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Mecanismos constitucionales de protección de los derechos

fundamentales en la legislación colombiana

"Los Derechos Humanos son un conjunto de principios, de aceptación universal, reconocidos constitucionalmente y
garantizados jurídicamente, orientados a asegurar al ser humano su dignidad como persona, en su dimensión
individual y social, material y espiritual."

María Paula Herrero


Introducción
Conocemos desde tiempo atrás las reivindicaciones que sobre las libertades individuales ha logrado el hombre.
Alrededor del año 1.730 a. C. apareció el Código Hamurabi - fundador del primer imperio babilónico, una compilación
de 282 artículos que, además de normas referentes a los tribunales, contenía disposiciones sobre la familia y el
comercio; igualmente hubo disposiciones griegas y romanas del mismo género, más la única finalidad de las normas de
esa época era la de establecer el funcionamiento de la sociedad; aún no se preocupaban de la persona humana como
tal.[1]

Varios siglos después, en el año de 1.598 se firmó el Edicto de Nantes, conocido también como el Edicto de la
Tolerancia - primer intento europeo en la búsqueda de la conquista de las libertades individuales – y que tenía por
objeto lograr que coexistieran con los mismos derechos las confesiones católica y la protestante en el seno de los
Estados católicos.

Sin embargo, fue sólo hasta la rebelión contra la arbitrariedad de las monarquías absolutas del siglo XVIII en las que
habría un nuevo tipo de reivindicaciones de derechos individuales, reconocidos internacionalmente. Este movimiento
por las libertades individuales se manifestó de manera precoz y persistente en Inglaterra, prosiguió en la América del
Norte - independencia de los Estados Unidos, y se reforzó, durante la Revolución francesa, con la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.

Muchas otras reivindicaciones de libertades individuales hubo tras la Declaración de 1.789 con efectos trasnacionales,
que dieron origen a publicaciones de nuevas declaraciones en todo el mundo [2]. Pero la dimensión internacional sólo se
alcanzó con la Declaración de Ginebra sobre los derechos del Niño, aprobada en 1924 por la ya creada Sociedad de
Naciones.

Los traumas ocasionados durante la II Guerra Mundial aceleraron el proceso del reconocimiento internacional de los
derechos del hombre. En efecto, el 26 de junio de 1945, se creó la Organización de las Naciones Unidas con la misión
de promover la paz y proteger los derechos del hombre, como mecanismo indispensable para la paz.

Y fue en el seno de las Naciones Unidas que el 10 de diciembre de 1948, en París, que la Asamblea General aprobó la
Declaración Universal de Derechos Humanos[3].

Los derechos contenidos en la Declaración y en los Pactos suscritos con posterioridad han desarrollado varios
instrumentos jurídicos como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial (1965), que declara que toda difusión de ideas basada en la superioridad o el odio racial debe ser castigada por
la ley; la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979), que dispone las
medidas que se deberán tomar para eliminar cualquier forma de discriminación contra las mujeres en lo que se refiere
a su vida pública y política, educación, trabajo, salud, matrimonio y familia; y la Convención sobre los Derechos del
Niño (1989), que lista las garantías necesarias para favorecer los derechos fundamentales del niño.

Los Derechos fundamentales en Colombia


El Título II de la Carta Política – de los derechos, las garantías y los deberes, se encuentra dividido en cinco capítulos a
saber: el primero, sobre los derechos fundamentales; el segundo, sobre los derechos sociales, económicos y culturales;
el tercero, sobre los derechos colectivos y del ambiente; el cuarto, sobre la protección y aplicación de los derechos; y
el quinto y último, sobre los deberes y obligaciones.

Para Manuel José Cepeda, la Constitución de 1886 se limitaba a establecer algunas libertades y garantías sociales,
concebidas como prerrogativas otorgadas a los individuos por el Estado, sin respaldarlas en mecanismos especiales y
directos para hacer efectiva su protección. Pero, ésta, a la vez, concedía amplios poderes a las autoridades para
restringir derechos en función del orden público. Por el contrario, la Constitución de 1991 introduce una generosa
Carta de Derechos, donde el cambio más significativo es el reconocimiento de que los derechos no son declaraciones
filosóficas sino poderes reales en cabeza del individuo. [4]

La Asamblea Nacional Constituyente de 1991 consagró los “derechos fundamentales” dentro del Título II, Capítulo 1, e
igualmente, el artículo 44 eleva a la categoría de fundamentales a los derechos de los niños. Aún así, existen algunos
derechos que aunque no están expresamente identificados en la Carta, son inherentes a la persona humana y se
respaldan en el artículo 94 de la Constitución Política y con los Tratados internacionales que sobre el tema Colombia ha
ratificado.

