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CELAM (Documentos)

DPE

SUMARIO: Introducción. — 1. Documento de Río de Janeiro


(1955). — 2. Las conclusiones de la Asamblea de Medellín
(1968). 2.1. Ejes más importantes: a) desarrollo, justicia y
paz; b) paz y violencia; c) opción por los jóvenes; d) pastoral
popular:. e) pobreza de la Iglesia; fl pastoral de conjunto. —
3. Los documentos de Puebla (1979). 3.1. Presencia del
Papa y directrices de su discurso de inauguración. 3.2.
Esquema y temas centrales de Puebla: a) La visión socio-
cultural de la realidad; b) La violación de los derechos
humanos; cl Los rostros de Cristo; dl Los contenidos de la
Evangelización; e) La pregunta: ¿qué es evangelizar?; fl Las
comunidades eclesiales de base. 3.3. Las opciones: a)
Opción preferencial por los pobres; 191 Opción preferencial
por los jóvenes.— 4. Los documentos de Santo Domingo
(19921. 4.1. La presencia y orientación del Papa. 4.2.
Esquema y distribución del documento: 1.° Parte - Jesucristo
Evangelio del Padre; 2.° Parte - Jesucristo evangelizador
viviente en su Iglesia.

Introducción

Aunque el Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM)


creado en 1954, ha producido muchos e importantes
documentos, dada, por una parte, la importancia de los
documentos de las Asambleas Generales desarrolladas,
como también por el pequeño espacio que podemos ocupar,
nos vamos a referir únicamente a los Documentos finales de
sus cuatro Asambleas Generales.

Es sabido que la primera tuvo lugar en Río de Janeiro (25 de


Julio - 4 de Agosto de 1955), es decir unos pocos años
antes del Concilio; la segunda en Medellín (26 de Agosto - 7
de Septiembre de 1968) una vez finalizado el Concilio
Vaticano II; la tercera en Puebla (27 de Enero - 13 de
Febrero de 1979) en el primer año de pontificado de Juan
Pablo II; y finalmente, la cuarta en Santo Domingo, (12 al 28
de Octubre de 1992) conmemorando el V centenario de la
Evangelización.
La breve reseña intenta dar una visión panorámica de los
mismos y resaltar los aspectos más centrales de cada
documento.

1. Documento de Río de Janeiro (1955)

El documento de Río de Janeiro es breve y responde a los


primeros pasos que se dan hacia una pastoral de conjunto
en América Latina. Tiene la enorme validez de ser pionero
en este aspecto. Su temática se centra en el análisis de la
"situación religiosa de cada uno de los países de América
Latina, poblada por más de ciento cincuenta millones de
personas". Pero su lenguaje y tratamiento responde al
tiempo en que se desarrolla,

Los Obispos destacan tres problemáticas: en primer lugar el


problema más apremiante de América Latina: la escasez del
clero, sobre lo que incidirán con fuerza; un segundo
problema es el de la necesidad de una mejor instrucción y
preparación de los seglares, problemática que trata bajo el
título de "Auxiliares del clero"; y un tercer tema es el
referido, es el problema social.

a) La problemática del clero: Los cuatro primeros títulos del


documento los emplean los Obispos en tratar el grave
problema del clero, tanto secular como religioso, nativo y
extranjero.

Pide con insistencia que se empleen todas las maneras


posibles: pastoral familiar, cultivo de los jóvenes en las
Asociaciones, día del Seminario, etc., para procurar un
mayor número de vocaciones. Insiste después en la
importancia de una adecuada formación, espiritual,
intelectual y humana. Asimismo recuerda la importancia de
que se escojan los sacerdotes más doctos y virtuosos para
los cargos del Seminario y dedica también todo un capítulo
para preocuparse de la formación permanente del clero
sugiriendo diversos medios.

Aunque considera que la solución del problema de


vocaciones está en el aumento de las vocaciones nativas,
agradece la cooperación necesaria del clero extranjero y
pide a la Santa Sede que "interponga su valimiento ante los
Ordinarios de las naciones de clero más abundante para
que se facilite la venida de muchos sacerdotes". Y sugiere
que en lo posible se les facilite la incardinación.

Con relación a los religiosos, hay un sincero agradecimiento


a la labor desarrollada, también la petición de una
colaboración en los suburbios de las grandes ciudades y en
la zonas más alejadas de parroquias extensas, así como la
petición de que "las familias religiosas puedan aumentar en
los Países Latinoamericanos el número de sus miembros
con abundantes y selectas vocaciones".

Más adelante se muestra una sana preocupación por el


incremento del protestantismo, reclamando, entre las
medidas para una mejor formación de los católicos, la
intensificación del movimiento bíblico, sugiriendo toda clase
de iniciativas: ediciones populares de la Biblia y Evangelios,
semanas bíblicas, cursos de orientación, etc.

b) La cooperación de los seglares: Está considerado bajo el


título IV "Auxiliares del Clero", y destaca la importancia de
una mayor formación y responsabilidad.

Nombra expresamente a la Acción Católica que bajo


diversas Organizaciones han alcanzado muchos frutos y
manifiesta su deseo de que intensifiquen cada vez su
trabajo apostólico. A pesar de reconocer otras formas de
auxiliares del clero y colaboradores del sacerdote, pide
expresamente que se organice e incremente la Acción
Católica en todas las Parroquias, así como que se le dote de
sacerdotes exclusivamente dedicados a ella.

Señala el apostolado social como responsabilidad del


cristiano y ruega para que surjan verdaderas vocaciones a
las actividades sociales y cívicas, estimulándolas hacia una
óptima capacitación, no sólo técnica o científica, sino
también práctica hacia el bien común.

c) La problemática social: En un breve Título (el VIII) Río de


Janeiro aborda la problemática social que se queda más
bien en constataciones y deseos: "La Conferencia General
del Episcopado Latino Americano no puede dejar de
expresar su honda preocupación ante los problemas
sociales de América Latina y la situación angustiosa en que
se encuentra todavía, -a pesar del cúmulo de bienes que la
Providencia ha dispensado al Continente- una no pequeña
parte de sus habitantes, y en particular algunas clases de
trabajadores dei campo y de la ciudad, sin olvidar a la clase
media, por los salarios insuficientes y la demanda de trabajo„

Alabando las obras que la caridad cristiana ha realizado en


América Latina para remediar al menos en parte tantos
sufrimientos y amarguras, sin embargo a la vista de que el
problema social subsiste y se incrementa, proclama la
urgencia de orientar e intensificar la labor social.

También los Obispos muestran su especial preocupación


por las "Misiones, los indios y gente de color" (título IX) y
pide para sus territorios una mayor atención en escuelas
primarias y secundarias, de capacitación agrícola, de artes y
oficios, así como obras de salud: hospitales, asilos,
sanatorios, dispensarios, etc. y solicita a las Ordenes
Religiosas el envío de personal capacitado y especializado
en número y calidad cada vez mayor.

2. Las conclusiones de la Asamblea de Medellín (1968)

La Asamblea General del Episcopado Latino Americano que


se celebra en Medellín entre agosto y septiembre de 1968,
marca, sin duda, un antes y un después en la historia de la
Iglesia Latino-americana. Quizá ningún documento de la
Conferencia ha sido más citado.

El comienzo de la Conferencia se retrasó, ya que debía


haberse celebrado en 1965 (10 años después de Río),
precisamente porque se estaba celebrando entonces el
Concilio Vaticano II que terminaría en Diciembre del año 66.
Ello fue ocasión de la primera visita de un Papa a América
Latina, pues Pablo VI viajó a Colombia para inaugurar la
Conferencia de Medellín.

La II Asamblea General de la Iglesia L.A. se enmarca así en


la revisión a fondo de su pastoral, en el escrutar los signos
de los tiempos y en la renovación en profundidad que marca
el Vaticano II. Pero, además, Medellín también es deudor
del magisterio de Pablo VI: principalmente de su
Encíclica "Populorum Progressio", de la Homilía de Navidad
de 1967, deI Mensaje de la Paz del 1° de Enero de
1968, y de los Discursos que el Papa pronunció en
Colombia con ocasión de su visita en diversos encuentros.
Sus ponencias y conclusiones, que orientan y muestran
derroteros nuevos para el caminar de una Iglesia en
búsqueda y preocupada por la situación del pueblo
latinoamericano, recogen, a la vez, muchos de los esfuerzos
e iniciativas ya presentes en esa Iglesia, que está viva y ha
optado por los marginados, comenzando a vivir en mayor
pobreza, a tener una ubicación más cercana al mundo de
los pobres, y a compartir con los pobres, sufrimientos y
ansias de liberación.

