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Lección 1: Cinco Pasos

Querido amigo(a):

 ¿Se ha preguntado alguna vez estas cosas?


 ¿Cómo empezó a existir todo?
 ¿De dónde venimos?
 ¿Cómo podemos regresar a Dios?
 ¿Adónde vamos?
La vida está llena de preguntas, pero éstas son las más
importantes, y la Biblia nos da las respuestas.

Los científicos tienen muchas teorías en cuanto al


origen del universo. Una de ellas dice que el universo
empezó como resultado de “Una Gran Explosión” en el
espacio. Pero esta teoría presenta otra pregunta: ¿De
dónde salió la materia que explotó? Ni siquiera una gran
explosión puede hacer algo de la nada. La Biblia explica el
origen del universo con una sola frase:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis


1:1).
Nuestro inmenso universo que funciona de manera tan
perfecta no es el resultado de un “accidente” en el espacio.
Fue formado por orden de Dios. La Biblia dice:

“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo


el ejército de ellos por el aliento de su boca…porque él dijo,
y fue hecho; él mandó, y existió” (Salmo 33:6, 9).

Venimos de Dios. El universo no fue un “accidente” como


tampoco el hombre. El hombre fue creado por Dios Mismo.
La Biblia dice:

“Entonces Jehová Dios


formó al hombre del
polvo de la tierra, y
sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el
hombre un ser viviente”
(Génesis 2:7).

El hombre es un ser
creado. No surgió de formas más bajas de vida. El hombre
fue creado como “un ser viviente”. El hombre no es Dios, ni
tampoco es una parte de Dios, pero es la forma más
elevada de las criaturas de Dios, porque fue creado a
imagen de Dios. La Biblia dice:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo


creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
En el principio todo era bueno y hermoso porque Dios lo
había hecho así. Dios estaba satisfecho con Su trabajo. La
Biblia dice:

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era


bueno en gran manera” (Génesis 1:31).
Pero ahora las cosas no siempre son buenas y hermosas.
En el mundo hay odio, pleitos, robo, mentiras, asesinatos,
guerras, enfermedad, pecado y muerte.

¿Por qué terminaron mal las cosas? ¡El hombre desobedeció


a Dios! El hombre escogió su propio camino en lugar del
camino de Dios. La Biblia dice:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual


se apartó por su camino” (Isaías 53:6).
Aunque el hombre ha desobedecido a Dios, Dios le ama y
desea bendecirlo. El hombre es una criatura especial de
Dios, hecho a Su imagen. Dios ha perdido al hombre, pero
no desea perderlo para siempre.
Él nos ha dado la Biblia para que podamos conocer la
verdad en cuanto a Él, en cuanto a nosotros, en cuanto al
pecado y en cuanto a la manera de regresar a Él. La Biblia
nos dice que el Señor Jesús, el Hijo de Dios, es el camino a
Dios—el único camino. Jesús dijo:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al


Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Vamos camino a la eternidad. Usted y yo vamos a vivir


para siempre en uno de dos lugares—el cielo o el infierno.
El lugar donde pasaremos la eternidad depende de la
decisión que tomemos en esta vida. ¡Dios desea que
decidamos regresar a Él e ir al cielo!

¿Alguna vez se ha preguntado cómo es el cielo? El cielo es


un lugar hermoso donde no hay pecado, enfermedad,
tristeza, angustia o lágrimas. Las personas que viven en ese
hermoso lugar nunca envejecen y nunca mueren. Allí no
hay noche, porque la gloria de Dios alumbra el lugar. Ni
siquiera nos podemos imaginar lo hermoso que es el cielo
en realidad.

El cielo es el lugar donde


está Jesús. Es un lugar que
está preparado para los que
aman a Jesús. Dios le ama a
usted y desea que usted esté
en el cielo con Él.

Jesús nos dijo que hay dos


caminos en la vida. Uno es
ancho y el otro es angosto.
Jesús dijo que muchas
personas van por el camino
ancho y pocas por el angosto.
El camino angosto llega al cielo. Jesús quiere que
escojamos ese camino. El camino ancho llega a la
separación de Dios en el infierno para siempre. ¡Qué
terrible!

