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Asignatura: ​Finanzas Publicas

Maestro: ​Juan Peralta Teran

Alumno: ​Uver Justo Justo

Matricula: ​16338079

Actividad: ​Resumen 11
“Capitulo VII: Deuda Pública”

Grupo: ​501 Turno: ​Matutino


Índice

DESARROLLO. 2

CONCEPTO Y ORÍGENES DE LA DEUDA PÚBLICA 4

CLASIFICACIÓN DE ACUERDO CON LA CONTRATACIÓN 6

NORMATIVIDAD 8

Ley General de Deuda Pública 9

ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DE LA DEUDA 9

FORMAS DE EXTINCIÓN: LA DÉCADA DE LOS OCHENTA 10

EL PERIODO DE LOS NOVENTA 13

CONCLUSIONES 14

DESARROLLO.

El endeudamiento ha sido una alternativa de financiamiento al desarrollo


económico desde la década de los cuarenta hasta finales de los setenta. Se ha
utilizado en México como palanca prioritaria en el desenvolvimiento de la
economía. Sin embargo, durante el largo periodo de 1982-1989, se convirtió en
una variable que ha ocasionado el desbordamiento de un círculo pernicioso, con
tasas negativas de crecimiento, inflación e hiperinflación, baja real de los salarios,
desempleo, desinversión, recesión, etcétera; estos años se caracterizan por la
transferencia negativa de recursos financieros al exterior.

Las décadas de los ochenta y de los noventa definen un periodo caracterizado por
la ausencia de desarrollo y crecimiento económico sostenidos. En particular, el de
los ochenta es un periodo de alternativas y soluciones presentadas por la política
económica del Estado para enfrentar el servicio de la deuda externa y resolver su
pago; lo es también de procesos de transferencia real de recursos, por concepto

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del servicio de la deuda, por más de 197 000 millones de dólares, durante 1983 y
1994.

No obstante, a finales de 1989 se plantea un camino diferente:

a) Abatir la transferencia neta de recursos al exterior para que la economía


pueda crecer en forma sostenida;

b) Reducir el valor de la deuda histórica acumulada hasta diciembre de 1988;

c) asegurar la obtención de recursos frescos durante un horizonte


suficientemente largo para evitar la incertidumbre que provocan las
negociaciones anuales, y

d) Disminuir el valor real de la deuda, así como la proporción que ésta


representa tanto en el PIB como en las exportaciones.

Haber destinado dicha cantidad disminuyendo el gasto y la inversión del sector


público contrajo la economía en el marco de un proceso de políticas económicas
de ajuste que han conducido a una situación social y política preocupante para el
Estado y la sociedad entera. Debido al mal manejo de una política de
endeudamiento externo sin el apoyo de los recursos internos y a la falta de un
adecuado presupuesto de divisas, a finales de la década de los ochenta se retornó
a la búsqueda de una política fiscal más agresiva, acompañada de un incremento
sustancial de la deuda interna para satisfacer los requerimientos financieros del
Estado. La búsqueda de nuevas opciones de financiamiento, tanto internas como
a través de operaciones en el mercado de valores acompañada de una
liberalización financiera y comercial, en torno a la creación de un bloque
económico de América del Norte, creó expectativas macroeconómicas que
permitieron la entrada de capitales y a la vez la liberalización de la cuenta de
capital de la balanza de pagos.

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De esta forma, la contratación de nueva deuda externa la realizaron,
fundamentalmente, las empresas del sector privado, las empresas bancarias y el
sector público por medio de su deuda interna. Si bien factores externos, como la
disminución de los flujos de capital en escala internacional a raíz del aumento de
las tasas de interés de Estados Unidos desde finales de 1993, ocasionó una
retirada paulatina de capitales que difícilmente pudieron seguir alimentando la
economía mexicana durante el siguiente año. La necesidad de seguir sosteniendo
un déficit en cuenta corriente y de La necesidad de seguir sosteniendo un déficit
en cuenta corriente y de dinamizar la economía nacional hizo que el gobierno
elevara la contratación de capitales por medio de los tesobonos. A ello se aunaron
el deterioro social y político, la disminución de la confianza y el aumento del riesgo
por la alta volatilidad e incertidumbre de los mercados financieros, todo lo cual
propició la devaluación de finales de diciembre y una de las peores crisis
económicas en la historia del México independiente.

