Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Es bueno delimitar los roles y las tareas del hogar basándose en el compañerismo
y el respeto mutuo.
Para lograr ello es necesario un pleno conocimiento del otro; eliminar por completo
los complejos cuando se está en la cama, poner mucha actitud e imaginación y,
sobre todo, disfrutar mucho al tiempo que te asegures de que el otro también
está pasando bien. Sin obligaciones ni metas, el rol es compartido.
En casi todas las sociedades hay diferencias claras entre el comportamiento de niñas y
niños. Los varones no sólo muestran más actividad física, juego y exploración bruscos y
agitados, sino que también tienen otros intereses y prefieren, por ejemplo, juegos de
guerra; en contraste con las preferencias de las niñas por los papeles domésticos.
También puedes leer: Deberes de los niños y niñas: “Los más olvidados”
“¡Tira, tira si eres hombre!”, es un ejemplo macabro de cómo operan las expectativas de
actitudes de género en la cultura dominicana, cuando un hombre encañona a otro con un
arma de fuego para demostrar su bravura y masculinidad. En consecuencia, los hombres
tienden a no prestar atención a los mensajes preventivos que producen temor.
La calle y la casa
Entre los valores de la cultura dominicana figuran los espacios de la “calle” y de la “casa.”
El espacio de la casa es visto como aquél que delimita las acciones aprobadas como: el
matrimonio, la familia nuclear, las prácticas heterosexuales, los actos de género
tradicionales, entre otros.
Los valores como la fidelidad y la confianza, establecidos dentro del espacio de la “casa”,
son vistos como necesarios para el establecimiento y mantenimiento de relaciones
estables de pareja.
Desde una edad temprana, los niños varones son llevados a estar conscientes de su
conducta y siempre actuar para demostrar socialmente que son “hombres de verdad”. En
este proceso, personas cercanas a los niños, probablemente bajo el liderazgo de la
madre, se convierten en una especie de “policía de género” y conspiran para generar la
homofobia (rechazo a la homosexualidad) en el niño que va madurando.
Los varones son socializados en un ambiente fuertemente restrictivo y prohibitivo, que
deteriora su espontaneidad, autenticidad y alegría, produciendo mucha hipocresía y
neurosis, lo que hemos llamado “el ser y no ser” del varón dominicano. Crecen con un
miedo irracional de “convertirse” en el sexo opuesto, de “degenerarse”; este temor los
ayuda a construir la “heterosexualidad obligatoria” en el varón.
La posición de la mujer
También puedes leer: La actividad sexual mejora después del reemplazo de cadera
Algunos han señalado que no parece tratarse de dos tipos de mujeres, sino de un mito
que las contiene a ambas como las dos caras de una misma moneda. Las mujeres
dominicanas pueden atravesar estas dos posiciones alternativamente, fijarse en una o
sostener ambas. Pero si se ubican en una suelen interrogarse sobre la otra.
Conclusión
En sentido general, las mujeres están en desventaja frente a los hombres en términos de
vulnerabilidad social. Igualmente, podemos decir que también hombres y mujeres
experimentan marcadas diferencias de poder dentro de sus propios sexos.
Un modelo de cambio del cual podríamos beneficiarnos todos y todas, con menos
desigualdades, sería aquél en que aprendiéramos desde pequeños a reconocer que cada
quien es un ser humano único, imperfecto e insustituible, y que debemos ser quienes
somos, y desarrollar nuestro potencial humano y nuestra diversidad en la vida,
comparándonos con nosotros mismos, no con los demás.
La crianza familiar temprana debía basarse en el principio solidario de que todo niño o
niña es un ser humano irrepetible, con necesidades, sentimientos y derechos como
persona. Si desde pequeños aprendemos a decir nuestra palabra, sin temor y sin
importarnos tanto el “qué dirán”, sí dijéramos que sí o no cuando queremos o no
queremos algo, podríamos desarrollar una sociedad más fuerte, tolerante y democrática.