Para estar en el camino angosto, debemos arrepentirnos de


nuestros pecados y recibir al Señor Jesús como nuestro
Salvador. La Biblia dice:

“Pero Dios…ahora manda a todos los hombres en todo


lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).
¿Qué significa “que se arrepientan”? Arrepentirse significa
dar la media vuelta. La razón por la que debemos dar la
media vuelta es que hemos estado caminando en la
dirección equivocada. No hemos estado caminando con
Dios. Más bien, hemos estado caminando en nuestro propio
camino. La Biblia dice:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual


se apartó por su camino” (Isaíah 53:6).
Cuando reconocemos que hemos estado caminando por el
camino equivocado, pero decidimos dar la media vuelta y
dejar nuestro pecado, con la ayuda de Dios—eso es
arrepentimiento. El arrepentimiento puede tomar lugar en
un solo momento, y trae gozo al corazón de Dios.

Querido amigo, si usted no es salvo, está alejado de Dios.


Pero Dios le ama, y no desea que se pierda para
siempre.Usted es valioso para Dios. Puede saber cuán
valioso es por el precio que estuvo dispuesto a pagar para
que regrese a Él. Dios mostró Su gran amor al dar a Su Hijo
para morir en la cruz por usted. Pero no le obligará a
regresar a Él. Debe tomar esa decisión usted mismo.
Quizás ahora mismo Dios le esté hablando en su corazón.
Si reconoce que ha estado en el camino equivocado, ¡dé la
media vuelta! Dígale a Jesús: “Señor Jesús, quiero andar
por Tu camino. Ya no quiero andar por el camino del
pecado”.
CINCO PASOS

¡Mire! ¡Hay cinco pasos


que llevan al camino
angosto que va hacia el
cielo! Hay palabras en
cada paso. Vamos a ver lo
que dicen. Empiece desde
abajo y lea cada paso.
Tome un momento para
leer los pasos de nuevo.
Repítalos en voz alta.
Ahora hablemos de cada
uno de los pasos, y veamos un versículo para cada uno.

“Por cuánto todos pecaron, y están destituidos de la gloria


de Dios” (Romanos 3:23).
El primer paso para llegar a ser hijo de Dios es reconocer
lo que soy a los ojos de Dios y aceptar lo que Él dice de mí.

En este versículo, Dios dice que cada uno de nosotros ha


pecado. Todos hemos dicho y hecho cosas malas.

El pecado es algo terrible. Nos lastima a nosotros y


lastima a los demás. Pero lo peor del pecado es que lastima
el corazón de Dios. ¿Sabe usted por qué lastima el corazón
de Dios? Porque Él es santo, y porque nos ama mucho.

No podemos deshacer ni una cosa mala que hacemos o


decimos. Tal vez quisiéramos regresar el tiempo y deshacer
lo que hemos hecho, eso es imposible. Pero sí podemos ser
perdonados.

Dios puede perdonar todos sus pecados y hacerle Su hijo.


Cualquier persona que se acerca a Jesús y confía en Él
como su Salvador será hecho hijo de Dios. Jesús nunca
echará fuera a ninguna persona que venga a Él. Dijo: “Al
que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a


su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Como somos pecadores, necesitamos un Salvador. Este
versículo nos dice que Dios ha dado a Su Hijo para ser
nuestro Salvador. Eso significa que dio al Señor Jesús para
morir en la cruz por nuestros pecados.

¿A quién se refiere Dios cuando dice que ama “al


mundo”? Se refiere a todas las personas en el mundo. ¡Eso
nos incluye a usted y a mí!

¿A quién se refiere Dios cuando dice “todo aquel”? Se


refiere a cualquier persona. Usted puede poner su nombre
en el versículo. ¿Por qué no lo hace ahora mismo?
Porque de tal manera amó Dios a ________ que ha dado a
Su Hijo unigénito, para que _________, creyendo en él, no
se pierda más tenga vida eterna.
Ahora lea el versículo en voz alta con su nombre. Esas son
buenas noticias ¿verdad?

¿Cuál es el regalo de Dios para usted? Su Hijo. Dios le


amó tanto que dio a Su amado Hijo para ser su Salvador.
No tiene que pagar un regalo.

No tiene que trabajar para ganarlo. Pero hay una cosa que
debe hacer para que un regalo sea suyo—lo debe recibir. Si
quiere que el Señor Jesús sea su Salvador, debe recibirlo.

“Mas Dios muestra su amor


para con nosotros, en que
siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros”
(Romanos 5:8).

Este versículo nos dice


que a pesar de que somos
pecadores, Dios nos ama y dio a Su Hijo para morir por
nosotros.

Dios no puede pasar por alto nuestros pecados o hacer de


cuenta que no los ve. Dios debe castigar el pecado. Pero
Dios permitió que Su Hijo, el Señor Jesús, tomara nuestro
castigo. Él permitió que Jesús muriera por nuestros
pecados.

