
tierra”, y si bien hay la identificación entre el ámbito de los cristianos y
los no cristianos, la relación es constante.
El okse tlaltikpak, el cual está constituido por la superficie de la tie-
rra, el ámbito celeste y el interior de la tierra, habita múltiples entidades
con ámbitos y poderes específicos.6 En algunos casos la localización es
precisa pero en otros es indeterminada, y aunque cada ámbito se asocia
a una entidad, esta puede mostrarse de diferentes formas y en distintos
lugares al mismo tiempo, de manera que si algo distingue a lo okse es su
posibilidad de transformación y su don de ubicuidad.
En el plano terrestre y prolongándose al interior de la tierra, está la
Sirena, conocida también como Atlanchane (palabra náhuatl que se tra-
duce al español como “habitante del agua”), la cual reside en los manan-
tiales. Estas fuentes de agua, que proveen del líquido vital a la comunidad,
están dentro del pueblo; no obstante, se tiene la creencia de que lo que
se vislumbra en la superficie solo es una parte del agua subterránea que se
prolonga hasta el mar, razón por la cual se dice que la casa y el origen de
la Sirena es el mar. Atlanchane va y viene del mar a la sierra; es decir,
de tlatsintla a tlakpak (de “abajo” a “arriba”), por lo que en tiempos de
secas se entiende que la Sirena todavía no ha llegado a la comunidad.
Aun cuando se dice que es una mujer de larga cabellera y con cola de
pescado, no solo tiene una forma; en efecto, puede ser que del manantial
de repente se aparezca una muñequita que se torna en mujer o cuando
llueve, en el camino, se muestre de la misma manera; no obstante, Atlan-
6
Por la complejidad misma que implica, el tema de los nahuales y los tlawepoches no
se refieren en este momento, aunque sin duda son agentes fundamentales en la relación
entre la “tierra cristiana” y la “otra tierra”.
183
Eliana Acosta Márquez
184
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
la mejor mazorca, y ya reunida junto con otros granos, como el frijol y el cacahuate,
durante la noche se ofrece un pollo en caldo pero sin sal, chocolate sin azúcar, así como
pan, huevo, veladoras y flor de nochebuena o paskuaxóchitl.
185
Eliana Acosta Márquez
identificó múltiples aires y los cerros en los que residen, sino también su
género, ya sea masculino y femenino, así como su carácter kuale (bueno)
o amo kuale (no bueno).
Hoy día, al que más se alude es al amo kuale yeyekatl, del cual se des-
taca su poder, que suele ser incluso mayor al de Jesucristo, al de la Virgen
o de los santos (identificados actualmente con el ámbito de lo kuale).
“El otro”, como también se le nombra, se presenta bajo distintas formas
186
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
187
Eliana Acosta Márquez
188
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
189
Eliana Acosta Márquez
los sesenta, como registró Montoya Briones; el limbo era lugar al que se
dirigían los no bautizados, conocidos como oxoxokamik, en el cual hay
un árbol con un follaje a manera de nube, del que caen gotas de leche de
sus hojas, y ellos las beben por toda la eternidad (Montoya, 1963: 151).
En sí, hoy día se destaca el cielo como el lugar al que se dirigen los niños
difuntos, e incluso las narraciones en torno a este ámbito suelen estar
especialmente relacionadas con los angelitos.
Las imágenes de Nelwikak son menos profusas que las del Miktla; no
obstante también se relatan historias del encuentro con Jesucristo y la
Virgen María; cabe aclarar que a estos, a los “cristianos” por excelencia,
se les distingue de los que habitan en la “tierra cristiana” por ser el lugar
propio de los “vivos y pecadores”. Hay quienes afirman que es posible
encontrarse con Jesucristo, como una historia que se dice “cierta”, en la
cual un “cristiano” se encontró en el camino con un desconocido del que
190
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
al poco tiempo se hizo amigo; sin embargo, un día llegó este a su casa
y casualmente había una fiesta. El “cristiano” en la celebración no solo
con trabajos recibió a quien ya tenía por amigo sino desdeñó su pre-
sencia ante los familiares y compadres. Al poco tiempo este “cristiano”
cayó enfermo y quedó en la pobreza. Otra historia conocida como Los
tres hermanos, narración de carácter mítico, destaca la misma forma en
que Jesucristo se muestra a los humanos de una manera engañosa con
el fin de probar su gratitud, aunado a la expectativa de la obediencia
y el acatamiento del trabajo. Así como su incumplimiento conduce a la
ruina, su cabal obediencia lleva a la buena fortuna, siempre y cuando
no se espere nada a cambio, especialmente dinero, aspecto que contrasta
con la relación que se establece con el Nahpateko. Lo que está de fondo,
se trate de Jesucristo, el Nahpateko o de cualquier entidad es lo que se
pone en juego y el tipo de relación que se instituye.
