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Santafé de Bogotá D.C., julio diez (10) de mil novecientos noventa y cinco
(1995)
Acorde con tales postulados, el artículo 1546 de ese estatuto autoriza al contratante
cumplido, en los contratos sinalagmáticos, a impetrar la resolución o el cumplimiento del
mismo por el contratante incumplido, y en ambos casos con la indemnización de perjuicios
correspondiente, norma que guarda estrecha relación con lo preceptuado por el artículo
1608 del Código Civil, en cuyos tres numerales el legislador definió cuando se encuentra en
mora el deudor.
La mora del deudor no puede en ningún caso confundirse con el incumplimiento de las
obligaciones contractuales, como quiera que aquella, como lo tiene por sentado la
jurisprudencia de esta Corporación, consiste en "el retraso, contrario a derecho, de la
prestación por una causa imputable a aquél" (Casación 19 de julio de 1936, G.J. T. XLIV,
pág. 65), en tanto que el incumplimiento es la inejecución de la obligación debida, ya sea
ésta positiva (dare, facere) o negativa (non facere).
1.2.- Significa entonces lo anterior que exigibilidad y mora de la obligación son dos
nociones jurídicamente diferentes. La primera se predica de las obligaciones puras y
simples, esto es, las que no se encuentran sometidas a plazo, condición o modo, ya porque
nunca han estado sujetas a una cualquiera de estas modalidades, ora porque éstas ya se
realizaron y, por ello el acreedor se encuentra autorizado a exigir al deudor su
cumplimiento, aún acudiendo para el efecto a la realización coactiva del derecho mediante
la ejecución judicial; la mora, en cambio, supone el retardo culpable del deudor en el
cumplimiento de la obligación, y para constituír en ella al deudor, se requiere que sea
reconvenido por el acreedor, esto es, que se le intime o reclame conforme a la ley la
cancelación de la prestación debida. De tal suerte que, sólo a partir de surtida la interpelatio
puede afirmarse que el deudor incumplido, además ostenta la calidad de deudor moroso,
momento éste a partir del cual puede exigirse el pago de perjuicios conforme a lo dispuesto
por los artículos 1610 y 1615 del Código Civil, o reclamarse el pago de la cláusula penal,
que entonces se torna exigible de acuerdo con lo preceptuado por los artículos 1594 y 1595
del Código Civil.
1.3.- Como se ve por lo expuesto, si una de las partes contratantes incumple con sus
obligaciones, el acreedor, por el solo hecho de este incumplimiento no puede reclamar el
pago de los perjuicios que le hubieren sido causados con él, pues para ello se requiere
constituír en mora al deudor.
1.3.1.- Sin embargo, en manera alguna puede aseverarse que el acreedor se encuentre
entonces impedido para exigir el cumplimiento de la prestación que se le debe, pues este
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1.3.2.- En ese orden de ideas, resulta claro que la mora, si la obligación es dineraria supone,
necesariamente, que se encuentre plenamente determinada, es decir que con certeza se halle
establecido cuál es su monto, asunto éste sobre el cual, desde antiguo tiene dicho la Corte
que "la mora en el pago solo llega a producirse cuando exista en firme una suma líquida"
(Sentencia Casación 27 de agosto de 1930, G.J. T.XXXVIII, pág. 128).
I. ANTECEDENTES
1. Mediante demanda que obra a folios 269 a 282 del cuaderno No. 1, y que
por reparto correspondió tramitar al Juzgado Segundo Civil del Circuito de
Buga, la SOCIEDAD COMERCIAL MAYORITARIA DE GRANOS LTDA.
convocó a la SOCIEDAD GRASAS S.A. a un proceso ordinario de mayor
cuantía, para que por la jurisdicción se proveyese sobre las siguientes
pretensiones:
2.3. En las condiciones del mercado existentes para 1988, se distinguieron dos
períodos: a) el comprendido del 10 de junio al 30 de julio de ese año; y b) el
comprendido entre esta fecha y la terminación de la cosecha. Para el primero
el precio de tonelada de fríjol soya, puesta en la planta de Grasas S.A. fue de
$185.000, de los cuales $175.000 corresponden a la tonelada del producto,
$5.000 a fletes y empaques y $5.000 por lo que los contratantes denominaron
"adehala" de la negociación. Adicionalmente se reconoció el valor del
transporte de la finca al camión transportador, a razón de $1.oo por kilo, más
el pago de la tarea de pesaje en la finca, a razón de $10.oo por bulto, más la
retención en la fuente sobre el precio del fríjol soya.
