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En Lima, a los 29 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, García Toma y Vergara
Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
ANTECEDENTES
El Octavo Juzgado Penal de los Módulos Penales de Piura, con fecha 1 de octubre
de 2004, declara infundada la demanda, por estimar que, de conformidad con el artículo 4º
del Decreto Legislativo N.º 922, el plazo máximo para aplicar el artículo 137º del Código
Procesal Penal se cuenta a partir del auto de apertura de instrucción, que, en el caso de
autos, es el 16 de mayo de 2003, siendo el plazo máximo de detención para el delito de
terrorismo de 36 meses, el mismo que no ha transcurrido en exceso en el caso del
accionante.
FUNDAMENTOS
13. 13. Este segundo sistema es el adoptado por nuestro ordenamiento jurídico penal.
Al respecto, si bien el artículo 2º, 24, h ha previsto plazos constitucionales
aplicables solo a la detención preliminar –la misma que opera en sede extrajudicial–
, ello no es óbice para afirmar que de una interpretación sistemática del artículo 2°,
24, b, que establece: “No se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en lo casos previstos por la ley”, se pueda admitir la concesión de
una norma permisiva al legislador para que estipule plazos efectivos de duración, lo
cual ha sido precisado en el artículo 137° del Código Procesal Penal.
14. 14. Nuestro sistema normativo penal, entonces, dispone de una regulación que sirve
de parámetro para el enjuiciamiento de un caso concreto en el que se haya ordenado
la medida.
15. 15. Esta postura normativa coincide con lo reconocido por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, cuando afirma que “La Comisión ha
mantenido siempre que para determinar si una detención es razonable, se debe
hacer, inevitablemente, un análisis de cada caso. Sin embargo, esto no excluye la
posibilidad de que se establezca una norma que determine un plazo general más
allá del cual la detención sea considerada ilegítima prima facie,
independientemente de la naturaleza del delito que se impute al acusado o de la
complejidad del caso. Esta acción sería congruente con el principio de presunción
de inocencia y con todos los otros derechos asociados al debido proceso legal”
(Informe N.° 12/96, párrafo 70).
16. 16. En líneas generales, dentro del sistema interamericano de protección de los
derechos humanos, dicha regulación es vista como “una muestra inequívoca de
buena voluntad” por parte de los Estados, al autovincularse a parámetros
previamente establecidos (Informe N.° 2/97, párrafo 56).
17. 17. Tal situación se aprecia en nuestro ordenamiento jurídico penal, pues el artículo
137° del Código Procesal Penal que egula el plazo máximo de la detención judicial,
que en lo establece que dichos plazos máximos fijados por el legislador integran el
contenido esencial del derecho fundamental a la libertad personal, puesto que el
mantenimiento de la situación de prisión preventiva por un tiempo excesivo al
previsto lesiona el derecho a la libertad personal.
18. 18. Los parámetros legales, si bien son válidos para el enjuiciamiento de un caso
concreto en el que haya sido dispuesta la medida, sin embargo, no agotan el
contenido de dicho derecho fundamental, de modo que ni todo el plazo máximo
legal es per se razonable, ni el legislador es totalmente libre en su labor de
establecer o concretar los plazos máximos legales. Aunque no haya transcurrido
todavía el plazo máximo legal, puede lesionarse el derecho a la libertad personal si
el imputado permanece en prisión provisional más del plazo que, atendidas las
circunstancias del caso, excede de lo razonable. Su duración debe ser tan solo la que
se considere indispensable para conseguir la finalidad con la que se ha decretado la
prisión preventiva; por lo tanto, si la medida ya no cumple los fines que le son
propios, es preciso revocarla de inmediato.
19. 19. En efecto, para valorar si la duración de la detención judicial ha excedido, o no,
el plazo máximo, este Tribunal, integrando el concepto de plazo razonable, se
refirió a los criterios sentados por la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos (TEDH) cf. Caso Berrocal Prudencio, Exp. N.º 2915-2004-HC/TC, que
en síntesis son los siguientes: 1. La naturaleza y complejidad de la causa. Es
menester tomar en consideración factores tales como la naturaleza y gravedad del
delito (Caso Tomasi. Sentencia del TEDH, del 27 de agosto de 1992), los hechos
investigados, los alcances de la actividad probatoria para el esclarecimiento de los
eventos delictivos, la pluralidad de agraviados o inculpados, o algún otro elemento
que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que la dilucidación de una
determinada causa resulta particularmente complicada y difícil. 2. La actitud de los
protagonistas del proceso: por una parte, la inactividad o, en su caso, la actividad
desplegada por el órgano judicial, esto es, analizar si el juez penal ha procedido con
diligencia especial y con la prioridad debida en la tramitación del proceso en que el
inculpado se encuentre en condición de detenido, y, por otra, la propia actividad
procesal del detenido, a efectos de determinar la razonabilidad del plazo,
distinguiendo el uso regular de los medios procesales que la ley prevé y la falta de
cooperación mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras, ambas, del
ejercicio legítimo de los derechos que el Estado constitucional permite), de la
denominada defensa obstruccionista (signo inequívoco de la mala fe del procesado
y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden constitucional).
20. 20. Es necesario precisar que una de las formas en que opera la libertad procesal –
que es un derecho del encausado de obtener la aplicación de una medida cautelar
menos gravosa que la detención preventiva–, es al vencimiento del plazo legal
establecido en el artículo 137° del Código Procesal Penal, y cuando el procesado no
hubiese ejercido una defensa que afecte el principio de celeridad judicial, y que
tampoco se hubiese dictado sentencia en primera instancia, de ahí que la doctrina y
la jurisprudencia comparada califiquen dicha situación como arbitraria.
21. 21. En otras palabras, los presupuestos materiales que configurarían la libertad
procesal serían los siguientes: a) vencimiento del plazo de duración de la detención
preventiva; b) inexistencia de una sentencia en primera instancia; c) conducta
procesal regular del encausado en la tramitación de la causa; vale decir, no incurrir
en una defensa que entorpezca y atente contra la celeridad judicial.
23. 23. Las particularidades de la presente causa permiten afirmar que la reclamación
del demandante no se condice con las consideraciones antes señaladas, por lo
siguiente: a) el accionante fue juzgado por el delito de traición a la patria, regulado
por el Decreto Ley N.° 25659, y ante tribunales militares, proceso que fue declarado
nulo al hallarse comprendido en los alcances de la STC 010-2002-AI/TC; b) en
dicha sentencia, este Tribunal declaró inconstitucional el delito de traición a la
patria, definido y regulado por el Decreto Ley N.° 25659, así como la autorización
que otorga para que el juzgamiento correspondiente se ventile en el fuero militar.
Sin embargo, en la misma sentencia (fundamentos 229-230) se dispuso que la
eventual realización de nuevos juicios para los procesados por el delito de traición a
la patria debería efectuarse conforme a las normas que dictara el Congreso de la
República, en un plazo razonable; c) el Congreso de la República promulgó el
Decreto Legislativo N.° 922, que, de acuerdo con la STC 010-2002-AI/TC, regula
la nulidad de los procesos por el delito de traición a la patria y, además, establece
normas sobre el proceso penal aplicable; d) el artículo 4º del Decreto Legislativo
N.º 922 prevé, en cuanto al plazo límite de la detención a efectos del artículo 137º
del Código Procesal Penal, que este se cuenta a partir del auto de apertura de
instrucción del nuevo proceso; e) al accionante se le abrió nuevo proceso penal, con
mandato de detención, por auto de fecha 16 de mayo de 2003, por la presunta
comisión del delito de terrorismo, por lo que dada la naturaleza del citado delito y a
que este se sustancia en la vía de procedimiento ordinario, el plazo máximo de
detención es de 36 meses, el cual no ha sido sobrepasado.
25. 25. Ahora bien, considerando que el caso sub exámine plantea el problema de la
razonabilidad del plazo de la detención preventiva, precisamente, por ello, su
duración se encuentra en función de la duración del proceso penal principal, cuyo
objeto tiende a asegurar.
26. 26. No cabe duda de que con la previsión legal del plazo máximo de duración de la
detención judicial, el afectado por la medida cautelar puede conocer hasta qué
momento puede durar la restricción de su derecho fundamental a la libertad. No
obstante, como viene ocurriendo reiteradamente en el panorama judicial nacional, el
hecho de que no se decrete la libertad inmediata de un procesado tras la culminación
del plazo máximo de detención, obligándole, por el contrario, a que permanezca
detenido ad infinitum, so pretexto de un equivocado concepto de la tramitación
procesal, solo puede significar que se han transgredido todas las previsiones
jurídicas que garantizan un proceso debido o regular, y que dicha situación ha
comprometido, en particular, la eficacia o existencia de uno de aquellos derechos
innominados constitucionalmente, pero, a la par, consustanciales a los principios del
Estado democrático de derecho y al derecho a la dignidad de la persona
reconocidos en el artículo 3° de la Constitución Política del Estado, como lo es, sin
duda, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas.
§ 7. Las dilaciones indebidas como praxis punible cometida por los órganos del Poder
Judicial
27. 27. Esta mala praxis judicial debe ser totalmente erradicada, por cuanto genera un
injustificable retardo en la administración de justicia que no está en consonancia con
la misión que le está confiada al Poder Judicial, la misma que no se agota en el
aseguramiento de la legalidad formal, sino que la trasciende en tanto se afinca en la
observancia de los principios inherentes a la mejor y más correcta administración de
justicia, siendo uno de ellos –contrario a la inaceptable morosidad judicial– que la
decisión final sea dictada en tiempo útil y razonable.
28. 28. Frente a la endémica morosidad que caracteriza a buena parte de los jueces y
superiores tribunales de justicia nacionales y el abuso de jurisdicción que ello podría
suponer, no se puede seguir apelando al consabido sentido de responsabilidad de los
magistrados del Poder Judicial, sino que deben ser pasibles de la responsabilidad
penal que les corresponda, por sus conductas jurisdiccionales inadecuadas que
propician el retardo judicial.
29. 29. Por ello, tratándose de dilaciones indebidas que inciden sobre el derecho a la
libertad, es exigible un especial celo a todo juez encargado de un proceso en el que
se encuentra inmerso un preso preventivo, pues la libertad es un valor constitucional
informador de todo el ordenamiento jurídico. De otro modo, y por aplicación del
artículo 2º,24, de la Constitución, procedería acordar la puesta en libertad.
30. 30. Si bien puede sostenerse que la excesiva sobrecarga que padecen la mayoría de
los tribunales, no solo el Constitucional sino también los de otras latitudes, puede
excusar la mora en las decisiones judiciales, máxime si se presenta un desbordante
flujo de recursos razonablemente imposibles de atender, esta justificación es
inaceptable si el órgano judicial no observa una conducta diligente y apropiada para
hacer justicia, siendo uno de sus aspectos cardinales la expedición oportuna de las
resoluciones decisorias.
31. 31. Por ello, es deplorable que en los casos de crímenes no convencionales los
agentes detenidos por los delitos de terrorismo, tráfico ilícito de drogas, violaciones
de derechos humanos, corrupción de funcionarios, en vista de que los órganos
judiciales competentes no han sentenciado antes de vencido el plazo máximo de
detención previsto por la ley (Código Procesal Penal: art. 137°), resultan
favorecidos en virtud de ello, lo que permite en numerosos casos, la excarcelación
inmediata de prontuariados enemigos públicos de la sociedad, situación que,
además, implica riesgo de fuga.
32. 32. Desde esta perspectiva, el Tribunal Constitucional considera que el hecho de no
dictaminar o sentenciar, intencionalmente, dentro de los plazos legales establecidos,
con las consecuencias que ello conlleva y que ha puesto en tela de juicio la
capacidad punitiva del Estado, merece sanción penal, la que deberá ser determinada
por el legislador en el marco del Código Penal.
33. 33. De conformidad con el artículo VII del Código Procesal Constitucional, “Las
sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la calidad de cosa juzgada
constituyen precedente vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el
extremo de su efecto normativo”.
34. 34. En aplicación de la citada norma, son vinculantes para todos los operadores
jurídicos los criterios de interpretación contenidos en los fundamentos jurídicos Nos. 2,
3, 4, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 15, 17, 18, 19 y 26.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
ANALISIS DEL EXP. Nº 3771-2004-PHC/TC (02/02/2005). MIGUEL SÁNCHEZ
PARTE MATERIAL:
PARTE PROCESAL:
PRETENSION PROCESAL:
Las dilaciones indebidas como praxis punible cometida por los órganos del Poder
Judicial.
El proceso de hábeas corpus se promueve con objeto de solicitar del órgano
jurisdiccional la salvaguarda de la libertad corpórea, seguridad personal, integridad
física, psíquica y moral, así como de los demás derechos conexos, así lo ha
establecido el Tribunal Constitucional a través del sentencia recaída en el
Expediente N.° 6253-2006-PHC/TC.
Pero, de acuerdo a lo indicado por el TC, no basta con observar el plazo previsto
en el ordenamiento jurídico penal, sino que es necesario, además, que la duración
de la detención judicial debe ser tan solo la que se considere indispensable para
conseguir la finalidad con la que se ha decretado la prisión preventiva y, si la
medida ya no cumple los fines que les son propios, debe revocarse de inmediato.
Tal situación, según el TC no sólo puede ser enfrentado con el “consabido” sentido
de responsabilidad de los jueces sino que se debe penalizar aquellas conductas
jurisdiccionales inadecuadas que propician el retardo judicial y que se materializan
en el incumplimiento de dictaminar o sentenciar en los plazos previstos por la ley
de la materia, por lo que exhorta al Congreso de la República a que, en un plazo
razonable dicte la legislación correspondiente
Todos estos aspectos, han sido declarados como vinculantes los respectivos
fundamentos jurídicos de la sentencia expedida por el Tribunal Constitucional.
En ese sentido, desde nuestro punto de vista el TC, debió pronunciarse sobre la
situación del accionante y su derecho a la presunción de inocencia y el de ser
juzgado en un plazo razonable, aspectos que tienen que ver con la dignidad de la
persona como el propio TC ha señalado.
DECISIONES
OPINION
El TC con gran tino, se refirió a los criterios (sentados por la doctrina del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos) para valorar si la duración de la detención judicial
ha excedido, o no, el plazo razonable de la detención judicial.
LIMA
En Ica, a los 18 días del mes de febrero de 2005, el Pleno del Tribunal Constitucional, con la
asistencia de los señores magistrados, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda,
García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Gastón Ortiz Acha contra la resolución de la Tercera
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 43, su fecha 24 de junio de 2004, que
declaró improcedente la acción de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 2 de febrero de 2004, el recurrente interpone acción de amparo en favor de Alberto
Fujimori Fujimori y la dirige contra el Congreso de la República. Refiere que la Resolución
Legislativa N.º 018-2000-CR de fecha 23 de febrero de 2001, mediante la cual se inhabilita a
Alberto Fujimori Fujimori para ejercer funciones públicas por un período de diez años, resulta
atentatoria a los derechos fundamentales de participar en la vida pública de la Nación, de elegir y
ser elegido y de la presunción de inocencia. Señala, también, que según el artículo 33° de la
Constitución el ejercicio de la ciudadanía sólo puede suspenderse mediante sentencia judicial
condenatoria con inhabilitación de derechos políticos.
Alega que la referida resolución carece de sustento jurídico, toda vez que mediante Resolución
Legislativa N.º 0-009-2000-CR de fecha 21 de noviembre de 2000 se declaró la vacancia de la
Presidencia de la República, por lo que no le era aplicable la inhabilitación, pues según lo dispuesto
en el artículo 100° de la Constitución, dicha sanción se aplica a determinados funcionarios
señalados en el artículo 99° de la Constitución, entre los cuales encuentra el Presidente de la
República. Sin embargo, señala que al momento de ser sancionado, Fujimori ya no contaba con
dicha condición, al haber sido vacado de la presidencia de la República.
El 44º Juzgado Civil de Lima, con fecha 3 de febrero de 2004 declaró improcedente la acción de
amparo por considerar que ha operado el plazo de 60 días hábiles para accionar, previsto en el
artículo 37° de la Ley N.º 23506.
