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Hasta 4 “clones” tienen reos

5 Jun, 2017 - 4:00 am La Tribuna

La usurpación de nombres, confabulación para el tráfico de tarjetas de identidad, pasaportes o


“borrones” de datos personales en partidas de nacimiento, e incluso suplantaciones de huellas
dactilares en documentos legales, en Honduras no es nuevo, si se revisa la historia de casos
criminales y de corrupción emblemáticos de este tipo que han trascendido desde las décadas de
los 80’s y 90’s.
Pero los problemas actuales con el registro de la población penitenciaria del país y los “clones”
que estarían purgando penas de otros, que posiblemente andan libres y siguen delinquiendo,
reviven una vez más vulneraciones y deficientes controles en temas de seguridad nacional, en
donde el Registro Nacional de las Personas (RNP) representa el primer eslabón en la cadena
institucional, respuesta que se obtiene cuando se pregunta por la raíz del problema a diferentes
jerarquías en instituciones de seguridad y justicia.
El reciente caso del “Pechocho”, (José Virgilio Sánchez Montoya), un líder de la pandilla 18,
que fue capturado la semana pasada por agentes de la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA),
en San Pedro Sula, en donde se informó que en documentos y registros oficiales parecía la
misma persona privada de libertad que estaba en la cárcel de máxima seguridad en Ilama, Santa
Bárbara, fue lo que provocó las alertas.
Esa confusión radicó en que el famoso “Pechocho” había sido condenado a 500 años de prisión
por ser el autor de masacres. Y al ver a otro alias “Pechocho”, de quien no se ha mencionado
que su segundo apodo es “El Bandido”, capturado por portación ilegal de armas y asociación
ilícita el 27 de mayo, evidenció lo que podría ser uno de miles de casos de suplantación o
usurpación de nombres o identidades de delincuentes de todo tipo.
Este es el segundo “Pechocho”, también le dicen “El Bandido”, capturado por la FNA. Ambos
serán identificados plenamente.

NUNCA NADIE SE HA ESCAPADO DE “EL POZO”


Según información de operadores de justicia, quienes hoy se encuentran tratando de solventar
los problemas heredados, dicen ellos, no se tiene ni claridad ni certeza de la identidad de toda
la población penitenciaria del país, por lo que han iniciado un proceso detallado y científico
para establecer el banco de datos científico criminal de los privados de libertad en Honduras.
La sospecha de una masiva clonación de reos, surge desde antes de que el Presidente Juan
Orlando Hernández ordenara el traslado de privados de libertad de alta peligrosidad a cárceles
de máxima seguridad conocidas como “El Pozo”, en Ilama, Santa Bárbara, y “La Tolva” (o El
Pozo II) en Morocelí, El Paraíso.
“Él nunca se fugó de la cárcel de Ilama, en Santa Bárbara, lo digo con certeza”, fue la respuesta
de la directora del Instituto Nacional Penitenciario (INP), Rosa Gudiel, al ser consultada por
LA TRIBUNA.
“Dolor de cabeza” ha generado a todos los responsables del Sistema Nacional Penitenciario
este caso, quienes han salido al paso con las aclaraciones y ayer volvieron a emitir un
comunicado oficial en el que indican que “ambos privados de libertad serán sometidos a
análisis para determinar la identidad correcta de cada uno de ellos, y cumplan su respectiva
condena” en el marco del convenio con el RNP y el Centro de Medicina Legal y Ciencias
Forenses.
Gudiel fue nombrada hace apenas tres meses como directora del INP, anteriormente se
desempeñó como funcionaria del Poder Judicial, fue coordinadora nacional de los jueces de
ejecución, antecedente que le permite afirmar que el desorden en las cárceles del país radica
también en corrupción o confabulaciones por acción u omisión.
Recordó que en un momento como juez de ejecución le pasó que estando en el módulo de
“Escorpión” (cárcel en Támara, unidad de pandilleros líderes) fue a pasar lista a los privados
de libertad, unas 250 personas, según le manifestaron verbalmente los responsables de la
prisión en ese entonces, y cuando decidió consultar en el departamento de Infotecnología del
INP, eran 255 privados de libertad, a ver la diferencia y ausencia de cinco personas en ese
módulo, la respuesta que obtuvo fue que unos estaban en hospitales, otros en preliberación,
pero sin la menor comprobación a la mano.