Para el segundo período se convino que el precio de la tonelada puesta en la
planta de Grasas S.A. sería de $165.500, incluídos en él la suma de $158.000
valor del producto; $5.000 por concepto de empaques y fletes y $2.500 por lo
que los contratantes denominaron "adehala" de la negociación.
2.6. Como quiera que la demandada incumplió con el pago del precio
convenido, así como con respecto a la oportunidad del mismo y en relación con
el reajuste del precio de la cosecha de 1987, incurrió en responsabilidad que la
obliga a indemnizar los perjuicios materiales sufridos por la demandante, en
cuantía de $19'183.280 por daño emergente y por el lucro cesante equivalente
a la rentabilidad de esa suma a partir del 2 de noviembre de 1988, equivalente
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la fuente, pesaje de bultos en la finca y precio de los fletes por kilo, traslado de
la finca al camión transportador y empaques, así como la declaración de no
tener por probadas las excepciones de inexistencia de la obligación, falta de
causa de la misma, pago y caducidad de la acción de impugnación de las
cuentas finiquitadas y la denegación de la indexación reclamada por la parte
actora. Además, se modificó la condena impuesta a la sociedad Grasas S.A.
en el punto 3o. de la sentencia apelada, en el sentido de declarar que la
sociedad Grasas S.A. es responsable con respecto a la demandada, "por el
incumplimiento en el pago de catorce millones novecientos noventa y ocho mil
ochocientos cincuenta y dos pesos ($14'998.852), discriminados así: cuatro
millones veinticinco mil trescientos noventa y ocho pesos, cantidad no
reajustada a $105.oo durante el período comprendido entre el 1o. de diciembre
de 1987 y el 30 de mayo de 1988, diez millones novecientos setenta y tres mil
cuatrocientos cincuenta y cuatro pesos ($10'973.454.oo), correspondiente al
saldo del precio de la semilla de fríjol soya suministrada entre el 10 de junio y el
18 de julio de 1988" (fls. 37 y 38, cdno. Tribunal). Así mismo se modificó el
punto 5o. de la sentencia impugnada, para condenar a Grasas S.A. a pagar a
la demandante la suma de "cuarenta y dos millones cincuenta y seis mil
setecientos ochenta y un pesos con 2/100 moneda corriente, por concepto de
intereses moratorios causados desde el 2 de noviembre de 1988" a la fecha del
fallo.
luego que "el precio en este tipo de contrato puede estar indeterminado sin que
ello evidencie la ausencia de un elemento esencial", porque conforme a lo
establecido por el artículo 970 del Código de Comercio, si el precio no se
señala ni se fija tampoco la forma para determinarlo, en el contrato de
suministro se presume que las partes "aceptan el precio medio que las cosas o
servicios tuvieren en el lugar y en el día del suministro" (fls. 31 y 31v. cdno.
Tribunal).
9. Agrega que en el caso sub lite el precio no fue indeterminado "porque las
partes fijaron uno, el que en virtud de no haberse señalado en el memorando
de fecha 22 de junio, debió la parte actora probar por intermedio de la prueba
testimonial y documental" (fl. 31v. cdno. Tribunal).
10. De otro lado, añade el Tribunal que según se infiere de los testimonios de
Jaime Correa Valencia, Angel León y Ramírez Monar y del contenido del Acta
No. 0935 del 28 de octubre de 1988, ante la existencia de reclamos formulados
por los proveedores, se acordó "negociarlos en las mejores condiciones para la
compañía", lo cual guarda relación con lo convenido el 28 de junio de 1988
(Acta No. 0931), fecha en la cual se acordó que habida consideración del
"cambio operado en el mercado de la semilla de soya" y de la asignación por el
IDEMA "a la empresa Grasas S.A. de 2.144 toneladas de fríjol soya a $125.000
la tonelada", no era conveniente continuar adelante con la decisión de
"adquisición del producto a los precios inicialmente convenidos con los
proveedores" (fl. 32, cdno. Tribunal). Por ello, en el mes de julio se acordó
pagar un precio máximo de $145.000 por tonelada y para el mes de septiembre
se decidió "reestructurar el área de compras de materias primas con personal
muy bien escogido", todo dentro de la política general de manejar el mercado
conforme a la oferta y la demanda.
