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4.

DEL EL SISTEMA INQUISITIVO ESCRITO AL SISTEMA ACUSATORIO


ORAL: GENERALIDADES

Es conocido, que el hoy derogado Código de Enjuiciamiento Criminal que imperó en


Venezuela casi hasta el ocaso del siglo XX se encontraba sustentado en el llamado
Sistema Inquisitivo, a pesar de que desde la perspectiva formal era considerado
como un sistema mixto. Para los autores Brown y Rosell, este instrumento jurídico
podía ser definido como una rica fuente de actos legales violatorios de las garantías
procesales reconocidas internacionalmente.

Por otra parte, era característico del sistema inquisitivo consagrado en Código de
Enjuiciamiento Criminal que los aspectos fundamentales del proceso penal estaban
bajo la responsabilidad de una sola persona que era el juez. Era el juez quien
iniciaba el juicio, investigaba en el sumario (fase de la investigación de los hechos
que se realizaba casi en secreto y a espaldas del propio acusado), dirigía el debate
en el plenario (fase en que, teóricamente, el acusado podía enterarse de su
situación) y, finalmente, sentenciaba. Como se puede inferir, el Juez era casi
todopoderoso y tenía facultades infinitas.

Además de esto, en el Sistema Inquisitivo el juicio se desarrollaba de manera


escrita principalmente, debido a que, la escritura dominaba la totalidad de los
actos, lo cual anulaba el aspecto humano y sensitivo que debe regir todo proceso
penal. Por otra parte, es de observar que el Sistema Inquisitivo es propio de los
países que se corresponden con el autoritarismo, completamente contrarios a la
democracia (Morales, 2006:7).

Igualmente, en el sistema inquisitivo que prevaleció en el proceso penal venezolano


hasta finales de la década de los años 90’, la igualdad como el principio procesal
que engloba a su vez los principios de contradicción y de defensa, se encontraban
disminuidos o mejor dicho prácticamente ausentes en dicho sistema (Brown y
Rosell, 1996:29).

En lo que respecta a este tenor la autora Yincón (2000:45-46) afirma que al estar
la justicia penal sustentada en el modelo inquisitivo, el acceso a ella era de carácter
selectivo, con lo cual se intensificaba la desigualdad de los ciudadanos ante la
aplicación de la justicia penal. Aunado a ello, el sistema inquisitivo se caracterizó
por la inobservancia de la normativa en su practica lo que condujo a un total
irrespeto en lo que a la defensa del imputado se refiere, sumado al hecho de que
era una justicia extremadamente lenta y dependiente de los órganos de la policía
judicial que decían actuar como órganos auxiliares de la administración de justicia.

Ahora bien, con la adopción del modelo acusatorio, tras la promulgación y posterior
entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal Penal (C.O.P.P.).Venezuela se
adapta a las formas modernas de administrar justicia, “la justicia se constituye
fundamentalmente en un importante valor de orden social y político, garantizado y
reconocido por el Estado de Derecho en la medida en que se cumplan los principios
de libre acceso a la jurisdicción, transparencia, igualdad, independencia, celeridad,
eficacia, así como todos aquellos axiomas que traducen ideales democráticos”
(Yincón, 2000:42).

Este nuevo instrumento penal adjetivo venezolano, recoge una serie de garantías
jurídicas cuya finalidad principal es asegurar el respeto de los derechos humanos de
las personas que se hallen bajo proceso judicial y en concordancia con los
compromiso internacionales que sobre esta materia el estado Venezolano había
venido asumiendo a través de la suscripción de pactos y tratados internacionales y
que debían pasar a formar parte el ordenamiento jurídico interno.
“… El C.O.P.P. representa un pase hacia una nueva era judicial, caracterizada por
un sistema jurídico novedoso, moderno desprovisto de vicios como la impunidad, el
terrorismo y la corrupción, amparado en este código cuyos principios y garantías
promueven el respeto y la defensa de los derechos humanos de los procesados”
(Morales, 2001:124).

Aunado a lo anterior, con la llegada del sistema acusatorio a la administración de


justicia penal en Venezuela, estaba surgiendo en lo que atañe al poder punitivo una
relación de tinte mas humanitaria entre el Estado y sus ciudadanos al estar inmersa
en dicha relación un derecho de tanta significación para el individuo como es el
derecho a la libertad.

Por su lado, Fernando Fernández (2000:1) en lo relacionado con el C.O.P.P. y su


relación con los Derechos Humanos afirma lo siguiente:

“El legislador del C.O.P.P., al instaurar en Venezuela el sistema acusatorio, oral y


público, también incorporó al proceso penal los fundamentos y características que
configuran la doctrina de los DD.HH, los cuales podrían ser agrupados de la
siguiente manera: 1) son anteriores y superiores al Estado; 2) están
consustanciados con la democracia y el Estado Constitucional de Derecho; 3) son
universales; 4) están mundializados; 5) su incolumidad es objeto del escrutinio
internacional; 6) constituyen un sistema interdependiente; 7) son inherentes a las
personas; 8) son de interpretación extensiva y progresiva; 9) son inviolables.”

