E – 27-030-A-10

Exploración física del pie y del

miembro inferior por el podólogo
T. Barré, M. Destas, M. Duplouy, J.-C. Gaillet

La aplicación de un tratamiento ortopédico requiere una exploración rigurosa y precisa del

aparato locomotor en su totalidad. Resulta evidente que la locomoción está garantizada
por los pies y el arco inferior, pero no hay que olvidar que el conjunto de la columna
vertebral, la cintura escapular, los brazos, la columna cervical y el sistema visual también
participan. Nuestros ojos nos indican dónde ir y nuestros pies nos llevan. Disfunciones
subyacentes pueden, por lo tanto, influir en la funcionalidad misma de este arco inferior.
No hay que olvidar que alteraciones de la entrada visual, del sistema vestibular, de
la propiocepción del cuello y de la columna, incluso del aparato masticador, pueden
tener una importante repercusión sobre la marcha y la posición en bipedestación. El
pie, contacto con el suelo, vector de la sensibilidad plantar y de la propiocepción podal,
es una herramienta formidable e indispensable en la gestión de la estabilidad durante
el movimiento. Está intrínsecamente relacionado con el miembro inferior y la pelvis,
que sirve de base a la columna vertebral, mediante el esqueleto y el juego articular
y muscular. Vehicula y transmite también informaciones sensoriales hasta los centros
nerviosos. Cualquier alteración en uno de estos sistemas produce una repercusión global
sobre la dinámica y requiere adaptaciones. Se tratarán aquí los pies y los miembros
inferiores.
© 2013 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados.

Palabras clave: Espina irritativa de apoyo plantar; Propiocepción; Postura; Nocicepción;

Torsión ilíaca; Haz neuromuscular

Plan  Anamnesis
■ Anamnesis 1 Generalmente, el primer tema que hay que tratar es el
■ Pruebas de imagen 2 dolor que siente el paciente. Conviene conseguir la mayor
■
precisión sobre el horario del dolor, las circunstancias de
Exploración en descarga 2
aparición, así como su frecuencia.
Exploración de la zona dolorosa 2
• ¿Se trata de una recidiva o de un dolor inicial?
Exploración neuroarticular y neuromuscular
• ¿Se alivia en la actualidad con el reposo, con un trata-
del pie en descarga 2
miento analgésico o antiinflamatorio?
Exploración de la rodilla en descarga 3
• ¿Aparece a partir de un perímetro de marcha o de
Exploración de la cadera en descarga 5
carrera bien definido?
Exploración cutánea del pie 6
• ¿Es un dolor diurno o nocturno, matinal o vespertino?
Pie vascular 7
Los dolores mecánicos que se calman por lo general en
Caso particular del paciente diabético 7
reposo, se desencadenan por el apoyo y el movimiento
■ Exploración en carga 8 y son diferentes de los de origen inflamatorio, que per-
Estudio morfoestático 8 sisten con el reposo y pueden despertar al paciente en
Exploración de las desviaciones y torsiones la segunda parte de la noche. Los dolores de origen
de los miembros inferiores 8 neurológico se describen como parestesias (pinchazos,
Exploración de la pelvis 8 hormigueo, picor, insensibilidad) y no presentan un
Pruebas en carga dinámicas 10 horario determinado.
■ Conclusión 10 • ¿Refiere el paciente síntomas más subjetivos, como vér-
tigos o inestabilidad?

EMC - Podología 1
Volume 15 > n◦ 2 > abril 2013
http://dx.doi.org/10.1016/S1762-827X(13)64676-3
E – 27-030-A-10  Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo
Todos los elementos de respuesta son cuidadosamente
anotados. Si es posible, debe cuantificarse el dolor con
una escala visual analógica para establecer una compa-
ración concluyente durante el seguimiento del paciente,
que suele olvidar con rapidez algunos elementos peyora-
tivos.
El paciente también describe el foco del dolor, que se
corrobora con pruebas de imagen o por el médico pres-
criptor.
Deben tratarse los antecedentes y las enfermedades
generales existentes para establecer una posible correla-
ción con el problema planteado, así como los tratamientos
pasados o actuales y el alivio que han proporcionado.
Este momento de diálogo inicial con el paciente es
capital para enfocar después la exploración física en las
mejores condiciones posibles, por lo que es fundamental
dedicarle todo el tiempo que sea necesario.
 Pruebas de imagen
La observación de las pruebas de imagen permite obje-
tivar en algunos casos el tejido dañado o el tipo de
lesión. Aportan también informaciones complementa-
rias sobre el funcionamiento del organismo del paciente.
Cuando se detecta una lesión de tipo degenerativo, con-
viene preguntarse por qué. ¿Está relacionada con una
enfermedad reumática, con antecedentes traumáticos o
es simplemente un efecto del tiempo? En este último
caso, la exploración posterior tiene que demostrar por qué
esta zona está dañada. ¿Por qué una persona presenta,
por ejemplo, una artrosis del compartimento interno
de la rodilla unilateral? ¿Es la causa su postura? Si se
corrige su postura, ¿mejorará esta zona de hiperpresión?
En cualquier caso, el podólogo sólo puede modificar la
funcionalidad de una persona, lo que a veces basta para
aliviar muchos síntomas, incluso en el caso de una lesión
orgánica. Las pruebas de imagen muestran también los
límites del tratamiento podológico y las precauciones que
conviene tomar en el proceso terapéutico. No pueden
reemplazar en ningún caso a la exploración física, cuya
extensión tampoco se debe limitar [1, 2] .
Estas técnicas ofrecen una imagen instantánea y estática
del estado de un tejido que debe incluirse en el contexto
de su funcionamiento. El tratamiento de la funcionali-
dad puede a menudo tratar la lesión o a veces impedir su
empeoramiento, incluso la recidiva.
 Exploración en descarga
Los datos recogidos en la anamnesis orientan el estudio.
Si el paciente refiere rigidez matutina (agarrotamiento,
dolor) que disminuye al inicio del día, se sospechan dolo-
res relacionados con una afección reumática. Si la rigidez
es más corta, del orden de algunos minutos, hay que pen-
sar en una afección tendinosa, ligamentosa, incluso ósea,
sin duda alguna de origen mecánico. Si el paciente se queja
de inestabilidad, bloqueos, crujidos con edema, hay que
pensar en un cuerpo extraño intraarticular o en una lesión
articular.
Si el paciente refiere un traumatismo, hay que confirmar
la ausencia de lesión tisular.
Lógicamente, los pacientes acuden a consulta prin-
cipalmente debido a dolores crónicos; el médico y los
resultados de las pruebas de imagen habrán descartado
previamente la hipótesis traumática, pero no la microtrau-
mática.
Si el paciente refiere dolores que aumentan con la acti-
vidad, durante el día o desencadenados por la actividad
deportiva o la subida y bajada de escaleras, estos dolo-
res son sin duda alguna de origen mecánico y requieren
particularmente toda nuestra atención.
2 EMC - Podología
La exploración palpatoria comparativa busca con pre-
cisión el tejido dañado.
Exploración de la zona dolorosa
La búsqueda mediante la palpación de la zona dolo-
rosa es un acto crucial de la exploración física. Permite
definir el tejido afectado y quizás, encontrar alrededor
de la zona otros tejidos dolorosos silentes, que permitan
definir mejor las circunstancias de la aparición el dolor.
Hay que preguntarse también si el dolor sentido no es
una proyección de un dolor a distancia. Hay que relacio-
nar los datos recogidos en la exploración palpatoria con
la exploración morfoestática. Si, por ejemplo, el estudio
morfoestático demuestra un pie valgo a la izquierda con
un fémur en rotación interna, cuando el paciente consulta
por un síndrome femoropatelar, se puede detectar tal vez
una sensibilidad peripatelar interna o un dolor sordo de
la pata de ganso, de la banda iliotibial o de los ligamentos
astrágalo-navículo-cuneo-metatarsianos del lado homola-
teral. Se trata de encontrar una sensibilidad (no conocida
por el paciente) de diferentes tejidos que trabajan sinér-
gicamente en el movimiento y corroboran la hipótesis de
inicio sobre la causa mecánica de la molestia. Este hecho
también puede permitir determinar la fase del paso en la
que aparece la disfunción.
Además, el podólogo debe tomarse su tiempo para
palpar correctamente las cabezas metatarsianas, los sesa-
moideos y el talón en toda su superficie plantar para
buscar una nocicepción. Una espina irritativa de apoyo
plantar, conocida o no, puede provocar adaptaciones y
ser el origen de dolores a distancia o de inestabilida-
des [3] . Puede plantearse realizar la palpación al final de la
exploración, con el fin de que un posible dolor desenca-
denado no altere la exploración postural o determinadas
pruebas.
Exploración neuroarticular y
neuromuscular del pie en descarga
En primer lugar, antes de estudiar de forma más pre-
cisa las movilidades articulares, es interesante solicitar
al paciente, en decúbito dorsal, que efectúe movilizacio-
nes activas de los dos pies simultáneamente en todos los
planos. La comparación es fácil y permite detectar de
inmediato una asimetría.
Si en descarga se observan disfunciones articulares o
musculares, también se detectan en carga y causan adap-
taciones posturales [4] .
Una limitación de amplitud sobre un pie puede orientar
con mayor precisión hacia las zonas que hay que estudiar.
Sin embargo, no indica si es de origen articular o si se debe
a una hipertonía muscular.
Un déficit de extensión del tobillo puede signifi-
car un bloqueo en la tibia anterior o una hipertonía
del tibial anterior, mientras que un déficit de flexión
puede significar un talus anterior o una hipertonía del
sóleo.
Por lo tanto, se deben valorar las diferentes movilida-
des pasivas y activas del pie de manera global y después,
si es necesario, de forma más analítica. Se valoran las
amplitudes desde el punto de vista cualitativo y cuanti-
tativo con el fin de comprobar la buena funcionalidad
del pie, la ausencia de bloqueos o la presencia de limi-
taciones, incluso de dolor, en comparación con el pie
opuesto.
Estudio neuroarticular (Cuadro 1)
Se debe comprobar:
• la buena flexibilidad de los dedos del pie a través de
las articulaciones metatarsofalángicas (e interfalángi-
cas) en flexión plantar y dorsal (Fig. 1), la presencia de
 Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo  E – 27-030-A-10