El Señor Jesús murió por los pecadores. Él murió por


usted y Él murió por mí. Usted puede decir: “Cristo murió
por mí”. Dígalo ahora mismo: “¡Cristo murió por mí!”
El Señor Jesús no sólo murió por nuestros pecados, sino
que también resucitó de la muerte. ¡Él es el Salvador
viviente! Él tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Él
puede perdonar sus pecados y hacerlo a usted un hijo de
Dios.

El siguiente versículo nos dice cómo llegar a ser hijos de


Dios. La Biblia dice:

“Mas a todos los que le recibieron [al Señor Jesús], a los


que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios” (Juan 1:12).
Para llegar a ser hijo de Dios debo
acercarme como pecador y recibir a
Jesús como mi Salvador. Dios me ha
dado al Señor Jesús como mi
Salvador, pero yo lo debo recibir
como mi propio Salvador.

Debe ser algo personal. No es sólo


que “todos somos pecadores”,
sino: “Yo soy pecador”. No es sólo
que “Jesús murió por los pecadores”, sino: “Jesús murió
por mis pecados”. No es sólo que “Jesús es el Salvador”,
sino: “Recibo a Jesús como mí Salvador”. Cuando
recibo al Señor Jesús como mi Salvador, llego a ser hijo de
Dios.

¿Cómo recibo al Señor Jesús como mi Salvador?

Usted recibe a Jesús como su Salvador al invitarlo a entrar


en su corazón. Su corazón es como una casa con una
puerta. El Señor Jesús dijo:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz


y abre la puerta, entraré a él” (Apocalipsis 3:20).

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).


Este versículo dice que si cree en el Señor Jesús, tiene
vida eterna. Repita el versículo en voz alta ahora
mismo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”.

Usted comprende esto, ¿verdad? Hemos hablado mucho de


esto. ¿Está preparado para tomar su decisión?

¿Desea escoger el camino que lleva al cielo? Puede


recibir a Jesús como su Salvador ahora mismo. Siempre
estará feliz de haberlo hecho.

(Puesto que esto es sólo entre usted y el Señor Jesús, sería


mejor que fuera a un lugar tranquilo donde pueda estar a
solas por unos minutos. Así que, ahora mismo, antes de
leer la siguiente parte, busque ese lugar donde pueda estar
a solas con el Señor Jesús.)
Ahora está listo para hablar con el Señor Jesús. Aquí hay
una oración que puede ayudarle:

“Señor Jesús, sé que soy pecador, y que he estado


caminando por el camino equivocado. Pero creo que
Tú eres el Hijo de Dios y que Tú moriste en la cruz
por mis pecados. Gracias por amarme tanto. Por
favor entra a mi corazón y límpiame de mis pecados.
Te recibo como mi Salvador ahora mismo”.
¿Cómo puedo saber que soy salvo?
Cuando cree que Jesús murió por sus pecados, y lo
recibe como su Salvador, es salvo. Dios perdona todos sus
pecados y le hace Su hijo. Tiene vida eterna.

¿Cómo sabe que tiene vida eterna? Lo sabe porque


Dios lo dice en Su Palabra. La Biblia dice:

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).


¡Dios lo dijo!

¡Yo lo creo!

¡Estoy seguro!

Ser un hijo de Dios es lo más maravilloso en la vida, pero


no siempre será fácil mientras estemos aquí en la tierra. El
Señor Jesús nos dijo:

“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido


al mundo” (Juan 16:33).
Tendremos muchos problemas y pruebas en el camino a
nuestro hogar celestial. Pero no tenemos por qué tener
miedo si Jesús está en nuestro corazón. Él ha
prometido: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos
13:5).

Si ha recibido al Señor Jesús como su Salvador,


quisiéramos saberlo. Al final de la hoja de preguntas,
encontrará un lugar donde nos puede escribir de su
decisión.

Si no está seguro si es salvo, vuelva a leer esta lección y


pídale al Señor Jesús que le ayude a entender. Recuerde,
recibir a Jesús es lo más importante en la vida.
Lección 2: ¿Cómo es Dios?

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a


su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Querido amigo(a):

Esta lección habla de Dios. Todos necesitamos saber de


Dios porque lo necesitamos a Él. Lo más importante en la
vida es conocer a Dios. El Señor Jesús dijo:

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios


verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan
17:3).
¿Cómo es Dios? Dios es tan grande y tan maravilloso que
nunca podremos saber todo acerca de Él. Pero Dios nos ha
dicho muchas cosas de Sí Mismo en la Biblia.

