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África: visión occidental y perseverancia del aura en sus expresiones artísticas y

culturales desde la visión de Walter Benjamin.

Hasta el siglo XVII la economía occidental se había basado en el trabajo y la relación del
campesino con la tierra. Sin embargo, ya entrado el siglo XVIII las guerras napoleónicas
supusieron un reto para la producción manufacturera debido a la incesante necesidad de
elaborar artículos propios del ejercicio bélico. Como consecuencia de esto, los procesos
de producción tuvieron que evolucionar y los países cuyas economías estaban apenas
naciendo se vieron inmersos en una revolución de las formas de producción, la revolución
industrial. Este proceso de industrialización naciente en Inglaterra se propago por todos
los países europeos y posteriormente llego a la América anglosajona. Esto supuso una
transformación económica y tecnológica acelerada que convirtió a estos países en
potencia, acelerando de igual modo los tiempos y las cantidades de la producción.

Aunque estos cambios resultaron de vital importancia, se presentan más interesantes los
cambios sociales que se produjeron por esta época en las sociedades occidentales. La
revolución industrial supuso una transformación en la configuración del mundo que se
había establecido hasta el momento. En primer lugar, aparece la fábrica como eje central
de esta transformación. La necesidad de mano de obra produce grandes migraciones de
campesinos hacia los centros urbanos y la densidad poblacional de las ciudades aumenta
considerablemente. La vida misma de las personas se transformó, no se vive más en
pequeñas comunidades y los sociólogos de la época empiezan a hablar de un nuevo
cuerpo social emergente, la masa. En segundo lugar, los avances tecnológicos antes
mencionados producen eco en este nuevo grupo social; la radio, la televisión y la prensa
empiezan a constituirse como moldeadores de la sociedad. La forma en que estas
tecnologías llegaban a las masas se entendió entonces como el instrumento ideal para la
propagación de ideas, de cosmovisiones de origen exclusivamente occidental.

Ya entrado el siglo XX, después de un siglo de empezada la revolución, la industria se


convirtió en la base constitutiva del mundo. Por un lado, los países industriales no solo
producían objetos indispensables para lo cotidiano, sino también se encargaron de
producir la cultura por medio de estas tecnologías. Los países industrializados desde
entonces quedaron a merced de estos productos y se convirtieron en consumidores de una
cultura que no era la suya.
Todo el continente africano perteneció al grupo de los países no industrializados y aun
con más fuerza que los otros. Con procesos de colonización vigentes para el comienzo
del siglo XX, África supuso un gran interés para los países que durante siglos habían
explotado sus propias tierras, y al ver que el monstruo industrial exigía más recursos
primarios decidieron hacer grandes alianzas con los países libres, y explotar de manera
indiscriminada los países aun colonizados. Ahora bien, la colonización también cambio
de manera radical. La capacidad de los medios masivos de comunicación hizo que los
procesos de colonización no solo fueran territoriales sino también culturales. La música,
la moda, el cine o las vastas narraciones sobre ciudades europeas hicieron que la cultura
occidental ocupara el mundo.

En este contexto aparece la figura de Walter Benjamin, cuyas reflexiones filosofías


estuvieron concentradas hacia la interpretación de los fenómenos culturales, enfatizando
en las implicaciones de la producción artística, que se constituyeron en su obra como ejes
fundamentales para la interpretación de la realidad como fenómeno político y social.

¿Cómo podemos relacionar la obra de Benjamin con los procesos culturales africanos?
Sometidos al yugo de la cultura occidental, el pueblo africano moderno se desarrolló
pensándose en términos de lo occidental, se apropió de sus costumbres y se presentó al
mundo como una región desolada, una tierra de nadie. De todas las caracterizaciones que
se le confirieron al continente, es la situación de presunto aislamiento continental, de la
cual deriva la pretensión de ahistoricidad que le adjudicó Europa desde siempre es la que
nos interesa.

La cultura de masas supuso para Benjamin un campo fértil donde la reproductibilidad


técnica de las expresiones artísticas posibilito el moldeamiento del pensamiento de las
sociedades occidentales. El pueblo africano quedo reducido a su representación histórica
plasmada en las pantallas de los ciudadanos europeos. Sin embargo, esta cultura de masas
no logro durante décadas romper con los diferentes procesos culturales que determinan
las condiciones de producción de las expresiones artísticas africanas.

Es por esto que, el problema que queremos plantear entonces es ¿Cómo desde esa
cosmovisión occidental de la cual somos nativos podemos obtener otra representación de
lo que es en esencia el pueblo africano? Benjamin a través de sus trabajos dirigidos a la
reflexión de lo estético nos brinda las herramientas para intentarlo. Entonces, hacer un
análisis de lo que es África desde la perspectiva de la filosofía Benajminiana es un
problema dirigido al análisis estético de las sus producciones artísticas.

Según Benjamin (1936) el arte en la época moderna debe analizarse desde las
implicaciones que le brindan las formas de su producción (p.45). Es por esto que establece
categorías para diferenciar de alguna manera el arte según la manera y la intención con la
que se produce. Así pues, si queremos tratar de comprender y de apreciar el arte
africano en cuanto arte, hay que hacer abstracción de las prácticas que le acompañan
y buscar penetrar hasta la fuente de su inspiración, volver en profundidad a la
dimensión comunitaria en donde encontramos al artista africano como hombre de su
pueblo con su mundo y su entorno, con su mentalidad y su cultura, con su propia manera
de sentir la realidad y de expresarla.

Las expresiones artísticas africanas bajo la visión de Benjamin conservan algo que por
sus condiciones de producción y reproductibilidad han perdido las producciones artísticas
occidentales; el aura. Con la reproductividad técnica se generan nuevos discursos, el valor
de la obra, la copia, el original, la falsificación y la verosimilitud se ven en entre dicho.
Para Benjamin, la obra de arte reproducida técnicamente carece de autenticidad, de
contextualización histórica, de un aquí y un ahora, ya que esto no puede ser reproducido.

Resumiendo todas estas carencias en el concepto de aura, podremos decir que: en la época
de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta (Cruz.
2012. p 4). Sin embargo, el arte africano ha conservado esa característica tan fundamental
para Benjamin. Solo por tener un ejemplo, tomemos las máscaras características de
algunos pueblos africanos. Las máscaras africanas no son trozos de madera más o menos
decorativos cuyo fin es la reproducción indiscriminada, sino símbolos religiosos con una
función reguladora en la vida del poblado. Están asociadas a los ritos agrarios, funerarios
y de iniciación de los jóvenes. Cada miembro varón del poblado debe efectuar una serie
de ritos para ser admitido en la comunidad con pleno derecho, entre otras consideraciones
culturales. La cultura de las masas no logro desarraigar los procesos culturales propios de
los pueblos africanos y por tanto las expresiones artísticas no se vieron inmersas dentro
de la inminencia de la industrialización.

Para concluir debemos hacer aquí unas claridades. En primer lugar, este pequeño análisis
de ninguna manera pretende negar las repercusiones que tuvo la industria cultural en las
sociedades africanas, por el contrario, pretende rescatar aquellas expresiones artísticas
que gracias a su valor cultural, a su aura, se hicieron irreproducibles. Por otro lado, no se
pretendió tampoco reducir las expresiones artísticas africanas meramente a las ligadas a
sus pueblos originarios, sino que se tomó estas como un ejemplo claro de lo que Benjamin
definió como una obra de arte con valor de culto. Por último, en esta conclusión se debe
decir que es difícil realizar un análisis de lo estético sin tener en cuenta las
consideraciones filosóficas y sociológicas implícitas en la creación artística, sin embargo,
a través de estas reflexiones que giran en torno de lo estético es posible obtener una visión
otra de los pueblos, diferente a la dada por la cultura de masas.

Bibliografía

 Benjamin, W. (1992) Discursos interrumpidos. Madrid, España. Ed. Altea


Taurus.
 Cruz, M. (2012) El concepto de aura como prisión del arte en la
Posmodernidad. Revista El Artista. Número 36. Universidad Distrital Francisco
José De Caldas. Bogotá, Colombia.
 Radetich, N. (2012) El arte, la técnica y lo político: a propósito de La obra de
arte en la época de su reproductibilidad técnica, de Walter Benjamin. Revista
Argumentos. Número 25. Mexico.

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