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Otro concepto es ….. Un activo es un recurso con valor económico que posee o controla un individuo o
entidad, que es intercambiable y del que se espera obtener beneficio futuro. La emisión de un activo
genera una deuda a la parte emisora (vendedor) y un derecho en el títular (comprador).
Al contrario que los activos tangibles (un coche o una casa por ejemplo), los activos financieros no
suelen tener un valor físico. El comprador de un activo financiero posee un derecho (un activo) y el
vendedor una obligación (un pasivo).
Para los emisores de activos estos suponen una forma de financiación de su actividad económica, reciben
dinero del comprador del título y generan la obligación de un pago futuro (genera una deuda en el
emisor). A nivel de contabilidad nacional los activos financieros no se contabilizan en los cálculos
del Producto Interior Bruto y, por tanto, se considera que no generan riqueza en el país aunque
contribuyen al crecimiento económico al facilitar el movimiento de los recursos.
Un activo financiero obtiene su valor de ese derecho contractual. Gracias a estos instrumentos las
entidades que poseen deuda se pueden financiar y, a su vez, las personas que quieren invertir sus ahorros
consiguen una rentabilidad invirtiendo en esa deuda. Los activos financieros se representan mediante
títulos físicos o anotaciones contables (por ejemplo, una cuenta en el banco).
Todos los inversores tienen en común su intención de ganar dinero, pero sus orígenes son diversos y
tienen diferentes necesidades. Lo que apunta a que diferentes vehículos y métodos de inversión sean
adecuados para determinados tipos de inversores. Aunque hay muchos factores que determinan la ruta
óptima a seguir por un inversor, podemos centrarnos en las tres categorías principales de objetivo,
horizonte de inversión y personalidad.
De forma general, los inversores tienen unos cuantos objetivos básicos: conservación del capital,
obtención de rentas periódicas o apreciación del capital. Estos objetivos dependen de la edad, la posición
y estatus y de las circunstancias personales. Una viuda de 65 años que viva de sus ahorros está mucho
más interesada en preservar el valor de sus inversiones que un ejecutivo de 33 años. Puesto que la viuda
necesita mantener una renta, a partir de sus inversiones, para sobrevivir, no puede arriesgarse a perder.
El joven ejecutivo, por el contrario, puede arriesgarse a perder su dinero porque cuenta con tiempo para
recuperarlo e incluso para generar ganancias notables.
La posición financiera de un inversor puede afectar también a sus objetivos. Un multimillonario
obviamente tendrá objetivos muy diferentes a los de una joven pareja de recién casados.
Como regla general, cuanto más corto sea el horizonte de inversión, más conservador debería ser el
inversor. Si se trata de una inversión a largo plazo, como puede ser la planificación de la jubilación
cuando la edad del inversor es de alrededor de 20 años, queda aún tiempo para recuperar pérdidas y, por
tanto, se puede permitir invertir en vehículos más agresivos, como las acciones. Al mismo tiempo, al
empezar a una temprana edad, se contaría con la ventaja nada desdeñable del interés compuesto. Por el
contrario, si está usted a punto de jubilarse, la oportunidad de recuperar pérdidas es limitada, por lo que
resultaría crítico invertir aplicando un estilo conservador a su inversión.
Peter Lynch, uno de los grandes inversores de todos los tiempos, ha dicho que ‘el órgano más importante
para invertir es el estómago, no el cerebro’. Dicho de otro modo, un inversor necesita saber cuánta
volatilidad está dispuesto a soportar. Averiguar esto es difícil, pero hay un viejo adagio de la inversión
que encierra algo de verdad: ‘puede averiguar si ha aceptado un riesgo demasiado alto cuando no pueda
dormir por la noche a causa de la preocupación por sus inversiones. Este es un indicador de su
personalidad inversora.
Su tolerancia al riesgo viene por tanto determinada por su capacidad para tomar riesgos, siendo
objetivos, horizonte de inversión y personalidad los principales factores que definen esta tolerancia al
riesgo
Dependiendo de esta tolerancia al riesgo, sería aconsejable invertir en diferentes vehículos de inversión.
Veamos los cuatro grandes grupos de vehículos de inversión.
Agrupados bajo la categoría de valores de ‘renta fija’, el término bono se usa comúnmente para referirse
a cualquier activo basado en deuda. Cuando usted adquiere un bono, está prestando dinero a una empresa
o a un gobierno. Como recompensa por este préstamo, están de acuerdo en pagarle un interés y, en la
fecha de vencimiento, devolverle el capital prestado.
El principal atractivo de los bonos es su relativa seguridad. Si adquiere bonos emitidos por un gobierno
estable, sus inversiones están virtualmente garantizadas o, de ahí la expresión ‘libres de riesgo’. La
seguridad y estabilidad, sin embargo, tienen un coste. Si el riesgo es bajo, el retorno potencial también
lo es. Como resultado, la tasa de retorno de los bonos generalmente es menor que la de otro tipo de
valores.
En el caso de las acciones - renta variable o valores bursátiles – el inversor se convierte en dueño parcial
del negocio. Esto le autoriza a votar en las juntas de accionistas y le permite recibir cualquier beneficio
que la empresa asigne a sus dueños, es decir, dividendos.
Así como los bonos proporcionan un flujo de ingresos estable, las acciones son volátiles, su valoración
puede fluctuar diariamente. Cuando se adquiere una acción, nada está garantizado. Muchas acciones ni
siquiera pagan dividendos, con lo que la única fuente de aumento del capital invertido vendría de un
aumento de su valor y de una subida de precio, que puede o no ocurrir.
Comparadas con los bonos, por tanto, las acciones ofrecen un alto potencial de retornos. Por supuesto,
hay que pagar un precio por este potencial: es necesario asumir el riesgo de perder parte o toda la
inversión.
Los fondos de inversión invierten en acciones e invierten en bonos. Cuando se suscribe un fondo de
inversión, su dinero pasa a formar parte de un patrimonio global aportado por diversos inversores que,
a su vez le permite, como parte de ese grupo, contratar los servicios de un gestor profesional que
seleccione valores específicos para usted.
Los fondos se diseñan teniendo en cuenta una estrategia definida y su enfoque particular puede ser casi
cualquier combinación de valores: acciones de empresas de gran capitalización o de pequeña
capitalización, bonos emitidos por gobiernos o por empresas, acciones y bonos, acciones de
determinados sectores o países, por nombrar algunos de ellos.
La primera ventaja de un fondo de inversión es que puede invertir su dinero sin necesidad de tener
experiencia en seleccionar sus inversiones. Pero, además le permite encontrar una cartera adaptada a su
objetivo, horizonte de inversión y personalidad, en base a la combinación de activos de mayor o menor
riesgo en la cartera del fondo.
Como hemos visto, los dos valores básicos de inversión son acciones y bonos, o renta variable y renta
fija. Aunque la mayoría de las inversiones puede encuadrarse en una de estas dos categorías, hay
numerosos vehículos alternativos que representan tipos de valores y estrategias de inversión más
complejas.
Podríamos decir que, generalmente, las inversiones alternativas son valores de alto riesgo y alto retorno,
con un carácter mucho más especulativo que simples acciones o bonos. Ofrecen, desde luego, la
oportunidad de obtener grandes ganancias, pero requieren de un conocimiento especializado. Si no sabe
lo que está haciendo, podría verse metido en un buen apuro, por lo que es recomendable que comience
poniendo su patrimonio a invertir en las expertas manos de un gestor de fondos, apoyándose en los
consejos de un asesor financiero.