Cuadro 1. Cuadro 2.
Amplitudes articulares del pie. Amplitudes articulares de la rodilla.
Normas de las amplitudes de la articulación Flexión 140◦
tibioperoneoastragalina (rodilla flexionada)
Extensión 0◦ (10◦ de recurvatum
Flexión dorsal/flexión 20/30◦ observado en ocasiones)
Flexión plantar/extensión 30/50◦ Rotación lateral 40/50◦
Normas de las amplitudes globales del pie Rotación medial 20/40◦
Supinación 50◦
Pronación 25/30◦ las caras inferiores del navicular y del cuboide que, si
se detecta, traduce una disfunción propioceptiva de la
Normas de las amplitudes de las articulaciones
pareja;
metatarsofalángicas e interfalángicas
• la movilidad de la articulación subastragalina en los
Extensión activa 50/60◦ movimientos de inversión/eversión;
Flexión activa 30/40◦ • la movilidad de la articulación tibioastragalina en fle-
xión plantar y dorsal y mediante una tracción en el eje
Extensión pasiva 90◦ de la tibia, la posibilidad de luxar la articulación;
Flexión pasiva 45/50◦ • la movilidad de la articulación maléolo-peronea
(durante los movimientos de flexión-extensión del
tobillo) sobre la cara lateral del astrágalo en el plano
anteroposterior, directamente relacionada con la movi-
lidad de la cabeza peronea.

Estudio neuromuscular [6]

Figura 1. Prueba de la flexión dorsal del primer dedo.
Figura 2. Prueba de movilidad en flexión dorsal del quinto
metatarsiano.
dedo en garra u otras deformidades como el hallux val-
gus o quinto varo y su posibilidad de reducción. Hay
que examinar bien la movilidad del hallux, que en la
marcha debe presentar una amplitud mínima de 20◦ en
flexión dorsal [3] ;
• la movilidad global de la articulación transversa del
tarso en inversión y en eversión y después, de manera
analítica, radio por radio en flexión plantar y dor-
sal. Cabe señalar que la movilidad disminuye en el
siguiente orden: V, IV, I, III y II. La relativa fijeza del
segundo radio se debe al encaje de su base entre los
cuneiformes [5] (Fig. 2);
• la movilidad global de Chopart en pronación y supina-
ción y después, de manera más analítica, la de la pareja
cubonavicular y de los cuneiformes, aprovechando para
buscar puntualmente un dolor a la presión franca de
A continuación se debe realizar un estudio muscular
solicitando al paciente, siempre en decúbito, que efectúe
movilizaciones activas y contracciones contralaterales o
bien maniobras de estiramiento pasivo. Permite valorar
la calidad de la respuesta muscular de un conjunto de
músculos sinérgicos en su función y detectar si la hiper-
tonía o la hipotonía pueden ser la causa de la limitación
de amplitud del movimiento. Si existe una limitación, se
debe buscar la causa de forma más analítica:
• un déficit de flexión dorsal del tobillo puede tradu-
cir una hipertonía del sóleo o una hipotonía del tibial
anterior;
• un déficit de flexión plantar, una hipertonía del tibial
anterior o una hipotonía del sóleo;
• una diferencia cualitativa izquierda-derecha al compa-
rar las contracciones contra resistencia de los peroneos
o en su estiramiento, signo de una hipertonía de uno
de ellos;
• una diferencia cualitativa izquierda-derecha al com-
parar las contracciones contra resistencia del tibial
posterior o en su estiramiento, signo de una hipertonía
de éste;
• un déficit de movilidad de la articulación cuneometa-
tarsiana del primer radio puede traducir una hipertonía
del flexor corto del hallux.
En todos los casos, una nocicepción de origen neu-
roarticular o neuromuscular tiene repercusiones sobre el
funcionamiento del miembro inferior y causa compen-
saciones subyacentes [3, 4] . El mensaje propioceptivo se
deriva por esta nocicepción y priva al sistema nervioso
central de una parte de las corrientes sensitivas aferentes
de los miembros inferiores. El tratamiento manual de estas
disfunciones propioceptivas del pie es competencia del
podólogo, quien debe, por lo tanto, confirmar la ausencia
de alteración de la propiocepción podal antes de iniciar
un tratamiento ortopédico (mecánico, propioceptivo o
sensorial) que puede tolerarse mal por ser nociceptivo o
ineficaz.
Exploración de la rodilla en descarga
(Cuadro 2)
Se trata de una articulación paradójica, ya que debe de
ser al mismo tiempo móvil y estable. Para Boris Dolto, «la
rodilla es un sirviente sometido a dos jefes», que son el
pie y la pelvis.
La rodilla sólo dispone de dos grados de libertad:

