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Los discursos de la modernidad y el desarrollo lograron generar un orden y un imaginario centrado

en conceptos como los de Estado-Nación, territorio e identidad nacional. Hoy estos conceptos se
ven minados por afuera y por debajo: de una parte la globalización económica y cultural borra las
fronteras nacionales y las identidades asociadas a ellas, mientras la diferenciación sociocultural
cobra más visibilidad y voz dentro de las propias sociedades nacionales.

A nivel subnacional ha sucedido lo mismo, por cuanto las regiones del país fueron creadas por la
voluntad del Estado y sin que mediara presión o demanda de parte de la ciudadanía de esas
regiones. Por lo tanto, las personas acostumbradas a su territorio más o menos coincidente con
comunas y provincias se vieron sometidas a reconocerse en un espacio virtual que no tenía historia
ni desafíos para ellos.

Las regiones son entonces un marco para la germinación de múltiples formas de identidad.
Algunas de las identidades se pueden ampliar como referente regional, otras son expresiones
locales. También sucede que fenómenos culturales atraviesan las diferentes identidades
regionales, como sucede con las tierras y comunidades aymaras del norte.

La realidad regional estalla en múltiples formas, que es diversa y que muestra heterogeneidad
estructural. Las variaciones en cuanto a la diversidad de identidades al interior de las regiones
parece surgir también como una de las consecuencias de un desigual capital social, donde la
confianza y las redes juegan un rol clave.

TEMUCO LUGAR MAS “CIVILIZADO” CON MAS OPORTUNIDADES, POR ESO SE DA MULTI.

La Araucanía presenta una importante presencia de población de origen mapuche. Este índice es
una de las señales más claras de la diversidad de la población regional pero, por sobre todo, es una
de las identidades de la misma, ya que a partir de la cosmovisión, tradiciones y costumbres de los
mapuche se genera una diferenciación que convierte a esta zona en un espacio de composición
multicultural.

Socialmente, en la región existe una convivencia interétnica, entre las culturas mapuche y no
mapuche o chilena. Se presentan interrelaciones particulares en este contexto, que se han
formado a lo largo de la historia y han estado cruzadas por la integración y la convivencia
mapuche-chilena, junto con una relación donde ambas culturas se enfrentan.

*Actualmente, la Región de La Araucanía se define como un territorio de acentuadas


transformaciones en las lógicas interculturales, de exclusión en las relaciones entre agentes
sociales y de complejas dificultades para asumir su unidad, en un marco de procesos de desarrollo
que han generado dependencia y exclusión, especialmente para la población indígena, sobre todo
social y económica.

En América Latina y el Caribe, los conflictos del multiculturalismo se vinculan históricamente a la


“dialéctica de la negación del otro”(3): ese otro que puede ser indio, negro, mestizo, zambo,
campesino, mujer o marginal urbano. Entendida en términos étnicos y culturales, la negación del
otro se remonta al período de descubrimiento, conquista, colonización y evangelización, y recorre
la relación entre la metrópoli (España y Portugal) y la periferia (América Latina y el Caribe). Pero no
acaba allí, sino que se transfigura a lo largo de nuestra historia republicana y sus procesos de
integración social y cultural. En este sentido, podemos decir que Iberoamérica está marcada desde
sus orígenes por el problema multicultural, en la medida que la diferencia se constituye en el eje
del poder, el disciplinamiento y la expropiación.

Conclusion: El desafío es compatibilizar la libre autodeterminación de los sujetos y la


diferenciación en cultura y valores, con políticas económicas y sociales que hagan efectivos los
derechos de “tercera generación”, reduciendo la brecha de ingresos, de patrimonios, de
adscripción, de seguridad humana y de acceso al conocimiento. Se trata de promover la igualdad
en el cruce entre la justa distribución de potencialidades para afirmar la diferencia y la autonomía,
y la justa distribución de bienes y servicios para satisfacer necesidades básicas y realizar los
derechos sociales.

Según Jorge Larraín, “la constitución de una cultura latinoamericana comienza en el momento que
la cultura española del siglo XVI se encuentra con las culturas indígenas de América” (1994: 33).
Fue precisamente este encuentro de culturas el que, desde nuestro punto de vista, dio origen a la
idea del sueño de la unidad cultural latinoamericana.

Esta región se caracteriza por ser históricamente lugar de resistencia indígena, mapuche, quienes a
la llegada de los españoles soportaron los ataques, por lo que se le llama “La frontera” debido a
que hasta este punto llegaban los españoles en sus invasiones.

La región de la Araucanía posee características particulares, como ya hemos descrito, que son
diferentes a la mayoría del país, y por supuesto muy diferentes a la región metropolitana, esto no
solo por lo niveles de vulnerabilidad (pobreza, desigualdad), sino también por la formación como
región, su población indígena, su estructura social y económico-productiva

Por último a nivel cultural, a través de las tradiciones campesinas, la comida, los remedios, las
fiestas tradicionales, la religión y la ligazón étnica-cultural. Estas características hacen de la
ruralidad sea un aspecto importante a analizar para la estructura social de la región.

La región de la Araucanía es más rural de lo que uno se imagina, de hecho la comuna de Temuco y
Padre las casas que componen el Gran Temuco, vendrían siendo lo más parecido a un gran centro
urbano, con 350 mil personas aproximadamente, el resto de las comunas se componen como
pequeñas ciudades o pueblos, de hecho se puede decir que 24 de las 32 comunas de la región son
eminentemente rurales (población de centros urbanos sobre 2000 personas) (Albers, et al: 2011).

