- Estoy esperando una respuesta - dice con seriedad.
- ¿De qué? - pregunta Alexandra sorprendida. - ¡Vamos Alexandra!, tu misterioso comportamiento, tus idas repentinas, tus secretos, ¡todo!, ¿qué escondes exactamente? - Igor, mi amor, ¡no escondo nada!, te dije ya que el otro día no me sentía muy bien, tú sabes que de repente me dan esas descompensaciones. - Alexandra, prométeme que estás diciéndome la verdad, porque no soportaría una mentira... - Igor, confía en mi, yo te amo, no deberías dudar de esa manera de mi. - Bien Alexandra, ahora estoy más tranquilo. - ¡Qué bueno Igor!, me asustaste - le dice y luego lo besa.
Igor se da cuenta que hay otra muchacha.
- ¿Y quién es ella? - pregunta.
- Oh, ella es mi amiga Lorelei, nos conocimos hace algunos años. - Mucho gusto, soy Igor. - ¡Hola! - dice Lorelei. - ¿Y vas a tu casa ahora? - pregunta Alexandra. - Sí. Mañana floja, así que nos dejaron ir a almorzar a nuestras casas, tengo que volver a las cuatro. - Quería que fuéramos a cenar a la noche, pero con Lorelei, ella está de paso y se está quedando conmigo, me gustaría que se conocieran. - ¡Sí claro!, cerca de aquí hay un muy buen restaurante, podrías pasar por aquí como a las siete y media, a esa hora estaré saliendo del trabajo. - ¡Me parece!, entonces nos vemos a esa hora - lo besa en la boca - ¡nos vemos! - Adiós mi amor, adiós Lorelei.
Igor se aleja y Lorelei mira fijamente a Alexandra.
- ¿Qué pasa? - pregunta Alexandra extrañada.
- Por lo visto él no sabe sobre tu condición... - responde con seriedad. - ¡No!, ¡lo que pasa es que tengo miedo! - dice con tristeza. - ¿Acaso sabes lo peligroso que puede resultar todo esto?, tu misma me lo enseñaste Alexandra, no mentir acerca de nuestra condición con aquella persona que esté destinada para nosotros. - Ni siquiera sé si es el indicado, de sólo pensar que, de serlo, el futuro que le espera, me angustia y me impide quedarme tranquila, ¡por eso no le he dicho nada! - ¿Pero está bien mentirle?, ¿acaso no has perdido el control con él? - dice Lorelei. - Sí, muchas veces y me duele mentirle, sólo...desaparezco o le digo que me tengo que ir. - ¿Y no has utilizado el control mental? - Con él nunca, no quiero que además de mentirle, luego tenga que confesarle que controlé su mente...sería aún más doloroso para Igor. - Tienes que contarle, Alexandra, tú misma me enseñaste, tú fuiste mi iniciadora, gracias a ti volvió mi vitalidad perdida y las normas morales de las cuales me aferro hoy a pesar de todo... - Tienes razón amiga, voy a buscar el momento para contarle, es lo mejor que puedo hacer, pero no ahora, no me lo pidas... - Está bien, podemos ir a pasear ahora, ¡muero del aburrimiento! - dice Lorelei. - Sí, ¡vamos! - dice Alexandra, pero cuando se gira para iniciar su caminata, inesperadamente choca con Giselle. - ¡Cuidado! - grita Giselle enojada. - ¡Eres tú! - dice Alexandra casi gruñendo. - Sí, pero voy de salida, no tengo tiempo de conversar contigo ahora, aunque realmente quiero hacerlo, pero será en otra oportunidad, nos vemos...¿Alicia?... - Alexandra es mi nombre... - dice desganada. - ¡Bueno, adiós! - se despide Giselle con la mano con una sonrisa forzada mientras se aleja en la otra dirección. - ¿Y quién es ella? - La pretendiente de Igor, que no puede soportar que estemos juntos, es una niña malcriada y muy insoportable, ella cree que no me di cuenta que nos estaba espiando el otro día cuando salí con Igor a cenar a un restaurante. - ¡Pareciera que es de armas tomar! - dice Lorelei - pero bueno, ¡vamos ya!
Las amigas se van.