La Biblia nos enseña que hay un solo Dios, y sin embargo,


Él existe en tres Personas—Padre, Hijo y Espíritu Santo. El
Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios.

Dios el Padre está en el cielo. Dios el Hijo es el Señor


Jesucristo, quien vino al mundo para ser nuestro Salvador.
Dios el Espíritu Santomora en los corazones de todos los
que han recibido al Señor Jesús como su Salvador.

La Biblia nos dice muchas otras verdades acerca de Dios.


Vamos a considerar diez de estas cosas en esta lección.

¿Alguna vez se ha preguntado cómo existió la tierra, el


sol, la luna y las estrellas? ¡Dios los creó! Este universo no
empezó a existir por sí mismo. ¡Dios lo creó! El primer
versículo en la Biblia dice:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis


1:1).
Sabemos que hay un Dios porque vemos lo que Él ha
hecho. Vemos las cosas maravillosas que ha creado. La
Biblia dice:

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento


anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).
¡Dios también nos creó a nosotros! Somos criaturas
muy especiales porque fuimos creados a la imagen de Dios.
La Biblia dice: “Creó Dios al hombre a su imagen”(Génesis
1:27).

De todas las cosas grandes y maravillosas que creó Dios, ¿a


cuál ama más?
¡Dios ama más a las personas! Él es tan grande que nos
conoce a cada uno de nosotros. Él lo conoce a usted y le
ama. ¡Para Él, usted vale más que todo el mundo!

Esto significa que Dios siempre ha existido. Dios no tuvo


principio, y no tendrá fin. Todo lo demás en el universo ha
tenido un principio, pero nunca hubo un tiempo cuando
Dios no existiera. La Biblia dice:

“Desde el siglo, y hasta el siglo, tú eres Dios” (Salmo 90:2).

Esto significa que Dios está presente en todo lugar en el


universo. ¡Dios es muy, muy grande! “¿No lleno yo, dice
Jehová, el cielo y la tierra?” (Jeremías 23:24).
No importa dónde estamos o hacia dónde vamos, Dios está
allí. Quizás usted pregunte: “Si Dios está en todas partes,
¿por qué no lo podemos ver?”
La razón por la que no podemos ver a Dios es porque Él es
Espíritu. No podemos ver un espíritu. Usted tiene un cuerpo
que los demás pueden ver. Pero también tiene un espíritu
que no pueden ver. Pueden ver su cuerpo, pero nadie
puede ver su espíritu.
Dios sólo es Espíritu. Él no tiene cuerpo, por lo que no
podemos verlo. Pero Él nos ve a nosotros. Él nos escucha y
nos ama.

Puesto que Dios es Dios y es Espíritu, Él puede estar en


todas partes en todo tiempo. Siempre está con nosotros,
dondequiera que estamos.

Esto significa que Dios puede hacer todo. No hay límite a


Su poder. Él es el “Dios todopoderoso”. Tiene todo
poder en el cielo y en la tierra. Aun los hombres más
poderosos de este mundo no son tan poderosos como Dios.
La Biblia dice:

“Todos los habitantes de la tierra son considerados como


nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y
en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su
mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).
Esto significa que sabe todo. Sabe todo lo que ha
sucedido, sabe todo lo que va a suceder.

Dios sabe cuántas estrellas hay en el cielo. Las llama por


sus nombres. ¡Aun sabe el número de cabellos que usted
tiene en su cabeza!

Dios sabe todo lo que hemos dicho y hecho. ¡También sabe


todo lo que hemos pensado! Conoce cada secreto y nos ve
en todo momento. La Biblia dice: “Tú eres Dios que
ve” (Génesis 16:13).

Esto significa que Dios no


tiene pecado. Dios es toda luz
y gloria. Puesto que Dios es
santo, Él odia el pecado y ama
la justicia. En la Biblia, la
oscuridad y las tinieblas
representan el pecado. La
Biblia dice:

“Dios es luz, y no hay


ningunas tinieblas en él” (1
Juan 1:5).
Una vez Dios le habló al profeta Isaías en una visión. Una
visión es algo parecido a un sueño. En la visión, Isaías vio a
Dios sentado en Su trono. Alrededor del trono de Dios, los
ángeles estaban adorando a Dios. Estaban diciendo:

“Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra


está llena de su gloria” (Isaías 6:3).
Cuando Isaías vio la visión, tuvo miedo. La visión le
mostraba que Dios es santo; pero Isaías se daba cuenta
que él mismo era pecador. Cayó sobre su rostro,
reconociendo que era pecador, y exclamó: “¡Ay de
mí!”(Isaías 6:5).
¡Nosotros también somos pecadores, y sin embargo,
Dios quiere que vengamos a Él! Y Él ha preparado un
camino para que podamos entrar en Su presencia. Cuando
recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios nos
ve “en Cristo”. Dios dice que somos limpios y puros a Su
vista porque estamos “en Cristo”.

