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Este libro fue financiado con recursos de la Dirección General de Asuntos del Personal Aca-
démico de la Universidad Nacional Autónoma de México, mediante el proyecto “Ciudada-
nía y calidad de vida: herramientas para el análisis del desarrollo social en México” como parte
del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT)
IN308214-2.
Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta, del contenido de la pre-
sente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores,
en términos de lo así previsto por la Ley Federal de Derechos de Autor y, en su caso, por
los tratados internacionales aplicables.
Introducción
Karla Valverde Viesca, Enrique Gutiérrez Márquez, Jesús Arturo Flores López
y Carlos Ángel González Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de
vida para la población argentina.
Eliana Isabel Sánchez Rangel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras
y buenas prácticas para mejorar la representación femenina en América
Latina.
Flavia Daniela Freidenberg Andrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
Autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 423
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Introducción
Karla Valverde Viesca, Enrique Gutiérrez Márquez, Jesús Arturo Flores López y
Carlos Ángel González Martínez
Las páginas de este volumen están dedicadas a analizar distintos fenómenos que re-
cientemente han sido incorporados en las agendas de investigación de las ciencias so-
ciales. En efecto, cada vez más estudiosos se interesan por analizar temas transversales
e interdisciplinarios que enriquecen la discusión académica y ofrecen nuevas pers-
pectivas para analizar a las sociedades complejas. Es ahí donde aparecen dos tópicos
que sirven como hilos conductores de este libro. Por un lado, el tema de la calidad
de vida y una serie de reflexiones que giran en torno a los indicadores cuantitativos y
cualitativos que tienen, entre otros objetivos, descifrar cómo los individuos perciben
su vida e indagar si están o no satisfechos con ella. Y por el otro –en paralelo–, el que
está relacionado con el papel del ciudadano y el logro de construir una ciudadanía que cada
día se involucre más en la toma de decisiones que afectan su vida.
A pesar de que se pudiera pensar que ambas vertientes están estrechamente re-
lacionadas o que serán necesariamente una consecuencia, la una de la otra, es nece-
sario destacar ciertas tensiones que se pueden presentar al realizar el análisis de los
casos que son presentados en este volumen. Sobre todo, considerando las limitaciones
de los mecanismos de participación ciudadana, principalmente relacionadas a lo que
ofrecen en papel y lo que sucede en la realidad.
¿Pero por qué el interés sobre estas temáticas? Definir el término calidad de vida
es un tanto complejo ya que, entre otras cosas, abarca muchos aspectos que hacen
de su acepción una noción universal y multidisciplinaria, pero al mismo tiempo, un
concepto que se relaciona, de manera inevitable, con el día a día de las personas. El
análisis del concepto calidad de vida ha ido sufriendo modificaciones desde la mitad
del siglo pasado y hasta nuestros días, tal y como lo enuncia Sandoval Díaz (2014):
La utilización del concepto de calidad de vida (CV) se constituye en el pilar de las
reformas a gran escala, post Segunda Guerra Mundial, que inspiraron el desarrollo
y formación de los Estados de Bienestar europeos. El uso del concepto se extiende
a partir de los años sesenta cuando los científicos sociales inician investigaciones
sobre el Bienestar, recolectando información y datos objetivos del estado socioeco-
nómico, nivel educacional o tipo de vivienda, siendo muchas veces estos indicadores
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Introducción
En este sentido, a pesar de los avances que en el ámbito político electoral supone
el arribo democrático y en específico la búsqueda de mecanismos deliberativos que
alienten los retos de la representación, observamos que el impacto de estas condi-
ciones en la vida de la mayoría de las personas es incipiente, por decir lo menos. Al
respecto, la mayoría de los autores coinciden en que el término calidad de vida, como
lo conocemos ahora, es reciente y aparece hacia mediados de los años setenta, aunque
su gran expansión tiene lugar a lo largo de la década de los ochenta (Moreno y Ximé-
nez, 1996; Tonon, 2011). En cuanto a sus primeros enunciados, éstos se identifican
principalmente con la ciencia médica y algunos años más tarde en otras ciencias como
la sociología y la psicología, con lo que desplaza otros términos también difíciles de
especificar como lo son la felicidad y el bienestar (Moreno y Ximénez, 1996: 2).
Por lo que respecta a sus componentes, la discusión sigue latente en términos de
recuperar las propuestas de autores como Andrews y Whithey (1976) para quienes
la calidad de vida tiene que ver con la evaluación que cada persona hace sobre las
condiciones reales y objetivas en las cuales vive. Otros, como Shin y Johnson (1978),
proponen definirla a partir de los recursos que se requieren para satisfacer ciertas
necesidades. A su vez, es importante considerar los argumentos de Lawton (1984),
quien destaca el conjunto de evaluaciones que el individuo hace sobre cada uno de
los dominios de su vida actual. Así, como la propuesta de Levi y Anderson (1980)
para considerar que la calidad de vida abarcaba nueve elementos que cubrían las nece-
sidades “de vida” de la ciudadanía: salud; alimentación; educación; trabajo; vivienda;
seguridad social; vestidos; ocio, y derechos humanos.
En la década de los noventa, autores como Argyle (1987), Csikszentmihalyi
(1990), Inglehart (1990), Myers (1992) o Veenhoven (1991; 1994; 1996), abordan de
forma específica el concepto de felicidad (Hernández & Valera, 2001). Una muestra de
esto es la creación de la base de datos mundial llamada World Database of Happiness,
en la que se pretende reunir la mayoría de los estudios psicosociales sobre felicidad,
bienestar subjetivo y satisfacción con la vida que existen en el mundo (Sandoval Díaz
2014). Sandoval Díaz destaca que pese a que el concepto tiene un amplio recorrido en
el mundo científico, no existe una definición unitaria del término, ni una completa
diferenciación con otros conceptos afines semejantes, pero no equivalentes, como:
bienestar subjetivo, satisfacción con la vida o calidad de vida percibida (Barrientos,
2005; Urzúa & Caqueo, 2012, en Sandoval Díaz, 2014).
Sobre la temática de la participación ciudadana, ocurre algo similar. No tanto en
lo que se refiere a su definición sino en relación con los tipos de participación que es
posible identificar a partir de la búsqueda de una ciudadanía cada vez más participativa
y dispuesta. No sólo a incidir en el diseño de las políticas públicas enfocadas a satis-
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Introducción
La vitalidad comunitaria De qué manera las personas, las familias y las comunidades
forman lazos significativos; cómo evoluciona la confianza y el
capital social en un país, hasta qué punto nos sentimos segu-
ros y estables en la sociedad en que vivimos; hasta qué punto
le vemos sentido y/o propósito de vida a lo que hacemos.
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Elemento Descripción
La cultura y la resiliencia El fomento del respeto por la diversidad cultural; el respeto
por las tradiciones y por
los pueblos originarios; el respeto y la mantención de nuestra
identidad histórica; etcétera.
Es así, como Graciela Tonon introduce El desafío de estudiar la calidad de vida en los
países de América Latina. Establece que la calidad de vida nos presenta la posibilidad
de una nueva mirada teórica, tendiente a un trabajo desde las potencialidades más que
desde las carencias y con un anclaje comunitario que incluye el análisis del contexto
socio político. Para la particular mirada de la calidad de vida, la persona tradicional-
mente considerada como “objeto de estudio” pasa a ser considerada como “sujeto y
protagonista” y esto porque la calidad de vida nos plantea una realidad social y política
basada necesariamente en el respeto a los derechos humanos, colocándonos ante la
necesidad de trabajar en forma integrada (Tonon, 2003: 20).
Acto seguido, Karen Bell presenta un interesante estudio comparativo entre Co-
rea del Sur y Bolivia, estableciendo vínculos entre la economía verde y el bienestar.
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms
for achieving quality of life in South Korea and Bolivia determina que ambos enfoques
parecen ofrecer la posibilidad de un cambio radical y que están abriendo el debate
sobre la calidad de vida en todo el mundo. Ya que considera que es evidente que existe
un cierto solapamiento en los enfoques en la medida en que tanto la economía verde
y el bienestar se basan en una estimación de que vivimos de una manera que no se
puede sostener en el futuro y que es a menudo a costa de la salud humana y ahora del
bienestar mismo de la población. Bell finaliza su análisis diciendo que ambos para-
digmas reconocen que la suposición anterior de que podemos “crecer ahora y limpiar
después” no es racional o ética, porque no hacerlo puede ser extremadamente difícil,
costoso o incluso imposible.
Por su parte, Cristina Tapia y María Elena Romero, en Cooperación internacio-
nal para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México, hablan del
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Introducción
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Introducción
carecen de los soportes necesarios que les permita afirmar un mínimo de inde-
pendencia social.
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Karla Valverde Viesca, Enrique Gutiérrez Márquez, Jesús Arturo Flores López y Carlos Ángel González Martínez
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Introducción
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Karla Valverde Viesca, Enrique Gutiérrez Márquez, Jesús Arturo Flores López y Carlos Ángel González Martínez
para que los legisladores busquen su reelección? ¿Cómo acotar el peso en las decisio-
nes legislativas de los grupos parlamentarios –que difícilmente le apostarán a la cons-
trucción de verdaderos mecanismos de representación, en detrimento de la disciplina
partidista? ¿Cómo reducir el peso de los super asesores, convertidos en diputados
plurinominales, que en más de las ocasiones son los que controlan las comisiones y
funcionan como correas de trasmisión entre el partido, la fracción parlamentaria, las
comisiones, los grupos de poder y los diputados de mayoría relativa? Todas las pre-
guntas abordadas por Gutiérrez Márquez parecen más que pertinentes, en momentos
en los cuales el sistema político en su conjunto parece dirigirse inevitablemente a
una crisis política, económica y social de magnitudes sin precedente en la historia de
nuestro país.
Por su parte, Georgina Sosa Hernández abre una vertiente interesante con su ca-
pítulo titulado Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de
decisiones y organizaciones sociales. Lo anterior cobra sentido si pensamos en la relación
entre gobernanza y democracia: la gobernanza cultiva la idea de que para que exista
una buena democracia debe haber una amplia participación de la ciudadanía en la so-
lución de problemas públicos. Como método o mecanismo de toma de decisiones, la
implicación fundamental es que la ciudadanía se involucre en el proceso de dirección y
conducción del gobierno, que vaya más allá de la participación en cómo se integran los
órganos representativos (mediante el voto y las elecciones). Para decirlo de otro modo:
la gobernanza implica democracia, porque requiere una estructura institucional que
genere condiciones y canales para la participación, en un esquema de decisiones cada
vez menos vertical y cada vez más horizontal.1 El CNSP muestra justamente eso:
la inclusión formal de la participación ciudadana en la toma de decisiones públicas
sobre problemas relevantes para la calidad de vida y el bienestar colectivo, lo que in-
dudablemente expresa una transformación cualitativa en los canales de interlocución
entre las organizaciones sociales y el gobierno. Un síntoma positivo en estos tiempos
democráticos.
El capítulo de Sosa Hernández es seguido por el análisis de Flavia Freidenberg,
titulado ¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y
buenas prácticas para mejorar la representación femenina en América Latina. En el
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Introducción
mismo, Freidenberg destaca que las últimas décadas han sido de grandes transfor-
maciones en materia de reconocimiento de derechos y de representación política de
las mujeres en América Latina. En la actualidad, hay más mujeres en puestos de
decisión, más intereses de género representados y más capacidad de influencia de
los movimientos feministas, los organismos jurisdiccionales y los grupos políticos
que buscan ampliar los márgenes de los derechos y los intereses representados. Sin
embargo, la tarea luce inconclusa y queda aún mucho camino por recorrer en este
ámbito.
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez titulan su artículo
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la in-
formación en México. En el mismo establecen que el presente trabajo comprobó la
hipótesis de que el índice de desarrollo humano influye positivamente en el ejercicio
del derecho de acceso a la información en México, independientemente de la cantidad
poblacional de las entidades federativas. Destacan que, de acuerdo con los referentes
teóricos del liberalismo, en el caso mexicano el ejercicio del derecho de acceso a la
información requiere del cumplimiento de una serie de condiciones básicas para que
los individuos puedan hacer uso de sus libertades y sus derechos ciudadanos. Más allá
de la intención de consagrar los derechos sociales en las constituciones mexicanas, la
implementación de los mismos y su traducción en políticas redistributivas de impacto
social, constituye un gran desafío no resuelto (Sampedro, 2013).
La tercera sección concluye con el capítulo de Lukasz Czarnecki e Ivonne Du-
rán Osorio. En Pero la chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos
hablantes de lenguas indígenas en México demuestran que existen obstáculos en la
movilidad educativa intergeneracional de los grupos hablantes de lenguas indígenas.
Y que el efecto negativo sobre la Movilidad Educativa Intergeneracional que se
presenta en individuos que nacieron en un hogar indígena es equiparable a la de un
individuo cuyo padre era desempleado. Además, identifican que dentro del sistema
de exclusión por el hecho de ser indígena, se encuentran las relaciones conflictivas
de las clases sociales, de género y de las relaciones raciales. Resaltan que habría que
subrayar que el concepto de la movilidad social refleja una sombra del occidente eu-
ropeo, puesto que asume la racionalidad en la cadena de los siguientes sucesos: con
la educación, el indígena podría subir en la escala de las clases sociales y alcanzar un
mejor nivel de vida, salir de su propio entorno por sí mismo y cambiar o romper el
círculo vicioso de pobreza.
La riqueza de las discusiones presentadas en este volumen pretende contribuir
en los aspectos teórico-metodológicos de los temas de calidad de vida, así como de-
terminar la manera en la cual se pueden vincular de manera directa al vasto número
de ejemplos de procesos participativos que actualmente se instrumentan, en nuestro
país, así como en el entorno global. Sabemos que son muchas las temáticas que
se pueden incluir en el debate actual sobre el desarrollo social y sobre las nuevas
herramientas para enriquecerlo. En este sentido, la calidad de vida y la construcción de
ciudadanía son sólo algunos derroteros. Estamos convencidos que este libro, será de la
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Karla Valverde Viesca, Enrique Gutiérrez Márquez, Jesús Arturo Flores López y Carlos Ángel González Martínez
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I.
Debates contemporáneos
y renovación de los discursos
en torno a la calidad
y la satisfacción con la vida
El desafío de estudiar la calidad de vida en los países
de América Latina
Graciela Tonon de Toscano
Precisiones conceptuales
Escribir un capítulo acerca del desafío de estudiar la calidad de vida en los países de
América Latina requiere en primer lugar revisar el desarrollo del concepto, para avan-
zar así en la precisión teórica actual del mismo.
También implica explicitar que al hablar de calidad de vida no estaremos refirién-
donos a aquellos estudios que tienen como eje temático específico la felicidad, y/o el
bienestar personal, y/o la satisfacción con la vida, sólo consideraremos los estudios en
calidad de vida, entendiéndola como un concepto multidimensional que comprende
un número de dimensiones que las personas consideran y valoran de manera diferente
de acuerdo a la importancia que le den a cada una de ellas en su vida; y esto desde una
mirada que integre tanto la consideración cuantitativa-objetiva (lo que las personas
tienen y puede observarse directamente), como la consideración cualitativa-subjetiva
de las mismas (lo que las personas sienten/perciben y puede observarse de forma
indirecta).
Al respecto, Inoguchi y Fujii (2013: 3) señalaron que la calidad de vida ha de ser
definida como el estado de las personas considerando las dimensiones física, psicológica y
social, explicitando que el concepto resulta más amplio que el de felicidad porque incluye
el disfrute y los logros; más amplio que el de satisfacción con la vida, porque considera las
aspiraciones futuras, y también más amplio que el concepto de bienestar personal porque
la calidad de vida es neutral.
Si revisamos la historia, cuestión que ya hemos hecho en otras publicaciones pre-
vias (Tonon, 2003, 2006, 2008, 2012), observaremos que en la década de los ochenta
Feinstein (1987) planteó la idea de que la calidad de vida se había convertido en un
tipo de paraguas debajo del cual se albergaban diferentes índices de acuerdo a lo que
el investigador quisiera estudiar.
Unos años después y ya iniciada la década de los noventa, otros autores como
Dasgupta y Weale (1992) reconocieron que la calidad de vida no solo consideraba los
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El desafío de estudiar la calidad de vida en los países de América Latina
constituyentes del bienestar de las personas, sino que también sus determinantes y
de esta manera relacionaron la dimensión personal (micro) con la dimensión societal
(macro).
Pero aún hoy, en el año 2015, la calidad de vida continua siendo un constructo que
presenta una compleja composición y de allí que el acuerdo acerca de su definición
conceptual se encuentre todavía en debate.
Una de las razones, es su frondoso y previo desarrollo en los campos de la salud
y la medicina, basado en el estudio de grupos poblacionales que presentan alguna
característica particular, cuestión que ha generado dificultades a la hora de pensar
utilizar los mismos instrumentos en otros campos disciplinares y con otros grupos
poblacionales que no presenten esas mismas características.
Otra de las razones ha sido la dificultad en integrar las dimensiones denominadas
“objetivas” y aquellas denominadas “subjetivas”, a la hora de desarrollar las investiga-
ciones. Ya Diener (2006: 154) nos alertaba acerca de que si bien en los inicios del es-
tudio del tema, la calidad de vida había estado más asociada a las condiciones objetivas
de la vida de las personas, diferenciándose de esta manera del concepto de well-being
(traducido como bienestar), el siglo XXI consagró una definición de calidad de vida
que combina e integra las dimensiones objetiva y subjetiva. Entonces, el bienestar y
la calidad de vida han de ser diferenciados a la hora de producir las investigaciones;
ya que la calidad de vida contiene las evaluaciones más globales de las posiciones y
perspectivas de la vida, en tanto el bienestar contiene dominios específicos de la vida
(Kahneman et al., 1999, citado por Sirgy et al., 2006: 401).
La calidad de vida es la percepción que tiene cada persona de su posición en la
vida, en el contexto cultural y el sistema de valores en el cual vive, en relación con
sus expectativas, intereses y logros (Tonon, 2015: 5). Pero la calidad de vida también
se encuentra condicionada por la estructura social, que puede ser considerada en tér-
minos de características demográficas, pautas culturales, características psicosociales
de la comunidad, así como de las características de las instituciones, tanto del ámbito
estatal como privado, que desarrollan su accionar en ese contexto (Ferris, 2006). En
este sentido, la calidad de vida es producida por dos tipos de fuerzas, las endógenas y
las exógenas. Las primeras incluyen las respuestas mentales, emocionales y psicoló-
gicas de las personas hacia sus condiciones de vida, en tanto las segundas incluyen la
estructura social y las influencias culturales de la comunidad (Ferris, 2006).
Considerando lo anteriormente explicitado, surge como cuestión importante co-
nocer y revisar los estudios e investigaciones dedicadas a la calidad de vida, publicadas
en los Journals y Colecciones Científicas que llevan el estado del arte del mismo. Más
particularmente poder reconocer en ellas las producciones acerca de América Latina y
aquellas generadas por autores Latinoamericanos. Por esta razón abordaremos en este
capítulo un trabajo analítico y sintético acerca de las mismas.
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Graciela Tonon de Toscano
Las publicaciones científicas dedicadas a la calidad de vida han sido motorizadas por
los autores de las diversas teorías, quienes en su mayoría también fueron los fundado-
res, en 1995, de la primera red internacional de investigación en este campo temático,
nos referimos a la International Society for Quality of Life Studies (ISQOLS).
La ISQOLS es una red de investigación que se convirtió en un foro internacional
de debate, discusión y generación de reflexiones teóricas y metodológicas acerca de los
estudios sobre calidad de vida. Tiene como objetivo coordinar esfuerzos de coopera-
ción a fin de desarrollar teoría, métodos y programas de intervención para mejorar la
calidad de vida de las personas e influir en el circuito de generación de las políticas
públicas de los países.
Con anterioridad a la fundación de la ISQOLS, ya existía un Journal dedicado al
estudio de los indicadores sociales y la calidad de vida, que había sido fundado en el
año 1974 por Alex Michalos, nos referimos al emblemático Social Indicators Research
(SIR), el cual se edita en forma ininterrumpida hasta la actualidad completando más
de 40 años de vida.
En el año 2000 se fundó el Journal of Happiness Studies, también por iniciativa de
Alex Michalos conjuntamente con Edward Diener y Ruut Veenhoven. Más allá del
éxito de ambas publicaciones, ninguna de ellas se convirtió en el Journal Oficial de la
ISQOLS, tal como lo expresara el propio Alex Michalos (2006: 5) en el primer núme-
ro publicado del Applied Research in Quality of Life, siendo precisamente este último
Journal el que se organizó como Journal oficial de la ISQOLS.
Applied Research in Quality of Life. Esta es la revista oficial de la ISQOLS. Fue
fundado en el año 2005 por Alex Michalos, Joe Sirgy y Richard Estes, quienes fueron
sus editores en jefe en orden correlativo a lo largo de la primera década de vida del
Journal, hasta que en agosto de 2014 asumió el cargo Daniel Shek.
Precisamente Shek (2014: 465-468) planteó su visión acerca del Journal amplian-
do sus objetivos y tendiendo al logro de:
a) Una perspectiva internacional que incluya la expansión de la publicación de traba-
jos sobre la calidad de vida provenientes de Asia, Europa del Este, Medio Oriente,
África y Sudamérica.
b) Una mirada interdisciplinaria y multi-focalizada que promueva nuevos campos de
estudio de la calidad de vida: administración pública, marketing, turismo, Trabajo
Social, recursos humanos, industria, ONGs.
c) La difusión de prácticas innovadoras en calidad de vida en relación a problemas
mundiales tales como la pobreza, la contaminación ambiental, el calentamiento
global, los conflictos entre grupos étnicos, la desorganización familiar.
d) La inclusión de diferentes metodologías para estudiar la calidad de vida: cuantita-
tivas, cualitativas y métodos mixtos.
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El desafío de estudiar la calidad de vida en los países de América Latina
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Graciela Tonon de Toscano
La investigación en Argentina
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El desafío de estudiar la calidad de vida en los países de América Latina
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Graciela Tonon de Toscano
Los actuales estudios sobre calidad de vida comprenden distintos tipos de informa-
ciones que consideran en forma integrada los indicadores sociales y del medio am-
biente en los reportes económicos de los países, a fin de ir construyendo una mirada
holística del tema, necesaria para las decisiones de políticas públicas.
Surge así la identificación de un primer nivel de relación entre los conceptos cali-
dad de vida y políticas públicas, ya que estas últimas deberían estar pensadas en res-
puesta a garantizar la calidad de vida de la población; al decir de Shah y Marks (2004),
la calidad de vida de los sujetos implica el desarrollo de cada persona, sintiéndose
plena y haciendo una contribución al desarrollo de su comunidad.
1 Nos referimos a la Dra. Karla Valverde Viesca, coordinadora de este libro, a quien agradece-
mos su visita en el año 2013.
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El desafío de estudiar la calidad de vida en los países de América Latina
Finalmente, y como venimos diciendo desde hace más de una década, pensando
en América Latina, la calidad de vida nos presenta la posibilidad de una nueva mirada
teórica, tendiente a un trabajo desde las potencialidades más que desde las carencias y
con un anclaje comunitario que incluye el análisis del contexto socio político. Para la
particular mirada de la calidad de vida, la persona tradicionalmente considerada como
“objeto de estudio” pasa a ser considerada como “sujeto y protagonista”, y esto porque
la calidad de vida nos plantea una realidad social y política basada necesariamente en el
respeto a los derechos humanos, colocándonos ante la necesidad de trabajar en forma
integrada (Tonon, 2003: 20).
El desarrollo de las investigaciones y los programas de intervención para el mejo-
ramiento de la calidad de vida de las poblaciones de América Latina se ha iniciado,
pero es aún muy incipiente su divulgación y su extensión. Se requiere entonces de
incentivar estos nuevos emprendimientos en cada uno de nuestros países, de nuestras
universidades y de nuestros organismos de investigación científica.
El concepto calidad de vida ha recorrido un largo camino hasta quedar definido en
la última década del siglo XX tal como hoy lo conocemos, es decir, en tanto respuesta
reconceptualizada en relación a considerar el bienestar no sólo como dependiente de
las cuestiones materiales, sino que también de los valores humanos (Tonon, 2008).
Es por eso que necesitamos seguir encontrándonos, para trabajar en forma integrada,
con el objetivo de lograr el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones de
los países de nuestra región.
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Living Well within Planetary Limits: A comparative
analysis of contrasting paradigms for achieving
quality of life in South Korea and Bolivia
Karen Frances Bell
One of the main challenges for achieving quality of life for all is the question of how
to do this within planetary limits since we have, perhaps, 20 years to avoid irreversibly
overstepping planetary boundaries (Rockström et. al., 2009). As the evidence mounts
that the climate crisis has been caused by humans (e.g. IPCC, 2013), there has been a
gradual but growing acceptance, among citizens, national governments and supra-na-
tional organisations, of the importance of this question. At the same time, traditional
development paths have come under question in the context of the continuing failure
to achieve quality of life or even meet the basic human needs for a significant propor-
tion of the world’s population. For example, approximately 1 in 3 people globally are
still without access to improved sanitation (UNICEF/WHO, 2012); 1 in 6 lack access
to electricity (IEA, 2013); 1 in 8 are without improved drinking water (UNICEF/
WHO, 2012), without clean and safe cooking fuels (IEA, 2013), and lacking enough
food to meet the minimum daily energy requirement (FAO, 2013). What’s more,
since 2008, many countries have been impacted by a deep economic recession which
has increased poverty and deprivation for some.
In recent years, several macro-policies/paradigms have emerged which may offer
a way forward and which are now beginning to be implemented at a national level,
including Green Economy (e.g. South Korea); Ecological Civilisation (China); Suffi-
cient Economy (Thailand) and ‘Living Well’ (e.g. Bolivia). Though there are overlaps
and parallels among them, and they all claim to address environmental, social and
economic crises simultaneously, they generally represent different and, somewhat
contradictory, methods for achieving quality of life. Therefore, it is vital to explore
their consequences and implications.
This paper looks at two of these, Green Economy because it is currently the dom-
inant model internationally, and Living Well, because it is the most radical alternative
in terms of ethos and values. It is based on a review of the relevant literature; doc-
umentary analysis, participant observations, secondary data analysis; and a series of
37
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
interviews carried out by the author between 2008 and 2014 as part of a wider project
on achieving environmental justice (Bell, 2012; Bell, 2014). The research included
six months of fieldwork and 140 interviews with a range of state representatives, civil
society organisers, local ‘experts’, academics, workers and residents. The discussion
begins by outlining the theoretical underpinnings of each approach and going on to
examine the lessons from their practical implementation in South Korea and Bolivia.
Whilst interpretations of Green Economy and Living Well vary and there is some
overlap between them, they are generally quite opposed in ethos. Each position will
now be briefly outlined.
Beginning with Green Economy, it is important to note that it is not an entirely
new approach but, because of the multiple crises of recent years, governments, poli-
cy-makers, businesses and policy influencing groups have become particularly inter-
ested in the concept of late, especially with its inherent promise to kick start sluggish
economies. Hence, a policy framework for the Green Economy has recently gained
prominence through a series of reports and initiatives by the major supra-national
development agencies, particularly the UNEP (2011); the World Bank (2012) and the
OECD (2011; 2012a).
The United Nations Environment Programme (2011: 16) defines a Green Econ-
omy as one that achieves ‘…improved human well-being and social equity, while
significantly reducing environmental risks and ecological scarcities’. This definition
leaves scope for a variety of interpretations, yet a market-based construction of this
concept, which promotes the commodification and financialisation of nature, life and
ecosystem services, has come to dominate development policy and discourse, while
redistributive alternatives have been marginalised (Cook et. al., 2012). The fact that
the market has not prevented environmental degradation in the past is attributed
to market failures; more specifically, that the market does not value natural capital
sufficiently, or register the costs of its degradation (OECD, 2011; UNEP, 2011).
Hence, the Green Economy emphasises economic growth, pricing mechanisms and
technological innovation as the way to reduce social and environmental problems
(e.g. UNEP, 2011).
Green Economy has found favour with all the major development organisations
and most national governments who all claim that there is no inherent contradiction
between economic growth and environmental protection. In fact, it is considered that
‘…the greening of economies has the potential to be a new engine of growth, a net generator
of decent jobs and a vital strategy to eliminate persistent poverty’ (UNEP, 2011: 16).
Economic growth (defined here as an increase in the productivity of goods and
services, as measured by GDP or GNP) is perceived as necessary to achieve sufficient
jobs, prosperity and human wellbeing. Hence, the majority of national governments
38
Karen Frances Bell
have, at climate change negotiations from Kyoto to Cancún, made it clear that they
do not want to sacrifice growth for the environment. In the face of an increasing
realisation of the planetary limits to growth, they argue that, it is not the amount of
growth that matters, but the type of growth. In 2009, all the countries of the Organ-
isation of Economic Cooperation and Development (OECD) signed a Green Growth
declaration stating that they would:
… strengthen their efforts to pursue Green Growth Strategies as part of their re-
sponses to the financial crisis, acknowledging that green and growth can go hand-in-
hand (OECD, 2012a: 1).
One of the key arguments for ‘green growth’ is that, if sustainability and economic
growth are presented as complementary, environmentalism is more likely to be taken
seriously and acted upon (e.g. Hinterberger et. al., 2009; Borel-Saladin and Turok,
2013). Its proponents argue that alternative means of addressing the environmental,
economic and social crises, such as moving away from marketisation, consuming less,
or banning harmful activities, are naïve or detrimental to the goal of a better world.
Reducing consumerism is considered to be a negative message for governments, busi-
nesses and citizens.
Most advocates of the Green Economy do recognize that market instruments are
not the only solution to the combined social and environmental crises, though, and
also advocate a degree of regulation and voluntary approaches (e.g. OECD, 2011;
UNEP, 2011) with the government providing enabling conditions and incentives for
private investment.
However, when Green Economy was debated at the 2012 United Nations Con-
ference on Sustainable Development (Rio+20), the concept and the underlying prin-
ciples were strongly contested by some participants. Most of the critiques centred
on the perceived neglect of social concerns. Though advocates of Green Economy
argued that the policy will benefit the poor through enhancing growth, its detractors
contended that there it would exacerbate poverty and inequality, as well as harm the
environment (e.g. People’s Summit for Social and Environmental Justice, 2012).
Critiques of Green Economy came particularly from indigenous social move-
ments, who warned that, though this approach promises to eradicate poverty, it actu-
ally favours corporate interests and will create more environmental problems though
the promotion of risky technologies. For example, at the Indigenous Peoples Global
Conference on Rio+20 and Mother Earth, the following appeal was made:
We urge all humanity to join with us in transforming the social structures, institutions
and power relations that underpin our deprivation, oppression and exploitation….We
need to fundamentally reorient production and consumption based on human needs rather
than for the boundless accumulation of profit for a few…We demand that the United Na-
tions, governments and corporations abandon false solutions to climate change, like large
hydroelectric dams, genetically modified organisms including GMO trees, plantations,
agro-fuels, “clean” coal, nuclear power, natural gas, hydraulic fracturing, nanotechnology,
39
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
40
Karen Frances Bell
In general, then, the Green Economy and Living Well paradigms have been de-
veloping in parallel, with little evidence-informed debate. On the rare occasions that
they have been compared, there has been a tendency to promote one or the other
approach without referring to the impacts that result from their practical application
(e.g. Pachero, 2013). This paper addresses this gap by examining how the two mac-
ro-policies have manifested in practice, focussing on South Korea (Green Economy)
and Bolivia (Living Well), each global leaders in their respective approaches. The
next sections provide some relevant background to the countries and outline the re-
search findings, beginning with South Korea and then turning to Bolivia.
South Korea has been applauded internationally for its apparent economic and so-
cial progress. Over the last six decades, the country has transformed itself with very
fast export-fuelled economic growth and rapid industrialisation so that the country’s
GDP is now the 15th highest in the world. However, its greenhouse gas (GHG)
emissions have rocketed over this period, totalling 647.3Mt CO2-eq in 2010. This
represents a 118.6 percent increase from 1990 levels (IEA, 2012). South Korea is
also one of world’s largest energy consumers and currently imports approximately 96
percent of the energy that it uses, in the form of oil, coal and liquefied natural gas
primarily from the Middle East and South East Asia (ibid.). The country’s total final
consumption of energy (TFC) in 2010 was 157.4 Mtoe, almost 24 percent higher
than in 2000 (IEA, 2012). Therefore, in order to continue to grow but become more
energy independent and reduce its climate emissions, the government has embraced
‘green-growth’ and has now, according to UNEP (2014) become the global leader in
transitioning to a Green Economy. This process was initiated by former president,
Lee Myung-bak. Shortly after coming to power in 2008, Lee Myung-bak, proposed
that ‘Low-Carbon Green Growth’ (LCGG) should be the new national development
paradigm for the next 60 years (NRCS, 2012). As a result, a Presidential Committee
on Green Growth and a Low-Carbon Green Growth strategy was launched. The
strategy was essentially a fiscal stimulus programme similar to that of many gov-
ernments around the world who have taken this approach in response to economic
recession. However, South Korea went further than any other country in this when
it announced that 81 percent of public investment would go towards green initiatives,
equivalent to 2.6 percent of GDP.
The advocates for the Green Economy approach in South Korea that were in-
terviewed for this study had high hopes for this policy. For example, one of the
interviewees said:
The Green Economy is our best hope for preventing more environmental degra-
dation, and our Low Carbon Green Growth Strategy is the practical application
of that. We seek to transform economic growth so as to achieve sustainable devel-
41
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
The Government has laid out three objectives for the Green Economy: econom-
ic growth with minimal use of energy and resources; reduced CO2 emissions and
environmental pollution with the same energy and resource use; and new growth
through research and development in green technologies, so as to achieve early dom-
inance in international markets. The Low Carbon Green Growth strategy was to be
implemented mainly through incentives for companies to develop green technologies
and products; public information/education to increase awareness and demand for
green products; and regulatory measures (particularly the reduction of greenhouse
gas emissions from industry).
Though not required to reduce emissions under the Kyoto Protocol due to their
developing economy status at the time of the negotiations, in 2009, the Government
set a greenhouse gas reduction target of 30 percent by 2020, the most ambitious tar-
get of the Non-Annex I countries, so far. In order to achieve this, a Target Manage-
ment System (TMS) was initiated which, after consultation with affected businesses,
will be mandatory. This is a step ahead of the voluntary agreement system that has
been set up in most other countries. The Government will provide a great deal of
financial assistance to enable the targeted companies to comply, subsidising up to 50
percent of the cost of installing energy-efficient and low-carbon facilities, as well as
offering loans and tax exemptions for the remaining costs. Carbon trading is also a
pillar of the LCGG strategy. In 2012, the South Korean National Assembly passed a
law introducing a national carbon emissions trading scheme by 2015, making it one
of the first in the world to set up such a scheme (IEA, 2012).
Innovation and new technology is the main emphasis of the Green Economy ap-
proach in South Korea, supported by billions of dollars of public finance (Ministry of
Knowledge Economy, 2009). The strategy includes various financial policies designed
to mobilise public funds to use as credit for environmental businesses through public
financial institutions, such as the Korea Development Bank and the Korea Credit
Guarantee Fund. In addition, financial incentives are available for different phases
of environmental business development, including research and development, and
commercialisation. Alongside some clearly beneficial technologies, such as photovol-
taic panels, wind energy technology and Light Emitting Diode (LED) appliances;
the Government also plans to support development of the following more contro-
versial technologies: fuel cells; carbon capture and storage (CCS); nuclear reactors;
green cars; bio-technology; robot applications; nano fusion; and bio-pharmaceuticals
(Presidential Council for Future and Vision, 2009; National Science and Technology
Council, 2009; Ministry of Knowledge Economy, 2009).
Rather than focus on reducing unnecessary demand, as would be consistent with
the need to live within planetary boundaries, under South Korea’s Green Economy
project, consumption is projected to increase by 32 percent over the next twenty
42
Karen Frances Bell
43
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
Their criticisms include, the lack of focus on reducing energy use; the planned in-
crease in nuclear power; the low renewable energy targets; the focus on developing
an overseas food supply; the emphasis on road transport, as opposed to railways; the
increased privatisation of resources, including water; the emphasis on projects which
benefit developers at the expense of the environment; and the proposed deregulation
of some environmental legislation (e.g. interview, 21 January 2013, Heeseon Sim,
Policy Officer, Citizens Movement for Environmental Justice).
It is evident that these aspects of the green growth policies have produced some
socially and environmentally harmful results. For example, agricultural outsourcing
has continued apace, as was attempted in the, now infamous, Daewoo Logistics–
Madagascar deal of 2008. This ‘land grab’ particularly attracted attention because of
its size (1.3 million hectares) and the ensuing riots and overthrow of the Madagascan
government. Half of Madagascar’s arable land, as well as some rainforests, were to
be converted into palm and corn monocultures for South Korea’s food and energy
consumption, while much of the local population went hungry. In this, and similar
land grabs, the Government and private companies of South Korea work together to
secure lucrative business opportunities in overseas agricultural production.
In addition, energy use continues to increase at an alarming rate, with fossil fuels,
including oil and coal continuing to be the main energy source (Korean Environment
Statistics Information Service, 2014 – data to 2012). Trends in energy consumption
have tended to mirror the growth in GDP (Korea Energy Economics Institute, 2013
– data to 2012). Furthermore, as Joung-Woo et. al. (2012) point out, 1.2 million
South Korean households experience ‘fuel poverty’, spending more than 10 percent
of their income on energy.
The Government’s LCGG strategy has also included the deregulation of factory
sites and the lifting of greenbelt restrictions within the Seoul region to enable more
growth and development. Furthermore, large scale engineering projects have featured
highly in the strategy. One of the most controversial of these was the ‘Four Rivers
Restoration Project’. This project was to dredge, dam and ‘beautify’ four major rivers,
supposedly to increase the supply and quality of fresh water and prevent flooding and
drought as an adaptation to climate change. The project accounts for 36.8 percent
of the budget for the government’s Green Economy programme, the highest share
(Yun, 2010). Polls show that more than 70 percent of Korean citizens criticized the
project on the grounds that it would kill the ecosystems of the four rivers and because
the project proceeded without respect for legal processes, including laws relating to
environmental policy and environmental impact assessment (Yun, 2010). In most of
the interviews and informal conversations carried out with Korean citizens for this
research, a great deal of concern was expressed regarding the project for these reasons
(e.g. interview, 1 February 2013, Yujin Lee, Director of Policy Making Committee,
Korean Green Party Plus). The interviewees believed the Government is carrying out
these projects, not for the environment, but for the benefit of large companies, par-
ticularly civil engineering and building contractors. The LCGG strategy will not even
44
Karen Frances Bell
succeed in lowering carbon emissions, they argued, as South Korea’s carbon footprint
could increase with the resulting burst of construction (interview 9th October 2012,
Social Policy Executive, Government of the Republic of Korea).
Korean academics have also been critical of the LCGG strategy. For example, Yun
(2010) argues that the Government’s proposed policies and projects are based on a
distorted and narrowed concept of ’green’, purely focussing on carbon emissions. Yun
considers that this policy is being used to make the active pursuit of growth more
palatable and to narrow the acceptability of environmental policies that are not com-
bined with growth. This co-option of the green agenda has, to some extent, taken
the attention away from the domestic environmental movement and subsumed green
under what amounts to a growth-biased discourse.
Even analysts that are more positive about the potential of the Green Economy
in South Korea have significant reservations. Rhee et. al. (2012), for example, report
that though greenhouse gases have reduced since the LCGG strategy was announced,
the rate at which this has occurred indicates that the overall reduction will only be
approximately 42 percent of that planned (Rhee et. al., 2012). In addition, they high-
light that the voices of environmentalists have not been seriously listened to, stating:
… the biggest stakeholder of all, the general public of Korean society, is not well
informed about the national green growth strategies. This is partly because the de-
tailed contents are not fully open yet and also because the policy-making processes are
practically closed to the general public (Rhee et. al., 2012: 35-36).
Though South Korea’s Green Economy programme has been lauded by the OECD,
UNEP, World Bank, IEA, the G8 and the G20, every environmental NGO that I
spoke to in the country was against it and I could find none that were in favour. The
citizens groups I spoke to estimated that up to 70 to 80 percent of the Korean people
are against major portions of the green-growth platform (e.g. interview, 21 January
2013, Heeseon Sim, Policy Officer, Citizens Movement for Environmental Justice).
It is remarkable that a policy which is supposedly based on environmental concerns
should effectively ignore the voices of the citizens and organisations that have been
working on these issues for over 20 years.
Hence, though it is too early to judge the longer term outcomes of this policy,
it has a number of concerning aspects, in terms of promoting many risky and/or in-
effective technologies and programmes. South Korea has, for some time, prioritised
economic growth and now it uses the discourse of green growth so as to continue
on this trajectory in the face of impending environmental devastation. Whilst it is
claimed that growth is necessary to deliver improved human wellbeing, it is question-
able whether this has occurred in South Korea. Though welfare provision in South
Korea has been expanding over the last fifteen years (Ringen et. al. 2011) and the
current government has promised to extend this (Kwon, 2014), there is no intention
to provide a ‘universal’ welfare state. At present, social insurance programmes, in-
cluding pensions and social security after employment loss, cover less than half of the
45
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
population in the relevant categories (ibid.). Little of the growth that has occurred
has been used to increase the wellbeing of the most vulnerable, with social spending
still standing at only 8.1 percent of GDP. This is low by international standards, with
the average OECD spending being 19.8 percent of GDP (Joung-Woo et. al., 2012 –
2011 data).
Furthermore, the relative poverty rate in South Korea doubled between 1996 and
2008 during a period of very high growth (Jones and Yoo, 2012). Therefore, the
OECD has made a statement regarding the need for Korea to look beyond growth in
its policies, stating:
While economic growth can help reduce income inequality and poverty, Korea’s
experience shows that achieving a high growth rate is not sufficient in itself to address
inequality and poverty (OECD, 2012b: 1).
Going further than considering only direct material needs, growth does not appear
to have been successful in improving human rights or increasing happiness in South
Korea, either. According to a recent report of the International Trade Union Confed-
eration, South Korea sits in category 5 for employment rights, making it one of ‘the
worst countries in the world to work in’ (ITUC, 2014a:15). More specifically, an inter-
national delegation of trade union groups, including ITUC, reported on the current
situation of human and trade union rights in Korea, as follows:
Our mission has only confirmed what we had feared, that under the current ad-
ministration the government is engaging in a wave of intense repression against
labour and civil society of the kind not seen in recent years and which threatens to
hollow-out the country’s democracy. We are deeply troubled by the government’s
blatant disregard for international labour standards in law and practice…Of par-
ticular concern, we understand that many labour leaders and workers are in jail or
prison today… (ITUC, 2014b: 1).
46
Karen Frances Bell
of the less popular aspects of the programme, such as the ‘Four Rivers Restoration
Project’.
Although the outcomes of the Green Economy project in South Korea are still
uncertain, the evidence from this initial overview indicates that this approach, as
enacted in South Korea, does not bring about quality of life in the current or longer
term. Some of the solutions being proposed and implemented such as developing
risky technology and outsourcing agriculture merely displace problems geographical-
ly, historically or socially. Some environmental improvements may occur as a result
of better management practices, incentives to change consumer habits, investment
and new regulations but, in general, Green Economy does not seem to sufficiently
support quality of life. The kinds of policies and programmes that have been im-
plemented as part of the Low Carbon Green Growth strategy in South Korea have
sometimes been socially and environmentally deleterious, suggesting that the Green
Economy policy could be very problematic if adopted on a global scale.
The next section examines one of the proposed alternative approaches –Living
Well as implemented in Bolivia– to assess whether this could be a more viable strat-
egy.
The Bolivian Government is the first government in the world to fully embrace the
Living Well philosophy. According to the 2009 constitution, all development proj-
ects should now be evaluated through a lens of ‘Vivir Bien’. The approach was further
strengthened with the passing of the ‘Framework Law of Mother Earth and Integral
Development for Living Well’ in 2012. This national legislation established 11 new
rights for nature, including: the right to life and to exist; the right to continue vital
cycles and processes free from human alteration; the right to pure water and clean
air; the right to balance; the right not to be polluted; the right to not have cellular
structure modified or genetically altered; and the right not be affected by mega-infra-
structure and development projects that affect the balance of ecosystems.
In 2010, an international victory for ‘Vivir Bien’ occurred when the UN voted
unanimously to accept Bolivia’s proposal to make water and sanitation a human right.
Introducing the text, Bolivia’s representative said these rights had not been fully rec-
ognized, despite references to it in various international instruments and called on:
states and international organizations to provide financial resources, capacity build-
ing and technology transfer, through international assistance and co-operation, in
particular to developing countries, in order to scale up efforts to provide safe, clean,
accessible and affordable drinking water and sanitation for all (UN General As-
sembly, 2010).
Most counties (122) voted in favour of the resolution (though South Korea was one
of the 41 countries that abstained).
47
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
1 The COP meets annually to assess progress in relation to the United Nations Framework
Convention on Climate Change (UNFCCC). This is an international environmental treaty
which was agreed at the UN Conference on Environment and Development, held in Rio in
1992. There are 195 ‘parties’ i.e. signatory countries.
48
Karen Frances Bell
The policy has also been criticised on the grounds of being anti-modern, though
this is mainly an allegation made by those that are external to the country. There is
no dismissal of modernity or science within the Living Well approach. State-spon-
sored science and technology projects are increasingly prominent in Bolivia and much
is being done to foster work in these fields, though with an emphasis on using local
materials and methods and respecting indigenous or ancestral knowledge (Centellas,
2010). For example, traditional medicine, much less likely to have a negative envi-
ronmental impact than the polluting pharmaceuticals used in allopathic medicine
(see, for example, Kümmerer, 2009), is now being promoted by the State. The Gov-
ernment is intent, not only on creating a national system of traditional medicine,
but ensuring that it has the same status as Western medicine (Johnson, 2010). A
Vice Ministry of Traditional Medicine and Interculturality is being established and
there are plans for academic programmes in the study and promotion of traditional
medicine; mutual referrals between physicians and traditional medicine providers;
and systems of regulation, certification, and accreditation for traditional medicine
(MSD, 2006). For this reason, coca is also promoted for its medicinal and cultural
value (Farthing and Kohl, 2010). At the same time, nutritious indigenous crops that
have fallen out of widespread popular consumption (e.g. grains such as quinoa and
amaranth) are being promoted (Johnson, 2010). These programmes are consistent
with the widespread desire of Bolivians to reclaim their own resources and modes of
knowledge production. Science is being used as a tool for Bolivian development on
local terms, not as a sign that Bolivia is ‘catching up’ to developed nations (Centellas,
2010). As Agrawal (1995) has pointed out, there is a tendency to dichotomize indig-
enous vs. scientific and Living Well is indicative of how they may be merged.
There have also been accusations that the government is not really committed to
the Living Well ideals it professes. This critique was evident in some of the interview
comments. For example, it was alleged that the new Framework Law was not suffi-
ciently strong with regard to environmental protection or indigenous rights, as in the
following excerpt:
There is a discourse from the Government which gives an international impression
but, in Bolivia, they are continuing with these practices that cause environmental
and social problems …The Government maintains the discourse of Vivir Bien but
takes the road of industrialisation… (interview, 20 March 2013, Martin Vilela,
International Relations representative of the Bolivian Platform on Climate
Change).
49
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
International environmental NGOs, as well as less formal groups and local organi-
sations, including the lowland indigenous federation, CIDOB, argued that the con-
struction of the road would be ecologically and socially very damaging. Some groups
on the left accused the Government of pursuing pro-capitalist development at the
expense of the rights of indigenous people, considering the road to be mainly a means
of facilitating hydrocarbon exploration and extraction. In some cases, the protesters
and NGOs involved proposed that the area be designated as untouchable i.e. a sacred
space, not to be altered.
However, the Government and its supporters, including a large proportion of
indigenous communities, considered the road to be essential to bring services to the
people living in the TIPNIS region. Far from the situation being that of indigenous
people in opposition to the Government, as the media tended to portray it, the TIP-
NIS situation was characterised by conflicts between the different social movements
and between various indigenous groups. Though some, often supported by interna-
tional NGOs, anthropologists, and religious groups, were opposed to the TIPNIS
road, the main campesino groups (largely indigenous), leaders from the Bolivian
Workers Central (COB) and indigenous groups in the south of TIPNIS, all came out
in support of it, highlighting the benefits the road would bring in terms of access to
basic services and ability to trade.
In October 2011, the Government responded to the protests by passing Law
180, prohibiting the construction of a road through TIPNIS and designating it as
untouchable. Even so, protests continued, this time from the supporters of the road
as well as others, on the grounds that an untouchable status would undermine the
livelihood of some of the local people. Consequently, the Government set up a con-
sultation process regarding whether the road should be constructed through TIPNIS
and if the area should be designated as untouchable. When the extended consultation
process ended in December 2012, the result was that, of the 69 indigenous com-
munities included, 54 agreed to support the road, 3 were opposed to the road only
but were also against untouchable status, 1 was opposed to the road and supported
untouchable status, and 11 did not participate (6 could not be reached and 5 boycot-
ted the process) (Supreme Electoral Tribunal – TSE, Bolivia, 2013). Many saw the
process as a triumph for participatory democracy; while others continue to allege that
the consultation was manipulated, for example through linking the construction of
the road to the promise of clinics and schools.
Though superficially the issues seemed to be about whether the provision of ser-
vices and economic development over-ride those of the local indigenous communities
and their ancestral lands, this is in the context of a much larger question about how to
achieve quality of life for some groups, whilst respecting the quality of life of others.
50
Karen Frances Bell
This debate is necessary and positive if such tensions are to be resolved and integrat-
ed. The TIPNIS situation shows that the Government have followed the popular
will, and shown a willingness to consult and enter into dialogue. In this example, and
others, the MAS administration tries to steer a course between environmentalism
and developmentalism, which it considers to be the essence of ‘Vivir Bien’.
However, it must be acknowledged that dependency on extractivism is a serious
constraint to the effective implementation of Living Well. Gudynas (2013, p 15)
defines ‘extractivism’ as ‘a form of extraction of natural resources on a large scale or
with high intensity, of which at least 50 percent are for export, either as raw materials
or those with a minimal degree of processing’. It is not just the activity of resource
extraction, but a development model in which society is organised on the basis of
exploiting resources for export. It is apparent that Bolivia is still tied to this model.
The MAS (Movimiento al Socialismo - Movement Towards Socialism) Government
has been unable to alter the extractivist, primary export model of the colonial and
neoliberal era that still characterises the Bolivian economy (Molero Simarro and
Paz Antolin, 2012). However, while private multinational firms continue to extract
the majority of the country’s natural gas and minerals, the share of income from
these industries that goes to the state has increased significantly under the MAS
administration. This has enabled the Government to introduce new programmes in
health, education and social security and helped to reduce rates of extreme poverty
(as discussed later), but it has not yet been sufficient to enable Bolivia to build a
broader basis for income or employment. Moreover, as Bebbington and Bebbington
(2010) point out, extractivism in Bolivia has created a number of tensions, particu-
larly between local rights and state rights, as well as the localisation of costs and the
nationalisation of gains.
Though the continuing extractivism would appear to be a contradiction to Living
Well, it is important to take into account Bolivia’s relatively recent and extensive colo-
nial history which has kept the country poor despite its resource wealth and continues
to limit its options at the present time. In addition, Vivir Bien has not yet enabled
the country to move beyond extractivism, industrialisation or fully deliver the social
rights that it proposes because of its relatively recent introduction to policy. Vivir
Bien is not yet significantly developed as a concept or a practical programme. Without
this work, it is open to a variety of interpretations, some of which may not result in
a truly eco-social transition. The interviews and discussions I carried out in Bolivia
indicate that, though most people in Bolivia are aware of the concept, they were not
clear what it would mean in practice. For example, a Government officer responsible
for carrying out environmental consultations said:
If you ask me, I do not understand very well what Vivir Bien is. Vivir Bien, the
Law of Mother Earth, that paradigm is really new and I have not had the oppor-
tunity to understand and ask questions… so it has to be socialised … I think it is a
culture, it is not a simple law. For example, for me, Vivir Bien is very different to
what it would be if you asked people from the country. I do not really understand
it. We are not really working on Vivir Bien at the moment (interview, 27 March
51
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
Others had clearer conceptions but with diverse emphases. Some focused on Vivir
Bien as part of a transition to socialism and liberation from external domination. For
example, a MAS representative said:
For me, Vivir Bien, is our Andean cosmo-vision. We are a pluri-national state so
we are at this stage of finding our path to Vivir Bien. The path before was that of
capitalism, that of the rich, now it is that of the people, to serve the people. Therefore,
now our pluri-national state is taking the path of the people. We are recuperating
all that we have lost and forgotten … (interview, 4 April 2013, Leonida Zurita
Vargas, Secretary of International Relations, MAS).
Vivir Bien is a very new policy so it is difficult, at this stage, to see what kind of
transition it will lead to. However, it should be noted that the goal to achieve social
progress that is central to this macro-policy is already being delivered through re-
distributive means, rather than market-based growth. That is not to say that there
has not been growth, since the Bolivian economy is currently growing at a rate of 5.2
percent (World Bank, 2013), but the Bolivian Government does not focus on growth
as the primary route out of their problems and Living Well is not expected to be
achieved as a spill-over from growth.