FUNDAMENTOS
Si bien es cierto que el presunto afectado se encuentra prófugo de la justicia del país, lo que habilita
la interposición de la acción de amparo por terceras personas sin la exigencia de un poder expreso
para ello, es necesario señalar que la ausencia del presunto afectado se debe única y exclusivamente
a su voluntad, no existiendo, como ciudadano, impedimento legal alguno para que retorne al Perú;
por el contrario, existe el requerimiento judicial y congresal para que se apersone al país para
cumplir con sus obligaciones constitucionales y legales.
Como se recordará, el ex Presidente de la República, con fecha 13 de noviembre del año 2000
partió rumbo a Brunei y Panamá, para participar en la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación
Asia Pacífico (APEC) y en la Décima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, respectivamente.
Ello, además de ser un asunto de público conocimiento, consta en la Resolución Suprema N.º 509-
2000-PCM, publicada en el Diario Oficial El Peruano con fecha 14 de noviembre del año 2000,
mediante la cual se resolvió encargar el despacho de la Presidencia de la República al
Vicepresidente entre los días 13 y 18 de noviembre de 2000.
Asimismo, el congresista Henry Pease García, el 18 de enero de 2001, interpuso, también, denuncia
constitucional contra el referido ex Presidente de la República por infracción a los artículos 45º y
97º de la Constitución del Estado y la comisión de los delitos de usurpación de funciones, abandono
del cargo. Dichas denuncias fueron acumuladas en un solo proceso.
Comprobados los hechos de Alberto Fujimori Fujimori, tanto de su viaje ilegal al Japón así como la
decisión de no regresar al Perú –que se confirma hasta la fecha–, y el abandono del cargo de
Presidente de la República desde dicho país oriental, la Comisión Investigadora del Congreso
concluyó que el ex Presidente incurrió en infracción de la Constitución en sus artículos 38º y 118º y
en la comisión de delitos tipificados en los artículos 377° y 380° del Código.
A este respecto, el Tribunal Constitucional considera que mientras no sea derogada por el Congreso,
o declarada la inconstitucionalidad de dicha Resolución Legislativa, ésta produce plenos efectos.
3. Sobre la petición del accionante
En cuanto al fondo del asunto, el accionante fundamenta su pretensión alegando que el beneficiario
de la presente acción no podía ser pasible de la sanción de inhabilitación por cuanto al momento de
ser sancionado ya no contaba con la calidad de Presidente de la República, toda vez que mediante la
Resolución Legislativa N.º 0-009-2000-CR ya se había declarado la vacancia de la Presidencia de la
República y, en consecuencia, no podía ser pasible de inhabilitación.
Este Colegiado considera que, si bien es cierto constituye un requisito indispensable para ser pasible
de la sanción de inhabilitación, prevista en el artículo 100° de la Constitución, el ser uno de los
funcionarios previstos en el artículo 99° de la Constitución, ello no implica, necesariamente, que el
funcionario acusado deba encontrarse en ejercicio de sus funciones, sino que los delitos de función
y la infracción constitucional que son materia de acusación hayan tenido lugar con ocasión de haber
ocupado el cargo público.
Ello es aún más evidente en el caso del Presidente de la República, pues, de acuerdo con el artículo
117° de la Constitución, el Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su mandato,
por traición a la patria, por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o
municipales, por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134° de la
Constitución, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones y
otros organismos del sistema electoral.
Por tanto, las acusaciones que se fundamentan en la comisión de otros delitos e infracciones
constitucionales tendrán lugar, evidentemente, una vez que el Presidente de la República ha
concluido su mandato constitucional o cuando se declara la vacancia de la Presidencia de la
República de acuerdo con el artículo 113° de la Constitución Política.
12. Una de las funciones esenciales de los Parlamentos contemporáneos es la función de control
político. Para ello, el Congreso de la República cuenta con diversos mecanismos que le permiten
realizar dicho control. Precisamente, uno de esos instrumentos es el juicio político, el cual está
previsto en el artículo 100° de la Constitución Política de 1993.
13. En efecto, el artículo 100° establece que “Corresponde al Congreso de la República, sin
participación de la Comisión Permanente, suspender o no al funcionario acusado o inhabilitarlo para
el ejercicio de la función pública hasta por diez años, o destituirlo de su función sin perjuicio de
cualquiera otra responsabilidad”.
14. Del mismo modo, el artículo 89° del Reglamento de Congreso de la República desarrolla el
procedimiento para realizar el juicio político, pudiendo el Pleno del Congreso de la República
acordar la sanción de “suspensión, inhabilitación o destitución por infracción constitucional”.
15. Tanto del artículo 100° de la Constitución como del artículo 89° del Reglamento del Congreso
se infiere que el Congreso de la República puede imponer, luego de realizado el procedimiento de
acusación constitucional, sanciones políticas que pueden manifestarse de tres formas: 1) la
suspensión, 2) la inhabilitación o 3) la destitución del funcionario público.
16. En lo que respecta al presente informe, es del caso señalar que corresponde analizar,
propiamente, el contendido de la sanción de inhabilitación política que impone el Congreso a un
funcionario público. En este sentido es del caso analizar cuál es el contenido de esta sanción y
cuáles son sus alcances.
17. En principio cabe señalar que la inhabilitación política es una sanción política discrecional pero
sujeta a criterios de razonabilidad constitucional, que impone el Congreso de la República. Esto lo
hace distinta, precisamente por su naturaleza, a la inhabilitación penal (prevista en el artículo 36°
del Código Penal) y a la inhabilitación administrativa (según establece el artículo 30 de la Ley de la
Carrera Administrativa, el artículo 159° de su Reglamento y la Ley Marco del Empleo Público), las
cuales son de carácter estrictamente jurídicos.
18. En tal sentido la inhabilitación política es una sanción política que impone el Congreso de la
República a los más altos funcionarios del Estado comprendidos en el artículo 99° de la
Constitución por infracción a la Constitución y por los delitos competidos en el ejercicio de sus
funciones, los mismos que sólo comportan una restricción en el ejercicio de los derechos políticos
del funcionario que sea sancionado.
6. Alcances y efectos de la inhabilitación política
19. La inhabilitación política despliega sus efectos sobre los derechos políticos que son aquellos
mediante los cuales los ciudadanos participan en la formación y dirección de las actividades del
Estado; son, por tanto, derechos que permiten a los ciudadanos participar en la vida política y
pública.
20. Ahora bien, la inhabilitación política incide sobre estos derechos en dos ámbitos: material y
temporal. En el aspecto sustantivo, los efectos de la inhabilitación impiden al funcionario público
sancionado ejercer el derecho de sufragio (elegir y ser elegido), el derecho de participación y el
derecho a fundar, organizar, pertenecer o representar a una organización o partido político,
movimiento o alianza.
21. Dentro del ámbito temporal, el Congreso de la República puede inhabilitar al funcionario
público “hasta por diez años”(artículo 100° de la Constitución), lo cual implica que el Congreso
tiene discrecionalidad, dentro de los límites que establece la Constitución y el Reglamento del
Congreso, para definir el tiempo durante el cual el funcionario quedará inhabilitado para ejercer sus
derechos políticos.
Para el Tribunal Constitucional, esta limitación en el ejercicio de toda función pública no afecta al
contenido constitucionalmente protegido de dicho derecho, porque su imposición es razonable y
proporcional al daño constitucional cometido. Atribución que el poder constituyente le otorga al
Congreso de la República en la Constitución Política, en tanto que él ocupa, dentro del
ordenamiento constitucional, una función de tutela de los principios y valores democráticos.
22. La Resolución Legislativa N.º 018-2000-CR dispone una inhabilitación del ex Presidente de la
República, don Alberto Fujimori Fujimori, por el tiempo de diez años, para el ejercicio de “toda
función pública”, y restringe, por ese lapso, el ejercicio de su derecho de acceso a los cargos
públicos. Tal restricción ha de operar tanto por lo que se refiere al acceso a los cargos públicos
derivados de elección, como al de acceso mediante concurso público o de designación; en
consecuencia, se encuentra inhabilitado para postular, concursar y en general acceder a cualquier
cargo o función pública durante el período a que se refiere la resolución legislativa ya referida.
23. Dentro del marco del principio de división de poderes se garantiza la independencia y
autonomía de los órganos del Estado. Ello, sin embargo, no significa en modo alguno que dichos
órganos actúan de manera aislada y como compartimentos estancos; si no que exige también el
control y balance (check and balance) entre los órganos del Estado.
24. En tal sentido, la facultad de imponer sanciones políticas por parte del Congreso es una facultad
privativa y discrecional de él; pero, tal discrecionalidad es posible sólo dentro de los límites que se
derivan de la propia Constitución y del principio de razonabilidad y proporcionalidad.
25. De ahí que, como ningún poder constituido esta por encima del poder constituyente que se
expresa jurídicamente en la Constitución, sea posible el control jurisdiccional de los actos que
realiza el Parlamento para imponer sanciones, cuando de ellos devenga una afectación al debido
proceso parlamentario y la violación de los derechos fundamentales.
26. Si bien este Tribunal mediante sentencia recaída en el proceso de inconstitucionalidad N.º 006-
2003-AI/TC ha hecho precisiones sobre el sentido de los artículos 99° y 100° de la Constitución,
referidos al antejuicio y al juicio político, no es posible extender tales criterios a supuestos
acaecidos antes de la referida sentencia.
27. En efecto, mediante Resolución aclaratoria de fecha 9 de diciembre de 2003 este Tribunal
precisó que no es posible deducir que la aplicación en el pasado de los artículos 99° y 100° de la
Constitución en un sentido distinto a los criterios expuestos en la referida sentencia, sea
inconstitucional, puesto que dicha aplicación, strictu sensu, no era contraria a ninguna de las
disposiciones constitucionales.
Tal como lo señaló este Tribunal “Lo que ocurre es que por virtud de la sentencia, debe entenderse
que se ha operado una mutación constitucional en la interpretación de los artículos 99° y 100° de la
Constitución, quedando en el futuro proscrita su aplicación en un sentido distinto del que surge de
la sentencia, bajo sanción de reputársele inconstitucional”. Asimismo, tal como lo señala este
Tribunal en la referida resolución “(...) la sentencia materia de la presente resolución, no puede
deducirse efecto retroactivo de ningún orden, puesto que en la misma no se ha declarado la
inconstitucionalidad de norma legal alguna”.
Esta sentencia tiene efectos jurídicos vinculantes para todos los poderes y organismos públicos, de
acuerdo al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la Constitución Política del
Perú le confiere,
HA RESUELTO
3. Poner esta sentencia en conocimiento de los Poderes Legislativo y Judicial y del Jurado
Nacional de Elecciones, para los efectos de ley.
SS
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. Nº 3760-2004-AA/TC (18/02/2005). GASTÓN ORTIZ ACHA
VS. CONGRESO DE LA REPÚBLICA
Tanto del artículo 100° de la Constitución como del artículo 89° del Reglamento
del Congreso se infiere que el Congreso de la República puede imponer, luego de
realizado el procedimiento de acusación constitucional, sanciones políticas que
pueden manifestarse de tres formas: 1) la suspensión, 2) la inhabilitación o 3) la
destitución del funcionario público.
En Lima, a los 29 días del mes de abril de 2005, el pleno jurisdiccional del Tribunal
Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli
Lartirigoyen, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
ANTECEDENTES
EsSalud, por otra parte, afirma que en el proceso civil en que se expidió la
resolución cuestionada no se exigió el pago de intereses de un cheque o título valor, sino el
pago de intereses por los cinco años durante los cuales su depósito de dinero fue
usufructuado por el Banco de la Nación.
FUNDAMENTOS
3. 3. Ejecutada la medida de embargo sobre una cuenta que poseía el IPSS en una
entidad bancaria, el dinero fue depositado en el Banco de la Nación, el cual, como
consecuencia de dicho acto procesal, adquirió la condición de depositario. El Juzgado,
posteriormente, en cumplimiento de una resolución de la Corte Suprema de la
República, dispuso la devolución del dinero objeto del depósito, notificando al Banco
de la Nación para que procediera conforme a lo resuelto por dicho órgano
jurisdiccional.
6. 6. Uno de los derechos constitucionales que forman parte del debido proceso es el
derecho de defensa, reconocido en el inciso 14) del artículo 139° de la Constitución. El
Tribunal ha declarado que “El debido proceso está concebido como el cumplimiento de
todas las garantías y normas de orden público que deban aplicarse a todos los casos y
procedimientos existentes en el Derecho” (STC 071-2002-AA/TC), y que “Por virtud
de él se garantiza que las personas, en la determinación de sus Derechos y Obligaciones
cualquiera [que] sea su naturaleza (civil, mercantil, penal, laboral etc.), no queden en
estado de indefensión” (STC 1230-2002-AA/TC). Dicho derecho garantiza, entre otras
cosas, que las personas que intervienen en un proceso tengan la posibilidad de poder
presentar las pruebas necesarias para acreditar los hechos que sirven de base a su
pretensión.
8. 8. En ese sentido, este Tribunal estima que se ha producido una violación del
derecho de defensa.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LATIRIGOYEN
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
ANALISIS DEL EXP. Nº 1150-2004-PA/TC (03/05/2005). BANCO DE LA
NACIÓN VS. ES SALUD Y QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO JUZGADO CIVIL
CORPORATIVO DE LIMA
En tal sentido, en caso de que en el proceso que tendrá lugar como consecuencia
de la expedición de la presente sentencia se determinen responsabilidades
concretas de funcionarios públicos de la entidad bancaria recurrente, deberán
aplicarse las sanciones administratrivas y/o penales que por ley correspondan.
DEL SANTA
MAXIMILIANO VILLANUEVA
VALVERDE
ASUNTO
ANTECEDENTES
La ONP contesta la demanda solicitando que sea declarada improcedente. Alega que
la Ley N.º 23908 estableció el monto mínimo de la pensión en tres sueldos mínimos vitales,
pero no dispuso que fuera, como mínimo, tres veces más que el básico de un servidor en
actividad, el cual nunca llegó a ser igual al Ingreso Mínimo Legal, que estaba compuesto
por el Sueldo Mínimo Vital más las bonificaciones por costo de vida y suplementaria.
Añade que dicha norma fue derogada.
El Primer Juzgado Civil de la Corte Superior del Santa, con fecha 5 de abril de
2004, declaró fundada la demanda estimando que el recurrente adquirió los derechos
reconocidos por la Ley N.° 23908, puesto que se encontraba vigente cuando aquél obtuvo
su pensión.
FUNDAMENTOS
1. 1. Considerando que, de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, mediante el presente caso el Tribunal Constitucional
establecerá precedentes de carácter obligatorio para la procedencia de los procesos de
cumplimiento, con carácter previo a la resolución del caso concreto se fundamentarán
las razones que sustentan la adopción de los nuevos criterios que se tomarán en cuenta a
partir de la fecha.
5. 5. Ahora bien, conforme al artículo II del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, los procesos constitucionales tienen, entre sus fines esenciales, los de
garantizar la supremacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
constitucionales que son posibles, o se concretizan, a través de las finalidades
específicas de cada uno de los procesos constitucionales. Por tanto, para configurar el
perfil exacto del proceso de cumplimiento, garantizando la autonomía de cada uno de
los procesos constitucionales que protegen derechos constitucionales (amparo, hábeas
corpus y hábeas data), debemos precisar, dentro del marco del artículo II del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, como es que mediante el proceso de
cumplimiento se alcanzan los fines comunes a los procesos constitucionales.
6. 6. Para ello, es necesario tener presente que el artículo 3.°, concordante con el
artículo 43.° de la Constitución, dispone que la enumeración de los derechos
establecidos en su capítulo I del Título I no excluye los demás que la Constitución
garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o
en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la
forma republicana de gobierno. (Véase Exp. N.° 2488-HC, fundamento 12).
