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La lectura roigena de Kant subraya lo regulativo que supone la crítica y, desde la

observación de las normas que derivan de la filosofía en cuanto saber crítico, afirmará la
normatividad de la filosofía como algo resultante de su propia estructura, es decir,
intrínseca por exigencia de la crítica misma. La afirmación del carácter constitutivo e
interno de la normatividad es clave a lo largo del texto, puesto que su negación, por
razones que expondré más adelante, hace imposible el comienzo pleno de la filosofía así
como la superación de los límites de la filosofía de la conciencia.

Roig repara en las dos direcciones, la de nivel lógico-trascendental y la de nivel


antropológico, que toma la crítica llevada a cabo en los planteos kantianos. Además de
los a priori de tipo lógico-formal, privilegiados en las lecturas predominantes del
kantismo, las pautas que establece Kant en sus desarrollos reconocen la presencia de un
a priori antropológico. Mientras que el a priori de tipo lógico-formal se sustenta en una
universalidad abstracta, el a priori antropológico remite a lo concreto. Es por ello que,
sin pretender suprimir el primer tipo de a priori, la perspectiva roigeana otorga
centralidad al a priori antropológico y lo considera condición de posibilidad del sujeto
trascendental.

La universalidad abstracta propia del sujeto trascendental kantiano, al remitir a un


sujeto individual, omite las condiciones históricas concretas y da lugar a una filosofía
que se ubica en el ámbito exclusivo de la razón. Esta restricción del sujeto kantiano
hace afirmar a Roig que el a priori antropológico, tal como él lo concibe, no puede
surgir de Kant, pese a ser reconocido por Kant.

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