11. De los testimonios de Jaime Correa Valencia, Alberto Angel León y Alvaro
Ramírez Monar, manifiesta el Tribunal que coinciden en señalar que el precio
pactado fue de $185.000 por tonelada de fríjol soya, no obstante lo cual la
Junta Directiva de la sociedad demandada hizo la recomendación de "no
comprar fríjol soya a más de $155.000 cuando ya los contratos se habían
celebrado y efectuado los anticipos de dinero a los agricultores", lo que resulta
de gran significación, "porque ello permite evidenciar que efectivamente la
empresa conocía los contratos celebrados en los que se pactó comprar por un
valor superior al ahora fijado por ellos, o convenido un ajuste del precio hasta el
valor que alcanzara al máximo precio para los casos en que no se hubiera
alcanzado uno fijo, y por esto ante el temor de perder mucho dinero (veáse
folio 76, cdno, No 2.) decidió hacer tabla raza de aquellos contratos y ordenar
se revaluaran las condiciones de compra" (fl. 32v., cdno. Tribunal.
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13. El Tribunal expresa luego que, conforme a la prueba documental que obra
en el expediente, es decir analizados los comprobantes de pago expedidos por
la Sociedad Grasas S.A. y comparados con las cantidades de semilla
entregadas entre el 10 de junio y el 30 de julio de 1988, ha de establecerse "el
monto del incremento que adeuda la sociedad demandada a la actora" por la
cantidad de soya entregada durante el período mencionado.
Con ese propósito, analiza los recibos de ingreso números 15066 y 15429,
conforme a los cuales encuentra que "la sociedad Mayoritaria de Granos Ltda.
envió a la demandada 484.788 kilos durante el período comprendido entre el
10 de junio de 1988 y el 30 de julio de ese mismo año los que debían ser
cancelados a $185 (sic) para un total de $89'685.780. Del examen de los
comprobantes y las planillas de ajuste se tiene -continúa el Tribunal-, que la
demandada canceló la suma de $78'712.326,28 incluída en esa, la cantidad de
$3'506.849.28 representada en el comprobante 0007924 del 1o. de noviembre
de 1988 por reajuste de la soya entregada entre el 1o. de mayo al 30 de julio
de 1988" (fl.33v. cdno. Tribunal), lo que quiere decir que "la empresa Grasas
S.A. adeuda la suma de $10'973.454 a la demandante por concepto de
reajuste del valor del kilo de fríjol soya entregado por ésta a aquélla entre el 10
de junio y el 30 de julio de 1988" (fl. 34, cdno. Tribunal)
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14. Asevera luego el sentenciador de segundo grado que "lo que no logró
probar la actora fue el precio de $165.000 que dijo haber acordado con el
Departamento Comercial de Grasas S.A. para la segunda etapa del período B.
por que si bien el testigo Valencia Correa ha afirmado que el precio convenido
corresponde a aquel valor", tal afirmación resulta en contradicción con la
declaración de Gerardo Arango, corroborada con "una serie de
comunicaciones enviadas a la demandada", en la cual se afirma que "el precio
acordado era de $160.000 la tonelada" (fl. 34, cdno. Tribunal). Siendo ello así,
a juicio del Tribunal, ha de concluirse entonces "que la sociedad demandada
se encuentra a paz y salvo por concepto de la semilla de soya entregada a
partir del 1o. de agosto de 1988 porque de acuerdo con los tabulados
aportados por Grasas S.A. al contestar la demanda y el comprobante 0007924
del 1o. de noviembre de 1988 (fls. 23 y 28 del cdno. principal) el reajuste de la
materia prima a la suma de $160.000 la tonelada con una comisión de $2.500,
así lo acreditan", conclusión ésta a la cual, también "llegan los auxiliares de la
justicia quienes tras el análisis de los comprobantes de pago y el número de
toneladas entregadas por Mayoritaria de Granos Ltda. encontraron que no
existía ningún valor pendiente de reajuste para esta segunda fase del semestre
B. de 1988", lo que igualmente "puede predicarse con relación al costo del
empaque y al pago de la retención en la fuente" (fl. 34, cdno. Tribunal).
