Vous êtes sur la page 1sur 5

El egoísmo, la desconsideración y el desequilibrio

El egoísmo hace que las personas se centren siempre en sus propias necesidades y no piensen
en la otra persona al tomar decisiones importantes o incluso en las interacciones cotidianas. “Si
no contribuyes con las tareas del hogar o el cuidado de niños, tu pareja comenzará a
construir resentimiento y sentirse poco querida”, dice la experta.

Cuando las relaciones no están equilibradas y la familia no es la prioridad, o es solo uno el que
decide siempre cómo hacer las cosas, los lazos se van fracturando.

“El matrimonio y las relaciones comprometidas son, principalmente, asociaciones. Cuando el


sentido de colaboración es deficiente, cuando tu pareja es desconsiderada con tus
necesidades, la relación se debilita.Cuando exiges cosas de una pareja sin tener en cuenta
cómo se sienten al respecto, su punto de vista o la situación, y/o cuando ignoras las necesidades
expresadas relacionadas con la intimidad, la comprensión y ayuda, se empiezan a crear heridas
que son difíciles de reparar”, explica Greenberg.

La relación no es prioridad

“Es fácil pasar la relación a un segundo plano cuando hay niños. Si no te haces tiempo para la
intimidad sexual, el deseo se diluye. Si dejas de hablar con tu pareja acerca de tus esperanzas y
sueños, se empiezan a distanciar. Si no te haces tiempo para hacer actividades divertidas
juntos y con la familia, pueden comenzar a llevar vidas separadas”, advierte la especialista.

“Por todas estas razones, es importante que tengas tiempo para escuchar las historias y
preocupaciones de tu pareja. La investigación muestra que haciendo actividades divertidas
juntos, las parejas se sienten más cerca", explica.

Falta de control de ira y rabia

“Las diferencias que se resuelven y las expresiones de enojo controlado, son normales en una
relación sana, pero gritar enfurecido a la pareja puede dañar a la persona y a la relación. Las
parejas en relaciones infelices pueden entrar en ciclos negativos, en las que cualquier pelea se
intensifica rápidamente con acusaciones y comentarios negativos sobre la intención o el carácter
de la otra persona”, explica.

Para la experta es muy cierta la creencia de que es más fácil dañar a las personas más nos
importan. “Sabemos exactamente cómo ir por su yugular y golpearlos donde más les duele. Y el
estrés crónico hace que sea más difícil mantener el control emocional”, expresa.

“Las parejas de hoy tienen que hacer malabares para pagar las cuentas, hipotecas, ahorrar, jefes
exigentes, responsabilidades del hogar y los niños, por lo que es fácil estar estresados”, señala la
psicóloga, añadiendo que no es raro estar a la defensiva todo el tiempo por efecto del estrés.

La especialista dice que “para evitar dañar tu relación, es importante no hablar de asuntos
importantes cuando has estado bebiendo, tomar un descanso si tú o tu pareja andan mal
emocionalmente, y atenerse al tema específico sin sacar en cara cosas del pasado. Puedes
comunicar que un comportamiento es molesto, pero aún así transmitir que tu pareja es una
hermosa persona”.

La infidelidad

Las relaciones saludables se basan en la confianza y cuando ésta se rompe, es muy difícil
restaurarla. "Cuando hay una infidelidad, la relación puede sobrevivir pero tendrá para siempre
una parte rota”, explica Greenberg. Pero no solo tener relaciones sexuales con otra persona
es infidelidad, tener sentimientos y coqueteos con terceros también pueden dañar a la
relación.

“Las mujeres, en particular, se sienten perturbadas cuando sus parejas tienen una estrecha
conexión emocional continua con otra mujer. La infidelidad puede actuar como un trauma en
la persona traicionada, haciendo que se sienta insegura y enojada, y se obsesione con lo
que su pareja hace. El engaño y la mentira para encubrir la infidelidad, suelen tomarse como
otra capa de traición”, explica.