Precisamente Pablo VI en su discurso de apertura hace de


esto un público reconocimiento: "estamos informados de los
rasgos generosos realizados en algunas diócesis que han
puesto a disposición de las poblaciones necesitadas las
propiedades de terrenos que les quedaban siguiendo planes
bien estudiados de reforma agraria", "existen en la Iglesia
personas que ya experimentan las privaciones inherentes a
la pobreza, por insuficiencia a veces de pan y
frecuentemente de recursos".

Y son los propios Obispos los que en su Mensaje a los


Pueblos de América Latina que, reconociendo que "nuestros
pueblos aspiran a su liberación y a su crecimiento en
humanidad", pedirán para un primer compromiso: "inspirar,
alentar y urgir un orden nuevo de justicia que incorpore a
todos los hombres en la gestión de sus propias
comunidades".

De esta forma Medellín va a tener una gran resonancia no


solo en la Iglesia de América Latina, sino que su mensaje va
a llegar también a Europa y a otros continentes, que ven el
compromiso de una Iglesia fuerte a pesar de sus
limitaciones. Sobre todo los documentos de "Justicia" y
"Paz" con una clara denuncia profética de la situación
tendrán una voz que se prolongará más allá de sus fronteras
y que aún hoy permanece viva.

Aunque damos la importancia debida a las ponencias (que


el Celam publicó conjuntamente) nos referiremos sólo a las
Conclusiones que están recogidas en 16 documentos,
repartidos en tres áreas:

Área de promoción humana: Justicia. Paz. Familia y


demografía. Educación. Juventud. Area de evangelización y
crecimiento en la fe: Pastoral popular. Pastoral de élites.
Catequesis. Liturgia. Area de Iglesia visible y sus
estructuras: Movimientos de laicos. Sacerdotes. Religiosos.
Formación del clero. Pobreza de la Iglesia. Pastoral de
conjunto. Medios de comunicación social.

2.1. Ejes más importantes

Medellín hace un claro discernimiento de la situación de


pobreza y subdesarrollo en que viven las grandes mayorías
de los pueblos I.a., denuncia con claridad algunas causas de
este estado y toma posición y aporta directrices muy
importantes para una nueva pastoral I.a.. Lo sintetizamos en
los siguientes ejes:

a) Desarrollo, justicia y paz. Conocedor de los numerosos


estudios sobre la situación del hombre latinoamericano, y
haciendo alusión a sus propios documentos de trabajo,
Medellín comienza el documento de "Justicia" diciendo: "En
todos ellos se describe la miseria que margina a grandes
grupos humanos. Esa miseria, como hecho colectivo, es una
injusticia que clama al cielo". Y va reseñando la situación de:
familia, juventud, mujer, campesinos, clase media, el éxodo
de profesionales, los pequeños artesanos e industriales,
para terminar diciendo: "no podemos ignorar el fenómeno de
esta casi universal frustración de legítimas aspiraciones que
crea el clima de angustia colectiva que ya estamos
viviendo".

También denuncia una situación de injusticia en lo que


atañe a la cultura y a los ejes económicos: "Una situación
injusta es también la falta de integración sociocultural, que
ha dado origen a la superposición de culturas. Y, por lo que
toca a lo económico, se han implantado sistemas que
contemplan sólo las posibilidades de los sectores con alto
poder adquisitivo, lo que origina una frecuente inestabilidad
política y la consolidación de instituciones puramente
formales."

En relación al mundo de las estructuras económicas,


Medellín denuncia por igual tanto al sistema liberal
capitalista como al marxismo: "El sistema liberal capitalista y
la tentación marxista parecieran agotar en nuestro
continente las posibilidades de agotar las estructuras
económicas. Ambos sistemas atentan contra la dignidad de
la persona humana..."
Medellín fiel al espíritu y la letra de la
"Populorum progressio" va a unir tres términos: desarrollo,
justicia y paz, y denunciará que: "el subdesarrollo latino-
americano, con características propias de los diversos
países, es una injusta situación promotora de tensiones que
conspiran contra la paz".

El documento de la "Paz" sistematiza estas tensiones en


tres grandes grupos:

Tensiones entre clases y colonialismo interno: las más


diversas formas de marginalidad, desigualdades excesivas
entre las diversas clases sociales, frustraciones crecientes,
formas de opresión de grupos y sectores dominantes, poder
ejercido injustamente, todo lo cual se hace cada vez más
intolerable por la creciente toma de conciencia de los
sectores oprimidos.

Tensiones internacionales y colonialismo externo:


destacando "las consecuencias que entraña para nuestros
países su dependencia de un centro de poder económico en
torno al cual gravitan. De allí resulta, que nuestras naciones,
con frecuencia, no son dueñas de sus bienes ni de sus
decisiones económicas", puesto que hay: "distorsión
creciente del comercio internacional (las materias primas
cada vez valen menos con relación al costo de los productos
manufacturados) lo que significa el empobrecimiento de
unos países mientras que los países industrializados se
enriquecen cada vez más" Y más todavía con la fuga de
capitales económicos y humanos, evasión de impuestos y
fuga de las ganancias, endeudamiento progresivo,
monopolios internacionales e imperialismo político tanto
indirecto como directo.

Tensiones entre los países de América Latina: Aunque el


fenómeno tiene orígenes históricos-políticos, manifiesta
Medellín que debiera estar ya superado, sin embargo
todavía permanecen factores que favorecen las tensiones
entre nuestras naciones, y el documento señala dos: Un
nacionalismo exacerbado en algunos países y el
armamentismo.

b) Paz y violencia. Haciendo una reflexión doctrinal, nos


presenta una visión cristiana de la paz, que le pone muy por
encima de la ausencia de violencia, lo desarrolla en tres
puntos:

"La paz es ante todo obra de la justicia. Supone y exige la


instauración de un orden justo, en el que los hombres
puedan realizarse como hombres, en donde su dignidad sea
respetada, sus legítimas aspiraciones satisfechas, su
acceso a la verdad reconocido, su libertad garantizada. Un
orden en el que los hombres no sean objetos, sino agentes
de su propia historia. Allí, pues, donde existen injustas
desigualdades entre los hombres y naciones, se atenta
contra la paz".

De aquí, deduce que: "la paz en América Latina, no es por lo


tanto la simple ausencia de violencias y derramamientos de
sangre. La opresión ejercida por los grupos de poder puede
dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en
realidad no es sino el germen continuo e inevitable de
rebeliones y guerras".

En segundo lugar, "la paz es un quehacer permanente que


implica constantemente cambio de estructuras,
transformación de actitudes, conversión de corazones". "La
paz no se encuentra, se construye. El cristiano es un
artesano de la paz".

En tercer lugar, "la paz es fruto del amor" expresión de una


real fraternidad entre los hombres, fraternidad aportada por
Cristo, Príncipe de la Paz, al reconciliar a todos los hombres
con el Padre".

Los obispos son también conscientes del peligro de la lucha


armada en el continente y por ello advierten: "La violencia
constituye uno de los problemas más graves que se
plantean en América Latina. No se puede abandonar a los
impulsos de la emoción y de la pasión una decisión de la
que depende todo el porvenir de los países del continente"
"Debemos reafirmar nuestra fe en la fecundidad de la paz.
La violencia no es ni cristiana ni evangélica. El cristiano es
pacífico y no se ruboriza de ello. No es simplemente
pacifista porque es capaz de combatir. Pero prefiere la paz a
la guerra".

Pero también señalan que "América Latina se encuentra, en


muchas partes, en una situación de injusticia que puede
llamarse de violencia institucionalizada... No debe
extrañarnos, pues, que nazca en América Latina la tentación
de la violencia. No hay que abusar de la paciencia de un
pueblo que soporta durante años una condición que
difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia
de los derechos humanos".

Justamente es lo que destacan en la segunda y tercera línea


pastoral de las conclusiones del documento: "Defender,
según el mandato evangélico, los derechos de los pobres y
oprimidos, urgiendo a nuestros gobiernos y clases dirigentes
a que eliminen todo cuanto destruya la paz social:
injusticias, inercia, venalidad, insensibilidad" y "denunciar
enérgicamente los abusos y las injustas consecuencias de
las desigualdades excesivas entre ricos y pobres".

c) Opción por los jóvenes. Si destacamos este eje en los


Documentos de Medellín no es por la calidad de sus
aportes, que son más bien pequeños, sino por la
importancia de que por vez primera se dedique un
documento completo a la juventud. Es como una llamada de
atención ante la importancia de este campo donde la Iglesia
y la sociedad se juegan algo muy importante.

Ya el Vaticano II, mostró su preocupación al dedicar una


Declaración al problema de la educación cristiana de la
juventud, y también el Papa Pablo VI en el discurso de
apertura de la II Asamblea del Episcopado mantiene esa
misma preocupación cuando dice que es un tema: "digno del
máximo interés y de grandísima actualidad". Ahora el tema
es recogido por los obispos que le dedican un documento
bajo el título genérico de "juventud" y le dan toda la
importancia ya que la juventud "constituye hoy no sólo el
grupo más numeroso de la sociedad latinoamericana, sino
también una gran fuerza nueva de presión".

