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Acta psiquiát psico2 Amér lat 1984, 30, 21-58

Nuevo modo de investigar en psiquiatria:


El acompañamiento terapéutico

BEATRIZ DORFMAN LERNER*

Palabras clave: Acompañante terap6utico - Maternaje - Tratamiento de las psicosis.

En este trabajo se traza el &perfildel acompañante terapéutico (A. T.)


como #persona que, sin ser necesariamente un psicóloco, ha recibido
educación e instrucción adecualda (para cooperar en un equipo tera-
péutico desde una posición complementaria a ,la del terapeuta de ca-
becera (T. C.). Su función es ,la #decumplir *las consignas del T. C., las
que tien'den en su mayor parte a contener la ansiedad y a dar respuesta
apropialda a las conductas sintornáticas del .paciente. Se examina el
vinculo A. T.-T. C., r e señalan !las indicaciones del A. T. y se lpone énfasis
en el lpotencial de este recurso en la investigación en lpsiquiatría. La
mayor eficacia terapéutica, 'la disminución del tiemipo de internación
y de los costos consiguientes, son algunas de las razones que hacen
recomendable su empleo.
. .
The therapeutic companion and the research possibilites of this procedure
In this paper, the profile of the thera~peuticcolrnpanion (T. C.) is drawn.
This is a person, not necessarily a ~psycho'logist,who as been espe-
cia!ly trained to cooperate in a lpsychiatric therapeutic equiprnent from
a cornplementary position to +he theralpist in charge (T. Ch.). His func-
tion is to accornplish the therapist's ,instructions which mainly airm to
contain the patient's anxiety and to give hirn pertinent responses to
this syrnptomatic behavior. The link T. C.-T. Ch. is examined; a fluid
communication between the parties antd [permanent cupervision of the
T.C. 'S work is strongly recommended for a satisfactory therapeutic
work. The indications for the inclusion of the T. C. cornprise psychotic
decornlpensations in border-line ipatients, acute psychosis and suicida1
or aggresive lbehavior toward others. Special ernlphasis is laid on thea
research spossibilities of this ~procedure: "natural" observations can be
made and corroboration of hypothesis a'bout therapeutic conduct can
be attaine*d. In respect to the nurnber of T. C. to ernploy in each case.
it depends on the patient's lpathology. Not always, though, the theoretical
convenience of only one T. C. a'll the time for some cases is feasible,
due to the ernotional strain of the task. The probability of a betterment
of the therapeutic efficiency, together with the diminishment of time
and cost of internment are some of the advantages of this alpproach.

Dra. Beatriz Dorfman Lerner, Echeverrla 2296, 199 "A" (1428). Buenos Aires, Ar-
gentina.
BEATRIZ DOR.FMAN LERNER