De ésta manera, el artículo 94 de la Carta dice "la enumeración de los derechos y garantías contenidos en la
constitución y en los convenios internacionales vigentes, no debe entenderse como negación de otros que, siendo
inherentes a la persona humana, no figuren expresamente en ellos".
Además, el artículo 93 expresa que “los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, y que
reconocen los derechos humanos y prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden
interno. Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia”.

Instrumentos de Protección en la Constitución Política Colombiana


En el ordenamiento jurídico colombiano se identifican varios instrumentos para proteger los derechos fundamentales
constitucionales. Dentro del Capítulo 4 del Título II – de la protección y aplicación de los derechos, se encuentran los
mecanismos e instrumentos constitucionales que sirven de garantía para la protección de los derechos fundamentales
establecidos en la Carta Política.

Aunque el artículo 85 de la C. P. establece cuáles son los derechos fundamentales de aplicación inmediata, y por
ende, protegidos por la Acción de Tutela y demás instrumentos de amparo, en la Sentencia T-539/92, la Corte
Constitucional manifestó que ya “en diversas oportunidades había considerado que lo que “caracteriza como
fundamental un derecho, no es lugar en donde se encuentre ubicado el artículo que lo consagra, sino su carácter
inextricable, es decir, aquello que va unido inseparablemente a la existencia del mismo ser humano” [5].

Así, el derecho a la vida, a la integridad personal, a la igualdad, a la intimidad, al desarrollo de la personalidad, a la


libertad, a la libre expresión, a la educación y a la libre determinación, entre otros, puede hacerse valer por los
mecanismos de protección introducidos en la Constitución Política.

Son mecanismos de defensa de los derechos humanos en Colombia:

"Acción de Tutela"
"Acción de Cumplimiento"
"Acciones Populares y de Grupo"
"Derecho de Petición"
"Habeas Corpus"
"Habeas Data"

Protección de los derechos fundamentales en un proceso penal En materia penal los derechos de las personas están
protegidos por medio de las garantías judiciales como son el derecho de acceder a la administración de justicia -
ejercida por una judicatura independiente e imparcial, con competencia en materia penal; el derecho a un debido
proceso[6]; y, el derecho a un recurso rápido, sencillo, y efectivo para la protección de los derechos humanos.

Conclusiones
Los derechos fundamentales son aquellos que los Estados han reconocido a las personas con el fin de salvaguardar su
dignidad humana. Estos se basan en los principios generales de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y,
le corresponde a cada Estado en particular, definir los mecanismos por medio de los cuales los protegerá.

Al hablar de los mecanismos de protección y control de los derechos fundamentales en Colombia nos referimos a una
serie de procedimientos puestos en marcha por las instituciones legalmente constituidas para garantizar y controlar el
respeto por los derechos humanos, en ausencia de un poder judicial oportuno, como son la acción de tutela, la de
cumplimiento, las acciones populares y de grupo, el derecho de petición, el habeas corpus, el habeas data, y la
protección de ésta clase de derechos dentro de los procesos penales.

LA ACCIÓN DE TUTELA

Consiste en un mecanismo de protección dirigido a un determinado grupo de derechos, los fundamentales, consagrados
como de aplicación inmediata en el 85 de la Constitución Política de Colombia. El artículo 86 de la Carta consagra a la
acción de tutela como el mecanismo de protección inmediata de los derechos fundamentales, para evitar un perjuicio
irremediable[1] y puede se interpuesta por la persona afectada, su representante o un tercero, cuando el interesado no
esté en condiciones de hacerlo; el defensor del pueblo y los personeros municipales.

El contenido de la solicitud del amparo a través de la acción de tutela debe, según lo dispuesto por el Decreto Ley
2591/91, indicar el derecho que se considera violado, la autoridad pública o autor del agravio y el nombre y residencia
del solicitante. La solicitud se recibirá sin ninguna formalidad o autenticación, por medio escrito, pero, además, en
caso de urgencia, o de un menor de edad, la acción puede ser tomada verbalmente por la autoridad – artículo 14, D
2591/91.