En la casa de Roberto de Rivera se encuentran él y su
tío, el sacerdote. Roberto estuvo haciendo muchas investigaciones durante la noche sobre los vampiros en la ciudad y desea compartir estos resultados con su tío.
El sacerdote entra al estudio y se encuentra con su
sobrino.
- Roberto, estás aquí...¿dormiste anoche?
- Sólo cerré los ojos para descansar por diez minutos, nada más, ¡por lo visto son muchos más datos de los que imaginé aquí en Saint Honore! - ¿Qué quieres decir? - Que la presencia de vampiros en la ciudad es mucho más común de lo que crees, he registrado los periódicos de por lo menos los últimos tres años y siempre hay dos o tres noticias por día de ataques horrorosos que son calificados como ataques animales. Algunos han sido comprobados como ciertos, mientras que otros son de muy dudosa investigación, puesto que no hay pruebas reales que lo avalen, por lo tanto esos, para mi, son ataques de vampiros... - Interesante... - dice el sacerdote - ¿Y qué planeas hacer?, digo, ¿cómo pretendes encontrar a los más peligrosos y que no deseen una tregua? - Bueno, eso es fácil, en la noche se podría fácilmente detectar a uno, este anillo especial que ves aquí cambia del color blanco que normalmente tiene a un rojo intenso cuando se está cerca de uno. Este anillo tiene el poder de detectar el “aura” de los seres que tienen la habilidad de sanar rápidamente. Si al atacarlo con la estaca mueren, ¡bingo!, era un vampiro, si no, no mataría a nadie, pues la herida le regeneraría a una velocidad impresionante. - Espera, ¿a qué te refieres diciendo que hay seres que sanan rápidamente? - Tío, este mundo es mucho menos estructurado de lo que tú piensas. No todas las leyendas o mitos son falsos. Es bien sabido en el círculo de los cazadores que además de vampiros existen otros seres que tienen habilidades supernaturales...pero por el momento no es conveniente contarte nada, prefiero trabajar y demostrarte con hechos, por eso esta misma noche saldré a buscar a los vampiros que amenazan este lugar... - Pero...¿acaso no crees que ellos no saldrían a la ciudad tan fácilmente para que los cazadores los maten? - ¡Muy mala impresión, tío! - dice con desaprobación - hoy en día ellos no quieren esconderse, quieren ser lo más normal posible, pues así la gente común y corriente los confundiría, ellos desean camuflarse entre nosotros para despistarnos, por eso en la noche es más factible que aparezcan, pero no sería raro encontrar a alguno en la plaza, en un restaurante o en otro lugar público... - ¡Muy bien!, veo que estás bastante informado, Roberto... - Sí - abre una maleta en donde es posible apreciar todas las armas caza vampiros que tiene - y hoy prometo que no volveré a casa con las manos vacías... - mira con excitación. CAPÍTULO DOCE: NATURALEZA ESCONDIDA
Helena está en la casa buscando las cosas para poder
cocinar. Steven ha salido para poder juntarse con Máximo y ella se encuentra sola. Está revisando el refrigerador, cuando de repente suena el timbre de la casa. Ella deja sus quehaceres por un momento, un poco preocupada porque no se imagina quien podría estar llamando, pues sus hijos tienen llaves.
- Ojalá que no sean de esas personas que vienen a
molestar sin ninguna razón... - dice Helena un poco molesta mientras se limpia su pechera.
Abre la puerta y se encuentra con una mujer muy
arreglada.
- ¿Si?, ¿qué necesita señora? - pregunta Helena.
