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Simón Bolívar, El Libertador

La Caracas a la que vino al mundo Simón Bolívar un 24 de julio de 1783 era una próspera
ciudad comercial y administrativa, capital de la Capitanía de Venezuela, una de las varias
divisiones administrativas que formaban el Virreinato del Perú, una de las colonias más
grandes e importantes del Imperio Español. Sin embargo aquel Imperio distaba mucho del
poderoso Imperio que había hecho temblar al mundo en el siglo XV. Aunque el sol siguiera sin
ponerse en los dominios de la Monarquía española, el Dios que lo sostenía ya no hablaba
español.

Finiquitada la Guerra de Sucesión con el Tratado de Utrecht en 1713, el poder hispano,


aferrado a una imagen del pasado que ya no existía, finalmente fue puesto en total evidencia.
Sus posesiones europeas fueron repartidas entre sus victoriosos enemigos, y aunque la Corona
pudo retener sus colonias en América, África y el Pacífico, los británicos se preocuparon de
asegurarse ventajosos tratados comerciales para operar en puertos españoles en las colonias y
un permiso (el asiento) para importar esclavos a los Virreinatos hispanos. El desesperado
intento del nuevo monarca español, Felipe V, por volver a recuperar posiciones en el juego
europeo en la Guerra de la Cuádruple Alianza sólo llevó a una nueva y sonora derrota que
acabó con cualquier esperanza española de volver a su antiguo estatus. A partir de ahora eran
otras potencias las que dictaban las reglas. España sólo podía languidecer y observar, mientras
se ocupaba de sus asuntos.

Aquellos asuntos afectaban especialmente a las posesiones americanas de España. Sin nada
que decir ya en Europa, Felipe V y sus ministros se centraron en recortar las alas a un Imperio
que había crecido demasiado libre, ya fuera políticamente, mediante los gobiernos
controlados por los criollos (los ciudadanos nacidos ya en las colonias, descendientes, por lo
general, de un rancio abolengo español), o ya fueran asuntos más celestiales (es decir, que la
Corona decidió expulsar a los independientes jesuitas de las colonias para controlar más
directamente lo que ocurría en las Misiones religiosas).

Mientras se retomaba el control de lo que pasaba en Nueva España, el gobierno de Felipe


También introdujo reformas económicas y comerciales que darían un importante empuje al
crecimiento económico de las colonias en la segunda mitad del siglo XVIII. Por otro lado,
algunas importantes victorias navales en la década de 1740 frente a los británicos aseguraron
el tráfico de mercancías y metales entre Nueva España y la metrópoli. Sin embargo, la
economía española no acabó de despegar, centrada todavía en una agricultura poco
productiva, y con vaivenes políticos que no ayudaron a estabilizar el potencial comercial
español, que quedó supeditado al de otras naciones europeas. La Guerra de Independencia
norteamericana significó para España, aliada con Francia y las colonias estadounidenses contra
Gran Bretaña, la última oportunidad para poder brillar en el panorama internacional.
Las efectivas políticas de control de la metrópoli sobre las colonias a lo largo del siglo XVIII
llevó a los primeros levantamientos importantes en Nueva España alrededor de 1780, como la
rebelión de Túpac Amaru en Perú o la Rebelión de los Comuneros en Nueva Granada, un año
después. Entre las clases dirigentes criollas el descontento había crecido debido a la pérdida de
influencia frente a la metrópoli, mientras que en diversas regiones americanas los indígenas,
que malvivían ahogados por impuestos y la pobreza, trataban de mejorar su situación
mediante esporádicas revoluciones contra la Corona española y sus representantes. Tal era el
clima de creciente descontento en Nueva España cuando Simón Bolívar llegó a este mundo.

La familia de Bolívar, descendiente, como muchas otras importantes familias criollas, de bien
importantes ancestros españoles o de españoles que se habían hecho a sí mismos en las
Américas, pertenecía a la aristocracia mantuana que dirigía Perú y gozaba de importantes
privilegios así como de un importante estatus económico y social. Aquella aristocracia, a la que
no sólo se vedaba, con contadas excepciones, el rango más alto de todos (un español siempre
sería más que un criollo de las colonias), sino a la que además se había tratado de restar
influencia, se empapaba de lo último que llegara de Europa, ya fueran ropas, modas o libros, o
ideas, aquellas modernas ideas de la Ilustración que hablaban de igualdad, libertad y de
derechos del hombre. Entre los antepasados de los Bolívar se contaban procuradores,
capitanes y clérigos.