Todas las relaciones tienen sus altibajos, sus cumbres y sus simas. En muchas ocasiones,

consideramos que pasar una mala época es normal y que tarde o temprano esta tocará a su fin,

por lo que no nos damos cuenta de que llevamos meses o años sin que la relación muestre

signos de mejora. En ocasiones pretendemos no aceptar que nuestra pareja ya no puede

proporcionarnos la felicidad que nos otorgaba en sus inicios, por lo que hacemos caso omiso a

los signos que nuestra relación nos envía, y que sin embargo se encuentran presentes en

nuestra vida cotidiana. Aquí presentamos diez posibles señales que indican que algo va mal,

aunque no necesariamente impliquen que la situación sea insalvable o que no podamos poner

algo de nuestra parte para superarlo.

Pocas parejas funcionan si no son capaces de confiar en el otro para contarle cualquier cosa

1.- Ya no tienes sexo con tu pareja

En la sociedad contemporánea, la mayor parte de personas consideran que la vitalidad de una

relación amorosa se encuentra íntimamente ligada con una buena vida sexual. Aunque no

siempre tiene por qué ser así, sí es cierto que una desaparición absoluta de los encuentros

sexuales es un signo de que algo no marcha bien, especialmente si la situación se prolonga en el

tiempo. En ocasiones, se debe a problemas de índole sexual que necesitan ser solucionados

desde un punto de vista médico. Otras veces es algo transitorio, relacionado con el estrés y el

cansancio. Pero en otras ocasiones, se trata de que ya ni siquiera nos planteamos la

posibilidad de acostarnos con nuestra pareja, un claro síntoma de que algo marcha mal.

2.- La intimidad ha desaparecido

Los primeros días, meses, semanas y años de una relación suelen encontrarse llenos de

carantoñas, besos y otras expresiones físicas de cercanía sentimental. La desaparición de tales

signos de afecto es una señal de que nos hemos distanciado de nuestra pareja, puesto que ya no

vemos la necesidad de expresarnos de manera que sienta nuestro afecto. Es normal que con el

tiempo reduzcamos nuestras manifestaciones en este sentido, pero si hace meses que no
somos ni siquiera capaces de dar un beso de buenas noches a nuestra pareja, quizá sea

hora de replantearnos nuestra relación.

3.- Te cuesta contar las cosas

La pareja ideal es, al menos en un primer momento, aquella que te comprende a la perfección,

que escucha atentamente todo lo que dices y que parece conocerte desde tu infancia. Pocas

parejas funcionan si no son capaces de confiar en el otro para contarle cualquier cosa. Si notas

que ya no sientes la misma necesidad de hablar con tu pareja y contarle tu día a día, tus miedos y

ambiciones, inseguridades y deseos, y prefieres contárselos a un amigo, familiar o desconocido,

es probable que tu relación esté empezando a resquebrajarse. También puede ocurrir que, por

mucho que desees que tu pareja te escuche, esta se muestre indiferente, no le interese lo que

cuentas o directamente no entienda lo que quieres contarle: mala señal.

4.- Siempre llamas tú

Una comunicación bidireccional y más o menos simétrica es vital en una pareja. En los albores de

la relación, cuando los amantes se encuentran por primera vez, el deseo de estar con el otro es

tan fuerte que por lo general el contacto se intentará establecer por las dos partes. Aunque por lo

general es complicado que ambos miembros de la pareja actúen exactamente igual, en el

momento en que uno deja de llamar, ponerse en contacto, escribir o sacar tiempo para

encontrarse con su pareja y es el otro el que realiza todo el esfuerzo por fijar una cita, es

probable que aquel que obvie la posibilidad del contacto haya perdido gran parte del interés por

su pareja.

Las discusiones pueden ser relativamente frecuentes en una relación y pueden ser sanas

5.- Ves más a tus amigos que a tu pareja

Una consecuencia negativa del compromiso amoroso es abandonar a nuestros amigos y

familiares para pasar todo el tiempo absorbidos por nuestra pareja. De igual manera, invertir la

situación y dejar que el tiempo que pasamos con nuestros amigos sea superior al que dedicamos

a nuestras parejas es síntoma de que algo no marcha bien. También debemos preguntarnos

por qué provocamos que la relación con nuestra pareja y nuestros amigos sea algo

excluyente, cuando en la mayor parte de casos pueden combinarse sin problemas, de forma que

nuestro novio o esposo sea también parte de nuestro círculo de amigos.

