SÍNTESIS SOBRE EL PURGATORIO

Autor: Juan Alberto Hernández Blonden- 2018-1910

INTRODUCCION

El tema del purgatorio es un tema que ha traído mucha controversia dentro de la misma
iglesia, planteándose la siguiente pregunta: ¿existe o no existe el purgatorio?

Muchas veces dentro de nosotros los católicos surgen especulaciones sobre este tema sin
siquiera conocer que enseña la iglesia sobre el purgatorio, imaginando a este como un
lugar físico. En este trabajo vamos a partir desde el origen mismo de este, recalcando que
esta es una creencia exclusivamente para los católicos y para aquellos que se unan a esta
fe.

La palabra purgatorio procede de la palabra latina “purgatorium”, que puede traducirse

como: “que purifica” y que deriva, a su vez, del verbo “purgare”, que es equivalente a
“limpiar” o “purificar”.

DESARROLLO

¿Qué es lo que la iglesia católica realmente enseña sobre el purgatorio?

Según el catecismo de la iglesia católica en el numeral 1030, Los que mueren en la gracia
y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su
eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la
santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. También en el numeral 1031 con
fundamentos bien claros en las sagradas escrituras llama purgatorio a esta purificación
final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La
tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura habla de un
fuego purificador, por lo tanto el purgatorio no es para los condenados sino para aquellas
almas que van en vías de salvación.

¿De dónde surge la idea de un purgatorio?

Desde un punto de vista propio puedo entender que el purgatorio es una repuesta de
salvación a nuestras imperfecciones, ya que nadie hay perfecto en la tierra, porque
perfecto solo Dios.

Las sagradas escrituras sobre todo en el nuevo testamento nos muestra un Dios que es
justo y misericordioso y, 1 Timoteo 2,4 dice que Dios quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pero Dios conoce las imperfecciones del
hombre y, su deseo de salvarlo, su inmenso amor y su gran misericordia le impiden
enviarlo al infierno (lejos de su presencia), pero a pesar de todo esto su palabra nos enseña
en Apocalipsis 21, 27 que nada impuro o sea manchado podrá entrar en el reino de los
cielos,, es por esto que la iglesia habla y enseña sobre este estado de purificación.

Hay que tener claro que el purgatorio no es una segunda oportunidad que se les da a los
condenados para que vayan al cielo, sino que al purgatorio van solos los que han muerto
en gracia delante de Dios, pero que no han logrado la excelencia, la santidad absoluta,
plena y completa sin la cual nadie podrá ver al señor.

También podemos citar:

1 Juan 5,17: que dice que no todos los pecados nos llevan a la muerte eterna.

Quiere decir que hay pecados que son de muerte eterna y hay otros que no, por lo tanto
la justicia divina no los juzgara de la misma manera. Sigamos analizando más textos
bíblicos.

Lucas 12, 59: te digo que no saldrás de allí hasta pagar el último céntimo;

Quiere decir que después de pagar la culpa de su imperfección, Dios Juez Justo le salvara.

Mateo 12, 32: al que blasfeme al hijo del hombre se le perdonara, pero al que blasfeme
contra el espíritu santo no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero.

1 Cor 3,14-15: Si su obra resiste el fuego, será premiado, pero si es obra que se convierta
en cenizas, él mismo tendrá que pagar. Él se salvará, pero como quien pasa por el fuego".

Este lugar del que habla San Pablo no puede ser el infierno, porque quien está ya en el
infierno no tiene la esperanza de volver a salir, pues ya está condenado y Dice Santo
Tomás de Aquino al respecto al texto bíblico anterior: “Esto no puede entenderse del
fuego del infierno, porque quienes lo padecen no se salvan”.

I pedro 3-19: dice y entonces Jesús resucitado fue a hacer anuncio a los espíritus que
estaban prisioneros.

Estos espíritus de los que habla el apóstol pedro no están en el infierno y por eso el señor
interviene por ellos, tampoco están en el cielo porque el señor los saca de donde están
para llevarlos al cielo. Es un estado intermedio.
2 Macabeo 12, 42-45: nos presenta como judas el Macabeo con la esperanza puesta en
la resurrección ofrece sacrificios por sus hermanos caídos en la batalla.

1 corintios 15, 29: De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en
ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?

Hoy podríamos agregar, si Jesús no hubiese resucitado vana seria nuestra fe, pero Jesús
resucito y con el resucitara todo aquel que le siga en espíritu y en verdad, pero sabemos
que ese seguimiento implica sacrificios y muchas veces nos desviamos y nos ensuciamos
en el fango, pero Jesús sabiendo todo esto crea para nosotros un rio de agua cristalina
para bañarnos y purificarnos, en fin un estado llamado PURGATORIO.

El Purgatorio en el magisterio de la iglesia

En los Concilio II de Lyon, La Const. Benedictus Deus (a. 1336), de Benedicto XII, El
Concilio de Florencia, concilio de Trenton etc., definen solemnemente la existencia del
purgatorio. Un estado en el que toda alma manchada querrá estar por propia cuenta, hasta
sentirse totalmente blanqueada, y algunos de estos expresan la necesidad de rezar por
todas las almas que allí se encuentren.

CONCLUSION

Para poder entender la complejidad de este tema, debemos tener claro el mandato de Jesús
en las Sagradas escrituras, es Cristo quien nos revela la existencia de este estado de
purificación, como muestra de su amor y anhelo de salvar al hombre, hoy la iglesia sigue
hablando y comunicando el mensaje de salvación al hombre, autoridad que le fue dada
por el mismo Cristo. Quien no cree en la Iglesia, ni en Cristo, menos creerá en el
purgatorio, pues el mismo Cristo es quien promete una vida nueva más allá de la muerte
y que esta vida es para aquellos cuyas vestiduras sean tan blancas y resplandecientes que
ojo humano no puede ver. Es por esto que la iglesia cree en este lugar de purificación
donde nuestras vestiduras sean blanqueadas y así pasar a gozar, de la presencia del señor
por toda la eternidad.