El padre de Simón, don Juan Vicente Bolívar, era un coronel de las Milicias que vivía con
comodidad en el centro de Caracas y que había prestado servicio en Madrid. La esposa de Juan
Vicente contaba entre sus antepasados a personajes tan influyentes como los del
coronel.Simón era el pequeño de cuatro hermanos, quienes habrían de lidiar con la muerte de
su padre en 1786. Al menos, los pequeños no han de preocuparse por su manutención. Juan
Vicente ha dejado una espléndida herencia a sus hijos, sabiamente administrada por la madre,
María Concepción. De hecho Simón y sus hermanos pasarán entretenidas temporadas en la
finca rural de la familia.

En 1792 fallecía María Concepción. Se ocupó de los huérfanos el abuelo de éstos, hasta que un
año después el venerable anciano muere también, quedando los pequeños a cargo de un tío
suyo, Carlos Palacios. A los hermanos, especialmente a Simón, les resta el consuelo de Hipólita,
el ama de cría negra que es la única constante en su vida familiar.

Todas aquellas tempranas muertes en la vida de Bolívar le marcaron claramente, fomentando


un espíritu rebelde que empeoró dado el difícil trato que tenía con su tutor. Como todo hijo de
aristócrata, Simón recibe su educación básica de varios preceptores, para luego ingresar en la
escuela pública de Caracas. Tras una fuga de casa a los doce años, un juez decide ponerle bajo
custodia de don Simón Rodríguez, director de la escuela. Rodríguez sabrá ganarse la confianza
del joven Simón Bolívar, y de hecho se acabará convirtiendo en su amigo, confesor y mentor
político. Será de Rodríguez de quien reciba Simón sus primeras nociones de las ideas de la
Ilustración que llegaban de aquella vieja, y nueva a la vez, Europa postrevolucionaria, junto a
otros educadores y humanistas como Andrés Bello.
En septiembre Bolívar deja Perú, dejando al cargo a su gobierno para que supervise la
aprobación de su constitución. Sin embargo la Corte Suprema rechaza la propuesta. Recurre
entonces Bolívar al Cabildo de Lima para que valide las actas de los colegios electorales y
quede así aprobada su constitución. Bolívar logra por fin su objetivo, pero su victoria será
breve. Diversivas medidas del gobierno del Libertador van haciendo mella en la población:
reclutamiento forzoso de peruanos para las "reposiciones" (el reemplazo de las bajas del
ejército de Gran Colombia), presencia de tropas grancolobianas en el Perú o el
restablecimiento del Tributo indígena, aunque también implantó medidas para asegurar la
libertad de los hijos de esclavos o acabar con la mita, el sistema de trabajo semiesclavista de
los indígenas. También instauró neuvos colegios nacionales y fundó periódicos, aunque por
otro lado aprobaba una nueva Ley de Imprenta que le protegía contra los ataques de la prensa.

Mientras nacía una república con su nombre (Bolivia), en Perú Bolívar combatía a sus
opositores políticos con la represión. No eran, sin embargo, razones dictatoriales y egoístas las
que le movían, sino una firme decisión de implantar su modelo de Estado, y para ello no dudó
en emplear medidas autoritarias. Sin embargo para sus enemigos el Libertador se estaba
deslizando rápidamente por la pendiente de la dictadura.

Como si quisiera demostrarles lo equivocados que estaban, Bolívar renunciaba a la presidencia


vitalicia en enero de 1827. Veía cumplida su labor, y creía que era hora de poner orden en
Venezuela. Allí la crisis económica y la lucha entre federalistas y centralistas estaban ahogando
la nación. Además un movimiento independentista cada vez más fuerte abogaba por la
separación de la Gran Colombia.

En abril de 1828 se forma una asamblea constituyente en Ocaña para reformar la Constitución
de Cúcuta. En la llamada Convención de Ocaña los bolivarianos y los santanderinos tratan de
limar asperezas y llegar a un acuerdo para una nueva constitución. Pero las negociaciones
llegan a un punto muerto y en junio se da por concluida la asamblea. Los partidarios de Bolívar
le aclaman como dictador. El Libertador recogerá el guante. El 27 de agosto aprueba la Ley
Fundamental por la que se le nombra dictador vitalicio y que deja sin vigencia a la Constitución
de Cúcuta. En septiembre se nombra a Santander Ministro Plenipotenciario ante los Estados
Unidos. Una forma de alejar a su principal rival.

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