REGLAS DE PROCEDIMIENTO Y COMPETENCIA

Las reglas de procedimiento por medio de las cuales se desarrolla la acción de tutela se encuentran consagradas en el
Decreto Ley 2591/91, que establece un proceso “inspirado por los principios de celeridad y de prevalencia del derecho
sustancial, del que conoce cualquier juez o tribunal con jurisdicción en el lugar en que se denuncie la lesión del
derecho (artículo 37), y que debe resolverse, por mandato constitucional, en el término de 10 días.” [2]

Según el artículo 32 del Decreto Ley 2591/91 los fallos pueden impugnarse dentro de los tres días siguientes a su
notificación, ante el superior jerárquico correspondiente. Este tendrá de nuevo un plazo de 10 días para revocar o
confirmar el fallo; en ambos casos, el juez deberá remitir el expediente a la Corte Constitucional para su eventual
revisión.
La Corte, selecciona los fallos de tutela que habrán de ser revisadas por la Sala designada, y deberá decidir dentro de
los 30 días siguientes a la recepción de los mismos.

Otras autoridades involucradas en el instrumento de la acción de tutela son la Procuraduría General de la Nación a
quien le corresponde la guarda y la promoción de los Derechos Humanos - según el artículo 118 de la C. P., y el
Defensor del Pueblo, a quien le atañe invocar el derecho del habeas corpus así como interponer acciones de tutela
cuando estime que haya violación de un derecho fundamental – artículos 282 y 283 de la C. P.

MOTIVACIONES DE LA ACCIÓN DE TUTELA

El mecanismo de la acción de tutela se activa cuando por acción u omisión de la autoridad pública se vulnera un
derecho reconocido constitucionalmente como fundamental. Sin embargo, la acción también procede contra un
particular cuando éste preste un servicio público (Conc. 364 C. P.), cuando con una conducta grave afecte el interés
público y por último, cuando el que busca el ampara se halle en un estado de subordinación o indefensión. Además, tal
y como se manifestó anteriormente, los derechos de los niños (artículo 44 C. P.) también están amparados por la
acción de tutela.

La acción de tutela sólo procede cuando el afectado no disponga de otro mecanismo de defensa judicial. Así, ante la
vulneración de un derecho fundamental, la persona legitimada para solicitar su protección debe acudir al cause
procesal para dirimir el conflicto, y sólo en cuanto no exista acción para defender su derecho podrá acudir a la acción
de tutela, que se surte mediante un trámite breve y sencillo [3].

No son motivaciones para interponer la acción de tutela: cuando se haya abierto una investigación o averiguación
administrativa o para hacer respetar derechos de rango legal o para hacer cumplir las leyes o cuando existan otros
recursos judiciales o cuando se pueda invocar el habeas corpus o cuando sea evidente que la violación del derecho
originó un daño consumado, salvo cuando la violación del derecho continúe.

Sin embargo, existe una modalidad de acción de tutela que no requiere análisis previo sobre otras vías judiciales, y es
la denominada tutela transitoria, que tiene lugar, según el artículo 86 de la Constitución, cuando se intenta evitar un
“perjuicio irremediable”.

De esta manera, el artículo 8 del Decreto 2591/91 le da facultad al juez para decidir sobre la materia de la demanda, y
señala que el afectado deberá ejercer la acción correspondiente ante la autoridad judicial competente, en un plazo
máximo de cuatro meses, a partir del fallo de tutela. Es decir, el fallo de tutela del juez permanecerá vigente sólo
durante el término que la autoridad judicial competente demora para decidir de fondo sobre la acción instaurada por
el demandante. Pero, si el afectado no ejerce la acción necesaria ante la autoridad judicial competente, dentro de los
cuatro meses siguientes al fallo, cesarán los efectos que la Tutela le otorgó como garantía.

EFECTOS DE LA ACCIÓN DE TUTELA

La acción de tutela es conocida como el instrumento más rápido para hacer valer un derecho, y los jueces deben
resolver en los próximos 10 días siguientes a aquel en que se interpuso la mencionada acción.

La sentencia producto de un proceso de tutela tiene como efecto el ordenar el inmediato cumplimiento para que el
demandado, haga o se abstenga de hacer aquello por lo que fue requerido.

En las sentencias de carácter transitorio – para evitar un perjuicio irremediable -, los fallos del juez permanecerán
vigentes hasta que la autoridad judicial competente decida de fondo sobre la acción instaurada por el demandante.

__________
[1] El irremediable perjuicio es cuando una persona sólo puede ser reparada en su integridad mediante una indemnización.

[2] Osuna Patiño, Nestor Ivan. “Tutela y amparo: derechos protegidos”. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1998. Página
32.

[3] Ibid. Página 44.

