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Capítulo Uno

La estructura
en la arquitectura

1 .1 Evolución histórica

La estructura es, y ha sido siempre, un componente esencial de la arqui-


tectura. Ya tratara de construir un simple refugio para sí y su familia, ya de ce-
rrar grandes espacios donde centenares de seres pudieran rendir culto a su di-
vinidad, comerciar, discutir problemas políticos o entretenerse, el hombre ha te-
nido que dar forma a ciertos materiales y usarlos en determinadas cantidades,
a fin de que su arquitectura se mantuviera en pie resistiendo la atracción de la
tierra y otras cargas peligrosas. Era imprescindible resistir el viento, las descar-
gas atmosféricas, los terremotos y los incendios, y si era posible resistirlos con
un razonable costo de mano de obra y materiales teniendo en cuenta la dispo-
nibilidad de una y otros. Y como desde los primeros tiempos de su existencia
el hombre tuvo un sentido innato de la belleza, toda la construcción se conci-
bió conforme a ciertos postulados estéticos, que no pocas veces impusieron a
la estructura exigencias mucho más estrictas que las de resistencia y economí-
a.
Podría quizás pensarse, por consiguiente, que siempre se ha dado impo-
tancia a la estructura y que, en cierto sentido, ella ha dictado el tipo de arqui-
tectura. No es así, sin embargo. En la antigüedad se crearon edificios magnífi-
cos, y se los crea todavía hoy, con una notable despreocupación por la correc-
ción de la estructura. El Partenón, aún con su hermosura divina, traslada al már-
mol formas estructurales típicas de la construcción en madera y, desde el pun-
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to de vista estructural, es "erróneo·. En realidad, la madera es un material resis-


tente a los esfuerzos de tracción y es correcto construir con ella elementos ho-
rizontales, que requieren resistencia tanto a la tracción como a la compresión.
La piedra resiste solamente esfuerzos de compresión, y es posible construir ele-
mentos horizontales con ella sólo disminuyendo su longitud y apoyándolos en
pesados elementos verticales, tales como columnas o pilares. De aquí que los
elementos horizontales de piedra sean inadecuados. Por otra parte, las catedra-
les góticas podían tener luces de un centenar de metros, y cubrir centenares de
metros cuadrados llenos de fieles, usando el arco, elemento estructural curvo
en el cual no se generan esfuerzos de tracción. Así, pues, la piedra es el mate-
rial correcto para la estructura tipo bóveda, y la belleza de las catedrales góti-
cas satisface al mismo tiempo nuestro sentido estético y nuestro anhelo de re-
sistencia estructural.
Algunos historiadores de la arquitectura, y también algunos ingenieros es-
pecializados en estructuras, han argumentado que una honda preocupación
por estas últimas conducirá inevitablemente a la belleza. Es innegable que una
estructura "correcta" satisface el ojo del espectador, aún del más irremediable-

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Salvadori, Mario. <i>Estructuras para arquitectos</i>, Editorial Nobuko, 2005. ProQuest Ebook Central,
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mente profano, y que a menudo una estructura "incorrecta· ofende desde el
punto de vista estético. Pero sería difícil, por no decir imposible, demostrar que
la estética depende en esencia de la estructura. Es fácil demostrar, en cambio,
que algunas estructuras "incorrectas· son encantadoras, mientras algunas es-
tructuras "correctas· no nos satisfacen estéticamente. Quizá fuera más pruden-
te decir que la "corrección"de una estructura es, la más de las veces, una con-
dición necesaria de la belleza, sin ser suficiente para garantizarla. Algunos ar-
quitectos e ingenieros contemporáneos, como Félix Candela y Pier Luigi Nervi,
están tan imbuidos de sentido artístico, que sus estructuras son hermosas. Pe-
ro ciertos edificios grandiosos, construidos en los últimos tiempos de acuerdo
con osadas técnicas de la ingeniería, carecen sin duda de toda belleza.
Podemos concluir, por tanto, que el conocimiento de las estructuras por
parte del arquitecto es, al menos, altamente deseable, y que la corrección en
la estructura no puede sino contribuir a la belleza de la arquitectura.