CONCEPTO Y ORÍGENES DE LA DEUDA PÚBLICA

Destacados autores han definido la deuda pública de diferentes maneras. Para


algunos:

“...el crédito público es así la confianza o solvencia de que goza un Estado


u otra corporación de derecho público en cuanto al cumplimiento de los
compromisos pecuniarios por ellos contraídos”.

Sommers, en su libro Finanzas Públicas e Ingreso Nacional, sitúa a la deuda


pública como el medio del que se sirve el gobierno para preveernos de dinero que
en otra forma no tendríamos, enmarcando a la deuda como un acto de gobierno
de las finanzas gubernamentales.  ​El concepto de deuda pública se amplía en la
medida en que los países se van haciendo cada vez más interdependientes y se
crean —en la posguerra— las instituciones financieras multilaterales y se
fortalecen los grandes bancos transnacionales. La deuda externa vendría a ser

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aquel capital disponible que es necesario valorizar e invertir en países de alta
rentabilidad, sean subdesarrollados o desarrollados.

El crédito vía el Estado se utilizará para lograr un desarrollo adecuado de la


economía. La deuda pasará a ser un instrumento de recirculación del capital en
escala internacional que abre un nuevo paso a los cambios estructurales de los
países y de la misma teoría de las finanzas públicas. El origen de la deuda externa
de México es tan antiguo como el nacimiento del Estado nacional. En la historia
moderna del país, la deuda externa se ha utilizado como un mecanismo de
financiamiento del desarrollo del capitalismo. Desde el inicio del siglo XIX los
primeros empréstitos otorgados por Inglaterra sirvieron al Estado para facilitar los
servicios de la ciudad y después para construir la infraestructura ferroviaria.

La fricción ocasionada por el pago de los créditos contratados con España,


Francia e Inglaterra provocó que Francia invadiera México durante el gobierno de
Benito Juárez. En el porfiriato, la deuda externa recobró importancia en el
establecimiento del capitalismo mexicano. Grandes vías de comunicación se
hicieron gracias al crédito externo. ​Los bancos privados transnacionales otorgaron
préstamos crecientes a México a partir de mediados de los sesenta. Sin embargo,
será a raíz de la crisis petrolera y por la necesidad de recircular los llamados
petrodólares que México aumentará la contratación de sus empréstitos con la
banca internacional. Para 1982, cerca del 90% de la deuda estaba contratada con
dichos bancos. Una vez desatada la crisis financiera de 1982, se establecerán
diferentes modalidades.

La estrategia, de política económica, para hacer frente a la crisis de liquidez de


México en 1982-1988 se caracterizó, en primer lugar, por los acuerdos de
estabilización para el periodo 1983-1985 y el acuerdo ​stand by ​para el lapso
comprendido entre junio de 1986 y el transcurso de 1987, firmado por el gobierno
mexicano con el Fondo Monetario Internacional; asimismo, en 1988 se
instrumentó el primer Pacto de Solidaridad Económica. En segundo lugar, por la

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renegociación, en tres ocasiones durante dicho periodo, de la deuda con la banca
privada internacional.  ​La tercera renegociación fue por un monto de 75 250
millones de dólares, incluyendo la renegociación anterior, 9 500 millones de la
deuda privada, un crédito de 5 000 millones de dólares concedido en 1983, 3 800
millones de dólares otorgados en 1984 y 1 800 millones contratados con el Club
de París. El plazo fue de 20 años, con 7 años de gracia.

En tercer lugar, durante el periodo se destinó puntualmente la cantidad de 51 000


millones de dólares por concepto del servicio (amortizaciones e intereses) de la
deuda externa. Posteriormente, una vez saneado el perfil del endeudamiento en el
marco del Plan Brady y de las expectativas del Tratado de Libre Comercio, México
vuelve a captar grandes cantidades en el mercado internacional. De ser un país de
alto riesgo, llega a captar cerca del 10% de los flujos de capitales privados netos
de todas las economías emergentes durante 1994.7 Panorama que al final de
dicho año cambia de manera opuesta. La inestabilidad de los mercados
financieros, la incertidumbre y dificultad para hacer frente a las obligaciones de
corto plazo, así como el riesgo de desplegar una crisis financiera de alcance
global, constituyeron referentes de consideración para promover una estrategia de
rescate financiero que significó el hacer frente a las obligaciones de corto plazo
provenientes de los vencimientos de tesobonos y de los certificados de depósito
de la banca comercial mexicana.

