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Consumo de alcohol y otras drogas: Prevención basada

en la evidencia

Tema 12:
El futuro de la
prevención de las
drogodependencias

Sr. Elisardo Becoña Iglesias


Prof. Elisardo Becoña Iglesias
Sistema de monitoreo, instrumentos de evaluación y presentación de resultados
aperez@nuevosrumbos.org

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ÍNDICE

1. Desarrollo del tema.............................................................................................................. 4

2. Lecturas recomendadas .................................................................................................... 22

3. Bibliografía......................................................................................................................... 24

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1. Desarrollo del tema

1.1 Ampliar el foco de la prevención de drogas a otros temas de salud


La prevención de drogas surgió en los países desarrollados a partir de los años 60 y 70, en la mayoría
de ellos, debido a los problemas que surgieron con las drogas en esos años. O más bien, dada la
enorme difusión que las drogas han tenido en distintos países a partir de los años 60, 70 u 80 del
siglo XX pronto apareció la epidemia del consumo de distintas drogas en diversos países. Pensemos
en la epidemia de la heroína, la de la cocaína, la del cannabis, la de las drogas de síntesis, etc. Ante
este estado de cosas era evidente que había que buscar alternativas terapéuticas para los adictos
que iban surgiendo e, igualmente, era necesario conseguir que los probables nuevos consumidores,
adolescentes y adultos jóvenes, no se convirtieran en adictos. Con el paso de los años el consumo
de drogas ilegales se ha extendido por un gran número de países del mundo, estando actualmente
claro que nos encontramos ante una epidemia en muchos países con oscilaciones a lo largo de años
y décadas y con el surgimiento, disminución o estabilidad de los consumos de distintas drogas.

La introducción de la prevención del consumo de drogas se ha hecho fundamentalmente en el


contexto escolar. En menor grado en la familia y a nivel comunitario. Debido a que hay cierta
"normalización" del problema en las sociedades desarrolladas, y a que se asume que el problema
del consumo de drogas va a estar con nosotros durante décadas, la atención hacia este problema
ha disminuido en muchos países desarrollados, así como el interés en la agenda pública sobre el
mismo. Al mismo tiempo, en estos años han surgido nuevos problemas sociales que acarrean, sobre
todo a los jóvenes, distintos problemas personales, sociales, psicológicos, económicos, de salud,
etc. Y estos problemas han desplazado en parte el interés por el inicial problema de las drogas. Al
tiempo se ha visto que tanto los factores de riesgo y de protección para el consumo de drogas son
los mismos, o casi los mismos, que para otros problemas y que optimizaríamos las actividades
preventivas desarrollando programas no sólo para el consumo de drogas sino para los otros
problemas.

En resumen, ¿cuáles son estos problemas que afectan a los jóvenes? Son diversos y varía su
importancia e interés en función de distintos países y de distintas culturas. Los que se consideran
más relevantes en estos años son, siempre en jóvenes: las enfermedades de transmisión sexual y
sobre todo el VIH; los embarazos no deseados; distintos trastornos mentales, como la depresión, el
suicidio, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, etc.; la agresividad y la violencia; los
accidentes de tráfico; el fracaso escolar; el paro juvenil. Aparte estaría también en jóvenes el
consumo de drogas tanto legales como ilegales. En otros países también es de gran relevancia la
pobreza, los malos tratos, el abuso físico y sexual, la violencia institucional, etc. Para estos problemas
se precisan estrategias preventivas efectivas, cuando es posible, como ocurre en la mayoría de los

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países del mundo, pero no en todos. Como sabemos, el consumo de drogas es muy importante en
nuestra sociedad. De ahí que la prevención de su consumo y de otros problemas citados, en muchos
casos unidos a dicho consumo, sea esencial.

Quizás el amplio informe de O´Connell, Boat y Warner (2009) es el más claro en este sentido. La
propuesta que hacen en este informe del National Research Council y del Institute of Medicine
norteamericanos es que la prevención en los jóvenes debe incluir y aplicarse, al mismo tiempo, para
los problemas mentales, emocionales y trastornos conductuales. Entre ellos el consumo de drogas
ocupa un lugar muy importante, aunque no se deben dejar de lado los otros problemas. Además,
unos problemas interaccionan estrechamente con otros.

Queda claro que en los próximos años hay que ampliar el foco de la prevención del campo de las
drogas legales e ilegales al resto de problemas que afectan a los jóvenes. Es un reto que hay que
hacer. Esto también facilita el desarrollo de la ciencia de la prevención (Becoña, 2002), de programas
adecuados para prevenir los distintos problemas y de la necesidad de evaluar el trabajo que
realizamos.

1.2. La necesidad de hacer una prevención basada en la evidencia


Desde hace años sabemos cuáles son los principios básicos que hay que seguir para hacer una
buena prevención de drogas (Becoña, 2002; Foxcroft y Tsertsvadze, 2012; O´Connell et all., 2009;
Robertson et al., 2003). Y también cada vez está más claro que la prevención que realicemos se
tiene que fundamentar en la evidencia científica, en el sentido de que no todo vale, y de que tenemos
que adecuarnos en la prevención de drogas al método científico como hace el resto de la ciencia.
Dado que sabemos lo que funciona y lo que no funciona en prevención, cuando los programas se
evaluan adecuadamente, es necesario primar los que funcionan y dejar de usar los que no funcionan.

Sabemos que algunos programas conocidos internacionalmente no funcionan. Un ejemplo


prototípico es el programa DARE (Drug Abuse Resistance Education, D.A.R.E.). Este programa fue
elaborado en 1983 y revisado posteriormente en varias ocasiones. La institución que lo desarrolló
fue el Departamento de Policía de la ciudad de Los Angeles, en Estados Unidos. Este es un programa
universal de tipo escolar que tiene como objetivo "eliminar" el consumo de alcohol, tabaco, drogas
ilegales y violencia. Realmente está conceptualizado como un programa de prevención del crimen y
promueve la tolerancia "cero" para el consumo de drogas. El programa se fundamenta en adquirir
habilidades para la vida para que con ello los jóvenes no consuman drogas, no participen en actos
violentos y no formen bandas juveniles.
Este es uno de los programas preventivos más seguidos a lo largo de la historia, concretamente por
36 millones de personas en distintos lugares del mundo. Destaca su aplicación en Estados Unidos.

