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ANALISIS Y COMENTARIO DE SENTENCIAS CON PRESEDENTES VINCULANTES

EXP. N.° 3771-2004-HC/TC


PIURA
MIGUEL CORNELIO
SÁNCHEZ CALDERÓN

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, García Toma y Vergara
Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por Miguel Cornelio Sánchez Calderón contra la


sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura, de fojas 96, su
fecha 20 de octubre de 2004, que declara improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 27 de setiembre de 2004, el recurrente interpone acción de hábeas corpus


contra la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura, solicitando su
inmediata excarcelación. Manifiesta que fue detenido por la Policía Nacional el 1 de junio
de 1995, posteriormente procesado por la comisión del delito de terrorismo y condenado a
la pena de cadena perpetua. Agrega que dicho proceso fue anulado, lo mismo que la
sentencia, y que se le instauró un nuevo proceso con mandato de detención, cumpliendo
hasta la fecha más de 111 meses de reclusión en el Establecimiento Penal de Río Seco de
Piura, habiendo transcurrido en exceso el plazo máximo de detención que establece el
artículo 137º del Código Procesal Penal, sin haberse expedido sentencia en primera
instancia, por lo que la privación judicial de su libertad ha devenido en arbitraria e
inconstitucional.

Realizada la investigación sumaria, el juez investigador toma la declaración del


accionante, quien se ratifica en los términos de la demanda. Por su parte, Luis Alberto
Cevallos Vega, vocal de la Sala Penal demandada, rinde su declaración explicativa
manifestando que un anterior juzgamiento del demandante fue declarado nulo en virtud de
una sentencia del Tribunal Constitucional, pero que se le abrió un nuevo proceso penal con
mandato de detención con fecha 16 de mayo de 2003, conforme al Decreto Legislativo N.°
922, añadiendo que a partir de dicha fecha corre el plazo de detención de 36 meses
establecido para los delitos de terrorismo, el mismo que aún no ha vencido.

El Octavo Juzgado Penal de los Módulos Penales de Piura, con fecha 1 de octubre
de 2004, declara infundada la demanda, por estimar que, de conformidad con el artículo 4º
del Decreto Legislativo N.º 922, el plazo máximo para aplicar el artículo 137º del Código
Procesal Penal se cuenta a partir del auto de apertura de instrucción, que, en el caso de
autos, es el 16 de mayo de 2003, siendo el plazo máximo de detención para el delito de
terrorismo de 36 meses, el mismo que no ha transcurrido en exceso en el caso del
accionante.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Delimitación del petitorio

1. 1. La demanda tiene por objeto que se ordene la inmediata excarcelación del


accionante por haber cumplido más de 111 meses de detención judicial,
sobrepasando en exceso el plazo máximo de prisión preventiva previsto en el
artículo 137º del Código Procesal Penal (CPP), sin haberse dictado sentencia en
primera instancia.

§ 2. Sobre la aplicación del Código Procesal Constitucional (Ley N.° 28237)

2. 2. Debe señalarse que, hallándose la causa en sede del Tribunal Constitucional, en


el estado de absolverse el grado del recurso extraordinario, con fecha 1 de diciembre
de 2004,entró en vigencia el Código Procesal Constitucional (Ley N.° 28237), que
regula los procesos constitucionales, entre ellos el hábeas corpus.

3. 3. Este corpus normativo establece, en su Segunda Disposición Final, que “las


normas procesales previstas por el presente Código son de aplicación inmediata,
incluso a los procesos en trámite. Sin embargo, continuarán rigiéndose por la
norma anterior: las reglas de competencia, los medios impugnatorios interpuestos,
los actos procesales con principio de ejecución y los plazos que hubieran
empezado”.

4. 4. Es necesario precisar que si bien de la citada disposición legal se puede


interpretar que un proceso constitucional en curso, como el de autos, puede
comenzar a ser regido por una nueva ley procesal, ello solo será posible siempre que
la aplicación de la referida norma garantice la vigencia del derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva, lo que debe ser apreciado atendiendo a las particularidades
del caso en concreto.

5. 5. Evaluando el presente caso de acuerdo con lo que establece el Código Procesal


Constitucional, se advierte que a la demanda no se le imponen requisitos de
procedibilidad que afecten el derecho a la tutela jurisdiccional del accionante, por lo
que la aplicación de este corpus normativo resulta adecuada.

§ 3. El derecho a la de presunción de inocencia y el plazo razonable de la prisión


preventiva

6. 6. Al igual que por imperio del derecho a la presunción de inocencia, el


encarcelamiento preventivo no se ordenará sino cuando sea estrictamente necesario
para asegurar que el proceso se pueda desarrollar sin obstáculos hasta su
finalización, cuando la sentencia con que culmine no deje de merituar ninguna
prueba (ni sufra la adulteración de alguna) por obra del procesado, y cuando se
cumpla efectivamente la pena que ella imponga.

7. 7. Por la misma razón (la presunción de inocencia), tampoco podrá prolongarse


más de lo estrictamente indispensable para que el proceso se desenvuelva y
concluya con una sentencia definitiva, mediante una actividad diligente de los
órganos jurisdiccionales especialmente estimulada por la situación de privación de
la libertad de un presunto inocente, y sin que pueda pretenderse la ampliación de
aquel término argumentándose que se mantienen los peligros para los fines del
proceso o la concurrencia de cualquier clase de inconvenientes prácticos (todos los
imaginables deben estar comprendidos en el término límite), ni mucho menos con
argumentos que encubran o pretendan justificar la incuria o displicencia de los
funcionarios responsables.

8. 8. El derecho de que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable, si bien


no encuentra reflejo constitucional en nuestra Lex Superior, se trata de un derecho,
propiamente de una manifestación implícita del derecho a la libertad personal
reconocido en la Carta Fundamental (artículo 2º, 24) de la Constitución) y, por ello,
se funda en el respeto a la dignidad de la persona.

9. 9. La interpretación que permite a este Tribunal reconocer la existencia implícita


del referido derecho en la Constitución, se encuentra plenamente respaldada por su
Cuarta Disposición Final y Transitoria, que exige que las normas relativas a los
derechos y las libertades que la Constitución reconoce se interpreten de
conformidad con los tratados sobre derechos humanos ratificados por el Perú.

10. 10. Al respecto, debe señalarse que en el ordenamiento supraestadual existen


diversos tratados en materia de derechos humanos ratificados por el Estado que sí
reconocen expresamente este derecho. Tal es el caso del artículo 9°,3, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que establece que “[t]oda persona
detenida (...) tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad”. Por su parte, el artículo 7°5 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos reconoce el derecho de “[t]oda persona detenida o
retenida (...) a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad,
sin perjuicio de que continúe el proceso”.

11. 11. En consecuencia, el derecho de que la detención preventiva no exceda de un


plazo razonable forma parte del núcleo mínimo de derechos reconocidos por el
sistema internacional de protección de los derechos humanos y, por tanto, no puede
ser desconocido.

§ 4. Sistemas de limitación temporal de la prisión preventiva

12. 12. Como respuesta al problema de duración de la prisión preventiva, coexisten en


el derecho comparado dos sistemas: un sistema de limitación temporal de la prisión
preventiva en términos de exigir la razonabilidad del periodo de vigencia, pero sin
prever plazos máximos, y otro sistema, en el que se fijan unos plazos máximos de
duración de la prisión provisional.

13. 13. Este segundo sistema es el adoptado por nuestro ordenamiento jurídico penal.
Al respecto, si bien el artículo 2º, 24, h ha previsto plazos constitucionales
aplicables solo a la detención preliminar –la misma que opera en sede extrajudicial–
, ello no es óbice para afirmar que de una interpretación sistemática del artículo 2°,
24, b, que establece: “No se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en lo casos previstos por la ley”, se pueda admitir la concesión de
una norma permisiva al legislador para que estipule plazos efectivos de duración, lo
cual ha sido precisado en el artículo 137° del Código Procesal Penal.

14. 14. Nuestro sistema normativo penal, entonces, dispone de una regulación que sirve
de parámetro para el enjuiciamiento de un caso concreto en el que se haya ordenado
la medida.

15. 15. Esta postura normativa coincide con lo reconocido por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, cuando afirma que “La Comisión ha
mantenido siempre que para determinar si una detención es razonable, se debe
hacer, inevitablemente, un análisis de cada caso. Sin embargo, esto no excluye la
posibilidad de que se establezca una norma que determine un plazo general más
allá del cual la detención sea considerada ilegítima prima facie,
independientemente de la naturaleza del delito que se impute al acusado o de la
complejidad del caso. Esta acción sería congruente con el principio de presunción
de inocencia y con todos los otros derechos asociados al debido proceso legal”
(Informe N.° 12/96, párrafo 70).

16. 16. En líneas generales, dentro del sistema interamericano de protección de los
derechos humanos, dicha regulación es vista como “una muestra inequívoca de
buena voluntad” por parte de los Estados, al autovincularse a parámetros
previamente establecidos (Informe N.° 2/97, párrafo 56).

17. 17. Tal situación se aprecia en nuestro ordenamiento jurídico penal, pues el artículo
137° del Código Procesal Penal que egula el plazo máximo de la detención judicial,
que en lo establece que dichos plazos máximos fijados por el legislador integran el
contenido esencial del derecho fundamental a la libertad personal, puesto que el
mantenimiento de la situación de prisión preventiva por un tiempo excesivo al
previsto lesiona el derecho a la libertad personal.

§ 5. Criterios para valorar la razonabilidad de la duración de la detención judicial

18. 18. Los parámetros legales, si bien son válidos para el enjuiciamiento de un caso
concreto en el que haya sido dispuesta la medida, sin embargo, no agotan el
contenido de dicho derecho fundamental, de modo que ni todo el plazo máximo
legal es per se razonable, ni el legislador es totalmente libre en su labor de
establecer o concretar los plazos máximos legales. Aunque no haya transcurrido
todavía el plazo máximo legal, puede lesionarse el derecho a la libertad personal si
el imputado permanece en prisión provisional más del plazo que, atendidas las
circunstancias del caso, excede de lo razonable. Su duración debe ser tan solo la que
se considere indispensable para conseguir la finalidad con la que se ha decretado la
prisión preventiva; por lo tanto, si la medida ya no cumple los fines que le son
propios, es preciso revocarla de inmediato.

19. 19. En efecto, para valorar si la duración de la detención judicial ha excedido, o no,
el plazo máximo, este Tribunal, integrando el concepto de plazo razonable, se
refirió a los criterios sentados por la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos (TEDH) cf. Caso Berrocal Prudencio, Exp. N.º 2915-2004-HC/TC, que
en síntesis son los siguientes: 1. La naturaleza y complejidad de la causa. Es
menester tomar en consideración factores tales como la naturaleza y gravedad del
delito (Caso Tomasi. Sentencia del TEDH, del 27 de agosto de 1992), los hechos
investigados, los alcances de la actividad probatoria para el esclarecimiento de los
eventos delictivos, la pluralidad de agraviados o inculpados, o algún otro elemento
que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que la dilucidación de una
determinada causa resulta particularmente complicada y difícil. 2. La actitud de los
protagonistas del proceso: por una parte, la inactividad o, en su caso, la actividad
desplegada por el órgano judicial, esto es, analizar si el juez penal ha procedido con
diligencia especial y con la prioridad debida en la tramitación del proceso en que el
inculpado se encuentre en condición de detenido, y, por otra, la propia actividad
procesal del detenido, a efectos de determinar la razonabilidad del plazo,
distinguiendo el uso regular de los medios procesales que la ley prevé y la falta de
cooperación mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras, ambas, del
ejercicio legítimo de los derechos que el Estado constitucional permite), de la
denominada defensa obstruccionista (signo inequívoco de la mala fe del procesado
y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden constitucional).

§ 6. Análisis del acto lesivo materia de controversia constitucional

20. 20. Es necesario precisar que una de las formas en que opera la libertad procesal –
que es un derecho del encausado de obtener la aplicación de una medida cautelar
menos gravosa que la detención preventiva–, es al vencimiento del plazo legal
establecido en el artículo 137° del Código Procesal Penal, y cuando el procesado no
hubiese ejercido una defensa que afecte el principio de celeridad judicial, y que
tampoco se hubiese dictado sentencia en primera instancia, de ahí que la doctrina y
la jurisprudencia comparada califiquen dicha situación como arbitraria.

21. 21. En otras palabras, los presupuestos materiales que configurarían la libertad
procesal serían los siguientes: a) vencimiento del plazo de duración de la detención
preventiva; b) inexistencia de una sentencia en primera instancia; c) conducta
procesal regular del encausado en la tramitación de la causa; vale decir, no incurrir
en una defensa que entorpezca y atente contra la celeridad judicial.

22. 22. La libertad procesal supone la existencia previa de negligencia jurisdiccional, al


haberse negado o no haberse podido juzgar al encausado dentro del plazo legal
establecido en el artículo 137° del Código Procesal Penal. En consecuencia, la
vulneración del plazo razonable para sentenciar es atribuible exclusivamente al
juzgador.

23. 23. Las particularidades de la presente causa permiten afirmar que la reclamación
del demandante no se condice con las consideraciones antes señaladas, por lo
siguiente: a) el accionante fue juzgado por el delito de traición a la patria, regulado
por el Decreto Ley N.° 25659, y ante tribunales militares, proceso que fue declarado
nulo al hallarse comprendido en los alcances de la STC 010-2002-AI/TC; b) en
dicha sentencia, este Tribunal declaró inconstitucional el delito de traición a la
patria, definido y regulado por el Decreto Ley N.° 25659, así como la autorización
que otorga para que el juzgamiento correspondiente se ventile en el fuero militar.
Sin embargo, en la misma sentencia (fundamentos 229-230) se dispuso que la
eventual realización de nuevos juicios para los procesados por el delito de traición a
la patria debería efectuarse conforme a las normas que dictara el Congreso de la
República, en un plazo razonable; c) el Congreso de la República promulgó el
Decreto Legislativo N.° 922, que, de acuerdo con la STC 010-2002-AI/TC, regula
la nulidad de los procesos por el delito de traición a la patria y, además, establece
normas sobre el proceso penal aplicable; d) el artículo 4º del Decreto Legislativo
N.º 922 prevé, en cuanto al plazo límite de la detención a efectos del artículo 137º
del Código Procesal Penal, que este se cuenta a partir del auto de apertura de
instrucción del nuevo proceso; e) al accionante se le abrió nuevo proceso penal, con
mandato de detención, por auto de fecha 16 de mayo de 2003, por la presunta
comisión del delito de terrorismo, por lo que dada la naturaleza del citado delito y a
que este se sustancia en la vía de procedimiento ordinario, el plazo máximo de
detención es de 36 meses, el cual no ha sido sobrepasado.

24. 24. En consecuencia, no resulta acreditada la reclamación de excarcelación por


exceso de detención, pretensión que, en todo caso, queda supeditada a los medios
procesales que la ley prevé y que puedan ser articulados en el nuevo proceso penal,
por lo que la presente demanda debe ser desestimada.

25. 25. Ahora bien, considerando que el caso sub exámine plantea el problema de la
razonabilidad del plazo de la detención preventiva, precisamente, por ello, su
duración se encuentra en función de la duración del proceso penal principal, cuyo
objeto tiende a asegurar.

26. 26. No cabe duda de que con la previsión legal del plazo máximo de duración de la
detención judicial, el afectado por la medida cautelar puede conocer hasta qué
momento puede durar la restricción de su derecho fundamental a la libertad. No
obstante, como viene ocurriendo reiteradamente en el panorama judicial nacional, el
hecho de que no se decrete la libertad inmediata de un procesado tras la culminación
del plazo máximo de detención, obligándole, por el contrario, a que permanezca
detenido ad infinitum, so pretexto de un equivocado concepto de la tramitación
procesal, solo puede significar que se han transgredido todas las previsiones
jurídicas que garantizan un proceso debido o regular, y que dicha situación ha
comprometido, en particular, la eficacia o existencia de uno de aquellos derechos
innominados constitucionalmente, pero, a la par, consustanciales a los principios del
Estado democrático de derecho y al derecho a la dignidad de la persona
reconocidos en el artículo 3° de la Constitución Política del Estado, como lo es, sin
duda, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas.

§ 7. Las dilaciones indebidas como praxis punible cometida por los órganos del Poder
Judicial

27. 27. Esta mala praxis judicial debe ser totalmente erradicada, por cuanto genera un
injustificable retardo en la administración de justicia que no está en consonancia con
la misión que le está confiada al Poder Judicial, la misma que no se agota en el
aseguramiento de la legalidad formal, sino que la trasciende en tanto se afinca en la
observancia de los principios inherentes a la mejor y más correcta administración de
justicia, siendo uno de ellos –contrario a la inaceptable morosidad judicial– que la
decisión final sea dictada en tiempo útil y razonable.

28. 28. Frente a la endémica morosidad que caracteriza a buena parte de los jueces y
superiores tribunales de justicia nacionales y el abuso de jurisdicción que ello podría
suponer, no se puede seguir apelando al consabido sentido de responsabilidad de los
magistrados del Poder Judicial, sino que deben ser pasibles de la responsabilidad
penal que les corresponda, por sus conductas jurisdiccionales inadecuadas que
propician el retardo judicial.

29. 29. Por ello, tratándose de dilaciones indebidas que inciden sobre el derecho a la
libertad, es exigible un especial celo a todo juez encargado de un proceso en el que
se encuentra inmerso un preso preventivo, pues la libertad es un valor constitucional
informador de todo el ordenamiento jurídico. De otro modo, y por aplicación del
artículo 2º,24, de la Constitución, procedería acordar la puesta en libertad.

30. 30. Si bien puede sostenerse que la excesiva sobrecarga que padecen la mayoría de
los tribunales, no solo el Constitucional sino también los de otras latitudes, puede
excusar la mora en las decisiones judiciales, máxime si se presenta un desbordante
flujo de recursos razonablemente imposibles de atender, esta justificación es
inaceptable si el órgano judicial no observa una conducta diligente y apropiada para
hacer justicia, siendo uno de sus aspectos cardinales la expedición oportuna de las
resoluciones decisorias.

31. 31. Por ello, es deplorable que en los casos de crímenes no convencionales los
agentes detenidos por los delitos de terrorismo, tráfico ilícito de drogas, violaciones
de derechos humanos, corrupción de funcionarios, en vista de que los órganos
judiciales competentes no han sentenciado antes de vencido el plazo máximo de
detención previsto por la ley (Código Procesal Penal: art. 137°), resultan
favorecidos en virtud de ello, lo que permite en numerosos casos, la excarcelación
inmediata de prontuariados enemigos públicos de la sociedad, situación que,
además, implica riesgo de fuga.

32. 32. Desde esta perspectiva, el Tribunal Constitucional considera que el hecho de no
dictaminar o sentenciar, intencionalmente, dentro de los plazos legales establecidos,
con las consecuencias que ello conlleva y que ha puesto en tela de juicio la
capacidad punitiva del Estado, merece sanción penal, la que deberá ser determinada
por el legislador en el marco del Código Penal.

33. 33. De conformidad con el artículo VII del Código Procesal Constitucional, “Las
sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la calidad de cosa juzgada
constituyen precedente vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el
extremo de su efecto normativo”.

34. 34. En aplicación de la citada norma, son vinculantes para todos los operadores
jurídicos los criterios de interpretación contenidos en los fundamentos jurídicos Nos. 2,
3, 4, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 15, 17, 18, 19 y 26.

Por los fundamentos precedentes, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. 1. Declarar INFUNDADA la acción de hábeas corpus.

2. 2. Exhorta al Congreso de la República a que, dentro de un plazo razonable, dicte la


legislación correspondiente a fin de penalizar la conducta de los magistrados del
Ministerio Público y del Poder Judicial que incumplan con dictaminar o sentenciar en
los plazos previstos por la ley de la materia.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
ANALISIS DEL EXP. Nº 3771-2004-PHC/TC (02/02/2005). MIGUEL SÁNCHEZ

Con fecha 29 de diciembre de 2004, el Tribunal Constitucional ha expedido la


sentencia recaída en el Expediente N° 3771-2004-HC/TC, la que adquiere
especial relevancia al tratar el exceso (duración) de la detención judicial como un
acto que afecta derechos fundamentales y la vinculación del exceso de carcelería
a la negligencia jurisdiccional, aspectos que serán abordados en el presente
Informe.

PARTE MATERIAL:

Accionante: Miguel Cornelio Sánchez Calderón

Demandado: Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura

PARTE PROCESAL:

Accionante: Miguel Cornelio Sánchez Calderón

Demandado: Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura

PRETENSION PROCESAL:

Con su demanda, el accionante pretende lograr su excarcelación después de


haber permanecido más de 111 meses detenido sin que se dicte sentencia en
primera instancia, lo que él considera un exceso, toda vez que se ha sobrepasado
el plazo máximo de prisión preventiva establecido en el artículo 137º del Código
Procesal Penal.
ANTECECENTES

Don Miguel Cornelio Sánchez Calderón interpone, con fecha 27 de setiembre de


2004, acción de hábeas corpus contra la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de Piura solicitando su inmediata excarcelación por haber transcurrido
más de 111 meses de detención judicial, sobrepasando en exceso el plazo
máximo de prisión preventiva previsto en el artículo 137° del aún vigente Código
Procesal Penal, sin haberse dictado sentencia en primera instancia.

El accionante sustenta su pretensión en el hecho que fue detenido por la Policía


Nacional el 01 de junio de 1995, siendo procesado y condenado a la pena de
cadena perpetua; sin embargo, dicho proceso fue declarado nulo en aplicación de
lo dispuesto por el Decreto Legislativo Nº 922-2003, expedido conforme a la
Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente Nº010-2002-AI/TC
y se le instauró un nuevo proceso con mandato de detención, sin que hasta la
fecha de la interposición de la acción de amparo se haya dictado sentencia en
primera instancia.

Efectuada la investigación sumaria, el accionante se ratifica en su demanda y el


Vocal de la Sala Superior Luis Cevallos Vega señala que, en efecto el anterior
juzgamiento al señor Sánchez Calderón fue declarado nulo, al haberse expedido
una sentencia del Tribunal Constitucional, pero, con fecha 16 de mayo de 2003, se
le aperturó un nuevo proceso penal con mandato de detención, de conformidad
con lo establecido en el Decreto Legislativo N° 922, sosteniendo que a partir de
dicha fecha corre el plazo de detención de 36 meses establecido para los delitos
de terrorismo, plazo que aún no había vencido.

CONTROVERSIA JURIDICA RELEVANTE:

Sobre la aplicación del Código Procesal Constitucional (Ley N.° 28237)

El derecho a la de presunción de inocencia.

Derecho a la libertad personal. Derecho de que la prisión preventiva no exceda de


un plazo razonable. Problema de duración de la prisión preventiva.

Las dilaciones indebidas como praxis punible cometida por los órganos del Poder
Judicial.
El proceso de hábeas corpus se promueve con objeto de solicitar del órgano
jurisdiccional la salvaguarda de la libertad corpórea, seguridad personal, integridad
física, psíquica y moral, así como de los demás derechos conexos, así lo ha
establecido el Tribunal Constitucional a través del sentencia recaída en el
Expediente N.° 6253-2006-PHC/TC.

En relación a la acción de habeas corpus que tiene por finalidad establecer el


plazo razonable de la prisión preventiva, el TC ha señalado que si bien el derecho
a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable no encuentra reflejo
en nuestra Constitución, tal derecho es una manifestación implícita del derecho a
la libertad personal reconocido en la Carta Fundamental (art. 2º, 24 de la
Constitución) y se funda en el respeto a la dignidad de la persona.

Dicha interpretación se encuentra sustentada en la Cuarta Disposición Final y


Transitoria de la Carta Magna que ordena que las normas relativas a los derechos
y libertades que la Constitución reconoce se interpreten de conformidad con los
tratados sobre derechos humanos ratificados por el Perú, en los que se reconoce
el derecho de toda persona de ser juzgado dentro de un plazo razonable o ser
puesta en libertad, por tanto ese derecho no puede ser desconocido.

Una vez reconocido el derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo


razonable como una manifestación del derecho a la libertad personal, el que
encuentra su fundamento en el respeto a la dignidad de la personal, el TC analiza
los sistemas de limitación temporal de prisión preventiva, estableciendo que en
nuestro ordenamiento rige el de regulación que sirve de parámetro para el
enjuiciamiento de un caso concreto, como se aprecia al leer el artículo 137° del
Código Procesal Penal que regula el plazo máximo de la detención judicial.

Pero, de acuerdo a lo indicado por el TC, no basta con observar el plazo previsto
en el ordenamiento jurídico penal, sino que es necesario, además, que la duración
de la detención judicial debe ser tan solo la que se considere indispensable para
conseguir la finalidad con la que se ha decretado la prisión preventiva y, si la
medida ya no cumple los fines que les son propios, debe revocarse de inmediato.

Resulta de suma importancia la referencia que hace al TC a los criterios (sentados


por la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos) para valorar si la
duración de la detención judicial ha excedido, o no, el plazo razonable de la
detención judicial. El primero de ellos tiene que ver con la naturaleza y
complejidad de la causa y, el segundo, con la actitud de los protagonistas del
proceso.
Sobre este último aspecto, debe tenerse en cuenta la actividad desplegada por el
órgano judicial, es decir la diligencia y prioridad debida a la tramitación del proceso
en que el inculpado se encuentra en condición de detenido y la propia actividad
procesal del detenido distinguiendo aquellas que representan el ejercicio legítimo
de los derechos que el Estado constitucional permite de la denominada defensa
obstruccionista.

En relación a la actividad desplegada por el órgano jurisdiccional advierte que en


el panorama judicial el hecho que no se decrete la libertad inmediata de un
procesado tras la culminación del plazo máximo de detención obligándole a
permanecer indefinidamente bajo el pretexto de un equivocado concepto de
tramitación judicial, lo que “solo puede significar que se han transgredido todas las
previsiones jurídicas que garantizan un proceso debido o regular, y que dicha
situación ha comprometido, en particular, la eficacia o existencia de uno de
aquellos derechos innominados constitucionalmente, pero, a la par,
consustanciales a los principios del Estado democrático de derecho y al derecho
a la dignidad de la persona reconocidos en el artículo 3° de la Constitución Política
del Estado, como lo es, sin duda, el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas”.

Tal situación, según el TC no sólo puede ser enfrentado con el “consabido” sentido
de responsabilidad de los jueces sino que se debe penalizar aquellas conductas
jurisdiccionales inadecuadas que propician el retardo judicial y que se materializan
en el incumplimiento de dictaminar o sentenciar en los plazos previstos por la ley
de la materia, por lo que exhorta al Congreso de la República a que, en un plazo
razonable dicte la legislación correspondiente

Todos estos aspectos, han sido declarados como vinculantes los respectivos
fundamentos jurídicos de la sentencia expedida por el Tribunal Constitucional.

Si bien, consideramos que la sentencia del TC aborda temas de especial


importancia para determinar la razonabilidad del plazo de la detención judicial, así
como la observancia de los criterios asumidos por el Máximo Intérprete de la
Constitución, en especial el que tiene que ver con el desempeño de los
magistrados del Poder Judicial y el Ministerio Público, llama poderosamente la
atención que el TC no se haya pronunciado sobre el extenso plazo en que el
accionante lleva privado de su libertad (casi diez años) sin que se haya dilucidado
su situación jurídica.

Ello en atención a la prolongada detención del accionante debido a la errática


política criminal que asumió el Estado frente a las acciones terroristas (tipificación
del delito de traición a la patria) cuyas consecuencias son asumidas por el
procesado debió.

En ese sentido, desde nuestro punto de vista el TC, debió pronunciarse sobre la
situación del accionante y su derecho a la presunción de inocencia y el de ser
juzgado en un plazo razonable, aspectos que tienen que ver con la dignidad de la
persona como el propio TC ha señalado.

DECISIONES

La primera instancia declara infundada la demanda, por estimar que, de


conformidad con el artículo 4º del Decreto Legislativo N° 922, el plazo máximo
para aplicar el artículo 137° del Código Procesal Penal se cuenta a partir del auto
de apertura de instrucción, tal como expresamente lo señala, que, en el caso
materia del hábeas corpus es el 16 de mayo de 2003, siendo el plazo máximo de
detención para el delito de terrorismo de 36 meses, el mismo no ha transcurrido en
exceso en el caso del accionante.

La segunda instancia confirmó la sentencia apelada por los mismos fundamentos.

El Tribunal Constitucional, al igual que las instancias inferiores declaró infundada


la acción de habeas corpus, al entender que el plazo máximo de detención de 36
meses debe computarse desde el mandato de detención del nuevo proceso
judicial (16 de mayo de 2003), concluyendo que dicho plazo, en el caso sub
examine no había sobrepasado.

Además, el Tribunal Constitucional exhorta al Congreso de la República a que,


dentro de un plazo razonable, dicte la legislación correspondiente a fin de
penalizar la conducta de los magistrados del Ministerio Público y del Poder Judicial
que incumplan con dictaminar o sentenciar en los plazos previstos por la ley de la
materia.

OPINION

El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable no


encuentra reflejo en nuestra Constitución, tal derecho es una manifestación
implícita del derecho a la libertad personal reconocido en la Carta Fundamental
(art. 2º, 24 de la Constitución) y se funda en el respeto a la dignidad de la
persona.
La duración de la detención judicial debe ser tan solo la que se considere
indispensable para conseguir la finalidad con la que se ha decretado la prisión
preventiva y, si la medida ya no cumple los fines que les son propios, debe
revocarse de inmediato.

El TC con gran tino, se refirió a los criterios (sentados por la doctrina del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos) para valorar si la duración de la detención judicial
ha excedido, o no, el plazo razonable de la detención judicial.

El TC considera que se debe penalizar aquellas conductas jurisdiccionales


inadecuadas que propician el retardo judicial y que se materializan en el
incumplimiento de dictaminar o sentenciar en los plazos previstos por la ley de la
materia.

Si bien, consideramos que la sentencia del TC aborda temas de especial


importancia para determinar la razonabilidad del plazo de la detención judicial, así
como la observancia de los criterios asumidos por el Máximo Intérprete de la
Constitución, en especial el que tiene que ver con el desempeño de los
magistrados del Poder Judicial y el Ministerio Público, llama poderosamente la
atención que el TC no se haya pronunciado sobre el extenso plazo en que el
accionante lleva privado de su libertad (casi diez años) sin que se haya dilucidado
su situación jurídica..

El Tribunal señala que la aplicación inmediata del Código Procesal Constitucional


a los procesos en trámite es posible solo si ello no afecta el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva. De otra parte, se establecen criterios para el dictado del
encarcelamiento preventivo en atención al derecho a la presunción de inocencia.
Se reconoce el "derecho fundamental a que la prisión preventiva no exceda de un
plazo razonable" (razonabilidad del tiempo de detención), derecho complementario
al del "plazo legal máximo de detención" (libertad por haber transcurrido el plazo
máximo de prisión preventiva previsto en la ley). Por último, se indica que al
evaluar la razonablidad del plazo de detención deberá tenerse en cuenta: (a) la
naturaleza y complejidad de la causa y la (b) la actitud de los protagonistas del
proceso (los jueces y los detenidos)
EXP. N.° 3760-2004-AA/TC

LIMA

GASTON ORTIZ ACHA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Ica, a los 18 días del mes de febrero de 2005, el Pleno del Tribunal Constitucional, con la
asistencia de los señores magistrados, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda,
García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Gastón Ortiz Acha contra la resolución de la Tercera
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 43, su fecha 24 de junio de 2004, que
declaró improcedente la acción de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 2 de febrero de 2004, el recurrente interpone acción de amparo en favor de Alberto
Fujimori Fujimori y la dirige contra el Congreso de la República. Refiere que la Resolución
Legislativa N.º 018-2000-CR de fecha 23 de febrero de 2001, mediante la cual se inhabilita a
Alberto Fujimori Fujimori para ejercer funciones públicas por un período de diez años, resulta
atentatoria a los derechos fundamentales de participar en la vida pública de la Nación, de elegir y
ser elegido y de la presunción de inocencia. Señala, también, que según el artículo 33° de la
Constitución el ejercicio de la ciudadanía sólo puede suspenderse mediante sentencia judicial
condenatoria con inhabilitación de derechos políticos.

Alega que la referida resolución carece de sustento jurídico, toda vez que mediante Resolución
Legislativa N.º 0-009-2000-CR de fecha 21 de noviembre de 2000 se declaró la vacancia de la
Presidencia de la República, por lo que no le era aplicable la inhabilitación, pues según lo dispuesto
en el artículo 100° de la Constitución, dicha sanción se aplica a determinados funcionarios
señalados en el artículo 99° de la Constitución, entre los cuales encuentra el Presidente de la
República. Sin embargo, señala que al momento de ser sancionado, Fujimori ya no contaba con
dicha condición, al haber sido vacado de la presidencia de la República.
El 44º Juzgado Civil de Lima, con fecha 3 de febrero de 2004 declaró improcedente la acción de
amparo por considerar que ha operado el plazo de 60 días hábiles para accionar, previsto en el
artículo 37° de la Ley N.º 23506.

La recurrida confirmó la apelada por el mismo fundamento.

FUNDAMENTOS

1. Legitimidad del tercero demandante

La presente demanda no ha sido interpuesta por el presunto afectado. El demandante, valiéndose de


lo dispuesto en el artículo 26° de la Ley N.º 23506 que permite la interposición de la acción de
amparo por un tercero sin necesidad de poder expreso en caso de que el presunto afectado se
encuentre en imposibilidad física de accionar, ha entablado el presente proceso de amparo en favor
de Alberto Fujimori Fujimori.

Si bien es cierto que el presunto afectado se encuentra prófugo de la justicia del país, lo que habilita
la interposición de la acción de amparo por terceras personas sin la exigencia de un poder expreso
para ello, es necesario señalar que la ausencia del presunto afectado se debe única y exclusivamente
a su voluntad, no existiendo, como ciudadano, impedimento legal alguno para que retorne al Perú;
por el contrario, existe el requerimiento judicial y congresal para que se apersone al país para
cumplir con sus obligaciones constitucionales y legales.

2. La acusación constitucional contra el ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori

Como se recordará, el ex Presidente de la República, con fecha 13 de noviembre del año 2000
partió rumbo a Brunei y Panamá, para participar en la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación
Asia Pacífico (APEC) y en la Décima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, respectivamente.

Ello, además de ser un asunto de público conocimiento, consta en la Resolución Suprema N.º 509-
2000-PCM, publicada en el Diario Oficial El Peruano con fecha 14 de noviembre del año 2000,
mediante la cual se resolvió encargar el despacho de la Presidencia de la República al
Vicepresidente entre los días 13 y 18 de noviembre de 2000.

Al llegar al continente asiático canceló su participación en la cumbre de Jefes de Estado a celebrarse


en Panamá y se dirigió al Japón, desde el cual, con fecha 19 de noviembre, remitió su renuncia a la
Presidencia de la República mediante correo electrónico.
Ante estos hechos, doce congresistas de la República presentaron, el 30 de noviembre de 2000, una
denuncia contra el ex Presidente de la República, Alberto Fujimori Fujimori, por infracción de los
artículos 38º y 118º inciso 1) de la Constitución e incumplimiento de la Ley N.° 26656 y la
Resolución Legislativa 27355.

Asimismo, el congresista Henry Pease García, el 18 de enero de 2001, interpuso, también, denuncia
constitucional contra el referido ex Presidente de la República por infracción a los artículos 45º y
97º de la Constitución del Estado y la comisión de los delitos de usurpación de funciones, abandono
del cargo. Dichas denuncias fueron acumuladas en un solo proceso.

En el proceso constitucional se estableció que el ex Presidente, don Alberto Fujimori Fujimori, el


día 11 de noviembre de 2000 salió del país con destino a Brunei, para participar en la Cumbre de
Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, la cual se realizaría entre el 15 y 16 de
noviembre. Luego tendría que dirigirse a Panamá para participar en la Décima Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado. A esta reunión nunca llegó.