1.2 El Interés actual por la arquitectura

En el pasado reciente, como en el más remoto, la figura del arquitecto te-


nla perfiles singulares: era artista y tecnólogo, proyectista y constructor. Miguel
Angel pudo ser pintor, escultor, arquitecto y constructor genial: San Pedro con-
serva su impronta en esos cuatro campos de actividad. En cambio, durante los
últimos cincuenta af'los la especialización del conocimiento ha sentado sus re-
ales en el campo de la arquitectura y hoy distintos hombres ejercen las diver-
sas funciones otrora reunidas en la misma persona. Dos hombres son esencia-
les en la construcción de todo edificio importante: el arquitecto y el ingeniero
civil. Hoy en día, ningún arquitecto se atrevería a proyectar un edificio, aún de
tamaf'lo modesto, sin consultar a un ingeniero especialista en estructuras. Las
ralees de esta relación de dependencia han de buscarse en la creciente impor-
tancia de los factores económicos, en la tendencia tecnológica de nuestra cul-
tura y, sobre todo, en la necesidad de grandes estructuras que tiene nuestra ci-
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vilización de masas.
Mientras el número de seres humanos se ha multiplicado con ritmo crecien-
te durante los últimos siglos, hasta crear una "explosión demográfica·, las so-
ciedades civilizadas han venido brindando a cada ser humano mayor cantidad
de servicios, con un incremento acentuado de la "densidad psicológica· de la
población. Cada uno de nosotros requiere más educación, más viajes, más
atención médica, más esparcimiento. Los medios de comunicación de masas
permiten -y obligan- a grandes cantidades de seres humanos a reunirse bajo
el mismo techo para desarrollar todas las actividades gregarias tan típicas de
nuestra era. Aparecen en número creciente grandes estaciones, grandes esta-
dios, grandes teatros, grandes iglesias, grandes campos deportivos. Las aglo-
meraciones urbanas exigen el crecimiento de edificios más altos. La gran es-
tructura ha llegado a ser un símbolo de nuestra cultura y un monumento a sus
grupos, ya sean gobiernos, iglesias o corporaciones. Por otro lado, albergan mi-
llones de personas y proveerlas de escuelas y hospitales se encuentran entre
las metas básicas de las sociedades civilizadas.
Estos tremendos temas plantean un serio desafío al arquitecto; el lego ad-

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quiere conciencia de la importancia que la arquitectura tiene en su propia vida.
Así, pues, en un saludable clima de interés público, los especialistas se reúnen
para resolver problemas nuevos, difíciles, y no pueden pasar por alto el impac-
to de su labor sobre el público en general. El público, cuyo dinero se emplea a
menudo para estos grandes edificios, cobra interés personal en su construc-
ción. Esta acción recíproca entre especialistas y público puede llevar a una ar-
quitectura mejor y más correcta, con tal que el lego comprenda los problemas
básicos de los especialistas y una a éstos un lazo común de entendimiento mu-
tuo. Éste es el tema central de la educación arquitectónica contemporánea, que
incluye tanto la educación del arquitecto como la divulgación de la arquitectu-
ra.

1.3 El arquitecto y el Ingeniero

Todo arquitecto, todo estudiante de arquitectura se halla hoy convencido


de la importancia del conocimiento estructural, pero la adquisición de tal cono-
cimiento es más difícil de lo que cabría esperar. El rápido desarrollo de las téc-
nicas constructivas basadas en el uso de nuevos materiales (v.gr., el aluminio
o el hormigón armado y pretensado), así como las dificultades matemáticas in-
herentes al proyecto de nuevas formas estructurales (como los grandes techos
de todas formas), hacen casi imposible que un hombre de formación esencial-
mente artística pueda captar siquiera las potencialidades de los nuevos méto-
dos de diseño y construcción. El arquitecto contemporáneo, quizá el último hu-
manista de nuestro tiempo, debe estar familiarizado con la estética, ingenierí-
a, sociología, economía y, en términos generales, con el planeamiento. En cam-
bio, bajo la influencia de la tradición, a menudo se le da, fundamentalmente, for-
mación artística. Su conocimiento de las herramientas básicas necesarias pa-
ra comprender la tecnología moderna es, las más de las veces, limitado: mate-
mática, física y química no son materias esenciales de su programa de estudios.
Por otra parte, el conocimiento del ingeniero en los campos de la sociolo-
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gía, la estética y el planeamiento es tan limitado como lo es el del arquitecto en