- Helena...¿no me reconoces? - dice la mujer al sacarse los grandes lentes oscuros. - ¡¿Agnes?! - se sorprende. - Sí, ¿me permites pasar? - dice con seriedad poniendo un pie adentro de la casa. - ¡No!, no creo que sea conveniente en este momento - le responde mientras trata de esquivarla con nerviosismo. - ¿Por qué estás tan nerviosa, Helena?, sólo vengo a conversar contigo... - Nunca las cosas salen bien si tú estás involucrada - responde Helena. - ¿Me vas a dejar pasar o no?, vengo en son de paz - dice al hacer el símbolo de la paz con la mano izquierda. - Está bien, pasa Agnes, pero no tengo mucho tiempo, te advierto. - ¡Vaya!, has sabido salir adelante cuidando a dos hijos, veo que tienes una casa bastante bonita, ni recordar tus inicios... - dice mientras observa la casa. - Ven por aquí, al living - Helena le señala el camino. - ¡Gracias! - responde. - ¿Qué es lo que quieres, Agnes? - pregunta mientras hace sentar a la mujer. - Vengo a saber de Steven..¿qué es de él? - Steven está aquí por unos días, está de vacaciones y me vino a visitar, espero que eso no te moleste... - ¡Nada de burlas!, ya tuve suficiente, además vengo en son de paz, ¿recuerdas? - ¿Y para qué te apareces cuando por muchos años jamás te has preocupado por Steven? - pregunta desafiante. - ¡Oh sí!, nuevamente con el mismo discurso moral de siempre, que yo no me he preocupado, que tú sí, que yo soy la mala y que tú eres la santa mujer que se preocupó de cuidarlo...¿cambiamos la agresividad? - ¡Tú me hiciste una promesa de que jamás te involucrarías con él, no quiero que sufra! - Si no quieres que sufra de verdad, tienes que escucharme, muy atentamente lo que tengo que decirte. - ¿De qué se trata todo esto?, ¿a qué viniste Agnes? - dice Helena enojada. - Según mis cálculos, Steven debería cumplir 21 años próximamente, ¿es verdad? - Sí, ¿acaso planeas darle un gran regalo?, sería una gran novedad. - No, eso lo dejo para su madre...adoptiva, obviamente - dice con sarcasmo. - ¡Ahórrate las descalificaciones! - dice con enojo. - Steven va a pasar por un período muy grande de descubrimientos personales, especialmente en esta edad, porque cuando termina la adolescencia es cuando la personalidad madura y comenzará a descubrir cosas en él que si no tiene la guía importante serán muy incómodas para él. - ¿A qué te refieres? - dice Helena sorprendida. - Es una larga historia, Helena, pero él necesita estar bien protegido, así que lo que me tienes que prometer es que vas a entregarle esto... - ¿Una caja? - dice extrañada Helena. - Sí, pero sólo él puede abrirla cuando cumpla 21 años, no antes, espero que pueda confiar en ti...¡viene alguien! - dice un poco complicada.
Helena mira a la puerta y ve que se abre, es Igor. Vuelve
a mirar a Agnes pero se da cuenta que ya no está. Su rostro está muy confundido. - Hola mamá, ¿pasa algo? - pregunta Igor. - No hijo...nada... - ¿Y esa caja? - ¿Cuál caja? - pregunta nerviosa. - La que tienes en tus manos, mamá - dice Igor. - ¡Ah!, esta caja...bueno...la encontré por ahí haciendo aseo y la encontré bonita para ponerla de adorno por algún lugar - se levanta y comienza a mirar al rededor - ¡ya sé!, por aquí en la mesa de centro podría estar súper bien - deja la caja en la mesa. - Ah ya veo, ¡tengo mucha hambre! - dice Igor tocándose el abdomen. - Vas a tener que esperar un buen rato, Igor, pues recién voy a cocinar... - dice Helena al levantarse y tomar rumbo a la cocina. - ¡Nooooo!, y yo que pensaba en comer algo rico... - dice Igor. - Comerás algo rico, pero tendrás que esperar - grita Helena desde la cocina.
Igor se queda en el living y mira por un momento la
extraña caja que está ahí. Se acerca y la puede observar con mayor claridad. Es una caja evidentemente antigua, de color café bastante oscuro con una gran piedra preciosa en el centro en donde pareciera que puede abrirse. Igor de curioso la toma en sus manos y al intentar abrirla siente una electricidad bastante grande, lo que hace que la vuelva a dejar en donde estaba. Sube las escaleras hacia su pieza.
Steven se encuentra en el centro leyendo un libro acerca
de la historia de los vampiros, está muy concentrado en su lectura cuando de pronto siente una presencia extraña. Deja de leer y mira a su derecha.
- ¡Máximo!, me asustaste... - dice casi murmurando.