El ex Presidente, luego de realizar algunas escalas no autorizadas ni explicadas, arribó a Brunei el


día 15 de noviembre y abandono dicho país al día siguiente, antes que finalizara el Foro y luego se
dirigió a Tokio, Japón, donde permanece hasta la fecha. Desde allí el 19 de noviembre de 2000 dio
a conocer al Perú su decisión de renunciar al cargo de Presidente de la República.

Comprobados los hechos de Alberto Fujimori Fujimori, tanto de su viaje ilegal al Japón así como la
decisión de no regresar al Perú –que se confirma hasta la fecha–, y el abandono del cargo de
Presidente de la República desde dicho país oriental, la Comisión Investigadora del Congreso
concluyó que el ex Presidente incurrió en infracción de la Constitución en sus artículos 38º y 118º y
en la comisión de delitos tipificados en los artículos 377° y 380° del Código.

El Pleno del Congreso de la República, con el informe de la Comisión Investigadora y conforme a


los mandatos de los artículos 99º y 100º de la Constitución y el artículo 89° del Reglamento del
Congreso de la República aprobó la Resolución Legislativa Nº 018-2000-CR, de fecha 23 de
febrero de 2001, inhabilitando a don Alberto Fujimori Fujimori, ex Presidente de la República, para
el ejercicio de toda función pública por diez años.

A este respecto, el Tribunal Constitucional considera que mientras no sea derogada por el Congreso,
o declarada la inconstitucionalidad de dicha Resolución Legislativa, ésta produce plenos efectos.
3. Sobre la petición del accionante

En cuanto al fondo del asunto, el accionante fundamenta su pretensión alegando que el beneficiario
de la presente acción no podía ser pasible de la sanción de inhabilitación por cuanto al momento de
ser sancionado ya no contaba con la calidad de Presidente de la República, toda vez que mediante la
Resolución Legislativa N.º 0-009-2000-CR ya se había declarado la vacancia de la Presidencia de la
República y, en consecuencia, no podía ser pasible de inhabilitación.

Este Colegiado considera que, si bien es cierto constituye un requisito indispensable para ser pasible
de la sanción de inhabilitación, prevista en el artículo 100° de la Constitución, el ser uno de los
funcionarios previstos en el artículo 99° de la Constitución, ello no implica, necesariamente, que el
funcionario acusado deba encontrarse en ejercicio de sus funciones, sino que los delitos de función
y la infracción constitucional que son materia de acusación hayan tenido lugar con ocasión de haber
ocupado el cargo público.

Ello es aún más evidente en el caso del Presidente de la República, pues, de acuerdo con el artículo
117° de la Constitución, el Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su mandato,
por traición a la patria, por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o
municipales, por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134° de la
Constitución, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones y
otros organismos del sistema electoral.

Por tanto, las acusaciones que se fundamentan en la comisión de otros delitos e infracciones
constitucionales tendrán lugar, evidentemente, una vez que el Presidente de la República ha
concluido su mandato constitucional o cuando se declara la vacancia de la Presidencia de la
República de acuerdo con el artículo 113° de la Constitución Política.

El ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori tiene la calidad de inculpado en numerosos procesos


penales y se ha solicitado, en alguno de ellos, su extradición judicial. Debe retornar al Perú no sólo
para ejercitar su defensa, con las garantías del debido proceso y la tutela jurisdiccional que le
concede el Estado Democrático y Social de Derecho, en el que hay separación de poderes, sino para
ratificar la demanda de amparo materia de este proceso.

4. La Resolución Legislativa N.º 018-2000-CR: Régimen constitucional y reglamentario

12. Una de las funciones esenciales de los Parlamentos contemporáneos es la función de control
político. Para ello, el Congreso de la República cuenta con diversos mecanismos que le permiten
realizar dicho control. Precisamente, uno de esos instrumentos es el juicio político, el cual está
previsto en el artículo 100° de la Constitución Política de 1993.

13. En efecto, el artículo 100° establece que “Corresponde al Congreso de la República, sin
participación de la Comisión Permanente, suspender o no al funcionario acusado o inhabilitarlo para
el ejercicio de la función pública hasta por diez años, o destituirlo de su función sin perjuicio de
cualquiera otra responsabilidad”.

14. Del mismo modo, el artículo 89° del Reglamento de Congreso de la República desarrolla el
procedimiento para realizar el juicio político, pudiendo el Pleno del Congreso de la República
acordar la sanción de “suspensión, inhabilitación o destitución por infracción constitucional”.

5. Contenido de la inhabilitación política

15. Tanto del artículo 100° de la Constitución como del artículo 89° del Reglamento del Congreso
se infiere que el Congreso de la República puede imponer, luego de realizado el procedimiento de
acusación constitucional, sanciones políticas que pueden manifestarse de tres formas: 1) la
suspensión, 2) la inhabilitación o 3) la destitución del funcionario público.

16. En lo que respecta al presente informe, es del caso señalar que corresponde analizar,
propiamente, el contendido de la sanción de inhabilitación política que impone el Congreso a un
funcionario público. En este sentido es del caso analizar cuál es el contenido de esta sanción y
cuáles son sus alcances.

17. En principio cabe señalar que la inhabilitación política es una sanción política discrecional pero
sujeta a criterios de razonabilidad constitucional, que impone el Congreso de la República. Esto lo
hace distinta, precisamente por su naturaleza, a la inhabilitación penal (prevista en el artículo 36°
del Código Penal) y a la inhabilitación administrativa (según establece el artículo 30 de la Ley de la
Carrera Administrativa, el artículo 159° de su Reglamento y la Ley Marco del Empleo Público), las
cuales son de carácter estrictamente jurídicos.

18. En tal sentido la inhabilitación política es una sanción política que impone el Congreso de la
República a los más altos funcionarios del Estado comprendidos en el artículo 99° de la
Constitución por infracción a la Constitución y por los delitos competidos en el ejercicio de sus
funciones, los mismos que sólo comportan una restricción en el ejercicio de los derechos políticos
del funcionario que sea sancionado.
6. Alcances y efectos de la inhabilitación política

19. La inhabilitación política despliega sus efectos sobre los derechos políticos que son aquellos
mediante los cuales los ciudadanos participan en la formación y dirección de las actividades del
Estado; son, por tanto, derechos que permiten a los ciudadanos participar en la vida política y
pública.

20. Ahora bien, la inhabilitación política incide sobre estos derechos en dos ámbitos: material y
temporal. En el aspecto sustantivo, los efectos de la inhabilitación impiden al funcionario público
sancionado ejercer el derecho de sufragio (elegir y ser elegido), el derecho de participación y el
derecho a fundar, organizar, pertenecer o representar a una organización o partido político,
movimiento o alianza.

21. Dentro del ámbito temporal, el Congreso de la República puede inhabilitar al funcionario
público “hasta por diez años”(artículo 100° de la Constitución), lo cual implica que el Congreso
tiene discrecionalidad, dentro de los límites que establece la Constitución y el Reglamento del
Congreso, para definir el tiempo durante el cual el funcionario quedará inhabilitado para ejercer sus
derechos políticos.

Para el Tribunal Constitucional, esta limitación en el ejercicio de toda función pública no afecta al
contenido constitucionalmente protegido de dicho derecho, porque su imposición es razonable y
proporcional al daño constitucional cometido. Atribución que el poder constituyente le otorga al
Congreso de la República en la Constitución Política, en tanto que él ocupa, dentro del
ordenamiento constitucional, una función de tutela de los principios y valores democráticos.

22. La Resolución Legislativa N.º 018-2000-CR dispone una inhabilitación del ex Presidente de la
República, don Alberto Fujimori Fujimori, por el tiempo de diez años, para el ejercicio de “toda
función pública”, y restringe, por ese lapso, el ejercicio de su derecho de acceso a los cargos
públicos. Tal restricción ha de operar tanto por lo que se refiere al acceso a los cargos públicos
derivados de elección, como al de acceso mediante concurso público o de designación; en
consecuencia, se encuentra inhabilitado para postular, concursar y en general acceder a cualquier
cargo o función pública durante el período a que se refiere la resolución legislativa ya referida.

7. Control jurisdiccional de la sanción de inhabilitación política

23. Dentro del marco del principio de división de poderes se garantiza la independencia y
autonomía de los órganos del Estado. Ello, sin embargo, no significa en modo alguno que dichos
órganos actúan de manera aislada y como compartimentos estancos; si no que exige también el
control y balance (check and balance) entre los órganos del Estado.

24. En tal sentido, la facultad de imponer sanciones políticas por parte del Congreso es una facultad
privativa y discrecional de él; pero, tal discrecionalidad es posible sólo dentro de los límites que se
derivan de la propia Constitución y del principio de razonabilidad y proporcionalidad.

25. De ahí que, como ningún poder constituido esta por encima del poder constituyente que se
expresa jurídicamente en la Constitución, sea posible el control jurisdiccional de los actos que
realiza el Parlamento para imponer sanciones, cuando de ellos devenga una afectación al debido
proceso parlamentario y la violación de los derechos fundamentales.

26. Si bien este Tribunal mediante sentencia recaída en el proceso de inconstitucionalidad N.º 006-
2003-AI/TC ha hecho precisiones sobre el sentido de los artículos 99° y 100° de la Constitución,
referidos al antejuicio y al juicio político, no es posible extender tales criterios a supuestos
acaecidos antes de la referida sentencia.

27. En efecto, mediante Resolución aclaratoria de fecha 9 de diciembre de 2003 este Tribunal
precisó que no es posible deducir que la aplicación en el pasado de los artículos 99° y 100° de la
Constitución en un sentido distinto a los criterios expuestos en la referida sentencia, sea
inconstitucional, puesto que dicha aplicación, strictu sensu, no era contraria a ninguna de las
disposiciones constitucionales.

Tal como lo señaló este Tribunal “Lo que ocurre es que por virtud de la sentencia, debe entenderse
que se ha operado una mutación constitucional en la interpretación de los artículos 99° y 100° de la
Constitución, quedando en el futuro proscrita su aplicación en un sentido distinto del que surge de
la sentencia, bajo sanción de reputársele inconstitucional”. Asimismo, tal como lo señala este
Tribunal en la referida resolución “(...) la sentencia materia de la presente resolución, no puede
deducirse efecto retroactivo de ningún orden, puesto que en la misma no se ha declarado la
inconstitucionalidad de norma legal alguna”.

Esta sentencia tiene efectos jurídicos vinculantes para todos los poderes y organismos públicos, de
acuerdo al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la Constitución Política del
Perú le confiere,
HA RESUELTO

1. Declarar infundada la acción de amparo de autos.

2. Forman parte del fallo los fundamentos N.°s 8, 21 y 22.

3. Poner esta sentencia en conocimiento de los Poderes Legislativo y Judicial y del Jurado
Nacional de Elecciones, para los efectos de ley.

SS

ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. Nº 3760-2004-AA/TC (18/02/2005). GASTÓN ORTIZ ACHA
VS. CONGRESO DE LA REPÚBLICA

El Tribunal hace un reconocimiento expreso de los efectos y la validez de la


inhabilitación política del ex Presidente Alberto Fujimori, aprobada por el Congreso
de la República. Asimismo, precisa que la inhabilitación política recae en altos
funcionarios públicos por delitos de función o infracciones a la Constitución
cometidos durante el ejercicio del cargo, aunque al momento de imponerse la
sanción el acusado ya no se encuentre en ejercicio de funciones. Finalmente, se
precisa la naturaleza, efectos y alcances de la sanción de inhabilitación política.

Tanto del artículo 100° de la Constitución como del artículo 89° del Reglamento
del Congreso se infiere que el Congreso de la República puede imponer, luego de
realizado el procedimiento de acusación constitucional, sanciones políticas que
pueden manifestarse de tres formas: 1) la suspensión, 2) la inhabilitación o 3) la
destitución del funcionario público.

En lo que respecta al presente analisis, es del caso señalar que corresponde


analizar, propiamente, el contendido de la sanción de inhabilitación política que
impone el Congreso a un funcionario público. En este sentido es del caso analizar
cuál es el contenido de esta sanción y cuáles son sus alcances.

En principio cabe señalar que la inhabilitación política es una sanción política


discrecional pero sujeta a criterios de razonabilidad constitucional, que impone el
Congreso de la República. Esto lo hace distinta, precisamente por su naturaleza, a
la inhabilitación penal (prevista en el artículo 36° del Código Penal) y a la
inhabilitación administrativa (según establece el artículo 30 de la Ley de la Carrera
Administrativa, el artículo 159° de su Reglamento y la Ley Marco del Empleo
Público), las cuales son de carácter estrictamente jurídicos.
EXP.N.°1150-2004-AA/TC
LIMA
BANCO DE LA NACIÓN

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de abril de 2005, el pleno jurisdiccional del Tribunal
Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli
Lartirigoyen, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por el Banco de la Nación, representado por don


Héctor Manuel Rodríguez Mundaca, contra la resolución de la Sala de Derecho
Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 116, su
fecha 26 de setiembre de 2003, que declara improcedente la demanda de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de febrero de 2002, el recurrente interpone demanda de amparo contra


EsSalud y contra la titular del Quincuagésimo Segundo Juzgado “A” Civil Corporativo de
Lima, doctora Mariella Chiriboga Mendoza, solicitando que se deje sin efecto la
Resolución N.° 581, de fecha 28 de diciembre de 2001, por considerar que se han
vulnerado sus derechos constitucionales al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
efectiva.

Alega que no ha sido ni es parte en el proceso judicial seguido por la Asociación de


Trabajadores Renunciantes del Instituto Peruano de Seguridad Social (ATRIPPS) con el
Instituto Peruano de Salud (IPSS), ahora EsSalud, sobre Pago de Reintegros y
Remuneraciones Insolutas, en el que se dictó la Resolución N.°581, en virtud de la cual se
le ordenó el pago de intereses de un cheque girado a favor del IPSS. Sostiene, además, que
existe prohibición legal expresa para dicho abono, conforme lo establece el artículo 181º de
la actual Ley de Títulos Valores N.° 27287.

La Procuradora Pública encargada de los asuntos judiciales del Poder Judicial


contesta la demanda solicitando que se la declare infundada por carecer de verosimilitud y
de fundamentos de hecho y de derecho que sustenten su pretensión, agregando que el
demandante no ha demostrado, fehacientemente, la alegada violación de sus derechos, y
que el proceso de amparo no es la vía idónea para declarar la nulidad de resoluciones
judiciales, como pretende el demandante.

EsSalud, por otra parte, afirma que en el proceso civil en que se expidió la
resolución cuestionada no se exigió el pago de intereses de un cheque o título valor, sino el
pago de intereses por los cinco años durante los cuales su depósito de dinero fue
usufructuado por el Banco de la Nación.

La Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 30 de


setiembre de 2002, declara infundada la excepción de caducidad e improcedente la
demanda, estimando que no se violó el derecho constitucional al debido proceso, ya que el
demandante fue correctamente notificado con la Resolución N.° 581, no obstante lo cual
interpuso su recurso de apelación fuera del plazo de ley, razón por la cual fue declarado
improcedente.

La recurrida confirma la apelada argumentando que las acciones de garantía no


proceden contra resoluciones judiciales o arbitrales emanadas de proceso regular.

FUNDAMENTOS

1. 1. Inicialmente, es pertinente examinar si el Tribunal Constitucional es competente


para analizar un proceso que contraponga los intereses de dos entidades de derecho
público. La demanda en el presente caso ha sido presentada por el Banco de la Nación y
dirigida básicamente contra el Seguro Social de Salud, ESSALUD, ex IPSS. Según el
artículo 6 inciso 4 de la Ley 23506, aplicable al caso concreto, no proceden las acciones
de garantía “de las dependencias administrativas, incluyendo las empresas públicas,
contra los Poderes del Estado y los organismos creados por la Constitución, por los
actos efectuados en el ejercicio regular de sus funciones”. Contrario sensu, se observa
que sí proceden los procesos constitucionales entre tales entidades en caso de que la
actividad de la demandada no haya sido efectuada en el ejercicio regular de sus
funciones, tal como se critica a ESSALUD. Es más, ya en anterior oportunidad
(Sentencia del Expediente 918-98-AC/TC), este Colegiado se ha considerado
competente para revisar un proceso iniciado por el Fondo Metropolitano de Inversiones
– INVERMET, y dirigido contra la Municipalidad Distrital de Lince. Por estas
consideraciones, en el presente caso, la relación jurídica procesal constitucional queda
plenamente establecida entre demandante y demandada, más aún si la pretensión está
dirigida a la tutela objetiva de derechos fundamentales, correspondiendo, por lo tanto,
entrar a decidir sobre el fondo del asunto.

2. 2. La resolución que se alega como vulneratoria de derechos, y que da origen al


presente proceso de amparo, fue expedida por el Quincuagésimo Segundo Juzgado “A”
Civil Corporativo de Lima, en los seguidos por la Asociación de Trabajadores
Renunciantes del IPSS con el Instituto Peruano de Seguridad Social, sobre pago de
reintegros y remuneraciones insolutas, proceso en el cual, se dispuso trabar embargo
sobre las cuentas de propiedad de la demandada.

3. 3. Ejecutada la medida de embargo sobre una cuenta que poseía el IPSS en una
entidad bancaria, el dinero fue depositado en el Banco de la Nación, el cual, como
consecuencia de dicho acto procesal, adquirió la condición de depositario. El Juzgado,
posteriormente, en cumplimiento de una resolución de la Corte Suprema de la
República, dispuso la devolución del dinero objeto del depósito, notificando al Banco
de la Nación para que procediera conforme a lo resuelto por dicho órgano
jurisdiccional.

4. 4. Es en esta etapa del referido proceso en que se involucra al Banco de la Nación,


que, como depositario, no es parte de la relación jurídico procesal establecida
originalmente entre ATRIPPS - IPSS. En efecto, el juzgado dispuso, a pedido del IPSS
y en mérito de la resolución de fecha 28 de diciembre de 2001, cuestionada en este
proceso de amparo, no sólo la restitución de los fondos embargados, sino también el
pago de los intereses que considera se han devengado en su favor. La resolución aludida
no es consecuencia de la sentencia dictada en tales autos, razón por la cual el Banco de
la Nación ha impugnado la obligación de pago que se le exige.

5. 5. Este Colegiado considera que la obligación de pago de intereses exigido por el


IPSS, actualmente ESSALUD, debe ser necesariamente materia de un proceso en el que
sea debidamente emplazado el Banco de la Nación y en el que se determine, mediante
sentencia firme, la procedencia de dicha obligación.

6. 6. Uno de los derechos constitucionales que forman parte del debido proceso es el
derecho de defensa, reconocido en el inciso 14) del artículo 139° de la Constitución. El
Tribunal ha declarado que “El debido proceso está concebido como el cumplimiento de
todas las garantías y normas de orden público que deban aplicarse a todos los casos y
procedimientos existentes en el Derecho” (STC 071-2002-AA/TC), y que “Por virtud
de él se garantiza que las personas, en la determinación de sus Derechos y Obligaciones
cualquiera [que] sea su naturaleza (civil, mercantil, penal, laboral etc.), no queden en
estado de indefensión” (STC 1230-2002-AA/TC). Dicho derecho garantiza, entre otras
cosas, que las personas que intervienen en un proceso tengan la posibilidad de poder
presentar las pruebas necesarias para acreditar los hechos que sirven de base a su
pretensión.

7. 7. Marcial Rubio Correa comenta que “Para el Tribunal Constitucional el debido


proceso, por consiguiente, incluye todas las normas constitucionales de forma y de
fondo aplicables, así como las principales disposiciones de legislación de jerarquía
inferior que contribuyen a garantizar la aplicación de los derechos constitucionales. No
es un concepto restrictivo sino extensivo.” (“La Interpretación de la Constitución según
el Tribunal Constitucional”, PUCP, Fondo Editorial, pag. 315).

8. 8. En ese sentido, este Tribunal estima que se ha producido una violación del
derecho de defensa.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional con la autoridad que le confiere la


Constitución Política de Perú

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda de amparo; en consecuencia, nula la resolución N.º 581,


de fecha 28 de diciembre de 2001, y nulo todo lo actuado respecto a la liquidación y pago
de intereses a cargo del Banco de la Nación, dejando a salvo el derecho que pueda
corresponder a EsSalud para que lo haga valer conforme a ley.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI

BARDELLI LATIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
ANALISIS DEL EXP. Nº 1150-2004-PA/TC (03/05/2005). BANCO DE LA
NACIÓN VS. ES SALUD Y QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO JUZGADO CIVIL
CORPORATIVO DE LIMA

La Constitución Política, en su artículo 41º, regula las especiales obligaciones de


los funcionarios y servidores públicos que administran o manejan fondos del
Estado, reservando a la ley la previsión de las concretas responsabilidades de
dichos funcionarios, las que incluso, atendiendo a la gravedad de los hechos,
pueden revestir alcances penales.

.Marcial Rubio Correa comenta que “Para el Tribunal Constitucional el debido


proceso, por consiguiente, incluye todas las normas constitucionales de forma y de
fondo aplicables, así como las principales disposiciones de legislación de jerarquía
inferior que contribuyen a garantizar la aplicación de los derechos constitucionales.
No es un concepto restrictivo sino extensivo.” (“La Interpretación de la Constitución
según el Tribunal Constitucional”, PUCP, Fondo Editorial, pag. 315).

En tal sentido, en caso de que en el proceso que tendrá lugar como consecuencia
de la expedición de la presente sentencia se determinen responsabilidades
concretas de funcionarios públicos de la entidad bancaria recurrente, deberán
aplicarse las sanciones administratrivas y/o penales que por ley correspondan.

El Tribunal establece su competencia para conocer procesos constitucionales


entre entidades de derecho público (en aplicación de la Ley N.º 23506, norma
procesal anterior al CPConst.), cuando la demanda esté dirigida a la tutela objetiva
de derechos fundamentales; tal es el caso del derecho de defensa, que integra el
derecho al debido proceso. Se precisa, además, que forma parte del contenido del
derecho de defensa el que las partes, en un proceso, puedan presentar las
pruebas necesarias para acreditar los hechos que sirven de base a su pretensión.
EXP. N.° 0168-2005-PC/TC

DEL SANTA

MAXIMILIANO VILLANUEVA
VALVERDE

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de setiembre de 2005, el Tribunal Constitucional en


sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Maximiliano Villanueva Valverde


contra la sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia del Santa, de fojas 110,
su fecha 4 de noviembre de 2004, que declaró improcedente la demanda de cumplimiento
de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de octubre de 2003, el recurrente interpone acción de cumplimiento


contra la Oficina de Normalización (ONP) solicitando que se cumpla con determinar y
ejecutar el pago de su pensión inicial de conformidad con lo dispuesto por la Ley N.°
23908, que establece una pensión mínima no menor de tres remuneraciones mínimas
vitales, así como que se ordene el reintegro de las pensiones devengadas y sus respectivos
intereses legales.

La ONP contesta la demanda solicitando que sea declarada improcedente. Alega que
la Ley N.º 23908 estableció el monto mínimo de la pensión en tres sueldos mínimos vitales,
pero no dispuso que fuera, como mínimo, tres veces más que el básico de un servidor en
actividad, el cual nunca llegó a ser igual al Ingreso Mínimo Legal, que estaba compuesto
por el Sueldo Mínimo Vital más las bonificaciones por costo de vida y suplementaria.
Añade que dicha norma fue derogada.

El Primer Juzgado Civil de la Corte Superior del Santa, con fecha 5 de abril de
2004, declaró fundada la demanda estimando que el recurrente adquirió los derechos
reconocidos por la Ley N.° 23908, puesto que se encontraba vigente cuando aquél obtuvo
su pensión.

La recurrida, revocando la apelada, declaró improcedente la demanda,


argumentando que el recurrente no alcanzó el punto de contingencia antes del 19 de
diciembre de 1992, fecha en que se derogó la Ley N.° 23908.

FUNDAMENTOS

1. 1. Considerando que, de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, mediante el presente caso el Tribunal Constitucional
establecerá precedentes de carácter obligatorio para la procedencia de los procesos de
cumplimiento, con carácter previo a la resolución del caso concreto se fundamentarán
las razones que sustentan la adopción de los nuevos criterios que se tomarán en cuenta a
partir de la fecha.

Carácter normativo de la Constitución y procesos constitucionales

2. 2. Desde el punto de vista doctrinario, es posible considerar que existen temas de


naturaleza propiamente constitucionales y otros que, sin tener tal condición, son
incorporados a la Constitución por el constituyente. Sin embargo, desde la perspectiva
de la justicia constitucional, que es la que le compete al Tribunal Constitucional, y a fin
de preservar la supremacía jurídica de la Constitución, con arreglo a los artículos 45.° y
51.° de la Carta Magna, es indispensable reiterar el carácter normativo de la
Constitución en su conjunto que, obviamente, abarca todas las materias que ella regula.

3. 3. La Constitución es un ordenamiento que posee fuerza normativa y vinculante; por


ende, la materia constitucional será toda la contenida en ella, y “lo constitucional”
derivará de su incorporación en la Constitución. Así lo ha entendido el Tribunal
Constitucional, a lo largo de su funcionamiento, en la resolución de los diferentes casos
que ha tenido oportunidad de conocer (no sólo en los procesos de inconstitucionalidad y
en los procesos competenciales, sino también en los procesos constitucionales de
protección de los derechos fundamentales), donde ha evaluado vulneraciones a la
Constitución de la más diversa índole y en las cuales el único requisito para tal examen
consistía en que la controversia se fundara en una violación de algún principio, valor o
disposición de la Constitución.

El Proceso de Cumplimiento en el modelo de jurisdicción constitucional de la Constitución


de 1993

4. 4. Atendiendo a las consideraciones expuestas es que debemos interpretar las normas


contenidas en el Título V de la Constitución, relativas a las garantías constitucionales o
procesos constitucionales. En efecto, el planteamiento descrito líneas arriba se confirma
con el artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, relativo a los
alcances de dicho cuerpo legal, que señala que tal Código “(...) regula los procesos
constitucionales de hábeas corpus, amparo, hábeas data, cumplimiento,
inconstitucionalidad, acción popular y los conflictos de competencia, previstos en los
artículos 200 y 202 inciso 3) de la Constitución”. Consiguientemente, el Código
Procesal Constitucional acatando el mandato constitucional, reconoce al proceso de
cumplimiento su carácter de proceso constitucional.

5. 5. Ahora bien, conforme al artículo II del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, los procesos constitucionales tienen, entre sus fines esenciales, los de
garantizar la supremacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
constitucionales que son posibles, o se concretizan, a través de las finalidades
específicas de cada uno de los procesos constitucionales. Por tanto, para configurar el
perfil exacto del proceso de cumplimiento, garantizando la autonomía de cada uno de
los procesos constitucionales que protegen derechos constitucionales (amparo, hábeas
corpus y hábeas data), debemos precisar, dentro del marco del artículo II del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, como es que mediante el proceso de
cumplimiento se alcanzan los fines comunes a los procesos constitucionales.

6. 6. Para ello, es necesario tener presente que el artículo 3.°, concordante con el
artículo 43.° de la Constitución, dispone que la enumeración de los derechos
establecidos en su capítulo I del Título I no excluye los demás que la Constitución
garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o
en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la
forma republicana de gobierno. (Véase Exp. N.° 2488-HC, fundamento 12).

7. 7. En efecto, conforme a los principios de soberanía del pueblo (artículo 45.° de la


Constitución) y de forma republicana de gobierno, al carácter social y democrático de
nuestro Estado (artículo 43.° de la Constitución), y al principio de jerarquía normativa
(artículo 51.° de la Constitución), el respeto al sistema de fuentes de nuestro
ordenamiento jurídico, donde se incluyen las decisiones de este Tribunal
Constitucional, constituye uno de los valores preeminentes de todo sistema democrático
por donde los poderes públicos y los ciudadanos deben guiar su conducta por el
derecho.

8. 8. Por tanto, el control de la regularidad del sistema jurídico en su integridad


constituye un principio constitucional básico en nuestro ordenamiento jurídico nacional
que fundamenta la constitucionalidad de los actos legislativos y de los actos
administrativos (ambos en su dimensión objetiva), procurándose que su vigencia sea
conforme a dicho principio. Sin embargo, no sólo basta que una norma de rango legal o
un acto administrativo sea aprobado cumpliendo los requisitos de forma y fondo que le
impone la Constitución, las normas del bloque de constitucionalidad o la ley, según sea
el caso, y que tengan vigencia; es indispensable, también, que aquellas sean eficaces.

9. 9. Es sobre la base de esta última dimensión que, conforme a los artículos 3.°, 43.° y
45.° de la Constitución, el Tribunal Constitucional reconoce la configuración del
derecho constitucional a asegurar y exigir la eficacia de las normas legales y de los
actos administrativos. Por tanto, cuando una autoridad o funcionario es renuente a
acatar una norma legal o un acto administrativo que incide en los derechos de las
personas o, incluso, cuando se trate de los casos a que se refiere el artículo 65.° del
Código Procesal Constitucional (relativos a la defensa de los derechos con intereses
difusos o colectivos en el proceso de cumplimiento), surge el derecho de defender la
eficacia de las normas legales y actos administrativos a través del proceso
constitucional de cumplimiento.

10. 10. En efecto, el inciso 6.° del artículo 200.° de la Constitución establece que el
proceso de cumplimiento procede contra cualquier autoridad o funcionario renuente a
acatar una norma legal o un acto administrativo, sin perjuicio de las responsabilidades
de ley. Como hemos expuesto precedentemente, el acatamiento de una norma legal o un
acto administrativo tiene su más importante manifestación en el nivel de su eficacia. Por
tanto, así como el proceso de hábeas data tiene por objeto esencial la protección de los
derechos a la intimidad, acceso a la información pública y autodeterminación
informativa, el proceso de cumplimiento tiene como finalidad proteger el derecho
constitucional de defender la eficacia de las normas legales y actos administrativos.

11. 11. Con este proceso constitucional el Estado social y democrático de derecho que
reconoce la Constitución (artículos 3.° y 43.°), el deber de los peruanos de respetar y
cumplir la Constitución y el ordenamiento jurídico (artículo 38.°) y la jerarquía
normativa de nuestro ordenamiento jurídico (artículo 51.°) serán reales, porque, en caso
de la renuencia de las autoridades o funcionarios a acatar una norma legal o un acto
administrativo, los ciudadanos tendrán un mecanismo de protección destinado a lograr
su acatamiento y, por ende, su eficacia.
Requisitos comunes de la norma legal y del acto administrativo para que sean exigibles a
través del proceso de cumplimiento

12. 12. Es así que desde la línea argumental descrita en el artículo 66.° del Código Procesal
Constitucional, el objeto de este tipo de procesos será ordenar que el funcionario o
autoridad pública renuente: 1) dé cumplimiento, en cada caso concreto, a una norma
legal, o ejecute un acto administrativo firme; o 2) se pronuncie expresamente cuando las
normas legales le ordenan emitir una resolución o dictar un reglamento. En ambos
casos, el Tribunal Constitucional considera que para la procedencia del proceso de
cumplimiento, además de acreditarse la renuencia del funcionario o autoridad pública,
deberán tenerse en cuenta las características mínimas comunes del mandato de la norma
legal, del acto administrativo y de la orden de emisión de una resolución o de un
reglamento, a fin de que el proceso de cumplimiento prospere, puesto que de no reunir
tales características, además de los supuestos contemplados en el artículo 70.° del
Código Procesal Constitucional, la vía del referido proceso no será la idónea.

13. 13. Sobre las características mínimas comunes de la norma legal o del acto
administrativo cuyo cumplimiento se exige, este Colegiado ha afirmado que “(...) debe
tratarse de un mandato que sea de obligatorio cumplimiento, que sea incondicional y,
tratándose de los condicionales, que se haya acreditado haber satisfecho las
condiciones; asimismo, que se trate de un mandato cierto o líquido, es decir, susceptible
de inferirse indubitablemente de la ley o del acto administrativo que lo contiene y, (...)
que se encuentre vigente”. (Exp. N.° 0191-2003-AC, fundamento 6).

14. 14. Para que el cumplimiento de la norma legal, la ejecución del acto administrativo y
la orden de emisión de una resolución sean exigibles a través del proceso de
cumplimiento, además de la renuencia del funcionario o autoridad pública, el mandato
contenido en aquellos deberá contar con los siguientes requisitos mínimos comunes:

a) a) Ser un mandato vigente.


b) b) Ser un mandato cierto y claro, es decir, debe inferirse indubitablemente de la
norma legal o del acto administrativo.
c) c) No estar sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares.
d) d) Ser de ineludible y obligatorio cumplimiento.
e) e) Ser incondicional.

Excepcionalmente, podrá tratarse de un mandato condicional, siempre y cuando su

satisfacción no sea compleja y no requiera de actuación probatoria.


Adicionalmente, para el caso del cumplimiento de los actos administrativos, además de
los requisitos mínimos comunes mencionados, en tales actos se deberá:

f) f) Reconocer un derecho incuestionable del reclamante.


g) g) Permitir individualizar al beneficiario.

15. 15. Estos requisitos mínimos se justifican porque el proceso de cumplimiento, diseñado
por nuestra Constitución y el Código Procesal Constitucional, dado su carácter sumario
y breve, no es el adecuado para discutir los contenidos de normas generales cuyos
mandatos no tienen las características mínimas a que hemos hecho referencia, o de
normas legales superpuestas que remiten a otras, y estas a su vez a otras, lo cual implica
una actividad interpretativa compleja que, en rigor, debe llevarse a cabo a través de las
vías procedimentales específicas.

16. 16. Del mismo modo, en este tipo de procesos el funcionario o autoridad pública tiene
un deber absoluto de acatamiento de la norma legal o del acto administrativo, no siendo
posible ningún tipo de discrecionalidad de su parte. Asimismo, en ellos los derechos del
demandante son prácticamente incuestionables, de modo que, comprobada la renuencia
y el incumplimiento de la norma legal o el acto administrativo conforme a las pautas
descritas, de ineludible cumplimiento, corresponderá amparar la demanda.

17. 17. De no ser así, el proceso de cumplimiento terminaría convirtiéndose en un proceso


declarativo, o de conocimiento, con abundancia de medios probatorios y en cuyo seno
se discutan controversias propias de este tipo de procesos. Por el contrario, si tal
proceso conserva su carácter especial (ser un proceso de condena, de ejecución, breve,
sumario, donde la actividad probatoria es mínima), bastará que se acredite el
incumplimiento de la norma legal, la inejecución del acto administrativo, el
incumplimiento de la orden de emisión de una resolución o de un reglamento y la
renuencia, consiguiéndose un proceso rápido y, sobre todo, eficaz.

18. 18. Por tanto, para el Tribunal Constitucional las características básicas del proceso de
cumplimiento diseñado por la Constitución y el Código Procesal Constitucional, son las
reseñadas precedentemente.

Análisis del presente caso

19. 19. En el caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), este
Colegiado estableció que “(...) los criterios uniformes y reiterados contenidos en las
sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional en materia pensionaria, mantienen
sus efectos vinculantes. En consecuencia, a pesar de que determinadas pretensiones
sobre la materia no puedan en el futuro ser ventiladas en sede constitucional, la
judicatura ordinaria se encuentra vinculada por las sentencias en materia pensionaria
expedidas por este Colegiado”. (Fundamento 60).

20. 20. En tal sentido, es claro que los criterios interpretativos que bajo el marco de la
Constitución establecimos para la aplicación de la Ley N.° 23908, deben servir para
resolver los casos originados por dicha ley en la vía jurisdiccional ordinaria y en la vía
administrativa. Del mismo modo debe procederse respecto a los criterios relativos a
otras normas legales sobre pensiones. Por ejemplo, los criterios interpretativos
desarrollados en el caso Briones Vigo (Exp. N.° 0198-2003-AC/TC), fundamentos 2 a
15, relacionados con la aplicación de la Ley N.° 23908, constituirán precedentes de
observancia obligatoria para las controversias derivadas de tal ley.