materias técnicas. Un diálogo entre arquitecto e ingeniero resulta prácticamen-
te imposible: carecen de un vocabulario común a ambos.
Como este diálogo es necesario, cabe preguntarse, en primer lugar, si el
ingeniero debe tener más de arquitecto o el arquitecto más de ingeniero. Pero
no se requiere pensar mucho para comprender que corresponde principalmen-
te al arquitecto la tarea de tender el puente. El arquitecto es el líder del equipo
constructivo; el ingeniero no es sino uno de sus integrantes. El arquitecto tiene
la responsabilidad y la gloria; el ingeniero sólo tiene que prestar un servicio, por
creador que sea.
Dado el creciente interés del público por la arquitectura. ¿es posible faci-
litar tanto al arquitecto como al público, la comprensión de las facetas estruc-
turales que presenta el problema técnico? ¿Es posible tal cosa sin una penetra-
ción a fondo en matemática superior, física y economía? En otras palabras. ¿es
posible que una persona inteligente, sin estudio alguno de las ciencias físicas
y matemáticas. comprenda los fundamentos del comportamiento estructural?
Las respuestas a las preguntas que anteceden son afirmativas sí se esta-

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blece una clara distinción entre la comprensión de los conceptos estructurales
básicos y el conocimiento cabal del análisis de estructuras.

1.4 Estructuras e Intuición

Es evidente que sólo el estudio serio de la matemática y de las ciencias fí-


sicas permitirá a un proyectista analizar una estructura compleja con el grado
de perfeccionamiento exigido por la tecnología moderna. El ingeniero estructu-
ral de nuestro días es un especialista entre especialistas, integra un subgrupo
entre los ingenieros civiles. Con el desarrollo de nuevas tecnologías, inclusive
los especialistas en estructuras se especializan: en la actualidad, algunos inge-
nieros de estructuras, se especializan en hormigón armado; otros, sólo en te-
chos de hormigón armado; otros, por último, sólo en techos de una forma par-
ticular. Se recurre a estos especialistas en busca de asesoramiento sobre un ti-
po determinado de estructura, tal como se consultaría a un especialista ante un
tipo raro de enfermedad.
Pero es evidente, también, que una vez establecidos los principios básicos
del análisis estructural, no hace falta un especialista para comprenderlos sobre
una base puramente flsica. Todos estamos, en cierto grado, familiarizados con
estructuras en nuestra vida cotidiana: sabemos a qué ángulo debemos colocar
una escalera de mano para que soporte nuestro peso y sabemos si el tablón dis-
puesto sobre el arroyuelo se romperá cuando caminemos sobre él. Sabemos si
la cuerda es suficientemente fuerte para izar un balde de agua desde el fondo
de un pozo y si el viento hará volar la carpa levantada en el campamento. Es un
paso relativamente fácil capitalizar estas experiencias, sistematizar ese cono-
cimiento y llegar a comprender el cómo y el porqué del comportamiento de una
estructura moderna.
Este estudio resultará fascinante para el lego. Es imprescindible para el ar-
quitecto: sin él, pronto quedaría fuera del campo de la arquitectura contempo-
ránea. Para el público interesado, puede ser un hobby más; para el estudian-
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te de arquitectura y el arquitecto activo en su profesión, es uno de los requisi-


tos básicos de ésta.
Una vez captados los fundamentos, el arquitecto debe llegar a dominar los
puntos más sutiles de la teoría de las estructuras. Esto le permitirá aplicar con
inteligencia una gran cantidad de nuevas ideas y métodos, desconocidos has-
ta hace pocos al'\os, aún para los grandes arquitectos.
Esta nueva disponibilidad y libertad de ideas y métodos presenta un peli-
gro evidente. El arte se nutre de las limitaciones; la libertad puede llevar fácil-
mente a la anarquía. Hoy es posible construir casi cualquier estructura, y por ello
el arquitecto se ve menos coartado por las dificultades técnicas; quizá se de-
je arrastrar hacia el mundo de las más injustificables estructuras. Es cierto que
el arquitecto contemporáneo medio puede aspirar en el campo de las estruc-
turas a realizaciones mayores que las que eran posibles hace sólo un siglo a los
profesionales de excepción, pero esas realizaciones son fruto no solamente de
la tecnología, sino de "sangre, sudor y lágrimas·'.
Lo que sigue es un intento de introducir al lector en el campo de las estruc-
turas, sin recurrir a un conocimiento formal de matemática o física. Esto no qui e-

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re decir que trataremos las estructuras de manera elemental, incompleta o sim-
plificada. Por el contrario, algunos conceptos estructurales presentados en los
últimos capítulos de este libro son sutiles y complejos; sin embargo, el lector
puede captarlos y reconocerlos en situaciones arquitectónicas generales, so-
bre una base puramente intuitiva. Este mejor conocimiento del comportamien-
to de las estructuras conducirá al estudiante interesado a una mejor compren-
sión de los puntos más delicados del diseño estructural.
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