EMC - Podología 3
E – 27-030-A-10  Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo
Figura 3. Medida de la distancia talón-glúteo.
Figura 4. Prueba de la extensión de la pierna.
• los movimientos de flexión-extensión en un plano sagi-
tal;
• los movimientos de rotación que se producen cuando
la rodilla no está bloqueada.
Presenta también algunos grados de movilidad en late-
ralidad.
Movilidades de la articulación
femoropatelar
Se valora la movilidad de la rótula haciendo un movi-
miento de descenso, elevación y traslación medial y
lateral. Se trata de una valoración cualitativa.
Movilidades de la articulación
femorotibial [7–9]
Flexión
Paciente en decúbito dorsal, cadera flexionada a 90◦ ,
con una amplitud en flexión de 150-160◦ .
También se puede efectuar una medida centimétrica
tomando la distancia talón-glúteo.
En decúbito ventral, la distancia talón-glúteo valora
sobre todo el estado tónico del músculo recto anterior.
Se debe fijar la pelvis para evitar una compensación de la
columna lumbar en forma de hiperlordosis (Fig. 3).
Extensión
Con el paciente en decúbito dorsal, se separa el talón
del plano de la mesa manteniendo el fémur apoyado.
La extensión es de 0◦ , pero puede existir un recurvatum
de 5-10◦ , más frecuente en las personas hiperlaxas, en
las que se debe entonces medir de forma comparativa
(Figs. 4 y 5).
Rotaciones
Se exploran con la rodilla flexionada a 90◦ , el paciente
en posición sentada al borde de la mesa con el pie en ligera
flexión dorsal para limitar los movimientos de abducción
4 EMC - Podología
y aducción. El eje de rotación es el eje longitudinal de
la pierna. La amplitud en rotación medial es de 30-40◦
(Fig. 6) y en rotación lateral, de 40-50◦ .
Se pueden también explorar, en decúbito dorsal, cadera
y rodilla flexionadas, tomando el pie por la planta,
efectuando movimientos de rotación y observando los
desplazamientos de la tuberosidad tibial anterior.
Búsqueda de movimientos anormales o
sintomáticos [6, 10]
Se han descrito muchas maniobras para detectar las
diferentes enfermedades de la rodilla. Las pruebas que
aquí se presentan son consideradas las más fiables [7] . El
podólogo debe efectuarlas ante cualquier sospecha de
lesión orgánica de la rodilla en relación con la sinto-
matología dolorosa descrita por el paciente durante la
anamnesis. No se trata de establecer un diagnóstico pero,
si es necesario, ante cualquier lesión sospechada, se debe
derivar al paciente a un especialista.
Maniobras para el compartimento femorotibial
Prueba de Lachman. Esta prueba detecta la lesión
del ligamento cruzado anterior. Se realiza un movimiento
anteroposterior con una flexión de 20◦ . Las manos impri-
men un movimiento de cizallamiento anteroposterior. Se
sitúa la mano superior por encima de la rótula y la mano
inferior bajo la tuberosidad tibial anterior.
Normalmente, se produce una parada brusca que se
anota y compara. Demuestra la tensión del ligamento cru-
zado anterior. Una parada suave o diferida traduce una
ruptura total o parcial del ligamento.
Prueba del cizallamiento pivote de la rodilla (jerk
test). El paciente se coloca relajado en decúbito dorsal.
El examinador levanta con una mano el talón para fle-
xionar la cadera a 45◦ . Toma la rodilla con la otra mano,
colocando el pulgar sobre la cabeza del peroné. El exami-
nador aplica una fuerza importante de rotación medial
sobre la tibia y el peroné. Se permite que la rodilla se
flexione unos 20◦ . El examinador empuja después medial-
mente con la mano proximal y tira lateralmente con la
mano distal para ejercer una fuerza de valgo sobre la rodi-
lla. Esta prueba valora la calidad del ligamento cruzado
anterior.
El resultado es positivo si la meseta tibial lateral se
subluxa hacia delante.
Cajón anterior. El paciente se coloca en decúbito dor-
sal y el examinador, sentado sobre el pie para bloquearlo,
flexiona la rodilla entre 70-80◦ . Realiza una tracción hacia
delante de la extremidad superior de la tibia. El juego
anteroposterior, aumentado en relación con el lado sano,
traduce una lesión del ligamento cruzado anterolateral.
Cajón posterior. El paciente se coloca en decúbito
dorsal y el examinador, sentado sobre el pie para blo-
quearlo, flexiona la rodilla entre 70-80◦ . Una mano tira de
la extremidad superior de la tibia hacia delante para redu-
cir el cajón posterior espontáneo. Apoya después la palma
de la mano anterior sobre la tuberosidad tibial anterior. Se
nota un hundimiento de la tibia bajo el fémur que mues-
tra la lesión del ligamento cruzado posterior. Cuando el
ligamento cruzado posterior está intacto, el hundimiento
es leve y se observa una parada brusca.
Esta prueba se utiliza sobre todo para explorar el liga-
mento cruzado posterior.
Con una simple observación, en decúbito dorsal, con
la rodilla y la cadera flexionadas y los pies apoyados sobre
la mesa, la tuberosidad tibial anterior se borra en el lado
donde está afectado el ligamento cruzado posterior y rea-
parece con la extensión de la rodilla, traccionada por el
cuádriceps.
Ligamentos laterales. Su exploración se realiza con
movimientos de valgo (ligamento lateral interno) y de
varo (ligamento lateral externo) en extensión completa
 Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo  E – 27-030-A-10

Figura 5. Árbol de decisiones. Conducta

Flexo de la rodilla unilateral práctica ante un genu flexum unilateral.

Reducible No reducible

Pruebas Gemelos, Compensación Búsqueda de

isquiotibiales, Rotación de Acortamiento una causa, de
psoas la pelvis verdadero del un antecedente
Flexión del tobillo homolateral miembro inferior traumático
Tibial anterior del lado opuesto o patológico

Rehabilitación por un Corrección Consulta médica Compensación posible :

fisioterapeuta postural o quirúrgica - equino con sobrecarga
metatarsiana
- basculación pélvica
homolateral consecutiva
al genu flexum

Cuadro 3.
Amplitudes articulares de la cadera.
Flexión 100/110◦
Extensión 0/20◦
Abducción 45◦
Aducción 30◦
Rotación lateral En flexión 50/60◦ , en extensión 40/45◦
Rotación medial En flexión 30/45◦ , en extensión 20/30◦

movimiento craneocaudal se lleva la mano proximal

Figura 6. Rotación medial de la pierna (de 30-40◦ ).
y en ligera flexión. Esta exploración comparativa detecta
una ligera laxitud fisiológica en una rodilla desbloqueada.
hacia la rótula presionando el muslo; sin soltar esta mano,
la segunda ejerce una presión anteroposterior sobre la
rótula: si se hunde, traduce la presencia de un derrame
líquido.
Signo del cepillo. Permite detectar una alteración car-
tilaginosa de la cara posterior de la rótula. La prueba es
positiva si durante la movilización de la rótula se nota
una sensación de enganche.
Prueba de Apley. Con el paciente colocado en decú-
bito ventral, con la rodilla a 90◦ , el examinador ejerce una
presión vertical:
• primero sobre el eje;
• después con una rotación interna para el menisco
interno y con rotación externa para el menisco externo;
• a continuación efectúa maniobras de compresión en
flexión en varo y rotación para el menisco interno y en
flexión en valgo y rotación para el menisco externo.
El examinador intenta pellizcar el menisco entre el
cóndilo femoral y la meseta tibial, lo cual despierta la
sintomatología dolorosa conocida por el paciente.