- Tendrás que acostumbrarte hombrecito, me encanta aparecerme sin previo aviso. - Ya me di cuenta... - Bueno, Steven, aquí estoy para cumplir mi promesa de prepararte para que en un futuro seas uno de los míos... - Así me gusta, que las personas cumplan sus palabras... - dice Steven serio. - Que no se olvide que yo soy un vampiro y que no escatimaré en esfuerzos para matarte si es que no cumples con las reglas... - Está bien... - Bien, entonces puedes subirte al automóvil que se encuentra al frente... - ¿El azul? - pregunta Steven. - Sí, ése mismo, me costó mucho robarlo, así que espero que valga la pena... - Bien, ¿vamos? - dice Steven al levantarse y cerrar el libro. - Vamos - dice Máximo. - A todo esto, ¿a dónde nos dirigiremos? - pregunta Steven. - Vamos a ir a un lugar en donde podrás aprender mucho acerca de nuestra cultura y podrás prepararte de la mejor manera antes de que seas un vampiro. La persona que conocerás ahí es alguien bastante respetable y espero que no desperdicies la oportunidad que te estoy dando...ya sabes, si no eres recto, te mueres. - Está bien, Máximo, toda la vida he querido ser uno de ustedes y no desaprovecharé la más grande oportunidad que he tenido para convertirme... - Así me gusta, que seas muy claro en lo que tienes que hacer - dice Máximo a Steven mientras le pega una palmada en la espalda.
Llegan al auto, Máximo saca la alarma, abren las puertas
y suben.
El día en Saint Honore está pasando a pasos agigantados e
Igor se apresta a salir del trabajo. Está ordenando los últimos papeles cuando golpean suavemente la puerta de su oficina, es Giselle.
- Giselle, ¿cómo te ha ido? - pregunta Igor cortésmente.
- Muy bien, ha sido un día bastante relajado, así que quise venir a visitarte... - ¿Ah sí?, me ves casi siempre, nuestras oficinas están a dos pasos, no es muy grande este lugar - dice Igor un poco tímido. - En la mañana me encontré con tu noviecita...¿Anastasia es que se llama? - No, se llama Alexandra... - ¡Claro!, ella, Alexandra. No fue para nada amable conmigo... - ¿Ella?, Alexandra no es de aquellas mujeres mal habladas... - Ella y su amiga se estaban riendo de mi cuando me retiré...no estuvo para nada de bien... - A ver Giselle, ¿a qué quieres llegar con todo esto? - dice Igor mientras termina de ordenar sus papeles. - Igor...yo...estoy muy enamorada de ti, y nunca, nunca te haría daño ni te mentiría... - No tenía idea de eso, Giselle, agradezco que te fijes en mi, pero... - Nada, Igor, mi instinto de mujer me dice que ella no es una buena muchacha... - Giselle, con mucho respeto, yo espero que tú comprendas que con la persona que estoy saliendo en este momento es Alexandra, reconozco que algunas veces es un poco misteriosa, pero es porque ella es un poco delicada de salud, pero no voy a aceptar que la trates de esa manera, sólo porque estás celosa, como te digo, agradezco que te fijes en mi, pero yo ya la elegí a ella, y cualquier cosa mala que pudiera tener, prefiero fijarme yo y no que alguien me diga...¿está bien? - No sabes el error que estás cometiendo, Igor, algo me dice que ella no trae nada bueno... - Ahora necesito seguir trabajando, ¿me dejarías terminar, por favor? - Está bien Igor, espero equivocarme con mi impresión, realmente por ti espero equivocarme...
Giselle se va de la oficina. Igor lanza un suspiro de
aburrimiento, sin embargo comienza a recordar cada vez que Alexandra ha tenido una actitud extraña. De todas formas prefiere seguir con lo que hace y no armar cuentos en su cabeza.
Steven y Máximo van en el auto adentrándose hacia las
afueras de la ciudad. Máximo toma un desvío hacia los bosques y luego de unos minutos se detiene en una vieja casa. Es su propia casa.
- Bien Steven, este es el lugar, llegamos - dice Máximo.
- ¿Dónde estamos? - pregunta Steven. - No preguntes nada, sólo ven y entra.
Steven entra a la casa de Máximo sin saberlo, el vampiro
cierra la puerta. El muchacho mira la casa con atención. Se nota que está abandonada hace muchos años y que nadie usualmente duerme ahí.
- Por favor, siéntate mientras tanto en estos sillones,
no son muy cómodos, pero hazlo - dice Máximo. - Gracias Máximo - dice Steven.
