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¿LA NATURALEZA DE LAS EPISTEMOLOGÍAS

LATINOAMERICANAS?

Eduard Esteban Moreno Trujillo

De entrada, debo confesar que la manera en la que fue planteado el debate me puso en
aprietos. Y me puso en aprietos por una cuestión que pasa por mi posicionamiento
epistemológico e ideológico frente a lo que llamamos ciencias sociales históricas (aquí voy a
hacer uso abusivo de la propuesta conceptual de Emanuel Wallerstein). Desde mi perspectiva,
no creo que se valida, por lo menos en la actualidad, la oposición que se me plantea frente a la
“naturaleza” de las epistemologías latinoamericanas y el devenir de las ciencias sociales en su
contexto. En este sentido, no creo en las falsas oposiciones epistemológicas; y pienso que la
configuración de ese tipo debate ha obedecido más a las necesidades concretas de ciertas
comunidades de académicos que necesitan configurar un espacio de confort frente a sus
“rivales” de piso, en el marco de las lógicas universitarias. Mi posicionamiento, entonces, parte
de la necesidad, material e ideológica, por leer la realidad en la que vivimos y comprender sus
lógicas de configuración. Necesidad que nos obliga a hacer uso de las ciencias sociales como
un “mecanismo descifrador” que se fragmenta en su interior, pero que no puede más que
ofrecer una lectura total de la sociedad hacia el exterior. De esta manera, el debate
epistemológico se posa en un terreno de fragmentación imaginaria al interior; pero de una
rigurosidad, asumida como vigilancia epistemológica, hacia el exterior.

Quisiera, entonces, acércame al tema propuesto usando como excusa la crítica conceptual a la
manera como fue planteada la cuestión. De este modo, intentaré desarrollar cuatro preguntas:
1] ¿Cabe hablar de una “naturaleza” de las epistemologías Latinoamericanas? 2] ¿Explicar o
comprender? 3] ¿Existen independencias explicativas o pretensiones comprensivas? 4] ¿Es
válido, en la actualidad, hablar de bandos al interior de las discusiones epistemológicas?

1. ¿Cabe hablar de una “naturaleza” de las epistemologías Latinoamericanas?

La pregunta es tendenciosa. Cuando hablamos de naturaleza o de lo natural, en el marco de las


ciencias sociales, queriéndolo o no, hacemos referencia a tres (3) cosas: Primero, a un orden de
lo normal y lo anormal; a una estructura preestablecida de lo correcto. Segundo, pretendemos

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dotar de un cierto efecto de verdad el discurso, de un poder invisible que determina lo natural
frente a lo artificial. En tercer lugar, creo que lo natural, en el sentido utilizado, hace referencia
al origen, a un lugar de procedencia único, o por lómenos aceptado colectivamente.

Desde esta perspectiva, identificar “la naturaleza” de las epistemologías latinoamericanas, perse,
invita a pensar en la normalización de un sistema de pensamiento que posee un sentido de
verdad y un origen determinado. Y, por otro lado, al asumir la naturaleza de las epistemologías
latinoamericanas, parece que olvidáramos su sentido artificial.

Primera idea: Toda epistemología en sí misma es artificial, ya que implica un proceso,


una reflexión, una concienciación. En otras palabras, sin importar el saber que se
pretenda rehabilitar, ya sea en el marco de una ciencia eurocéntrica o la crítica
postcolonial, el pensamiento epistémico implica un proceso que no es natural, en tanto
se apropia de modelos de racionalización, o si se quiere, modelos descriptivos que, de
algún modo, se tienen que alejar, por lo menos temporalmente, de los enunciados a los
cuales hacen referencia.

De este modo, creo, no podemos hablar de la naturaleza de las epistemologías


latinoamericanas, ya que estas no son naturales ni “espontaneas”. Propongo, entonces, hablar
del sentido de las epistemologías latinoamericanas. Y, al hablar de sentido, quiero hacer referencia al
conjunto de significados, mediados por la pluralidad de intereses y fines, desde los cuales
construimos las diferentes prácticas que nos permiten nombran y comprender el mundo.

En la misma vía, hacer referencia a los sentidos de las epistemológicas nos permiten acércanos a la
idea de movilidad, de trashumancia. Así, si las epistemologías son construcciones artificiales, es
decir, intencionadas, y se encuentran mediadas por los intereses y fines de las comunidades -o
mejor digamos que las epistemologías se constituyen en la tensión entre los espacios de
experiencia y los horizontes de expectativas de las sociedades-, debemos decir que los sentidos
se caracterizan por la movilidad. Por la complejidad caótica de la realidad desde las cuales son
enunciados. A partir de esta idea, sostendré que las epistemologías superan en sí mismas las
construcciones arquetípicas de las teorías. Propongo, entonces, un ejercicio que parta de la
imaginación (Bourdieu).