9. 9. Es sobre la base de esta última dimensión que, conforme a los artículos 3.°, 43.° y
45.° de la Constitución, el Tribunal Constitucional reconoce la configuración del
derecho constitucional a asegurar y exigir la eficacia de las normas legales y de los
actos administrativos. Por tanto, cuando una autoridad o funcionario es renuente a
acatar una norma legal o un acto administrativo que incide en los derechos de las
personas o, incluso, cuando se trate de los casos a que se refiere el artículo 65.° del
Código Procesal Constitucional (relativos a la defensa de los derechos con intereses
difusos o colectivos en el proceso de cumplimiento), surge el derecho de defender la
eficacia de las normas legales y actos administrativos a través del proceso
constitucional de cumplimiento.
10. 10. En efecto, el inciso 6.° del artículo 200.° de la Constitución establece que el
proceso de cumplimiento procede contra cualquier autoridad o funcionario renuente a
acatar una norma legal o un acto administrativo, sin perjuicio de las responsabilidades
de ley. Como hemos expuesto precedentemente, el acatamiento de una norma legal o un
acto administrativo tiene su más importante manifestación en el nivel de su eficacia. Por
tanto, así como el proceso de hábeas data tiene por objeto esencial la protección de los
derechos a la intimidad, acceso a la información pública y autodeterminación
informativa, el proceso de cumplimiento tiene como finalidad proteger el derecho
constitucional de defender la eficacia de las normas legales y actos administrativos.
11. 11. Con este proceso constitucional el Estado social y democrático de derecho que
reconoce la Constitución (artículos 3.° y 43.°), el deber de los peruanos de respetar y
cumplir la Constitución y el ordenamiento jurídico (artículo 38.°) y la jerarquía
normativa de nuestro ordenamiento jurídico (artículo 51.°) serán reales, porque, en caso
de la renuencia de las autoridades o funcionarios a acatar una norma legal o un acto
administrativo, los ciudadanos tendrán un mecanismo de protección destinado a lograr
su acatamiento y, por ende, su eficacia.
Requisitos comunes de la norma legal y del acto administrativo para que sean exigibles a
través del proceso de cumplimiento
12. 12. Es así que desde la línea argumental descrita en el artículo 66.° del Código Procesal
Constitucional, el objeto de este tipo de procesos será ordenar que el funcionario o
autoridad pública renuente: 1) dé cumplimiento, en cada caso concreto, a una norma
legal, o ejecute un acto administrativo firme; o 2) se pronuncie expresamente cuando las
normas legales le ordenan emitir una resolución o dictar un reglamento. En ambos
casos, el Tribunal Constitucional considera que para la procedencia del proceso de
cumplimiento, además de acreditarse la renuencia del funcionario o autoridad pública,
deberán tenerse en cuenta las características mínimas comunes del mandato de la norma
legal, del acto administrativo y de la orden de emisión de una resolución o de un
reglamento, a fin de que el proceso de cumplimiento prospere, puesto que de no reunir
tales características, además de los supuestos contemplados en el artículo 70.° del
Código Procesal Constitucional, la vía del referido proceso no será la idónea.
13. 13. Sobre las características mínimas comunes de la norma legal o del acto
administrativo cuyo cumplimiento se exige, este Colegiado ha afirmado que “(...) debe
tratarse de un mandato que sea de obligatorio cumplimiento, que sea incondicional y,
tratándose de los condicionales, que se haya acreditado haber satisfecho las
condiciones; asimismo, que se trate de un mandato cierto o líquido, es decir, susceptible
de inferirse indubitablemente de la ley o del acto administrativo que lo contiene y, (...)
que se encuentre vigente”. (Exp. N.° 0191-2003-AC, fundamento 6).
14. 14. Para que el cumplimiento de la norma legal, la ejecución del acto administrativo y
la orden de emisión de una resolución sean exigibles a través del proceso de
cumplimiento, además de la renuencia del funcionario o autoridad pública, el mandato
contenido en aquellos deberá contar con los siguientes requisitos mínimos comunes:
15. 15. Estos requisitos mínimos se justifican porque el proceso de cumplimiento, diseñado
por nuestra Constitución y el Código Procesal Constitucional, dado su carácter sumario
y breve, no es el adecuado para discutir los contenidos de normas generales cuyos
mandatos no tienen las características mínimas a que hemos hecho referencia, o de
normas legales superpuestas que remiten a otras, y estas a su vez a otras, lo cual implica
una actividad interpretativa compleja que, en rigor, debe llevarse a cabo a través de las
vías procedimentales específicas.
16. 16. Del mismo modo, en este tipo de procesos el funcionario o autoridad pública tiene
un deber absoluto de acatamiento de la norma legal o del acto administrativo, no siendo
posible ningún tipo de discrecionalidad de su parte. Asimismo, en ellos los derechos del
demandante son prácticamente incuestionables, de modo que, comprobada la renuencia
y el incumplimiento de la norma legal o el acto administrativo conforme a las pautas
descritas, de ineludible cumplimiento, corresponderá amparar la demanda.
18. 18. Por tanto, para el Tribunal Constitucional las características básicas del proceso de
cumplimiento diseñado por la Constitución y el Código Procesal Constitucional, son las
reseñadas precedentemente.
19. 19. En el caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), este
Colegiado estableció que “(...) los criterios uniformes y reiterados contenidos en las
sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional en materia pensionaria, mantienen
sus efectos vinculantes. En consecuencia, a pesar de que determinadas pretensiones
sobre la materia no puedan en el futuro ser ventiladas en sede constitucional, la
judicatura ordinaria se encuentra vinculada por las sentencias en materia pensionaria
expedidas por este Colegiado”. (Fundamento 60).
20. 20. En tal sentido, es claro que los criterios interpretativos que bajo el marco de la
Constitución establecimos para la aplicación de la Ley N.° 23908, deben servir para
resolver los casos originados por dicha ley en la vía jurisdiccional ordinaria y en la vía
administrativa. Del mismo modo debe procederse respecto a los criterios relativos a
otras normas legales sobre pensiones. Por ejemplo, los criterios interpretativos
desarrollados en el caso Briones Vigo (Exp. N.° 0198-2003-AC/TC), fundamentos 2 a
15, relacionados con la aplicación de la Ley N.° 23908, constituirán precedentes de
observancia obligatoria para las controversias derivadas de tal ley.
21. 21. En dicha sentencia se precisó que “El Decreto Ley N.º 25967, vigente desde el 19
de diciembre de 1992, modificó los requisitos del Decreto Ley N.º 19990 para el goce
de las pensiones, entendiéndose que, desde la fecha de su vigencia, se sustituía el
beneficio de la pensión mínima por el nuevo sistema de cálculo, resultando, a partir de
su vigencia –19 de diciembre de 1992–, inaplicable la Ley N.º 23908 (...). Por tanto, la
pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a aquellos asegurados
que hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18 de diciembre de 1992 (día
anterior a la entrada en vigencia del Decreto Ley N.º 25967), con las limitaciones que
estableció su artículo 3º, y solo hasta la fecha de su derogación tácita por el Decreto Ley
N.º 25967”. (Caso Briones Vigo, Exp. N.° 0198-2003-AC/TC, fundamento 10).
Precedente vinculante
23. 23. La resolución del presente caso en la vía de cumplimiento, teniendo como base los
precedentes del Caso Briones Vigo (Exp. N.° 0198-2003-AC/TC, fundamento 10),
demuestra cómo hasta ahora los criterios de la jurisdicción constitucional han sido
bastante flexibles y amplios para evaluar normas legales y actos administrativos cuyo
cumplimiento se exige en la presente vía constitucional. Sin embargo, y dentro del
marco de la función de ordenación del Tribunal Constitucional, se hace indispensable,
para los casos futuros que se tramiten en la vía del proceso de cumplimiento, la
aplicación estricta de los requisitos mínimos comunes a los mandatos contenidos en las
normas legales y actos administrativos cuyo cumplimiento se exige, que han sido
desarrollados a través de la jurisprudencia de este Tribunal Constitucional y que se
resumen en la presente sentencia, a fin de no desnaturalizar el carácter breve y
expeditivo del proceso de cumplimiento.
24. 24. Por ello, de conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos 14, 15
y 16, supra, constituyen precedente vinculante para todos los procesos de
cumplimiento, puesto que son indispensables para determinar la procedencia de la vía
del proceso constitucional de cumplimiento.
25. 25. Con ello el Tribunal Constitucional busca perfeccionar el proceso de cumplimiento
a fin de que sea realmente eficaz y expeditivo. Por tanto, el precedente establecido en el
párrafo anterior será de vinculación inmediata a partir del día siguiente de su
publicación en el diario oficial El Peruano, de modo que toda demanda que sea
presentada y que no reúna las condiciones del precedente, o las que se encuentren en
trámite y adolezcan de ellos, deberán ser declaradas improcedentes.
26. 26. A partir de la expedición de la sentencia del caso Manuel Anicama Hernández
(Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), el Tribunal Constitucional estableció que los derechos
pensionarios de orden legal, entre otros, por ejemplo los derivados de la Ley N.° 23908,
deberán ser conocidos en la vía del contencioso administrativo y no mediante el proceso
de amparo, salvo las excepciones que se establecieron en la misma sentencia,
encauzándose las demandas que se declarasen improcedentes, conforme a los nuevos
criterios, a la vía contenciosa administrativa.
HA RESUELTO
Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de cumplimiento que a
la fecha de publicación de esta sentencia se encuentren en trámite, serán las previstas en
los fundamentos 53 a 58 y 60 del caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N.° 1417-
2005-AA/TC), de modo que serán vinculantes tanto para los jueces que conocen los
procesos de cumplimiento, como para los jueces que resulten competentes para conocer
las demandas contencioso administrativas, en la vía del proceso sumarísimo a que se
refiere el artículo 24°, inciso 2 de la Ley N.° 27584.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. Nº 0168-2005-PC/TC (03/10/2005). MAXIMILIANO
VILLANUEVA VALVERDE VS. OFICINA DE NORMALIZACIÓN PREVISIONAL
(ONP)
OPINION
Se establecen los requisitos mínimos que debe cumplir un mandato para que
pueda ser exigido a través del proceso de cumplimiento (mandato vigente, cierto y
claro, no sujeto a controversia compleja ni a interpretaciones dispares, de
ineludible y obligatorio cumplimiento, e incondicional. Adicionalmente, los actos
administrativos deben reconocer un derecho incuestionable del reclamante y
permitir individualizar al beneficiario). Así, en este proceso no cabe discutir los
contenidos de normas que impliquen una actividad interpretativa compleja, siendo
que el funcionario o autoridad tiene un deber absoluto de acatamiento del mandato
y los derechos del demandante son prácticamente incuestionables, por lo que
comprobada la renuencia y el incumplimiento corresponderá amparar la demanda.
EXP. N.° 4635-2004-AA/TC
TACNA
SINDICATO DE TRABAJADORES
DE TOQUEPALA Y ANEXOS
VISTO
ATENDIENDO A
4. Que, respecto a los trabajadores mineros a los que se refiere la sentencia, debe
precisarse que son aquellos comprendidos en el artículo 1.º de la Ley N.º 25009, Ley
de Jubilación Minera, y en el artículo 3° de su Reglamento, esto es, los trabajadores
que laboran en minas subterráneas, los trabajadores que realizan labores
directamente extractivas en minas de tajo abierto y los trabajadores que laboran en
centros de producción minera, siempre que en la realización de sus labores estén
expuestos a los riesgos de toxicidad, peligrosidad e insalubridad, según la escala
establecida en el reglamento de la ley de jubilación minera.
5. Que del Estudio general de las memorias relativas al Convenio sobre las horas de
trabajo (industria), 1919 (Núm. 1) y al Convenio sobre las horas de trabajo (comercio y
oficinas), 1930 (Núm. 30) presentado por la Comisión de Expertos en Aplicación de
Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la
93.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo del año 2005, se puede
concluir lo siguiente:
a) Por un lado, que el análisis del tiempo de trabajo normal y efectivo registrado en el
mundo evidencia que, salvo algunas excepciones destacadas, en los veinte últimos
años se ha venido registrando una tendencia general a la reducción de las horas
normales de trabajo1[1].
1[1]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Horas de Trabajo ¿De lo
fijo a lo flexible? Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2005, p. 29. Véase el cuadro I de las ps. 30 a 42,
donde figura el detalle del las horas de trabajo efectivamente trabajadas por semana a inicios del siglo XXI (se
registran los cambio operados desde 1984 a 2004).
2[2]
Código de Trabajo de Chile. Artículo 22°. “La duración de la jornada ordinaria de trabajo no excederá de
cuarenta y cinco horas semanales”.
3[3]
Código de Trabajo de Ecuador. Artículo 47°. “De la jornada máxima. La jornada máxima de
trabajo será de ocho horas diarias, de manera que no exceda de cuarenta horas semanales, salvo
disposición de la ley en contrario.
El tiempo máximo de trabajo efectivo en el subsuelo será de seis horas diarias y solamente por
concepto de horas suplementarias, extraordinarias o de recuperación, podrá prolongarse por una
hora más, con la remuneración y los recargos correspondientes".
4[4]
Código Sustantivo de Trabajo de Colombia. Artículo 161°. “La duración máxima legal de la jornada
ordinaria de trabajo es de ocho (8) horas al día y cuarenta y ocho (48) a la semana, salvo las siguientes
excepciones:
a) En las labores que sean especialmente insalubres o peligrosas, el gobierno puede ordenar la reducción de la
jornada de trabajo con dictámenes al respecto”.
5[5]
Ley General del Trabajo de Bolivia. Artículo 46°. “La jornada efectiva de trabajo no excederá de
8 horas por día y de 48 por semana. La jornada de trabajo nocturno no excederá de 7 horas,
entendiéndose por trabajo nocturno el que se practica entre horas veinte y seis de la mañana. Se
advierte una progresiva reducción de la jornada laboral máxima, sobre todo
cuando se trata de trabajos nocturnos, insalubres o peligrosos7[7]. Evidentemente,
dicha reducción dependerá de la realidad y condiciones de cada país.
En efecto
exceptúa de esta disposición el trabajo de las empresas periodísticas, que están sometidas a
reglamentación especial. La jornada de mujeres no excederá de 40 horas semanales diurnas”.
6[6]
Constitución de Venezuela. Artículo 90°. “La jornada de trabajo diurna no excederá de ocho
horas diarias ni de cuarenta y cuatro horas semanales. En los casos en que la ley lo permita, la
jornada de trabajo nocturna no excederá de siete horas diarias ni de treinta y cinco semanales.
Ningún patrono podrá obligar a las trabajadoras o trabajadores a laborar horas extraordinarias. Se
propenderá a la progresiva disminución de la jornada de trabajo dentro del interés social y del
ámbito que se determine y se dispondrá lo conveniente para la mejor utilización del tiempo libre
en beneficio del desarrollo físico, espiritual y cultural de los trabajadores y trabajadoras.
(...) parece ser incompatible con las exigencias del Convenio núm. 1 la
siguiente ordenación de la semana concentrada de trabajo en las
empresas industriales: i) la ordenación que prevea que la jornada
laboral exceda del máximo de nueve horas, y ii) la ordenación
establecida unilateralmente por el empleador sin la aprobación de la
autoridad pública competente o mediante un acuerdo entre las
organizaciones de empleadores y de trabajadores, o sus
representantes.11[11]
9[9]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Horas de Trabajo, Op. Cit.,
p. 9
10[10]
Ibíd. p. 11.
11[11]
Ibíd. p.87.
lleva a cabo por dos equipos en turnos de 12 horas, parece ser
incompatible con las exigencias de ambos Convenios, debido a que la
jornada diaria de trabajo puede ser superior al límite de 9 y diez
horas establecido en estos instrumentos.12[12]
12[12]
Ibíd. p. 88.
13[13]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT): La evolución del empleo, el tiempo de
trabajo y la formación en la industria minera. Ginebra, 2002, ps. 21 y 22.
tiempo de trabajo pueden producir considerables beneficios en los
planos comercial, financiero y de las relaciones laborales.
