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PROGRAMA CURSOS INTENSIVOS DE DOCTORADO

Consumidores de Seguros

Fecha de cursada:

Periodo de enero 2019

Profesora:

Dra. Waldo Sobrino

Autor:

Marlon Estrella Cedeño

Grace Ibarra Parrales

Fecha de entrega:

23 de Mayo de 2019
I

CONTRATO DE CONSUMO Y LA LEY DEFENSA DEL CONSUMIDOR ECUATORIANA

Dentro de la Constitución del Ecuador vigente desde el año 2008 se protege al


consumidor en la Sección Novena bajo el Titulo de: ¨Personas Usuarias y Consumidoras¨.
Ellos se encuentran regulados en los Art. 52, 53, 54 y 55, estas normas consagran el
Derecho de la personas a disponer de servicios y bienes de una calidad óptima, establece
además el derecho del consumidor de poder elegir con libertad los bienes y servicios que
desee, contiendo además el derecho a obtener información precisa proscribiendo a la
publicidad engañosa sobre el contenido y característica del bien o servicio que adquiera.

Estas disposiciones nacen desde el constituyente ya que reconocen la


vulnerabilidad del consumidor1 en el mercado de consumo, lo que determinó que se
adopten como derechos Constitucionales este tipo de protecciones ya anotadas.

La amplitud de la norma constitucional admite un esquematización de los derechos


aludidos, como:

1) Primarios, vinculados con el posicionamiento del consumidor en el mercado y los


deberes del Estado (acceso al consumo, libertad de elección trato digno y equitativo,
educación para el consumo);
2) Sustanciales, soluciones del derecho de fondo que atañen a la calidad de persona
(derecho a la salud y a la seguridad, derecho a la información derecho a la
protección de los intereses económicos, derecho de la calidad de los servicios);
3) Instrumentales, mecanismos de implementación para la efectiva aplicación de los
derechos derecho a la organización, derecho de participación, derecho de acceso a la
justicia.

1
WIEVIORKA, MICHEL, ¨ESTADO, EMPRESARIOS Y CONSUMIDORES¨, Fondo De Cultura Económica, México,
1980 ,P. 34 Desde la crítica sociológica se ha observado, por ejemplo: los trabajos acerca de la defensa del
consumidor reflejan ya sea directamente las preocupaciones del poder, ya sea directamente la preocupación a
veces marcada del reformismo para justificar, glorificar o contribuir al florecimiento de un movimiento de
consumidores concebido como un contrapoder ante estas fuerzas del mal que son los industriales o de los
comerciantes.

1
La Constitución de Ecuador ha franqueado la protección del consumidor por vía del
derecho Constitucional en consideración de sus necesidades, respeto a su dignidad,
seguridad, salud y resguardo de sus intereses económicos. Así mismo refuerza la idea de
que existe un desequilibrio en la relación consumeril, refuerza la posición de dependencia
de los consumidores ante las fallas e imperfecciones que caracterizan el mercado.

El contrato de consumo es un contrato nominado dentro de la legislación


ecuatoriana, se encuentra regulado en la Ley Orgánica de Defensa al Consumidor que fue
publicada, en el Registro Oficial Suplemento 116 de 10-jul.-2000 con la denominación de
Ley 21. Esta disposición legal nació ya que faltaba una normativa sistemática que tutele la
situación de desequilibrio en los negocios en particular la relación de consumos. Hasta ese
momento el contrato de consumo en el Ecuador era exclusivamente regulado por el Código
Civil donde únicamente se establecía los elementos de la esencia del contrato, y la
protección en lo que respecta al saneamiento y vicios ocultos de la cosa.

De apoco, el derecho al Consumidor en el Ecuador fue ganando relevancia en


ciertos fallos de la Corte Nacional de Justicia donde se verificaba el principio de protección
del más débil, en lo que se refiere a los contratos de adhesión, no obstante se puede
determinar como un mito el derecho del consumidor haya sido reconocido en la
Constitución ya que la corriente neo-constitucional creo un ambiente de expansión de los
derechos, permeando en la Ley Orgánica de Defensa del Consumidor y haciendo que sus
disposiciones sean exigibles a través de garantías institucionales como el Defensor del
Pueblo.