 LA ACCIÓN DE CUMPLIMIENTO  

La Acción de Cumplimiento está establecida en el artículo 87 en la Constitución Política y se encuentra regulada por la Ley 393 del 29
de julio de 1997. Ampara el derecho que tiene toda persona de acudir ante autoridad judicial para solicitarle que se haga efectivo el
cumplimiento de la ley o acto administrativo.  A través de éste mecanismo se exige la observancia de las leyes, decretos, ordenanzas y
actos administrativos, y pueden ser interpuestos contra la autoridad pública o un particular, a través de los jueces administrativos.

La acción de cumplimiento puede ejercerla cualquier persona, natural o jurídica; los servidores públicos, y en especial, el Procurador
General de la Nación, los procuradores delegados, regionales y provinciales; el Defensor del Pueblo y sus delegados; el Contralor
General de la República, los contralores departamentales y municipales y los personeros municipales; y las organizaciones sociales y 
no gubernamentales.

La solicitud deberá contener el nombre,  identificación y lugar de residencia de quien instaura la acción; la determinación de la norma
con fuerza de ley o el acto administrativo incumplido ­ en éste caso deberá adjuntarse copia del acto administrativo o prueba de su
existencia cuando se trate de un acto legislativo verbal; la narración de los hechos constitutivos de incumplimiento; la determinación
de la autoridad o particular que ejerza funciones públicas que haya cumplido ­ la acción podrá dirigirse contra el particular o contra la
autoridad competente, para imponer el cumplimiento al particular; la prueba de la renuencia al cumplimiento de la norma con fuerza
de  ley  o el  acto  administrativo,  salvo  la excepción  establecida  en  la  ley;   y, los motivos que  configuran  excepción  deben  estar
sustentados en la demanda.

REGLAS DE PROCEDIMIENTO Y COMPETENCIA

El artículo 3 de la Ley 393/97 establece que la competencia de las acciones dirigidas al cumplimiento de normas con fuerza material
de ley o actos administrativos deberán conocerla, en primera instancia,  los Jueces administrativos con competencia en el domicilio del
accionante. En segunda instancia será competente el Tribunal Contencioso Administrativo del Departamento al cual pertenezca el
Juzgado Administrativo.[1]

Por regla general, podrá ejercerse en cualquier tiempo y la sentencia que ponga fin al trámite de la acción hará tránsito a cosa juzgada,
cuando el deber omitido fuere de aquellos en los cuales la facultad de la autoridad renuente se agota con la ejecución del acto.

En los  casos  en los que el  deber  omitido fuere  de aquellos cuyo  cumplimiento  pueda  demandarse  simultáneamente  ante  varias
autoridades   o   en   diferentes   oportunidades   en   el   tiempo,   la   acción   podrá   intentarse   sin   limitación   alguna.   Sin   embargo   será
improcedente por los mismos hechos que ya hubieren sido decididos y en el ámbito de competencia de la misma autoridad.

El artículo 13 de la Ley 393/97 estipula que el  auto admisorio se decidirá dentro de los 3 días siguientes a su presentación y, de  ser
admitida, el Juez ordenará su notificación personal al demandado y entrega de copia de la demanda y sus anexos.   El auto también
deberá informar que la decisión será proferida dentro de los 20 días siguientes a la admisión de la solicitud de cumplimiento y que
tiene derecho a hacerse parte en el proceso y a allegar pruebas o solicitar su práctica, dentro de los 3 días siguientes a la notificación.

MOTIVACIONES DE LA ACCIÓN DE CUMPLIMIENTO

Las motivaciones por medio de las cuales se desarrolla la acción de cumplimiento se encuentran consagradas  la Ley 393 de 1997.
Esta  procede cuando las autoridades o los particulares que ejercen funciones públicas, por acción u omisión, incumplen normas con
fuerza de Ley o actos administrativos, o cuando ejecuten actos o hechos de los que se deduzcan su inminente incumplimiento;   y no
procede si el derecho puede ser garantizado mediante la acción de tutela u otros recursos judiciales,   o cuando el cumplimiento de
éstas  implique gastos no contenidos en el presupuesto de la corporación demandada.
De esta manera, no procede si la protección de los derechos puede ser garantizada mediante la acción de tutela; si existe otro medio de
defensa   judicial   para   hacer   efectivo   el   cumplimiento   del   acto   administrativo,   salvo,   que   con   el   incumplimiento   se   ocasione   un
perjuicio grave e inminente para el accionante; si se trata de incumplimiento de normas que establezcan gastos y si se persigue   con la
acción la indemnización de los perjuicios producidos por el incumplimiento de una norma con fuerza de Ley o un acto administrativo.