La combinación de largas jornadas y semanas laborales, prolongadas
bien mediante turnos concentrados asimétricos o bien mediante
numerosas horas extraordinarias adicionales, podría acarrear riesgos
para la seguridad y la salud asociados a la fatiga. Ya se dispone de
pruebas suficientes para sugerir la existencia muy probable de una
relación entre los problemas de rendimiento ligados a la fatiga y el
aumento del riesgo de errores, incidentes y accidentes. En el caso de
las minas, donde existe una clara tendencia a optar por turnos de 12
horas, resulta aún más urgente definir estrategias que permitan
hacer frente a los posibles peligros y superarlos.14[14]
14[14]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT). Ob. Cit. p. 19
15[15]
VEGA RUIZ, MARIA LUZ: La Reforma laboral en América Latina: 15 años después. Un análisis
comparado. Oficina Internacional del Trabajo. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Lima.
2005. p. 42.
10. Que si bien el Convenio N.º 176 de la OIT de 1995 sobre seguridad y salud en las minas
no ha sido ratificado por el Perú, sus disposiciones confirman la indispensable
necesidad de que los trabajadores mineros deban ser informados, capacitados y
consultados sobre la preparación y la aplicación de medidas de seguridad y salud
relativas a los peligros y riesgos presentes de la industria minera16[16]. En ese sentido,
son ilustrativas algunas de sus disposiciones. Por ejemplo:
11. Que, dentro de este contexto, no escapa a este Colegiado que el Perú es uno de los
países de América Latina donde, durante la década de los noventa, se produjo una de
16[16]
Convenio N.º 176 sobre seguridad y salud en las minas. 1995. Preámbulo.
17[17]
Convenio N.º 176 sobre seguridad y salud en las minas. 1995.
las más profundas reformas laborales de carácter marcadamente flexibilizador 18[18],
que en algunos casos fue cuestionada ante este Tribunal19[19]. Precisamente, en el
marco del proceso de flexibilización laboral, desde hace varios años se ha
implementado la aplicación de las jornadas acumulativas o atípicas en el sector minero
en diversas modalidades. En muchos casos a través de la aplicación de los máximos de
la jornada laboral, como en el caso de autos, donde se aplica el sistema acumulativo
de 4 x 3, es decir, se trabaja 12 horas diarias durante cuatro días seguidos, en turnos
diurnos y nocturnos, y solo se permite a los trabajadores 30 minutos para refrigerio y
descanso, sin considerar la especial naturaleza de la jornada nocturna; el tipo de
trabajo que se realiza en las minas justifica tiempos razonables de descansos durante
la jornada diaria, así como la reducción progresiva de las jornadas diarias, semanales o
acumulativas conforme al parámetro constitucional descrito en la sentencia de autos.
12. El Tribunal concibe que dentro del marco de la Constitución existe un equilibrio entre
el deber del Estado de fomentar la creación de la riqueza a través de la libertad de
empresa y el deber del Estado de garantizar la efectividad de los derechos que la
Constitución reconoce a los trabajadores. Las jornadas acumulativas, atípicas o
concentradas en el sector minero se inscriben en la tendencia de la jornada laboral
flexible, cuyo propósito es tener un mayor rendimiento, productividad y rebaja de
costos para la empresa. Sin embargo, la búsqueda de tales fines debe ser compatible
con los derechos laborales de los trabajadores. La Comisión de Expertos en Aplicación
de Convenios y Recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
en el Estudio citado, concluye que:
18[18]
VEGA RUIZ, MARIA LUZ. Ob. Cit. p. 11.
19[19]
Casos Telefónica (Exp. N.º 1124-2001-AA/TC), y Eusebio Llanos Huasco, Exp. N.º 976-2001-AA/TC.
20[20]
CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO 93.ª REUNIÓN, 2005: Op. Cit., p. 115
13. Que la instauración de jornadas acumulativas, atípicas o concentradas y el
establecimiento de turnos en el sector de la minería, y en particular en el caso de
autos, debe ser evaluada caso por caso a través de sus posibles efectos perjudiciales
para la salud y la seguridad de los trabajadores, tanto a corto como a largo plazo21[21].
El Programa de Actividades Sectoriales de la OIT refiere que una de las cuestiones que
suscita mayor preocupación respecto a la combinación de un horario de trabajo más
largo y jornadas ampliadas son sus posibles efectos perjudiciales para la salud y la
seguridad de los trabajadores tanto a corto como a largo plazo22[22]. Asimismo, añade
que existen los siguientes grupos principales de cuestiones:
21[21]
Dicha problemática ha sido abordada por la Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo de la OIT.
Por ejemplo, en el punto 43.2, sobre las horas de trabajo y los riesgos generales, se informa ampliamente
sobre los efectos del trabajo por turnos en la salud.
22[22]
PROGRAMA DE ACTIVIDADES SECTORIALES (OIT). Op. Cit. p. 41
23[23]
Ibíd. p. 42
14. Que teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, en lo que toca al fundamento 29
de la sentencia de autos, referido a cualquier tipo de actividades laborales, incluidas
las mineras, debe aclararse que no son compatibles con la Constitución las jornadas
atípicas o acumulativas que en promedio superen las ocho horas diarias y
cuarentiocho semanales para un período de tres semanas, o un período más corto,
conforme al fundamento 15 de la sentencia. Ello no quiere decir que las jornadas
acumulativas, atípicas o concentradas sean de tres semanas, sino que su promedio se
computa en períodos de tres semanas. Por tanto, las jornadas acumulativas, atípicas o
concentradas que superen tal promedio, no serán compatibles con la Constitución.
15. Que si bien la primera parte del fundamento 28 de la sentencia de autos constituye un
límite para instaurar jornadas acumulativas, atípicas o concentradas para los
trabajadores mineros, compatible con la Constitución y considerando el tipo de
actividades que se realiza, en uso del precedente normativo vinculante establecido en
el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, debe precisarse
que tal límite también está sujeto, a su vez, a límites. En ese sentido, la limitación para
restringir las jornadas atípicas o acumulativas deberá cumplir, copulativamente, las
siguientes condiciones, que constituyen el test de protección de la jornada máxima de
trabajo para los trabajadores mineros:
a) La evaluación caso por caso, teniendo en cuenta las características del centro
minero; por ejemplo, si se trata de una mina subterránea, a tajo abierto, o si se
trata de un centro de producción minera.
b) Si la empleadora cumple, o no, con las condiciones de seguridad laboral
necesarias para el tipo de actividad minera.
c) Si la empleadora otorga, o no, adecuadas garantías para la protección del
derecho a la salud y adecuada alimentación para resistir jornadas mayores a la
ordinaria.
d) Si la empleadora otorga, o no, descansos adecuados durante la jornada diaria
superior a la jornada ordinaria, compatibles con el esfuerzo físico desplegado.
e) Si la empleadora otorga, o no, el tratamiento especial que demanda el trabajo
nocturno, esto es, menor jornada a la diurna.
17. Que las consideraciones reseñadas requieren que las partes pertinentes de los
fundamentos y del fallo que a continuación se indican, se redacten de manera que su
lectura aporte mayor claridad; sus textos, entonces, por tal imperativo, reemplazados
por los siguientes:
“En tal sentido, las disposiciones, que en el presente caso, permiten instaurar la
modalidad de trabajo acumulativo y fijan obligatoriamente como mínimo 4 días
para este tipo de jornada laboral, también resultan incompatibles con el parámetro
constitucional descrito en la presente sentencia.”
“Declara que las jornadas atípicas o acumulativas que en promedio superen las ocho horas
diarias y cuarentiocho semanales para un período de tres semanas, o un período más corto,
SS.
GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
ANALISI DEL EXP. N° 4635-2004-PA/TC (09/05/2006). SECRETARIO
GENERAL Y SECRETARIO DE DEFENSA DEL SINDICATO DE
TRABAJADORES DE TOQUEPALA VS. EMPRESA SOUTHERN PERÚ
COPPER CORPORATION
HUÁNUCO
PRUDENCIANO ESTRADA
SALVADOR
En Arequipa a los 29 días del mes de agosto de 2006, el pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados García Toma, Gonzales Ojeda, Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente
sentencia, con el fundamento de voto, adjunto, del magistrado Alva Orlandini
ASUNTO
ANTECEDENTES
a) Demanda
Con fecha 22 de enero de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra el
director del Diario Regional de Huánuco, alegando la violación de su derecho a la
rectificación consagrado en el inciso 7) del artículo 2.° de la Constitución. Solicita,
consecuentemente, que se ordene al demandado publicar la rectificación del día 8 de
octubre de 2003, en la forma y términos por él establecidos, incluida la crónica
rectificadora que solicitara mediante carta notarial de fecha 21 de octubre de 2003.
Sustenta su demanda en que con la publicación del titular ‘¡Ex Decano del Colegio de
Abogados con orden de captura!’ en la primera página del Diario Regional, y, con el
desarrollo de la noticia en la segunda página, con el mismo título y acompañada de
una fotografía suya, se han vulnerado sus derechos constitucionales como abogado y
dirigente gremial.
Según señala, las afirmaciones realizadas por el diario respecto de su persona y de los
hechos que lo involucran son inexactas y agraviantes. En ese sentido, sostiene que en
la querella seguida en su contra ante el Cuarto Juzgado Penal de Huánuco por el
presunto delito de difamación, nunca se dictaminó orden de captura alguna hacia su
persona, sino que a través del Oficio N.° 6612-03-4to.JPHCO, del 2 de octubre de
2003, se requiere a la Policía Nacional para que conduzca mediante la fuerza pública
al querellado y lo ponga a disposición del juzgado para que rinda su declaración
instructiva. Tal oficio fue cursado antes de que la Resolución del 1 de octubre de 2003,
que dictamina que se conduzca de grado o fuerza al demandado, estuviera consentida.
b) Contestación de la demanda
El gerente de prensa del Diario Regional E.I.R.L., don Augusto Noreña Llanos,
sostiene que el derecho para interponer la demanda de amparo ha caducado, puesto que
de la fecha en que ocurrió el supuesto agravio a la fecha de presentación de la demanda
transcurrido con exceso el plazo legalmente previsto.
Finalmente, señala que los medios de comunicación están facultados para realizar ese
tipo de publicaciones sin previa autorización, censura ni impedimento alguno y, en
consecuencia, solicita que se declare infundada la pretensión del demandante.
c) Resolución de primera instancia
Con fecha 12 de abril de 2004, el Segundo Juzgado Mixto de Huánuco declara
fundada, en parte, la demanda, estimando que el demandado debe cumplir
íntegramente con efectuar la rectificación solicitada por el recurrente en forma
gratuita, inmediata y proporcional. Por otro lado, declara improcedente la demanda en
el extremo relativo a los términos y formato requeridos por el demandante para la
rectificación.
Sobre la excepción de caducidad señala que, a efectos de revisar el cómputo del plazo
establecido en el artículo 37.º de la Ley N.° 23506, debe tenerse en cuenta la huelga del
Poder Judicial producida desde el 5 de noviembre hasta el 1 de diciembre del 2003, por
lo que se cumplen los requisitos de plazo, en aplicación del principio pro libertatis a
favor del demandante.
Respecto del fondo del asunto, sostiene que el Diario Regional, pese a estar en
conocimiento del proceso de querella interpuesto contra el demandante por la presunta
comisión del delito de difamación, no precisa esto en el titular; además, que estaba en
capacidad de prever el impacto que ocasionaría dicha publicación en la población y
opinión pública huanuqueñas. Señala que, efectivamente, no se ha emitido una orden
de captura en el proceso de querella y que ésta sólo está destinada ordinariamente a
delitos cuya gravedad o circunstancias la justifican. Estima que el demandado no
cumplió con efectuar la rectificación pertinente dentro de los siete días siguientes
después de recibida la solicitud, limitándose a publicar un artículo el 27 de octubre de
2003, el cual no cumplía con el requisito de proporcionalidad requerido por el inciso 7)
del artículo 2° de la Constitución. Sin embargo, expresa que la rectificación no tiene
que efectuarse de acuerdo con los términos y formato establecidos por el demandante,
por cuanto dicha obligación no está legalmente prevista.
DATOS GENERALES
El acto lesivo se habría producido a través de dos hechos: en primer lugar, con la
negativa del diario de rectificarse de la publicación del 8 de octubre de 2003, respecto
de afirmaciones inexactas y agraviantes en relación con el demandante y su situación en
un proceso penal por el presunto delito de difamación; y, en segundo lugar, con la
publicación del 27 de octubre de 2003, en la cual, en vez de rectificarse, el diario señala
solamente la posición del demandante respecto de los hechos y añade comentarios
subjetivos que éste califica de falsos, con lo cual se le agravia nuevamente en su
derecho al honor y buena reputación.
» Reclamación constitucional
El demandante ha argumentado la afectación de su derecho constitucional a la
rectificación (artículo 2.º, inciso 7).
Sobre esta base, solicita que se ordene publicar la rectificación de la publicación del día
8 de octubre en la forma y términos por él establecidos, incluida la crónica rectificatoria
solicitada al director del Diario Regional mediante carta notarial de fecha 21 de octubre
de 2003.
Según la Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional, que rige desde
el 1 de diciembre del año 2004,
En tal sentido, a efectos del pronunciamiento sobre este caso en concreto, este Tribunal
utilizará el código mencionado, en virtud del principio de aplicación inmediata de las
leyes, por no existir vulneración de los derechos procesales del demandante ni del
demandado.
» Precedente vinculante
Esta sentencia adquiere calidad de precedente vinculante, según el artículo VII del
Código Procesal Constitucional, que prescribe que
Por ende, la presente sentencia será precedente vinculante en virtud de que a través de
ésta se van a desarrollar los conceptos e ideas principales acerca del derecho a la
rectificación, que no han sido desplegados en el ámbito constitucional.
FUNDAMENTOS
Sobre la base de esta noticia supuestamente equívoca, debemos tratar de determinar qué
significa la rectificación en el orden constitucional nacional, para que a partir del caso
de autos, esta figura pueda optimizarse para una mejor protección de los derechos de la
persona. Es decir, la sentencia que se está emitiendo tiene como fin procedibilizar la
rectificación de la mejor forma posible, y así cumplir con su cometido constitucional.
El sentido de la rectificación
Sobre este aspecto también es bien claro el artículo 7.º de la Ley N.º 26775, que señala que
si no lograse realizarse la rectificación bajo el parámetro establecido por la Constitución y
por la ley, queda expedita la utilización de la demanda de amparo.
Básicamente este derecho incluirá dos ámbitos: uno positivo y uno negativo. Dentro del
primero, se encuentra la posibilidad de que una persona afectada por un mensaje
desatinado respecto a su persona pueda acceder libremente a un medio de comunicación
de masas a fin de que éste se rectifique en mérito a los derechos comunicativos. Como
parte de la esfera negativa, se entiende que es inadecuado que el medio niegue esta
posibilidad a la persona, toda vez que le asiste con el objeto de proteger su honor, y de
presentar la verdad noticiosa; tal negativa se puede producir tanto con no publicar la
rectificación propuesta o, si se realiza, por hacerse con comentarios inexactos o
agraviantes adicionales.
Es así como la rectificación aparece como una vía para hacer valer la responsabilidad
ante el ejercicio abusivo de los derechos comunicativos en desmedro del honor de los
demás. Por ello, fluye como un mecanismo idóneo y adecuado para que el derecho al
honor, en un sistema de integración de derechos, pueda ser protegido ante un derecho
comunicativo cuando éste es ejercido de manera inconstitucional, a través de datos
inexactos ofrecidos y que afecten o agravien a las personas.
Por lo tanto, rectificación es, al mismo tiempo, un derecho relacional y una garantía
procesal.
8. De esta forma, sólo puede existir derecho a la rectificación relacionado con los
derechos comunicativos. Entonces, sólo habrá rectificación si se manifiesta un exceso
en el ejercicio de los derechos informativos. Respecto a ellos, su reconocimiento se
encuentra, aparte de la norma constitucional (artículo 2.º, inciso 4), en los instrumentos
internacionales (básicamente, artículo 19.º de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, artículo IV de la Declaración Americana, artículo 19.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y artículo 13.º de la Convención
Americana).
