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ABs BPYe) Bro rey ce UO — mis “naciones”. Sélo después dela Re- volucién Francesa, se va a designar co- mo nacidn a un conjunto heterogéneo de etnias, cuyos miembros han toma- do conciencia de cierta solidaridad po- Iitica la nacin francesa ya no es el re- no de Francia, y de entonces ack se va a calificar de “nacién” a todo pueblo consciente de formar un conjunto per- manente con su déstino auténomo. Cuando se habla actualmente de la “eonciencia nacional mexicana” se alu- de a esta realidad moderna, derivada della ideologia manifestada por prime- ravver en el Occidente cristiano en el preciso momento de la Revolucién Francesa. En cambio, la “‘nacién indiana” mencionada por el padre Diaz de la Vega designa al conjunto de los abo- rigenes de México, y considera conjun- 108 étnicos distintos, por un lado, el de los espafioles y sus descendientes criollos, y por otro, los de los negros africanos y las diferentes castas de mes- tizos, zambos y mulatos. Es decir, el criterio utlizado pertenece a la antro- pologia fisica (y aunque implicitamen- te, también a a antropologia cultural) y de ninguna manera alude a concien- cia alguna por parte de los individuos de ser miembros de una ‘‘nacién”” en el sentido moderno de la palabra. El mismo autor usa la palabra “nacién”” en plural para designar las distintas et- nias indigenas de México al escribir lo siguiente: “los indios generalmente en todas sus naciones”, y a continuacién cenumera: “a nacién mexicana [esto es, Ja etnia azteca}, la nacién tlaxcalteca y la nacibn otomt”. ‘Con Eguiara y Eguren (en su Biblio- teca mexicana cuyo volumen I es de 1754), criollo egregio de México, la pa tria mexicana ya no es s6lo una “tie- rra” sino un pueblo; el hecho es tras- cendental. Los mexicanos son todos los hijos de aquella tierra generosa, cantada ya (casi un siglo antes de Eguiara) por la sin par sor Juana Inés de la Cruz. En la obra poética del “Fé nix de México” aparece claramente que todas las “naciones” son el pue- blo mexicano: “que en ninguna parte sis se ostenta la tierra madre”. En las poesia festivas de sor Juana aparecen, junto a los indios y los eriollos, inclu- so mestizos y mulatos con sus respec- tivos idiomas a cual més pintoresco; potticamente se realiza ya la supera- cién de naciones y castas por un con- cepto que las abarca todas: la patria, porque todos son “hijos de la patra”. Dicho en términos abstractos, la con- ciencia étnica esta superada por una conciencia patridtica de indole al pa- recer tehirica y veremos que también tuvo un cardeter carismatico. A partir del momen:o (hemos vis- to que éste, de hecho, ha sido mucho mis temprano de lo que se suele afir- mar) en que existe el amor a la patria, se plantea el problema de darle un nombre distintivo a esta patria y a sus hijos. En el caso de México prevalece el apelativo “México” preferido al de “Nueva Espafia”, es decir, la referen- cia al pasado indigena, al Imperio me- xicano independiente, ha sido un com- ponente basico en la toma de concien- cia nacional Entre los grupos constitutivos de la abigarrada y fraccionada sociedad de Nueva Espafia, los indigenas mantu- vieron viva su fuerte conciencia étni- ca. Esta se fue manifestando en la vida cotidiana de las comunidades y cofra- dias, en la permanencia de los antiguos santuarios religiosos cel politefsmo (con frecuente sustitucién sincrética de doses tutelares por san:os cristianos). Las minorfas heterodexas de origen ceuropeo o africano fueron eliminadas como grupos portadores de una tra- dicién distinta a la catélica: judeo- portugueses, protestantes de origen germinico 0 anglosajén, esprit forts franceses y negros 0 mulatos descen- dientes de esclavos (nororia diferencia ‘con otros paises del cortinente, como el Brasil o Santo Domingo). Clavije- ro excluye de la nacién mexicana a “los vile esclavos negros y sus descen- ddientes” (Historia, II); sblo con la abo- licién de la esclavitud por Hidalgo se hard posible su integrecién De tal forma, en Nueva Espafia apa- recen frente a frente dos dinicos gru- pos sociales conscientes de su identi- dad y tradici6n: los indios y los erio- Ios. Los primeros, veridos a menos, dominados y explotados, no podian pensar en volver a intervenir en el des- tino nacional (numerosss rebeliones de indios ocurrieron en el norte, pero ninguna parecida a lo que fue la rebe- lign de Tépac Amaru en el Peri del siglo XVII). Los numerosos mestizos, zambos y mulatos recafan, por su con- dicién mestiza, unos de! lado de los in- dios, otros de los negros y otros de los criollos, y por consiguiente carecian de conciencia étnica y politica. Aun- que las castas han tenido un papel im- i i

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