Maniobras para el compartimento femoropatelar

Detectan principalmente un elemento de inestabilidad
o atrapamiento.
Signo de Smillie. A partir de una posición de exten-
sión, el profesional efectúa una flexión progresiva de la
rodilla mientras que una de sus manos mantiene una pre-
sión sobre la rótula hacia fuera. Un dolor y/o una molestia
importante traducen una posible inestabilidad.
Síndrome de atrapamiento. Para explorarlo, se
reproduce una maniobra similar, aunque en esta ocasión
se busca un enganche o un resalto durante el atrapa-
miento de la rótula. Para efectuar esta prueba, se parte de
una extensión completa, el examinador realiza una pre-
sión vertical sobre la punta de la rótula y durante la flexión
nota un dolor o un enganche conocido por el paciente.
Signo del témpano o choque rotuliano. Permite
detectar la presencia de un derrame articular. Con un
Exploración de la cadera en descarga [7–9]
(Cuadro 3)
Flexión
Según los autores, tiene una amplitud de 100-110◦ .
El paciente se coloca en decúbito dorsal y el examinador
sostiene por debajo «en cuna» el miembro que se va a
explorar y moviliza el muslo hacia el pecho. Es importante
que la rodilla esté flexionada para que los isquiotibiales
estén distendidos. El movimiento se limita mediante el
control del examinador del inicio de la basculación de la
pelvis en retroversión.
Extensión
Según los autores, su amplitud es de 15-30◦ .