6.- La diversión ha desaparecido


Toda relación sentimental sana genera felicidad, satisfacción e implica un cierto grado de

diversión, aunque los miembros de la pareja sean personas serias. Forma parte de la intimidad

de la pareja pasárselo bien juntos sin necesitar nada más, al igual que intentar sorprender

de maneras muy distintas a tu pareja. Cuando la relación se prolonga en el tiempo, es normal

que se normalice y los intentos de sorprender a la misma se reduzcan, pero si nunca nos lo

pasamos bien, ya no realizamos actividades de ocio y no vemos la necesidad de innovar en

nuestra vida en pareja, probablemente se deba a que ya no somos capaces de divertirnos con la

misma.

7.- Las peleas son continuas y no ofrecen soluciones

Las discusiones pueden ser relativamente frecuentes en una relación, e incluso, pueden ser

útiles, en el caso de que sirvan para solucionar problemas o poner de manifiesto situaciones que

uno de los miembros de la pareja sienta como injustas. Sin embargo, hay otro tipo de

enfrentamiento bastante común en las relaciones que están acabadas, y es el que no tiene un

objeto claro, se compone de una infinidad de pequeños reproches y nunca deriva en una

reconciliación, sino en una mayor tensión no resuelta. Se trata de una situación inaguantable

en la que lo más sano es dar por terminada la relación.

Cuando una relación amorosa empieza a flaquear, es probable que tu pareja pase más tiempo en

el trabajo

8.- No se hacen planes de futuro

En el comienzo de cada relación se tiende a realizar una larga lista de actividades a realizar

juntos o de hipotéticos viajes, aunque muchas veces sean pretensiones irrealizables o demasiado

ambiciosas. No importa, porque lo importante no es tanto llevar a cabo esos planes como plantear

un escenario común en el futuro. Cuando ya no se plantean tales situaciones, es probable que se

deba a que ya no sintamos esa necesidad acuciante de hacer cosas juntos. Se trata de uno de

los ejemplos más claros de que nuestra relación está acabada: si no podéis visualizar un futuro

común, seguramente se deba a que no tenéis uno.

9.- Tu familia y amigos se dan cuenta de que algo va mal

En un gran número de ocasiones, la visión que los demás tienen de nosotros es mucho más

certera que la que tenemos sobre nosotros mismos. Una de estas situaciones es la vida en

pareja, en la que es difícil tomar distancia de la situación para comprender de qué forma la
relación está afectando a nuestra vida. Cuando un comentario recurrente entre nuestro

círculo de amigos es que nos ven mal, que no entienden el comportamiento de nuestra

pareja hacia nosotros o piensan que somos infelices, es probable que tarde o temprano,

quizá demasiado tarde, nosotros caigamos en la cuenta de que efectivamente así es. Otra cosa

muy diferente son los comentarios maledicentes y perversos motivados por la envidia o la

incomprensión.

10.- Tu pareja siempre tiene trabajo

Cuando una pareja empieza a salir, lo normal es sacar tiempo de donde no lo hay. Las horas en

el trabajo se pasan lentamente, el día es largo y las noches son cortas. Sin embargo, cuando una

relación amorosa empieza a mostrar síntomas de agotamiento, es probable que tu pareja pase

más tiempo en el trabajo, se apunte a más eventos relacionados con el mismo, cene o salga de

fiesta con sus compañeros… Es una forma de señalar que te está intentando evitar, y que de

hecho prefiere compartir su tiempo con aquellos a los que ve durante ocho horas al día,

que contigo. Si la excusa para no verte es siempre que tiene mucho trabajo, es probable que en

más de una ocasión te haya mentido.

Vous aimerez peut-être aussi