En esta línea, sobre todo tomando en cuenta el acápite a) de la norma del Pacto, queda
claro que los derechos comunicativos encuentran su límite (sobre todo, externo) en el
honor de las personas, y es ahí donde toma fuerza el derecho a la rectificación.
9. De otro lado, cabe recordar que este Colegiado ya ha señalado la ubicación que poseen
los derechos comunicativos en el sistema constitucional. El fundamento 13 de la
sentencia del Expediente N.º 2262-2004-HC/TC ha expresado que
(...).
En la teoría constitucional de los derechos fundamentales que sigue este Tribunal existe
igualdad entre ellos y no ha de aceptarse ningún tipo de jerarquización entre ellos (lo
mismo se aplica para los derechos comunicativos y el derecho al honor), sino habrá de
propiciarse una ponderación a través del principio de concordancia práctica, tal como se
ha señalado en el fundamento 12.b la sentencia del Expediente N.º 5854-2005-PA/TC,
según el cual toda aparente tensión entre las propias disposiciones constitucionales debe
ser resuelta ‘optimizando’ su interpretación, es decir, sin ‘sacrificar’ ninguno de los
valores, derechos o principios concernidos.
En igual sentido, el artículo 32.º, inciso 2), de la Convención Americana consagra que
el derecho de cada persona está limitado por el derecho de los demás. En consecuencia,
debe procurarse la garantía del justo equilibrio y la armonización concreta, en cada
caso, entre el derecho fundamental al honor y los derechos comunicativos, por
intermedio de un procedimiento que asegure la garantía de los derechos en juego y que
determine el carácter inexacto o agraviante del mensaje emitido, siempre que haya una
diferencia resultante del intento de hacer valer, en un caso o situación concreta, la
rectificación.
10. Ahora es menester explicar en qué tipos de medios existe protección para la
rectificación. El mencionado artículo 2.º, inciso 4), de la Constitución señala que el
ejercicio de la rectificación ha de ser realizado a través de los medios de comunicación
social, pero para la Convención Americana, a través del artículo14.1, ha de ser a través
de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general.
Es decir, cabría rectificación no sólo respecto a las informaciones vertidas en aquellos
medios de comunicación masiva comúnmente denominados de comunicación social,
sino también en aquéllos que permiten la transmisión de noticias, datos o informes a un
alto número indeterminado de personas, con el rasgo de masivo.
deferencia con los bienes protegidos de los afectados), sino que tiene que
problemas29[6].
Por esta calidad, es realmente importante que se busque neutralizar el ejercicio abusivo
de los derechos ejercidos a través de los medios de comunicación de masas, toda vez que
una institución constitucional no puede verse trastocada, y más bien corresponde a la
Constitución proponer la tutela necesaria de sus derechos fundamentales dotando a las
personas comunes y corrientes de los recursos jurídicos pertinentes para poder reponer
las cosas al estado anterior a la violación, es decir, igualarse ante quien informa de
manera negligente con todo el poder que los medios involucran.
En este bosquejo, aparte de que la noticia sea cierta, la actitud del informador debe estar
teñida de libertad. Esta libertad será la mayor y mejor garantía de que se pueda
aproximar a la verdad. Ahora bien, esta autonomía en el ejercicio periodístico no nos
puede llevar al libertinaje de la información, caracterizado por violar la Constitución
y/o los derechos fundamentales, sino a una actuación adecuada y responsable. Libertad
y responsabilidad van de la mano, por lo que cuando se informe debe hacerse con toda
la autonomía que corresponde a los encargados de difundir los mensajes periodísticos,
pero también deben ser lo suficientemente éticos y responsables para que cuando se
equivocan en el mensaje emitido, puedan rectificarse, inclusive sin la presión de una
carta notarial o de una demanda, como la planteada en este caso.
13. Aparte de las disposiciones normativas expresadas en el artículo 2.º, inciso 7), in fine de
la Constitución y en el artículo 14º.2 de la Convención Americana, se integrará como
parte del bloque de constitucionalidad, lo señalado por la Ley N.º 26775.
De otro lado, también hay que aceptar lo previsto por la Corte Interamericana a través
de los fundamentos 22 ss. de la Opinión Consultiva OC-7/86, respecto a que, si bien el
ordenamiento interno puede crear un mecanismo de rectificación particular, éste no
puede desconocer su tratamiento por la Convención Americana, según los parámetros
explicados supra. Con más razón aún, también lo dispuesto por dicha ley debe estar
acorde con la Norma Fundamental.
§1. Supuestos
14. Sobre la base de los obiter dictum antes desarrollados, es importante para este
Colegiado interpretar la Constitución a fin de configurar el derecho fundamental a la
rectificación.
Son dos los supuestos considerados por el constituyente en que puede plantearse un
pedido de rectificación:
a. Información inexacta
Según el artículo 2.º, inciso 7), de la Norma Fundamental, cabe la rectificación por
‘afirmaciones inexactas’; sin embargo, la Convención Americana, en su artículo
14.º, hace referencia a ‘informaciones inexactas’.
Por eso, consideramos que en este primer supuesto, independientemente del término
utilizado, la remisión directa de la rectificación se da respecto al derecho a la
información. Es por ello que la información periodística requiere un estricto control
de veracidad, pues buena parte de su legitimidad proviene de las certezas y
certidumbres contenidas en ella. En el ámbito del ejercicio de este derecho
fundamental, la veracidad está más ligada con la diligencia debida de quien informa,
y no con la exactitud íntegra de lo informado. De hecho, cada uno puede tener su
verdad, exponerla o aceptar la de los otros.
Cabe señalar, además, que el derecho a la rectificación fluye cuando se produce una
información falsa o inexacta. Es decir, sólo se podrá dar cuando la información
publicada o difundida no corresponde en absoluto con la verdad (falsedad) o cuando
se ajusta sólo en parte a ella (inexactitud).
(...) más para evitar una agresión, sirve para ofrecer la versión de la persona
ofendida (...) o para suplir las deficiencias informativas de una noticia que
(...) en tal caso, ésta debe tener derecho a rectificar tal error, aun
cuando no hubiera dolo o culpa del periodista31[8].
Vale señalar que la exigencia de la rectificación, e incluso su realización, será
independiente de las otras responsabilidades que puedan tener los intervinientes en
la propagación de la información. Por último, queda claro que para que exista
rectificación es irrelevante si existe o no diligencia; basta con comprobar que la
noticia propagada es falsa. Así, el ejercicio del citado derecho se exhibe como una
excepción a la regla de la diligencia debida exigida para la información en el ámbito
constitucional.
b. Honor agraviado
El otro supuesto en que se puede ejercer el derecho a la rectificación se
presenta cuando la persona se ha sentido afectada a través de un agravio, y
esto significa una violación de su derecho al honor (así lo señala también el
artículo 14.3 de la Convención Americana), a través de un medio de
comunicación de masas con independencia del derecho comunicativo ejercido.
Ésta es la interpretación adecuada que puede fluir de una correcta lectura del
artículo 2.º, inciso 7), de la Constitución.
En el caso de la rectificación, para que ella pueda ser ejercida debe existir un
elemento afectante del honor de una persona, y ésta es una condición básica
para su disfrute.
La prueba de este hecho, que no requiere una declaración judicial previa, debe
basarse en los elementos objetivos presentados por quien la reclame y que
deben ser explicados en el requerimiento que exhiba ante el medio de
comunicación. Esto ha de significar que para hacer el pedido de una
rectificación no es necesario, ni menos aún exigible, que se haya comprobado
previamente el daño al honor de las personas. Basta tan sólo con una
apariencia de la vulneración.
15. Habiendo determinado los dos supuestos en los que se puede solicitar la rectificación,
sobre todo en lo relativo a la existencia de un agravio, es necesario que a continuación
podamos contrastarlos con lo sucedido en el caso concreto.
16. Tal como ha sido presentado líneas arriba, mediante una carta remitida por el
recurrente, éste manifiesta que no tiene orden de captura alguna. Afirma que lo que
existe es una orden de comparecencia, bajo apercibimiento de ser conducido por la
fuerza pública para que rinda su instructiva en dicho proceso, y que no asistió a la
diligencia pues ella no se realizó en la fecha señalada. En este contexto, ha solicitado,
al utilizar el amparo, que se haga efectivo su derecho a la rectificación, el cual ha sido
transgredido cuando
Entonces, en la presente causa se tiene que dilucidar el significado del término ‘orden
de captura’ y determinar si, sobre la base fáctica de la noticia aparecida en el medio de
comunicación social, el accionante se encontraba en los supuestos admitidos por la
Constitución para el ejercicio del derecho a la rectificación.
17. En primer lugar, hay que aceptar o descartar el argumento utilizado por el demandado,
y acogido por el juzgador de segundo grado, respecto al tipo de lenguaje utilizado en la
noticia publicada, pues expresa que
Al respecto, si bien es cierto que existe el Oficio N.º 6612-03-4JPHCO, a través del
cual el juzgado penal requiere al Jefe del Departamento de la Policía Judicial para que
conduzca mediante la fuerza pública para que preste una declaración instructiva al
querellado, hoy demandante en el amparo, y sea puesto a disposición de dicho
despacho previa emisión por parte del juez de un auto mediante el cual se dispone para
que preste su declaración, también lo es que, en relación con la información propalada
en el diario el día miércoles 8 de octubre del 2003, debemos tener en cuenta el contexto
en que se está emitiendo tal información.
En conclusión, para este Tribunal, por más que el lenguaje coloquial no se condiga
necesariamente con el jurídico, la actuación del informante debe también reflejar esta
diferencia. Si no quiere verse involucrado en un desliz como el producido en el
presente caso, entonces tampoco puede utilizar un lenguaje que no es el periodístico,
como es el hecho de usar el término ‘orden de captura’.
19. Pero para llegar a una conclusión como la arribada, también ha podido existir una
vulneración del honor del recurrente, y así se estaría incluyendo también el presente
caso en el segundo supuesto previsto.
El demandante ha señalado, respecto a la noticia presentada por el encausado, lo
siguiente:
De esta forma, debe observarse que una noticia de este tipo también ha llegado a
afectar el honor del peticionante, toda vez que presentarlo de manera pública como un
presunto responsable (con orden de captura) de un delito –del cual tampoco se precisó
su tipicidad– le impide presentarse adecuadamente en la sociedad, máxime si lo han
designado en su calidad de ex decano del Colegio de Abogados, señalamiento
totalmente irrelevante para el caso concreto.
c. Con relación al trámite: Este tema ha sido desarrollado a través de la citada Ley
N.º 26775, básicamente a través de los artículos 2.º y 3.º; pero hay aspectos que
merecen ser resaltados.
Sin embargo, tal como se presentó supra, el demandado no cumplió con permitirle al
accionante la posibilidad de rectificación, no satisfaciendo el pedido realizado. Sobre
esta situación, cabe hacer dos precisiones.
22. La primera de ellas está referida a cómo ha de presentarse una rectificación: Como
lo desea el afectado o como lo plantea el medio. En el caso concreto, el solicitante
envía una carta notarial indicando la forma en que se debía rectificar el diario
emplazado.
La solicitud enviada por el recurrente al medio señalaba que debía ponerse, como una
verdadera forma de rectificación, en el medio lo siguiente:
Hacer pasar la rectificación como la posición del recurrente dentro de una supuesta
investigación realizada, en la que se insiste en la información ofrecida de manera
original, no puede ser ni debió ser aceptada como rectificación, tal como ocurrió en el
presente caso, y que ahora motiva que este Colegiado esté revisando este proceso
constitucional.
26. En segundo lugar, lo que se debe determinar es si es o no válida una rectificación que
contiene añadidos por parte del medio (nuevas opiniones o informaciones).
Corresponde salvar esta duda sobre la base de lo que reprodujo el diario demandado en
la supuesta rectificación que realizó de la noticia original del caso de autos. Esto fue lo
que publicó:
Por tal razón, debe exigirse a los medios de comunicación la mayor responsabilidad
profesional y objetividad en su ejercicio informativo, y, por ende, también en la forma
en que debe realizar la rectificación; léase en la forma publicada o analizada sin
calificar ni evaluar el argumento o razones (las supuestas otras verdades) de quien
busca la rectificación.
28. En el caso de autos, el recurrente alega que no se produjo una verdadera rectificación
toda vez que
FALLO
HA RESUELTO
2. Establecer como precedente vinculante los fundamentos N.os10 (reglas sobre los tipos
de medios en los que se puede solicitar la rectificación), 14 (reglas sobre los
requerimientos para el ejercicio del derecho fundamental a la rectificación), 20 (reglas
sobre los elementos configuradores que posee) y 24 y 27 (reglas sobre la forma en que
debe ser presentada) de la presente sentencia, de conformidad con el artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
RAMÓN HERNANDO
SALAZAR YARLENQUE
ASUNTO
ANTECEDENTES
Aduce el demandante que tras haberle impuesto una multa la entidad emplazada se
presentó en la municipalidad a efectos de impugnar dicha decisión, pero se le exigió
previamente el pago de quince nuevos soles (S/. 15.00) por concepto de tasa impugnación,
conforme al TUPA de la referida entidad edil, agregando que la exigencia de dicho pago
vulnera su derecho de petición, así como su derecho de defensa como elemento del debido
proceso que consagra la Constitución.
El Sexagésimo Tercer Juzgado Civil de Lima, con fecha 6 de junio de 2003, declara
infundada la demanda considerando que el monto establecido por concepto de
impugnación, así como el que se establece por concepto de recepción de documentos,
ascendente en total a la suma de quince nuevos soles, se encuentra previsto en el TUPA de
la municipalidad emplazada. Argumenta también que dicha norma ha sido expedida
conforme al Código Tributario y que, por ello, no se están violando los derechos del
recurrente, tal como este alega.
FUNDAMENTOS
3. Este Tribunal considera que lo que en realidad se está cuestionando por contravenir los
derechos de petición y de defensa, es el concepto referido al cobro por “derecho de
impugnación”, consignado en el rubro 1 del TUPA de la municipalidad emplazada. En
consecuencia, este extremo será materia de análisis por parte de este Colegiado.
4. En primer lugar, resulta pertinente atender que tanto el juez de instancia como el
colegiado que atendió el recurso de apelación no se han referido a la dimensión
constitucional de los hechos planteados por el recurrente, puesto que ambos se han
limitado a verificar si la imposición del pago previsto para impugnar una decisión de la
municipalidad emplazada, se ha ajustado a las normas infraconstitucionales como el
Código Tributario o la propia Ordenanza Municipal N.º 084/MDS, que aprobó el
TUPA de la municipalidad demandada, donde, en efecto, se encuentra previsto el cobro
de un derecho por concepto de presentación de recursos impugnatorios. En este sentido,
el a quo, luego de verificar que el monto establecido por concepto de apelación se
encuentra regulado en el respectivo TUPA de la municipalidad, que se enmarca dentro
de los parámetros establecidos por el Código Tributario, concluye que “(...) no se
estaría vulnerando (el) derecho a la defensa (del recurrente)”(fundamento jurídico sexto
de la sentencia).
9. Por tanto, el artículo 138.° no puede ser objeto de una interpretación constitucional
restrictiva y literal; por el contrario, la susodicha disposición constitucional debe ser
interpretada de conformidad con el principio de unidad de la Constitución,
considerando el artículo 51.º antes señalado, más aún si ella misma (artículo 38.°)
impone a todos –y no solo al Poder Judicial– el deber de respetarla, cumplirla y
defenderla. Es coherente con ello el artículo 102º del Código Tributario, cuando precisa
que «[a]l resolver el Tribunal Fiscal deberá aplicar la norma de mayor jerarquía (...)»;
es decir, aquellas disposiciones de la Constitución que, en este caso, se manifiestan a
través de los principios constitucionales tributarios y de los derechos fundamentales que
están relacionados con dichos principios.
