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El Producto Estratégico
Desde que Theodore Levitt planteo en su conocido libro Miopía del Marketing
“Usted no vende taladros sino que le compran agujeros” el concepto del marketing
cambio y el desarrollo de producto se orientó definitivamente a partir de la
demanda.
Por lo tanto para poder analizar un producto tenemos que entender el origen de la
demanda. El ser humano vive sobre dos mundos el concebido, el real, quien soy
hoy y el percibido que me muestra lo que quisiera ser, como quiero verme en el
futuro.
La diferencia entre lo que soy y lo que deseo ser es lo que nos genera deseos de
productos; ¿Qué productos? Aquellos que me ayuden a acercarme al mundo
percibido y ser quien quiero ser. Pero lamentablemente es una gran trampa,
porque el solo hecho de comprar el producto hace que nuevamente se genere un
nuevo deseo y así pasara cada vez que compremos algo, nuestro deseo será
completado y automáticamente nacerá uno nuevo, este proceso es infinito y es el
origen de la demanda.
Por lo tanto debemos entender que si quiero ser un deportista y tengo sed, podría
saciarla con un vaso con agua, pero el mundo concebido en el cual desarrollo ese
quien quiero ser, me dice que si tomo Gatorade, me sentiré más deportista que si
tomo agua.
Algunas veces este producto coincide con el producto físico como en el caso de
los mercados técnicos, pero cada vez más se va distanciando el físico del
imaginario.
Por eso tiene que existir un equilibrio entre los tres. Un producto imaginario sin un
buen producto físico que lo soporte genera insatisfacción y consecuentemente no
lo compramos más.
¿Cuál ecuación?
El problema puede estar en que muchas veces nos quedemos en el desarrollo del
producto físico que solo satisface la necesidad más básica y nos olvidamos que
los productos satisfacen deseos.