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La realizan policías uniformados que han sido previamente entrenados para aplicar el programa. Se
desplazan a la escuela para aplicarlo y dedican unas horas de su tiempo a estar dentro del recinto
escolar para cumplir funciones de técnicos en prevención y prevenir el consumo de drogas y actos
violentos.

Las lecciones del programa incluyen: consumo de drogas, consecuencias del consumo de drogas,
toma de decisiones y búsqueda de riesgos, técnicas de resistencia, alternativas al consumo de
drogas, modelado, respeto a los oficiales de policía, mejorar hábitos de estudio y descenso de la
violencia. Sus objetivos se orientan a proporcionar las habilidades para reconocer y resistir la presión
social para experimentar con el tabaco, alcohol y otras drogas; ayudar a mejorar la autoestima;
enseñar alternativas positivas al abuso de sustancias y otras conductas destructivas (particularmente
participar en pandillas y violencia); desarrollar habilidades para evaluar el riesgo, tomar decisiones y
resolver conflictos; y, fortalecer las habilidades interpersonales y de comunicación.

Los estudios que se han hecho con este programa se han realizado con adecuadas muestras, grupo
experimental y control, grupos distintos de investigación, adecuado análisis estadístico, seguimientos
largos, etc. Y han sido varios. Tanto estas evaluaciones como distintos meta-análisis han demostrado
de modo consistente que este programa es inefectivo, que no funciona y que no previene el consumo
de drogas (Pan y Bai, 2009; Vincus et al., 2010). Curiosamente, los responsables del programa no
han hecho evaluaciones adecuadas del mismo. Las evaluaciones experimentales han sido realizadas
por investigadores independientes, o por la evaluación de varios estados norteamericanos, los cuales
han concluido que el mismo es ineficaz. Esto ha llevado a que actualmente el Departamento de
Educación norteamericano prohíbe a las escuelas dedicar fondos a este programa por ser inefectivo.
Pero, en el lado contrario, los proponentes del programa ignoran la evidencia científica y lo defienden
sólo basándose en impresiones, no en datos científicos. Esto nos lleva a concluir que es necesario
"más ciencia y menos ideología".

Lo anterior es un ejemplo entre otros muchos que ha habido y siguen existiendo en el campo de la
prevención de drogas. Por ello, la necesidad de evaluar empíricamente lo que se hace llevó a revisar
por parte del Instituto Nacional de Abuso de Drogas norteamericano, el NIDA, qué principios se deben
seguir para tener un programa preventivo eficaz, basados en los datos empíricos existentes
(Robertson et al., 2003) Estos principios nos indican lo que sabemos y aquello que debemos hacer
para lograr una prevención de calidad según la investigación de la que disponemos actualmente.

Poco a poco en muchos países esta forma de pensar y de actuar se ha ido desarrollando. En la tabla
1 presentamos varias páginas webs en donde se pueden ver programas que son eficaces y que
tienen una evaluación adecuada; también los que son ineficaces o no funcionan.

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Tabla 1. Principales páginas webs para ver evaluación de programas preventivos de drogas.
- Catálogo europeo de materiales y actividades de educación para la salud (en castellano, inglés, francés
y alemán): w w w . h e a l t h y - w a y. o r g
- Canadian Centre on Substance Abuse: www.ccsa.ca
- Center for Substance Abuse Prevention (CSAP): www.samhsa.gov/about/csap
- Institute for the Study on Drug Dependence (Reino Unido): www.isdd..co.uk
- Mentor Foundation: www.mentorfoundation.org
- National Institute on Drug Abuse (Estados Unidos): www.drugabuse.gov
- Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT): www.emcdda.europa.eu
- Office of National Drug Control Policy, USA: www.whitehousedrugpolicy.org
- Plan Nacional sobre Drogas (España): www.pnsd.msc.es
- Prevención basada en la evidencia, Socidrogalcohol: www.prevencionbasadaenlaevidencia.net
- Prevención familiar, European Institute on Studies in Prevention, Irefrea: www.prevencionfamiliar.net
- Red europea de prevención del abuso de drogas: www.dap-eunet.org
- SAMHSA´s National Registry of Evidence-based Programs and Practices: www.nrepp.samhsa.gov
- Society for Prevention Research: www.preventionresearch.org
- United Nations Office on Drug and Crime (UNODC): www.unodoc.org

1.3. Necesidad de conocer en nuestro contexto los factores de riesgo y de protección

Uno de los avances más importantes que se ha producido en el campo preventivo en los últimos
años ha sido conocer que existen unos factores de riesgo y otros de protección para el consumo de
drogas. Hoy sabemos que el consumo de drogas no se reparte por igual entre todos los individuos.
Hay toda una serie de factores familiares, comunitarios, de los compañeros e iguales, escolares e
individuales, que nos permiten comprender, explicar y predecir en muchos casos el consumo o no
de drogas. Estos los conocemos bien (ver tema 3, así como las revisiones de Becoña, 2002; Stone
et al., 2012). Otra cuestión es cómo poder incidir para reducir los factores de riesgo y aumentar los
factores de protección. La labor de los programas preventivos, junto a distintas leyes y normas (de
ahí la relevancia de la prevención comunitaria), se orienta precisamente a ello.

Dada la complejidad y múltiples factores que se relacionan con el consumo de drogas (ver tabla 2),
centrarse en los distintos factores de riesgo y de protección nos permite hacer un abordaje realista
de lo que podemos hacer, cómo lo podemos hacer, cuándo lo podemos hacer y con qué personas lo
podemos hacer. Por ello, introducir los mismos como una parte esencial, o como una guía, de los
programas preventivos es el modo de lograr buenos resultados con los mismos.

Tabla 2. Factores bio-psico-sociales determinantes del consumo de drogas.

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- Factores ecológicos y culturales.
- La predisposición biológica.
- La socialización.
- Características socio-demográficas.
- Disponibilidad y precio.
- Publicidad (drogas legales), aceptación social del consumo, presión social al consumo y
conformidad.
- La percepción del riesgo de cada sustancia.
- Las drogas como reforzadores.
- Factores cognitivos: las expectativas y creencias.
- Características psicológicas: personalidad e inteligencia.
- Los iguales y amigos.
- La escuela y el ambiente escolar.
- Diversión y vida recreativa.
- La interacción con otras conductas
- El estado emocional y las habilidades de afrontamiento.
- La importancia de los factores de riesgo para el consumo y los de protección para el no
consumo.
- La escalada en el consumo de drogas (de las legales a las ilegales)

Fuente: Becoña (2011).