Analiza luego el contenido de los artículos 884 del Código de Comercio y 191
del Código de Procedimiento Civil y expresa que de acuerdo con tales normas
el interés corriente bancario se encuentra probado en el proceso con
certificación expedida por la Superintendencia del Ramo y afirma que con
fundamento en ella "se procedió a liquidar los intereses a partir del 2 de
noviembre de 1988 fecha en que la sociedad actora consideró que la
demandada había comenzado a incurrir en mora, por cuanto que con fecha de
ese mismo mes y año efectuó una reliquidación de semilla de soya a partir del
1o. de mayo y hasta el 30 de septiembre de 1988 tal y como se puede
observar en el comprobante 0007924" (fl. 36v., cdno. Tribunal), liquidación ésta
que al decir del fallador se hizo teniendo el buen cuidado de no sobrepasar el
interés que como usurario describe el artículo 235 del Código Penal y la cual,
en definitiva lleva a concluir "que la suma de $14'998.852. produce un interés
de $42'056.781.02 desde el 2 de noviembre de 1988 al 18 de mayo de 1993",
fecha de la sentencia impugnada.
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CARGO PRIMERO
Con apoyo en lo dispuesto por el artículo 368 numeral 1o. del Código de
Procedimiento Civil, acusa el censor la sentencia que combate de ser violatoria
por la vía directa y por indebida aplicación "de los artículos 870, 883, 884 y 980
del Código de Comercio", y a través de este último y de los artículos 2o. y 822
del mismo Código, se transgredieron también los artículos 1546, 1608, 1614,
1615, 1617, 1649 y 1930 del Código Civil (fls. 14 y 15, cdno. Corte).
Siendo ello así, resulta evidente que el Tribunal violó lo dispuesto por los
artículos 1930 del Código Civil y 870 del Código de Comercio, como quiera que
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CARGO SEGUNDO
Sin embargo, como no existe "prueba alguna de haber ocurrido uno cualquiera
de los eventos que conforme al artículo 1608 configuran la constitución en
mora de un deudor", resulta evidente que el Tribunal sentenciador incurrió en
error de apreciación probatoria por "suposición de prueba", ya que dió por
demostrada la existencia de la mora, sin estarlo. Tal yerro resulta trascendente,
como quiera que "si el Tribunal se hubiera percatado de que no hay prueba
alguna de mora de parte de la entidad demandada", el fallo hubiera sido
totalmente diferente, pues en lugar de condenar habría absuelto a la sociedad
demandada, lo que significa que "aplicó indebidamente los preceptos que lo
condujeron a acoger la acción de cumplimiento", y consecuencialmente los que
utilizó para condenar a dicha sociedad al pago de los perjuicios moratorios.
Siendo ello así, la sentencia impugnada debe casarse y la Corte, al dictar fallo
sustitutivo habrá de revocar el de primera instancia y, en su lugar, absolver a la
sociedad Grasas S.A..
CONSIDERACIONES
1. Por sabido se tiene que los contratos han de ser ejecutados de buena fe y
son, tal cual lo dispone el artículo 1602 del Código Civil una ley para las partes,
esto es que su voluntad las vincula entre sí a tal grado que solo pueden
liberarse de las obligaciones surgidas del contrato mediante la "prestación de lo
que se debe", es decir, por la solución o pago efectivo, según las voces del
artículo 1626 del mismo Código.
1.1.- Acorde con tales postulados, el artículo 1546 de ese estatuto autoriza al
contratante cumplido, en los contratos sinalagmáticos, a impetrar la resolución
o el cumplimiento del mismo por el contratante incumplido, y en ambos casos
con la indemnización de perjuicios correspondiente, norma que guarda
estrecha relación con lo preceptuado por el artículo 1608 del Código Civil, en
cuyos tres numerales el legislador definió cuando se encuentra en mora el
deudor.