EMC - Podología 5
E – 27-030-A-10  Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo
Figura 7. Exploración de la rodilla en rotación lateral.
El paciente se coloca en decúbito dorsal, con el miembro
contralateral mantenido contra su pecho (lo que permite
fijar la pelvis) y el miembro que se va a examinar en el
«vacío».
También se puede realizar esta medición con el paciente
en decúbito lateral o en decúbito ventral, controlando
siempre el movimiento compensador de anteversión de
la pelvis.
Abducción y aducción
Las amplitudes en abducción son de 45-50◦ y en aduc-
ción, de 30◦ .
El paciente se coloca en decúbito dorsal.
Para la abducción, es preferible, si es posible, colocar el
miembro contralateral en abducción sobresaliendo de la
mesa. A continuación, el examinador, sosteniéndolo por
debajo «en cuna», moviliza el miembro que se va a explo-
rar, controlando con la otra mano una compensación de
la pelvis que indica el cese del movimiento.
Para la aducción, el miembro contralateral se moviliza
en aducción, así como el miembro que se va a explorar,
pero asociado a una flexión. La otra mano controla las
posibles compensaciones y el descenso homolateral de la
pelvis.
Rotaciones interna y externa
Las amplitudes en rotación lateral en flexión son de
50-60◦ , en línea recta de 40-45◦ (Fig. 7), en rotación medial
en flexión de 30-40◦ y en línea recta, de 20-30◦ (Fig. 8).
Para la rotación de cadera con la rodilla flexionada, la
rotación externa lleva el pie hacia dentro, con la rodilla
extendida hacia fuera.
El paciente está en posición sentada en el borde de
la mesa, con la pierna colgando verticalmente por fuera
de la mesa. Se debe prestar especial atención al riesgo
de compensación por sobreelevación de la pelvis, que
debe permanecer horizontal. Existe una limitación por un
apoyo de las dos manos del paciente del lado opuesto a la
compensación.
Exploración cutánea del pie
Puede revelar muchas enfermedades que no se van a
citar aquí. Sin embargo existen ciertos signos que deben
llamar la atención con el fin de evitar una situación de
fracaso para el facultativo y el paciente.
6 EMC - Podología
Figura 8. Exploración de la rodilla en rotación medial.
Higiene global del pie
¿Es el paciente capaz de llevar a cabo solo su aseo?
¿Necesita la ayuda de otra persona? ¿Presenta una
micosis? Las lesiones ungueales, interdigitales, son una
potencial puerta de entrada para los gérmenes. La falta de
higiene puede también representar un verdadero obstá-
culo para el podólogo cuando realiza ortesis y ser causa de
enfermedades o complicaciones para el paciente.
Zonas hiperqueratósicas
Pueden situarse en cualquier zona de los pies del
paciente. Su tratamiento puede basarse en la adapta-
ción del calzado, la realización de ortesis o la limpieza
mecánica. Cuando son plantares, se debe plantear un
tratamiento preventivo mediante ortesis que mejoren la
distribución de los apoyos al caminar. Cuando son dorsa-
les, mediales o laterales, un aparato de ortoplastia permite
también evitar la recidiva. La ablación de la hiperquera-
tosis por lo general aporta un alivio inmediato y suele ser
indispensable en el tratamiento de las espinas irritativas
de apoyo plantar. La búsqueda de la causa de los hiperapo-
yos es fundamental para evitar su reaparición. La postura y
la dinámica del paciente pueden ser la causa, pero no hay
que olvidar estudiar el calzado, que suele estar también
a menudo implicado en la aparición de manifestaciones
cutáneas, fuente de nocicepción.
Zonas enrojecidas
Suelen ser el signo de un problema con el calzado
y pueden ser el punto de partida de una futura zona
hiperqueratósica y dolorosa. La colocación de una ortesis
implica conocer el número de calzado del paciente para
confeccionarla de forma adaptada.
Si el enrojecimiento se acompaña de un aumento del
calor local y/o de hinchazón, puede constituir uno de los
primeros signos de infección. Las enfermedades reumáti-
cas, a menudo ya conocidas, pueden provocar igualmente
síntomas similares en los dedos del pie acompañados de
dolor a la movilización articular.
Distrofias ungueales
Pueden ser de origen micótico, traumático, congénito
y/o hereditario, secundarias a un tratamiento o mecáni-
cas. En un primer momento, el podólogo puede por lo
general tratar el espesor de la tabla ungueal mediante
 Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo  E – 27-030-A-10
Figura 9. Nevo.
fresado y después, si es posible, puede proponer una orto-
nixia al paciente para modificar la curvatura de la uña. Es
importante encontrar la causa de estas distrofias, que no
sólo pueden ser invalidantes por la molestia que provocan
en el calzado, sino también foco de inflamación e incluso
de infección local. Es indispensable tratar estas distrofias
si el podólogo debe confeccionar suelas completas hasta
los dedos para evitar problemas con el calzado.
Nevos
La presencia de un nevo debe detectarse y vigilarse. El
podólogo también puede notificarlo al médico general del
paciente. Cuando se descubre el nevo, se debe medir y
fotografiar, con el fin de poder efectuar comparaciones en
caso de que evolucione (Fig. 9).
Puede llevarse a cabo su control mediante la observa-
ción de los siguientes signos (A-B-C-D): asimetría, bordes
irregulares, cambio de color, diámetro.
Pie vascular
Se deben tomar los pulsos (tibiales posteriores y pedios)
sistemáticamente en todos los pacientes. Los signos de
alarma de una enfermedad de origen arterial, salvo en
ausencia de uno o varios pulsos, son la claudicación inter-
mitente, la reducción significativa del perímetro de la
marcha, la aparición de calambres en las pantorrillas,
dolores nocturnos que mejoran al colgar las piernas o al
hacer algunos pasos. No siempre es fácil palpar el pulso
de un paciente y nunca se debe dudar en consultar con el
médico general en caso de duda.
También se puede realizar una prueba de postura para
valorar la gravedad de la afectación, como la prueba de
sobreelevación (prueba del polo), que consiste en elevar
el segmento de la pierna por encima del nivel del cora-
zón para bajar la sangre del pie, pidiendo al paciente que
realice movimientos de flexión y de extensión del tobillo.
Una vez bajada la pierna, se cuenta el tiempo que tarda el
pie en recobrar su color.
Se observa también la posible presencia de una eritro-
cianosis del pie en declive (signo del calcetín).
Ante un edema del pie, conviene sugerir casi siempre
una enfermedad de origen venoso y/o linfático. El pie
venoso no presenta necesariamente signos clínicos espec-
taculares, de ahí la importancia de la anamnesis.
La insuficiencia venosa provoca cansancio en las pier-
nas cuando el paciente está en bipedestación, sensación
de pesadez o molestias que obligan al paciente a moverse.
Suele detectarse un edema perimaleolar, intermitente,
que aumenta con el calor, más bien blando, que alcanza
la corva, que aumenta al final del día y desaparece al des-
pertar.
En el plano cutáneo, se pueden observar varicosidades,
una dermitis ocre o incluso úlceras.
EMC - Podología
Cuadro 4.
Clasificación de los grados que definen la gravedad de la
diabetes.
Grado 0 Ausencia de neuropatía sensitiva
Grado 1 Neuropatía sensitiva aislada
Grado 2 Neuropatía sensitiva asociada a una
arteriopatía o a deformidades del pie
Grado 3 Antecedente(s) de herida(s) en el
pie > 3 semanas
o pie de Charcot
Debe siempre sospecharse una trombosis venosa pro-
funda ante un edema unilateral, una pantorrilla dolorosa
a la presión, asociada o no a la presencia del signo
de Hommans, que es un dolor de la pantorrilla a la
dorsiflexión del pie con la rodilla extendida. También
se puede observar una pérdida de movimiento de los
gemelos.
El edema de origen linfático suele ser duro y no alcanza
la corva. Casi siempre es bilateral y no se reabsorbe
durante la noche. Se extiende sobre la cara dorsal del pie
y de los dedos. Es difícil pellizcar la piel (signo de Stemer
Foldi).
Caso particular del paciente diabético
Una vez al año, es indispensable realizar una detección
precoz de neuropatía sensitiva en todos los pacien-
tes diabéticos mediante un monofilamento 5,07 (10 g),
con el fin de establecer su grado de riesgo podológico
(Cuadro 4).
No sólo hay que conocer la existencia de una neu-
ropatía sensitiva, sino que también se debe saber si el
paciente presenta o ha presentado una enfermedad arte-
rial, un antecedente de herida del pie con un período de
cicatrización superior a 3 semanas o un pie de Charcot
(osteoartropatía neurógena).
El tratamiento de pedicura del paciente o la fabricación
de un aparato se adaptan en función de este grado de
riesgo. No se pueden dar los mismos consejos ni tratar
igual a todos los pacientes diabéticos.
Cuando el paciente presenta una prueba de monofi-
lamento patológica, significa que existe una neuropatía
sensitiva y que puede herirse sin darse cuenta. La ausen-
cia de signos de alarma hace que el paciente no sienta una
lesión debutante: el 85% de los pacientes diabéticos que
han sido amputados había presentado una herida al prin-
cipio; en el 80% de los casos, la causa era externa, única y
evitable (consenso internacional 1999).
Por lo tanto, es responsabilidad del podólogo saber
medir la relación riesgo/beneficio de un aparato o de un
tratamiento podológico para no comprometer la integri-
dad del pie del paciente.
En el caso de un paciente de riesgo, la colocación de una
ortesis debe acompañarse de una vigilancia estricta. Lo
ideal es ver al paciente 24-48 horas después de la entrega
de la ortesis.
Pero esto no es suficiente: el paciente debe ser cons-
ciente de su pérdida de sensibilidad y de los riesgos que
esto representa para él. El podólogo no puede reempla-
zar al paciente y es ahí donde reside toda la dificultad del
sanitario. El papel del podólogo consiste también en ayu-
dar al paciente a reconocer y a reaccionar ante una lesión
debutante.
Así mismo, existe una situación que debe llamar la aten-
ción del podólogo: se trata del desequilibrio glucémico en
el paciente diabético. La hiperglucemia aumenta conside-
rablemente el riesgo infeccioso.