El que hacía esta fiesta daba de comer y beber al dios y a los que con él
iban, y a todos los que había convidado. Esto hacía en agradecimiento de
la prosperidad y riqueza que ya tenía, teniendo entendido que este dios se la
había dado. Y a este propósito hacía este convite, y en él se hacían danzas
y cantares a su modo, a honda deste dios, porque le tuviese agradecido, y
gastaba todo cuanto tenía (Sahagún, 2001: 105-106).
191
Eliana Acosta Márquez
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El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
193
Eliana Acosta Márquez
riqueza y bienes materiales, pero al morir los vuelve sus esclavos (Mon-
toya, 1963: 1984).
En la actualidad es posible encontrar relatos que no distan de la des-
cripción que ofrece Montoya, como aquí se sugiere: “[…] el Nahpateko
es un hombre caballero, a caballo pero bien arreglado, coyote, el mero
patrón, patrón de todo trabajo, es el rico, el que puede más”.8 General-
mente se muestra en sueños, como otro nahua refiere:
familia para que no piensen mal, pusieron cosas pesadas para [que a] la
hora del entierro sientan algo pesado y mucha gente dice: —Pero el señor
estaba bien gordo, tiene que pesar, iba medio raro; dice: —no se siente
pesado—, luego se dieron cuenta, el señor estaba bien gordo y no pesaba.
Dicen que lo sacaron de noche el señor, quién sabe cómo desapareció, que-
dó vacía la caja, así es no más eso.10
Por otra parte, los relatos dan cuenta de lo que el Nahpateko hace con
sus cuerpos:
[…] lo tiene que colgar el diablo y ponerle lumbre abajo donde esté col-
gado y tiene que escurrir su sudor, tiene que llegar un cazo y este hasta
que lo llene lo deja libre, pues ya después de eso se va su alma, pero para
8
Eladio Domínguez, Atla, Pahuatlán, 2 de noviembre de 2008.
9
Álvaro Vargas, Atla, Pahuatlán, 4 de noviembre de 2008.
10 Juan Domínguez, 3 de noviembre de 2008.
194
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
llenar el cazo es bastante difícil porque en medio día no sale una gota, y
yo creo que se ha de tardar bastante para llenar ese cazo.11
11
Guillermo Hernández, 5 de noviembre de 2008.
12 Álvaro Vargas.
13
Juan Domínguez.
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Eliana Acosta Márquez
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Eliana Acosta Márquez
Por el otro:
14
Eladio Domínguez y Juan Domínguez.
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—Nomás te voy a dar la llave de seis casas; la otra casa es privada, solo
es para mí, y le dice la muchacha: —¿Cómo?, si tú eres mi esposo, no de-
bes desconfiar, yo puedo tener la llave. No quería darle la llave el mucha-
cho, hasta después lo convenció: —Sí, este, te voy a dar la llave, vamos;
te voy a enseñar, y que se la lleva, que abre el otro departamento.
[era] un vecino ya muerto, apenas no tiene mucho, mucho quince días, pero
un hombre trabajador, entonces cuando abrió la puerta ahí estaban colga-
dos unos cristianos, en unos cazos así, y ahí estaba goteando la manteca, y
que lo va conociendo era su vecino, pero ese señor apenas se murió.
199
Eliana Acosta Márquez
vía por la cual es posible encontrarse con este iteko, sino que, en general,
los nahuas consideran que al dormir el alma o itonal sale del cuerpo, y
en ese tránsito es posible trasladarse al okse tlaltikpak, “la otra tierra”,
el lugar propio de los muertos, dueños y aires.