2.1. En los dos cargos se acepta por la sociedad Grasas S.A. la celebración de
un contrato de suministro entre ella y la sociedad Comercial Mayoritaria de
Granos Ltda, en ejecución del cual surgió para la primera la obligación de
pagar a la segunda un precio por la provisión a aquella por ésta de fríjol soya,
como materia prima para la producción de aceites.
2.1.2.- Agrega que, dadas las condenas impuestas resulta evidente que el
tribunal "consideró que la mora era aquí consecuencia jurídica natural y obvia
de la existencia de la obligación" (fls. 16 y 17, cdno. Corte, primer cargo), o que
se falló incurriendo en "suposición de prueba" de la mora (fl. 25 cdno. Corte,
segundo cargo).
2.3.- Así las cosas, forzoso es concluír que ni se produjo el quebranto directo
de las normas sustanciales que se denuncian como infringidas en forma directa
en el primer cargo, ni tampoco la violación indirecta de las mismas de las
cuales se acusa al sentenciador en el segundo cargo, ya que, a contrario de lo
sostenido por el recurrente, no era indispensable en este caso la constitución
en mora de la sociedad demandada para reclamar judicialmente el
cumplimiento de las obligaciones contractuales.
CUARTO CARGO
CONSIDERACIONES
1.1.- Dado que en la celebración de los contratos se persigue por cada uno de
los contratantes la obtención de una prestación que le reporte alguna utilidad,
cuando se infringe el contrato por la otra parte, es decir, cuando la conducta del
otro contratante es contraria al vínculo obligacional nacido de ese acto jurídico,
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es evidente que se causan perjuicios al acreedor, los cuales dan origen a una
indemnización compensatoria o moratoria, según el caso.
1.2.- Ahora bien, la mora, como se sabe, es el retardo culpable del deudor en
el cumplimiento de sus obligaciones. Ella supone la intimación por el acreedor
al deudor para el cumplimiento, de tal suerte que a partir de esa reconvención,
mediante la cual se hace saber a este último que la infracción a la obligación
ocasiona un perjuicio, se encuentra constituído en mora y, por ello, desde
entonces se debe la indemnización de perjuicios (Art. 1615, C.C.).
1.2.1.- Como se desprende del propio texto del artículo 1608 del Código Civil,
la constitución en mora del deudor puede surgir en virtud de haberse pactado
un plazo al cabo del cual la obligación se hace exigible, salvo excepción legal,
o cuando dada la naturaleza misma de la obligación ésta no puede ser
satisfecha sino dentro de cierto tiempo, el cual se deja transcurrir por el deudor
sin ejecutarla, o finalmente cuando se ha reconvenido judicialmente al deudor
por el acreedor.
1.2.2.- Las dos primeras hipótesis, señaladas expresamente por los numerales
1o. y 2o. del artículo 1608 del Código Civil, son anteriores al incumplimiento de
la obligación, en tanto que la reconvención judicial surge con posterioridad a la
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1.3.- Ahora bien, reitera la Corte que la decisión del ad-quem condenatoria o
desestimatoria de la indemnización moratoria es preciso combatirla en
casación de acuerdo con la fundamentación central adoptada por aquel en la
resolución correspondiente. Pues cuando el Tribunal no se basa en
consideraciones fácticas que lo conduzcan a concluír que el deudor
demandado "se encuentre en mora, o que ésta se halle probada", sino que su
determinación surge de apreciaciones jurídicas que lo llevan a establecerla e
imponer la condena por perjuicios moratorios, ha dicho la Corte que, una
condena "sin que previamente se le hubiese constituído en mora, ha debido
entonces, encausar su ataque por la vía directa, porque si algún error cometió
el Tribunal en relación con el punto, no fue de tipo fáctico sino jurídico" (Cas. 9
de marzo de 1994, Exp. 3814, aún sin publicar). Pero el asunto resulta
diferente cuando el sentenciador de segunda instancia centra su análisis
fundamental en la existencia fáctica de la mora. Es decir, cuando, de un lado,
analiza los elementos fácticos constitutivos de la mora, para concluír que, de