10. En segundo lugar, está de por medio también la eficacia vertical de los derechos
fundamentales; es decir, su eficacia en particular frente a todos los poderes y órganos
del Estado, lo que incluye a la administración pública. Y es que en el marco del Estado
constitucional, el respeto de los derechos fundamentales constituye un imperativo
que el Estado debe garantizar frente a las eventuales afectaciones que pueden
provenir, tanto del propio Estado –eficacia vertical– como de los particulares –eficacia
horizontal–; más aún cuando, a partir del doble carácter de los derechos
fundamentales, su violación comporta la afectación no sólo de un derecho subjetivo
individual –dimensión subjetiva–, sino también el orden objetivo de valores que la
Constitución incorpora –dimensión objetiva–.
11. Esta incidencia de los derechos fundamentales en el Estado constitucional implica, por
otra parte, un redimensionamiento del antiguo principio de legalidad en sede
administrativa, forjado en el siglo XIX en un etapa propia del Estado liberal. Si antes la
eficacia y el respeto de los derechos fundamentales se realizaba en el ámbito de la ley,
en el Estado constitucional, la legitimidad de las leyes se evalúa en función de su
conformidad con la Constitución y los derechos fundamentales que ella reconoce. Por
eso mismo, es pertinente señalar que el derecho y el deber de los tribunales
administrativos y órganos colegiados de preferir la Constitución a la ley, es decir de
realizar el control difuso –dimensión objetiva–, forma parte del contenido
constitucional protegido del derecho fundamental del administrado al debido proceso
y a la tutela procesal ante los tribunales administrativos –dimensión subjetiva–.
12. Por ello es intolerable que, arguyendo el cumplimiento del principio de legalidad, la
administración pública aplique, a pesar de su manifiesta inconstitucionalidad, una ley
que vulnera la Constitución o un derecho fundamental concreto. En definitiva, esta
forma de proceder subvierte el principio de supremacía jurídica y de fuerza normativa
de la Constitución y la posición central que ocupan los derechos fundamentales en el
ordenamiento constitucional, en el cual «la defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado» (artículo 1.º).
14. Por ello, nada impide –por el contrario, la Constitución obliga– a los tribunales y
órganos colegiados de la administración pública, a través del control difuso, anular un
acto administrativo inaplicando una norma legal a un caso concreto, por ser violatoria
de los derechos fundamentales del administrado, tal como lo dispone el artículo 10°
de la Ley del Procedimiento Administrativo General, que sanciona con nulidad el acto
administrativo que contravenga la Constitución, bien por el fondo, bien por la forma;
siempre, claro está, que dicha declaración de nulidad sea conforme a la Constitución
y/o a la interpretación del Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VI del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
20. El recurrente sostiene, en efecto, que la exigencia del pago previo de una tasa para
recibir y dar trámite a su escrito de apelación contra un acto administrativo que
considera contrario a sus intereses, afecta su derecho de defensa en sede administrativa
y, por tanto, vulnera el debido procedimiento administrativo. Por su parte, al contestar
la demanda, la municipalidad emplazada aduce que dicho cobro es por la “(...)
realización de un acto administrativo que deseaba efectuar el actor”, el cual se
encuentra plenamente reconocido en el TUPA y que, por ello, no puede ser
inconstitucional. El Tribunal Constitucional no comparte el argumento de la emplazada,
puesto que el hecho de que un acto se sustente en una norma o reglamento no le otorga
necesariamente naturaleza constitucional, ni descarta la posibilidad de que este
Colegiado efectúe el control jurisdiccional. Esta tesis es, en todo caso, contraria al
Estado Democrático, donde rige el principio del control jurisdiccional de la
administración y en el que, desde luego, el parámetro de control, como ya ha quedado
dicho, no es la Ley ni el reglamento, sino la Constitución.
21. El debido procedimiento en sede administrativa supone una garantía genérica que
resguarda los derechos del administrado durante la actuación del poder de sanción de la
administración. Implica, por ello, el sometimiento de la actuación administrativa a
reglas previamente establecidas, las cuales no pueden significar restricciones a las
posibilidades de defensa del administrado y menos aún condicionamientos para que
tales prerrogativas puedan ser ejercitadas en la práctica.
23. Íntimamente vinculado a lo anterior está el tema del derecho de defensa del ciudadano
frente al ejercicio del poder de sanción de la administración, sobre todo si se tiene en
cuenta que, en el presente caso, se encuentra regulada una instancia de apelación en el
propio procedimiento administrativo, por lo que el Tribunal estima que, en el caso de
autos, el derecho de defensa previsto en el artículo 139.°, inciso 14), despliega todos sus
efectos. Desde luego, el derecho de recurrir una decisión de la administración no debe
confundirse con el derecho al recurso o con el derecho a una doble instancia
administrativa, que, como ya tiene dicho este Colegiado, no logra configurarse como un
derecho constitucional del administrado, puesto que no es posible imponer a la
administración, siempre y en todos los casos, el establecimiento de una doble instancia
como un derecho fundamental43[3]. El derecho de recurrir las decisiones de la
administración comporta la posibilidad material de poderlas enervar, bien en el propio
procedimiento administrativo, cuando la ley haya habilitado un mecanismo bien en
todo caso, de manera amplia y con todas las garantías, ante el Poder Judicial, mediante
el proceso contencioso administrativo o, incluso, a través del propio recurso de amparo
cuando se trate de la afectación de derechos fundamentales.
24. El derecho de defensa garantiza, entre otras cosas, que una persona sometida a una
investigación, sea esta de orden jurisdiccional o administrativa, y donde se encuentren
en discusión derechos e intereses suyos, tenga la oportunidad de contradecir y
argumentar en defensa de tales derechos e intereses. Se conculca, por tanto, cuando
los titulares de derechos e intereses legítimos se ven imposibilitados de ejercer los
medios legales suficientes para su defensa, o cuando, como ocurre en el presente
caso, se establezcan condiciones para la presentación de los argumentos de defensa.
26. En el presente caso, el Tribunal estima que también se pone en riesgo este derecho
constitucional cuando la municipalidad emplazada solicita el pago de una tasa para
ejercer el derecho de impugnar una sanción administrativa, como lo es la determinación
de multa en contra del recurrente. En tal sentido resulta inconstitucional y, por tanto,
inaplicable al recurrente la disposición contenida en la Ordenanza Municipal N.º
084/MDS, que establece el pago de diez nuevos soles por concepto de recursos
impugnativos, correspondiente a la Unidad Orgánica Oficina de Secretaría General,
rubro 1.
28. Si bien debe presumirse que toda actuación de los poderes públicos tiene como marco
de referencia la observancia del principio de buena fe y la defensa del interés general,
también debe aceptarse que el razonamiento del recurrente resulta materialmente
plausible. Aun no reconociendo esta posibilidad como real en el contexto del caso
planteado, este Tribunal estima que la presencia de cuotas o derechos por concepto de
impugnación de los propios actos de la administración, en el mejor de los casos, no
incentiva la participación del ciudadano en el control de los actos del poder público y
genera una interferencia cuestionable para el desarrollo del Estado Social y
Democrático de Derecho.
31. Un mayor desarrollo del derecho de petición se encuentra en la 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General, 27444, específicamente en los artículos 106.° a
112.°, que bien puede considerarse una ley de desarrollo del derecho constitucional de
petición. Así, en el artículo 106.2, al referirse al ámbito de actuación de este derecho, se
ha incluido el derecho “de contradecir actos administrativos”. De este modo, el derecho
de petición, como cláusula general, comprende:
32. Sin duda, en el presente caso, el derecho constitucional de petición también se ha visto
afectado en su dimensión de contradicción del acto administrativo. Ello porque se ha
impuesto al recurrente una condición para el ejercicio de tal derecho, impidiéndosele la
presentación de su escrito para oponerse al acto administrativo que consideraba
contrario a sus derechos.
37. En la clásica tradición del Common Law norteamericano, tres son los presupuestos
básicos que tiene en cuenta la Suprema Corte para dictar un precedente con efectos
vinculantes sobre toda la judicatura a la que por excelencia se dirige el mensaje del
precedente jurisdiccional; a saber:
39. En el derecho comparado se advierten diferentes mecanismos que permiten que los
propios tribunales puedan autoplantearse, de oficio, un proceso de inconstitucionalidad
a efectos de pronunciarse con efectos generales sobre una ley que ha sido, en principio,
impugnada a través de un proceso de tutela de un derecho fundamental como el amparo.
Así, en el caso español, cuyo sistema de jurisdicción constitucional puede considerarse,
prima facie, muy semejante al nuestro, se establece, en el artículo 52.546[6] de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional, la llamada “autocuestion de constitucionalidad”
que permite “convertir” un amparo en un proceso de inconstitucionalidad, permitiendo,
de este modo, la emisión de una sentencia con efectos generales que podría
eventualmente declarar inválida una ley por contravenir la Constitución.
40. Si bien en nuestro sistema de jurisdicción constitucional no existe una previsión legal
de tal envergadura, sin perjuicio de que este Colegiado pueda en el futuro analizar su
incorporación a través de la jurisprudencia, la reciente previsión del precedente
constitucional a que se refiere el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional constituye una herramienta que podría ayudar a suplir estas deficiencias
legales, permitiendo optimizar la defensa de los derechos fundamentales, labor que
corresponde por excelencia a este Colegiado.
Por tanto, un supuesto adicional a los señalados por la Corte Suprema Americana, para
de la necesidad de que el Tribunal, luego de comprobar que una norma que ha sido
la regla que el Tribunal extraiga a partir del caso deberá permitir anular los actos o las
jueces, sino para todos los poderes públicos. El precedente es de este forma, una
43. Por otro lado, con objeto de conferir mayor predecibilidad a la justicia constitucional, el
legislador del Código Procesal Constitucional también ha introducido la técnica del
precedente, en su artículo VII del título preliminar, al establecer que “Las sentencias del
Tribunal Constitucional que adquieren la autoridad de cosa juzgada constituyen
precedente vinculante cuando así lo exprese la Sentencia, precisando el extremo de su
efecto normativo (…)”. De este modo, si bien tanto la jurisprudencia como el
precedente constitucional tienen en común la característica de su efecto vinculante, en
el sentido de que ninguna autoridad, funcionario o particular puede resistirse a su
cumplimiento obligatorio, el Tribunal, a través del precedente constitucional, ejerce un
poder normativo general, extrayendo una norma a partir de un caso concreto.
45. En este sentido, este Colegiado considera que esta regla también es válida para nuestro
sistema, aun cuando también es verdad que la configuración del caso en nuestro sistema
jurídico no siempre se relacione con hechos concretos sino con la evaluación en
abstracto de normas, como ocurre en el caso del control de constitucionalidad de la Ley,
por ejemplo. Ello, no obstante, no hace que el precedente normativo que este Colegiado
externalice, no tenga una directa relación con la cuestión central que deba decidirse
porque así ha sido sometido al Tribunal Constitucional. Esto es así, porque, también
tratándose del precedente normativo, la legitimidad con que actúa este Colegiado para
incursionar en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico está sustentada en la
necesidad de dar respuesta a las demandas que han sido planteadas por los entes
legitimados para hacerlo. En otras palabras el Tribunal, también cuando dicta “normas”
a través de sus sentencias no actúa de oficio, sino atendiendo al llamado de los
protagonistas de los procesos constitucionales.
46. En segundo lugar, como lo ha señalado la tradición del Common Law, el precedente
debe constituir una regla de derecho y no puede referirse a los hechos del caso, si bien
puede perfectamente partir de ellos. En tercer lugar, aunque parezca obvio, la regla del
precedente constitucional no puede constituir una interpretación de una regla o
disposición de la Constitución que ofrece múltiples construcciones; en otras palabras, el
precedente no es una técnica para imponer determinadas doctrinas u opciones
ideológicas o valorativas, todas ellas válidas desde el punto de vista jurídico. Si tal
situación se presenta de modo inevitable, debe ser encarada por el Tribunal a través de
su jurisprudencia, en un esfuerzo por crear consensos en determinados sentidos. El
precedente, en estos supuestos, solo aparecerá como resultado de la evolución favorable
de la doctrina jurisprudencial del Tribunal en determinado sentido. Esto último supone
que el Tribunal debe abstenerse de intervenir fijando precedentes sobre temas que son
más bien polémicos y donde las posiciones valorativas pueden dividir a la opinión
pública. Esto implica, por otro lado, una práctica prudente que permite al Tribunal
lograr el mayor consenso posible en el uso de esta nueva herramienta, lo cual le
permitirá una verdadera potestad normativa, como ya se ha dicho.
47. Para que una decisión de este Colegiado, planteada en forma de precedente vinculante
pueda convertirse en una herramienta útil en la expansión de los efectos de una
sentencia que, en principio, debiera tener solo efectos inter partes, resulta necesario
establecer la distinción entre los efectos del precedente vinculante emitido por un
Tribunal Constitucional, y lo que son los efectos del precedente judicial en los sistemas
del Common Law.
49. El precedente constitucional en nuestro sistema tiene efectos más generales. La forma
como se ha consolidado la tradición de los tribunales constitucionales en el sistema del
derecho continental ha establecido, desde muy temprano, el efecto sobre todos los
poderes públicos de las sentencias del Tribunal Constitucional48[8]. Esto significa que el
precedente vinculante emitido por un Tribunal Constitucional con estas características
tiene, prima facie, los mismos efectos de una ley. Es decir, que la regla que el Tribunal
externaliza como precedente a partir de un caso concreto, es una regla para todos y
frente a todos los poderes públicos; cualquier ciudadano puede invocarla ante cualquier
autoridad o funcionario sin tener que recurrir previamente ante los tribunales, puesto
que las sentencias del Tribunal Constitucional, en cualquier proceso, tienen efectos
vinculantes frente a todos los poderes públicos y también frente a los particulares. Si no
fuese así, la propia Constitución estaría desprotegida, puesto que cualquier entidad,
funcionario o persona podría resistirse a cumplir una decisión de la máxima instancia
jurisdiccional.
50. Hechas estas precisiones conceptuales, el Tribunal considera que, sobre la base de lo
expuesto, en el presente caso, las reglas de derecho que se desprenden directamente del
caso pueden ser resumidas en los siguientes términos:
A) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad jurídica para
establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, un
precedente vinculante cuando se estime una demanda por violación o amenaza de
un derecho fundamental, a consecuencia de la aplicación directa de una disposición
por parte de la administración pública, no obstante ser manifiesta su contravención a
la Constitución o a la interpretación que de ella haya realizado el Tribunal
Constitucional (artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional), y que resulte, por ende, vulneratoria de los valores y principios
constitucionales, así como de los derechos fundamentales de los administrados.
Regla sustancial: Todo tribunal u órgano colegiado de la administración pública
tiene la facultad y el deber de preferir la Constitución e inaplicar una disposición
infraconstitucional que la vulnera manifiestamente, bien por la forma, bien por el
fondo, de conformidad con los artículos 38.º, 51.º y 138.º de la Constitución. Para
ello, se deben observar los siguientes presupuestos: (1) que dicho examen de
constitucionalidad sea relevante para resolver la controversia planteada dentro de un
proceso administrativo; (2) que la ley cuestionada no sea posible de ser interpretada
de conformidad con la Constitución.
B) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad jurídica para
establecer, a través de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, un
precedente vinculante, a consecuencia de la aplicación directa de una norma o
cuando se impugnen determinados actos de la administración pública que resulten, a
juicio del Tribunal Constitucional, contrarios a la Constitución y que afecten no solo
al recurrente, sino también, por sus efectos generales, o por ser una práctica
generalizada de la administración pública, a un grupo amplio de personas.
