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La retórica de Quintiliano: Institutio Oratoria

Biografía

Marco Fabio Quintiliano nació en Calagurris, la actual Calahorra vivió del año 35 al 95
d.C. En su formación influyeron el famoso gramático Remio Palemón en aspectos de
literatura y el retórico Domicio Afro en elocuencia. Concluida su formación en Roma, se
supone que regresó a España, donde permaneció algún tiempo hasta que regresó a Roma,
llamado por Servio Sulpicio Galba cuando éste fue proclamado emperador en el 68. En
Roma, desarrolló Quintiliano toda su brillante carrera como orador y profesor de retórica.

A partir de ese momento, Quintiliano se dedicó a la enseñanza de la retórica, actividad


que desarrolló durante al menos veinte años según señala en el prólogo de su Institutio
oratoria (quizás entre los años 68-88 ó 70-90). Como profesor de retórica, Quintiliano
alcanzó una gran fama y, de hecho, se convirtió en el primer profesor que abrió una escuela
pública pagada por el fisco bajo Vespasiano. Pupilos suyos fueron Plinio el Joven y
seguramente Tácito. Y aunque Juvenal señala que su sueldo no era muy elevado, Quintiliano
consiguió amasar una buena fortuna. En todo este tiempo tampoco abandonó por completo su
profesión de abogado, e incluso llegó a publicar alguno de sus discursos; quizás uno de sus
procesos más célebres fue el de la reina Berenice, al que alude en su Institutio.

Bajo el emperador Domiciano, Quintiliano recibió el encargo de tutelar la educación de


los nietos de su hermana (hijos de Flavio Clemente y de Flavia Domitila) y fue en aquella
época cuando recibió los ornamenta consularia gracias a la intervención del propio
Clemente; de todos modos, hay que suponer que se trató más de un título honorífico que de
un poder real.

Tras todos esos años dedicados a la enseñanza, Quintiliano se retiró y se dispuso a


componer un tratado de retórica o, mejor dicho, un verdadero manual para la instrucción de
los jóvenes: la ya citada Institutio oratoria, obra compuesta entre el 93 y el 96, año de la
muerte de Domiciano. En dicha obra, en el prefacio al libro VI, Quintiliano habla también de
un hecho importante en su vida: su matrimonio y sus dos hijos. Aquí nos enteramos de que su
esposa había muerto apenas cumplidos los 19 años. También murieron sus dos hijos: uno
cuando tenía 5 años y otro con 9 años. Tras esta obra no se vuelven a tener noticias ciertas
sobre Quintiliano, por lo que no es posible señalar la fecha exacta de su muerte, que debió
ocurrir antes del año 100.

Su obra Institutio Oratoria Libri duodecim, recoge sus experiencias docentes y es a la


vez un curso pedagógico, una gramática una retórica y una preceptiva literaria. Según dice en
el Prólogo, escribió la obra a petición del librero Trifón. La Institutio Oratoria recoge ideas
del Gorgias platónico de la Retórica de Aristóteles y de los diálogos Sobre el orador de
Cicerón. Constituye el tratado de retórica más ordenado y extenso de los conocidos y resume
la tradición y los textos griegos y latinos que la consolidaron en Roma.

¿Qué es la retórica?

La persuasión es una actividad que tuvo lugar desde las diversas civilizaciones del
mundo antiguo, en especial si se considera como consustancial a la comunicación y
relaciones humanas. Sin embargo, el estudio específico de tal actividad puede ser ubicado en
la antigua Grecia, donde el arte suasorio alcanzó un desarrollo y niveles dignos de
admiración, y es el origen de la concepción retórica que ha llegado a nuestros días.

Los factores que impulsaron el desarrollo de la retórica y que, por otra parte, legitiman
su vínculo directo con la labor jurisdiccional y la democracia, fueron sobre todo de carácter
político y social.

La retórica penetró lentamente en Roma durante el siglo I de nuestra era y fue adoptada
finalmente hacia la mitad del siglo II.