acuerdo con las pruebas apreciadas y dejadas de apreciar, hubo o no pago
estipulado con el consiguiente cumplimiento o incumplimiento de la obligación,
o concluye que la obligación debió o no ejecutarse en cierto tiempo y no se
hizo, o deduce que hubo o no requerimiento judicial a fin de deducir la mora del
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2.1.2.- Como el propio Tribunal lo afirma a folios 28v., 29, 30 y 31 del cuaderno
No. 7, "objeto de ardua contienda" en este proceso fue el debate planteado
entre las partes entorno al precio de la tonelada de Fríjol soya objeto del
contrato entre la Sociedad Mayoritaria de Granos Ltda. y la Sociedad Grasas
S.A., "porque aunque la actora señala haber estipulado dos precios diferentes
para períodos distintos, la demandada alega que aquellos estuvieron
sometidos al vaivén de la oferta y la demanda y que si al final de la cosecha
reajustó el valor de la totalidad de la semilla recibida a la suma de $160.000 lo
hizo por mera liberalidad", aseveración ésta para cuya demostración "acudió a
la prueba testimonial y documental" (fl. 29 y ss., C-7). Ello significa, como
puede verse sin dificultad que desde el inicio mismo del proceso este asunto
fue materia de aguda controversia, lo cual fulge con mayor claridad de la
contestación de la demanda (fls. 366 a 378, C-1), en la cual se insiste en que el
suministro de fríjol soya estaba sujeto al vaivén de la oferta y la demanda.
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2.1.4.- Resulta ser tan cierto lo anteriormente dicho, que solo en la sentencia
impugnada vino a establecerse que la parte demandada adeuda a la parte
actora la suma de $14'998.852.oo, de los cuales $4'025.398.oo corresponden a
pago de reajustes del precio no cancelados entre el 1o. de diciembre de 1987 y
el 30 de mayo de 1988 y $10'973.454.oo, al saldo del precio de semilla de fríjol
soya suministrada entre el 10 de junio y el 18 de julio de 1988. Esto significa,
sin duda alguna, que para el 2 de noviembre de 1988 no existía claramente
determinada para las partes la existencia de una obligación pecuniaria a cargo
de la sociedad demandada y a favor de la sociedad demandante en una
cantidad líquida, lo que, por falta de certeza excluye la posibilidad legal de que
la deudora se encontrara en mora de pagar la obligación, requisito éste que
desde antaño exige la jurisprudencia de esta Corporación, como puede verse
en sentencia de casación de 27 de agosto de 1930, en la cual en forma
categórica se expresó que "la mora en el pago solo llega a producirse cuando
existe en firme una suma líquida", a cargo del deudor (G. J. T. XXXVIII, pág.
128).
puesto que la obligación es de pagar una suma de dinero, por lo que resulta
también inaplicable el numeral 2o. del artículo 1608 del Código Civil para la
constitución en mora del deudor.
2.3.- Luego, en tales condiciones solo sería posible constituir en mora a la parte
demandada mediante la reconvención judicial, como lo exige el artículo 1608,
numeral 3o. del Código Civil, que como se vió, puede hacerse separadamente
en forma previa, o sobre entiéndese con el auto admisorio de la demanda
donde se reclama la mora de una obligación que goza de certeza jurídica.
2.3.1.- Ahora bien, el tribunal simplemente señaló que "procedió a liquidar los
intereses a partir del 2 de noviembre de 1988 fecha en que la sociedad actora
consideró que la sociedad demandada había comenzado a incurrir en mora"
(subraya la Sala), de acuerdo con la reliquidación del 30 de septiembre de
1988 registrada en el comprobante 0007924 (C-8, fl.36 vuelto).
SENTENCIA SUSTITUTIVA
3. En cuanto hace relación a los puntos 1o. y 2o. de la sentencia materia del
recurso, permanecerán inmodificados, como quiera que ellos no fueren objeto
de ataque en casación en el cargo que prosperó.
IV - DECISION
SEGUNDO. Confirmar los puntos 1o., 2o., 6o. y 7o. de la sentencia proferida
en primera instancia por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Buga el 22 de
abril de 1992, en este proceso.