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Kant habiendo penetrado hasta las raíces del racionalismo y del empirismo, elabora una
teoría novedosa, que va unida a su nombre: filosofía crítica o filosofía transcendental.
Filosofía teorética.
El racionalismo, sostiene que puede conocerse con ayuda de la sola razón, gracias a la
cual se enuncian, proposiciones del tipo: “la suma de los ángulos interiores de un
triángulo es igual a dos rectos.” Estos son juicios que se caracterizan por ser necesarios
y universales, es decir, que se valen para todos lo caso (universales) y que no pueden ser
de otra manera (necesarios). Un saber, pues, que realmente merezca el nombre de
conocimiento –dice el racionalismo- tiene que ser necesario y universal.
Para el racionalismo el conocimiento empírico no es un verdadero conocimiento. El
único conocimiento es el que proporciona la razón por sí sola. Y la razón tiene la
capacidad de alcanzar, no los fenómenos, sino la realidad, las cosas en sí mismas (las
cosas como son en sí, no tales como se nos aparecen.)
- La revolución copernicana.
Conocer significa, para Kant, construir el objeto de conocimiento, más aún la realidad.
Kant dice, que el conocimiento envuelve dos factores: a) la estructura de nuestra
“razón”, que es independiente de la experiencia, pero la razón, para poder funcionar en
este esencial tipo de conocimiento, consiste en “modelar” objetos, requiere 2) un
material moldeable, las impresiones.
La “razón” está constituida, por un lado, por el espacio y el tiempo, que Kant llama,
formas puras de la sensibilidad o intuiciones puras; y del otro, por las categorías o
conceptos puros del entendimiento, tales como la substancia, causalidad, unidad,
pluralidad, etc. Resulta pues, que el espacio, el tiempo y las categorías no son
independientes del sujeto, no son cosas ni propiedades de las cosas en sí mismas, sino
“instrumentos” o “moldes” mediante los cuales el sujeto elabora el mundo de los
objetos; y el material a que se aplican esos moldes son las impresiones o sensaciones.
Kant enseña que con puras impresiones tampoco puede haber conocimiento; porque las
puras impresiones, sin ninguna forma, serían un caos, un material en bruto. Para que
haya conocimiento, es preciso que las impresiones estén de alguna manera ordenadas,
jerarquizadas, “racionalizadas”. Por lo que Kant determina que el acto de conocer no es
el objeto, sino el sujeto.
Que los objetos se rijan por nuestro conocimiento, no significa que se conviertan en
algo subjetivo.
Nuestra capacidad de conocer no puede ponerse en funciones sin objetos que estimulen
nuestros sentidos y así proporcionen impresiones, que luego el entendimiento unirá o
separará, etc. de todo lo cual resulta ese saber, que se llama conocimiento empírico. No
hay duda que en el orden del tiempo, la experiencia es el primer conocimiento que
tenemos.
Las impresiones, son en ocasiones el estímulo, para que la faculta de conocer se ponga
en actividad, pero no se limita a recibir la impresiones, sino que aporta un conjunto de
formas a priori con las que el sujeto moldea al objeto. El conocimiento no se origina en
su totalidad en la experiencia, sino que esta solo proporciona la “materia”; las “formas”,
provienen del sujeto. Y si esto es así nuestro análisis tendrá que aplicarse a distinguir
dos componentes de la experiencia: el elemento a posteriori, la “materia” como mera
multiplicidad de datos empíricos, y el elemento a priori, la “forma”, o mejor, las formas
como condiciones de la posibilidad de la experiencia.
*El error de Hume fue creer que con puras impresiones, y nada más que con ellas,
puede explicarse el conocimiento.
La lógica formal define a los juicios como estructuras enunciativas de conceptos, vale
decir que todo juicio es un conjunto de conceptos en el que se afirma o niega algo. Son
estructuras lógicas.
Juicios analíticos: “todo triángulo es una figura”. En estos juicios el predicado está
contenido ya, implícitamente, en el concepto del sujeto; por tanto, no tenemos que hacer
más que despegar el concepto del sujeto (triángulo) para encontrar el predicado (figura).
Entre el sujeto y el predicado hay identidad. Principio de identidad. Los juicios
analíticos son a priori.
El sentido que le da Kant al término a priori, no tiene nada que ver con “antes” en
sentido temporal. A priori no quiere decir anterior en el tiempo, a la experiencia, porque
ningún conocimiento precede a la experiencia. Significa independiente de la
experiencia.
Lo a priori tiene dos notas que lo caracterizan: necesidad y universalidad. Estas van
siempre juntas. Necesario: quiere decir que lo afirmado es de tal manera que no puede
ser de ninguna otra. Universal: el juicio vale para todos los casos.
Según los racionalistas los juicios de las matemáticas y de la metafísica tendrían que ser
en última instancia juicios analíticos.
Según Kant, los juicios analíticos no amplían nuestro saber, sino que son meramente
aclaratorios.
Juicios sintéticos: “la mesa está en el salón de clase”. Para saber si efectivamente es
verdad lo afirmado en el ejemplo, se necesita ver la mesa, recurrir a la experiencia, de
manera de que ésta, la percepción, constituye su fundamento. Este juicio entonces no es
analítico, puesto que el predicado no está contenido en el sujeto. Se lo llamará sintético.