21. 21. En dicha sentencia se precisó que “El Decreto Ley N.º 25967, vigente desde el 19
de diciembre de 1992, modificó los requisitos del Decreto Ley N.º 19990 para el goce
de las pensiones, entendiéndose que, desde la fecha de su vigencia, se sustituía el
beneficio de la pensión mínima por el nuevo sistema de cálculo, resultando, a partir de
su vigencia –19 de diciembre de 1992–, inaplicable la Ley N.º 23908 (...). Por tanto, la
pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a aquellos asegurados
que hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18 de diciembre de 1992 (día
anterior a la entrada en vigencia del Decreto Ley N.º 25967), con las limitaciones que
estableció su artículo 3º, y solo hasta la fecha de su derogación tácita por el Decreto Ley
N.º 25967”. (Caso Briones Vigo, Exp. N.° 0198-2003-AC/TC, fundamento 10).

22. 22. En el presente caso, de la Resolución N.° 0000050737-2002-ONP/DC/DL 19990,


de fecha 20 de setiembre de 2002, que obra a fojas 2 de autos, se advierte que al
demandante se le reconoció su pensión de jubilación a partir del 1 de diciembre de
1994. En consecuencia, habiéndose verificado la contingencia con posterioridad al 18
de diciembre de 1992 (fecha en que entró en vigencia el Decreto Ley N.° 25967), no le
corresponde el beneficio de la pensión mínima establecido por la Ley N.º 23908,
conforme a los criterios reseñados en el fundamento anterior. Razón por la cual la
demanda debe ser desestimada. Del mismo modo, habiéndose desestimado la pretensión
principal, la subordinada corre la misma suerte, por lo que el pedido de pago de
devengados e intereses debe también desestimarse.

Precedente vinculante

23. 23. La resolución del presente caso en la vía de cumplimiento, teniendo como base los
precedentes del Caso Briones Vigo (Exp. N.° 0198-2003-AC/TC, fundamento 10),
demuestra cómo hasta ahora los criterios de la jurisdicción constitucional han sido
bastante flexibles y amplios para evaluar normas legales y actos administrativos cuyo
cumplimiento se exige en la presente vía constitucional. Sin embargo, y dentro del
marco de la función de ordenación del Tribunal Constitucional, se hace indispensable,
para los casos futuros que se tramiten en la vía del proceso de cumplimiento, la
aplicación estricta de los requisitos mínimos comunes a los mandatos contenidos en las
normas legales y actos administrativos cuyo cumplimiento se exige, que han sido
desarrollados a través de la jurisprudencia de este Tribunal Constitucional y que se
resumen en la presente sentencia, a fin de no desnaturalizar el carácter breve y
expeditivo del proceso de cumplimiento.

24. 24. Por ello, de conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos 14, 15
y 16, supra, constituyen precedente vinculante para todos los procesos de
cumplimiento, puesto que son indispensables para determinar la procedencia de la vía
del proceso constitucional de cumplimiento.

25. 25. Con ello el Tribunal Constitucional busca perfeccionar el proceso de cumplimiento
a fin de que sea realmente eficaz y expeditivo. Por tanto, el precedente establecido en el
párrafo anterior será de vinculación inmediata a partir del día siguiente de su
publicación en el diario oficial El Peruano, de modo que toda demanda que sea
presentada y que no reúna las condiciones del precedente, o las que se encuentren en
trámite y adolezcan de ellos, deberán ser declaradas improcedentes.

Vía procedimental específica y reglas procesales aplicables a los procesos de cumplimiento


en trámite que no cumplan con los requisitos

26. 26. A partir de la expedición de la sentencia del caso Manuel Anicama Hernández
(Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), el Tribunal Constitucional estableció que los derechos
pensionarios de orden legal, entre otros, por ejemplo los derivados de la Ley N.° 23908,
deberán ser conocidos en la vía del contencioso administrativo y no mediante el proceso
de amparo, salvo las excepciones que se establecieron en la misma sentencia,
encauzándose las demandas que se declarasen improcedentes, conforme a los nuevos
criterios, a la vía contenciosa administrativa.

27. 27. Consecuentemente, y aplicando similares criterios, las demandas de cumplimiento


que no cumplan con los requisitos de procedibilidad descritos en la presente sentencia,
deberán tramitarse por la vía específica para las controversias derivadas de las
omisiones de la administración pública sobre materia pensionaria que, conforme a los
artículos 4° (inciso 2) y 24° (inciso 2) de la Ley N.° 27584, será el proceso contencioso
administrativo a través de la vía sumarísima.
28. 28. Por lo tanto, a la luz de las funciones de ordenación y pacificación inherentes a este
Tribunal Constitucional las demandas de cumplimiento sobre materia pensionaria que,
en aplicación de los criterios de procedibilidad previstos en los fundamentos 14, 15, 16
supra de la presente sentencia sean declaradas improcedentes, deberán seguir las reglas
procesales establecidas en los fundamentos 53 a 58 y 60 del caso Manuel Anicama
Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), con las adaptaciones necesarias relativas al
proceso sumarísimo a que se refiere el artículo 24°, inciso 2 de la Ley N.° 27584.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. 1. Declarar INFUNDADA la acción de cumplimiento.

2. 2. Declarar que los criterios de procedibilidad de las demandas de cumplimiento,


previstos en los fundamentos 14, 15 y 16, supra, constituyen precedente vinculante
inmediato, de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.;
motivo por el cual, a partir del día siguiente de la publicación de la presente sentencia
en el diario oficial El Peruano, toda demanda de cumplimiento que sea presentada o
que se encuentre en trámite y que no cumpla con tales condiciones, debe ser declarada
improcedente.

Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de cumplimiento que a
la fecha de publicación de esta sentencia se encuentren en trámite, serán las previstas en
los fundamentos 53 a 58 y 60 del caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-
2005-AA/TC), de modo que serán vinculantes tanto para los jueces que conocen los
procesos de cumplimiento, como para los jueces que resulten competentes para conocer
las demandas contencioso administrativas, en la vía del proceso sumarísimo a que se
refiere el artículo 24°, inciso 2 de la Ley N.° 27584.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. Nº 0168-2005-PC/TC (03/10/2005). MAXIMILIANO
VILLANUEVA VALVERDE VS. OFICINA DE NORMALIZACIÓN PREVISIONAL
(ONP)

En el caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), este


Colegiado estableció que “(...) los criterios uniformes y reiterados contenidos en
las sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional en materia pensionaria,
mantienen sus efectos vinculantes. En consecuencia, a pesar de que
determinadas pretensiones sobre la materia no puedan en el futuro ser ventiladas
en sede constitucional, la judicatura ordinaria se encuentra vinculada por las
sentencias en materia pensionaria expedidas por este Colegiado”. (Fundamento
60).

OPINION

Se establecen los requisitos mínimos que debe cumplir un mandato para que
pueda ser exigido a través del proceso de cumplimiento (mandato vigente, cierto y
claro, no sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares, de
ineludible y obligatorio cumplimiento, e incondicional. Adicionalmente, los actos
administrativos deben reconocer un derecho incuestionable del reclamante y
permitir individualizar al beneficiario). Así, en este proceso no cabe discutir los
contenidos de normas que impliquen una actividad interpretativa compleja, siendo
que el funcionario o autoridad tiene un deber absoluto de acatamiento del mandato
y los derechos del demandante son prácticamente incuestionables, por lo que
comprobada la renuencia y el incumplimiento corresponderá amparar la demanda.
EXP. N.° 4635-2004-AA/TC
TACNA
SINDICATO DE TRABAJADORES
DE TOQUEPALA Y ANEXOS

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 11 de mayo de 2006

VISTO

El pedido de aclaración (de fecha 10 de mayo de 2006) de la sentencia de autos,


expedida el 17 de abril de 2006, y publicada en el diario oficial El Peruano el 9 de mayo de
2006, presentado por el abogado de la empresa demandada, mediante el cual solicita que se
aclare los términos de aplicación de la sentencia; y,

ATENDIENDO A

1. Que de conformidad con el artículo 121.º del Código Procesal Constitucional, el


Tribunal Constitucional, de oficio o a instancia de parte, puede aclarar algún concepto
o subsanar cualquier error material u omisión en que hubiese incurrido.

2. Que, a fin de formular la siguiente aclaración, este Colegiado acudirá a su doctrina


establecida en las consideraciones previas de la sentencia emitida en el Exp. N.º 0024-
2003-AI/TC, donde se sostiene que el uso de los efectos normativos y la obligación de
aplicación de un precedente vinculante depende de la existencia de similitudes
fácticas entre el caso a resolver y aquél del que emana el precedente. Teniendo en
cuenta tal precisión, se procederá a esclarecer los términos de aplicación de la
sentencia de autos.

3. Que el Tribunal Constitucional reafirma los criterios establecidos en la sentencia del


caso de autos; más precisamente, que la jornada laboral de ocho horas diarias y
cuarenta y ocho semanales establecida en el artículo 25 de la Constitución dispone
máximos y no mínimos. En ese sentido, considerando el tipo de actividad laboral o si
se trata de trabajos peligrosos, insalubres o nocturnos, es plenamente compatible con
la Constitución la instauración de jornadas menores a la máxima a través de la
legislación o de los convenios colectivos.

4. Que, respecto a los trabajadores mineros a los que se refiere la sentencia, debe
precisarse que son aquellos comprendidos en el artículo 1.º de la Ley N.º 25009, Ley
de Jubilación Minera, y en el artículo 3° de su Reglamento, esto es, los trabajadores
que laboran en minas subterráneas, los trabajadores que realizan labores
directamente extractivas en minas de tajo abierto y los trabajadores que laboran en
centros de producción minera, siempre que en la realización de sus labores estén
expuestos a los riesgos de toxicidad, peligrosidad e insalubridad, según la escala
establecida en el reglamento de la ley de jubilación minera.

5. Que del Estudio general de las memorias relativas al Convenio sobre las horas de
trabajo (industria), 1919 (Núm. 1) y al Convenio sobre las horas de trabajo (comercio y
oficinas), 1930 (Núm. 30) presentado por la Comisión de Expertos en Aplicación de
Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la
93.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo del año 2005, se puede
concluir lo siguiente:

a) Por un lado, que el análisis del tiempo de trabajo normal y efectivo registrado en el
mundo evidencia que, salvo algunas excepciones destacadas, en los veinte últimos
años se ha venido registrando una tendencia general a la reducción de las horas
normales de trabajo1[1].

Dicha tendencia se confirma en algunos países de la región latinoamericana como


Chile2[2], Ecuador3[3], Colombia4[4], Bolivia5[5] y Venezuela6[6], entre otros, donde se

1[1]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Horas de Trabajo ¿De lo
fijo a lo flexible? Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2005, p. 29. Véase el cuadro I de las ps. 30 a 42,
donde figura el detalle del las horas de trabajo efectivamente trabajadas por semana a inicios del siglo XXI (se
registran los cambio operados desde 1984 a 2004).
2[2]
Código de Trabajo de Chile. Artículo 22°. “La duración de la jornada ordinaria de trabajo no excederá de
cuarenta y cinco horas semanales”.
3[3]
Código de Trabajo de Ecuador. Artículo 47°. “De la jornada máxima. La jornada máxima de
trabajo será de ocho horas diarias, de manera que no exceda de cuarenta horas semanales, salvo
disposición de la ley en contrario.
El tiempo máximo de trabajo efectivo en el subsuelo será de seis horas diarias y solamente por
concepto de horas suplementarias, extraordinarias o de recuperación, podrá prolongarse por una
hora más, con la remuneración y los recargos correspondientes".
4[4]
Código Sustantivo de Trabajo de Colombia. Artículo 161°. “La duración máxima legal de la jornada
ordinaria de trabajo es de ocho (8) horas al día y cuarenta y ocho (48) a la semana, salvo las siguientes
excepciones:
a) En las labores que sean especialmente insalubres o peligrosas, el gobierno puede ordenar la reducción de la
jornada de trabajo con dictámenes al respecto”.
5[5]
Ley General del Trabajo de Bolivia. Artículo 46°. “La jornada efectiva de trabajo no excederá de
8 horas por día y de 48 por semana. La jornada de trabajo nocturno no excederá de 7 horas,
entendiéndose por trabajo nocturno el que se practica entre horas veinte y seis de la mañana. Se
advierte una progresiva reducción de la jornada laboral máxima, sobre todo
cuando se trata de trabajos nocturnos, insalubres o peligrosos7[7]. Evidentemente,
dicha reducción dependerá de la realidad y condiciones de cada país.

En efecto

La legislación ha evolucionado bajo las ideas de la limitación y la


reducción progresiva del tiempo de trabajo, por razones de justicia y
porque se demostró que el trabajo, en jornadas excesivas, era
improductivo y con frecuencia lesionaba la salud de los trabajadores,
aparte de que puede provocar daños a las instalaciones de la
empresa.8[8]

exceptúa de esta disposición el trabajo de las empresas periodísticas, que están sometidas a
reglamentación especial. La jornada de mujeres no excederá de 40 horas semanales diurnas”.
6[6]
Constitución de Venezuela. Artículo 90°. “La jornada de trabajo diurna no excederá de ocho
horas diarias ni de cuarenta y cuatro horas semanales. En los casos en que la ley lo permita, la
jornada de trabajo nocturna no excederá de siete horas diarias ni de treinta y cinco semanales.
Ningún patrono podrá obligar a las trabajadoras o trabajadores a laborar horas extraordinarias. Se
propenderá a la progresiva disminución de la jornada de trabajo dentro del interés social y del
ámbito que se determine y se dispondrá lo conveniente para la mejor utilización del tiempo libre
en beneficio del desarrollo físico, espiritual y cultural de los trabajadores y trabajadoras.

Los trabajadores y trabajadoras tienen derecho al descanso semanal y vacaciones remunerados en


las mismas condiciones que las jornadas efectivamente laboradas”.
7[7]
Al respecto, como ya se consideró en la sentencia de autos, conforme al artículo 7.º, literal g)
del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre derechos humanos en materia de
derechos económicos, sociales y culturales, los Estados garantizarán la limitación razonable de las
horas de trabajo, tanto diarias como semanales, y que las jornadas serán de menor duración
cuando se trate de trabajos peligrosos, insalubres o nocturnos.
8[8]
VEGA RUIZ, MARIA LUZ: La Reforma laboral en América Latina: 15 años después. Un análisis
comparado. Oficina Internacional del Trabajo. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Lima.
2005. p. 41.
b) De otro lado, se comprueba también una tendencia para adoptar modalidades de
ordenación de la jornada de trabajo y la semana de trabajo más flexibles 9[9]. Por
ejemplo, en el caso del Perú, las denominadas jornadas acumulativas o atípicas.

Sin embargo, el mencionado Estudio señala que

(...) esto no significa que no se necesiten normas generales para


estructurar este proceso o velar por el efectivo cumplimiento de
determinadas normas mínimas (por ejemplo, límites al máximo de
horas en relación con las preocupaciones en materia de salud y
seguridad).10[10]

Al respecto, la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y


Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) constata, con
relación a las semanas de trabajo concentradas o acumulativas, que:

(...) parece ser incompatible con las exigencias del Convenio núm. 1 la
siguiente ordenación de la semana concentrada de trabajo en las
empresas industriales: i) la ordenación que prevea que la jornada
laboral exceda del máximo de nueve horas, y ii) la ordenación
establecida unilateralmente por el empleador sin la aprobación de la
autoridad pública competente o mediante un acuerdo entre las
organizaciones de empleadores y de trabajadores, o sus
representantes.11[11]

(...) Al parecer, en numerosos casos la ordenación en semanas de


trabajo concentradas es probable que sean incompatibles con las
exigencias del Convenio núm. 1, del Convenio núm. 30, o de ambos,
en particular debido al número de horas diarias que se trabajan
habitualmente con arreglo a esas formas de organización del tiempo
del trabajo. Por ejemplo, la ordenación mediante semanas de trabajo
concentradas en las que el trabajo durante los fines de semana se

9[9]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Horas de Trabajo, Op. Cit.,
p. 9
10[10]
Ibíd. p. 11.
11[11]
Ibíd. p.87.
lleva a cabo por dos equipos en turnos de 12 horas, parece ser
incompatible con las exigencias de ambos Convenios, debido a que la
jornada diaria de trabajo puede ser superior al límite de 9 y diez
horas establecido en estos instrumentos.12[12]

6. Que, en ese orden de consideraciones, el Tribunal Constitucional ratifica que la


sentencia de autos no solo es fiel expresión de la Constitución, como debe ser, sino
que, además, coincide con las conclusiones de la Comisión de Expertos en Aplicación
de Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

7. Que, en cuanto a la jornada laboral en el sector minero, también se constata que la


tendencia del tiempo de trabajo semanal medio es menor de las cuarenta y ocho
horas a la semana. Así por ejemplo, en las minas de carbón de Estados Unidos y China,
para el período 1985-2000, la jornada media semanal era hasta un máximo de
cuarenta y cinco horas a la semana. En Alemania, de cuarenta horas como máximo.
Para el caso del promedio de tiempo de trabajo semanal en las minas de Estados
Unidos, en el mismo período, se registró que para el caso de minas metalíferas la
jornada era como máximo de cuarenta y cuatro horas, y en el caso de las minas no
metalíferas, no se llegaba a las cuarenta y siete horas semanales13[13]. Igualmente, en
los casos de minas metalíferas y no metalíferas de Ucrania, Polonia, Papúa Nueva
Guinea y Rumania, para el mismo período, la media anual fue inferior a dos mil horas
al año, es decir, menos de cuarenta horas a la semana. En los casos de Canadá y
Turquía, las jornadas laborales fueron menores de cuarenta y cuatro horas semanales.

8. Que, con relación al tiempo de trabajo en la industria minera, el Programa de


Actividades Sectoriales de la OIT ha señalado que:

En el sector minero hay razones de peso para preocuparse por el


tiempo de trabajo, en sentido tanto cualitativo como cuantitativo. Unos
horarios inadecuados, una jornada laboral demasiado larga, las horas
extraordinarias y la falta de capacitación son causa de fatiga para los
trabajadores y de errores humanos. Entre las graves consecuencias
económicas y sociales resultantes cabe señalar la caída de la
productividad, una mayor incidencia de accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales, el absentismo, las dimisiones y el pago
de mayores indemnizaciones a los trabajadores. Por otro lado, la
formulación y aplicación acertadas de disposiciones en materia de

12[12]
Ibíd. p. 88.
13[13]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT): La evolución del empleo, el tiempo de
trabajo y la formación en la industria minera. Ginebra, 2002, ps. 21 y 22.
tiempo de trabajo pueden producir considerables beneficios en los
planos comercial, financiero y de las relaciones laborales.
La combinación de largas jornadas y semanas laborales, prolongadas
bien mediante turnos concentrados asimétricos o bien mediante
numerosas horas extraordinarias adicionales, podría acarrear riesgos
para la seguridad y la salud asociados a la fatiga. Ya se dispone de
pruebas suficientes para sugerir la existencia muy probable de una
relación entre los problemas de rendimiento ligados a la fatiga y el
aumento del riesgo de errores, incidentes y accidentes. En el caso de
las minas, donde existe una clara tendencia a optar por turnos de 12
horas, resulta aún más urgente definir estrategias que permitan
hacer frente a los posibles peligros y superarlos.14[14]

9. Que el Tribunal Constitucional reafirma que la protección del derecho a la salud y la


vida constituyen los fundamentos constitucionales principales que han servido para
resolver el caso de autos. Es harto notorio que los trabajadores mineros son, por la
actividad que realizan, un grupo humano vulnerable en su salud y propenso a sufrir
una disminución de su esperanza de vida. En efecto, la adecuación entre el tiempo de
trabajo y la salud de los trabajadores es fundamental para posibilitar jornadas
acumulativas o atípicas. En ese sentido, se ha señalado que:

La adecuación de los períodos de actividad a las necesidades


psicofísicas del trabajador, la acomodación de los descansos a las
características de la función y del puesto de trabajo, la
compatibilización de los horarios con las necesidades individualizadas
del trabajador, la articulación de los turnos de trabajo o la
reglamentación del trabajo nocturno, ponen de manifiesto la necesidad
de tener en cuenta y preservar la salud de los trabajadores y, en última
instancia, su calidad de vida.
(...)

Un reciente informe de la OIT señala que uno de los factores más


negativos en el deterioro de la salud de los trabajadores son las
excesivas horas de trabajo, en particular las mal distribuidas o las
nocturnas. El informe indica que más de 48 horas por semana es un
factor condicionante de estrés laboral que incrementa el riesgo de
trastornos mentales. Más de 60 horas implican el aumento del riesgo
de enfermedades cardiovasculares.15[15]

14[14]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT). Ob. Cit. p. 19
15[15]
VEGA RUIZ, MARIA LUZ: La Reforma laboral en América Latina: 15 años después. Un análisis
comparado. Oficina Internacional del Trabajo. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Lima.
2005. p. 42.
10. Que si bien el Convenio N.º 176 de la OIT de 1995 sobre seguridad y salud en las minas
no ha sido ratificado por el Perú, sus disposiciones confirman la indispensable
necesidad de que los trabajadores mineros deban ser informados, capacitados y
consultados sobre la preparación y la aplicación de medidas de seguridad y salud
relativas a los peligros y riesgos presentes de la industria minera16[16]. En ese sentido,
son ilustrativas algunas de sus disposiciones. Por ejemplo:

Artículo 9. Cuando los trabajadores se encuentren expuestos a riesgos


físicos, químicos o biológicos, el empleador deberá:
a) informar a los trabajadores de manera comprensible de los riesgos
relacionados con su trabajo, de los peligros que éstos implican para su
salud y de las medidas de prevención y protección aplicables;

b) tomar las medidas necesarias para eliminar o reducir al mínimo los


peligros derivados de la exposición a dichos riesgos;

c) proporcionar y mantener, sin ningún costo para los trabajadores, el


equipo, la ropa según sea necesario y otros dispositivos de protección
adecuados que se definan en la legislación nacional, cuando la
protección contra los riesgos de accidente o daño para la salud,
incluida la exposición a condiciones adversas, no pueda garantizarse
por otros medios, y

d) proporcionar a los trabajadores que han sufrido una lesión o


enfermedad en el lugar de trabajo primeros auxilios in situ, un medio
adecuado de transporte desde el lugar de trabajo y el acceso a
servicios médicos adecuados.

Artículo 11. De acuerdo con los principios generales de la salud en el


trabajo y de conformidad con la legislación nacional, el empleador
deberá asegurarse de que se lleve a cabo de manera sistemática la
vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos a los riesgos
propios de las actividades mineras.17[17]

11. Que, dentro de este contexto, no escapa a este Colegiado que el Perú es uno de los
países de América Latina donde, durante la década de los noventa, se produjo una de

16[16]
Convenio N.º 176 sobre seguridad y salud en las minas. 1995. Preámbulo.
17[17]
Convenio N.º 176 sobre seguridad y salud en las minas. 1995.
las más profundas reformas laborales de carácter marcadamente flexibilizador 18[18],
que en algunos casos fue cuestionada ante este Tribunal19[19]. Precisamente, en el
marco del proceso de flexibilización laboral, desde hace varios años se ha
implementado la aplicación de las jornadas acumulativas o atípicas en el sector minero
en diversas modalidades. En muchos casos a través de la aplicación de los máximos de
la jornada laboral, como en el caso de autos, donde se aplica el sistema acumulativo
de 4 x 3, es decir, se trabaja 12 horas diarias durante cuatro días seguidos, en turnos
diurnos y nocturnos, y solo se permite a los trabajadores 30 minutos para refrigerio y
descanso, sin considerar la especial naturaleza de la jornada nocturna; el tipo de
trabajo que se realiza en las minas justifica tiempos razonables de descansos durante
la jornada diaria, así como la reducción progresiva de las jornadas diarias, semanales o
acumulativas conforme al parámetro constitucional descrito en la sentencia de autos.

12. El Tribunal concibe que dentro del marco de la Constitución existe un equilibrio entre
el deber del Estado de fomentar la creación de la riqueza a través de la libertad de
empresa y el deber del Estado de garantizar la efectividad de los derechos que la
Constitución reconoce a los trabajadores. Las jornadas acumulativas, atípicas o
concentradas en el sector minero se inscriben en la tendencia de la jornada laboral
flexible, cuyo propósito es tener un mayor rendimiento, productividad y rebaja de
costos para la empresa. Sin embargo, la búsqueda de tales fines debe ser compatible
con los derechos laborales de los trabajadores. La Comisión de Expertos en Aplicación
de Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
en el Estudio citado, concluye que:

El principio fundamental es que la vida no está hecha solamente de


trabajo: debe protegerse efectivamente a todo ser humano del
cansancio físico y mental extremo y proporcionársele oportunidades
para disfrutar del esparcimiento y de la vida familiar y social. En la
actualidad, sigue siendo válido el principio de incorporar a la
regulación de las horas de trabajo la perspectiva de los “derechos
humanos”. La duración del tiempo de trabajo y del período del
descanso son condiciones esenciales de toda relación del empleo. En
consecuencia, cada trabajador de la economía mundial debe tener
derecho a la protección de una norma que establezca la duración
máxima de su trabajo y la duración mínima de su descanso,
independientemente del lugar en que haya nacido o de su
residencia.20[20]

18[18]
VEGA RUIZ, MARIA LUZ. Ob. Cit. p. 11.
19[19]
Casos Telefónica (Exp. N.º 1124-2001-AA/TC), y Eusebio Llanos Huasco, Exp. N.º 976-2001-AA/TC.
20[20]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Op. Cit., p. 115
13. Que la instauración de jornadas acumulativas, atípicas o concentradas y el
establecimiento de turnos en el sector de la minería, y en particular en el caso de
autos, debe ser evaluada caso por caso a través de sus posibles efectos perjudiciales
para la salud y la seguridad de los trabajadores, tanto a corto como a largo plazo21[21].
El Programa de Actividades Sectoriales de la OIT refiere que una de las cuestiones que
suscita mayor preocupación respecto a la combinación de un horario de trabajo más
largo y jornadas ampliadas son sus posibles efectos perjudiciales para la salud y la
seguridad de los trabajadores tanto a corto como a largo plazo22[22]. Asimismo, añade
que existen los siguientes grupos principales de cuestiones:

Las respuestas biológicas, debidas fundamentalmente a la


perturbación de los ritmos circadianos y que se asocian en particular
al trabajo nocturno y al trabajo que se inicia por la mañana temprano.

Problemas médicos, como son el deterioro general de la salud, que se


manifiesta a través de una mayor propensión a contraer resfriados y
la gripe; de la aparición de perturbaciones al sueño y de los hábitos
alimenticios, así como, a más largo plazo, del desarrollo de problemas
más graves en las funciones gastrointestinales, neurofisiológicas y,
posiblemente cardiovasculares.

Problemas que afectan a la vida cotidiana inducidos por el trabajo por


turnos, que se manifiestan en forma de distintas quejas y trastornos,
entre las que cabe mencionar las carencias y la deficiente calidad del
sueño, la falta de ejercicio, la alimentación deficiente y el abuso o
consumo de alcohol y de otras sustancias.

Problemas de índole social: los esfuerzos realizados a raíz del trabajo


por turnos para conciliar la vida laboral, familiar y social puede
desembocar en estrés o en una menor participación en la vida
comunitaria.

La exposición a agentes tóxicos durante un horario laboral prolongado


constituye una cuestión que debe ser tenida en cuenta, así como el
grado de desintoxicación alcanzado durante los períodos de descanso.
Los límites de exposición establecidos con arreglo a un turno de ocho
horas no pueden ser extrapolados sin más a un turno de 12 horas.23[23]

21[21]
Dicha problemática ha sido abordada por la Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo de la OIT.
Por ejemplo, en el punto 43.2, sobre las horas de trabajo y los riesgos generales, se informa ampliamente
sobre los efectos del trabajo por turnos en la salud.
22[22]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT). Op. Cit. p. 41
23[23]
Ibíd. p. 42
14. Que teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, en lo que toca al fundamento 29
de la sentencia de autos, referido a cualquier tipo de actividades laborales, incluidas
las mineras, debe aclararse que no son compatibles con la Constitución las jornadas
atípicas o acumulativas que en promedio superen las ocho horas diarias y
cuarentiocho semanales para un período de tres semanas, o un período más corto,
conforme al fundamento 15 de la sentencia. Ello no quiere decir que las jornadas
acumulativas, atípicas o concentradas sean de tres semanas, sino que su promedio se
computa en períodos de tres semanas. Por tanto, las jornadas acumulativas, atípicas o
concentradas que superen tal promedio, no serán compatibles con la Constitución.

15. Que si bien la primera parte del fundamento 28 de la sentencia de autos constituye un
límite para instaurar jornadas acumulativas, atípicas o concentradas para los
trabajadores mineros, compatible con la Constitución y considerando el tipo de
actividades que se realiza, en uso del precedente normativo vinculante establecido en
el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, debe precisarse
que tal límite también está sujeto, a su vez, a límites. En ese sentido, la limitación para
restringir las jornadas atípicas o acumulativas deberá cumplir, copulativamente, las
siguientes condiciones, que constituyen el test de protección de la jornada máxima de
trabajo para los trabajadores mineros:

a) La evaluación caso por caso, teniendo en cuenta las características del centro
minero; por ejemplo, si se trata de una mina subterránea, a tajo abierto, o si se
trata de un centro de producción minera.
b) Si la empleadora cumple, o no, con las condiciones de seguridad laboral
necesarias para el tipo de actividad minera.
c) Si la empleadora otorga, o no, adecuadas garantías para la protección del
derecho a la salud y adecuada alimentación para resistir jornadas mayores a la
ordinaria.
d) Si la empleadora otorga, o no, descansos adecuados durante la jornada diaria
superior a la jornada ordinaria, compatibles con el esfuerzo físico desplegado.
e) Si la empleadora otorga, o no, el tratamiento especial que demanda el trabajo
nocturno, esto es, menor jornada a la diurna.

Alternativamente, también podrá exigirse la siguiente condición:

f) Si se ha pactado en el convenio colectivo el máximo de ocho horas diarias de


trabajo.
16. Que, si no se cumplen las condiciones descritas en el fundamento anterior, procederá
la limitación de las jornadas acumulativas o atípicas, conforme al fundamento 28 de la
sentencia de autos. Evidentemente, estos supuestos contribuirán a que no se afecte
el artículo 4.º de la Constitución, que establece que la comunidad y el Estado protegen
a la familia. De este modo, satisfechas las condiciones que tienen como razón de ser la
inexcusable protección del trabajador, se permitirá que los trabajadores que tienen a
sus familias alejadas de los centros mineros retornen en mejores condiciones a sus
hogares, con lo cual también se disminuirán los problemas del trabajo en soledad. En
el presente caso, conforme a los fundamentos de la sentencia, el test de protección no
se cumplió. En efecto, se procedió a evaluar el tipo de actividad que realizan los
trabajadores de la empresa minera recurrente, no se probaron las condiciones de
seguridad laboral, la demandada sólo otorga a los trabajadores media hora de
descanso en una jornada continua de doce horas y la alimentación es insuficiente para
afrontar el desgaste físico al que están sometidos. No se probó que la empresa
efectuara tratamientos diferentes para el trabajo nocturno del diurno. Del mismo
modo, se firmó un convenio colectivo que garantizaba la jornada ordinaria de ocho
horas. Consecuentemente, en el presente caso, tal como ha sido diseñado el sistema
acumulativo, atípico o concentrado, resulta contrario al parámetro constitucional
establecido en la sentencia de autos, porque, en el marco del test descrito y del
convenio colectivo firmado por las partes para el período 2001-2007 y durante su
vigencia, la jornada acumulativa impuesta por la recurrente no satisfizo las
condiciones exigidas.

17. Que las consideraciones reseñadas requieren que las partes pertinentes de los
fundamentos y del fallo que a continuación se indican, se redacten de manera que su
lectura aporte mayor claridad; sus textos, entonces, por tal imperativo, reemplazados
por los siguientes:

a) Segundo párrafo del fundamento 41 de la sentencia de autos:

“En tal sentido, las disposiciones, que en el presente caso, permiten instaurar la
modalidad de trabajo acumulativo y fijan obligatoriamente como mínimo 4 días
para este tipo de jornada laboral, también resultan incompatibles con el parámetro
constitucional descrito en la presente sentencia.”

b) La primera parte del fundamento 44 de la sentencia de autos:


“Por tanto, la jornada de 12 horas diarias para los trabajadores mineros, y toda aquella
disposición que, en el presente caso, imponga una jornada diaria mayor (...)”

c) El punto 3 del fallo de la sentencia de autos:

“Declara que las jornadas atípicas o acumulativas que en promedio superen las ocho horas

diarias y cuarentiocho semanales para un período de tres semanas, o un período más corto,

son incompatibles con la Constitución”.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la

Constitución Política del Perú

RESUELVE, con el voto singular del magistrado Gonzales Ojeda

1. Declarar FUNDADA la solicitud de aclaración interpuesta por el abogado de la


demandada; por tal razón, los fundamentos N.º 14, 15, 16 y 17, supra, de la presente
resolución, forman parte integrante de la sentencia constitucional emitida en la
presente causa.

2. Dispone la notificación a las partes y la devolución de los actuados.

SS.

GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO
ANALISI DEL EXP. N° 4635-2004-PA/TC (09/05/2006). SECRETARIO
GENERAL Y SECRETARIO DE DEFENSA DEL SINDICATO DE
TRABAJADORES DE TOQUEPALA VS. EMPRESA SOUTHERN PERÚ
COPPER CORPORATION

Se indica que para la actividad minera la jornadas razonable de trabajo no puede


superar las ocho horas diarias y cuarenta y ocho horas semanales. Sin embargo,
para que esto ocurra es preciso tener en cuenta: la clase de centro minero (tajo
abierto, subterráneo, centro de producción) que se trate; el cumplimiento de la
condiciones de seguridad minera; si se garantiza el derecho a la salud,
alimentación y descanso para el cumplimiento de jornadas atípicas; si existe un
tratamiento especial para las jornadas nocturnas; y, si se ha pactado mediante
convenio colectivo ochos horas diarias de trabajo. Del mismo modo, se manifiesta
que jornadas excesivas disminuyen la esperanza de vida de los trabajadores
mineros y constituye una amenaza a su derecho a la vida. Asimismo, se indica
que si bien el artículo 25 de la Constitución imposibilita superar las 48 horas
semanales en cualquier actividad laboral, este cálculo debe realizarse teniendo en
cuenta un computo de tres semanas, aun cuando separadamente puedan
establecerse jornadas de más de 48 horas semanales, siempre que
acumulativamente, en tres semanas, el promedio semanal no supere dicho limite.
EXP. N.º 3362-2004-AA/TC

HUÁNUCO

PRUDENCIANO ESTRADA
SALVADOR

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa a los 29 días del mes de agosto de 2006, el pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados García Toma, Gonzales Ojeda, Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente
sentencia, con el fundamento de voto, adjunto, del magistrado Alva Orlandini

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Prudenciano Estrada Salvador contra la


sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huánuco, de fojas 140, su
fecha 13 de julio de 2004, que declara infundada la demanda de amparo de autos.

