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Hombre y lenguaje, imposible hablar de uno, sin la presencia del otro. Es el lenguaje la
más grande creación concebida por el hombre en todos los tiempos, pues a través de
él ha logrado capturar el pensamiento, la acción y sentimiento de seres de distintas
épocas. El hombre es el único de los seres vivientes que tiene la suficiente capacidad
para representar simbólicamente la realidad. Esta afirmación será el punto de partida
de mi reflexión sobre el papel que juega el lenguaje en la conformación del ser
humano.
Hoy podemos viajar a través de los tiempos: Desvestir al pasado, descubrir el presente
e inventar el futuro, el uso del lenguaje nos permite eso y más.
La lingüística es la ciencia que estudia todos los aspectos de las lenguas, tales como su
origen, evolución, características, utilización y relación.
La palabra escrita, por su parte, es otro medio de comunicación valioso, cuyo propósito
fundamental es dejar huella y registro de mensajes que pueden referirse a un pasado
remoto o cercano, a sucesos de actualidad, e inclusive a especular sobre el futuro.
Obviamente este medio implica mayores exigencias en términos de redacción y estilo
que las de expresión oral, puesto que la escritura permite afinar el mensaje y en
consecuencia incrementa las posibilidades de estructurar un contenido, evitando
confusiones respecto al significado.
Por otro lado, el problema que subsiste radica en la incomprensión general del fenómeno del
fascismo y su expresión local a lo largo del último siglo de historia, sino que en la actualidad ni la
academia latinoamericana, ni las organizaciones de izquierda o el movimiento popular han sido
capaces de entregar una caracterización de estos grupos, de sus postulados, ni tampoco de las
bases que les han permitido crecer.
Ante tal confusión entre sus opositores, estos grupos han sido lo suficientemente hábiles como
para escudar sus postulados tras la libertad de expresión y la pantalla de ser “políticamente
incorrectos”, en contraposición a un amplio “establishment” político identificado con los
privilegiados que, bajo las coordenadas del neoliberalismo, abarca desde el conservadurismo
moderado hasta el social-liberalismo y los partidarios de la economía social de mercado. En las
coordenadas políticas del Chile actual: desde la antigua Concertación hasta la derecha
“moderada”, el conjunto de fuerzas políticas y sociales que alimentaron el pacto social de la
transición, el que desde el ciclo de movilizaciones sociales del 2011 ha sufrido fisuras.
Por ello, para poder desplegar una lucha política efectiva contra estas fuerzas, no basta el realizar
“funas” comunicacionales en su contra o ignorarlos mientras ganan espacios en las comunas más
pobres del país ante la desidia izquierdista. Tampoco se puede soñar con detenerlos a través de la
mera fuerza física, como parecieran creer algunos, ni tampoco levantando un “cordón sanitario”
para aislarlos en el marco del sistema político. Es necesario analizar sus postulados, identificar las
condiciones que les permiten crecer, comprender el significado que como fenómeno político social
tienen, para luego denunciar el carácter antipopular de sus propuestas y hacer frente a su agresivo
desplante con una iniciativa política que los aísle y supere. Lo primero entonces es responder qué
es el fascismo y cómo se caracteriza. Sólo así podremos definir si estos grupos son fascistas, y si
son un fenómeno nuevo o por el contrario, se inscriben en una tradición que por más minoritaria
que sea, ha sido parte constante de la historia política del país.