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DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE LA UNIÓN NACIONAL

DE CONTRIBUYENTES ‘ATLAS’ (Asociación Civil)

1. Todo ser humano, por el mero hecho de serlo, posee derecho inalienable,
imprescriptible y de superior jerarquía a cualquier otra consideración, a la vida,
la propiedad, la libertad, la igualdad ante la ley y a resistir a la opresión.

Este derecho no tiene más límites que el respeto a derecho equivalente de las
restantes personas. La violación a los derechos de los demás puede implicar la
limitación, suspensión o cancelación de los derechos para el infractor.

2. Todo individuo humano es un fin en sí mismo y no el medio para la realización


de los propósitos de otros individuos o colectivos. No existe contradicción entre
los derechos de un individuo con los derechos de los restantes. El único límite
para la libertad de un individuo es la propia libertad de los demás individuos y
viceversa.

3. Consecuentemente el máximo principio que debe prevalecer en las relaciones


humanas es que ningún individuo o conjunto de individuos puede iniciar la
agresión contra otro u otros individuos, ni pretender por la fuerza obligar a otros
a hacer lo que no quieren hacer, incluyendo el entregar parte o la totalidad de
su propiedad.

4. Conforme a este principio en una sociedad libre no tiene cabida la existencia


de impuestos, es decir la obligación impuesta a las personas a entregar al
Estado parte de sus bienes y/o ingresos bajo amenaza de ser castigadas de no
hacerlo.

5. Las causas y procesos históricos de surgimiento del Estado son diversas, pero
con harta frecuencia la institución estatal surgió y se mantuvo como una forma
más eficiente de la depredación organizada de unos seres humanos sobre
otros. Los impuestos son herencia de las viejas exacciones o tributos de
regímenes basados en la extorsión. Pero desde la perspectiva de la toma de
conciencia de los derechos inherentes al ser humano, la única función
aceptable del Estado es la de proteger a los individuos frente a vulneraciones y
amenazas a sus derechos, provenientes de dentro o fuera de una sociedad. El
Estado pertenece a los individuos, no los individuos al Estado.

6. Para el sostenimiento de la fuerza pública dedicada a proteger las vidas,


libertades y propiedades de los individuos, es necesario que los habitantes de
una nación realicen contribuciones voluntarias, en cuotas periódicas, únicas e
iguales para todos los contribuyentes.

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7. Al Estado además de su única tarea legítima se la han añadido muchas otras
funciones y atribuciones ilegítimas, las cuales no hacen sino vulnerar los
derechos de los individuos y desviar al Estado de, precisamente, su única
función legítima. Toda atribución adicional necesariamente supone más gasto
público, más regulaciones y más restricciones para los individuos.
Proclamamos que el único gasto público legítimo es el que tiene que ver con la
única función legítima del Estado; todo otro gasto que no sea ese, es
inaceptable.

8. El Estado no tiene porque regular las relaciones libremente pactadas entre los
individuos. El Estado solamente puede intervenir para hacer valer la ley penal y
hacer cumplir los contratos, en caso de litigio.

9. El Estado no es el propietario originario de la riqueza natural ni de riqueza


alguna. Los individuos forjan la propiedad privada a partir de su acción
transformadora sobre la naturaleza y el intercambio voluntario.

10. Cuando el Estado es propietario, por esa sola condición, vulnera los derechos
de los individuos a la propiedad privada y a las libertades económicas de
producir, vender y comprar. Toda empresa en manos del Estado debe
privatizarse o cerrarse.

11. Todo beneficiario de servicios públicos debe pagar contribuciones, salvo los
dependientes económicos de los contribuyentes y los incapaces.

12. Cada contribuyente debe pagar contribuciones por un valor equivalente a los
servicios públicos que recibe y no más. Las contribuciones tienen que guardar
relación con el beneficio recibido y en modo alguno con los ingresos que el
contribuyente tenga. No es asunto del Estado ni de nadie la cuantía del
patrimonio de cada individuo. Toda norma de tributación que contradiga este
principio debe ser derogada.

13. Quien no utilice servicios públicos no tiene porque pagar por ellos. En caso de
que los contribuyentes hayan recurrido a servicios privados en lugar de los
públicos, la erogación le debe ser deducida del pago de las contribuciones.

14. Nadie puede ser obligado a subsidiar a persona alguna; no existe el “derecho”
a ser subsidiado, es decir a que otros sean despojados de su riqueza para
dárnosla. La “justicia” social o “redistributiva” no es más que extorsión vil,
realizada con la fuerza del Estado y en contra de su función legítima, que es la
de proteger a los individuos, no esquilmarlos.

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15. El dinero de los contribuyentes debe servir estrictamente para el sostenimiento
de la fuerza pública para garantizar los derechos inherentes a toda persona,
esto es para policía, fuerzas armadas, prisiones y tribunales.

16. El dinero de los contribuyentes bajo ninguna manera debe servir para financiar
partidos o personajes políticos, ni en general para fin privado alguno.

17. Quien recibe servicios públicos y nos paga por ellos, debe dejar de recibirlos.
Los adeudos en el pago de contribuciones debe ser un asunto estrictamente
civil y bajo ninguna circunstancia penal. Es todavía más reprobable que a los
presuntos responsables por no pago de impuestos se les prive de la libertad,
cuando ni siquiera se les ha sometido a juicio ni dictado sentencia
condenatoria.

18. En ninguno caso el cobro de adeudos de contribuciones voluntarias debe


significar el embargo de los medios de producción, ni de la vivienda del
contribuyente moroso.

19. Los contribuyentes tienen derecho a la certidumbre jurídica y fiscal, de modo


que no puede elevarse el gasto público, crearse nuevos impuestos ni elevarse
los ya existentes.

20. Los contribuyentes tienen derecho a no ser víctimas de impuestos disfrazados


a través de la inflación. La inflación debe considerarse un crimen de Estado.
Además debe proscribirse la práctica de contratación de deuda pública, que
impone - a la larga - cargas fiscales a los contribuyentes.

21. Los contribuyentes tienen derecho a la más completa transparencia acerca de


las fuentes del fisco y el uso preciso que se da a cada peso recaudado.

22. Toda persona tiene derecho a resistir al expolio fiscal en forma individual o en
asociación con otros individuos, por todos los medios que considere
pertinentes, sin más limitaciones que el respeto a los derechos a la vida,
propiedad y libertad de las personas.

23. La suspensión en el pago de las contribuciones, ante el incumplimiento por


parte del Estado en sus obligaciones, no debe dar lugar a sanción alguna.

24. Todo pacto o convenio que el Estado mexicano hubiera suscrito y que
contradiga los principios aquí señalados, debe ser denunciado y derogadas las
respectivas normas internas.

25. La actual situación de expolio fiscal que prevalece en México es injusta y


contraria al derecho. Si los contribuyentes acatamos la extorsión del Estado es

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porque no tenemos más remedio, porque por el momento la correlación no nos
es favorable. La tarea es cambiar esa correlación de fuerzas, ir disminuyendo
la magnitud del expolio fiscal, del gasto público, del intervencionismo estatal,
de los subsidios, del incumplimiento por el Estado de su única función legítima,
para finalmente lograr la abolición de los impuestos e implantar en su lugar un
sistema de contribuciones voluntarias.

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