Los derechos de la mujer y de la cludadana
Olympe de Gouges*
Septiembre de 1791
Ala Reina
Senora,
Poco hecha al lenguaje que se utiliza con los Réyes, no em
plearé la adulacién de los Cortesanos para ofreceros esta sitt
gular produceién, Mi finalidad, Sefora, es hablarus con [rane
Queza, no he esperado, para expresarme as(, la épuca de ka
Libertad: me mostré con la misma energia en un tiempo en el
que la ceguera de los Déspotas castigaban una tan noble auda-
cia,
Cuando todo el Imperio os acusaba y os hacia responsable
de sus calamidudes, tinicamente yo, en unos tiempos de dise
turbios y de tempestades, tuve fuerza para hablar en vues
d ii. Nunca he podido persuadirme de que una Pi Di
educada en el seno de las yrandezas, wvierd todos los vieios
de la bi
luda contr vos,
fe veo que se
shoriialis
Sea
Colecviin viene” nyojos la Reina falsamente inculpada, la Reina interesante, sino
una implacable enemiga de los Franceses. Ah! Senora, pe
‘sad que sois madre y esposa, emplead toda wuesira autoridad
para el regreso de los Principes, Esta autoridad, tan sablamen-
te aplicada, fortalece la corona del padre, la conserva al hijo, y
Testablece el amor de los Franceses. Esta digna neyock
cidn es el verdadero deber de una Reina, La intriga, la conle
balacién, los proyectos sanguinarios precipitarfan vuesira ca
da sise pudiera sospechar que sois capaz de semejantes pro
pésilos,
‘Que una més noble misién, Seiora, os caracterice, excite
vuesira ambicién y atraiga wiestra mirada, Sdlo incumbe @
aquella que el azar ha elevado a una posicién eminente dar
importancia al progreso de los Derechos de la Mujer, y avele~
rar su triunfo. $i tuvierais menos insiruceién, Sehura, pudria
emer que vuesiros intereses particulares pudieran mis que
los de vuestro sexo. Amdis la gloria: pensad, Senora, 10
* los mayores crimenes como las mayores virtudes s
lizan; pero iqué diferente celebridad en Jos fastos de la histo-
rial Estas se toman constantemente coino ejemplo, aquellos
son elernamente la execracién del género humano.
‘Nunca se os culparé por trabajar para la restauracién de las
costumbres, por dar a vuestro sexo toda la consistencia qui
es susceptible, Esta obra no es el trabajo de un dia, desgra
damente para el nuevo régimen, Esta revolucién no se Her
acabo hasta que todas las mujeres estén convenci de su
deplorable destino, & de los derechos que han perdido en la
sociedad, Sostened, Seaora, una causa tan hermosa; defended
este desgraciado sexo, y pronto tendréis. a vuestro favor wnt
mitad del reing, y por la menos el ter
id, Seflora, ved con qué hazanas debeis
plead vuestra autoridad, Creedme, Sefora, nuestra vida es
muy poca cosa, sobre tado para una Reina, cuando esta vida
nd esid embellecida por el amor de los pueblos, y por las ete
nos encantos de la beneficencia,
Sies cierto que Francesus arman contra su pati
poderes, gpara qui rivolas prerrogativas, pl
ras, Creed, Seiora, si lo juzgo por lo que siento, el partido
mondrquico se dustruiré a sf mismo, abandonard today los
tiranos, y todos los eorazones se unirén alrededar de la
para defenderla. »
Estos sun, Sesiora estus son mis principios. Hablindous de
mi patria, pierdo de vista la finalidad de esta dedieatoria, A
ra
ho
es como todo buen Ciudadafio-sterifica su gloria, sus intere-
ses, cuando no tiene por objeto més que los de su pais,
Con el mas profundo de los respetos soy, Seora,
_Vuestra muy-humilde y muy-obediente servidora,
~. De Gouges
Los derechos de la mujer
Hombre, éeres capaz de serjusto? Es una mujer quien te
hace ly pregunta; no li quitaras, por lo menos, este derecho,
Dime équién te ha dado el soberano poder de oprimir ml
sexo? ¢Tu fuerza? é1u talento? Observa al ereador en sujsabi-”
duria; recorre la naturaleza en toda su grandeza, a la que
pareces querer aproximarte, y dame, si te atreves, el ejemplo
de este poder tirénico,* Reméntate hasta los animales, consul
ta los elementos, estudia los végetales, echa finalmente una
ojeada a todas las modificaciones de la materia organizada; y
rindete a la evidencia cuando te ofrezco los medios; busca,
hhurga y distingue, si puedes, los sexos en la administracién de
la naturaleza, Por todas partes los encontrarés confundidos,
por todas partes cooperan como un conjunto armonioso en
esta tay ruucatratiamoreal
ilo cl homl Mi tramade un principio de‘esta excepcidn.