Poverty and inequality rates have reduced drastically in the country in recent years
as a result of redistributive measures. According to Bolivia’s National Institute of
Statistics, poverty levels fell from 60.6 percent in 2005 to 49.6 percent in 2010, with
the greatest reduction occurring in rural areas (from 77.6 percent to 65.1 percent)
(INE, Bolivia, 2013). Recent international figures back these findings, indicating that
there has been a significant drop in absolute poverty rates (the proportion of those
living on less than US $2 per day) from 60 percent in 2006 to 30 percent in 2011
(CIA, 2011). The minimum wage has increased by 127 percent since 2005, outpac-
ing the rate of inflation, by far. However, the main programmes to reduce poverty
and inequality have been transfer payments targeting the most vulnerable groups, a
national pension and social security scheme (Renta Dignidad) and a national health
insurance programme for under 25s (interview, 8 April 2013, Magdalena Lázaro,
General Secretary of the National Confederation of Indigenous Women of Bolivia -
Bartolina Sisa). In addition, illiteracy, which stood at over 13 percent of the popula-
tion in 2006 was eradicated after a 33 month campaign (UNESCO, 2009). There has
52
Karen Frances Bell
also been a reduction in the proportion of the urban population living in slums (i.e.
dwellings which are overcrowded, made of non-durable material, or without access
to improved water or sanitation services), which has fallen from 54.3 percent in 2000
to 47.3 percent in 2009 (UNDP, 2012). Furthermore, there have been inroads into
reducing inequality, according to Government statistical data which shows that the
Gini Coefficient dropped from 0.62 in 2005 to 0.53 in 2009, the latest date for which
there are figures (INE, Bolivia, 2013).
However, Bolivia still has some way to go in resolving its social policy dilemmas so as
that all its policies are holistically combined as is the intention with the Living Well
paradigm. For example, a great deal of criticism has ensued with regard to the new
Code for Children and Adolescents, Law No. 548, of 17 July 2014 on the ‘Right
to protection of the child and adolescent at work’ (Chapter VI) (e.g. ILO, 2014).
This law fixes the minimum working age at 14 but allows it to be reduced to 10 in
some cases. Some have interpreted this as a regressive step which encourages child la-
bour. However, the government believes this measure only accepts the current reality
whereby children are often engaged in fishing and farming activities in indigenous
communities from a very young age. They consider the new legislation prevents the
criminalisation of poor children and their families and will, through its insistence
that they still attend school full time, in the long run, help to achieve their goal to
eradicate child labour by 2020. In the meantime, though, such policies obviously
clash with the Living Well emphasis on meeting human needs.
The country examples discussed here show that there is, as yet, no clear path towards
achieving a better quality of life for all with planetary limits. There is much that
remains to be debated and researched. It is very early days in terms of seeing the
full impact of these policies, especially in the case of Bolivia which only passed the
Framework law on Living Well in 2012. Therefore, it has been possible to examine
the practical application of these paradigms in only a very limited way. It is also a
complex task to compare the situation and process of these two countries since they
begin from very different starting points. South Korea is now a high income and
developed country with a very short colonial history (colonised by Japan from 1920
to 1945) whilst Bolivia is now a middle income country with an extensive colonial
history. Even so, it does seem worthwhile to have examined the value base, ethos
53
Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
and strategic proposals that are being developed in line with these two alternative
transition directions as a starting point for future comparative investigation, analysis
and debate.
Green Economy and Living Well approaches both seem to offer the possibility
of radical change and they are opening up debate on quality of life throughout the
world. It is evident that there is some overlap in approaches to the extent that both
Green Economy and Living Well are based on an appreciation that we are living in a
way which cannot be sustained in the future and which is often at the cost of human
health and wellbeing now. Both paradigms recognise that the previous assumption
that we can ‘grow now and clean up later’ is not rational or ethical because to do so
may be extremely difficult, expensive or even impossible. Hence, there is agreement
that we need a fundamental change in order to address the multiple crises that we
now face.
There are a number of programmes that would fit in both Green Economy and
Living Well scenarios, including various forms of dematerialisation (reducing the
amount of raw materials needed), such as remanufacturing, zero-waste, closed-loop
systems (where waste products are reused), producing more durable and repairable
goods, and using human labour, rather than mechanical labour. However, despite
some overlap between these macro-policies, in general, Green Economy and Liv-
ing Well are competing paradigms primarily because of their divergent assumptions
about the role of the market and necessity for achieving social equality when ad-
dressing environmental problems. The question of which is the most appropriate and
effective direction to take is, therefore, fundamental.
The Green Economy, as interpreted in South Korea, is based on an assumption
that the market and new technology will bring about the required changes, given
the support of governments and their ability to create the right enabling conditions.
It is, therefore, very close to the familiar ‘sustainable development’ and ‘ecological
modernisation’ development paradigms. It intends to use the same tools i.e. market,
technology and peripheral regulation that resulted in the current environmental,
economic and social problems. This lack of radicalism would suggest, as other crit-
ics have argued, that it will not bring about the fundamental shift that appears to
be necessary (e.g. Kosoy and Corbera, 2010; Brand, 2012; Aşici and Bünül, 2012).
Green Economy in South Korea could work well for addressing specific environmen-
tal problems, such as reducing greenhouse gas emissions (mainly via nuclear tech-
nology) but it fails to take a holistic approach to social, environmental and economic
problems. On the other hand, the Living Well scenario promises to achieve an en-
vironmentally sound and socially just green transition, but currently these objectives
still clash somewhat with the emphasis on extractivism.
In general, both approaches would appear to benefit from taking as holistic an
approach as possible when developing their policy paradigms. Rather than com-
promising between various aspects of the environmental, social and economic, they
could be devising strategies that integrate these aspects, though openly discussing
54
Karen Frances Bell
shortcomings and attempting to integrate tensions. This would require a strong cross
departmental culture and secure spaces which enable policy makers to be creative and
focus on wider societal goals. It would also be helpful if researchers and commenta-
tors aided this process through creating opportunities for more interactive and open
debate around these opposing policy directions.
Cook et. al. (2012) advocate that Green Economy could be stronger though incor-
porating social dimensions into problem definitions at an earlier stage. In addition,
they propose that policy responses could include policies or programmes that deliver
co-benefits or achieve a win-win scenario, such as green jobs, as well as transforma-
tive social policy that drives structural change. As the United Nations Research Insti-
tute for Social Development (UNRISD) point out, unless the underlying inequality
of the current economic growth model and power structures is also addressed, it will
be difficult to achieve greater equality and reduced poverty through the Green Econ-
omy (UNRISD, 2012).
Arguably, the most concerning aspect of Green Economy, as practiced in South
Korea, is that it maintains the dominant hegemonic commitment to growth at a time
when the evidence is mounting that it needs to end. Several studies have noted that,
rather than growth, redistribution of current income and assets is the most effective
form of poverty reduction (e.g. Dagdeviren et. al., 2001; Gordon et. al., 2003; Gor-
don, 2004). For example, Gordon (2004) argues that a relatively modest amount of
redistribution would easily halve world poverty by 2015, whilst economic growth, by
itself, is unlikely to do so. To eradicate child poverty forever, most countries would
require an investment of less than 0.5 percent of their GNP, if it could be targeted
perfectly (Gordon et. al., 2003). Growth is probably not necessary, then, to reduce
poverty and inequality, and certainly not the most effective method, as both can be
more reliably reduced through redistribution. What is likely to achieve this is pro-
gressive taxation or, better still, more equal pay; alongside appropriate environmen-
tal, economic and social regulation.
Any socially just, green transition toward a decent quality of life for all will need
extensive redistribution of income and wealth on a national and global level. As the
trade union movement state, because the global poor need to consume more, the
wealthy need to drastically reduce their consumption by as much as 90 percent over
the next few decades (UNEP/ILO/IOE/ITUC, 2008). This is very unlikely to hap-
pen voluntarily and so governmental policies which bring about a redistribution of
wealth must be the basis for the necessary process of change. The incorporation of
Living Well into the Bolivian national development project, if it is able to resolve the
constraints and tensions that currently exist, could be an inspiring example of what
is possible through widescale redistribution of wealth and a commitment to quality
of life within planetary limits.
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Living Well within Planetary Limits: A comparative analysis of contrasting paradigms...
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Cooperación internacional para el desarrollo y
calidad de vida: alcances, logros y retos en México
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
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Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
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Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
Nivel sobre Eficacia de la Ayuda celebrado en Busán, Corea del Sur, en el año 2011, se
concluyó que debía haber una redefinición del concepto de cooperación abandonando
el uso de vocablos como ayuda o asistencia que implican la capacidad de uno y la
necesidad de otro. Asimismo, por primera vez, la discusión se centró en el desarrollo,
en definir el tipo de desarrollo que la cooperación internacional busca y promueve.
Sin embargo, antes de que se llegara a este punto existió un largo camino, mismo que
aquí se presenta brevemente.
En materia de resultados, conviene contrastar los datos relativos a los recursos
destinados para la cooperación internacional y la evolución correspondiente de los
niveles de pobreza. Mientras los montos de cooperación para el desarrollo se incre-
mentan paulatinamente, los niveles de pobreza no disminuyen en la medida que los
países más afectados logren un desarrollo estable. En la Tabla 1 se muestra cómo en
años seleccionados entre 1960 y el 2013 se mantiene el incremento de los montos de
cooperación para el desarrollo, cuando de forma paralela los problemas del desarrollo
no se han erradicado y, por el contrario, pese a los modestos avances, nuevas crisis
aquejan a la sociedad internacional dejando las metas que los organismos internacio-
nales se propusieron sin alcanzar.
Tabla 1. Cooperación internacional para el desarrollo y niveles de pobreza
1960 1970 1980 1990 2000 2010 2013
Proporción de
población vivien-
do con menos de
ND ND ND 64.6 61.3 46.2 ND
1.25 PPP por día
(1999)
en países menos
desarrollados
Total AOD por
miembros del
37,619 42,404 63,697 85,426 80,714 134,773 134,382
CAD (millones de
dólares)
Fuente: OCDE (2015a) y Anexo Estadístico del Informe sobre los Objetivos del Milenio (ODM), 2013 (2015).
63
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
ficativa de montos de cooperación para el desarrollo, pero con avances más concretos
al respecto. Para entender esta relación, debemos considerar no sólo a los indicadores
económicos, sino ver cómo esta subregión avanza en otros temas, lo que nos permita
entender hasta dónde la CID, el desarrollo y la calidad de vida se han movido.
Tabla 2. Receptores de Asistencia Oficial al Desarrollo y sus avances en los
Objetivos del Milenio (ODM) (millones de dólares)
2013
Región 2009 2010 2011 2012 2013
ODM
Norte del Sahara 3 176 2 670 4 076 4 755 8 726
Sur del Sahara 42 466 43 700 45 643 44 619 45 198
ÁFRICA, TOTAL 47 991 47 943 51 728 51 343 55 793
Pobreza
África subsahariana
muy alta
Norte y Centro América 4 352 6 872 5 958 4 711 4 622
Sudamérica 3 773 3 082 4 259 4 279 3 926
AMÉRICA, TOTAL 9 022 11 296 11 546 10 089 10 216
América Latina y el Poca
Caribe pobreza
Medio Oriente 10 379 9 507 11 373 9 002 16 803
Sur y Centro de Asia 18 465 18 637 20 259 17 706 20 591
Pobreza
Asia Oriental, Total 8 249 7 499 5 178 6 154 5 792
moderada
ASIA, TOTAL 38 170 36 754 37 948 33 791 44 330
Pobreza
OCEANIA, TOTAL 1 560 2 018 2 231 2 138 2 148
muy alta
Con estos datos, “La evidencia es la marcada desigualdad que pervive y se aumenta
en el territorio, muy a pesar de los logros registrados en términos de disminución de
la pobreza, quizá dados por las nuevas maneras de medirla” (Marín y Lozano, 2013:
156).
Diversos estudios han criticado la asistencia como una forma de incentivar el
desarrollo, argumentando que es un negocio de unos cuantos que han formado una
64
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
extensa burocracia (Hancock, 1994), que es una práctica imperialista (Hayter, 1971)
y que es sólo un reciclaje de los excedentes de lo que los países desarrollados han sa-
queado de las naciones pobres (Wionczeck y Yanagihara, 1989). Aunado a lo anterior,
encontramos que prácticamente no hay estudios que evalúen los montos destinados a
la cooperación en relación con los avances reales de desarrollo.
El problema estriba en la dificultad metodológica para evaluar hasta dónde la CID
cambia positivamente la vida de las personas. Dean Karlan pone un ejemplo sencillo
y claro: ¿qué pasa si alguien le regala a una familia una vaca y después de un año
regresa y ve que la familia vive mejor? Puede ser que la vaca haya sido fundamental
para impulsar el cambio positivo, pero también pudieron darse otras condiciones; por
ejemplo, que la comunidad en donde vive esta familia avanzó debido a factores como
una revaloración de sus propiedades, mejores cosechas, etcétera. El punto es que no
hay una evaluación efectiva que muestre el impacto de que lo que se le otorgó fue el
detonante de su bienestar (Doucleff, 2015).
En este sentido, una aproximación útil para evaluar el impacto de manera efectiva
en cierto tipo de esquemas de cooperación podrían ser los experimentos aleatorios;
sin embargo, el uso de esta metodología puede considerarse como incipiente e implica
diversas consideraciones particulares desde el diseño mismo de las políticas o progra-
mas. Actualmente, la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (SIDA, por sus
siglas en inglés) trabaja como socio en proyectos con esta metodología para evaluar el
impacto en la salud comunitaria en Uganda (J-PAL, 2015).1
Ante la referida necesidad de redefinición de estrategias y mecanismos de medi-
ción y evaluación, la CID encontró en los Objetivos del Milenio un nuevo marco de
negociación y compromiso. Por un lado, al poner sobre la mesa de discusión el tema
sobre las necesidades apremiantes de los países más pobres; y por otro, al replantear
la cooperación como un concepto que incluye no sólo el propósito de los donadores,
sino el compromiso que cada país receptor asume con su propio desarrollo. De esta
forma,
[…] más allá de los beneficios que pueda o no haber generado en materia de de-
sarrollo, la Declaración del Milenio y los ODM establecieron un nuevo marco
de coordinación de la cooperación internacional. Estos, por no contar con pre-
cedentes y resultar favorables a los intereses de los donantes y receptores, abren
la ventana para nuevas propuestas estratégicas (Marín y Lozano, 2013: 155).
La nueva arquitectura de la cooperación internacional para el desarrollo deberá
tener en cuenta temas vinculados con el desarrollo no sólo en términos económicos,
sino también sociales y culturales. En este sentido, la calidad de vida brinda una
serie de indicadores que nos permitirán mirar los logros desde otra perspectiva, no
65
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
66
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
dores pidieron una acción más coordinada entre ellos mismos. La Agenda propuso
que los receptores jugaran un papel más activo en la definición de sus estrategias
de desarrollo; inclusión de todos los comprometidos con el desarrollo, no sólo los
donadores miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE, sino
la colaboración y compromiso de los nuevos donadores; los miembros de la sociedad
civil y finalmente tener un impacto visible y medible del desarrollo (Accra, 2008).
En 2011, en Busan, Corea del Sur, se realizó el Cuarto Foro de Alto Nivel sobre
Efectividad de la Asistencia. En él se resaltó la preocupación sobre la crítica situación
que se vive, particularmente porque la pobreza y la desigualdad persisten como el gran
reto, situación que no se ha podido abatir desde hace 60 años que inició la coopera-
ción (Busan, 2011).
Durante este Foro resaltan dos cuestiones fundamentales; por un lado, como ya
se comentó, la idea de que el concepto de cooperación se debe fincar en la idea de la
co-responsabilidad con el desarrollo; tanto donadores como receptores se convierten
en socios en el desarrollo. Por otro lado, la idea de centrar los esfuerzos en el desa-
rrollo y no en la asistencia, es decir, de la asistencia efectiva a la cooperación para el
desarrollo efectivo, considerando que: “la asistencia es solo una parte de la solución
para el desarrollo. Es tiempo de redireccionar nuestra atención de la efectividad de la
asistencia a los retos que implica el desarrollo efectivo” (Declaración de Busán, 2011).
Lo anterior implica un marco de acción en el cual se tome en cuenta al menos lo
siguiente:
a) Que el desarrollo se guíe por un crecimiento fuerte, sustentable e incluyente.
b) Que la capacidad de los gobernantes juegue un papel mayor en el financiamiento
de sus necesidades de desarrollo. Así los gobernantes son más confiables ante sus
ciudadanos de cara a los resultados de desarrollo que ellos logren.
c) El Estado y las instituciones no estatales efectivas diseñan e implementan sus
propias reformas y mantienen su confiabilidad.
d) Los países en vías de desarrollo incentivan la integración, regional y global aprove-
chando en su beneficio las economías de escala. De manera que debemos repensar
cómo los recursos de la asistencia deben ser gastados y en qué; de manera que sus
objetivos sean congruentes con los derechos, normas y estándares internacionales,
y la asistencia sea un catalizador real del desarrollo (Declaración de Busán, 2011).
A la fecha, no obstante, las discusiones y acuerdos a los que se han llegado en las
diversas cumbres internacionales sobre cooperación, el tema del desarrollo se ha ana-
lizado siguiendo indicadores económicos, incremento del ingreso per cápita, mayor y
mejor infraestructura, etcétera, pero aún no se ha dado una evaluación que considere
indicadores de satisfacción de vida.
Hoy, con la discusión sobre la falta de resultados en los Objetivos del Milenio
(ODM), la propuesta se orienta a trabajar en dos líneas: los Objetivos del Desarrollo
Sustentable (ODS) y la Agenda para el Desarrollo Post 2015. En relación con los
67
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
68
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
de la pobreza, estipulando que existen diferentes formas de pobreza y ésta va más allá de
la simple medición del ingreso. Lo anterior permitirá considerar las diferencias en el
desarrollo, en las necesidades y en las capacidades de cada país.
Los ODS se convierten así en una opción para replantear las estrategias de coope-
ración internacional para el desarrollo, aterrizando en el análisis del tipo de desarrollo
que se está planteando y no sólo en la valoración de las estrategias de cooperación que
siguen los oferentes, enfocando, aunque lentamente, la atención en aspectos relativos
a la calidad de vida y no sólo el desempeño económico de los receptores.
69
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
Educación
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Jóvenes 15-19
sin educación ni 17.54 17.75 18.42 18.73 18.88 ND ND
empleo (%)
Jóvenes 20-24
sin educación ni 26.51 26.49 27.58 26.87 27.15 ND ND
empleo (%)
Empleo
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Tasa de des-
empleo: fuerza 3.72 3.97 5.48 5.38 5.23 4.95 4.93
laboral total (%)
Incidencia de
empleo a tiempo 17.6 17.6 17.9 18.9 18.2 19.4 19.0
parcial (%)
Salud
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Esperanza de
vida al nacer 74.2 74.1 74 74.1 74.2 74.4 74.6
(años)
Tasa de suici-
dios (por cada
4.5 4.7 5 4.8 ND ND ND
100,000 perso-
nas)
Pobreza
2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Población con in-
greso inferior a la 20.6
ND 16.8 ND 19.4 ND 20.0
línea de bienestar (2014)
mínimo (%)
Fuente: Todos los datos provienen de OECD Factbook statistics (2014), con excepción de los referentes a pobre-
za, estimados por CONEVAL (2015).
Contrastando estos datos con aquellos que ofrece la OCDE en su índice de calidad
de vida, tenemos que
México ha avanzado en gran medida en la última década en la mejora de la
calidad de vida de sus ciudadanos, especialmente en las áreas de educación,
salud y empleo. No obstante, México obtiene buenos resultados sólo en algu-
nas medidas de bienestar en comparación con la mayoría de los demás países
incluidos en el Índice para una Vida Mejor. México se sitúa cerca del promedio
en satisfacción y compromiso cívico, pero por debajo del promedio en empleo y
remuneración, estado de la salud, calidad medioambiental, vivienda, ingresos y pa-
trimonio, sentido de comunidad, balance vida-trabajo, seguridad personal, y edu-
cación y competencias (OCDE, 2015b).
70
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
Tabla 4. Índice para una vida mejor: México respecto a otros países
México Chile Brasil Máximo Mínimo
Vivienda 3.5 3.6 4.3 EEUU (8.1) Turquía (2.1)
Ingresos 0.4 1 0.1 EEUU (10) Brasil (0.1)
Empleo 5.5 5.8 5.8 Islandia (9.5) Grecia (1.5)
Comunidad 1.8 5.6 7.2 Irlanda (10) Corea (0)
Educación 0.5 3.4 1.8 Finlandia (9.1) México (0.5)
Medio ambiente 3.5 2 5.8 Suecia (9.6) Chile (2)
Compromiso
5.3 0 4.4 Australia (9.5) Chile (0)
cívico
Nueva Zelandia
Salud 4.7 5.8 4.6 Rusia (0.6)
(9.3)
Satisfacción 7 7.2 8.1 Dinamarca (10) Grecia (0)
Seguridad 0.4 6.8 2.2 Japón (10) México (0.4)
Balance vida-tra-
2.4 5 6.7 Dinamarca (9.8) Turquía (0)
bajo
Nota: El comparativo se realizó entre los 34 miembros de la OCDE y los socios clave Brasil y Rusia. Los valores
se calculan a partir de diferentes indicadores relativos a cada tema.
Fuente: Elaboración propia con datos de OCDE (2015).
Así, aún permanecen como áreas de oportunidad aspectos esenciales como la edu-
cación y la seguridad (en los cuales aparecemos en último lugar entre los países
miembros de la OCDE). Dichos temas fueron evaluados a la luz de indicadores como
el porcentaje de personas adultas graduadas al menos de educación media superior, el
desempeño de los estudiantes según la prueba del Programa para la Evaluación In-
ternacional de Estudiantes (PISA), los años de educación, la tasa de asaltos y la tasa
de homicidios.
El índice para una vida mejor también proporciona información referente a la
dimensión subjetiva del bienestar. En este sentido, la satisfacción general con la vida
en México alcanza una puntuación de 6.7, ligeramente superior a la del promedio
de los países miembros de la OCDE y otros Estados como Francia, Japón y Corea
(OCDE, 2013).
Ahora bien, si consideramos algunas cifras proporcionadas por las Naciones Unidas
en México a través del Índice de Desarrollo Humano para las Entidades Federativas de
México 2015 encontramos una gran disparidad. Estados como Oaxaca y Chiapas son
comparables con países africanos, Botsuana y Gabón, respectivamente. Mientras que el
Distrito Federal se compara con Andorra y Sonora con Omán (IDHM, 2015: 8).
71
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
En este sentido, es relevante considerar la necesidad de mirar otros conceptos que nos
permitan entender la realidad para definir estrategias de desarrollo y progreso que
consideren que “el bienestar va más allá del dinero y del PIB, y requieren la conside-
ración de dimensiones objetivas y subjetivas” (Conferencia Latinoamericana, 2011).
En este caso, México asumió desde el año 2011 el compromiso de ser un actor
activo en los programas de cooperación internacional para el desarrollo. En su papel
de actor dual, como oferente y como receptor asume la responsabilidad no sólo de
llevar apoyos al exterior, sino de hacer eficientes los recursos que recibe a partir de
proyectos productivos que eleven el nivel de vida de la población.
Este compromiso se ha materializado en diferentes acciones. Como las siguientes
dos detalladas por Valle (2014): la copresidencia de la Alianza Global para la Coo-
peración Eficaz al Desarrollo (AGCED) junto a Malawi y Países Bajos, misma que
persigue maximizar el impacto de la cooperación. A partir de esta posición, México
promueve que el sistema de cooperación global funcione con base en resultados pro-
ducto de mediciones objetivas. Por otra parte, aunque en el mismo sentido, México
72
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
73
Cooperación internacional para el desarrollo y calidad de vida: alcances, logros y retos en México
generar una medición más comprehensiva del desarrollo, incluyendo tanto dimensio-
nes materiales como calidad de vida, integrando en esta última el bienestar subjetivo
(INEGI, 2015). Para ello, trabaja sobre el tema de bienestar con base en tres etapas:
reuniones con expertos, difusión de los hallazgos y promoción del uso de las estadís-
ticas para el diseño de una política pública.
Lo anterior es importante considerando que México se ha caracterizado por asu-
mir el papel de disciplinado alumno de las recetas neoliberales, con el firme propósito
de alcanzar el desarrollo económico nacional. Así, este organismo contribuye a enten-
der cómo el nivel de vida en México es percibido por su población; apreciándose que
la calidad de vida de los mexicanos no responde a los indicadores macroeconómicos.
Ahora que México tiene el papel de actor dual en materia de cooperación para el desa-
rrollo, es necesario pensar cómo este instrumento servirá para incrementar la calidad
de vida de los mexicanos y convertirse en un promotor de estrategias que, a través de
la cooperación para el desarrollo, coadyuven al progreso, entendiendo que éste está
más vinculado con la calidad de vida de las poblaciones.
Reflexiones finales
A la luz de la importancia del concepto “calidad de vida”, es posible apreciar una evo-
lución gradual en la forma de entender y medir el desarrollo y, a partir de esto, en la
manera de comprender y analizar la cooperación internacional para el mismo.
El origen de las prácticas de cooperación aunado a los cambios en la situación
global y las dificultades metodológicas para evaluar la efectividad de la cooperación
sobre el desarrollo, han orillado a los países a resignificar y cuestionar la idea genera-
lizada sobre este último elemento, así como diseñar objetivos y establecer indicadores
y metas que les permitan apreciar la existencia de cambios en las condiciones de vida
de la población. Esta iniciativa internacional ha impactado necesariamente la realidad
doméstica de los países: han debido adaptar sus políticas para el alcance de los ODM,
así como generar información relevante para documentarlo.
Así, si bien el establecimiento de los ODM y lo que de ellos ha seguido (ODS,
Agenda Post 2015) no es la panacea, sí representan un avance en torno a una com-
prensión más amplia del desarrollo, más cercana a la calidad de vida; al menos en su
dimensión objetiva.
En este sentido, los principales retos de México están relacionados con materiali-
zar su potencial económico en mejores condiciones de vida y, de esta forma, en mayor
bienestar subjetivo también. Asimismo, en su papel de actor dual de la cooperación
internacional para el desarrollo, el constituirse como un país propositivo y emprende-
dor. Ante esto, el país ha asumido su compromiso tanto a nivel doméstico como in-
ternacional a través de diferentes acciones en ambos ámbitos, tales como la promoción
de indicadores más comprehensivos y la medición de variables que reflejen el progreso
y desarrollo de manera efectiva.
74
Cristina Tapia Muro y María Elena Romero
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76
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los
dominios vitales
Noé Roberto Castellanos Cereceda
Durante décadas se ha enfatizado una idea del progreso y del desarrollo sustentada
predominantemente en el crecimiento económico, la producción de bienes y servi-
cios, y la ampliación del bienestar material. A este paradigma se ha sumado la idea
de que para que el crecimiento genere desarrollo, es necesario facilitar la adquisición
de capacidades en los individuos y las sociedades. Esta ruta ha generado beneficios
individuales y sociales fundamentales, pero un creciente número de sociedades en el
mundo parecen no estar obteniendo todo lo que esperan del bienestar material.
En el mundo, amplios sectores de la sociedad viven una aparente paradoja. En
algunos países, a pesar de que se registran altos niveles de ingreso y crecimiento, los
individuos no mejoran en sus niveles de satisfacción vital. En países de ingreso medio
también se observan divergencias entre indicadores objetivos, como la desigualdad
o la pobreza de ingresos y la satisfacción de las personas con su vida. Se reconoce
que existen factores de orden subjetivo y psicológico que son claves para enfrentar
la pobreza y la marginación. Estos factores, entre otros (como las crisis económi-
co-financieras de las dos décadas pasadas), han motivado a que se retomen preguntas
clásicas sobre la naturaleza y contenido del progreso, la calidad de vida, el bienestar y
el papel de los gobiernos en ampliar la satisfacción y felicidad de las sociedades. Así,
en amplios círculos académicos y de política pública se ha colocado como tema de
discusión la máxima de Jeremy Bentham (1789) de finales del siglo XVIII en el sentido
de que la mejor política pública es la que produce la mayor felicidad para el mayor
número de ciudadanos.
La literatura sobre bienestar subjetivo y el estudio de sus diversos componentes
destacan la relevancia de analizar los dominios vitales y los aspectos relacionales del
individuo como aspectos clave para comprender la experiencia individual, por defini-
ción subjetiva, del bienestar de las personas. El análisis que aquí se hace se inscribe
en ese ámbito analítico, el de la comprensión y estudio de los factores y determinantes
del bienestar subjetivo, poniendo atención particular a la evaluación cognitiva que las
personas hacen de los diferentes dominios en que se desenvuelven sus vidas y a los
aspectos relacionales y sociales que dicha evaluación enfatiza.
77
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
El bienestar subjetivo se puede definir como la experiencia que cada individuo regis-
tra, siente y comprende respecto de su propio bienestar (Rojas, 2014; OCDE, 2011,
2013). Como evaluación individual de la experiencia propia, el bienestar subjetivo
supone un proceso reflexivo, cognitivo, afectivo e incluso sensorial único sobre lo que
cada persona considera que es una buena vida. Aunque único en cuanto al proceso re-
flexivo individual, el bienestar subjetivo no está aislado del contexto social más amplio
en el que se construyen referentes, marcos de referencia y horizontes de logro para
grupos y sociedades enteras. Además, como se verá en este análisis, lo social no sólo
incide en el bienestar subjetivo como un referente cognitivo y afectivo, sino también
como determinante de la propia experiencia individual del bienestar.
Las diferentes maneras en que la experiencia individual del bienestar se manifies-
ta y se recoge en instrumentos de medición concretos, son un intento por capturar
dicha experiencia en medidas aproximadas, aunque siempre imperfectas en tanto que
difícilmente pueden dar cuenta de la riqueza de la experiencia que cada persona,
grupo y sociedad tiene de su propio bienestar. En la actualidad, existe una posición
relativamente amplia de que el bienestar subjetivo debe comprender al menos dos
componentes, soportados en dos acercamientos relativamente diferentes, pero com-
plementarios, para medirlas (OCDE, 2011 y 2013, entre otros); a estos componentes
algunos autores agregan otro, el eudemónico, que se acerca más a la idea aristotélica
de florecimiento humano y felicidad (OCDE, 2013; Behn, 1995). El primer compo-
nente (y su medición) busca captar la evaluación que las personas hacen de sus vidas
en general y se conoce como satisfacción de vida o componente cognitivo-evaluativo. El
segundo componente del bienestar subjetivo es la felicidad, definida como experiencia
afectiva, componente hedónico que se enfoca en las emociones y sentimientos expe-
rimentados y que sin ser idéntico se aproxima al concepto emparentado de balance
afectivo, el cual busca captar el resultado neto de un conjunto de emociones y senti-
mientos experimentado por la persona. El tercer componente referido, conceptual-
mente más cercano al de satisfacción de vida que al de felicidad, es el eudemónico, el
cual se refiere a la satisfacción de necesidades vitales y psicológicas básicas (como la
resiliencia), a la percepción de las personas sobre lo valioso de su proyecto de vida y
la posibilidad de llevarlo a cabo con márgenes satisfactorios de autonomía (capacidad
y posibilidad de tomar decisiones libremente). Autores como Rojas (2014) distinguen
además entre un componente afectivo y otro sensorial, abrevando en parte la concep-
ción benthamiana de felicidad y destacando así la diferencia entre un bienestar deri-
vado de procesos o estados emocionales, y otro vinculado con la experiencia obtenida
a partir de los sentidos, la cual se materializa en placeres y dolores.
Estas definiciones o acercamientos para medir el bienestar subjetivo reflejan la
noción de que la forma en que las personas experimentan una serie de circunstancias
es tan importante como las circunstancias mismas y que las personas son los mejores
jueces para evaluar cómo son sus vidas (OCDE, 2011). En los estudios sobre bienestar
subjetivo existe una inclinación para considerar en mayor medida el componente de
78
Noé Roberto Castellanos Cereceda
En este apartado se inicia el análisis del bienestar subjetivo considerando los resul-
tados de la medición de satisfacción de vida (uno de los componentes del bienestar
subjetivo) para un conjunto de variables demográficas y socioeconómicas básicas dis-
ponibles en la fuente de información empleada, el módulo Biare de 2012 aplicado por
el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cuyos principales rasgos se
describen a continuación.
El módulo de Bienestar Autorreportado (Biare) es el primer ejercicio en su tipo
realizado por el INEGI y forma parte del esfuerzo internacional que realizan diversas
organizaciones multilaterales (como la Organización para la Cooperación y el Desa-
rrollo Económicos, OCDE) y gobiernos nacionales por medir el bienestar subjetivo y
explorar la pertinencia de su medición y uso en la política pública.1 El módulo Biare
fue diseñado específicamente con el objetivo de profundizar en la comprensión de las
mediciones de bienestar subjetivo y sus rasgos particulares para el caso mexicano. Las
características específicas del módulo de Biare del INEGI son las siguientes:
79
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
2 En 2015, el INEGI presentó los resultados de una serie histórica sobre bienestar subjetivo
que denomina módulo básico de la Biare (INEGI, 2015a) y los resultados de otra aplicación
realizada en conjunto con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, denomina-
da Biare ampliado (INEGI, 2015b). Junto con el módulo piloto de 2012, los tres instrumentos
estadísticos forman parte del proyecto Biare que impulsa el INEGI para medir y comprender
el bienestar subjetivo en México.
80
Noé Roberto Castellanos Cereceda
2. Los altibajos de la satisfacción del ciclo vital. Un patrón general que se observa en
el bienestar subjetivo de las personas en el transcurso de su vida es que éste presenta
niveles promedio comparativamente altos entre los jóvenes que inician la edad adulta
(18-25 años de edad), para disminuir paulatinamente en los lustros siguientes, alcan-
zando su punto más bajo alrededor de la mitad de la década de los cuarenta e inicio
de los cincuenta, y comenzar a elevarse conforme el ciclo de vida avanza hasta alcanzar
niveles más altos hacia los 65-70 años. Esta tendencia global, asociada con los ciclos
de vida de las personas, se muestra visualmente en forma de “U”, como se puede apre-
ciar para el caso de México en la gráfica 2. Sin embargo, hay que hacer notar que los
81
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
niveles de satisfacción vital en el ciclo de vida más avanzado, entre los 65 y 70 años,
no recupera los niveles observados en la etapa de juventud, sólo mejoran respecto de
décadas inmediatas previas.
Estos resultados coinciden, en términos generales, con hallazgos de estudios in-
ternacionales, incluso controlando factores como el ingreso, la condición conyugal, la
salud o el empleo.3 Factores como el aumento de responsabilidades y el estrés asociado
con ellas, o la reducción del tiempo libre, pueden estar asociados con la disminución
del bienestar subjetivo entre los años 40 y 50, mientras que la sensación de logro, el
alcance de mayores niveles de madurez, la conquista de mayores grados de habilidad y
maestría en las actividades que se desempeñan o, también, la disminución de aspira-
ciones pueden explicar el incremento en la satisfacción de vida y la felicidad en los 60
y 70 años de edad, para observar un descenso final que pudiera estar vinculado con la
pérdida de salud o de capacidades vitales.4
Gráfica 2. Satisfacción con la vida según edad
*Nota: Las edades van de los 18 a los 70 años, rango de edad que reporta la fuente. Valores ponderados.
Fuente: Elaboración propia con base en INEGI (2012).
3. Gasto per cápita y satisfacción de vida: mayor impacto en bajos niveles de satisfacción.
Una forma de analizar la relación entre la situación económica de las personas y sus
3 Helliwell et al. (2012), por ejemplo, hacen un recuento sintético de resultados similares
observados en diversos países.
4 Un análisis inicial de las cifras de satisfacción vital y balance afectivo de la Biare 2013-2015
indica que los niveles de bienestar subjetivo entre los 60 y 74 años no se recuperan de la misma
forma, como sí se observa en el estudio Biare de 2012. Más aún, la serie histórica 2013-2015,
que incluye a personas de 75 años y más (la Biare 2012 sólo incluye a personas de hasta 70
años) muestra que en este grupo etáreo el bienestar subjetivo desciende aún más que en las
etapas previas.
82
Noé Roberto Castellanos Cereceda
Estas cifras de serie temporal son de especial trascendencia no sólo porque muestran una dife-
rencia respecto de patrones internacionales (donde la vejez registra niveles comparativamente
mayores de bienestar subjetivo), sino por el paulatino envejecimiento de la población nacional
en las décadas por venir. La mayor incidencia de enfermedades, la falta de acceso a servicios de
salud de calidad, la carencia de un ingreso estable, asociado con bajas pensiones, el debilita-
miento de las redes de apoyo familiar y la falta de espacios dedicados a la atención profesional
de adultos mayores en edades avanzadas en México, pueden ser algunos de los diversos factores
que contribuyan a explicar las cifras que presenta la encuesta Biare 2013-2015.
83
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
84
Noé Roberto Castellanos Cereceda
85
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
Nota: Valores ponderados. Población 18-70 años. Los tipos de ocupación están ordenados de menor a mayor
promedio de satisfacción con la vida en general.
Fuente: Elaboración propia con base en INEGI (2012).
La gráfica 5 muestra que los dos grupos con mayores niveles de satisfacción de vida
son los pensionados y jubilados, y los que estudian (promedio de 8.6 puntos de un
máximo de 10 en ambos grupos), lo cual puede estar asociado también a las edades
y ciclo vital de las personas que se encuentran en estas condiciones de ocupación:
jóvenes y adultos mayores, los dos grupos de edad en los que, como se analizó antes,
presentan los niveles de satisfacción de vida más altos.
Un último aspecto a destacar en esta variable es el del sector de población cuya
ocupación son los quehaceres domésticos. Este sector, que representa 21.3% de la
población de 18 a 70 años de edad —en el primer trimestre de 2012—, registra un
nivel promedio de satisfacción vital de 7.9 puntos, sólo superior a la media de los
desocupados, de 7.5 puntos. Entre los que hacen labores domésticas se encuentra la
segunda proporción más alta de personas insatisfechas y poco satisfechas de los cinco
grupos ocupacionales analizados, con 6.1% y 11.5%, respectivamente, lo que hace
que este grupo sea, por su composición general de niveles de satisfacción, el segundo
con niveles de satisfacción de vida más bajos.
6. La dimensión socio-espacial de la satisfacción de vida. En cuanto al tipo de locali-
dad en que reside la población, el patrón general que se observa (gráfica 6) es que la
satisfacción de vida aumenta con el tamaño de la localidad, aunque las diferencias en
medias son relativamente bajas: quienes viven en zonas rurales tienen un promedio
de satisfacción de vida de 7.8, frente a 7.9 entre quienes habitan ciudades medias (de
2,500 a menos de 100 mil habitantes), y de 8.2 en la población que vive en las con-
centraciones urbanas más grandes (100 mil habitantes o más).
86
Noé Roberto Castellanos Cereceda
Nota: Valores ponderados. La clasificación de localidades hecha aquí es la siguiente: ZM y ciudades grandes,
comprende localidades de 100 mil y más habitantes; ciudades medias, incluye localidades de entre 2,500 y
99,999 habitantes; y las zonas rurales son las localidades con menos de 2,500 habitantes.
Fuente: Elaboración propia con base en INEGI (2012).
Al analizar los niveles agregados de satisfacción de vida para los tres tipos de localidad,
se observa que las diferencias más significativas existen entre quienes viven en zonas
rurales y zonas urbanas, sean metrópolis o ciudades medias. En las zonas urbanas,
82.9% o más de la población reporta niveles moderados o altos de satisfacción, mien-
tras que en las zonas rurales dicha proporción llega a 78.2%. El principal contraste
se aprecia entre quienes están insatisfechos o poco satisfechos con su vida: ahí se
encuentra entre 14% y 17% de los que habitan ciudades grandes y medias, pero 22%
de los que radican en zonas rurales. La existencia de mayores niveles de satisfacción de
vida en zonas urbanas que en rurales puede estar vinculado, entre otros aspectos, con
el acceso diferenciado a bienes y servicios públicos, y a oportunidades de desarrollo en
general (siendo mayor en zonas urbanas que en rurales). Así lo sugiere, por ejemplo,
un análisis realizado por Bayón, y Mier y Terán (2010) en el que identifican, con base
en una encuesta sobre familias y vulnerabilidad, que en las localidades urbanas hay
un mayor número de personas y familias que perciben como ventajas de su lugar de
residencia el acceso a escuelas y servicios de salud de calidad, y medios de transporte.
Existe una multiplicidad de aspectos relativos a la vida urbana que puede tener un
papel destacado en las diferencias de satisfacción de vida entre las ciudades y las loca-
lidades rurales, como el acceso a oportunidades económicas, la calidad de los bienes
y servicios públicos, la calidad de la vivienda y los servicios a los que se puede tener
acceso en ella, y las opciones de esparcimiento disponibles para los individuos, son
algunos de dichos aspectos (Lora y Sanguinetti, 2008).
Haciendo una caracterización de la población mexicana a partir de los niveles de
satisfacción y de las variables demográfica y socioeconómicas analizadas, se puede
afirmar, a manera de síntesis, que los aspectos que influyen de forma más significa-
tiva y favorable en la satisfacción de vida de la población son la edad, concretamente
87
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
ser joven, el nivel de gasto y el nivel de instrucción. La relación entre estas últimas
dos variables con la satisfacción vital es esperable si se considera que dichos factores
pueden estar influyendo en la percepción de logro vital de las personas y por tanto en
su satisfacción de vida.
Un aspecto adicional a considerar, relevante para los usos de la información so-
bre bienestar subjetivo en la administración y la política públicas, es la utilidad de
incorporar en el análisis no sólo los promedios de bienestar subjetivo sino también
su distribución en diferentes grados y niveles. Aunque existen virtudes en su capaci-
dad de síntesis, los promedios ocultan un conjunto de variaciones y diferencias entre
grupos sociales que no permiten captar la diversidad de formas en que las personas
experimentan el bienestar.
Por otro lado, una conclusión relevante de esta parte del análisis es qué tan im-
portante es analizar en dónde se encuentran los mayores porcentajes de población con
altos niveles de bienestar subjetivo y los cambios respecto de otros grupos y ámbitos,
como la ubicación y los cambios en los porcentajes de población con los menores ni-
veles de satisfacción. En otros términos, a la administración pública y a las políticas
les debe interesar no sólo qué variables, factores y dominios vitales reportan mayor
satisfacción de vida y, en general, bienestar subjetivo a la población, sino también
aquellos sectores de población, en cada una de estas variables, factores y dominios
que reportan los mayores grados de insatisfacción de vida. Un ejemplo de esta apro-
ximación al análisis es la distribución de niveles de satisfacción en la variable condi-
ción de ocupación y en la de instrucción, analizadas en este apartado. Tan relevante es
identificar aquellas variables sobre las cuales se experimenta mayor bienestar, como
los sectores de población para los cuales un cambio en sus condiciones de vida puede
significar una reducción significativa en sus niveles de insatisfacción vital, como el
tránsito de la educación básica a niveles de instrucción más avanzados.
Asimismo, atender a lo que sucede en los niveles bajos de bienestar subjetivo y no
sólo en los más altos obliga a indagar, por ejemplo, por qué las diferencias entre las pro-
porciones de insatisfechos y poco satisfechos son tan poco significativas entre desocupa-
dos y ocupados, cuando dicho cambio debería suponer una modificación en el acceso a
fuentes de ingreso, de oportunidades económicas y de acceso a satisfactores de diverso
tipo (incluidos, por ejemplo, los bienes relacionales que se manifiestan en las relacio-
nes laborales), todo lo cual incide, según la evidencia empírica, en la satisfacción de
vida de la población. A este respecto, sería útil estudiar con mayor detalle el caso de
Bután y el uso que en aquel país se hace del Índice de Felicidad Bruta (Bhutannica,
2008; Ura et al., 2012). Uno de los criterios de uso y aplicación de la información
sobre bienestar subjetivo en aquella nación es, precisamente, identificar los segmentos
de población con más bajos niveles de bienestar subjetivo y definir estrategias para
mejorarlo; es a esos grupos a los que se debe priorizar la atención, más que a los sec-
tores que ya muestran niveles comparativamente altos de bienestar subjetivo.
88
Noé Roberto Castellanos Cereceda
89
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
d) La satisfacción con el país es la que reporta los más bajos niveles de asociación con
cualquier otra de las variables de satisfacción. Los dos dominios de satisfacción
con los que esta variable tiene una correlación más estrecha y positiva es con satis-
facción con el vecindario/colonia (0.344) y con la vida social (0.329), lo que sugiere
que los aspectos con los que las personas estarían asociando más estrechamente
su idea de país y su satisfacción con esa concepción, es el lugar más inmediato
en el que viven (colonia o vecindario) y el conjunto de vínculos y relaciones que
mantienen. En otras palabras, la satisfacción con el país tendría como referentes o
componentes predominantes (de entre los que se incluyen aquí) la satisfacción con
las relaciones sociales y con el barrio en que se habita.
Situación 0.542** 0.447** 0.359** 0.364** 0.352** 0.379** 0.385** 0.385** 0.303**
1
económica 0 0 0 0 0 0 0 0 0
0.440** 0.411** 0.375** 0.281** 0.326** 0.340** 0.349** 0.273**
Vivienda 1
0 0 0 0 0 0 0 0
0.372** 0.352** 0.357** 0.384** 0.368** 0.390** 0.229**
Educación 1
0 0 0 0 0 0 0
90
Noé Roberto Castellanos Cereceda
identificar la relación causal entre eventos observables (porque de esa manera se puede
influir, directa o indirectamente, en ámbitos de la vida pública y/o del comportamien-
to individual y colectivo para modificarlos), es importante comprender la dinámica de
la relación entre dichos eventos, y tratar de identificar qué factores influyen o explican
los cambios en variables consideradas relevantes. Como primer paso, explico la cons-
trucción de las variables analizadas en este apartado.
Variables empleadas en el análisis
La encuesta Biare 2012 ofrece información estadística sobre los niveles de satisfac-
ción de diferentes dominios vitales, mismos que ya se describieron y analizaron en
sus grados de correlación en el apartado previo.5 Para el análisis de este apartado se
han construido cuatro categorías que integran los valores de la escala de 0 al 10 de las
variables de satisfacción, quedando de la siguiente forma: 0-4, Insatisfecho; 5-7, Poco
satisfecho; 8 y 9, Moderadamente satisfecho, y 10, Satisfecho. Salvo algunos ajustes,
estas categorías se mantienen en línea con las que el INEGI sugiere a los encuestados
en el propio cuestionario de la Biare.
Respecto de las variables sociodemográficas, se consideran las siguientes: variable
de sexo construida como dummy “Mujer”;6 variable de edad, considerando cuatro
grupos o categorías de edad: 18-29; 30-44; 45-59 y 60 o más años de edad; variable de
ingreso, que se construye a partir de la información de gasto corriente total per cápita,
agrupada en cuartiles de menor a mayor ingreso; y una variable de estado conyugal,
construida como dummy “En pareja”, que agrupa las categorías de casado y en unión
libre, por un lado, y las categorías viudo, soltero y divorciado, por otro lado.
Resultados del análisis y discusión
5 Se excluye del análisis de este apartado la variable “satisfacción con el trabajo”, porque ésta registra
un alto número de casos perdidos (poco más de 30% del tamaño de la muestra de la encuesta). Este
número de casos podría deberse a que los encuestados que respondieron que no trabajan, no se les
preguntó sobre su satisfacción en el trabajo, pero los resultados de una y otra variable no son coin-
cidentes. A la fecha de llevar a cabo este análisis, aún no se recibía respuesta del INEGI respecto de
esta inconsistencia, razón por la cual se decidió no incluir la variable en el análisis.
6 Como se sabe, las variables dummy tienen el propósito de incorporar en el análisis estadístico
la existencia o no de sólo uno de los aspectos o alternativas posibles de una variable. Esto per-
mite saber en qué medida la presencia o ausencia de ese atributo o rasgo de la variable modifica
los resultados del análisis.
91
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
Ingreso. En conjunto, las variables permiten explicar una cuarta parte de la variación
en la satisfacción con la vida en general (R cuadrada = 0.257), lo cual no es bajo si se
considera que eso representa el paso de una categoría a otra en la escala de satisfacción
con la vida en general; por ejemplo, de Insatisfecho a Poco satisfecho o de Moderada-
mente satisfecho a Muy satisfecho –eso se debe a que la variable de satisfacción con la
vida comprende cuatro categorías, cada una representando 0.25 del total.
Tabla 2. Estadísticas descriptivas
Nota: “Ingreso” se refiere al gasto corriente total per cápita en cuartiles; “En pareja”, es variable dummy que
distingue entre casado o en unión libre (1) y viudo, divorciado o soltero (0); “Mujer” es variable dummy; “Grupos
de edad” se compone de cuatro categorías (18-29; 30-44; 45-59, y 60 y más años de edad).
Fuente: Elaboración propia con base en INEGI (2012).
92
Noé Roberto Castellanos Cereceda
más relevantes para comprender cambios en la satisfacción vital de las personas. Los
resultados de este análisis reiteran la importancia de la satisfacción con la vida fami-
liar, con la situación económica y con la vida afectiva que se hicieron notar en el apar-
tado 4 al analizar las correlaciones de satisfacción con la vida y los diferentes dominios
de satisfacción (ver tabla 1). Estas mismas tres variables fueron las que mostraron los
coeficientes de correlación más altos, con niveles de asociación moderados.
Tabla 3. Coeficientes de regresión de satisfacción
con la vida con satisfacción en dominios vitales
Variable dependiente: Satisfacción con la vida
(Constante) 0.858
0.120**
Satisfacción con la situación económica
-0.011
0.065**
Satisfacción con la vivienda
-0.01
0.041**
Satisfacción con la educación
-0.01
0.005
Satisfacción con la colonia/vecindario
-0.01
0.139**
Satisfacción con la vida familiar
-0.011
0.074**
Satisfacción con la salud
-0.011
0.075**
Satisfacción con la apariencia
-0.012
0.086**
Satisfacción con la vida afectiva
-0.012
0.071**
Satisfacción con la vida social
-0.011
0.043**
Satisfacción con el país (Mx)
-0.008
-0.003
Mujer
-0.014
0.037**
Vivir en pareja
-0.015
0.005
Grupos de edad
-0.008
0.014
Ingreso
-0.007
Nota: R cuadrada= 0.257. R cuadrada corregida= 0.256. La primera columna son los coeficientes Beta tipifica-
dos. Entre paréntesis se incluye el error típico. Los asteriscos (**) indica que los resultados son significativos al
0.001. Todas las variables de satisfacción (con la vida y en dominios) incluidas en este análisis están codificadas
en 4 categorías.
Fuente: Elaboración propia con base en INEGI (2012).
93
Bienestar subjetivo en México. Un análisis desde los dominios vitales.
Respecto de las variables sociodemográficas, destaca que sólo una de ellas, vivir en
pareja (casado o en unión libre) se muestra significativa en el modelo, además de
mantener una relación positiva con la satisfacción de vida. Este resultado sugiere que
en el contexto de la satisfacción individual con diferentes dominios vitales, el sexo, la
edad y el ingreso no son del todo determinantes para explicar las probabilidades de
variación en la satisfacción con la vida, lo cual no significa que en otro modelo de análisis
estas variables no importen o que en su relación directa, bivariada, con la satisfacción
vital puedan expresar variaciones relevantes; recordemos que en apartados previos se
mostró que la satisfacción con la vida sí varía dependiendo de la edad y el ingreso,
pero en el caso del sexo la variación es marginal, con un promedio más bajo para las
mujeres, lo cual también se muestra aquí con el signo negativo del coeficiente de re-
gresión de la variable “Mujer” en la tabla 3.
Conclusiones
El objetivo de este análisis ha sido identificar cuáles son los factores y dominios vitales
que se encuentran más asociados y que pueden explicar variaciones en el bienestar
subjetivo, en paticular la satisfacción de vida, en México. A partir de la información
que ofrece la encuesta Biare 2012, el INEGI ha hecho un análisis estadístico para
identificar, en primer lugar, las correlaciones entre satisfacción vital y la que se cap-
tura a partir de los dominios de vida; y en segundo lugar, la relación causal entre los
dominios vitales y la satisfacción con la vida en general. Los principales hallazgos del
análisis que se ha realizado son los siguientes:
Todas las correlaciones analizadas entre las diferentes medidas de bienestar subje-
tivo son significativas, con intensidades de asociación entre moderadas y fuertes. Los
resultados de las correlaciones entre satisfacción con la vida en general y satisfacción
por dominios y en particular la diversidad de intensidades de asociación, es eviden-
cia de que si bien hay dominios vitales más estrechamente correlacionados con la
satisfacción vital, no hay un dominio o un conjunto de ellos cuya vinculación con la
satisfacción con la vida sea determinante, por encima del resto.
Los aspectos que parecen estar asociados en mayor medida con la satisfacción
de vida son la edad, concretamente ser joven (o adulto mayor, aunque en este caso
la asociación es menos estrecha), el nivel de gasto y el nivel de instrucción. El tener
un empleo no reporta niveles de satisfacción de vida sustancialmente mayores a los
de estar desempleado. Esto puede estar asociado con las características del mercado
laboral mexicano, predominantemente informal y con bajas prestaciones laborales, lo
que puede estar afectando la satisfacción vital reportada entre aquellos que cuentan
con un empleo y comparativamente respecto de los desempleados. No parecen existir
diferencias significativas entre mujeres y hombres, ambos con niveles altos de satis-
facción de vida promedio (8 puntos) y distribuciones similares en los diferentes grados
de satisfacción vital. El tamaño de la localidad incide positivamente en los niveles de
94
Noé Roberto Castellanos Cereceda
satisfacción, sobre todo distinguiendo entre zonas urbanas, con grados y promedios
más altos de satisfacción de vida, y rurales, con niveles más bajos de satisfacción.