ANTECEDENTES

a) Demanda
Con fecha 22 de enero de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra el
director del Diario Regional de Huánuco, alegando la violación de su derecho a la
rectificación consagrado en el inciso 7) del artículo 2.° de la Constitución. Solicita,
consecuentemente, que se ordene al demandado publicar la rectificación del día 8 de
octubre de 2003, en la forma y términos por él establecidos, incluida la crónica
rectificadora que solicitara mediante carta notarial de fecha 21 de octubre de 2003.
Sustenta su demanda en que con la publicación del titular ‘¡Ex Decano del Colegio de
Abogados con orden de captura!’ en la primera página del Diario Regional, y, con el
desarrollo de la noticia en la segunda página, con el mismo título y acompañada de
una fotografía suya, se han vulnerado sus derechos constitucionales como abogado y
dirigente gremial.

Según señala, las afirmaciones realizadas por el diario respecto de su persona y de los
hechos que lo involucran son inexactas y agraviantes. En ese sentido, sostiene que en
la querella seguida en su contra ante el Cuarto Juzgado Penal de Huánuco por el
presunto delito de difamación, nunca se dictaminó orden de captura alguna hacia su
persona, sino que a través del Oficio N.° 6612-03-4to.JPHCO, del 2 de octubre de
2003, se requiere a la Policía Nacional para que conduzca mediante la fuerza pública
al querellado y lo ponga a disposición del juzgado para que rinda su declaración
instructiva. Tal oficio fue cursado antes de que la Resolución del 1 de octubre de 2003,
que dictamina que se conduzca de grado o fuerza al demandado, estuviera consentida.

Asimismo, expone que es inexacto que el demandante se haya negado a firmar la


notificación de fecha 1 de octubre de 2003, emitida por el titular del Cuarto Juzgado
Penal, dado que quien se negó a firmar fue otra persona.

Alega que el proceso de querella seguido en su contra es un proceso penal de


investigación reservada al que sólo tienen acceso las partes.

También señala que no le autorizó al demandado la publicación del trámite del


proceso, así como que no entregó ninguna resolución judicial. Considera que, dado
que el propietario del Diario Regional es compadre del querellante, la publicación del
8 de octubre de 2003 fue realizada con la finalidad de hacerle un favor ilegal. De esta
manera, califica a la publicación de sensacionalista y de haber sido posiblemente
concertada con el querellante para agraviarlo.

Finalmente, sostiene que ejerció su derecho de rectificación cursando una carta


notarial de fecha 21 de octubre de 2003 al director del Diario Regional, de acuerdo con
el artículo 2.° de la Ley N.° 26847 (sic)24[1]. En dicha carta se establecen los términos
y el formato en los que el diario debía rectificarse en el plazo determinado por ley. Sin
embargo, señala que el demandado no procedió a publicar una rectificación antes ni
después de los siete días previstos en el artículo 3.° de la mencionada ley y que, por el
contrario, publica el 27 de octubre de 2003, en la página 7 de la sección
Política/Gestión, un comentario a la citada carta notarial y, por segunda vez, emite
opiniones y presenta hechos inexactos en perjuicio de su honor. Por lo tanto, no
procedió a la rectificación en la forma y términos por él requeridos en la carta notarial;
es decir, el contenido de la carta notarial no fue observado ni rechazado, por lo que
ésta se encuentra aún en espera de su publicación.

b) Contestación de la demanda
El gerente de prensa del Diario Regional E.I.R.L., don Augusto Noreña Llanos,
sostiene que el derecho para interponer la demanda de amparo ha caducado, puesto que
de la fecha en que ocurrió el supuesto agravio a la fecha de presentación de la demanda
transcurrido con exceso el plazo legalmente previsto.

Asimismo, refiere que la publicación de la nota informativa periodística materia de


reclamo obedece a hechos verídicos y que, por tanto, no ha publicado hechos inexactos
o agraviantes respecto del demandante. Ello debido a que la publicación realizada tuvo
como base los documentos en los que se solicita que se conduzca mediante fuerza
pública al querellado a rendir su declaración instructiva. Amparándose en el inciso 4)
del artículo 2.° de la Constitución, así como en los tratados internacionales, sostiene
que no estaría obligado a realizar rectificación alguna, debido a que la publicación de
su versión de los hechos es correcta.

Alega que el titular del 8 de octubre de dicho año responde al resultado de la


interpretación del hecho noticioso, y que se trata, en consecuencia, de un juicio del
valor informativo. Por ello, señala que la disposición judicial que dictamina que un
procesado sea conducido por la fuerza pública implica una orden de captura y
detención. En ese sentido, considera que no tiene la obligación de rectificarse, de
acuerdo con lo establecido en el artículo 6.° de la Ley N.° 26775, y que el demandante
ha incurrido en un abuso de derecho al pretender imponer la forma y términos de la
rectificación.

Finalmente, señala que los medios de comunicación están facultados para realizar ese
tipo de publicaciones sin previa autorización, censura ni impedimento alguno y, en
consecuencia, solicita que se declare infundada la pretensión del demandante.
c) Resolución de primera instancia
Con fecha 12 de abril de 2004, el Segundo Juzgado Mixto de Huánuco declara
fundada, en parte, la demanda, estimando que el demandado debe cumplir
íntegramente con efectuar la rectificación solicitada por el recurrente en forma
gratuita, inmediata y proporcional. Por otro lado, declara improcedente la demanda en
el extremo relativo a los términos y formato requeridos por el demandante para la
rectificación.

Sobre la excepción de caducidad señala que, a efectos de revisar el cómputo del plazo
establecido en el artículo 37.º de la Ley N.° 23506, debe tenerse en cuenta la huelga del
Poder Judicial producida desde el 5 de noviembre hasta el 1 de diciembre del 2003, por
lo que se cumplen los requisitos de plazo, en aplicación del principio pro libertatis a
favor del demandante.

Respecto del fondo del asunto, sostiene que el Diario Regional, pese a estar en
conocimiento del proceso de querella interpuesto contra el demandante por la presunta
comisión del delito de difamación, no precisa esto en el titular; además, que estaba en
capacidad de prever el impacto que ocasionaría dicha publicación en la población y
opinión pública huanuqueñas. Señala que, efectivamente, no se ha emitido una orden
de captura en el proceso de querella y que ésta sólo está destinada ordinariamente a
delitos cuya gravedad o circunstancias la justifican. Estima que el demandado no
cumplió con efectuar la rectificación pertinente dentro de los siete días siguientes
después de recibida la solicitud, limitándose a publicar un artículo el 27 de octubre de
2003, el cual no cumplía con el requisito de proporcionalidad requerido por el inciso 7)
del artículo 2° de la Constitución. Sin embargo, expresa que la rectificación no tiene
que efectuarse de acuerdo con los términos y formato establecidos por el demandante,
por cuanto dicha obligación no está legalmente prevista.

d) Resolución de segunda instancia


Con fecha 13 de julio de 2004, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco declara que el demandado ha demostrado que la información pública escrita,
si bien utiliza el término ‘orden de captura’, se trata del empleo de un lenguaje común,
por lo que el empleo de dicho término por parte del Diario Regional es, en todo caso,
un error de interpretación y no la publicación de un hecho alejado de la verdad, razón
por la cual no existe vulneración de los derechos constitucionales alegados por el
demandante.
En consecuencia, revoca la sentencia apelada que declara fundada, en parte, la
demanda de amparo y la declara infundada.

DATOS GENERALES

» Supuesto daño constitucional


El presente proceso constitucional de amparo fue iniciado por don Prudenciano Estrada
Salvador contra el director del Diario Regional de Huánuco.

El acto lesivo se habría producido a través de dos hechos: en primer lugar, con la
negativa del diario de rectificarse de la publicación del 8 de octubre de 2003, respecto
de afirmaciones inexactas y agraviantes en relación con el demandante y su situación en
un proceso penal por el presunto delito de difamación; y, en segundo lugar, con la
publicación del 27 de octubre de 2003, en la cual, en vez de rectificarse, el diario señala
solamente la posición del demandante respecto de los hechos y añade comentarios
subjetivos que éste califica de falsos, con lo cual se le agravia nuevamente en su
derecho al honor y buena reputación.

» Reclamación constitucional
El demandante ha argumentado la afectación de su derecho constitucional a la
rectificación (artículo 2.º, inciso 7).

Sobre esta base, solicita que se ordene publicar la rectificación de la publicación del día
8 de octubre en la forma y términos por él establecidos, incluida la crónica rectificatoria
solicitada al director del Diario Regional mediante carta notarial de fecha 21 de octubre
de 2003.

» Materias constitucionales relevantes


Sobre la base de lo postulado por el demandante y el demandado, a lo largo de la
presente sentencia, este Colegiado deberá pronunciarse sobre lo siguiente:

 ¿Qué significa realmente el derecho a la rectificación? Para ello se tendrá que


responder lo siguiente:
- ¿De qué manera está reconocido en el ámbito normativo?
-¿Su validez se relaciona con ser una forma de protección del derecho al honor de
las personas?
 ¿Cuál es la configuración que presenta este derecho fundamental? Por tanto,
- ¿En qué supuestos puede ser pedido?
- ¿Cuáles son los elementos que establecen su ejercicio?

» Norma procesal aplicable al caso concreto


Antes de entrar en el fondo del asunto, es necesario determinar cuál es la norma
procesal aplicable al presente caso.

Según la Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional, que rige desde
el 1 de diciembre del año 2004,

Las normas procesales previstas por el presente código son de


aplicación inmediata, incluso en los procesos en trámite. Sin
embargo, continuarán rigiéndose por la norma anterior: las
reglas de competencia, los medios impugnatorios interpuestos,
los actos procesales con principio de ejecución y los plazos que
hubieran empezado.

En tal sentido, a efectos del pronunciamiento sobre este caso en concreto, este Tribunal
utilizará el código mencionado, en virtud del principio de aplicación inmediata de las
leyes, por no existir vulneración de los derechos procesales del demandante ni del
demandado.

» Precedente vinculante
Esta sentencia adquiere calidad de precedente vinculante, según el artículo VII del
Código Procesal Constitucional, que prescribe que

Las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la


autoridad de cosa juzgada constituyen precedente vinculante
cuando así lo exprese la sentencia, precisando el extremo de su
efecto normativo (...).
Es más, según la sentencia del Expediente N.º 0024-2003-AI/TC, se ha rescatado que el
precedente normativo sólo tiene sentido entendiendo la función integradora del Tribunal
Constitucional:

(...) En ese orden de ideas, dicha función verificable mediante la


expedición de un precedente vinculante se hace patente cuando,
se acredita la ausencia absoluta de norma; cuando, a pesar de la
existencia de prescripción jurídica, se entiende que esta se ha
circunscrito a señalar conceptos o criterios no determinados en
sus particularidades; cuando existe la regulación jurídica de una
materia, pero sin que la norma establezca una regla específica
para solucionar un área con conflicto coexistencial; cuando una
norma deviniese en inaplicable por haber abarcado casos o
acarrear consecuencias que el legislador histórico no habría
establecido de haber conocido aquellas o sospechado estas;
cuando dos normas sin referencia mutua entre sí –es decir en
situación de antinomia indirecta– se contradicen en sus
consecuencias jurídicas, haciéndose mutuamente ineficaces;
cuando, debido a nuevas circunstancias, surgiesen cuestiones
que el legislador histórico no tuvo oportunidad de prever en la
norma, por lo que literalmente no están comprendidas en ella,
aunque por su finalidad pudieran estarlo de haberse conocido
anteladamente; y cuando los alcances de una norma
perteneciente al bloque de constitucionalidad no producen en la
realidad efectos jurídicos por razones de ocio legislativo.

Por ende, la presente sentencia será precedente vinculante en virtud de que a través de
ésta se van a desarrollar los conceptos e ideas principales acerca del derecho a la
rectificación, que no han sido desplegados en el ámbito constitucional.

FUNDAMENTOS

1. La demanda planteada se sustenta en cómo el titular de un periódico, complementado


con el desarrollo de la noticia y con la inclusión de la fotografía del recurrente, puede
ameritar una rectificación que el propio diario demandado no quiso aceptar.
El mensaje que fue reproducido y expandido a toda la comunidad huanuqueña decía lo
siguiente:

¡Ex Decano de Colegio de Abogados con orden de captura!


Huánuco.- El ex Decano del Colegio de Abogados de Huánuco
y Pasco, Prudenciano Estrada Salvador, se encuentra con orden
de captura por disposición judicial del Cuarto Juzgado Penal de
esta ciudad.
Este juzgado lo solicita para rendir su declaración instructiva por
un juicio que le sigue el abogado Ernesto Calle Hayén y que
según la resolución judicial, de fecha 01 de octubre,
Prudenciano Estrada Salvador se negó a firmar la notificación,
actitud que conlleva a entorpecer y atentar contra el principio del
debido proceso y que habiendo sido apercibido el pasado 9 de
setiembre ordena que sea conducido mediante la fuerza pública,
oficiándose a la autoridad policial para tal fin.
Igualmente el pasado 02 de octubre el Juez David Beraún
Sánchez emitió el correspondiente oficio dirigiéndose a la
Jefatura de la Policía Nacional del Perú para que conduzca
mediante la fuerza pública al abogado Prudenciano Estrada
Salvador25[2].

Sobre la base de esta noticia supuestamente equívoca, debemos tratar de determinar qué
significa la rectificación en el orden constitucional nacional, para que a partir del caso
de autos, esta figura pueda optimizarse para una mejor protección de los derechos de la
persona. Es decir, la sentencia que se está emitiendo tiene como fin procedibilizar la
rectificación de la mejor forma posible, y así cumplir con su cometido constitucional.

El sentido de la rectificación

2. Las amplias posibilidades de comunicación de hoy plantean mayores retos en referencia


a la protección de los derechos fundamentales de las personas, máxime si se ha
reforzado el ejercicio de los derechos comunicativos26[3]. Ante ello, el mayor
intercambio de ideas hace necesario que se ponga una atención especial sobre aspectos
o datos sensibles de la personalidad humana.
La importancia que se le ha asignado al derecho a la rectificación, en cuanto brinda un
modo para equilibrar la posición entre quienes informan (medios e informadores) y
quienes son referidos y/o aludidos en tales noticias (personas naturales o jurídicas), es
tal que se le ha asignado un rango constitucional.

§1. Reconocimiento normativo

3. La rectificación, como derecho autónomo, es reconocida en el artículo 2.°, inciso 7), in


fine de la Constitución, en los siguientes términos:

(...) Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o


agraviada en cualquier medio de comunicación social tiene
derecho a que éste se rectifique en forma gratuita, inmediata y
proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.

La rectificación así planteada merece protección en el ámbito procesal constitucional a


través del amparo, tal como lo expone el artículo 37.º, inciso 8), del Código Procesal
Constitucional:

El amparo procede en defensa de los siguientes derechos: (...) rectificación

de informaciones inexactas o agraviantes.

Sobre este aspecto también es bien claro el artículo 7.º de la Ley N.º 26775, que señala que
si no lograse realizarse la rectificación bajo el parámetro establecido por la Constitución y
por la ley, queda expedita la utilización de la demanda de amparo.

4. Al respecto, como este Colegiado lo ha señalado, la rectificación es un derecho


fundamental que, según lo expresado en el fundamento 5.a de la sentencia emitida en el
Expediente N.º 0829-98-AA/TC, está referido a lo siguiente:
La obligación de rectificar informaciones inexactas o
agraviantes al honor o a la buena reputación difundidas por
cualquier medio de comunicación social, tiene por finalidad, a la
par de contribuir con una correcta formación de la opinión
pública libre, el de corregir informaciones sobre hechos
inexactos que hayan sido propalados mediante el ejercicio de la
libertad de información, esto es, informaciones cuyo carácter
material permita determinar que se trata de informaciones no
veraces, o que hayan sido formuladas como consecuencia de no
observarse una conducta razonablemente diligente para
agenciarse de los hechos noticiosos que podrían ser objeto de
información.

5. El tratamiento presentado por el ordenamiento constitucional nacional se complementa


con lo desarrollado en la normatividad internacional. Al respecto, pese a que la
Declaración Universal de Derechos Humanos, la Declaración Americana de Derechos y
Deberes del Hombre y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos no se
refieren de forma alguna a la rectificación, y se restringen a la salvaguardia del honor,
el artículo 14.º de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos señala con
claridad que

1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o


agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de
difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al
público en general, tiene derecho a efectuar por el mismo
órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las
otras responsabilidades legales en que se hubiese incurrido.
3. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda
publicación o empresa periodística, cinematográfica, de
radio o televisión tendrá una persona responsable que no esté
protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial.

De lo expresado, se puede afirmar que la rectificación planteada en la Convención


Americana es bastante similar a la propuesta en sede constitucional, aunque no idéntica.
En tal entendido, es indispensable conjugar ambas definiciones normativas, máxime si,
según la Constitución (Cuarta Disposición Final y Transitoria) y el Código Procesal
Constitucional (artículo V del Título Preliminar), los derechos fundamentales
reconocidos en la Norma Fundamental deben ser interpretados de acuerdo con el
desarrollo de los mismos en los instrumentos internacionales sobre la materia.
6. En este marco, se puede admitir la existencia de un contenido esencial en el derecho
fundamental a la rectificación, para que de esta forma sea conveniente y oportunamente
tutelado.

Básicamente este derecho incluirá dos ámbitos: uno positivo y uno negativo. Dentro del
primero, se encuentra la posibilidad de que una persona afectada por un mensaje
desatinado respecto a su persona pueda acceder libremente a un medio de comunicación
de masas a fin de que éste se rectifique en mérito a los derechos comunicativos. Como
parte de la esfera negativa, se entiende que es inadecuado que el medio niegue esta
posibilidad a la persona, toda vez que le asiste con el objeto de proteger su honor, y de
presentar la verdad noticiosa; tal negativa se puede producir tanto con no publicar la
rectificación propuesta o, si se realiza, por hacerse con comentarios inexactos o
agraviantes adicionales.

§2. Validez como mecanismo de protección

7. El fin que cumple en el espectro constitucional hace que el derecho fundamental a la


rectificación deba estimarse como uno meramente relacional, al tratar de entablar una
concomitancia entre los derechos comunicativos y el derecho al honor, y presentándose
en una última instancia como forma de protección de este último, pero únicamente
cuando se produce el ejercicio abusivo de los primeros. Partiendo de la base de la
igualdad entre los derechos fundamentales, es la misma Constitución la que permite una
fórmula para equipararlos, pero sólo en caso de que se produzca el avasallamiento de
uno de ellos en detrimento del otro.

Asimismo, retomando la teoría procesal de los derechos fundamentales, podemos


observar cómo la rectificación se exhibe como un mecanismo adecuado de salvaguardia
del honor. Una de las maneras en que el derecho al honor de una persona puede ser
amparado es a través de una utilización correcta y adecuada de la rectificación. Así, en el
fundamento 23 de la Opinión Consultiva OC-7/86 de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, del 29 de agosto de 1986, Exigibilidad del Derecho de
Rectificación o Respuesta (Artículos 14.1, 1.1 y 2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos7/86), se ha señalado que
(...) la rectificación o respuesta por informaciones inexactas o
agraviantes dirigidas al público en general, se corresponde con
el artículo 13.2.a sobre libertad de pensamiento o expresión, que
sujeta esta libertad al ‘respeto a los derechos o a la reputación de
los demás’ (...).

Es así como la rectificación aparece como una vía para hacer valer la responsabilidad
ante el ejercicio abusivo de los derechos comunicativos en desmedro del honor de los
demás. Por ello, fluye como un mecanismo idóneo y adecuado para que el derecho al
honor, en un sistema de integración de derechos, pueda ser protegido ante un derecho
comunicativo cuando éste es ejercido de manera inconstitucional, a través de datos
inexactos ofrecidos y que afecten o agravien a las personas.

En tal sentido, aparece como un derecho relacional entre el honor y la información,


aunque no por ello puede dejar de ser reconocido como un pleno derecho fundamental.
Asimismo, la función de la rectificación, como garantía procesal de un derecho como
es el honor, hace que la viabilidad de este último pueda quedar asegurada ante un
ataque injustificado.

Por lo tanto, rectificación es, al mismo tiempo, un derecho relacional y una garantía
procesal.

8. De esta forma, sólo puede existir derecho a la rectificación relacionado con los
derechos comunicativos. Entonces, sólo habrá rectificación si se manifiesta un exceso
en el ejercicio de los derechos informativos. Respecto a ellos, su reconocimiento se
encuentra, aparte de la norma constitucional (artículo 2.º, inciso 4), en los instrumentos
internacionales (básicamente, artículo 19.º de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, artículo IV de la Declaración Americana, artículo 19.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y artículo 13.º de la Convención
Americana).

Asimismo, como cualquier derecho fundamental, los derechos comunicativos deben


resguardar en su ejercicio los derechos y libertades de los demás (artículo 29.º de la
Declaración Universal y artículo XXVIII de la Declaración Americana). Pero más claro
resulta el planteamiento del artículo 19.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, que señala, refiriéndose a la libertad de expresión, cuáles son sus límites:
El ejercicio de este derecho entraña deberes y responsabilidades
especiales y por lo tanto pueden estar sujetas a restricciones
establecidas por ley y que sean necesarias para: a) Asegurar el
respeto a los derechos o reputación de los demás; b) La
protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o
moral públicas.

En esta línea, sobre todo tomando en cuenta el acápite a) de la norma del Pacto, queda
claro que los derechos comunicativos encuentran su límite (sobre todo, externo) en el
honor de las personas, y es ahí donde toma fuerza el derecho a la rectificación.

9. De otro lado, cabe recordar que este Colegiado ya ha señalado la ubicación que poseen
los derechos comunicativos en el sistema constitucional. El fundamento 13 de la
sentencia del Expediente N.º 2262-2004-HC/TC ha expresado que

El ejercicio del derecho a la información no es libre ni irrestricto; por el

contrario, está sujeto a ciertos condicionamientos que deben ser respetados

dentro de un Estado democrático y social de derecho. Sólo así, con los

límites que se deben encontrar en la propia Constitución, el derecho a la

información podrá convertirse en la piedra angular de la democracia (...).

Asimismo, según el fundamento 36 de la sentencia recaída en el Expediente N.º 6712-


2005-PHC/TC, tanto la expresión como la información

(...) tienen un sólido sustento democrático, e incluso se han propuesto

garantías para que la injerencia a su ejercicio sea lo más limitada posible

(...).
En la teoría constitucional de los derechos fundamentales que sigue este Tribunal existe
igualdad entre ellos y no ha de aceptarse ningún tipo de jerarquización entre ellos (lo
mismo se aplica para los derechos comunicativos y el derecho al honor), sino habrá de
propiciarse una ponderación a través del principio de concordancia práctica, tal como se
ha señalado en el fundamento 12.b la sentencia del Expediente N.º 5854-2005-PA/TC,
según el cual toda aparente tensión entre las propias disposiciones constitucionales debe
ser resuelta ‘optimizando’ su interpretación, es decir, sin ‘sacrificar’ ninguno de los
valores, derechos o principios concernidos.

En igual sentido, el artículo 32.º, inciso 2), de la Convención Americana consagra que
el derecho de cada persona está limitado por el derecho de los demás. En consecuencia,
debe procurarse la garantía del justo equilibrio y la armonización concreta, en cada
caso, entre el derecho fundamental al honor y los derechos comunicativos, por
intermedio de un procedimiento que asegure la garantía de los derechos en juego y que
determine el carácter inexacto o agraviante del mensaje emitido, siempre que haya una
diferencia resultante del intento de hacer valer, en un caso o situación concreta, la
rectificación.

10. Ahora es menester explicar en qué tipos de medios existe protección para la
rectificación. El mencionado artículo 2.º, inciso 4), de la Constitución señala que el
ejercicio de la rectificación ha de ser realizado a través de los medios de comunicación
social, pero para la Convención Americana, a través del artículo14.1, ha de ser a través
de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general.
Es decir, cabría rectificación no sólo respecto a las informaciones vertidas en aquellos
medios de comunicación masiva comúnmente denominados de comunicación social,
sino también en aquéllos que permiten la transmisión de noticias, datos o informes a un
alto número indeterminado de personas, con el rasgo de masivo.

Y ello es así debido justamente a que

En el idílico pasado del constitucionalismo clásico, las ideas


circulaban libremente dentro de una elite relativamente reducida
(...). Actualmente, sólo los especialistas en los medios de
comunicación de masas son capaces de difundir cuestiones, de
una complejidad sin precedentes, en una masa de público
absolutamente nueva por su magnitud27[4].

Por eso, una equivocada difusión de informaciones en los medios de comunicación de


masas tiene una gran posibilidad de hacer daño a las personas (como podría suceder con
un correo electrónico masivo, en un portal electrónico o en una página web), cuyos
efectos o su divulgación podrían ser tan o más perjudiciales que los existentes en los
ordinariamente llamados medios de comunicación social. Por ello, a entender de este
Tribunal, cabe rectificar los mensajes vertidos por cualquier medio de comunicación
masiva.

11. Sin embargo, la insistencia de nuestra Norma Fundamental en los medios de


comunicación social se debe justamente a la tangible preocupación por la
responsabilidad que acarrea su actuación en la sociedad. Para limitar su poder se les ha
reconocido como una institución constitucional, lo cual fluye de su tratamiento genérico
(artículo 2.º, inciso 4, de la Constitución) como de la búsqueda para su colaboración
con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural de la nación (artículo
14.º in fine de la Constitución). Es más, en el artículo II del Título Preliminar de la Ley
de Radio y Televisión, Ley N.º 28278, se reconoce que la prestación de los servicios de
radiodifusión, como medio de comunicación masiva, debe regirse, entre otros, por la
defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad, la libertad de información
veraz e imparcial, la tutela del orden jurídico democrático, la promoción de los valores
y la identidad nacional, y, claro está, por la responsabilidad social de los propios
medios.

La responsabilidad nos deriva a un autocontrol por parte de los medios de


comunicación social, lo cual no sólo impedirá abusos en su contra, sino también
neutralizará los realizados por ellos mismos contra los demás28[5]. Es así como
(...) la responsabilidad de los medios no se limita a normas de conducta para

su información política (incluyendo la ponderación, la objetividad y la

deferencia con los bienes protegidos de los afectados), sino que tiene que

aplicarse a la trascendente función de facilitar conocimientos y

orientaciones necesarios, o al menos sutiles, para que la sociedad supere sus

problemas29[6].

Por esta calidad, es realmente importante que se busque neutralizar el ejercicio abusivo
de los derechos ejercidos a través de los medios de comunicación de masas, toda vez que
una institución constitucional no puede verse trastocada, y más bien corresponde a la
Constitución proponer la tutela necesaria de sus derechos fundamentales dotando a las
personas comunes y corrientes de los recursos jurídicos pertinentes para poder reponer
las cosas al estado anterior a la violación, es decir, igualarse ante quien informa de
manera negligente con todo el poder que los medios involucran.

12. Cuando se informa en el mundo cotidiano, básicamente no hay reciprocidad directa de


elementos noticiosos entre dos o más partes que intercambian sus roles activo y pasivo,
porque en el caso del mensaje vertido a través de los medios de comunicación social, en
esencia lo que se produce es una unidireccionalidad en el envío de la información, toda
vez que es una de las partes la que tiene todo el poder de la noticia y de transmitirla
hacia el resto.

En ese sentido, la información periodística tiene una importancia creciente y un poder


ahora realmente digno de resaltar. Basta reconocer que su transmisión genera múltiples
cambios por los efectos que ocasiona o puede ocasionar en la vida pública o privada de
las personas e instituciones. Ello acrecienta la responsabilidad profesional de los
periodistas o los medios de comunicación social.

De igual forma, consideramos interesante lo señalado en el artículo II, punto 1 de la


Convención sobre el Derecho Internacional de Rectificación, abierta a la firma por la
Asamblea General en su Resolución N.º 630 (VII), de 16 de diciembre de 1952, y
entrada en vigor, del 24 de agosto de 1962, la cual expresa lo siguiente:

La responsabilidad profesional de los corresponsales y de las


agencias de información les impone dar cuenta de los hechos sin
discriminación y sin separarlos de los elementos conexos
necesarios para su recta apreciación, a fin de fomentar el respeto
a los derechos humanos y a las libertades fundamentales (...).
Conforme a la ética profesional, todos los corresponsales y
agencias de información, en el caso de que se haya demostrado
que ciertos despachos informativos transmitidos o publicados
por ellos son falsos o tergiversados, deberían seguir la práctica
establecida de transmitir por los mismos medios, o de publicar,
rectificaciones de tales despachos (...).

En este bosquejo, aparte de que la noticia sea cierta, la actitud del informador debe estar
teñida de libertad. Esta libertad será la mayor y mejor garantía de que se pueda
aproximar a la verdad. Ahora bien, esta autonomía en el ejercicio periodístico no nos
puede llevar al libertinaje de la información, caracterizado por violar la Constitución
y/o los derechos fundamentales, sino a una actuación adecuada y responsable. Libertad
y responsabilidad van de la mano, por lo que cuando se informe debe hacerse con toda
la autonomía que corresponde a los encargados de difundir los mensajes periodísticos,
pero también deben ser lo suficientemente éticos y responsables para que cuando se
equivocan en el mensaje emitido, puedan rectificarse, inclusive sin la presión de una
carta notarial o de una demanda, como la planteada en este caso.

Configuración del derecho a la rectificación

13. Aparte de las disposiciones normativas expresadas en el artículo 2.º, inciso 7), in fine de
la Constitución y en el artículo 14º.2 de la Convención Americana, se integrará como
parte del bloque de constitucionalidad, lo señalado por la Ley N.º 26775.

De otro lado, también hay que aceptar lo previsto por la Corte Interamericana a través
de los fundamentos 22 ss. de la Opinión Consultiva OC-7/86, respecto a que, si bien el
ordenamiento interno puede crear un mecanismo de rectificación particular, éste no
puede desconocer su tratamiento por la Convención Americana, según los parámetros
explicados supra. Con más razón aún, también lo dispuesto por dicha ley debe estar
acorde con la Norma Fundamental.
§1. Supuestos

14. Sobre la base de los obiter dictum antes desarrollados, es importante para este
Colegiado interpretar la Constitución a fin de configurar el derecho fundamental a la
rectificación.

Son dos los supuestos considerados por el constituyente en que puede plantearse un
pedido de rectificación:

a. Información inexacta
Según el artículo 2.º, inciso 7), de la Norma Fundamental, cabe la rectificación por
‘afirmaciones inexactas’; sin embargo, la Convención Americana, en su artículo
14.º, hace referencia a ‘informaciones inexactas’.

Por eso, consideramos que en este primer supuesto, independientemente del término
utilizado, la remisión directa de la rectificación se da respecto al derecho a la
información. Es por ello que la información periodística requiere un estricto control
de veracidad, pues buena parte de su legitimidad proviene de las certezas y
certidumbres contenidas en ella. En el ámbito del ejercicio de este derecho
fundamental, la veracidad está más ligada con la diligencia debida de quien informa,
y no con la exactitud íntegra de lo informado. De hecho, cada uno puede tener su
verdad, exponerla o aceptar la de los otros.

Cabe señalar, además, que el derecho a la rectificación fluye cuando se produce una
información falsa o inexacta. Es decir, sólo se podrá dar cuando la información
publicada o difundida no corresponde en absoluto con la verdad (falsedad) o cuando
se ajusta sólo en parte a ella (inexactitud).

Así, la nota será falsa o inexacta si es que no se expresó la verdad o lo hizo a


medias, con lo que incurre en una transgresión voluntaria o involuntaria a la
responsabilidad profesional de informar con sentido de la verdad y con tendencia a
la objetividad. La verdad o no de la información se debe medir en su propio y
estricto contexto, constatando las falencias en menor o mayor grado de la
información.
Sin embargo, es posible que pese a toda la diligencia debida que pueda poner un
comunicador social, no transmita una verdad en el sentido puro de la palabra. Por
ello, es que el derecho a la rectificación, en tanto medie una afectación al derecho al
honor de las personas, surge como una forma idónea de contrastar la ‘verdad
periodística’ y la ‘verdad real’. Para eso se tiene la posibilidad de que, tras presentar
un error noticioso, éste sea corregido prontamente y en las mismas condiciones de
las expresadas en la publicación o emisión original. Es decir, cuando la información
alude a un sujeto pasivo del ejercicio de este derecho fundamental y éste asevera
que lo dicho es falso o inexacto, se genera una reacción, que es rectificar esa
información, independientemente de la exigencia o no de veracidad en la
información. En ese sentido, dicho derecho

(...) más para evitar una agresión, sirve para ofrecer la versión de la persona

ofendida (...) o para suplir las deficiencias informativas de una noticia que

se ha demostrado falsa (...). El derecho a la rectificación no tiene por

finalidad principal garantizar la veracidad de una información de hecho o,

en sentido negativo, no es su finalidad excluir las informaciones falsas,

inexactas o incompletas (...)30[7].

Rectificar es contradecir, rebatir o impugnar con argumentos o razones lo que otro


ha informado. Por eso se ha dicho de manera contundente que cabe el ejercicio de la
rectificación si es que se informa erróneamente y se afecta a la persona;

(...) en tal caso, ésta debe tener derecho a rectificar tal error, aun
cuando no hubiera dolo o culpa del periodista31[8].
Vale señalar que la exigencia de la rectificación, e incluso su realización, será
independiente de las otras responsabilidades que puedan tener los intervinientes en
la propagación de la información. Por último, queda claro que para que exista
rectificación es irrelevante si existe o no diligencia; basta con comprobar que la
noticia propagada es falsa. Así, el ejercicio del citado derecho se exhibe como una
excepción a la regla de la diligencia debida exigida para la información en el ámbito
constitucional.

b. Honor agraviado
El otro supuesto en que se puede ejercer el derecho a la rectificación se
presenta cuando la persona se ha sentido afectada a través de un agravio, y
esto significa una violación de su derecho al honor (así lo señala también el
artículo 14.3 de la Convención Americana), a través de un medio de
comunicación de masas con independencia del derecho comunicativo ejercido.
Ésta es la interpretación adecuada que puede fluir de una correcta lectura del
artículo 2.º, inciso 7), de la Constitución.

Si bien la Norma Fundamental prefiere adscribirse a una postura fáctica del


honor (reconocimiento de honor interno y de honor externo, entendido este
último como buena reputación), lo que en el fondo está admitiendo es la
existencia de un derecho único al honor, tal como lo ha hecho también el
artículo 37.º, inciso 8), del Código Procesal Constitucional.

En este marco, se puede considerar que el honor, sobre la base de la dignidad


humana, es la capacidad de aparecer ante los demás en condiciones de
semejanza, lo que permite la participación en los sistemas sociales y
corresponde ser establecido por la persona en su libre determinación. Esto
viene a significar que para que haya rectificación debe haberse producido
previamente un ataque injustificado al derecho fundamental al honor.

A entender de este Colegiado, a través del fundamento 3 de la sentencia


recaída en el Expediente N.º 0446-2002-AA/TC, el honor forma parte de la
imagen del ser humano, ínsita en la dignidad de la que se encuentra investida,
garantizando el ámbito de libertad de una persona respecto de sus atributos
más característicos, propios e inmediatos. Asimismo, se ha señalado en el
fundamento 2 de la misma sentencia que este derecho

(...) forma parte del elenco de derechos fundamentales


protegidos por el inciso 7) del artículo 2.° de la Constitución
Política, y está estrechamente vinculado con la dignidad de
la persona; su objeto es proteger a su titular contra el
escarnecimiento o la humillación, ante sí o antes los demás,
incluso frente al ejercicio arbitrario de las libertades de
expresión o información, puesto que la información que se
comunique, en ningún caso puede resultar injuriosa o
despectiva.

En el caso de la rectificación, para que ella pueda ser ejercida debe existir un
elemento afectante del honor de una persona, y ésta es una condición básica
para su disfrute.
La prueba de este hecho, que no requiere una declaración judicial previa, debe
basarse en los elementos objetivos presentados por quien la reclame y que
deben ser explicados en el requerimiento que exhiba ante el medio de
comunicación. Esto ha de significar que para hacer el pedido de una
rectificación no es necesario, ni menos aún exigible, que se haya comprobado
previamente el daño al honor de las personas. Basta tan sólo con una
apariencia de la vulneración.