Por lo tanto, el Código Orgánico Procesal Penal prevé al establecer una serie de
principios y garantías procesales, aquellas situaciones en las cuales pudiera estar
en juego el respeto de los derechos humanos de las personas procesadas ante una
actuación determinada (Morales, 2001:127).

Así mismo El Código Penal adjetivo Venezolano de finales del siglo pasado
(C.O.P.P.), plasmó en sus normas un conjunto de principios y garantías judiciales
esenciales reconocidas internacionalmente, que pudieran avalar un proceso penal
justo, no sólo para el imputado sino también para la víctima: la participación
ciudadana en la administración de justicia, la autonomía e independencia de los
jueces, la garantía de ser juzgados por jueces naturales, la presunción de
inocencia, el principio de afirmación y respeto de la libertad y, en fin, toda una serie
de derechos que perfilan el sistema acusatorio venezolano como principista y
garante efectivo de los Derechos Humanos.

En sentencia de fecha 10 de enero de 2002, la Sala de Casación Penal del Máximo


Tribunal dejó sentado las bases del sistema acusatorio penal en los siguientes
términos:

“El sistema acusatorio contemplado en el Código Orgánico Procesal Penal es de


corte principista y no reglamentario, establece una serie de principios
fundamentales que van a servir como norte a las normas que regulan los distintos
institutos procesales. La anunciabilidad de un principio es suficiente para que
sistemáticamente en la misma ley procesal penal se le busque la solución
procedimental para salvaguardar el principio anunciado. Jamás podría concluirse
que algunos de los principios que constituyen reglas del debido proceso dejen de
aplicarse por carecer de procedimiento expreso que los conduzca al conocimiento
del tribunal”.

Asimismo, la publicidad y la oralidad constituyen características fundamentales


del nuevo proceso penal venezolano y las mismas deben imperar en las diversas
etapas que componen dicho proceso.
Con la publicidad, se extingue uno de los elementos mas nocivos que presentaba el
sistema inquisitorio presente en el Código de Enjuiciamiento Criminal como lo era
el secreto sumarial, que permitía la confección del hecho punible sin ningún
conocimiento por parte del entonces indiciado.

La institución del llamado secreto sumarial, estaba consagrada en la hoy también


derogada Constitución Nacional de 1961. Esta institución era perjudicial tanto para
el procesado como para su defensa, debido a que las pruebas se practicaban en
secreto y el procesado solo se enteraba de ello cuando le dictaban auto de
detención, con lo cual se le cercenaban al individuo el respeto a sus derechos y
garantías sustanciales y procesales, al mismo tiempo que se favorecía el retardo
procesal y en consecuencia la impunidad.

Es por ello, que la oralidad en el sistema acusatorio cuya significación radica en que
la misma, garantiza la transparencia durante el desarrollo del juicio, debido a que
las partes del proceso pueden conocer de manera directa lo que se decide en su
contra; además garantiza seguridad jurídica a las partes, pues sólo podrán
apreciarse las pruebas que sean incorporadas en la audiencia oral y pública
(Morales, 2006: 12).

Otra característica importante del sistema acusatorio consagrado en el Código


Orgánico Procesal Penal es que ahora el juez no va a tener en su haber las
funciones procesales de acusar, defender y juzgar como ocurría en el sistema
inquisitivo debido a que en virtud de lo consagrado en el C.O.P.P. el Ministerio
Público se erige como el titular de la acción penal en nombre y representación del
Estado.

En otro orden de ideas, hay que mencionar que en lo que respecta a las pruebas, el
Código de Enjuiciamiento Criminal, establecía taxativamente cuáles eran las
pruebas y el valor que cada una tenía, cercenándose la libre interpretación a través
de la sana critica que podía hacer el juez de cada una de las pruebas. Mientras que
en el sistema actual, se rige por el método de la sana crítica que como su nombre
lo indica le permite al juez tener la libertad suficiente para analizar el valor y el
alcance de cada una de las pruebas (Morales, 2006:13).

Bajo este tenor, hay que acotar que con la llegada del C.O.P.P. se implantó la
posibilidad de los modos alternativos para la resolución del conflicto, alternativa no
prevista en el Código de Enjuiciamiento Criminal.

Por tanto, con el pase del sistema inquisitivo al sistema acusatorio, el Estado
venezolano ha buscado dignificar el juzgamiento del ciudadano en conflicto con la
ley penal, al mismo tiempo que este nuevo sistema le ha abierto a la victima la
posibilidad de ser oída y de ser respetada. También se ha buscado con la
instauración del C.O.P.P. que exista imparcialidad en el debate claridad y celeridad
en el mismo y que jueces puede vigilar correctamente la aplicación de la pena entre
otros aspectos.

Sin embargo, no se puede negar que independientemente de los inconvenientes


que haya acarreado la aplicación del sistema acusatorio este a permitido humanizar
la justicia, garantizar un proceso penal justo y sustentado en el respeto y garantía
a los derechos fundamentales.

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