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Segunda idea:¿Podríamos decir que la epistemología es una mezcla de ansias por
comprender la realidad, imaginación y el uso metódico de estructuras teóricas?.

Imaginemos que, en una línea horizontal podemos ubicar en un extremo a la epistemología y


en otro al conjunto de teorías utilizadas al interior de las ciencias sociales. En esta línea
horizontal imaginaria, diré que la epistemología está en el lado de la vertiginosidad, en el lado
del peligro, en el cual convergen las ideologías, los posicionamientos políticos y las
pretensiones de realidad. En el otro extremo, en el lado de las teorías, los ritmos son más
lentos. Los contextos que intentan aprehender se mueven mucho más rápido que ellos. Y,
generalmente, las teorías responden a las características de escenarios sociales muy concretos,
lo que las hace “propias”. Pero, en esta línea imaginada hay un problema; ustedes se estarán
preguntando por el papel esencial que cumplen las teorías al interior de las construcciones
epistemológicas y viceversa. Esta inquietud -repito-, en el marco de los sentidos de la epistemología
y su trashumancia, puede ser abordada desde la categoría de apropiación. Pero antes de
desarrollar este punto, rápidamente quiero hacer referencia a una crisis que puede dibujar
mejor aquello que trato de decir sobre lo vertiginoso de las epistemologías y las estructuras más
bien lentas de la teoría.

De acuerdo con las reflexiones del profesor Hugo Zemelman, al interior de las ciencias sociales
se presenta un desfase, un desajuste entre las estructuras teóricas utilizadas y la realidad que se
pretende comprender. Este desajuste, como lo vengo diciendo, obedece a que “el ritmo de la
realidad no es el ritmo de la construcción conceptual. Los conceptos se construyen a un ritmo
más lento que los cambios que se dan en la realidad externa al sujeto, por eso, constantemente,
se está generando un desajuste” (Zemelman). Una consecuencia fundamental para el debátete
epistemológico consiste en que dicho desajuste entre teoría y realidad, de acuerdo con
Zemelman, nos lleva a “inventar realidades”. Solemos inventar realidades para que se adecuen
a aquellas teorías que constituyen nuestros habitus académicos o, como diría Bourdieu, a
nuestro “repertorio de reglas” que suplen nuestra habilidad práctica para acercarnos a los
problemas de la realidad. Tal desajuste es solucionado con aquello que Zemelman llama
pensamiento epistémico. Este pensamiento, opuesto al pensamiento teórico, se centra en la
pregunta. El pensamiento epistémico es un pensamiento sin contenido pre-construido, que nos
permite colocarnos “frente a las circunstancias sin anticipar ninguna propiedad sobre ellas”
(Zemelman). Aunque paradójico, el pensamiento epistémico se posiciona frente a la realidad

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desde la constante pregunta. De este modo, la inquietud sobre las circunstancias que nos
constituyen nos permite apropiarnos de categorías que se redefinen bajo las nuevas
circunstancias. El pensamiento epistémico se centra en la elaboración de problemas que nos
alejan de lo preconcebido.

Volvamos entonces a la pregunta por la naturaleza. He dicho que en lugar de cuestionarnos


por la naturaleza, deberíamos hacer referencia a los sentidos de las epistemologías
latinoamericanas y, en esa línea, los sentidos de dichas epistemologías están mediados por la
vertiginosidad, por la necesidad de comprender la realidad que se mueve peligrosamente, lo
que exige pensar en la distancia entre los constructos teóricos, y lo que el profesor Zemelman
llama pensamiento epistémico. Bajo esta perspectiva, debemos comprender la epistemología
como un mecanismo constructor de problemas. Problemas para comprender la realidad. Pero,
¿cómo se da la relación entre teoría y pensamiento epistémico? Frente a esta pregunta, quiero
platear el concepto de apropiación como elemento de sentido de las epistemologías
latinoamericanas.

La apropiación parte de una premisa básica: Las ideas no tienen lugar. En la constante circulación de
sujetos y de artefactos-libros, en la consolidación de “comunidades de interpretación”, en la
construcción de escenarios de sociabilidad, las ideas rompen los arquetipos y se acomodan a
los ritmos de realidades “ajenas”. Desde esta perspectiva, lo que llamamos epistemologías
latinoamericanas se han constituido en la vertiginosidad de nuestra realidad social y en las
diversas formas de apropiación de una multiplicidad de teorías. Transgrediendo las lógicas de
los posicionamientos políticos, los sujetos intentan comprender su realidad a partir de la
problematización. De la apropiación continua de posturas teóricas, y de las exigencias de las
realidades surgen posturas propias que no poseen un lugar definido, pero sí deconstruyen el
mundo desde los problemas comunes. La raza, la cuestión social, la modernidad, la revolución,
todos son problemas que aquí o allí fueron abordados desde el pensamiento latinoamericano.