Es, por lo tanto, imprescindible conocer la glucemia
capilar del paciente en el momento de la intervención
del podólogo, además de su hemoglobina A1c.
7
E – 27-030-A-10  Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo
 Exploración en carga
Estudio morfoestático
Primero, conviene explicar al paciente la posición de
referencia que se utiliza todo el tiempo durante la explo-
ración. La vertical de Barré [11] supone colocar al paciente
en ropa interior, en bipedestación, inmóvil, relajado, los
brazos a lo largo del cuerpo, mirando al frente. Los pies
deben colocarse de la siguiente manera: pies abiertos a
30◦ , talones separados 2 cm a la misma altura.
El uso de una plomada o de un sistema láser, más prác-
tico, permite configurar la vertical:
• de frente, la vertical debe pasar por la mitad de la nariz,
el centro del espacio que separa los dos pezones, el
ombligo y el centro del espacio intermaleolar;
• de espaldas, la vertical debe pasar por el vértex, la apófi-
sis espinosa de C7, la de L3, el pliegue glúteo y el medio
del espacio intermaleolar;
• de perfil, la vertical debe pasar a un 1 cm aproxima-
damente por detrás del conducto auditivo externo, el
acromion, la mitad del trocánter mayor y el borde pos-
terior de la apófisis estiloides del quinto metatarsiano.
Se aprecia de esta forma una posible antepulsión de las
cinturas pélvica y escapular; si es asimétrica, se habla
entonces de rotación.
Esta exploración inicial permite verificar al final del
estudio la mejoría o no de la postura del paciente
con los elementos terapéuticos previstos. También per-
mite valorar la repercusión del tratamiento durante el
seguimiento.
En posturología clínica, se suelen efectuar otras pruebas
en carga en esta posición de referencia, como la prueba
posturodinámica, las rotaciones de las cabezas, la prueba
de los extensores de las manos, etc. Se debe partir del
principio de que una sola prueba no es suficiente, pero
varias con el mismo fin permiten confirmar una asimetría
postural patológica [12] .
La vertical de Barré realizada en suelo duro debe com-
pararse con la que se realiza después con interposición de
un tapiz de espuma bajo los pies.
Por ejemplo, si una alteración del pliegue glúteo o de L3
se recupera inmediatamente, se puede estar en presen-
cia de una espina irritativa de apoyo plantar, incluso si
el paciente no refiere dolores plantares. La neutralización
de estas zonas nociceptivas sólo puede realizarse por un
podólogo y no debe descuidarse esta etapa de la explora-
ción.
Si la vertical de Barré no mejora con un tapiz de espuma,
puede sospecharse una entrada nociceptiva podal. Las
demás pruebas pueden también reproducirse sobre el tapiz
de espuma y compararse con las realizadas en suelo duro.
También pueden reproducirse en posición sentada, con el
fin de descartar una entrada podal o plantar. Si, por ejem-
plo, la prueba de los extensores de las manos no mejora
sobre el tapiz de espuma pero sí en posición sentada, se
puede avanzar la hipótesis de una entrada podal y, si se
confirma con otras pruebas, conducirá a la realización de
una terapia manual.
Exploración de las desviaciones
y torsiones de los miembros inferiores
Se trata de detectar cualquier deformación congénita o
adquirida que pueda tener una repercusión postural en
el paciente. Cuando se detectan de forma unilateral (o si
son más importantes de un lado que de otro), entonces,
en el plano estático y dinámico, hay repercusiones sobre
el funcionamiento del individuo que causan compensa-
ciones musculares. Cuando son bilaterales y simétricas,
su repercusión es menos importante en el conjunto del
aparato locomotor, pero pueden tener una repercusión
local.
8 EMC - Podología
Por el contrario, estas desviaciones pueden ser el reflejo
de un estado tónico muscular directamente ligado a
una compensación (actitud antálgica, disfunción pélvica,
entrada alta, etc.).
Desviaciones
En el plano horizontal
• Hallux valgus, hallux varus, clinodactilias, quinto varo.
• Abertura asimétrica del paso en postura espontánea (pie
de apoyo del lado más sagital).
• Abertura del eje transmaleolar (torsión tibial).
• Posición de las rótulas en posición de abertura espon-
tánea de los pies en relación con los pies paralelos.
• Anteversión del cuello femoral.
• Rotación pélvica (horaria o antihoraria).
En el plano frontal
• Valgo o varo del pie mediante la valoración del ángulo
de divergencia astrágalo-calcánea.
• Tibia vara.
• Genu varum, genu valgum.
• Coxa vara, coxa valga.
• Abertura ilíaca, cierre ilíaco.
• Desigualdad de la longitud del miembro inferior real o
adaptativa.
En el plano sagital
• Dedos en martillo, suprainfraducto, hallux rigidus,
extensus, flexus.
• Verticalización de la tabla metatarsiana o del calcáneo.
• Equino.
• Genu flexum o recurvatum.
• Ilíaco anterior o ilíaco posterior (torsión pélvica).
Torsiones
Torsión tibial
El ángulo medio es muy variable según los autores. No
hay que olvidar que el ángulo es de 20◦ como media en el
adulto, con un margen de variación de 20◦ [13] .
Su medida se realiza en bipedestación sobre una hoja
de papel, las rodillas en el plano frontal paralelas al borde
posterior de la hoja. La proyección vertical de la punta
de los maléolos permite trazar un eje formando con el
borde posterior de la hoja un ángulo abierto hacia dentro,
determinando la valoración de la torsión tibial.
Esta medida debe compararse con la de la antetorsión
femoral.
Antetorsión femoral
Las medidas realizadas en el adulto muestran un valor
medio de 14◦ ± 7◦ (de 0-31◦ ); el margen de error de la
medida clínica es de 5◦ en el 50% de los casos [13] . La valo-
ración clínica más fiable y el método más utilizado sigue
siendo la maniobra de Netter [13] .
Los defectos o asimetrías de torsión implican trastornos
de rotación. Las amplitudes articulares están modificadas,
así como el juego muscular. La repercusión sobre la está-
tica del pie y su dinamismo es evidente; no hay que olvidar
la implicación sobre el ilíaco homolateral y las consecuen-
cias raquídeas que se derivan.
No se trata aquí de volver a definir cada una de estas
desviaciones o anomalías de torsión. Se trata más bien de
pensar en detectarlas correctamente, valorar su repercu-
sión funcional si existe y su impacto sobre la locomoción.
Un equino y una exageración de torsión tibial sin duda
modifican la estrategia locomotora y tienen una repercu-
sión muscular global a todos los niveles.
Exploración de la pelvis
La pelvis (huesos ilíacos y sacro) forma parte del com-
plejo lumbopélvico, ya que está relacionada con las
vértebras L3, L4 y L5 por los ligamentos iliolumbares.
 Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo  E – 27-030-A-10
No conviene realizar un estudio de la pelvis «en
bloque». Las crestas ilíacas efectúan movimientos de ante-
rioridad y posterioridad durante la marcha.
De esta forma, al inicio del paso, el ilíaco es posterior,
en fase pendular, queda en posición neutra y en fase de
propulsión pasa a ser anterior. El ilíaco del lado opuesto
se posiciona de forma inversa.
El hueso ilíaco efectúa estos movimientos alrededor del
eje coxofemoral.
El sacro «encastrado» entre los dos huesos ilíacos
es sometido a fuerzas de torsión parcialmente absorbi-
das por el juego articular de las articulaciones sacro-
ilíacas.
Estas últimas son sólo juntas de movilidad que
se adaptan a las distintas influencias. Sus movili-
dades son cuantitativamente despreciables, pero muy
importantes desde el punto de vista cualitativo. Cual-
quier lesión sacroilíaca altera la movilidad de la
pelvis [14] .
La simple observación de la posición de las espinas ilía-
cas anteriores, posteriores y de las crestas ilíacas en el
plano frontal no es suficiente para detectar una posible
basculación de la pelvis, que además no está forzosamente
ligada a una desigualdad de longitud de los miembros
inferiores. Puede también ser secundaria a compensacio-
nes subyacentes o suprayacentes (por lo tanto, sin relación
con una desigualdad de la longitud de los miembros infe-
riores) o simplemente estar ligada a una actitud antálgica.
Las influencias viscerales pueden también pueden estar
implicadas en la causa.
Sujeta a polémica desde siempre entre las distintas
disciplinas médicas (médicos generales, radiólogos, reha-
bilitadores, osteópatas, podólogos), esta exploración debe
ser precisa y rigurosa y llevarse a cabo con todas las pre-
cauciones posibles.
Está generalmente admitido que la pelvis puede adap-
tarse a una desigualdad de longitud de los miembros
inferiores del orden de 1 cm. En lugar de dar un valor
que no convendría a nadie, es preferible sugerir la
noción de límite de adaptación, que difiere en función
de cada persona y que puede demostrarse a través de
pruebas. Más allá de este límite, el juego articular del
complejo lumbopélvico deja de ser suficiente para com-
pensar el desequilibrio de la marcha. En cambio, cuando
el diferencial de longitud entre los miembros inferiores
está por debajo de este límite, la basculación resultante
puede regularse perfectamente por el complejo lumbo-
pélvico y no requiere forzosamente la aplicación de una
compensación.
Por lo tanto, durante la exploración de la pelvis,
el podólogo debe asegurarse ante todo de la correcta
movilidad de las articulaciones sacroilíacas, de la sínfi-
sis del pubis y de las tres últimas lumbares, que podrán
entonces compensar esta asimetría de longitud cuando
exista.
La pelvis puede estar en una posición neutra, en torsión
(ilíaca anterior e ilíaca posterior), incluso en movimien-
tos de abertura y de cierre bajo la influencia visceral,
o en basculación con base en una verdadera desigual-
dad de longitudes de los miembros inferiores. Es posible
la existencia de una combinación de estas diferentes
posiciones.
Prueba de flexión en bipedestación [14]
Su objetivo es detectar una pérdida de movilidad sacroi-
líaca. El examinador coloca sus pulgares bajo las espinas
ilíacas posterosuperiores y el paciente se inclina hacia
delante:
• si los pulgares están a la misma altura y ascienden
al mismo tiempo (prueba en flexión en bipedestación