1.4. Actuar directa e indirectamente sobre las causas del consumo de drogas

Sabemos que el consumo de drogas tiene causas concretas. Hay factores de vulnerabilidad o de
riesgo y factores de protección. Si somos capaces de actuar sobre los de riesgo, o potenciar los de
protección, conseguiremos que las personas no consuman drogas. Hay, además, toda una serie de
factores de gran relevancia, que en ocasiones son factores de tipo estructural que pueden afectar a
toda una región o a todo un país. En este caso es necesario cambiarlos para con ello poder lograr
que el consumo de drogas en esa población sea menor o que con ello vayamos reduciendo el riesgo
que producen las drogas en los consumidores.

Algunos de estos factores de tipo estructural, y que inciden en el mayor consumo de drogas, son la
pobreza (Yoshikawa, Aber y Beardslee, 2012), una mala educación o bajo rendimiento escolar
(Bachman et al., 2008), no poder acceder al mercado laboral y con ello no poder poner en práctica
los roles adultos (Stone et al., 2012), maltrato físico, psicológico o sexual (Ouimette y Brown, 2003),
tener otros problemas de salud mental (O´Connell et al., 2008), no tener una adecuada red de apoyo
social, lo que lleva a muchas personas a tener una baja resiliencia (Becoña, 2007), inexistencia de
una normativa clara hacia el consumo de drogas legales e ilegales o facilitación de su consumo
(Stone et al., 2012), entre algunos de los más importantes. En suma, que podríamos resumir todo lo
anterior en lo que Biglan et al. (2012) denomina un ambiente de crianza adecuado para el niño o el
adolescente.

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Por ello, en ocasiones la mejor prevención del consumo de drogas se consigue indirectamente
mejorando las condiciones de vida de las personas más que incidir en ellas para que no las consuman
como, por ejemplo, reduciendo la pobreza (Ruger et al., 2012). Además, en la prevención la clave es
el mantenimiento de los programas, no las acciones puntuales. Lo ideal es combinar acciones que
reduzcan en esa sociedad el consumo de drogas con que tengamos buenos programas preventivos
que mantengan su aplicación en el tiempo.

1.5. Tener en cuenta la diversidad cultural, las características geográficas de ese país o región y la
droga “social” de esa cultura para poder hacer una prevención realista y eficaz

La globalización con frecuencia nos confunde lo que nos gustaría que fuesen las cosas con la propia
realidad (Vázquez y Becoña, 2007). En el caso del consumo de drogas las variaciones en el consumo
de unas u otra drogas por países, regiones o continentes son claras. Para aplicar una buena
prevención de drogas es necesario partir de la diversidad cultural y de la droga social de esa cultura.

La diversidad cultural se refiere a que las culturas suelen tener un sistema de creencias muy
enraizado. La “supuesta” globalización cultural, que es una utopía en estos momentos, se confunde
con la “cuasi real” globalización económica que se va imponiendo poco a poco a nivel internacional.
No tener en cuenta la diversidad cultural en relación al consumo de drogas puede llevar a grandes
errores en las acciones preventivas que queremos poner en práctica.

Relacionado con la diversidad cultural está el país o región en el que vivimos, o en el que queremos
aplicar una acción preventiva. Por ejemplo, si en España hay un consumo muy alto de cocaína y
cannabis (los mayores de Europa y de los primeros en el mundo), hay motivos y datos que nos
indican que hay características socio-culturales que han llevado a esta situación. Pero tampoco
podemos olvidar que hay razones geográficas que explican una parte de este fenómeno, como es
que España es la principal vía de entrada para toda Europa de la cocaína (desde Centro América) y
de cannabis (desde Marruecos y norte de África). El paso de esas sustancias en una cantidad mayor
que en otros países por la disponibilidad, accesibilidad y bajo coste, lleva a que el riesgo del consumo
en esa población sea mayor. Lo mismo es bien conocido y aplicable a muchos países de América
Latina que cultivan, producen, manufacturan o exportan, por ejemplo, cocaína.

En esas circunstancias no sólo es necesario una reducción de la demanda (que podemos hacer con
programas preventivos y medidas normativas), sino que es necesario también poner en práctica
acciones importantes de reducción de la oferta (Becoña y Martín, 2004), o lo que es lo mismo, de

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represión del tráfico de drogas (OEDT, 2012). De no combinar ambas estrategias pocos resultados
conseguiremos.

1.6. La necesidad de evaluar los programas preventivos para que tengan buena validez interna y
externa

Hay que habituarse y exigir que todo programa preventivo tenga tanto validez interna como validez
externa. La validez interna se refiere a la medida en que una situación experimental concreta es
capaz de descartar las explicaciones alternativas. Las amenazas a la validez interna son todas
aquellas variables, distintas a la independiente, que puedan provocar cambios y, por tanto, confundir
el proceso de inferencia (ej., historia, maduración, medición repetida). Esto es, se refiere hasta qué
punto un experimento demuestra claramente que la intervención explica el cambio. Como sabemos,
la variable independiente es la que se manipula y la dependiente es la que se evalúa (ej., evaluar el
consumo de cannabis en un programa preventivo, en un grupo de sujetos al que se aplica el
programa -grupo experimental- comparado con otro al que no se aplica –grupo de control. Entonces,
la variable dependiente sería el consumo de cannabis y la independiente el grupo (experimental vs.
control).

Aunque lo más importante y prioritario en investigación es demostrar las relaciones entre la


variable(s) independiente(s) y la(s) dependiente(s), no debemos minusvalorar la generalización de
la(s) relación(es) a otras personas, situaciones, tiempos, etc. Esto hace referencia a la validez
externa, la cual aborda la cuestión del alcance al que se pueden generalizar o extender los resultados
obtenidos en un estudio. Por tanto, cuando se finaliza una investigación también debe preocuparnos
a qué sujetos, situaciones, tiempos, características de la situación experimental, etc., podemos
generalizar los cambios que hemos constatado.

También hay la validez de constructo (se refiere a los factores relacionados con la base conceptual
que subyace al efecto de la intervención) y la validez estadística (es la que está directamente
relacionada con los aspectos de la valoración cuantitativa que podrían afectar a la interpretación de
los hallazgos tales como una baja potencia estadística, variabilidad en los procedimientos, falta de
fiabilidad en la medición y pruebas estadísticas inapropiadas).

