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EL DESAFIO DELA CRUZ I.B.E.S.

2006
Drama de llamamiento para 7 personas.

Evangelista:
Aquí estoy hoy como el mensajero del Rey Celestial. Vengo a buscar y llamar discípulos para
Jesucristo. Invito a todos, los ancianos y jóvenes, ricos y pobres, hombres, mujeres y niños. Les invito a
inscribirse bajo la bandera de mi Rey. Sus palabras son: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi...” (Mt. 11: 28 – 29) “He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él, y cenare con él, y él
conmigo.’

¿Quiénes están listos para aceptar mi invitación? La recompensa es grande. “Recibirá cien veces más ahora
en este tiempo...y la vida eterna en el siglo venidero” (Mr. 10:30) “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el
que oye, diga: Ven... y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Ap. 2:17

(El primer discípulo aparece)

Primer discípulo:
Dulce Evangelista del Gran Rey, he escuchado tu voz. Tus palabras de invitación han
despertado mi interés. He notado lo fácil del servicio que se requiere y la grandeza de la recompensa. Yo,
deseo ese descanso y paz, y esa corona que tu ofreces. Inscríbeme en ese grupo noble de discípulos,
quienes tienen a Jesucristo como Maestro.

Evangelista:
¡Bienvenido eres a la compañía de los discípulos! Inscribiré tu nombre entre los seguidores del
Maestro, y habrá gozo entre los ángeles por ti. Aquí, te doy esta insignia de los discípulos.
(le ofrece una cruz). Nuestro Maestro tomo la cruz, y sufrió por nosotros, “menospreciando el oprobio”
(Heb. 12:2) y El invita a sus discípulos a tomar la cruz y seguirle.

Primer discípulo:
¡Como! ¿No prometiste paz y felicidad a los seguidores de tu Maestro? ¡Yo buscaba placer
y un servicio fácil, y he aquí, tú me ofreces una cruz, esa insignia de servidumbre, abnegación y
sufrimiento! ¿Tengo que dejar los placeres mundanos y mis ambiciones y llevar esa cruz?

Evangelista:
Así es el plan y el mandato del Maestro. Eres salvado para servir, librado para librar; tú
conquistaras por sumisión. El camino de la cruz, es el camino del resplandor. Hallaras tu vida por perderla.
Así es la senda de los mártires, los héroes y los santos; es la senda que el Maestro camino, y la que se dirige
al Portón de Perla de la Ciudad Santa. Yo te ruego que tomes la cruz y sigas en pos de El en la senda de la
vida gloriosa y eterna.

Primer discípulo:
Yo estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio razonable, pero no me gusta esa cruz.
Además, delante de mi esta un futuro atractivo.

Evangelista:
Yo comprendo que no eres digno de ser seguidor de Jesús. Amas al mundo y a ti mismo, pero
no amas a Dios. Gozarías de la recompensa pero esquivas el trabajo y la lucha. Buscas la corona pero huyes
de la batalla. El Maestro no te ha escogido.
(Sale el primer discípulo)
Coro:
Evangelista:
Verdaderamente el Señor ha dicho: Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la
Vida, y pocos son los que la hallan. (Mt. 7:14) Pero, llamare otra vez: A todos los sedientos: Venid
a las aguas. (Is. 55: 1)

(El segundo discípulo responde)

Segundo discípulo:
Dulce mensajero del Maestro. He escuchado tu llamado y he aceptado la invitación. He notado
que mi amigo a rehusado llevar la cruz. ¡Cuenta conmigo! Con gozo llevare una cruz en el servicio del Rey.
Donde quiera que El me guíe, yo le seguiré llevado su cruz.

Evangelista:
Tu hablas como un discípulo dispuesto, quien traería gozo al corazon de mi Maestro,
El te honrara. (El discípulo se pone a examinar las diferentes cruces) ¿Qué estas haciendo?

Segundo discípulo:
Estoy escogiendo una cruz.

Evangelista:
No fuiste invitado a escoger una cruz, sino a llevarla. El Maestro es él que escoge, tu el que la
lleva. Aquí, esta es tu cruz. (El evangelista le da una cruz, y el discípulo la acepta) Lleva esta cruz para el
servicio del Maestro.