15. Habiendo determinado los dos supuestos en los que se puede solicitar la rectificación,
sobre todo en lo relativo a la existencia de un agravio, es necesario que a continuación
podamos contrastarlos con lo sucedido en el caso concreto.

Se puede decir que si bien el recurrente ha sido parte de un proceso penal de


investigación reservada, el cual es un asunto eminentemente personal y no público,
cabría preguntarse si la noticia propagada amerita o no el ejercicio del derecho
fundamental a la rectificación de su parte, según los parámetros establecidos.

16. Tal como ha sido presentado líneas arriba, mediante una carta remitida por el
recurrente, éste manifiesta que no tiene orden de captura alguna. Afirma que lo que
existe es una orden de comparecencia, bajo apercibimiento de ser conducido por la
fuerza pública para que rinda su instructiva en dicho proceso, y que no asistió a la
diligencia pues ella no se realizó en la fecha señalada. En este contexto, ha solicitado,
al utilizar el amparo, que se haga efectivo su derecho a la rectificación, el cual ha sido
transgredido cuando

(...) se ha publicado en el Diario Regional el titular ‘¡Ex Decano


del Colegio de Abogados con orden de captura!’. De igual forma
aparece dicha información en la segunda página con las misma
palabras en dos renglones pero sin signos de admiración al pie la
fotografía del demandante que se publicó el 8 de octubre del año
2003 (...)32[9].

Pese a solicitar al demandado la rectificación de la información considerada falsa,


nunca hubo enmienda alguna. En tal sentido, el requerido alega que la noticia que
presentó es el resultado de la interpretación del hecho noticioso, es decir, es un juicio
de valor informativo. Agrega que

(...) la disposición judicial de ser conducido un procesado


mediante la fuerza pública, implica una orden de captura y
detención en el lugar que sea habido, y ser puesto a disposición
del juez solicitante para los fines de ley33[10].

Entonces, en la presente causa se tiene que dilucidar el significado del término ‘orden
de captura’ y determinar si, sobre la base fáctica de la noticia aparecida en el medio de
comunicación social, el accionante se encontraba en los supuestos admitidos por la
Constitución para el ejercicio del derecho a la rectificación.

17. En primer lugar, hay que aceptar o descartar el argumento utilizado por el demandado,
y acogido por el juzgador de segundo grado, respecto al tipo de lenguaje utilizado en la
noticia publicada, pues expresa que

(...) hay que entender que en el lenguaje común no es la misma


[sic] la acepción jurídica del término ‘captura’ y que el término
utilizado por el diario emplazado en todo caso importaría un
error de interpretación pero no la publicación de un hecho
alejado de la verdad (...)34[11].

Al respecto, si bien es cierto que existe el Oficio N.º 6612-03-4JPHCO, a través del
cual el juzgado penal requiere al Jefe del Departamento de la Policía Judicial para que
conduzca mediante la fuerza pública para que preste una declaración instructiva al
querellado, hoy demandante en el amparo, y sea puesto a disposición de dicho
despacho previa emisión por parte del juez de un auto mediante el cual se dispone para
que preste su declaración, también lo es que, en relación con la información propalada
en el diario el día miércoles 8 de octubre del 2003, debemos tener en cuenta el contexto
en que se está emitiendo tal información.

Al respecto, para la mayoría de las personas que no tienen conocimientos en materia


penal, el término ‘orden de captura’ hace mención a un alto nivel de restricción a la
libertad personal, semejante a un mandato de detención, cuya naturaleza no puede ser
comparada con una ‘orden de comparecencia’ bajo apercibimiento de ser conducido
por la fuerza pública, en la cual, si la persona citada no concurre a la diligencia, se hace
efectivo el apercibimiento decretado. De esta manera, el director del diario o el que
realizó la investigación periodística no supo transmitir la información exacta de lo
sucedido. Si bien es cierto que el demandante está involucrado en un proceso penal por
difamación, el oficio emitido por el juzgado era para que acuda de forma conminatoria
al proceso a prestar su declaración instructiva; en ningún momento se está limitando
abiertamente su libertad personal. Por ello, como ya se ha señalado previamente, no
pueden asimilarse los conceptos de traslado a un juzgado vía grado o fuerza, que
significa desplazamiento de una persona a un recinto judicial para que declare o se le
sentencie, y el de ‘orden de captura’, que comúnmente es entendido como una medida
que implica la pérdida de la libertad personal. Presentar el mencionado apercibimiento
como una orden de captura demuestra, a entender de este Colegiado, un agravio por
parte del medio de comunicación. Desde ya se estaría hablando de un informe
incompleto y fuera de todo contexto, con la consiguiente vulneración del derecho
consagrado en el artículo 2.°, inciso 7), de la Constitución.

En conclusión, para este Tribunal, por más que el lenguaje coloquial no se condiga
necesariamente con el jurídico, la actuación del informante debe también reflejar esta
diferencia. Si no quiere verse involucrado en un desliz como el producido en el
presente caso, entonces tampoco puede utilizar un lenguaje que no es el periodístico,
como es el hecho de usar el término ‘orden de captura’.

18. De lo expresado, no cabe duda de que la información vertida no es completamente


cierta, por lo que correspondía rectificarla a quien la emitió, independientemente del
nivel de diligencia mostrado por el demandado.

A entender del accionado, y basado en los documentos judiciales y policiales que


contenían la conducción por vía de grado o fuerza, éste se anima a precisar que

(...) Es así que, teniendo como fuente informativa los


documentos señalados en el item anterior, el Diario Regional
realiza la mencionada publicación noticiosa materia de reclamo,
cumpliendo su labor informativa constitucionalmente respaldada
(...)35[12].
Ahora bien, el dato objetivo es que existe una afirmación que no cuenta con el grado de
exactitud necesario para que ésta pudiese ser emitida. Sin embargo, al haber sido ya
propagada, en pos del respeto del público, cabría en este caso la existencia de una
rectificación, motivo por lo cual la demanda planteada debe ser declarada fundada.

19. Pero para llegar a una conclusión como la arribada, también ha podido existir una
vulneración del honor del recurrente, y así se estaría incluyendo también el presente
caso en el segundo supuesto previsto.
El demandante ha señalado, respecto a la noticia presentada por el encausado, lo
siguiente:

(...) esta información inexacta hizo el demandado haciendo daño


a mi honor, a mi reputación y a mi buena imagen (...) el
demandado no podía ni debía de haber publicado, comentarios
falsos de un proceso penal de investigación reservada, que es
asunto eminentemente personal y no público (...)36[13].

De esta forma, debe observarse que una noticia de este tipo también ha llegado a
afectar el honor del peticionante, toda vez que presentarlo de manera pública como un
presunto responsable (con orden de captura) de un delito –del cual tampoco se precisó
su tipicidad– le impide presentarse adecuadamente en la sociedad, máxime si lo han
designado en su calidad de ex decano del Colegio de Abogados, señalamiento
totalmente irrelevante para el caso concreto.

§2. Elementos configuradores

20. Además de lo señalado respecto a la rectificación constitucionalmente aceptada y la


declaración respecto al caso concreto, es pertinente insistir en algunos aspectos no
menos importantes respecto a su configuración.

Según el fundamento 3 de la sentencia recaída en el Expediente N.º 1308-99-AA/TC, a


entender de este Colegiado,

(...) en relación a los requisitos de procedibilidad, este Tribunal

Constitucional, de manera previa ha de señalar que de conformidad con el

artículo 2º de la Ley N.º 26847, el ejercicio del derecho de rectificación


deberá canalizarse previamente mediante solicitud cursada por conducto

notarial, la que deberá realizarse dentro de los quince días naturales

posteriores a la publicación o difusión que se proponga rectificar (...).

Por ello, veremos a continuación algunas cuestiones referidas al procedimiento de


rectificación que merecen ser explicadas:

a. Con relación a su naturaleza:


El artículo 2.º, inciso 7), in fine de la Norma Fundamental señala los elementos que
están insertos en una rectificación: ésta debe ser gratuita, inmediata y proporcional.

- Gratuidad: La Constitución señala que todo acto de rectificación debe ser


completamente gratuito para quien se ve afectado. Ahora bien, este hecho no
impide que la persona realice algunos pagos en el trámite del pedido (como
puede ser la carta notarial que debe enviar), pero lo que sí no debe abonarse al
medio de comunicación es monto alguno por concepto de la publicación o
emisión en sí.

- Momento: La Constitución exige que la rectificación debe darse de manera


inmediata, es decir, en el menor tiempo posible desde que se produjo la
afectación. En el artículo 3.º de la Ley N.º 26775 se establece que los
responsables deben efectuar la rectificación dentro de los siete días siguientes
después de recibida la solicitud para medios de edición o difusión diaria o en la
próxima edición que se hiciera, en los demás casos. Sabiendo que los medios de
comunicación tienen distinta naturaleza (no pueden ser iguales la radio con un
periódico, y menos aún, un correo electrónico masivo), la rectificación debe
realizarse según la manera en que cada medio difunda el mensaje. Por ello, este
Colegiado se ha de preocupar en que la inmediatez de la rectificación deba ser
cumplida, pues ella es una característica esencial y constituyente en el ejercicio
de este derecho fundamental.

- Forma: Lo que siempre habrá de buscarse es que la rectificación sea


proporcional con aquel mensaje que terminó violentando el derecho
fundamental al honor de la persona. Tratándose de una edición escrita, la
rectificación deberá publicarse íntegramente, sin intercalaciones, en la misma
página y con características similares a la comunicación que lo haya provocado
o, en su defecto, en un lugar destacado de la misma sección. Cuando se trata de
radio o televisión, la rectificación tendrá que difundirse en el mismo horario y
con características similares a la transmisión que la haya motivado. Por ello, se
señala en el artículo 3.º in fine mencionado que, tras la solicitud de la persona
afectada, la rectificación se efectuará el mismo día de la semana y, de ser el
caso, a la misma hora en que se difundió el mensaje que la origina en los
medios no escritos. Lo que en fondo se persigue con la rectificación es que se
presente un mensaje discursivo con el mismo peso periodístico que el original,
pero siempre en términos respetuosos y convenientes.

b. Con relación a los intervinientes: Como todo derecho fundamental, la rectificación


posee un titular y un destinatario.

- Reclamante: La titularidad del derecho alcanza a cualquier persona, natural o


jurídica, ofendida o injustamente aludida por algún medio de comunicación. Es
así como el derecho está reconocido a toda ‘persona’ afectada por afirmaciones
inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio, pudiendo ejercerlo, según lo
precisa el artículo 2.º de la Ley N.º 26775, por la misma afectada o por su
representante legal. También estará legitimada activamente para realizar la
solicitud de rectificación, aquella persona que, pese a que el medio se haya
rectificado espontáneamente, no juzgue satisfactoria la misma.
- Obligado: La rectificación se traduce en una obligación que recae, como ya ha
sido explicado, en cualquier medio de comunicación, y que consiste en insertar
o difundir gratuitamente las rectificaciones que les sean dirigidas. Cuando se
trata de un medio de comunicación social, el artículo 2.º de la Ley N.º 26775
señala que será responsable el director del órgano de comunicación y, a falta de
éste, quien haga sus veces. Cabe señalar que según el artículo 14.3 de la
Convención Americana, toda publicación o empresa periodística,
cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no
esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial. En caso de que el
responsable no estuviese en un medio de comunicación social, entonces el
responsable será el propio emisor de la información.

c. Con relación al trámite: Este tema ha sido desarrollado a través de la citada Ley
N.º 26775, básicamente a través de los artículos 2.º y 3.º; pero hay aspectos que
merecen ser resaltados.

- Solicitud: Se debe hacer un requerimiento al director del medio de comunicación


o a las personas que se presentan como responsables, en el cual se solicite la
rectificación. Según el artículo 2.º de la referida ley, la solicitud será cursada por
conducto notarial u otro fehaciente. Es así como tal carta se configura en una vía
previa para la presentación de la demanda de amparo.
- Tramitación: El pedido realizado puede ser realizado hasta quince días naturales
posteriores a la publicación o difusión que se propone rectificar, tal como lo
señala el antes mencionado artículo 2.º de la Ley N.º 26775. Este plazo está de
la mano con la exigencia de inmediatez explicada.

21. En el caso concreto, es de notar que el recurrente ha exigido al periódico el cambio de


titular y de la noticia que lo explica, alegando no ser objeto de una orden de captura y
solo se le ha remitido un oficio, mediante el cual le piden que asista a la querella de un
proceso en curso. De este modo le solicita al demandado rectificarse bajo sus propios
términos y según un formato individual.

Sin embargo, tal como se presentó supra, el demandado no cumplió con permitirle al
accionante la posibilidad de rectificación, no satisfaciendo el pedido realizado. Sobre
esta situación, cabe hacer dos precisiones.

22. La primera de ellas está referida a cómo ha de presentarse una rectificación: Como
lo desea el afectado o como lo plantea el medio. En el caso concreto, el solicitante
envía una carta notarial indicando la forma en que se debía rectificar el diario
emplazado.

Por ello, es interesante analizar la forma en que el medio de comunicación social


‘intentó’ satisfacer la rectificación solicitada pues ésta fue opuesta a lo que la
Constitución exige, al agregar comentarios a extractos de la carta notarial enviada. No
fue proporcional de ninguna forma a los estándares constitucionales del artículo 2.º,
inciso 7).

23. La supuesta rectificación realizada por el demandado el día 27 de octubre publicada en


la página 7 de Política/Gestión del Diario Regional, incluye un comentario de la carta
notarial que le fue dirigida días antes con el propósito de que se rectifique de la versión
emitida por la nota periodística del 8 de octubre del 2003, sin cumplir el mandato de la
ley.

La solicitud enviada por el recurrente al medio señalaba que debía ponerse, como una
verdadera forma de rectificación, en el medio lo siguiente:

¡Ex Decano de Colegio de Abogados nunca tuvo orden de captura!


Huánuco.- El ex Decano del Colegio de Abogados de Huánuco
y Pasco con orden de captura, Prudenciano Estrada Salvador,
nunca tuvo orden de captura por disposición judicial del Cuarto
Juzgado Penal de esta ciudad. Este juzgado sólo decretó su
comparecencia bajo apercibimiento de ser conducido por la
fuerza pública para que rinda su instructiva en el proceso de
querella seguido por el ex Fiscal Provisional de Familia abogado
Ernesto Calle Hayén. El cargo que obra a fojas 298 de los autos
acredita que la señorita Secretaria del Estudio Jurídico del
querellado, que atendió al personal del juzgado, no quiso
recepcionar, de cuya actitud dejó una constancia la señorita
Auxiliar Jurisdiccional; el querellado no realizó la recepción
como falsamente se informó en el Diario Regional; por esa
razón se frustró la diligencia de la instructiva del querellado
señalado para el día 22 de setiembre del año en curso, es falso
que el querellado Prudenciano Estrada Salvador se haya negado
a firmar resolución alguna del Cuarto Juzgado Penal; en los
actuados, el querellado abogado Prudenciano Estrada Salvador
firmó el cargo de la Resolución de fecha 1 de octubre del 2003,
en efecto la afirmación publicada el día 8 de octubre del año en
curso fue inexacto. El querellado por considerar que el Juzgado
resolvió con error la Resolución que ordenó conducir en grado
fuerza para rendir su instructiva, fue apelado dentro del término
de ley, por lo que fue concedida la apelación mediante la
resolución de fecha 6 de octubre, cuyo cuaderno ha sido elevado
a la Sala de la Corte Superior de Huánuco y Pasco, hasta el
momento que se redactó esta carta rectificatoria no ha sido
resuelto. El 2 de octubre del presente año el Señor Juez David
Beraún Sánchez, emitió el Oficio N.º 6612-2003 a favor de la
PNP de esta localidad en forma ilegal, por cuanto para esa fecha
la Resolución del 1 de octubre no se encontraba consentida,
debido a ese error jurídico, el Juzgado posteriormente ofició a la
PNP dejando sin efecto37[14].

Es decir, el director al realizar supuestamente la rectificación en la nota periodística, de


fecha 27 de octubre del 2003, la realizó de una manera peculiar, pero tomando en
cuenta un extracto de la carta remitida por el recurrente, a través de la cual niega la
información emitida (la del día miércoles 8 de octubre del 2003).

Hacer pasar la rectificación como la posición del recurrente dentro de una supuesta
investigación realizada, en la que se insiste en la información ofrecida de manera
original, no puede ser ni debió ser aceptada como rectificación, tal como ocurrió en el
presente caso, y que ahora motiva que este Colegiado esté revisando este proceso
constitucional.

24. De lo observado, es necesario determinar la validez de una de las dos posibilidades


propuestas para que la rectificación pueda ser realizada: una es que sea el propio medio
el que lo rectifique según sus parámetros; otra es que el propio afectado proponga la
forma en que se produzca la rectificación.
Según el artículo 14.1 de la Convención Americana, la persona ‘tiene derecho a
efectuar’ la rectificación, es decir, todo hace suponer que él mismo debe ser el que
proponga la forma en que el medio se rectifique. Sin embargo, la Constitución, en su
artículo 2.º, inciso 7), expresa claramente que el derecho de la persona se refiere a que
el propio medio se rectifique.

Haciendo una interpretación coherente entre ambas normas, consideramos pertinente


aseverar que será el propio medio el que debe presentar la rectificación, según los
lineamientos periodísticos del mismo, con la salvedad de que el agraviado señale
expresamente lo contrario en su solicitud. En el caso de que la persona haga un pedido
intencionado de que se coloque la rectificación según su voluntad, el medio deberá
hacer la rectificación según la petición realizada. Sin embargo, en este último supuesto,
el afectado no podrá hacer un ejercicio abusivo de su derecho. Así lo ha determinado el
artículo 5.º de la Ley N.º 26775, cuando señala que el medio de comunicación social
puede rechazar la difusión o inserción de la rectificación, en el caso de que una
información sea inexacta:

a) Cuando no tenga relación inmediata con los hechos o las


imágenes que le aluden o que exceda lo que estima necesario
para corregir los hechos declarados inexactos o perjudiciales
para el honor.
b) Cuando sea injuriosa o contraria a las leyes o a las buenas costumbres.
c) Cuando se refiera a tercera persona sin causa justificada.
d) Cuando esté redactada en idioma distinto al de la emisión del
programa o de la edición incriminada.
e) Cuando se vulnere lo dispuesto en el artículo sexto de la
citada ley; es decir, si la rectificación no se limita a los
hechos mencionados en la información difundida o
comprende juicios de valor u opiniones.

En caso de negativa por parte del medio o si la difusión o inserción de la rectificación


no satisface al afectado, cabría presentar una demanda de amparo por violación del
derecho fundamental a la rectificación, y, en tal caso, será el propio juez constitucional
el que determine cuáles son los parámetros que debe utilizar el medio para la
rectificación. En caso de ser injustificada la negativa del medio, cabe utilizar los
apremios con que cuenta el juez, tal como más adelante va a ser desarrollado.
25. Así, en el caso concreto, el demandado debe rectificar la noticia presentada,
consignando expresamente en un titular que el afectado no tuvo orden de captura sino
mandato de conducción vía grado o fuerza. Sobre la base de dicho titular, el accionado
deberá explicar cuál fue la verdadera situación jurídica del recurrente en la querella que
se le interpuso en su contra, en un artículo que esté en la misma página (página 2) y
con una dimensión similar a la de la información original, evitando hacer comentarios
agraviantes sobre la noticia, y limitándose a presentar la noticia rectificada, según
consta en la carta notarial que le enviara el accionante.

26. En segundo lugar, lo que se debe determinar es si es o no válida una rectificación que
contiene añadidos por parte del medio (nuevas opiniones o informaciones).

Corresponde salvar esta duda sobre la base de lo que reprodujo el diario demandado en
la supuesta rectificación que realizó de la noticia original del caso de autos. Esto fue lo
que publicó:

Ex decano de Colegio de Abogados dice que ‘no tiene orden captura’

Huánuco.- Mediante una carta remitida por el abogado


Prudenciano Estrada Salvador, ex Decano del Colegio de
Abogados Huánuco Pasco, manifiesta que no tiene orden de
captura del Cuarta Juzgado Penal, en la querella que le siguen
por el presunto delito de difamación, instaurado por el ex Fiscal
Provincial de Familia Ernesto Calle Hayén (...).

Ahora bien, el mandato de conducir a una persona por la fuerza


pública, implica en sí la detención de la persona, su conducción
al Juzgado, y ser puesto a disposición del Juez para los fines de
Ley. En buen romance, es una orden de captura para una
detención transitoria, preventiva.

Si el Juzgado posteriormente remitió otro oficio a la Policía


Nacional dejando sin efecto el pedido de conducción del
inculpado de grado o fuerza, esto constituye un hecho nuevo
dentro del proceso, que obviamente no teníamos por qué
conocer. En todo caso, con la presente publicación le
concedemos al abogado Prudenciano Estrada, el derecho de
réplica38[15].
27. Para este Colegiado, la rectificación debe estar circunscrita al objeto del mensaje
inexacto que la motiva, separada de cualquier discurso agregado. Lo que podrá hacer el
medio de comunicación de masas frente a un pedido realizado por el afectado está
limitado a rectificar el mensaje equivocado; es decir, no podrá insertar en la misma nota
rectificatoria, como titular o comentario, nuevas apreciaciones o noticias, pues al
insistir, revertir o poner en duda la rectificación del reclamante, se desvirtuaría la
naturaleza de la rectificación., anulando el contenido esencial de dicho derecho
fundamental.
Ello no quiere que el medio de comunicación no pueda emitir opiniones o seguir
informando sobre el tema, pero lo que no puede es, en el acto mismo de rectificación,
desdecir el objeto del ejercicio de este derecho fundamental.

Por tal razón, debe exigirse a los medios de comunicación la mayor responsabilidad
profesional y objetividad en su ejercicio informativo, y, por ende, también en la forma
en que debe realizar la rectificación; léase en la forma publicada o analizada sin
calificar ni evaluar el argumento o razones (las supuestas otras verdades) de quien
busca la rectificación.

28. En el caso de autos, el recurrente alega que no se produjo una verdadera rectificación
toda vez que

(...) el demandado, el día 27 de octubre del presente año publicó


en la página 7 de Política/Gestión del Diario Regional, un
comentario de la carta notarial que le dirigí el 21 del mismo mes
y año para que rectificara la publicación que hizo el 8 de octubre
de 2003, lejos de cumplir con el mandato de la ley, el
demandado abusando de su derecho por segunda vez, publicó
hechos y opiniones inexactos que perjudicó a mi honor,
reputación y buena imagen39[16].

Es decir, el recurrente sostiene que cuando el demandado supuestamente rectificó la


noticia, con un artículo publicado el día 27 de octubre de 2003, emitió opiniones y
presentó hechos respecto a su caso.
Frente a tal tesis, el demandado considera que pese a que no estaba obligado a
rectificación alguna,

(...) por nuestra política informativa de pluralidad y


concediéndole el derecho de réplica, el Diario Regional, en su
edición Nº 2473, del día 27 de octubre 2003, página 7, publicó
la versión de Prudenciano Estrada Salvador, sobre la base de lo
manifestado en su Carta Notarial que nos entregaron con fecha
22 de octubre del año pasado, accediendo en parte a su
petición40[17].

29. A entender de este Colegiado, no puede considerarse proporcional ni adecuada la


rectificación realizada por el accionado. Una utilización de este tipo de rectificación
contradice abiertamente los elementos configuradores que la Constitución le reconoce.
Por tal razón, también ha de considerarse fundada la demanda porque no se realizó
adecuadamente la rectificación propuesta.

FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda y, en consecuencia, ordena la publicación inmediata


de la rectificación solicitada, en los términos señalados en el fundamento 10, supra.

2. Establecer como precedente vinculante los fundamentos N.os10 (reglas sobre los tipos
de medios en los que se puede solicitar la rectificación), 14 (reglas sobre los
requerimientos para el ejercicio del derecho fundamental a la rectificación), 20 (reglas
sobre los elementos configuradores que posee) y 24 y 27 (reglas sobre la forma en que
debe ser presentada) de la presente sentencia, de conformidad con el artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA

GONZALES OJEDA

ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO

ANALISIS DEL EXP. N° 3362-2004-PA/TC (28/09/2006). PRUDENCIANO


ESTRADA SALVADOR VS. DIARIO REGIONAL DE HUÁNUCO
Se plantea un Recurso extraordinario interpuesto por don Prudenciano Estrada
Salvador contra la sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco, de fojas 140, su fecha 13 de julio de 2004, que declara infundada la
demanda de amparo de autos

Se señala que el derecho a la rectificación opera frente a dos situaciones


claramente difrenciables: el honor agraviado y las informaciones inexactas. Estas
dos situaciones se pueden presentar en cualquier medio de comunicación masiva
(radio, televisión, prensa escrita e incluso correos electrónicos e internet), siendo
estos ámbitos en donde opera el derecho a rectificación. Este derecho presenta
los siguiente elementos configuradotes: a) se trata de un derecho gratuito, b)
opera en el menor tiempo posible luego de emitir el mensaje inexacto o
agraviante, c) debe ser proporcional al mensaje que lo motiva, d) la rectificación se
solicita por conducto notarial y debe ejecutarse en un plazo menor a quince días
posteriores al mensaje que se pretende rectificar. Asimismo se señala los límites
de este derecho a efectos de impedir un ejercicio abusivo de él.

EXP. N.° 3741-2004-AA/TC


LIMA

RAMÓN HERNANDO

SALAZAR YARLENQUE

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, reunido el Tribunal


Constitucional en sesión de pleno jurisdiccional, con la asistencia de los señores
magistrados Alva Orlandini, presidente; Bardelli Lartirigoyen, vicepresidente; Gonzales
Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Ramón Hernandp Salazar Yarlenque


contra la sentencia de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
66, su fecha 30 de enero de 2004, que declaró infundada la acción de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de febrero de 2003, el recurrente interpone demanda de amparo contra


la Municipalidad de Surquillo, solicitando que se ordene a la emplazada admitir a trámite
sus medios impugnatorios sin la exigencia previa de pago de la tasa que por tal concepto
tiene establecido en su respectivo Texto Único de Procedimientos Administrativos.

Aduce el demandante que tras haberle impuesto una multa la entidad emplazada se
presentó en la municipalidad a efectos de impugnar dicha decisión, pero se le exigió
previamente el pago de quince nuevos soles (S/. 15.00) por concepto de tasa impugnación,
conforme al TUPA de la referida entidad edil, agregando que la exigencia de dicho pago
vulnera su derecho de petición, así como su derecho de defensa como elemento del debido
proceso que consagra la Constitución.

La emplazada contesta la demanda contradiciendo de modo sustancial sus


argumentos. Sostiene que la Constitución, en su artículo 192.°, inciso 3, reconoce
competencia a los municipios para crear, modificar y suprimir contribuciones, tasas,
arbitrios, licencias y derechos municipales, y que sobre dicha base, ha establecido en su
TUPA el pago por los conceptos de presentación de documentos cinco soles y por concepto
de impugnación diez soles, los cuales se encuentran debidamente sustentados en su
estructura de costos.

El Sexagésimo Tercer Juzgado Civil de Lima, con fecha 6 de junio de 2003, declara
infundada la demanda considerando que el monto establecido por concepto de
impugnación, así como el que se establece por concepto de recepción de documentos,
ascendente en total a la suma de quince nuevos soles, se encuentra previsto en el TUPA de
la municipalidad emplazada. Argumenta también que dicha norma ha sido expedida
conforme al Código Tributario y que, por ello, no se están violando los derechos del
recurrente, tal como este alega.

La recurrida confirma la apelada con argumentos similares.

FUNDAMENTOS

1. Mediante el presente proceso de amparo constitucional, el demandante solicita que se


ordene a la Municipalidad Distrital de Surquillo admitir a trámite los medios
impugnatorios que desea hacer valer frente a una resolución de multa emitida por dicha
entidad, sin que por ello tenga que pagar previamente un derecho de trámite que la
municipalidad emplazada ha establecido y que el recurrente considera violatorio de sus
derechos constitucionales de defensa y de petición, consagrados en los artículos 139.º,
inciso 3 y 2.º inciso 20, de la Constitución, respectivamente.

2. Antes de evaluar el fondo de la controversia, es necesario precisar que el pago que la


Municipalidad emplazada ha establecido como condición para atender el escrito de
impugnación del recurrente, comprende en realidad dos conceptos claramente separados
conforme al propio TUPA de la referida municipalidad. Así, en el rubro 1 de la
Ordenanza N.º 084/MDS, referido al cobro por concepto de Recursos impugnativos, se
fija para el caso, tanto del recurso de reconsideración como del recurso de apelación, la
suma de diez nuevos soles, mientras que en el rubro N.º 7, referido a la Recepción de
documentos en general, se fija como monto la suma de cinco nuevos soles.

3. Este Tribunal considera que lo que en realidad se está cuestionando por contravenir los
derechos de petición y de defensa, es el concepto referido al cobro por “derecho de
impugnación”, consignado en el rubro 1 del TUPA de la municipalidad emplazada. En
consecuencia, este extremo será materia de análisis por parte de este Colegiado.

§1. Control de constitucionalidad y control de legalidad de los actos de la


administración

4. En primer lugar, resulta pertinente atender que tanto el juez de instancia como el
colegiado que atendió el recurso de apelación no se han referido a la dimensión
constitucional de los hechos planteados por el recurrente, puesto que ambos se han
limitado a verificar si la imposición del pago previsto para impugnar una decisión de la
municipalidad emplazada, se ha ajustado a las normas infraconstitucionales como el
Código Tributario o la propia Ordenanza Municipal N.º 084/MDS, que aprobó el
TUPA de la municipalidad demandada, donde, en efecto, se encuentra previsto el cobro
de un derecho por concepto de presentación de recursos impugnatorios. En este sentido,
el a quo, luego de verificar que el monto establecido por concepto de apelación se
encuentra regulado en el respectivo TUPA de la municipalidad, que se enmarca dentro
de los parámetros establecidos por el Código Tributario, concluye que “(...) no se
estaría vulnerando (el) derecho a la defensa (del recurrente)”(fundamento jurídico sexto
de la sentencia).

5. Un razonamiento en este sentido obliga a este Tribunal a hacer algunas precisiones


previas. En primer lugar, se debe recordar que tanto los jueces ordinarios como los
jueces constitucionales tienen la obligación de verificar si los actos de la administración
pública, que tienen como sustento una ley, son conformes los valores superiores, los
principios constitucionales y los derechos fundamentales que la Constitución consagra.
Este deber, como es evidente, implica una labor que no solo se realiza en el marco de
un proceso de inconstitucionalidad (previsto en el artículo 200.º, inciso 4, de la
Constitución), sino también en todo proceso ordinario y constitucional a través del
control difuso (artículo 138.°).

6. Este deber de respetar y preferir el principio jurídico de supremacía de la Constitución


también alcanza, como es evidente, a la administración pública. Esta, al igual que los
poderes del Estado y los órganos constitucionales, se encuentran sometida, en primer
lugar, a la Constitución de manera directa y, en segundo lugar, al principio de legalidad,
de conformidad con el artículo 51.º de la Constitución. De modo tal que la legitimidad
de los actos administrativos no viene determinada por el respeto a la ley –más aún si
esta puede ser inconstitucional– sino, antes bien, por su vinculación a la Constitución.
Esta vinculación de la administración a la Constitución se aprecia en el artículo IV del
Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General, el cual, si bien
formalmente ha sido denominado por la propia Ley como «Principio de legalidad», en
el fondo no es otra cosa que la concretización de la supremacía jurídica de la
Constitución, al prever que «[l]as autoridades administrativas deben actuar con respeto
a la Constitución, la ley y al derecho (...)» (énfasis agregado).

7. De acuerdo con estos presupuestos, el Tribunal Constitucional estima que la


administración pública, a través de sus tribunales administrativos o de sus órganos
colegiados, no sólo tiene la facultad de hacer cumplir la Constitución –dada su fuerza
normativa–, sino también el deber constitucional de realizar el control difuso de las
normas que sustentan los actos administrativos y que son contrarias a la Constitución o
a la interpretación que de ella haya realizado el Tribunal Constitucional (artículo VI del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional). Ello se sustenta, en primer lugar,
en que si bien la Constitución, de conformidad con el párrafo segundo del artículo
138.°, reconoce a los jueces la potestad para realizar el control difuso, de ahí no se
deriva que dicha potestad les corresponda únicamente a los jueces, ni tampoco que el
control difuso se realice únicamente dentro del marco de un proceso judicial.

8. Una interpretación positivista y formal en ese sentido no solo supone el


desconocimiento de determinados principios de interpretación constitucional, como los
de unidad de la Constitución y de concordancia práctica, que ha establecido el Tribunal
Constitucional en tanto que supremo intérprete de la Constitución; sino también daría
lugar a una serie de contradicciones insolubles en la validez y vigencia de la propia
Constitución. Así, por ejemplo, una interpretación en ese sentido del artículo 138.º de la
Constitución supondría que el cumplimiento de la supremacía jurídica de la
Constitución solo tiene eficacia en los procesos judiciales y no en aquellos otros
procesos o procedimientos de naturaleza distinta lo cual significaría convertir a la
Constitución en una norma legal. Evidentemente, esta forma de interpretar la
disposición aludida contradice abiertamente el artículo 51.º, el cual señala que «La
Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las demás normas de
inferior jerarquía, y así sucesivamente (...)».

9. Por tanto, el artículo 138.° no puede ser objeto de una interpretación constitucional
restrictiva y literal; por el contrario, la susodicha disposición constitucional debe ser
interpretada de conformidad con el principio de unidad de la Constitución,
considerando el artículo 51.º antes señalado, más aún si ella misma (artículo 38.°)
impone a todos –y no solo al Poder Judicial– el deber de respetarla, cumplirla y
defenderla. Es coherente con ello el artículo 102º del Código Tributario, cuando precisa
que «[a]l resolver el Tribunal Fiscal deberá aplicar la norma de mayor jerarquía (...)»;
es decir, aquellas disposiciones de la Constitución que, en este caso, se manifiestan a
través de los principios constitucionales tributarios y de los derechos fundamentales que
están relacionados con dichos principios.

10. En segundo lugar, está de por medio también la eficacia vertical de los derechos
fundamentales; es decir, su eficacia en particular frente a todos los poderes y órganos
del Estado, lo que incluye a la administración pública. Y es que en el marco del Estado
constitucional, el respeto de los derechos fundamentales constituye un imperativo
que el Estado debe garantizar frente a las eventuales afectaciones que pueden
provenir, tanto del propio Estado –eficacia vertical– como de los particulares –eficacia
horizontal–; más aún cuando, a partir del doble carácter de los derechos
fundamentales, su violación comporta la afectación no sólo de un derecho subjetivo
individual –dimensión subjetiva–, sino también el orden objetivo de valores que la
Constitución incorpora –dimensión objetiva–.

11. Esta incidencia de los derechos fundamentales en el Estado constitucional implica, por
otra parte, un redimensionamiento del antiguo principio de legalidad en sede
administrativa, forjado en el siglo XIX en un etapa propia del Estado liberal. Si antes la
eficacia y el respeto de los derechos fundamentales se realizaba en el ámbito de la ley,
en el Estado constitucional, la legitimidad de las leyes se evalúa en función de su
conformidad con la Constitución y los derechos fundamentales que ella reconoce. Por
eso mismo, es pertinente señalar que el derecho y el deber de los tribunales
administrativos y órganos colegiados de preferir la Constitución a la ley, es decir de
realizar el control difuso –dimensión objetiva–, forma parte del contenido
constitucional protegido del derecho fundamental del administrado al debido proceso
y a la tutela procesal ante los tribunales administrativos –dimensión subjetiva–.