Por otra parte, si bien tanto el padre como el hijo cuentan que murió
la muchacha por encontrase con el Nahpateko, el primero puntualiza
que murió por “espanto”. Justamente, los nahuas de Pahuatlán compar-
ten con otros pueblos indígenas la creencia de que el susto, nemotilis en
náhuatl, es una de de las principales razones de muerte o enfermedad. Los
nahuas aseveran que especialmente el alma se va cuando da un susto por
encontrarse con un aire, dueño o muerto.
En contraste, la narración del hijo enfatiza otros aspectos que dan cuen-
ta de la apropiación de un nuevo contexto que se convierte en un elemento
creado de la enunciación, el cual se expresa no solo en las condiciones
materiales en relación con la ciudad o la existencia de un Nahpateko
dedicado al negocio de las rentas, sino también en la actitud de compla-
cencia de la muchacha ante el mestizo, especialmente por sus propieda-
des. Mención que refleja un hecho: el mayor número de matrimonios
entre indígenas y mestizos, pero particularmente de mujeres nahuas con
hombres mestizos, los cuales generalmente salen de su pueblo para vivir
en la ciudad.
Al escuchar ambas narraciones en torno al Nahpateko y distinguir su
contraste, reparamos en el hecho de que estamos ante distinta orienta-
ción de sentido. Al respecto, Tatiana Bubnova ha advertido en el pensa-
miento de Bajtín la relación entre voz y sentido, relación que ofrece una
imagen del mundo poblada por múltiples voces, propias de diferentes
orientaciones ideológicas (Bajtín, 2003: 101 y 107). “El sentido suena”,
diría Bubnova, aseveración que nos lleva a uno de los planteamientos
más sugerentes del pensador ruso en torno a la <voz>, desarrollado am-
pliamente por Pierrette Malcuzynski. En particular, esta autora conside-
ra la importancia que tiene la música para comprender a cabalidad la
propuesta bajtiniana: no solo por los conceptos empleados, como puede
ser el de tono o polifionía, sino por el hecho mismo de la enunciación.
En efecto, Malcuzynski da cuenta de cómo, a través del acto de la voz,
con su resonancia, ritmo y entonación, está el proceso de textualización,
“mise en texte” o puesta en texto, la cual remite a la creación de sentido
a través de la enunciación (Malcuzynski, 1999: 101).
200
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
Solo como resultado del surgimiento de las formas narrativas del arte el
hombre aprendió a distinguir el aspecto del sujet de la realidad, es decir,
15
Para un conocimiento de los diferentes usos que se le han dado al sujet, véase
Meletenski, “La organización semántica del relato mitológico y el problema del índice
semiótico de motivos y sujets”.
201
Eliana Acosta Márquez
202
El Nahpateko en la cosmología de los nahuas de Pahuatlán
los “cristianos” con las entidades del okse tlaltikpak como la capacidad
de agencia, intencionalidad y voluntad tanto en humanos como en no
humanos (Viveiros de Castro, 2007: 155 y 159).
De esta manera, los nahuas, al narrar historias sobre dueños, aires o
santos —aquellos que pueblan su mundo y con los cuales se hace necesa-
rio mantener un estrecho vínculo—, al mismo tiempo que transmiten un
conocimiento, van constituyendo su propia cosmología. En la voz y los
puntos de vista condensados en los relatos, se tejen personajes y tramas,
y en el acto no solo se fija un discurso y un dominio de aquello que se
hace preciso pensar, sino también se instituye una puesta en relación con
el mundo.
203
APÉNDICE
Eladio Domínguez
205
Eliana Acosta Márquez
Juan Domínguez
Dicen que salió una muchacha, pero fue a la ciudad de Tulancingo, resul-
ta que siempre se ponía bien guapa, se quería casar o conseguir un amigo,
un novio o algo así, pero resulta de que la muchacha no tenía suerte.
Y se fue a Tulancingo, y ahí de repente sale un muchacho bien vestido
que iba en un carro, pero este, pues, le dice —¿Para dónde vas?, y le dice
a la muchacha: —Pues yo voy al centro, y le dice: —Vamos. Y ahí le
empieza a platicar, le dice: —Yo te conozco; tú siempre quieres conseguir
un novio pero no puedes conseguirlo; ya somos dos; yo también quiero
conseguir una novia, una amiga, este, si quieres vamos —le dice a la mu-
chacha. Como que se sorprendió la muchacha, pues este, él se la llevó, y
pues ahí la convenció: —Si quieres yo te llevo a mi casa; te voy a enseñar
mi casa.