El proyecto de la Dirección de Medicina Forense y el INP permite conocer información


dactiloscópica, dental, médica, psicológica, como base y garantía de ordenamiento en las
cárceles.
Recordó que ante ese tipo de situaciones se hicieron fichas por parte del juzgado de ejecución
para tener garantía de la identidad de algunos privados de libertad y evitar vulneraciones a sus
derechos, es decir contar con esas fichas de los sentenciados por equis o ye casos para poder
verificar su situación a lo interno y de alguna manera poder evitar cualquier denuncia de
violación a sus derechos humanos.
En ese contexto, explicó a LA TRIBUNA que “nosotros como jueces de acción en ese
momento, vigilantes y garantes de que no se le estuvieran vulnerando los derechos a dichos
privados de libertad, fue que conocimos algunos casos, en ese momento se levantó una ficha
en donde aparece que es este muchacho, José Virgilio Sánchez Montoya “Pechocho”, y esa
persona siempre estuvo presa, incluso en Ilama, esa persona siempre estuvo privada de su
libertad”, insistió con conocimiento de causa, añadió.
Al consultarle sobre informaciones que trascendieron de otros entes operadores de seguridad
respecto a este caso, aclaró que la confusión se da por la misma operatividad delictiva, en donde
los supuestos miembros de maras o pandillas se cambian los nombres, usan los mismos de otros
compañeros de la organización, se ponen alias parecidos o usan los alias de otros, sin cambiar
sus nombres.
Incluso refirió siendo ella anteriormente juez de ejecución, cuando se extendían notas de
excarcelación o cartas de libertad, se escribían citas como “conocido con el nombre de o el
alias equis, para poder extender esa carta de libertad o excarcelación.
Lo mismo pasó cuando se hicieron los traslados a El Pozo, en donde según expedientes de
registros el “Pechocho”, sentenciado a 500 años, fue trasladado a la cárcel de máxima seguridad
el 10 de noviembre de 2016 y consta en el expediente el mismo nombre y alias. Ahora la
segunda persona evidenciada ante los medios y que ya está también recluido en El Pozo, desde
el día de ayer, sigue siendo objeto de búsqueda de su plena identidad documental y
posiblemente científica.
Pero la funcionaria, insistió que “desde El Pozo nunca nadie se ha escapado y ambos cumplen
su condena, mientras sigue caminando el proceso de identificación con el registro y Medicina
Forense con quienes vamos a reunirnos para tomar decisiones”.

OTRO MODO DE CREAR CONFUSIÓN


Fuentes penitenciaritas consultadas por LA TRIBUNA manifiestan que desde que se hacían
actividades educativas para reinserción del privado de libertad a la sociedad, cursos sobre
oficios o capacitaciones en donde al concluir las mismas se les otorgaban diplomas, al
consultarles los nombres a los reclusos, “titubeaban” e incluso expresaban nombres y apellidos
que al ser buscados en listados en la Penitenciaría Nacional en Támara, Francisco Morazán,
simplemente no aparecían.
“El análisis que en la actualidad se lleva a cabo refiere perfiles, patrón fotográfico, huellas
dactilares e incluso se les ha tomado por parte de la Dirección de Medicina Forense sus huellas
díctales para poder identificar a una persona de otra en cada uno de los centros (…) la idea del
Presidente es que podamos ordenar el sistema, por eso iniciamos esas acciones y estar seguras
de qué personas están ahí (cárceles), le estamos apostando a un nuevo sistema”.
Sumado a eso, en las defunciones también hasta los familiares se han prestado a los engaños al
sistema, de manera que presentan tarjetas de identidad del supuesto pariente para reclamar su
cuerpo y dejan sus nombres como responsables, aún cuando las huellas que levanta Medicina
Forense en las autopsias no coinciden con el muerto.
En estos casos, se hacen las búsquedas informáticas en el RNP, en donde el problema se agrava.
Al aparecer más personas con los mismos nombres y varios expedientes de huellas dactilares
que tampoco coinciden con el fallecido, ante esta situación en cadena, es que muchos muertos
en la morgue se convierten en no identificados y se almacenan hasta poder corroborar las
identidades, de no lograrlo, e incluso de que al pasar el tiempo nadie los reclama, proceden a
depositarlos en nichos en Tegucigalpa y en fosas comunes en San Pedro Sula.
En la primera etapa de identificación para el Banco Médico Criminal Forense, los resultados
arrojaron que 17 de 130, no tenían registros de huellas dactilares en el RNP.