Hace poco más d e cincuenta años, una Antecedentes del A. T. se encuentran


terapeuta suiza, Mme. Sechehaye, trató a desde los comienzos del hombre como
una paciente esquizofrénica mediante una especie. Cuando ellos salían a cazar y
técnica que denominó "realización simbó- ellas permanecían en sus cavernas cuidan-
lica". Con una comprensión psicoanalítica do a sus niños, tanto unos como otras se
y una profunda empatía, logró que su en- rodeaban de acompañantes que resultaban
ferma se recuperara y pudiera desarrollar terapéuticos: los compañeros d e activiaa-
una vida normal. Como parte importante des de extra e intramuros opinaban, con-
de su terapia, Renée (así se llamaba la fortaban, guiaban, aclaraban y servían de
paciente), pasó a ser un miembro más de modelos de identificación en momentos de
la familia Sechehaye. Si bien la dedica- confusión, ansiedad o desorientación. En
ción de esta "madre" a su "hija" fue casi nuestro siglo, la vida se ha complicado un
total (no podía ser absoluta debido a sus tanto y ya no contamos con seres tan
otros compromisos), resultaba insuficiente incondicionales, espontáneos, eficientes y
para los requerimientos de ksta. Fue así sanos como para proporcionar a alguien
como, para evitar el naufragio de un trata- perturbado la compañía estable, esclareci-
miento que se mostraba exitoso, la tera- da y sedante que pueda sostenerlo hasta
peuta instruyó a una enfermera para que una mejoría aceptable. Los terapeutas,
actuara como auxiliar en los períodos en por otra parte. están demasiado exigidos
aue ella no podía hacerse cargo de Renée. por diversas circunstancias como para
Esta actividad que hoy llamamos acom- hacerse cargo de un único paciente duran-
pañamiento terapéutico fue entonces, co- te toda su enfermedad. La conciencia de
mo se ve, producto de una doble nece- Ia necesidad de A. T. existe en diversos
sidad, la d e una paciente profundamente países, en especial respecto de pacientes
necesitada de atención y la de una tera- suicidas; para contenerlos han siirddo aco-
peuta con disponibilidad finita. ciaciones de todo tipo, desde-las de volun-
El valor terapéutico de la presencia tarios telefónicos no identificados (el
humana es difícil de negar. El ser hiiina- Centro de asisteraia al srcicida -C.A.S.-,
no no existe si no es en y por una sociedad es una de ellas en nuestro país), hasta
que le da ser y sentido, sociedad de la equipos completos de psiquiatras, psicólo-
cual la familia constituye expresión míni- gos y enfermeros que se movilizan hasta
ma. Sabemos muy bien, sin embargo, que el domicilio de la persona en peligro y
en determinadas circunstancias, esta mis- comienzan una terapia in situ, acompañan
ma familia puede dar origen, refuerzo al ~acientea la internación o lo continúan
o perpetuación a diversas caracteyísticas atendiendo en forma domiciliaria. En la
patológicas. Es en estos casos en los que Argentina, el Dr. E. Kalina y otros han
se hace preciso una modificación de la empleado A. T. en el tratamiento de ado-
estructura relaciona1 del paciente, modifi- lescentes descompensados y drogadictos
cación que hasta el presente ha tomado, con gran éxito terapéutico.
en el mejor de los casos, la forma de Veamos, ahora más en detalle dquién es
internación, y en el peor, la de una depo- el A. T.? Un A. T. es una persona que
sitación en algún hospicio de por vida. No ha r~cihidouna instrucción especial acer-
existen aún en nuestro país las institucio- ca de la psico~atología de los pacientes
nes de familias adoptivas o de "hogares a psiquiátricos y de la técnica de interaccjrín
mitad de camino" que existen en otros con los mismos. Para poder desempeñar
naíses y que admiten al paciente psiquiá- d ~ c u a d a m e n t esu tarea, es preciso que el
trico como un miembro más de una fami- A. T. posea un yo fuerte como para tolerar
lia, en cuyo seno y como consecuencia de la ansiedad. la frustración y el asedio a
la modificación de las respuestas del én- su integridad física y psíquica a las que se
torno, el paciente modifica sus propias expone al entrar en contacto con personas
conductas. A falta de este recurso, y ante ansiosas, faltas de discriminación y/o con-
la presencia de un monto elevado d e trol de sus impulsos. Debe tener una fuerte
enfermedad, es posible incluir en el trata- vocación de maternaje, junto con una sa-
miento del paciente al acompañante tera- ludable curiosidad y capacidad lúdrica,
péutico (A. T.). amkn de una buena dosis de reverie
EL ACOMPANAMIENTO TERAPEUTlCO