EFECTOS DE LA ACCION DE CUMPLIMIENTO

La acción de cumplimiento termina con la sentencia que debe proferirse dentro de los  20 días siguientes a la admisión de la solicitud
de cumplimiento. El juez competente podrá ordenar el cumplimiento del deber omitido, prescindiendo de cualquier consideración
formal, siempre que el fallo se funde en un medio de prueba del cual se pueda deducir grave e inminente violación de un derecho por
el incumplimiento de una ley o acto administrativo, salvo que en el término del traslado el demandado haya solicitado la práctica de
pruebas.

El trámite de la acción de cumplimiento se terminará anticipadamente, por medio de un auto, cuando la persona incumplida, contra
quien se hubiera dirigido la acción, cumpla con lo requerido por la ley o el acto administrativo.

La sentencia que resuelve favorablemente una acción de cumplimiento deberá contener la orden de cumplir el deber omitido; la
determinación del plazo para el cumplimiento de lo resuelto ­ este plazo no podrá exceder de 10 días contados a partir de la fecha en
que quede en firme el fallo, salvo que el juez considere y sustente la necesidad de un término mayor; la orden para que la autoridad
judicial y de control adelante las investigaciones penales o disciplinarias correspondientes; y, la condena en costas, si hubiere lugar a
ello.

____________________

[1]  Dispone el Parágrafo transitorio del artículo 3 de la citada ley que mientras entran en funcionamiento los Jueces Administrativos,
la competencia en primera instancia se radicará en los Tribunales Contenciosos Administrativos y la segunda en el Consejo de
Estado tratándose de acciones dirigidas al cumplimiento de un Acto Administrativo.

LAS ACCIONES POPULARES Y DE GRUPO

El artículo 2 de la Ley 472/ 98 define las acciones populares como “los medios procesales para la protección de los
derechos e intereses colectivos” y permite su ejercicio “para evitar el daño contingente, hacer cesar el peligro, la
amenaza, la vulneración o agravio sobre los derechos e intereses colectivos, o restituir las cosas a su estado anterior
cuando fuere posible”.

Por otro lado, establece en el artículo 3 que las acciones de grupo “son aquellas interpuestas por un número plural o un
conjunto de personas que reúnen condiciones uniformes respecto de una misma causa que originó perjuicios
individuales para dichas personas. Las condiciones uniformes deben tener también lugar respecto de todos los
elementos que configuran la responsabilidad” y además, especifica que la acción de grupo “se ejercerá exclusivamente
para obtener el reconocimiento y pago de indemnización de los perjuicios”.

Son un instrumento de carácter judicial que procura la defensa de los intereses colectivos, cuando estos sean lesionados
o amenazados. Las acciones populares o de grupo proceden contra toda acción o irregularidad de las autoridades
públicas o de los particulares y pueden ser aplicadas por toda persona natural o jurídica, por organizaciones no
gubernamentales, populares o cívicas y servidores públicos.

La acción debe contener en su solicitud el derecho o interés colectivo amenazado o vulnerado; los hechos, actos u
omisiones que motivan la petición; el responsable de la amenaza o causante del perjuicio; las pruebas; y, los datos de
quien ejerce la acción. Además, el interesado podrá acudir ante el Personero Distrital o Municipial, o a la Defensoría del
Pueblo para que se le colabore en la elaboración de su demanda o petición, así como en los eventos de urgencia o
cuando el solicitante no sepa escribir – artículo 17, Ley 472/98.
En el artículo 11 de la Ley 472/98 se establece que la Acción Popular podrá promoverse durante el tiempo que subsista la
amenaza o peligro al derecho e interés colectivo. Cuando dicha acción esté dirigida a volver las cosas a su estado
anterior, el término para interponerla será de 5 años, contados a partir de la acción u omisión que produjo la alteración.

REGLAS DE PROCEDIMIENTO Y COMPETENCIA

La Ley 472 de 1998 reglamentó el artículo 88 de la C. P. en relación con el ejercicio de las acciones populares y de
grupo. Estas acciones proceden contra toda acción o irregularidad de las autoridades públicas o de los particulares y
pueden ser aplicadas por toda persona natural o jurídica, por organizaciones no gubernamentales, populares o cívicas y
servidores públicos.

En el artículo 20 de la citada Ley se estipula que la admisión de la demanda deberá ser determinada por el juez
competente dentro de los 3 días hábiles siguientes a la presentación de la demanda. En el auto admisorio, el juez
deberá ordenar su traslado al demandado por el término de 10 días para contestarla, quien dispondrá de 30 pata
contestar de la demanda.