Los estudios sobre evaluación de programas preventivos se han centrado fundamentalmente en la


validez interna, menos en la externa. Pero ésta es muy importante porque se refiere a los aspectos
de generalización aplicabilidad y predictibilidad (Fernández-Hermida et al., 2012). La generalización
se refiere a que la muestra que se usa para el estudio es representativa de la población que
estudiamos; la aplicabilidad se refiere a que una intervención preventiva que ha resultado serlo en

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un sitio también lo será en otro sitio distinto o con una población distinta; y, la predictibilidad a que
las medidas de resultado del estudio se relacionan con resultados de salud o sociales claramente
identificables (ej., la edad de inicio de consumo de una sustancia).

Debe notarse que en ocasiones los programas preventivos pueden tener una buena validez interna,
pero en cambio no siempre logran tener una buena validez externa. En Fernández-Hermida et al.
(2012) puede verse como la mayoría de los programas preventivos familiares fallan en tener una
adecuada validez externa. De ahí la relevancia de tener estos aspectos en cuenta y que los estudios
lleguen a las mejores conclusiones, no a conclusiones poco claras o que no se pueda concluir nada
de ellos.

La conclusión de todo lo anterior es que hay que evaluar los programas preventivos adecuadamente,
hay que tener en cuenta las limitaciones que existen y hay que ponerse a la altura de otros tipos de
evaluación porque así nos lo piden, o nos lo van a pedir cada vez más. Hoy que se ha implantado el
meta-análisis o las revisiones sistemáticas de la literatura científica (ej., las revisiones de la Cochrane
Collaboration) no podemos dejar de considerar este importante aspecto.

Por suerte los programas preventivos escolares han conseguido tener, algunos de ellos, tanto una
buena validez interna como una buena validez externa (Foxcroft y Tsertsvadze, 2012). En cambio, a
nivel de programas comunitarios, este aspecto ha sido más complejo de evaluar, excepto en acciones
puntuales de prevención del consumo de tabaco y de alcohol (Burkhart, 2011).

1.7. Hacer más visible la prevención

La prevención del consumo de drogas no siempre es visible, o en algunos países ha perdido


visibilidad en los últimos años. ¿A qué se debe esto? Son varios los motivos que llevan a esta
situación. El principal es cuando este tema sale de la agenda política y social, o cuando otros temas
sustituyen en relevancia a este problema. No olvidemos que cada sistema social da relevancia o no
a ciertos problemas, aunque en ocasiones a los prioritarios no se les da la relevancia que tienen y a
otros menos prioritarios se les aumenta. Veamos un ejemplo. El consumo de tabaco es la principal
causa evitable de muerte en los países desarrollados, y pronto lo será en otros en vías de desarrollo.
¿No es lo más razonable invertir dinero en este problema de salud para que las personas no se
mueran? En teoría sí, pero en la práctica no siempre se ha hecho o no se hace, por los enormes
intereses económicos y otros intereses que en ocasiones subyacen a este problema de salud (ej.,
los impuestos que proporciona el tabaco al propio estado; los lobbys tabaqueros que presionan a la
prensa y a los periodistas o les influyen directamente; sociedades o asociaciones interpuestas que

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confunden a la población con mensajes de libertad individual; la excusa de los puestos de trabajo
que crean estas industrias y de que pagan sus impuestos, etc.).

Cuando la prevención pierde visibilidad aparecen varias consecuencias negativas, como disminución
del dinero disponible para hacer prevención, reducción de otros recursos disponibles para la
prevención, infravaloración del problema, etc. Y, al tiempo, suelen surgir voces críticas diciendo que
lo que se hace no funciona, no es eficiente, no sirve y que lo mejor es dejar las cosas como están
sin hacer nada o mantener las actividades preventivas a un nivel residual. Esto es un grave error,
pero el ser humano es una especie que lleva cometiendo muchos errores a lo largo de su historia,
pero también grandes aciertos. De ahí que hay que fundamentar bien lo que se hace, cómo se hace
y para quién se hace. Esto es, hay que demostrar que lo que hacemos funciona.

Otro factor que favorece la pérdida de visibilidad en la prevención del consumo de drogas son los
datos epidemiológicos. Mientras no se estabiliza el consumo de una sustancia en un país este
consumo va a subir año a año. Cuando sube se suele decir que la prevención no funciona, cuando
realmente lo que suele ocurrir es que no se aplica en toda su intensidad. Y, cuando desciende el
consumo se suele achacar a que ya dejó de existir el problema o que está disminuyendo y que, por
tanto, ya podemos disminuir la financiación porque el problema ya está controlado. Cometer errores
en un sentido o en otro tiene consecuencias negativas para los individuos y para esa sociedad.

También no hay que olvidarse que, desde la perspectiva de la salud pública, el consumo de drogas
se incrementa en distintos países porque sus principios no se aplican, no se aplican los adecuados
o no se aplican con la suficiente intensidad. Esto viene dado por no desarrollar políticas y normas
que se sabe que son eficaces para reducir el consumo. Lo cierto es que en el tema del abuso de
alcohol, tabaco y drogas ilegales, junto a la aplicación de distintas medidas efectivas también se
aplican otras en un nivel de intensidad baja (nivel de cobertura baja), o medidas que se sabe que
son inefectivas pero que se mantienen por los intereses de la industria del tabaco y del alcohol (ej.,
los programas de conductor designado, que son inefectivos en reducir las borracheras o los
accidentes de tráfico) o porque hay sectores interesados en incrementar el consumo de drogas
ilegales (narcotráfico, pequeños vendedores al menudeo, movimientos pro-legalización, etc.) (Babor
et al., 2010).

Y a todo lo anterior se añade el papel cada vez creciente del movimiento pro-legalización del
consumo de drogas en distintos países y, de modo especial, el movimiento pro-legalización del
cannabis (Calafat et al., 2000). Primeramente está la confusión interesada entre "despenalización" y
"legalización" del consumo de drogas (Becoña y Martín, 2004) y, en segundo lugar, el hecho bien
conocido en la clínica de que todo adicto justifica su adicción y estaría encantado en que todos fuesen

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adictos y que a él le permitiesen seguir siéndolo. Acude a tratamiento por sus consecuencias
negativas, no por las positivas. Lo que querría sería revertir este hecho, algo que nunca se podrá
revertir porque un importante incremento del consumo nos llevaría a enormes problemas sociales,
sanitarios, familiares, penales, económicos, etc.
De ahí la relevancia de hacer más visible la prevención, de hacerla más evidente, de que se
vea que funciona, que es útil, que ayuda a salvar muchas miles de vidas.