El crecimiento de la cartera vencida de los bancos comerciales, así como las


dificultades para constituir reservas preventivas y los problemas de capitalización,
obligó a la intervención del gobierno a partir de la constitución del Fondo Bancario
de Protección al Ahorro (FOBAPROA), así como del Programa de Capitalización
Temporal (PROCAPTE). El FOBAPROA se constituye como una ventanilla de
créditos para que los bancos con problemas en su posición financiera puedan
solventar sus obligaciones financieras de corto plazo.11 Por cuanto al
PROCAPTE, orientado a la atención de los bancos con problemas temporales de

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capitalización (índices inferiores al 8% de sus activos en riesgo) su objetivo ha
sido garantizar su solvencia. En este esquema los bancos se obligan a entregar al
FOBAPROA obligaciones subordinadas convertibles y no convertibles.

CLASIFICACIÓN DE ACUERDO CON LA CONTRATACIÓN

Para su claro entendimiento la deuda pública se clasifica, según su origen, en


externa e interna. Por el plazo de vencimiento, se clasifica en corto y largo plazos.
Por el tipo de acreedor externo en deuda contratada con organismos financieros

internacionales multilaterales o bilaterales y bancos privados o transnacionales.


Algunos autores señalan la forma de emisión en tituladas y no tituladas. Y, por su
efecto en la actividad económica, en tres tipos:

1) deuda lastre, deuda pasiva, deuda activa;


2) deuda reproductora, deuda de “peso muerto” y
3) deuda autoliquidable y deuda no autoliquidable.

Estos préstamos sindicados se obtenían en el mercado internacional de capitales


con un banco líder y varios bancos que operaban en el mercado de los
eurodólares, consolidando el proceso de transnacionalización bancaria. Si bien en
1982 el 90% de la deuda externa de México se había contratado con dichos
bancos, esta deuda va a ser reestructurada varias veces hasta disminuir en más
de la tercera parte para finales de la década de los ochenta.

Por otro lado, la participación de los organismos financieros internacionales en el


total de la deuda externa fue muy importante para nuestro país de 1940 hasta
1965, cuando empiezan a perder fuerza frente a los bancos privados. Los
organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el Banco
Interamericano de Desarrollo, el Eximbank y la AID cobrarían fuerza a raíz de la
crisis mexicana. Los organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo, duplicarán su participación en México, siendo su

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característica la condicionalidad. Es decir, la participación de sus créditos estará
condicionada al programa de ajuste del Fondo Monetario Internacional en el
cambio estructural perseguido en México.

Los organismos bilaterales como el Eximbank, cuya participación de Estados


Unidos (100%) irá ligada a proyectos prioritarios del gobierno federal, la venta de
bienes de capital y la supervisión de los préstamos por parte de Estados Unidos y
México, serán claves en el otorgamiento de préstamos. Entre otros organismos
bilaterales se encuentran el Eximbank de Japón, el cual ha participado
activamente en los últimos años en México. Con relación a los plazos, como
estrategia de política de deuda externa del sector público se ha perseguido, a
partir de 1983, que la contratación de los créditos establecidos permanezca a
largo plazo para evitar pagos cuantiosos. Uno de los detonantes significativos de
la crisis financiera de agosto de 1982 y diciembre de 1994 han sido las
obligaciones de corto plazo; verbigracia, en 1982 había más de 20 000 millones de
dólares a corto plazo, en tanto que a principios de 1995 las obligaciones externas
derivadas de los títulos de deuda pública externa (tesobonos) representaban más
de 29 000 millones de dólares.

En primer lugar, la deuda externa tuvo un crecimiento cuantioso, particularmente


entre 1980 y 1982, si tomamos en cuenta la deuda del sector privado que en 1982
ascendía a más de 23 000 millones de dólares.15 En segundo lugar, las cifras del
endeudamiento externo tienden a estancarse a medida que disminuye el
otorgamiento de créditos de la comunidad internacional. Parece que la tónica
seguida fue reestructurar la llamada “vieja deuda” y el otorgamiento de nuevos
créditos mediante acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y los
organismos financieros internacionales. Por otra parte, la deuda interna que en
1980 representaba 678.4 millones de pesos cobró desde 1985 un papel activo
como mecanismo de financiamiento para el gobierno federal. Entre 1986 y 1987

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se triplicó, ocasionando un fenómeno hiperinflacionario que no se detuvo hasta
1988.