En primer lugar los Obispos hacen un pequeño análisis de


las características de la juventud actual.

Reconocen que "la juventud se presenta como un nuevo


cuerpo social portador de sus propias ideas y valores, que
vive a la vez una época de crisis y cambios que son causa
de conflictos, lo que exige un sincero esfuerzo de
comprensión y diálogo".
Expresan, sin embargo, que la juventud no es algo
monolítico: hay sectores que aceptan pasivamente las
formas burguesas, mientras otros lo rechazan con marcado
radicalismo, por considerarlo falto de autenticidad.

El documento señala también que la juventud es


particularmente sensible a los problemas sociales y reclama
los cambios profundos y rápidos que garanticen una
sociedad más justa, reclamos que a veces se sienten
tentados a expresar por medio de la violencia. También
tienen la tendencia a reunirse en grupos o comunidades,
tendencia que crece cada día más, pero rechazando las
organizaciones demasiado institucionalizadas, rígidas o las
de agrupación masiva.

Tras este somero análisis, Medellín establece unos criterios


básicos de orientación pastoral y finaliza con algunas
recomendaciones pastorales entre las que destacan:

"Que la Iglesia adopte una actitud francamente acogedora


hacia la juventud, esto le ayudará a comprender sus valores
y auscultar sus actitudes"... "Sabiendo lo que representa
para los jóvenes el valor de la autenticidad debe ayudarles a
profundizar en ella, y a que se hagan una autocrítica de sus
propias deficiencias".

Al pedir que se manifieste en la Iglesia una sincera voluntad


de diálogo con la juventud, recuerda que esta voluntad
implica entre otras cosas "que se presente cada vez más
nítido en Latinoamérica el rostro de una Iglesia
auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de
todo poder temporal y audazmente comprometida en la
liberación de todo el hombre y de todos los hombres".

d) Pastoral popular. Según las estadísticas América Latina


es un continente muy mayoritariamente católico, algunos
países lo son casi exclusivamente, pero sabemos las
condiciones en que viven su fe la mayoría de los católicos.
Es importante el saber discernir las directrices para una
adecuada pastoral popular, respecto a ello se hacen primero
unas constataciones que hay que tener muy en cuenta:

Constataciones:
La primera constatación es la enorme dificultad y
complejidad para conservar o transmitir la fe. "en la gran
masa de bautizados de América Latina las condiciones de
fe, creencias y prácticas religiosas son muy diversas, no
solo de un país a otro, sino incluso entre regiones de un
mismo país y entre los diversos niveles sociales. A esto se
añade el proceso de transformación cultural y religiosa, la
explosión demográfica, las migraciones internas, los
cambios socio-culturales, la escasez de personal apostólico,
la deficiente adaptación de las estructuras eclesiales".

La segunda constatación es que "hasta ahora se ha contado


principalmente con una pastoral de conservación, basada en
la sacramentalización con poco énfasis en la evangelización,
que si en un tiempo, por semejanza de estructuras.... pudo
ser apta, hoy ya no lo es".

La tercera es recordar que nuestra religiosidad popular: "es


una religiosidad de votos, promesas, peregrinaciones y un
sin fín de devociones. Se basa en la recepción de
sacramentos, sobre todo bautismo y primera comunión,
recepción que tiene mas bien repercusiones sociales que un
verdadero influjo en el ejercicio de la vida cristiana".

Una cuarta constatación es más bien positiva: "se advierte


en la expresión de la religiosidad popular una enorme
reserva de virtudes auténticamente cristianas,
especialmente en orden a la caridad, aun cuando muestre
deficiencias en su conducta moral".

Ante esto "la Iglesia se encuentra en el dilema de seguir


siendo Iglesia universal o de convertirse en una secta, al no
incorporar vitalmente a sí a aquellos hombres que se
expresan en ese tipo de religiosidad. Para ser Iglesia y no
secta, deberá ofrecer su mensaje de salvación a todos los
hombres, corriendo quizá el riesgo de que no todos lo
acepten del mismo modo y con la misma intensidad".

Finalmente, dice Medellín, "al enjuiciar la religiosidad


popular no podemos partir de una interpretación cultural
occidentalizada, propia de las clases medias y altas
urbanas, sino del significado que esa religiosidad tiene en el
contexto de la subcultura, de los grupos rurales y de los
grupos marginados".
Sus expresiones pueden estar deformadas y mezcladas en
cierta medida con su patrimonio religioso ancestral, tienen el
peligro de ser influidas por prácticas mágicas y
supersticiosas. Incluso en el fenómeno religioso existen
motivaciones distintas que, por ser humanas, son mixtas y
pueden responder a deseos de seguridad, contingencia,
impotencia o a necesidad de adoración o gratitud.

Recomendaciones:

El estudio serio: "En primer lugar, Medellín, pide estudios


serios y sistemáticos sobre la religiosidad popular y sus
manifestaciones, así como de las subculturas propias y de
las exigencias y aspiraciones de los hombres".

Impregnar de evangelio. "Que las manifestaciones


populares, como romerías, peregrinaciones, devociones
diversas, se impregnen de la palabra evangélica..."

Corregir errores. "Que se revisen las devociones a los


santos para que no sean tomados sólo como intercesores
sino también como modelos de vida de imitación de Cristo".
"Que las devociones y los sacramentos no lleven al hombre
a una aceptación semifatalista, sino que lo eduquen para ser
cocreador y gestor con Dios de su destino".

Formación de comunidades: "Que se procure la formación


del mayor número de comunidades eclesiales en las
parroquias especialmente rurales o de marginados urbanos".
Comunidades que deben basarse en la Palabra de Dios y en
cuanto sea posible en la celebración eucarística... por el
sentido de pertenencia harán que sus miembros sean
solidarios en una misma misión común y logren una
participación activa, consciente y fructuosa en la vida
litúrgica y en la convivencia comunitaria.

e) Pobreza de la Iglesia. Fiel a la línea eje que se refleja en


todos los documentos, los Obispos abordan el problema de
la pobreza de la Iglesia desde la situación de "las tremendas
injusticias sociales existentes en América Latina que
mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una
dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la
inhumana miseria".
- El pueblo reclama de la Iglesia una actitud más clara: "Un
sordo clamor brota de millones de hombres pidiendo a sus
pastores una liberación que no les llega", pero, sin embargo,
llegan "las quejas de que la Jerarquía, el clero, los
religiosos, son ricos y aliados de los ricos".

Por eso Medellín desea hacerse eco de estas llamadas,


llamando a la Iglesia a una actitud de autocrítica. Los
Obispos, aun precisando que muchas veces se confunde la
apariencia con la realidad, puesto que hay muchísimas
parroquias y diócesis que son extremadamente pobres y
que hay obispos, sacerdotes y religiosos que viven llenos de
privaciones y se entregan al servicio de los pobres;
reconocen, sin embargo, que existen muchas causas que
han podido contribuir a crear esa imagen de Iglesia rica: los
grandes edificios, las casas de párrocos y religiosos cuando
son superiores al barrio donde viven, los vehículos propios a
veces lujosos, la manera de vestir. Por otra parte, añaden, el
sistema de aranceles, las pensiones escolares, el
mantenimiento de obras educacionales, han llegado a ser
mal vistos y a crear una opinión exagerada de las sumas
percibidas. Aunque debemos reconocer que hay casos
aislados de condenable enriquecimiento que, sin embargo,
han sido, indebidamente, generalizados.

- Como consecuencia de esta doble constatación: de la vida


de las grandes mayorías y de la realidad eclesial, los
Obispos afirman una verdad elemental pero que hace
pensar: "los obispos, sacerdotes y religiosos tenemos lo
necesario para la vida y una cierta seguridad, mientras los
pobres carecen de lo indispensable y se debaten entre la
angustia y la incertidumbre. Y no faltan casos en que los
pobres sientan que sus obispos, o sus párrocos o religiosos,
no se identifican realmente con ellos, con sus problemas y
sus angustias".

- Motivación doctrinal para una vida de pobreza en la Iglesia.

Se distinguen en el documento tres clases de pobreza: La


pobreza (como un mal contraria a la voluntad de Dios), la
pobreza espiritual, como esa actitud de apertura a Dios de
quien todo lo espera y que aunque valorice los bienes del
mundo no se apega a ellos, y la pobreza como compromiso,
que asume voluntariamente y por amor la condición de los
necesitados para testimoniar el mal que ella representa y la
libertad espiritual frente a los bienes.

En este contexto de la pobreza como compromiso una


Iglesia pobre: -Denuncia la injusticia de la carencia de
bienes necesarios y el pecado que lo engendra. -Predica y
vive la pobreza espiritual y se compromete ella misma en la
pobreza material, recordando que la pobreza de la Iglesia es
una constante en la Historia de la Salvación.

