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ARTÍCULO 1954.- “Aquel que se enriquece indebidamente a expensas de otro está obligado a
indemnizarlo”
ARTÍCULO 1955: “La acción a que se refiere el artículo 1954 no es procedente cuando la persona
que ha sufrido el perjuicio puede ejercitar otra acción para obtener la respectiva indemnización”.
DESARROLLO HISTÓRICO
Era considerado por los antiguos romanos, como un caso de responsabilidad civil nacida como una
obligación cuasicontractual. Significa el “incremento de un patrimonio a expensas de la
disminución de otro sin causa que lo determine” de índole legal. La equidad hacia necesario el
reintegro de lo abonado.
DE ROVIRA
“ Resulta anormal o extraordinario, que se encuentra al margen de todo precepto legal, que ni
quebranta la norma jurídica ni está amparado por ella y que repugna a la conciencia moral y
jurídica”.
Así, VON TUHR : señala que el enriquecimiento sin causa es otra fuente de obligaciones, como lo
son el contrato y los delitos. Agrega que esta fuente de obligaciones otorga al empobrecido “la
acción y el derecho a reclamar la restitución del enriquecimiento”.
En ese mismo sentido, LLAMBÍAS, afirma que el enriquecimiento sin causa es fuente de la
obligación de restitución, denominada acción in rem verso, que no es otra que aquella acción que
la ley confiere a toda persona que ha experimentado sin justa causa, una disminución patrimonial
contra quien se ha beneficiado injustamente por ello.
Por su lado, LUDWIG ENNECCERUS: señala que el fundamento del enriquecimiento sin causa está
en el derecho patrimonial, pues éste busca una regulación justa y equitativa de las relaciones
patrimoniales, siendo el enriquecimiento sin causa una pretensión que se dirige contra el
enriquecido para que entregue aquello en que injustificadamente se enriqueció.
A esta pretensión la denomina condictio, y precisa que la misma podrá dirigirse contra el
enriquecido, no por el solo hecho de enriquecerse, sino que tendrán que verificarse los requisitos
que, por lo regular y universalmente se asignan a esta figura jurídica:
La obtención de una ventaja patrimonial que supone un enriquecimiento para quien lo consigue y
un empobrecimiento para quien lo pierde, cuando dicho fenómeno se produce sin causa o
injustificadamente, a pesar de lo que el Derecho, por razones de seguridad o de otro orden
imperioso, se ve forzado a reconocer y concederle determinados efectos jurídicos.
JOSÉ LETE DEL RÍO: aquella situación en la que “una persona se beneficia o enriquece a costa de
otra sin que exista una causa o razón de ser que justifique este desplazamiento patrimonial.
ORAMAS GROSS: Advierte que los elementos principales del enriquecimiento sin causa fueron
advertidos inicialmente en dos sentencias muy importantes de la Corte de Casación Francesa (12
de mayo de 1914 y 2 de marzo de 1915):
ENRIQUECIMIENTO Y EMPOBRECIMIENTO
VON TUHR: “consiste en la diferencia que existe entre el estado actual del patrimonio y el que
presentaría si no hubiese ocurrido el injustificado desplazamiento de valores”. Es decir, debería
verificarse que ha habido una mejora o que se a evitado una alteración negativa a través de una
disminución en el patrimonio del sujeto enriquecido.
ANTECEDENTES HISTORICOS
DERECHO ROMANO
Por regla general, las promesas unilaterales no eran obligatorias en el derecho romano, para que
surja una relación obligatoria era necesario la presencia de ambas voluntades. El derecho romano
reconoce dos expresiones de promesas unilaterales:
PORTHIER:
En tanto la pollicitatio constituyo para el derecho romano una de las expresiones de promesa
unilateral obligatoria, en cuanto a la formalidad la pollicitatio requería la oralidad, sin que fuera
necesario emplear determinadas palabras solemnes a fin de ser valida la promesa.
EL VOTUM: era la promesa hecha a la divinidad de efectuar una prestación, lo cual no obligaba
solo desde el punto de vista religioso, sino también del civil. En el derecho romano era usual que
las personas expresen sus votos de fe, que no consistían en simples promesas de no pecar, sino en
la entrega de benes materiales. El votum a diferencia de la pollicitatio es que el votum era un acto
meramente formal.
La persona a favor de la cual se hace por declaración unilateral una promesa de pago o un
reconocimiento de deuda, queda dispensada de probar la relación fundamental, cuya existencia
se presume.
Como se puede apreciar, la obligación no surge por haber realizado una promesa unilateral, sino
por la presunción de la existencia de la relación fundamental.
En efecto, cuando alguien promete pagar, está diciendo que cumplirá una prestación que está
pendiente de ser ejecutada, y tal prestación proviene de una causa que la origina. Similar situación
se presenta con el reconocimiento de deuda, en donde al reconocerse que se debe, se está
confirmando algo que existe y esa deuda también tiene una causa que la originó.
