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INTRODUCCION
En la actualidad, los esfuerzos por reemplazar el petróleo están siendo cada vez
más intensivos y captan la atención de un mundo amenazado por el cambio
climático e inestabilidades económicas en países productores de petróleo.
El etanol, producto de la fermentación de la melaza y posterior destilación, tiene
un potencial muy elevado para ser una fuente alternativa de energía renovable,
que permitiría reducir la dependencia del petróleo.
En nuestro país, el crecimiento en la producción de bioetanol proveniente de
melazas de caña de azúcar durante los últimos años, fomentado por la Ley
26.093, y el aumento del corte del bioetanol en los combustibles líquidos del 10%
al 12%, otorgado a comienzo de 2016, ha resultado en un creciente incremento
de la generación de vinaza.
En la provincia de Tucumán, la Cuenca del Salí - Dulce que recorre unos 800
Km y atraviesa 4 provincias, es una de las cuencas hídricas más importantes del
país1 y la más industrializada del Noroeste.
La industria sucro-alcoholera fue, desde sus comienzos, la actividad económica
más importante de la provincia, así como también, una de las grandes
contribuyentes de carga contaminante a la Cuenca Salí - Dulce. De quince
ingenios que se encuentran sobre la Cuenca, once cuentan con destilería de
alcohol y son generadores de vinaza.
Como consecuencia de años de explotación industrial, la situación de la cuenca
Salí-Dulce se ha convertido en crítica, producto de la sobrecarga de esos
contaminantes en los cuerpos receptores de agua2.
Sin embargo, esta crisis ambiental supo encontrar respuestas, aunque no
definitivas, mediante la Ingeniería en Medio Ambiente y la aplicación de políticas
activas que han permitido hacer efectivo en Tucumán el Principio de
Progresividad consagrado en la Ley General del Ambiente de la Nación (Ley Nº
25.675).
La progresividad junto a las alianzas público – privadas que tuvieron su origen
en el Plan de Producción Más Limpia (P+L), ha despertado hoy, el interés de los
industriales azucareros por ofrecer alternativas seguras al problema
medioambiental generado por el efluente derivado del proceso de destilación de
alcohol, para que este biocombustible se convierta en un nuevo generador de la
actividad sucro-alcoholera de Tucumán.
Uno de los logros más importantes, fue la firma del Acta Acuerdo en diciembre
de 2011, entre los gobiernos de las Provincias de Tucumán y Santiago del
Estero, la Defensoría del Pueblo de Santiago y la ex Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable (SAyDS) de la Nación (convertida en ministerio), siendo
el garante de dicho acuerdo el Estado Nacional. En ésta, 10 de los ingenios
sucro-alcoholeros de Tucumán se comprometieron a no arrojar vinaza ni ceniza
a los cauces hídricos de la cuenca y, a su vez, a recuperar el agua de lavado de
caña. Los resultados, que se elevan trimestralmente a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, no sólo fueron altamente satisfactorios para las partes, sino
que tuvieron el reconocimiento de la Secretaría de Estado de Ambiente y
Desarrollo Sustentable de la Nación como un hito histórico. Además, se evitó la
judicialización y un conflicto interprovincial. El CIMA, Centro de Interpretación y
Monitoreo Ambiental (ex CIME), controla además otros 5 ingenios y 7 citrícolas 3.
1.1 HIPOTESIS