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Crisis del en el continente africano

África está rodeada de agua. El continente africano se halla situado entre


los océanos Atlántico por el oeste, y el Índico por el este, y separado de
Europa por el mar Mediterráneo y de la península arábica por el mar Rojo.
Además, posee grandes ríos, aunque pocos en número, y abarca cuatro tipos
de clima: mediterráneo, desértico, subtropical e intertropical lluvioso. Sin
embargo, África es el segundo continente más seco después de Australia
Según datos del Word Bank de 2015, Norte de África (1) cuenta con 181
millones de habitantes y posee un PIB de 645 billones de dólares. África
Subsahariana, sin embargo, tiene 1.000 millones de habitantes y un PIB de
1.590 billones de dólares. Además de sus diferencias orográficas y climáticas,
África posee grandes desigualdades entre la zona septentrional y subsahariana
en cuanto a los niveles de progreso en los Objetivos del Milenio relativos al
agua. El Norte de África cuenta con más de un 90% de acceso a los
recursos hídricos, mientras que el África Subsahariana presenta el caso
opuesto con un 40% de su población sin acceso a una fuente de agua
potable mejorada (2). Asimismo existen desigualdades culturales en cuanto a
sexo, siendo las mujeres las encargadas de recoger, almacenar y distribuir los
recursos hídricos, mientras que los hombres se dedican a otras tareas.

El Norte de África cuenta con más de un 90% de


acceso a los recursos hídricos, mientras que el
África Subsahariana presenta el caso opuesto con
un 40% de su población sin acceso a una fuente de
agua potable mejorada
El crecimiento de la población, la migración a las ciudades y la pobreza
también suponen un reto importante a la hora de extender los servicios
básicos de abastecimiento y mejorar la calidad de las aguas. En la
actualidad solo se está desarrollando un porcentaje pequeño de los recursos
hídricos potenciales de África, y el almacenamiento medio per cápita son 200
m3, comparados con los 6.000 m3 de Norte América. Se estima que la población
africana será de 1.245 millones de personas en 2025 y que llegará hasta los
2.069 millones en 2050, lo que ya está condicionando la previsión de la demanda
de agua y acelerando la degradación de sus recursos hídricos.
Por lo tanto nos encontramos con un problema real de abastecimiento
y saneamiento en un continente con grandes posibilidades pero mal gestionado
en cuanto al agua se refiere. Los acuerdos público-privados podrían ser la
solución a parte de los problemas de agua, ayudando a desarrollar, financiar y
gestionar nuevas y modernas infraestructuras que generen nuevas fuentes de
agua potable tanto para el sector municipal como industrial. Sin embargo, hoy
en día todavía existen algunas barreras para su desarrollo a pesar de la
creciente demanda tanto de obra hidráulica como de plantas de tratamiento
de agua:
 Falta de entornos adecuados para el desarrollo de los PPP (marcos regulatorios,
fiscales, financieros, asignación de riesgos y garantías
gubernamentales/multilaterales…) que atraigan la inversión privada, faciliten el
acceso a la financiación y garanticen la bancabilidad y el éxito de los proyectos.
 Ausencia de fondos de infraestructuras que cubran las previsiones de los PPP a
futuro.
 Carencia de conocimiento de las tecnologías necesarias para garantizar la
sostenibilidad de los proyectos a largo plazo.
 Falta de know-how sobre PPP por parte de los “decisión makers”.
 Encarecimiento de costes debido a la “escasez de proveedores” de servicios
locales que den un apoyo adecuado a la hora de desarrollar los proyectos.
 Alta policitación del desarrollo de infraestructuras.
 Sistema de suministro eléctrico existente deficiente.
Desarrollar una infraestructura adecuada que permitiera el acceso y
saneamiento del agua potable en África costaría alrededor de 500 mil millones
de euros en los próximos 10 a 15 años
Sin embargo, países como Marruecos, Sudáfrica, Argelia o Senegal ya
cuentan con una experiencia exitosa en proyectos de agua bajo el modelo
PPP. Según fuentes del ICEX, en 2013 en Sudáfrica ya se habían completado
con éxito 24 proyectos bajo el esquema PPP dentro del programa de impulso al
acceso del agua del Nacional Treasury, teniendo otros 60 potenciales a la
espera. Además, estos mismos países, son también pioneros en el desarrollo de
proyectos de energía bajo esquema PPP en África. Son conscientes de que es
fundamental tener un buen suministro eléctrico para que las plantas de
tratamiento de agua funcionen de una manera óptima y eficiente, alcanzando
porcentajes de capacidad y producción lo más altos posible.
Se ha estimado que desarrollar una infraestructura adecuada que
permitiera el acceso y saneamiento del agua potable en África costaría
alrededor de 500 mil millones de euros en los próximos 10 a 15 años.
Aunque gran parte de este coste tendría que financiarse desde los propios
gobiernos, las empresas privadas ya poseen tanto la experiencia como la
inversión para desarrollar los proyectos necesarios en el continente africano.
Esta demanda de nuevas fuentes mejoradas de agua e infraestructuras
modernas, unida al apoyo de instituciones multilaterales como el Banco
Mundial o los bancos regionales de desarrollo entre otros, hace de los PPP una
solución a los problemas de escasez, distribución irregular y contaminación del
agua en África. Con ellos, se reparten riesgos, se maximizan los resultados a
largo plazo y se profesionaliza el sector tanto en el desarrollo y construcción
como en la operación. Además, la colaboración con entidades privadas con
un amplio know-how y experiencia aporta a las comunidades locales
nuevos conocimientos y mejora los ratios de empleo apostando por el
trabajo local.
Almar Water Solutions, consciente de esta demanda de PPP de agua en África
y conocedor del mercado en profundidad, posee oficina en Sudáfrica desde
donde ofrece soluciones integrales a medida para el desarrollo de proyectos de
infraestructuras de agua, tanto para el sector municipal como industrial.
Cada gota cuenta en el norte de África