Ejemplo: De otro lado, es posible también que el deudor reconozca o prometa el pago de una
deuda pero sólo parcialmente. Por ejemplo, si en virtud de una relación causal, A es deudor de B
por S/.ıoo.oo, pero A sólo reconoce una deuda de S/.8o.oo. En este caso, aplicando la presunción
contenida en el Art. ı958 del CC, el acreedor no tendría que probar su derecho de crédito respecto
de los S/. 8o.oo, pero sí respecto de los S/.2o.oo restantes, toda vez que la inversión de la carga de
la prueba sólo operaría respecto del monto indicado por el promitente o por el recognoscente
(S/.8o.oo).
Aquel que mediante anuncio público promete unilateralmente una prestación a quie se
encuentre en determinada situación o ejecute un determinado acto, queda obligado por su
promesa desde el momento en que ésta se hace pública.
(i) En primer lugar debemos señalar que a la prestación indicada en el anuncio público se le
suele denominar “recompensa”, es decir, la persona que realice el acto requerido por el
promitente será acreedora de una recompensa; por ello, no es preciso señalar (como lo hace el
autor italiano) que la promesa al público tiene por contenido una prestación que “de ordinario” es
una recompensa, pues siempre (y no de ordinario) es una recompensa; y (ii) El referido autor
señala que la promesa al público es “vinculante”, pues su legislación así la denominaı95; el
legislador peruano señaló, más bien, que la promesa al público es “obligatoria”ı96.
La promesa de pública recompensa puede ser utilizada para satisfacer un interés particular (por
ejemplo, si se promete entregar S/.ıoo.oo a quien encuentre un perro extraviado), o un interés
difuso (por ejemplo, si se promete otorgar una recompensa a quien intente la cura para una
enfermedad que en la actualidad es incurable).
Esta fattispecie constituye la herramienta más eficaz y eficiente para encontrar objetos perdidos o
sustraídos, animales extraviados e, inclusive, personas desaparecidas. Es común encontrar axisos
en las calles en donde se prometa entregar una determinada cantidad de dinero a la persona que
encuentre, por ejemplo, a una mascota. Inclusive, en ocasiones, es el mismo Estado el que
promete otorgar una recompensa a quien brinde noticias del paradero de algún delincuente.
Una vez hecha tal comunicación, al promitente sólo le quedará entregar la recompensa prometida.
Con tal seguridad, los destinatarios de la promesa tendrán mayores incentivos en cumplir el acto
requerido, pues en caso que el promitente no cumpla con otorgar la recompensa, el promisario,
en tanto acreedor y, podrá exigir judicialmente el cumplimiento de la prestación, en este caso, de
la recompensa. EJEMPLO VLADIMIRO MONTESINOS: DECRETO DE URGENCIA N009-2001 DIARIO
PERUANO
Como habíamos señalado, es indiferente que la persona que ejecutó el acto requerido por el
promitente haya obrado conociendo la promesa o inclusive, habiéndolo conocido pero sin
tener la intención de obtener la recompensa prometida. En ambos casos, está facultado para
exigir la recompensa.
Ahora bien, es posible que la persona que cumplió el acto requerido por el promitente, exija la
recompensa, pero el promitente se niegue a entregarla por considerar que no ha cumplido con
el acto requerido; en tal caso, consideramos que se deberá decidir judicialmente. El Juez
decidirá si se ha cumplido el acto requerido por el promitente apreciando el anuncio en donde se
indica tal acto.
Si varias personas cooperan al objeto para el cual se prometió públicamente la prestación, ésta
será dividida equitativamente entre todas, atendiendo a la parte que cada una tuviera en el
resultado.
La promesa pública sin plazo de validez determinado, bien sea por no haberlo fijado el
promitente o por no resultar de la naturaleza finalidad de la promesa, obliga al promitente sólo
por e plazo de un año contado a partir del momento en que se hizo pública.
Toda promesa al público puede ser revocada por el promitente en cualquier momento. Empero
si fuese con plazo de validez determinado, sólo por justo motivo podrá ser revocada por el
promitente dentro del indicado plazo, con cargo a indemnizar los daños y perjuicios que la
revocación ha causado a quienes justificadamente depositaron su confianza en la vigencia de la
promesa”.
En caso el promitente no establezca un plazo dentro del cual su promesa será eficaz se aplica la
regla contenida en la norma trascrita, es decir, la promesa podrá ser revocada por el promitente
en cualquier momento. La norma hace referencia a un plazo de validez “determinado”, es decir,
aquél plazo impuesto por el promitente (sea expreso o tácito). Si nos encontramos en este
supuesto, el promitente tiene la libertad de revocar su promesa cuando lo crea conveniente,
inclusive dentro del plazo supletorio de un año.
La revocación de que trata el artículo 1963 no tiene validez en los siguientes casos:
1.- Si no se ha hecho pública en la misma forma de la promesa o en forma equivalente.