(Bion). Estos rasgos trazan un perfil de contar con alternativas que le permitan
persona con bajo narcisismo patológico y superar situaciones conflictivas y cumphr
alta capacidad de empatía, tacto e intui- adecuadamente con las consignas del tera-
ción. peuta de cabecera.
2Qué instmcción formal previa se re-
quiere para ser A. T.? Hay terapeutas que Rol del A. T. No se precisa ser anti-
opinan que el A. T. debe ser necesaria- psiquiatra para admitir que algunos pa-
mente un psicólogo profesional. Conside- cientes se benefician con ciertas resresio-
ran que sólo una amplia y profunda for- nes. las que. sabiamente administradas y
mación en esta materia puede capacitar a hasta alentadas, pueden permitir al pacien-
alguien para acompañar a un enfermo te emerger de su crisis más enriquecido.
mentd. Otros terapeutas, en cambio, re- Pero los estados regresivos se acompañan
chazan a quienes hayan tenido formación a veces de estallidos de ansiedad y el A. T.
sistemática alguna, por conside~ar'que sólo debe estar en condiciones de contenerlos,
el sentido común debe privar en el desem- encauzar las apresiones sin reciprocarlas y,
peño de este rol: es él, dicen, quien orien- más allá, covivenciar situaciones desde
tará mejor que cualquier texto aprendido una posición de "inmersión completa" en
hacia la solución de los problemas con- la cotidianeida,d del pacient,e durante el
ductuales de los enfermos. Por mi parte, tiempo comprendido entre las sesiones
opino como B. Shaw, que el sentido co- psicoterapéuticas. Es desde la coparticipa-
' h ú n es el menos común de los senti- cibn observadora como se logrará del pa-
dos, ya que resulta de una síntesis de ciente una más inmediata y fluida comu-
múltinles impresiones y aquélla no es nicacibn: los datos recogidos por el A. T.
sencilla de lograr. Si bien la instrucción en el campo revertirán sobre el paciente
formal no la genera, la ignorancia tam- en la medida en que. oportunamente tras-
poco la alienta. Es cierto que el corsé mitidos al teraneuta, vuelvan a aqukl en
aue significan las teorías científicas ( espe- forma .d'e consignas tendientes a superar
cialmente cuando están mal aprendidas o 11 crisis. Al resnecto. dice Arietil: "El tera-
peor aplicadas) limita las posibilidades neuta puede no darse cuenta de (ciertos)
tkcnicas operativas de quien se en-castilla rasgos dismntivos (del paciente). va sea
en ellas. pero si ése fuera el caso. seríamos poraue no ocurren durante las sesiones o
los terapeutas los primeros perjudicados. norciiie Dasan dessn~rcihidos. I,os fami-
Por otro lado, ,las mejores disposiciones y 1;-res. Dor otra parte. están tan acostum-
aptitudes naturales pueden inactivarse h.nrlns a ellos y han aprendido de tal
m t e la inundación provocada Dor sitiia- modo a nasarlos por alto. que ni siauiera
ciones incomprensibles. inesperadas o difí- s l molestan en mencionarlos al terapeuta.
cilmente manejables si no se cuenta con E1 A. T. 109 observarh. los re~ortaráal
iin mínimo de conocimientos teórico-téc- ter.raiita. v los correqirá en foma ama-
nicos. Es por esta razón que creo que el .
'
a
y
.
' Y mA9 delante: "Muchos ternneutas
A. T. debe estar formado especialmente Fn s ~ h e ncuándo iin naciente esth por
n9.ra esta tarea, pues aún el psicólogo pro- n h c i n ~ ro nnr sctuar el contenido de sus
fesional no recibe una educación oficial alucinaciones. Pero el A. T. sabe, a veces
esnrcífica que lo capacite nara ello. En nor su familiaridad con las expresiones
~ s t esentido, por supuesto. el ser psic61oeo faciales o con la postura corporal del
no molesta más tampoco basta. Dentro de naciente. que en pocos minutos lo- hará en
la t a ~ e a formativa de un A. T. es su forma máq o menos impulsiva. El A. T.
sa!lid mental la que h a b ~ áde ser nreser- se acercará entonces suavemente al pacien-
vada por sobre todo. v no existirá peor te. lo distraerá y lo inducirá a otras activi-
política aue dejar librada al azar su inter- rlrdes. d e modo que la posibilidad de alu-
vpncióri iunto al enfermo. El A. T. dehe cinar disminuirá. Mientras el terapeuta
estar informado sobre las conductas espe- trata de interpretar los síntomas y hacer-
ra.bles. sobre el valor y significado cine los innecesarios, el A. T. ofrece al paciente
puedan tener para el paciente v su medio maneras de desviarlos. Esta terapia de des-
familiar, así como también debe poder vío no tiene nada que ver con el condicio-
BEATRIZ DOR.FMAN LERNER

namiento mecánico de la terapia reflexoló- A. T. no puede desarrollar su actividad "a