Una vez realizado el proyecto de pacto de cumplimiento, sin lograr acuerdo el juez deberá decretar las pruebas
solicitadas y las que de oficio estime pertinentes, señalando día y hora para su práctica, dentro del término de 20 días
prorrogables por 20 más. Vencido el término para practicar pruebas, el juez dará traslado a las partes para alegar por el
término común de 5 días, y luego la sentencia del juez en los siguientes 20 días.

Según el artículo 34 de la Ley 472/98 “la sentencia que acoja las pretensiones del demandante de una acción popular
podrá contener una orden de hacer o de no hacer, condenar al pago de perjuicios cuando se haya causado daño a un
derecho o interés colectivo en favor de la entidad pública no culpable que los tenga a su cargo, y exigir la realización de
conductas necesarias para volver las cosas al estado anterior a la vulneración del derecho o del interés colectivo, cuando
fuere físicamente posible. La orden de hacer o de no hacer definirá de manera precisa la conducta a cumplir con el fin de
proteger el derecho o el interés colectivo amenazado o vulnerado y de prevenir que se vuelva a incurrir en las acciones u
omisiones que dieron mérito para acceder a las pretensiones del demandante. Igualmente fijará el monto del incentivo
para el actor popular”.

En el tema de competencias, según la misma Ley, la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo deberá conocer los
procesos de las Acciones Populares originadas en actos, acciones u omisiones de las entidades públicas y de las
personas privadas que desempeñen funciones administrativas, y que en los demás casos, será la jurisdicción civil
ordinaria quien tenga competencia del asunto.

En segunda instancia la competencia corresponderá a la sección primera del Tribunal Contencioso Administrativo o a la
Sala Civil del Tribunal de Distrito Judicial del Juez de primera instancia - artículo 16 y será competente el juez del lugar
de ocurrencia de los hechos o el del domicilio del demandado a elección del actor popular.

MOTIVACIONES DE LAS ACCIONES POPULARES Y DE GRUPO

La Ley 472 de 1998 establece que las acciones populares proceden contra toda acción u omisión de las autoridades
públicas o de los particulares, que hayan violado o amenacen violar los derechos e intereses colectivos – artículo 9, y
que éste sólo podrá interponerse una vez se haya agotado el recurso administrativo correspondiente. Aún así, el
artículo 10 dispone que cuando el derecho o interés colectivo se ve amenazado o vulnerado por una actividad de la
administración pública, no será necesario interponer previamente los recursos administrativos como requisito para
intentar la acción popular.

EFECTOS DE LAS ACCIONES POPULARES Y DE GRUPO


El artículo 34 de la Ley 472/98 dispone que en la sentencia del juez éste deberá señalar
un plazo prudencial dentro del cual deberá iniciarse el cumplimiento de la providencia y
posteriormente culminar su ejecución. “La sentencia tendrá efectos de cosa juzgada
respecto de las partes y del público en general “ - artículo 35.

EL DERECHO DE PETICION

El artículo 23 de la C. P. establece que “toda persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las
autoridades por motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución. El legislador podrá
reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los derechos fundamentales ”; así mismo, el
artículo 92 de la C. P. manifiesta que “cualquier persona natural o jurídica podrá solicitar de la autoridad competente
la aplicación de las sanciones penales o disciplinarias derivadas de la conducta de las autoridades públicas”.

En Colombia tienen derecho a presentar peticiones todas las personas, sean nacionales o extranjeras, adultas o
menores de edad, letradas o analfabetas. Sin embargo, a los militares y policías esta constitucionalmente prohibido
formular como tales, ante las autoridades de la fuerza pública, peticiones que no se relacionen con el servicio y la
moralidad del cuerpo respectivo. Lo anterior no impide a militares y policías ejercer libremente el derecho de petición
en otros ámbitos y materias, pues todos ellos también son titulares de ese derecho fundamental.

REGLAS DE PROCEDIMIENTO Y COMPETENCIA

El derecho de petición es un derecho fundamental protegido por la Constitución Política en el artículo 23 de la C. P.


Igualmente, el artículo 86 de la Carta lo consagra como un derecho de aplicación inmediata. Cuando por acción u
omisión las autoridades vulneran o amenazan el derecho constitucional de petición, la persona afectada puede ejercer
el mecanismo de la acción de tutela para reclamar de los jueces la protección inmediata del derecho violado.