12. Por ello es intolerable que, arguyendo el cumplimiento del principio de legalidad, la
administración pública aplique, a pesar de su manifiesta inconstitucionalidad, una ley
que vulnera la Constitución o un derecho fundamental concreto. En definitiva, esta
forma de proceder subvierte el principio de supremacía jurídica y de fuerza normativa
de la Constitución y la posición central que ocupan los derechos fundamentales en el
ordenamiento constitucional, en el cual «la defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado» (artículo 1.º).

13. En el Derecho constitucional comparado –es el caso puntual del ordenamiento


chileno–, se admite, por ejemplo, que un órgano constitucional como la Contraloría
General de la República realice un control constitucional de las normas en sede
administrativa. El control que realiza esta entidad administrativa

(...) es, como es obvio, un control estrictamente jurídico, en el que


la Contraloría confronta la actuación administrativa reglamentaria o
singular, contenida en un decreto o resolución, con el
ordenamiento jurídico en su conjunto, haciendo primar este último
por sobre aquélla, como consecuencia del principio general de
legalidad que establece el propio Art. 7º CPR. Sin embargo, es en el
control de los aspectos constitucionales de la actuación
administrativa donde la actividad fiscalizadora de la Contraloría
adquiere mayor entidad, en la medida que su pronunciamiento no
puede ser “salvado” mediante la insistencia gubernamental, ya que
–se considera– al estar el decreto o resolución en pugna –
aparentemente– con la Constitución, pone en peligro valores,
principios o derechos de la más alta consideración en el
ordenamiento41[1].

14. Por ello, nada impide –por el contrario, la Constitución obliga– a los tribunales y
órganos colegiados de la administración pública, a través del control difuso, anular un
acto administrativo inaplicando una norma legal a un caso concreto, por ser violatoria
de los derechos fundamentales del administrado, tal como lo dispone el artículo 10°
de la Ley del Procedimiento Administrativo General, que sanciona con nulidad el acto
administrativo que contravenga la Constitución, bien por el fondo, bien por la forma;
siempre, claro está, que dicha declaración de nulidad sea conforme a la Constitución
y/o a la interpretación del Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VI del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

15. En ese sentido, el principio de legalidad en el Estado constitucional no significa simple


y llanamente la ejecución y el cumplimiento de lo que establece una ley, sino también,
y principalmente, su compatibilidad con el orden objetivo de principios y valores
constitucionales; examen que la administración pública debe realizar aplicando
criterios de razonabilidad, racionalidad y proporcionalidad. Esta forma de concebir el
principio de legalidad se concretiza, por ejemplo, en el artículo III del Título Preliminar
de la Ley del Procedimiento Administrativo General, cuando señala que la actuación de
la administración pública tiene como finalidad la protección del interés general, pero
ello sólo es posible de ser realizado «(...) garantizando los derechos e intereses de los
administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en general»
(énfasis agregado).
16. De lo contrario, la aplicación de una ley inconstitucional por parte de la administración
pública implica vaciar de contenido el principio de supremacía de la Constitución, así
como el de su fuerza normativa, pues se estaría otorgando primacía al principio de
legalidad en detrimento de la supremacía jurídica de la Constitución, establecido en los
artículos 38.º, 51.º y 201.º de la Constitución; lo cual subvierte los fundamentos mismos
del Estado constitucional y democrático.

17. Sentadas estas premisas, la controversia en el presente caso se centra en determinar si el


establecimiento del pago de derechos por parte de la municipalidad emplazada, como
requisito para tramitar la impugnación de una decisión de la propia entidad, pese a estar
plenamente reconocido en el TUPA de la referida municipalidad, resulta, no obstante,
violatorio de los derechos constitucionales al debido proceso administrativo, a la
defensa, a la tutela judicial efectiva y de petición que consagra nuestra Carta
Fundamental.

§2. Debido procedimiento administrativo y derecho de impugnación de los


actos de la administración
18. Conforme a la jurisprudencia de este Colegiado, el derecho al debido proceso,
reconocido en el inciso 3 del artículo 139.° de la Constitución, no sólo tiene una
dimensión estrictamente jurisdiccional, sino que se extiende también al procedimiento
administrativo y, en general, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo ha
establecido, a “(...) cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter
materialmente jurisdiccional, el cual tiene la obligación de adoptar resoluciones
apegadas a las garantías del debido proceso legal, en los términos del artículo 8° de la
Convención Americana”. (Caso Tribunal Constitucional del Perú, párrafo 71)42[2].
19. Entendido como un derecho constitucionalmente reconocido, el debido procedimiento
administrativo comprende, entre otros aspectos, el derecho a impugnar las decisiones de
la administración, bien mediante los mecanismos que provea el propio procedimiento
administrativo o, llegado el caso, a través de la vía judicial, bien mediante el
contencioso-administrativo o el propio proceso de amparo. En este último supuesto, el
derecho de impugnar las decisiones de la administración confluye con el derecho de
acceso a la jurisdicción cuando no existan vías propias dentro del propio procedimiento
administrativo, o cuando estas se hayan agotado y causado estado en la decisión final de
la administración.

20. El recurrente sostiene, en efecto, que la exigencia del pago previo de una tasa para
recibir y dar trámite a su escrito de apelación contra un acto administrativo que
considera contrario a sus intereses, afecta su derecho de defensa en sede administrativa
y, por tanto, vulnera el debido procedimiento administrativo. Por su parte, al contestar
la demanda, la municipalidad emplazada aduce que dicho cobro es por la “(...)
realización de un acto administrativo que deseaba efectuar el actor”, el cual se
encuentra plenamente reconocido en el TUPA y que, por ello, no puede ser
inconstitucional. El Tribunal Constitucional no comparte el argumento de la emplazada,
puesto que el hecho de que un acto se sustente en una norma o reglamento no le otorga
necesariamente naturaleza constitucional, ni descarta la posibilidad de que este
Colegiado efectúe el control jurisdiccional. Esta tesis es, en todo caso, contraria al
Estado Democrático, donde rige el principio del control jurisdiccional de la
administración y en el que, desde luego, el parámetro de control, como ya ha quedado
dicho, no es la Ley ni el reglamento, sino la Constitución.

21. El debido procedimiento en sede administrativa supone una garantía genérica que
resguarda los derechos del administrado durante la actuación del poder de sanción de la
administración. Implica, por ello, el sometimiento de la actuación administrativa a
reglas previamente establecidas, las cuales no pueden significar restricciones a las
posibilidades de defensa del administrado y menos aún condicionamientos para que
tales prerrogativas puedan ser ejercitadas en la práctica.

22. En coclusión, este Tribunal estima que, en el presente caso, el establecimiento de


una tasa o derecho como condición para ejercer el derecho de impugnar la propia
decisión de la Administración, vulnera el debido proceso reconocido en el artículo
139.3 de la Constitución.

§3. El derecho de defensa y el derecho de recurrir el acto administrativo

23. Íntimamente vinculado a lo anterior está el tema del derecho de defensa del ciudadano
frente al ejercicio del poder de sanción de la administración, sobre todo si se tiene en
cuenta que, en el presente caso, se encuentra regulada una instancia de apelación en el
propio procedimiento administrativo, por lo que el Tribunal estima que, en el caso de
autos, el derecho de defensa previsto en el artículo 139.°, inciso 14), despliega todos sus
efectos. Desde luego, el derecho de recurrir una decisión de la administración no debe
confundirse con el derecho al recurso o con el derecho a una doble instancia
administrativa, que, como ya tiene dicho este Colegiado, no logra configurarse como un
derecho constitucional del administrado, puesto que no es posible imponer a la
administración, siempre y en todos los casos, el establecimiento de una doble instancia
como un derecho fundamental43[3]. El derecho de recurrir las decisiones de la
administración comporta la posibilidad material de poderlas enervar, bien en el propio
procedimiento administrativo, cuando la ley haya habilitado un mecanismo bien en
todo caso, de manera amplia y con todas las garantías, ante el Poder Judicial, mediante
el proceso contencioso administrativo o, incluso, a través del propio recurso de amparo
cuando se trate de la afectación de derechos fundamentales.

24. El derecho de defensa garantiza, entre otras cosas, que una persona sometida a una
investigación, sea esta de orden jurisdiccional o administrativa, y donde se encuentren
en discusión derechos e intereses suyos, tenga la oportunidad de contradecir y
argumentar en defensa de tales derechos e intereses. Se conculca, por tanto, cuando
los titulares de derechos e intereses legítimos se ven imposibilitados de ejercer los
medios legales suficientes para su defensa, o cuando, como ocurre en el presente
caso, se establezcan condiciones para la presentación de los argumentos de defensa.

Evidentemente, no cualquier imposibilidad de ejercer tale medios legales para la


defensa produce un estado de indefensión reprochable constitucionalmente. Esta sólo
adquiere tal relevancia cuando la indefensión se genera en una indebida actuación del
órgano que investiga o juzga al individuo o cuando, como ocurre en autos, se
establecen condicionamientos al ejercicio mismo del derecho de defensa. Como lo ha
sostenido el Tribunal Constitucional español, criterio que este Colegiado comparte,
esta se produce “(...) únicamente cuando el interesado, de modo injustificado, ve
cerrada la posibilidad de impetrar la protección judicial de sus derechos e intereses
legítimos (...) con el consiguiente perjuicio real y efectivo para los intereses del
afectado (...)” (STC 15/2000), tras la realización de un acto u omisión imputable al
órgano o ente al que se reputa la comisión del agravio.

25. El derecho de defensa en el ámbito del procedimiento administrativo de sanción se


estatuye como una garantía para la defensa de los derechos que pueden ser afectados
con el ejercicio de las potestades sancionatorias de la administración. Sus elementos
esenciales prevén la posibilidad de recurrir la decisión, ya sea al interior del propio
procedimiento administrativo o a través de las vías judiciales pertinentes; la posibilidad
de presentar pruebas de descargo; la obligación de parte del órgano administrativo de
no imponer mayores obstrucciones para presentar los alegatos de descargo o
contradicción y, desde luego, la garantía de que los alegatos expuestos o presentados
sean debidamente valorados, atendidos o rebatidos al momento de decidir la situación
del administrado.

26. En el presente caso, el Tribunal estima que también se pone en riesgo este derecho
constitucional cuando la municipalidad emplazada solicita el pago de una tasa para
ejercer el derecho de impugnar una sanción administrativa, como lo es la determinación
de multa en contra del recurrente. En tal sentido resulta inconstitucional y, por tanto,
inaplicable al recurrente la disposición contenida en la Ordenanza Municipal N.º
084/MDS, que establece el pago de diez nuevos soles por concepto de recursos
impugnativos, correspondiente a la Unidad Orgánica Oficina de Secretaría General,
rubro 1.

§4. La imposición del pago de un derecho por recurrir un acto de la administración


incentiva la arbitrariedad de los actos de poder

27. Al momento de presentar su “expresión de agravios” frente a la decisión del a quo, el


recurrente ha arqüido que “(...) de admitirse como legítima la facultad de la
administración para cobrar un derecho administrativo por recepcionar recursos de
impugnación contra las sanciones que impone, se estaría creando una nueva fuente de
recursos financieros municipales sustentados en la arbitrariedad. En tal caso, ya no
importaría si la multa finalmente será pagada, sino que el solo hecho de pretender
impugnarla habrá de constituir un ingreso para la administración”.

28. Si bien debe presumirse que toda actuación de los poderes públicos tiene como marco
de referencia la observancia del principio de buena fe y la defensa del interés general,
también debe aceptarse que el razonamiento del recurrente resulta materialmente
plausible. Aun no reconociendo esta posibilidad como real en el contexto del caso
planteado, este Tribunal estima que la presencia de cuotas o derechos por concepto de
impugnación de los propios actos de la administración, en el mejor de los casos, no
incentiva la participación del ciudadano en el control de los actos del poder público y
genera una interferencia cuestionable para el desarrollo del Estado Social y
Democrático de Derecho.

En consecuencia, también desde esta perspectiva, el establecimiento del pago de un


derecho para impugnar una decisión de la administración es atentatorio del principio
constitucional de interdicción de la arbitrariedad en el ejercicio del poder público y,
además, desde una perspectiva más general, estimula comportamientos contrarios al
espíritu que debe inspirar una práctica administrativa democrática.

§5. El derecho de petición y su desarrollo constitucional

29. El recurrente también ha señalado en su escrito de demanda y en su recurso


extraordinario que el pago de un derecho previo a la presentación de un escrito de
impugnación de una resolución de la municipalidad emplazada afecta su derecho
constitucional de petición, previsto en el artículo 2.º, inciso 20, de la Constitución.
30. El derecho de petición ha merecido atención de este Colegiado en más de una
oportunidad44[4]. En la STC. 1042-2002-AA/TC, se ha establecido que este “(...)
constituye (...) un instrumento o mecanismo que permite a los ciudadanos relacionarse
con los poderes públicos y, como tal, deviene en un instituto característico y esencial
del Estado democrático de derecho”. (Fundamento jurídico 2.2.2).

31. Un mayor desarrollo del derecho de petición se encuentra en la 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General, 27444, específicamente en los artículos 106.° a
112.°, que bien puede considerarse una ley de desarrollo del derecho constitucional de
petición. Así, en el artículo 106.2, al referirse al ámbito de actuación de este derecho, se
ha incluido el derecho “de contradecir actos administrativos”. De este modo, el derecho
de petición, como cláusula general, comprende:

1. La facultad (derecho) de presentar escritos de solicitud ante la administración


como peticiones individuales o colectivas. Estos escritos pueden contener: a)
solicitudes concretas a favor del solicitante; b) solicitudes a favor de terceros o de
un colectivo; c) reclamaciones, por ejemplo, por la deficiencia de los servicios
públicos; d) solicitudes de información; e) consultas; o, f) solicitudes de gracia.
Todas estas manifestaciones del derecho de petición tienen en común el hecho de
que se desarrollan al margen de un procedimiento instaurado ya sea de oficio o a
instancia del administrado, constituyéndose, si se quiere, como un derecho
incondicional y espontáneo que surge de la simple dimensión ciudadana del sujeto
que se vincula de este modo con el poder público a través de un documento
escrito.

2. La facultad (derecho) de contradecir las decisiones de la administración. Esta es una


dimensión que difiere de las manifestaciones anteriores, en tanto estamos ante el
supuesto de un acto previo de parte de la administración, iniciado de oficio o a
instancia de parte. El legislador nacional ha incluido esta dimensión del derecho de
petición aun a contracorriente de la doctrina, que siempre ha diferenciado el derecho
de queja o el derecho al recurso administrativo del derecho de petición45[5]. En
consecuencia, en el derecho nacional, el derecho de contradicción como un derecho
genérico ejercitable contra los actos de la administración, puede concretarse a través
de los recursos administrativos cuando la legislación así lo establezca, o a través del
propio proceso contencioso-administrativo ante el Poder Judicial.
3. Tratándose del ejercicio de un derecho subjetivo, el derecho de petición impone, al
propio tiempo, una serie de obligaciones a los poderes públicos. Esta obligación de
la autoridad competente de dar al interesado una respuesta también por escrito,
en el plazo legal y bajo responsabilidad, confiere al derecho de petición mayor
solidez y eficacia, e implica, entre otros, los siguientes aspectos: a) admitir el escrito
en el cual se expresa la petición, sin poner ninguna condición al trámite; b)
exteriorizar el hecho de la recepción de la petición, extendiendo un cargo de ingreso
del escrito; c) dar el curso correspondiente a la petición; d) resolver la petición,
motivándola de modo congruente con lo peticionado, y e) comunicar al peticionante
lo resuelto.

32. Sin duda, en el presente caso, el derecho constitucional de petición también se ha visto
afectado en su dimensión de contradicción del acto administrativo. Ello porque se ha
impuesto al recurrente una condición para el ejercicio de tal derecho, impidiéndosele la
presentación de su escrito para oponerse al acto administrativo que consideraba
contrario a sus derechos.

§6. El derecho de acceso a la jurisdicción y el establecimiento de costos en el


agotamiento de la vía previa

33. Visto de cara a la posibilidad de impugnar la decisión de fondo de la municipalidad


emplazada en un procedimiento contencioso o en un amparo, si acaso dicha decisión
contuviera una decisión que afectara de manera inminente un derecho fundamental, el
tema aquí planteado también puede enfocarse desde la perspectiva del derecho de
acceso a la jurisdicción. Es decir, se trata ahora de responder a la pregunta de si el
establecimiento de una tasa o derecho, toda vez que estamos aún en un procedimiento
ante la propia administración, ¿no supone acaso un obstáculo para la satisfacción del
derecho de acudir ante la instancia judicial impugnando una decisión de la
administración municipal?

34. En la STC. 2763-2002-AA/TC, este Tribunal declaró que el derecho de acceso a la


jurisdicción formaba parte del contenido esencial del derecho a la tutela jurisdiccional,
reconocido por el inciso 3 del artículo 139° de la Constitución. Si bien este aspecto no
ha sido invocado por el recurrente, el Tribunal estima necesario hacer notar que, a la luz
de la configuración del sistema jurídico con relación a la tutela judicial de los derechos,
el establecimiento de un pago para dar por agotada la vía administrativa se convierte, en
la práctica, en un obstáculo contrario al derecho constitucional de toda persona de
acceder sin condicionamientos a la tutela judicial.
35. Debe recordarse, a modo de precedente jurisprudencial, que en la sentencia 3548-
2003-AA/TC, con ocasión de declarar que el principio solve et repete era contrario
al derecho de acceso a la jurisdicción, se estableció que el condicionamiento del
pago previo para impugnar una decisión de la Administración Tributaria
constituía una restricción desproporcionada que la hacía contraria a la
Constitución. Hoy, con igual fuerza, debe afirmarse que también el pago, ya no de
la multa como ocurría en el caso del “pague primero y reclame después”, sino de
la tasa para enervar la multa, mediante el recurso impugnativo respectivo,
constituye igualmente una interferencia económica del derecho de acceso a la
jurisdicción que como derecho constitucionalmente reconocido no puede ser
condicionado bajo ningún supuesto.

§7. Necesidad de establecer el presente caso como precedente

36. A raíz de la entrada en vigencia del Código Procesal Constitucional, se ha introducido


en nuestro sistema jurídico el concepto de precedente constitucional vinculante. Ello
comporta, de manera preliminar, que el Tribunal Constitucional tiene dos funciones
básicas; por un lado resuelve conflictos, es decir, es un Tribunal de casos concretos; y,
por otro, es un Tribunal de precedentes, es decir, establece, a través de su
jurisprudencia, la política jurisdiccional para la aplicación del derecho por parte de los
jueces del Poder Judicial y del propio Tribunal Constitucional en casos futuros. La
cuestión que debe esclarecerse, no obstante, es cuándo el Tribunal debe dictar un
precedente.

37. En la clásica tradición del Common Law norteamericano, tres son los presupuestos
básicos que tiene en cuenta la Suprema Corte para dictar un precedente con efectos
vinculantes sobre toda la judicatura a la que por excelencia se dirige el mensaje del
precedente jurisdiccional; a saber:

A) En primer lugar, la Corte dicta un precedente con efectos vinculantes cuando


evidencie que en los niveles inferiores de la judicatura se dan distintas concepciones
o interpretaciones sobre una determinada figura jurídica o frente a un caso
determinado.
B) La segunda razón que amerita el dictado de un precedente está referida a la
necesidad de llenar un vacío legislativo o una laguna de las leyes. Se trata de hacer
frente al caso construyendo una respuesta a partir de la interpretación constitucional.
C) Finalmente, la tercera razón es la necesidad de desarrollar la jurisprudencia
sentando un nuevo precedente que anula uno anterior (la conocida práctica del
overruling).
38. La incorporación de la técnica del precedente constitucional en nuestro derecho
comparta la necesidad de fijar parámetros que respondan a nuestro contexto y a nuestra
tradición jurídica. Si bien, prima facie, pueden asumirse las restricciones que ha
desarrollado la Corte Americana para dictar un precedente, deben tenerse en cuenta,
además, algunas particularidades de nuestros procesos constitucionales. Así, por
ejemplo, ocurre que en los procesos constitucionales de la libertad (Hábeas Corpus,
Hábeas Data, Amparo), con frecuencia se impugnan ante este Tribunal normas o actos
de la administración o de los poderes públicos que no solo afectan a quienes plantean el
proceso respectivo, sino que resultan contrarios a la Constitución y, por tanto, tienen
efectos generales. Sin embargo, como es sabido, el Tribunal concluye, en un proceso
constitucional de esta naturaleza, inaplicando dicha norma o censurando el acto
violatorio derivado de ella, pero solamente respecto del recurrente, por lo que sus
efectos violatorios continúan respecto de otros ciudadanos.

Se configura, entonces, una situación paradójica: el Tribunal Constitucional, cuya labor


fundamental consiste en eliminar del ordenamiento jurídico determinadas normas
contrarias a la Constitución, no dispone, sin embargo, de mecanismos procesales a su
alcance para expurgar del ordenamiento dichas normas, pese a haber tenido ocasión de
evaluar su anticonstitucionalidad y haber comprobado sus efectos violatorios de los
derechos fundamentales en un proceso convencional de tutela de derechos como los
señalados.

39. En el derecho comparado se advierten diferentes mecanismos que permiten que los
propios tribunales puedan autoplantearse, de oficio, un proceso de inconstitucionalidad
a efectos de pronunciarse con efectos generales sobre una ley que ha sido, en principio,
impugnada a través de un proceso de tutela de un derecho fundamental como el amparo.
Así, en el caso español, cuyo sistema de jurisdicción constitucional puede considerarse,
prima facie, muy semejante al nuestro, se establece, en el artículo 52.546[6] de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional, la llamada “autocuestion de constitucionalidad”
que permite “convertir” un amparo en un proceso de inconstitucionalidad, permitiendo,
de este modo, la emisión de una sentencia con efectos generales que podría
eventualmente declarar inválida una ley por contravenir la Constitución.

40. Si bien en nuestro sistema de jurisdicción constitucional no existe una previsión legal
de tal envergadura, sin perjuicio de que este Colegiado pueda en el futuro analizar su
incorporación a través de la jurisprudencia, la reciente previsión del precedente
constitucional a que se refiere el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional constituye una herramienta que podría ayudar a suplir estas deficiencias
legales, permitiendo optimizar la defensa de los derechos fundamentales, labor que
corresponde por excelencia a este Colegiado.

Por tanto, un supuesto adicional a los señalados por la Corte Suprema Americana, para

el establecimiento de un precedente, puede configurarse, en el caso nuestro, a partir

de la necesidad de que el Tribunal, luego de comprobar que una norma que ha sido

cuestionada mediante un proceso que no es el de control abstracto, constate, además,

que los efectos dañosos o violatorios de los derechos fundamentales denunciados

afectan de modo general a un amplio grupo de personas; o que el acto impugnado y

declarado contrario a la Constitución por el Tribunal constituye una práctica

generalizada de la administración o de los poderes públicos en general. De este modo,

la regla que el Tribunal extraiga a partir del caso deberá permitir anular los actos o las

normas a partir del establecimiento de un precedente vinculante, no solo para los

jueces, sino para todos los poderes públicos. El precedente es de este forma, una

herramienta no solo para dotar de mayor predecibilidad a la justicia constitucional, sino

también para optimizar la defensa de los derechos fundamentales, expandiendo los

efectos de la sentencia en los procesos de tutela de derechos fundamentales.

41. En tal sentido, y desarrollando los supuestos establecidos en la sentencia 0024-2003-


AI/TC, este Colegiado considera que constituyen supuestos para la emisión de un
precedente vinculante los siguientes:
a) La constatación, a partir de un caso que ha sido sometido a la jurisdicción del
Tribunal Constitucional, de la existencia de divergencias o contradicciones latentes en
la interpretación de los derechos, principios o normas constitucionales, o de relevancia
constitucional.
b) La constatación, a partir de un caso que ha sido sometido a la jurisdicción del
Tribunal Constitucional, de que los operadores jurisdiccionales o administrativos,
vienen resolviendo en base a una interpretación errónea de una norma del bloque de
constitucionalidad; lo cual, a su vez, genera una indebida aplicación de la misma.
d) Cuando en el marco de un proceso constitucional de tutela de los derechos, el
Tribunal constata la inconstitucionalidad manifiesta de una disposición normativa
que no solo afecta al reclamante, sino que tiene efectos generales que suponen una
amenaza latente para los derechos fundamentales. En este supuesto, al momento de
establecer el precedente vinculante, el Tribunal puede proscribir la aplicación, a
futuros supuestos, de parte o del total de la disposición o de determinados sentidos
interpretativos derivados del mismo; o puede también establecer aquellos sentidos
interpretativos que son compatibles con la Constitución.
e) Cuando se evidencia la necesidad de cambiar de precedente vinculante.

§7.1. La distinción entre jurisprudencia y precedente

42. La incorporación del precedente constitucional vinculante, en los términos en que


precisa el Código Procesal Constitucional, genera por otro lado, la necesidad de
distinguirlo de la jurisprudencia que emite este Tribunal. Las sentencias del Tribunal
Constitucional, dado que constituyen la interpretación de la Constitución del máximo
tribunal jurisdiccional del país, se estatuyen como fuente de derecho y vinculan a todos
los poderes del Estado. Asimismo, conforme lo establece el artículo VI del Código
Procesal Constitucional y la Primera Disposición General de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional, N.º 28301, los jueces y tribunales interpretan y aplican las
leyes y reglamentos conforme a las disposiciones de la Constitución y a la
interpretación que de ellas realice el Tribunal Constitucional a través de su
jurisprudencia en todo tipo de procesos. La jurisprudencia constituye, por tanto, la
doctrina que desarrolla el Tribunal en los distintos ámbitos del derecho, a consecuencia
de su labor frente a cada caso que va resolviendo.

43. Por otro lado, con objeto de conferir mayor predecibilidad a la justicia constitucional, el
legislador del Código Procesal Constitucional también ha introducido la técnica del
precedente, en su artículo VII del título preliminar, al establecer que “Las sentencias del
Tribunal Constitucional que adquieren la autoridad de cosa juzgada constituyen
precedente vinculante cuando así lo exprese la Sentencia, precisando el extremo de su
efecto normativo (…)”. De este modo, si bien tanto la jurisprudencia como el
precedente constitucional tienen en común la característica de su efecto vinculante, en
el sentido de que ninguna autoridad, funcionario o particular puede resistirse a su
cumplimiento obligatorio, el Tribunal, a través del precedente constitucional, ejerce un
poder normativo general, extrayendo una norma a partir de un caso concreto.

§7.2. Condiciones del uso del precedente


44. De esto se desprende que el precedente es una técnica para la ordenación de la
jurisprudencia permitiendo al mismo tiempo que el Tribunal ejerza un verdadero poder
normativo con las restricciones que su propia jurisprudencia deberá ir delimitando
paulatinamente. De modo preliminar puede establecerse, sin embargo, que una primera
restricción está referida a la relación entre caso y precedente. Como ocurre en los países
del Common Law “(...)el valor de precedente de una decisión está determinado por
aquello que un juez decide efectivamente en la sentencia. Mas aquello que es
efectivamente decidido, está determinado con relación al caso (fattispecie) concreto de
la controversia sometida a juicio”47[7] .

45. En este sentido, este Colegiado considera que esta regla también es válida para nuestro
sistema, aun cuando también es verdad que la configuración del caso en nuestro sistema
jurídico no siempre se relacione con hechos concretos sino con la evaluación en
abstracto de normas, como ocurre en el caso del control de constitucionalidad de la Ley,
por ejemplo. Ello, no obstante, no hace que el precedente normativo que este Colegiado
externalice, no tenga una directa relación con la cuestión central que deba decidirse
porque así ha sido sometido al Tribunal Constitucional. Esto es así, porque, también
tratándose del precedente normativo, la legitimidad con que actúa este Colegiado para
incursionar en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico está sustentada en la
necesidad de dar respuesta a las demandas que han sido planteadas por los entes
legitimados para hacerlo. En otras palabras el Tribunal, también cuando dicta “normas”
a través de sus sentencias no actúa de oficio, sino atendiendo al llamado de los
protagonistas de los procesos constitucionales.

En tal sentido, como ya lo adelantáramos en la sentencia 0024-2003-AI/TC, la emisión


de un precedente normativo vinculante se sustenta en la “Existencia de relación entre
caso y precedente vinculante. En ese sentido, la regla que con efecto normativo el
Tribunal Constitucional decide externalizar como vinculante, debe ser necesaria para
la solución del caso planteado. El Tribunal Constitucional no debe fijar una regla so
pretexto de solución de un caso, si en realidad esta no se encuentra ligada
directamente con la solución del mismo”.

46. En segundo lugar, como lo ha señalado la tradición del Common Law, el precedente
debe constituir una regla de derecho y no puede referirse a los hechos del caso, si bien
puede perfectamente partir de ellos. En tercer lugar, aunque parezca obvio, la regla del
precedente constitucional no puede constituir una interpretación de una regla o
disposición de la Constitución que ofrece múltiples construcciones; en otras palabras, el
precedente no es una técnica para imponer determinadas doctrinas u opciones
ideológicas o valorativas, todas ellas válidas desde el punto de vista jurídico. Si tal
situación se presenta de modo inevitable, debe ser encarada por el Tribunal a través de
su jurisprudencia, en un esfuerzo por crear consensos en determinados sentidos. El
precedente, en estos supuestos, solo aparecerá como resultado de la evolución favorable
de la doctrina jurisprudencial del Tribunal en determinado sentido. Esto último supone
que el Tribunal debe abstenerse de intervenir fijando precedentes sobre temas que son
más bien polémicos y donde las posiciones valorativas pueden dividir a la opinión
pública. Esto implica, por otro lado, una práctica prudente que permite al Tribunal
lograr el mayor consenso posible en el uso de esta nueva herramienta, lo cual le
permitirá una verdadera potestad normativa, como ya se ha dicho.

§8. La necesaria distinción entre precedente judicial y precedente constitucional

47. Para que una decisión de este Colegiado, planteada en forma de precedente vinculante
pueda convertirse en una herramienta útil en la expansión de los efectos de una
sentencia que, en principio, debiera tener solo efectos inter partes, resulta necesario
establecer la distinción entre los efectos del precedente vinculante emitido por un
Tribunal Constitucional, y lo que son los efectos del precedente judicial en los sistemas
del Common Law.

48. Es conocido que el precedente judicial en el sistema del Common Law se ha


desarrollado como precedente vinculante en sentido vertical; es decir, aplicable desde la
Corte Suprema (para el caso norteamericano) hacia las cortes y juzgados inferiores de
todo el sistema judicial. Osea, el efecto vinculante se establece aquí básicamente
respecto de los jueces. Cualquiera que invoque un precedente, para que éste logre sus
efectos, deberá acudir ante un juez, quien deberá aplicarlo en un caso concreto.

49. El precedente constitucional en nuestro sistema tiene efectos más generales. La forma
como se ha consolidado la tradición de los tribunales constitucionales en el sistema del
derecho continental ha establecido, desde muy temprano, el efecto sobre todos los
poderes públicos de las sentencias del Tribunal Constitucional48[8]. Esto significa que el
precedente vinculante emitido por un Tribunal Constitucional con estas características
tiene, prima facie, los mismos efectos de una ley. Es decir, que la regla que el Tribunal
externaliza como precedente a partir de un caso concreto, es una regla para todos y
frente a todos los poderes públicos; cualquier ciudadano puede invocarla ante cualquier
autoridad o funcionario sin tener que recurrir previamente ante los tribunales, puesto
que las sentencias del Tribunal Constitucional, en cualquier proceso, tienen efectos
vinculantes frente a todos los poderes públicos y también frente a los particulares. Si no
fuese así, la propia Constitución estaría desprotegida, puesto que cualquier entidad,
funcionario o persona podría resistirse a cumplir una decisión de la máxima instancia
jurisdiccional.

§9. El precedente extraíble en el presente caso

50. Hechas estas precisiones conceptuales, el Tribunal considera que, sobre la base de lo
expuesto, en el presente caso, las reglas de derecho que se desprenden directamente del
caso pueden ser resumidas en los siguientes términos:

A) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad jurídica para
establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, un
precedente vinculante cuando se estime una demanda por violación o amenaza de
un derecho fundamental, a consecuencia de la aplicación directa de una disposición
por parte de la administración pública, no obstante ser manifiesta su contravención a
la Constitución o a la interpretación que de ella haya realizado el Tribunal
Constitucional (artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional), y que resulte, por ende, vulneratoria de los valores y principios
constitucionales, así como de los derechos fundamentales de los administrados.
Regla sustancial: Todo tribunal u órgano colegiado de la administración pública
tiene la facultad y el deber de preferir la Constitución e inaplicar una disposición
infraconstitucional que la vulnera manifiestamente, bien por la forma, bien por el
fondo, de conformidad con los artículos 38.º, 51.º y 138.º de la Constitución. Para
ello, se deben observar los siguientes presupuestos: (1) que dicho examen de
constitucionalidad sea relevante para resolver la controversia planteada dentro de un
proceso administrativo; (2) que la ley cuestionada no sea posible de ser interpretada
de conformidad con la Constitución.

B) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad jurídica para
establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, un
precedente vinculante, a consecuencia de la aplicación directa de una norma o
cuando se impugnen determinados actos de la administración pública que resulten, a
juicio del Tribunal Constitucional, contrarios a la Constitución y que afecten no solo
al recurrente, sino también, por sus efectos generales, o por ser una práctica
generalizada de la administración pública, a un grupo amplio de personas.
Regla sustancial: Todo cobro que se haya establecido al interior de un
procedimiento administrativo, como condición o requisito previo a la impugnación
de un acto de la propia administración pública, es contrario a los derechos
constitucionales al debido proceso, de petición y de acceso a la tutela jurisdiccional
y, por tanto, las normas que lo autorizan son nulas y no pueden exigirse a partir de
la publicación de la presente sentencia.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de amparo; en consecuencia, ordena a que la


Municipalidad Distrital de Surquillo admita a trámite el medio de impugnación
interpuesto por el recurrente contra el acto administrativo que determinó una sanción
de multa, sin exigirle previamente el pago de una tasa por concepto de impugnación.

2. Establecer como PRECEDENTE VINCULANTE, conforme al artículo VII del Título


Preliminar del Código Procesal Constitucional, las reglas contenidas en los
fundamentos 41 y 50, supra, de esta sentencia.

3. Remitir copia de la presente sentencia a la Presidencia del Consejo de Ministros a


efectos de que se adoptan las medidas necesarias para su fiel cumplimiento en el
ámbito de toda la administración del Estado, conforme a las competencias que le
confiere el artículo 119.° de la Constitución.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO

ANALISIS DEL EXP. N° 3741-2004-PA/TC. RAMÓN HERNANDO SALAZAR


YARLENQUE VS. MUNICIPALIDAD DE SURQUILLO

Considero que el planteamiento del Tribunal Constitucional de reconocer la faculta


de control difuso a los Tribunales Administrativos y órganos colegiados se inscribe
en el deber de todos los órganos del Estado de velar por la supremacía de la
Constitución, de garantizar la efectividad de los derechos fundamentales y de
consolidar la democracia. Del mismo, modo actualiza y compatibiliza el sistema
legal a la Constitución y compromete a los funcionarios públicos en tales tareas.