Se la lleva, y le enseña su mansión, su casa: —Pues es ahí donde yo
vivo, todo eso que ves es mío—. A la muchacha le gustó; a la muchacha
le dice: —Nomás te voy a dar la llave de seis casas; la otra casa es pri-
vada, solo es para mí—. Y le dice la muchacha: —¿Cómo? Si tú eres mi
esposo, no debes desconfiar; yo puedo tener la llave. No quería darle la
llave el muchacho, hasta después lo convenció: —Sí, este, te voy a dar
206
Apéndices
la llave; vamos, te voy a enseñar. Y que se la lleva, que abre el otro de-
partamento, y vio a un señor que estaba ahí colgado, un señor grandote,
güero, y dice la muchacha: —No, esta persona no es persona, es el mal,
¿por qué lo tienes?, ese señor había muerto hace un mes, dice, había
muerto, y por qué está colgado y está vivo.
Entonces la muchacha se acordó de Dios, la muchacha dice: —Que
Dios me acompañe —dice—, ¿por qué pasa esto?—. De repente la mu-
chacha como que se despertó y estaba en un lugar donde hay puro nopa-
les, una huerta de nopales. Después la muchacha regresó a su casa y les
contó a su familia: —No, que me pasó esto y esto, el señor que se había
muerto era de aquí de Pahuatlán, este, yo sé ahí dónde está, ese señor se
lo llevó el mal—. Como ese señor se dice que trabajaba mucho, era de
dinero, se decía que trabajaba con el mero rico.
La muchacha no tardó y después falleció, falleció porque se encontró
con el mal, con el Diablo, dicen que no tardó mucho tiempo, antes de
un año falleció.
Bibliografía
207
Eliana Acosta Márquez
208
Apéndices
209
REFLEXIONES FINALES
Nos encontramos al final de un viaje efectuado por los autores de este vo-
lumen; el viaje fue planeado como una visita, material e intelectual, por
una serie de culturas mesoamericanas contemporáneas; de ellas hemos
tomado sus narrativas tradicionales como lugares privilegiados de acer-
camiento al pensamiento indígena. Y como vehículo de transporte para
esa travesía, a un conjunto de teorías provenientes de filósofos, semiotas,
antropólogos, todos investigadores de la cultura, de quienes recibimos
inicialmente esa invitación al viaje, y de quienes nos nutrimos a lo largo
de todo el recorrido.
El viaje contó con un rumbo trazado de antemano, mas no así su final,
que, como ocurre siempre en la vida, es imprevisible y contingente. Par-
tiendo de los fundamentos teóricos, metodológicos y etnográficos, cada
uno de los participantes nos relacionamos desde la propia perspectiva e
intereses con el material a nuestra disposición, ejercitándonos en el aná-
lisis y en busca de los sentidos encerrados en los textos recopilados, en
las voces indígenas, en los elementos implícitos de la cultura. Los resul-
tados de la travesía son diversos y de distinto orden, pero, en términos
de los objetivos planteados, consideramos que estos han sido positivos y
enriquecedores. Por un lado, el viaje permitió un acercamiento novedoso
a la narrativa tradicional, una apertura para aprender a escucharla y
encontrar en ella valores y mensajes de acceso reservado, pero también,
por el otro lado, fue una experiencia que generó en los analistas nuevas
interrogantes sobre la cultura y nuevas rutas para la investigación, que
esperamos generen respuestas e interrogantes nuevas en los lectores.
El referirnos a la experiencia contenida en el libro mediante la méta-
fora del viaje nos parece apropiado, pues permite mostrar justamente
los matices del camino recorrido. La idea proviene de aquel principio
metodológico de Bajtín, según el cual el autor de una obra literaria tran-
sita por un viaje de acercamiento empático hacia la alteridad, para luego
retornar a su posición exotópica y ubicarse en un lugar de frontera, des-
de el cual se produce la creación estética. No obstante, nuestro filósofo
211
La palabra en la vida
212
Reflexiones finales
213
La palabra en la vida.
Dialogismo en la narrativa
mesoamericana,