La renuncia al derecho de revocar la promesa debe constar en el anuncio público. Una vez que el
promitente renuncia a su derecho de revocar su promesa no podrá revocarla durante el plazo
establecido en la promesa (expreso o tácito) o del supletorio (ı año). Si se ha renunciado
anticipadamente al derecho de revocar la promesa y el promitente quiere revocarla cuando ésta
se encuentra todavía vigente, tal revocación no tendrá efectos.
La promesa de prestación como premio de concurso sólo es válida cuando se fije en el anuncio
un plazo para la realización del concurso. La decisión relativa a la admisión de los concursantes o
al otorgamiento del premio a cualquiera de ellos, corresponde exclusivamente a las personas
designadas en la promesa y, a falta de esta designación, al promitente, siendo obligatoria en
ambos casos la decisión.
la promesa de otorgar el premio no está dirigida al público en general, sino sólo a los participantes
del concurso y, en segundo lugar, para obtener el premio no será suficiente realizar algún acto o
encontrarse en la situación establecida en la promesa (como sucede en la promesa de pública
recompensa), sino que los concursantes deberán comportarse de manera diligente y con
preparación técnica y profesional dependiendo de las características del concurso, además será
necesario que el jurado tome la decisión de otorgar el premio. Ejemplo de este supuesto lo vemos
en los concursos que se realizan sobre poesía, literatura, fotografía, música, pintura, investigación,
teatro, y otras expresiones científicas, artísticas o deportivas. En el Perú, este mecanismo es
utilizado por muchas empresas. Así, por ejemplo, Telefónica del Perú S.A.A. realiza un concurso
anualmente para escoger el diseño de la carátula de las páginas amarillas.
Los premios que se otorgan en estos concursos no consisten necesariamente en dinero, sino
también pueden ser un premios honoríficos (como diplomas, medallas o trofeos) o becas de
estudio, viajes, libros u otros objetos.
iQué sucede si varios concursantes obtienen un mismo puntaje? Art. ı8ı9 del referido código
señalaba: “(…) Si el hecho fue ejecutado simultáneamente por varios, cada uno recibirá una parte
igual de recompensa. Si la recompensa no es divisible, o si según el tenor de la promesa, hubiere
de obtenerla uno solo, lo decidirá la suerte”.
JURISPRUDENCIA
La Sala Suprema señalo que, las condiciones para la interposición de esta acción son: a) que el
demandado debe haberse enriquecido por la percepción de un beneficio, material, intelectual y
aun moral; b) este beneficio debe haberse obtenido a expensas del demandante, quien se ha
empobrecido; c) que tal enriquecimiento sea injusto; y, d) que el demandante no tenga otro
remedio para obtener satisfacción, por lo que tal acción tiene carácter residual o subsidiaria.
Este Supremo Tribunal, acorde con los lineamientos que informa la doctrina moderna, debe dejar
claramente establecido que la acción de enriquecimiento sin causa se distingue de la acción
indemnizatoria por daños y perjuicios sufridos por el acreedor de una obligación. En efecto, en el
caso de la indemnización por daños y perjuicios, los daños son por el valor de la pérdida que
hubiese sufrido y la utilidad que hubiese dejado de percibir el acreedor, en cambio en la acción de
enriquecimiento sin causa, sólo procede el reembolso o restitución en la misma medida que el
demandado se enriqueció, sin considerarse para nada los perjuicios que pudo haber sufrido el
demandante.
Por otra parte, en la obligación consistente en el resarcimiento de daños y perjuicios, debe darse
el elemento de la imputabilidad, que resulta esencial, pues la acción de daños y perjuicios es lo
que caracteriza a la denominada responsabilidad civil; en cambio, en la obligación fundada en el
enriquecimiento sin causa, no interesa en absoluto el problema de la imputabilidad del obligado
que resulta ser indiferente en este caso último caso. Un tercer aspecto a tomar en consideración
es el hecho que el deudor de la obligación de resarcir daños y perjuicios puede no haber obtenido
ninguna ventaja patrimonial con el hecho que sirve de causa a la obligación, sin embargo, en la
acción emanada del enriquecimiento sin causa se notará d e inmediato el contraste, pues en este
caso el demandado será necesariamente el enriquecido al haber obtenido un provecho.
Que de lo expuesto se advierte diferencia entre los presupuestos de una y otra acción, pues en la
acción destinada a resarcir los daños y perjuicios se considerará por sobre todas las cosas, la
situación patrimonial del acreedor que se ha visto disminuida en el monto del daño sufrido en
concordancia con los elementos del daño resarcible que informa el articulo 1985 del Código Civil,
esto es, daño emergente, lucro cesante, daño a la persona y daño moral. Sin embargo, en la
obligación derivada del enriquecimiento sin causa, lo que se toma en cuenta es a la inversa, la
situación del deudor de la obligación, esto es, del enriquecido (demandado), quien es
precisamente a quien se le demanda la restitución del provecho que ha obtenido a efectos de
determinar en que cantidad se ha enriquecido.