negativa) con tendencia al flexo de rodilla: retroversión
de la pelvis;
EMC - Podología
• si los pulgares están a la misma altura y ascienden
al mismo tiempo (prueba en flexión en bipedestación
negativa) con tendencia al recurvatum de rodilla: ante-
versión de la pelvis;
• si los pulgares no están a la misma altura y ascienden
al mismo tiempo (prueba en flexión en bipedestación
igual a cero), la torsión no es de origen articular sino que
se relaciona con una hipertonía (se realiza entonces la
prueba en flexión en posición sentada para identificar
si la torsión puede ser alta);
• si una espina ilíaca posterosuperior asciende más
deprisa y más alto, la prueba en flexión en bipedesta-
ción es positiva. Se deben realizar pruebas de movilidad
(prueba de Downing).
Prueba de flexión en posición sentada [15]
Esta prueba, como la de flexión en bipedestación, per-
mite detectar una pérdida de movilidad sacroilíaca. Al no
depender ya de la influencia de los miembros inferiores,
esta prueba afecta sobre todo a la movilidad del sacro sobre
los ilíacos mediante los músculos paravertebrales. Una
prueba en flexión en posición sentada positiva se puede
traducir, como la prueba en flexión en bipedestación, en
una lesión sacroilíaca o una hipertonía. Por el contrario,
la hipertonía sólo puede depender de la pelvis.
Prueba de Downing [15]
Esta prueba permite valorar las movilidades sacroilíacas.
El paciente se coloca cómodamente en decúbito dor-
sal. El examinador comprueba que el paciente esté
tumbado de forma perfectamente simétrica. Relaja las ten-
siones musculares de los miembros inferiores mediante
pequeños movimientos de rotación interna y externa de
las piernas y solicita al paciente que levante los glúteos de
la camilla y los deje caer a continuación de forma seca.
El examinador comprueba después la altura respectiva
de los maléolos internos, lo que le permite detectar una
posible diferencia de longitud de las piernas.
A continuación realiza cuatro maniobras.
Maniobra de anteriorización a derecha e izquierda
El examinador se coloca del lado contrario al que va a
explorar, es decir, a la derecha para la pierna izquierda y
viceversa.
Aduce de forma pasiva la pierna y hace una rotación
externa máxima hasta notar la resistencia al movimiento.
A continuación relaja la aducción manteniendo la
rotación externa y libera la rotación externa en el
último momento, justo antes de colocar la pierna en
extensión.
La eficacia reside en esta rotación externa máxima y
mantenida hasta el final de la maniobra.
El examinador comprueba el alargamiento del miembro
inferior, que varía en función de la laxitud ligamentosa
del paciente. Se realiza la maniobra en el otro lado en las
mismas condiciones.
Si todo es normal, tras estas dos maniobras los maléolos
internos quedan en la misma situación que al inicio.
Si se detecta una diferencia, es decir, un maléolo más
alto que el otro (que antes de la prueba no lo estaba), se
puede confirmar la existencia de un ilion posterior, del
lado alto, que presenta por lo tanto una resistencia para
la anteriorización.
Maniobra de posteriorización derecha e izquierda
En esta ocasión, el examinador se sitúa en el mismo
lado, abduce al máximo el muslo y lo rota internamente
hasta sentir la resistencia.
A continuación relaja la abducción manteniendo la
rotación interna, que se libera justo antes de colocar la
pierna en extensión; la eficacia de la maniobra reside en
esta rotación interna máxima.
El examinador comprueba el acortamiento conseguido,
realiza la maniobra del otro lado y compara.
9
E – 27-030-A-10  Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo
Si un maléolo queda más bajo (antes no lo estaba), se
puede confirmar la existencia de un ilion anterior del lado
bajo que presenta dificultades para posteriorizarse.
Otras pruebas de objetivación
de las lesiones sacroilíacas [6]
Algunos facultativos emplean el conjunto de estas prue-
bas para detectar una lesión sacroilíaca, que se confirma
si cuatro de ellas resultan positivas.
Prueba de Patrick
Se flexionala cadera del paciente, se abduce y se rota
lateralmente situando el maléolo lateral sobre la pierna
opuesta. Tras estabilizar la pelvis, se ejerce una fuerte pre-
sión sobre el cóndilo medial de la rodilla. La prueba es
positiva si desencadena dolor en el glúteo o en la ingle.
Prueba de presión sobre el muslo
Elpaciente se coloca en decúbito. El examinador aduce
la cadera y la flexiona a 90◦ . Ejerce a continuación una
presión anterior, hacia el fémur, modificando los ángu-
los de abducción y aducción. La prueba es positiva si se
desencadena dolor en el glúteo.
Prueba en compresión
Elpaciente se coloca en decúbito lateral y el examina-
dor ejerce una fuerte presión dirigida hacia el hueso coxal
contralateral. La prueba es positiva si el paciente refiere
dolor en el sacro o en los glúteos.
Prueba de presión sobre el sacro
Elpaciente se coloca en procúbito. El examinador ejerce
una presión vertical sobre el sacro. La prueba es positiva
si desencadena dolor.
Prueba de Gaenslen
El paciente se coloca en decúbito con los dos miem-
bros inferiores en extensión. Se flexiona completamente
a nivel de la cadera y de la rodilla el miembro que se
explora, la cadera opuesta queda en extensión. El exami-
nador ejerce a continuación una fuerte presión sobre la
extremidad flexionada. La prueba es positiva si desenca-
dena dolor.
Pruebas de posicionamiento
Tras descartar una restricción de movilidad de las sacroi-
líacas (excluida del campo de competencias del podólogo)
y antes de establecer el diagnóstico de pierna corta verda-
dera o falsa, el podólogo debe analizar escrupulosamente
los siguientes puntos:
• la posición de las espinas ilíacas anterosuperiores, pos-
terosuperiores en carga y de las crestas ilíacas;
• en decúbito dorsal, se detecta la posición de las espinas
ilíacas anterosuperiores y se correlaciona con la medida
clínica de las piernas hasta la punta de los maléolos
internos;
• en decúbito ventral, se marca la posición de las espi-
nas ilíacas posterosuperiores y se correlaciona con la
medida clínica de las piernas hasta la punta de los
maléolos internos.
Si en decúbito desaparece la asimetría en longitud, la
basculación es de origen tónico, postural adaptativa y no
patológica, y la pelvis es perfectamente funcional.
Si la asimetría en longitud persiste a pesar de la norma-
lización de las espinas ilíacas debido a la supresión de la
reacción tónica antigravitatoria, se puede sospechar una
verdadera pierna corta cuya compensación minimalista
se comprueba en carga con el fin de valorar la mejoría del
esquema postural que ofrece a la vertical de Barré.
Si las espinas ilíacas siguen siendo asimétricas por
delante y por detrás, se puede sospechar un bloqueo
sacroilíaco puro o una hipertonía muscular (si la prueba
en flexión en bipedestación y/o en flexión en posición
sentada son positivas). Si la hipertonía muscular es baja,
quizá pueda corregirse con la terapia manual del pie. Si la
10
hipertonía es importante, se debe detectar el defecto sen-
sorial causal o derivar al paciente a un osteópata. Si una
de las sacroilíacas presenta un bloqueo lesional, se debe
también derivar a un osteópata.
En cualquier caso, es indispensable ser prudente antes
de considerar una compensación con un tacón. El
complejo lumbopélvico constituye la confluencia de
adaptación entre las influencias inferiores y superiores del
tono muscular. Está también sometido a las tensiones vis-
cerales de la pelvis menor a través de las fascias, lo cual
desempeña así mismo un importante papel propiocep-
tivo.
No se debe considerar sólo el tacón como único medio
terapéutico en un desequilibrio funcional, salvo en caso
de verdadera pierna corta posquirúrgica o secundaria a
un traumatismo; si es necesaria, tendrá que ser lo más
pequeña posible. Tampoco hay que olvidar que, en el
plano dinámico, el tacón actúa sólo en la fase de inicio del
paso y en la fase pendular; no desempeña ningún papel
en la fase digitígrada. De este modo, los elementos del
antepié pueden ejercer un efecto muy positivo sobre la
dinámica de la pelvis.
Pruebas en carga dinámicas
Equilibrio en estación unipodal
Según las normas de la Haute Autorité de Santé francesa,
el equilibrio se considera anómalo si no puede mantenerse
más de 5 s. Permite valorar la presencia de la repercusión
de la disfunción de la estática podal, así como valorar la
calidad propioceptiva de la cadena estabilizadora externa
y la pertinencia del tratamiento podológico en la postura
corregida.
Posición de puntillas unipodal
Permite observar lo que corresponde a la fase digitígrada
de la marcha, el papel del primer radio, la estabilidad de
la primera cabeza metatarsiana y el importante papel del
flexor largo del hallux durante esta fase.
Marcha sobre los talones
Se solicita para valorar la movilidad del tobillo en fle-
xión dorsal activa y posibles retracciones posteriores, que
en la dinámica pueden modificar el arranque del paso.
Traslación pélvica provocada
(posturodinámica podopélvica)
Permite valorar la movilidad del complejo lumbopél-
vico. Se debe detectar fisiológicamente un giro pélvico
anterior del lado donde el examinador desplaza la pel-
vis. Esta prueba permite sospechar una espina irritativa
de apoyo plantar (que mejora si se realiza sobre tapiz de
espuma) o una disfunción propioceptiva del arco inferior
articular o muscular (no hay mejoría sobre espuma).
Carga con los pies juntos o esquiador
Se le pide al paciente, en bipedestación con los pies
juntos, que realice una flexión del tobillo sin levantar los
talones del suelo, con el fin de valorar la posible presencia
de una hipertonía del sóleo del lado de la rodilla menos
flexionada.
 Conclusión
Ante cualquier queja de un paciente, el podólogo debe
esforzarse en encontrar el origen de esta queja, tras una
escucha minuciosa y una anamnesis precisa. Esta queja
puede estar o no incluida en su campo de competencias.
Es importante conocer los límites del tratamiento podo-
lógico, con el fin de no prescribir un tratamiento que sería
EMC - Podología