Entre los principales instrumentos de endeudamiento interno que utiliza el


gobierno federal se encuentran los Certificados de la Tesorería de la Federación
(CETES) Bonos del Desarrollo del Gobierno Federal, Pagaré de la Tesorería de la
Federación, Bonos Ajustables del Gobierno Federal y tesobonos, entre otros. El
crecimiento y perfil de vencimientos, en la emisión de estos instrumentos,
particularmente tesobonos, se constituyeron en el detonante y expresión de la
crisis financiera, que desde diciembre de 1994 vuelve a vivir la economía
mexicana.

NORMATIVIDAD

Es a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a la que compete contratar o


negociar el crédito público externo. Por lo tanto, en el artículo 38, apartado VIII del
capítulo VI del Reglamento Interior de dicha Secretaría se hace referencia a la Ley
General de Deuda Pública.
Ley General de Deuda Pública

La Ley General de Deuda Pública entró en vigor el 1 de enero de 1977. Fue


planteada dentro de una serie de medidas de reajuste económico, entre ellas
—según el Fondo Monetario Internacional— limitar el endeudamiento a 3 000
millones de dólares anuales mientras estuviese vigente el plan de estabilización.
La ley era el reflejo de la continuidad de la política de endeudamiento en el marco
de las políticas económicas: sustitución de importaciones, desarrollo compartido y
alianza para la producción. Presentaba una relación de continuidad del proceso de
acumulación por la vía capitalista y dependiente del exterior. Fue un instrumento
indispensable en el ámbito de una política económica, sujeta a las pautas fijadas
por el Fondo Monetario Internacional en beneficio de la iniciativa privada nacional
y del capital extranjero.

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En la exposición de motivos que acompañó al texto de la ley se manifestaba:

“...la política de endeudamiento público adquiere una relevancia primordial


en el manejo de las alianzas nacionales, que obliga al Estado a plantear, en forma
cada día más cuidadosa, la aplicación nacional del crédito que se requiere”.

Por otro lado, tendía a garantizar las ganancias de las inversiones, al mismo
tiempo que la paz social y la solvencia del país. “De fundamental importancia es
que el servicio de la deuda pública se mantenga siempre dentro de la capacidad
de pago del sector público y del país en su conjunto”.

ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DE LA DEUDA

La deuda externa se ha constituido en una variable fundamental en el


financiamiento del desarrollo de tipo capitalista en países subdesarrollados como
los de América Latina. En México formó parte del complemento del ahorro interno
que el Estado ha utilizado para financiar el desenvolvimiento de la economía de
los cuarenta hasta la crisis financiera de 1982. Pasando de etapas de
estabilización económica, política y social, de 1954 a 1976, hasta etapas que
permitieron el boom petrolero pero que también provocaron la crisis más grave de
nuestra historia, la de 1994-1995; en estos años, el endeudamiento desempeñó un
papel fundamental en el crecimiento del país: de tasas del 4 y 5% del PIB se pasó
a 7 y 8% durante el auge petrolero.

La deuda externa fue un mecanismo de crecimiento, durante el periodo


estabilizador, el llamado “milagro mexicano”, pero haberla utilizado para pagar
gastos corrientes del gobierno federal ocasionó que no fuera de pronta
recuperación el pago por sí mismo. Si a ello sumamos la caída del precio del
petróleo y el aumento de la tasa de interés en el ámbito internacional, como
factores externos, el mercado de capitales se contrajo severamente, a principios
de la década de los ochenta. Se propició que el endeudamiento financiara una

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política cambiaria en beneficio de sectores económicos vinculados a actividades
especulativas y los grupos de más altos ingresos. La incertidumbre recurrente, al
final de cada sexenio, convergiendo en cada coyuntura, con un entorno
internacional desfavorable para México, precipitó la llamada “crisis de liquidez”, en
agosto de 1982 y la “crisis de los tesobonos” de diciembre de 1994.