Es necesario incorporar en el análisis no sólo los promedios de bienestar subjetivo,
sino también su distribución en diferentes grados y niveles. Los promedios dificultan
la identificación de un conjunto de variaciones y diferencias entre grupos sociales
que no permiten captar la diversidad de formas en que las personas experimentan el
bienestar. Asimismo, tan importante es analizar en dónde se encuentran los mayores
porcentajes de población con altos niveles de satisfacción de vida y los cambios res-
pecto de otros grupos y ámbitos, como la ubicación y cambios en los porcentajes de
población con los menores niveles de satisfacción. Al respecto, es importante analizar
la estrategia que siguen países como Bután, en donde hacen uso del bienestar subjeti-
vo en sus políticas y decisiones de administración pública poniendo especial atención
a las circunstancias que afectan a las personas con niveles bajos de felicidad. Esto
enfatiza también que la infelicidad o insatisfacción de vida no es necesariamente una
condición “espejo” de la felicidad o satisfacción con la vida, es decir, aún ahí donde
existen altos niveles de satisfacción vital también se pueden encontrar ámbitos de vida
en los que las personas reporten bajos niveles de satisfacción. La satisfacción con la
vida, o la felicidad (ambos componentes del bienestar subjetivo) no suponen necesa-
riamente ausencia de sufrimiento o condiciones de vida sencillas, sino en todo caso el
resultado de un balance neto a favor de emociones positivas y condiciones que cada
individuo puede evaluar como satisfactorias.
El contexto social, específicamente la satisfacción con la familia y con la vida
afectiva, además de vivir en pareja, son las variables que, de acuerdo con el análisis
desarrollado en este capítulo, reportan los efectos positivos más significativos sobre
el bienestar subjetivo de las personas. El análisis reitera así la relevancia del contexto
social y afectivo para el bienestar subjetivo.
Desde una perspectiva técnica, el bienestar subjetivo presenta límites en cuanto al
tipo de información que provee y a su uso como herramienta de medición que capte
todos los aspectos que le son relevantes al quehacer gubernamental. No obstante, esto
no invalida el uso del bienestar subjetivo en las decisiones de gobierno. Los resulta-
dos del análisis presentado aquí dan algunas bases para argumentar que el bienestar
subjetivo es un enfoque que puede ser incorporado en la política pública y en la toma
de decisiones publi-administrativas, ya que complementa otros enfoques analíticos y
coloca en el centro de atención la experiencia de bienestar de los individuos y lo que
éstos consideran valioso.
Referencias
Bayón, María Cristina y Mier y Terán, Marta (2010), Familia y vulnerabilidad en México:
realidades y percepciones, Cuaderno de Investigación no. 42, UNAM, Instituto de Inves-
tigaciones Sociales, México.
Behn, Robert D. (1995), “The Big Questions of Public Management”, Public Administra-
tion Review, vol. 55, Julio-Agosto, pp. 313-324.
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ciudadano en la política social. Reflexiones sobre el
caso de México
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El desarrollo social, por tanto, se ha constituido como uno de los espacios por
excelencia en que, al menos en el plano formal, la autoridad y el ciudadano han teji-
do mayores lazos de colaboración, control, vigilancia, toma de decisiones conjuntas,
implementación y evaluación. De hecho, es justamente este último rubro donde la
participación de los actores de la sociedad civil ha registrado mayores avances. Como
muestra de ello se observa la constitución y fortalecimiento institucional del Consejo
Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que
adquirió autonomía constitucional en el año 2014 en el marco de la reforma política
precisamente para proteger a los programas sociales de su uso político.
En suma, no solamente en términos doctrinarios sino también desde el ámbito
jurídico, se entiende que existe una profunda relación entre democracia, políticas pú-
blicas y desarrollo social, pues la consecución del bienestar individual y colectivo no
es un producto que se obtenga por decreto, sino que requiere de una amplia red de
esfuerzos, voluntades, decisiones y acciones públicas tendientes a combatir las condi-
ciones de pobreza, marginación y exclusión mediante la garantía de posibilidades de
desarrollo.
101
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Maximiliano García Guzmán
103
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
Si bien este catálogo de derechos puede ser extenso, en realidad varios de ellos
no han logrado transitar del papel a la realidad, particularmente dos que se estiman
fundamentales para una promoción exitosa de la organización social: los estímulos
fiscales y la capacitación, lo cual ha minado, como se verá más adelante, la posibilidad
de incrementar el número de asociaciones existentes en México.
En otro rubro, la ley también establece la creación de la Comisión de Fomento
de las Actividades de las Organizaciones de la Sociedad Civil, la cual se integra con
representantes de las secretarías de Desarrollo Social, de Gobernación, de Hacienda y
Crédito Público y de Relaciones Exteriores. Cabe señalar que en la SEDESOL recae
la secretaría técnica de esta institución.
Como se señaló líneas arriba, un elemento importante de esta norma es que crea
el Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad Civil, que tiene bajo su res-
ponsabilidad: 1) inscribir a aquellas que soliciten su registro cuando cumplan con los
requisitos, 2) establecer un Sistema de Información que identifique las actividades
que realizan, 3) ofrecer a las dependencias, entidades y a la ciudadanía en general los
elementos de información que permitan verificar el cumplimiento de las obligaciones
por parte de las organizaciones, 4) solicitar, si es el caso, a la Comisión la imposición
de sanciones, entre otras.
Finalmente, la ley establece también un Consejo Técnico Consultivo, cuya labor
consiste en asesorar, proponer, opinar y emitir recomendaciones respecto al cumpli-
miento de las disposiciones jurídicas en la materia. Aquí es importante destacar que
la norma tiene el acierto de favorecer el perfil ciudadano del órgano al definirle el
siguiente diseño institucional: un servidor público que designe la Comisión, quien lo
presidirá; nueve representantes de organizaciones que se eligen mediante convocato-
ria; cuatro representantes de los sectores académico, profesional, científico y cultural;
dos representantes del Poder Legislativo Federal, uno por cada Cámara, y un Secreta-
rio Ejecutivo designado por el Presidente del Consejo.
Como disposiciones complementarias a la Ley para darle cumplimiento, se expidieron
también el Reglamento Interno del Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad
Civil, el Acuerdo por el que se constituye la Comisión de Fomento de las Actividades de
las Organizaciones de la Sociedad Civil y el Reglamento Interno de esta instancia.
Como se observa, al menos en el plano formal, la ley establece la base institucio-
nal para el fomento, supervisión y soporte de las asociaciones civiles en el país (véase
Cámara de Diputados, 2015b).
Ley de Planeación
104
Maximiliano García Guzmán
que también establece las bases para que las acciones de los particulares contribuyan
a alcanzar los objetivos y prioridades que define.
Desde luego, uno de los principios de la planeación nacional es que ésta debe ser
democrática, es decir, que es responsabilidad del Ejecutivo Federal conducirla con la
más amplia participación social. De hecho, el artículo 20 señala a letra:
En el ámbito del Sistema Nacional de Planeación Democrática tendrá lugar
la participación y consulta de los diversos grupos sociales, con el propósito
de que la población exprese sus opiniones para la elaboración, actualización y
ejecución del Plan y los programas a que se refiere esta Ley.
Las organizaciones representativas de los obreros, campesinos, pueblos y gru-
pos populares; de las instituciones académicas, profesionales y de investigación
de los organismos empresariales; y de otras agrupaciones sociales, participarán
como órganos de consulta permanente en los aspectos de la planeación de-
mocrática relacionados con su actividad a través de foros de consulta popular
que al efecto se convocarán. Asimismo, participarán en los mismos foros los
diputados y senadores del Congreso de la Unión.
Las comunidades indígenas deberán ser consultadas y podrán participar en la
definición de los programas federales que afecten directamente el desarrollo de
sus pueblos y comunidades.
Para tal efecto, y conforme a la legislación aplicable, en el Sistema deberán
preverse la organización y funcionamiento, las formalidades, periodicidad y tér-
minos a que se sujetarán la participación y consulta para la planeación nacional
del desarrollo (Cámara de Diputados, 2015c).
105
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
Esta ley es importante también debido a que contiene un capítulo especial sobre
participación social, donde asigna derechos de intervención a los diferentes grupos
que componen el sistema educativo. Por ejemplo, señala que los padres de familia o
tutores pueden participar con las autoridades de la escuela en la que estén inscritos sus
hijos o pupilos menores de edad, en cualquier problema relacionado con la educación
de éstos, así como colaborar con las autoridades escolares para la superación de los
educandos y en el mejoramiento de los establecimientos educativos.
Una de las formas más populares de involucramiento de este sector ha sido las
asociaciones de padres de familia y los consejos de participación social, también re-
conocidos en esta ley. Al respecto, su artículo 67 es particularmente importante al
señalar lo siguiente:
Artículo 67.- Las asociaciones de padres de familia tendrán por objeto:
I.- Representar ante las autoridades escolares los intereses que en materia edu-
cativa sean comunes a los asociados;
II.- Colaborar para una mejor integración de la comunidad escolar, así como en
el mejoramiento de los planteles;
III.- Participar en la aplicación de cooperaciones en numerario, bienes y servi-
cios que, en su caso, hagan las propias asociaciones al establecimiento escolar.
Estas cooperaciones serán de carácter voluntario y, según lo dispuesto por el
artículo 6o. de esta Ley, en ningún caso se entenderán como contraprestacio-
nes del servicio educativo;
IV.- Proponer las medidas que estimen conducentes para alcanzar los objetivos
señalados en las fracciones anteriores, e
V.- Informar a las autoridades educativas y escolares sobre cualquier irregulari-
dad de que sean objeto los educandos (Cámara de Diputados, 2015d).
Por su parte, la ley, respecto a los consejos de participación social, señala que estos
tienen por objeto fortalecer y elevar la calidad de la educación pública, así como am-
pliar la cobertura de los servicios educativos mediante la vinculación entre la autoridad
escolar (ya sea federal o local) con la comunidad. De acuerdo con la norma, cada con-
sejo estará integrado con padres de familia y representantes de sus asociaciones, maes-
tros y representantes de su organización sindical, directivos de la escuela, exalumnos,
así como con los demás miembros de la comunidad interesados en el desarrollo de la
propia escuela.
Como parte de las actividades del consejo, la ley establece: conocer el calendario
escolar, las metas educativas y el avance de las actividades escolares, dar seguimiento
de las acciones que realicen los educadores y autoridades educativas, participar en la
prevención de posibles hechos delictivos que puedan perjudicar al educando, tomar
nota de los resultados de las evaluaciones que realicen las autoridades educativas, pro-
poner estímulos y reconocimientos de carácter social a alumnos, maestros, directivos
y empleados de la escuela, promover actividades extraescolares que complementen y
106
Maximiliano García Guzmán
107
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
Esta norma es de reciente creación, pues derivado de una reforma constitucional del
año 2014, sustituyó a la anterior Ley Federal para dar mayor respaldo jurídico al dere-
cho de acceso a la información de la ciudadanía y fue publicada el 4 de mayo de 2015.
Intrínsecamente, el contenido de la ley busca acercar a la ciudadanía a las insti-
tuciones públicas mediante la garantía que tiene el ciudadano de conocer qué hace la
autoridad en el cumplimiento de sus atribuciones y el ejercicio de los recursos públi-
cos. El grueso del contenido de la ley es fundamental en términos de participación,
por lo que únicamente nos limitaremos a señalar que la norma define en su artículo
segundo dos objetivos clave:
VII. Promover, fomentar y difundir la cultura de la transparencia en el ejerci-
cio de la función pública, el acceso a la información, la participación ciudadana,
así como la rendición de cuentas, a través del establecimiento de políticas pú-
blicas y mecanismos que garanticen la publicidad de información oportuna, ve-
rificable, comprensible, actualizada y completa, que se difunda en los formatos
más adecuados y accesibles para todo el público y atendiendo en todo momento
las condiciones sociales, económicas y culturales de cada región;
VIII. Propiciar la participación ciudadana en la toma de decisiones públicas
a fin de contribuir a la consolidación de la democracia (Cámara de Diputados,
2015f ).
108
Maximiliano García Guzmán
Para los fines de este capítulo, es sin duda la más importante del marco jurídico explo-
rado, pues regula directamente la materia que nos ocupa: la participación ciudadana
109
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
en el marco de la política social. Fue publicada el día 20 de enero de 2004, con lo que
se consiguió un éxito fundamental en términos de institucionalización de esta mate-
ria. Su última reforma se dio el 7 de noviembre de 2013.
La ley establece para el cumplimiento de su contenido la creación del Sistema
Nacional de Desarrollo Social, en el que participan los gobiernos municipales, de las
entidades federativas y el federal, y es el marco donde se determinan las bases para la
concertación de acciones con los sectores social y privado. De hecho, como se expresó
en una sección anterior, uno de los principios de la política de desarrollo social es:
“V. Participación social: Derecho de las personas y organizaciones a intervenir e in-
tegrarse, individual o colectivamente en la formulación, ejecución y evaluación de las
políticas, programas y acciones del desarrollo social” (Cámara de Diputados, 2015a).
El mencionado Sistema Nacional de Desarrollo Social se define en el artículo 8
de la ley como “un mecanismo permanente de concurrencia, colaboración, coordi-
nación y concertación de los gobiernos federal, los de las entidades federativas y los
municipales, así como los sectores social y privado”, por lo que su objeto institucional
es básicamente “integrar la participación de los sectores público, social y privado en
el cumplimiento de los objetivos, estrategias y prioridades de la Política Nacional de
Desarrollo Social”, así como “fomentar la participación de las personas, familias y
organizaciones y, en general, de los sectores social y privado en el desarrollo social”
(Cámara de Diputados, 2015a).
Estrictamente en términos de participación ciudadana, la ley destina varias sec-
ciones. En primer lugar, crea en su Capítulo V el Consejo Consultivo de Desarrollo
Social, que tiene por objeto “analizar y proponer programas y acciones que inciden en
el cumplimiento de la Política Nacional de Desarrollo Social” (Cámara de Diputados,
2015a). Entre sus funciones específicas destaca impulsar la participación ciudadana y
de las organizaciones en el seguimiento, operación y evaluación de la Política Nacio-
nal de Desarrollo Social, proponer a la SEDESOL los temas que por su importancia
ameriten ser sometidos a consulta pública, propiciar la colaboración de organismos
públicos y privados, nacionales y extranjeros, en el desarrollo social, impulsar la rea-
lización de estudios e investigaciones en la materia, recomendar la realización de
auditorías a programas prioritarios, informar a la opinión pública sobre los aspectos
de interés general relativos a la Política Nacional de Desarrollo Social, entre otros.
El Consejo está integrado por un Presidente, que es el titular de la SEDESOL,
un Secretario Ejecutivo que designará éste, así como por los consejeros que deben
ser ciudadanos mexicanos de reconocido prestigio en los sectores privado y social, así
como de los ámbitos académico, profesional, científico y cultural vinculados con el
desarrollo social.
Posteriormente, en su Capítulo VI, la ley aborda ya directamente la participación
social y señala en el artículo 61 que “El Gobierno Federal, los de las entidades fede-
rativas y los municipios garantizarán el derecho de los beneficiarios y de la sociedad a
participar de manera activa y corresponsable en la planeación, ejecución, evaluación
y supervisión de la política social” (Cámara de Diputados, 2015a). Para ello, las orga-
110
Maximiliano García Guzmán
nizaciones de la sociedad civil pueden recibir fondos públicos para operar programas
sociales propios.
Por su parte, el Capítulo VIII denominado “De la Contraloría Social” es una
sección esencial de la materia que nos ocupa, ya que la ley reconoce esta figura como
el medio que tienen los beneficiarios para verificar el cumplimiento de las metas y la
correcta aplicación de los recursos públicos asignados a los programas de desarrollo
social, razón por la cual le asigna las siguientes funciones: solicitar la información a
las autoridades federales, estatales y municipales responsables de los programas de de-
sarrollo social, vigilar el ejercicio de los recursos públicos y la aplicación de las accio-
nes, emitir informes sobre el desempeño de los proyectos y ejecución de los recursos
públicos, atender e investigar las quejas y denuncias presentadas sobre la aplicación y
ejecución de las actividades, presentar ante la autoridad competente las quejas y de-
nuncias que puedan dar lugar al fincamiento de responsabilidades, entre otros.
Un rubro que merece especial atención en términos de la participación ciudada-
na en la política de desarrollo social es, sin duda, la evaluación, pues es ahí donde
ha germinado con particular dinamismo el involucramiento de la sociedad civil en
el monitoreo, estudio y control de las acciones públicas en la materia. De hecho,
como se mencionó en una sección previa, en el año 2014 se le asignó al CONEVAL,
institución encargada de evaluar la política social, el rango de órgano constitucional
autónomo para salvaguardar su carácter ciudadano.
Al respecto, el artículo 72 de la ley señala textualmente:
La evaluación de la Política de Desarrollo Social estará a cargo del Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, que podrá realizarla
por sí mismo o a través de uno o varios organismos independientes del ejecutor
del programa, y tiene por objeto, revisar periódicamente el cumplimiento del
objetivo social de los programas, metas y acciones de la Política de Desarrollo
Social, para corregirlos, modificarlos, adicionarlos, reorientarlos o suspenderlos
total o parcialmente (Cámara de Diputados, 2015a).
En adición a lo anterior, el artículo 73 expresa:
Los organismos evaluadores independientes que podrán participar serán insti-
tuciones de educación superior, de investigación científica u organizaciones no
lucrativas. Cuando las evaluaciones se lleven a cabo por un organismo distinto
del Consejo, éste emitirá la convocatoria correspondiente y designará al adjudi-
cado (Cámara de Diputados, 2015a).
Otras normas complementarias a las expuestas en esta sección son la Ley de So-
ciedades de Solidaridad Social, las prerrogativas fiscales de las Organizaciones de la
Sociedad Civil definidas en la Ley del Impuesto sobre la Renta, el Reglamento del
INDESOL y las Reglas de Operación de FONAES.
111
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
Acuerdos internacionales
Orientándonos hacia otro orden de gobierno, se ubicó que el ámbito estatal registra
varias leyes de participación ciudadana. De hecho, 24 de las 32 entidades federativas
cuentan con una ley en la materia y son: Aguascalientes, Baja California, Baja Cali-
fornia Sur, Chiapas, Coahuila, Colima, Distrito Federal, Durango, Guanajuato, Gue-
rrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Querétaro, Quintana
Roo, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán y Zacatecas.
En estas disposiciones jurídicas, las figuras o mecanismos de participación más
comunes que se regulan son el plebiscito, el referéndum, la consulta ciudadana, la
iniciativa popular, la contraloría social, las audiencias públicas y los diversos consejos
de participación ciudadana y asambleas de barrios. Además, cabe señalar que dentro de
las normas estatales se asignan atribuciones a los ayuntamientos para que fomenten la
participación ciudadana en su ámbito de competencia, por ejemplo, en la elaboración
de sus planes y programas de desarrollo municipal.
Del otro lado de la moneda, ocho estados de la República no cuentan con una ley
de participación ciudadana: Campeche, Chihuahua, Estado de México, Nuevo León,
Puebla, San Luis Potosí, Tlaxcala y Veracruz. Sin embargo, cabe precisar que si bien
no existe como tal una ley creada ex profeso para la materia en esas entidades, es un
hecho que cuentan con normas diversas que indirectamente contienen o definen me-
canismos de participación.
112
Maximiliano García Guzmán
fueron: Distrito Federal, con 5 mil 413; Estado de México, con 2 mil 372; Veracruz,
con mil 939; Oaxaca, con mil 672, y Chiapas, con mil 175. Del otro lado de la mo-
neda, las entidades que contaron con un menos número de asociaciones registradas
fueron: Baja California Sur, con 168; Campeche, con 194; Colima, con 228; Nayarit,
con 290, y Zacatecas, con 310 (Instituto Nacional de Desarrollo Social, 2014).
Asimismo, Indesol informó que en 2013 apoyó a mil 350 asociaciones de la socie-
dad civil, las cuales realizaron 81 mil 970 actividades en: desarrollo integral comuni-
tario (30 mil 560), sociedad incluyente y cohesión social (13 mil 368), promoción de
actividades culturales, científicas y deportivas (13 mil 278), asistencia social (11 mil
36), participación social y ciudadana (7 mil 357), equidad de género (4 mil 563) y
protección civil (mil 808) (Instituto Nacional de Desarrollo Social, 2014).
Finalmente, se reportó la siguiente clasificación de asociaciones de la sociedad civil
por materia de su actividad: del 100%, las de salud y asistencia social representaron el
43%; las de educación el 10%; las de arte, cultura, recreación y deportes el 3%; las
de desarrollo social el 14%; las de medio ambiente el 9%; las de derechos humanos el
10%, y las de intermediación filantrópica y promoción del voluntariado el 1% (Insti-
tuto Nacional de Desarrollo Social, 2014).
Estos datos oficiales, sin embargo, sólo reflejan números sin interpretación o crí-
tica. Para ello, se consultaron y retomaron diversos estudios que se han realizado al
respecto y que reflejan otra realidad, una donde a pesar de contar con un número im-
portante de instrumentos normativos que favorecen la participación, ésta en realidad
no ha crecido ni se ha desarrollado de manera sustancial.
Por ejemplo, de acuerdo con Tapia y Verduzco (2013), hasta hace tres años en
México existían cerca de 35 mil organizaciones de la sociedad civil. En términos
comparativos, ese número es poco significativo tomando en cuenta que hay países que
con menor población registran cantidades más altas, como Colombia que cuenta con
135 mil, o incluso Chile, que si bien cuenta también con 35,000, su población sólo
es de 15 millones de habitantes. Dicho de otro modo, tiene una densidad institucional de
50 organizaciones para cada 10,000 personas, mientras que en México el número es
de una organización por cada 20,000 habitantes (ITAM, 2013). Por su parte, también
llama la atención casos como Brasil, donde existen cerca de 200 mil asociaciones o
Estados Unidos, que alcanza el millón de organizaciones.
Las especialistas señalan que ello tiene que ver en gran medida con la poca pro-
moción e impulso gubernamental respecto a la constitución de asociaciones civiles,
pues, por ejemplo, en 2002 había únicamente 5 mil 700 organizaciones donatarias,
en tanto que en 2013, es decir, casi 10 años después, el número se redujo a 5 mil 300
(Tapia y Verduzco, 2013).
Otro dato ilustrativo del poco impacto de las organizaciones de la sociedad civil,
es que
en el año 2008 sólo el 6 por ciento de la población había formado parte de una
organización ciudadana y según la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, 73
113
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
114
Maximiliano García Guzmán
Conclusiones
115
Fundamentos institucionales del componente ciudadano en la política social. Reflexiones...
sistemáticas de capacitación una vez que estén constituidas las organizaciones. 5) Des-
tinar un presupuesto suficiente para dar soporte a la gestión operativa. 6) Ampliar
las convocatorias de participación a todas las fases del ciclo de políticas, es decir, que
no se limite la acción únicamente a expresarse en foros de consulta, sino que las aso-
ciaciones también influyan en la creación del problema, el diseño de la solución, la
implementación de la estrategia y la evaluación de los impactos.
Con esas recomendaciones se puede avanzar en la institucionalización de la par-
ticipación ciudadana en la política social, lo cual si bien no es la receta infalible para
construir políticas exitosas, en realidad con ello sí es posible promover una visión
más plural y realista de lo que acontece el espacio público en términos de necesidades
sociales y cómo resolverlas.
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117
Otras economías, otros empleos
María Cristina Girardo Pierdominic
119
Otras economías, otros empleos.
de casa y, por lo tanto, carecen del principal instrumento para autorealizarse como
persona y también se le niega ejercer su capacidad de servicio comunitario.
La economía feminista en años recientes ha realizado importantes contribuciones
al trabajo no remunerado, evidenciado sus aspectos de género, su lucha por el reco-
nocimiento como aporte central a la reproducción social y al funcionamiento de la
economía. Será este movimiento el que pondrá al centro del debate una serie de de-
rechos laborales encargados de reconocer aspectos de la vida reproductiva y así poder
conciliar el trabajo remunerado con la vida personal.
Por otra parte, los cambios en el mercado de trabajo y la presencia de nuevas prác-
ticas laborales, se puede ver en la expansión de nuevas modalidades de organización
y expresiones de la sociedad en formas alternativas tanto para resolver su subsistencia
como de organizarse para proveer bienes y servicios, y ante un mercado saturado que
no brinda cabida a quien demanda un empleo. Se observa además que la descentra-
lización de los servicios por parte del Estado, los cambios en el modo de vida de la
gente y el surgimiento de nuevas necesidades no cubiertas por el Estado de Bienes-
tar, convocan la presencia de organizaciones de la sociedad civil en la prestación de
trabajos de cuidado, así como en la producción de bienes y servicios. Las instancias
gubernamentales complementaran sus políticas públicas en corresponsabilidad con
otros actores no gubernamentales, actuando de manera muy flexible y dando vida a
distintas modalidades de organización. La presencia de un sector público no estatal
toma diversas formas, abriendo espacios para la formación, crea lugares de trabajo e
ingreso y opera superando dificultades para favorecer la mejora en las condiciones de
vida de la población local. Son actores y organizaciones que se articulan con miras
a encontrar actividades que posibiliten cambios en las condiciones de producción y
comercialización de bienes y servicios, a partir de la valorización de saberes tácitos y cono-
cimientos previos, activando potencialidades y recursos locales.
120
María Cristina Girardo Pierdominic
hogar (limpiar la casa, lavar los platos, lavar y planchar la ropa, cocinar, tirar la
basura, confeccionar prendas para los miembros del hogar), abastecimiento de
agua y combustible (acarrear agua, recoger leña); construcción y reparación de
la vivienda; y servicios específicos de cuidados (de niños, ancianos, enfermos)
(Redón, 2000).
121
Otras economías, otros empleos.
122
María Cristina Girardo Pierdominic
Y el total de trabajo no remunerado del hogar por tipo de actividad realizada tanto por
hombres como por mujeres, se puede observar en el Cuadro 4.
123
Otras economías, otros empleos.
Cuadro 4. Total del trabajo no remunerado del hogar por tipo de actividad, 2012
Actividad Horas por persona a la semana
Mujeres Hombres
Labores domésticas y de ciudades de
36 horas 18 minutos 11 horas 18 minutos
la población de 12 años o más
Labores domésticas y de ciudades de
5 horas 36 minutos 4 horas 54 minutos
la población de entre 5 y 11 años
Trabajo no remunerado en bienes de
5 horas 8 horas 48 minutos
autoconsumo
Fuente: INEGI, 2012. Cuenta Satélite de Trabajo Remunerado.
124
María Cristina Girardo Pierdominic
La creciente importancia del sector “público no estatal” en México nos obliga a acotar
con algunos criterios delimitadores sobre lo que entendemos por este sector y qué
tipo de organizaciones son las que incluye. El conjunto de ellas constituye un universo
heterogéneo y diverso dentro del cual se puede distinguir una tipología variada en lo
político, social e ideológico. Por esta diversidad es difícil encontrar un contenido nor-
mativo común. En realidad, la amplia heterogeneidad de los actores que participan y
trabajan en este sector, así como la ausencia de normativas nacionales que uniformen,
tipifiquen y regularicen esta categoría, impiden la formalización de una definición
unívoca.
Una breve revisión de las ciencias sociales en general y de la economía en parti-
cular (Ackeman, 1996) pone de manifiesto la dificultad que entraña, desde el marco
teórico conceptual (Donatti, 1996; Girardo, 2003, 2005, 2007; Olvera, 1999), el aná-
lisis de un sector asentado en el principio de “no lucrar”. Sin embargo y a pesar de
estos límites, se han realizado magníficas aproximaciones teóricas (Weisbord, 1991)
y empíricas (Clotfeler, 1992) a este sector institucional, que tiene una notable y cre-
ciente presencia en ciertas actividades económicas, sociales y culturales, y de servicios
en general, además de efectos significativos sobre la eficiencia y la equidad.
Una característica peculiar de las OSC es su pertenencia a una dimensión institu-
cional poco común: “lo público no estatal” (Bresser y Cunill, 1998). Estas organiza-
ciones actúan como sujetos en nombre del bien público. Son expresión de la ciuda-
danía activa. La innovación que más destaca es que introducen, dan forma (política y
organizativa) a un cambio en las estrategias de la ciudadanía. Va más allá de la tradi-
cional dicotomía entre lo público y lo privado, supera la coincidencia entro lo público
y el Estado, a la vez que redefine esas nociones. Para distinguir lo público de lo estatal y
de lo corporativo, entendido como algo que es de todos y para todos, se lo opone en
este sentido tanto a lo privado (volcado al lucro o al consumo) como a lo corporativo
(orientado a la defensa política de intereses sectoriales: partidos políticos y sindicatos)
(Girardo, 2003). Las instituciones que componen este sector son las organizaciones
no gubernamentales (ONG), las asociaciones, las organizaciones de base o de apoyo,
de defensa de los derechos, las organizaciones ciudadanas; instituciones de asisten-
cia privada, asociaciones de vecinos, fundaciones; organizaciones de tipo cultural, de
matriz religiosa, deportivas y de esparcimiento; urbanas territoriales, de comunidades
indígenas, de estudios y análisis políticos, entre muchas más. Se las denomina “Tercer
Sector”, “Economía Solidaria”, “Organizaciones de la sociedad civil”, “Privado social”,
“No gubernamentales”; “Instituciones de Asistencia Privada”, “Sin fines de lucro”,
“De promoción social y desarrollo”, “Organizaciones civiles”… Y si bien no todas estas
expresiones significan lo mismo, sí expresan la necesidad de acotar una realidad espe-
cífica: representar a organizaciones que buscan el bienestar de las personas, por medio
de sus acciones o de su injerencia en la construcción de la agenda pública.
125
Otras economías, otros empleos.
Una segunda peculiaridad que las distingue respecto a los otros sectores —Estado
y mercado—, es que las organizaciones empeñadas en erogar servicios a la comuni-
dad satisfacen necesidades asociadas con valores de uso no monetario, y en general
se trata de bienes relacionales intangibles (Caselli, 1998; Donatti, 1996; Fiorentini,
1997), cuyas necesidades no siempre el Estado es capaz de atender, o mejor dicho,
de comprender dadas sus características novedosas, ajenas a la dinámica de las nece-
sidades comunes (más universales) que generalmente el Estado atiende mediante las
políticas del Estado de Bienestar. Organizaciones de la sociedad civil colocaron en la
agenda ―mucho antes que el Estado social― políticas públicas para combatir pro-
blemas ligados con la atención a la violencia intrafamilar, a los temas del consumo
de drogas, de la discapacidad, de la migración, o los niños de la calle. Asimismo,
atendieron poblaciones vulnerables como los ancianos, los niños, los desocupados, los
enfermos, niños de la calle, entre otros, trabajos muy vinculados con la atención que
se les otorgaba dentro de las mismas familias, y sobre todo por las mujeres.
Una tercera característica distintiva son los recursos de que disponen estas orga-
nizaciones, tanto financieros como humanos. Se trata de las donaciones (provenientes
de la cooperación internacional, nacional y de ciudadanos), así como de los recursos
humanos voluntarios, sin paralelo en la empresa privada y en la administración públi-
ca. Esta distinción les permite, al menos en teoría, que puedan disponer de recursos
ilimitados, siempre que estén en condiciones de saber y poder atraer suficientes do-
nativos o trabajo voluntario (Fiorentini, 1997). Asimismo, se suma a estos beneficios
el hecho de que muchas organizaciones han venido experimentando últimamente en
México nuevas formas de autosustentabilidad merced a la prestación de servicios
(venta de productos, tiendas solidarias, comercio justo); sobre todo, muchas de
ellas están recibiendo financiamiento del gobierno como una forma de corresponsabi-
lidad para gestionar servicios. Esto aporta trabajo remunerado para la consecución de
metas que nutren el bien general o el interés común.
Pero, fundamentalmente, una peculiaridad que las distingue de los demás sectores
son los ideales y la motivación de las personas que integran tales organizaciones, pues
constituyen prerrequisitos indispensables para ingresar al sector. Sin embargo, estos
ideales ya no son suficientes para garantizar de manera eficiente el éxito y la continui-
dad de las OSC. La experiencia demuestra que las organizaciones necesitan contar con
el valor agregado en términos de competencias concretas, transparencia y rendición
de cuentas que les permitan legitimar sus acciones frente a otros ciudadanos y a las
instituciones.
Las peculiaridades descritas no pretenden eximir del análisis a una visión más
integral de estas organizaciones, en la que es necesario señalar aspectos que contra-
dicen la tendencia de identificar a las OSC sólo como entidades honestas, justas y
transparentes. Por una parte, podemos señalar que existen organizaciones racistas, an-
tidemocráticas o fundamentalistas, así como otras que atentan contra los derechos de
los grupos sociales y políticos, lo que redunda en un capital social negativo. También
las debilidades que enfrentan estas organizaciones para su funcionamiento las con-
126
María Cristina Girardo Pierdominic
2 Las actividades mencionadas son amplias y variadas (Artículo 5, párrafo I-XIX): Asistencia
social; Apoyo a la alimentación popular; Cívicas, enfocadas a promover la participación ciudadana
en asuntos de interés público; Asistencia jurídica; Apoyo para el desarrollo de los pueblos y comu-
nidades indígenas; Promoción de la equidad de género; Aportación de servicios para la atención a
grupos sociales con discapacidad; Cooperación para el desarrollo comunitario en el entorno urbano o
rural; Apoyo en la defensa y promoción de los derechos humanos; Promoción del deporte; Promoción
y aportación de servicios para la atención de la salud y cuestiones sanitarias; Apoyo en el aprovecha-
miento de los recursos naturales, la protección del ambiente, la flora y la fauna, la preservación y
restauración del equilibrio ecológico, así como la promoción del desarrollo sustentable a nivel regional
y comunitario, de las zonas urbanas y rurales; Promoción y fomento educativo, cultural, artístico,
científico y tecnológico; Fomento de acciones para mejorar la economía popular; Participación en
acciones de protección civil; Prestación de servicios de apoyo a la creación y fortalecimiento de orga-
nizaciones que realicen actividades objeto de fomento por esta ley; Promoción y defensa de los dere-
chos de los consumidores; Acciones que promuevan el fortalecimiento del tejido social y la seguridad
ciudadana; Las que determinen otras leyes.
127
Otras economías, otros empleos.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que no todas las organizaciones que se pueden
considerar como tales según las premisas de Girardo (2010), se dan de alta en el Re-
gistro Federal, y no todas las organizaciones registradas cumplen con esas premisas.
Por ejemplo, el Sistema de Cuentas Nacionales de México (2011) considera tam-
bién a los sindicatos, colegios de profesionistas y las asociaciones religiosas o políticas
entre las instituciones que denomina “sin fines de lucro”. Según este cálculo, en el
2008 existían en México 26,313 OSC (Cuadro 6).
Cuadro 6. Composición del Tercer Sector 2010/a*
128
María Cristina Girardo Pierdominic
En cambio, desde el punto de vista económico, una fuente útil para México es el
Censo Económico realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e In-
formación (INEGI). Girardo (2010: 34) afirma que en esta base de datos se encuentra
“una serie de establecimientos en donde se aglutinan las OSC; aunque en el Censo
no sean llamados de esa forma”. Siempre sobre la base de las premisas fundamentales
elaboradas, la autora revisa los datos para el sector privado y paraestatal y propone
considerar como OSC no sólo a las asociaciones y organizaciones civiles sino también
a los servicios de investigación y desarrollo; escuelas de educación especial; centros
de planificación familiar, atención médica externa para enfermos mentales y adictos y
otros centros; residencias para enfermos convalecientes en rehabilitación, incurables
y terminales, para el cuidado de personas con pro blemas de retardo mental, de salud
mental o abuso de sustancias; asilos y otras residencias para el cuidado de ancianos y
personas con discapacidad, orfanatos y otras residencias de asistencia social; servicios
de orientación y trabajo social para la niñez y la juventud; servicios de alimentación
comunitarios; refugios temporales comunitarios; servicios de emergencia comunita-
rios; servicios de capacitación para el trabajo para personas desempleadas, subemplea-
das o discapacitadas.
Sustentado en estos criterios de inclusión, según el último censo económico rea-
lizado (INEGI, 2009) en México en 2008, se contaron 22,818 unidades económicas
consideradas como OSC que ocupan un total de 167,922 personas –de las cuales
104,676 son hombres (62.34 %) y 63,246 mujeres (37.66 %)–; esto indica un incre-
mento del 47.69 % con respecto al censo económico de 2004 (Girardo, 2010) (Cuadro
7).
Hay que considerar que de las 167,922 personas que trabajan en las OSC según
estos datos, 128,996 (76.82 %) son trabajadores voluntarios (es decir, no reciben una
remuneración económica regular), mientras sólo 38,926 (23.18 %) son trabajadores
económicamente remunerados de manera regular.
Cuadro 7. Denominaciones económicas y empleo
Personal ocupado
Denominación y unidades económicas
Total Hombres Mujeres
129
Otras economías, otros empleos.
Personal ocupado
Denominación y unidades económicas
Total Hombres Mujeres
Otros centros para la atención de pacientes que
177 2,005 874 1,131
no requieren hospitalización
Residencias con cuidados de enfermeras para
enfermos convalecientes, en rehabilitación, 63 682 238 444
incurables y terminales
Residencias para el cuidado de personas con
26 306 95 211
problemas de retardo mental
Residencias para el cuidado de personas con
149 1,132 839 293
problemas de trastorno mental y adicción
Asilos y otras residencias para el cuidado de
545 6,832 1,615 5,217
ancianos
Orfanatos y otras residencias de asistencia
955 10,468 3,064 7,404
social
Servicios de orientación y trabajo social para la
129 1,317 525 792
niñez y la juventud
Centros de atención y cuidado diurno de
56 565 187 378
ancianos y discapacitados
Otros servicios de orientación y trabajo social 14,148 89,010 69,165 19,845
Servicios de alimentación comunitarios 339 3,243 1,068 2,175
Refugios temporales comunitarios 150 1,476 401 1,075
Servicios de emergencia comunitarios 34 630 419 211
Servicios de capacitación para el trabajo para
personas desempleadas, subempleadas o 126 893 419 474
discapacitadas
Total 22,818 167,922 104,676 63,246
Fuente: Censo Económico, INEGI, 2009.
No obstante, es necesario tener en cuenta, en primer lugar, que a los 167,922 depen-
dientes (remunerados y voluntarios) se suman 6,017 que no dependen directamente
de las organizaciones sino que trabajan para ellas como consultores, comisionados, a
proyecto, entre otros.
En segundo lugar, desde un enfoque de la psicología de las organizaciones y del
trabajo, así como de la salud ocupacional y el bienestar organizacional, no son la
remuneración económica y la situación de contrato formal las que definen el trabajo
y la membresía a una organización, sino más bien la participación activa y el sentido
de pertenencia.
Es precisamente desde este punto de vista que se repara también en una definición
ideal de las OSC propuesta por un grupo de sociólogos italianos que subrayan la con-
temporaneidad de su actuar a favor del bienestar interno y externo: “aquel conjunto
de organizaciones que tienen en común la producción de una utilidad difundida, es
decir, que corresponden contemporáneamente a las necesidades específicas de los be-
neficiarios, de los trabajadores, y del ambiente que los rodea” (Lombardi, Messina y
Polimanti, 1999: 17).
130
María Cristina Girardo Pierdominic
Los servicios que brindan las organizaciones de la sociedad civil, descritos en el párra-
fo anterior, pueden ser asociados con las características que algunos autores de otros
países, particularmente europeos3 (Laville, 2004; Donatti, 1996) han denominado
“de proximidad y/o relacionalidad”. Estos servicios de proximidad pueden definirse
como “aquellos que, a partir de un impulso de reciprocidad, operan una construcción
conjunta de la oferta y la demanda cuya consolidación pasa por la combinación con
los principios del mercado y la redistribución” (Lavillle, 2004: 43). Algunos ejemplos:
quien produce agricultura orgánica, ofrece al mercado lo que él mismo consume;
familias que el estado no atendió en sus necesidades por que éste se ocupó en pro-
blemas de drogadicción, alcoholismo, mala alimentación, y tantas problemáticas que
aquejan a las personas, deciden agruparse con otras personas para crear una asociación
y atender estas necesidades (ofrecen y son los que reciben este servicio) y así podremos
observar que generalmente estos servicios se brindan conjugando oferta y demanda.
El usuario es determinante para constituir la oferta, ya sea por iniciativa propia o
porque forma parte de los mismos trabajadores sociales, o aun por la intervención de
profesionales que llegan a percibir las demandas insatisfechas al quedar involucrados
de manera directa en la producción de servicios.
Este tipo-ideal de servicios se caracteriza por crearse y consolidarse entre diferen-
tes tipos de recursos: mercantiles, no mercantiles y no monetarios. Asimismo, se los
concibe como una inclinación de reciprocidad en espacios públicos de proximidad
(cercanos entre y a las personas). Esta categoría de servicios de proximidad no se
restringe a servicios sociales de tipo asistencial; el rubro puede ser definido como ser-
vicios que responden a necesidades personales o colectivas, basados en una relación de
proximidad objetiva o subjetiva, referidos al espacio o tiempo, así como a la subjetivi-
dad de los actores. La proximidad puede adoptar forma de colonia o de municipio, ya
que los servicios se brindan en lugares restringidos y responden de manera oportuna
a la demanda de los usuarios, aunque no se refiere sólo a la colonia y/o el municipio,
sino que la proximidad se define por el hecho de que es sentida, experimentada e in-
teriorizada por los actores (dimensión relacional del servicio, marcada por la relación
directa entre el proveedor del servicio y quien lo recibe), y no sólo por referencia al
territorio (Laville, 2004: 39). Por ejemplo, los servicios relacionales tienen que ver
con el afecto y la cercanía que se le brinda a las personas en dificultad (enfermos, dis-
capacitados, atención a niños, etcétera) y los más vinculados con cercanía geográfica,
por la colonia, el barrio (servicios de barrido y limpieza, servicios a la comunidad,
arreglo de parques públicos, etcétera).
3 Estos se han reconocido como componentes de nuevos servicios que las políticas empezaron
a sostener en el llamado Libro Blanco, documento de reflexión de la Comunidad Europea para
el siglo XXI, en donde se anunciaba “una cifra de tres millones de nuevos empleos” que podían
distribuirse “igualmente entre los servicios de proximidad, la mejora del marco de vida y la
protección del medio ambiente” (Comisión Europea, 1993: 13).
131
Otras economías, otros empleos.
Encuadrar los servicios de cuidado, con frecuencia realizados dentro de los hogares
como trabajo no remunerado llevado a cabo en su mayoría por las mujeres, implica
tener en cuenta cómo a su vez este trabajo se externaliza y se realiza en otros espacios
y con otros actores. Aparece, como hemos descrito en párrafos anteriores, el público
132
María Cristina Girardo Pierdominic
no estatal (y sus actores, las organizaciones de la sociedad civil en sus múltiples ma-
nifestaciones), prestando servicios conocidos como de proximidad y relacionalidad.
A su vez se externaliza el trabajo –aunque de manera precaria e informal- repitiendo
las mismas tareas del hogar, pero fuera del mismo, recibiendo un salario. Por último,
queremos considerar una serie de actividades que también se encuadran dentro de los
servicios y de la producción de bienes y productos, que se manifiestan institucional-
mente en formas muy variadas de organización: el trabajo comunitario, las cooperati-
vas, microemprendimientos, empresas sociales otras cuya ética común está basada en
la solidaridad y el servicio a los socios y al interés general y se engloban dentro de la
economía social/solidaria.
Esta teoría coloca el acento en una hibridación del sistema, que permite la regene-
ración del tejido social y la reinserción de la política y de la sociedad al interior de la
economía. Según uno de sus teóricos, Jean Louis Laville (1994), la economía solidaria
puede surgir de un nuevo equilibrio entre la intervención pública, redes informales,
empresas cooperativas y sector no lucrativo. En esta intersección entre economía so-
lidaria, tercer sector (muchas veces utilizados como sinónimo) y prácticas de produc-
ción e intercambio informal, puede surgir otra economía. Esta otra economía se pue-
de imaginar como una red, o como un conjunto de redes, de operadores económicos
(también políticos y culturales) cuyo comportamiento se basa en principios originales
de funcionamiento, poniendo al centro de la acción el bien colectivo y la equitativa
distribución del valor. Las actividades que desarrollan dentro de esta otra economía
persiguen la satisfacción de las necesidades fundamentales de las personas y el mayor
bienestar posible para todos; tiene además como finalidad primaria la valorización
de las capacidades de todas las personas, a través de la aplicación de los principios de
solidaridad y de justicia en el ámbito del trabajo y del consumo. Lo que diferencia
fundamentalmente a las empresas de la economía social/solidaria, es que se rige por
principios de democracia económica y autogestión.
Dentro de la economía existen diversas vertientes: por una parte, la economía de
mercado; por otra, la economía de no mercado y además la economía no monetaria.
En el marco de esta hibridación es que podemos ubicar a la economía social y so-
lidaria. Esta vertiente –bajo diversas variantes– ve la posibilidad de desarrollar una
socioeconomía, en que los agentes económicos no son escindidos de sus identidades
sociales, mucho menos de su historia y de su incrustación en el mundo simbólico e
institucional que denominamos cultura. Sin embargo, al considerar a la economía
como inseparable de la cultura, esta vertiente la mira como espacio de acción consti-
tuido no por individuos utilitaristas que buscan ventajas materiales, sino por indivi-
duos, comunidades y colectivos de diverso tipo que se mueven dentro de instituciones
decantadas por la práctica o acordadas como arreglos voluntarios, que actúan hacien-
do transacciones entre la utilidad material y valores de solidaridad y cooperación,
limitando (no necesariamente anulando) la competencia (Coraggio, 1999).
Colocar la mirada en la economía social significa encontrar nuevas vertientes para
la disciplina económica. Nos referimos a una concepción que pretende superar la
133
Otras economías, otros empleos.
134
María Cristina Girardo Pierdominic
del territorio, debido a que “algunos proyectos requerirán fuertes inversiones, serán
intensivos en capital y tendrán un importante componente técnico”.
Ambos autores destacan una distinción entre la economía social fundacional vin-
culada con cooperativas y mutuales históricas únicamente y la nueva economía social/
solidaria, término que se utiliza para señalar a una diversidad de organizaciones de
pequeños productores, clubes de trueque y ferias, fábricas recuperadas o autoges-
tionadas, proyectos productivos comunitarios, cooperativas de asociaciones laborales,
mutualidades de previsión social, Centros Especiales de Empleo, empresas de inser-
ción, actividades de comercio justo, entre otras formas de organizaciones complejas y
heterogéneas. Estas experiencias se asocian más con poblaciones marginadas, exclui-
dos, desocupados, producto de las crisis económicas en algunos países como Argenti-
na. En otros países, como México, el aumento de la informalidad y la precariedad, así
como la pobreza y los altos índices de migración, conforman denominadores comunes
para analizar estos fenómenos como una unidad. Las formas de organización que
manifiesta la economía social para este sector se presentan así “en su doble capacidad
de resolver algunas necesidades básicas y proveer a éstos de un medio de vida, a la
vez que implican nuevas formas de acción colectiva, representación social o política,
aprendizaje, toma de conciencia y resocialización” (Altschuler y Casalis, 2006: 83).
Estas iniciativas pueden constituir un aporte en espacios territoriales más acotados
y contribuir así al desarrollo local, siempre y cuando se generen además políticas pú-
blicas (en el ámbito de la educación, la vivienda, la salud, entre otras) que favorezcan a
los sectores excluidos. Hasta nuestros días, estas prácticas de la economía social/soli-
daria si bien han influido en programas de políticas públicas nacionales y subnaciona-
les, vinculadas a fortalecer el desarrollo local, los actores beneficiados por las mismas
no han tenido aún la capacidad de formar parte del ámbito de la concertación de acto-
res, cristalizada en los planes estratégicos. Asimismo, muchas de estas experiencias no
alcanzan a generar una masa crítica de emprendimientos que permita generar cadenas
de valor locales y ampliar así los canales de comercialización en el entorno territorial.
¿Cuáles son los espacios que ofrece la economía de los cuidados en su conjunto
para la generación de trabajos/empleos “decentes” (OIT)?
135
Otras economías, otros empleos.
Como ya fue descrito en este documento, el trabajo no remunerado dentro del hogar,
sobre todo por las mujeres, representa un valor económico importante para el con-
junto de la economía. El trabajo de cuidado realizado por las mujeres en el hogar les
ha otorgado una serie de calificaciones a las que ellas recurren cuando deben externa-
lizar sus funciones para poder realizar trabajos remunerados fuera del hogar. Pensar
la profesionalización de este amplio sector de la población, que ya genera un valor
económico con su trabajo no remunerado, evidenciado en la cuenta satélite descrita
anteriormente, significa por una parte recuperar una serie de saberes tradicionales que
potencia la capacidad de las mujeres partiendo que el trabajo implica un proyecto ar-
mado alrededor de saberes, aprendidos en el tiempo de formación anterior al empleo.
Estos saberes se constituyen garantía de reconocimiento que deben ser revalorizados
y mejorados, ante las nuevas exigencias del mercado. La participación de las mujeres
en grupos y organizaciones resulta un factor benéfico y potenciador de capacidades y
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María Cristina Girardo Pierdominic
posibilidades para ellas. Las relaciones de amistad, políticas, familiares y laborales dan
pie a la puesta en marcha de muchas iniciativas lideradas por mujeres. Un caso ejem-
plificador son las redes de microfinanzas sociales, donde muchas mujeres son quienes
han tomado la iniciativa, que les permitió posteriormente empezar con pequeñas em-
presas familiares. Usualmente, las capacidades individuales se ven reforzadas cuando
se ponen al servicio del colectivo, particularmente en las mujeres que cuando asumen
paulatinamente responsabilidades en organizaciones externas a su hogar, desde que
inician su participación hasta llegar a escalar en las estructuras de representación
locales, regionales y nacionales de las organizaciones, ponen de manifiesto procesos
de liderazgo, del empoderamiento adquirido, basado en la confianza en sí mismas, la
autoestima, la satisfacción personal, el desarrollo de capacidades y la potenciación de
las redes de relaciones preexistentes.
Profesionalizar aún más sus actividades permitiría a las mujeres mejorar sus con-
diciones laborales y la oportunidad de salir del hogar, siempre y cuando se trabaje
también y acompañe con políticas públicas la conciencia de roles y equidad de género.
Sobre todo con políticas públicas distributivas, que incrementen el salario real y dero-
gando leyes de flexibilización laboral, mejorando sensiblemente la situación de todos
los trabajadores; y por otra, regulando relaciones laborales con quienes queden fuera
del mercado laboral, centradas en los derechos laborales ( jubilación extendida a todas
las amas de casa; seguro universal por hijo, salario reconocido a las trabajadoras do-
mésticas, etcétera). Además, mejorar las guarderías para que las madres puedan enviar
sus niños; contar con residencia para ancianos, permitiría a las mujeres externalizar
sus actividades fuera del hogar. La política focalizada del Programa Oportunidades
en México deja fuera a las mujeres, ya que continúan en el ámbito del hogar. En este
sentido, hay que pensar políticas más distributivas y basadas en los derechos humanos
de las personas.
Estos espacios laborales que se abren para la participación de la mujer, pueden ser
solventados en corresponsabilidad entre el Estado, las organizaciones de la sociedad
civil, tuteladas bajo una estricta reglamentación y supervisión de sus actividades para
no caer en abusos o irregularidades, como ya ha sucedido en muchos casos.
Asimismo, es menester señalar que si bien abunda el trabajo y la actividad, no
es menos cierto que el empleo protegido y estable todavía resulta inaccesible para
una parte de los sectores vulnerables, con especial énfasis para las mujeres. Continúa
siendo un desafío pendiente para las políticas públicas regular el sector de los trabajos
no remunerados y las políticas sociales dirigidas a crear condiciones que posibiliten la
externalización dichas actividades.
137
Otras economías, otros empleos.
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Otras economías, otros empleos.
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María Cristina Girardo Pierdominic
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El programa Asignación Universal por Hijo como
impulsor de la calidad de vida para la población
argentina
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
Jubilados,
desempleados Sistemas:
y trabajadores
informales
Contributivo
Trabajadores No contributivo
formales
Fuente: Elaboración propia con base en la información proporcionada en Pilar Arcidiácono et al., “Asignación
Universal por Hijo para la Protección Social de la Argentina. Entre la satisfacción de necesidades y el reconoci-
miento de derechos”, [en línea], Chile, CEPAL, UNICEF, Serie Políticas Sociales, núm. 184, 2013, Dirección URL:
http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/6193/LCL3662_es.pdf?sequence=1, [consulta: 22 de
marzo de 2015].
1 Sobre la definición del monotributista social: “[…] [El Monotributo Social es] un régimen
electivo creado con el objeto de facilitar y promover la incorporación de los trabajadores infor-
males, a partir de su incorporación con contribuyentes, con lo que pueden emitir facturas, ser
proveedores de reparticiones públicas, realizar aportes previsionales y acceder a sistema de obras
sociales.” Cfr. Pilar Arcidiácono et al., “Asignación Universal por Hijo para la Protección So-
cial de la Argentina. Entre la satisfacción de necesidades y el reconocimiento de derechos”, [en
línea], Chile, CEPAL, UNICEF, Serie Políticas Sociales, núm. 184, 2013, Dirección URL:
http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/6193/LCL3662_es.pdf?sequence=1,
[consulta: 22 de marzo de 2015].