Tercera idea: A partir de la idea de apropiación, el sentido de las epistemologías


Latinoamericanas está marcado por el no lugar. Las ideas no tienen lugar. Ellas
circulan, y permites estructurar las interpretaciones y prácticas de los sujetos. ¿Para qué
hacer divisiones? ¿Para qué asignar lugares?

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Finalmente, quiero sostener que uno de los principales sentidos del pensamiento epistémico
latinoamericano se centra en la preocupación por el tiempo. Y hablo del tiempo en general,
para referirme a la preocupación por el futuro y al papel en las lecturas de la realidad juega el
pasado. Si observamos con atención, las principales problemáticas expuestas por aquello que
llamamos epistemologías latinoamericanas, en ellas existe un lugar especial para pensar el
tiempo, nuestra relación con el pasado en busca de tradiciones y las posibilidades del futuro.
Aquí estoy pensando por ejemplo en las visiones creadas por los ensayistas latinoamericanos
de comienzos del siglo XX o en la misma idea de desarrollo Cepalino.

En este sentido, en la trama del pensamiento epistémico, la historia, ya sea como disciplina o
como pensamiento histórico, ocupa un lugar fundamental en las lecturas que hemos hecho,
hacemos y seguiremos haciendo de nuestra realidad y su vertiginosidad.

2. ¿Explicar o comprender?

En la pugna constante por dotar de coherencia la realidad voluble en la que vivimos,


evidentemente se han presentado imposiciones hegemónicas, desde las cuales, como sostienen
Gramsci, se construyen explicaciones de nuestra realidad que benefician a un grupo específico
de la sociedad. En medio de estas pugnas ideológico-políticas, podemos encontrar la
imposición epistémica en la que se exige al saber histórico-social la necesaria explicación de la
realidad social. Con una intención de acercamiento positivista a la realidad, la investigación
histórico-social se aboco a la lógica de la explicación de aquello que estudiaba. Pero esta
explicación pasaba por la coherencia que a partir de nuestro proceso metodológico le
podíamos atribuir a dicha realidad. De alguna manera la explicación se presenta, o creemos que
se presenta, cuando la teoría que usamos da cuenta de la realidad que estudiamos. Pero,
volviendo a la idea de Zemelman, esa ansiedad de coherencia nos puede llevar inventar
realidades.

Aquí quero criticar la noción de explicación, y sobreponer la idea de comprensión como


elemento de sentido en el pensamiento epistémico latinoamericano. Aunque tampoco es mi
intención crear falsas oposiciones. Desde la ya vieja división Dilteyana, entiendo la
comprensión como una forma de acercarse a la realidad que nos permite “captar sentido y
finalidad. De ahí que se aspire a detectar aspectos subjetivos, sentimientos e intencionalidades”
(Gómez-Heras, 1984, p.65). En la comprensión no prima la razón positivista, sino el sentido y

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finalidad que modula los comportamientos humanos. Y en esa idea de comprensión se pone
en juego el desvelamiento de la tradición y la rehabilitación de los prejuicios. Es solo en el
reconociendo de las subjetividades otras y de nuestras propias subjetividades en donde
podemos entrar en pugnar nuestra comprensión del mundo. Es nuestro pesar epistémico.

Metodológicamente, en esa idea de comprensión se desarrolla un sentido hermenéutico de


interpretación que pone en juego, como ya lo dije, la idea de pasado histórico, de comprensión
de la tradición, pero, más importante, de la idea de reconocernos como sujetos históricos.
Somos resultado de un conjunto de fuerzas histórico-sociales que nos han dispuesto, pero
también somos fuerza transformadora. Nuestra comprensión del mundo pasa por esa idea de
transformación, de cambio.

Cuarta idea: Nuestras epistemológicas se mueven en torno al cambio o la continuidad,


pero ninguna olvida la tradición histórica que la precede. Esto último es un sentido
básico de nuestro pensar epistémico, la comprensión del mundo en tantos sujetos
históricos.

3. ¿Existen independencias explicativas o pretensiones comprensivas?

Hablar de explicación y comprensión me permite, a modo de excusa, abordar la pregunta por


la dependencia o no de las epistemologías latinoamericanas. En primer lugar, tendríamos que
clarificar dependencia o independencia frete a qué. ¿Frente a un poder hegemónico exterior?
Creo que el debate no es ese. ¿Independencia o dependencia frente a las construcciones
teóricas europeas o norteamericanas? Creo que epistemológicamente esta pregunta se resuelve
con la idea de apropiación de la que ya he hablado. Las apropiaciones teóricas que hacemos de
los centros son susceptibles de ser tratadas como relaciones de dependencia epistemológica,
cuando, como ya también lo dije, inventamos realidades para que se adapten a las teorías en su
pretendida pureza. En este caso, no habría apropiación sino reproducción.