Se encuentra regulado en las leyes 12 de 1991 – artículo 10; las leyes 65 y 99 de 1993; y las leyes 107 y 152 de 1994.
Por regla general las autoridades tienen 15 días para contestar quejas, reclamos y manifestaciones, 10 días para
contestar peticiones de información y 30 días para contestar consultas. Los anteriores plazos son los máximos, pues
todo servidor público tiene el deber de actuar frente a las peticiones con celeridad y eficacia.

MOTIVACIONES DEL DERECHO DE PETICION

Las peticiones pueden presentarse para que por motivos de interés general o particular las autoridades inicien la
correspondiente actuación administrativa; para que las autoridades permitan el acceso a la información sobre las
acciones por ellas desarrolladas; para que las autoridades permitan conocer documentos no reservados u obtener
copias de los mismos; y, para que se den por las autoridades dictámenes o conceptos sobre asuntos de su
competencia.

__________
[1] Las peticiones se denominan quejas, cuando ponen en conocimiento de las autoridades conductas irregulares de empleados
oficiales o de particulares a quienes se ha atribuido o adjudicado la presentación de un servicio público; reclamos, cuando dan a las
autoridades noticia de la suspensión injustificada o de la prestación deficiente de un servicio público; manifestaciones, cuando hacen
llegar a las autoridades la opinión del peticionario sobre una materia sometida a actuación administrativa; peticiones de información,
cuando se formulan a las autoridades para que éstas, den a conocer cómo han actuado en un caso concreto, permitan el examen de
documentos públicos que tiene en su poder o expidan copia de documentos que reposan en una oficina pública; y, consultas, cuando
se presentan a las autoridades para que manifiesten su parecer sobre materias relacionadas con sus atribuciones.

EL HABEAS CORPUS
Los antecedentes históricos del Habeas Corpus se encuentran en el <> del derecho romano, en la carta Magna de 1215,
en el Fuero de Aragón de 1428, en el Fuero de Viscaya de 1527, en la Ley Inglesa de 1640 y en el Acta de Habeas
Corpus de 1679. Fue concebido como una forma de evitar los agravios e injusticias cometidas por los señores feudales
contra sus súbditos o personas de inferior clase. [1]

El Habeas Corpus es la principal institución en el mundo destinada a proteger la libertad personal contra las
detenciones arbitrarias o ilegales, y así lo reconocen los pactos internacionales de derechos humanos. Esta acción
judicial de amparo se interpone ante el juez para que cualquier detenido sea llevado ante sí, con objeto de decidir
acerca de su libertad o detenido, según las acusaciones y sospechas que pesen sobre él. [2]

Reza el artículo 30 de la C. P. que “quien estuviere privado de su libertad, y creyere estarlo ilegalmente, tiene
derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por sí o por interpuesta persona, el habeas
corpus, el cual deberá resolverse en el término de treinta y seis horas”.

Así, se define el instrumento como el derecho que tiene toda persona de solicitar su libertad ante los jueces, cuando
han sido capturadas o retenidas por cualquier autoridad sin que la ley o la constitución lo autoricen para ello o cuando
se prolonga ilegalmente.

La petición de habeas corpus puede ser presentada por la persona que se encuentra privada de la libertad o por
terceras personas en su nombre, sin necesidad de mandato alguno. El artículo 282 de la Constitución también faculta al
Defensor del Pueblo para invocar el derecho de habeas corpus.

La solicitud de habeas corpus debe contener el nombre del afectado por la privación de la libertad; las razones por las
cuales se considera inconstitucional o ilegal esa privación; la fecha de reclusión; el lugar donde se encuentra; el
nombre y el cargo del funcionario que ordenó la aprehensión, si son conocidos; y, la afirmación - bajo la gravedad del
juramento, de que ningún otro juez ha conocido de la solicitud o decidido sobre ella.

Reglas de procedimiento y competencia

El derecho de habeas Corpus permite no ser víctima de una privación de la libertad sin justa causa y que emana del
derecho fundamental a la libertad individual, protegido por el artículo 28 de la C. P. El derecho de habeas corpus
abarca el derecho de ejercer los mecanismos previstos en el ordenamiento jurídico para suscitar el control de legalidad
sobre la aprehensión.

La Ley 600 de 2000, por la cual se expide el nuevo Código de Procedimiento Penal colombiano regula en artículo 4 el
habeas corpus al disponer que quien estuviere ilegalmente privado de su libertad tiene derecho a invocar ante
cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por sí o por interpuesta persona dicho mecanismo, el cual debe
resolverse en un término de 36 horas contadas desde el momento de la solicitud.