Segundo discípulo:
(Hablando consigo mismo) ¡Que cruz mas repulsiva, incomoda y pesada que me dio! Estoy listo a
seguir a Jesús en una senda placentera; pero llevar una carga tan penosa, es mas de lo que mi paciencia
puede soportar. ¿Por qué no me dio una cruz más liviana? ¿Una que este mas de acuerdo a mi gusto, y más
apropiada a mi sociedad? Voy a cambiarla por otra. (Deja la cruz y busca otra)

Evangelista:
¿Qué estas haciendo?

Segundo Discípulo:
La cruz que me diste no va bien con mi gusto y mi posición. Es muy pesada y rustica, y yo estoy
buscando otra, una más liviana y mas apropiada a mi sociedad, bueno, otra estará bien siempre que tenga la
forma de una cruz.

Evangelista:
Debes llevar la cruz que el Maestro escogió para ti. La sabiduría infinita la hizo, y el amor
infinito la ofrece. Tú no puedes cambiarla para agradarte a ti mismo, sin entristecer al Señor.

Segundo discípulo:
(Alzando una cruz pequeña) Gustosamente llevare esta cruz.
Evangelista: (Quitándole la cruz al discípulo)
No, esta no es tu cruz. Veo que tú no eres Un discípulo de voluntad. Buscas tu propio placer, no el
del Maestro. Tu lengua ofrece servicio, pero tu corazon no es sumiso a El. El Maestro no te ha escogido,
por que tu no le has escogido a El.
(Sale el segundo discípulo)
Coro:

Evangelista:
La hora está avanzada y la noche viene cuando nadie puede trabajar. En vano ha sido mi labor.
“? Quien ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre quien se ha manifestado el brazo de Jehová?” (Is. 53: 1)
Ciertamente mi misión no puede ser en vano. Todo el día he trabajado y ninguno.....

Tercer discípulo: (Hablando mientras se acerca.)


Yo, yo me ofrezco a ser un soldado de Cristo. Yo con buena voluntad llevare la cruz. Yo le ruego
que me pruebe y que note mi lealtad y entusiasmo en ésta causa. Orgullosamente llevare esa distinción y
me glorió en la labor que me queda delante.

Evangelista:
Parece que, es de veras un discípulo listo. El Maestro ama a los que tienen una mente presta.
Te doy ésta cruz a llevar para El.

Tercer discípulo: (Besa la cruz, la abraza en su pecho y se inclina en un momento de oración ante su cruz,
Antes de hablar)
Tú eres un ornamento bellísimo y eres tan popular. Yo te llevare cerca de mi corazon siempre, y
te colgare de una cadena de oro y perlas. No puedo entender por que alguien ha de oponerse a llevar la cruz.
Eres tan elegante y tan ornamental. Eres tan llamativa. Mostrare mi cruz para la admiración de todos.
(Mostrando la cruz al público) Miren mi cruz. ¿No es encantadora?

Evangelista:
¿Qué estas haciendo?

Tercer discípulo:
Estoy adorando la cruz, este hermoso emblema de mi fe.

Evangelista:
¿Adorando la cruz? Este no es el servicio que el Maestro requiere. (Tomando la cruz) Tienes que
llevar la cruz, no adorarla. No es por adornar la cruz que se hace más hermosa; no es por inclinar la cabeza,
ni doblar las rodillas que se hace más poderosa. Muchos hay que admiran la cruz de su iglesia, pero la
rechazan en sus vidas. Muchos hay que la llevan como un adorno, pero la rehuyen como el instrumento de
la crucifixión de sus pecados, su egoísmo y orgullo. Ellos son los que piensan que un sentimiento poético es
todo lo que el Maestro requiere. No es la hermosa cruz, adornada de joyas la que redime al mundo y al alma
de su pecado, sino la cruz del calvario, la cruz en la cual la vida vieja muere y la vida nueva aparece. Solo
en una cruz como esa se encuentra el poder que vence al mundo.
(El tercero sale humillado y se acerca el cuarto)
Evangelista:
Aquí viene un amigo, posiblemente otro que busca servir al Señor, Paz a ti, hermano, ¿que es tu
misión hoy?

Cuarto discípulo:
He venido a hallar un lugar entre los discípulos de su Maestro. Yo creo que eso es mi deber
racional. He meditado muchísimo en el asunto y ahora ofrezco mi servicio y espero a sus órdenes.