gica sino más bien con la intervención cá- cielo abierto", por así decir, por diversos
lida de otro ser humano. Por desvío de sín- motivos. En primer lugar, por más expe-
tomas significo el crear situaciones en que riencia que tenga, no conoce a fondo
éstos tengan poca probabilidad de ocurrir aspectos psicodinhmicos profundos del pa-
y en evitar situaciones en las q u e puedan ciente. En segundo lugar, el A. T., en vir-
ocurrir fácilmente. Por ejemplo, si el pa- tud d e ese mismo desconocimiento, no
ciente tiene la tendencia a incumir en ritua- tendrá la orientación adecuada para de-
les cuando está solo, deberá estar solo lo sempeñarse si no tiene consignas claras y
menos posible. La terapia de desvío es precisas que sólo el terapeuta puede pro-
mucho más que un tratamiento sintomá- porcionar. Este irá modificando sus con-
tico: los síntomas v los hábitos se hacen
d - signas o las mantendrá, de acuerdo con la
más fuertes v más resistentes cuanto más evolución del paciente. En tercer lugar, y
frecuentemente ocurren" (p. 186, traduc- no menos importante, el tipo d e relación
ción personal). A. T.-paciente que se crea no puede, por
En la medida en que el A. T. mantiene definición, revestir los matices del vínculo
con el paciente una relación cuasi-simé- que se entabla entre el paciente y su tera-
trica, tiene posibilidad de expresarse con peuta: los aspectos de autoridad o referen-
sinceridad y dar su opinión (no su inter- cia última recaen sobre el terapeuta de
pretación) sobre las conductas del pacien- cabecera, responsable máximo del trata-
te y al mismo tiempo puede responder con miento del paciente. No significa .esto que
sencillez a las preguntas que juzgue per- el A. T. deba carecer de autoridad. Ocu-
tinentes. Al moverse en un nivel exclusi- rre, más bien, lo contrario: en el "como -
vamente fenoménico y entrar en alianzas si" del rol el A. T. ocupará el lugar de
útiles, piiede crear una atmósfera de con- la madre y el terapeuta el lugar del pa-
fianza y reciprocidad (Erikson) con el Fa-. dre. Lejos de restarle autoridad, el te-
ciente. . de este inodo permitirle ir cons-
, rapeuta se la otorga al incluir al A. T. en
triiyendo un' verdadero mundo interno en su estrategia terapéutica. Por otro lado, se
el enfermo. La recepción y registro de hace imposible la tarea y es extremada-
respiiestas diferentes ante situaciones nue- mente peligroso para el paciente mismo,
vas. esto es, la inclusión en el mundo del que las cosas ocurran de otro modo. La
paciente d e una nueva ó ~ t i c ano.delirante descalificación del A. T. por parte del tera-
ni distorsionada, hace po.iible la reparación peuta, la falta de coordinación en las
d e un aparato perce~tualdañado (Bion), intervenciones terapkuticas de ambos o en
uno d e los problemas más arduos en el la ideología de trabajo. los conflicto$ ex-
tratamiento del paciente psicótico. plícitos o implícitos en la relación terapeu-
No resulta fácil realizar en la prhctica ta-A. T. no sólo son inmediatamente perci-
todo lo que con miicha soltura se puede bidos por el paciente sino que serían seria-
consignar en pocas páqinas. La tarea de mente iatrogénicos: no harían más que re-
piiesta de límites la respuesta oportuna forzar, probablemente, la patología de ori-
v. last hrrt not le&, la inserción en dosis gen de la cual se desea rescatar al pacien-
~ d r c u a d a sdel diáloso existencial. son re- te. Es en extremo importante que ambos
curso5 del A. T. para lograr el desarrollo miembros d e la díada terapéutica conozcan
de los aspectos regresados o no siificiente- sus atribuciones y no se interfieran mutua-
mente progresados del paciente, de la mis- mente. De no ser así, es preferible prescin-
ma manera en que se reencauzaría una dir del A. T. y éste será sabio si, cuando es-
crianza detenida o desviada por una rela- tas condiciones de mínimo respeto no se
ción patológica entre el paciente-niño y den, suspenda su tarea. Gratificaciones de
su entorno. En relación n este niinto, re- cualquier índole no compensan las pertur-
cuerdo un enfermo que necesitaba "que le baciones que una desarmonía en el equipo
hablaran de cómo son las cosas de la vida". pueden acarrear.
El A. T., como dije, se entrena para
iCbmo procede un A. T.? Por empe- colaborar en un equipo terapéutico. Es,
zar, no es concebible un A. T. sin el res- por tanto, necesario que se mantenga en
paldo d e un terapeuta de cabecera. El contacto no sólo con el terapeuta de cabe-