- Orientaciones pastorales. Reclama para la Iglesia en


América Latina que sea evangelizadora de los pobres y
solidaria con ellos, para ello debe tener:

Una primera línea de acción de preferencia y solidaridad.


Preferencia efectiva a los sectores más pobres y
necesitados y a los segregados por cualquier causa.
Agudizando la conciencia de solidaridad con los pobres,
haciendo nuestros sus problemas y sus luchas, denunciando
la injusticia y la opresión en la intolerable situación que
soporta y estableciendo con ellos una línea de promoción
humana que respete su dignidad personal.

- Un testimonio efectivo: obras, instituciones, vivienda, estilo


de vida modestos y sin ostentación. Asimismo el tratamiento
que debe renunciar a cualquiera ostentación honorífica.
Superar el sistema arancelario, reemplazándolo por otras
formas de cooperación económica desligadas de la
administración de los sacramentos. Incorporar a los laicos
en la administración de los bienes diocesanos o
parroquiales. Poner los medios técnicos necesarios al
servicio de la comunidad. Dar testimonio de pobreza y
desprendimiento.

El motor para este servicio de la Iglesia Latino Americana se


toma de la frase de la Gaudium et Spes recogida en el
discurso de clausura del Vaticano II: "no impulsa a la Iglesia
ambición terrena alguna sino que quiere ser humilde
servidora de todos los hombres".

- Por eso los Obispos concluyen: "Queremos que nuestra


Iglesia Latino Americana esté libre de ataduras temporales,
de convivencias y de prestigio ambiguo, que, libre de
espíritu, respecto a los vínculos de la riqueza, sea más
transparente y fuerte su misión de servicio; que esté
presente en la vida y las tareas temporales, reflejando la luz
de Cristo, presente en la construcción del mundo.

f) Pastoral de conjunto. Es también uno de los aportes


centrales de Medellín. La necesidad de reclamar una
pastoral de conjunto nace de la opción por los pobres que la
Iglesia ha tomado con claridad. Precisamente el documento
comienza por señalar la dimensión de la tarea que tiene la
Iglesia: "millones de hombres que se encuentran
marginados en la sociedad e impedidos de alcanzar la plena
dimensión de su destino". Esta situación reta a la Iglesia a
activar el proceso de integración de los marginados a los
beneficios de la vida social y la integración económica y
cultural.

La Iglesia debe afrontar este reto con estructuras pastorales


aptas, es decir: marcadas por el signo de la organicidad y la
unidad, estructuras que ayuden a satisfacer las
necesidades, y, al mismo tiempo, estructuras que deben
estar dentro de la naturaleza de la Iglesia.

La renovación de estructuras es el segundo gran aporte de


Medellín en relación a la pastoral de conjunto. En el conjunto
de estructuras reclamadas por Medellín, destacan dos: la
ubicada en la misma base, y la última en la cúpula.

En la base Medellín reconoce y propone a las comunidades


cristianas de base, realidad aún incipiente en América Latina
que para Medellín es "el primero y fundamental núcleo
eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de
la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que
es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de
estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y
actualmente factor primordial de promoción humana y
desarrollo".

En la parte final de la pirámide, habiendo recorrido antes


también: parroquias, vicarias foráneas, zonas, diócesis y
conferencias episcopales, Medellín propone con fuerza a los
Organismos Continentales, concretamente el CELAM, que
en su conjunto y a través de sus Departamentos, promuevan
la reflexión integral y continuada y la enriquecedora
comunión de experiencias en el campo pastoral.

3. Los documentos de Puebla (1979)


La II Asamblea General del CELAM celebrada en Medellín
había sido un fuerte revulsivo para la pastoral de la Iglesia
L.A., las directrices marcadas, las opciones impulsadas
estaban ayudando a mostrar una nueva Iglesia. Por otra
parte la situación social cada vez más explosiva hacía más
clara la necesidad de profundizar en el rechazo a las
estructuras injustas, la opción por los pobres más decidida y
generalizada, el respaldo hacia las comunidades de base,
etc. sitúa a la III Asamblea del CELAM en Puebla (27 de
Enero - 13 de Febrero) ante tareas y esperanzas muy
importantes.

Por otra parte hay tensiones, no todos ven de la misma


forma el camino que la Iglesia Latino Americana debe
seguir. Para otros, Medellín debe ser revisado y sus
opciones clarificadas mejor; por eso hay un fuerte debate
antes de Puebla, lo que se nota en los documentos de
trabajo que se van elaborando.

Juan Pablo I ha muerto, y el nuevo Papa Juan Pablo II


desea estar en la Asamblea presente con sus palabras
orientadoras, esto hace que Puebla se retrase unos meses.

3.1. Presencia del Papa y directrices de su discurso de


inauguración

La presencia del Papa en la Asamblea es determinante. Su


discurso inaugural proponiendo las línea centrales de lo que
será su la Encíclica "Redemptor hominis": La verdad sobre
Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia, la verdad sobre el
hombre, marcará las directrices de la Asamblea.

El Papa da también su orientación en los problemas


actuales de la Iglesia en América Latina: las "relecturas" del
Evangelio, el problema del Jesús histórico, la opción por los
pobres, la necesidad de la Iglesia que nace de la respuesta
de la fe que damos a Cristo, la búsqueda de una auténtica
evangelización donde esté presente toda la problemática
social de la liberación y dignidad humana.

Finalmente el papa recomienda unas tareas prioritarias: la


familia, las vocaciones y la juventud y reclama para los
Obispos: audacia de profetas y prudencia evangélica,
clarividencia de maestros y seguridad de guías, fuerza de
ánimo como testigos y paciencia y mansedumbre de padres.
3.2. Esquema y temas centrales de Puebla

Puebla está centrada en la Evangelización. Desde una


visión histórica y actual de Continente, Puebla incide en
desentrañar en qué consiste evangelizar y qué contenidos
tiene la evangelización, los campos que debe iluminar y las
acciones que demanda. Bajo el slogan de Comunión y
participación, estudia los centros, agentes y medios de la
evangelización, para ir, finalmente a las opciones.

El documento es extenso y rico en perspectivas, recogemos


algunos temas que consideramos centrales:

a) La visión socio-cultural de la realidad. Desde la óptica


pastoral de la Iglesia L.A., Puebla analiza la situación del
pueblo en la línea que ya lo hizo Medellín y recordando
también los discursos de Juan Pablo II en Méjico. En primer
lugar constata que la Iglesia está comprometida con esta
realidad y que ha tratado de ayudar al hombre a pasar de
"situaciones menos humanas a más humanas".

Después repasa rápidamente los motivos de alegría: la


tendencia innata de compartir que tiene el hombre I.a., el
que haya tomado mayor conciencia de su dignidad, el mayor
interés por los valores autóctonos y el respeto a las culturas
indígenas, el deseo de superación de los jóvenes, el avance
económico significativo, lo que demuestra que sería posible
desarraigar la extrema pobreza, los progresos en educación.

Y continúa con el análisis de las "angustias". Aquí Puebla


denuncia con una gran claridad no sólo la situación, sino
también sus causas que no son fruto de la casualidad sino
producidas por unas estructuras injustas, que trae sus
consecuencias: "ricos cada vez más ricos a costa de pobres
cada vez más pobres": "vemos, a la luz de la fe, como un
escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la
creciente brecha entre ricos y pobres. El lujo de unos pocos
se convierte en insulto contra la miseria de las grandes
masas"; "comprobamos, pues, como el más devastador y
humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que
viven millones de latino americanos expresada por ejemplo
en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas
de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo,
desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas,
forzadas y desamparadas, etc."; "al analizar más a fondo
esta situación, descubrimos que esta pobreza no es una
etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras
económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras
causas de la miseria"; "por encontrarse impregnadas, no de
un auténtico humanismo sino de materialismo, producen a
nivel internacional, ricos cada vez más ricos a costa de
pobres cada vez más pobres".

b) La violación de los derechos humanos. Los Obispos


ahondan más en este análisis y van de lleno a otro tipo de
violación de los derechos de las personas, no solo ya se
refieren a la falta de vida, salud, educación vivienda, trabajo,
derechos humanos llamados "sociales", sino que denuncian
con fuerza también la violación de sus derechos políticos: "a
esto se suman las angustias surgidas por los abusos de
poder, típicos de los regímenes de fuerza. Angustias por la
represión sistemática o selectiva... por la desaparición de
sus seres queridos... inseguridad por detenciones sin
órdenes judiciales..."; "angustias también por la violencia de
la guerrilla, del terrorismo, de los secuestros"; "falta de
respeto a la dignidad de la persona que se expresa en la
ausencia de participación social a diversos niveles... la
economía de mercado libre que ha acrecentado la distancia
entre ricos y pobres... las ideologías marxistas... que han
sacrificado muchos valores cristianos... las ideologías de la
Seguridad Nacional que han contribuido a fortalecer el
carácter totalitario y autoritario de los regímenes de fuerza".

c) Los rostros de Cristo. En este contexto destaca el famoso


texto donde Puebla reconoce en la situación de pobreza, los
rostros concretos de Cristo, es un texto por demás
evangélico que nos lleva directamente a la identificación con
los pobres que Jesús reclama (Mat 25). Su lectura actual es
altamente interpeladora y concluyente:

"La situación de pobreza generalizada, adquiere en la vida


real, rostros muy concretos, en los que se debería reconocer
los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona
e interpela:

 rostros de niños golpeados por la pobreza antes de


nacer...

 rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su


lugar en la sociedad...
 rostros de indígenas y con frecuencia de afro-
americanos que viven marginados y en situaciones
inhumanas...

 rostros de campesinos que como grupo social viven


relegados en casi todo el continente...

 rostros de obreros frecuentemente mal


retribuidos...rostros de sub-empleados y
desempleados, despedidos por las duras exigencias
de crisis económicas...

 rostros de marginados y hacinados urbanos...

 rostros de ancianos cada día más numerosos y


frecuentemente marginados...

d) Los contenidos de la Evangelización. Aquí es donde


Puebla recoge la inquietud central del Papa Juan Pablo II y
nos reflexiona con claridad:

La verdad sobre Jesucristo: Reclama que debemos


presentar a Jesús de Nazareth compartiendo la vida, las
esperanzas y las angustias de su pueblo, consciente de su
Misión, anunciador y realizador del Reino, sin parcializar ni
ideologizar la persona de Jesús, como cuando se le
convierte en un político, en un líder, en un revolucionario.

La verdad sobre la Iglesia: Como inseparable de Cristo,


porque El mismo la fundó, como camino normativo, como
fiel transmisora y depositaria del Evangelio, cuya misión es
anunciar e instaurar el Reino del cual es signo, germen y
principio. Una Iglesia que vive el misterio de comunión como
pueblo de Dios, a la vez santo y peregrino.

La verdad sobre el hombre: Puebla hace en primer lugar un


recuento de las visiones inadecuadas que del hombre se
dan en América Latina, las describe brevemente y recoge
los principales errores que contienen: la visión determinista,
la psicologista, las diversas visiones economicistas, la visión
estatista, y, finalmente, la visión cientista.

Hace, posteriormente, una proclamación fundamental y una


condena de todas las violaciones: "Profesamos, pues, que
todo hombre y toda mujer por más insignificantes que
parezcan tienen en sí una nobleza inviolable que ellos
mismos y los demás deben respetar y hacer respetar sin
condiciones..." "condenamos todo menosprecio, reducción o
atropello de las personas y de sus derechos inalienables,
todo atentado contra la vida humana, desde la oculta en el
seno materno, hasta la que se juzga como inútil..."

e) La pregunta: ¿qué es evangelizar? Después de


establecer los criterios de la dimensión universal de la
evangelización, responde a los principales interrogantes que
presenta la evangelización en el marco actual de América
Latina. Recorre los temas de: evangelización y cultura;
evangelización y religiosidad popular; evangelización,
liberación y promoción humana; evangelización, ideologías y
política. Son temas que estaban en plena discusión en la
Iglesia Latinoamericana y que los Obispos quieren clarificar.

Destaca el tema de la cultura urbano-industrial que es


particularmente importante dada la enorme masificación de
las ciudades y los cinturones de miseria que ellas contienen.

La religiosidad popular es tratada desde la óptica de la


necesidad de que sea fecundada por una sana catequesis y
dinamizada por los movimientos apostólicos, las parroquias
y las comunidades eclesiales de base.

Para el tema de liberación y promoción humana se invocan


los aportes de la "doctrina social de la Iglesia", se reconoce
que la promoción humana implica actividades diversas y se
insiste en el discernimiento de una liberación en Cristo, que
debe ser completa, "no sólo se refiere a la liberación social,
política, económica o cultural... puesto que si no se llega a la
liberación del pecado con todas sus seducciones e
idolatrías, si no ayudamos a concretar la liberación que
Cristo conquistó en la Cruz, mutilamos la liberación de modo
irreparable".

Un tema todavía más candente es el referido a las


ideologías y la política. Sobre la política reconoce que la
dimensión política es constitutiva del hombre y que la fe
cristiana valoriza y tiene en alta estima su actividad. La
Iglesia reconoce su legítima autonomía y contribuye a
promover los valores que deben inspirar la actividad política,
reservando para los laicos el campo propio de la política
partidista.
Recordando la realidad de violencia política que se da en
América Latina, la Iglesia se pronuncia con claridad: "la
tortura física y sicológica, los secuestros, la persecución de
disidentes políticos... son siempre condenables... y si son
realizados por la autoridad encargada de tutelar el bien
común, envilecen a quien los practican". "Con igual decisión
la Iglesia rechaza la violencia terrorista y guerrillera, cruel e
incontrolada en cuanto se desata. De ningún modo se
justifica el crimen como camino de liberación".

Respecto a las ideologías además de poner en guardia a los


cristianos por cómo se las absolutiza, y cómo se las juzga
sólo en teoría, analiza brevemente y rechaza: el liberalismo
capitalista "idolatría de la riqueza en su forma individual", el
colectivismo marxista "idolatría de la riqueza en su forma
colectivista"; y la Doctrina de la Seguridad Nacional "que no
se armoniza con una visión cristiana del hombre... e impone
la tutela del pueblo por élites de poder militares y políticas.

f) Las comunidades eclesiales de base. Antes que nada hay


que decir que Puebla acuña este nombre. Si antes se
llamaban de distinta forma: "Comunidades cristianas",
"comunidades populares", "comunidades eclesiales",
"comunidades eclesiales de base", etc., desde Puebla
queda instituido el nombre con el cual desde ahora se
reconocen todas. Es una breve pero eficaz definición de lo
que son: pequeños grupos cristianos de gente popular, que
participan del apostolado de la Iglesia y constituyen la
primera célula eclesial.

Puebla habla de las Comunidades Eclesiales de Base no


sólo en este apartado, sino a lo largo de todos los
documentos. En el comienzo de los mismos tiene un
reconocimiento explícito de su importancia, puesto que
afirma que "al haber madurado y multiplicado sobre todo en
algunos países constituyen un motivo de alegría y de
esperanza para la Iglesia... y se han convertido en focos de
liberación y desarrollo".

Posteriormente, ubicadas ya en "Evangelización", Puebla


hace una constatación muy positiva, ya que: "crean mayor
interrelación personal, aceptación de la Palabra de Dios,
revisión de vida y reflexión sobre la realidad a la luz del
Evangelio, se acentúa el compromiso con la familia, con el
trabajo, con el barrio y la comunidad local".
Dice que las CEB se desarrollan más en las periferias de las
grandes ciudades y en el campo. Allí encuentran ambientes
propicios, y por medio de ellas se han desarrollado mucho
tanto la catequesis familiar como la educación de adultos.

Es más: "Las CEB son expresión del amor preferencial de la


Iglesia por el pueblo sencillo; en ellas se expresa, valora y
purifica su religiosidad y se le da posibilidad concreta de
participación en la tarea eclesial y en el compromiso de
transformar el mundo".

Entre las dificultades que encuentra está el que se ha


prestado suficiente atención a la formación de los líderes, y
por esto, algunas se han ideologizado y a veces van
perdiendo el sentido auténticamente eclesial.

3.3. Las opciones

a) Opción preferencial por los pobres. Puebla recoge las


orientaciones del discurso inaugural del Papa y valora la
opción por los pobres que hizo Medellín como "una clara y
profética opción preferencial y solidaria por los pobres" y
reconoce que esta opción ha sido motivo por una parte de
desviaciones e interpretaciones que desvirtuaron el espíritu
de Medellín, y por otra de desconocimiento y aún hostilidad
de algunos.

Reconoce que la situación de pobreza y aún de miseria de


las grandes mayorías, no sólo persiste sino que se ha
agravado y quiere hacer un balance de lo que la Iglesia ha
hecho o dejado de hacer por los pobres, en orden a buscar
nuevas pistas de actuación.

Entre lo positivo destaca: Los Episcopados Nacionales, y


sectores de laicos, religiosos y sacerdotes que han hecho
hondo y realista su compromiso con los pobres. Los pobres,
que alentados por la Iglesia han comenzado a organizarse
para una vivencia más integral de su fe y por tanto reclamar
sus derechos. La denuncia profética y sus compromisos
concretos que han traído vejaciones y persecuciones,
tensiones y conflictos aún dentro de la Iglesia que ha llegado
a ser acusada tanto de estar con los poderes socio-
económicos como de desviación ideológica marxista.
Entre lo negativo resalta que no todos en la Iglesia de A.L.
se han comprometido suficientemente con los pobres, ni han
mostrado preocupación o solidaridad con ellos.

Después de una reflexión doctrinal, Puebla establece unas


líneas pastorales cuyo objetivo es claro: "Esta opción,
exigida por la realidad escandalosa de los desequilibrios
económicos en A.L. debe llevar a establecer una
convivencia digna, fraterna y a construir una sociedad justa
y libre".

Las acciones concretas que establece son: La condena,


como antievangélica, de la extrema pobreza que afecta a
numerosísimos sectores en nuestro Continente. El
compromiso de conocer y denunciar mejor los mecanismos
de esta pobreza. La unión de la Iglesia con todos los
hombres de buena voluntad para desarraigar la pobreza y
crear un mundo más justo y fraterno. Apoyar las
aspiraciones de obreros y campesinos y defender sus
derechos fundamentales. Promover las culturas indígenas.

b) Opción preferencial por los jóvenes. Parte de un sencillo


análisis que recoge las características de la juventud actual
que por ser inconformistas y estar desorientados ante la
incoherencia del mundo adulto, y, al no verse tomados en
serio, se dirigen por otros caminos, son acosados por
diversas ideologías y manipulados en lo político o en el uso
del consumismo y el "tiempo libre".

Sin embargo la juventud de A.L. no puede considerarse solo


bajo estos parámetros generales, si atendemos a su
situación social vemos que al lado de los que por su
situación económica se desarrollan más o menos así,
muchos jóvenes indígenas, campesinos, trabajadores,
mineros, moradores de los suburbios que viven ya una
inseguridad demasiado temprana.

Relaciona a la Iglesia con los jóvenes en el sentido de que la


Iglesia ve en los jóvenes una auténtica fuerza renovadora y,
asimismo, los jóvenes encuentran en la Iglesia espacios de
libertad y compromiso.

Reclama una Pastoral de Juventud centrada en Cristo, en


crecimiento espiritual y formativa para la acción socio-
política y el cambio de estructuras de menos humanas a
más humanas, con sentido crítico y estimulando su
capacidad creativa, incluso donde puedan madurar su
opción vocacional, laical, sacerdotal o religiosa, en medio de
una pastoral de la alegría y de la esperanza.

4. Los documentos de Santo Domingo (1992)

Santo Domingo, en la conmemoración del V Centenario de


la primera evangelización, se convierte en Sede de la IV
Asamblea del CELAM, con la presencia altamente
significativa del Papa Juan Pablo II. Se incorporan en esta
Asamblea todas las Iglesias del Caribe, y por eso será la
Asamblea General del Episcopado Latino Americano y del
Caribe.

4.1. La presencia y orientación del Papa

El tema ya había sido elegido y los documentos de trabajo


elaborados, pero es Juan Pablo II el que, de nuevo, dará
una fuerte orientación a la Asamblea. Su discurso de
inauguración bajo el eje de "Jesucristo ayer, hoy y siempre"
marcará las pautas del diálogo posterior, temas de la nueva
evangelización se convierte en la idea central de toda la
Conferencia, la promoción humana y cultura cristiana serán
también temas importantes.

En el tema de la cultura, el Papa recuerda que el Evangelio


no se identifica con ninguna cultura en particular, pero que
debe inspirar a todas y transformarlas desde dentro,
enriqueciéndolas con los valores cristianos que derivan de la
fe. Advierte de la falta de valores cristianos
fundamentalmente en la cultura de la modernidad, reclama
un discernimiento evangélico sobre valores, actitudes y
comportamientos colectivos y recuerda el reto que espera a
la Iglesia en la continua y permanente inculturación del
evangelio.

4.2. Esquema y distribución del documento

Bajo el nombre centralizador de Jesucristo, Santo Domingo


distribuye sus reflexiones en tres grandes
apartados: Jesucristo Evangelio del Padre, Jesucristo
evangelizador y viviente en su Iglesia, y Jesucristo vida y
esperanza de América Latina y del Caribe.
Cada tema central se va dividiendo en subtemas y la forma
de redacción lleva en cada uno de los apartados, por
pequeños que sean, a estructurarlos en tres partes:
exposición, desafíos pastorales y líneas pastorales.

Recogemos los aspectos centrales de cada parte y


desarrollamos brevemente algunos aspectos de los que
consideramos más importantes.

1.a Parte - Jesucristo Evangelio del Padre.

En esta primera parte, los Obispos que se sienten


convocados por el Papa, e impulsados por el Espíritu,
reunidos en Santo Domingo, como en un nuevo Cenáculo,
en continuidad con Río, Medellín y Puebla, comienzan
proclamando su fe en Jesucristo, "el mismo ayer, hoy y
siempre".

Su profesión de fe es larga y va recorriendo la vida de Jesús


dando abundantes citas del Nuevo Testamento, sigue una
confesión llena de amor para con la Iglesia, y termina
invocando la protección de María la primera creyente.

En un segundo apartado recuerdan los Obispos los 500


años de Evangelización del continente, reseñan los efectos
positivos, agradecen a las personas que la llevaron a cabo,
recuerdan a los primeros evangelizadores que "defendieron
los derechos y la dignidad de los aborígenes y censuraron
los atropellos cometidos contra los indios en la época de la
conquista" y también reconoce "con toda verdad" los abusos
cometidos por aquellas personas que no supieron ver en los
indígenas hermanos e hijos del mismo Padre Dios.
Recuerda también como uno de los episodios más tristes de
la historia latinoamericana y del Caribe el inhumano tráfico
de esclavos que es un baldón escandaloso en la historia de
la humanidad.

2.a Parte - Jesucristo evangelizador viviente en su Iglesia.

Desarrolla Santo Domingo, en esta segunda parte, todo el


tema relacionado con la nueva evangelización, la promoción
humana y la cultura cristiana, recordando las directrices de
Juan Pablo II, que el punto de partida está en la certeza de
que en Cristo hay una "inescrutable riqueza" que no agota ni
ninguna cultura ni ninguna época.
Nueva evangelización: No se trata de "reevangelizar", no se
trata de prescindir de la primera evangelización, sino de
partir de los ricos y abundantes valores que ella ha dejado
para profundizarlos y complementarlos corrigiendo las
deficiencias anteriores. "La Nueva Evangelización surge en
América Latina como respuesta a los problemas que
presenta la realidad de un continente en el cual se da un
divorcio entre fe y vida hasta producir clamorosas
situaciones de injusticia, desigualdad social y violencia".

La Nueva Evangelización tiene, eso sí, unas características,


debe ser, nueva en su ardor, un fe sólida, una caridad
pastoral intensa y una recia fidelidad, que bajo la acción del
Espíritu, genere una mística, un entusiasmo incontenible
nueva en sus métodos y nueva en su expresión; nueva en
sus métodos, ya que nuevas situaciones exigen nuevos
caminos para la evangelización; y nueva en su expresión,
proclamar la Buena Nueva con un lenguaje que haga más
cercano el mismo Evangelio de siempre a las nuevas
realidades culturales de hoy.

Santo Domingo recorre y analiza en este documento


diversas instancias que van a posibilitar esta tarea,
recogemos brevemente algunos de ellos:

Las comunidades Eclesiales de Base: Recogiendo las


palabras de Juan Pablo II en su discurso de inauguración,
dice que las CEB "deben caracterizarse siempre por una
decidida proyección universalista y misionera que les
infunda un renovado dinamismo apostólico" y recuerda
también que "son signo de vitalidad en la Iglesia,
instrumento de formación y de evangelización, un punto de
partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la
civilización del amor".

Considera necesario que se ratifiquen en su validez


fomentando en ellas ese espíritu misionero y solidario y
buscando una mayor integración. Y pide que se elaboren
planes de pastoral que aseguren la preparación de los
animadores laicos.

Reconoce que un gran número de laicos comprometidos en


la Iglesia ejercen en las CEBS diversos ministerios, servicios
y funciones. De esta forma crece la conciencia de su
responsabilidad en el mundo: "los pobres evangelizan a los
pobres".

Es, además, un lugar privilegiado de la acción eficaz de la


mujer, puesto que en ellas, como en otras organizaciones de
los países, "las mujeres son quienes más comunican,
sostienen y promueven la vida, la fe y los valores".

Además y teniendo en cuenta los valores de integración en


un lugar tan desintegrador como la ciudad, dentro de la
óptica de otros pequeños grupos, es importante:
multiplicar... las comunidades eclesiales de base. Iniciar la
llamada "pastoral de los edificios" mediante la acción de
laicos comprometidos que vivan en ellos.

Los adolescentes y los jóvenes: Santo Domingo, después de


recorrer algunos textos evangélicos, continúa diciendo que
Jesús sigue llamando a los jóvenes para dar sentido a sus
vidas. Y recuerda -en las palabras de Juan Pablo II- que "la
misión de los adolescentes y jóvenes en A.L. que camina
hacia el tercer milenio cristiano es prepararse para ser los
hombres y mujeres del futuro, responsables y activos en las
estructuras sociales, culturales y eclesiales... para contribuir
a lograr más a un desarrollo más humano y más cristiano".

Expone su situación en los dos aspectos que se dan: Sin


embargo recoge primero, en unos dolorosos trazos, la
situación de muchos jóvenes en A.L. que son víctimas del
empobrecimiento, marginalidad, falta de empleo, una
educación que no responde a sus exigencias, narcotráfico,
guerrilla, pandillas, prostitución, alcoholismo, abusos
sexuales. Muchos viven adormecidos por la propaganda de
los medios y alienados por imposiciones culturales y por el
pragmatismo inmediatista.

Constata, después, que también hay "jóvenes y


adolescentes que reaccionan al consumismo inoperante y
se sensibilizan con las debilidades de la gente y el dolor de
los más pobres. Buscan insertarse en la sociedad,
rechazando la corrupción y generando espacios de
participación. Cada vez son más los que se integran en
grupos, movimientos, comunidades eclesiales.

Por ello pide: "reafirmar la opción preferencial por los


jóvenes proclamada en Puebla, de un modo no solo afectivo
sino efectivamente; lo que debe significar una opción
concreta por una pastoral juvenil orgánica.

La problemática de las sectas fundamentalistas: Define


Santo Domingo a las sectas fundamentalistas como "grupos
religiosos que insisten en que solo la fe en Jesucristo salva y
que la única base de la fe es la Sagrada Escritura,
interpretada de manera personal y fundamentalista, por lo
tanto con exclusión de la Iglesia, y con insistencia en la
proximidad del fin del mundo y del juicio próximo".

Reconoce que el problema ha adquirido proporciones


dramáticas y que llega a ser preocupante sobre todo por el
crecimiento, sobre todo desde Puebla a nuestros días y su
afán proselitista que desarrollan mediante insistentes visitas
a las casas, gran difusión de Biblias, revistas, libros, ayudas
oportunistas, etc.

Están marcadas por un moralismo riguroso, por un culto


participativo y emotivo y por su agresividad contra la Iglesia,
valiéndose con frecuencia de la calumnia. Su compromiso
social es débil, pero orientan su participación política hacia
la toma del poder.

El desafío que se presenta a la Iglesia es grande, sobre todo


en los sectores más vulnerables: migrantes, poblaciones sin
atención sacerdotal y con gran ignorancia religiosa,
personas con problemas materiales o de familia.

De aquí se infieren unas líneas de acción pastoral, entre las


que se pueden destaca:

— Hacer que la Iglesia sea cada vez más comunitaria y


participativa y con comunidades eclesiales, grupos de
familia, círculos bíblicos, movimientos y asociaciones
eclesiales, haciendo de la parroquia una "comunidad de
comunidades".

— Promover una Iglesia más ministerial, con el aumento de


ministros ordenados y la promoción de ministros laicos.

— Afianzar la identidad de la Iglesia cultivando los aspectos


más característicos, como son las devociones a la Eucaristía
y a la Virgen. La comunión y obediencia al Romano Pontífice
y la lectura de la Palabra de Dios leída en la Iglesia.
— Promover una cultura viva y participativa. Instruir
adecuadamente a los laicos sobre el problema de las sectas
y promover las visitas domiciliarias con laicos preparados.

Los nuevos movimientos religiosos: A Santo Domingo no


sólo le preocupa el problema de las sectas. Hay otro
problema similar también particularmente importante hoy en
Al.: el fenómeno de nuevas formas religiosas generalmente
sincréticas que se dan tanto en los sectores marginados,
como en las capas medias y pudientes.

Reconoce brevemente la diversidad de ellos:

 formas para-cristianas o semicristianas, como los


Testigos de Jehová y Mormones;

 formas esotéricas que buscan una iluminación


especial y comparten un ocultimo religioso (corrientes
espiritistas, rosa-cruces, gnósticos, teósofos, etc.);

 filosofías y cultos con facetas orientales (Hare Krishna,


La Luz Divina, Ananda Marga);

 grupos derivados de las grandes religiones asiáticas


(seicho no ié, yoga, bah'i) que no sólo tienen adeptos
de emigrantes asiáticos, sino que echan raíces en
nuestra sociedad;

 empresas socio-religiosas, como la secta Moon o la


Nueva Acrópolis que tienen objetivos ideológicos y
políticos bien precisos;

 una multitud de grupos de "cura divina" o atención a


malestares espirituales y físicos de la gente con
problemas y pobre.

Ante la multitud de estos movimientos y su diversidad,


pensamos que las causas más importantes de su
crecimiento son:

 la permanente y progresiva crisis social que suscita


una cierta angustia colectiva, la pérdida de identidad y
el desenraizamiento de las personas;

 la capacidad de estos movimientos para adaptarse a


las circunstancias sociales y para satisfacer
momentáneamente algunas necesidades de la
población;

 el distanciamiento de la Iglesia de sectores -ya sean


populares o pudientes-que buscan nuevos canales de
expresión religiosa.

Para atender a estos importantes retos, Santo Domingo


propone las siguientes líneas pastorales:

 Ayudar en el discernimiento de los problemas de la


vida a través de la fe.

 Adaptar la evangelización y la liturgia a la cultura y a


las necesidades de los fieles.

 Hacer una revisión profunda de nuestro trabajo para


mejorar la calidad de nuestros medios y de nuestro
testimonio.

 Dar un trato diferenciado a los movimientos según su


índole y su actitud en relación con la Iglesia.

La promoción humana: Entre evangelización y promoción


humana, desarrollo, liberación, se señalan lazos muy
fuertes: Antropológicos, (porque el hombre que hay que
evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los
problemas sociales y económicos. Teológicos, ya que no se
puede disociar el plan de la creación del plan de la
redención, que llega hasta situaciones muy concretas de
injusticia a la que hay que combatir y de justicia que hay que
restaurar. Y evangélicos como es el de la caridad, porque
"¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover,
mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico
crecimiento del hombre?".

De esta forma comienza Santo Domingo a tratar la


problemática de la promoción humana a la que considera
una dimensión privilegiada de la nueva evangelización.
Dentro de este apartado y como nuevos signos de los
tiempos nos trae a la reflexión los temas, de derechos
humanos, ecología, las migraciones, el nuevo orden
económico, la integración latinoamericana. Trataremos solo
brevemente el primero de ellos:
Los derechos humanos: Como primer problema de estos
signos de los tiempos, los Obispos destacan el de los
derechos humanos. Su violación tiene para la Iglesia una
especial significación, ya que es "Cristo Dios y hombre la
fuente más profunda que garantiza la dignidad de la persona
y sus derechos. Toda violación de los derechos humanos
contradice el Plan de Dios y es pecado".

Por eso la Iglesia al proclamar el Evangelio, raíz profunda de


los derechos humanos, obedece al mandato de Jesús al
hacer de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de
su misión evangelizadora. Recuerda, asímismo, la Iglesia,
que los derechos pertenecen al hombre por su naturaleza:
los estados no los conceden, sino que a ellos les
corresponde protegerlos y desarrollarlos.

Desde una doble constatación: una positiva, que ha crecido


enormemente la conciencia de los derechos humanos en
A.L., otra mucho más negativa: que se han incrementado
también mucho las violaciones: terrorismo, violación,
asesinatos, injustas condiciones de extrema pobreza,
intolerancia y abusos políticos, etc., pide una especial
atención a las violencias contra el derecho de los niños, de
la mujer y de los grupos sociales más pobres.

Las líneas pastorales inciden: en una promoción, mucho


más valiente y eficaz, de los derechos humanos, desde el
Evangelio y la Doctrina Social. En una atención especial a la
defensa de la vida, desde el primer momento de su
concepción hasta el último aliento. Y participar en
organismos e instituciones de promoción de los derechos y
atención a las victimas.

La cultura cristiana: Es uno de los temas mejor


estructurados de Santo Domingo. Parte de los principios
doctrinales de la universalidad del Evangelio y de su
capacidad para penetrar a todas las culturas. "Interpretando
la cultura, que nace desde el mandato del Señor `crecer y
multiplicarse', como el cultivo y expresión de todo lo humano
en relación amorosa con la naturaleza y en la dimensión
comunitaria de los pueblos, manifiesta que por el bautismo
nos hemos comprometido a procurar que la fe, plenamente
anunciada, pensada y vivida, llegue a hacerse cultura. Así
podemos hablar de una cultura cristiana".
Esta evangelización de la cultura, que la invade hasta su
núcleo dinámico, se manifiesta en el llamado "proceso de
inculturación, al que Juan Pablo II ha llamado, centro, medio
y objetivo de la Nueva Evangelización".

Por estar ante una crisis cultural de valores se presenta a la


Iglesia un desafío gigantesco ante la Nueva Evangelización.
La inculturación supone, por una parte, que la sociedad,
reconozca los valores evangélicos, los aprecie y los
mantenga o incorpore de nuevo, si se habían perdido. Y por
la parte de la fe, que debe corregir errores y evitar
sincretismos.

Todo esto presenta múltiples desafíos, dada la situación


actual:

 un creciente desajusto ético-moral (deformación de la


conciencia, ética permisiva, sensible baja del sentido
del pecado);

 mal manejo de los recursos económicos: demagogia,


populismo, mentira política;

 no hay equitativa distribución de los bienes, se abusa


de la naturaleza;

 mentalidad y acciones contra la vida: campañas


antinatalista, manipulación genética, abortos,
eutanasia;

 crece la cultura de la muerte: violencia, terrorismo,


drogadicción, narcotráfico;

 se desnaturaliza la dimensión integral de la sexualidad


humana: pornografía, prostitución, promiscuidad
sexual, crece el sida;

 se introduce como norma moral la llamada "ética civil


o ciudadana", la del consenso mínimo, se observa
también una moral de situación.

Las líneas pastorales parece que se queden más bien en


deseos, en realidad están a falta de mayores concreciones:

 trabajar en la formación cristiana de las conciencias y


rescatar los valores perdidos de la moral cristiana;
 vigilar para que los medios de comunicación social no
manipulen ni sean manipulados;

 presentar la vida moral como seguimiento de Cristo,


acentuando la vivencia de las Bienaventuranzas.

Impulsar acciones preventivas en cuanto al problema de la


droga, atender a los drogadictos, denunciar con valentía los
daños que produce la droga..

Otros problemas: El documento aborda también la


problemática concreta de las otras culturas existentes hoy
en A.L: indígenas, afroamericanas y mestizas, la nueva
cultura, y la cultura de la ciudad y finalmente el problema de
la relación comunicación social y cultura (ver "Inculturación"
en Al.).
BIBL. — "Conferencias Generales del Episcopado Latino-Americano:
Documentos de Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo". En solo
volumen. Consejo Episcopal Latino Americano. Celam. Bogotá 1994.
Catecismo de la Iglesia Católica
Catholic.net pone a disposición de sus visitantes la edición completa
del Catecismo de la Iglesia para que pueda ser conocido y divulgado
por todos los fieles.

Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net

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PRÓLOGO

"PADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios


verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro
Salvador... quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad" (1 Tim 2,3-4). "No hay bajo el cielo
otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos" (Hch 4,12), sino el nombre de JESUS.

I. La vida del hombre: conocer y amar a Dios


1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un
designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que
tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en
todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a
conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los
hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia.
Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al
llegar la plenitud de los tiempos. En él y por él, llama a los hombres a
ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los
herederos de su vida bienaventurada.

2 Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envió a los
apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de anunciar el
evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt
28,19-20). Fortalecidos con esta misión, los apóstoles "salieron a
predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y
confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban" (Mc
16,20).

3 Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo


y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos
por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la
Buena Nueva. Este tesoro recibido de los apóstoles ha sido guardado
fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a
transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe,
viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en
la oración (cf. Hch 2,42).

II Transmitir la fe: la catequesis


4 Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos
realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los
hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe,
tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta
vida y construir así el Cuerpo de Cristo (cf. Juan Pablo II, CT 1,2).

5 En un sentido más específico, "globalmente, se puede considerar


aquí que la catequesis es una educación en la fe de los niños, de los
jóvenes y adultos que comprende especialmente una enseñanza de la
doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y
sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana"
(CT 18).

6 Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un


cierto número de elementos de la misión pastoral de la Iglesia, que
tienen un aspecto catequético, que preparan para la catequesis o que
derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicación misionera
para suscitar la fe; búsqueda de razones para creer; experiencia de
vida cristiana: celebración de los sacramentos; integración en la
comunidad eclesial; testimonio apostólico y misionero (cf. CT 18).
7 "La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia.
No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia,
sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia
con el designio de Dios dependen esencialmente de ella" (CT 13).

8 Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos


fuertes de la catequesis. Así, en la gran época de los Padres de la
Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de
su ministerio a la catequesis. Es la época de S. Cirilo de Jerusalén y
de S. Juan Crisóstomo, de S. Ambrosio y de S. Agustín, y de muchos
otros Padres cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos.

9 El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los


Concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo
digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus
constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que
lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden
como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la
Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió, gracias
a santos obispos y teólogos como S. Pedro Canisio, S. Carlos
Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la
publicación de numerosos catecismos.

10 No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio


Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran
catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya
atraído de nuevo la atención. El "Directorio general de la catequesis"
de 1971, las sesiones del Sínodo de los Obispos consagradas a la
evangelización (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones
apostólicas correspondientes, "Evangelii nuntiandi" (1975) y
"Catechesi tradendae" (1979), dan testimonio de ello. La sesión
extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 pidió "que sea
redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina católica
tanto sobre la fe como sobre la moral" (Relación final II B A 4). El
santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el
Sínodo de los Obispos reconociendo que "responde totalmente a una
verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias
particulares" (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso
todo lo necesario para que se realizara la petición de los padres
sinodales.

III Fin y destinatarios de este Catecismo

11 Este catecismo tiene por fin presentar una exposición orgánica y


sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina
católica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio
Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes
principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y
el Magisterio de la Iglesia. Está destinado a servir "como un punto de
referencia para los catecismos o compendios que sean compuestos en
los diversos países" (Sínodo de los Obispos 1985. Relación final II B A
4).

12 Este catecismo está destinado principalmente a los responsables


de la catequesis: en primer lugar a los Obispos, en cuanto doctores
de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en
la realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de
los obispos se dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes
y a los catequistas. Será también de útil lectura para todos los demás
fieles cristianos.

IV La estructura de este Catecismo


13 El plan de este catecismo se inspira en la gran tradición de los
catecismos los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro
"pilares": la profesión de la fe bautismal (el Símbolo), los
Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oración del
creyente (el Padre Nuestro).

Laetamur Magnopere, aprobación del CIC


B. Fidei Depositum, para la publicación del CIC

Primera parte: La profesión de la fe


14 Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben
confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom
10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer lugar en qué
consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y
la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Sección primera). El
Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como
Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula
en torno a los "tres capítulos" de nuestro Bautismo -la fe en un solo
Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo,
nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia
(Sección segunda).

Segunda parte: Los sacramentos de la fe


15 La segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios,
realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo,
se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia
(Sección primera), particularmente en los siete sacramentos (Sección
segunda).

Tercera parte: La vida de fe


16 La tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre,
creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para
llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y
de la gracia de Dios (Sección primera); mediante un obrar que realiza
el doblemandamiento de la caridad, desarrollado en los diez
Mandamientos de Dios (Sección segunda).

Cuarta parte: La oración en la vida de la fe


17 La última parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de
la oración en la vida de los creyentes (Sección primera). Se cierra con
un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor
(Sección segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los
bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere
concedernos.

V Indicaciones prácticas para el uso de este Catecismo


18 Este Catecismo está concebido como una exposición orgánica de
toda la fe católica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad.
Numerosas referencias en el interior del texto y el índice analítico al
final del volumen permiten ver cada tema en su vinculación con el
conjunto de la fe.

19 Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados


literalmente, sino indicando sólo la referencia (mediante cf ). Para
una inteligencia más profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a
los textos mismos. Estas referencias bíblicas son un instrumento de
trabajo para la catequesis.

20 Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra pequeña , con ello se


indica que se trata de puntualizaciones de tipo histórico, apologético
o de exposiciones doctrinales complementarias.

21 Las citas , en letra pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas,


magisteriales o hagiográficas tienen como fin enriquecer la exposición
doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a
un uso directamente catequético.

22 Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves


resumen en fórmulas condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos
"resúmenes" tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas
sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.

VI Las adaptaciones necesarias


23 El acento de este Catecismo se pone en la exposición doctrinal.
Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el conocimiento de la fe. Por
lo mismo está orientado a la maduración de esta fe, su enraizamiento
en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20-22; 25).

24 Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una


respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el método, a las
exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la
vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a
quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones
corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a
aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:

El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para


ganarlos a todos para Jesucristo...¡Sobre todo que no se imagine que
le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente,
le es l ícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la
verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que
sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos,
otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de
todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la
predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y
de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a
la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11).

25 Por encima de todo, la Caridad . Para concluir esta presentación es


oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo
Romano:

Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en


el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es
preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre
hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno
comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene
otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor (Catech. R.,
Prefacio, 10).

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