De la misma manera el artículo 177 de la Ley 599 de 2000, por la cual se crea el nuevo Código Penal colombiano
dictamina que el juez que no tramite o decida dentro de los términos legales una petición de habeas corpus o por
cualquier medio obstaculice su tramitación, incurrirá en prisión de 2 años a 5 años y pérdida del empleo o cargo
público.

Motivaciones y efectos del Habeas Corpus

La decisión favorable a una solicitud de habeas corpus debe contener la orden inapelable de que se devuelva la
libertad a la persona ilegalmente privada de ella. En el caso en que el habeas corpus sea negado, y el solicitante
considere fundadas las razones de su acción, la providencia que denegó su solicitud podrá ser impugnada.

El otorgamiento de habeas corpus produce tres efectos, el primero, la persona recupera su libertad; el segundo, la
persona liberada no podrá ser objeto de nuevas medidas restrictivas de la libertad cuyo fin sea impedir el
restablecimiento de las garantías quebrantadas; y tercero, los servidores públicos involucrados en la violación del
derecho a la libertad deben ser investigados disciplinaria y penalmente.

EL HABEAS DATA

El habeas data aparece a finales del siglo XX como la acción más eficaz de protección del derecho a la intimidad frente
al poder de los archivos de entidades públicas y privadas que recogen datos e informaciones sobre las personas y no los
actualizan y hacen uso indebido de los mismos en perjuicio de tales personas.

La Constitución Política de Colombia, de 1991, siguiendo el ejemplo de la Constitución Federativa del Brasil, de 1988,
adoptó la novedosa acción de Habeas Data, que permite a las personas, conforme al artículo 15 de la C. P., que
protege el derecho a la intimidad o "privacidad", actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre
ellas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas.

“El derecho a la intimidad se ha entendido como la facultad de exigir a los demás la no intromisión en los asuntos que
cada persona considere como suyos y que no quisiera que fueran conocidos o divulgados. Pero esta facultad no es
absoluta, en el sentido de que cada persona es libre de divulgar las informaciones que considere que pueden ser
conocidas por los demás y que, adicionalmente, por razones de interés general en las que concurren derechos
fundamentales de similar categoría, como el del derecho a la información y libertad de expresión, exigen limitaciones
al derecho a la intimidad”.[1]

A partir del derecho a la intimidad, se ha estructurado la defensa de la libertad de las personas para controlar el uso
de los datos que, voluntariamente o no, hayan entregado y que reposen en “ o ficheros” o en Bancos de Datos,
mediante el cual se pudieran dar a conocer aspectos de su vida que nunca quiso que fuesen divulgados cuando entregó
dicha información o que ésta sea divulgada sin reflejar su veracidad[2].

El habeas data es la vía procesal pertinente para asegurar que los derechos a la intimidad o a la autodeterminación
informativa sean efectivamente salvaguardados. Mediante el ejercicio de este mecanismo es posible materializar el
objetivo de hacer valer los derechos a la intimidad o a la autodeterminación informativa, para conocer, actualizar o
exigir la rectificación de las informaciones personales que reposen en ficheros o Bancos de Datos.

De la misma manera, este mecanismo de protección es considerado como el interdicto en virtud del cual un juez dicta,
a petición del accionante, una orden para actualizar, rectificar o destruir, si son falsos o afectan ilegítimamente sus
derechos, los datos e informaciones que consten en registros archivos o bancos de datos públicos o privados.

Después de varios intentos, en 2013, el Gobierno Nacional emitió el Decreto 1377 de 2013 que reglamenta
parcialmente la Ley 1581 de 2012 de Protección de Datos en Colombia y que sólo el tiempo dirá cómo ha funcionado.

Por lo pronto, es bueno saber que todas esas entidades colombianas que están al tanto de la nueva norma y que tenían
nuestro correo electrónico -sea porque nos suscribimos en algún momento, o sea porque encontraron nuestra dirección
en formularios de asistencia a eventos, por ejemplo, y en tarjetas de presentación, nos enviaron una notificación
solicitando nuestro permiso para permanecer en esa base de datos.

Los que pasaron por alto el correo, o aquellos que después de leer tantas notificaciones similares, las ignoraron, deben
conocer que aún están en las listas de aquellas entidades. Eran claros en advertir que si querían salirse de la lista
deberían seguir las instrucciones.

Para quienes leen este artículo y utilizan las redes sociales como una herramienta para inducir a los usuarios de las
redes sociales deben tener cuidado a la hora de elaborar las bases de datos. Como siempre, bienvenidas las mejores
prácticas.

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