Regla sustancial: Todo cobro que se haya establecido al interior de un
procedimiento administrativo, como condición o requisito previo a la impugnación
de un acto de la propia administración pública, es contrario a los derechos
constitucionales al debido proceso, de petición y de acceso a la tutela jurisdiccional
y, por tanto, las normas que lo autorizan son nulas y no pueden exigirse a partir de
la publicación de la presente sentencia.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
Creo que hay que esperar con prudencia y confiar en el buen juicio de los
JACINTO GABRIEL
ANGULO
ASUNTO
ANTECEDENTES
FUNDAMENTOS
Criterios desarrollados por el Tribunal Constitucional en relación con la Ley N.º 23908
5. Al establecer el nuevo criterio de aplicación de la Ley N.º 23908, así como la vigencia,
aplicación e interpretación de sus disposiciones, este Tribunal señaló lo siguiente:
a) La Ley N.º 23908 modificó el Decreto Ley N.º 19990, que en su diseño
estableció la pensión inicial como la resultante de la aplicación del sistema de
cálculo previsto para las distintas modalidades de jubilación, creando el concepto
de pensión mínima, la que, independientemente de la modalidad y del resultado
de la aplicación de los métodos de cálculo, se convirtió en el monto mínimo que
correspondía a todo pensionista del Sistema Nacional de Pensiones, salvo las
excepciones previstas en la propia norma.
b) La pensión mínima se estableció originalmente en un monto equivalente a tres
sueldos mínimos vitales; pero, posteriormente, las modificaciones legales que
regularon los sueldos o salarios mínimos de los trabajadores la transformaron en
el Ingreso Mínimo Legal, el mismo que, sólo a estos efectos, debe entenderse
vigente hasta el 18 de diciembre de 1992.
c) La pensión mínima del Sistema Nacional de Pensiones nunca fue igual a tres
veces la remuneración de un trabajador en actividad; más bien, se determinó
utilizando como referente de cálculo el sueldo mínimo legal, que era uno de los
tres componentes de la remuneración mínima de los trabajadores.
e) Por tanto, la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a
aquellos asegurados que hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18
de diciembre de 1992 (día anterior a la entrada en vigencia del Decreto Ley N.º
25967), con las limitaciones que estableció su artículo 3º, y sólo hasta la fecha de
su derogación tácita por el Decreto Ley N.º 25967.
7. Por ello, este Tribunal, en sesión de pleno jurisdiccional, por las consideraciones de
hecho y de derecho antes expuestas, atendiendo a su función ordenadora y pacificadora,
y en mérito de lo dispuesto en el artículo VII del Titulo Preliminar del Código Procesal
Constitucional, acuerda precisar los criterios adoptados en la STC 198-2003-AC para la
aplicación de la Ley N.º 23908, durante su periodo de vigencia, y dispone su
observancia obligatoria, en los siguientes términos:
8. Al crearse el Sistema Nacional de Pensiones regulado por el Decreto Ley N.º 19990, se
estableció que el monto de la pensión de jubilación se determinaría efectuando el cálculo
establecido en el artículo 73º. El monto resultante se denominó pensión inicial.
10. En los casos en que se debió aplicar, conforme a ley, el beneficio de la pensión
mínima legal, ésta equivalía y sustituía a la pensión inicial.
11. La pensión mínima legal es la base inicial mínima a partir de la cual comienza la
percepción de las pensiones de jubilación e invalidez beneficiadas con la aplicación de la
Ley. Es decir, esta base inicial es aplicable sólo a aquellos pensionistas que, por los
ingresos percibidos durante su actividad laboral, no alcancen, por lo menos, el monto de
la pensión mínima legal.
13. Como el monto de la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 se determinaba
en base a uno de los tres componentes de la remuneración mínima de los trabajadores
(denominado Sueldo Mínimo Vital), durante su vigencia, su aumento o el aumento de su
sustitutorio (el Ingreso Mínimo Legal), suponía el aumento de la pensión mínima legal
y, por tanto, el aumento de todas aquellas pensiones que, por efecto de dicho
incremento, resultaran inferiores al nuevo monto mínimo de la pensión.
14. El beneficio de la pensión mínima legal establecido en la Ley N.º 23908 no resulta
aplicable a los pensionistas que hubieren percibido montos superiores al mínimo
legalmente establecido en cada oportunidad de pago.
15. Conforme al artículo 3º de la Ley N.º 23908, el beneficio de la pensión mínima legal
no fue aplicable para: a) Las pensiones que tuvieran una antigüedad menor de un año,
computado a partir de la fecha en que se adquirió el derecho a la misma, pensiones que
se reajustarán al vencimiento del término indicado; y, b) Las pensiones reducidas de
invalidez y jubilación a que se refieren los artículos 28º y 42º del Decreto Ley Nº 19990,
así como las pensiones de sobrevivientes que pudieran haber originado sus beneficiarios,
las que se reajustarán en proporción a los montos mínimos establecidos y al número de
años de aportación acreditados por el pensionista causante.
16. El monto de la pensión mínima legal establecida por la Ley N.º 23908 se
incrementó posteriormente, cuando los Decretos Supremos N.os 023 y 026-85-TR, del 1
de agosto de 1985, aumentaron el sueldo mínimo vital a S/. 135,000 soles oro, quedando
establecida una pensión mínima legal de S/. 405,000 soles oro, y así sucesivamente hasta
que el sueldo mínimo vital fue incorporado y sustituido por el Ingreso Mínimo Legal.
17. Se deberá tener en cuenta que, cuando la Ley N.º 23908 quedó tácitamente derogada
por el Decreto Ley N.º 25967, la pensión mínima legal vigente era de S/. 36.00 (treinta y
seis nuevos soles), importe equivalente a la suma de tres veces el Ingreso Mínimo Legal
(sustitutorio del sueldo mínimo vital) establecido por el Decreto Supremo N.º 03-92-TR.
18. Entre el 19 de diciembre de 1992 ―fecha de vigencia del Decreto Ley N.º 25967―
y el 23 de abril de 1996 ―fecha de publicación del Decreto Legislativo N.º 817―, la
pensión inicial retornó a ser el resultado del cálculo establecido por las disposiciones
legales pertinentes según la fecha de contingencia de la prestación, hasta que, a partir del
24 de abril de 1996, el Decreto Legislativo N.º 817 establece nuevamente montos
mínimos, determinados atendiendo al número de años de aportaciones acreditadas en
beneficio de los pensionistas del Sistema Nacional de Pensiones.
CASO 1 :
Pensión comprendida en la Ley N.º 23908 con un monto de S/. 200,000.00 soles oro al 1
de setiembre de 1984
Por efecto de la Ley N.º 23908, la pensión mínina que debía percibir todo asegurado
comprendido en el beneficio era de S/. 216,000.00 soles oro, por lo que la pensión de el
pensionista debía incrementarse hasta el monto mínimo a partir de dicha fecha y, de ser
el caso, de la misma manera, luego de los siguientes incrementos del referente de la
pensión mínima legal, salvo que, por efecto de otras disposiciones legales o
administrativas, el monto de la pensión ya hubiera superado la mínima vigente en cada
oportunidad de pago.
CASO 2 :
Pensionista del Sistema Nacional de Pensiones que percibía S/. 300,000.00 soles oro al
1 de setiembre de 1984
Como el monto de la pensión supera el mínimo, el beneficio dispuesto en la Ley N.º
23908 resulta inaplicable al caso concreto, pues su aplicación importaría la reducción del
monto de la pensión.
CASO 3 :
23. Respecto al monto inicial de la pensión, se debe precisar que a la fecha de inicio de
la pensión se encontraba vigente el Decreto Supremo N.º 040-90-TR, que estableció en
I/. 700,000.00 intis el sueldo mínimo vital, por lo que, en aplicación de la Ley N.º
23908, la pensión mínima legal se encontraba establecida en I/. 2´100,000.00 intis,
equivalentes a I/m. 2.1 intis millón, monto que no se aplicó a la pensión del recurrente.
24. De otro lado, fluye de la resolución cuestionada que, mediante la Carta Normativa
N.º 017-DNP-IPSS-90, por una liberalidad de la entidad encargada del pago de la
prestación, estableció el monto de la pensión mínima vigente en I/. 8´000,000.00 intis,
equivalentes a I/m. 8.00 intis millón, importe que tampoco se aplicó en favor del
demandante.
25. Para justificar la inaplicación del monto de la pensión mínima legal, la ONP ha
sostenido en la contestación de la demanda que, conforme a la Ley N.º 23908, dicho
beneficio no se aplica al recurrente por pertenecer al régimen especial de jubilación
regulado en los artículos 47º a 49º del Decreto Ley N.º 19990, hasta su derogación tácita
por el Decreto Ley N.º 25967.
Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere
la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
ANALISIS DEL EXP. N° 5189-2005-PA/TC (13/09/2006). JACINTO GABRIEL
ANGULO VS. OFICINA DE NORMALIZACIÓN PREVISIONAL (ONP)
CÉSAR ANTONIO
BAYLÓN FLORES
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don César Antonio Baylón Flores
contra la sentencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huaura, de fojas 461,
su fecha 9 de diciembre de 2005, que declaró infundada la acción de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Manifiesta haber sido despedido debido a que, con posterioridad a la época en que
ocupó el cargo de Jefe del Equipo de Facturación, se detectaron una serie de irregularidades
con motivo del “Examen especial sobre presuntas irregularidades efectuadas en la
manipulación del sistema SICI” llevado a cabo por el órgano de control de la empresa. Al
respecto, refiere que no se hizo una adecuada calificación de la causa justa de despido y que
no se observó el principio de inmediatez, contemplado en el artículo 31.º del Decreto
Supremo N.º 003-97-TR, TUO de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, toda
vez que el despido se produjo mucho tiempo después de la fecha en que ocurrieron los
hechos por los cuales fue despedido. Agrega que tales actos vulneran sus derechos
constitucionales su derecho constitucional al trabajo, a la adecuada protección contra el
despido arbitrario y al debido proceso.
El Tercer Juzgado Civil de Huaura, con fecha 5 de julio de 2004, declara infundada
la excepción propuesta considerando que el proceso de amparo tiene carácter alternativo, es
decir, que ante la violación de un derecho constitucional, el demandante puede escoger
dicha vía para defender sus derechos constitucionales; e, infundada la demanda
argumentando que el actor cometió las faltas graves que se le imputan, observándose para
su despido el debido proceso que establece la ley.
FUNDAMENTOS
1. 1. En el caso sobre la Ley Marco del Empleo Público, Exp. N.º 0008-2005-PI/TC,
(Fundamentos 17 a 42), este Tribunal precisó una serie de criterios jurisprudenciales
relativos a los principios laborales constitucionales, tales como indubio pro operario, la
igualdad de oportunidades, la no discriminación en materia laboral y la
irrenunciabilidad de derechos. Igualmente, en el citado caso, se hizo referencia a los
derechos colectivos de los trabajadores que reconoce la Constitución, entre los que
destacan de libertad sindical, de sindicación, de negociación colectiva y de huelga. Al
respecto, se sostuvo que tales disposiciones, con las particularidades y excepciones que
ella misma prevé, se aplican tanto al régimen laboral privado como al público. El
Tribunal Constitucional se ratifica en tales criterios y reitera su carácter vinculante para
la resolución de los casos en materia laboral que se resuelvan en sede constitucional u
ordinaria.
6. 6. Consecuentemente, solo en los casos en que tales vías ordinarias no sean idóneas,
satisfactorias o eficaces para la cautela del derecho, o por la necesidad de protección
urgente, o en situaciones especiales que han de ser analizadas, caso por caso, por los
jueces, será posible acudir a la vía extraordinaria del amparo, correspondiendo al
demandante la carga de la prueba para demostrar que el proceso de amparo es la vía
idónea y eficaz para restablecer el ejercicio de su derecho constitucional vulnerado, y
no el proceso judicial ordinario de que se trate.
11. 11. En la misma línea argumentativa, en el citado Exp. N.° 0008-2005-PI/TC, se dejó
establecido que la libertad sindical no sólo tiene una dimensión individual, relativa a la
constitución de un sindicato y a su afiliación, sino también una dimensión plural o
colectiva que se manifiesta en la autonomía sindical y en su personería jurídica
(Fundamento 26). Esta dimensión de la libertad sindical se justifica por cuanto el
artículo 3.1. del Convenio N.° 87 de la OIT, anteriormente citado, precisa que las
organizaciones de trabajadores tienen el derecho de elegir libremente a sus
representantes, de organizar su administración y sus actividades y formular su programa
de acción, en tanto que el artículo 1.2. del Convenio N.° 98 de la OIT, como ya se dijo,
establece la protección a los trabajadores sindicalizados contra todo acto que tenga por
objeto despedirlo o perjudicarlo de cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical
o por su participación en actividades sindicales.
12. 12. Por tanto, debemos considerar que la libertad sindical, en su dimensión plural o
colectiva, también protege la autonomía sindical, esto es, que los sindicatos funcionen
libremente sin injerencias o actos externos que los afecten. Protege, asimismo, las
actividades sindicales que desarrollan los sindicatos y sus afiliados, así como a los
dirigentes sindicales, para garantizar el desempeño de sus funciones y que cumplan con
el mandato para el que fueron elegidos. Sin esta protección no sería posible el ejercicio
de una serie de derechos y libertades, tales como el derecho de reunión sindical, el
derecho a la protección de los representantes sindicales para su actuación sindical, la
defensa de los intereses de los trabajadores sindicalizados y la representación de sus
afiliados en procedimientos administrativos y judiciales. Del mismo modo, no sería
posible un adecuado ejercicio de la negociación colectiva y del derecho de huelga.
13. 13. Es por ello que, a criterio del Tribunal Constitucional, la dimensión plural o
colectiva de la libertad sindical garantiza no sólo la protección colectiva de los
trabajadores sindicalizados (como fue reconocido por este Colegiado en el Exp. N.°
1124-2001-AA/TC, Fundamento 11), sino que también reconoce una protección
especial para los dirigentes sindicales, toda vez que estos últimos, libremente elegidos,
detentan la representación de los trabajadores sindicalizados a fin de defender sus
intereses. Consecuentemente, todo acto lesivo, no justificado e irrazonable, que afecte a
los trabajadores sindicalizados y a sus dirigentes y que haga impracticable el
funcionamiento del sindicato, deberá ser reparado.
14. 14. Este Tribunal Constitucional, en opinión coincidente con el Tribunal Constitucional
Español, estima que las garantías descritas se justifican por cuanto los sindicatos son
formaciones con relevancia social que integran la sociedad democrática (STC
292/1993, fundamento 5, del 9 de noviembre de 1993), añádase, para la protección y
promoción de sus intereses (artículo 8.1.a. del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales o
Culturales o “Protocolo de San Salvador”). Consiguientemente, los despidos originados
en la lesión a la libertad sindical y al derecho de sindicación siempre tendrán la tutela
urgente del proceso de amparo, aun cuando las vías ordinarias también puedan reparar
tales derechos.
15. 15. Del mismo modo, los despidos originados en la discriminación por razón de sexo
raza, religión, opinión, idioma o de cualquier otra índole, tendrán protección a través
del amparo, así como los despidos producidos con motivo del embarazo, toda vez que,
conforme al artículo 23° de la Constitución, el Estado protege especialmente a la madre.
Deber que se traduce en las obligaciones estatales de adoptar todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo,
prohibiendo, en especial, bajo pena de sanciones, el despido por motivo de embarazo o
licencia de maternidad, así como la discriminación sobre la base del estado civil y
prestar protección especial a la mujer durante el embarazo (artículo 11 numerales 1 y 2
literales a y d de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer de Naciones Unidas).
16. 16. Por tanto, cuando se formulen demandas fundadas en las causales que configuran
un despido nulo, el amparo será procedente por las razones expuestas, considerando la
protección urgente que se requiere para este tipo de casos, sin perjuicio del derecho del
trabajador a recurrir a la vía judicial ordinaria laboral, si así lo estima conveniente.