Creo que hay que esperar con prudencia y confiar en el buen juicio de los

Esta sentencia señala tres importantes precedentes. En primer lugar, los


supuestos en que compete al Tribunal dictar un precedente vinculante, a saber: a)
cuando existan divergencias en la interpretación de derechos, principios o normas
constitucionales, b) cuando se detecte una aplicación errónea de parte de los
operadores jurisdiccionales o administrativos, c) cuando, tratándose de procesos
de protección de derechos, la inconstitucionalidad detectada pueda constituir
amenaza a los derechos de otras personas no intervinientes, d) se modifique un
precedente vinculante anterior. En segundo lugar, no procede cobro alguno o tasa
por la impugnación de un acto administrativo al interior de un procedimiento
seguido ante la administración pública, porque ello atenta contra los derechos al
debido proceso, petición y de acceso a la tutela jurisdiccional efectiva. Por último,
se señala que la administración pública debe inaplicar una norma con rengo de ley
si la considera inconstitucional, es decir, ejercer el control difuso. Sin embargo,
precisa el Tribunal, esta inaplicación: solo puede realizarla tribunales
administrativos u órganos colegiados con competencia nacional, debe tratar de
otorgar una mayor protección a derechos constitucionales a los administrados,
puede ejercerse de oficio tratándose de la aplicación de una disposición que sea
contraria a una interpretación ya realizada por el Tribunal, no procede cuando la
constitucionalidad de la norma legal ha sido previamente confirmada por el
Tribunal, etc.

EXP. N.° 5189-2005-PA/TC


JUNÍN

JACINTO GABRIEL
ANGULO

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de diciembre de 2005, reunido el Tribunal


Constitucional en sesión de pleno jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva
Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jacinto Gabriel Angulo


contra la sentencia de la Primera Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de Junín, de
fojas 86, su fecha 26 de mayo de 2005, que declaró improcedente la demanda de amparo de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo


contra la Oficina de Normalización Previsional (ONP), solicitando que se declare
inaplicable la Resolución N.º 802-DDPOP-GDJ-IPSS-90, de fecha 23 de diciembre de
1990 y, en consecuencia, se actualice y se nivele su pensión de jubilación con arreglo a la
Ley N.º 23908, debiendo ordenarse el pago de las pensiones devengadas que correspondan.
Considera tener derecho al beneficio establecido en la referida Ley, por haber adquirido su
derecho pensionario antes del 23 de abril de 1996.

La emplazada solicita que la demanda se declare improcedente, señalando que ésta


no es la vía idónea para solicitar el incremento de la pensión, toda ves que no se puede
modificar los derechos otorgados en un proceso que carece de estación probatoria. Agrega
que la pensión mínima establecida por la Ley N.º 23908 es un beneficio establecido para
aquellos pensionistas que acrediten 30 años de aportaciones, y que, por expreso mandato de
su artículo 3º, no es aplicable a quienes perciben pensiones reducidas de invalidez o
jubilación.

El Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Huancayo, con fecha 27 de


octubre de 2004, declaró infundada la demanda, por considerar que el demandante no
cumple con los requistos para la adquirir el derecho a una pensión de jubilación.

La recurrida declaró improcedente la apelada por el mismo fundamento.

FUNDAMENTOS

1. De acuerdo con los criterios de procedencia establecidos en el fundamento 37 de la STC


1417-2005-PA, que constituyen precedente vinculante, y en concordancia con lo
dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar y los artículos 5º, inciso 1), y 38º del
Código Procesal Constitucional, se determina que en el presente caso, aun cuando la
pretensión tiene por objeto cuestionar la suma específica de la pensión que percibe la
parte demandante, resulta procedente que este Colegiado efectúe su verificación, toda
vez que se encuentra comprometido el derecho al mínimo vital.

2. El demandante pretende que se incremente el monto de su pensión de jubilación en


aplicación de la Ley N.º 23908 y se le abonen las pensiones dejadas de percibir por la
inaplicación de la dicha norma.

Criterios desarrollados por el Tribunal Constitucional en relación con la Ley N.º 23908

3. En la STC N.º 703-2002-AC, el Tribunal Constitucional interpretó que:


a) La determinación de la pensión inicial o mínima, con arreglo al criterio de la Ley
N.° 23908, desaparece a partir de la entrada en vigencia del Decreto Legislativo
N.° 817, del 23 de abril de 1996, y que, tienen derecho al reajuste correspondiente
aquellos reclamantes que hubiesen alcanzado el punto de contingencia antes de la
entrada en vigencia del dispositivo sustitutorio. Al efecto, señaló que se tomará en
cuenta el sueldo mínimo vital mencionado en la Ley N.° 23908 (o, en su caso, el
de los mínimos vitales sustitutorios) vigente al momento de producirse la
contingencia.
b) Tienen derecho a la indexación automática los que hubiesen alcanzado el punto de
contingencia antes de la entrada en vigencia del Decreto Legislativo N.° 757, del
13 de noviembre de 1991, el cual puso fin, definitivamente, al régimen de
indexación reclamado en estos casos.

4. Posteriormente, en la STC N.º 198-2003-AC, el Tribunal determinó que:

a) La Ley N.º 23908, vigente desde el 8 de setiembre de 1984, fue tácitamente


derogada por el Decreto Ley N.º 25967, publicado el 18 de diciembre de 1992,
por lo que el beneficio de la pensión mínima establecido por la Ley N.º 23908
resulta aplicable a quienes hubieran alcanzado la contingencia antes de dicha
fecha.

b) Respecto del reajuste de las pensiones, señaló que se encuentra condicionado a


factores económicos externos y al equilibrio financiero del Sistema Nacional de
Pensiones, y que no se efectúa en forma indexada o automática. Todo ello,
conforme a lo dispuesto en el artículo 79º del Decreto Ley N.° 19990, que
establece que los reajustes de las pensiones otorgadas serán fijados, previo
estudio actuarial, considerando las variaciones en el costo de vida, y que en
ningún caso podrá sobrepasarse el límite señalado en el artículo 78º, por efecto
de uno o más reajustes, salvo que dicho límite sea, a su vez, reajustado.

Aplicación de la Ley N.º 23908

5. Al establecer el nuevo criterio de aplicación de la Ley N.º 23908, así como la vigencia,
aplicación e interpretación de sus disposiciones, este Tribunal señaló lo siguiente:

a) La Ley N.º 23908 modificó el Decreto Ley N.º 19990, que en su diseño
estableció la pensión inicial como la resultante de la aplicación del sistema de
cálculo previsto para las distintas modalidades de jubilación, creando el concepto
de pensión mínima, la que, independientemente de la modalidad y del resultado
de la aplicación de los métodos de cálculo, se convirtió en el monto mínimo que
correspondía a todo pensionista del Sistema Nacional de Pensiones, salvo las
excepciones previstas en la propia norma.
b) La pensión mínima se estableció originalmente en un monto equivalente a tres
sueldos mínimos vitales; pero, posteriormente, las modificaciones legales que
regularon los sueldos o salarios mínimos de los trabajadores la transformaron en
el Ingreso Mínimo Legal, el mismo que, sólo a estos efectos, debe entenderse
vigente hasta el 18 de diciembre de 1992.

c) La pensión mínima del Sistema Nacional de Pensiones nunca fue igual a tres
veces la remuneración de un trabajador en actividad; más bien, se determinó
utilizando como referente de cálculo el sueldo mínimo legal, que era uno de los
tres componentes de la remuneración mínima de los trabajadores.

d) El Decreto Ley N.º 25967, vigente desde el 19 de diciembre de 1992, modificó


los requisitos del Decreto Ley N.º 19990 para el goce de las pensiones,
entendiéndose que, desde la fecha de su vigencia, se sustituía el beneficio de la
pensión mínima por el nuevo sistema de cálculo, resultando, a partir de su
vigencia –19 de diciembre de 1992–, inaplicable la Ley N.º 23908.

e) Por tanto, la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a
aquellos asegurados que hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18
de diciembre de 1992 (día anterior a la entrada en vigencia del Decreto Ley N.º
25967), con las limitaciones que estableció su artículo 3º, y sólo hasta la fecha de
su derogación tácita por el Decreto Ley N.º 25967.

f) Debe entenderse que todo pensionista que hubiese alcanzado el punto de


contingencia hasta antes de la derogatoria de la Ley N.º 23908, tiene derecho al
reajuste de su pensión en un monto mínimo equivalente a tres sueldos mínimos
vitales o su sustitutorio, el Ingreso Mínimo Legal, en cada oportunidad en que
estos se hubieran incrementado, no pudiendo percibir un monto inferior a tres
veces el referente, en cada oportunidad de pago de la pensión, durante el referido
periodo.

g) A partir del 19 de diciembre de 1992 resulta de aplicación el Decreto Ley N.º


25967, que establece el nuevo sistema de cálculo para obtener el monto de la
pensión inicial de jubilación del Sistema Nacional de Pensiones, hasta que el
Decreto Legislativo N.º 817 (vigente a partir del 24 de abril de 1996), establece
nuevamente un sistema de montos mínimos determinados de las pensiones,
atendiendo al número de años de aportaciones acreditadas por el pensionista.

6. No obstante todo lo precisado, este Colegiado ha tomado conocimiento durante el


proceso de evaluación jurisdiccional de los expedientes que ha revisado, que el cambio
jurisprudencial ha generado una confusión y despropósito en los justiciables y los
operadores judiciales:
a) En los demandantes, pues a partir de una inadecuada interpretación de la Ley
N.º 23908, pretenden percibir por concepto de pensión mínima una suma
superior a la pensión máxima vigente. Ello, porque consideran, erróneamente,
que la pensión mínima establecida por la Ley N.º 23908 es el resultado de
multiplicar por tres la remuneración mínima de un trabajador;
b) En la Oficina de Normalización Previsional (ONP), entidad que escudándose en
el cumplimiento de las sentencias o con la clara intención de obtener la
conclusión de los procesos de los mismos, ha encontrado la manera de reducir
el monto de algunas pensiones por aplicación de la Ley N.º 23908, expidiendo
resoluciones que perjudican económicamente a los pensionistas cuando la
norma sólo se aplica en su beneficio y de ninguna forma en su perjuicio; y,
c) En los operadores judiciales, porque en atención a la incorrecta pretensión de
los demandantes, amparan las mismas ordenando que se reajuste la pensión en
el monto mínimo vigente a la fecha de la contingencia, aun cuando ello importe
la reducción del monto de la pensión inicial del pensionista.

7. Por ello, este Tribunal, en sesión de pleno jurisdiccional, por las consideraciones de
hecho y de derecho antes expuestas, atendiendo a su función ordenadora y pacificadora,
y en mérito de lo dispuesto en el artículo VII del Titulo Preliminar del Código Procesal
Constitucional, acuerda precisar los criterios adoptados en la STC 198-2003-AC para la
aplicación de la Ley N.º 23908, durante su periodo de vigencia, y dispone su
observancia obligatoria, en los siguientes términos:

La Pensión Mínima de la Ley N.º 23908

8. Al crearse el Sistema Nacional de Pensiones regulado por el Decreto Ley N.º 19990, se
estableció que el monto de la pensión de jubilación se determinaría efectuando el cálculo
establecido en el artículo 73º. El monto resultante se denominó pensión inicial.

9. El artículo 1º de la Ley N.º 23908 estableció un beneficio con la finalidad de mejorar el


monto de inicio –pensión inicial– de aquellas pensiones que resultasen inferiores a la
pensión mínima legal. Es decir, si efectuado el cálculo establecido en el Decreto Ley N.º
19990 se obtenía un monto inferior a la pensión mínima legal, se debía abonar ésta
última.

10. En los casos en que se debió aplicar, conforme a ley, el beneficio de la pensión
mínima legal, ésta equivalía y sustituía a la pensión inicial.

11. La pensión mínima legal es la base inicial mínima a partir de la cual comienza la
percepción de las pensiones de jubilación e invalidez beneficiadas con la aplicación de la
Ley. Es decir, esta base inicial es aplicable sólo a aquellos pensionistas que, por los
ingresos percibidos durante su actividad laboral, no alcancen, por lo menos, el monto de
la pensión mínima legal.

12. La disposición contenida en el artículo 1º de la Ley N.º 23908, supuso el incremento


de todas aquellas pensiones que al 8 de setiembre de 1984, eran inferiores al mínimo
legal (equivalente a tres sueldos mínimos vitales). Consiguientemente, en dicha fecha la
pensión mínima quedó establecida en S/. 216,000.00 soles oro (monto resultante de
multiplicar tres veces el sueldo mínimo vital, de S/. 72,000.00 soles oro, establecido por
el Decreto Supremo N.º 018-84-TR, del 1 de setiembre de 1984).

13. Como el monto de la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 se determinaba
en base a uno de los tres componentes de la remuneración mínima de los trabajadores
(denominado Sueldo Mínimo Vital), durante su vigencia, su aumento o el aumento de su
sustitutorio (el Ingreso Mínimo Legal), suponía el aumento de la pensión mínima legal
y, por tanto, el aumento de todas aquellas pensiones que, por efecto de dicho
incremento, resultaran inferiores al nuevo monto mínimo de la pensión.

14. El beneficio de la pensión mínima legal establecido en la Ley N.º 23908 no resulta
aplicable a los pensionistas que hubieren percibido montos superiores al mínimo
legalmente establecido en cada oportunidad de pago.

15. Conforme al artículo 3º de la Ley N.º 23908, el beneficio de la pensión mínima legal
no fue aplicable para: a) Las pensiones que tuvieran una antigüedad menor de un año,
computado a partir de la fecha en que se adquirió el derecho a la misma, pensiones que
se reajustarán al vencimiento del término indicado; y, b) Las pensiones reducidas de
invalidez y jubilación a que se refieren los artículos 28º y 42º del Decreto Ley Nº 19990,
así como las pensiones de sobrevivientes que pudieran haber originado sus beneficiarios,
las que se reajustarán en proporción a los montos mínimos establecidos y al número de
años de aportación acreditados por el pensionista causante.

16. El monto de la pensión mínima legal establecida por la Ley N.º 23908 se
incrementó posteriormente, cuando los Decretos Supremos N.os 023 y 026-85-TR, del 1
de agosto de 1985, aumentaron el sueldo mínimo vital a S/. 135,000 soles oro, quedando
establecida una pensión mínima legal de S/. 405,000 soles oro, y así sucesivamente hasta
que el sueldo mínimo vital fue incorporado y sustituido por el Ingreso Mínimo Legal.

17. Se deberá tener en cuenta que, cuando la Ley N.º 23908 quedó tácitamente derogada
por el Decreto Ley N.º 25967, la pensión mínima legal vigente era de S/. 36.00 (treinta y
seis nuevos soles), importe equivalente a la suma de tres veces el Ingreso Mínimo Legal
(sustitutorio del sueldo mínimo vital) establecido por el Decreto Supremo N.º 03-92-TR.
18. Entre el 19 de diciembre de 1992 ―fecha de vigencia del Decreto Ley N.º 25967―
y el 23 de abril de 1996 ―fecha de publicación del Decreto Legislativo N.º 817―, la
pensión inicial retornó a ser el resultado del cálculo establecido por las disposiciones
legales pertinentes según la fecha de contingencia de la prestación, hasta que, a partir del
24 de abril de 1996, el Decreto Legislativo N.º 817 establece nuevamente montos
mínimos, determinados atendiendo al número de años de aportaciones acreditadas en
beneficio de los pensionistas del Sistema Nacional de Pensiones.

19. Ejemplificación de la aplicación de artículo 1º de la Ley N.º 23908


Con el objeto de aclarar cualquier duda respecto a la interpretación y aplicación señalada
por este Tribunal, resulta necesario resolver algunos casos hipotéticos que, de hecho y de
manera notoria, se presentaron al entrar en vigencia el beneficio de la pensión mínima
legal, así como, durante su vigencia, hasta el 18 de diciembre de 1992, siendo pertinente
reiterar que con posterioridad a dicha fecha la norma en cuestión no es aplicable.

CASO 1 :

Al entrar en vigencia la Ley

Incremento del monto de la pensión percibida al monto mínimo

Pensión comprendida en la Ley N.º 23908 con un monto de S/. 200,000.00 soles oro al 1
de setiembre de 1984

Por efecto de la Ley N.º 23908, la pensión mínina que debía percibir todo asegurado
comprendido en el beneficio era de S/. 216,000.00 soles oro, por lo que la pensión de el
pensionista debía incrementarse hasta el monto mínimo a partir de dicha fecha y, de ser
el caso, de la misma manera, luego de los siguientes incrementos del referente de la
pensión mínima legal, salvo que, por efecto de otras disposiciones legales o
administrativas, el monto de la pensión ya hubiera superado la mínima vigente en cada
oportunidad de pago.

CASO 2 :

Al entrar en vigencia la Ley

Inaplicación de la pensión mínima

Pensionista del Sistema Nacional de Pensiones que percibía S/. 300,000.00 soles oro al
1 de setiembre de 1984
Como el monto de la pensión supera el mínimo, el beneficio dispuesto en la Ley N.º
23908 resulta inaplicable al caso concreto, pues su aplicación importaría la reducción del
monto de la pensión.

CASO 3 :

Durante la vigencia de la Ley

Incremento del monto de la pensión percibida

Pensionista que a la fecha de vigencia de la Ley percibía un monto superior al mínimo,


por ejemplo de S/. 350,000.00 soles oro

Como se ha señalado, al caso concreto no era aplicable la pensión mínima porque no


beneficiaba al pensionista; sin embargo, cuando la pensión mínima aumentó a partir del
2 de agosto de 1985 a S/. 405,000.00 soles oro por efecto del incremento del sueldo
mínimo vital (Decretos Supremos N.os 023 y 026-85-TR), correspondía aumentar el
monto de la pensión, pues a partir de dicho momento resultaba inferior a la pensión
mínima legal, salvo que, por efecto de otras disposiciones legales o administrativas, el
monto de la pensión ya hubiera superado la mínima vigente en cada oportunidad de
pago.

El Reajuste establecido en el artículo 4º de la Ley N.º 23908

20. Al respecto, este Tribunal reafirma lo establecido en los fundamentos 13, 14 y 15 de


la STC N.º 198-2003-AC, en el sentido de que se encuentra condicionado a factores
económicos externos y al equilibrio financiero del Sistema Nacional de Pensiones, y que
no se efectúa en forma indexada o automática. Asimismo, que ello fue previsto de esta
forma desde la creación del Sistema Nacional de Pensiones y posteriormente recogido
por la Segunda Disposición Final y Transitoria de la Constitución de 1993, que establece
que el reajuste periódico de las pensiones que administra el Estado se atiende con
arreglo a las previsiones presupuestarias.

21. Por lo tanto, el reajuste trismestral automático de las pensiones comprendidas en el


Sistema Nacional de Pensiones no resulta exigible.

Análisis del agravio invocado


22. En el presente caso de la Resolución N.º N.º 802-DDPOP-GDJ-IPSS-90 se
evidencia que: a) se otorgó al demandante la pensión del régimen especial de jubilación
del Sistema Nacional de Pensiones, regulado por los artículos 47º al 49º del Decreto Ley
N.º 19990; b) como fecha de contingencia se estableció el 2 de julio de 1990, día en que
cumplió 60 años de edad; c) acreditó 10 años de aportaciones; y, d) el monto inicial de la
pensión otorgada fue de I/m. 1.88 intis millón.

23. Respecto al monto inicial de la pensión, se debe precisar que a la fecha de inicio de
la pensión se encontraba vigente el Decreto Supremo N.º 040-90-TR, que estableció en
I/. 700,000.00 intis el sueldo mínimo vital, por lo que, en aplicación de la Ley N.º
23908, la pensión mínima legal se encontraba establecida en I/. 2´100,000.00 intis,
equivalentes a I/m. 2.1 intis millón, monto que no se aplicó a la pensión del recurrente.

24. De otro lado, fluye de la resolución cuestionada que, mediante la Carta Normativa
N.º 017-DNP-IPSS-90, por una liberalidad de la entidad encargada del pago de la
prestación, estableció el monto de la pensión mínima vigente en I/. 8´000,000.00 intis,
equivalentes a I/m. 8.00 intis millón, importe que tampoco se aplicó en favor del
demandante.

25. Para justificar la inaplicación del monto de la pensión mínima legal, la ONP ha
sostenido en la contestación de la demanda que, conforme a la Ley N.º 23908, dicho
beneficio no se aplica al recurrente por pertenecer al régimen especial de jubilación
regulado en los artículos 47º a 49º del Decreto Ley N.º 19990, hasta su derogación tácita
por el Decreto Ley N.º 25967.

26. Al respecto, se reitera que, conforme se ha señalado en el fundamento 15 supra, el


beneficio de la pensión mínima legal excluyó expresamente, entre otras, a las pensiones
reducidas reguladas en el artículo 42º del Decreto Ley N.º 19990, pero no a las
comprendidas en el régimen especial de jubilación que se encontró regulado en los
artículo 47º a 49º del Decreto Ley N.º 19990.

27. En consecuencia, ha quedado acreditado que se otorgó al demandante la pensión por


un monto menor al mínimo establecido a la fecha de la contingencia, debiendo ordenarse
que se regularice su monto con aquel aprobado institucionalmente, por ser más
beneficioso, y se abonen las pensiones devengadas generadas hasta el 18 de diciembre
de 1992, así como los intereses legales correspondientes con la tasa establecida en el
artículo 1246º del Código Civil.

28. De otro lado, conforme a los criterios de observancia obligatoria establecidos en


esta sentencia, se precisa y reitera que, a la fecha, conforme a lo dispuesto por las Leyes
N.os 27617 y 27655, la pensión mínima establecida para el Sistema Nacional de
Pensiones está determinada en atención al número de años de aportaciones acreditadas
por el pensionista.

29. En ese sentido y en concordancia con las disposiciones legales, mediante la


Resolución Jefatural N.° 001-2002-JEFATURA-ONP (publicada el 03-01-2002), se
dispuso incrementar los niveles de pensión mínima mensual de las pensiones
comprendidas en el Sistema Nacional de Pensiones a que se refiere el Decreto Ley N.°
19990, en el monto de S/. 346.00 nuevos soles para los pensionistas que acrediten más
de 10 pero menos de 20 años de aportaciones.

30. Por consiguiente, al constatarse, de la resolución cuestionada, que el demandante


acredita 10 años de aportaciones y, de la boleta de pago de la pensión, que percibe S/.
346.53 nuevos soles, se evidencia que actualmente se encuentra percibiendo el monto
que corresponde a los años de aportaciones acreditadas al Sistema Naciuonal de
Pensiones.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere
la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de amparo.


2. Declarar NULA la Resolución N.º 802-DDPOP-GDJ-IPSS-90
3. Ordenar que la ONP expida en favor del demandante la resolución que reconozca el
pago de la pensión mímina y abone las pensiones devengadas e intereses
correspondientes, conforme al fundamento 27 supra .
4. Declarar que los criterios de interpretación y aplicación de la Ley N.º 23908,
desarrollados en los Fundamentos 5 y del 7 al 21 supra, constituyen precedente
vinculante inmediato de observancia obligatoria, de conformidad con el artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. N° 5189-2005-PA/TC (13/09/2006). JACINTO GABRIEL
ANGULO VS. OFICINA DE NORMALIZACIÓN PREVISIONAL (ONP)

Se fija el precedente respecto a las consecuencias de la entrada en vigencia de la


Ley N.º 23908, que estableció una pensión mínima beneficiando a quienes no
superaban el mínimo legal contemplado en el Decreto Ley N.º 19990, por lo tanto
solo es aplicable a los pensionistas que se encuentren en dicha situación. En tal
sentido, su aplicación estará condicionada a que, en cada oportunidad de pago, no
se supere el mínimo legal. Asimismo, entre diversos asuntos referidos a la
aplicación de la citada norma, se establece que fue derogada tácitamente por el
Decreto Ley N.º 25967, que estableció una nueva forma de cálculo del monto de la
pensión sin previsión de montos mínimos. Por último, importa señalar que el
Tribunal Constitucional rechaza categóricamente la posibilidad de exigir, en el
régimen de la Ley N.º 23908, un reajuste indexado o automático trimestral, de
conformidad a la Segunda Disposición Final y Transitoria de la Constitución
EXP. N.° 0206-2005-PA/TC
HUAURA

CÉSAR ANTONIO
BAYLÓN FLORES

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal Constitucional en


sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don César Antonio Baylón Flores
contra la sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huaura, de fojas 461,
su fecha 9 de diciembre de 2005, que declaró infundada la acción de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de abril de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra la


E.P.S. EMAPA HUACHO S.A. y don Víctor Manuel Hacen Bernaola, en su calidad de
Gerente General de la citada empresa, solicitando que se declaren inaplicables la carta
notarial de imputación de cargos de fecha 3 de marzo de 2004 y la carta notarial de despido
de fecha 17 de marzo de 2004; y que, por consiguiente, se lo reponga en el puesto de
asistente de control patrimonial, con el pago de sus remuneraciones dejadas de percibir.
Asimismo, solicita que los demandados le paguen una indemnización de daños y perjuicios
equivalente a 10,000.00 nuevos soles y que se disponga la apertura de instrucción al
Gerente General por ser responsable de la agresión sufrida.

Manifiesta haber sido despedido debido a que, con posterioridad a la época en que
ocupó el cargo de Jefe del Equipo de Facturación, se detectaron una serie de irregularidades
con motivo del “Examen especial sobre presuntas irregularidades efectuadas en la
manipulación del sistema SICI” llevado a cabo por el órgano de control de la empresa. Al
respecto, refiere que no se hizo una adecuada calificación de la causa justa de despido y que
no se observó el principio de inmediatez, contemplado en el artículo 31.º del Decreto
Supremo N.º 003-97-TR, TUO de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, toda
vez que el despido se produjo mucho tiempo después de la fecha en que ocurrieron los
hechos por los cuales fue despedido. Agrega que tales actos vulneran sus derechos
constitucionales su derecho constitucional al trabajo, a la adecuada protección contra el
despido arbitrario y al debido proceso.

E.P.S. EMAPA HUACHO S.A. propone la excepción de incompetencia por razón


de la materia, aduciendo que la vía del amparo no resulta idónea para este tipo de casos,
pues existe una vía laboral donde se puede dilucidar mejor la controversia con el despliegue
de una amplia actuación de material probatorio. Sostiene que en el caso del actor se
procedió a su despido por la gravedad de las faltas cometidas, respetándose, en todo
momento, el debido proceso y sus derechos constitucionales, por lo que solicita que la
demanda sea declarada infundada.

El codemandado Víctor Manuel Hacen Bernaola solicita que la demanda sea


declarada infundada, alegando que no le une vínculo alguno con el actor y que la sanción
impuesta se debió única y exclusivamente a la configuración de una falta grave cometida
por el recurrente. Manifiesta que el proceso de despido del demandante se realizó sin mala
fe, dolo y arbitrariedades.

El Tercer Juzgado Civil de Huaura, con fecha 5 de julio de 2004, declara infundada
la excepción propuesta considerando que el proceso de amparo tiene carácter alternativo, es
decir, que ante la violación de un derecho constitucional, el demandante puede escoger
dicha vía para defender sus derechos constitucionales; e, infundada la demanda
argumentando que el actor cometió las faltas graves que se le imputan, observándose para
su despido el debido proceso que establece la ley.

La recurrida confirma la apelada, por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. 1. En el caso sobre la Ley Marco del Empleo Público, Exp. N.º 0008-2005-PI/TC,
(Fundamentos 17 a 42), este Tribunal precisó una serie de criterios jurisprudenciales
relativos a los principios laborales constitucionales, tales como indubio pro operario, la
igualdad de oportunidades, la no discriminación en materia laboral y la
irrenunciabilidad de derechos. Igualmente, en el citado caso, se hizo referencia a los
derechos colectivos de los trabajadores que reconoce la Constitución, entre los que
destacan de libertad sindical, de sindicación, de negociación colectiva y de huelga. Al
respecto, se sostuvo que tales disposiciones, con las particularidades y excepciones que
ella misma prevé, se aplican tanto al régimen laboral privado como al público. El
Tribunal Constitucional se ratifica en tales criterios y reitera su carácter vinculante para
la resolución de los casos en materia laboral que se resuelvan en sede constitucional u
ordinaria.

2. 2. En esta oportunidad y complementando la jurisprudencia constitucional en materia


laboral individual, emitida en los casos derivados del régimen laboral privado (en
particular los casos Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y
Fetratel, Exp. N.º 1124-2001-AA/TC, y Eusebio Llanos Huasco, Exp. N.º 976-2001-
AA/TC), así como en los casos vinculados al régimen laboral público, se formularán
determinados criterios jurisprudenciales para la aplicación del artículo 5.2 del Código
Procesal Constitucional, referidos a las vías igualmente satisfactorias para la protección
del derecho constitucional al trabajo y derechos conexos, que, conforme al artículo VII
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, constituirán precedentes
vinculantes.

Vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al trabajo y


derechos conexos en el régimen laboral privado

3. 3. La vigencia del Código Procesal Constitucional supone un cambio en el régimen


legal del proceso de amparo ya que establece, entre otras cosas, la subsidiariedad para la
procedencia de las demandas de amparo. Con ello se cambia el anterior régimen
procesal del amparo que establecía un sistema alternativo. En efecto, conforme al
artículo 5.°, inciso 2 del Código Procesal Constitucional, no proceden las demandas
constitucionales cuando existan vías procedimentales específicas, igualmente
satisfactorias, para la protección del derecho constitucional amenazado o
vulnerado.

4. 4. Al respecto, este Colegiado precisó que “(...) tanto lo que estableció en su


momento la Ley N.° 23506 y lo que prescribe hoy el Código Procesal Constitucional,
respecto al Amparo Alternativo y al Amparo Residual, ha sido concebido para atender
requerimientos de urgencia que tienen que ver con la afectación de derechos
directamente comprendidos dentro de la calificación de fundamentales por la
Constitución Política del Estado. Por ello, si hay una vía efectiva para el tratamiento de
la temática propuesta por el demandante, esta no es la excepcional del Amparo que,
como se dijo, constituye un mecanismo extraordinario”. (Exp. N.° 4196-2004-AA/TC,
Fundamento 6).

5. 5. En efecto, en la jurisdicción constitucional comparada es pacífico asumir que el


primer nivel de protección de los derechos fundamentales le corresponde a los jueces
del Poder Judicial a través de los procesos judiciales ordinarios. Conforme al artículo
138.º de la Constitución, los jueces administran justicia con arreglo a la Constitución y
las leyes, puesto que ellos también garantizan una adecuada protección de los derechos
y libertades reconocidos por la Constitución. Sostener lo contrario significaría firmar
que solo el amparo es el único medio para salvaguardar los derechos constitucionales, a
pesar de que a través de otros procesos judiciales también es posible obtener el mismo
resultado. De igual modo, debe tenerse presente que todos los jueces se encuentran
vinculados por la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos; más
aún, la Constitución los habilita a efectuar el control difuso conforme a su artículo 138º.

6. 6. Consecuentemente, solo en los casos en que tales vías ordinarias no sean idóneas,
satisfactorias o eficaces para la cautela del derecho, o por la necesidad de protección
urgente, o en situaciones especiales que han de ser analizadas, caso por caso, por los
jueces, será posible acudir a la vía extraordinaria del amparo, correspondiendo al
demandante la carga de la prueba para demostrar que el proceso de amparo es la vía
idónea y eficaz para restablecer el ejercicio de su derecho constitucional vulnerado, y
no el proceso judicial ordinario de que se trate.

7. 7. El Tribunal Constitucional estima que esta nueva situación modifica


sustancialmente su competencia para conocer de controversias derivadas de materia
laboral individual, sean privadas o públicas. Sin embargo, los criterios jurisprudenciales
establecidos en el caso Eusebio Llanos Huasco, Exp. N.º 976-2004-AA/TC, para los
casos de despidos incausados (en los cuales no exista imputación de causa alguna),
fraudulentos y nulos, se mantendrán en esencia. En efecto, si tal como hemos señalado,
el contenido del derecho constitucional a una protección adecuada contra el despido
arbitrario supone la indemnización o la reposición según corresponda, a elección del
trabajador, entonces, en caso de que en la vía judicial ordinaria no sea posible obtener la
reposición o la restitución del derecho vulnerado, el amparo será la vía idónea para
obtener la protección adecuada de los trabajadores del régimen laboral privado, incluida
la reposición cuando el despido se funde en los supuestos mencionados.

8. 8. Respecto al despido sin imputación de causa, la jurisprudencia es abundante y


debe hacerse remisión a ella para delimitar los supuestos en los que el amparo se
configura como vía idónea para reponer el derecho vulnerado. En cuanto al despido
fraudulento, esto es, cuando se imputa al trabajador hechos notoriamente inexistentes,
falsos o imaginarios, o se le atribuye una falta no prevista legalmente, sólo será
procedente la vía del amparo cuando el demandante acredite fehaciente e
indubitablemente que existió fraude, pues en caso contrario, es decir, cuando haya
controversia o duda sobre los hechos, corresponderá a la vía ordinaria laboral
determinar la veracidad o falsedad de ellos.

9. 9. Con relación al despido nulo, si bien la legislación laboral privada regula la


reposición y la indemnización para los casos de despido nulo conforme a los artículos
29.º y 34.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, TUO del Decreto Legislativo N.º 728,
Ley de Productividad y Competitividad Laboral, el Tribunal Constitucional ratifica los
criterios vertidos en el caso Eusebio Llanos Huasco, en el punto referido a su
competencia para conocer los casos de urgencia relacionados con la violación de los
derechos constitucionales que originan un despido nulo, dadas las particularidades que
reviste la protección de los derechos involucrados.

10. 10. En efecto, la libertad sindical y el derecho de sindicación reconocidos por el


artículo 28.º, inciso 1 de la Constitución (Exp. N.º 0008-2005-PI/TC, fundamentos 26,
27 y 28), e interpretados conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la
Constitución y al artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional,
imponen la obligación estatal de adoptar las medidas necesarias y apropiadas para
garantizar a los trabajadores y empleadores el libre ejercicio del derecho de sindicación
e impedir todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical, tales
como condicionar el empleo de un trabajador a que no se afilie o a que deje de ser
miembro de un sindicato; o despedir a un trabajador o perjudicarlo en cualquier forma a
causa de su afiliación sindical o a su participación en actividades sindicales fuera de las
horas de trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de trabajo
(artículo 11.º del Convenio N.º 87 de la OIT, sobre libertad sindical y protección del
derecho de sindicación, artículo 1.º del Convenio N.º 98 de la OIT, relativo a la
aplicación de los principios del derecho de sindicación y de negociación colectiva).

11. 11. En la misma línea argumentativa, en el citado Exp. N.° 0008-2005-PI/TC, se dejó
establecido que la libertad sindical no sólo tiene una dimensión individual, relativa a la
constitución de un sindicato y a su afiliación, sino también una dimensión plural o
colectiva que se manifiesta en la autonomía sindical y en su personería jurídica
(Fundamento 26). Esta dimensión de la libertad sindical se justifica por cuanto el
artículo 3.1. del Convenio N.° 87 de la OIT, anteriormente citado, precisa que las
organizaciones de trabajadores tienen el derecho de elegir libremente a sus
representantes, de organizar su administración y sus actividades y formular su programa
de acción, en tanto que el artículo 1.2. del Convenio N.° 98 de la OIT, como ya se dijo,
establece la protección a los trabajadores sindicalizados contra todo acto que tenga por
objeto despedirlo o perjudicarlo de cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical
o por su participación en actividades sindicales.

12. 12. Por tanto, debemos considerar que la libertad sindical, en su dimensión plural o
colectiva, también protege la autonomía sindical, esto es, que los sindicatos funcionen
libremente sin injerencias o actos externos que los afecten. Protege, asimismo, las
actividades sindicales que desarrollan los sindicatos y sus afiliados, así como a los
dirigentes sindicales, para garantizar el desempeño de sus funciones y que cumplan con
el mandato para el que fueron elegidos. Sin esta protección no sería posible el ejercicio
de una serie de derechos y libertades, tales como el derecho de reunión sindical, el
derecho a la protección de los representantes sindicales para su actuación sindical, la
defensa de los intereses de los trabajadores sindicalizados y la representación de sus
afiliados en procedimientos administrativos y judiciales. Del mismo modo, no sería
posible un adecuado ejercicio de la negociación colectiva y del derecho de huelga.