Evangelista:
“Al que a mi viene no le echo fuera” (Jn. 6: 37) Es a tales como tú que el Maestro llama.
Escucha sus palabras: Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz, y sígame.”
(Mr. 8: 34) De acuerdo con los requisitos del Maestro, te ofrezco esta cruz para llevarla y darle honra por
causa de El.
(El discípulo recibe la cruz, se devuelta y la esconde entre sus ropas)

Evangelista:
¿Qué estas haciendo con la cruz?

Cuarto discípulo:
Estoy escondiendo la cruz que me dió, pero no se preocupe, yo la llevaré, solo que no quiero que
mis amigos y conocidos lo sepan.

Evangelista:
¡Escondiendo la cruz del Maestro! ¿No sabes que El, no tiene discípulos secretos? El que lo
confiese delante de los hombres, el lo confesara delante de los ángeles y su Padre que esta en los cielos.
¿Tienes vergüenza de la cruz? El la llevo por ti. ¿Avergonzado de sus doctrinas? ¿Con vergüenza de su
pueblo? ¿Has de ser soldado y rechazar la bandera? ¿Deseas ser salvo y repudiar al Salvador? Yo te llamo,
no a llevar la cruz, (le quita la cruz) sino a que te arrepientas con sinceridad y lagrimas de constricción,
porque el Maestro te rechaza.
(El cuarto discípulo sale avergonzado)
Coro:

Quinto discípulo: (entrando)


Estimado mensajero, yo he notado la debilidad y la indignidad de los que han venido a ofrecerse
como discípulos. Pero tengo la plena seguridad de ser aceptado, porque no soy como ellos, llevare cualquier
cruz que me deseas dar, abierta y gustosamente, y ganare su aprobación y elogio. Tendrá orgullo de mí. Yo
oro, yo ayuno, doy diezmos y ofrendas, y hago muchas cosas nobles, como mis amigos le pueden informar.
La cruz será una pequeña adición a mis quehaceres. Déme una cruz digna de mí, para que mis amigos la
puedan ver y apreciarla.

Evangelista:
De veras eres valiente y confiado. ¿Cómo te llamas y de donde vienes?

Quinto discípulo:
Me llamo Fariseo. Vivo en la ciudad de Vanagloria, en la calle Presunción, al lado del General
Soberbia. Es una hermosa ciudad y un agradable barrio.
Evangelista:
Yo he oído más antes de tu nombre y de tu carácter. Tengo dudas de te capacidad para el alto
llamado de Dios en Cristo Jesús. El Maestro busca a los de corazon contrito y espíritu quebrantado, a los
humildes y a los mansos de corazon, y tú estas jactándote de tus talentos y dones.

Quinto discípulo:
Pablo, el gran apóstol, se gloriaba de las cruz que el predico, y ¿Por qué no puedo hacerlo yo?

Evangelista:
Pablo se gloriaba en la cruz (Gal. 6:14). Cuánto ella había hecho en su vida y en el mundo. Tu
estas jactándote acerca de la cruz y cuánto tú has hecho por ella. Con Pablo, él se hizo nada y el Maestro lo
era todo; pero contigo, el Maestro es nada y tú eres todo. Tú haces de la cruz una escalera sobre la cual
procuras subirte a la cumbre de la vana gloria sobre los demás. Pero tú no tendrás galardón de Dios. Tú
estas llevando la cruz para tu propia gloria. De tales como tu el Maestro dice: “Muchos me dirán en aquel
día: Señor, Señor , ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? Y entonces les declarare: Nunca os conocí; apartaos de mi, hacedores de maldad.
(Mt. 7: 22-23)
(El quinto discípulo se retira)
Coro:

Evangelista:
Mi misión está casi terminada, y tendré que rendir cuentas delante de mi maestro. ´´ Muchos son
llamados y pocos son escogidos.´´ (Mt. 22:14) . Cuan grande es la multitud de los que buscan el placer y
pocos son los que verdaderamente llevan la cruz de Cristo. Una vez más vuelvo a repetir mis palabras: venid
a mí todos lo que estáis trabajados y cargados, y yo os are descansar.