17. 17. Por otro lado, la Ley Procesal del Trabajo, N.º 26636, prevé en su artículo 4.º la
competencia por razón de la materia de las Salas Laborales y Juzgados de Trabajo. Al
respecto, el artículo 4.2 de la misma ley establece que los Juzgados de Trabajo conocen,
entre las materias más relevantes de las pretensiones individuales por conflictos
jurídicos, las siguientes:
18. 18. A su turno, el artículo 30.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, TUO del Decreto
Legislativo N.º 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral, considera que
constituyen actos de hostilidad:
y18), que por mandato de la ley son competencia de los jueces de trabajo, serán
19. 19. De otro lado, conforme a la línea jurisprudencial en materia de derechos laborales
de carácter individual (por todas Exp. N.º 2526-2003-AA), se ha establecido que el
amparo no es la vía idónea para el cuestionamiento de la causa justa de despido
imputada por el empleador cuando se trate de hechos controvertidos, o cuando,
existiendo duda sobre tales hechos, se requiera la actuación de medios probatorios a fin
de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación de la imputación
de la causa justa de despido, que evidentemente no pueden dilucidarse a través del
amparo. En efecto, es claro que, en este supuesto, para que se produzca certeza en el
juzgador, respecto de los puntos controvertidos, y pueda así sustentar su fallo en
determinado sentido, necesariamente tendrá que desarrollar la actividad probatoria a
través de sus diversas etapas, en particular respecto de la actuación y valoración de la
prueba que, entre otras muchas, se relacionarán con declaraciones de parte, testigos,
documentos (libros de planillas, informes), peritajes y, especialmente, las pruebas de
oficio.
20. 20. Por tanto, aquellos casos que se deriven de la competencia por razón de materia de
los jueces de trabajo, los actos de hostilidad y aquellos derivados del cuestionamiento y
calificación del despido fundado en causa justa que se refieran a hechos controvertidos,
mencionados en los puntos precedentes, no serán tramitados en el proceso de amparo,
sino en el proceso laboral de la jurisdicción laboral ordinaria, a cuyos jueces
corresponde, en primer lugar, la defensa de los derechos y libertades constitucionales y
de orden legal que se vulneren con ocasión de los conflictos jurídicos de carácter
individual en el ámbito laboral privado. Sólo en defecto de tal posibilidad o atendiendo
a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que
la vía laboral ordinaria no es la idónea, corresponderá admitir el amparo.
21. 21. Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe
considerar que el Estado es el único empleador en las diversas entidades de la
Administración Pública. Por ello, el artículo 4.º literal 6) de la Ley N.º 27584, que
regula el proceso contencioso administrativo, dispone que las actuaciones
administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la administración pública
son impugnables a través del proceso contencioso administrativo. Consecuentemente, el
Tribunal Constitucional estima que la vía normal para resolver las pretensiones
individuales por conflictos jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral
pública es el proceso contencioso administrativo, dado que permite la reposición del
trabajador despedido y prevé la concesión de medidas cautelares.
22. 22. En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo N.º
276, Ley N.º 24041 y regímenes especiales de servidores públicos sujetos a la carrera
administrativa) y del proceso contencioso administrativo es posible la reposición,
entonces las consecuencias que se deriven de los despidos de los servidores públicos o
del personal que sin tener tal condición labora para el sector público (Ley N.º 24041),
deberán dilucidarse en la vía contenciosa administrativa por ser la idónea, adecuada e
igualmente satisfactoria, en relación al proceso de amparo, para resolver las
controversias laborales públicas.
23. 23. Lo mismo sucederá con las pretensiones por conflictos jurídicos individuales
respecto a las actuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la
administración pública y que se derivan de derechos reconocidos por la ley, tales como
nombramientos, impugnación de adjudicación de plazas, desplazamientos,
reasignaciones o rotaciones, cuestionamientos relativos a remuneraciones,
bonificaciones, subsidios y gratificaciones, permisos, licencias, ascensos, promociones,
impugnación de procesos administrativos disciplinarios, sanciones administrativas,
ceses por límite de edad, excedencia, reincorporaciones, rehabilitaciones, compensación
por tiempo de servicios y cuestionamiento de la actuación de la administración con
motivo de la Ley N.º 27803, entre otros.
24. 24. Por tanto, conforme al artículo 5.°, inciso 2.° del Código Procesal Constitucional,
las demandas de amparo que soliciten la reposición de los despidos producidos bajo el
régimen de la legislación laboral pública y de las materias mencionadas en el párrafo
precedente deberán ser declaradas improcedentes, puesto que la vía igualmente
satisfactoria para ventilar este tipo de pretensiones es la contencioso administrativa.
Sólo en defecto de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o a la demostración
objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa administrativa
no es la idónea, procederá el amparo. Igualmente, el proceso de amparo será la vía
idónea para los casos relativos a despidos de servidores públicos cuya causa sea: su
afiliación sindical o cargo sindical, por discriminación, en el caso de las mujeres por su
maternidad, y por la condición de impedido físico o mental conforme a los fundamentos
10 a 15 supra.
25. 25. El Tribunal Constitucional estima que, de no hacerse así, el proceso de amparo
terminará sustituyendo a los procesos judiciales ordinarios como el laboral y el
contencioso administrativo, con su consiguiente ineficacia, desnaturalizando así su
esencia, caracterizada por su carácter urgente, extraordinario, residual y sumario.
Análisis del presente caso
27. 27. De otro lado, el demandante sostiene que se habría vulnerado el principio de
inmediatez. Sobre este punto debe precisarse que la causa de despido se origina en el
Informe N.º 009-2003 EPS EMAPA-HUACHO-OCI “Examen especial: sobre
presuntas irregularidades efectuadas en la manipulación del SICI”, sistema informático
comercial integrado, llevado a cabo por el órgano de control interno de la empresa
demandada, en el que se concluyó que se favoreció a terceras personas en la facturación
del servicio de agua en perjuicio de la empresa. Dicho informe determinó la
responsabilidad administrativa del recurrente, así como la de otros empleados.
28. 28. Si bien es cierto que los hechos se produjeron durante el periodo 2002-2003, en que
el demandante ocupó el cargo de Jefe del Equipo de Facturación, no lo es menos que las
responsabilidades por las irregularidades sólo se pudieron conocer una vez que culminó
el informe llevado a cabo por el órgano de control de la empresa, y que fue comunicado
a la alta dirección en enero de 2004, previa investigación en la que el recurrente
también ejerció su derecho de defensa. Consiguientemente, el Tribunal Constitucional
estima que el procedimiento de despido, recomendado por el asesor legal externo, no
vulneró el principio de inmediatez, toda vez que se inició dentro de un plazo razonable
(Exp. N.º 0585-2003-AA). Por tal razón, este extremo de la demanda también debe
desestimarse.
29. 29. Asimismo, el recurrente cuestiona los hechos que se invocan como causas justas de
despido. Entre otros, que la demandada, apoyándose en el informe del órgano de control
interno de la empresa, concluye que el demandante concedió, de manera irregular,
rebajas al usuario Línea Interprovincial de Transportistas S.A.-LITSA; que se emitieron
facturas a la empresa EMSAL cuando tales servicios ya habían sido cancelados, con su
consiguiente ingreso en el registro de ventas de la empresa; que se hizo una rebaja en el
cobro del servicio al señor Estanislao Loyola Hurtado; y que se cometieron
irregularidades en la facturación del cliente Molitalia S.A. por la instalación de un
medidor y la conexión de agua.
30. 30. El recurrente niega tales imputaciones y afirma que se deben a los defectos del
sistema informático; asimismo, refiere que a nivel de la Fiscalía se decidió archivar la
denuncia penal por los mismos hechos, puesto que no se comprobó responsabilidad
penal alguna. Independientemente de las responsabilidades civiles o penales, el
Tribunal Constitucional estima que, en el presente caso, de los actuados se advierte la
existencia de hechos controvertidos, relativos a la declaración de responsabilidad del
demandante en la causa justa de despido, cuya dilucidación no es posible en el proceso
de amparo por su anotado carácter sumario. Por tanto, este extremo de la demanda debe
declararse improcedente.
31. 31. Con relación a los pedidos de pago de remuneraciones dejadas de percibir y de
indemnización por daños y perjuicios, deben ser declarados improcedentes, pues el
amparo no es la vía idónea para resolver tales reclamos. Lo mismo debe declararse
sobre la solicitud de que se denuncie penalmente al gerente general de la demandada.
Precedente vinculante
32. 32. Hasta la fecha de dilucidación del presente caso los criterios de la jurisdicción
constitucional habían sido sumamente flexibles y amplios en la evaluación de una gran
variedad de controversias laborales de carácter individual, sea en el ámbito laboral
privado o en el público, sobre la base del carácter alternativo del proceso constitucional
del amparo. Sin embargo, y dentro del marco de la función de ordenación del Tribunal
Constitucional, se hace indispensable, para los casos de materia laboral individual,
privada o pública, tramitados en la vía del proceso de amparo, la aplicación de los
criterios establecidos en el presente caso, con relación al carácter residual del proceso
de amparo y de los criterios jurisprudenciales sustantivos relativos a los derechos
laborales desarrollados a través de la jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, a
fin de no desnaturalizar el carácter extraordinario, breve y expeditivo del proceso de
amparo.
33. 33. Por ello, de conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos 7 a 25
supra, constituyen precedente vinculante, puesto que son indispensables para
determinar la procedencia de la vía del proceso constitucional de amparo.
34. 34. Con ello el Tribunal Constitucional busca perfeccionar el proceso de amparo a fin
de que sea realmente eficaz y expeditivo. Por tanto, el precedente establecido será de
vinculación inmediata a partir del día siguiente de su publicación en el diario oficial El
Peruano, de modo que toda demanda que sea presentada y que no reúna las condiciones
del precedente, o las que se encuentren en trámite e igualmente no reúnan tales
condiciones, deberán ser declaradas improcedentes.
Vía procedimental específica y reglas procesales aplicables a los procesos de amparo en
materia laboral en trámite
35. 35. A partir de la expedición de la sentencia del caso Manuel Anicama Hernández (Exp.
N.° 1417-2005-AA/TC), el Tribunal Constitucional estableció los casos de materia
pensionaria que conocería, encausándose a la vía contenciosa administrativa las
demandas que, por tal razón, se declarasen improcedentes.
37. 37. Por lo tanto, haciendo uso de las funciones de ordenación y pacificación inherentes
a este Tribunal Constitucional, se dispone que las demandas de amparo sobre materia
laboral, que en aplicación de los criterios previstos en los fundamentos 21 a 25 supra,
de la presente sentencia, sean declaradas improcedentes, deberán seguir las reglas
procesales establecidas en los fundamentos 53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel Anicama
Hernández (Exp. N.° 1417-2005-AA/TC), con las adaptaciones necesarias a la materia
laboral pública.
38. 38. Para los casos de procesos de amparo en materia laboral individual privada,
fundamentos 7 a 20 supra, los jueces laborales deberán adaptar tales demandas
conforme al proceso laboral que corresponda según la Ley N.º 26636, observando los
principios laborales que se hubiesen establecido en su jurisprudencia laboral y los
criterios sustantivos en materia de derechos constitucionales que este Colegiado ha
consagrado en su jurisprudencia para casos laborales.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
PIURA
JULIA MABEL
BENAVIDES GARCÍA
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Julia Mabel Benavides García contra la
sentencia expedida por la Segunda Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de
Justicia de Piura, de fojas 86, su fecha 10 de febrero de 2005, que declaró infundada la
demanda de autos.
ANTECEDENTES
FUNDAMENTOS
10. 10. Con relación a la presunta afectación del derecho a la libertad de trabajo de la
recurrente, según ella misma lo reconoce expresamente en su escrito de demanda, su
local comercial no cuenta con licencia de funcionamiento expedida por la autoridad
municipal; en consecuencia, en concordancia con lo expuesto en el fundamento N.º 6,
supra, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 38.º del Código Procesal
Constitucional, la presente demanda deviene en improcedente en dicho extremo.
11. 11. En cuanto a la alegada vulneración del derecho de petición, debe tenerse en cuenta
que en la STC N.° 1042-2002-AA/TC, este Colegiado subrayó que su contenido
esencial está conformado por dos aspectos que aparecen de su propia naturaleza y de la
especial configuración que le ha dado la Constitución al reconocerlo: el primero es el
relacionado estrictamente con la libertad reconocida a cualquier persona para formular
pedidos escritos a la autoridad competente; y, el segundo, unido inevitablemente al
anterior, está referido a la obligación de la referida autoridad de otorgar una respuesta al
peticionante.
13. 13. Por otro lado, la demandante sostiene que la municipalidad emplazada ha
vulnerado su derechos fundamentales a la tutela jurisdiccional efectiva, de defensa y al
debido proceso, aduciendo que ha clausurado su establecimiento sin que exista una
resolución expedida por el órgano correspondiente dentro de un proceso administrativo.
Al respecto, previamente este Colegiado considera pertinente recordar que el inciso 3)
del artículo 139.º de la Constitución establece, como principio de la función
jurisdiccional, la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional, criterio que
no sólo se limita a las formalidades propias de un procedimiento judicial, sino que se
extiende a los procedimientos administrativos. Este enunciado ha sido recogido por el
artículo 4.° del Código Procesal Constitucional, que define la tutela procesal efectiva
como aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, sus derechos de
libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio y a la
igualdad sustancial en el proceso; a no ser desviada de la jurisdicción predeterminada ni
sometida a procedimientos distintos de los previos por la ley; a la obtención de una
resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la
imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente
oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal. En consecuencia, el debido proceso forma parte de la concepción del
derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva, y se concreta en las
denominadas garantías que, dentro de un íter procesal diseñado en la ley, están
previstas en la Constitución.
14. 14. Según se desprende del acta de clausura de establecimiento obrante a fojas 14 de
autos, el 16 de octubre de 2004, fecha en que se produjo, el demandante no contaba con
licencia de funcionamiento, razón por la cual le era perfectamente aplicable la
Ordenanza N.° 026-2004-C/CPP de fecha 27 de agosto de 2004. La mencionada
ordenanza, que aprueba el Reglamento de Aplicación de Sanciones, establece la sanción
de clausura a aquellos locales que no cuenten con la autorización de funcionamiento
correspondiente (artículo 36.º). Asimismo, el artículo 16.º de la referida ordenanza
dispone que no ameritan notificación previa las infracciones cometidas por omisión de
trámites que son de conocimiento general, como es el caso de la autorización municipal,
la cual debe obtenerse antes de abrir un establecimiento comercial.
15. 15. Por lo expuesto, este Colegiado concluye que la recurrente tampoco ha acreditado
en autos que la actuación de la emplazada haya vulnerado sus derechos a la tutela
jurisdiccional efectiva, de defensa y al debido proceso, definidos en el fundamento N.o
13, supra; razón por cual la demanda también resulta improcedente en dichos extremos.
16. 16. Sin perjuicio de lo antes señalado, y teniendo en cuenta que la recurrente alega
haber cumplido con todos los requisitos para obtener la licencia de funcionamiento
solicitada, y que, pese a ello, la administración edil de manera arbitraria no expide
dicho documento, este Colegiado considera, de conformidad con el criterio vertido en el
fundamento N.º 7, supra, que la presente demanda debe ser encausada a la vía
contencioso-administrativa, la cual, para dirimir la controversia, cuenta con una
adecuada estación para actuar los elementos probatorios presentados por las partes.
17. 17. Por lo tanto, tomando en consideración que la demanda debe derivarse a la vía
contencioso-administrativa, son aplicables al presente caso, mutatis mutandis, las reglas
procesales establecidas en los fundamentos N.os 53 a 58 de la STC N.º 1417-2005-PA,
publicada en el diario oficial El Peruano el 12 de julio de 2005.
§ 5. Precedente vinculante
18. 18. De conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos N.os 4 a 17,
supra, constituyen precedente vinculante, puesto que son indispensables para
determinar la vía en la que corresponderá que se atiendan las acciones de amparo
comprendidas en los suúestos de improcedencia, siendo de aplicación inmediata a partir
del día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El
Peruano, de modo que toda demanda que sea presentada y que no reúna las condiciones
del precedente, o las que se encuentren en trámite y adolezcan de ellos, deberán ser
declaradas improcedentes, debiendo ser encausadas, conforme a los criterios expuestos,
en la vía contencioso-administrativa
HA RESUELTO
32. 2. Ordenar la remisión del expediente al juzgado de origen, para que proceda
conforme lo dispone el fundamento N.º 17, supra.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO