Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
No hace mucho los astrónomos descubrieron una nueva galaxia a 13.000 mi-
llones de años luz de nuestro planeta. Esa inmensa distancia señala hoy la
frontera exterior del universo, pero sabemos que cualquier día, gracias a los
poderosos radiotelescopios y otros ingenios, la traspasaremos y asumiremos
nuevos retos galácticos. Sorprendentemente, casi al mismo tiempo que nos
proponemos escudriñar el cosmos y colonizar los planetas de nuestro siste-
ma solar, el desarrollo científico está haciendo también posible que comen-
cemos a traspasar una frontera mucho más cercana, una sutil frontera inte-
rior que muchos hasta hace poco consideraban infranqueable: la frontera de
la mente humana y su naturaleza. Hoy sabemos que la mente, nuestro mun-
do interior, no es otra cosa que una colección de funciones del cerebro estre-
chamente relacionadas, como sentir, percibir, motivarnos, recordar, emocio-
narnos o simplemente pensar e imaginar. Creando la mente, el cerebro nos
convierte en seres inteligentes y sociales.
Hace unos 500 millones de años, en el mar, en animales tan primitivos como
las esponjas empezaron a configurarse las primeras células nerviosas, las
neuronas. Desde entonces no han dejado de multiplicarse organizándose en
intrincadas redes capaces de regular el funcionamiento y la conducta de los
organismos. La concentración progresiva de parte de esas redes en regiones
cefálicas de los animales dio como resultado la aparición y el desarrollo de
1
Tomado de “Viaje al Universo Neuronal, Fundación española para la ciencia y la tecnología. 2007
1
cerebros cada vez más grandes y complejos, constituidos por multitud de
neuronas interconectadas mediante señales químicas y eléctricas.
2
John Morgan Allman, profesor de biología del Instituto de Tecnología de Cali-
fornia (Estados Unidos), tiene una explicación muy interesante para la reduc-
ción de peso cerebral. Hace unos 15,000 años el hombre ya domesticaba a
los lobos. Con su agudo oído estos animales le proporcionaron protección al
tiempo que ellos mismos se beneficiaban obteniendo regularmente comida y
cuidados para sacar adelante sus crías. Pero al reducirse la necesidad de bus-
car permanentemente su propio sustento y protección para sobrevivir, dis-
minuyó el tamaño de sus cerebros. Es decir, la domesticación parece cambiar
la estructura y el funcionamiento cerebral, reduciendo su tamaño. Según el
profesor Allman, con inventos como la agricultura y la tecnología el hombre
se ha domesticado también a sí mismo, y esa podría ser la razón por la que su
cerebro ha perdido peso. ¿Acaso en el mundo futuro que construyamos se-
guirá disminuyendo el peso de nuestro cerebro?, ¿se acelerará ese proceso
con los nuevos retos y desarrollo de la tecnología?, ¿cambiarán nuestras ca-
pacidades mentales? No lo sabemos, pero lo que parece obvio es que nues-
tra propia conducta es un determinante crítico de nuestro destino como es-
pecie biológica
3
Aparecía así progresivamente el característico manto de tejido nervioso que
envuelve al cerebro y que llamamos corteza cerebral. Con ella se desarrolla-
rían extraordinariamente las capacidades perceptivas y la inteligencia de los
animales.
Arthur Koestler
4
Es, precisamente, la consciencia, y no la mente, lo que desaparece cuando
nos desmayamos o nos anestesian en un quirófano. Pero del mismo modo
que la imagen de un televisor nos informa del resultado final del procesa-
miento de la información que tiene lugar en sus circuitos electrónicos y no
del proceso mismo que tiene lugar en ellos, la consciencia no es más que un
estado informativo de la mente que nos permite conocer el resultado final
del sofisticado análisis y procesamiento de información que tiene lugar con-
tinuamente en nuestro cerebro. Más cerca del proceso mismo, pero lejos aún
de su explicación, las técnicas modernas de tomografía o resonancia magné-
tica funcional nos ofrecen vistosas imágenes cromáticas de aquellas partes o
regiones del cerebro cuyas neuronas están activas al unísono de los procesos
mentales, sean o no conscientes. Aún con sus limitaciones, incluyendo la de
no ser una ventana abierta a todos los procesos y contenidos de la mente, el
fenómeno de la consciencia constituye una experiencia singular extraordina-
riamente útil, pues confiere a los organismos una gran flexibilidad para inter-
pretar el mundo y regular su propio comportamiento.
5
de cualquier entidad, real o imaginada, concreta o abstracta, en la mente
humana con independencia del contexto. Nadie, por ejemplo, imagina a un
animal como el gato, que no tiene la capacidad humana del lenguaje, dicién-
dose a sí mismo "mi casa está dos calles a la izquierda y una a la derecha", es
decir, utilizando el lenguaje interior como un sistema de representación del
mundo en su mente. Los humanos podemos hacerlo gracias a nuestro pode-
roso sistema lingüístico.
6
ello hay que añadir la capacidad de experimentar en uno mismo los senti-
mientos ajenos, es decir, la empatía, completando un cúmulo de facultades
mentales que potenciaron sobremanera la inteligencia y organización socia-
les del hombre actual.
La dicotomía mente-cerebro
7
inteligencia biológica. Incluso se han dado ya los primeros pasos para imple-
mentar algunos elementos emocionales simples en los ordenadores, algo que
hasta nos asusta. Nunca como hoy habíamos estado tan cerca de un conoci-
miento científico de la mente y la inteligencia humanas.
Pero sería ingenuo pensar que el camino por andar es corto o fácil. En reali-
dad, mucho de lo que sabemos son sólo aproximaciones parciales o correla-
ciones entre la actividad del cerebro y los procesos mentales, sin que todavía
hayamos sido capaces de establecer relaciones consistentes de causa—
efecto en fenómenos cognitivos fundamentales, como el de la conciencia.
Antonio Damasio, expone que el cuerpo aparece antes que la mente tanto
ontogénica como filogenéticamente. Por lo tanto, lo físico es sustrato obliga-
do de lo pensante: "es indiscutible que la mente viene del cerebro".
8
Propone una explicación biológica a la actividad mental, en base a los cono-
cimientos neuropsicológicos actuales. Esto implica que, contrario a lo que
propuso Descartes, la mente sí se rige por las leyes de la materia (causa-
efecto): "somos y después pensamos, y pensamos sólo en la medida que so-
mos, porque las estructuras y operaciones del ser causan el pensamiento".
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que aquello que nos hace huma-
nos puede desencadenar también pasiones controvertidas que nos pueden
llevar al abismo de la ceguera y la incomprensión, y con ellas a la violencia, la
destrucción mutua o incluso el suicidio altruista. Es decir, los mecanismos de
rivalidad y competencia que han prevalecido en la evolución, pueden volver-
se contra nosotros mismos. Pero nuestra mente es tan plástica y modificable
como lo es nuestro cerebro, cuyos circuitos y funcionamiento se reajustan
constantemente durante toda la vida en función de nuestras experiencias
cotidianas.