(El sexto discípulo se levanta y pasa adelante)

Sexto discípulo:
He venido, o mensajero, a ofrecer mí servicio, si no es demasiado tarde. Más que eso, vengo a
presentarme delante de mi maestro. No traigo ningún merito propio, solo un corazon rendido. Yo vengo tal
como soy, de pecador ´´ y a mi maestro digo: Señor ¿qué quieres que haga? No mi voluntad sino la tuya,
Señor. Solo busco un lugar humilde a tus pies. No escojo mi cruz, pero estoy dispuesto a llevar la que me
des y de hacer todo lo posible para llevarla para la honra y gloria de tu bendito nombre.

Evangelista:
Mi hermano, si hablas con sinceridad, eres el discípulo que el Maestro busca, y a quien Honrara
con una gran comisión. Yo tengo para ti una cruz de una tarea extraordinaria. Pesada es la cruz, pero
escucha, es una de gran recompensa. Toma tu cruz y sigue en pos de EL…
(Indica la cruz más grande).

Sexto discípulo: (Toma la cruz).


Entiendo algo de la lección de seguir a mi bendito Señor. Tengo que llevar la cruz, No he de
llevar la cruz para ser para ser visto de los hombres y para gloriarme de ella, sino llevarla con humildad y
abnegación. He de clavar sobre ella mi egoísmo y mi propia voluntad, y todo por amor a Dios. La llevare
abiertamente y con gozo. La llevare contra toda oposición y las ofensas de los demás, a cualquier costo o
por cualquier sacrificio. No me importa lo que hagan otros, mío es el seguirle a El, mi Señor.
(Empieza a salir) .
Sexto discipulo:
Pero. Tan pesada es. A veces me siento como si me ha de aplastar. Son pocos que hay para
ayudar, y tantos para impedir .Dificultades por todos lados. Obstáculos y trampas en todo mi camino
.Déjame descansar un poco. (Asienta la cruz, se sienta agotado)

Evangelista:
¿Dónde esta la cruz que recibiste?

Sexto discípulo:
Hermano, no he desechado. La he llevado fielmente, pero es muy pesada. Mis familiares me han
tomado la contraria, mis amigos me han abandonado, mi negocio ha sufrido. Cansado y desanimado,
La he dejado a un lado sólo por un tiempo.

Evangelista:
Pero mi hermano, no te dije que tendrías que sufrir ofensas y por mucha tribulación tendrías que
entrar al reino de gozo? A este conflicto has sido llamado, y no a una vida de comodidad y descanso.
Así fue la senda que el maestro trazo; y tu no eres mejor que tu Señor. Si el maestro sufrió, así también
tendrás que sufrir como su siervo. Si otros te ofenden, el no. Si otros te desprecian, su amor divino nunca
falla. Levántate, hermano, el tiempo es corto, y su hora se acerca. Pide la fuerzas que necesitas y sigue en
pos de El.

(El sexto se levanta, toma la cruz y avanza hacia delante. Se detiene delante de la congregación con una
mano en cada travesaño de la cruz. Queda en actitud de oración durante el himno. Mientras se canta el
himno, los otros regresan uno por uno, y en espíritu de humildad y penitencia, toman las cruces antes
rechazadas y se agrupan alrededor del sexto discípulo.)

HIMNO.

Sexto discípulo: (Se dirige a los demás discípulos.)


Hermanos, llevemos la cruz en pos de nuestro maestro. Es de El mandar, es de nosotros obedecer.
Es de El guiar es de nosotros seguir. De El es el llamamiento al servicio y al sacrificio, es nuestro el
responder: “heme aquí, Señor, envíame a mi.” (Is. 6:8).
Es de El decir, seguidme, es nuestro decir, “Mi señor y mi Dios”.
En llamarnos a llevar la cruz, El nos ofrece una recompensa gloriosa. En la cruz hay salvación, en la cruz
hay vida, en la cruz hay protección de nuestros enemigos, en la cruz hay le dulzura celestial, en la cruz hay
fuerza de mente, en la cruz hay perfección y santidad. No hay salvación del alma, no hay esperanza
De vida eterna fuera de la cruz. Por eso, tomemos la cruz y sigamos en pos de Cristo. Después de la cruz
viene la corona. “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”, dice nuestro Señor Jesucristo.
(Ap. 2.10)

CORO.
FIN

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