cera sino también, de ser posible, con los mayor intensidad pueden registrarse sen-
demás integrantes del equipo si los hay. timientos d e desvalorización. El psicblogo
Debe poder asistir a las reuniones d e con- se siente, a veces, desjerarquizado profe-
junto, opinar y ser escuchado. En forma sional o socialmente. Sus honorarios. infe-
general, el A. T. es prescrito por un psi- riores al del terapeuta, pueden ser toma-
quiatra dinhmico o un psicoanalista, pero dos por aquél como parámetro referencia1
no es infrecuente el caso de demanda d e concreto de dicha desvalorización. Este
la familia o aún del paciente mismo. Este sentimiento puede, a veces, obedecer a
último caso es el que más dificultiades téc- una situación externa real, como es el caso
nicas presenta. dado que el paciente en cuando el médico que contrata no conoce
estas condiciones no cuenta, la mayoría d e en profundidad la índole de la tarea del
las veces, con un terapeuta que lo trate. A. T. y por este motivo lo somete -cons-
Es de responsabilidad dé1 A. T. conscicn- ciente o inconscientemente- a u n tipo de
te, inducir al paciente a una psicoterapia maltrato que puede vulnerar su autoesti-
simuldnea o, en su defecto, solicitar iina ma. Quienes tienen experiencia en cotera-
supervisión. Trabajar con un paciente en pia o en trabajo en equipo conocerán la
esta situación tiene, con todo, la ventaja frecuencia con que se desarrollan senti-
de contar con una viva motivación por mientos de competencia a partir de una
parte d e kste, independiente de una fami- contratransferencia posesiva del paciente.
lia que muchas veces se resiste a la inclu- Estos son sentimientos que ambos, A. T. y
sión del A. T. Cuando, en cambio, es la médico pueden padecer, cada uno desde
familia quien solicita al P,. T., la concien- su vértice: el A. T. puede querer imponer
cia de necesidad resulta scr un auxiliar su mayor conocimiento ,del paciente en su
valioso: como en el caso anterior, la fa- devenir cotidiano, así como el médico, por
milia deberá nombrar un terapeuta de su parte, su mayor autoridad y conoci-
cabecera o si ya existe, informarle de mientos teóricos. El A. T. puede sentirse
sn decisión. Cuando quien propone al vigilado, juzgado y criticado y esto tanto
A. T. es el terapeuta. pueden plantearse m8s cuanto menor respaldo sienta por
situaciones de confusión y no quedar claro parte del terapeuta. Estos sentimientos se
si el A. T. es personal doméstico, de enfer- ven agravados si el A. T. se encuentra fal-
mería o un simple custodio o dama d e to d e recursos creativos por insuficiente
compañía. Este desconocimiento del rol, formación o por carecer de niarcaciones
sin embargo. no es privativo de los fami- claras. Puede darse el caso en que, por
liares. A1 respecto, recuerdo iina graciosa la sitiiación económica porque atravesa-
anécdota. E n una oportunidad, un A. T. ) g ~ se disponga a de-
mos, el p ~ i ~ ó l <novel
solicitó del médico la consigna respecto a sempeñar la tarea de A. T. a regañadien-
un paciente. Con10 e l A. T. acudía al do- tes, porque piense que éste es su Último
micilio del paciente y kste vivía sólo, el recurso. Para estas personas, ser "simple-
médico se sormendió: "¿me pregunta quk mente A. T." y no poder ejercer el sobre-
hacer de cocinar?". valorado instrumento de la interpretación
Vinculo terapeuta-A. T. Como en toda puede resiiltar en extremo doloroso. D e ser
relación humana, las emociones en juego esto así. la base de la que .parte se hallará
pueden facilitar o entorpecer la tarea. An- vicinda de origen y tenderá a actitudes
siedades paranoides y depresivas ( A L nsicop6ticas. vengativas, irrespetuosas O
Klein) pueden desarrollarse ( y de hecho disriiptivas. tanto respecto del terapeuta o
lo hacen) en uno y/u otro d e los miem- 1n institución. cuanto del o su
bros d e esta díada. Desd,e el A. T. privan farnilia.
las ansiedades depresivas. aunque no fal- E n cuanto al terapeuta, las emociones
ten las paranoides. Es nosih!e que la inten- que pueden perturbarle comprenden, mu-
sidad de las an~ieda~des se encuentre en chas veces, el temor a la intrusión en el
razón directa a la formacibn psicolópica vínculo ,dildico con su paciente: e n el ho-
lograda por el A: T.: no faltan licenciados rizonte existe, agazapado, el temor al des-
en psicolog,ía que entran a la préctica de plazamiento. temor que a su vez se alimen-
este rol, y es en estos casos cuando con ta del miedo a la crítica del A. T. El
BEATRIZ DORFMAN LERNER