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Eliana Isabel Sánchez Rangel
La vulnerabilidad que atiende el programa social “Asignación Universal por Hijo para
la Protección Social” comienza por la existencia de desempleo y empleo informal, y
se enfoca concretamente en el apoyo a los hijos e hijas de familias con padres des-
empleados o empleados en sectores de mínimo impacto (como el trabajo doméstico)
para que sus derechos sociales, como son el acceso a la salud y a la educación, sean
garantizados.
Asimismo, a escala internacional, la AUH da fe del compromiso de la nación
argentina para cumplir con los objetivos de procurar por el futuro de la niñez en el
mundo y erradicar la pobreza extrema. Todo ello alineado con lo dispuesto en los Ob-
jetivos de Desarrollo del Milenio 2015 y actualmente con los Objetivos de Desarrollo
Sostenible 2030, así como con el compromiso que signó el país sobre la procuración
de los derechos de los niños en la Convención Internacional de los Derechos del Niño
(Becher, 2014).
De acuerdo al organismo de la Administración Nacional de la Seguridad Social
(ANSES2), los requisitos para ser asistido por la AUH son los siguientes (ANSES,
2015):
a) encontrarse desocupados, es decir, no percibir ninguna suma de dinero en
concepto de prestaciones contributivas o no contributivas, nacionales o provin-
ciales (subsidios, planes, pensiones, etcétera);
b) ser trabajadores no registrados, es decir, que se desempeñen en la economía
informal y percibir una suma de dinero igual o menor al Salario Mínimo, Vital
y Móvil;
c) ser trabajadores inscriptos en los planes “Argentina Trabaja-Manos a la
Obra” del Ministerio de Desarrollo Social, o “Programa de Trabajo Autoges-
tionado” del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social;
d) ser trabajadores inscriptos en el Régimen de Monotributistas Sociales;
e) ser trabajadores incorporados en el Régimen Especial de Seguridad Social
para Empleados del Servicio Doméstico (artículo 21 de la ley 25.239) y percibir
un ingreso menor al Salario Mínimo, Vital y Móvil;
f) ser trabajadores de temporada, encontrarse con reserva de puesto de trabajo
a mes completo y no percibir ninguna suma de dinero durante ese período;
g) encontrarse privados de su libertad, incluyendo a aquellos que desempeñen
tareas dentro de las Unidades del Servicio Penitenciario Federal, inscritas den-
tro del “Ente de Cooperación Técnica y Financiera del Servicio Penitenciario
147
El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
Con este tipo de Asignación, los niños beneficiados reciben, por medio de su padre,
madre o tutor, una cantidad mensual fija de dinero para que sean satisfechas sus
necesidades y derechos relativos a salud y educación principalmente. Los padres que
reciben esta transferencia por cada hijo menor de edad o discapacitado que tienen,
están obligados a observar correctamente la aplicación del cuadro de vacunas de sus
hijos, así como la asistencia a la escuela de éstos.
El 80% de la transferencia es otorgada mes con mes y el 20% de cada mensualidad
es acumulado hasta que el adulto titular de cada familia compruebe el cumplimiento
de las condicionalidades que guarda el programa (Danani, 2013).
Es así que la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social como parte
complementaria de las Asignaciones Familiares tradicionales de la seguridad social,
posee un enfoque de desarrollo de capacidades (Becher, 2014), porque con base en
sus condicionalidades asegura que los beneficiados finales, es decir, los niños, crezcan
con el acceso a sus derechos más básicos que les otorgan un piso de igualdad para el
futuro: la salud y la educación.
El enfoque de las capacidades humanas, que propone Sen, nos lleva a consi-
derar a los sujetos [de las políticas sociales] como agentes, en política social
podríamos decir destinatarios, y no receptores pasivos; a su vez, estos agentes
tienen capacidades centradas en la libertad fundamental para vivir la vida, y
razones para valorar y aumentar las opciones reales entre las que pueden elegir.
En este sentido se considera adecuada la intervención estatal para coadyuvar
en esta tarea principalmente logrando el acceso universal a servicios sociales
básicos como la educación y la salud (Becher, 2014).
A pesar del apoyo que tiene el programa social en cuestión por parte de la sociedad
argentina, existen especialistas dedicados al estudio de políticas sociales que perma-
necen con una postura reticente frente a la iniciativa del gobierno kirchnerista y los
resultados que ha arrojado desde su entrada en vigor.
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Eliana Isabel Sánchez Rangel
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
Como se anotó anteriormente, la Asignación Universal por Hijo contempla dos con-
dicionalidades, además de los requisitos iniciales para poder ser receptor del apoyo
económico: para que los hijos beneficiados puedan recibir el apoyo monetario men-
sualmente, los padres que estén a su cargo deben comprobar que se ha cumplido con
el cuadro de vacunas correspondiente, así como con la asistencia a clases de los niños
y adolescentes.
Sobre el tema existen opiniones encontradas dentro de la sociedad argentina: al-
gunos apoyan la existencia de condicionalidades en el programa con el fin de que
el objetivo del apoyo económico sea cumplido por el bienestar de los niños y ado-
lescentes beneficiados, y además funjan como un candado contra cualquier postura
oportunista de parte de los responsables de los menores para hacer mal uso de los
recursos públicos; se hace patente la preocupación del sector de la sociedad que apoya
las condicionalidades debido a la desocupación o informalidad laboral de los padres,
y el riesgo que subyace de que los recursos sean gastados en cuestiones ajenas al
objetivo original. Otros se encuentran totalmente en contra, porque consideran que
es un acto discriminatorio contra los padres y madres pobres y desempleados, puesto
que a diferencia de las asignaciones familiares otorgadas a los hijos con padres asala-
riados formales a los que no se les pide alguna condicionalidad, a los beneficiarios de
la AUH les es exigido que comprueben la asistencia regular a la escuela, así como el
control de vacunación de los menores (Arcidiácono et al., 2013), situación que enfa-
tiza a priori y fomenta en la sociedad argentina la desconfianza y el rechazo hacia las
personas de los sectores vulnerables.
Por su parte, las especialistas argentinas en políticas sociales Yanina Jotayan y Lau-
ra Garcés opinan que la existencia de condicionalidades es una debilidad del programa
social si son observadas éstas como una manera de condicionar los derechos sociales
de los receptores (Garcés y Jotayan, 2015), es decir, de los niños.
Ante la disyuntiva de puntos de vista sobre este tipo de programas, se observa que
el Estado, a través del aparato gubernamental, actúa como lo explicara James O’Con-
nor en su obra La crisis fiscal del Estado:
el Estado al formular sus políticas públicas debe siempre pensar en la conserva-
ción de un equilibrio entre las demandas que provienen de los diferentes secto-
res de la sociedad, de manera que su legitimidad no sea puesta en duda y, por el
contrario, aumente y/o se conserve por medio del ejercicio de sus funciones, es
decir, del diseño e implementación de las políticas públicas (O’Connor, 2009).
En el caso de la AUH, que se trata de un programa de transferencias condicio-
nadas, el Estado argentino satisface tanto la demanda de ayuda del sector vulnerable
vía programas sociales, como del sector estable, con la consideración de condicio-
nalidades, que motivan a la eficiente utilización de los recursos que recauda de los
contribuyentes.
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
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Luego, hacen patentes las deficiencias institucionales que son acentuadas por la cre-
ciente demanda de educación y salud que el propio programa produce. La implemen-
tación de la AUH visibiliza el déficit de infraestructura que padece el país para ser
capaz de atender a los niños, y más aún, a los niños discapacitados (Arcidiácono et al.,
2013) que también contempla este programa social.
Hacia la segunda mitad del año 2014, según información oficial, en Argentina la
pobreza se redujo un 11% y la clase media reportó un incremento de aproximadamen-
te el doble respecto a la medición del 2003; aunado al reporte de la FAO en el que se
señala que en este país el hambre y la indigencia se encuentran erradicadas, el PNUD
colocó en su Informe de Desarrollo Humano de 2014 a Argentina en el lugar 49,
como uno de los países con un IDH muy alto. Para la CEPAL, estos logros en ma-
teria de calidad de vida son un reflejo de las políticas implementadas por el gobierno
argentino, entre ellas la Asignación Universal por Hijo, la cual se trata de una política
social de inclusión (FLACSO, 2014).
En el mismo orden, los investigadores del Centro de Estudios Distributivos, La-
borales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad de La Plata, Leonardo Gasparini y
Santiago Garganta, concuerdan con los impactos positivos que ha dejado a su paso
la implementación de la AUH a lo largo de cinco años. De acuerdo con estos espe-
cialistas, hasta este año la reducción de la pobreza de ingresos y la disminución de la
brecha de desigualdad social en Argentina se relaciona con este programa, por lo que
se mantiene como una de las políticas más llamativas en la región latinoamericana
(Gasparini y Garganta, 2015).
No obstante, los analistas no dejan de lado el hecho de que este programa también
ha tenido efectos colaterales que los hacedores de políticas deben abordar con especial
cuidado. Se refieren al desincentivo en la formalización de los trabajadores del sector
informal y a la afectación de la tasa de fecundidad (Jueguen, 2015).
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
Conclusiones
Luego del gobierno menemista que se caracterizó por crear en Argentina un Estado
neoliberal, la pobreza y la desigualdad en la sociedad se convirtieron en índices delica-
dos para la relación del gobierno con la sociedad, toda vez que esta situación alimen-
taba el descontento social. Para atender esta crisis, la política social se transformó en
un instrumento asistencialista, de la cual el objetivo era minimizar la pobreza pero no
erradicarla en el largo plazo.
La crisis generalizada del 2001 con De la Rúa en la Presidencia marcó un punto
culminante en la consciencia de la ciudadanía, ya que su calidad de vida, como percep-
ción propia de los individuos, había sufrido daño debido a tantos años de inestabilidad
económica y detrimento de las circunstancias socioeconómicas.
Es a partir de los esfuerzos de Duhalde que en el país la inestabilidad logró ser
controlada, pero la conquista de la estabilidad tuvo lugar con el gobierno kirchnerista
que inició en 2003.
El kirchnerismo –nombre que se le adjudicó a la corriente política identificada
en el escenario político argentino a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fer-
nández de Kirchner– planteó con base en su discurso y sus medidas de gobierno una
nueva relación entre la sociedad y éste, en un inicio bajo la tutela del tradicional Pero-
nismo y posteriormente creando su propia marca que hasta la actualidad es reconocida
por sostenerse en dos pilares y objetivos de gobierno: la inclusión y la justicia social;
de aquí que la política social haya tomado tanta relevancia.
En el marco del resurgimiento de la política social como herramienta clave para
los logros del gobierno argentino actual, la Asignación Universal por Hijo para la
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Eliana Isabel Sánchez Rangel
Protección Social (AUH) surge como una política que busca mitigar la exclusión tra-
dicional que reside en el régimen de seguridad social nacional, basado en gran parte
en las Asignaciones Familiares (AAFF). Con la mitigación de la exclusión, se puede
atacar la pobreza intergeneracional, es decir, aquella pobreza que se hereda debido a la
falta de oportunidades que los padres transmiten a sus hijos; asimismo, con la AUH
el gobierno reconoce abiertamente los derechos de todos los niños al acceso a la salud
y a la educación, independientemente de la estabilidad laboral de los padres; y por
último, como consecuencia de lo anterior, busca generar un piso de igualdad desde la
niñez para impactar a futuro en la calidad de vida de las generaciones en formación.
Se trata, por lo tanto, de una política social muy ambiciosa con un enfoque que
concuerda con la visión internacional sobre el progreso al que la humanidad aspira. La
AUH, para Argentina, ha contribuido en los avances nacionales en materia de erra-
dicación de la pobreza, lograr la enseñanza primaria universal y reducir la mortalidad
infantil; los tres temas están incluidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio
creados en el año 2000 y los ahora Objetivos de Desarrollo Sostenible formulados en
el presente año para ser cumplidos en 2030. Además, resulta ser la materialización del
compromiso al que Argentina se sumó mediante la firma de la Convención Interna-
cional de los Derechos del Niño.
No obstante el reconocimiento de la pertinencia de una política social como la
AUH, existen opiniones divergentes de algunos especialistas en políticas sociales,
sobre las características que guarda aquella; a saber:
a) Su “universalidad”. El debate que genera la universalidad de la AUH deriva en
el sentido estricto que los especialistas otorgan a esta característica; en políticas
sociales, la universalidad hace referencia al acceso generalizado de sus beneficios
sin intentar focalizar una población objetivo; no obstante, el gobierno argentino
ha entendido que la universalidad de este programa estriba en la erradicación de la
exclusión que tradicionalmente generó el régimen de las asignaciones familiares.
b) Una vez que es entendido lo anterior, puede aceptarse que la universalidad a la que
aboca la AUH hace referencia al objetivo que persigue, esto es, permitir que los
hijos de los desempleados y los trabajadores informales accedan a la transferencia
que antes era exclusiva para los hijos de los empleados formales. Se trata de una
manera de generar inclusión –universalidad– y mejorar la calidad de vida de las
nuevas generaciones.
c) Las condicionalidades que impone. La imposición de controles sobre el cuadro de
vacunación y la asistencia escolar es una medida apoyada por unos pero condenada
por otros. Los que se muestran a favor de éstas las defienden por considerarlas un
control que asegura el éxito del programa. Mientras que sus detractores las iden-
tifican como una forma de discriminar a las familias que reciben las transferencias
y, principalmente, de ir en contra del espíritu de la asignación, ya que al imponer
condicionalidades, se está condicionando la posibilidad de acceder a los derechos
de la salud y la educación.
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El programa Asignación Universal por Hijo como impulsor de la calidad de vida para la población argentina
156
Eliana Isabel Sánchez Rangel
Empero, así como la AUH ha sido parte del progreso social argentino, también es
pertinente tener en cuenta los efectos colaterales de este programa de transferencias
condicionadas. Los hacedores de las políticas se mantienen alertas sobre la cuestión
de la falta de formalización laboral de los trabajadores informales, así como del com-
portamiento en la tasa de fecundidad; ambos aspectos relacionados estrechamente con
los términos de la AUH.
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158
Precarización del trabajo y exclusión laboral: sus
implicaciones en la distribución del ingreso en
México
Rosa Aurora Osorio Orozco, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM
159
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
160
Rosa Aurora Osorio Orozco
4 Organización Internacional del Trabajo, Del trabajo precario al trabajo decente: documento
final del simposio de los trabajadores sobre políticas y reglamentación para luchar contra el empleo
precario, Oficina Internacional del Trabajo, Oficina de Actividades para los Trabajadores (AC-
TRAV), Ginebra, 2012, p. 32.
5 Castel, Robert, El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo,
FCE, Buenos Aires, 2010.
6 Ibidem, p. 24.
161
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
nuevas exigencias. Sin embargo, algunos otros son impotentes para dominar tan
vertiginosa adaptación, ya que carecen de los soportes necesarios que les permita
afirmar un mínimo de independencia social. Por ende, son así amenazados de
invalidación social, ya sea porque se desconectan de los soportes colectivos que les
procuraban las condiciones de base de su interdependencia social, o bien simple-
mente porque no logran inscribirse en la dinámica de mercado.
7 Ibid., p. 41.
8 Yanes, Pablo, “El vínculo entre el régimen de acumulación y régimen de bienestar”, en
Cordera Campos, Rolando; Flores de la Vega, Margarita; Fuentes Alcalá, Mario Luis, México
Social: Regresar a lo fundamental, PUED-UNAM, México, 2015, pp. 117-125.
162
Rosa Aurora Osorio Orozco
Exclusión laboral
Para Juan Pablo Pérez Sáinz,10 la exclusión social (a diferencia de la noción de po-
breza) pone de manifiesto la disputa sobre el acceso y el monopolio de los recursos
estratégicos sobre los que se sustenta la integración y el bienestar social en el contexto
de desarrollo vigente. Asimismo, la exclusión permite construir una visión histórica y
relacional de los procesos de constitución de las privaciones estructurales. Por ende, la
superación de la exclusión implica la redefinición de las relaciones de poder.
Para el autor, el concepto de exclusión social debe contemplar las siguientes ca-
racterísticas: a) su origen reside en el ejercicio de poder de un grupo social contra
otro(s); b) la exclusión es una manifestación de producción de desigualdades sociales;
c) este ejercicio de poder genera procesos de clausura social que no se consumarían,
sino que tendrían sólo efectos relativos pero de distinto grado; d) la exclusión es un
fenómeno multidimensional, o sea, hay distintos tipos de exclusiones que pueden in-
teractuar entre ellas reforzando las dinámicas excluyentes; e) exclusión sería sinónimo
163
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
164
Rosa Aurora Osorio Orozco
tre diferentes tipos de trabajadores, donde los que acaparan empleo generan exclusión
laboral sobre el resto. Empero, es importante resaltar que este tipo de situaciones se
posibilitan cuando no hay una ciudadanía social universal. Es decir, la oportunidad de
empleo requiere de ciertas condiciones objetivas para ser acaparada.
Asimismo, tal exclusión puede exhibir niveles diferentes. Por un lado, se presenta
la segmentación donde las barreras de acceso al empleo no están totalmente cerradas
y se permite ingresos individuales, siempre y cuando se cumplan con ciertas condicio-
nes. Por otro lado, se concibe un nivel extremo, donde la exclusión laboral se acopla
a otros tipos de exclusión (políticas en caso de inmigrantes o culturales con grupos
raciales o étnicos) que darían lugar a algo más profundo que la mera segmentación:
la segregación laboral.
La combinación de los distintos niveles estaría reflejando la complejidad de ge-
neración de exclusión laboral en un momento histórico determinado. Es esta lectura
la que permite relacionar los procesos de exclusión con el modelo de acumulación
vigente en un período concreto.
En este sentido, la exclusión en América Latina tiene su origen en la naturaleza
heterogénea de las economías y sociedades de la región. Se generaron desigualdades
no sólo entre capitalistas y trabajadores, sino también entre los propios trabajadores.
La heterogeneidad estructural propia del desarrollo del capitalismo en la región im-
plicó una dinámica incluyente limitada desde su origen, que se expresó en la existencia
de un excedente laboral compuesto por la mayoría de los trabajadores informales y de
los campesinos de subsistencia.
La pérdida de centralidad del empleo formal ha favorecido la emergencia de ten-
dencias de exclusión laboral que predominan sobre las incluyentes. De las primeras
destacan: el carácter estructural que está adquiriendo el desempleo; el funcionamien-
to de la migración laboral internacional, como mecanismo de ajuste de los mercados
de trabajo; y la persistencia del autoempleo de subsistencia, tanto en áreas rurales
como urbanas, que tiende a constituirse en economía de la miseria. Estas tres últimas
tendencias expresan la emergencia de un nuevo tipo de excedente laboral, signado por
la exclusión social. Lo anterior se aprecia de manera esquemática en cuadro siguiente.
Cuadro 2. Expresiones de exclusión laboral en América Latina
Momento de Modalidad de generación de desigualdad
modernización Explotación Acaparamiento de oportunidades
- Excedente funcional: trabajo informal
-Segmentación: trabajo no formal
Nacional y campesinado de subsistencia
-Segregación: grupos étnicos
- Excedente afuncional: masa marginal
-Excedente afuncional: autoempleo de -Segmentación: flexibilización
Globalizada subsistencia, desempleo estructural y salarial neocorporativa y clusters
migración internacional comunitarios
Fuente: Tomado de Pérez Sáinz, Juan Pablo y Minor Mora Salas, op. cit., p. 53.
165
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
166
Rosa Aurora Osorio Orozco
Fuente: Fariza, Ignacio (2015, 13 de octubre). “El 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el resto del
mundo junto”, El País, versión electrónica en: http://economia.elpais.com/economia/2015/10/13/actuali-
dad/1444760736_267255.html?id_externo_rsoc=FB_CM
14 Acorde a datos estimados por la OCDE, en 2012 México ocupó el segundo lugar (después
de Chile) en el Coeficiente de Gini dentro de los países miembros.
167
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
Fuente: Tomado de Banegas González, Israel, “Evolución de la pobreza por ingresos y la desigualdad 1992-
2014”, en Cordera Campos, Rolando; Provencio Durazo, Enrique (coords.), Informe del Desarrollo en México 2015,
Coordinación de Humanidades/PUED/UNAM, México, 2016, p. 102.
15 Esquivel Hernández, Gerardo, Desigualdad extrema en México. Concentración del poder eco-
nómico y político, OXFAM México, México, 2015, p. 7.
16 “Para el año 2014, los cuatro principales multimillonarios podrían haber contratado hasta 3
millones de trabajadores pagándoles el equivalente a un salario mínimo, sin perder un peso de
su riqueza”. Retomado de ibidem, p. 8.
168
Rosa Aurora Osorio Orozco
Los cuatro han hecho su fortuna a partir de sectores privados, concesiones y/o
regulados por el sector público. Estas élites han capturado al Estado mexicano,
sea por falta de regulación o por exceso de privilegios fiscales.17
Lo anterior se explica, por una parte, a partir del hecho de que la política fiscal
en México se caracteriza por ser regresiva y nada redistributiva, ya que al gravar al
consumo y no al ingreso, las familias con menos recursos pagan más en impuestos
porcentualmente, que las que gozan de mejores ingresos. Para Esquivel, la baja tasa
marginal del ISR, el que no haya impuestos a las ganancias de capital en el mercado
accionario, y el que tampoco los haya en herencias, entre otras cosas, son ejemplos de
cómo el sistema tributario beneficia a los sectores más privilegiados.
Aunado a ello, en las últimas décadas, de manera sistemática y gradual se ha
modificado la distribución en el reparto del producto o del ingreso entre la parte
correspondiente a la remuneración de asalariados (pago de factor trabajo), y a la re-
manente (excedente de operación o pago al factor capital), tal y como se muestra a
continuación.
Gráfico 1. Distribución del Producto entre los Factores de la Producción,
1970-2012 (como porcentaje del PIB)
Fuente: Retomada de Esquivel Hernández, Gerardo, Desigualdad extrema en México. Concentración del poder
económico y político, OXFAM México, México, 2015, p. 25.
17 Ibid., p. 8.
169
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
18 El punto de partida de esta serie es el primer trimestre de 2010, periodo en el cual el INEGI
publicó una nueva serie de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
19 El CONEVAL estimó que, aunado a ello, para el año de 2014 la tasa de las personas que no
tienen acceso a adquirir una canasta es del 46%.
170
Rosa Aurora Osorio Orozco
Consideraciones finales
171
Precarización del trabajo y exclusión laboral: Sus implicaciones en la distribución del ingreso en México
Si bien es cierto que éstas y otras medidas pueden ayudar a revertir las desigualdades
de ingresos en el país, no será suficiente si los poderes fácticos tienen influencia direc-
ta en la toma de decisiones de carácter público. Para ello es indispensable la consoli-
dación de un Estado de Derecho inclusivo que garantice, por una parte, el ejercicio de
un marco legal imparcial a poderes políticos y económicos y, por otra, que garantice
un mínimo de bienestar a los ciudadanos.
Referencias
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172
Rosa Aurora Osorio Orozco
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173
II.
Experiencias de participación
ciudadana
Cinco años de Presupuesto Participativo en el
Distrito Federal. Un balance de la participación
ciudadana
Karla Valverde Viesca
Al inicio de este siglo, datos del primer Informe sobre el Índice de Apoyo Democrá-
tico (IDD-Lat) señalaron que la preferencia de los ciudadanos latinoamericanos por
la democracia era relativamente baja. Asimismo, que gran parte de los habitantes en la
región valoraba al desarrollo por encima de la democracia e incluso estaría dispuesto a
intercambiar su apoyo a un gobierno democrático por uno autoritario, si este último
fuera capaz de resolver sus problemas económicos. Otras cifras del mismo Informe
revelaron que las personas que no apoyaban como preferencia política a un gobierno
democrático, parecían pertenecer a grupos con menor educación, cuya socialización
177
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Fuente: Elaboración propia con datos del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, IDD-Lat 2010, p. 12,
y IDD-Lat 2015, p. 23.
2 Estos datos hacen referencia a la décimotercera edición del Índice de Desarrollo Democrático
(IDD-Lat) que elabora la Fundación Konrad Adenauer y Polilat: http://www.idd-lat.org/2015/
178
Karla Valverde Viesca
179
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
180
Karla Valverde Viesca
Sobre esa base, se presenta en este artículo un panorama general sobre la puesta
en marcha del Presupuesto Participativo en la Ciudad de México. En particular, se
enfatiza el marco normativo que regula la participación de la ciudadanía y los meca-
nismos de los cuales dispone la misma. El argumento central define que la ciudadanía
participa poco, porque existe una prevalente desconfianza en las instituciones y los re-
presentantes del país; por lo que es obligación de los mismos, comprender y difundir
los mecanismos de acción ciudadana alternos.
181
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
182
Karla Valverde Viesca
Año Suceso
1993 La Asamblea de Representantes convocó a la organización de un plebiscito para
1 Plebiscito el 21 de marzo, en el que se realizaron tres preguntas:
¿Está de acuerdo en que los gobernantes del DF sean elegidos mediante el voto
directo y secreto de los ciudadanos?
¿Está de acuerdo en que el DF cuente con un Poder Legislativo propio?
¿Está de acuerdo en que el DF se convierta en un estado de la Federación?
En tal plebiscito participaron 318 mil 847 ciudadanos, de los cuales 84.8% se
pronunció a favor de la elección de los gobernantes; 84.3% demandó la existen-
cia del Congreso Local y 66.5% optó porque el DF se convirtiera en el estado
número 32 de la República.
Este instrumento, impulsado por la Asamblea de Representantes, se convirtió
en un mecanismo de presión para obligar a las autoridades del gobierno capita-
lino a abrir mayores espacios para la participación política en el DF, lo que deri-
vó en la promulgación del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, publicado
el 26 de julio de 1994 en el Diario Oficial de la Federación.
1995 Se crea la primera Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal. Aproba-
da el 27 de mayo de 1995 y publicada en el DOF el 12 de junio del mismo año.
El 12 de noviembre tuvo lugar la elección de órganos de representación vecinal,
en la que se eligieron 365 consejeros ciudadanos.
Se redactó una segunda Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal,
1998 tras haberse derogado la anterior en 1996. Ésta fue publicada en el DOF el 21
de diciembre de 1998. Se estableció a los Comités Vecinales como el nuevo
modelo de participación ciudadana institucional.
1999 Se creó el Instituto Electoral del Distrito Federal, que tuvo a su cargo la reali-
zación de las primeras elecciones de Comités Vecinales. Estos últimos serían
los nuevos órganos de representación ciudadana, constituidos formalmente por
elección libre, secreta y directa en cada colonia, barrio o unidad habitacional. Su
función principal consistiría en relacionar a los habitantes del entorno en que
hayan sido electos con los órganos político–administrativos de sus respectivas
demarcaciones territoriales, con el propósito de supervisar, evaluar, informar y
opinar sobre la gestión y actos de gobierno desarrollados por dichos órganos
político–administrativos.
El 9.5% de la lista nominal de electores acudió a votar, lo que en los hechos
significó 573 mil 521 sufragios de un total posible de 6 millones 36 mil 486
electores.
2001 Se llevó a cabo la primera consulta popular para conocer la opinión de la ciuda-
1 Consulta danía sobre el horario de verano. Participaron 318 mil 304 personas.
popular
183
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Año Suceso
2007 Se realizó la “Consulta Verde” sobre políticas ambientales para el Distrito Fe-
1 Consulta deral.
Ciudadana
2008 Se realizó una Consulta ciudadana sobre la Reforma Energética.
1 Consulta
Ciudadana
Se efectuó una consulta ciudadana sobre el aumento en el costo del boleto del
2009 metro. Participaron alrededor de 6 mil personas. El 30 de diciembre de ese mis-
1 Consulta mo año, se aprobaron reformas a la Ley de Participación Ciudadana.
Ciudadana
2010 • Se aprueban nuevas modificaciones a la Ley de Participación Ciudadana. Éstas
fueron publicadas en el DOF el 27 de mayo de 2010. Tras las reformas, en el
Ley se introdujeron las organizaciones ciudadanas como un instrumento más de
participación ciudadana. Asimismo, se creó la figura de los consejos de los pue-
blos, que es el órgano de representación ciudadana en los pueblos originarios,
donde se mantiene la figura de autoridad tradicional de acuerdo a sus normas,
procedimientos y prácticas tradicionales.
El IEDF comenzó la conformación de un Catálogo de Colonias y Pueblos Origi-
narios y su Cartografía para llevar a cabo la elección de los comités ciudadanos
y consejos de los pueblos. Éste fue un ejercicio inédito, pues aún no existían
delimitaciones oficinales de las colonias del DF. El 24 de octubre, el IEDF orga-
nizó el proceso electivo de comités ciudadanos y consejos de los pueblos. En
dicho proceso se eligieron 15 mil 48 integrantes de los mismos, registrándose
una participación del 8.87% de la lista nominal, lo que significó un total de 650
mil 428 ciudadanos que emitieron su voto.
2011 El 27 de marzo y el 13 de noviembre, el IEDF organizó las consultas ciudadanas
2 consultas sobre el Presupuesto Participativo para el ejercicio fiscal de los años 2011 y
Ciudadana 2012.
2012 Se aprobaron nuevas Reformas a la Ley de Participación Ciudadana del Distrito
Federal. Se incorporaron doce instrumentos de participación:
1. Plebiscito.
2. Referendo.
3. Iniciativa popular.
4. Consulta ciudadana.
5. Colaboración ciudadana.
6. Rendición de cuentas.
7. Difusión pública.
8. Red de Contralorías Ciudadanas.
9. Audiencia Pública.
10. Recorridos del jefe delegacional.
11. Organizaciones ciudadanas.
12. Asamblea ciudadana.
2013 El IEDF llevó a cabo la elección para renovar los comités ciudadanos y consejos
1 Consulta de los pueblos. En ella votaron 880 mil 934 ciudadanos –de los cuales 137 mil
Ciudadana 186 utilizaron el nuevo recurso de votación por internet– de una lista nominal
de 7 millones 323 mil 254, es decir, el 12.03%.
La Consulta Ciudadana para el presupuesto participativo 2014 se llevó a cabo
por Internet, del 24 al 29 de agosto de 2013 y en las Mesas Receptoras de Vota-
ción y Opinión (Mesas) el 1 de septiembre de 2013. En ella votaron 876 mil 910
ciudadanos –de los cuales 137 mil 231 utilizaron el nuevo recurso de votación
vía internet de una lista nominal de 7 millones 329 mil 120, es decir, el 11.96%.
184
Karla Valverde Viesca
Año Suceso
2014 Se aprobó la última Reforma a la Ley de Participación Ciudadana del Distrito
1 Consulta Federal, la cual se publicó el 18 de diciembre de 2014.
Ciudadana La Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo para el ejercicio fiscal
de 2015 se llevó a cabo por Internet del 3 al 6 de noviembre y en los Módulos
de Opinión los días 5 y 6 de noviembre. De forma presencial a través de las
Mesas Receptoras de Opinión, el ejercicio tuvo lugar el 9 de noviembre.
2015 Se llevó a cabo la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo para el
2 Consultas ejercicio fiscal de 2016, del 3 al 6 de noviembre a través de internet, los días
Ciudadana 5 y 6 en módulos de opinión y el 9 de noviembre, de manera presencial, en las
mesas receptoras.
También se realizó la Consulta sobre la Creación de un Corredor Cultural Cha-
pultepec Zona Rosa, el día 6 de diciembre.
2016 El 16 de octubre se llevó a cabo la Consulta para obtener elementos de iden-
2 consultas tidad que permitan delimitar el territorio del Pueblo Originario “San Jerónimo
Aculco-Lídice.
También se hizo la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo para el
ejercicio fiscal de 2017 y se repusieron dos procesos.
Fuente: Elaboración propia basada en las siguientes referencias: Espinosa 2004; IEDF “Estadística de la Elección
de los Comités Ciudadanos y los Consejos de los Pueblos 2013 y de la Consulta Ciudadana para el presupuesto
participativo 2014. Sánchez, M. 2010; y, Vargas S. y Galván Gómez M. 2012; el portal del IEDF: http://www.iedf.
org.mx/index.php/participacion-ciudadana
Son más de dos décadas las que han transcurrido desde que se inició la construcción
de un marco normativo para la participación ciudadana en la capital del país. En este
periodo han tenido lugar 16 ejercicios de participación. Sin embargo, una revisión
detallada nos revela que los ciudadanos no participan más y pese a que actualmente
cuentan con doce mecanismos de participación (ver Cuadro 2), son sólo dos los me-
canismos que han sido desplegados institucionalmente. En 14 ocasiones se ha promo-
vido el mecanismo de consulta a la ciudadanía y en dos, el mecanismo del plebiscito.
185
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
186
Karla Valverde Viesca
Fundamento en la
Instru- Ley de Participa-
¿En qué consiste?
mento ción Ciudadana del
Distrito Federal
Es el instrumento de colaboración entre los habitantes de la ciu-
Colaboración Ciudadana
187
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Fundamento en la
Instru- Ley de Participa-
¿En qué consiste?
mento ción Ciudadana del
Distrito Federal
Son un instrumento que permite a los habitantes de determinada
demarcación externar y formular al jefe delegacional sus opinio-
Recorridos de la Jefatura delegacional
Por otro lado, y con base en la revisión de la Ley de Participación Ciudadana vigente,
en el Cuadro 3 se resumen las modificaciones más relevantes en relación con la Ley
del año 2012. Al respecto, resulta interesante observar los ajustes del marco norma-
tivo relativos al acceso de información y transparencia, así como los mecanismos de
evaluación y seguimiento.
188
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189
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
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191
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
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Karla Valverde Viesca
Fuente: elaboración propia a partir de la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal; la Ley
de Presupuesto y Gasto Eficiente del Distrito Federal, y las Convocatoria para las Consultas Ciuda-
dana sobre el Presupuesto Participativo.
La fecha de publicación de la convocatoria no es clara en la ley, ya que en el artículo 204 espe-
cifica dos fechas diferentes de acuerdo a los diferentes incisos del artículo 84, pero después de la
última reforma dicho artículo no tiene dichos apartados; sin embargo, sí menciona que la Consulta
deberá efectuarse el segundo domingo de noviembre.
193
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Sobre los resultados obtenidos en las consultas ciudadanas, destacan algunos elemen-
tos para analizar tres aspectos: su impacto; el ámbito en el que se aplican los recursos;
y el nivel de gobierno que lo ejecuta.
En relación con el Impacto que tiene en el desarrollo social y los rubros en los
cuales podían intervenir los ciudadanos. Al parecer, el Presupuesto Participativo tiene
un bajo impacto en el desarrollo social de la comunidad, considerando que los rubros
a los cuales se dirige se limitan a cuestiones muy básicas. Es decir, no intervienen en
la distribución de los programas sociales si no se concentran en obra pública.
Por lo que se refiere al ámbito en la que se aplican los recursos. Esta se circunscri-
be a la colonia, por lo que el recurso público se fragmenta y no puede solventar pro-
yectos más ambiciosos. Pese a ello, es de reconocerse en este punto la responsabilidad
de los ciudadanos en proponer proyectos con mayor calidad (IEDF, 2011b).
Sobre el nivel de gobierno que lo ejecuta. Al ser las Delegaciones Políticas las ejecu-
toras del Presupuesto Participativo, este mecanismo de participación ciudadana conserva
estructuras centralistas en términos administrativos y financieros. Ello trae consigo que
algunas delegaciones cuenten con pocos recursos, facultades y capacidades para hacer
frente a los retos que supone ser el primer nivel de gobierno de la ciudad.
194
Karla Valverde Viesca
Otro aspecto que resulta importante, es estudiar la forma en que participan los
ciudadanos. Al comparar la cantidad de opiniones emitidas en cada consulta con la
lista nominal, el porcentaje de participación entre el 2011 y el 2014 se mantuvo en
alrededor del 2%.5 Con base en la Gráfica 2, es posible valorar que en la Consulta
Ciudadana para el año fiscal 2015, se elevaron las cifras en comparación con las re-
gistradas para el año 2013, pero fue sólo en el ejercicio del 2014 cuando se logró una
participación atípica que se explica porque en la jornada electoral confluyeron la elec-
ción de los Comités Ciudadano, los Consejos de los Pueblos y la Consulta Ciudadana,
llegando casi al 10% de la lista nominal. Al parecer, esto indica que los citadinos están
más acostumbrados en participar para la elección de dichos órganos de representación
ciudadana que en el Presupuesto Participativo, que en teoría tiene mayor incidencia
en la toma de decisiones.
Gráfica 2. Participación en las consultas ciudadanas sobre el presupuesto
participativo en el Distrito Federal (2011-2015)
Fuente: Tomado de Valverde, Gutiérrez y García (2010: 118) y para el año 2015 se actualizó con:
Consulta Ciudadana de Presupuesto Participativo. Concentrado de opiniones por colonia o pueblo,
http://www.iedf.org.mx/index.php/index.php?option=com_content&view=article&id=2954, así como
con las Constancias de validación de resultados de la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Parti-
cipativo, http://portal.iedf.org.mx/constancias2015/actas_valida.php
5 Para las Consultas Ciudadanas sobre el Presupuesto Participativo del 2011 y 2012, se utilizó
la lista nominal 6,570,9320. Ver IEDF (2012b), “Instrumentos de participación ciudadana,
requisitos de procedencia y desarrollo”, Temas de participación ciudadana en el Distrito Federal
núm. 7 cuadernillos en apoyo para la capacitación de los Comités Ciudadanos y consejos de los
pueblos. Para la Consulta Ciudadana sobre el Presupuesto Participativo del 2013 se utilizó la
lista nominal 7,216,860 con fecha de corte el 15 de mayo del 2012. Consultar IEDF (2012c),
Estadística de las elecciones locales 2012. Resultados, México, IEDF.
195
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Fuente: Tomado de Valverde, Gutiérrez y García (2010: 118) y para el año 2015 se actualizó con: Con-
sulta Ciudadana de Presupuesto Participativo. Concentrado de opiniones por colonia o pueblo, http://
www.iedf.org.mx/index.php/index.php?option=com_content&view=article&id=2954, así como con las
Constancias de validación de resultados de la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo, http://
portal.iedf.org.mx/constancias2015/actas_valida.php
196
Karla Valverde Viesca
A manera de reflexión
197
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
eligen, de manera directa, en cada una de las regiones y temáticas, dos consejeros
titulares y dos suplentes para representarlos en el llamado Consejo del Presupues-
to Participativo (COP). Cada una de las regiones y temáticas elige dos consejeros
titulares y dos suplentes para representarlos en dicho Consejo. En este supuesto,
la elección es también proporcional en función de las candidaturas presentadas.
3. Definición de necesidades. En las rondas de debate, calendarizadas y estructuradas a
lo largo del año, las regiones y las asambleas temáticas eligen y priorizan jerárqui-
camente las obras y servicios, las políticas sectoriales de carácter horizontal y las
obras estructurales para la ciudad.
4. Participación del gobierno. Las propuestas del gobierno en los debates se circuns-
criben, prácticamente, a documentar las previsiones de ingresos y gastos y a esta-
blecer el nivel de gasto imprescindible (gastos de personal, mantenimiento de los
servicios públicos, actuaciones no previsibles.)
5. Reglamento del Consejo del Presupuesto Participativo (COP). El reglamento de este
Consejo es auto elaborado por el propio organismo en función de las propuestas
y los debates ciudadanos y sin intervención del gobierno de la ciudad. En él, se
establece que el mandato de los consejeros es limitado en el tiempo, ya que son
electos por un año, pudiendo ser reelectos una sola vez consecutivamente.
6. El papel de los ciudadanos. A partir de esta organización, la ciudadanía, que realiza
el proceso de democracia directa y que ya ha elegido sus prioridades en las rondas
de asambleas, delega su representación en los consejeros que integran el COP para
que elaboren, en cogestión con el gobierno, el presupuesto público, las actuacio-
nes plurianuales y el plan de obras y servicios del año siguiente.
7. Mecanismos de control: Foro de Delegados Regional o Temático. La representación
delegada en el COP puede ser revocada en cualquier momento por el Foro de De-
legados Regional o Temático, convocado especialmente para este fin con un plazo
de quince días de anticipación.
8. Definición y aprobación del presupuesto. Una vez concluido el proceso de rondas
de asambleas territoriales y temáticas que han fijado las respectivas prioridades,
el Consejo del Presupuesto Participativo (COP), con presencia de representantes
del gobierno a nivel exclusivamente de voz, discute y delibera sobre la estructura
presupuestaria teniendo en cuenta las prioridades fijadas regionalmente y temáti-
camente, así como las expuestas por el propio gobierno. Sobre la propuesta final
decidida en el COP, un organismo técnico denominado Gabinete de Planeamiento
(GAPLAN) redacta la propuesta concreta a enviar al ámbito legislativo municipal,
para proceder a su deliberación y aprobación en sede parlamentaria.
198
Karla Valverde Viesca
Esta clasificación nos indica la importancia de analizar a fondo los procesos parti-
cipativos, ya que algunos tipos de participación abonan en el fortalecimiento de la
democracia, mientras que otros en realidad refuerzan las estructuras autoritarias. Por
otro lado, la institucionalización de la participación refiere a la importancia de ofrecer
un espacio en el marco normativo a la relación entre sociedad y gobierno, como de-
recho para la defensa de los intereses particulares de los ciudadanos. La relevancia de
la misma está en que contempla la necesidad de proveer tanto instrumentos como ca-
nales propios al ciudadano, para la expresión de sus necesidades más próximas, pero,
sobre todo, de participar en la vida pública de forma directa, sin la intermediación de
ningún partido político o grupo de interés, en un ámbito que trasciende a lo electoral
y de forma no necesariamente organizada en los ámbitos de gestión de los asuntos de
interés público.
Asimismo, la participación institucionalizada refleja el reconocimiento por parte
del gobierno de que es un medio para generar legitimidad y mejores resultados en la
acción gubernamental, que a la larga se reflejará en mayores niveles de gobernabilidad
democrática. Es precisamente este tipo de participación la que más promoción ha te-
nido en los últimos años en México. Se puede ubicar el periodo del Presidente Salinas
199
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
200
Karla Valverde Viesca
201
Cinco años de Presupuesto Participativo en el Distrito Federal. Un balance de la participación ciudadana
Este debate también se encuentra abierto, pero además, autores clásicos [Held,
2000; Dahl (1999)] sobre la teoría democrática han reformulado sus puntos de vista
frente a tres sucesos actuales que se han generalizado: la crisis que vive la repre-
sentación política; la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones, y la poca
efectividad en las decisiones de gobierno para satisfacer las demandas de la sociedad.
En el debate, parece existir un acuerdo para aceptar que la crisis de representación
política afecta a la calidad de las democracias. Esta situación pudiera explicar dos
sucesos importantes. El primero, circunscrito al ámbito teórico y al debate, reivindica
la democracia participativa en contra de la democracia representativa (Boaventura de
Sousa, 2003). El segundo, asociado con el comportamiento de la sociedad en países
con sistemas de democracia representativa, revela un incremento en la abstención
electoral, pero también un ascenso en la desconfianza de los ciudadanos hacia los
representantes y en general de lo que podríamos llamar lo político y lo público. Al
respecto, estudios que evalúan la percepción de corrupción en el gobierno desde la
visión del ciudadano, como el Índice de Percepción de la Corrupción elaborado por
Transparencia Internacional (2013), indican que dos terceras partes de los 175 países
participantes obtuvieron en una escala del 0 al 100 una calificación menor de 50, con
lo cual no sólo se evidencia que la corrupción es un serio problema, sino que se tra-
duce en altos índices de desconfianza.
En síntesis, más que cuestionar si la democracia participativa se contrapone con
la democracia representativa, hoy es oportuno reflexionar si esta crisis actual de la
democracia puede resolverse de una manera ingenua y bien intencionada, aunque
más o menos simplista, por medio de sustituirla por la democracia directa. O por el
contrario, si es necesario cerrarle la puerta a los mecanismos de la democracia directa,
por la idea arraigada en muchos de los Estados modernos de que la toma de decisiones
políticas unida a la complejidad creciente de nuestras sociedades, impide el estableci-
miento de un sistema de democracia directa basado en sus dos componentes centrales:
la asamblea deliberativa de los ciudadanos, sin intermediarios, y el referéndum.
Para hacer frente a esta situación, algunos gobiernos locales y regionales latinoa-
mericanos desde finales de los años ochenta han buscado reinventar y reformular la
relación entre gobierno y sociedad (Dunn, 2005; Held, 2000). En particular, buscan
reforzar los vínculos entre las decisiones políticas y los ciudadanos mediante la arti-
culación de mecanismos y de toma de decisión orientados a superar el actual divorcio
entre los ciudadanos y las decisiones de gobierno. Esta propuesta se cristaliza en la
experiencia del Presupuesto Público Participativo, que entre otras cosas refuerza la con-
solidación de la democracia al incorporar a la ciudadanía en las tareas de vigilancia y
control del gobierno electo por ellos mismos.
Sin embargo, algunas tareas siguen presentes para hablar de un funcionamiento
óptimo del Presupuesto Público Participativo. Algunas claves están en la difusión de
información y acercamiento de la ciudadanía con estos mecanismos para el entendi-
miento total de los temas a consultar. La cultura política del país ha dejado algu-
nos vacíos que han generado falta de empatía de parte de la ciudadanía frente a las
202
Karla Valverde Viesca
instituciones, por lo que sería ideal fortalecer los vínculos entre ambos para alcanzar
el mejor desarrollo de estos programas alternativos de participación.
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Mecanismos formales de participación ciudadana
en Nuevo León: Un análisis de esfuerzos estatales y
representaciones ciudadanas
Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
209
Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
Consideramos que un estudio de esta naturaleza –un estudio de caso– nos per-
mite ofrecer una visión más completa y cercana de los procesos de democratización a
nivel local en México, siguiendo la lógica del estudio de Martí i Puig, Ortega Ortiz,
Somuano Ventura y Wright (2014). Además, Nuevo León rara vez se encuentra en el
centro del análisis sociopolítico mexicano, a pesar de sus peculiaridades económicas,
geográficas, políticas y culturales.
210
Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
211
Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
Este autor maneja que es importante conocer los móviles individuales que hace
que los individuos integrantes de la sociedad participen en un contexto democrático;
esto quiere decir que se tienen que desarrollar códigos racionales en los cuales los
individuos entiendan y justifiquen la búsqueda de un aumento de felicidad global.
En estas circunstancias no sólo importan nuestros intereses particulares, ya que esto
puede implicar el sufrimiento de otros, sobre todo los menos poderosos. Como lo
expone Colomer (1987: 46): “se refiere al fin y criterio ético que impide la exclusión
de las minorías”.
Dichos códigos racionales de la importancia de la colectividad, consideramos, de-
berían de ser transmitidos por medio de un gobierno que promueva la participación
ciudadana, utilizando los medios públicos abiertos y plurales de los que hablamos
al principio de este capítulo. Además, debería ofrecer argumentos para respaldar la
importancia de la participación en una sociedad para el beneficio colectivo; de esta
manera –de acuerdo con esta teoría– conseguiríamos un mayor grado de participación
de los ciudadanos en los asuntos públicos, ya que es necesario “racionalizar” la impor-
tancia de la participación para logra un mayor desarrollo de ésta.
En recientes décadas, muchos gobiernos del mundo han tratado de involucrar a
los ciudadanos en los asuntos públicos para de esta manera reposicionarse. En efecto,
se han encontrado debilitados, sobre todo en lo que a la legitimidad se refiere, por
lo que buscaron mayor eficiencia. Esta situación se presenta sobre todo en los países
occidentales, que tras vivir un periodo de constantes crisis –petrolera, económica,
social y política– en la década de los setenta (Sánchez, 2001), replantearon la forma
de llegar a ser más eficientes y eficaces. Una de las formas imprescindibles ha sido el
mayor involucramiento de los ciudadanos en la toma de decisiones.
En la región latinoamericana específicamente, el involucramiento de los ciudada-
nos se da también a partir de las crisis, además de un cambio de la estructura econó-
mica: la transición al neoliberalismo. Este cambio impactaría en la reestructuración
de la administración pública de los Estados. Según Norbert Lechner (1997), los cam-
bios que se experimentaron en la economía también influyeron en la forma de hacer
política, ya que a partir de entonces se ha buscado que se fortalezcan y actualicen los
procesos democráticos dentro de las instituciones administrativas. Por su parte, este
cambio ha producido desajustes en el sistema debido a que el poder ya no se encuen-
tra de una manera policéntrica. Esta modernización plantea la necesidad de que los
gobiernos sean capaces de resolver las demandas sociales, mediante la negociación,
que tengan una visión estratégica y que encaucen los cambios y demandas sociales,
por lo que la modernización de la administración pública se sitúa en un plano de ló-
gicas funcionales, en el sentido de que las lógicas administrativas buscan ser eficientes
(Lechner, 1997).
Para poder conseguir esta eficiencia administrativa, los gobiernos latinoamerica-
nos han realizado acciones modernizadoras incluyendo:
1. La vigorización del espacio público.
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Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
213
Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
Ante esto, el gobierno del Estado expone la ventaja que tiene esta descentralización
administrativa que se manifiesta en que las entidades podrán financiar sus funciones
con la búsqueda de los recursos para realizarlas, buscando el financiamiento en sector
público tanto estatal como nacional, fuentes de financiamiento privadas, extranjera y
en organismos internacionales, lo que provocaría un desahogo en las finanzas esta-
tales.
Ambos conceptos –la agenciación y la descentralización– estarían presentes en la
administración pública del Estado de Nuevo León, siendo este Estado pionero por las
adecuaciones realizadas. Dichas adecuaciones se manifestaron en la creación de la Ley
Orgánica de la Administración Pública, la Ley de Acceso a la Información, la creación
de agencias, los organismos descentralizados y el fortalecimiento de la vida democráti-
ca con la creación dentro de estos organismos e institutos los diversos mecanismos de
participación ciudadana. De todos los puntos desarrollados por el gobierno del Estado
de Nuevo León a partir de estas reformas administrativas, nos centraremos en los me-
canismos de participación ciudadana, a saber: los Consejos de Participación Ciudada-
na y los Observatorios Ciudadanos. Además, se analizarán las Juntas de Mejoras como
un tercer mecanismo de participación ciudadana en la entidad, aunque sus raíces son
mucho más largas que la reforma del 2004 y se encuentran algo desarticuladas de los
otros dos mecanismos, como se señalará más adelante.
A continuación, se ofrece una descripción de los tres mecanismos de participación
ciudadana plasmados por el Estado de Nuevo León a partir del año 2003 y hasta el
final de la gubernatura del 2015.
214
Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
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Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
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Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
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Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
Cada sesión está documentada mediante “actas de sesiones” donde firman los asisten-
tes y se elabora una minuta de los puntos a tratar y los acuerdos a los que llegaron.
Estas sesiones estarán supervisadas por la Dirección de Participación Ciudadana y esta
dirección también es la encargada del archivo de las actas.
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Juntas de Mejoras
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Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
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Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
viven en estas colonias tengan poco interés –menos aparente– de lo que sucede fuera
de sus límites territoriales.
Una vez establecidas las características principales de los tres mecanismos de par-
ticipación ciudadana a nivel estatal en Nuevo León, parece pertinente establecer el
conocimiento que los ciudadanos tienen de los mismos, debido a que se pretende que
ellos sean los principales usuarios y beneficiarios de los mismos.
Con este objetivo en mente, se aplicó una encuesta de opinión a población abierta
en los municipios que conforman el área metropolitana de Monterrey, Nuevo León.5
Antes de la aplicación definitiva del instrumento, se realizó una prueba piloto con una
muestra de 300 ciudadanos que nos permitió realizar algunas correcciones en el for-
mato del cuestionario. La muestra definitiva estuvo constituida por 1,844 ciudadanos,
de los cuales el 48% fueron jóvenes de 18 a 29 años y el 52% adultos mayores de 29
años; el 56.1% fueron mujeres y el 43.9% hombres; donde el 78.8% tienen un nivel
educativo de licenciatura o profesional; el 59.8% posee un nivel de ingresos igual o
menor a los $10,000 pesos y el 40.1% mayor a los $10,000.
En dicha encuesta se incluyen diversas preguntas acerca de la participación de
los ciudadanos, incluyendo una acerca del conocimiento de los tres mecanismos
de participación ciudadana establecida a nivel estatal en Nuevo León: los Consejos de
Participación Ciudadana, los Observatorios Ciudadanos y las Juntas de Mejoras.
Concretamente, se preguntó a los ciudadanos si habían escuchado hablar de cada uno
de estos mecanismos. Por otro lado, para poder establecer la medida en la que los
ciudadanos creen que tendrán más oportunidades para participar en el futuro, se for-
mularon dos preguntas adaptadas de la encuesta ENCUP 2012, a saber: “¿Qué tanto
está de acuerdo con cada una de las dos siguientes frases?: “En el futuro, los ciudada-
nos tendrán más oportunidades para influir en las decisiones del gobierno” y “En el
futuro, los ciudadanos tendrán menos oportunidades para influir en las decisiones del
gobierno”. En cada caso se les invitó a los ciudadanos a contestar en una escala donde
1 es nada de acuerdo y 5 es muy de acuerdo.
