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Resumen del texto “La democratización del bienestar” de Torre y Pastoriza

Introducción
Desde 1929 en adelante, la estructura económica Argentina experimentó cambios que crearon
incentivos para la producción local de manufacturas en el país, generando una demanda de
trabajo que ya no se podría llenar con inmigración extranjera, puesto que esta había cesado
por el clima de la depresión económica. Por ende, la urbanización, junto con la expulsión de los
operadores de las zonas agrícolas y la atracción ejercida por las nuevas oportunidades de
trabajo en la ciudad, hicieron que esta demanda fuera ocupada por grandes masas del interior
del país, generando una compleja reacomodación de la sociedad en la cual este perfil de otra
Argentina se asomaría por las grietas de un espacio político que cedía cada vez más. Estas
masas del interior (a diferencia de los europeos que llegaron en las primeras migraciones)
fueron llamadas a desempeñar un papel protagónico en la política de una sociedad
sustancialmente hecha, con valores y estilos de vida ya establecidos.

Un país más vertebrado


El escenario físico sobre el cual se desarrolló este proceso fue un país más vertebrado (o sea,
con habitantes en una relación más estrecha entre sí), siendo esto fomentado por la
urbanización (con una fuerte concentración geográfica) y la expansión de los medios de
comunicación con la radio como el medio más efectivo para fortalecer el proceso de
homogeneización cultural promovido por la escuela pública y el servicio militar. En
combinación con la radio, las adhesiones masivas a los clubes de fútbol (hay que tener en
cuenta que el fútbol argentino era el de Buenos Aires) y la expansión del campeonato de
Turismo Carretera por todo el mapa del país, el país reforzó la cohesión que se nutria de la
lengua y las costumbres, apropiándose de la geografía e identificándose nacionalmente con
algún club de fútbol del centro de Buenos Aires.

La sociedad móvil
Al analizar la población económicamente activa del país entre 1947 y 1960, nos encontramos,
además de con una sociedad de movilidad ascendente producto de la expansión de nuevas
fuentes de empleo, con los siguientes hechos: a) de antemano podemos ver una contracción
de la cantidad de personas en actividades rurales y un aumento de los sectores secundarios y
terciarios, y b) en términos de clases podemos ver que, debido a la ampliación de las
actividades por parte del Estado y el aumento de la educación y los servicios, las clases medias
asalariadas fueron en relación con las clases trabajadores, el estrato social más dinámico de la
época (con un crecimiento del %26). A partir de 1946, la novedad del peronismo en el poder
consistió en allanar el camino a esta movilidad social ascendente mediante políticas como
cambios en la distribución del ingreso nacional a favor de los asalariados, respaldo oficial a la
sindicalización, fijación de salario por convenios colectivos, y el reforzamiento del poder
adquisitivo de los trabajadores mediante una política de precios relativos. En conclusión, la
sociedad móvil de los años peronistas tuvo ingresos más igualitarios, permitiendo consumir
más y en forma más variada.

Las vías de acceso al bienestar social


Pese al congelamiento de alquileres y las prohibiciones de desalojo impuestas por el gobierno
de Castillo, la casa propia (símbolo de la culminación del ascenso individual) seguía siendo un
sueño, cuestión que cambiará con el peronismo. Con la instauración de la Ley de Propiedad
Horizontal, el crédito barato a través del Banco Hipotecario Nacional (que no requería
depósitos previos y su tasa de interés no se reajustaba al ritmo de la inflación) y la
construcción de viviendas con destino a sectores de menores recursos, el peronismo supo
convertir el sueño de la casa propia en una realidad al alcance de más argentinos. También se
incursionó en la vía de la reforme y la protección social. En 1944 fue creado el Instituto

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Nacional de Previsión Social, con el objetivo de promover la jubilación entre los trabajadores
que carecían de ella e incorporar los diversos esquemas jubilatorios en un régimen unitario
para reducir la desigualdad de derechos y obligaciones entre sus beneficiarios. Otra medida
fue el llamado Primer Plan Quinquenal, que propuso una seguridad social universal en la cual
los niveles de contribución se calcularían de acuerdo al ingreso de una familia modesta
promedio, aumentando en forma progresiva según los salarios (lo cual hizo que los propios
trabajadores se opusieran, ya que conducía a una nivelación de los beneficios). Como vemos, a
la vez que se extendía la red de protección social a sectores más amplios, se fragmentaba la
solidaridad pública en función de la distinta capacidad de presión de las categorías de
trabajadores en el mercado.
En el terreno de la salud pública, la oferta de atención médica se duplicó en el periodo,
resultado de las fuertes inversiones realizadas en construcción de hospitales y la educación
sanitaria promovida por Carrillo. En 1949 la Secretaria de Salud Pública fue promovida a
Ministerio, y con Ramón Carrillo al frente (y una buena sustentación de obras de
infraestructura que incluían la ampliación de los sistemas de agua potable y cloacas) puso en
marcha el proyecto de un sistema unificado de salud, el cual encontraría obstáculos en las
obras sociales sindicales (ya que difundían una fórmula de cobertura de salud a partir de
criterios ocupacionales) y la Fundación Eva Perón (ya que la política hospitalaria del Ministerio
debió acomodarse a los planes de Evita, que siempre tenían prioridad, restándole recursos y
coherencia en las decisiones).
En tanto educación, el peronismo desarrolló una activa política dirigida a ampliar el acceso a la
enseñanza, y pese a que se otorgó mayor atención a la alfabetización y a la enseñanza
primaria, la educación media recibió los mayores impulsos (ya que los estratos medios que se
incorporaban a esta educación contaban con el capital necesario para sacar mejor provecho de
la ampliación de las oportunidades educativas). En relación con el turismo, lo que estuvo
presente en el peronismo, más que una novedad, fue la envergadura de las iniciativas. En 1940
se demolió la Rambla Bristol (manifestación de la sociabilidad aristocrática) con el fin de crear
el Bristol-Casino-Hotel Provincial, lo que convirtió a la ciudad de Mar del Plata en un balneario
de masas. Los beneficios otorgados por el gobierno en este tema (aguinaldo, descuentos,
vacaciones pagas) sumados a las construcciones realizadas por el Ministerio de Obras Públicas
junto con la Fundación Eva Perón hicieron culminar bajo el peronismo la secuencia iniciada con
los conservadores: el desplazamiento de la elite social de sus dominios originales.

El desenlace conflictivo de la democratización del bienestar


Concluyendo, este proceso de democratización del bienestar social se vio plagado de
contraposiciones debido principalmente a la velocidad con la que el brazo del Estado hizo que
todo sucediera a la vez y el tono desafiante con el cual eran introducidas las novedades por
parte de Perón Evita. Todo esto generó un clima de beligerancia y rechazo mutuo en el cual las
clases medias más antiguas y las clases altas argentinas, proyectando en el otro la figura del
cabecita negra, defenderían el equilibrio social y político amenazado.

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