temor a la usurpación del rol por el A. T. drogas diversas, psicofármacos, distintos


se ve especialmente
* dentado cuando el tipos de shock, y más modernamente hacia
terapeuta desconoce o tiene insuficiente la dietoterapia u ortopsiquiatría. Se ha
información acerca de cómo trabajar en intentado, mediante estos procedimientos,
equipo con el A. T., o cuando, aun sabien- modificar síntomas a través d e actuar so-
do cómo colaborar con él vive al A. T. bre mecanismos enzimáticos, hormonales o
como testigo o espía; o cuando, por falta neurales alterados. En estas investigacio-
de tiempo no explicita adecuadamente las nes se ha echado mano también de diver-
consignas -o peor aún, no se da el espacio sos animales, tanto con fines de investiga-
para meditarlas- y por no hacerlo genera ción biológica como psicobiológica: se
un círculo vicioso en que por evitar al A. T. conocen los descubrimientos de Jas neuro-
provoca en éste un aumento de ansiedad sis experimentdes y son de dominio
que lo impulsa a solicitar más atención y público los avances en las observaciones
así siguiendo. El terapeuta debe saber que etológicas que influyen en los, enfoques
las entrevistas periódicas no sí510 son ne- psiquiát'ricos. Esta línea de investigaciones
cesarias para comunicar a su A. T. las es Ja más tradicional y la más compatible
tareas que ,éste debe realizar sino, y muy con la práctica médica, y se ejerce desde
importante, escuchar de éste la informa- hace muchos años. Tiene como filosofía
ción sobre los comportamientos del pa- básica el tratamiento del cuerpo como
ciente, como señalé más amba con pala- origen único ( o privilegiado) de los tras-
bras de Arieti. Una actitud de laissez fnire tornos psíquicos del individuo. Desde
como forma de dar aparente confianza y Freud y el descubrimiento de la tdking
libertad al A. T. sólo encubren, general- cure se piensa que, aparte de los sucesos
mente, la falta de compenetración con la corporales existen otros, los psíquicos, que
tarea o, peor, una sumisión a una moda son por lo menos tan importantes como
que se acata sin convicción. La relación los primeros en la génesis d e las afecciones
terapeuta-A. T. recuerda, sin superponerse mentales. El psicoanálisis ha permitido un
la relación d e coterapia sobre la que he progreso invaluable en el conocimiento de
escrito hace algún tiempo en estas pági- los procesos psíquicos profundos. No
nas 5. Diferencias importantes entre ambas obstante, la aplicación de este método
pueden radicar en el hecho de trata,rse en para el tratamiento de pacientes psicóticos
este caso de roles com~lementariosno in- no ha dado, en la experiencia d e muchos
A

