Vous êtes sur la page 1sur 1

Leyenda del cerro lagartija

Cuentan los antiguos pobladores de la bella Huarmei, que en los años de su


juventud, rondaba por la villa una lagartija muy peculiar, solía hablar con los
niños y en el atardecer se esfumaba, justo cuando el sol se ponía de color ocre
intenso fulminante. Fueron muy pocos los ojos pecadores que le habían visto, la
lagartija era una secuaz reptil que se explayaba a su antojo, verbeneando
palabras muy frescas, los niños eran sus favoritos para dar inicio a sus diálogos.

Una tarde se puso a contar a los niños, de sus acaloradas caminatas por la playa
Salinas, por playa Marín, decía de un viejo pescador que lloraba sentado al borde
de un despeñadero, su llanto eran tan largo que se escuchaba varios kilómetros
a la redonda, tan penoso que todas las olas se estacionaban solemnemente
frente a él, en señal de complicidad y de solidaridad por su dolor. Apenados por la
historia que narraba la lagartija, los ojos de los niños se pusieron llorosos,
entre tanto, la lagartija seguía con su noble relato del triste pescador, pero
cuando ya iba a finalizar la historia, el sol se ocultó estrepitosamente y calló
una negra oscuridad sobre el cielo de la villa y en medio de la oscuridad, los niños
y la lagartija aturdidos, no sabían qué hacer, uno de los niños, cogió a la
lagartija y la cubrió entre sus manos para que no dañaran a sus ojos la densa
oscuridad y se encaminó hacia el norte de la villa, solo, en caminata fúnebre, la
lagartija se silenció por completo y el niño le susurraba palabras de aliento
para que se sienta cómoda entre las palmas de sus manos.

Se entremezclaron con el desierto y muy cerca del mar el niño baja sus manos
hacia el suelo y deposita con amabilidad prodigiosa a la lagartija, para que ella
tome el rumbo hacia su covacha, aturdida y casi ciega por el atardecer
estrepitoso la lagartija se queda estática y pronuncia la más celebrada
palabra de cordialidad: gracias.
El niño oye la despedida y se vuelve corriendo hacia la villa antes que la noche
haga más oscuridad en sus ojos.
La lagartija se quedó ahí, inmovilizada, luego de varios minutos, cuando ya no
tuvo nada qué hacer, se movió en sentido contrario, dirigiendo sus ojos hacia el
Este del punto cardinal y ahí se quedó para siempre.
La mañana del otro día, esperaban como siempre, los niños de la villa a que
llegase la lagartija a terminar de contar la historia del triste pescador, dieron
las cinco de la tarde y la lagartija no apareció, uno de los niños sugirió que
fueran a ver dónde había sido dejado por la tarde del día anterior y se
encaminaron al lugar, y cuando llegaron al paraje desértico, solo hallaron un
cerro colorado en forma de lagartija mirando al Este del punto cardinal. Desde
ahí, los niños esperan que alguien les termine de contar la historia del triste
pescador, mientras el nuevo cerro lagartija quedose para siempre mirando al
Este del punto cardinal y teniendo como nuevos vecinos a los niños del barrio del
pueblo joven La Victoria

Vous aimerez peut-être aussi