Exiravagante, cego, hinchado ‘de cieneias y degencralo, en
ste siglo de luces y de’ sagacidad, en la més crasa de las igno-
i, quiere mandar come un désputia sobre un sexo que
do a s Faculindes lee rae! pretende distri
revolucién y reclamur sus derechos a la igualdad, pur
no decir nada mas, a : reer la
Declaraclén de los derechos de la mujer
y de la cludadana
‘innal en su dtmus ueslines 0
nePreambulo
Las madres, las hijas, las hermanas, representantes de la
nacién, piden ser constituidas en asamblea nacional. Conside-
rando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los dere-
chos de la mujer son las tinicas causas de las desgracias publi-
cas y de la corrupcién de Jos gobiernos, han resuelio exponer
en una solemne declaracién los derechos naturales, inaliena-
bles y sagrados de la mujera fin de que esta declaracién, cons
tantemente presentada a todos Jos miembros del cuerpo su-
al, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes a fin de
que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los
hombres, pudiendo ser comparados a cada momento con la
finalidad de toda institucién piblica, sean asf mas respeiados
a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas
desde ahora en principios simples v incontestables, colaboren
siempre en el mantenimiento de la constitucién, de las buenas
costumbres y en la felicidad de todos.
En consecuencia, el sexo superior tanto en belleza como en
coraje, en los sufrimientos maternales, reconoce y declara, en
presencia y bajo los auspicious del Ser supremo, los Dere
siguientes dv la Mujer y de la Ciudadana,
Articulo primero
La Mujer nace libre y permanece igua} al hombre en der
has, Las distinciones Sociales s6lo pueden estar Fundads en
la utilidad comin,
u
La finalidad de cualquier asociacién politica es la conserva-
cién de los derechos naturales ¢ imprescriptibles de la Mujer y
del Hombre: estos derechos son la libertad, la propiedad, fit
seguridad y sobre todo la resisten opresidn.
uu
El principio de cualquier soberania reside esencialmente en
Ja Nacién, que no-es mds que la reunion de la Mujer y el Hom
bre: ningtin cuerpo, ningtin individuo, puede ejercer la autor
dad que no emane expresumente de ello.
ot
Pee "
La libertad’y la justicia consisten en ‘devolvér todo lo que”
pertenece a otro; asf,el ejercicio de los derechos naturales de
la mujer no tiene més Ifmites que la tirania que el hombre le
‘pone; estos limites deben ser reformados por las leyes de la
naturaleza y dela razén.
v
Las leyes de la naturaleza y de la razén prohfben todas las
acciones perjudiciales para ia sociedad: todo lo que no esté
prohibido por estas leyes, sabias y divinas, no puede ser impe-
dido, y nadie puede estar obligado a hacer lo que no ordenan.
VI
La Ley debe ser la expresién de Ja voluntad general;/todas
Jas Ciudadanas y Giudadanos deben contribuir, personalmen-
te por medio de sus representantes, a su formacién; debe ser
a misma para todos: siendo todas las ciudadanas y ciudada-
nos iguales ante sus ojos, deben ser igualmente admisibles en
todas las dignidades, lugares y empleos pablicos, segin sus
capacidades & sin otras distinciones que las de sus virtudes y.
‘su talento,
VID
No se exceptiia ninguna mujer; la mujer es acusada, arresta~
da, & detenida en los casos determinados por la Ley. Las mu-
jeres obedecen como los hombres esta rigurosa Ley,
viit
La ley no debe establecer mds que penus estrictas & evidenr
teimnente necesarias, & nadie puede ser eastigado mas que en
virwd de una Ley establecida y promulgada unteriormente a
sit delito y legalmente aplicada a las mujeres.
Ix
vide unit mujer ha sida deetaruda culpable, tod el rigor
jercido por ka Ley.
: -
alle debe ser hustigaule par suns ophotanes nel lis
mentales, la muj el derecho de-subir al eudalsey debe
tener igualmente el de subir a ta ‘Tribuna; siempre que sus
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