El ejercicio de la Retórica fue la actividad principal de Quintiliano. Por retórica


entendemos: un arte en el sentido clásico de la palabra: una técnica, un conjunto de reglas
cuya puesta en práctica permite que un discurso convenza a su oyente. Por otro lado, la
retórica es también la enseñanza que transmite esas reglas, y en la Antigüedad acabó
constituyendo la parte central de lo que hoy conocemos como enseñanza superior.
Quintiliano, siguiendo a Cicerón, concibe la retórica como “ciencia del bien decir”,
sólo puede ser orador el hombre de bien, que además debe ser instruido en diversas
disciplinas. Quintiliano está empapada de todo aquello que es necesario para la formación del
orador, cuya instrucción debe partir desde la niñez, puesto que ello forma parte de la oratoria.

Quintiliano parte del hecho de que todo discurso (sermo) consta por necesidad de dos
cosas, materia (res) y palabras (verba) y sobre dos aspectos actúa la retórica en cinco fases o
aspectos: inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio (pronuntiatio).

Partes de la retórica
Las partes que integran los momentos del discurso retórico son:
a) inventio: La inventio es la fase de concepción del discurso, de las ideas generales
que lo conforman, los argumentos principales y los recursos persuasivos a utilizar.
Consideramos que la inventio es la parte de mayor carga creativa por parte del retórico, que a
su vez examina cada una de las otras operaciones (dispositio, elocutio y actio), desde el punto
de vista del emisor, del receptor y del mensaje mismo.

b) dispositio: A través de la dispositio se organiza lo hallado en la inventio, lo que


permite fijar el orden más apropiado del discurso en pro de la efectividad de la persuasión. En
esta fase se distribuye el contenido del discurso en los apartados siguientes: exordio (que
integra la proposición, división e insinuación); la narración; la argumentación (que contiene
confirmación y refutación), y el epílogo (con peroración). Lo más recomendable es
estructurar la composición en tres partes:

Exordio o comienzo: Corresponde a lo que hoy llamamos, simple y llanamente,


introducción. En el exordio se busca despertar la curiosidad del público (o del lector) por el
tema que se va a tratar. Para lograrlo, es necesario presentar dicho tema breve y claramente.
Si se va a defender una tesis explícita, esta se debe presentar aquí. También es conveniente
enumerar las partes en que se dividirá la composición para que el lector u oyente conozca de
antemano el "recorrido" propuesto por el autor.

Cuerpo o desarrollo: El cuerpo o desarrollo consta de dos grandes partes. La primera,


que en latín recibía el nombre de narratio, constituye una declaración de los hechos que el
público debe conocer antes de que se presenten los argumentos principales. La segunda,
conocida como la argumentación, puede subdividirse a su vez en dos partes: la
confirmación y la refutación. En la confirmación se presentan y se prueban los argumentos
o razones que respaldan la tesis del escritor u orador. En la refutación se contradicen, una a
una y dando razones, las tesis relevantes que puedan surgir como oposición a la tesis
defendida por el autor.Peroración o conclusión

En la conclusión se suele reiterar la tesis y hacer un resumen de los argumentos que la


prueban. Es también el momento indicado para dar la "estocada final" al lector u oyente; es
decir, para inspirarlo, convencerlo de que las ideas expuestas son verdaderas y persuadirlo de
que haga algo o piense de cierta forma. Para lograr todo esto, el autor debe ser capaz de
despertar las emociones del público mediante un uso sofisticado de la palabra.

c) elocutio: La elocutio se enfoca al perfeccionamiento gramatical de las oraciones que


conforman la argumentación. Las oraciones deben ser claras, precisas y convincentes, sin
perder elegancia, pero todo dirigido a causar el mayor impacto psicológico que conduzca
finalmente a la persuasión. La elocutio es sin duda una etapa de pulimento o depuración
gramatical, misma que está integrada por dos actividades que se denominan electio (elección
de expresiones y figuras pertinentes) y compositio (redacción o construcción del texto).

d) actio: Finalmente, la actio también conocida como hipócrisis o pronuntiatio, era la


puesta en escena del orador al recitar su discurso. Ésta constituye la expresión práctica del
resto de las fases, la entrega del discurso del retórico a la audiencia, el acto mismo de
persuadir.