Los resultados de la encuesta son sumamente interesantes, ya que el mecanismo
que más conocen los ciudadanos son los Consejos de Participación Ciudadana (un
57.5% respondió que sí habían escuchado hablar de este mecanismo). Después están
las Juntas de Mejoras (un 49.7% contestó que sí habían escuchado hablar de este
221
Mecanismos formales de participación ciudadana en Nuevo León: Un análisis...
Reflexiones Finales
El objetivo de este capítulo fue describir los tres mecanismos de participación ciu-
dadana establecidos a nivel estatal en Nuevo León: los Consejos de Participación
Ciudadana, los Observatorios Ciudadanos y las Juntas de Mejoras. De la misma for-
ma, se propuso establecer el conocimiento ciudadano de dichos mecanismos, como
principales usuarios, beneficiarios e interesados en estos mecanismos.
A través del análisis, se ha demostrado que existen tanto buenas y malas prácticas
en relación con los distintos mecanismos. En un momento determinado, la rela-
ción pretendida entre los Observatorios Ciudadanos y los Consejos de Participación
Ciudadana se ha producido con la implementación de políticas públicas exitosas; no
obstante, el seguimiento sobre todo a los Consejos de Participación Ciudadana por
parte de la Dirección de Participación Ciudadana ha sido escasa. De la misma forma,
aunque las Juntas de Mejoras parecen ser más plurales y abiertos, no están libres de
conflictos, sobre todo en cuanto al uso de los recursos. Finalmente, podemos decir
que el conocimiento ciudadano de los tres mecanismos en general es bajo –sólo superando
el 50% en el caso de los Consejos de Participación Ciudadana– y por lo tanto parece
que su integración en el imaginario ciudadano de Nuevo León está incompleta.
Es importante destacar que el presente estudio se ha limitado a estudiar los me-
canismos de participación ciudadana plasmados a nivel estatal y por lo tanto no da
222
Claire Elizabeth Grace Wright y Elisa Raquel Yllán Ramírez
cuenta de la vida más activa en ese sentido a nivel municipal. De la misma forma, el
estudio ofrece un panorama de los tres mecanismos y no entra en detalles profundos
de cada mecanismo. Finalmente, es importante reconocer que con el triunfo electoral
del candidato independiente a Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calde-
rón, “El Bronco”, es probable que el sistema descrito aquí sufra cambios considerables
en la próxima administración (2015-2021). La apertura de un programa de Audien-
cias Públicas al inicio de su mandato parece ser prueba de ello, debido a que en dichas
audiencias representantes de 16 dependencias del gobierno Estatal escucharán las pe-
ticiones y las reclamaciones de los ciudadanos. Queda por verse cómo se desarrollará
el programa en los próximos años, además de otras iniciativas y cambios que puedan
producirse entre los mecanismos formales de participación ciudadana en el Estado.
No obstante, el capítulo ofrece importantes lecciones en cuanto a los mecanismos
de participación ciudadana, destacando el papel de variables clave incluyendo la nece-
sidad de pluralidad, un grado de autonomía y la eficacia en términos de producción de
políticas públicas. De la misma forma, se ha destacado que existe una falta de conoci-
miento generalizado entre la ciudadanía de los mismos mecanismos que se proponen
como estructuras para garantizar su participación en la toma de decisiones públicas.
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Participación ciudadana como mecanismo de
incidencia en las políticas migratorias: el caso del
Colectivo Migraciones para las Américas (COMPA)
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez
y Karla Pérez Guadarrama
225
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Finalmente, se lleva a cabo una valoración de los alcances y limitantes de este ejercicio
de participación ciudadana, a través de las perspectivas de diversos actores involucra-
dos en la consumación del PEM.
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
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Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Migración de origen
Después de la India, México es el país con mayor población que ha emigrado fuera
de sus fronteras con 13.2 millones de personas, de las cuales 12 millones 189 mil 158
migrantes (98%) radica en los EE.UU. (Ver Ilustración 1). De dicha cantidad, si se
considera a los hijos de migrantes nacidos en ese país, la población de origen mexi-
cano se incrementa a casi los 34 millones (33.5 millones). Los principales lugares de
destino de los emigrantes mexicanos en la Unión Americana son California, Texas,
Nevada, Illinois, Colorado, Carolina del Norte, Florida, Nueva York y Georgia (SE-
GOB & UAS, 2013).
Ilustración 1. Emigrantes Mexicanos en el mundo, 2013
Fuente: Secretaria de Gobernación (SEGOB) & Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), con base en datos de
Naciones Unidas, DESA (2013), citado en SEGOB & UAS (2013), Diagnóstico de los distintos flujos migratorios que
tienen lugar en México desde una perspectiva histórica y comparativa con el contexto internacional, México, p. 38.
228
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Dentro de esta dinámica global, México por su ubicación geográfica al sur de los EE.
UU., es un país de tránsito. Aproximadamente cada año cruzan por el territorio na-
cional cerca de 350 mil migrantes, sobre todo centroamericanos y caribeños; de esta
población, alrededor del 95% ingresa por puntos informales en la frontera sur (PEM,
2014; Berumen Sandoval, 2012; OIM, 2014; Martínez, 2015).
Problemas como el incremento de la inseguridad y diversificación de las activi-
dades del crimen organizado: narcotráfico, trata de personas, secuestros, entre otros,
agravan la vulnerabilidad de los sectores ya de por sí inermes, como es el de mujeres
y niños. Es pertinente mencionar el caso de los menores migrantes no acompañados,
que en los últimos años ha cobrado relevancia, a tal grado que es de los temas posicio-
nados durante el Global Forum on Migration & Development, celebrado en Estambul,
Turquía, en Octubre de 2015.
Tras la implementación de políticas restrictivas tanto en México como en el país
del norte, las rutas que tanto migrantes nacionales como extranjeros realizaban, en
los últimos tiempos se han empezado a diversificar. Programas como el “Programa
Integral de la Frontera Sur”, sustentado en una estrategia de Seguridad Nacional, a
pocos meses de su implementación, empieza a dar señales de preocupación, por un
lado en la cuestión de violación a los derechos humanos debido a una mayor presencia
de las fuerzas militarizadas; y por el otro, después de una implementación de operati-
vos para que los migrantes en tránsito no aborden el tren denominado “la bestia”, el
cual transita por lugares que son nichos del crimen organizado. Esto ha derivado en
que las rutas y flujos migratorios estén cambiando de forma drástica, lo que conlleva a que
los migrantes en tránsito estén en situación de mayor vulnerabilidad. En estas nuevas
rutas no se encuentran las redes de apoyo que existían y que asisten a los migrantes en
su recorrido, y que cabe mencionar, la mayoría de los albergues son sustentados por
la sociedad civil organizada y algunos grupos religiosos.
De las 18 localidades mexicanas que tienen cruce con la frontera estadounidense,
los mayores flujos migratorios se encuentran en las localidades de los estados de Baja
229
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Fuente: Casillas, R. (2007), Una vida discreta, fugaz y anónima. Los centroamericanos transmigrantes en México, Mé-
xico, CNDH-OHM; Citado en Secretaría de Gobernación (SEGOB) (2014), Programa Especial de Migración, 2014-
2018, pp. 35.
Migración de destino
De acuerdo con datos del INEGI, el número de extranjeros que radica en nuestro
país es de 961 mil personas, lo que representa el 1% del total de la población. De
esta cifra, el 83% son de origen estadounidense y le siguen Guatemala, Colombia,
Argentina, Cuba, Honduras y Venezuela (2010).
En el caso concreto de Guatemala, la integración económica, social y cultural
que se vive con el estado de Chiapas, es intensa. Del porcentaje de extranjeros que
ingresan por la frontera sur de manera irregular, casi el 60% son guatemaltecos per-
tenecientes en su mayoría a las localidades Tecún Umán y el Carmen (ambas perte-
necientes al departamento guatemalteco de San Marcos), que ingresan a México para
trabajar temporal o regionalmente, para hacer compras, turismo o visitas familiares
(Dardón S., 2002; SEGOB y UAS, 2013).
230
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Migración de retorno
Uno de los efectos de la recesión económica del 2009 y las medidas migratorias imple-
mentadas por el gobierno de EE.UU., ha sido del retorno de los migrantes mexicanos
y sus familias, muchas de ellas familias binacionales.
Cada año se deportan desde EE.UU. aproximadamente 350 mil personas. En el
año fiscal 2012, 409 mil 849 personas fueron deportadas (384 mil 937 hombres y 24
mil 818 mujeres), mientras que en el año fiscal 2013 fueron 368 mil 644 (343 mil 691
hombres y 24 mil 870 mujeres). La población mexicana constituye cerca de dos ter-
ceras partes de los deportados (65% aproximadamente), seguida de los guatemaltecos
(cerca de 10%).2
Datos derivados del Censo de Población y Vivienda de 2010 indican que el número
de migrantes nacidos en México que regresaron de la Unión Americana al menos se
triplicó, al pasar de 267 mil personas entre 1995 y 2000 a 824 mil en el lustro 2005-
2010 (Ramírez & Aguado, 2013, pp. 178-179: Citado en SEGOB & UAS, 2013). De
acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración a través del Programa Repa-
triados al Interior de México (PRIM), del 1° de enero al 5 de noviembre del 2015 se
han registrado 139,472 eventos connacionales repatriados y registrados a través de los
9 puntos de repatriación. En su mayoría, esta población es mayor a 16 años (95.9%)
y son hombres (79%); un poco más de la mitad es económicamente activa (65.8%).
En el caso de los hijos de los migrantes de retorno, menos del 5% son menores a 16
años, algunos de ellos obligados abruptamente a dejar el país donde nacieron a raíz
de la repatriación de alguno de sus progenitores. Estos niños(as), como bien se men-
ciona en el Diagnóstico del PEM, no dominan el español y enfrentan obstáculos para
certificar sus credenciales educativas (2014).
Por otro lado, las entidades federativas que registraron mayor número de perso-
nas retornadas fueron los estados de Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla,
Tlaxcala y Guanajuato (Ilustración 3).
231
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Fuente: Unidad de Política Migratoria SEGOB, con base en UPM/INM, CONAPO, SRE, STPS y EL COLEF, EMIF
Norte 2013; Citado en Secretaría de Gobernación (SEGOB) (2014), Programa Especial de Migración 2014-2018,
p. 34.
Ante los viejos y nuevos problemas del ajuste estructural neoliberal, el déficit y la
crisis de gobernabilidad democrática a finales del siglo XX y principios del presente,
los debates y demandas en torno a una descentralización y fragmentación del poder,
se han hecho cada vez más presentes y más fuertes.
Probablemente uno de los efectos a lo antes mencionado es el cambio en la rela-
ción Estado-sociedad, o más específicamente en la forma en que se ejerce el poder.
La aparición de dinámicas con tendencia a ser más horizontales, por lo menos en el
caso de México, se ha traducido explícitamente con la institucionalización de distin-
tos mecanismos de consulta y participación ciudadana, entendida esta última como
una forma de involucramiento directo por parte de la ciudadanía hacia las acciones
públicas desde una concepción política y de espacio público; e implícitamente con el
reconocimiento para incidir políticamente en el ámbito público de diversos actores,
entre ellos las OSC.
232
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
233
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
de políticas públicas; tras ese referente se genera la iniciativa para poder incidir en las
políticas migratorias.
Colectivo Migraciones Para las Américas (COMPA)
El Colectivo Migraciones para las Américas (COMPA), al igual que otras organi-
zaciones de la sociedad civil (OSC) en América Latina, ha estado ligado a la idea
de cambio social; en ese sentido, ha visto en la participación ciudadana un camino
virtuoso para incorporar en la agenda pública, específicamente en el Plan Nacional de
Desarrollo 2013-2018, una agenda que atienda el fenómeno migratorio de México de
manera integral, como país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes (Bece-
rra, 2005; Cunill, 1991; Villarreal Martínez, s/f ).
El Colectivo Migraciones para las Américas (COMPA) está conformado por 128
redes y organizaciones de Estados Unidos, México y Centroamérica. Algunas de las
características de las organizaciones que lo conforman es que la mayoría tiene una
trayectoria de trabajo sólido y sistemático en áreas como la defensa jurídica, organiza-
ción de y para migrantes, investigación, atención psicosocial, capacitación, promoción
del desarrollo local transnacional, prestación de servicios y prevención del riesgo y la
vulnerabilidad entre poblaciones migrantes de las regiones del continente americano
(COMPA, 2013).
El Colectivo Migraciones para las Américas empezó por un pequeño grupo de
organizaciones que trató de compartir una agenda de trabajo en conjunto y entregar
documentos que contenían una articulación donde se posicionaba el tema migratorio
dentro de la agenda pública a los candidatos y la candidata a la Presidencia de la Re-
pública en el año 2012. Una vez que Enrique Peña Nieto fue electo como Presidente
de la República se comenzó con el diálogo con quien fuera nombrado como el en-
cargado de la transición en materia migratoria. A partir de ese momento un número
importante de organizaciones empezó a tener un diálogo creciente y una agenda com-
partida que llevó como resultado la construcción de la agenda trasnacional, la Agenda
Programática Presupuestaria Trasnacional. En dicha agenda se reflejaban los intereses
tanto de las organizaciones, la red de albergues, como de la población migrante de
origen, tránsito, destino y retorno, así como también de grupos como los trabajadores
agrícolas, trabajadores temporales y braceros.
La Agenda Programática Presupuestaria Trasnacional se convirtió en el instru-
mento de trabajo para poder incidir frente a la nueva administración, se sostuvieron
diálogos con la mayoría de los sectores de la administración. Esto permitió que el
gobierno se diera cuenta que existía un nivel importante de articulación y se tomara
seriedad al tema migratorio. Después de celebrarse una serie de diálogos donde se
posicionaba al tema migratorio dentro de la agenda pública, la Secretaría de Goberna-
ción hizo pública la participación en los “Foros Nacionales de Consulta Pública” para
la elaboración del Programa Especial de Migración 2014-2018 (PEM), cuyo objetivo
era el de recabar propuestas provenientes de la sociedad civil organizada, la academia,
sector privado, funcionarios públicos de los tres órdenes de gobierno, la sociedad en
234
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
general interesada en el tema y sobre todo los actores sociales que estaban involucra-
dos directamente dentro del proceso migratorio, como son las(os) migrantes. Estos
Foros fueron celebrados en Tapachula, Chiapas; Tijuana, Baja California; Reynosa,
Tamaulipas; Guadalajara, Jalisco y Distrito Federal.
A través de la creación de foros, en la construcción de modelos de atención y en
coaliciones donde se comparten ejercicios de incidencia (COMPA), donde histórica-
mente en el esfuerzo por parte de las organizaciones de la sociedad civil de posicionar
el tema migratorio el COMPA ha logrado escalar hasta el último nivel de incidencia
en la toma de decisiones.
Dicho colectivo representa un ejercicio de incidencia en materia migratoria sin
precedentes, un esfuerzo que tuvo como resultado el Programa Especial de Migración
(PEM) 2014-2015. Documento que por primera vez en la historia de México pone
en marcha un instrumento programático de política migratoria diferenciada,5 integral,
de largo plazo, corresponsable, garante en el respeto de los derechos de los migran-
tes, orientada al desarrollo y bienestar, intergeneracional, de perspectiva de género,
de seguridad humana, participativa y coordinada institucional y multisectorialmente.
Esto refleja que detrás de estas dos formas de incidir existen distintas concepcio-
nes de participación ciudadana e incluso de la transformación social, resaltando la falta
de oportunidades o espacios para que de una manera estratégica y en conjunto se
construyan cosas en común.
El Colectivo Migraciones para las Américas ha fungido como esos espacios de ar-
ticulación donde la participación ciudadana visto desde las dos formas de incidencia ha
congeniado y logrado subir a la agenda pública la migración con todas sus vertientes.
En las políticas migratorias se aprecia una profunda crisis de representatividad,
es decir, los migrantes no están siendo interlocutores con el gobierno, quienes desa-
rrollan este papel son representantes, organizaciones o activistas; esto tiene ver con
relación a las consecuencias de que el tema migratorio está vinculado a una profunda
marginación social de quienes viven la migración.
235
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018.
236
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Dada las características de cada flujo migratorio en México, uno de los grandes ob-
jetivos del PEM es la elaboración de un marco jurídico que señale con claridad la
responsabilidad de los tres órdenes de gobierno respecto a los derechos y garantías de
los migrantes.
Como bien se menciona en el diagnóstico del PEM, a pesar de que en el año
2011 se inició un proceso de modificaciones en materia migratoria con la Ley de
Migración, éstas siguen siendo insuficientes, por lo cual, para los próximos años será
necesario incluir compromisos internacionales y homologar las muy diversas leyes y
reglamentos, tanto nacionales como estatales, para garantizar derechos fundamentales
que propicien un ambiente favorable para las personas migrantes.
Actualmente, la política migratoria se caracteriza por ser incongruente y obsta-
culizadora, falta de una definición de política migratoria desde un enfoque global,
participación desigual de los actores involucrados, precaria coordinación, planeación,
monitoreo, evaluación, transparencia y rendición de cuentas, así como una falta de
mecanismos que aseguren y difundan los derechos, obligaciones y garantías de los
migrantes y de sus familias. Estos son los principales problemas a los que se enfrenta
la población migrante.
La falta de información puntual y confiable es otro gran reto que se relaciona
directamente con las percepciones que se tienen de la migración. Tanto los migrantes
como los inmigrantes se enfrentarán a los prejuicios positivos o negativos. Desde la
emigración, las imágenes que se pueden conformar son las de pérdida,6 deserción,7 des-
compresión8 o de purificación.9 Desde la inmigración, las imágenes que pueden llegar
237
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
a conformar tanto para el nativo como para el que retorna son la xenofilia10 y en su
contraparte las xenofóbicas,11 exofóbicas12 y endofóbicas.13
Estas imágenes, como bien menciona Mármora (2002), corresponden a una parte
fundamental en la definición de políticas migratorias. En el caso de la inmigración
de mexicanos y personas de origen latino a Estados Unidos, la suma de múltiples
imágenes prejuiciosas ha derivado, por un lado, en ver a la migración mexicana como
negativa, y por el otro, en políticas migratorias no objetivas, que no terminan de cla-
rificar la condición de los millones de inmigrantes irregulares.
Por último, otro de los problemas que en esta propuesta se menciona, es la falta
de fuentes estadísticas especializadas en migraciones. A pesar de que existen casi 70
centros de estudio académicos y gubernamentales, no se ha consolidado un sistema
de información que permita un monitoreo continuo del fenómeno, así como de las
intervenciones de los diversos actores, en particular la inclusión de criterios y con-
sideraciones relativas a las migraciones en el diseño, operación y evaluación de las
políticas públicas.
Por todo lo anterior, este objetivo se deriva de 3 grandes problemáticas:
a) Percepciones negativas de la migración.
b) Políticas migratorias incongruentes y precarias.
c) Falta de mecanismos que aseguren y difundan los derechos, obligaciones y garan-
tías de los migrantes y de sus familias.
Para la consecución de este objetivo se establecieron 5 estrategias y 39 líneas de acción
(Diagrama 2). Entre las acciones que destacan se encuentran:
1. Reformas al marco normativo en materia de derechos sociales y humanos.
2. Adecuaciones y/o instrumentaciones en el diseño institucional federal y local de
políticas en materia. Se incorpora una visión global del fenómeno.
3. Generación de mecanismos de coordinación interinstitucional para la atención
integral a niñas, niños y adolescentes repatriados y potencialmente migrantes.
4. Incorporación de temas migratorios y de interculturalidad en planes de estudio
del tipo básico.
10 Se entiende como la actitud por la cual el extranjero es visto como superior, ya sea desde la
visión étnica, cultural, social y/o nacional.
11 Se basa en el prejuicio negativo al extranjero, ya sea desde la postura del prejuicio y lucha
tribal hasta la discriminación institucionalizada.
12 A pesar de que no se relaciona directamente con la migración, si lo cimentamos a esta
situación, representa el rechazo, derivado del miedo a lo desconocido, del nativo al extranjero,
al inmigrante.
13 Es imagen, se relaciona con el rechazo al propio grupo de pertenencia social, cultural,
religioso o étnico, y constituye la adaptación pasiva al integrismo desde la visión de las carac-
terísticas de “la mayoría”.
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Diagrama 2
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018 y Matriz estratégica
del PEM, p. 12.
239
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
de esta relación, por lo general han beneficiado sólo a alguna de las partes. En el caso
concreto de México, esta relación ha beneficiado a Estados Unidos (Mármora, 2002).
La importancia de debatir y poner el dedo en el renglón de la falta de políticas
migratorias coherentes a los contextos actuales, radica en combatir las causas y los
efectos de los procesos migratorios por medio de estrategias de desarrollo incluyentes.
A pesar de que los efectos de esta relación son variados, las políticas de desarrollo
en materia migratoria se han concentrado en las remesas que reciben las familias de los
migrantes mexicanos a partir de un desarrollo primario. Proyectos, acciones y obras
de infraestructura y equipamiento han sido los objetivos que han tenido programas
como “Programa Presupuestario S061”, “Programa 3x1 para Migrantes”, que opera
la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), y “Fondo de Apoyo a Migrantes”
(FAM), que administra la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a través
de la Unidad de Política y Control Presupuestario de la Subsecretaría de Egresos.
Sin embargo, las remesas, más allá de ser un potenciador de desarrollo en las lo-
calidades y regiones, se han convertido en el elemento que proporciona un bienestar
superficial inmediato, es decir, las remesas se convierten en la oportunidad de adquirir
electrodomésticos, renovación y construcción de casas, etcétera.14 Como se menciona
en el diagnóstico del PEM, estos recursos no se han traducido en un factor determi-
nante para el desarrollo local, menos regional. Del total de los recursos enviados, el
90% se destinó a la compra de alimentos, vivienda y otro tipo de consumo, y menos
del 3% a proyectos productivos (EMIF Norte, 2013; citado en el PEM, 2014).
Esta relación migración y desarrollo, entre otras cosas, pone en evidencia tres pro-
blemáticas, mismas que dan fundamento al presente objetivo que se analiza:
a) Pérdida poblacional, que deriva en un creciente empobrecimiento y despoblado de
las regiones expulsoras.
b) Política migratoria inadecuada y desigual.
c) Desaprovechamiento del potencial de la migración.
Para la consecución de este objetivo se incluyeron 5 estrategias y 33 líneas de acción
(Diagrama 3). Entre las acciones que destacan se encuentran:
1. Aprovechamiento de capacidades y habilidades de las personas extranjeras residen-
tes en México.
2. Creación de esquemas eficientes de atracción y circulación de talentos que for-
talezcan el mercado laboral e impulsar el intercambio de buenas prácticas del
Gobierno de México.
14 Véase De Rosas Quintero, J., “Exilio político por hambre. Efectos de la recepción de re-
mesas en los consumos alimentarios de hogares rurales en Morelos y Tlaxcala”, en Contreras
Suárez, E. et al. (coords.), Gobernanza, desarrollo local y migración internacional (en proceso
de publicación).
240
Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Diagrama 3
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018 y Matriz estratégica
del PEM, pp. 12.
De los 191 puntos de tránsito internacional de personas, en los 3 mil 152 kilómetros
de frontera con Estados Unidos, existen 32 puntos de tránsito internacional terrestre.
Se estima que diariamente se realizan un millón de cruces sin verificación, principal-
mente de población residente en las ciudades fronterizas. Estos puntos, para su con-
trol, apenas tienen asignados 450 agentes federales. En contraparte, en la frontera sur,
la situación es todavía más grave: en los 1 mil 149 kilómetros de la línea fronteriza,
sólo existen 11 puntos de tránsito internacional terrestre, mientras que operan hasta
370 lugares de tránsito informal (PEM, 2014).
Como se mencionó en apartados anteriores, México es un país de tránsito y des-
tino. Existe un cuantioso volumen de movimientos de entrada de personas de manera
irregular en las regiones fronterizas por motivos familiares, comerciales y laborales.
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Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Diagrama 4
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018 y Matriz estratégica
del PEM, pp. 14
Como se mencionó en apartados anteriores, una de las ecuaciones que mueve las
migraciones masivas son las relaciones población-territorio, requerimientos-disponi-
bilidad de recursos, o bien oferta-demanda, ya sea con tintes sociales, económicos o
políticos. La relación con EE.UU. hasta mediados de los 60´s se había caracterizado
por tener una relación oferta-demanda con base económica; un ejemplo de ello es el
Programa de Cooperación Binacional, conocido como “Brasero” (1942-1964), dise-
ñado principalmente para satisfacer las necesidades agrícolas, los bienes manufactu-
rados y la producción de armamento de Estados Unidos y sus aliados en la guerra en
principio y posteriormente para el mercado interno. No obstante, tras lo ocurrido en
el 2001 con los atentados terroristas a las Torres Gemelas en Nueva York, la política
migratoria restrictiva que llevaba EE.UU. desde 1987, se intensificó.
Entre los efectos de esta política restrictiva actual, se encuentra la población que
retorna de manera forzosa o voluntaria, muchos de ellos devueltos a México con la
modalidad de criminales, la mayoría por faltas menores y/o administrativas. De esta
población repatriada, casi dos terceras partes manifestaron que no intentarán regresar
243
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
a Estados Unidos (65%), cifra inédita si la comparamos con el 2008 (18%) (PEM,
2014). Cifras relativas a la reintegración económica y social de las personas migrantes
de retorno no son del todo alentadoras, a pesar de que la mayoría es económicamente
activa; las competencias adquiridas durante la experiencia migratoria no son aprove-
chadas del todo por el mercado interno. De igual manera, otro punto relevante y de
suma urgencia son las necesidades específicas de las familias binacionales que llegan al
país, hijos de los migrantes de retorno que fueron abruptamente obligados a dejar el
país en que nacieron a raíz de la repatriación de alguno de sus progenitores.
Ahora, si hablamos de población inmigrante en México, concretamente de la po-
blación centroamericana, haitiana y de refugiados, la mayoría de estos sectores se
encuentra en condiciones desfavorables, en comparación con los que se encuentra en
condiciones de integración económica. Una de las propuestas que pone en la mesa
el PEM es el acceso a la nacionalidad, elemento que es decisivo no sólo para la inte-
gración social, sino para dotar a este sector de mejores herramientas para ejercer sus
derechos.
Otra problemática que manifiesta el PEM, es la de los mexicanos que residen en el
exterior, principalmente los que residen en EE.UU., ya que la mayoría presenta altos
niveles de marginación, pocas oportunidades de movilidad social, limitado acceso a
bienes y servicios públicos e invisibles para los sistemas de protección y promoción de
sus derechos fundamentales. Por ejemplo, el limitado acceso de los jóvenes mexica-
nos indocumentados a la educación superior, fundamentalmente, por las restricciones
normativas a su financiamiento. En ese sentido, la aprobación del DREAM Act federal
representa una iniciativa importante para regular la condición de cerca de 2.1 millones
de indocumentados menores de 35 años (IPC, 2012; citado en PEM, 2014).
Por lo anterior, se ubicaron tres problemáticas principales:
a) Segregación y discriminación.
b) Política migratoria inadecuada.
c) Problema de índole social, político y económico.
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Diagrama 5
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018 y Matriz estratégica
del PEM, p. 15.
Estas palabras exponen los efectos que acompañan la migración irregular. Efectos que
impactan directamente en el bienestar de los migrantes.
En los últimos años se ha observado una diversificación de las actividades del
crimen organizado. Estas organizaciones, como diversos estudios en materia así lo
demuestran, han encontrado en las rutas migratorias la oportunidad para realizar
secuestros, extorsión, asesinatos, trasiego de armamento, incorporación forzada a la
245
Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
15 El hallazgo de 196 cadáveres en abril de 2011 en fosas en San Fernando, Tamaulipas (Turati,
2013).
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Diagrama 6
Elaboración propia con base a información del Programa Especial de Migración 2014-2018 y Matriz estratégica
del PEM, pp. 16.
En este apartado se presenta una valoración de los alcances y limitaciones del Pro-
grama Especial de Migración 2014-208, a partir de las perspectivas de actores clave.
En este sentido, se realizaron en total 5 entrevistas abiertas, donde las preguntas
que se les hicieron fueron: ¿Cómo ve el fenómeno de la migración en México?, ¿Qué
es el Colectivo Migraciones Para las Américas? ¿Qué es el Programa Especial de Mi-
gración? y ¿Cuáles son los alcances y las limitaciones del PEM?
Producto de la realización de estos foros, se obtuvo la construcción del Programa
Especial de Migración. Por primera vez el país cuenta con un documento que busca
coordinar o establecer las líneas base de la coordinación para una política migratoria;
sin embargo, se carece de mecanismos definidos para poder bajarlo al beneficio de la
población migrante. Dichos mecanismos se encuentran dentro del área presupuesta-
ria, para su implementación y evaluación.
La articulación es percibida como el mecanismo idóneo para la participación ciu-
dadana; a partir de esa articulación se da la incidencia dentro de las políticas públicas,
el PEM es un ejercicio de ciudadanía, de reclamo de derechos, de conocimiento de
marcos normativos y obligaciones del Estado.
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Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
Alcances
Existe una tendencia por ampliar los espacios de diálogo y tratar de representar los
intereses de la sociedad que estén reflejados en documentos y marcos normativos que
rigen la política pública; sin embargo, el gran desafío es que ninguno de los acuerdos
que se establecen en la interlocución sociedad civil-gobierno se cumple y ninguna de
estas leyes se implementa, se evalúa y se le asigna un presupuesto competente a la di-
mensión de la problemática, como parte de una “negociación política” dónde aparen-
temente se refleja una representación de las propuestas provenientes de la ciudadanía,
perpetuándolo como un avance incompleto o engañoso.
Replicando las palabras de la “Asamblea Popular de Familias Migrantes” (APO-
FAM), Organizaciones de la Sociedad Civil perteneciente al “Colectivo Migraciones
Para las Américas”:
El mayor alcance que tuvo este ejercicio de incidencia fue la capacidad de ar-
ticulación de las OSC para poder construir un solo documento –prototipo del
PEM- que representara las necesidades y puntos de vista de todos los actores
que componen el COMPA. …Cuando la sociedad civil organizada ve más allá
de su agenda doméstica y es capaz de compartir para construir documentos
compartidos, ahí se construye un gran momento de oportunidad, una oportu-
nidad de entablar un diálogo y una incidencia profunda.
El compa dio una gran muestra de humildad, de capacidad de trabajo disci-
plinado y el resultado yo creo que está a la vista, el gobierno ya no se pudo ir
a ningún lado; o sea, se arrinconó porque a donde quiera que iba encontraba
el mismo documento, entonces ya no podía decir que no, y entonces eso fue
el gran momento de incidencia, de ahí el gran “atorón”, pues es lo que viene
después.
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
Limitaciones
Conclusiones
En este sentido, la participación ciudadana tiene que ver específicamente con la ca-
pacidad de incidencia dentro del Plan Nacional de Desarrollo; se pueden identificar
elementos innovadores en términos de trabajo de las organizaciones, es decir, se rea-
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Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
lizaron trabajos colectivos para identificar los temas más importantes de la agenda
que se encuentran plasmados en la estrategia nacional. Con los resultados derivados
de dichos trabajos se comenzó a participar en todos los espacios de consulta pública.
Es necesario contar con una estrategia nacional de implementación que incluya un
discurso de alto nivel, mencionando que si bien el PEM no es un programa prioritario
sí es importante para lo que resta del sexenio, al mismo tiempo que se necesita un
trabajo de articulación y de seguimiento no desde la Unidad de Política Migratoria,
sino desde la oficina de la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religio-
sos, que se tenga mayor capacidad política para negociar con la SHCP el tema del
presupuesto, con la CONAGO para hacer una alineación de los programas estatales y
de igual manera con los organismos municipales.
De esta manera, obteniendo una visión de largo plazo, se puede contribuir a una
visión de país que plantee y trabaje de manera estratégica, tomando como referente
los posibles escenarios de las próximas décadas, en el ámbito nacional así como en el
internacional.
Es importante destacar que el PEM derivado de la incidencia pública ejercida a
través de la participación ciudadana es parte de una política que en su esencia busca
ser corresponsable, orientada al desarrollo de la comunidad y al bienestar del mi-
grante, que tiene matices intergeneracionales, que vela por la seguridad humana, que
permite la participación del sector poblacional beneficiado y que ayuda a una mayor
gestión para la atención de los migrantes.
Para la implementación, busca ser un programa coordinado interinstitucional-
mente, donde su atención derive en una complementariedad de mercados laborales
para generar oportunidades de vinculación con la diáspora, así como también su aten-
ción en cuestión de género y criterios diferenciados.
Referencias
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Definiciones, Recomendaciones y Retos. Asociación Latinoamericana de Organizaciones
de Promoción ALOP [En línea] Disponible en: XXXX [Ultimo acceso: 5 de octubre
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Buscaglia, E. (2012), Conferencia Magistral: Coloquio Inseguridad y violencia: mediciones,
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Investigaciones Sociales (IISUNAM).
Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (2006), “Definición”, en Participación
Ciudadana [En línea] Disponible en: www.diputados.gob.mx/cesop/ [Ultimo acceso:
5 de octubre de 2015].
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Miguel Ángel Márquez Zárate, Luis Ángel Gallegos Rodríguez y Karla Pérez Guadarrama
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Participación ciudadana como mecanismo de incidencia en las políticas migratorias...
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Participación ciudadana y control social en la gestión
pública. Propuesta para un modelo local
Adela Figueroa Reyes1
1 Una primera versión de este artículo fue presentada como ponencia en el “XX Congreso
Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública”, que se
llevó a cabo en la ciudad de Lima, Perú, del 10 al 13 de noviembre de 2015.
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Participación ciudadana y control social en la gestión pública. Propuesta para un modelo local
A manera de introducción dibujaremos una línea de tiempo entre las fases que ha
recorrido la evolución de la administración pública, sin soslayar que cada una de ellas
corresponde al desarrollo y papel del Estado.
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Participación ciudadana y control social en la gestión pública. Propuesta para un modelo local
sable de lograr los resultados previamente establecidos. Este nivel se compone por
aspectos de política pública y sus impactos. En el nivel meso agrupa la evaluación de
los subsistemas, los cuales son responsables de la conversión de insumos o entradas
en resultados; agrupa la estructura, los procesos, recursos materiales, financieros e
informáticos, que las dependencias y entidades de la administración pública utilizan
para cumplir sus propósitos. Por último, el nivel micro comprende la evaluación de
los recursos humanos y su corresponsabilidad en el proceso para el logro de resultados
del sistema o programa; es decir, implica evaluar las capacidades del personal y su
compromiso en el grado de avance de los resultados.
El proceso de este modelo está integrado a su vez por elementos de la administra-
ción clásica, tales como: la planeación, organización, integración, dirección, control y
evaluación (Fayol, 1984). En el elemento de planeación, es importante dar respuesta
a las preguntas de ¿para qué evaluar? y ¿qué evaluar?; interrogantes que constituyen
parte de los insumos (información) que harán la razón de ser del sistema; de tal
manera, que permitirá que el diseño del proceso de conversión o caja negra sea el
adecuado para lograr el resultado que se busca alcanzar.
En este sentido, el modelo propuesto pretende que las razones de la evaluación
sean las que se orienten por la búsqueda de una agenda de desarrollo que incluya esta-
bilidad macroeconómica, una mayor equidad, una asignación más efectiva de recursos
y un crecimiento económico sostenible (CEPAL, 2015).
La gestión pública es la mediadora entre las políticas públicas y los resultados que
se obtengan en su implantación en el campo de la administración; al mostrar los re-
sultados de la gestión pública, se garantiza una administración más transparente que
genere información sobre el uso de los recursos públicos. “En teoría, a través de estas
consecuencias, un sistema de evaluación contribuye a democratizar la gestión y a ejer-
cer un control más racional del gasto público, para fortalecer por tanto la capacidad
de gobernar del Estado” (Cunill y Ospina, 2003: 14). Dentro de los elementos que
motivan la evaluación destaca el tratar de determinar si se está logrando la eficacia,
eficiencia, gobernabilidad y el fortalecimiento democrático en la acción del Estado
(Ackerman, 2005); lo que si bien es cierto, es que los motivos pueden ser diversos, y
de la respuesta de ¿para qué evaluar?, depende directamente de cómo se responderá
en la práctica la otra pregunta: ¿qué evaluar?
El Estado del Arte de la evaluación de los programas públicos sugiere que la evalua-
ción debe orientarse principalmente a determinar si los resultados que se esperaban se
han cumplido (Banco Mundial, 2002). Esta orientación contrasta con los modelos de
Stake (1996), Schuman (1967), Scriven (1967) y Stuffleam (2000), de tal manera que la
pregunta ¿qué evaluar? está en función con los niveles de evaluación macro, meso y micro.
Los elementos de organización, integración, dirección, control, estarán presentes
en la caja negra o proceso de conversión del sistema de evaluación. Finalmente, el
elemento de evaluación será representado por la retroalimentación del sistema que
incluirá las aportaciones del enfoque de la nueva gestión pública: evaluación de resul-
tados, transparencia, y participación ciudadana.
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Participación ciudadana y control social en la gestión pública. Propuesta para un modelo local
Conclusiones
Actualmente los gobiernos enfrentan nuevos retos, mejores servicios públicos, mayor
crecimiento económico, trasparencia, rendición de cuentas, justicia, respeto a los de-
rechos humanos y en general mayor calidad de vida para sus gobernados; por ello se
tienen que considerar nuevos mecanismos de participación y cambiar a nuevas formas
de administrar que contemplen elementos de eficacia, eficiencia, calidad en el servi-
cio, transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana en la formulación
e implementación de las políticas públicas, referenciados a impactos positivos sobre
el desarrollo social y la calidad de vida de las personas, para lo cual debe ser esen-
cialmente democrática, garantizando el logro de niveles de calidad y excelencia en su
desempeño.
Entre los retos que hay que enfrentar, se encuentran que hay avances y retrocesos,
ya que al cambiar de administración ya sea a nivel federal, estatal o municipal, se tiene
que continuar con la exigencia de información y la resistencia a proporcionarla; es ne-
cesario incorporar a mayor número de ciudadanos comprometidos por la búsqueda de
la transparencia, la rendición de cuentas de los entes públicos y en general la búsqueda
del Buen Gobierno, entendido como “aquél que busca y promueva el interés general,
la participación ciudadana, la equidad, la inclusión social y la lucha contra la pobreza,
respetando todos los derechos humanos, los valores y procedimientos de la democracia y
el Estado de Derecho” (CIBG: 4, 2006).
El control social constituye un derecho y deber de los ciudadanos, los cuales pue-
den ejercerlo mediante la participación ciudadana organizada y vinculada con el poder
público, con el objetivo de controlar el buen manejo de la administración pública e
incidir en decisiones sobre las políticas públicas en todos los niveles de gestión.
En México emerge una ciudadanía crítica, vigilante y participativa, pero aún débil
en materia de participación ciudadana; los mecanismos y marco normativo que se
presentan en el Estado para la participación ciudadana y el control social son mínimos
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Adela Figueroa Reyes
Referencias
Ackerman Susan Rose (2005), Rendición de cuentas y el estado de derecho en la consolidación
de las democracias, Perfiles Latinoamericanos, FLACSO, México.
Aguilar Villanueva Luís (2007), Gobernanza y gestión pública, FCE, México.
Bertalanffy Ludwig von (2006), Teoría general de sistemas, Fondo de Cultura Económica,
México.
Bozeman Barry (2006), La gestión Pública. Su situación actual, FCE, México.
Cardarelli Graciela, Rosenfeld Mónica (1998), Las participaciones de la programas y proyec-
tos sociales, 1ra. Edición, PAIDOS, Buenos Aires, Argentina.
Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión Pública (2009), CLAD,
Venezuela.
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Participación ciudadana y control social en la gestión pública. Propuesta para un modelo local
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Adela Figueroa Reyes
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La participación ciudadana en el proceso legislativo
mexicano: inercias y oportunidades
Khemvirg Puente Martínez y Anahí Gutiérrez Luna
Este trabajo se propone describir la importancia central del papel de los ciudadanos
en el proceso legislativo e identificar algunos de los principales obstáculos a los que
se enfrenta la sociedad cuando intenta participar en un proceso legislativo. El caso
mexicano tiene algunas particularidades relevantes debido al tránsito democrático que
en los últimos veinte años se experimentó y que significó el traslado de una buena
parte del proceso político al Congreso, después de décadas de centralizar las decisiones
legislativas en las oficinas presidenciales.
El capítulo está organizado en tres apartados. En primer lugar, se presenta una
aproximación conceptual sobre los principios que identifican a una democracia re-
presentativa y a la relación que debe prevalecer entre el ciudadano y la institución
representativa. Posteriormente, se aclaran las diferencias entre un proceso legislativo
y la etapa técnica del misma; es decir, el procedimiento legislativo, con el fin de
identificar no sólo a aquellas etapas en que es deseable propiciar la participación ciu-
dadana, sino las principales dificultades a que se enfrenta la ciudadanía en esas arenas
parlamentarias. Además, se explica por qué la idea del parlamento abierto resulta una
propuesta viable para enfrentar los problemas de desconfianza hacia las instituciones
legislativas. En la tercera parte se exponen dos casos recientes de procesos legislativos
para ejemplificar dos rutas de contraste en materia de procesos legislativos abiertos y
cerrados. El primero se refiere a la reforma en materia de transparencia, y el segundo
a la reforma constitucional en materia energética.
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La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
2 Los tres pilares para la construcción de un Pparlamento Abierto son: 1) una política de
transparencia y rendición de cuentas de legisladores en lo individual, de la legislatura (median-
te sus órganos técnicos) y sus órganos colectivos (comisiones, órganos de gobierno, grupos
parlamentarios) durante todo el proceso parlamentario y no sólo durante el procedimiento
legislativo; 2) la participación y colaboración de la sociedad como un requisito indispensable
e insoslayable de la aprobación de medidas y decisiones en cualquiera de las dimensiones de
desempeño de la actividad del Congreso. Para ello se desarrollan nuevos instrumentos de co-
laboración presencial y virtual que incorporen los puntos de vista de aquellos interesados; 3)
la ética parlamentaria es reconocida como la vía indeclinable para el ejercicio de la actividad
representativa en todas las esferas de desempeño, en el cumplimiento de sus responsabilidades
y en el alcance de sus decisiones (Puente, 2015).
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La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
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La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
que incluso cuando sus poderes están acotados, cuentan con la capacidad de retrasar
las decisiones de una legislatura.
Las comisiones también representan un punto de entrada para la participación de
los ciudadanos en el quehacer parlamentario, ya que se puede recibir la opinión de
expertos o recurrir a ellos como asesores externos de las comisiones legislativas. Las
comisiones con mayor grado de independencia suelen invitar a las partes interesadas a
participar en las sesiones o a miembros del público para que presenten su testimonio.
Cuando son de carácter público, las sesiones de las comisiones pueden servir para
informar a la población sobre cuestiones de política y sobre la labor del Congreso. En
este contexto, la participación de los ciudadanos en los procedimientos de la comisión
puede servir para que ésta obtenga información valiosa. Además, abrir las audiencias
de la comisión al público es un buen método para que se informe a la población sobre
su labor (Unión Interparlamentaria, 2007).
En el caso mexicano, las comisiones legislativas ordinarias se encargan de tareas de
dictamen legislativo, de información y de control. A pesar de que, en principio, este
es el espacio que la sociedad puede utilizar para participar directamente en el proce-
dimiento legislativo, la Ley Orgánica del Congreso limita esta práctica al establecer
que las reuniones de las comisiones podrán ser públicas solamente si así lo acuerdan
sus integrantes. En las reuniones de las comisiones pueden realizarse sesiones de in-
formación y audiencia con representantes de grupos de interés o asesores que puedan
aportar conocimientos y experiencias sobre el asunto de que se trate, pero siempre a
consideración de los integrantes de las comisiones.5
Por ello, las comisiones legislativas en México no se utilizan como órganos de
apoyo técnico para la elaboración de dictámenes e informes legislativos o como ins-
trumentos de control del poder. El diseño del sistema de comisiones tiene el propó-
sito de servir como un recurso de poder parlamentario para el intercambio político
y la negociación frente a los grupos internos que disputan posiciones, recursos e
influencia en el Congreso (Puente y Gutiérrez, 2014).
El diseño institucional que hasta 2016 existía en el Congreso, obstaculizaba la
participación abierta de los ciudadanos en el proceso y, particularmente, en el proce-
dimiento legislativo. A pesar de la existencia de ciertos dispositivos que limitaban la
participación, ha quedado claro que depende del tipo de asunto que se discute y de
los miembros de las comisiones, que se permita o bloquee la participación ciudadana.
Con este ejercicio sólo se busca ejemplificar cómo un procedimiento legislativo puede
ser abierto al escrutinio público y con participación ciudadana, sin necesidad de mo-
dificación sustantiva del marco jurídico.
5 Artículo 93 de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos,
última reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de mayo de 2015.
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La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
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sociales, visitas a la Cámara y diálogos abiertos para exigir que las decisiones del IFAI
fueran inatacables. No obstante, días después, el Pleno de la Cámara de Diputados
aprobó la minuta que establecía que aunque las resoluciones del organismo garante
son inatacables, el Consejero Jurídico del Gobierno podría interponer recurso de
revisión ante la SCJN en caso de que las resoluciones pongan en peligro la seguridad
nacional.
Con los cambios realizados, el Senado recibió y aprobó la minuta en comisiones
en noviembre del mismo año. Para continuar el procedimiento legislativo de la re-
forma en transparencia, el Pleno del Senado aprobó la minuta con modificaciones el
20 de noviembre y la devolvió a los Diputados para su aprobación. Debido a que la
reforma era de carácter constitucional, fue necesaria su aprobación por 17 congresos
locales antes de su promulgación. El 22 de enero de 2014, Chiapas fue el estado nú-
mero 17 en aprobarla. Los otros 16 estados fueron el Estado de México, San Luis
Potosí, Puebla, Baja California Sur, Coahuila, Nayarit, Colima, Campeche, Quintana
Roo, Jalisco, Tamaulipas, Querétaro, Tabasco, Baja California, Zacatecas y Aguasca-
lientes. Finalmente, la discusión de la reforma que implicó 17 meses, concluyó con la
publicación del decreto que reformó diversas disposiciones de la Constitución Política
en materia de transparencia el 7 de febrero de 2014.
Con el decreto de la reforma en transparencia se modificaron diez artículos de la
Constitución Política para dar pie a la legislación secundaria en la materia. Los prin-
cipales cambios incluyeron los siguientes puntos:
a) Artículo 6:
Con los cambios constitucionales se estableció la ampliación de la lista de sujetos
obligados a las reglas de transparencia, incluyendo así a los partidos políticos, los
sindicatos, fideicomisos y toda persona física o moral que reciba recursos públicos.
El punto central en la reforma es que la constitución dota de autonomía al órgano
responsable de garantizar el cumplimiento del derecho de acceso a la información
pública y a la protección de datos personales en posesión de los sujetos obligados,
mismo que se integrará por siete comisionados.
Por último, se establece que las resoluciones del organismo garante son vinculato-
rias, definitivas e inatacables para los sujetos obligados. No obstante, el Consejero
Jurídico del Gobierno podrá interponer recurso de revisión ante la Suprema Corte
de Justicia de la Nación en el caso que dichas resoluciones puedan poner en peli-
gro la seguridad nacional.
b) Artículo 76:
En este artículo se amplían las facultades exclusivas del Senado otorgándole la
facultad para nombrar a los comisionados del organismo garante.
c) Artículo 89:
Con las modificaciones, se faculta al Presidente de la República para objetar los
nombramientos de los comisionados del organismo garante hechos por el Senado.
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La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
d) Artículo 116:
Además de un órgano garante a nivel Federal, en los estados se establecerán orga-
nismos autónomos, especializados, imparciales y colegiados, responsables de ga-
rantizar el derecho de acceso a la información y de protección de datos personales
en posesión de los sujetos obligados.
La discusión de la reforma en transparencia se llevó a cabo durante casi un año y
medio, partiendo de la presentación de la iniciativa en el Senado en septiembre de
2012 y finalizando con la publicación del decreto el 7 de febrero de 2014. Durante
la promulgación de la reforma, el Presidente Enrique Peña Nieto aseguró que la
reforma en materia de transparencia “cierra espacios de opacidad y discreciona-
lidad en el ejercicio de la vida pública, dando respuesta a una sentida demanda
social (…)”. Para Peña Nieto, con la reforma México avanzaba con la creación de
instituciones de transparencia sólidas, “haciendo realidad el derecho a la infor-
mación”. Con la conclusión del proceso legislativo de la reforma, la impresión de
académicos y especialistas en el tema que estuvieron involucrados fue, en general,
optimista ante el nuevo escenario normativo. Sin embargo, varios coincidieron en
la idea de que no basta con crear las condiciones legales para asegurar un auténtico
acceso a la información, ya que el desempeño del órgano garante depende, en
buena medida, de la autonomía con la que se conduzca.
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El reconocimiento en la ley de una necesidad que debe no sólo ser impulsada sino que
debe estar regulada para obligar a las instituciones y sus miembros a “permitir” la par-
ticipación ciudadana. La redacción de la nueva ley hereda una visión autoritaria donde
la participación de la sociedad es una concesión a los ciudadanos y no un derecho
adquirido por los mismos. Es decir, tal como aparece en la normatividad interna del
Congreso, la participación es viable siempre y cuando los legisladores la promuevan
o mientras los órganos de gobierno la permitan. No es viable cuando los ciudadanos
intentan acercarse a los órganos del Congreso.
Como se observa en el artículo 67, son las cámaras las que “permiten”, “facilitan”,
“desarrollan” pero en ningún lado “garantizan” el ejercicio de derechos de la ciudada-
nía. Así, a los ciudadanos que se les permitió participar en la reforma constitucional
en materia de transparencia tuvieron la posibilidad de ser escuchados pero gracias a la
decisión de los legisladores, no debido al establecimiento de procedimientos abiertos
o a la instrumentación de procesos legislativos. Las reglas del procedimiento legis-
lativo no contemplan una etapa de consultas públicas obligatorias o la recepción de
evidencia que deba ser respondida por los legisladores o incorporadas al expediente
legislativo del asunto en cuestión. No hay reglas para la presentación de evidencias
que apoyen a los legisladores en la toma de decisiones. No hay, en síntesis, un diseño
institucional que estimule la participación ciudadana durante los procesos políticos
ni dispositivos que permitan influir en cualquier etapa del procedimiento legislativo;
sino por el contrario, existe una serie de barreras que obstaculizan y, en muchos casos,
impiden el acceso a los debates parlamentarios. Así, el diseño legal y organizacional
del procedimiento legislativo en México es, por sí mismo, un incentivo para la opaci-
dad y la toma de decisiones a espaldas de la sociedad.
Conclusiones
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Khemvirg Puente Martínez y Anahí Gutiérrez Luna
Referencias
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Transparencia Mexicana.
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285
La participación ciudadana en el proceso legislativo mexicano: inercias y oportunidades
286
Participación desde la identidad: construcción de
ciudadanía dentro de la diversidad sexual
Velia Marina Carral Torres
Uno de los movimientos sociales más destacados del siglo XXI es el movimiento de
la diversidad sexual, mejor conocido como Lésbico Gay Bisexual Transexual Trans-
género Travesti Intersexual (LGBTTTI). Surgido en la década de los setenta, a partir
de los disturbios de Stone Wall en la Ciudad de Nueva York en donde un grupo de
hombres gay y trans se enfrentó a la policía para manifestar su descontento hacia la
persecución de la que eran víctimas constantemente, en la actualidad, el movimiento
LGBTTTI tiene una resonancia sin precedentes tanto en la agenda internacional
como en diversas agendas regionales, nacionales y locales.
Hoy en día, el punto medular de este movimiento es la reivindicación de las orien-
taciones sexuales e identidades de género no normativas o distintas a la heteronor-
mativa. En otras palabras, se trata de buscar el reconocimiento del Estado hacia las
personas sexualmente diversas –en adelante sexo-diversas–1 y su legitimación en la
sociedad y la cultura. Se parte entonces de la premisa de que la falta de reconocimien-
to hacia las personas sexo-diversas provoca que las identidades de género y orientacio-
nes sexuales no normativas se conviertan en condiciones de vulnerabilidad, generando
así un fenómeno de exclusión social, político, económico y cultural que impide el
pleno desarrollo de capacidades para las personas sexo-diversas.
El movimiento LGBTTTI ha logrado un nivel de incidencia importante para
plantear demandas hacia el Estado a partir de un discurso de igualdad y derechos
humanos, concentradas principalmente en torno a dos reivindicaciones: el derecho a
la igualdad y a la no discriminación y el reconocimiento de las relaciones de parejas
del mismo sexo en el ámbito institucional, impulsada esta última por el sector lésbi-
co-gay del movimiento. Esta demanda ha dado lugar a la creación de figuras jurídicas,
1 Para efectos de este trabajo, se entenderá por personas sexo-diversas a aquellos individuos
cuya orientación sexual o identidad de género se encuentran al margen de la heteronorma-
tividad, y, por tanto, pertenecen al sector de la diversidad sexual. Por otro lado, el término
diversidad sexual surge a partir de construcciones discursivas que tienden hacia la integración
de los individuos
287
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
como las uniones civiles y el matrimonio igualitario, que tienen por objeto igualar los
derechos y obligaciones de las parejas del mismo sexo con respecto a los que gozan
las parejas heterosexuales de manera cotidiana en el marco jurídico; en este sentido,
son 22 los países que reconocen a las parejas del mismo sexo mediante la figura del
matrimonio igualitario:
Cuadro 1. Países que reconocen el matrimonio igualitario
País Fecha de aprobación
Holanda 2001
Bélgica 2003
España 2005
Canadá 2005
Sudáfrica 2006
Noruega 2009
Suecia 2009
Portugal 2010
Islandia 2010
Argentina 2010
Dinamarca 2012
Uruguay 2013
Francia 2013
Nueva Zelanda 2013
Brasil 2013
Inglaterra (Reino Unido) 2013
Gales (Reino Unido) 2013
Escocia (Reino Unido) 2014
Luxemburgo 2014
Finlandia 2014
irlanda (reino UNIDO) * 2015
COLOMBIA 2016
Fuente: Elaboración propia con base en notas y cronologías periodísticas del tema del matrimonio igualitario.