Dos mujeres sacan agua de un pozo en Marruecos. SCOTT


A pesar de las tensiones antiguas y de los actuales conflictos, los países árabes
juntan fuerzas en la lucha contra un enemigo común: la escasez de agua. En
Oriente Próximo y África del Norte, el agua dulce disponible se ha reducido dos
tercios en los últimos 40 años. Allí cada persona tiene acceso a unos 600 metros
cúbicos por año, el 10% del promedio mundial. En algunos países, como Somalia
o Yemen, la disponibilidad per cápita cae a solo 100 metros cúbicos. Es la cara
más concreta y actual del cambio climático.

Las olas de calor más frecuentes e intensas y la reducción de las lluvias


disminuyen la humedad del suelo, la escorrentía de los ríos y la recarga de los
acuíferos. El Éufrates y el Nilo serpentean cada vez menos caudalosos por
tierras cada día más secas. En su Delta, el Nilo está siendo vencido por el mar:
el nivel de agua salada sube constantemente, comprometiendo una parte
sustancial de las tierras agrícolas con las que cuenta Egipto.

“Sin agua no hay comida y, demasiado a menudo, la sequía se convierte en


hambruna”, señaló José Graziano da Silva, director general de la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En un evento
coorganizado con la Liga Árabe en el marco de la Conferencia bienal de la FAO,
Da Silva subrayó cómo es fundamental compartir logros, intercambiar buenas
prácticas y alejarse juntos de las malas. Alabó los progresos en áreas como la
desalinización, la recolección de agua, el riego por goteo y el tratamiento de las
aguas residuales. En esta guerra —al menos en esta— hay que hacer frente
común.

A su alrededor, sentados a una simbólica mesa redonda, estaban los ministros


de agricultura y recursos hídricos de 16 países árabes. Todos convencidos de
que “cada gota cuenta, cada gota vale”.
El director general de la FAO José Graziano da Silva, y el secretario general de
la Liga Árabe Ahmed Aboul-Gheit, se estrechan la mano durante un evento de la
conferencia bianual de la FAO, en Roma, sobre los problemas de escasez de
agua en el norte de África. GIULIO NAPOLITANO FAO

La agricultura representa más del 80% de todos los retiros de agua dulce en la
región, alcanzando picos superiores al 90% en algunos países, incluyendo
Yemen y Siria. El ministro de Jordania calculó que su país utiliza mil millones de
metros cúbicos para irrigar campos y solo 500 millones para abastecer a sus
ocho millones de habitantes. Por eso "es fundamental promover vías para que la
agricultura —y la producción alimentaria en general— utilicen menos agua y lo
hagan de manera más eficiente", instó da Silva. La demanda incontrolada de
agua para la agricultura en la región ha llevado a la sobreexplotación de las
aguas subterráneas, la disminución de la calidad del agua y la degradación del
suelo, incluyendo la salinización. Y no va a parar.

El aumento de la incertidumbre afectará la productividad y dificultará la


planificación agrícola. Cada año, cada mes, se hará más complicado cultivar
trigo, arroz, legumbres y hasta hortalizas y fruta. "El crecimiento de la población
y los impactos del cambio climático ejercerán más presión sobre la disponibilidad
de agua en un futuro próximo”, dijo el director general.

El futuro de la región árabe está estrechamente


ligado al problema de la escasez de agua

Con el apoyo de la FAO, los gobiernos de cercano Oriente y África del norte ya
han puesto en marcha programas que abordan la escasez de agua y promueven
una agricultura resiliente ante el clima. Yemen y Marruecos, por ejemplo, han
montado sistemas descentralizados de gobernanza de las aguas subterráneas.
Egipto ha puesto en marcha un plan para recuperar hasta dos millones de
hectáreas de tierras desérticas gracias a una nueva técnica de irrigación de
bombeo solar y para introducir un tipo de arroz modificado que crezca con menos
agua. Jordania ha implementado sus embalses para la captación de las lluvias.
Omán aprendió a cultivar en invernaderos. Argelia ha mejorado en la recogida
de la lluvia y en dos años piensa llegar a irrigar las dos millones de hectáreas
necesarias para cubrir el 95% de su consumo de cereales y legumbres. Emiratos
Árabes Unidos, donde el 80% del agua viene del mar y se somete a costosos
tratamientos de desalinización, ha orquestado la primera política agrícola
nacional, que abarca desde la creación de infraestructuras para la conservación
del agua hasta una diminuta campaña de sensibilización entre los campesinos.

Los representantes de los diversos países tomaron la palabra para contar sus
logros y tomaron nota de los de los otros. La colaboración es fundamental,
porque “el futuro de la región árabe está estrechamente ligado al problema de la
escasez de agua”, dijo el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abul-
Gheith. "Hay una brecha importante —explicó— entre la oferta y la demanda en
la región árabe cuando se trata no solo del agua, sino también de los alimentos.
Este déficit conlleva graves consecuencias políticas, económicas y de
seguridad".

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