Cabe señalar que hay quienes consideraron que después de la elocutio, venían como
fases la memoria y, finalmente, la pronuntiatio. Éstas no forman parte de la elaboración del
discurso, pero sí de su eficacia suasoria.

La pronuntiatio es la realización verbal del discurso, en tanto que la memoria tiene que
ver con la formación misma del orador, “pues la memoria propone métodos mnemotécnicos
de aprendizaje de la pieza oratoria y de los recursos en general, y la pronunciación (o actio)
recomienda procedimientos para modular y hacer la voz combinándola con los gestos,
durante el tiempo en que el discurso se profiere”.
Institutio Oratoria

Los doce libros de la Institutio Oratoria, de carácter teórico y didáctico, tratan de las
siguientes cuestiones: el Libro I, repleto de consideraciones pedagógicas, presenta las
nociones preliminares que sirven de fundamento a todo el desarrollo posterior de la Retórica;
Quintiliano, como Cicerón, se refiere a la amplia formación enciclopédica que debe recibir el
candidato a un curso de Retórica. A partir de principios psicológicos, Quintiliano ofrece
orientaciones para la formación, desde la infancia, del orador: la elección de las personas que
se han de ocupar de él en los primeros años, desde el aya al preceptor (examinando pros y
contras de la instrucción doméstica de carácter privado y de la escuela pública), la atención a
las condiciones naturales del niño, los métodos de aprendizaje gramatical, las nociones de
cultura general, la pronunciación y los gestos.

Quintiliano defiende que la fórmula más eficaz de enseñanza debe apoyarse en la


lectura y en el comentario de textos de oradores e historiadores, en la práctica de la redacción
y en el hábito de la autocorrección. Aconseja los ejercicios de memorización y de
declamación.

Es partidario de una preparación cualitativa del orador, que, como hemos dicho
anteriormente, ya fue esbozada por los retóricos anteriores. A partir de la definición de
Marcus Cato: vir bonus dicendi peritus, Quintiliano insistió en que, además de estar dotado
intelectualmente y preparado técnicamente en Leyes, Historia, Matemáticas, Música,
Literatura y, sobre todo, en Filosofía, el orador debía ser educado en profundas convicciones
morales. También exige flexibilidad para acomodarse a las características del tema y
capacidad psicológica para adaptarse a la condición del auditorio.

Quintiliano, tras criticar varias definiciones de Retórica -Córax, Isócrates, Gorgias,


Aristóteles...- propone la siguiente: bene dicendi scientia. Su objeto es todo asunto humano.
Afirma que los tres fines de la Retórica -enseñar, mover y deleitar- han de converger en un fin
ético. Defiende, además, que la Retórica es un «arte» ya que ha de usar la técnica y procede
de una manera metódica y ordenada.

Aunque Quintiliano rechaza el uso indiscriminado de pruebas falsas, admite, sin


embargo, con los sofistas que, en determinadas situaciones, el empleo de la mentira puede ser
lícito, y acepta que el juez utilice argumentos falsos en beneficio de un reo inocente.
Bibliografía
Bobes, C. (1995). Historia de la teoría literaria. Madrid: Gredos.
López, J. F. (1996). Quintiliano y la retórica. Murcia: Compobell.
Tinoco, j. U. (2005). Panorama breve sobre la retórica, su naturaleza y su evolución históric.
México.

Tomás Albaladejo, Emilio del Río y José Antonio Caballero (eds.) (1998), Quintiliano:
Historia y actualidad de la Retórica, 3 vols., Logroño, Instituto de Estudios Riojanos.

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