1.8. Prevención ambiental con leyes y normas

Revisiones como las de Steinberg (2008) han mostrado que los adolescentes tienen suficiente
información sobre las drogas. Pero aun así muchos las consumen y lo hacen en presencia de iguales
en contextos de grupo. Dado que el peso de los factores biológicos, emocionales y sociales en la
adolescencia guían su conducta, se hace preciso poner en marcha acciones de otro tipo, acciones
de tipo ambiental. Es lo que conocemos actualmente como prevención ambiental (Burkhart, 2011).
Se parte en este caso de que el mejor modo de cambiar la conducta es cambiar el contexto donde
se lleva a cabo la misma (Stern, 2005).

El objetivo de la prevención ambiental es “alterar los ambientes inmediatos culturales, sociales,


físicos y económicos en los que las personas hacen sus elecciones sobre el consumo de drogas”
(Burkhart, 2011, pág. 89). La prevención ambiental usa, entre otras estrategias, la legislación, como
los impuestos, restricción en los locales, en la publicidad, en la edad de venta a menores, en el
etiquetado, etc. También da una gran importancia a reducir la disponibilidad de las sustancias, al
número de locales en los que se puede acceder a las mismas o a los puntos de venta. También se
puede aplicar incidiendo en los dueños de los locales, con campañas educativas, formativas, etc.

La prevención ambiental ha mostrado ser efectiva con distintas estrategias en el caso del alcohol
(Room, Babor y Rehm, 2005), del tabaco, sobre todo con el Convenio Marco para el control del
tabaquismo y en las drogas ilegales (Strang et al., 2012). La limitación es que estas medidas, o parte
de ellas, se han implantado sólo en algunos países desarrollados, no en todos.

Facilita mucho el proceso de la prevención ambiental una adecuada información sobre las drogas,
una estrategia dirigida a la salud y a su preservación, y asumir que es preciso hacer “cambios” en
ciertas creencias sociales o normativas (ej., ha ayudado mucho el lema “fumar mata”, o “si tú bebes
alcohol tu bebé bebe alcohol” en mujeres embarazadas).

A pesar de todo lo anterior, no debemos olvidar la resistencia por parte de la industria del tabaco y
del alcohol, y de movimientos pro-consumo de drogas. Estos suelen usar lo positivo del consumo

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(placer, bienestar, relajación, etc.) y atacar lo que hay que hacer para controlar dicho consumo,
usando palabras peyorativas como ataque a la libertad individual, ataque a la elección personal,
medidas represivas, ilegalización, control de mercados, etc. Le dan más peso a la ideología que a la
ciencia. Y se olvidan de que el consumo de drogas es un problema de salud pública y de que le
corresponde a la sociedad proteger a los menores y a los adolescentes de dicho consumo. De ahí
que hay una importante resistencia en distintos países a poner medidas de prevención ambiental en
marcha, a pesar de que son una de las más eficaces de las que disponemos (Strang et al., 2012).

1.9. Mejor formación profesional en el campo preventivo

Una ciencia, como la ciencia de la prevención, tiene que tener un conjunto de herramientas que la
caracterizan o un conjunto de conocimientos que la hacen tener un hueco en el campo del saber y
de la aplicación práctica (O´Connell et al., 2009). Esto no significa nada más que con su tecnología
puede ayudar a las personas en un aspecto concreto de sus vidas. En nuestro caso prevenir el
consumo de drogas. Esto exige aprender y disponer de toda una serie de conocimientos teóricos y
prácticos.

Pocos países han desarrollado programas de formación reglados en prevención en general, o en


prevención de drogas en particular, universitarios o de postgrado. Cuando no los hay aparece el
voluntarismo y no los técnicos. Esto ha ocurrido y sigue ocurriendo en muchos países. Tener “buenas
ideas" no significa que se pueda ayudar a resolver el problema del consumo. Se precisan
conocimientos técnicos sobre ese aspecto. En el campo de la prevención de drogas todo profesional
tiene que estar cualificado en las principales teorías que sustentan la prevención de drogas (basadas
naturalmente en datos empíricos, no en lo que a uno se le ocurra), habilidades para poder poner en
práctica dichos programas (tanto a nivel de conocimientos como de otras que son necesarias),
conocer programas preventivos eficaces que se han implantado en ese contexto cultural, o adaptar
programas de otro contexto cultural al nuestro, saber evaluar empíricamente dichos programas (con
evaluación del proceso y del resultado), o que otras personas hagan dicha evaluación, saber utilizar
técnicas de marketing para que el trabajo que se haga sea visible y le guste a la persona, grupo,
institución, etc., que tiene que financiarlo; y, que dicho programa, una vez que se ha mostrado que
funciona, se pueda difundir y mantener en el tiempo (Becoña, 2002; O´Connell et al., 2009; Sloboda
y Bukoski, 2003; Sussman y Ames, 2008; Wilson y Kolander, 2011).

1.10. Clarificar el rol profesional del preventólogo, técnico en prevención o experto en prevención

Relacionado con el punto anterior está la cuestión de qué reconocimiento legal tiene el preventólogo,
técnico de prevención o experto en prevención. O, dicho de otro modo, si hay una titulación que cubre

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el trabajo en el campo preventivo o es un campo abierto en el que pueden trabajar distintos
profesionales, o todo tipo de profesionales, o incluso no profesionales. Cuando ocurre esto último se
difumina el papel concreto que hay que realizar al tiempo que cuando se compara con otras
profesiones o con otro tipo de trabajos, es menos serio, más difuso o incluso totalmente abierto y
desregulado.

Lo anterior lleva a sugerir que en cada país se debe de clarificar qué conocimientos tiene que tener
un experto en prevención y, en función de este conocimiento, formar a profesionales en prevención
mediante formación de postgrado específica, o crear una titulación orientada a la ciencia de la
prevención. Como ya comentamos más atrás, el futuro nos depara la necesidad de tener personas
bien formadas en la ciencia de la prevención no solo para prevenir el consumo de drogas sino de
otros problemas como la agresividad, el suicidio, los embarazos no deseados, etc. Esto también
sugiere que las áreas de la ciencia que mejor están posicionadas para hacer este trabajo, como así
viene ocurriendo en la práctica, son las relacionadas con las ciencias de la salud o con las ciencias
del comportamiento. Otras no tienen sentido cuando carecen de los conocimientos que son
necesarios para poner en práctica el nivel operativo de la prevención. Porque conocemos qué
conocimientos básicos precisa tener un preventólogo (ver Becoña, 2002).