Digamos que en este punto de la independencia epistémica se juegan unos sentidos más
profundos en el contexto latinoamericano, que tienen que ver con la estructura político
administrativa desde la cual se erigen las estructuras de epistemológicas de nuestras ciencias
histórico sociales. Pasando por las formas como impartimos los cursos de metodología de la
investigación al interior de las universidades, hasta las políticas de clasificación de los

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investigadores elaborada por Colciencias, sin dejar a fuera sus convocatorias, se podría decir
que institucionalmente lo epistemológico está determinado por las lógicas de un campo
científico mediado por relaciones de exclusión que en el fondo, poco o nada tiene que ver con
la forma como problematizamos la realidad. Hago referencia a estas condiciones de posibilidad
de lo epistemológico porque mucha de nuestra dependencia a la teoría emanada de los centros
es reproducida acríticamente, tratando de elaborar un discurso capaz de cautivar los poderes
institucionales.

De esto que estoy diciendo, se desprende otro sentido de las epistemologías latinoamericanas,
y es su sentido de apropiación critica de la teoría. Aquí la critica la relaciono con la necesidad
de imaginar.

Quinta idea: No puedo comprender la realidad, desde el pensamiento epistémico, sino


desarrollo mi capacidad para imaginar, nuevos caminos de comprensión. Otros puntos
de vista. Otros lenguajes. En un sentido dialectico debo imaginar nuevos problemas,
sin olvidar la realidad concreta que me contiene.

Finalmente, la cuestión de la dependencia o independencia epistémica, pasa por la manera


cómo afrontamos las teorías, por nuestra capacidad para imaginar preguntas que se acerquen a
nuestras realidades y, principalmente, por nuestra toma de posicionamiento –político si se
quiere- frente a nuestro rol como sujetos históricos. De este modo, la comprensión se
configura en apropiación crítica, y la crítica se convierte en creatividad teórica. Lo que
podemos encontrar al interior de las epistemologías críticas latinoamericanas es una pretensión
comprensiva de la realidad.

4. ¿Es válido, en la actualidad, hablar de bandos al interior de las discusiones


epistemológicas?

Los posicionamientos frente a las maneras como es asumida la configuración de las


epistemologías latinoamericanas se ha estructurado temporalmente a partir de la identificación
de las formas en las cuales el poder-saber ha devenido en mecanismos de control al interior de
las relaciones entre centro y periferia. Esta es una realidad que no podemos refutar, y que
seguirá siendo un punto importante de referencia. Sin embargo, creo que más allá de esto, la
oposición que usualmente se platea entre aquellos que defienden la existencia de

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epistemologías propias en América Latina, y aquellos que solo ven reproducciones acríticas al
interior de nuestras formas de pensamiento debería superarse. Después de los trabajos de las
perspectivas poscoloniales debería estar relativamente claro que la configuración de
pensamiento epistémico es un proceso que corre en las sendas de los múltiples sentidos de
apropiación, generando particularidades y problemas propios que, en el fondo los hacen
insustituibles. La miradas sobre la realidad no pueden ser univocas, por lo menos en el plano
epistemológico. Esta última afirmación nos lleva entonces a plantear que estas distinciones que
se encuentran más en el terreno de las disputas políticas e ideológicas, nos permiten hacer
elecciones teóricas que, finalmente, apunta a la construcción de pensamientos epistémicos. En
este sentido, las oposiciones se vacían. En la pluralidad no hay oposiciones. Solo hay diversas
maneras de leer.

● Considerando la indisolubilidad entre la facultad explicativa de lo epistemológico, y su


relativa independencia analítica con otras propuestas explicativas, ¿podríamos considerar al
pensamiento socio-analítico latinoamericano como una corriente epistemológica propiamente
dicha? ¿O sería este un derivado del pensamiento sociológico euroamericano?

En este sentido, no tiene sentido hablar de una naturaleza epistémica latinoamericana.


Ya no existen los centros y las periferias en las maneras como comprendemos el
mundo, en tanto entendamos que dichas construcciones se realizan desde nuestra
tradición y la rehabilitación de nuestros prejuicios, que de paso no están vacíos de
poder. Creo que ya no hay un allí y una acá. Y es en la historia en donde las fornteras se
hacen más difusas.

● Independiente de la facultad epistemológica del pensamiento socio-analítico


latinoamericano, éste encuentra su razón de ser aportando a la comprensión analítica de la
realidad social. Con ello en mente, ¿Son efectivamente las llamadas epistemologías
latinoamericanas medios de oposición contra la agenda neocolonial? ¿o acaso ellas se
distancian de disputas políticas de poder y legitimidad, y se inscriben a la meta disciplinar de
llegar a comprender con mayor claridad al ser humano en sus diferentes contextos?

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