La construcción social de la realidad trae consigo muchas dudas acerca de la concepción particular
de los individuos sobre la sociedad, y también sobre su concepción colectiva. cuales son los
factores, variables, experiencia e historia que influyen para que las personas posean cierto acervo
cultural, y ciertas condicionantes sociales que la hagan conformar un discurso de acuerdo a sus
intereses

E N UN CONTEXTO DE PROFUNDAS TRANSFORMACIONES, técnicas, tecnológicas, productivas,


sociales e institucionales, la identidad en un territorio multicultural es actualmente uno de los
fenómenos sociales que ha adquirido mayor complejidad.

La actual Región de La Araucanía constituye un territorio de corta data en términos de su


delimitación territorial, de profundas transformaciones en las lógicas interculturales, de instalación
de mecanismos asimétricos y de exclusión en las relaciones entre agentes sociales, y de complejas
dificultades para asumir su unicidad, en un marco de procesos de desarrollo que han venido
generando procesos de dependencia y exclusión, sobre todo social y económica, de este modo es
muy difícil descubrir y poner en valor los procesos de observación y comprensión que viene dando
origen y que pueden proyectar a la región hacia el futuro

La Identidad es un mecanismo desplegado en procesos históricoculturales, respecto del cual son


observables sus expresiones o vehículos (sujetos, objetos y mensajes), que no radica en los
individuos sino en los mecanismos que regulan las relaciones sociales, materiales y simbólicas
entre colectivos en un territorio determinado, como La Araucanía (IDER, 2009).

El mundo ha experimentado el fortalecimiento del intercambio cultural en virtud del mejoramiento


de las comunicaciones, principalmente gracias al papel jugado por la red, la expansión del
intercambio comercial y la intensidad de los flujos migratorios.

La modernidad, si bien reconoció la ciudadanía como conjunto de individuos autónomos con


derechos y responsabilidades, desconoció la especificidad social, la etnicidad y los derechos
colectivos, confinando a “los diversos” a una situación donde la igualdad se trastocó en
desigualdad y falta de libertad.

Se entiende por cultura el conjunto de valores, hábitos costumbres y prácticas sociales de una
realidad compleja y llena de significados, que atraviesa estructuras institucionales y sociales y
determina comportamientos individuales y colectivos, los cuales inciden en el bienestar de la
gente.

La multiculturalidad se refiere a la existencia en el espacio social de culturas e identidades diversas.


Esta diversidad se da en las sociedades actuales y es posible que se acreciente en las futuras, como
consecuencia de los procesos de globalización, de la revitalización de movimientos de minorías
nacionales así como de los procesos de movilidad de poblaciones a partir del fenómeno de la
inmigración (Vallescar Palanca, 2000).

Pero, con frecuencia, la multiculturalidad puede plantear conflictos surgidos de factores como la
desconfianza entre los distintos grupos culturales, el desconocimiento que lleva a estereotipos, la
falta de información sobre las diferentes culturas o la escasa participación de los grupos
minoritarios en la vida pública. Estos problemas y otros clásicos (de asimilación, colonización,
rechazo, marginación, segregación, etc.) implican desafíos para la convivencia, el respeto y el
reconocimiento.

este pueblo y sus demandas han cobrado una creciente importancia en Chile donde las
movilizaciones, organizaciones y reivindicaciones mapuches han adoptado la forma de lucha por el
reconocimiento en dos grandes dimensiones: una socio-económica (por mejoras en sus
condiciones materiales de vida: vivienda, salud, educación, tierras) y otra etno-cultural (demandas
por el respeto a la identidad mapuche, a su lengua, a su cosmovisión, entre otras) (Foerster y
Vergara, 2000).

Conclusión: Si bien el multiculturalismo es un fenómeno que se ha instalado fuertemente en


nuestras sociedades, aún persisten desafíos respecto de cómo enfrentar la diversidad y cómo
promover la convivencia sin perder de vista los principios que deben guiar la gestión de las
políticas, planes y programas respecto de los pueblos indígenas. Incluso, conceptos como la
ciudadanía están siendo objeto de debate de manera que responda a estos nuevos desafíos. Como
señala Kymlicka (1996), la ciudadanía no debe ser reconocida solamente como el estatus legal,
entendido como el conjunto de derechos y responsabilidades, sino también como identidad, en
cuanto expresión de la pertenencia a una comunidad política.

En la Región de la Araucanía y en Temuco se percibe la existencia de un largo conflicto aún no


resuelto, y la aparente paz y las formas de hacer política parecieran ser veladas réplicas de una
larga situación de dominación, en que los espacios de decisión continúan perteneciendo a unos
pocos, herederos de un proyecto de nación sustentado en los intereses de las elites de poder
tradicional. El cambio necesario para construir la ciudad del futuro, implica escuchar al otro, leer la
historia y comprender sus mensajes, además de una postura ética sustentada en la responsabilidad
de cada uno, por otros y el entorno, que permita el renacimiento de valores como la solidaridad, el
respeto, la justicia, claramente incompatibles con un sistema que paraliza, deshumaniza y atrapa al
sujeto en un exacerbado individualismo, consumismo y mercantilismo, que atrofian su desarrollo y
disminuyen sus derechos.

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