La crisis de liquidez o crisis de endeudamiento sería, a partir de dicho momento,


objeto de definición de la política económica nacional. Superar el pago de la deuda
externa propició una severa política de ajuste acompañada de programas
económicos recesivos, cuyo ajuste estructural ha incidido en el país, con un
deterioro económico, político y social. Los acuerdos firmados por México y el
Fondo Monetario Internacional, conjuntamente con las renegociaciones de la
deuda externa, serían de 1982 a 1988 los lineamientos a seguir. En este periodo
hubo tres renegociaciones cuyo objetivo primordial fue posponer el pago del
principal y de los intereses.  ​En el acuerdo firmado por México y el FMI en abril de
1989 se vislumbraba la disminución de la deuda externa total.

FORMAS DE EXTINCIÓN: LA DÉCADA DE LOS OCHENTA

Sin lugar a dudas la deuda externa a lo largo de su historia ha representado


diferentes alternativas tanto para el pago del servicio de su deuda externa como
para evitar crisis estructurales económicas de mayor profundidad. Si se observan
las diferentes alternativas de política económica para enfrentar la insolvencia del
pago de la deuda externa podríamos adelantar la siguiente conclusión. El
momento coyuntural nacional e internacional, así como los entornos económico,
político y social son los que definen la estrategia alternativa tomando en cuenta la
disposición de los organismos financieros internacionales: Fondo Monetario
Internacional, Banco de Pagos Internacionales y la Reserva Federal de Estados
Unidos, cuya participación es indispensable en todos los paquetes de salvamento.

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Para entender el proceso de la renegociación del débito mexicano es importante
sintetizar las distintas facetas que se dan a partir del 1 de diciembre de 1988. Una
vez expuestas por el presidente de la República en esa fecha, las premisas de la
necesaria reducción del débito se realizaron entrevistas del secretario de
Hacienda mexicano con los principales bancos acreedores de los países que
conforman el Grupo de los Siete. Japón accedió a efectuar préstamos y otros
países mostraron disponibilidad para hacerlo, siempre y cuando se firmara una
Carta de Intención. En el Acuerdo con el Club de París, México logró un

acuerdo multianual que abarca 2 600 millones de dólares, que representan los
vencimientos de capital a pagarse del 10 de junio de 1989 hasta el 31 de marzo de
1992, y el 100% de los intereses a pagarse entre el 10 de junio de 1989 y el 31 de
marzo de 1990. Asimismo, incluyen el 90% de los intereses por vencer entre el 10
de abril de 1990 y el 31 de marzo de 1991 y el 25 de mayo de 1992. La cifra de
alivio final que se logró en materia de reducción de transferencia con este
acuerdo, se dio como sigue:

“Para 1989, 519 millones de dólares; para 1990, 773 millones de dólares. El
acuerdo también asegura financiamiento irrestricto para las importaciones que
México realice de los países miembros del Club de París, el cual se calcula en un
mínimo de 2 000 millones de dólares anuales durante los próximos seis años”.

En el marco de la asamblea de gobernadores se especificaron los proyectos de


desarrollo hidroeléctrico, de reestructuración industrial y de desarrollo forestal en
los estados de Durango y Chihuahua. El acuerdo con el comité asesor de la banca
comercial fue anunciado por el presidente como la solución al crecimiento del país.
Una vez llevados a cabo todos los pasos requeridos en el marco de la estrategia
del FMI y del Plan Brady, enunciados en el inciso anterior y después de varios
encuentros entre los negociadores mexicanos y los representantes de la banca
acreedora, el presidente informó a los mexicanos el resultado del acuerdo de

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renegociación el 23 de julio de 1989. Dicho acuerdo, cuya modalidad es la
reducción

del principal de los intereses, acompañada de nuevos créditos, es el primero en su


tipo. En el marco del discurso, el mensaje del Ejecutivo de la Nación por los
medios de comunicación, procuró terminar con uno de los puntos débiles que
marcaban inestabilidad a su Plan Nacional de Desarrollo y a las frecuentes
amenazas de caer en el proceso inflacionario y perder lo ganado con el Pacto.
Tomando en cuenta las tres opciones de reducción del principal e intereses
acompañados de nuevos créditos, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
haciendo mención al menú de opciones presentado por México a los bancos
acreedores, presentó la hoja de términos, donde especificaba lo siguiente:

“México aportará 7 000 millones de dólares de sus propios recursos y de


recursos provenientes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y del
Banco de Importaciones y Exportaciones de Japón, para colateralizar la emisión
de bonos que reduzcan la deuda. Recibirá dinero fresco y de reducción del
principal de la deuda entre 2 000 y 3 000 millones de dólares anuales. El programa
incluye el intercambio de deuda por capital (swaps) a mil millones de dólares
anuales. Una vez intercambiada la “vieja deuda” por bonos nuevos, utilizando el
35% de descuento, el descuento tendrá una tasa flotante de interés equivalente a
13/16 de un punto porcentual sobre la tasa interbancaria de Londres (Libor) y los
bonos de reducción de principal estarán sujetos a la tasa fija de 6.25 por ciento
negociada anteriormente.”

Mientras se definían los términos por los cuales optaría la banca acreedora (difícil
de convencer) la banca internacional y Estados Unidos optaron por otorgar un
préstamo puente de 2 000 millones de dólares para dar confiabilidad al gobierno
ante la sociedad civil. Haber sintetizado las diferentes fases de la renegociación
con disminución del principal e intereses, acompañada de nuevos créditos,

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permitió dar confiabilidad a un plan de ajuste estructural cuyo objetivo ha sido,
desde el inicio, lograr la integración de México a Estados Unidos.

EL PERIODO DE LOS NOVENTA

La negociación de la deuda externa en el contexto del Plan Brady significó para


México el reingreso a los mercados internacionales de capital mediante la emisión
de documentos privados y públicos, así como la incorporación de la economía
mexicana al bloque del norte (con Estados Unidos y Canadá) constituyendo
rasgos esenciales, en la estrategia de financiamiento, para atraer la inversión
extranjera y con ello lograr, por la vía del financiamiento externo, la recuperación
económica con estabilidad de precios. Verbigracia, entre 1989 y 1994 el superávit
acumulado de la cuenta de capital de la balanza de pagos asciende a cerca de
105 000 millones de dólares, lo cual expresa la creciente afluencia de recursos
externos hacia México.

La política de endeudamiento externo de estos años se enmarca en:

a) la diversificación de las fuentes de financiamiento;


b) la disminución del costo financiero, y
c) el aprovechamiento del descuento al que se cotizaba la deuda mexicana en
los mercados secundarios.

En tales condiciones, se pretendía reducir el nivel de endeudamiento (respecto al


PIB) así como la modificación de la estructura de ésta (con relación a los plazos
de vencimiento) para reducir su servicio. El entorno en que se dan los cambios
financieros de la deuda externa de México va acompañado de las
transformaciones en el perfil y la organización de la producción, así como de la
actividad económica en general. Sin embargo, ante la crisis manifestada desde
fines de 1994, la estrategia de deuda externa evidencia la imposibilidad de
mantener la estrategia de deuda pública y de financiamiento externo con

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programas de ajuste recurrentes; impidiendo con ello el crecimiento económico
sostenido.

CONCLUSIONES

Las propuestas recurrentes de salida de las crisis financieras, presentadas a lo


largo de los últimos 25 años, por medio de renegociaciones sucesivas y
contratación de nuevos créditos, más para cumplir con obligaciones que para
incrementar la inversión productiva, derivando en un mayor endeudamiento
externo, parecen no ser la mejor opción para configurar condiciones de
recuperación económica y de crecimiento sostenido con estabilidad de precios. En
los ochenta la alternativa para la deuda externa mexicana fueron las tres
renegociaciones hasta finiquitar el problema con el Plan Brady al inicio de los
noventa; en la crisis financiera 1994-1995 el préstamo del Fondo Monetario
Internacional con apoyo de la Reserva Federal sirvió para rescatar los bancos y
mejorar paulatinamente el costo del rescate, sin embargo, el problema financiero
siguió presente ante el proceso de la entrada y salida de capitales que dependen
de la política monetaria de Estados Unidos. Para finalizar el sexenio 1994-2000 se
planteó el blindaje financiero como una opción viable; no obstante, la solución a la
crisis bancaria no ha sido la más viable y en el marco de un proceso de mercados
financieros integrados es difícil evitar nuevas devaluaciones y crisis financieras
con costos sociales altos.  ​Es prioritario, que el modelo de política económica no
base sus expectativas en el ahorro externo, símbolo de volatilidad y riesgo en
muchas economías subdesarrolladas.

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