tercambiables y en la disociación tempo- terapeutas, el mismo resultado que en el


ral de la acción terapéutica: no hay simul- tratamiento de neuróticos. En .primer lu-
taneidad terapéutica como ,la había en la gar, el método freudiano ha sido origina-
coterapia. riamente diseñado para estos últimos. El
Indicaciones del A. T. El A. T. &ii-propio creador del psicoanálisis expresó
de resultar máximamente útil en casos de mas de una vez que para los psicóticos la
descompensaciones psicóticas de pacientes técnica psicoanalítica debía ser convenien-
neuróticos graves; en adolescentes con temente modificada. En segundo lugar. los
reacciones psicóticas; en esquizafrénicos psicoanalistas debemos confesar que, salvo
procesales; en drogadictos; suicidas oca- contadas excepciones, y esto Último sólo
sionales o vocaciona1es; en deprimidos gracias a formaciones complem~ntarjas,
severos; en autistas; y aun en pacientes nuestra capacidad en este terreno es, en
somáticos graves o terminales. También el el mejor de los casos, incipiente. Si bien
A. T. puede colaborar en la resocialización pensamos que podemos comprender a c e p
del paciente extemado que no está aún en tablemente bien ,los psicodinamismos del
condiciones de reintegrarse plenamente a paciente severamente perturbado, su tra-
una vida normal. tamiento nos resulta aún muchas veces
incierto. Es por esta razón que cuando se
¿Cómo investigar con el A. T.? Las in- nos presenta un paciente de este tipo nos
vestigaciones en psiquiatría se han orien- sentimos más tranquilos internándolo. Es-
tado, en general, hacia los estudios bioló- to ocurre cuando no contamos con otro
gicos tales como la administración J e recurso que nos asegure mejor a ) .la rup-
tura del círculo de retroalimentación posi- te en sus actividades y reacciones espon-
tiva en que el paciente y su familia se táneas que no sean respuesta a estímulos,
hallan entrampados y que, de persistir, conductas terapéuticas diversas o interpre-
sólo llevará a agravar la situación; b ) la taciones. La observación objetiva, de las
seguridad de que el paciente estará con- conductas del enfermo es de gran valor
venientemente protegido d e su propia justamente por darse, en ese caso, en un
agresión contra sí o contra terceros; c l la ambiente en que no existe la distorsión
distensión de nuestra propia ansiedad por estímulos inhabituales en la vida del
persecutoria al contar con otros profesio- paciente. Es de todos conocido que cierto
nales y una organización que colabore y tipo de enfermos resulta inescrutable en
nos permita distribuir res~onsabilidadks. presencia del terapeuta, mientras que en
Sin embargo, no en todos los casos presencia de otros, familiares o amigos,
la solución de internar es la meior. En manifiestan comportamientos insospecha-
~rrrner lugar, no es en todos los casos bles. La posibilidad de tener esta clase
ipalmente útil o aconseiable. Ciertos pa- de realimentación por parte del A. T. en-
cientes empeoran en ambientes en qiie no riquece y amplía el campo de observación
se les Drovee de estímulo suficiente en del terapeuta. Los A. T. pasarían, metafó-
cantidad o en calidad. Los lugares de in- ricamente, a desempeñarse a la manera
ternazión en aue tales estímulos son los de los sátrapas, "ojos y oídos" del rey
rdecuados suelen ser, por otra parte, ex- entre los antiguos persas (sin, por supues-
cesivamente costosos v no accesibles a la to, los aspectos negativos de aquéllos).
mayoría de las familias. En seoundo 111- Por otra parte el trabaio con el A. T.
crar, la atención del naciente durante las nrovee otra oportunidad, la de corroborar
horas nocturnas resulta a veces vrnhlemá- hipdtesis: a modo de marcha hipotético-
tica ya que no es infrecuente la biirla a deductiva, el terapeuta parte de ciertas
las normas. el establecimiento de nwtos hipótesis sobre la situación a modificar y,
perversos. suministro de drogas v hasta si puede impartir al o a los A. T. consig-
rctns sádicos por pñrte del ~ersonal de nas claras a utilizar, la respuesta de kste
virrilancip. Estas irregularidades niieden a su aplicación corroborará o refutará la
pasar inadvertidas v apravar. jahogénira- verdad de dichas hipótesis. Se entiende
mente. el estado del paciente. Por todas que, en la mavoría de los casos, no se
e s t n ~razones. el A. T. es iina soliición que, trata simplemente de la observacibn de
si bien demanda mavor dedicación Dor secuencias estímulo-respuesta. pues la in-
narte del terapeuta es la única garantía teracción humana y sus determinantes son
de supervisión constante y calific~?ladel enormemente más complejos que una me-
paciente. Provee. además. la nosihilidad ra correlación. No obstante, si se' aplican
de disociar la transferencia ( Araqonés \ , las consigna< con criterio procesal y no
de modo de poder distribuir roles t e n - puntual, y lo mismo se hace con la in-
néuticos títiles sin Dor ello ~ f e c t a rla aii- ter~retaciónde sus resultados, será posi-
tnridad del teraneiita. A.1 hablar de aiito- hle la comprensión de algunos determi-
r i d ~ destov leios d.? significar el iisufruc- nantes de las modificaciones en los com-
tn desnótico. a cucilquier nivel. -del noder portamientos del paciente. De este modo,
ael teranei~ta.Hablo, sí. de la autoridad este procedimiento configura una verda-
nue conlleva su investidura v. por tanto. dera experimentación. Muy importante a
IRaosibilidad de ser escuchado v acep- tener en cuenta en qla evaluación d e la efi-
t d n desde un lugar de respeto que harA cacia de las intervenciones terapéuticas es
nosible el restah!ecirniento -o estableci- que una falta de respuesta o un aparente
mic.rito- de la "ley de1 padre". fracaso pueden deberse, además de lapso
El A. T. no es sólo un auxiliar terapéu- de administración demasiado breve, a: a )
tico. Es también un auxiliar de ~ r i m e r a consigna inadecuada; o b ) falla en algún
marnitiid en el tipo de investigación qiie punto de la relación triádica terapeuta-
se puede efectuar desde una óptica psj- A. T.-paciente.
coanalítica pero sin su metodoloe;ía hahi- Si bien la teoría del acompañamiento
tual: me refiero al seguimiento del pacien- terapkutico está lejos de una mínima sis-
BEATRIZ DORFMAN LERNER