Y, finalmente, es necesario incluir a nivel escolar, en la enseñanza primaria y secundaria, una


asignatura específica dedicada a la prevención (de todos los problemas con los que se va a enfrentar
el joven o adolescente) o a la educación para la salud. Esto sí que es invertir en salud, en el futuro
de los jóvenes. Sin embargo, sigue habiendo hoy muchas resistencias a incluir asignaturas
específicas que se orientan a la prevención del consumo de drogas. El futuro irá por aquí ante la
situación epidémica a la que se ha llegado en muchos países con el consumo de drogas, los
problemas de estado de ánimo, las enfermedades de transmisión sexual, etc. O, si no existen estos
problemas, con la globalización y el mayor desarrollo económico, aparecerán de un modo o de otro
a lo largo del tiempo.

1.11. Potenciar el asociacionismo profesional en prevención a nivel local, regional, nacional


e internacional

Cuando una rama del saber es relevante, cuando el número de profesionales es importante o cuando
precisan clarificar, debatir o mejorar su formación, suelen formarse asociaciones profesionales sobre
ese campo del saber. Esto también ha ocurrido en el campo de la prevención de drogas, pero de
modo desigual en los países, siendo los anglosajones y europeos los que llevan la delantera.

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En las tablas 3 y 4 indicamos las principales características de la sociedad científica norteamericana
y de la europea dedicadas a la prevención. Sus objetivos y fines son muy claros y representativos.
Indican lo que se está haciendo ahora y lo que se hará en el futuro. Ambas asociaciones han surgido
de propuestas de personas dedicadas principalmente a la prevención del consumo de drogas. Esto
indica una vez más la relevancia de este campo. Como se puede apreciar en lo que se indica en
ambas tablas, es necesario unirse porque con ello es posible poder compartir conocimientos,
habilidades, avances, etc., con muchas más personas que están haciendo lo mismo o casi lo mismo
que nosotros. Y también para poder poner en común lo que se hace, lo que se puede mejorar, por
dónde van los últimos avances, qué limitaciones tenemos en el campo preventivo, etc. Existe
también alguna asociación nacional pero no tiene la relevancia de las anteriores o son más locales.
Pero también es necesario en muchas ocasiones crear pequeñas asociaciones locales, regionales o
nacionales que puedan permitir compartir lo más cercano, el trabajo cotidiano. Por ello, el
asociacionismo es otra de las características que se potenciará en los próximos años. El acceso a
las páginas webs de estas asociaciones ya facilita el trabajo que hacemos. Y, sobre todo, que la
persona no se sienta solitaria en un campo en el que a veces es difícil trabajar o no siempre
comprenden al profesional de la prevención.

Tabla 3. Resumen de algunos de los principales principios en los que se basa la SPR, Society for
Science Prevention (www.preventionresearch.org), cuya sede está en Estados Unidos.
La Sociedad para la Investigación en Prevención (Society for Prevention Research) es una
organización dedicada al avance de la investigación científica sobre la etiología y la prevención de
la salud social, física y mental, a los problemas académicos y a trasladar dicha información para
promocionar la salud y el bienestar.
La multi-disciplinariedad de los miembros de la SPR es internacional e incluye científicos,
profesionales, personas que hacen advocacy, administradores y los responsables de llevar a cabo
las políticas preventivas y difundir la ciencia de la prevención a lo largo de todo el mundo.

Tabla 4. Resumen de los principales principios de la Sociedad Europea de Investigación en


Prevención (EUSPR, www.euspr.org).
Misión. La European Society for Prevention Research (EUSPR) tiene como objetivo el avance de
la ciencia de la prevención de base ambiental, universal, selectiva e indicada con el objetivo de
mejorar la salud humana, el bienestar y reducir las desigualdades de salud.

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Son elementos básicos la interdisciplinariedad entre científicos, desarrollar políticas
públicas, desarrollo de metodologías, promoción de una mayor educación y desarrollo profesional
en prevención y en la implementación de la investigación.

Miembros. Puede ser miembro de la sociedad cualquier trabajador cualificado en una disciplina
relevante para la prevención, incluyendo investigadores de toda Europa e internacionales,
profesionales, responsables de políticas públicas y estudiantes que compartan los objetivos de la
sociedad.

A pesar de que la sociedad es primariamente europea animamos a que se hagan miembros


de la misma personas de otros países, especialmente aquellos profesionales que desean
desarrollar uniones colaborativas con investigadores europeos.

¿Por qué se establece la EUSPR? En los países europeos hay un interés creciente por la
prevención basada en la evidencia para los determinantes de la enfermedad y de la mala salud,
que no va en paralelo con la inversión en recursos humanos y en la formación.

Por ello, este sector de la investigación no está en el punto principal de la agenda de


muchas universidades e instituciones. Los científicos de la prevención trabajan de modo aislado y
en un mundo unidisciplinar mientras que la investigación de calidad en este campo requiere la
cooperación y el desarrollo metodológico mas allá de los límites de las disciplinas académicas
tradicionales, tales como la medicina, la psicología, la epidemiología, la bioestadística, los
científicos sociales y la antropología.

No hay sociedades científicas en Europa que incluyan estos temas tan específicos. El
EUSPR nace para cubrir este hueco.

1.12. Hacer ver a los responsables políticos y a toda la sociedad que la prevención es una ciencia

Por varios de los motivos que hemos visto, no siempre es fácil mostrar a otras personas, sean del
campo científico, profesional, de la administración o gestores públicos, que la prevención es una
ciencia, que la prevención tiene metodologías que son efectivas y que, finalmente, con la prevención
es posible reducir el consumo de drogas. Por otra parte, vamos hacia un mundo en el que en el
campo científico es necesario demostrar que aquello que hacemos funciona, que vale la pena invertir
en ello y de que tiene un papel social. En este aspecto es necesario que desde el campo preventivo
transmitamos la idea bien clara de que la prevención funciona, de que la prevención es necesaria y
de que la prevención tiene futuro (O´Connell et al., 2009).