*Irlanda es el primer país en el mundo en que el matrimonio igualitario es aprobado por votación popular, me-
diante un referéndum que contó con la participación del 60.5% del padrón de votantes; el resultado arrojado
fue de 62% de la población participante a favor, y un 37% en contra, véase: Guimón, Pablo, “Irlanda aprueba el
matrimonio gay por una amplia mayoría”, Diario El País, 23 de mayo, 2015, http://internacional.elpais.com/inter-
nacional/2015/05/23/actualidad/1432372207_623361.html.
Con base en este contexto, se busca explorar cómo el tema de los derechos de la
diversidad sexual ha dado pie a la construcción de ciudadanía desde la identidad, en
este caso, las identidades no heteronormativas: de dónde viene la construcción de la
identidad; qué tipo de discursos se han construido; qué tipo de estrategias se han ge-
nerado para que, en el escenario actual, exista un lugar en las democracias para poder
debatir los derechos de las personas sexo-diversas, para lo cual se presenta el análisis
de algunos elementos aportados por la teoría feminista y la teoría de género que per-
mitirán ilustrar el sistema normativo y el orden simbólico que genera este fenómeno.
288
Velia Marina Carral Torres
Este capítulo está construido en torno a tres ejes: las disposiciones culturales de
género y los mecanismos que generan la exclusión de la diversidad sexual; la confor-
mación de identidades desde la diversidad, a manera de reivindicación de las minorías
sexuales en el espacio social; y la capacidad de agencia a partir de la identidad, que
finalmente lleva a la construcción de ciudadanía. Se retoma también el enfoque de
derechos humanos como recurso principal para la inclusión e igualdad de la diversi-
dad sexual en el ámbito social e institucional. En este sentido, se aportan también las
bases para comprender cómo, a partir de la identidad, se generan procesos políticos,
históricos, culturales y la posterior presentación de demandas en el ámbito público, así
como el horizonte de posibilidades que la adopción de un enfoque de derechos huma-
nos abre en el espacio público para el abordaje de estas demandas por parte del Estado.
2 Se entiende por orden heteronormativo al sistema cultural que sirve como dispositivo de
control de la sexualidad mediante su asociación al género, es decir, a través de la limitación de
las relaciones de género a la noción de complementariedad reproductiva. A partir de esta no-
ción, se deslegitiman las relaciones de género no reproductivas y se instaura un modelo de he-
terosexualidad obligatoria que rechaza la homosexualidad como opción socio-erótico-afectiva.
289
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
otro lado, cómo las personas sexo-diversas se apropian de esta exclusión para generar
un discurso propio a partir de la identidad. Mediante este acercamiento teórico, se
busca utilizar herramientas conceptuales y analíticas para comprender, por un lado,
las construcciones de género a partir de las cuales se regula la sexualidad y se rechazan
sus expresiones no heterosexuales; y por otro, la importancia de la inclusión y reivin-
dicación de la diversidad sexual en el ámbito institucional.
Mecanismos de exclusión de la diversidad sexual: la construcción social del género y
el paradigma heterosexual
290
Velia Marina Carral Torres
La propuesta de Pierre Bourdieu aporta algunos conceptos clave para comprender las
relaciones de género, así como para construir una base teórica sólida para las mismas,
particularmente en lo que respecta a la construcción de las relaciones de dominación
en el espacio social; su propuesta introduce conceptos que desnaturalizan el orden
simbólico establecido culturalmente a partir de la construcción del género.
Bourdieu comienza esta propuesta con un debate sobre la relación entre la subjeti-
vidad y la objetividad con que se concibe y construye la realidad. Para él, la reproduc-
ción de la subjetividad, esto es, su socialización, genera formas objetivas de concebir
el mundo social, que a su vez serán reproducidas para moldear subjetividades. Bajo
esta lógica, el establecimiento de esta construcción social naturalizada se da en el
momento de la interiorización de la objetividad en la subjetividad.
El concepto de habitus sirve para explicar esta idea, en tanto que el habitus repre-
senta la subjetividad socializada e incorporada a partir de la cual se interiorizan las
determinaciones del entorno social, generando con ello prácticas que, a su vez, son
socializadas: se trata de la interiorización de lo externo y de la externalización de lo
interno. El habitus se convierte en un conjunto de disposiciones que no sólo marcan
la conducta individual y social, sino que también son disposiciones incorporadas, esto
es, disposiciones del cuerpo. El habitus es, entonces, el mecanismo de reproducción
de las estructuras sociales. Por último, la reproducción del habitus queda garantizada
porque se encuentra fuertemente arraigado en las subjetividades y externalizado en
forma de prácticas y disposiciones, por lo que su ruptura, desde esta perspectiva, es
291
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
compleja, generando así una especie de coacción social en la lógica de las relaciones
de poder.
Los habitus, al establecer como natural una construcción social como la desigual-
dad de género, generan una especie de aceptación de las arbitrariedades por parte de
los dominados, que Bourdieu categoriza como violencia simbólica.
De este modo, los habitus generan disposiciones de género que a su vez determi-
nan la lógica cultural, la cual está fundamentada en la idea de la complementariedad
reproductiva de los sexos, bajo la cual se instaura, del mismo modo, la idea de la com-
plementariedad afectiva, intelectual y política entre los sexos. Bajo esta misma línea,
la lógica cultural del género se sirve de algunos elementos tanto para su instauración
como para su reproducción, a saber:
1. Símbolos y mitos culturales, en conjunto con sus representaciones.
2. Conceptos normativos que rigen las relaciones de poder.
3. Instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género.
4. Identidad de género.
Para Coll-Planas (2012), el asunto sobre la construcción social del género puede
ser entendido desde tres dimensiones: por un lado, el sexo biológico; por otro, las
disposiciones de género socialmente constituidas; y por último, la tendencia sexual.
Esta última dimensión se encuentra establecida en función del género mediante los
dispositivos de control de la sexualidad a partir de los cuales se limita la elección del
objeto de deseo en términos contrarios al sexo y género propios; es decir, se limita la
elección del objeto en términos heterosexuales.
Esta limitación de las reglas de la sexualidad es explicada por Gayle Rubin en “El
tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo”. En este texto, Rubin
realiza una revisión de los sistemas que han marcado la diferencia entre hombres y
mujeres a partir de la división sexual del trabajo. A partir de este análisis, la autora
acuña el concepto de sistema sexo/género con el propósito de explicar la organiza-
ción del sexo con base en tres elementos: el género, la heterosexualidad obligatoria
y la construcción de la sexualidad femenina (Rubin, 1997: 58). En esta propuesta,
la heterosexualidad obligatoria es producto de la necesidad de la reproducción de
las diferencias de género. Entonces, en sentido inverso, el género tiene por objeto la
preservación del ideal de heterosexualidad obligatoria:
El género no sólo es una identificación con un sexo: además implica dirigir el
deseo sexual hacia el otro sexo. La división sexual del trabajo está implícita en
los dos aspectos del género: macho y hembra los crea, y los crea heterosexua-
les. La supresión del componente homosexual de la sexualidad humana, y su
corolario, la opresión de los homosexuales, es por consiguiente un producto
del mismo sistema cuyas reglas y relaciones oprimen a las mujeres (Rubin,
1997: 60).
292
Velia Marina Carral Torres
Para Rubin, el sistema sexo/género se encarga de preservar las diferencias entre hom-
bres y mujeres para así reproducir los sistemas económicos que rigen el intercambio
y la política. En el sentido del sistema sexo/género, y siguiendo también la idea de
Foucault, la sexualidad está sometida a la economía de la reproducción, por lo cual las
formas de sexualidad que no caben en estos sistemas son excluidas (Foucault, 1997).
Es destacable que estas maneras de concebir el género se enmarquen en una pos-
tura biologicista, esencialista y universalista, que no permite repensar y reconstruir
ni el género ni las relaciones sociales que se desprenden de éste. Así, los conceptos
desarrollados por Rubin, Foucault y —como se verá a continuación— Judith Butler,
suponen una crítica de la heteronormatividad y del carácter cuasi-inamovible del
sistema sexo/género.
En un intento por redefinir el género y sus limitaciones en los individuos y las
identidades, Coll-Planas retoma a Judith Butler para hacer una propuesta a partir del
concepto de performatividad propuesto por la autora. Para Butler, la performatividad
es “la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos
que nombra” (Butler, 2002: 18). El género es performativo en la medida en que
ningún género es “expresado” en acciones, gestos o habla, sino que el perfor-
mance del género produce retroactivamente la ilusión de que hay un núcleo
interno de género. Es decir, el performance de género produce retroactivamente
el efecto de alguna esencia o disposición femenina verdadera o perdurable, de
modo que una no puede usar un modelo expresivo de pensamiento sobre el
género […]; el género es producido como una repetición ritualizada de con-
venciones, y este ritual es convincente en lo social en parte por la fuerza de una
heterosexualidad obligatoria (Butler, 1997b: 144).
293
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
entenderlo como punto de partida de los debates políticos relacionados con la justicia
social en términos extensos.
El proceso de construcción de lo humano se genera a partir de la tensión entre interio-
ridad y exterioridad, en donde lo exterior funciona como determinación de lo interior. En
este sentido, el exterior es definido desde el enfoque post estructuralista como “exterior
constitutivo”, el cual es referido como el proceso por el cual las identidades se construyen a
partir del reconocimiento de la otredad, siendo la identidad una afirmación de la diferencia
(Coll-Planas, 2012). En otras palabras, la construcción de identidades requiere de la deter-
minación y presencia del otro que sirve como exterior para limitar y fijar lo interior. Así, la
definición de lo humano a partir del exterior constitutivo es una construcción basada en la
exclusión de la otredad. La construcción de lo humano es entonces un proceso antagónico
entre subjetividad y objetividad; esto es, entre lo interno y lo externo; y en tanto que el
antagonismo se da entre el interior y el exterior, las exclusiones pueden dar lugar a nuevos
antagonismos.
En este contexto, la diversidad sexual, entendida desde las identidades de género
(como la transexualidad y la intersexualidad) y desde las tendencias u orientaciones
sexuales (como la homosexualidad y la bisexualidad), es una realidad excluida de lo
que se define como humano, principalmente por su carácter no reproductivo. La
diversidad sexual es a la vez el referente exterior que constituye el modelo interior del
orden social, por lo que tanto la patologización de la sexualidad y el deseo hacia el
mismo sexo como la identificación psíquica con el sexo opuesto, sirven de referente
para la construcción y reproducción de la heterosexualidad como la norma.
Coll-Planas sigue a Judith Butler para señalar la distinción que la autora hace en-
tre lo humano y lo no humano: el proceso de jerarquización de la definición de identi-
dades implica su reconocimiento en las estructuras sociales, y aquello que funge como
exterior constitutivo —es decir, lo excluido de la realidad— queda catalogado como
lo que es “menos humano” y “lo que no es humano”. Para Butler (2006), lo “menos
humano” implica un reconocimiento de tipo inferior, pero inteligible; mientras que
lo “no humano” implica estar completamente fuera de la realidad, ser inconcebible en
la realidad y, por tanto, estar fuera de las leyes, la cultura y el lenguaje.
En esta misma línea, Butler ve lo “menos humano” y lo “no humano” como cate-
gorías que son interiorizadas por los sujetos a quienes se les atribuye este espacio en la
realidad, generando con ello identidades que son políticamente antagónicas al orden
establecido. Así, Butler considera que el papel de estas identidades diversas, menos
humanas, no humanas, abyectas, es el de subvertir la realidad social para lograr un
espacio dentro de la misma.
A partir de la distinción entre lo humano y lo no humano es posible entender
el género como una derivación, y a la vez como una condición de lo que nos define
como humanos.
Así, la lógica del género impone una serie de normativas culturales bajo las cuales
se rigen las relaciones sociales, condicionándolas a un tipo normativo fundamentado
294
Velia Marina Carral Torres
Por otra parte, la construcción de lo humano a partir de la exclusión deja fuera las
identidades sexuales y de género que no corresponden con el modelo heteronorma-
tivo, pero deja abierta la posibilidad a los grupos excluidos para la transformación
de la realidad debido a su carácter antagónico. Para Coll-Planas (2012), este carácter
antagónico supone un reto político para la transformación de la realidad basado en
el objetivo de reconocimiento que supone comenzar a juzgar tanto consciente como
performativamente las disposiciones culturales de género, para así obtener un espacio
dentro de lo que nos define como humanos y formar parte del entramado de relacio-
nes sociales y políticas dentro de la sociedad.
Así, el reconocimiento de la diversidad sexual, de sus prácticas, de sus identidades,
de sus derechos, de la inclusión y la igualdad de las personas sexo-diversas, representa
un cambio en la forma en que el mundo es concebido, así como una ruptura de la
heterosexualidad como mito lo suficientemente consistente como para implicar que
ésta pierda el control sobre la normatividad y la regulación del deseo y el afecto.
Finalmente, las rupturas con las formas de ver el mundo, esto es, con el orden
establecido, generan a su vez nuevas concepciones tanto subjetivas como objetivas de
las relaciones sociales. Estas nuevas concepciones producen a su vez nuevas identi-
dades sociales y de género, como las identidades sexuales desde la diversidad, que si
bien han existido como prácticas a lo largo de la historia, tienen ahora implicaciones
políticas que resultan en estrategias de visibilización y en la conformación de nuevas
estructuras sociales que reclaman su reivindicación e inclusión en el espacio social.
A partir de estos planteamientos, la identidad es considerada como un puente para
el entendimiento de cómo ésta pasa de ser un concepto a la generación de actores
políticos con capacidad de incidencia en el orden institucional.
295
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
Transformando la
realidad desde los
derechos humanos
3 Lo que aquí enmarco dentro de la categoría común de diversidad sexual comprende las si-
guientes identidades (de las cuales el movimiento LGBTTTIQ toma sus siglas): lésbica, gay
(ambas homosexuales), bisexual (ambigua, entre el deseo heterosexual y el homosexual), trans-
género (identidad sexo genérica no concordante con el sexo biológico), transexual (concor-
dancia biológica con la identidad sexo genérica después de la reasignación sexual del cuerpo),
travesti (imitación performática del sexo opuesto), intersexual (ambigüedad o indeterminación
genital) y queer.
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Velia Marina Carral Torres
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Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
4 Se entiende por homofobia la opresión ejercida en contra de las personas que tienen una
orientación sexual hacia su mismo sexo; y por transfobia a la penalización contra quienes pre-
sentan una falta de correspondencia entre sexo y género (Coll-Planas, 2012: 112).
5 Los costos sociales de la homofobia rebasan por mucho a la toma de una postura política
reivindicativa de la orientación sexual y la identidad de género. Tanto la homofobia como la
transfobia se manifiestan a modo de intolerancia hacia estas identidades, la cual se materializa
en acciones como discriminación, aislamiento, acoso, persecución, violaciones “correctivas”, e
incluso homicidios (tipificados en algunos códigos penales como crímenes de odio) en contra
de las personas sexo-diversas. Estas prácticas tienen también efecto a nivel individual, como
son el auto aislamiento, el rechazo a la propia identidad (homofobia interiorizada) y el suicidio.
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Velia Marina Carral Torres
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Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
Bajo esta misma línea, Ortiz-Ortega (2008) resalta la necesidad de generar las arti-
culaciones y apropiaciones necesarias entre el discurso de los derechos sexuales y las
subjetividades a partir del ejercicio de la ciudadanía sexual. En palabras de la autora:
Debido a que los movimientos sociales asumen un compromiso no sólo dis-
cursivo, sino cultural y de presión política, los procesos de apropiación de estos
derechos se vuelven un componente central, por lo que los derechos sexuales
no conciernen sólo al ámbito del Estado o de las instituciones, sino también a
los individuos, las familias y las comunidades. El ejercicio individual, las formas
de apropiación y de resistencia adquieren particular importancia, pues el cam-
bio de prácticas y la valoración de las diversidades son factores centrales en la
promoción de una cultura política laica que deja de tener como referente a las
religiones y las moralidades dominantes, o dicho de otro modo: “El concepto
de derechos sexuales y reproductivos debe ser visto con un doble lente, para
que las dimensiones sociales y personales, más que concebirse en conflicto,
puedan ser consideradas como mutuamente interdependientes” (Ortiz-Ortega,
2008: 415).
300
Velia Marina Carral Torres
En esta lógica, Ortiz-Ortega plantea una serie de retos para el ejercicio tanto de
la ciudadanía sexual como de los derechos sexuales en la lógica de los derechos hu-
manos, a saber:
…Es indispensable propender a que la(s) sexualidad(es) se rijan no sólo por
planteamientos de orden jurídico o legal, sino por una plataforma ética y pro-
positiva que tenga un efecto directo en el ejercicio de gobierno, de la ciudadanía
y de la cultura. Primero, los estados tienen la obligación de velar tanto por la
protección de los derechos humanos y fomentar su ejercicio, como impedir las
violaciones que puedan ocurrir, así como favorecer un orden que promueva que
la(s) sexualidad(es) sean consideradas áreas del desarrollo humano. Segundo,
debe partirse del reconocimiento de la indivisibilidad de los derechos sexuales
para dejar de verlos como derechos de tercera generación; sólo si se reconoce
la especificidad de los derechos sexuales se abre la posibilidad de plantear el
ejercicio de la(s) sexualidad(es) como un terreno donde se puedan materializar
otros derechos humanos, como el de la libertad, la igualdad y la dignidad,
entre otros. De aquí que se desprenda que la(s) sexualidad(es) deba(n) ser
considerada(as) como un área que necesita la legitimidad jurídica y social para
la protección de las diferentes preferencias y prácticas sexuales, así como para la
aplicabilidad universal de los derechos de las personas, independientemente de
sus prácticas, orientaciones e identidades sexuales (Ortiz-Ortega, 2008: 425).
El presente trabajo ofrece un breve repaso sobre las causas de la exclusión de las per-
sonas sexo-diversas en el espacio social, derivadas principalmente de la jerarquización
301
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
del mundo social con base en las características que se atribuyen culturalmente al
género y fundan el orden normativo y simbólico de las relaciones de poder con base
en la diferencia sexual.
A partir de los cuestionamientos al orden simbólico y normativo por parte de la teoría
feminista y de género, éste queda expuesto y criticado para proceder a un cambio nor-
mativo incluyente tanto de las mujeres como de las personas sexo-diversas, con el objeto
de legitimar aquellas identidades que el orden simbólico y heteronormativo excluyen. En
este sentido, puede decirse que la lógica cultural de género impone relaciones de poder
a partir de la división sexual del trabajo orientada a construir una estructura social, ba-
sada en las relaciones de dominación, que condiciona y perpetúa las desigualdades entre
mujeres y hombres, a la vez que regula las relaciones reproductivas; mientras que la hete-
rosexualidad, entendida como mito —como lo natural, sagrado y establecido, y no como
una opción afectiva— establece una visión del mundo en donde la diversidad sexual es
antinatural y regula así las relaciones afectivas de los individuos en donde el deseo va de
por medio. De esta manera, en tanto que identidades excluidas y silenciadas, la búsqueda
de reconocimiento lleva a los actores a la utilización estratégica de la identidad como medio
para alcanzar fines políticos, sociales, económicos y culturales.
En este contexto, la conformación de identidades políticas en torno a las identida-
des excluidas representa una plataforma importante para dar paso a la acción a partir
de la agencia.
Con fundamento tanto de la crítica del orden simbólico y del sistema heteronor-
mativo como de la conformación de identidades políticas a partir de la exclusión, se
busca transformar las estructuras de la diferencia sexual desde un rompimiento que
modifique los arreglos de poder y logre no sólo la inclusión de los grupos socialmente
excluidos en un nivel cultural, sino también el reconocimiento de diversas relaciones
sociales en el ámbito político-institucional.
Así, la adopción de una identidad política por parte de gays y lesbianas ha logrado
trascender hacia un proceso histórico de lucha social y política por la reivindicación
de las orientaciones sexuales e identidades de género al margen de la norma, con el
propósito de que se reconozca su legitimidad como opciones afectivas y expresiones
de género, y se reconozca también el derecho de las personas sexo-diversas para vivir
estas experiencias humanas bajo la protección del Estado, y libres de cualquier riesgo,
persecución o exclusión por parte tanto de particulares como del Estado; es decir,
vivir la sexualidad y la identidad de género en condiciones de libertad e igualdad.
Bajo esta misma línea, es posible distinguir dos posturas políticas que conforman
el activismo homosexual tanto de gays como de lesbianas: por un lado, existe una pos-
tura transformadora cuyo fin es la construcción de un nuevo orden social a partir de
la libertad; es decir, acabar con las disposiciones de género que moldean las relaciones
sociales. Por otro lado, existe la postura de integración o institucionalización de los
grupos de la disidencia sexual en términos de igualdad con el fin de lograr la igualdad
desde la diferencia. Ambas posturas políticas han generado un fuerte debate dentro
y fuera de los mismos grupos disidentes, que puede ser ilustrado con la siguiente
302
Velia Marina Carral Torres
303
Participación desde la identidad: construcción de ciudadanía dentro de la diversidad sexual
de los mismos derechos y obligaciones para los grupos socialmente excluidos y margina-
dos, a partir de la diferencia respecto a las mayorías .
Cabe destacar una breve advertencia de Arditi respecto de la diferencia, concretada
en lo que el autor determina “el revés de la diferencia”: este revés supone que los gru-
pos diferenciados comiencen a auto marginarse respecto de otros grupos sociales auto
considerados diferentes, lo cual podría generar la segregación entre los diferentes.
Este es el caso del distanciamiento de gays y lesbianas respecto de las luchas de los
transexuales; esta diferenciación ha servido como estrategia política para los primeros
por alcanzar las demandas de integración; sin embargo, ha dejado al margen las de-
mandas de las personas transexuales, e incluso la integración de la transexualidad en
los grupos de la disidencia sexual.
Por otro lado, María Luisa Tarrés considera la importancia de la identidad y su
impacto político en los marcos institucionales cuando analiza la participación política
desde la identidad, llevada al marco institucional a través de la política de la identidad
y los campos de acción (Tarrés, 2007). Para la autora, este fenómeno implica repensar
el concepto de ciudadanía debido a que la elaboración de políticas y la resolución de
problemas en los contextos democráticos requiere de la participación de una amplia
diversidad de actores, quienes llevan consigo sus necesidades, demandas e inquietudes
para la entrada en la agenda de problemas sociales no reconocidos anteriormente, y su
posterior posicionamiento y discusión en el ámbito del debate público.
Como se mencionó anteriormente, existen posturas contrarias en torno a la in-
tegración por parte de la colectividad de la diversidad sexual basadas en la discusión
sobre si al integrarse, los sujetos sexo-diversos reproducirían el modelo normativo que
los mantiene en la exclusión; o por el contrario, si existe una posibilidad transforma-
dora que pueda otorgarles el reconocimiento y los beneficios materiales e inmateriales
que la integración conlleva.
Desde mi punto de vista, la integración tiene capacidades transformadoras de la
realidad por el simple hecho de cuestionar desde lo político las posiciones que los in-
dividuos sexo-diversos ocupan en la sociedad. En términos políticos, la integración se
convierte en una necesidad, en el sentido de que, políticamente, el reconocimiento no
implica sólo inclusión, sino que también tiene la capacidad de investir a los individuos
sexo-diversos de reconocimiento ciudadano; es decir, de ciudadanía.
En este sentido, la integración obliga al Estado a asumir responsabilidades insti-
tucionales para con las personas sexo-diversas; es decir, la integración permite tener
acceso a los beneficios institucionales como cualquier ciudadano, sin importar en
esto ninguna consideración determinista, como la orientación sexual o la identidad
de género, en tanto que el reconocimiento y la ciudadanía que implica genera obli-
gaciones de respetar, proteger y promover los derechos de las personas sexo-diversas
para los Estados. A partir de este reconocimiento es posible generar, desde el ámbito
institucional, políticas públicas en beneficio y mejoría de las condiciones de vida de
las personas sexo-diversas, para lo cual se evoca la equidad y la igualdad como prin-
cipios generales tanto para la presentación de demandas de integración e igualdad
304
Velia Marina Carral Torres
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306
From Citizen Participation to ‘the People President’:
the ‘Cabinets of the Family, Health and Community’
in Nicaragua
Joanna Howard, University of Oxford
This article is concerned with the dynamics and institutions of citizen participa-
tion. The invited spaces of citizen participation are an ideological battlefield which
is fascinating to explore in the current era of the reconfiguration of classes and the
emergence of new international government regimes and new rationalities of govern-
ment (Isin & Turner 2002). It is of particular interest in Nicaragua, where citizen
participation has undergone a dramatic shift since the return of the Frente Sandini-
sta de Liberacion Nacional (FSLN) to power in 2007. The Sandinista government
joined with other Latin American republics of Venezuela, Ecuador and Bolivia in
challenging neoliberal orthodoxy, creating an alternative trade bloc (ALBA), invest-
ing in welfare and promoting some social and redistributive programmes. For some,
this has heralded the advent of ‘twenty-first century socialism’, which seem to offer
a serious alternative to global neoliberal economic policies and US hegemony (Perla
& Cruz-Feliciano 2013). Indeed, at a time when most national governments are
experiencing the impact of the global economic crisis and implementing austerity
policies, the Nicaraguan government has introduced a range of reforms and welfare
programmes reflecting the FSLN’s commitment to addressing the drivers of poverty.
In conjunction, it has introduced a deep reform to the architecture of citizen partici-
pation at all levels creating Citizen Power Committees through which, it is promised,
people can exercise ‘direct democracy’, thus realizing the government’s promise of
‘the people’s presidency’ (Decreto No.112-2007).
What do these changes mean for the Nicaraguan people? This chapter reviews
the changes in structures and practices of citizen participation, from the period of
the liberal (right wing) Bolaños administration (2000-2007), through to the citizen
power committee structures introduced when the FSLN took power in 2008, and
subsequent reforms through to the Family Cabinets in 2016. The chapter draws on
interviews and participatory inquiries carried out by the author during 2015-2016, as
well as on earlier data gathered in 2000-01, and 2005-08 (Howard 2004; Howard &
Serra 2011). The chapter reflects on the advances, but also the tensions and contra-
307
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
dictions experienced by citizens who participate in the structures today. It finds that
despite the claims of ‘citizen power’, power analysis is largely absent from the gov-
ernment’s policy and programming. This is not to underestimate the value of social
and economic inclusion initiatives, but to argue that their impact and sustainability
could be enhanced through a reconceptualization of citizenship that shifts the top-
down power paradigm and affords greater acknowledgement of citizens’ demand for
governmental accountability.
Background
When the FSLN took power in 2007, Nicaragua had experienced 16 years of struc-
tural adjustment and the world was facing economic meltdown. It was (and is) a
moment when many were questioning the neoliberal paradigm and seeking an alter-
native. The aspirations of the new FSLN government spoke directly to these con-
cerns, and are succinctly expressed by Orlando Nuñez (2009: 242, cited in Perla &
Cruz-Feliciano 2013, their translation, my emphasis), a key intellectual and activist
figure in the FSLN:
The victory of the Sandinista Front means, in the first place, the containment
of neoliberalism and the end of neoliberal measures. Secondly, it means con-
quering sovereignty in the face of U.S. and European meddling . . . In the
third place, the construction of citizens’ power, as a means of restoring
citizen rights, . . . means the possibility of revolutionizing representative
democracy, overcoming its limitations through direct democracy. In the
fourth place, but no less important, it means the associative and self-managed
organization of workers and small and medium-sized producers … increasingly
participating in the management of the state and the market. We believe these
four elements to be sufficient to talk about revolutionary struggle in any coun-
try of Latin America or the Third World.
Reconceptualizing the relationship between citizen and state is clearly at the heart of
the FSLN’s ‘21st century socialist’ vision – not a rejection of representative democra-
cy, but the desire to overcome its limitations and open up space for direct democracy.
As Nuñez suggests, the discourse of the FSLN government is a powerful rejection of
the global capitalist paradigm and the hegemony of the US in the Central American
region, and a commitment to shifting the terms of engagement of state and citizens.
This post-neoliberal discourse is interwoven with three other guiding features of
the FSLN government’s discourse. Firstly, a powerful critique of the development
industry as servant (or Trojan horse) of neoliberalism, and its tendency to perpetuate
rather than reduce the dependency of developing nations on the rich industrialized
nations and international financial institutions. This has spiraled into sometimes hea-
vy-handed criticism and even persecution of international NGOs with a presence in
Nicaragua: ‘Operation No More Lies’ in 2008 which accused NGOs including Oxfam
of embezzlement of aid money and subversive right-wing plotting to destabilize the
FSLN administration through their promotion of human rights, gender equality and
308
Joanna Howard
poverty reduction; and most recently the attack on UNDP, accusing this institution
of domestic political intervention and misrepresentation and demanding a halt to all
their projects (La Prensa 2016). The government argues that all aid should be disclo-
sed to the government, and should be directed to the ‘protagonists’ (citizens) and not
channeled through intermediary organisations (NGOs).
Second, the FSLN government promotes a language of peace, appealing to a pop-
ulation that is tired of conflict and desperate for social and economic development.
Government discourse promotes ‘dialogue and consensus’ at all levels, from national
negotiations with the private sector and the unions, through to community level
resolution of domestic disputes. Thirdly, the FSLN describes itself as ‘Christian,
Socialist and Solidary’. The blending of religion and socialism may seem to bring
together irreconcilable worldviews. However, Nicaragua along with other countries
in the Central American region, experienced the emergence of liberation theology
during the insurgencies against oppressive rule, and Christian faith continues to be
a powerful dimension of many Nicaraguans’ lives. These three elements need to be
taken into account in order to understand the evolution of citizen participation in
Nicaragua.
309
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
on welfare). Spaces of citizen participation are thus for channelling and disarming
dissent, not for deepening democratic decision-making. There is also the associated
risk of depoliticization: as citizens engage in decision-making and action to resolve
neighbourhood issues, this action becomes distanced from wider political struggles
(Swyngedouw 2005, Taylor 2007). The FSLN government has introduced profound
changes to existing legislation on citizen participation in Nicaragua. The following
sections consider these changes to citizen participation in the light of the concerns
raised in the literature.
During the revolutionary government of the 1980s, citizen participation took the
form of mass organization and mobilization through the Comites de Desarrollo San-
dinista (CDS). Similar to the system of organization by block in Cuba, it enabled the
state to mobilise citizens on a massive scale for literacy and health campaigns, and
also as a form of surveillance during the period of the Contra war. The victory of the
coalition government of Violeta Chamorro over the Sandinistas in 1989 opened the
door to neoliberal reform. Alongside restructuring of the economy and reducing state
spending, this approach introduced decentralization and a discourse of promoting
democracy and strengthening the role of civil society (Goldfrank 2011). This period
saw a rapid increase in the number of domestic NGOs, largely funded by international
donors via INGOs, as civil society increased its role in service delivery to fill the gaps
created by the shrinking public sector.
Legislation to bolster democratic decentralization lagged behind the structural
adjustment process. During the late 1990s and early 2000s, many civil society or-
ganisations engaged in advocacy to pressure for legislation on citizen participation.
The right to citizen participation is enshrined in the Constitution, which states that
‘Citizens have the right to participate under equal conditions in public affairs and in
state management. The effective participation of the people at local and national levels is
guaranteed by law’ (Art.50) but this commitment was yet to be regulated. After many
years of lobbying and mobilization of organized civil society, the Law of Citizen
Participation was passed (No475-03) which states that ‘public sector management can
not today be considered without the direct and permanent participation of citizens, since
this contributes to ... turning them into ... protagonists in the processes of transformation
of Nicaraguan society’.
The principal space for citizen participation at the local level is the municipal
development committee. The law also establishes the requirement of local authorities
to consult with the population on the budget annually, and the right of citizens to
form associations to represent their interests. In some municipalities, the legislation
created the space for citizen participation mechanisms to mature into a more collab-
orative relationship with local government (Howard & Serra 2011). However, for
many on the political Left, these mechanisms were seen to coopt civil society and
310
Joanna Howard
depoliticize the relationship between citizens and the state. This has been a critique
of government sponsored citizen participation globally (Taylor 2007). There is a great
challenge for governments wishing to deepen citizen participation, to facilitate spaces
for participation, but without controlling and depoliticizing citizens’ claims.
The incoming FSLN government in 2007 clearly chose to prioritise the reshaping
of government’s relationship with citizens, radically recasting citizen participation
as ‘citizen power’, seeing this as a key element in the process of structural trans-
formation from neoliberalism to socialism. On the anniversary of the revolution,
the FSLN government introduced the new Community Councils of Citizen Power
(CPCs). These were to embody the ‘concept of People-President’ as described in
the official document ‘Organizational Scheme of Citizen Power’1. These councils
were to be established in every urban neighborhood and rural district throughout
the country. They are the vehicle for direct democracy that embodies the notion of
a pueblo presidente (presidency of the people), and combine economic, political and
social development and organisation. This institution was explicitly designed as an
alternative to the neoliberal development model (Gobierno de Reconciliación y Uni-
dad Nacional, 2007). It subordinates the national system of CPCs to the Executive
Power, and substitutes those spaces and mechanisms established under the Law of
Citizen Participation (Serra, 2010).
The CPCs were restyled as ‘Cabinets of Family, Community and Life’ in 2013,
and included in the Family Code in the constitutional reform which was passed in
January 2014. This shift from the radical rhetoric of citizen power to the wholesome
and apolitical ‘family, community and life’ reflects the growing incursion of religious
values into citizen participation. The implications of this shift in terms of civil and
democratic citizenship rights are discussed later in this chapter.
In practice, each neighbourhood forms a Council of Sandinista Leadership, which
brings together political decision-making with community participation. The Coun-
cil is a political structure under the jurisdiction of the local party secretary. It consists
of 2 FSLN political leaders (1 man and 1 woman); 2 Sandinista Youth leaders (1 man
and 1 woman), and a representative from the Family Cabinet (‘it’s an emergent model,
it’s still not been settled’ - interview with government advisor, 2015). Each Family
Cabinet elects a coordinator to represent the needs of the community to the munic-
ipal cabinet, and also chooses representatives of 5 sectors: women, health, transport,
children and young people. Gender parity is required. This structure is reproduced at
municipal level, where it is joined by representatives from the Health and Education
ministries, to form the Sandinista Council of Human Development (interview with
Sandinista policy advisor, March 2015). The institution is under the jurisdiction of
the Ministry of the Family which is headed up by Rosario Murillo, the President’s
wife.
1 Creación de los Consejos y Gabinetes del Poder Ciudadano y del Decreto No. 112-2007,
November 2007.
311
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
The coordinator of each community Family Cabinet is also a member of the Mu-
nicipal Cabinet, which is ‘an appendix of the social organization of the government
structures which our government has established for a process of communication
between government and communities’ (interview with Municipal Cabinet Mem-
ber, April 22, 2016). Its function, as described to me in interviews in April 2016,
is to ‘work together with the community’, and ‘to carry information about social
programmes from government to the community, so that the community can take
ownership of the projects’. Many of these projects are principally directed to house-
holds living in extreme poverty: housing, zinc for roofs; but also community health
promotion in coordination with the Ministry of Health.
Discussion
Power and structural inequalities
To what extent have the Family Cabinets made real their promise to be ‘a means of
restoring citizen rights, … the possibility of revolutionizing representative democra-
cy, overcoming its limitations through direct democracy’ (Nuñez 2009: 242)? What
evidence is there that power has been redistributed? The Family Cabinets have been
central to the effective implementation of many of the government’s social programs.
Not only do the Cabinets serve as the main vehicle for explaining government pro-
grams to the community but they also propose the beneficiaries. Many FC coordina-
tors are experienced community activists who know their communities well, and can
ensure that the poorest households are reached:
‘It’s not hard for us to identify who needs to be given priority – my head is like
a computer filing system – so we visit the families and we propose the most
critical cases … we give the list to the municipal representative and then they
visit and decide yes or no’
The FCs can be effective at organising and mobilising the community, and are a
powerful network for communication from the grassroots up to the national level.
The Barometer of the Americas (LAPOP 2015) finds that Nicaraguans register one
of the highest levels of confidence in their local government across the region in 2014
(on a scale of 0 a 100). The LAPOP survey also reports the encouraging finding that
more than a quarter of Nicaraguans perceive an increase in the capacity of citizens to
participate in decision-making at local and national levels, and a fifth report having
made a request to the local council in 2014. However, the survey also finds that
political tolerance has reduced, at the same time as there are high levels of political
support for the current system. This combination, according to the LAPOP authors,
creates the conditions for stable authoritarianism. The percentage of Nicaraguans
with these two characteristics (high political support (for the existing system), low
political tolerance (for other political views) has increased significantly since 2010,
from 21.5% to 40.7%.
312
Joanna Howard
How can a model that is about citizen power become a mechanism for establish-
ing authoritarianism? Mechanisms that appear to prefigure a new more horizontal
relationship between state and citizens can be a form of containment and control, as
governmentality theorists argue (Carmel & Harlock 2008). The model of social par-
ticipation in the ‘Christian, Socialist and Solidary Government’ of the FSLN is one of
‘conflicting rationalities’ (Geddes 2014). Geddes, writing on the consejos comunales in
Venezuela (the model on which the CPCs were designed), finds that they ‘represent
a primarily top-down initiative, although with strong grassroots support’ which he
argues suggests that they will not be sustainable. The conflicting rationalities of the
CPC/ Family Cabinets in Nicaragua are more complex. Like the Venezuelan model,
they mix top-down control with grassroots mobilization, but add to this a strong pa-
ternalist and religious discourse that is at odds with the socialist ideals of the Sandi-
nista project. According to the Family Code of the Nicaragua Constitution, the Fam-
ily Cabinets –the principle mechanism for locality-based citizen participation– are
organised according to ‘Christian values, socialist ideals and practices of solidarity’.
There is an argument that this is unconstitutional, since their religious basis contra-
dicts the freedom of conscience, thought and religion that are protected under article
29 of the Constitution (Carta Magna) (La Prensa, 2015). Serra (2010) identifies both
these elements: he argues that the FSLN government’s centralist national political
system is interacting with a top-down and exclusionary political culture which has
persisted over many generations, and which limits democratic citizenship. This, he
argues, is combined with other barriers to citizenship which are poverty, low levels
of education and the powerful influence of a religious ideology that is ‘providentialist
and fatalistic’ (Serra 2007). This is borne out by an interview with a member of a
Municipal Family Cabinet: who explained the government’s discourse of ‘shared re-
sponsibility’ in terms of ‘collaborating and participating in development, getting in-
volved and strengthening faith in God’. Further probing revealed that ‘improvements
happen in our neighbourhoods because God has permitted it’ (Interview, April 2016).
Power
What of their promise to build citizen power and direct democracy? The LAPOP
survey suggests that participation has increased through the Family Cabinets but do
they deliver on their promise of an alternative to previous of neoliberal models? Is the
power relationship between state and citizen reconfigured? One indicator would be
to reverse the depoliticization that is a trademark of neoliberal democracies. Through
the governance technologies of new public management, issues are shifted from the
political to the policy sphere, and from the policy into the private sphere (Hay 2013).
Repoliticisation involves shifting issues that had been in the private realm, back onto
the policy agenda, or from policy into the realm of political debate. Despite the so-
cialist discourse of the government, there are some issues that have in fact become de-
politicised – for example, the rights of women to safely report cases of gender-based
violence. The reform of the Family Code has placed cases of gender-based violence as
the responsibility of the Family Cabinets to address, together with the local religious
313
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
leader, and no longer understood as the violation of a right that must be reported
to the police. The Family Code is profoundly conservative, as Blandón (2012) notes
that it
‘leaves the maximum responsibility for satisfying a family’s needs in the hands
of its own members, stating that families themselves are responsible for pro-
curing their children’s wellbeing, including health care and education. At no
point does it propose how the State will intervene in this sphere—or even if it
must—to assure the maximum wellbeing possible for families, particularly the
poorest ones. It says nothing about policies to support those who are unem-
ployed and yet must see to their family’s welfare without having the resources
to do so’.
The code also requires families to seek help from relatives up to the fourth level of
blood relations, or otherwise related by marriage, rather than turn to the state.
How is ‘citizen power’ understood by ordinary people who are involved in the
Family Cabinets? There is evidence that citizen participation increased when the
Citizen Power Committees were introduced (LAPOP 2014); however the evidence
from recent interviews is that respondents clearly differentiate between party power
and citizen power: if decisions are made by party structures, then citizens don’t feel
they have power, even though there are more opportunities to participate:
‘For me, citizen power has been the biggest mistake in the history of Nicaragua
… what’s happening is that if you’re from a certain [political] party they grab
you and make you the political secretary and you have to follow the model that
the presidency has established. I know this because I was political secretary in
my community and I resigned because I didn’t want to do what they told me
to do, to deceive people and tell them that they can decide, when the decisions
are already taken under the table, which means that power of the people is the
biggest lie’ (interview with community leader, July 2015).
The role of the FC coordinator was questioned by all the grassroots leaders I inter-
viewed. Some felt that the position offers power which can be used with, and on
behalf of the community, but this does not always happen:
Interviewer: Do you feel like you have power, through the work you do in the
community?
Respondent: I’d say leadership, not power.
I: What’s the difference?
R: You have to earn leadership, through talking to people, and the way you talk
to people … I don’t much like power because of how people use it ... the mini-mayor
(‘el alcaldito’), the cabinet, the coordinator, I don’t like it when they order people
about, so the word power doesn’t sit well with me (interview with community leader,
March 2015).
314
Joanna Howard
The way in which power is exercised, once gained, is to centralize the power in the
post-holder, and to use this power to have control. In this way, the top-down leader-
ship style is perpetuated, both at the grassroots and in central government.
‘The coordinator of the Family Cabinet has power and can do whatever he
wants. The structure itself isn’t the issue – it appears to be very democratic,
with 16 people each looking at the problems of children, of women, the envi-
ronment, it’s great. But it is part of an extremely vertical political model, which
is authoritarian. It limits people’s participation – remember that more than
half of Nicaraguans are not Sandinistas’ (community leader)
The Family Cabinets are an important mechanism for channeling and controlling
information between the grassroots and the government – namely, the Cabinet of
Social Affairs. Power has gradually become more and more centralized in the figures
of Ortega and his wife, Rosario Murillo. Murillo has built her own leadership as the
head of government communication and presidential spokesperson: she personally
issues radio and TV messages daily, and designs all campaigns in all government
institutions. As head of the Cabinet of Social Affairs, she coordinates all social pro-
grammes. Furthermore, she coordinates the party structures (the political secretaries)
and the grassroots Family Cabinets (Envio 2015). ‘This woman has an impressive
team which processes all the information about what’s happening across the country.
She gives a speech daily, this is what is amazing about the level of communication
with citizens, she gets information from the community level, the information comes
to her, she processes it and channels it’ (interview with government advisor, March
2015). This degree of control culminated in a letter from Murillo (April 2015) in
which she addressed all Cabinet ministers, presidents of autonomous government
entities, municipal mayors, ambassadors and municipal and national party authorities
reminding them that ‘any initiative that needs to be taken between one institution
and another must be submitted to this Secretariat [hers] for its consideration’ (Envio
2015). She justified this on the grounds of ‘order’ and ‘efficiency’.
So, while the Family Cabinets were set up to build channels for direct democracy
and the people’s presidency, this aspiration is struggling against the leadership’s de-
sire to control communication and manage all information flows. This party control
reaches down to the grassroots, and has been institutionalised in the recent reforms
to the Constitution and ordinary laws (2013-2014) which ‘have created a parallel sys-
tem, and the partisanship of citizen participation’ (Davila, Samqui & Molina 2015).
This degree of party control impacts on people’s capacity at the grassroots to partic-
ipate meaningfully as citizens. One coordinator of a Family Cabinet confessed that
‘there are moments when party politics does intervene, and that’s when I no longer
feel that I’m acting as a citizen’ (interview July 2015). Another revealed the difficulties
of expressing different points of view: ‘I don’t agree with everything they’re doing,
and I’ve told them so in public, but sometimes it’s uncomfortable saying things be-
cause they think that you’re not Sandinista and not trustworthy’.
315
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
One of the central pillars of direct democracy, is that people have the capacity to
participate and make decisions in all local and national political processes (Davila et.
al.. 2015). The Family Cabinets provide space for such participation, but the terms
of engagement –established partly by law, and partly through practice– tend to ex-
clude people who are not Sandinista militantes. The inclusive discourse ‘puts all of
civil society into the same bag –you have to be organically subordinate to the Party’
(interview National CSO leader, April 2016).
Accountability
To further problematise the partisan nature of the FCs and local decision-making,
there is widespread concern about the lack of government transparency. Welfare pro-
grammes are financed through funds generated by the petroleum deal with Vene-
zuela, but these are channeled through the private company ALBANISA, and not
the government treasury, allowing for disbursement from this fund to be discretio-
nary. An IMF report highlights concerns that substantial parts of Venezuelan aid
flows ‘goes through the private sector, creating monitoring challenges and risks for
their effectiveness, as they fall outside the purview of the Comptroller General’ (IMF
2012). A commentator in the journal Envio observed: ‘Poverty abounds in Nicaragua,
although information sources to document it do not. We’re given access to very few
official figures that would allow us to evaluate with any transparency the fruit of the
government’s efforts to reduce poverty’ (Blandon, 2012).
ALBA operates in Nicaragua through the private corporation called ALBA de
Nicaragua S.A. (ALBANISA), co-owned by Petróleos de Venezuela (PDVSA) and
PETRONIC, its Nicaraguan counterpart. Nicaragua imports Venezuelan oil through
PETRONIC, which pays ALBANISA. This money is split between PDVSA and
ALBA’s social fund and bank (Perla & Cruz-Feliciano 2013), and annual income
from this has ranged from around $300 million in 2010, to $170 million in 2015
(Banco Central de Nicaragua, 2015). The concern of civil society organizations and
political opposition groups is the lack of transparency over the management of these
funds. Government supporters say that ‘a lack of transparency is not the same as cor-
ruption’ (interview with Govt official April 2016), but speculation abounds, and the
government needs to provide at least enough information to show that it is not public
funds that are creating the new rich in Nicaragua.
Are these conflicts and inconsistencies, these top-down control measures and
opaque business practices a necessary precaution in a time of transition, allowing the
Socialist government to establish its policies without negative press undermining its
efforts? How are these concerns affecting ordinary citizens as they go about their
lives, and engage (or not) with the Family Cabinets? Perhaps what is most striking
is the observation voiced by several respondents, that people feel that since there are
some benefits, they will ignore the rumours of corruption and lack of transparency,
‘because at least with this government we get some help, education is free, health
provision has improved, and with previous governments nothing improved at all’ (in-
316
Joanna Howard
terview with public servant, April 2016). People continue to engage with the FCs, but
not to practice direct democracy: ‘People just go to get their piece of zinc and they
keep quiet, there’s no activism any more’. (interview with Sandinista Youth member
of Family Cabinet, July 2015).
While the channels are open for the grassroots Cabinets to link into national go-
vernment over local priorities, national social and economic relief programmes and
the good management of heath and education services –for example reporting if a
teacher fails to turn up for class, or the health centre is unstaffed– other issues are
not open for discussion in these government sanctioned spaces. Concerns about the
environment relating to continued logging, the use of pesticides, drought and the
reduction of water resources, are not offered up for ‘dialogue and consensus’. Social
movements have emerged largely in rural areas, which have organized and mobilized
around specific issues: for example, the damage caused to rural workers’ kidneys
by insecticides; mineworkers rights; rural workers mobilizing against the Canadian
multi-national B2Gold’s proposal to create a gold mine in Rancho Grande; coffee
producers; bean growers; old people; and the weekly ‘Wednesday demonstration’ in
central Managua demanding electoral transparency; these are autonomous spaces of
citizen participation, which are not controlled and channeled by government. The
battle for representation continues, as the government questions NGOs ‘many have
policies that are anti-government, and their work is manipulating the population’
(Govt official), yet also citizens experience the Family Cabinets as manipulative ins-
truments of the FSLN:
I was at a meeting of the Cabinet when they told me that there was a new
post that was going to be created within the Cabinets, for the role of ‘family
community counsellor’, and they told me I could do this because people like
me and I get on well with people … I was so happy and I went to the first mee-
tings where they told me that we would be doing a census to raise awareness
because the elections were coming up. But I wasn’t there [to do Party work] I
was there as a family counsellor, so I resigned. Since then I’ve heard that there
are no specific roles in the Family Cabinet, it’s all Party work now and no one
is looking out for the community’ (interview July 2015)
However, as a social movement leader advised, we cannot try to understand the Nica-
raguan reality using European concepts: ‘Marxism doesn’t fit with this reality, neither
does liberal democracy’ (interview, April 2016). The discourse of peace, reconcilia-
tion and the adherence to ‘dialogue and consensus’ ensures a degree of stability in
a region that has been convulsed with violence, but also has the effect of silencing
protest. FSLN policies have emphasized economic stability, after the lessons of the
1980s when the economy collapsed and inflation spiraled out of control, contribu-
ting to their defeat in the elections of 1989. Emphasis on creating the conditions
317
From Citizen Participation to ‘the People President’: the ‘Cabinets of the Family, Health and Community ’ ...
for foreign investment – both in terms of favourable economic conditions, but also
national stability - has driven the tripartite agreement which holds the relationship
between business, government and unions in a form of consensus and has established
a minimum wage (albeit one which is significantly below the cost of the basic family
basket of goods). Polls suggest that the majority (60%) of the population support the
government’s economic policies and administration.
Conclusion
318
Joanna Howard
vestment. At the same time, the paradigms of power and state-citizen relations have
not been significantly shifted, despite the revolution. A top-down, paternalist and
centralized government is a familiar model for Nicaraguans, and ‘citizen power’ has
rapidly become absorbed into the ruling party’s structures, without significant con-
testation. Many community activists who question the partisan nature of the FCs
are themselves Sandinistas. How they will go about democratizing their own party
is still unclear.
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320
III.
Satisfacción y calidad de vida en
tiempos de crisis democrática
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema
político y la participación política en México
Enrique Gutiérrez Márquez1
323
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
324
Enrique Gutiérrez Márquez
Por su parte, Nohlen nos proporciona una herramienta sustantiva porque con
su propuesta del institucionalismo contextualizado permite esclarecer que, a pesar de
que puedan proponerse hipotéticos marcos y diseños normativos e institucionales, la
falta de entendimiento sobre el contexto específico, cultural, social y económico, hará
inoperantes y poco prácticos esos arreglos ideales.
Parece que ambas propuestas teóricas nos dan algo de luz sobre lo que ocurre en
nuestro país, pero además nos permiten abrir un debate que en verdad es necesario
para entender los problemas que debemos superar en el corto plazo.
Contradicciones de la democracia real desde la perspectiva de Robert Dahl
325
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
2 La obra de Dahl puede dividirse en dos grandes etapas. La primera está representada pre-
cisamente por el planteamiento de los grandes problemas y el complejo funcionamiento de
la democracia, que inicia con el texto A Preface to Democratic Theory (1953), y se extiende
hasta el texto After the Revolution (1970). La segunda, y que algunos interpretamos como una
consecuencia teórica de la primera, se puede identificar académicamente con el libro clásico
Polyarchy (1971), en el que nos muestra una visión madura, crítica y realista de los principios
de la democracia y su funcionamiento en el plano de lo real.
3 Para Dahl, la influencia es la capacidad de que un individuo A logre que un individuo B
realice una acción C que beneficia a A sin necesidad de coerción; por tanto, basado en la per-
suasión. El planteamiento del concepto se da en Who Governs?, se estructura, esquematiza y
abstrae en Modern Political Analysis (40-49), y a partir de ahí sería una constante en su corpore
teórico expresado con claridad en Dilemmas of Pluralist Democracy (17-20). El concepto de
poder está intrínsecamente vinculado al de influencia, en tanto poder se refiere a ejercer dicha
influencia en la toma de decisiones en lo público.
326
Enrique Gutiérrez Márquez
cursos y el acceso desigual a ellos. En este caso, los recursos políticos de participación
distribuidos de manera desigual, obligan a la conformación de grupos para conseguir
las demandas deseadas. Por ello, los recursos políticos permiten a quien los poseen,
influir en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos. Es por esa razón que no
todos los ciudadanos participan de manera activa dentro del sistema político (Dahl,
1965: 15-17).
No obstante, Dahl hace una distinción entre el homo civicus y el homo politicus que,
sin duda, se vinculan con el nivel de satisfacción y las maneras en que los ciudadanos
logran sus metas. Mientras el primero puede satisfacer sus intereses en diferentes
campos de la vida social, el segundo sólo lo hace en el espacio público (Dahl, 1961:
222-228). Dahl explica que el homo politicus es un sujeto que cuenta con diferentes
recursos, y esos recursos políticos pueden entenderse como “[…] cualquier cosa que
pueda ser usada para influir en las elecciones específicas o las estrategias de otro indi-
viduo” (Dahl, 1961: 226).