en el mejor de los casos ineficaz y en el peor, nocivo para el
paciente. Una línea de conducta práctica debe ser «Primum
non nocere».
El podólogo puede verse también obligado a derivar al
paciente a otro facultativo con distintas competencias en
caso de fracaso del tratamiento o ante una duda. Es obvio
que el profesional no está obligado a ofrecer un resultado
en su práctica habitual, sino un medio. Su metodología
debe por lo tanto ser completa y replantearse permanen-
temente mediante la mejora de sus conocimientos. La
búsqueda de la causa de un dolor debe ser prioritaria y
parece ser una cuestión más juiciosa que el hecho de tratar
sólo el dolor.
Los tratamientos podológicos ofrecen numerosas
opciones terapéuticas. Las ortesis plantares mecánicas,
cuyo objetivo es propioceptivo o también postural, son
uno de los diferentes medios que permiten tratar casos clí-
nicos igualmente diversos. El buen dominio del conjunto
de estas prácticas constituye una ventaja para el podólogo,
que dispone entonces de más medios para tratar de forma
eficaz a sus pacientes o para comprender sus fracasos. Es
indispensable el buen conocimiento de las prácticas y de
las competencias de los demás facultativos. Los médicos
generales y deportivos, ortopédicos, reumatólogos, osteó-
patas y rehabilitadores disponen a menudo de los medios
para resolver algunas situaciones complejas. El paciente
debe siempre poder beneficiarse del trabajo multidiscipli-
nario.
El análisis postural de una persona sirve para detec-
tar las asimetrías; sin embargo, por definición, el ser
humano no es simétrico. Tal y como lo estudió Azémar
en su obra L’homme asymétrique, cada persona es asimé-
trica, ya que estamos lateralizados. Los zurdos no actúan
como los diestros, sencillamente porque no emplean de
forma prioritaria el mismo hemisferio cerebral para reali-
zar un movimiento. Como resultado, existen diferentes
estrategias neuromusculares. El ojo director, la laterali-
dad manual, el pie de apoyo o el pie portador originan
asimetrías tónicas preprogramadas con el fin de optimi-
zar la precisión y la rapidez de un acto en una situación
determinada. En estas condiciones y de forma idónea, la
exploración de un paciente tendría que realizarse en el
contexto de su lateralización. Así pues, no todas las asi-
metrías son significativas. Cuando se corrige la postura de
un paciente, no se trata por lo tanto de «enderezarlo» con
una postura ideal, sino de volverle a su propia posición
normal, que es la de su funcionamiento sin repercusión
funcional. Todas las personas son diferentes, con distintos
antecedentes personales, distintas estrategias de funcio-
namiento y de equilibrio, que deben poder expresarse sin
dolor ni repercusión funcional.
T. Barré, Pédicure-podologue.
85, rue de Venise, 51100 Reims, France.
M. Destas, Pédicure-podologue, masseur-kinésithérapeute.
139, rue Saint-Jean, 27130 Verneuil-sur-Avre, France.
M. Duplouy, Pédicure-podologue.
85, rue de Venise, 51100 Reims, France.
J.-C. Gaillet, Pédicure-podologue (gaillet51@aol.com).
Le parc, 51390 Pargny-lès-Reims, France.
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Barré T, Destas M, Duplouy M, Gaillet JC. Exploración física del pie
y del miembro inferior por el podólogo. EMC - Podología 2013;15(2):1-11 [Artículo E – 27-030-A-10].
Disponibles en www.em-consulte.com/es
Algoritmos Ilustraciones Videos/
complementarias Animaciones
EMC - Podología
Exploración física del pie y del miembro inferior por el podólogo  E – 27-030-A-10
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Para saber más
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Aspectos Información Informaciones Auto- Caso
legales al paciente complementarias evaluación clinico
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