Tenemos la suerte de vivir, en lo que atañe a la prevención, en un mundo globalizado. Sabemos en


poco tiempo que lo que se hace en un país o continente lo conocemos en otro. Y con ello hoy

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podemos afirmar con datos que tenemos fundamentación, metodologías, programas preventivos,
evaluaciones de programas y muchos otros conocimientos sobre el campo preventivo del consumo
de drogas. Por ello hoy podemos afirmar que su utilidad es clara. Pero también es nuestra
responsabilidad transmitir tanto a los padres, a los alumnos, a los medios de comunicación de masas,
a otros profesionales, sobre todo del campo de la salud y del tratamiento, como a los responsables
políticos y de gestión pública, que la prevención constituye un campo del saber que tiene tecnologías
concretas que permiten considerarla una ciencia y que con dicha ciencia podemos prevenir el
consumo de drogas. También dejarles claro que con la prevención no podemos "eliminar" el consumo
de drogas, pero si podemos reducir sus consecuencias, reducir su prevalencia o que ésta no crezca
más de lo previsible, reducir el daño que causa en los individuos, mejorar los problemas de salud,
revertir la inversión en prevención con creces en ahorro en los próximos años, etc.

Hacer ver a otros la utilidad de nuestro trabajo lleva a que se prestigie y que se vea útil. En un mundo
como el actual, en el que cada vez se exige más que las cosas funcionen, el camino correcto es
aplicar aquello que ha mostrado su eficacia, que lo podemos aplicar en nuestro contexto y que la
mejor tecnología es la que nosotros aplicamos.

En esta línea, en la tabla 5 indicamos aquello que está bien fundado a nivel científico sobre las
políticas de drogas y en la prevención de las drogodependencias.

Tabla 5. Conclusiones de lo científicamente fundado sobre las políticas de drogas.


1. No existe un problema único de drogas en una misma sociedad o en distintas sociedades;
tampoco hay una "fórmula mágica" que resolverá el problema de las drogas.
2. Muchas medidas que influyen en los problemas de drogas no son consideradas una política
de drogas y muchas políticas específicas de drogas tienen grandes efectos fuera del ámbito de
las drogas.
3. Las actividades promovidas por los países desarrollados para reducir el cultivo de plantas
productoras de drogas en países pobres no han disminuido la provisión global de drogas ni el
uso en los mercados y probablemente nunca lo harán.
4. Una vez que se han ilegalizado las drogas, hay un punto más allá del cual una aplicación más
estricta de la ley y el encarcelamiento producen muy poco beneficio adicional.
5. Las inversiones en servicios de probada eficacia para las personas dependientes de opiáceos
por lo general reducen los problemas relacionados con las drogas.
6. Los programas de prevención escolar, familiar y comunitarios tienen efectos modestos.
7. El debate sobre la política concerniente a las drogas está dominado en muchos países por
cuatro dicotomías falsas que pueden confundir a los encargados de las políticas en cuanto a la

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gama de opciones legítimas y a los efectos previstos (1. los supuestamente distintos métodos
de aplicación de la ley y de los servicios de salud (distinción que a veces se abrevia como
"policías en oposición a médicos"); 2. políticas que apoyan los servicios para usuarios de drogas
en contraste con los dirigidos a la reducción de daños; 3. la distinción frecuentemente
establecida entre "drogas buenas" (las legales y medicamentos de prescripción) y las "drogas
malas" (las drogas ilegales); 4. la presunta necesidad de una comprensión recíproca entre los
intereses de los usuarios de drogas y los intereses del resto de la sociedad).
8. Los efectos perversos de la política concerniente a las drogas son frecuentes.
9. El sistema farmacéutico legal puede influir en la configuración del problema de las drogas de
un país y en la gama de opciones disponibles para la política de drogas.
10. No existen investigaciones científicas que orienten hacia la mejora de las actividades de
control de la oferta y de aplicación de la ley.
Fuente: Adaptado de Babor et al. (2010).

1.13. Mantener a nivel social, en la agenda política, la relevancia de este tema

Son varios los riesgos que tiene la ciencia de la prevención, dependiendo del desarrollo de la misma
en cada país, para su implantación, para su mantenimiento y para que no se reduzca lo que se viene
haciendo.

Cuando el problema del consumo de drogas surge en una sociedad, o cuando aparecen problemas
con una droga específica, se produce una gran alarma social. Esta alarma lleva a la población a
exigir soluciones rápidas al problema y se le pide a los responsables sanitarios y políticos la
búsqueda de soluciones, lo más rápidas posibles, a esta situación. Ante ello suele incluirse el
problema de las drogas en la agenda social, como una parte importante de la misma. Se habla del
tema, se buscan soluciones, se dispone de medios, se orienta a diversos profesionales hacia este
campo, etc. Se empieza por el tratamiento y pronto se sigue con la prevención, dado que este es un
problema que cuando aparece se mantiene en el tiempo con distintos niveles de intensidad
dependiendo de las acciones que se tomen.

Sin embargo, se observa en los últimos años que uno de los principales problemas que tiene la
prevención del consumo de drogas, y la prevención en general, es que se asuma que ya está
consolidada o que ya no es necesario invertir más dinero en ella. La sociedad se habitúa al estado
de cosas, los profesionales tienen ya su nicho de trabajo y los responsables públicos creen que
deben pasar a otros temas que les pueden interesar más a sus ciudadanos. En este sentido, los
sistemas sociales prefieren centrarse en lo positivo y dejar a un lado lo negativo. Y, en los últimos
años, los aspectos económicos se están convirtiendo en un foco de atención prioritario. Aparte, la

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globalización de los mercados lleva a ver las cosas a veces de modo descontextualizado al olvidarse
los factores culturales en este tema, el nivel de producción de sustancias psicoactivas concretas en
cada país, el nivel de aceptación de las distintas sustancias, etc.

Como un ejemplo de lo anterior, suele afirmarse en distintos contextos de que "las drogas han
existido desde siempre". Nunca más falso ha sido esto si no se contextualiza. Esa afirmación implica
una visión global del mundo, visión que casi nadie tiene ni ha tenido. La persona nace en una cultura
determinada, se socializa en ella, tiene o puede tener acceso a una droga social de ella (ej., el alcohol
en las culturas mediterráneas, la hoja de coca en la cultura andina, el opio en la cultura china,.....).
Pero suele confundirse la sustancia original con la transformación de la misma para hacerla más
potente. No es lo mismo el vino que la ginebra, no es lo mismo la hoja de coca que la cocaína, no es
lo mismo el opio que la heroína, etc. De este modo pasamos de un nivel "natural" a un nivel "químico"
o de “transformación” y, además, con un nivel de comercialización que nunca ha existido antes en la
historia. Clarificar los términos y conceptos es muy relevante en nuestra ciencia y hay que tener las
ideas claras, como lo es la de que preservar la salud es un valor humano fundamental que está por
encima de otros.