Finalmente, y derivado de esa perspectiva pluralista, resalta el hecho de que el
concepto de poliarquía cobra sentido en ese marco teórico, porque es precisamente
la caracterización del funcionamiento de los sistemas democráticos en que la partici-
pación por grupos es el núcleo de la acción política. Así, el funcionamiento teórico
del pluralismo democrático y la poliarquía están sustentados en tres oportunidades
protegidas por siete principios institucionales.
Las tres oportunidades giran en torno a la capacidad del ciudadano de formular,
manifestar y recibir un trato equitativo del gobierno en sus preferencias. Por su parte,
los siete principios institucionales son libertades y derechos que el ciudadano tiene
para hacer valer sus oportunidades como ciudadano: la asociación, expresión, com-
petencia, imparcialidad, circulación y producción de información (Dahl, 1971: 2-3).
La Poliarquía
327
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
Sobre nuestro segundo eje de discusión teórica, que nos ayuda para explicar los pro-
blemas y dificultades de la democracia real, así como de lo que ocurre en nuestro país,
encontramos a Nohlen, quien elaboró una propuesta de contextualización teórica
en la que explicó, por un lado, la perspectiva del institucionalismo contextualizado
(Nohlen, 2007) y las posibilidades que esa herramienta nos ofrece para entender el
desarrollo institucional-estructural de la democracia.
Así, por ejemplo, la idea de una lectura contextualizada de la realidad y las institu-
ciones político administrativas nos presenta casos en los que a pesar de los pronósti-
cos pesimistas que se tenían sobre la estabilidad de las democracias presidenciales en
América Latina, la mayoría de los sistemas políticos en la región no se han colapsado
sistema concreto en dos órdenes: pequeña escala y gran escala (países), contraponiendo el tér-
mino poliarquía al segundo orden, y relegando la primera a un criterio deontológico.
5 Es importante recuperar que Dahl contrapone el concepto de poliarquía como poder de mu-
chos (grupos, valdría acotar) frente al concepto de hegemonía, que asocia con regímenes en los
cuales la participación se reduce a sólo un grupo gobernante Dilemmas of Pluralist Democracy,
pp. 7-8, 30-31.
6 Por ello es importante recuperar la sentencia que realiza al principio de Poliarquía: dicho
término se diferencia de la categoría democrática. Esta diferencia la abordaría a detalle en Di-
lemmas of Pluralist Democracy (5-12).
328
Enrique Gutiérrez Márquez
–al menos– desde la última ola democratizadora y, por el contrario, pareciera que el
presidencialismo se ha “fortalecido” como sistema de gobierno “preferido” en la re-
gión, a diferencia de lo que algunos supondrían. Una lectura de ese hecho nos sugiere
que el presidencialismo ha desarrollado una capacidad de adaptación en la región
latinoamericana, que inclusive ha sido llamado como un presidencialismo renovado
(Nohlen y Fernández, 1998) que confirma la tesis de que los arreglos institucionales
pueden mostrar una mejor funcionalidad cuando las condiciones contextuales cam-
bian y los actores políticos tienen la capacidad de aprender y de reaccionar a los nuevos
desafíos de las democracias modernas.
Uno de los ejes fundamentales en la perspectiva de Dieter Nohlen sugiere el
análisis sobre el desarrollo democrático en América Latina como lo menciona (Or-
tiz, 2013), desde un concepto mínimo de democracia, que de hecho es tomado del ya
referido Dahl (1971), en donde resulta fundamental observar las dimensiones de la
participación y competencia políticas, como una evaluación de los desafíos de la con-
solidación democrática, que considere por lo menos las presiones a que está sometida
la democracia –en sus diferentes configuraciones concretas. En otras palabras, la ca-
tegoría de democracia para la región latinoamericana y México debería considerar las
configuraciones concretas que se expresan en la región, identificadas al menos con: la
democratización en medio de una profunda crisis económica; la herencia autoritaria;
la marcada desigualdad social y el desfase entre instituciones democráticas y la cultura
política.
El punto de partida que sugiere Nohlen (1999: 20) se encuentra impregnado por
una idea ignorada por muchos, pese a su contundencia: la democracia y las instituciones
políticas en general tienen diversas funciones que cumplir, funciones que no necesariamente
se complementan recíprocamente. Por ello, centrar el análisis institucional de la demo-
cracia en una sola función, es tan equivocado como reducir a uno solo los factores de
su estabilidad. La tensión entre las funciones de participación, estabilidad, efectividad
y legitimidad, debe resolverse para cada sociedad y para cada desafío histórico con-
creto, y no de manera abstracta (Nohlen, 2007); sugiere zanjar esa tensión entre los
elementos constitutivos de las democracias, –al menos de manera parcial– y propone
una concepción multifuncional de las instituciones, por medio de un tratamiento que no
reconoce recetas prefabricadas y universales, que en todo momento debe mantenerse
atenta a las singularidades de cada país, como lo refiere Larry Diamond (1991) cuando
enuncia los contextos que inspiran su modelo de análisis.7
El institucionalismo-contextual (Nohlen 2007: 145) acepta la complejidad de los
fenómenos políticos y se fundamenta en que: 1) no hay un sistema ideal y el mejor
diseño institucional es el que mejor funciona para cada sociedad; 2) no hay ninguna
7 El artículo de Larry Diamond, “Three Paradoxes of Democracy” (1991) resume las tensiones
funcionales a que se enfrentan los sistemas democráticos: (1) conflicto versus consenso, (2) re-
presentación versus gobernabilidad, y (3) consentimiento (legitimidad) versus efectividad. Estas
tres funciones están en una relación problemática y la optimización de una puede implicar el
deterioro de otra.
329
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
330
Enrique Gutiérrez Márquez
A manera de cierre
A partir de los elementos expuestos hasta este punto, parece claro que tanto la lec-
tura de Nohlen como la de Dahl, nos permiten sugerir que al menos una parte del
desbalance institucional, la crisis del sistema político y la fragilidad de la democracia
en México, son resultado de procesos históricos de larga duración. Pero también
son resultado del desfase que existe entre el marco jurídico y de diseño institucional
respecto de la vida cotidiana, y a la gran carga que tiene la noción de democracia y la
imposibilidad en el terreno de lo real para llevarla a cabo como un mecanismo que
permita representar a la mayoría de los ciudadanos, que ha permitido además la con-
solidación de verdaderas oligarquías que definen el destino del país.
La expresión más clara de dicha problemática está representada por lo ocurrido
en la década de los ochenta, que se denominó mundialmente como la década perdida
por su nulo crecimiento económico, pero también por la inequidad y desigualdad que
lo definieron.
Más de un cuarto de siglo ha transcurrido desde entonces y a pesar de los esfuerzos
emprendidos para contrarrestar dicha situación, los resultados no son alentadores ni
en el espacio latinoamericano ni en México (Valverde y Gutiérrez, 2010). En fecha
reciente diferentes datos confirman este hecho y están consignados en el Informe de
Desarrollo Humano correspondiente a los años 2005 y 2012 del Programa de la Na-
ciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2005 y 2012), en el que se menciona que
nuestro país se ubica en el lugar número 53 y 61, respectivamente, del Índice de Desa-
rrollo Humano (IDH) con un desarrollo medio definido por valores de 0.814 y 0.775
y un Coeficiente de Gini8 de 54.6 y 48.3; mientras que en 2015, el Banco Mundial
331
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
reportó el mismo indicador con una cifra de apenas una décima menor, 48.2. También
el Informe sobre Desarrollo Humano para México (2006-2007 y 2008-2010)9 recono-
ce un valor del IDH de 0.8031 y 0.8323 a nivel nacional.
Tabla 1. Índice de Desarrollo Humano México 2005-20012
Año Lugar en el IDH del Desarrollo Coeficiente Gini IDH Nacional
PNUD Medio
2005 53 .814 54.6 08031
2012 61 .775 48.3 0.8323
2014 - - 48.2 -
Fuente. Elaboración propia con información del PNUD (2005 y 2012); Banco Mundial (2014).
Una lectura crítica de esos datos sugiere que nuestro país se mantiene con profundas
inequidades y desigualdades sociales, que perpetúan las condiciones de “exclusión”
para buena parte de la población. Un elemento que corrobora esta percepción es el
hecho de que cerca del 10% de la población mexicana más pobre, participa con el 1.0%
del Producto Interno Bruto (PIB), mientras el 10% de la población más rica, lo hace
con el 43.1% (PNUD, 2005 y 2012). Incluso otros estudios mencionan que para los
años 2003 y 2012 se calculaba que el 26.3% de la población total en nuestro país vivía
con dos dólares diarios o uno punto veinticinco, respectivamente, para los años de
referencia. Pero, además, que un 10% lo hacía tan sólo con un dólar al día.10
Para 2012, al menos el 31.8% de los hogares mexicanos y el 45.5% de sus habi-
tantes se reportaron en pobreza extrema; así, comparado a 2014, donde el 46.2% de
los habitantes se encontraban en situación de pobreza extrema, lo cual representa al
menos un rango de entre 11 y 12 millones de personas (CEPAL, 2012; CONEVAL,
2014).
Tabla 2. Pobreza en México (2012-2014)
Población más pobre PIB
9.5% 1%
Población más rica PIB
10% 43.10%
332
Enrique Gutiérrez Márquez
11 Tomamos aquí la idea de Amartya Sen sobre el desarrollo como libertad, es decir, la po-
sibilidad de todo ser humano para formar capacidades y posteriormente ponerlas en práctica.
333
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
12 Otro estudio que reflexiona sobre la problemática es Shugart y Mainwaring (2002). Para el
caso mexicano, los textos que sirven de referencia son Béjar (2006) y Reveles Vázquez (coord.)
(2005).
334
Enrique Gutiérrez Márquez
335
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
Resulta una necesidad de primer orden ampliar las discusiones sobre los asuntos
públicos, la transición, las elecciones y la mejor forma de gobierno, porque lo que
observamos actualmente es un déficit enorme entre la representación política y la
participación, que genera vacíos en los que, en efecto, la mayor parte de la población
no tiene clara ni la responsabilidad ni la función de los poderes federales, estatales y
municipales.
Diferentes encuestas muestran que los ciudadanos tienen una mala impresión de
la actividad de los políticos, las instituciones y los parlamentos; pero además conside-
ran su labor como inútil para mejorar su nivel y condiciones concretas de vida, incluso
desconocen el tiempo que duran los cargos de presidente, legisladores y presidentes
municipales.13
Cuando la percepción general de la ciudadanía es que tanto los políticos como la
política y en particular el accionar de los legisladores está inmerso en el terreno de
la duda, la incertidumbre, la falta de información, o peor aún, cuando se le relaciona
invariablemente con actos de corrupción, nos encontramos en un punto donde el
problema radica no sólo en: ¿a quién representan los legisladores mexicanos?, sino
también ¿quién se siente representado por ellos? Y en ese marco preguntarse si es
mejor el presidencialismo o el parlamentarismo, parece pasar a segundo orden. Por
ejemplo, en México la debilidad del Poder Legislativo ha sido un elemento funcional
para el sistema político, en el que el Presidente propone las reformas legales que
considera pertinentes y el Legislativo se constituye en muchos casos como una caja de
resonancia que tramita la aprobación de leyes (Gutiérrez, 2008).14
336
Enrique Gutiérrez Márquez
Ahora bien, con el regreso del PRI a la Presidencia de la República, parece que el
arreglo institucional que apenas modificaba su estructura para consolidar un esquema
de “pluralidad”, regresará a su estadio anterior en el que el presidente, omnipresente y
todo poderoso, convertido en legislador, marcará la agenda de discusión y las reformas
que deben ser aprobadas en los periodos ordinarios y extraordinarios de sesiones.
En ese contexto y como una medida de resistencia, pareciera indispensable que
al menos en el ámbito parlamentario, se iniciara un proceso de profesionalización
tanto de los representantes populares como de sus órganos técnicos y auxiliares, para
que éstos tuvieran elementos técnicos y de juicio que les permitieran realizar mejor
su trabajo. Pero a la par, parecería necesario no abandonar la discusión que propone
la posibilidad de reelección de los parlamentarios con independencia de sus partidos
políticos, condicionada probablemente a su capacidad y sancionada por el voto y es-
crutinio populares, en donde se promuevan procesos de transparencia y rendición de
cuentas, pero también un necesario paso para acotar a los comités y órganos centrales
de los partidos políticos nacionales.
Más allá de dar un cheque en blanco a la trasformación hacia un sistema parla-
mentario en México, resultaría fundamental reconocer y apoyar: a) la consolidación
de un verdadero federalismo; b) el afianzamiento de la división de poderes y niveles
de gobierno; c) el impulso de un trabajo legislativo responsable; d) el incremento real
del gasto y las atribuciones federales, acompañado de procesos de descentralizado; e)
la generación de incentivos a las entidades federativas en la captación de recursos pro-
pios; f) la generación de mejores mecanismos de transparencia y rendición de cuentas
del gobierno federal y las entidades federativas; g) la eliminación de la dependencia
en las fluctuaciones del precio del petróleo en lo que se refiere a ingresos y egresos
federales; h) el fortalecimiento de los mecanismos normativos e institucionales; i) el
fortalecimiento de prácticas vinculadas a la cultura política; j) el fortalecimiento de los
partidos políticos y el sistema de partidos; k) la puesta en marcha de verdaderos meca-
nismos de participación ciudadana; pero sobre todo, l) sacar de la discusión procedi-
mental a la democracia, para situarla en una reflexión que permita encontrar mejores
mecanismos de justicia y libertades que se expresen en las condiciones concretas y la
vida diaria de los ciudadanos, que tenga en su horizonte de visibilidad abatir la brecha
de inequidad social y exclusión, que sin duda han jugado como factores determinan-
tes en los últimos procesos electorales en nuestro país con los votos de miseria que
aprovechan los partidos políticos.
Más allá de la discusión que normalmente se da en el vacío hipotético para tran-
sitar al parlamentarismo en contra del presidencialismo, los cuestionamientos reales
el PAN con 8%. El tercer sitio lo ocupa el tópico del empleo con un 9% para el PAN; un 9%
del PRI y un 4% del PRD. Mención especial haremos al problema de la pobreza, que ocupa
en la encuesta referida el octavo lugar como tema de interés para los legisladores con un 7%
del PRD, 2% del PAN y 2% del PRI. Por otra parte, entre los diez temas menos prioritarios
destacan los relacionados con: indígenas, alimentación y salud, en dónde 13, 4 y 4 por ciento
de los legisladores, respectivamente, mostraron preocupación al respecto.
337
Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
deberían enfocar sus baterías sobre: ¿cómo acortar la brecha en el marco de la crisis
de representación política y participación ciudadana? ¿Cómo fortalecer el trabajo le-
gislativo en beneficio de la ciudadanía, que permita incentivos para que los legislado-
res busquen su reelección? ¿Cómo acotar el peso en las decisiones legislativas de los
grupos parlamentarios –que difícilmente le apostarán a la construcción de verdaderos
mecanismos de representación, en detrimento de la disciplina partidista–? ¿Cómo
reducir el peso de los super asesores, convertidos en diputados plurinominales, que en
más de las ocasiones son los que controlan las comisiones y funcionan como correas
de trasmisión entre el partido, la fracción parlamentaria, las comisiones, los grupos de
poder y los diputados de mayoría relativa?
Tenemos pues una imperiosa necesidad de revisar los mecanismos de represen-
tación y encontrar nuevas fórmulas que no necesariamente coincidan con criterios
de asignación de consientes –con criterios numéricos y proporcionales a los niveles de
votación– que además se salgan del espacio de influencia de las dirigencias partidistas,
pero que al mismo tiempo nos permitan profesionalizar el trabajo legislativo.
¿No sería importante encontrar dispositivos que promuevan mejores prácticas de
representación política? La intención sería que las minorías, grupos excluidos y dis-
criminados, tengan voz en el espacio parlamentario, porque solamente de esa forma
se pueden integrar por fin discusiones de raza, pertenencia étnica y/o lingüística,
género, preferencia sexual y muchas otras. Por ello, parecería necesario reconocer que
en el sistema de representación política actual no hemos encontrado una participación
ciudadana activa en los asuntos públicos, pues hemos relegado el papel del ciudadano
a los procesos electorales, de la misma manera que los ciudadanos han manifestado su
malestar porque los representantes toman decisiones sin tenerlos presentes.
Dentro del marco del trabajo del Congreso mexicano, es una necesidad de primer
orden, encontrar una nueva manera de atender la relación de los poderes públicos y
la sociedad. Es un hecho innegable que los legisladores mexicanos no rinden cuentas,
no están obligados con la ciudadanía que los eligió; o peor aún, no están comprome-
tidos con ella (Stokes, 2001) y en más de las oportunidades están vinculados con los
intereses de su fracción parlamentaria, propio de un sistema de disciplina partidista
férrea. Por ello, es importante resaltar que frente a esas asimetrías sociales y desfase
institucional —no sólo en México— se ha debatido si es pertinente, e incluso nece-
sario, fortalecer el espacio parlamentario en detrimento del poder presidencial.
Finalmente, tanto en el diseño como en el funcionamiento de las instituciones
políticas no hay automatismo. Y es preciso tener presente que las virtudes particulares
de los sistemas políticos, electorales y de gobierno, no se reducen a las propias insti-
tuciones o a las nociones de Derecho, sino que es la conjunción de distintos factores
como la situación histórica particular, la idiosincrasia y la cultura política, también
específicas, las que permiten el buen o mal funcionamiento del sistema político en
su conjunto. Y claro en esa discusión sería fundamental no perder de vista que la
democracia real como lo refiere Dahl, no es como el ideal nos sugiere, sino más bien
una poliarquía, en la que es indispensable abrir los canales y espacios de participación.
338
Enrique Gutiérrez Márquez
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Fragilidad de la democracia, crisis del sistema político y la participación política en México
342
Mirando la calidad de vida desde la gobernanza:
Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
Guadalupe Georgina Sosa Hernández
La gobernanza constituye hoy en día uno de los enfoques teóricos más influyentes en
las Ciencias Sociales. Su importancia radica en que busca contribuir al debate en torno
a las funciones del Estado, a la vez que afrontar el reto impuesto por las cambiantes
relaciones políticas y sociales de la construcción de un proceso de toma de decisiones
abierto y más participativo. Es decir, la pretensión de la gobernanza es reducir la
distancia entre el gobierno y la sociedad en la dirección de los asuntos públicos, pues
el primero deja de ser la figura central y se convierte en uno de los agentes –todavía
fundamental por no decir insustituible– del engranaje que representa la tarea de go-
bernar.
En esta perspectiva, este concepto propone un marco analítico que permite revisar
y, ante todo, analizar alternativas para los problemas públicos a los que se enfrentan
hoy las sociedades de todo el mundo, muchos de esos problemas definitorios en la
calidad de vida de las personas. Es cierto que se trata de un término de reciente crea-
ción en comparación con otros –como el caso de gobernabilidad, con un parecido de
familia innegable–, pero sus contribuciones al conocimiento y a la búsqueda de so-
luciones se han extendido en los últimos años, así como su influencia en los ámbitos
internacionales, como se muestra con su uso recurrente por organizaciones tales como
el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
En consideración a lo anterior, el presente capítulo se propone utilizar este con-
cepto para observar la dinámica que se desarrolla en las instancias del Estado entre los
gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y las entidades pertenecientes al sector
privado, partiendo de la base de la necesidad de colaboración mediante el intercambio
de recursos y responsabilidades colectivas. La idea básica es que en la gobernanza, la
ciudadanía se involucra de forma activa en las distintas etapas del proceso de las políti-
cas públicas. Para ilustrar esa idea, propondremos como ejemplo un organismo que se
ha vuelto fundamental en los últimos tiempos en la medida en que ahí se aborda un
tema de gran relevancia y preocupación tanto para gobiernos como para ciudadanos: el
Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP). A partir del registro de ese espacio de
343
Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
El concepto de calidad de vida ha existido desde hace mucho tiempo, pero el interés
científico del problema es un asunto que se ha desarrollado recientemente desde la
academia: “surge después de la Segunda Guerra Mundial como producto del cuestio-
namiento de las corrientes económicas sobre el bienestar, que daban peso importante
a los indicadores económicos para explicar las condiciones sociales, la satisfacción de
necesidades y el consumo” (Monsalve, 2009: 5). Después fueron surgiendo inquietu-
des acerca de conocer más sobre la forma en que el individuo se percibía en términos
de bienestar humano y se empezaron a desarrollar herramientas metodológicas de
naturaleza cuantitativa para obtener datos sobre la calidad de vida.
El estudio de este concepto se desarrolla principal, aunque no exclusivamente, desde
las disciplinas de la sociología, la psicología e incluso la economía. En la primera, con
aspectos de naturaleza teórico-metodológica que derivan en la medición de indicadores
sociales; desde la psicología, se enfoca principalmente en que en “el estado de ánimo
se consideran aspectos afectivo-emocionales, mientras que la satisfacción con la vida es
más de tipo cognitivo” (Ochoa, 2011: 19); y la economía nos presenta datos cuantitati-
vos que responden a nivel de ingresos, Producto Interno Bruto, cifras de empleo, etcé-
tera, que pueden servir como indicadores generales de crecimiento económico aunque
no necesariamente responda a una fórmula mágica que implique que a mayor ingreso
mayor calidad de vida.1 Con la aportación de estas disciplinas, encontramos que el con-
cepto de calidad de vida es multidisciplinario y abarca varios aspectos de la vida.
Entonces, podemos interpretar que para que un individuo se sienta en un am-
biente con bienestar, requiere de múltiples factores que no se reducen solamente al
ámbito económico, sin duda importante, sino que también se deben tomar en cuenta
aspectos personales, como la familia, las relaciones sentimentales, los amigos, las
parejas, el estado de salud físico y emocional, si padece alguna enfermedad crónica
degenerativa o depresión, la situación laboral, el ambiente y las metas laborales y,
más aún, en términos sociales el vínculo con la comunidad cercana: el vecindario,
la seguridad en su entorno, entre otros. Vista así la calidad de vida, los diferentes
índices que existen han intentado incorporar indicadores que reflejen estos factores,
344
Guadalupe Georgina Sosa Hernández
para lograr explicar de manera más general y particular las nuevas dinámicas sociales
que se crean alrededor de los actores y cómo se puede contribuir a un mejoramiento
de sus condiciones, ya sea desde el ámbito psicológico o social, mediante el diseño y
formulación de políticas públicas que, finalmente, contribuirán en el largo plazo al
mejoramiento de la sociedad.
Es por eso que el tema ha adquirido relevancia a nivel mundial y se ha hecho parte
de las agendas gubernamentales, empresariales y académicas. En Estados Unidos,
Canadá, Alemania y Francia, se han creado “asociaciones dedicadas al estudio de la
calidad de vida y el bienestar subjetivo. Una de las más reconocidas es la Society for
Quality of Life Studies, la cual entre sus actividades se encarga de editar una gran
cantidad de publicaciones científicas y organiza un congreso internacional cada año y
medio” (Garduño, 2005: 12), donde se hable y se discuta la temática. En Alemania y
Estados Unidos, desde los años setenta se desarrollaron sistemas que miden la calidad
de vida mediante indicadores que se incorporan al diseño de políticas públicas. Ruut
Veenhoven es un académico de la Universidad del Noroeste en Sudáfrica y director
de la Base de Datos Mundial de la Felicidad y editor fundador de la revista Journal of
Happiness Studies.
En México también se han hecho esfuerzos importantes por discutir el tema e
incorporarlo en la agenda gubernamental. La Universidad de las Américas de Puebla
cuenta con un Centro de Estudios de Calidad de Vida (CECAVI), mismo que or-
ganizó un seminario en 2002 para discutir el tema y de ahí surgió un libro llamado:
Calidad de Vida y Bienestar Subjetivo en México; también existe otro esfuerzo colecti-
vo de académicos de la Universidad de Monterrey y la Cámara de Diputados a través
del Centro de Estudios sobre el Bienestar de la Universidad de Monterrey y el Centro
de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, los cuales or-
ganizaron un seminario internacional sobre la calidad de vida y diseñaron un modelo
de medición del Índice de Calidad de Vida para México (INCAVI) y la aplicación de
dicho modelo a través de una encuesta con representatividad nacional (Encuesta Ce-
sop-UDEM).2 Por su parte, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
elaboró recientemente la Encuesta Nacional sobre Satisfacción Subjetiva con la Vida y
la Sociedad, que abarcó todas las regiones del país y que se realizó en el marco del Se-
minario Universitario Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad (SAVISO), con
sede en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, en el que establece
que el promedio de felicidad en México durante 2015 es de 8.53, en una escala del 1
al 10, un dato interesante que nos habla de la complejidad del fenómeno.3
2 Los resultados de ambos esfuerzos tanto del índice como del seminario se pueden consultar
en el texto intitulado: “Bienestar y Calidad de vida en México”.
3 El tema también ha cobrado relevancia en otros ámbitos como los empresariales que buscan
estos estudios para mejorar la productividad de sus empleados mediante el mejoramientos de
sus áreas sus condiciones laborales a nivel internacional diferentes organizaciones han puesto
sus ojos en el tema desarrollando encuestas y definiciones sobre el concepto.
345
Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
346
Guadalupe Georgina Sosa Hernández
4 Las políticas públicas son “acciones de gobierno con objetivos de interés público que surgen
sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad, para la atención de proble-
mas públicos, en donde participa la ciudadanía en la definición de problemas y soluciones. Los
canales de participación ciudadana se han ido abriendo de manera paulatina en una especie de
batalla que se ha ido ganando terreno desde la sociedad civil” (Franco, 2013: 86). Las políticas
públicas, entonces, se diseñan primero identificando necesidades sociales de la población y
después se elaboran políticas como instrumentos orientados a la satisfacción de aquéllas ne-
cesidades. Por tanto, el fin de las políticas públicas es el de contribuir con el bienestar general
de los ciudadanos a nivel nacional. Siguiendo con Franco (2013), una acción de gobierno que
no busca el interés público no es una política pública es un acto de autoridad. Esto podría
tener la siguiente interpretación: las políticas públicas se apoyan entonces “en principio, en la
manifestación de las necesidades a través de la sociedad civil. En este sentido, los miembros de
la comunidad se desempeñan como iniciadores del proceso en el cual se analiza la pertinencia
de la intervención estatal, para atender los asuntos sociales específicos” (Monsalve, 2001: 1).
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Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
5 La Real Academia Española de la Lengua define gobernanza como: “El arte o manera de
gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institu-
cional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado
de la economía” (DRAE: <buscon.rae.es/>).
6 No es casual que en los últimos años hayan aparecido revistas dedicadas al estudio de ese
tema: Regulation & Governance (dedicada al estudio del desarrollo, cumplimiento y conse-
cuencias de las reglas de regulación), Journal of Management and Governance y Corporate
Governance: An International Review (ambos enfocados a la comprensión de los asuntos de la
gobernanza corporativa), y Economics of Governance (que promueve la investigación de varios
niveles de la gobernanza, que incluye corporaciones, organizaciones no lucrativas, gobiernos
federales y locales, y organizaciones internacionales).
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Guadalupe Georgina Sosa Hernández
Por otro lado, el PNUD (1997) pone el acento en la importancia de agregar al ejercicio
de la autoridad la participación de la sociedad en un sentido amplio. De este modo:
En este documento, gobernanza es definida como el ejercicio de la autoridad
política, económica y administrativa para manejar los asuntos de una nación.
Son los mecanismos complejos, procesos, relaciones e instituciones mediante
los cuales los ciudadanos y los grupos organizados articulan sus intereses, ejer-
cen sus derechos y obligaciones, y dirimen sus diferencias. La gobernanza abar-
ca todos los métodos—buenos y malos—que las sociedades utilizan para dis-
tribuir el poder y manejar los recursos públicos y los problemas… Las formas
democráticas efectivas de gobernanza son la participación pública, la rendición
de cuentas y la transparencia… Aunque gobernanza abarca cada institución y
organización de la sociedad, desde la familia hasta el Estado, la definición aquí
presentada se enfoca en tres dominios principales que directamente contribu-
yen a alcanzar el desarrollo humano sustentable. Ellos son el Estado (las ins-
tituciones políticas y administrativas), la sociedad civil y el sector privado (9).
Es de resaltarse tres aspectos del concepto: métodos de distribución del poder, for-
mas democráticas efectivas (participación, rendición de cuentas y transparencia) y
los sectores involucrados en este método “para manejar los asuntos de una nación”
(Estado, sociedad y sector privado). Aquí ya se señalan algunos de los rasgos que
estarán presentes en la discusión académica. Bajo esta conceptualización, el PNUD
(1997) propone cuatro tipos de gobernanza, definidos por los grados de influencia de
la sociedad civil y el sector privado: económica, política, administrativa y sistémica.
A su vez, la Comisión Mundial Sobre la Dimensión Social de la Globalización
(2004) es más ambigua en su definición, pues es abarcadora en sus alcances:
La gobernanza global es el sistema de normas e instituciones establecido por
la comunidad internacional y los actores privados para gestionar los asuntos
políticos, económicos y sociales. Una buena gobernanza, en el ámbito tanto
nacional como global, debería promover valores como la libertad, la seguridad,
la diversidad, la equidad y la solidaridad. Asimismo, debería garantizar el res-
peto a los derechos humanos, el imperio de la ley en el plano internacional, la
democracia y la participación, fomentar las actividades empresariales y respetar
los principios de responsabilidad, eficacia y subsidiariedad (82).
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Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
Se insiste en la “buena gobernanza” como una necesidad que se extiende a todos los
niveles de la sociedad, a todos los países del orbe y a “todos los niveles de desarrollo”.
De este modo, según este informe:
El pilar de la buena gobernanza es el correcto funcionamiento de un sistema
político democrático, que garantice la existencia de gobiernos representativos y
honrados que respondan a las necesidades de la gente. Esto implica mucho más
que la celebración de elecciones periódicas, libres y justas. También implica el
respeto de los derechos humanos en general y, en especial, de las libertades ci-
viles básicas como la libertad de expresión y de asociación, que incluyen medios
de comunicación libres y plurales (59).
7 López Leyva (2013: 323) argumenta que la “gobernabilidad se concentra en mostrar que
el gobierno sigue siendo el actor central en la resolución de los problemas públicos, pero la
gobernanza asume que eso ya no es posible y que se requiere del gobierno como instancia
reguladora que armonice los distintos intereses reinantes en la sociedad, ya no más como en-
tidad decisora exclusiva”. La gobernanza parte de la incapacidad del Estado para resolver los
problemas y propone una visión reguladora del gobierno. Es decir, “gobernabilidad nos remite
a la capacidad del gobierno para procesar demandas de la sociedad y darle respuesta oportuna, y
gobernanza nos conduce a pensar en la necesaria complementariedad que requiere la capacidad
gubernativa, mediante la acción participativa y horizontal de actores políticos, económicos y
sociales, en los ámbitos público y privado”.
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Guadalupe Georgina Sosa Hernández
Esta última parte es de relevancia para el presente proyecto, porque distingue con cla-
ridad el ámbito explicativo de cada uno. De este modo, resalta la capacidad y eficacia
gubernativa de la gobernanza para
[…] incorporar las críticas, ideas y propuestas fundadas de actores económicos,
actores de conocimiento experto o actores sociales interesados genuinamente
en el asunto público, a diferencia de algunos políticos que son distantes de las
prioridades de los ciudadanos, no ofrecen públicamente razones de por qué
prefirieron esas decisiones y descartaron otras y por qué se las implementa
siempre burocráticamente sin involucrar a los interesados, a organizaciones ci-
viles y a las poblaciones objetivo (Aguilar, 2014: 6).
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Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
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Guadalupe Georgina Sosa Hernández
La idea más relevante que deriva de este apretado recorrido por el concepto es la si-
guiente: en la gobernanza, los gobiernos no son más el centro del proceso decisional,
en buena medida porque los problemas que confrontan ahora las sociedades moder-
nas los han trascendido y han revelado la limitación de sus recursos y capacidades;
ante la necesidad –y a veces urgencia– de atender y resolver estos problemas, la mul-
tiplicidad de actores existentes son convocados a colaborar o contribuir en instancias
consultivas y de decisión, en el entendido de que su participación puede abonar al
buen funcionamiento de las instituciones democráticas y a mejorar el desempeño de
los gobiernos mismos (el “buen gobierno” o la “buena gobernanza”).8
En esta dirección, la disolución de los límites entre los sectores público, privado y
voluntario no debe verse como un aspecto negativo, en el que hay injerencia indebida
de esferas de acción, sino como un elemento positivo que permite la colaboración
manteniendo la autonomía relativa de cada una. El ejemplo que se propone mostrar
esto embona bien con esta noción: el CNSP es uno de los espacios de gobernanza
8 Esta idea está muy cercana a la gobernanza liberal, cuyo principio es sencillo: a mayor desarrollo o
autonomía de la sociedad económica, civil y cívica, menor posibilidad del gobierno para gobernar a
su sociedad por sí solo y, en corolario, mayor necesidad de incorporar los poderes sociales al proceso
directivo de la sociedad: “…el gobierno abandona su viejo papel de agencia de mando universal para
asumir el nuevo papel de agencia de coordinación de los poderes sociales” (Canto, 2012: 340).
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Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
democrática en el cual cada uno de esos sectores ha debido tomar parte de los diag-
nósticos y decisiones en torno al problema de la inseguridad pública y la violencia,
uno de los que más daña la calidad de vida de los ciudadanos, en la comprensión de
que sin ellos las soluciones planteadas carecerán, además, de la legitimidad necesaria
para funcionar.
De las secciones anteriores se puede asumir que los ciudadanos organizados buscan,
a través de espacios de gobernanza, contribuir a la mejora de sus condiciones de vida a
través de su incorporación al proceso de toma de decisiones, en buena medida en el
ciclo de las políticas públicas. Esta contribución proviene, por un lado, de fallas que
detectaron en sus entornos, el más lógico el de su contexto inmediato, pero también
de la incapacidad del Estado para proveer de medidas efectivas que atiendan sus de-
mandas. En esa dirección, los ciudadanos activos, mediante organizaciones sociales,9
buscan aportar soluciones mediante propuestas factibles y viables para la mejora de la
comunidad y, lo que no es menor y se encuentra en el centro de la gobernanza, parti-
cipar activamente en la toma de decisiones. Sólo mediante ese camino les será posible
mejorar así su entorno y que esto se refleje positivamente en su calidad de vida.
Una buena ilustración de este complejo fenómeno es la demanda por abatir los
niveles de inseguridad en el país. La percepción10 de inseguridad que tienen los ciu-
dadanos tiene implicaciones sobre la calidad de vida, ya que estas percepciones nos
pueden llevar a cambiar hábitos cotidianos e incluso planes a futuro. Una de las par-
ticularidades de este problema es que no sólo afecta a un sector social en particular,
sino que afecta a todos los ciudadanos sin distingo, aunque es de reconocerse que
ciertos delitos tienen un impacto mayor en algunos grupos que en otros.
354
Guadalupe Georgina Sosa Hernández
Durante los últimos tres sexenios (entre 2000 y 2015) muchas organizaciones de la
sociedad civil se han movilizado para reclamar por el empeoramiento de las condicio-
nes de seguridad en general, bajo la perspectiva de que éste es un problema que su-
peró a las autoridades desde hace ya varios años –o está pronto a hacerlo–, debilitando
principalmente los componentes principales del Estado de Derecho (la corrupción y la
impunidad son los dos factores que expresan esta debilidad11). Así, entre 2006 y 2011,
las muertes relacionadas con el tráfico de drogas alcanzaron un estimado de 60 mil
personas, y delitos como el secuestro y la extorsión se duplicaron en el periodo (Flores
Macías, 2013).12 En 2011, la tasa de homicidios fue de 23.5 por cien mil habitantes,
siendo ese año en que la violencia alcanzó su punto máximo; para 2014 esta tasa bajó
a 16.5 en concurrencia con una disminución generalizada de la violencia, de acuerdo
con Guerrero Gutiérrez (2015).
En lo particular, una de las formas más significativas mediante las cuales se ha
protestado, han sido las marchas en contra de la inseguridad, que se han llevado a cabo
desde finales de los años noventa. Las más significativas, concentradas fundamental
pero no exclusivamente en el tema del secuestro, se desarrollaron en tres episodios:
1997, 2004 y 2008 (Vid. López Leyva, 2014 y 2015; y Maihold, 2012). Estas marchas,
que forman parte de las nuevas manifestaciones sociales del México democrático,
lograron congregar a amplios sectores de la sociedad civil, que antes no se expresaban
públicamente de ese modo, y concitar la atención de los medios de comunicación, a tal
grado que sus reclamos lograron atraer la atención de la clase política en lo inmediato
(los gobiernos en sus tres niveles) y de la sociedad en general.13
11 Dos datos servirán para ilustrar estos factores. Según el Índice de Percepción de la Corrupción
2014, elaborado por Transparencia Internacional, México tiene un elevado nivel de corrupción:
nuestro País aparece con un puntaje de 35 en un ranking de 0 a 100; además, está en el lugar
103 de 175 naciones evaluadas (Reforma, 25/IV/15). Por otra parte, según el Índice Global de
Impunidad, elaborado por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y el Consejo Ciu-
dadano de Seguridad y Justicia de ese estado (CCSJ), México ocupa el lugar 58 de 59 naciones
evaluadas, sólo superado por Filipinas (Reforma, 22/IV/15).
12 Estas trágicas cifras se dieron en el periodo presidencial del presidente Felipe Calderón
(2006-2012), quien emprendió una estrategia que denominó “guerra contra el narcotráfico”,
estrategia fallida según el pormenorizado análisis de Guerrero Gutiérrez (2012).
13 Otras movilizaciones posteriores a ésa tuvieron demandas diferentes, participantes de otro
perfil y estrategias de acción contenciosa más radicales: el Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad (2011-2012), encabezado por Javier Sicilia, y la ola de protestas por la desaparición de
43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (2014). Si bien estas acciones colec-
tivas han ampliado la agenda de discusión pública sobre la situación de inseguridad que vive el
país y de las posibles soluciones para atenderla, los canales que han seguido se han distanciado
de las vías institucionales establecidas en las que se toman decisiones en torno al tema (como
es el caso del CNSP). El movimiento de Sicilia tuvo una estrategia que mezcló las marchas y
caravanas con la discusión pública con el Ejecutivo (véase Monsiváis et al., 2014); del otro lado,
las protestas por la desaparición de normalistas han seguido una vía más contenciosa, rayando
en los límites de la legalidad.
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Mirando la calidad de vida desde la gobernanza: Inseguridad, toma de decisiones y organizaciones
En dichas movilizaciones fue patente la presencia (de una parte) del sector empre-
sarial del país, por ser uno de los grupos más golpeados por este problema no sólo por
el impacto económico sufrido por el secuestro en sí, que afecta familias y negocios,
sino por el incremento de los delitos, lo cual genera un clima difícil de inestabilidad
e incertidumbre. Pero también estuvieron presentes organizaciones de otra índole, a
saber:
a) En la marcha de 1997 se tiene registro de la participación de 50 organizaciones
civiles, sociales y empresariales; los principales convocantes son Martha Pérez,
de Alianza Cívica; Magdalena García y Carmen Romero, de la AMDEC; Cecilia
Loria, de Causa Ciudadana, y Guillermo Velasco, entonces vocero del Consejo
Coordinador Empresarial (CCE) (La Jornada, 28/XI/97).
b) En la de 2004, organizaciones civiles y empresariales se reúnen para hacer la
convocatoria, entre quienes se encuentran el mismo Guillermo Velasco y Arturo
Mendicuti, de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO); Rosa María Nava-
rro, de Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA);
María Elena Morera, de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), Laura
Elena Herrejón, del Movimiento Provecino; Alejandro Arvide, de Manos a la
Obra; Fernando Shute, del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del DF, y
Ángel Corona, del Consejo Nacional de Seguridad (La Jornada, 3 y 4/VI/04).
c) Finalmente, en la de 2008 el principal convocante fue el empresario Elías Kuri
Terrazas, quien logró articular un conjunto de apoyos provenientes de las ante-
riores manifestaciones de inconformidad. Laura Elena Herrejón, del Movimiento
Pro Vecino, es el agente articulador de los apoyos y contacta con las muchas de
las asociaciones que habían sido partícipes de la marcha de 2004 y con figuras
representativas de la misma, entre quienes se encuentran: María Elena Morera,
presidenta de MUCD; Meyer Klip, presidente del Consejo Ciudadano de Segu-
ridad Pública y Procuración de Justicia, y José Antonio Ortega, presidente del
Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (Reforma, 17/VIII/08; y El
Universal, 20/VIII/08).
Ahora bien, las marchas en contra de la situación de inseguridad, que tuvieron un efecto
indudable en términos de concurrencia,14 implican un indudable reclamo a los gobiernos
en turno. Además, expresa una preocupación extendida en distintos estratos sociales que
se sostiene consistentemente hasta nuestros días.15 Por ejemplo, en el caso de los empre-
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A manera de conclusión
Lo visto aquí ha tenido el propósito de mostrar cómo la gobernanza puede operar
como un mecanismo que apunta a la mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos en
la medida en que concita la acción e iniciativas de un conjunto de organizaciones pro-
venientes de la sociedad civil, del sector privado y de los distintos órdenes de gobier-
no. Hemos propuesto como ilustración de esta idea un espacio de gobernanza que ha
adquirido relevancia en los últimos sexenios, el CNSP, porque ahí se han procesado
una serie de demandas de organizaciones sociales que han tenido efectos en la toma
de decisiones en un asunto complejo que, sin duda, ha afectado la calidad de vida de
las personas: la inseguridad pública y la violencia. No hemos querido decir con esto
que las demandas se hayan transformado en soluciones factibles, ni que las posibles
soluciones encontradas en esta dinámica colectiva hayan resuelto de raíz el problema;
ése es tema para emprender otra discusión. Hemos querido decir, en cambio, que
dadas las múltiples aristas del problema y de la debilidad gubernamental para atajarlo,
la colaboración de todos los sectores sociales organizados se ha vuelto fundamental.
Lo anterior cobra sentido si pensamos en la relación entre gobernanza y democra-
cia: la gobernanza cultiva la idea de que para que exista una buena democracia debe
haber una amplia participación de la ciudadanía en la solución de problemas públicos.
Como método o mecanismo de toma de decisiones, la implicación fundamental es
que la ciudadanía se involucre en el proceso de dirección y conducción del gobierno,
que vaya más allá de la participación en cómo se integran los órganos representativos
(mediante el voto y las elecciones). Para decirlo de otro modo: la gobernanza implica
democracia, porque requiere una estructura institucional que genere condiciones y
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364
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política?
Diagnóstico, barreras y buenas prácticas para mejorar
la representación femenina en América Latina
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
La ausencia y/o la mala representación de las mujeres en las instituciones del sistema
político manifiesta una grave falla en el funcionamiento del sistema político (Krook
2014; Dahlerup, 1993, 2006) y da cuenta de una tendencia histórica de la mayor parte
de los países de América Latina hacia la exclusión política de los grupos que inte-
gran sus sociedades en término de género, raza, migrantes o etnicidad. Numerosas
investigaciones ponen en evidencia los altos niveles de exclusión política de la región
(CIM, 2013) y, en el caso de las mujeres, muestran que existen diferencias significa-
tivas entre ellas y los hombres respecto al acceso igualitario a la representación y al
ejercicio del poder. La política continúa siendo “cosa de hombres” en América Latina
(Freidenberg, 2015a).
Si bien la presencia de las mujeres en las instituciones no garantiza por sí sola la
defensa de demandas de género, no mejora necesariamente la calidad de la represen-
tación ni asegura un estilo de hacer política diferente al que han ejercido (y ejercen)
los hombres; su ausencia da cuenta de las dificultades de un sistema político para ser
denominado como democrático. Es más, aunque no gusta mucho pensarlo, no hay
democracia sin mujeres (Freidenberg, 2015b). La participación de legisladoras (y le-
gisladores) comprometidos con las demandas de género perfecciona el funcionamien-
to de la democracia, equipara las condiciones de igualdad entre los sexos y hace más
inclusivos a los sistemas políticos en general (Jones, 2009; Dahlerup, 2006).
Una élite política integrada mayoritariamente por un grupo dominante, en térmi-
nos ideológicos, partidistas e incluso de género, puede perder la objetividad y neutra-
lidad necesaria para representar adecuadamente las perspectivas e intereses de grupos
sociales subordinados o con menos oportunidades para acceder a las instituciones
(Phillips, 1995). De este modo, sin mujeres, indígenas o afrodescendientes en los
cargos de representación popular, las instituciones ven limitadas sus posibilidades
365
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
366
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
r egión (CEPAL, 2012), esta cifra se encuentra por encima del promedio mundial para
20141 y ha crecido sin precedentes en las últimas décadas. Las brechas de género se
han reducido en algunos países en más de veinte puntos, lo que da cuenta de que los
esfuerzos institucionales y sociopolíticos realizados han sido exitosos.
Diversas son las explicaciones respecto a este crecimiento en las últimas décadas.
La mayor parte de la literatura explica este incremento en el número de mujeres en la
integración de los cuerpos legislativos durante la instrumentación de medidas de ac-
ción afirmativa (Archenti, 2014; Krook y Norris, 2014). Diecisiete países de la región
sancionaron, entre 1991 y 2015, normativas que establecieron algún tipo de cuotas de
género e incluso seis países ya incorporaron la exigencia de paridad en las candidaturas
electorales legislativas plurinominales,2 que establece que las candidaturas deben ser
integradas en partes iguales por ambos géneros (paridad vertical), mientras que un
país (México, 2015) ha aprobado además paridad horizontal, exigiendo que las candi-
daturas a cargos uninominales locales (presidentes municipales) también respeten el
principio de paridad en la suma de candidaturas en un estado.
A pesar de los esfuerzos institucionales realizados a partir de la incorporación de
estas medidas de acción afirmativa (cuotas y/o paridad de género), que incluso han
tenido un fuerte “efecto demostración” entre países (Archenti y Tula, 2016), aún
existen brechas significativas entre lo que las normas exigen y el resultado real de la
representación. En la actualidad, sólo seis países superan la “masa crítica” (Dahlerup,
1993) de legisladoras nacionales (Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Costa Rica, México o
Argentina).3
367
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
Los partidos políticos funcionan como “cajas negras” que dificultan las carreras polí-
ticas de las mujeres (Caul, 1999; Baldez, 2004; Zetterberg, 2007; Hernández Monzoy,
2011; Hinojosa, 2012; Johnson, 2014). Las mujeres dependen del apoyo de los líderes
y grupos dominantes de sus partidos para conseguir una candidatura. Los partidos
funcionan como “porteros” (gatekeepers) de la política (Roza et al., 2010: 9), ya que
son los que determinarán quienes acceden a las listas y quienes deciden los perfiles los
que representarán al partido ante la ciudadanía.
Diversos trabajos dan cuenta de la existencia de núcleos o monopolios de poder
masculino como una de las barreras claves dentro de los partidos (Hinojosa, 2012;
Jones, 2009; Caul, 1999). Estos monopolios de poder son estructuras informales que
cuentan con dinámicas de poder centralizadas y donde existe una “figura dominante
de poder o un grupo pequeño de líderes partidistas” (Jones, 2009: 47-48; Hinojosa,
2012) que controlan el proceso de toma de decisiones.
Estos líderes o grupos minoritarios se comportan (normalmente) de modo dis-
crecional en la distribución de las candidaturas entre sus militantes y suelen elegir las
candidaturas en función de su performance electoral más que priorizando la igualdad
de género (Archenti y Tula, 2008: 188). La actitud hacia la inclusión de las mujeres
entre las élites partidarias que deciden la composición de la listas puede ser un factor
clave: si las élites partidarias son más progresistas que los votantes del partido, en-
tonces las mujeres tienen más probabilidades de ser elegidas en una competencia con
listas cerradas; mientras que, por el contrario, se verán más beneficiadas por las listas
abiertas si las bases electorales del partido son más progresistas que sus élites.
Los partidos limitan, por tanto, las posibilidades de una mujer de participar en
política en dos ámbitos: a) en el modo en que se da el proceso de selección de can-
didaturas para los cargos de representación popular (Hinojosa, 2012); b) por las difi-
cultades para conseguir recursos (dinero, capital político, capacidad de movilización)
para hacer campaña electoral (techos de billetes) (Pomares, 2014).
El proceso de selección de candidaturas para cargo de representación popular
El tipo de proceso de selección funciona como un obstáculo importante que puede ser
crucial en la dificultad de una mujer de acceder a la representación política (Archenti
y Tula, 2016; Hinojosa, 2009, 2012; Palma y Chimal, 2012; Hernández Monzoy,
2011; Vázquez García, 2011; Roza et al., 2010). La principal campaña que tienen que
368
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
ganar las mujeres si es que quieren un escaño es “la campaña por una candidatura”
(Vázquez García, 2011: 142). Los políticos hombres, muchas políticas mujeres y los
propios procedimientos internos jerárquicos, cerrados, verticales y poco transparen-
tes, funcionan como una barrera difícil de sortear para las mujeres y, aún más, si son
nuevas militantes, si carecen de experiencia social previa (Langston y Aparicio, 2014)
o no cuentan con capital político externo.
Los mecanismos de selección de candidaturas se pueden diferenciar a partir de dos
dimensiones (Hinojosa, 2012; Freidenberg, 2003; Rahat y Hazan, 2001). La primera
toma en cuenta el nivel de exclusión del selectorado y, con ello, muestra cuán grande
es el número de personas que toma la decisión respecto a quién ejerce la candidatura.
Cuando las decisiones se toman por un pequeño número de personas, entonces se
sostiene que la selección de candidatos es excluyente; mientras que cuando el electo-
rado es grande, el proceso es incluyente (Ranney, 1981; Rahat y Hazan, 2001).
A diferencia de lo que se suele creer, la democratización de la selección de candi-
daturas, como lo que supone las primarias, no garantiza una mayor representación de
mujeres en las listas ganadoras (Baldez, 2004, 2007; Hazan, 2002). Los procesos de selec-
ción excluyentes pueden resultar benéficos para las candidaturas de mujeres, ya que
permiten evitar la auto-nominación (Hinojosa y Vázquez Correa, 2016).4 Las mujeres
son renuentes a proponer sus propias candidaturas (Hinojosa, 2012) y a ser reclutadas
para postularse a un cargo público. Por estas razones, Hinojosa y Vázquez Correa
(2016) o Rozas et al. (2010) consideran a las elecciones primarias como obstáculos a
la representación femenina.
Las desventajas en las primarias se deben a que las mujeres carecen de recur-
sos financieros, personales y/o políticos para movilizar votos (Hinojosa, 2005; Jones,
2004); porque no suelen contar con redes de poder o dependen de los líderes hombres
para acceder a los beneficios de esas redes e incluso puede ser que dificulten los efectos
de las cuotas y sean una válvula de escape para el cumplimiento de las mismas (Rozas
et al., 2010: 35).5 Es más, algunos investigaciones han dado cuenta que las elecciones
internas han favorecido más a los candidatos masculinos que a las mujeres candidatas
(Huerta y Magar, 2006).6
369
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
Las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de conseguir dinero entre
los miembros de sus partidos para sus campañas electorales y de participar en las redes
de contactos que facilitan hacer dichas campañas (Hinojosa y Vázquez Correa, 2016).
Esto es lo que se ha denominado como “techo de billetes” (Pomares, 2014) y es otro
de los principales obstáculos que enfrentan las candidatas mujeres para el acceso a la
representación.
La falta de acceso a la financiación es uno de los factores más importantes que
disuaden a las mujeres de participar en política, en particular, en aquellos sistemas
donde el financiamiento de las campañas electorales es fundamentalmente privado.
Esto se debe a que las mujeres suelen pertenecer menos (y tener menos) redes de con-
tactos corporativos, de conseguir donantes y suelen tener menos tiempo para invertir
en eventos u otras actividades proselitistas para sus campañas.8
resto de los distritos sólo hubo un candidato y 78 eran hombres (Huerta y Magar, 2006: 263).
7 Por ejemplo, más del 70% de las candidatas fueron en estos distritos perdedores en las elec-
ciones de México de 2013 (Langston y Aparicio, 2014).
8 Estudios recientes sostienen que el acceso al financiamiento es tanto una barrera de acceso
como de desarrollo de la carrera política de las mujeres (Pomares, 2014). El manejo del di-
nero no sólo importa para ganar una campaña electoral: es clave en la práctica cotidiana de la
política. La ausencia de financiación constituye un obstáculo mayormente en los momentos
de pre-campaña o en las campañas para las internas de partido (Zaremberg, 2009; Huerta y
Magar, 2006).
370
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
Barreras político-institucionales
Una de las afirmaciones más escuchadas cuando se acercan las elecciones desde los
propios partidos políticos es que no hay suficientes “mujeres con aptitudes de lide-
razgo” (Llanos y Sample, 2008) como para dar respuesta a las exigencias del número
de candidatas para satisfacer a las cuotas y/o a la paridad. Este tipo de ideas es lo que
suele conocerse como “obstáculos de partida” (Bernal Olarte, 2006) y son las que
generan dudas entre las propias mujeres respecto a sus capacidades y destrezas en el
ejercicio del liderazgo al momento de pensar en postularse como candidatas.
