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Nunca es tarde para aprender

Estas son las flores que me enseñaron que si no las regás las plantas se mueren.
Hace varios años, yo vivía en un departamento. Estaba recién casada y tenía estas hortensias en una
maceta.
Un día de verano con sol radiante salí sin regarlas y al volver pensé que la planta había muerto.
¡Tremendo!
Agarré un par de baldes para ver si la revivía con ánimo de ponerle un desfibrilador (jiji) y le tiré unos
baldes de agua desesperada porque, sobre todo, mi esposo iba a rezongar por mi descuido.
Al terminar de secar el patio con el secador, me dí cuenta que las hojas que estaban marchitas habían
tomado vida otra vez.
Así tomé consciencia de lo que el agua podía hacer a la tierra y a la plata. Fue fuerte para mí ver el
cambio casi instantáneo.
Yo lo aprendí cuando tenía 30 años. Así que, no se desesperen: ¡nunca es tarde!
Publicado por Silvia Freire en 11:04

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