1.14. No caer en la trampa del discurso de la normalización del consumo de drogas y no olvidarnos
que nuestra prioridad profesional es la salud
Hay una expresión castellana que dice "es como el Guadiana". Se refiere con ello al río Guadiana
que en sus inicios, a lo largo de varios kilómetros, aparece y desaparece de la vista, al pasar de río
superficial a río profundo, y viceversa. Esto ocurre en muchos ríos del mundo, pero la expresión ha
quedado para cuando nos queremos referir a algo que aparece y desaparece y vuelve a aparecer y
a desaparecer conforme pasa el tiempo. En el campo de las drogas hay un tema recurrente, el de la
normalización del consumo de drogas. Y, a veces, se une al mismo el de la despenalización y mismo
el de la legalización del consumo (Becoña y Martín, 2004). Estos planteamientos, en muchos casos,
inciden muy negativamente en el trabajo preventivo que se hace.

Ya hemos indicado más atrás que el problema de las drogas no lo vamos a erradicar. Pero tampoco
vamos a poder erradicar la violencia, las guerras, el hambre, los regímenes autoritarios, la mortalidad
infantil, etc. Pero una cosa es que no podamos erradicar el problema y otra que no podamos hacer
nada. Pensemos, como ejemplo, que a lo largo de siglos o décadas se ha reducido la mortalidad
infantil en todos los países. Lo mismo es aplicable al consumo de drogas. Además, hay una parte
de las personas que no consumen drogas, que nunca las han consumido ni las consumirán, incluso
entre los jóvenes (Calafat et al., 2004).

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Lo que sí es cierto es que una persona que trabaja en el campo preventivo necesariamente tiene que
tener claro que es un profesional, que proceda del campo de la salud, del comportamiento o de las
ciencias sociales, su prioridad tiene que ser la salud, la salud de los individuos y, de modo especial,
de los niños y adolescentes. Estos suelen estar indefensos ante muchos estímulos externos y
tenemos que ayudarles a que puedan llevar una vida mejor, una vida que les lleve a desarrollarse
como personas, a poder tomar sus propias decisiones, a que sean maduros, equilibrados y lo más
libres posibles. Pero esto choca con los intereses de las distintas industrias las cuales inciden sobre
ellos con distintas estrategias, entre las que destaca la de la publicidad, sobre todo para las drogas
legales (Becoña, 2006; Becoña y Calafat, 2005).

Por ello, a pesar de existir distintos modelos, el de la salud pública es esencial conocerlo. El modelo
de salud pública, que es el que se utiliza en el campo sanitario y en el de la planificación sanitaria,
incide en los aspectos de la oferta y sus consecuencias, en la demanda y sus implicaciones y en el
contexto (ambiente, cultura) (Medina-Mora, 2013). Esta perspectiva se centra fundamentalmente en
las personas, en la interacción de ellas con las drogas, en el contexto en que vive (con mayor o
menor riesgo de consumo), con su nivel de vulnerabilidad desde factores biológicos hasta los
ambientales, pasando por los psicológicos. Y, cuando la persona es dependiente de una sustancia,
se le considera y se le trata como a un enfermo, como un adicto. La prevención pretende que nada
de esto ocurra.

21
2. Lecturas recomendadas

Babor, T., Caulkins, J., Edwards, G., Fischer, B., Foxcroft, D., Huamphreys, K. et al. (2010). La
política de drogas y el bien público. Washington, DC: Organización Panamericana de Salud.
En este manual se revisan las políticas que se han llevado a cabo en el tema de las drogas y qué
evidencia existe de cada una de ellas, en el control de la oferta, sanciones penales, control de los
medicamentos psicoactivos, prevención, servicios sociales y de salud para los consumidores, etc. Es
un manual que debe conocer el técnico en prevención para saber lo que funciona y lo que no
funciona.

Becoña, E. (2002). Bases científicas de la prevención de las drogodependencias. Madrid: Plan


Nacional sobre Drogas.
En este manual se describen las bases científicas en las que se sustenta la prevención de las
drogodependencias. Se repasan los conceptos básicos sobre drogas y sobre prevención, hechos
bien asentados en prevención, principales modelos teóricos, factores de riesgo y de protección,
procesos relacionados con el consumo de drogas y su prevención, pasos a seguir en la puesta en
práctica de un programa preventivo y evaluación de la prevención de drogas.

García del Castillo, J. A. y López-Sánchez, C. (Eds.) (2012). Estrategias de intervención en la


prevención de drogodependencias. Madrid: Síntesis.
En este manual se presentan distintos aspectos de la prevención de las drogodependencias, como
aspectos históricos, elementos que debe tener un programa preventivo eficaz, factores de riesgo y
de protección, diseño de programas preventivos, técnicas aplicadas en prevención y evaluación y
difusión de programas.

O´Connell, M. E., Boat, T. y Warner, K. E. (Eds.) (2009). Preventing mental, emotional and
behavioral disorders among young people. Progress and possibilities. Washington, DC: The
National Academies Press.
Manual del Institute of Medicine norteamericano en el que exponen los pasos que hay que dar,
basándose en la investigación y evidencia disponible, para mejorar y hacer bien la prevención de los
problemas de salud mental así como de los trastornos emocionales y conductuales en los jóvenes.

United Nations (2007). Sweden´s successful drug policy: A review of the evidence. Nueva York,
NY: United Nations, Office on Drug and Crime.
Manual editado por Naciones Unidas en donde se compara la política sueca sobre drogas en relación
con muchos otros países. Se concluye que la inversión pública en drogas, como valores sociales
sobre no consumo, explican una prevalencia tan baja de consumo de drogas en Suecia.

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UNODOC (2013). International standards on drug use prevention. Nueva York: United Nations
on Drugs and Crime.
En este breve manual se presentan los estándares recomendados para poner en práctica un
programa preventivo para el consumo de drogas. Se insiste de modo especial en la necesidad de las
políticas de prevención para las distintas edades y las características que debe tener una prevención
eficaz.

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3. Bibliografía

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