Las sociedades han sido históricamente de carácter patriarcal y esto ha dificultado
el acceso de las mujeres a la política (Archenti, 2002, 2014; Gilas, 2014: 54; Krook y
Norris, 2014; Archenti y Tula, 2008: 188). Las investigaciones muestran que existe
más confianza en los liderazgos de los hombres que en el de las mujeres (Krook y
Norris, 2014; D’Adamo et al., 2012); que hay cuestionamientos sobre la capacidad
de mando y liderazgo de las mujeres (D’Adamo et al., 2008; Llanos y Sample, 2008)
e incluso ciertos sectores de la ciudadanía creen en la incapacidad de las mujeres para
participar en política.9 En algunas sociedades aún continúa presente la idea de que la
política no es cosa de mujeres (Freidenberg, 2015a).
9 En una investigación realizada por Tello (2009), el 51% de las alcaldesas mujeres entrevis-
tadas en América Latina manifestaron haber tenido problemas vinculados con la actitud de
discriminación y menor valoración del involucramiento de las mujeres en la política (31%
dificultades culturales, 13% dificultades financieras, 9% menosprecio de sus capacidades como
lideresas, 12% de grupos de amigos/amigas que se manifestaron en contra de que se presente
como candidata) (PNUD, 2013).
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¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
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Flavia Daniela Freidenberg Andrés
El “sesgo de género del electorado” (Aparicio, 2011: 14), en el que las mujeres
suelen perder la elección debido a las preferencias sexistas de los electores (Lawless
y Fox, 2005), suele agravarse en culturas patriarcales, jerárquicas, machistas y reivin-
dicadoras de lo masculino. Los roles de género pueden llevar a las mujeres a tener
menos recursos (tiempo y dinero) y menores niveles de ambición política (Lawless y
Fox, 2005; Norris y Lovenduski, 1995). La brecha entre candidaturas y resultados se
debe muchas veces a que los votantes, frente a igualdad de condiciones, prefieren votar
a candidatos hombres que a candidatas mujeres, ya que se las considera “inexpertas,
carentes de conocimientos en comparación con sus pares hombres, débiles de carácter
y faltas de autonomía” (D’Adamo et al., 2008: 103).
prejuicios de la sociedad machista (21%), pagar el costo de relegar a la familia (20%) y una
comparativa falta de carácter (18%) (D’Adamo et al., 2008: 96).
13 Los datos de diversas encuestas sobre el uso del tiempo en hombres y mujeres, realizadas
en 12 países de América Latina desde 1998, sostienen que las mujeres dedican mucho más
tiempo que los hombres al trabajo doméstico no remunerado y que su carga total de trabajo es
mucho mayor (CIM, 2013).
14 En Brasil, un 40% de las mujeres negras o mestizas trabaja en el servicio mientras sólo
realiza este trabajo un 15% de mujeres blancas (CIM, 2013: 46).
373
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
2014). Los medios reproducen los estereotipos de género, asociando tareas y roles a
los géneros, colocando a las mujeres en papeles que las aleja de ser prototipos que
ejercen el poder. Se suele invisibilizar las iniciativas femeninas en las instituciones pú-
blicas o en la sociedad en general; no se suele escuchar la voz de las mujeres (Massolo,
2007) y se las suele segregar de los espacios de poder por considerarlos espacios mas-
culinos. Los medios de comunicación construyen y reproducen por tanto estereotipos
de género, ya que presentan hechos y noticias relacionadas con las candidaturas o li-
derazgos de las mujeres reproduciendo visiones relacionadas con los roles domésticos,
familiares y, en general, de la vida privada (Llanos, 2014).
374
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
17 Entre las prevenciones acerca de su uso se destacan: a) la estigmatización del grupo, ya que
las acciones afirmativas podrían reforzar las actitudes discriminatorias hacia las mujeres que
ingresan a las instituciones gracias a las cuotas (Dahlerup y Freidenvall, 2005); b) la debilidad
de la rendición de cuentas, tanto de las representantes hacia otros votantes, como de los legisla-
dores (varones) hacia las mujeres; c) la representación de grupos sociales y géneros por encima
de ideas e intereses (Dahlerup y Freidenvall, 2005); d) la erosión de la solidaridad y cohesión,
debido a la excesiva segmentación de la sociedad (Phillips, 1995; Hernández Monzoy, 2011;
Gilas, 2014), y e) el carácter antidemocrático de la medida (Dahlerup y Freidenvall, 2005).
18 Por ejemplo, la primera cuota de género de México era sugerida y no obligaba por tanto a
los partidos y la de Honduras carecía de sanciones. Algunos diseños fueron cambiando el nivel
de porcentaje de candidatas exigido para ir haciéndolas más amplias y fuertes (Freidenberg y
García Lajas, 2016) y otros permitían que los partidos cumplieran con la cuota obligatoria co-
locando a las mujeres como suplentes (México hasta 2009 o Venezuela) o creando excepciones
para la selección de candidatos en las elecciones primarias como en México (Freidenberg y
Caminotti, 2014) y Panamá (Hinojosa y Piscopo, 2013).
375
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
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Flavia Daniela Freidenberg Andrés
sintonizan con una misma estrategia nacional pro-género (Alanis Figueroa, 2012),
facilita la efectividad de las cuotas.21
Otra expectativa razonable respecto de la efectividad de las cuotas es que se nece-
sita un proceso de aprendizaje por parte de la ciudadanía para acostumbrarse a la pre-
sencia de las mujeres en la esfera pública (Caminotti, 2012). De esa manera, se podría
esperar una relación positiva entre el tiempo de vigencia desde la aprobación de la ley
de cuota (su edad) y la representación de las mujeres en las legislaturas.
El sistema electoral
La eficacia de las leyes de cuotas se ve afectada por las características del sistema
electoral (CIM, 2013; Krook, 2010; Jones, 2009; Piscopo, 2006). El sistema electo-
ral puede contribuir a “crear un piso de equidad para la competencia de hombres y
mujeres en política” (Muñoz-Pogossian y Finn, 2014). Una parte significativa de la
literatura ha indagado sobre el efecto de los sistemas electorales sobre la efectividad de
las cuotas de género (Duverger, 1955; Rule y Zimmerman, 1994; Jones, 2004, 2009;
Htun, 2002, 2005) y sobre la relación positiva entre la representación proporcional y
la presencia de mujeres en el Legislativo (Norris, 1996, 1997; Rule, 1987).
Los sistemas de representación proporcional, con listas cerradas y bloqueadas,
son más favorables a la representación femenina e incrementan su efectividad (Htun
y Jones, 2002; Barreiro et al., 2004; Schwindt-Bayer, 2005; Jones, 2005; Dahlerup
y Freidenvall, 2005, 2009; Krook, 2010; Gilas, 2014; Hinojosa y Vázquez Correa,
2016), especialmente si se exige posicionar a las candidatas en lugares expectables, no
las relega a espacios simbólicos (Baldez, 2008; Htun y Jones, 2002; Jones, 2004, 2009)
y existen normas estrictas para asegurar el cumplimiento de la exigencia de cuotas y/o
paridad (Htun y Jones, 2002). La investigación comparada sostiene que las mujeres
tienen un plus de ganar una elección cuando compiten en distritos con representación
proporcional frente a los distritos de mayoría relativa (Jones, 2009)22 o de los sistemas
mayoritarios en dos vueltas (Matland, 2005).23
21 Los jueces (Argentina), que controlan el cumplimiento de la ley de cuotas, y que cambian
el orden de los candidatos por mandato de ley, ajustándolo a la norma, resultan clave para
mejorar el rendimiento de las cuotas del mismo modo que las redes de mujeres (México) o
los tribunales electorales (México, Costa Rica), donde se monitorea el cumplimiento de las
exigencias normativas.
22 Un estudio de Tello (2009) muestra que a nivel de concejales, los diseños de cuotas con
representación proporcional brindaron un 4 por ciento más de mujeres concejalas en el período
1998-2012 (PNUD, 2013).
23 A pesar de las claras diferencias que pueden observarse entre los principios de mayoría
relativa y proporcional, las candidaturas de mayoría relativa cada día cobran una mayor rele-
vancia en el avance de la participación política de las mujeres en México (Vidal Correa, 2011;
Freidenberg y Caminotti, 2016).
377
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
Los hombres cuando llegan a los cargos tienden a permanecer, mientras que las mu-
jeres no (Archenti y Tula, 2016), lo que dificulta el desarrollo de carreras políticas.
En los países que combinan reelección con magnitudes de distritos variables (grandes
y medianas), las oportunidades para las mujeres son más favorables (Schwindt-Bayer,
2005). La participación en cargos de autoridad en las comisiones legislativas proveen
de recursos que pueden ayudar a las mujeres a ganar las reelecciones y/o avanzar hacia
otras posiciones políticas.
Una vez que las mujeres llegan a las legislaturas enfrentan otro desafío como pre-
sidir las diferentes comisiones donde realizan su trabajo. Marx et al. (2011) señalan la
existencia de sesgos de género: i) el de las jerarquías parlamentarias, donde las mujeres
no acceden a las presidencias y vicepresidencias de comisiones, ii) el temático, debido
a que existen comisiones que tratan asuntos considerados como femeninos (desarrollo
social, salud) y otras como masculinas (defensa, economía, gobierno).
24 Aparicio (2011: 10-11) muestra en los resultados del proceso electoral federal mexicano de
2009 el efecto de la reforma a las cuotas de género que se elevaron de 30 a 40% en la refor-
ma de 2007. El incremento de la cuota de género produjo un aumento de casi cuatro puntos
porcentuales en la proporción de candidatas a diputado federal (de 35% en 2006 a 38.9% en
2009), especialmente en las candidaturas de representación proporcional (plurinominales), las
que pasaron de 42.6% en 2006 a 48.6% en 2009, mientras que las candidaturas de mayoría
relativa sólo aumentaron marginalmente al pasar de 30% a 31.3% en el mismo período.
25 Se entiende por “candidaturas simbólicas” a las que incluyen a los cargos suplentes y/o los
últimos lugares de las listas plurinominales y a las candidaturas en distritos uninominales que
no son puestos seguros para el partido (y donde los dirigentes ya saben que la probabilidad de
éxito electoral es nulo).
378
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
En los países donde los partidos están financiados con fondos públicos, la regulación
de cómo se utilizan estos fondos (y su fiscalización) puede ser una manera eficaz de
promover el acceso de las mujeres a los cargos de representación popular (Childs,
2013). La probabilidad de recibir más fondos públicos si las candidatas son mujeres
puede ser un incentivo para que los partidos las promuevan. De este modo, el Estado
puede alentar a los partidos a elegir a más mujeres a través de incentivos positivos
relacionados con los Reglamentos de financiación hacia los partidos.
En cinco países de América Latina (Brasil, Costa Rica, Colombia, México y Pana-
má), las mujeres cuentan con medidas afirmativas en relación al destino del financia-
miento estatal a las campañas electorales, debido a que las leyes obligan a los partidos
a destinar parte de los recursos que reciben para la capacitación y formación de las
mujeres (Brasil, Colombia, México, Panamá); el acceso a los medios de comunicación
para las campañas electorales (Brasil desde 2009) y la creación de un fondo con obli-
gación de utilización paritaria para la formación en valores democráticos (igualdad de
género, derechos humanos o empoderamiento) (Costa Rica).
En Panamá, el partido debe asignar del 10 por ciento de lo que recibe, mientras
que México es el 3 por ciento del financiamiento, lo que debe destinarse a la pro-
moción de la participación política de las mujeres. Algunos partidos políticos de la
región voluntariamente han reservado fondos para capacitar a las mujeres del partido
(Hinojoza y Vázquez Correa, 2016), como los cuatro principales partidos políticos de
Costa Rica. En algunos diseños institucionales, los partidos son recompensados con
dinero público según la proporción de mujeres electas (Bolivia, Chile o Colombia)26 e
incluso pueden ser multados por no respetar la política de antidiscriminación (Hon-
duras).27
A pesar de las pretensiones progresistas de esta norma, los partidos pueden mal
interpretarla y emplearla deliberadamente de manera incorrecta. En la práctica, en
algunos casos, esta exigencia de destinar recursos del financiamiento público a las
26 Para evitar una interpretación minimalista, la ley aprobada en Chile incluye incentivos
económicos a los partidos políticos cuando las mujeres que postularon son electas. A partir de
estos incentivos económicos se busca motivar a los partidos políticos para ofrecer a sus candi-
datas el apoyo necesario para que sean más competitivas electoralmente (Hinojosa y Vázquez
Correa, 2016).
27 Una de las tareas pendientes tiene que ver con introducir mayores controles efectivos res-
pecto al destino del dinero, ya que en algunos casos (como en Panamá o México) los recursos
han sido empleados por algunos partidos para otros fines (CIM, 2013: 71). El desafío más
importante se encuentra en la fiscalización de los recursos que el Estado le da a los partidos, ya
que éste puede ser un mecanismos eficaz para incentivar el apoyo de las élites a las candidaturas
de mujeres.
379
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
mujeres candidatas para su formación ha sida considerada como una oportunidad para
ralentizar la participación de las mujeres. Muchos partidos pusieron a la capacitación
como una condición necesaria para que las mujeres pudieran ser candidatas, ampa-
rándose en la norma. De este modo, esta medida puede (mal usarse) indicando que
las mujeres “deben” capacitarse mientras que los hombres no (Archenti y Tula, 2016).
La violencia política contra la mujer continúa siendo una de las principales barreras
para el ejercicio de la ciudadanía en América Latina (Htun et al., 2014; Krook y
Norris, 2014: 16). La violencia en contra de mujeres candidatas y/o de mujeres que
ocupan cargos de elección popular ocurre tanto en la vida pública como en la vida
privada: a través de los partidos políticos, del Estado o dentro de la propia familia de
una mujer. En diversas investigaciones se han registrado episodios de violencia social,
política o electoral contra la mujer en Bolivia, Chile, El Salvador, Guatemala o Mé-
xico y los altos niveles de impunidad respecto a esos delitos (Htun et al., 2014; CIM,
2013: 80; Vázquez García, 2011).
Muchas mujeres enfrentan situaciones de violencia cuando participan en cam-
pañas electorales y una vez que se convierten oficialmente en figuras públicas (chis-
mes, panfletos, acoso sexual y hostigamiento, agresiones físicas efectivas y agresiones
simbólicas) (Vázquez García, 2011: 133; Htun et al., 2014). Al entrar en un mundo
regido por valores y normas masculinos, las mujeres también enfrentan acoso y vio-
lencia. Cuanto más alto sea el cargo al que se postula, más difícil será el acceso de las
mujeres (Vázquez García, 2011: 142). Esas acciones violentas se ponen de manifiesto
de manera silenciosa, naturalizada e impune y suele acompañar la carrera política de
las mujeres.28
Los legisladores de varios países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Guate-
mala o México, han aprobado leyes para prevenir y sancionar diversas formas de per-
secución, acoso y violencia contra las mujeres en la política.29 En esa tarea han estado
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Flavia Daniela Freidenberg Andrés
apoyados por los movimientos feministas que emplean los acuerdos internacionales
y regionales como instrumentos para influir en la formulación de políticas públicas y
para el reconocimiento de derechos humanos que ya son reconocidos a nivel interna-
cional (Htun et al., 2014).30
ley define diversas conductas que deben ser sancionadas como el acoso político (con 2 a 5 años
de prisión) o la violencia política (de 3 a 8 años) (Krook, 2014).
30 Ver, por ejemplo, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Vio-
lencia contra la Mujer (también conocida como Convención de Belem do Pará), aprobada en
1994, en vigor desde 1995 y ratificada por 32 de los 35 Estados integrantes de la Organización
de los Estados Americanos (OEA) y el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belem
do Pará (MESECVI), creado diez años más tarde por la Comisión Interamericana de Mujeres
de la OEA, para revisar el cumplimiento de este instrumento internacional.
31 El movimiento feminista irrumpió en el escenario político latinoamericano en la década de
1960 con una fuerza y radicalidad nueva, colocando en el debate la relación público-privado,
la división sexual del trabajo y el concepto de representación consagrado en las democracias
liberales (CIM 2013: 28).
381
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
actividades que las ponen en contacto con funcionarios, mujeres de negocios y otras
activistas sociales.
La presión de estos movimientos para que los partidos cumplan las exigencias
de las cuotas, incluyan más mujeres candidatas (Hernández Monzoy, 2011; PNUD,
2013: 69) y en la lucha por la incorporación de leyes contra la violencia política y
la eliminación de la impunidad por la violación de derechos humanos ha sido clave
(Htun et al., 2014). La actuación del movimiento como una “red de redes” (García
y Valdivieso, 2005), que promueve lazos fluidos entre colectivos de diferentes niveles
institucionales (territoriales, nacionales y supranacionales), intercambiando experien-
cias y conocimientos y funcionando como espacios de cooperación en la difusión de
derechos, instrumentos y agendas (Rodríguez Gustá y Madera, 2014) resulta funda-
mental para el cumplimiento de los derechos.
32 Por ejemplo, el TSE definió la categoría de “puestos elegibles”, dispuso la medida de coerci-
tividad que aseguró la eficacia de la prescripción y reafirmó la filosofía de la acción afirmativa.
Para un análisis detallado de las sentencias, ver el trabajo de Sobrado González (2012).
33 Entre 2006 y 2013, el TEPJF emitió 58 sentencias vinculadas a la protección de los derechos
políticos de las mujeres (Peña Molina, 2014; TEPJF, 2011).
34 Ver las sentencias SG-JRC-11/2013 y SG-JDC-48/2013 que emitió la Sala Regional Gua-
dalajara, ya que en ambos casos obligó a los partidos políticos al cumplimiento de las acciones
382
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
La experiencia política de las mujeres es una variable que los políticos tienen en cuen-
ta al momento de armar las candidaturas. Las mujeres tienen muchas más probabili-
dades (e incluso las mismas que los hombres) de colocarse en un distrito competitivo
cuando cuentan con dicha experiencia (Langston y Aparicio, 2014; Zetterberg, 2009).
Los líderes del partido no parecen estar sesgados en contra de su mujer, sino más bien
en contra de los políticos/as sin experiencia política previa.
Diversas investigaciones han dado cuenta de que la experiencia social previa como
activista social, en asociaciones de vecinos, cooperadoras escolares, en congregaciones
religiosas, en comedores comunitarios también es clave para luego acceder a un cargo
de representación. En México (Barrera Bassols, 2012), en Colombia (Bernal Olarte,
2006) o en Guatemala (Massolo, 2007), el trabajo comunitario local es una puerta de
entrada de las mujeres a la política municipal (Massolo, 2007; Borner et al., 2009;
Tello, 2009) y una fuente de motivación para dedicarse a la política institucional.35
Una vez que las mujeres demostraron su efectividad electoral, la decisión estratégica
de los partidos se hace simple: volver a postular candidatos que pueden ganar, sin
importar el género (Hinojosa y Vázquez Correa, 2016). Las mujeres con experiencia
en cargos públicos son más propensas a ser reelegidas que los hombres con las mismas
características.
afirmativas contempladas en sus leyes electorales (cuota 60/40 y paridad estricta respectiva-
mente), en concordancia con el criterio contemplado en la sentencia emitida por la Sala Su-
perior del TEPJF (JD-12624/2011) durante el proceso electoral federal 2011-2012: todos los
métodos de selección de candidaturas contenidos en los Estatutos de los partidos políticos son
democráticos y constitucionales, por lo que no es justificable exentarlos del cumplimiento de
la cuota de género o paridad.
35 El 76% de las 235 autoridades locales femeninas entrevistadas en América Latina manifes-
taron haber participado en una organización no gubernamental o en un espacio comunitario
antes de iniciarse en la política formal, y el 21% indicó que esa participación social incidió en
su decisión de participar en política (PNUD, 2013: 28).
383
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
36 A diferencia de ello, los procesos menos institucionalizados suponen reglas menos conoci-
das, menos transparentes; más influencia de padrinos y caciques y más peso de las conexiones
personales o redes de influyentes sobre la determinación de la candidatura (Roza et al., 2010:
34).
37 En un estudio realizado por Roza et. al. (2010: 37), los partidos que combinan mecanismos
de selección inclusivos y exclusivos inscribieron una proporción más alta de candidatas mujeres
en la Cámara Baja (28 por ciento). Cuanto más exclusivos sean los mecanismos (más abiertos,
más participativos), menos mujeres candidatas a la Cámara Baja (17 por ciento).
384
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
cómo los partidos (y sus dirigentes) suelen hacer cursos de capacitación exclusivamen-
te para mujeres, como si sólo hubiera que formar mujeres y no hombres.
Esos talleres suelen ser de formación en liderazgo y muchas veces se emplean
como excusas para no dar una candidatura a una mujer. El argumento suele ser muy
básico: se las forma en esta elección, para que puedan ser candidatas en la siguiente.
Y así de elección a elección. En cualquier caso, este tipo de entrenamiento, centrado
en capacidades y habilidades de liderazgo y en el desarrollo de técnicas para conseguir
financiamiento para campañas, así como también la formación en estrategias para la
integración de redes de mujeres puede complementar la efectividad de la cuota en la etapa
de reclutamiento (Krook y Norris, 2014: 9).
Conclusiones
385
¿Por qué a las mujeres les cuesta tanto hacer política? Diagnóstico, barreras y buenas prácticas...
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394
Flavia Daniela Freidenberg Andrés
Tabla 1
Cuotas legales en vigencia en América Latina, 2015 (Julio)
Año aproba-
País ción cuota % cuota Posición Sanción Rige para candidaturas a…
vigente
Argentina 1991 30% Si Si Cámara de Diputados y Senado
Paraguay 1996 20% No Si Cuerpos colegiados
Cámara de Diputados y cargos
R. Domini-
2000 33% Si Si municipales, exceptuando el de
cana
síndico
Cargos de representación popu-
Perú 2000 y 2003 30% No Si
lar e internas de partidos
Congreso de la Unión, congre-
México 2014 50% Si Si sos locales y Asamblea Legislati-
va del Distrito Federal
Cámara de Diputados, legislatu-
Brasil 2009 30% No No
ras estaduales y municipales
Costa Rica 2009 Paridad Si Si Cargos de elección popular
Asamblea Nacional, Parlamen-
tos Andino y Latinoamericano,
Ecuador 2009 Paridad Si Si Consejos regionales, distritales
y municipales, Juntas parro-
quiales
Parlamento nacional, Juntas
Uruguay* 2009 30% Si Si
Departamentales y locales
Cargos de representación y
Bolivia 2010 Paridad Si Si elecciones internas de organiza-
ciones políticas
Corporaciones de elección
Colombia 2011 30% No Si
popular
40% a
Cargos de elección popular y de
Honduras 2012 paridad Si Si (multa)
dirección de los partidos
en 2016
Asamblea Nacional, Parlamento
Nicaragua 2012 Paridad Si No
Centroamericano y municipios
Asamblea Legislativa, Parlamen-
El Salvador 2013 30% No Si (multa) to Centroamericano, municipios
395
Desarrollo humano y derechos ciudadanos.
Acercamiento al ejercicio del acceso a la información
en México
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez
397
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la información en México
Revisión de la Literatura
Entre el Derecho y el ejercicio ciudadano
398
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez
399
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la información en México
Según el Rating Data Analysis Series 2013 (RTI) elaborado por el Centro para la
Ley y la Democracia (CLD) y Europa Acceso a la Información (Acces Info Europe),
México ocupa el sexto lugar a nivel internacional en cuanto a la eficacia y fortaleza de
sus leyes de transparencia y acceso a la información. Sin embargo, el propio estudio
reconoce que su medición se limita a analizar el marco legal, pero no contempla el
punto de vista del usuario ni la eficacia al momento de su aplicación (Mendel, 2013).
México cuenta con una Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información
Pública Gubernamental –publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio
de 2002– y un marco institucional –el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a
la Información y Protección de Datos Personales. Estas circunstancias jurídico-ins-
titucionales dotan a la ciudadanía de un instrumento para fiscalizar el ejercicio del
poder estatal, pero no garantizan el cumplimiento de este derecho: “una buena ley no
es suficiente para lograr el derecho a la información, es una pre-condición necesaria,
la plataforma sobre la cual la realización de este derecho se debe construir” (Mendel,
2009: 2).
Según las Comisiones e Institutos de Transparencia, el Derecho de acceso a la
información todavía no está generalizado entre la ciudadanía mexicana (IFAI, 2014).
Históricamente ha sido ejercido por los sectores académicos, empresariales, guber-
namentales y por los medios de comunicación (IFAI, 2014). Aunque en el compor-
tamiento del acceso a la información en los Estados Unidos Mexicanos entre 2003 y
2013 se observa un aumento de las solicitudes de información en los últimos años,
todavía el ejercicio de este derecho resulta discreto, sobre todo si tenemos en cuenta
que la población del país es de aproximadamente 120 millones de habitantes (CO-
NEVAL, 2014).
Gráfico 1. Solicitudes de información presentadas ante el IFAI 2003-2013
Fuente: Elaborado con datos del Informe de Labores al H. Congreso de la Unión, 2014 (IFAI, 2014: 21).
400
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez
De acuerdo con la visión liberal, la ciudadanía es “la capacidad de cada persona para
formar, revisar y perseguir racionalmente su definición del bien” (Mouffe, 1999: 90).
Es decir, desde esta tradición, se prioriza el derecho individual sobre el bien común.
La ciudadanía es concebida como un estatus legal que contiene los derechos del in-
dividuo frente al Estado.
Más allá de las críticas a esta postura, el liberalismo realizó varios aportes a la concep-
ción de la democracia moderna, a partir de su defensa del pluralismo, el desarrollo de la
sociedad civil, y la ruptura Iglesia-Estado. Aunque los ideales de igualdad de derechos y
libertad no son nuevos, desde la contribución liberal a la concepción de una ciudadanía
universal, se convierten en cuestiones intrínsecas a todos los seres humanos desde el mo-
mento de su nacimiento (Mouffe, 1999).
Para Rawls, los ciudadanos, en tanto libres e iguales por naturaleza, para perseguir
sus propias concepciones del bien, requieren de un conjunto de bienes, oportunidades
y derechos básicos, y propone en su concepción política de justicia que todos los bie-
nes primarios sociales –libertad y oportunidad, ingreso y riqueza– deben distribuirse
por igual, a menos que una distribución desigual de cualquiera de esos bienes redunde
en provecho de los menos favorecidos (Rawls, 1997).
La propuesta argumentativa en torno a la igualdad humana básica fue enriquecida
por T. H. Marshall (2007), quien la dotó de un cuerpo de Derechos, a saber, Dere-
chos civiles, políticos y sociales. Aunque dicho autor plantea la noción de ciudadanía
en términos de derechos y deberes, enfatiza en los derechos asociados al concepto de
401
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la información en México
pertenencia plena a una comunidad política, como mecanismo para reducir las enor-
mes desigualdades que generan el capitalismo y el mercado.
El autor considera oportuna la intervención del Estado como agente capaz de im-
plementar y regular los mecanismos institucionales necesarios para favorecer el acceso
ciudadano a la herencia social. Así, la propuesta democrática liberal es enriquecida no
sólo desde una dimensión política, sino también como una cuestión integral, rela-
cionada con el acceso a libertades y derechos sociales, económicos, civiles, culturales.
Para Marshall (2007) como para Rawls (1997), resulta imprescindible garantizar
una serie de condiciones primarias básicas en lo social y lo económico, para que los
individuos puedan hacer uso de sus libertades clásicas, y sus derechos políticos.
En un intento por estudiar la evolución de estos derechos ciudadanos y su ejer-
cicio en países subdesarrollados, O’Donnell (2002) habla en términos de “ciudadanía
de baja intensidad” a partir de la relación estrecha entre los derechos civiles, políticos
y sociales, indispensables para el ejercicio efectivo de la ciudadanía. En ese sentido,
de acuerdo con el PNUD, la garantía de los derechos sociales, civiles y políticos, son
variables fundamentales para la consolidación democrática. Así, “la calidad de las
democracias están directamente vinculadas con su capacidad para crear ciudadanía”
(PNUD, 2010: 41).
Al respecto, Giddens (2000: 55) reconoce que “una sociedad democrática que
genera desigualdad a gran escala, producirá probablemente descontento y conflictos
generalizados” y se verá “perjudicada por no hacer el mejor uso de los talentos y facul-
tades de sus ciudadanos”. Held (2007: 339), por su parte, señala entre las cuestiones
pendientes para los defensores del liberalismo, la ausencia de correspondencia entre
“los derechos formales y los derechos reales”.
Pudiera establecerse cierta relación entre estas palabras y el caso mexicano. Aun cuan-
do la intención de consagrar los derechos sociales ha sido explicitada en las constituciones
del país, desde los movimientos insurgentes de independencia hasta nuestros días (De
Dienheim, 2008), la implementación de los mismos y su traducción en políticas redistri-
butivas de impacto social constituye un desafío no resuelto (Sampedro, 2013).
En el caso de México, son notables las limitaciones en relación con los derechos
sociales, ejemplo de ello es que el 46.2% de la población vive en condiciones de po-
breza (CONEVAL, 2014), es decir, casi la mitad de la ciudadanía mexicana presenta
condiciones de vida vulnerables, que limitan sus derechos y libertades fundamentales,
impiden la satisfacción de sus necesidades básicas e imposibilitan su plena integración
social (CONEVAL, 2014). Estas disparidades se hacen mucho más profundas en al-
gunas de las entidades federativas que conforman la nación.
En ese mismo sentido, el IDH que es una medida condensada, integrada por tres ín-
dices sintéticos: salud (IS), educación (IE) e ingreso (II), compara los niveles de desarrollo
del país, así como las entidades federativas atendiendo a cuatro categorías, muy alto, alto,
402
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez
medio y bajo.2 De acuerdo con este indicador, las entidades federativas que presentan el
mejor IDH, son el Distrito Federal (0.83) y Nuevo León (0.79), y entre los más bajos
están Oaxaca (0.68), Guerrero (0.68) y Chiapas (0.67) (PNUD, 2015).
Desagregándolo según sus componentes, se tiene que la entidad federativa con
mayor IS es Baja California Sur (0.857); le siguen el Distrito Federal (0.857) y Colima
(0.854). Aunque este indicador muestra la menor brecha entre las entidades mejor y
peor posicionadas, la diferencia entre ellas es de 10%. Así, el menor IS lo tiene Chi-
huahua con 0.779, de igual forma Guerrero y Oaxaca también se ubican entre los más
bajos, con 0.804 en ambos casos (PNUD, 2015).
El IE presenta la mayor brecha entre las entidades federativas del país; de manera
que el Índice de Educación del Distrito Federal es 48.3% superior al de Chiapas, y
muestra los resultados más altos del país (0.783), seguido por Nuevo León (0.674)
y Sonora (0.663). Las entidades peor posicionadas en esta dimensión son Chiapas
(0.528), Oaxaca (0.539) y Michoacán (0.543) (PNUD, 2015).
Respecto al Índice de Ingreso (II), el promedio nacional en esta dimensión es de
0.794. Los mejores niveles de este indicador se ubican en Nuevo León (0.862), el
Distrito Federal (0.852) y Sonora (0.847). Mientras los niveles más bajos están Chia-
pas (0.700), Guerrero (0.711) y Oaxaca (0.730). La brecha entre las entidades en los
extremos de este indicador es de 23.2% (PNUD, 2015).
Las evidencias antes expuestas señalan que Chiapas, Oaxaca y Guerrero son enti-
dades federativas con grandes déficits respecto a la cobertura de los derechos sociales,
y en consecuencia, la exigencia de los derechos ciudadanos como el acceso a la infor-
mación puede verse mermado ante la inexistencia de un piso básico, de ahí la importancia
de comprobar esta hipótesis. Para ello se corrió una regresión lineal, la variable depen-
diente fueron las solicitudes de acceso a la información de los ciudadanos mexicanos,
publicadas por el IFAI (2014). La independiente fue el índice de desarrollo humano
(PNUD, 2015). Como variable de control se utilizó la cantidad poblacional en cada
uno de los 32 estados.
2 El IDH oscila entre 0 y 1 (los valores más cercanos a 1 corresponden con los mayores índices
de desarrollo): muy alto (0.760 - 0.830); alto (0.745 - 0.760); medio (0.723 - 0.742) y bajo
(0.667 - 0.720) (PNUD, 1990).
403
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la información en México
tades clásicas, el ejercicio de los derechos civiles y políticos y favorece las condiciones
de posibilidad para la participación de la ciudadanía.
Tomando en consideración estos referentes teóricos, y reconociendo que la pobre-
za es uno de los problemas que ha mermado el ejercicio de los derechos ciudadanos en
México en la última década (Sampedro, 2013: 9), este trabajo se propuso demostrar
empíricamente que las limitaciones en relación con los derechos sociales fundamenta-
les de la ciudadanía mexicana representan también una limitación para el ejercicio de
sus derechos y libertades fundamentales, a partir de analizar el acceso a la información
como derecho ciudadano esencial para el ejercicio o protección de otros derechos
económicos, civiles, políticos, sociales y culturales (ONU, 2011).
Específicamente se analizó la influencia del desarrollo humano sobre el ejercicio del
Derecho de acceso a la información en las 32 entidades federativas que componen los Es-
tados Unidos Mexicanos, a partir de considerar que el ejercicio de los derechos ciudadanos
–entre ellos el DAI–, más allá de las garantías jurídico-institucionales, descansa tanto en
los ideales de la “virtud cívica” y del bien común (Mouffe, 1999), como a la garantía de una
serie de condiciones sociales y económicas básicas (Rawls, 1997; Marshall, 2007).
Siguiendo este propósito, se empleó el IDH, un indicador compuesto que con-
templa el desarrollo como el proceso de expansión de las libertades de los individuos
en tres dimensiones fundamentales: salud, educación e ingreso (PNUD, 1990). Se-
gún las mediciones de 2012, el IDH promedio del país es de 0.746. Las entidades
federativas que presentan mejores indicadores, son el Distrito Federal (0.83) y Nuevo
León (0.79), y entre los estados con índices de desarrollo más bajos están Oaxaca
(0.68), Guerrero (0.68) y Chiapas (0.67) (PNUD, 2015).
Con respecto a las solicitudes de información tramitadas en el 2013 por el IFAI,
según las entidades federativas, las cifras más altas corresponden con el Distrito Fe-
deral (48.2%) y el Estado de México (15.8%), mientras a entidades federativas como
Chiapas, Durango, Michoacán, Campeche, Guerrero, Tlaxcala, Baja California Sur,
Colima y Zacatecas sólo corresponden entre el 0.6% y el 0.3% de las solicitudes de
información (IFAI, 2014).
Al correr el modelo de regresión (anexos) se encontró una R² de 0.489, esto sig-
nifica que el IDH explica en un 48.9%, las solicitudes de acceso a la información;
es decir, independientemente de la cantidad poblacional en cada entidad federativa,
mientras mayor es el índice de desarrollo humano, mayor será el ejercicio de los de-
rechos ciudadano, específicamente el Derecho de acceso a la información. En el caso
contrario, los lugares con IDH bajo serán los que menos ejerzan ese Derecho.
De este modo, se constata la hipótesis del estudio y se demuestra que en el caso
mexicano, el Derecho de acceso a la información requiere para su ejercicio del cum-
plimiento de una serie de condiciones primarias básicas en lo social –salud y educa-
ción– y en lo económico –nivel de ingresos. Se comprueba empíricamente que para
el ejercicio del DAI en México, en tanto derecho ciudadano, resulta imprescindible
garantizar una serie de condiciones primarias básicas en lo social y lo económico
404
Anidelys Rodríguez Brito y Oscar Alfonso Martínez Martínez
(Marshall, 2007; Rawls, 1997), que para el presente estudio fueron representadas
mediante el índice de desarrollo humano.
Estos resultados apuntan a la validez de la premisa de larga tradición teórica (Rawls,
1997; Marshall, 2007) sobre las condiciones de posibilidad que suponen ciertas garantías
económicas y sociales básicas para el ejercicio de las libertades clásicas y los derechos de la
ciudadanía. En este caso particular, se demuestra la relación positiva entre el Derecho de
acceso a la información y el índice de desarrollo humano. Es decir, las entidades federativas
cuyos ciudadanos ejercieron más este Derecho, se corresponden con las regiones con los
mejores índices relativos a la salud, la educación y los ingresos.
Asimismo, se hace necesario dar continuidad al estudio, a partir de atender a otros
indicadores asociados a los derechos sociales, civiles, políticos y económicos básicos de
los ciudadanos mexicanos, que trasciendan los tres ítems que incluye el IDH (salud,
educación e ingresos), para comprender qué otros factores tienen incidencia en el
ejercicio del Derecho de acceso a la información, desde una exploración más detallada
de las condiciones existentes y específicas para el país y para cada estado. No obstante,
consideramos interesante la comprobación empírica de esta realidad, toda vez que el
acceso a la información en el contexto mexicano, desde la perspectiva del ejercicio
ciudadano, ha sido poco atendido.
Más allá de la importancia de considerar las circunstancias jurídico-institucionales
para el ejercicio de este Derecho, los resultados obtenidos llaman la atención sobre la
necesidad de acortar las distancias entre los derechos formales y los derechos reales
(Held, 2007), a partir de atender a las notables limitaciones asociadas al hecho de que
casi la mitad de la ciudadanía mexicana vive en condiciones de pobreza que limitan
sus derechos y libertades fundamentales, impiden la satisfacción de sus necesidades
básicas e imposibilitan su plena integración social (CONEVAL, 2014).
Aun cuando México ocupa el sexto lugar a nivel internacional en cuanto a la eficacia
y fortaleza de sus leyes de transparencia y acceso a la información (Mendel, 2013), el aco-
tado ejercicio de este Derecho por parte de la ciudadanía puede explicarse a partir de las
limitaciones asociadas a condiciones básicas de bienestar que figuran entre los derechos
sociales (Marshall, 2007), representadas en este caso particular, por indicadores como
salud, educación e ingresos, que componen el índice de desarrollo humano.
Esta realidad no sólo es preocupante en relación al ejercicio del Derecho de acce-
so a la información, objeto del presente trabajo, sino también de cara a la necesaria
consolidación de la democracia en México, a partir de potenciar los derechos sociales,
civiles y políticos, para hacer un mejor uso de los talentos y facultades de la ciudadanía
(Giddens, 2000; O’Donnell, 2002; PNUD, 2010).
Conclusiones
405
Desarrollo humano y derechos ciudadanos. Acercamiento al ejercicio del acceso a la información en México
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Estadísticas de
Coeficientes no estandarizados estan-
colinealidad
Modelo dariza- t Sig.
dos
Error están- Toleran-
B Beta VIF
dar cia
(Constante) -142580.736 36251.810 -3.933 .000
Índice de De-
sarrollo Huma- 187843.983 48841.931 .489 3.846 .001 1.000 1.000
1
no 2015
Población
2.187 .518 .537 4.220 .000 1.000 1.000
2012
Variable dependiente: Solicitudes de Información por Entidades Federativas
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Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad
social de los grupos hablantes de lenguas indígenas
en México
Lukasz Czarnecki e Ivonne Lidia Durán Osorio
“Todos estos movimientos –de la población rural a la población urbana […], de los
que ascienden de las clases más bajas a las clases medias– son poderosos paliativos a las
grandes diferencias, a los grandes contrastes, y son los canales de la moderación, de la
conformidad, de la esperanza de resolver los problemas personales y familiares por los
senderos trazados y por el esfuerzo individual, la educación, la suerte, o los méritos
que se hagan ante los dirigentes, patrones y autoridades”.
Pablo González Casanova (2011 [1965]: 136-137).
“I saw as a child
a small white boy
sitting in a car
and I never knew why
when my home was so far
and his so near
I had to walk
I saw as a child
a tall building
beautiful and empty
and I never knew why
when my home was so small
and this so big
we were overcrowded
I saw as a child
a tarred road
lean and lonely
and I never knew why
when our street was so busy
and this so alone
it was uncared for”.
Zindzi Mandela (1999: 86).
409
Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos hablantes de lenguas indígenas en México
El CONEVAL clasifica a un hogar como indígena “si alguno de los miembros fun-
dacionales ( jefe o jefa del hogar, cónyuge o alguno de los ascendientes) es hablante
de lengua indígena” (CONEVAL, 2014: 7). Conforme al Censo de Población y Vi-
vienda 2010, las diez entidades con mayor proporción de población en hogares indí-
410
Lukasz Czarnecki e Ivonne Lidia Durán Osorio
genas, respecto a su población total, son: Yucatán (51.4%), Oaxaca (45.9%), Chiapas
(33.4%), Quintana Roo (32.7%), Campeche (21.3%), Hidalgo (21.2%), Guerrero
(18.1%), Puebla (18.1%), San Luis Potosí (13.9%) y Veracruz (13.5%). Entre las
principales lenguas indígenas habladas en el país se encuentran el náhuatl, maya, mix-
teco, tzeltal, zapoteco, tzotzil, otomí, mazateco, totonaco y chol (CONEVAL, 2014:
15). El porcentaje de población hablante de lenguas indígenas que se encontraba en
pobreza en 2012, casi duplicaba al de la población no hablante (76.8% frente a 43.0%)
y el de población en pobreza extrema era casi cinco veces mayor: 38.0% frente a 7.9%
(CONEVAL, 2014: 12). Cabe destacar que “las actitudes racistas y las prácticas dis-
criminatorias son progresivamente funcionales al mantenimiento de la desigualdad
económica y la inequidad política, y contribuyen a profundizar la exclusión y a justi-
ficarla” (Iturralde, 2004: 236).
En relación a la movilidad social y la educación, Neelsen considera que la yuxta-
posición de la movilidad social y la educación está basada en cinco principios: 1) que
la sociedad está estratificada; 2) que el sistema de estratificación permite la movilidad
o que es esencialmente abierto; 3) que la educación juega un papel importante en la
movilidad; 4) que la educación es un estado alcanzado; y 5) que el papel de rendi-
miento está estrechamente vinculado con la educación (Neelsen, 1975: 129). Con la
inversión en la educación se podría esperar mejor rendimiento de los estudiantes y
con ello movilidad social ascendente al tener mejores oportunidades laborales. Dicho
esto, la educación es una variable que puede llevar a la movilidad intergeneracional
ascendente. Se considera que “gracias al acceso a la educación, el nivel de bienestar de
las actuales generaciones depende cada vez en menor medida de la posición social de su
hogar de origen” (De Hoyos et. al., 2010: 161). En esta visión, la educación es una
herramienta para el éxito en la vida adulta.
Además, según el artículo 26 del Convenio 169 de la Organización Internacional
del Trabajo: “Deberán adoptarse medidas para garantizar a los miembros de los pue-
blos interesados la posibilidad de adquirir una educación a todos los niveles, por lo
menos en pie de igualdad con el resto de la comunidad nacional”.
Sin lugar a dudas, ya se han hecho grandes esfuerzos por entender la dinámica de
la movilidad social en México (Serrano Espinosa y Torche, 2010; Campos Vázquez et
al., 2012), aunque la movilidad entre los grupos indígenas no ha sido suficientemente
explorada. Los grupos HLI viven en condiciones de pobreza, por lo que habría que
preguntarse cuáles son los factores que inciden en la persistencia intergeneracional.
De ahí la pertinencia de estudiar la movilidad educativa intergeneracional.
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Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos hablantes de lenguas indígenas en México
1 Se considera un solo grupo que incluya a quienes uno de sus padres habla(ba) lengua indí-
gena sin hacer distinción de cuál de los padres se trata (padre o madre), debido a que no se
encontraron diferencias estadísticamente significativas en los años de escolaridad acumulados
por el entrevistado al distinguir si es el padre o la madre (Ver Apéndice, Tabla 5).
412
Lukasz Czarnecki e Ivonne Lidia Durán Osorio
Las diferencias de logro educativo (medido por años de escolaridad acumulados) entre
los hijos de padres no indígenas y aquellos que tienen uno o dos padres indígenas,
son evidentes y estadísticamente significativas. Mientras que los primeros acumulan
en promedio 8.87 años de escolaridad, los segundos alcanzan 7.32 años; la diferencia
es de 1.55 años de escolaridad (Tabla 2).
Tabla 2. Logro educativo: padres no indígenas
frente a uno o ambos padres indígenas
Años de escolari-
Observaciones p-value
dad promedio
Muestra completa 8.59 10,536
Padres no-indígenas 8.87 8,664
Uno o ambos padres indígenas 7.32 1,872
Diferencia 1.55 0.00
Fuente: elaboración propia con datos de EMOVI 2011.
Las desigualdades se acentúan aún más cuando comparamos el logro educativo de los
individuos que tienen (tuvieron) padres no-indígenas frente a quienes tienen (tuvie-
413
Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos hablantes de lenguas indígenas en México
ron) dos padres hablantes de lenguas indígenas. En este caso, la diferencia de logro
educativo es de casi dos años mientras que los hijos de padres no-indígenas registraron
un logro educativo promedio de 8.87, los hijos de dos padres indígenas acumularon en
promedio 6.96 años de escolaridad, lo que equivale a que en promedio estudiaron
apenas un año adicional a la educación primaria (Tabla 3).
Tabla 3. Logro educativo: padres no indígenas frente a ambos padres indígenas
Años de escolari-
Observaciones p-value
dad promedio
Muestra completa 8.60 10,058
Padres no-indígenas 8.87 8,664
Ambos padres indígenas 6.96 1,394
Diferencia 1.91 0.00
Fuente: elaboración propia con datos de EMOVI 2011.
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Lukasz Czarnecki e Ivonne Lidia Durán Osorio
Se incluye la variable de sexo del entrevistado por el trato diferenciado que pudieron
haber recibido en el hogar. De igual manera, el modelo considera el número máximo
de años de educación alcanzado por los padres, variable de control que refleja el he-
cho de que a mayor logro educativo de los padres, más difícil será superar ese nivel;
es decir, tener movilidad educativa intergeneracional ascendente cuando los padres
sólo alcanzaron la educación básica, debería ser más factible que cuando realizaron
estudios de postgrado.
También se incluyen variables de número de hijos en el hogar y de hogares mono-
parentales, suponiendo que estos factores influirán en los recursos (monetarios y hu-
manos) disponibles para los miembros del hogar y, por lo tanto, en el logro educativo
y la MEI. Además, se incluye una variable que indica las preferencias de los padres
respecto al trabajo infantil, el cuestionamiento específico que se les hizo: “Cuando
usted tenía 14 años, ¿qué prefería su padre/madre: que usted trabajara o que estudia-
ra?” Asimismo se incluyó la situación laboral de los padres del entrevistado cuando
este último tenía 14 años. Para controlar la profundización que el sistema educativo
ha tenido a través del tiempo, se incluyó la edad del entrevistado. Por último, se tomó
en cuenta la pertenencia a un hogar indígena que equivale a hogares con por lo menos
un padre hablante de lengua indígena (Tabla 4).
Tabla 4. Movilidad educativa intergeneracional
(1) (2) (3)
Muestra com- Hijos de padres Hijos de padre(s)
pleta no-indígenas indígena(s)
VARIABLES MEI MEI MEI
Sexo del entrevistado (hombre=1,
mujer=0) 0.464*** 0.435*** 0.634***
(0.068) (0.075) (0.166)
Años de escolaridad del padre -0.668*** -0.682*** -0.614***
(0.019) (0.021) (0.050)
Años de escolaridad del padre al cua-
drado 0.005*** 0.005*** 0.006
(0.001) (0.001) (0.003)
Número de hijos -0.047*** -0.048*** -0.060**
(0.012) (0.014) (0.030)
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Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos hablantes de lenguas indígenas en México
2 Por su parte, Georg Simmel utilizaba el concepto “enemigo del interior”, que significa perte-
necer al grupo pero al mismo tiempo estar fuera: “L’étranger est un élément du groupe même,
tout comme les pauvres et les divers ennemis de l’intérieur - un élément dont l’articulation im-
manente au groupe implique à la fois une extériorité et une face-à-face” Simmel (2011: 663).
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Pero el chicalote pronto se marchita. Movilidad social de los grupos hablantes de lenguas indígenas en México
Conclusiones
Escribió Pablo González Casanova hace 50 años: “[…] en el terreno político, México
es un país profundamente inconforme, en el que grandes sectores de su pueblo están
en actitud agresiva e incluso revolucionaria, en el que todo conduce a una violenta ex-
plosión” (González Casanova, 2011 [1965]: 132). Cincuenta años después de escribir
estas palabras, la violenta explosión desapareció, dejando lugar para una vida cotidiana
en el silencio, el olvido y la exclusión. Además, el concepto de desarrollo actual hacia
los grupos indígenas remite a la definición de la pobreza de Georg Simmel de 1908;
según él, la asistencia es lo que determina la condición de la pobreza: “ser asistido es
la marca identitaria de la condición de pobre […]” (Paugam, 2014: 51). El efecto de
las transferencias monetarias debería llevar a los pueblos a una mayor movilidad social
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ascendente, pero no es así, ya que existe “un proceso de descalificación social que les
obliga a salir del mundo del trabajo en el ámbito de la inactividad y la dependen-
cia donde se asimilan a otros pobres que han experimentado diferentes trayectorias”
(Paugam y Schultheis, 2011: 18-19).
En el presente trabajo se demostró que existen obstáculos en la movilidad educa-
tiva intergeneracional de los grupos hablantes de lenguas indígenas. El efecto negativo
sobre la MEI que se presenta en individuos que nacieron en un hogar indígena, es
equiparable a la de un individuo cuyo padre era desempleado. Además, dentro del
sistema de exclusión por el hecho de ser indígena, se encuentran las relaciones con-
flictivas de las clases sociales, de género y de las relaciones raciales.
Habría que subrayar que el concepto de la movilidad social refleja una sombra del
Occidente europeo, puesto que asume la racionalidad en la cadena de los siguientes
sucesos: con la educación, el indígena podría subir en la escala de las clases sociales
y alcanzar un mejor nivel de vida, salir de su propio entorno por sí mismo y cambiar
o romper el círculo vicioso de pobreza. No es así, como lo hemos demostrado en el
presente trabajo.
Para los jóvenes, hijos e hijas de padres hablantes de lenguas indígenas siguen las
condiciones de precariedad, el olvido y la exclusión, dentro del colonialismo interno
persistente. Leila Guerriero, en otros contextos de América del Sur, escribía sobre un
pueblo patagónico: “Lo que pasa es que acá para la juventud no hay nada. La noche
es muy violenta. No es buen lugar para vivir” (Guerriero, 2006: 91). Esas palabras se
refieren también a México contemporáneo, “sólo a veces, allí donde hay un poco de
sombra, escondido entre las piedras, florece el chicalote con sus amapolas blancas.
Pero el chicalote pronto se marchita” (Rulfo, 2013: 123).
Referencias
Anderson, Kevin (2010), Marx at the Margins. On Nationalism, Ethnicity, and Non-wes-
tern Societies, Chicago, Chicago University Press.
Arceo Gómez, Eva O. y Raymundo Campos Vázquez (2013), Evolución de la brecha salarial
de género en México, Documentos de Trabajo Núm. 7, México D.F., Centro de Estu-
dios Económicos de El Colegio de México.
Bihr, Alain (2014), “Classes sociales”, en Alain Bihr y Roland Pfefferkorn (coord.), Dic-
tionnaire des inégalités, Paris, Armand Colin, pp. 75-78.
Campos Vázquez, Raymundo M., Juan Enrique Huerta Wong y Roberto Vélez Grajales
(2012), Movilidad social en México: constantes de la desigualdad, México D.F., Centro
de Estudios Espinosa Yglesias, A.C.
Casanova González, Pablo (2011 [1965]), La democracia en México, México D.F., Edi-
ciones ERA.
Castellanos, Rosario (1984), Mujer que sabe latín, México D.F., Fondo de Cultura Eco-
nómica.
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Apéndice
Tabla 5. Logro educativo: padre o madre indígena
Años de escolaridad Observaciones p-value
-9 14 0 3 17
-8 12 1 0 13
-7 19 2 1 22
-6 63 5 10 78
-5 45 2 7 54
-4 89 2 9 100
-3 186 10 34 230
-2 120 4 18 142
-1 137 10 14 161
0 1,385 74 244 1,703
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Diferencia de
Padres no indí- Ambos padres Total de la
logro educativo Un padre indígena
genas indígenas muestra
(años)
1 296 15 61 372
2 388 22 81 491
3 1,585 78 205 1,868
4 452 32 95 579
5 372 21 77 470
6 1,502 91 245 1,838
7 247 17 49 313
8 225 13 33 271
9 792 44 112 948
Movilidad Ascendente
10 110 8 13 131
11 133 4 11 148
12 301 14 48 363
13 28 1 1 30
14 32 2 2 36
15 30 1 4 35
16 33 0 6 39
17 45 2 6 53
18 5 1 2 8
19 4 0 0 4
20 0 1 1 2
21 0 0 1 1
22 2 0 1 3
23 2 0 0 2
26 1 0 0 1
Total 8,664 478 1,394 10,536
Fuente: elaboración propia con datos de EMOVI, 2011.
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Lukasz Czarnecki
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, Doctor en Sociología por la Universidad de Estrasburgo en Francia y Doctor en
Derecho por la Universidad Jagellona de Cracovia, Polonia.
Contacto: lukasz@comunidad.unam.mx
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Ciudadanía y calidad de vida: Debates, retos y experiencias
en torno al desarrollo social en México y América Latina
Diseño y formación:
Rodrigo Mazza
Cuidado editorial:
Departamento de Publicaciones, FCPyS, UNAM