DE 130 “TOROS”
La creación del Banco Médico Criminal Forense de Honduras fue la base de lo que hoy realizan
las autoridades del INP con el RNP, la idea se viene construyendo desde el 2016 a iniciativa
del Centro de Medicina Legal y Ciencias Forenses, adscrito al Ministerio Público (MP), el
primer muestreo del proyecto piloto fue realizado a mediados del año pasado en la cárcel más
hacinada del país en la Esperanza, departamento de Intibucá, en el marco de un estudio
académico del postgrado de medicina legal y forense de la Universidad Nacional Autónoma de
Honduras (UNAH).
En enero de 2017 los principales inquilinos de “El Pozo” eran los líderes y miembros de la
pandilla 18 y de la Mara MS-13; además de otros privados de libertad de máxima y mediana
peligrosidad, nexos importantes de la criminalidad organizada, quienes fueron el primer grupo
de trasladados a esta cárcel para comenzar el reordenamiento a fin de disminuir la operatividad
delictiva desde adentro de los otros recintos penitenciarios a nivel nacional.
La inspección forense determinó que al menos 17 privados de libertad (de los 130 identificados
en el proyecto piloto con la venia del INP) no se encontraron registros de huellas dactilares al
hacer comparaciones con el archivo de información que poseía el Registro Nacional de las
Personas (RNP).
La actual directora del INP, Rosa Gudiel, no desconoció las “fallas del RNP”, incluso dijo que
las raíces en el tema meramente privados de libertad también radica desde las capturas,
posteriormente esos expedientes pasan al Ministerio Público (MP), quienes establecen un
requerimiento fiscal que pasa a los juzgados, al ser juzgado es llevado a las cárceles y en todo
ese proceso pasó sin ser plenamente identificado, lamentó.
“Esto es lo que ha estado pasando y es lo que queremos mejorar para estar seguros de que las
personas que tenemos privadas de libertad, que nos remiten desde los tribunales, son las mismas
personas (capturadas y en prisión), esto es un proceso iniciado en esta administración de
gobierno nunca se había tenido interés por parte del Estado y estamos interesados junto a otras
instituciones”.
Ante el problema evidenciado de usurpación de nombres e identidades, las autoridades del INP
informaron que toda la población en la cárcel de Támara y la Cárcel de Mujeres (Cefas) también
serán identificadas en el marco del proyecto.
Las autoridades ya tienen el conocimiento de que hay reos que tienen hasta cuatro clones, pues
aparecen con el mismo nombre, pero diferentes fotografías y en unos casos, el mismo patrón
de las huellas dactilares.
En la DPI hay uno capturado, que cuando dijo su nombre, se metió a la base de datos y
aparecieron seis “clones”, pero cuando hicieron comparación dactilar, resulta que el hombre
no existe como hondureño, por lo que se está haciendo comparaciones a nivel internacional.
En consultas con funcionarios del RNP, dijeron tener conocimiento solamente a través de los
medios de comunicación, pero no les han pedido una verificación oficial.
Incluso autoridades responsables de centros de internamiento para menores a cargo de la
Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (Sedis), Informaron a LA TRIBUNA que también
buscan la plena identificación y ordenamiento de la población de menores infractores. (SA)

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