Máximo saca de su bolsillo un fósforo y a la leña ya
preparada en la chimenea, lo lanza.
- Está haciendo un poco de frío...bueno yo siempre estoy
frío - dice Máximo. - Sí, el clima de esta ciudad es muy extraño...a todo esto, ¿a quién esperamos? - pregunta Steven. - Te dije que una de las reglas era no preguntar nada... - Está bien, sin preguntas, sólo esperaré - dice Steven.
Máximo recoge un frasco que tiene cerca de ahí y lo abre.
Se puede apreciar que es algo así como afrecho y espera unos minutos hasta que el fuego de la chimenea prenda con fuerza. Cuando ya está listo murmura algo.
- Vamos a ver qué escondes, Steven Madden... - murmura
Máximo. El vampiro lanza con fuerza el afrecho al fuego, el cual prende un poco. Steven comienza a sentirse incómodo y de pronto su boca comienza a secarse.
- Máximo, ¡no sé qué me pasa! - dice mientras carraspea y
trata de tragar saliva. - ¡Lo sabía! - grita Máximo. - Máximo, ¡ayúdame! - grita con desesperación.
Steven comienza a estornudar con fuerza y al hacerlo se
queja. Máximo va hacia él con velocidad y lo toma del cuello.
- ¡Trataste de engañarme!, pero yo soy más listo...
- ¿Qué? - pregunta Steven desconcertado - ¡suéltame! - ¿Desde cuándo que lo sabes? - dice Máximo. - ¿Qué cosa? - pregunta Steven mientras sigue estornudando. - ¿Acaso crees que voy a seguir creyéndote?, ¡respóndeme! - No...no te entiendo, Máximo, este olor me está matando, ayúdame... - No entiendes, ¿ah? - grita y con fuerza lo lanza hacia el suelo. - ¡Ayúdame Máximo, me estoy ahogando! - dice Steven con desesperación. - Te voy a mostrar lo que te espera por tratar de engañarme, pero yo soy más inteligente, maldito brujo... - ¡Yo puedo explicarte, yo puedo explicarte! - grita Steven. - Más te vale, si no te lanzo al fuego y te quemarás como chicharrón...te doy sólo unos minutos para que me cuentas lo que estás tramando, y no vayas a decirme más mentiras, mira que yo con hechiceros me he topado en más de una oportunidad... - No sé a qué te refieres... - dice Steven. - ¿No sabes lo que eres? - pregunta Máximo. - No entiendo nada de esto...pero por favor, lo que sea que tenga ese fuego, por favor apágalo, me incomoda mucho...
Máximo con un fuerte soplido lo apaga.
- Interesante - dice Máximo - al parecer nadie de tu
familia te ha ido con el cuento...¡qué lastima! - ¿Qué cuento?, sigo sin entender... - Tu verdadera naturaleza, Steven, la cual es muy peligrosa para los vampiros... - No entiendo nada... - Si nadie te lo ha informado aún, tengo que comunicarte que eres un hechicero, brujo, mago o lo que sea que tengas en tu ADN, lo que acabo de hacer fue un pequeño truco que tenemos para reconocerlos a ustedes... - ¿Hechicero? - dice Steven sorprendido. - Sí, por algo no pude ver tu aura cuando nos conocimos, no estaba seguro, hasta que por fin lo supe, te engañé muy bien, sólo te usé para entender a lo que me estoy enfrentado, pero quién iba a pensar que me encontraría con un estúpido hechicero que no sabe su identidad. - Estoy muy confundido, no entiendo nada - dice Steven con perplejidad. - ¿Alguien en tu familia tiene comportamientos extraños? - No lo sé, nunca me he dado cuenta... - ¿Sabes?, creo que estoy perdiendo el tiempo, tú, Steven necesitas conversar con tu familia...y agradece que te estoy dando una oportunidad...por favor, vete ahora... - Pero estoy muy lejos como para irme así... - ¡No lo sé!, tendrás que irte así y no te escondas, pues próximamente estaremos en contacto... - dice Máximo con seriedad.
Máximo desaparece del lugar y Steven se queda solo. No
sabe qué hacer, pero abre la puerta y emprende rumbo hacia su casa, muy confundido. Sabe que el trayecto le tomará algunas horas, las que al menos tendrá para pensar.