Así se puede considerar que el derecho del consumidor ha ido evolucionando en el


Ecuador desde el ámbito del derecho privado regulado por el Código Civil y el Código de
Comercio, hasta llegar a un “microsistema” que coexiste y se complementa con las normas
Generales de los contratos dadas en el Código Civil, con la protección normativa de la
Constitución y la aplicación del derecho al consumidor de manera directa e inmediata, en
virtud del principio de fuerza normativa de la Constitución.

En procura de una mayor precisión sobre esta cuestión de interpretación jurídica, la


calificación como microsistema conlleva a la idea de que el régimen de protección del

2
consumidor se autoabastece a partir de sus propios principios, mientras que la de
subsistema denota una dependencia dentro del sistema general del derecho privado2.

Así podemos indicar, que el estatuto normativo de consumo se integra con


principios jurídicos propios que han refundado la idea misma del acurdo de voluntades,
sometiéndose el contrato de consumo a reglas distintas del derecho privado tradicional. En
efecto la regulación consumeril sustrajo un vasto sector de la contratación del ámbito del
derecho común para sujetarlo a un régimen propio apoyado en criterios de orden público de
protección3.

De allí que pueda decirse que el derecho del consumidor ha modificado


sustancialmente la teoría general del contrato propio del Código Civil, ya que introduce
norma de orden público que desequilibran el contrato a favor del consumidor,
restableciendo el equilibrio contractual entre partes que son sustancialmente desiguales,
dándole al consumidor prerrogativas que son asignadas a la persona humana en cuanto a
tal4 .

a) El contrato en su concepción tradicional autonomía de la voluntad y fuerza


vinculante.

El contrato nace de la necesidad de asegurar que los bienes y servicios circulen


libremente y que las partes vinculadas en virtud del contrato puedan coactivamente hacerlo
cumplir, el contrato crea un vínculo personal entre los contratantes de tal forma que lo
establecido por ellos, en ejercicio de la autonomía de la voluntad se convierte por una
ficción jurídica como ley para las partes5. Dentro del contrato las partes se reconocen
recíprocamente su autodeterminación y se respetan en su calidad de personas, toda vez que
regulan sus relaciones por medio de un acuerdo, y no se una decisión autoritaria 6. El
contrato es una coordinación de intereses entre particulares al que se llega como resultado

2
MOSSET ITURRASPE, JORGE, ¨Defensa Del Consumidor¨ Rubiznal – Culzoni Santa Fe. 1998. p. 23 y SS.
3
FRUSTAGLI, SANDRA A. ¨contrato de consumo y prescripción de la acción por vicios redhibitorios¨ JA 2004 –
II. FASC. N° 6.
4
¨teorías general del contrato y el derecho del consumidor¨. la ley, 1998 D – 1285.
BRIZZIO, CLAUDIA R.
5
CÓDIGO CIVIL ECUATORIANO. Art. 1561.- Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes y no puede ser invalidado si no por su consentimiento mutuo o por causas legales
6
DIEZ – PICAZO. ¨Fundamentos Del Derecho Civil Patrimonial ¨ vol. 1 p. 126.

3
de un proceso de negociación entre los contratantes en pie de igualdad así, una vez que los
contratantes han manifestado de manera libre y válidamente su voluntad no pueden en
principio desvincularse de los derechos y obligaciones vinculados.

Aun así no puede concebirse a la libertad contractual como omnímoda. El propio


Código Civil limita a la autonomía de la voluntad de las partes a estándares como la Ley,
las buenas costumbres y el orden público (Art. 1483).

El contrato como acuerdo de voluntades se afecta por el principio de efecto relativo de


los contratos haciendo que las partes queden vinculadas en virtud de la buena fe
contractual, los terceros que no han participado dentro del contrato no están vinculados, por
ende no produce obligaciones entre ellos.

El contrato de consumo nace de la necesidad de existencia de una herramienta jurídica


homogénea que regule la relación entre los empresarios y los consumidores. El contrato de
consumo por la necesidad de simplificación ha sido elaborado por el prestador del bien o
servicio, quien impone sus condiciones, anulando la posibilidad de convenir de manera
libre y voluntaria, naciendo así el contrato de la adhesión que nace de la producción en
serie y el consumo masivo con el objetivo de disminuir los costos de las transacción y
simplificar el acto del consentimiento.

Este fenómeno de predisposición del contenido de los contratos de manera unilateral y


uniforme es inherente a la sociedad contemporánea y domina mayoritariamente todos los
sectores de la vida privada.

Con todo ello, el contrato se presenta como un instrumento de dominio económico,


especialmente cuando uno de los contratantes interviene en una situación de monopolio de
hecho o legal, con el resultado de quitar ala otro contratante la libertad de contratar, de
establecer las obligaciones que consideren convenientes, las formas de ejecutar sus
prestaciones.

Estas consideraciones han modificado la regulación tradicional del contrato,


automatizando el intercambio y estandarizando el contenido contractual, en razón de ello

4
intervino el Estado con la finalidad de restablecer la justicia conmutativa y proteger al
pueblo de la relación.

Se debe de anotar que la transición de las reglas civilista de los contratos a la actual
protección del contrato de consumo se debe a tres factores: las estandarización de los
contratos, la contratación colectiva y la institucionalización del contrato como un aspecto
de política económico social, en efecto la Ley de Defensa del Consumidor ha tratado de
cambiar y adaptar la realidad social y la necesidad de equilibrar la desigualdad de las
partes, entre sus principales manifestaciones esta ley contiene la formulación de cláusulas
obligatorias creadas para dar respuestas a los intereses del polo más débil, lo que dará lugar
a un contrato más justo. Se revela así que en el contrato de orden civil la igualdad de las
partes es una ficción.

Es propio de la naturaleza del contrato de consumo una reglamentación que importa una
restricción a la libertad de auto regulación en aspectos tales como el de compensar la
asimetría informativa, prevenir contra tácticas comerciales abusivas, imponer un contenido
mínimo del contrato, establecer deberes de comportamiento a lo largo de todo el trayecto
del acuerdo, prohibir la procedencia de cláusulas abusivas, o someterlos al control de la
autoridad de aplicación.

Al propio tiempo, y sin perder de vista que el régimen del contrato de consumo se
estructura a partir de la necesidad de recomponer la inferioridad jurídica del consumidor,
entendido como sujeto dentro del mercado, la tendencia parece no agotarse ahí para pasar a
comprender la protección del individuo particular. Todo lo anotado permite concluir que la
protección al consumidor, produce un quiebre de las reglas civilistas que orienta el
contrato, y colocando al contrato de consumo como un contrato protectorio, direccionado
por el principio favor-debilis.

5
b) Principios propios fundamentales del contrato de consumo

Sin afectarse los principios clásicos del contrato en general, como el de autonomía de la
voluntad de las partes ( con sus limitaciones), buena fe7, licitud del objeto y de la causa,
ejercicio regular de los derechos, equivalencia de las prestaciones, garantía, etc., existen
reglas propias del marco normativo que rigen la contratación del consumidor. Estas surgen
como elaboraciones que responde a criterios especiales y privativos del sistema de
consumo, pero también a un fenómeno de afinamiento de los principios del ordenamiento
privado (microsistema contractual)8.

b.1) Principio “Favor Debilis”.-

Este principio es considerado como un principio de aplicación que ha servido de pauta


interpretativa a todo tipo de relaciones jurídicas, llámese laboral, penal, protección del
consumidor, etc. FINNIS afirma que el favor debilis, es un principio general del derecho que
permite que al “estimar los efectos jurídicos de supuestos actos jurídicos, los sujetos débiles
han de ser protegidos de su debilidad”9 .

“Este principio ha sido acuñado históricamente a partir del favor debitoris, como un
modo de atenuar las obligaciones pecuniarias cuando el centro del sistema jurídico estaba
puesto sobre la persona, en la época que era posible ejercitar la fuerza sobre el deudor y su
familia, pudiendo el acreedor obligarlos a trabajar para sí10.

Dentro del Código Civil Ecuatoriano no hay una norma que establezca una condición
más beneficiosa para el suscriptor del contrato de consumo pero dentro del TÍTULO XIII, que

7
CÓDIGO CIVIL ECUATORIANO. Regula el principio de buena fe contractual en el Art. 1562 y señala que: “ Los
contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan, no sólo a lo que en ellos se expresa, sino
a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que, por la ley o la
costumbre, pertenecen a ella”.
Dentro del mismo cuerpo Legal se distinguen los elementos propios de la esencia del contrato y se estiman en
el Art. 1461:”Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: Que
sea legalmente capaz; Que consienta en dicho acto o declaración, y su consentimiento no adolezca de vicio;
Que recaiga sobre un objeto lícito; y, Que tenga una causa lícita. La capacidad legal de una persona consiste
en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.
8
ZENTNER, DIEGO HERNÁN. “Contrato De Consumo”. Segunda edición actualizada y ampliada. Editorial La
Ley. 2016. pp., 66 y ss.
9
JOHN FINNIS, “Ley natural y derechos naturales “(Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2000). P.315.
10
LORENZETTI, RICARDO. “Consumidores” (Santa Fe: Rubinzal-Culzoni Editores, 2003). P. 13.

6
trata sobre la interpretación de los contratos, establece una serie de reglas con las cuales se
puede dirimir el conflicto de interpretación contractual, en particular se puede aplicar por
analogía en artículo 1582 que establece la fórmula de interpretación de las clausulas
ambiguas. Así establece “No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de
interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del deudor”.

De otro lado, la Ley orgánica de Defensa del Consumidor del Ecuador, en su artículo
1, capítulo I, de los Principios Generales que textualmente manifiesta: “…En caso de duda
en la interpretación de esta Ley, se la aplicará en el sentido más favorable al consumidor.”

Lo que hoy se conoce como “favor debilis” vinculado a una situación contractual, se
concibe como una reformulación del clásico “favor debitoris” basado en la mera posición
obligacional del deudor, previsto como pauta interpretativa de las relaciones negóciales, al
advertirse la falta de correspondencia necesaria entre los términos “acreedor-poder” y
“deudor-debilidad”11. Esta nutación al “favor debilis” es una dinamización que ya había
sido advertida por la doctrina civilista12.

b.2) Principio protectorio.-

Una sustancial ubicación dentro de la categoría de debilidad es ocupada por los


consumidores, considerados como tales por ser un segmento estructuralmente permeable a
la vulneración de sus derechos en el mercado.

Es preciso asumir que el mercado no es capaz de corregir las fallas, estructurales que lo
caracterizan Sin una intervención regulatoria qué tienda favorecer a quienes se encuentran,
en una posición de inferioridad en la actividad negocial.

Desde el análisis económico del derecho cuyo presupuesto de la elección racional del
sujeto no han preparado lo suficiente en este aspecto; la vulnerabilidad afecta
necesariamente ese presupuesto y debe ser tomada en cuenta al momento de examinar las
asignaciones de los bienes por el mercado.
11
LORENZETTI, RICARDO. “El Derecho Privado Como Protección Del Individuo Particular”. Cit. P. 87.
12
La regla favor debitoris es un precepto residual, que debe ser entendido en el sentido de protección de la
parte más débil en un contrato. En caso de que en el contrato no exista una pare notoriamente más débil, la
interpretación debe favorecer la mayor débil, la interpretación debe favorecer la mayor equivalencia de las
contraprestaciones” ( x Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Corrientes. 1985. Comisión Nº2).

7
En este sentido, el principio “in dubio pro consumidor” reconoce la debilidad
estructural y genética --sin descartar tampoco los presupuestos de vulnerabilidad
coyuntural-- del consumidor contratante, que tiene su parangón, entre otras situaciones
análogas, con la del trabajador en su relación jurídica con el empleador y que
históricamente le valió la tutela de orden público que les dispensara el legislador con la ley
de contrato de trabajo.

La Ley Orgánica De Defensa Al Consumidor del Ecuador señala en su artículo 1 que


las disposiciones de dicha ley son de orden público y de interés social, el objeto de esta ley
es la regulación de la relación entre proveedor y consumidor, promoviendo y protegiendo
los derechos de los consumidores y procurando la equidad y la seguridad jurídica en dichas
relaciones entre las partes.

La norma citada confluyen fijar una regla de interpretativa de la ley, de alcance general
es uno de los preceptos que más genuinamente trasunta la naturaleza protector el
ordenamiento de consumo.

El criterio de interpretación más favorable al consumidor está previsto para dirimir


situaciones en las que el ordenamiento jurídico pudiera contemplar más de una respuesta de
normas concurrentes para determinar cierto presupuesto de hecho13; se trata de un principio
rector dirigido a esclarecer los conflictos interpretativos derivados de la aplicación del
estatuto del consumidor, es decir, las normas de derecho positivo que la integran, a una
hipótesis concreta.

b.3) Principio de equidad.-

De todas las interpretaciones y Significaciones que se han conferido al término equidad,


es dable adoptar aquella que la define como un “criterio razonable de justicia”,
estrechamente vinculado a las circunstancias de la situación14.

El principio de equidad, de aplicación civil (por cierto, no privativo de este), encuentra


raíz constitucional expresado como propósito general y esencial en el artículo 1 de la ley

13
WAJNTRAUB, JAVIER H.
“Protección Jurídica Del Consumidor”. p.. 45
14
GARDELLA, LORENZO A. “ La equidad en el derecho del consumo”, en tutela procesal del consumidor y del
usuario, JA, número especial, 26/04/00.

8
Orgánica De Defensa Del Consumidor, según el cual uno de los fines de la organización
política y social es “afianzar la justicia”, lo que proporciona al operador un criterio para
arribar a soluciones que consulten los bienes fundamentales del hombre.

Desde un enfoque más dogmático, la equidad es una verdadera fuente del derecho de la
que se sirve el órgano judicial para rectificar, interpretar e integrar la ley en caso concreto.
Se hace presente de manera continua, pero adquiere una importancia particular cuando la
aplicación de una norma legal en principio justa, puede conducir a un resultado irrito, no
querido por el legislador, si se aplicara literalmente15.

En el ámbito de las relaciones de consumo, el principio de equidad adquirió jerarquía


constitucional en el artículo 52 de la constitución del Ecuador, dicha disposición alude a los
derechos de los consumidores y usuarias de bienes y servicios, así:

“Las personas tienen derecho a disponer de bienes y servicios de óptima calidad y


a elegirlos con libertad, así como a una información precisa y no engañosa sobre
su contenido y características”.

La cláusula constitucional evidencia preocupación del constituyente por amparar a la


persona humana, evitar el sometimiento de esta a menosprecio o desconsideración 16 e
imponer al proveedor pautas de comportamiento empeñosas y respetuosas, en fin, un trato
justo en las transacciones de consumo.

En los contratos de consumo, l equidad se traduce en disposiciones concretas tendientes


a favorecer la posición del consumidor en las distintas etapas temporales que abarca la
relación de consumo. En cualquier caso, la apelación a la equidad en un contrato de
consumo, a la luz del régimen legal vigente, tienen el valor de maximizar la protección del
consumidor con el fin de alcanzar esferas carentes de tutela legal17.

El principio de equidad tiene como consecuencia práctica proscribir ciertas conductas


entre ellas:

15
“La Equidad En El Derecho Del Consumidor”. cit. 1997-B-1140.
BREBBIA, ROBERTO H.
16
GARDELLA, LORENZO A.“la equidad en el derecho del consumo”.
17
ALVAREZ, GEORGINA I. “ La equidad en los contratos de consumo: máxima de protección”. DJ, 2002-3-433.

9
 El que no se coloque al consumidor en situaciones vergonzantes, vejatorias o
intimidatorias (estándar general)

 Aplicar modalidades diferenciales a consumidores extranjeros (práctica


discriminatoria)

 Formular requerimientos extrajudiciales con apariencia de reclamo judicial


(práctica intimidatoria

b.4) Principio de confianza.-

Desde una perspectiva general la confianza cumple una función articuladora en la


sociedad; el consumidor se conduce de acuerdo con una serie de creencias y aspiraciones
que contemplan cuál es la conducta esperable de una empresa. Se ha señalado muy
agudamente que los individuos actúan dentro del sistema de ideas, principios y valores que
existen dentro de la sociedad de acuerdo con creencias compartidas, que son tomados como
referentes para la interacción social en el marco de cualquier organización y de sus
integrantes aplican hacer replanteados en lo cotidiano.

En el nivel más acotado, a través del valor “confianza” se pretende resguardar las
legítimas expectativas depositadas por el consumidor en el proceso declarativo de voluntad
emitido por la persona.

La actividad de los empresarios a través de la publicidad y las prácticas comerciales


grandes del consumidor expectativas legítimas que serán depositadas en el vínculo
contractual, más específicamente en la prestación, dirigidas a su adecuación al fin que
razonablemente se procura, al estándar de calidad que se espera, a la seguridad de los
productos o servicios colocados en el mercado.

El principio de confianza impregnado de un fuerte cariz protectorio, se orienta a


garantizarle al consumidor la concreción de todo aquello de manera imperativa.

La confianza es un deber de conducta para el ego el deber de prestación, emanado de la


regla liminar de buena fe, su incidencia atraviesa las distintas etapas temporales del
contrato, lo que abarca todo el proceso formativo desde las manifestaciones pres

10
contractuales a la celebración misma, así como la ejecución de las prestaciones y las
consecuencias por negociables.

b.5) Principio de transparencia.-

Uno de los aspectos que más remarca el desequilibrio en la relación jurídica de


consumo y a brecha informativa entre profesional (experto) y el usuario (profano).
Desprovisto de información, el consumidor no puede adoptar decisiones plenamente
fundadas al momento de contratar, ni tampoco tiene posibilidad de utilizar sin riesgos y en
forma adecuada los bienes o servicios que se procura través del contrato.

Por ello, es que resulta imprescindible tornar una inversión de los roles tradicionales del
mercado, si tomamos en cuenta que la regla (“caveat emptor”) presuponía una posición
activa del adquirente frente al comerciante, en la que se le imponía la carga de recabar los
elementos de juicio suficiente acerca de la transacción. Ahora es el empresario quien se
encuentra en una situación menos confortable que lo obliga a suministrar los conocimientos
técnicos o informaciones necesarias (“caveat venditor”), en procura de una verdadera y
libre voluntad del consumidor.

La doctrina del nominado principio de transparencia el conjunto de reglas que impone


el débito informativo a cargo del proveedor y que atañe a la información clara y precisa
sobre el objeto y contenido del contrato.

b.5) Principio de seguridad.-

El valor seguridad en el derecho puede traducirse en una concepción amplia, vinculada


a la certidumbre y previsión a las relaciones jurídicas. En el ámbito de sistema de tutela del
consumidor la seguridad es abordada desde un criterio más estricto y está orientada a la
protección de la persona y el consumidor en su integralidad. Se trata de la seguridad de los
productos o servicios colocados en el mercado de consumo.

11
En este sentido la Constitución del Ecuador en el Art. 52 establece lo siguiente:

“… La ley establecerá los mecanismos de control de calidad y los procedimientos


de defensa de las consumidoras y consumidores; y las sanciones por vulneración de
estos derechos, la reparación e indemnización por deficiencias, daños o mala
calidad de bienes y servicios, y por la interrupción de los servicios públicos que no
fuera ocasionada por caso fortuito o fuerza mayor” .

De otro lado la Naciones Unidas18 han señalado que es un imperativo en materia de


protección del consumidor garantizar la calidad de los bienes que se comercializan y a ello
se orienta también la regulación Constitucional antes anotada que declara el derecho a la
seguridad, salud e intereses económicos de los usuarios.

La Ley Orgánica de Defensa del Consumidor del Ecuador en su Art. 4 concretiza


estos mandatos supraconstitucionales y Constitucionales establece el principio de seguridad
de la siguiente manera:

“Derecho a la protección de la vida, salud y seguridad en el consumo de bienes y


servicios, así como a la satisfacción de las necesidades fundamentales y el acceso a
los servicios básicos”;

esta disposición es tendiente a la minimización de los riesgos de los productos y


servicios con relación a la salud y seguridad de los consumidores, lo que incluye el
pertinente control de los procesos de fabricación por los organismos competentes en cada
área de la actividad productiva, y en cuyo tránsito, cobra especial transcendencia el deber
de información a cargo de los proveedores tanto de la etapa previa, esto es al momento de
introducir los bienes en el circuito económico para advertir sobre sus condiciones
adecuadas de uso, peligrosidad, etc.

El régimen de responsabilidad es un complemento del principio de seguridad, ya


que instala una tutela reparadora del usuario dignificado por el producto o servicio
18
“Los Gobiernos deben adoptar o fomentar la adopción de medidas apropiadas, incluido sistema jurídico,
reglamentaciones de seguridad, Normas Nacionales o Internacionales, Normas Voluntarias y el
mantenimiento de registro de seguridad para garantizar que los productos sean inocuos en el uso al que se
destinan o normalmente previsibles “ (Directrices de las Naciones Unidas para la protección del consumidor
Art. 11)

12
defectuoso, mediante un sistema de responsabilidad adecuado a la problemática del
consumo, a través del sistema de responsabilidad objetiva. El Ecuador recoge el principio
de responsabilidad en la Constitución en su Art. 54 estableciendo lo siguiente:

“Las personas o entidades que presten servicios públicos o que produzcan o


comercialicen bienes de consumo, serán responsables civil y penalmente por la
deficiente prestación del servicio, por la calidad defectuosa del producto, o cuando
sus condiciones no estén de acuerdo con la publicidad efectuada o con la
descripción que incorpore”.

II

EL CONTRATO DE CONSUMO COMO CONTRATO DE ADHESIÓN.

La regla general es que los contratos están direccionados por la libertad contractual
atendiendo a la forma como se produce el acuerdo entre las voluntades, los contratos se
clasifican en contratos de libre discusión y contratos de adhesión.

Un contrato es de libre discusión es aquel en que las partes estipulan libremente sus
diversas clausulas, características resaltadas con la expresión grè à grè. Los contratos de
adhesión constituyen el tipo normal de contratos en el derecho; es la resultante de una
discusión entre las partes, de un verdadero regateo en que una propone una cosa y el otro
algo distinto. Ordinariamente los contratos son el resultado de la libre discusión de las
partes. Contrapuesto a los contratos de libre discusión están los contratos de adhesión,
aquellos en los cuales no hay discusión posible entre las partes y que se fermenta mediante
la aceptación lisa y llana por una de ellas, de las condiciones señaladas por la otra. Mientras
en los primeros cada uno propone algo, siendo modificado por la otra lo que uno ofrece y
luego se llega a un acuerdo, en los contratos de adhesión una de las partes impone a la otra
la ley del contrato, cuyo único papel es aceptarlo o rechazarlo19.

El contrato de adhesión supone una asimetría en los poderes de negociación de las


partes, coincidente en la más de las veces con la disparidad de fuerzas económicas. De ello

19
ALESSANDRI Y SOMARRIVA. “Las fuentes de las obligaciones”. Editorial Nascimento. Santiago de Chile.
2016. Pág. 17.

13
se sigue que adherir a un contrato implica carecer del poder de negociación suficiente en
relación del profesional, único modo en que puede entenderse que el contratante, ante la
necesidad de contratar, no tenga otra elección que aceptas las clausulas unilateralmente
dispuesta.
Pues bien tal es la situación que atrapa comúnmente a los consumidores y
usuarios20. Los contratos celebrados por consumidores requieren una manifestación
adhesiva de estos para la formación del consentimiento, por lo que admiten ser catalogados
como contratos de adhesión .Puede decirse que el contrato de consumo importa una
subcategoría inmersa dentro de la estructura contractual de adhesión.

Pueden verse que existan contratos de adhesión excepcionales, donde pueda


detectarse que exista un componente de conformación paritaria, en los que un contratante
poderoso adquiera bienes o requiera servicios como consumidor final de un proveedor cuyo
poderío económico se a inferior, a punto tal que los términos negociables admitan algún
tipo de discusión paritaria clara esta que dicha hipótesis, si bien es factible, es ciertamente
remota.
De allí que la legislación de consumo asume que la contratación de los bienes y
servicios alcanzados por la normativa especial de protección participa de rasgos propios de
la negociación por adhesión. La Ley Orgánica de Defensa al consumidor concede a la
autoridad de aplicación, en el caso Ecuatoriano defensor del pueblo, el deber de vigilar que
los contratos por adhesión acondiciones generales o a clausules predispuestas no contengas
cláusulas de la consideradas abusivas. La legislación Ecuatoriana considera cláusulas
abusivas a las siguientes:

Art. 55.- Constituyen prácticas abusivas de mercado, y están absolutamente


prohibidas al proveedor, entre otras, las siguientes:
1. Condicionar la venta de un bien a la compra de otro o a la contratación de un
servicio, salvo que por disposición legal el consumidor deba cumplir con algún
requisito;
2. Rehusar atender a los consumidores cuando su stock lo permita;

20
STIGLITZ, RUBEN S. “Contratos Civiles Y Comerciales”. Abeledo –Perrot. Buenos Aires. 1988. Tomo I. p.
251.

14
3. Enviar al consumidor cualquier servicio o producto sin que éste lo haya
solicitado. En tal hipótesis, se entenderán como muestras gratis los bienes y/o
servicios enviados;
4. Aprovecharse dolosamente de la edad, salud, instrucción o capacidad del
consumidor para venderle determinado bien o servicio;
5. Colocar en el mercado productos u ofertar la prestación de servicios que no
cumplan con las normas técnicas y de calidad expedidas por los órganos
competentes;
6. Aplicar fórmulas de reajuste diversas a las legales o contractuales;
7. Dejar de fijar plazo para el cumplimiento de sus obligaciones, o dejarlo a su
único criterio; y
, 8. El redondeo de tiempos para efectivizar el cobro de intereses, multas u otras
sanciones económicas en tarjetas de crédito, préstamos bancarios y otros similares.

Las clausulas anotadas no pueden componer en toda parte a un contrato de


adhesión, doctrina critica que no se pueda establecer algunas de estas cláusulas ya que no
siempre se encuentra como prestador de bienes o servicios una empresa sólida, si no que
puede darse una relación consumeril entre un pequeño o mediano proveedor. Pese a ello la
ley de defensa al consumidor no distingue a los agente y a sus condiciones personales, si no
que se enfoca en la existencia o no de una relación de consumo.

15
BIBLIOGRAFÍA:

ALESSANDRI Y SOMARRIVA. “Las fuentes de las obligaciones”. Editorial Nascimento.


Santiago de Chile. 2016. Pág. 17.

(Directrices de las Naciones Unidas para la protección del consumidor. Nueva York y
Ginebra, 2001. Recuperado de: https://unctad.org/es/Docs/poditcclpm21.sp.pdf

ALVAREZ, GEORGINA I. “La equidad en los contratos de consumo: máxima de protección”.


DJ, 2002-3-433.

BREBBIA, ROBERTO H. “La Equidad En El Derecho Del Consumidor”.

BRIZZIO, CLAUDIA R. ¨teorías general del contrato y el derecho del consumidor¨. la ley,
1998.

DIEZ – PICAZO. ¨Fundamentos Del Derecho Civil Patrimonial ¨ vol. 1 p. 126.

FRUSTAGLI, SANDRA A. ¨contrato de consumo y prescripción de la acción por vicios


redhibitorios¨ JA 2004 – II. FASC. N° 6.

GARDELLA, LORENZO A. “La equidad en el derecho del consumo”, en tutela procesal del
consumidor y del usuario, JA, número especial, 26/04/00.

JOHN FINNIS, “Ley natural y derechos naturales “(Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2000).

LORENZETTI, RICARDO. “Consumidores” (Santa Fe: Rubinzal-Culzoni Editores, 2003).

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