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Por otra parte, era característico del sistema inquisitivo consagrado en Código de
Enjuiciamiento Criminal que los aspectos fundamentales del proceso penal estaban
bajo la responsabilidad de una sola persona que era el juez. Era el juez quien
iniciaba el juicio, investigaba en el sumario (fase de la investigación de los hechos
que se realizaba casi en secreto y a espaldas del propio acusado), dirigía el debate
en el plenario (fase en que, teóricamente, el acusado podía enterarse de su
situación) y, finalmente, sentenciaba. Como se puede inferir, el Juez era casi
todopoderoso y tenía facultades infinitas.
En lo que respecta a este tenor la autora Yincón (2000:45-46) afirma que al estar
la justicia penal sustentada en el modelo inquisitivo, el acceso a ella era de carácter
selectivo, con lo cual se intensificaba la desigualdad de los ciudadanos ante la
aplicación de la justicia penal. Aunado a ello, el sistema inquisitivo se caracterizó
por la inobservancia de la normativa en su practica lo que condujo a un total
irrespeto en lo que a la defensa del imputado se refiere, sumado al hecho de que
era una justicia extremadamente lenta y dependiente de los órganos de la policía
judicial que decían actuar como órganos auxiliares de la administración de justicia.
Ahora bien, con la adopción del modelo acusatorio, tras la promulgación y posterior
entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal (C.O.P.P.).Venezuela se
adapta a las formas modernas de administrar justicia, “la justicia se constituye
fundamentalmente en un importante valor de orden social y político, garantizado y
reconocido por el Estado de Derecho en la medida en que se cumplan los principios
de libre acceso a la jurisdicción, transparencia, igualdad, independencia, celeridad,
eficacia, así como todos aquellos axiomas que traducen ideales democráticos”
(Yincón, 2000:42).
Este nuevo instrumento penal adjetivo venezolano, recoge una serie de garantías
jurídicas cuya finalidad principal es asegurar el respeto de los derechos humanos de
las personas que se hallen bajo proceso judicial y en concordancia con los
compromiso internacionales que sobre esta materia el estado Venezolano había
venido asumiendo a través de la suscripción de pactos y tratados internacionales y
que debían pasar a formar parte el ordenamiento jurídico interno.
“… El C.O.P.P. representa un pase hacia una nueva era judicial, caracterizada por
un sistema jurídico novedoso, moderno desprovisto de vicios como la impunidad, el
terrorismo y la corrupción, amparado en este código cuyos principios y garantías
promueven el respeto y la defensa de los derechos humanos de los procesados”
(Morales, 2001:124).
Por lo tanto, el Código Orgánico Procesal Penal prevé al establecer una serie de
principios y garantías procesales, aquellas situaciones en las cuales pudiera estar
en juego el respeto de los derechos humanos de las personas procesadas ante una
actuación determinada (Morales, 2001:127).
Así mismo El Código Penal adjetivo Venezolano de finales del siglo pasado
(C.O.P.P.), plasmó en sus normas un conjunto de principios y garantías judiciales
esenciales reconocidas internacionalmente, que pudieran avalar un proceso penal
justo, no sólo para el imputado sino también para la víctima: la participación
ciudadana en la administración de justicia, la autonomía e independencia de los
jueces, la garantía de ser juzgados por jueces naturales, la presunción de
inocencia, el principio de afirmación y respeto de la libertad y, en fin, toda una serie
de derechos que perfilan el sistema acusatorio venezolano como principista y
garante efectivo de los Derechos Humanos.
Es por ello, que la oralidad en el sistema acusatorio cuya significación radica en que
la misma, garantiza la transparencia durante el desarrollo del juicio, debido a que
las partes del proceso pueden conocer de manera directa lo que se decide en su
contra; además garantiza seguridad jurídica a las partes, pues sólo podrán
apreciarse las pruebas que sean incorporadas en la audiencia oral y pública
(Morales, 2006: 12).
En otro orden de ideas, hay que mencionar que en lo que respecta a las pruebas, el
Código de Enjuiciamiento Criminal, establecía taxativamente cuáles eran las
pruebas y el valor que cada una tenía, cercenándose la libre interpretación a través
de la sana critica que podía hacer el juez de cada una de las pruebas. Mientras que
en el sistema actual, se rige por el método de la sana crítica que como su nombre
lo indica le permite al juez tener la libertad suficiente para analizar el valor y el
alcance de cada una de las pruebas (Morales, 2006:13).
Bajo este tenor, hay que acotar que con la llegada del C.O.P.P. se implantó la
posibilidad de los modos alternativos para la resolución del conflicto, alternativa no
prevista en el Código de Enjuiciamiento Criminal.
Por tanto, con el pase del sistema inquisitivo al sistema acusatorio, el Estado
venezolano ha buscado dignificar el juzgamiento del ciudadano en conflicto con la
ley penal, al mismo tiempo que este nuevo sistema le ha abierto a la victima la
posibilidad de ser oída y de ser respetada. También se ha buscado con la
instauración del C.O.P.P. que exista imparcialidad en el debate claridad y celeridad
en el mismo y que jueces puede vigilar correctamente la aplicación de la pena entre
otros aspectos.