13. 13. Es por ello que, a criterio del Tribunal Constitucional, la dimensión plural o
colectiva de la libertad sindical garantiza no sólo la protección colectiva de los
trabajadores sindicalizados (como fue reconocido por este Colegiado en el Exp. N.°
1124-2001-AA/TC, Fundamento 11), sino que también reconoce una protección
especial para los dirigentes sindicales, toda vez que estos últimos, libremente elegidos,
detentan la representación de los trabajadores sindicalizados a fin de defender sus
intereses. Consecuentemente, todo acto lesivo, no justificado e irrazonable, que afecte a
los trabajadores sindicalizados y a sus dirigentes y que haga impracticable el
funcionamiento del sindicato, deberá ser reparado.

14. 14. Este Tribunal Constitucional, en opinión coincidente con el Tribunal Constitucional
Español, estima que las garantías descritas se justifican por cuanto los sindicatos son
formaciones con relevancia social que integran la sociedad democrática (STC
292/1993, fundamento 5, del 9 de noviembre de 1993), añádase, para la protección y
promoción de sus intereses (artículo 8.1.a. del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales o
Culturales o “Protocolo de San Salvador”). Consiguientemente, los despidos originados
en la lesión a la libertad sindical y al derecho de sindicación siempre tendrán la tutela
urgente del proceso de amparo, aun cuando las vías ordinarias también puedan reparar
tales derechos.

15. 15. Del mismo modo, los despidos originados en la discriminación por razón de sexo
raza, religión, opinión, idioma o de cualquier otra índole, tendrán protección a través
del amparo, así como los despidos producidos con motivo del embarazo, toda vez que,
conforme al artículo 23° de la Constitución, el Estado protege especialmente a la madre.
Deber que se traduce en las obligaciones estatales de adoptar todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo,
prohibiendo, en especial, bajo pena de sanciones, el despido por motivo de embarazo o
licencia de maternidad, así como la discriminación sobre la base del estado civil y
prestar protección especial a la mujer durante el embarazo (artículo 11 numerales 1 y 2
literales a y d de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer de Naciones Unidas).

Igualmente, el proceso de amparo será el idóneo frente al despido que se origina en la


condición de impedido físico mental, a tenor de los artículos 7° y 23° de la Constitución
que les garantiza una protección especial de parte del Estado. En efecto, conforme al
artículo 18° del Protocolo adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos
en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o “Protocolo de San
Salvador”, sobre protección de los minusválidos, toda persona afectada por una
disminución en sus capacidades físicas o mentales tiene derecho a recibir una atención
especial con el fin de alcanzar el máximo desarrollo de su personalidad.

16. 16. Por tanto, cuando se formulen demandas fundadas en las causales que configuran
un despido nulo, el amparo será procedente por las razones expuestas, considerando la
protección urgente que se requiere para este tipo de casos, sin perjuicio del derecho del
trabajador a recurrir a la vía judicial ordinaria laboral, si así lo estima conveniente.

17. 17. Por otro lado, la Ley Procesal del Trabajo, N.º 26636, prevé en su artículo 4.º la
competencia por razón de la materia de las Salas Laborales y Juzgados de Trabajo. Al
respecto, el artículo 4.2 de la misma ley establece que los Juzgados de Trabajo conocen,
entre las materias más relevantes de las pretensiones individuales por conflictos
jurídicos, las siguientes:

1. a) Impugnación de despido (sin reposición).


2. b) Cese de actos de hostilidad del empleador, incluidos los actos de
hostigamiento sexual, conforme a la ley sobre la materia.
3. c) Incumplimiento de disposiciones y normas laborales cualquiera fuera su
naturaleza.
4. d) Pago de remuneraciones y beneficios económicos.

18. 18. A su turno, el artículo 30.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, TUO del Decreto
Legislativo N.º 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral, considera que
constituyen actos de hostilidad:

a) a) La falta de pago de la remuneración en la oportunidad correspondiente,


salvo razones de fuerza mayor o caso fortuito debidamente comprobados por el
empleador.
b) b) La reducción inmotivada de la remuneración o de la categoría.
c) c) El traslado del trabajador a lugar distinto de aquel en el que preste
habitualmente servicios, con el propósito de ocasionarle perjuicio.
d) d) La inobservancia de medidas de higiene y seguridad que pueda afectar o
poner en riesgo la vida y la salud del trabajador.
e) e) El acto de violencia o el faltamiento grave de palabra en agravio del
trabajador o de su familia.
f) f) Los actos de discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión o
idioma.
g) g) Los actos contra la moral y todos aquellos que afecten la dignidad del
trabajador.
Consecuentemente, los amparos que se refieran a la materias descritas (fundamentos 17

y18), que por mandato de la ley son competencia de los jueces de trabajo, serán

declaradas improcedentes en la vía del amparo.

19. 19. De otro lado, conforme a la línea jurisprudencial en materia de derechos laborales
de carácter individual (por todas Exp. N.º 2526-2003-AA), se ha establecido que el
amparo no es la vía idónea para el cuestionamiento de la causa justa de despido
imputada por el empleador cuando se trate de hechos controvertidos, o cuando,
existiendo duda sobre tales hechos, se requiera la actuación de medios probatorios a fin
de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación de la imputación
de la causa justa de despido, que evidentemente no pueden dilucidarse a través del
amparo. En efecto, es claro que, en este supuesto, para que se produzca certeza en el
juzgador, respecto de los puntos controvertidos, y pueda así sustentar su fallo en
determinado sentido, necesariamente tendrá que desarrollar la actividad probatoria a
través de sus diversas etapas, en particular respecto de la actuación y valoración de la
prueba que, entre otras muchas, se relacionarán con declaraciones de parte, testigos,
documentos (libros de planillas, informes), peritajes y, especialmente, las pruebas de
oficio.

20. 20. Por tanto, aquellos casos que se deriven de la competencia por razón de materia de
los jueces de trabajo, los actos de hostilidad y aquellos derivados del cuestionamiento y
calificación del despido fundado en causa justa que se refieran a hechos controvertidos,
mencionados en los puntos precedentes, no serán tramitados en el proceso de amparo,
sino en el proceso laboral de la jurisdicción laboral ordinaria, a cuyos jueces
corresponde, en primer lugar, la defensa de los derechos y libertades constitucionales y
de orden legal que se vulneren con ocasión de los conflictos jurídicos de carácter
individual en el ámbito laboral privado. Sólo en defecto de tal posibilidad o atendiendo
a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que
la vía laboral ordinaria no es la idónea, corresponderá admitir el amparo.

Vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al trabajo y


derechos conexos en el régimen laboral público

21. 21. Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe
considerar que el Estado es el único empleador en las diversas entidades de la
Administración Pública. Por ello, el artículo 4.º literal 6) de la Ley N.º 27584, que
regula el proceso contencioso administrativo, dispone que las actuaciones
administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la administración pública
son impugnables a través del proceso contencioso administrativo. Consecuentemente, el
Tribunal Constitucional estima que la vía normal para resolver las pretensiones
individuales por conflictos jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral
pública es el proceso contencioso administrativo, dado que permite la reposición del
trabajador despedido y prevé la concesión de medidas cautelares.

22. 22. En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo N.º
276, Ley N.º 24041 y regímenes especiales de servidores públicos sujetos a la carrera
administrativa) y del proceso contencioso administrativo es posible la reposición,
entonces las consecuencias que se deriven de los despidos de los servidores públicos o
del personal que sin tener tal condición labora para el sector público (Ley N.º 24041),
deberán dilucidarse en la vía contenciosa administrativa por ser la idónea, adecuada e
igualmente satisfactoria, en relación al proceso de amparo, para resolver las
controversias laborales públicas.

23. 23. Lo mismo sucederá con las pretensiones por conflictos jurídicos individuales
respecto a las actuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la
administración pública y que se derivan de derechos reconocidos por la ley, tales como
nombramientos, impugnación de adjudicación de plazas, desplazamientos,
reasignaciones o rotaciones, cuestionamientos relativos a remuneraciones,
bonificaciones, subsidios y gratificaciones, permisos, licencias, ascensos, promociones,
impugnación de procesos administrativos disciplinarios, sanciones administrativas,
ceses por límite de edad, excedencia, reincorporaciones, rehabilitaciones, compensación
por tiempo de servicios y cuestionamiento de la actuación de la administración con
motivo de la Ley N.º 27803, entre otros.

24. 24. Por tanto, conforme al artículo 5.°, inciso 2.° del Código Procesal Constitucional,
las demandas de amparo que soliciten la reposición de los despidos producidos bajo el
régimen de la legislación laboral pública y de las materias mencionadas en el párrafo
precedente deberán ser declaradas improcedentes, puesto que la vía igualmente
satisfactoria para ventilar este tipo de pretensiones es la contencioso administrativa.
Sólo en defecto de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración
objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa administrativa
no es la idónea, procederá el amparo. Igualmente, el proceso de amparo será la vía
idónea para los casos relativos a despidos de servidores públicos cuya causa sea: su
afiliación sindical o cargo sindical, por discriminación, en el caso de las mujeres por su
maternidad, y por la condición de impedido físico o mental conforme a los fundamentos
10 a 15 supra.

25. 25. El Tribunal Constitucional estima que, de no hacerse así, el proceso de amparo
terminará sustituyendo a los procesos judiciales ordinarios como el laboral y el
contencioso administrativo, con su consiguiente ineficacia, desnaturalizando así su
esencia, caracterizada por su carácter urgente, extraordinario, residual y sumario.
Análisis del presente caso

26. 26. El recurrente fue despedido el 17 de marzo de 2004, previo procedimiento de


despido, imputándosele las faltas graves previstas en los incisos a) y c) del artículo 25.º
del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, concordadas con los incisos a), d) y f) del artículo
74.º del Reglamento Interno de Trabajo de la E.P.S. EMAPA HUACHO S.A. A tal
efecto, en autos se advierte que se le cursó la carta de pre aviso y que pudo efectuar sus
descargos; de manera que la empleadora cumplió con la ley laboral atinente a este tipo
de procesos. Consiguientemente, no se advierte vulneración del debido proceso.

27. 27. De otro lado, el demandante sostiene que se habría vulnerado el principio de
inmediatez. Sobre este punto debe precisarse que la causa de despido se origina en el
Informe N.º 009-2003 EPS EMAPA-HUACHO-OCI “Examen especial: sobre
presuntas irregularidades efectuadas en la manipulación del SICI”, sistema informático
comercial integrado, llevado a cabo por el órgano de control interno de la empresa
demandada, en el que se concluyó que se favoreció a terceras personas en la facturación
del servicio de agua en perjuicio de la empresa. Dicho informe determinó la
responsabilidad administrativa del recurrente, así como la de otros empleados.

28. 28. Si bien es cierto que los hechos se produjeron durante el periodo 2002-2003, en que
el demandante ocupó el cargo de Jefe del Equipo de Facturación, no lo es menos que las
responsabilidades por las irregularidades sólo se pudieron conocer una vez que culminó
el informe llevado a cabo por el órgano de control de la empresa, y que fue comunicado
a la alta dirección en enero de 2004, previa investigación en la que el recurrente
también ejerció su derecho de defensa. Consiguientemente, el Tribunal Constitucional
estima que el procedimiento de despido, recomendado por el asesor legal externo, no
vulneró el principio de inmediatez, toda vez que se inició dentro de un plazo razonable
(Exp. N.º 0585-2003-AA). Por tal razón, este extremo de la demanda también debe
desestimarse.

29. 29. Asimismo, el recurrente cuestiona los hechos que se invocan como causas justas de
despido. Entre otros, que la demandada, apoyándose en el informe del órgano de control
interno de la empresa, concluye que el demandante concedió, de manera irregular,
rebajas al usuario Línea Interprovincial de Transportistas S.A.-LITSA; que se emitieron
facturas a la empresa EMSAL cuando tales servicios ya habían sido cancelados, con su
consiguiente ingreso en el registro de ventas de la empresa; que se hizo una rebaja en el
cobro del servicio al señor Estanislao Loyola Hurtado; y que se cometieron
irregularidades en la facturación del cliente Molitalia S.A. por la instalación de un
medidor y la conexión de agua.
30. 30. El recurrente niega tales imputaciones y afirma que se deben a los defectos del
sistema informático; asimismo, refiere que a nivel de la Fiscalía se decidió archivar la
denuncia penal por los mismos hechos, puesto que no se comprobó responsabilidad
penal alguna. Independientemente de las responsabilidades civiles o penales, el
Tribunal Constitucional estima que, en el presente caso, de los actuados se advierte la
existencia de hechos controvertidos, relativos a la declaración de responsabilidad del
demandante en la causa justa de despido, cuya dilucidación no es posible en el proceso
de amparo por su anotado carácter sumario. Por tanto, este extremo de la demanda debe
declararse improcedente.

31. 31. Con relación a los pedidos de pago de remuneraciones dejadas de percibir y de
indemnización por daños y perjuicios, deben ser declarados improcedentes, pues el
amparo no es la vía idónea para resolver tales reclamos. Lo mismo debe declararse
sobre la solicitud de que se denuncie penalmente al gerente general de la demandada.

Precedente vinculante

32. 32. Hasta la fecha de dilucidación del presente caso los criterios de la jurisdicción
constitucional habían sido sumamente flexibles y amplios en la evaluación de una gran
variedad de controversias laborales de carácter individual, sea en el ámbito laboral
privado o en el público, sobre la base del carácter alternativo del proceso constitucional
del amparo. Sin embargo, y dentro del marco de la función de ordenación del Tribunal
Constitucional, se hace indispensable, para los casos de materia laboral individual,
privada o pública, tramitados en la vía del proceso de amparo, la aplicación de los
criterios establecidos en el presente caso, con relación al carácter residual del proceso
de amparo y de los criterios jurisprudenciales sustantivos relativos a los derechos
laborales desarrollados a través de la jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, a
fin de no desnaturalizar el carácter extraordinario, breve y expeditivo del proceso de
amparo.

33. 33. Por ello, de conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos 7 a 25
supra, constituyen precedente vinculante, puesto que son indispensables para
determinar la procedencia de la vía del proceso constitucional de amparo.

34. 34. Con ello el Tribunal Constitucional busca perfeccionar el proceso de amparo a fin
de que sea realmente eficaz y expeditivo. Por tanto, el precedente establecido será de
vinculación inmediata a partir del día siguiente de su publicación en el diario oficial El
Peruano, de modo que toda demanda que sea presentada y que no reúna las condiciones
del precedente, o las que se encuentren en trámite e igualmente no reúnan tales
condiciones, deberán ser declaradas improcedentes.
Vía procedimental específica y reglas procesales aplicables a los procesos de amparo en
materia laboral en trámite

35. 35. A partir de la expedición de la sentencia del caso Manuel Anicama Hernández (Exp.
N.° 1417-2005-AA/TC), el Tribunal Constitucional estableció los casos de materia
pensionaria que conocería, encausándose a la vía contenciosa administrativa las
demandas que, por tal razón, se declarasen improcedentes.

36. 36. Consecuentemente, y por la aplicación de similares criterios respecto a la


reconducción de procesos, las demandas de amparo que sobre las materias laborales de
carácter individual, sean del régimen laboral público o privado descritos en la presente
sentencia, deberán ser encausadas a través de las vías igualmente satisfactorias para
resolver las controversias individuales de carácter laboral, privadas o públicas, y que
son:

a) a) El proceso laboral ordinario, para las controversias de carácter laboral


individual privado.
b) b) El procedimiento especial contencioso administrativo (artículos 4.º
inciso 6 y 25 de la Ley N.° 27584), para las materias de carácter laboral
individual de carácter público).

37. 37. Por lo tanto, haciendo uso de las funciones de ordenación y pacificación inherentes
a este Tribunal Constitucional, se dispone que las demandas de amparo sobre materia
laboral, que en aplicación de los criterios previstos en los fundamentos 21 a 25 supra,
de la presente sentencia, sean declaradas improcedentes, deberán seguir las reglas
procesales establecidas en los fundamentos 53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel Anicama
Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), con las adaptaciones necesarias a la materia
laboral pública.

38. 38. Para los casos de procesos de amparo en materia laboral individual privada,
fundamentos 7 a 20 supra, los jueces laborales deberán adaptar tales demandas
conforme al proceso laboral que corresponda según la Ley N.º 26636, observando los
principios laborales que se hubiesen establecido en su jurisprudencia laboral y los
criterios sustantivos en materia de derechos constitucionales que este Colegiado ha
consagrado en su jurisprudencia para casos laborales.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú
HA RESUELTO

1. 1. Declarar INFUNDADA la demanda en el extremo que denuncia la vulneración


del principio de inmediatez.

2. 2. Declararla IMPROCEDENTE en los demás extremos, por cuanto el amparo no


es la vía idónea para esclarecer hechos controvertidos sometidos a probanza no para
determinar montos por daños y perjuicios.

3. 3. Declarar que los criterios de procedibilidad de las demandas de amparo en materia


laboral, previstos en los fundamentos 7 a 25, supra, constituyen precedente vinculante
inmediato de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.;
motivo por el cual, a partir del día siguiente de la publicación de la presente sentencia
en el diario oficial El Peruano, toda demanda de amparo que sea presentada o que se
encuentre en trámite y que no cumpla con tales condiciones, debe ser declarada
improcedente.

4. 4. Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de amparo en


materia laboral pública que a la fecha de publicación de esta sentencia se encuentren en
trámite, serán las previstas en los fundamentos 53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel
Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), de modo que serán vinculantes
tanto para los jueces que conocen los procesos de amparo, como para los jueces que
resulten competentes para conocer las demandas contencioso administrativas a que se
refiere la Ley N.° 27584.

5. 5. Declarar que las demandas de amparo de materia laboral individual privada,


precisadas en los fundamentos 7 a 20 supra, deberán ser adaptadas al proceso laboral
que corresponda según la Ley N.º 26636 por los jueces laborales conforme a los
principios laborales que han establecido en su jurisprudencia laboral y a los criterios
sustantivos en materia de derechos constitucionales que este Colegiado ha establecido
en su jurisprudencia para casos laborales.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI

BARDELLI LARTIRIGOYEN

GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO

ANALISIS DEL EXP. Nº 0206-2005-PA/TC (14/12/2005). CÉSAR BAYLÓN


FLORES VS.E.P.S. EMAPA HUACHO

El Tribunal establece criterios sobre la procedencia de los amparos en materia


laboral individual, en caso de despidos sin imputación de causa, fraudulentos y
nulos, además de aquellos asuntos relacionados con la libertad sindical y el
derecho de sindicación, así como los despidos por discriminación; de esta forma,
en los supuestos explicados por el Tribunal procederán los amparos, salvo que el
legislador haya previsto que se traten de materias de competencia de los jueces
de trabajo. En lo que concierne a los trabajadores del régimen laboral público,
deberán declararse improcedentes las demandas de amparo que soliciten la
reposición por despido, así como aquellas sobre conflictos derivados de
actuaciones administrativas sobre el personal dependiente y que deriven de
derechos legales, siendo la vía correspondiente la contenciosa administrativa,
salvo urgencia o demostración de que no se trata de una vía idónea, o que se
traten de despidos por afiliación o cargo sindical, o por discriminación.
EXP. N.° 2802-2005-PA/TC

PIURA

JULIA MABEL

BENAVIDES GARCÍA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal Constitucional,


en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Julia Mabel Benavides García contra la
sentencia expedida por la Segunda Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de
Justicia de Piura, de fojas 86, su fecha 10 de febrero de 2005, que declaró infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de octubre de 2004, la recurrente interpone demanda de amparo contra


la Municipalidad Provincial de Piura solicitando que se deje sin efecto el acta de clausura
de establecimiento de fecha 16 de octubre de 2004, levantada por la entidad demandada de
manera arbitraria, vulnerando sus derechos fundamentales a la libertad de trabajo, de
petición, a la tutela jurisdiccional efectiva, de defensa y al debido proceso. Sostiene que en
el mes de agosto de 2004 solicitó a la municipalidad emplazada el otorgamiento de una
licencia provisional de funcionamiento para su establecimiento comercial “Así es mi
tierra”, ubicado en la Av. Las Gardenias N.º 300, así como el correspondiente certificado de
zonificación, el cual tuvo un retardo indebido en su entrega, razón por la cual su local fue
multado en dos ocasiones y, posteriormente, clausurado.

La Municipalidad Provincial de Piura contesta la demanda solicitando que sea


declarada infundada, alegando que el local de la recurrente fue clausurado por carecer de la
autorización municipal de funcionamiento, de acuerdo al Reglamento de Aplicación de
Sanciones aprobado mediante Ordenanza N.º 026-2004-C/CPP.

El Tercer Juzgado Especializado en lo Civil de Piura, con fecha 24 de noviembre de


2004, declara infundada la demanda, por considerar que la recurrente no acredita contar con
licencia municipal de funcionamiento, y que la vía del amparo no es la adecuada para
otorgar derechos, pues solo protege los ya existentes, agregando que de lo actuado se
advierte, que la municipalidad demandada ha actuado en ejercicio de sus funciones,
desvirtuándose toda arbitrariedad.

La recurrida confirma la apelada, por considerar que la clausura cuestionada en el


presente proceso constituye una sanción administrativa por el incumplimiento de
disposiciones municipales, y que, en ese sentido, estas debieron previamente impugnarse.

FUNDAMENTOS

1. 1. La parte demandante denuncia la vulneración de sus derechos fundamentales a la


libertad de trabajo, de petición, a la tutela jurisdiccional efectiva, de defensa y al debido
proceso, y, por ello, solicita que se deje sin efecto el acto de clausura de establecimiento
de fecha 16 de octubre de 2004, ordenado por la municipalidad emplazada.

§ 1. La libertad de trabajo como derecho accesorio a la libertad de empresa

2. 2. Respecto a la libertad de trabajo, este Colegiado ha precisado, en la STC N.º


3330-2004-AA/TC, que es una manifestación del derecho al trabajo, y que se define
como el derecho a elegir libremente una profesión u oficio. Por ello, el Estado no sólo
debe garantizar el derecho de las personas a acceder a un puesto de trabajo o proteger al
trabajador frente al despido arbitrario (artículo 27.º de la Constitución), sino que,
además, debe garantizar la libertad de elegir la actividad mediante la cual se procuran
los medios necesarios para la subsistencia; es decir, debe proteger tanto al trabajador
dependiente como a la persona que realiza actividades económicas por cuenta propia,
ejerciendo la libertad de empresa que la Constitución reconoce.
3. 3. A su vez, la libertad de empresa, conforme lo ha considerado este Tribunal
Constitucional en la referida sentencia, es el derecho que tiene toda persona a elegir
libremente la actividad ocupacional o profesión que desee o prefiera desempeñar,
disfrutando de su rendimiento económico y satisfacción espiritual; precisando que
“(e)llo es así, por una parte, en la medida que la Constitución, en su artículo 59.º
reconoce que «el Estado garantiza [...] la libertad de empresa, comercio e industria».

De la mencionada sentencia se desprende que el derecho a trabajar libremente, en el


ámbito del otorgamiento de una autorización municipal para el funcionamiento de un
establecimiento comercial, resulta siendo accesorio respecto al derecho a la libertad de
empresa. Es en dicho ámbito que, a lo largo del desarrollo de la presente sentencia, la
libertad de trabajar libremente será considerada como derecho accesorio de la libertad
de empresa.

4. 4. La libre voluntad de crear una empresa es un componente esencial del derecho a


la libertad de empresa, así como el acceso al mercado empresarial. Este derecho se
entiende, en buena cuenta, como la capacidad de toda persona de poder formar una
empresa y que esta funcione sin ningún tipo de traba administrativa, sin que ello
suponga que no se pueda exigir al titular requisitos razonablemente necesarios, según la
naturaleza de su actividad. En ese aspecto, por ejemplo, las municipalidades son
competentes, según lo señala la Constitución en su artículo 195.º, inciso 8), concordante
con el inciso 4) del citado artículo, para “(d)esarrollar y regular actividades y/o
servicios en materia de educación, salud, vivienda, saneamiento, medio ambiente,
sustentabilidad de los recursos naturales, transporte colectivo, circulación y tránsito,
turismo, conservación de monumentos arqueológicos e históricos, cultura, recreación y
deporte, conforme a ley”; es decir, en el ámbito municipal, la libertad de empresa
deberá ejercerse sobre dicha base constitucional, de lo que se concluye que el
desenvolvimiento del derecho a la libertad de empresa estará condicionado a que el
establecimiento tenga una previa permisión municipal.

5. 5. En ese sentido, teniendo en cuenta la naturaleza accesoria del derecho a la libertad


de trabajo, este Supremo Tribunal en la citada sentencia N.º 3330-2004-AA/TC, estimó
que, en los casos vinculados al otorgamiento de licencias municipales de
funcionamiento de establecimiento, se vulnerará la libertad de trabajo “(...) si es que no
se (...) permite ejercer [el] derecho a la libertad de empresa. Es decir, si al demandante
no se le estaría permitiendo abrir su discoteca, tampoco se le estaría permitiendo
trabajar (...).”. La sentencia precisaba, además, que para poder determinar si se afecta la
libertad de trabajo, tendrá que esclarecerse previamente la vulneración del derecho a la
libertad de empresa. Asimismo, enfatizaba que para poder reconocer el derecho a la
libertad de empresa, debe acreditarse contar con la licencia de funcionamiento
correspondiente de parte de la autoridad municipal; caso contrario, no puede asumirse
la afectación de dicho derecho fundamental; concluyendo que si un derecho
fundamental no asiste a la parte demandante, la demanda deberá ser declarada
necesariamente improcedente, en virtud de que, según el artículo 38.º del Código
Procesal Constitucional, “(...) no procede el amparo en defensa de un derecho que
carece de sustento constitucional directo o que no está referido a los aspectos
constitucionalmente protegidos del mismo”.

6. 6. Asimismo, este Tribunal consideró, en concordancia con lo establecido por el


artículo 9.º del Código Procesal Constitucional, que si existen dudas acerca de la
actuación de los gobiernos locales al momento del otorgamiento o denegatoria de las
licencias de funcionamiento, la parte afectada debe recurrir a la vía contencioso-
administrativa, la cual cuenta con una adecuada estación probatoria. Es decir, sólo en
los casos en que se sustente con claridad la afectación de un derecho fundamental, se
podrá analizar el fondo de la controversia planteada en una demanda de amparo.

§ 2. La libertad de empresa y la regulación de actividades y servicios de competencia


municipal

8. 8. Como se ha señalado en el fundamento N.º 5, supra, las municipalidades, por


mandato constitucional, son competentes para regular actividades y servicios en materia
de educación, salud, vivienda, saneamiento, medio ambiente, transporte colectivo,
circulación y tránsito, turismo, cultura, recreación y deporte, dentro del marco legal
correspondiente. En ese sentido, en el ámbito de competencia municipal, para
desarrollar alguna de las actividades o servicios regulados por la administración
municipal, y a fin de ejercitar válidamente el derecho a la libertad de empresa –y
consecuentemente, de ser el caso, poder alegar la vulneración a la libertad de trabajo,
como derecho accesorio–, se debe contar previamente con la respectiva autorización
municipal, sea esta licencia, autorización, certificado o cualquier otro instrumento
aparente que pruebe la autorización municipal para la prestación de un servicio o el
desarrollo de una actividad empresarial, como pueden ser, a guisa de ejemplo: el
otorgamiento de autorización de apertura de establecimientos comerciales, industriales
y de actividades profesionales; licencia o concesión de ruta para el transporte de
pasajeros; certificado de compatibilidad de uso; licencia de construcción, remodelación
o demolición; declaratoria de fábrica; certificado de conformidad de obra; licencia de
funcionamiento; certificado de habilitación técnica y/o licencia para la circulación de
vehículos menores.

9. 9. En consecuencia, este Tribunal Constitucional considera que siempre que en los


casos reseñados en el fundamento N.º 8, supra, se alegue la vulneración de los derechos
fundamentales a la libertad de empresa y/o a la libertad de trabajo, y el demandante no
cuente con la autorización municipal correspondiente –y de los actuados no se constante
una manifiesta arbitrariedad en el accionar de la Administración, que vulnere algún
derecho fundamental del administrado–, serán aplicables, mutatis mutandis, los criterios
vertidos en los fundamentos N.os 4 a 8, supra. Dichos criterios serán también aplicables
a las demandas en las que se solicite la inaplicación, suspensión o nulidad de cualquier
sanción o procedimiento administrativo o coactivo, derivadas de la falta de la
correspondiente autorización municipal.

§ 3. Análisis del acto lesivo materia de controversia constitucional

10. 10. Con relación a la presunta afectación del derecho a la libertad de trabajo de la
recurrente, según ella misma lo reconoce expresamente en su escrito de demanda, su
local comercial no cuenta con licencia de funcionamiento expedida por la autoridad
municipal; en consecuencia, en concordancia con lo expuesto en el fundamento N.º 6,
supra, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 38.º del Código Procesal
Constitucional, la presente demanda deviene en improcedente en dicho extremo.

11. 11. En cuanto a la alegada vulneración del derecho de petición, debe tenerse en cuenta
que en la STC N.° 1042-2002-AA/TC, este Colegiado subrayó que su contenido
esencial está conformado por dos aspectos que aparecen de su propia naturaleza y de la
especial configuración que le ha dado la Constitución al reconocerlo: el primero es el
relacionado estrictamente con la libertad reconocida a cualquier persona para formular
pedidos escritos a la autoridad competente; y, el segundo, unido inevitablemente al
anterior, está referido a la obligación de la referida autoridad de otorgar una respuesta al
peticionante.

12. 12. Al respecto, este Tribunal considera que de lo actuado no se acredita


fehacientemente que la administración municipal se haya negado a otorgar una
respuesta a la solicitud de la recurrente, debido a que no ha adjuntado el documento que
acredite la petición realizada, pues la fotocopia de la solicitud para licencia municipal
presentada como anexo del escrito de demanda, obrante a fojas 15 de autos, se
encuentra sin llenar; no contiene, por tanto, dato alguno referente a la recurrente. Por tal
motivo, en cuanto a la invocada vulneración del derecho de petición de la recurrente, la
demanda también debe declararse improcedente.

13. 13. Por otro lado, la demandante sostiene que la municipalidad emplazada ha
vulnerado su derechos fundamentales a la tutela jurisdiccional efectiva, de defensa y al
debido proceso, aduciendo que ha clausurado su establecimiento sin que exista una
resolución expedida por el órgano correspondiente dentro de un proceso administrativo.
Al respecto, previamente este Colegiado considera pertinente recordar que el inciso 3)
del artículo 139.º de la Constitución establece, como principio de la función
jurisdiccional, la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional, criterio que
no sólo se limita a las formalidades propias de un procedimiento judicial, sino que se
extiende a los procedimientos administrativos. Este enunciado ha sido recogido por el
artículo 4.° del Código Procesal Constitucional, que define la tutela procesal efectiva
como aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, sus derechos de
libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio y a la
igualdad sustancial en el proceso; a no ser desviada de la jurisdicción predeterminada ni
sometida a procedimientos distintos de los previos por la ley; a la obtención de una
resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la
imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente
oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal. En consecuencia, el debido proceso forma parte de la concepción del
derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva, y se concreta en las
denominadas garantías que, dentro de un íter procesal diseñado en la ley, están
previstas en la Constitución.

14. 14. Según se desprende del acta de clausura de establecimiento obrante a fojas 14 de
autos, el 16 de octubre de 2004, fecha en que se produjo, el demandante no contaba con
licencia de funcionamiento, razón por la cual le era perfectamente aplicable la
Ordenanza N.° 026-2004-C/CPP de fecha 27 de agosto de 2004. La mencionada
ordenanza, que aprueba el Reglamento de Aplicación de Sanciones, establece la sanción
de clausura a aquellos locales que no cuenten con la autorización de funcionamiento
correspondiente (artículo 36.º). Asimismo, el artículo 16.º de la referida ordenanza
dispone que no ameritan notificación previa las infracciones cometidas por omisión de
trámites que son de conocimiento general, como es el caso de la autorización municipal,
la cual debe obtenerse antes de abrir un establecimiento comercial.

15. 15. Por lo expuesto, este Colegiado concluye que la recurrente tampoco ha acreditado
en autos que la actuación de la emplazada haya vulnerado sus derechos a la tutela
jurisdiccional efectiva, de defensa y al debido proceso, definidos en el fundamento N.o
13, supra; razón por cual la demanda también resulta improcedente en dichos extremos.

§ 4. Remisión de lo actuado a la vía contencioso-administrativa

16. 16. Sin perjuicio de lo antes señalado, y teniendo en cuenta que la recurrente alega
haber cumplido con todos los requisitos para obtener la licencia de funcionamiento
solicitada, y que, pese a ello, la administración edil de manera arbitraria no expide
dicho documento, este Colegiado considera, de conformidad con el criterio vertido en el
fundamento N.º 7, supra, que la presente demanda debe ser encausada a la vía
contencioso-administrativa, la cual, para dirimir la controversia, cuenta con una
adecuada estación para actuar los elementos probatorios presentados por las partes.
17. 17. Por lo tanto, tomando en consideración que la demanda debe derivarse a la vía
contencioso-administrativa, son aplicables al presente caso, mutatis mutandis, las reglas
procesales establecidas en los fundamentos N.os 53 a 58 de la STC N.º 1417-2005-PA,
publicada en el diario oficial El Peruano el 12 de julio de 2005.

§ 5. Precedente vinculante

18. 18. De conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos N.os 4 a 17,
supra, constituyen precedente vinculante, puesto que son indispensables para
determinar la vía en la que corresponderá que se atiendan las acciones de amparo
comprendidas en los suúestos de improcedencia, siendo de aplicación inmediata a partir
del día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El
Peruano, de modo que toda demanda que sea presentada y que no reúna las condiciones
del precedente, o las que se encuentren en trámite y adolezcan de ellos, deberán ser
declaradas improcedentes, debiendo ser encausadas, conforme a los criterios expuestos,
en la vía contencioso-administrativa

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

31. 1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

32. 2. Ordenar la remisión del expediente al juzgado de origen, para que proceda
conforme lo dispone el fundamento N.º 17, supra.

33. 3. Declarar que la presente sentencia asume la eficacia de precedente vinculante


respecto de los fundamentos N.os 4 a 17, conforme a lo señalado en el fundamento N.º
18, supra.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN

GONZALES OJEDA

GARCÍA TOMA

VERGARA GOTELLI

LANDA ARROYO

ANALISIS DEL EXP. Nº 02802-2005-PA/TC (13/12/2005). JULIA BENAVIDES


GARCÍA VS. MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE PIURA

La parte demandante denuncia la vulneración de sus derechos fundamentales a la


libertad de trabajo, de petición, a la tutela jurisdiccional efectiva, de defensa y al
debido proceso, y, por ello, solicita que se deje sin efecto el acto de clausura de
establecimiento de fecha 16 de octubre de 2004, ordenado por la municipalidad
emplazada.

Se reconoce a la libre voluntad de crear una empresa como componente esencial


del derecho a la libertad de empresa, lo que no obsta que se exija para ello
requisitos razonablemente necesarios, como que el establecimiento tenga
previamente permiso municipal. Así, a decir del Tribunal Constitucional, cuando se
alegue la vulneración de los derechos fundamentales a la libertad de empresa y/o
a la libertad de trabajo y el demandante no cuente con la autorización municipal
correspondiente, la demanda deberá ser declarada improcedente. Además, si
existen dudas sobre la actuación de los gobiernos locales al otorgar o denegar las
licencias, deberá recurrirse a la vía contencioso-administrativa, pues cuenta con
una adecuada estación probatoria. Finalmente, se señala que son aplicables,
mutatis mutandis, las reglas procesales establecidas en la STC Exp. N.º 1417-
2005-PA.

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