tematización aceptable, sabemos algunas con otros individuos si los padres, por
cosas: el A. T. puede suministrar, en com- cualquier razón, no pueden ofrecer una
plementación con la provista por el tera- paternidad adecuada" (p. 204). No obs-
peuta, una experiencia correctora (French tante, aun en los casos ei que fuera acon-
'
y Alexander ) , experiencia que transita sejable un solo A. T. puede ocurrir que
por múltiples canales. entre los que ad- el tipo de patología haga imposible este
quieren privilegio los no verbales y pa- ideal, tanto por razones del paciente cuan-
raverbales, en contraposición a la labor to por protección del A. T.: la tarea puede
del terapeuta que es eminentemente ver- resultar extremadamente agotadora, sobre
bal. El prestar al paciente una atención todo en los casos en que el paciente pre-
sostenida y hacer de él e1 centro de in- sente gran ansiedad o en los que el des-
terés del A. T. provee una base firme para control de sus impulsos exija una ateilción
la apertura del ccln~ldesde el que e1 .4. T. absorbente o una permanente puesta de
podrá intervenir. La relación humana a límites.
nivel cuasi-simétrico forma parte de una Al cierre de este trabajo.
. creo innece-
,

m-fndología de trabajo diferente a la de1 sario aclarar que lo dicho es apenas una
terapeuta y apunta, además. a aspectos aproximación somera al teinn del A. T. y
diferentes del paciente y de la transfe- que de ninguna manera he pretendido dar
rencia. Se reproduce así, un vinculo trian- una visión exhaustiva del mismo. no s61o
aular nuevo en que en el "como si" de por razones de complejidad o amplitiid
la terapia el mkdico desempeñar6 el rol- sino también porque el- conocimiento del
furici6n paterna de discriminación y di- que disponemos todavía nos resulta insu-
qolución de la simbiosis materna, mientras ficiente. Es de esperar que
- posteriores
- in-
el A. T. se embarcará en una simbiosis vestigaciones por quienes se interesen en
~ i nriesgo, en su rol-función materna, en- este tipo de estudios. enriquezcan nuestro
tro cuyos cometidos está. en primer lugar. conocimiento y hagan factible una más
la reconstrucción -o construcción- del consciente, más Útil y más gratificante in-
narcisismo sano ("trófico". Rossolato e ) tervención terapéutica. para beneficio de
oue no acaba de conformarse nunca ade- pacientes y terapeutas O.
cuadamente en el paciente psicótico. -
Agradezco a los alumnos de E.D.A.T. (ES-
En cuanto al niímero de A. T. a incluir cuela de acon~pañantesterapéuticos) y a la Lic.
pn cada caso, ello dependerá do algunos Nora Stemberg, docente de la Escuela, miiclios
fnctores como los que siguen. Cuando re- de cuyos aportes inspiraron este trabajo.
siilte necesaria la internalización e jnte- REFERENCIAS BlBLlOGRAFlCAS
grnción de un objeto permanente (cons-
1 . ALEXANDER F. y FRENCH T. Terapcíii-
tancia de objeto, Hartmann), será conve- tica wsicoanalítica. Buenos Aires, Paidós,
niente la presencia del menor número PO- 11950.
sible de A. T. y, de preferencia, uno solo. 2. ARIETI S. Understanding and helping the
Cuando la pobreza del mundo afectivo, schizophrenic. Great Britain, Pelican, 1981.
cognitivo y relaciona] exijan una mayor 3. BAR D E NESIS L. El equipo terapéutico
en el tratamiento de pacientes adolescentes.
estimulación o cuando la c o n t e ~ i ó nsea Rev. Arg, de Psiq. y Psicol. de la Infancia
problemática, podrá convenir la inclusión y la Adolescencia (ASAPPIA) 1973, 4, 111.
d e varios A. T. Para citar otra vez a Arieti: 4 . BION W. R. Aprendiendo de la experiencin.
"En algunos casos es útil ampliar el círcu- Buenos Aires, Paidós, 1966.
5 . DORF,MAN LERNER B. Coterapia como
lo familiar. En la familia tradicional el instrumento docente. Acta psiquicít. psicol.
niño estaba expuesto a muchas influencias: Amdr. lat., 1981, 27, 107.
no sólo los padres y uno o dos hermanos 0 . ERIKSON E. H. Identidad, iuoentud y cri-
sino también varios hermanos y hermanas, sis. Buenos Aires, Paidós, 1971.
7 . HARTMANN H. Essays on Ego Psr~clzolo,s~.
abuelos, tíos, tías, primos y otras diversas London, Hogarth Press, 1964.
personas. Las familias actuales, especial- 8 . KLEIN M. Desarrollos en psicoaruílisis. Bue-
mente e n las grandes ciudades, se com- nos Aires, Hormé, 1962.
ponen d e los padres y uno o dos niños. 9 . ROSSOLATO C . E! narcisismo. Re~istade
psicoanálisis, 1979, XXSVI, 3 (1979).
De este modo no hay posibilidad de com- 10. SECHEHAYE M. A. Realiurcidn simbdlfca.
pensación para éstos o de identificación México, Fondo de Ciiltura, 1979.
Actl psiquidt psicol Amér lat 1984, 30, 29-40

El proceso de alcoholización en
América Latina. Análisis crítico de la
producción biomedica y sociológica,
1970-1988
(SEGUNDA .PARTE)
EDUARmDO L. MENENDEZ '
Palabras clave: Alcohoiismo - Sociologia - Biomedicina - America Latina.

En este trabajo se analiza la producción bibliográfica sobre el pro-


ceso de alcoholización desde el >punto de vista de la sociologia y la
biomedicina, generada en y (para América Latina durante la cdécada de
los '70. En esta producción se observa el domlinio de un enfoque uni-
lateralmente "~patologizante", que contrasta con el enfoque dominante
de la producción socioantropológica analizada en un trabajo anterior7.
The alcohoiization process in Latin America. A critica1 analysis of
bismedical and sociological production (1970-1980)
This work analyses the bibliographical production in the sociological
and biomedical fields on alcoholization generated within and for Latin
America during lhe seventies. This production is characterized by a
unilaterally "pathologizing" outlook, which contrasts with the outlook
dominant in the socio-anthropological fields, and which was analysed
in a previous work
Emmpirical and factorial outlooks dominate, in both. theory and metho-
dology. They stress again an ap,proach whose serious limitations have
already been shown. The domlinant technical elements -the sociological
and epidemiological inqluest- keep on being utilized, in spite of the
many criticisms which they lhave received. Data obtained not only bears
little relevance on Ihe iproblem, but also stresses facts at a level of depth
which is not justilfed, and do not justify, the theoretical framework of
analysis.
In spite of the fact that unsystematized empirical data and specific
research which has been undertaken in other regional areas have rnade
reference to a continual deficit on the ipart of the health team for the
diagnosis and treatment of the alcoholization 'process; we 'hardly have any
research which can throw light on the scientific and ideologica'l limi-
tations of medical and paramedical actions. Besides, we do not have
a systematic analysis of alternative therapeutic strategics. Alil bibliogra-
phical ;publications refers, in a very biased way, the process of a'lco-
holization to the lower population strata, without any criticall reflection
on that ossociation. The biomedical dimension, although it utilizes concep-
tions and viewpoints which have been taken from anthropological and so-
ciological production, this appropiation has meant a tmodification, which,
in fact, has caused a split between the two dominant productions in
Latin America: the biomedical and the anthropological one. Tlhis split
replicates the conflict between models, that operates within other na-
tional and international contexts.
- Dr. Eduardo L. Menéndez. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en An-
tropologia Social. Hidalgo y Matamoros, Tlalpan 14.000, MBxico, D.F. Apdo. Postal
22-048.

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