Esto significa que Dios siempre hace lo que es correcto.


Como Dios es santo y justo, tiene que castigar el pecado.
No puede pasar por alto nuestros pecados ni hacer de
cuenta que no los ve.

También es cierto que cuando recibimos a Cristo como


nuestro Salvador y dejamos nuestros pecados, Dios es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados. Él lo hace porque
Cristo pagó por nuestros pecados con Su muerte en la cruz.
La Biblia dice:

“Vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre”


(1 Juan 2:12).

Esto significa que Dios nos ama a todos y quiere lo mejor


para nosotros. Dios mostró Su gran amor por nosotros al
enviar a Su Hijo, el Señor Jesús, para morir en la cruz por
nuestros pecados. La Biblia dice:

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que


siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”
(Romanos 5:8).
Como Dios nos ama tanto, Él desea que le amemos a Él y
que confiemos en Él. Algunas personas dicen: “Si Dios nos
ama, ¿por qué permite que yo me enferme? O ¿por qué
permite que tenga problemas?” Aunque no entendemos por
qué nos suceden las cosas, Dios quiere que confiemos en
Él. Aun cuando estamos enfermos o cuando vienen
problemas, debemos creer que Dios nos ama y que hace lo
que es mejor para nosotros.
Esto significa que Dios siempre cumple Su Palabra.
Siempre hace lo que dice que hará.

¿Algunas veces ha hecho usted promesas? ¿Las ha


cumplido todas? Me temo que no. Si somos sinceros,
tenemos que decir que no siempre cumplimos nuestras
promesas.

Algunas veces las olvidamos. Otras veces hacemos


promesas que no podemos cumplir ¡Pero Dios nunca olvida!
Siempre cumple Sus promesas. La Biblia dice:

“Porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23).

Esto significa que Dios


nunca cambia. Siempre es
igual en Su naturaleza
santa y en Su carácter.
Dios siempre es santo.
Dios siempre es justo. Dios
siempre es amoroso. Dios
dijo: “Porque yo Jehová no
cambio” (Malaquías 3:6).
Ahora llegamos a una
verdad asombrosa:

¿Sabía que Dios una vez se hizo Hombre? Sí, es


verdad. El Hijo de Dios vino a este mundo como un
pequeño niño. La Biblia dice:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el


principado sobre su hombro; y se llamará su nombre…Dios
fuerte” (Isaías 9:6).
Quizá se pregunte: “¿Jesucristo realmente es Dios?” Sí, ¡sin
duda es Dios! Vino a este mundo como un pequeño niño,
nacido en un establo; y sin embargo es “Dios fuerte”.El
Señor Jesús es Hombre; y sin embargo es Dios. La Biblia
dice:

“Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado


en carne” (1 Timoteo 3:16).
Ahora
llegamos a
una
pregunta
muy
importante:
¿Por qué
vino al
mundo el
Señor
Jesucristo?
¡Él vino
porque
nosotros
necesitábamos un Salvador! Somos pecadores. Hemos
dicho y hecho cosas malas.

Puesto que Dios es santo y justo, Él debe castigar el


pecado. Como es amor, dio a Su Hijo para morir en nuestro
lugar.

La verdad más preciosa en toda la Biblia es que el Hijo


de Dios nos amó tanto que dejó el cielo y se hizo Hombre
para morir por nuestros pecados. Ahora, como el Señor
Jesús ha muerto en la cruz, Dios perdona los pecados de
todos los que reciben a Cristo como su Salvador. Dios no
pasa por alto nuestros pecados, pero sí los perdona cuando
ve la sangre derramada de Su Hijo. La Biblia dice:

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de


pecados” (Colosenses 1:14).
¿Ha confiado usted en el Señor Jesucristo como su
Salvador? Si lo ha hecho, entonces todos sus pecados han
sido perdonados. Usted es hijo de Dios. Dios es su Padre
celestial, y puede confiar en Él para todas sus
necesidades. ¡Esto es maravilloso!

Después de leer de cuán grande es Dios y de cuánto nos


ama, ¿qué desea hacer? ¿Desea alabar a Dios y adorarlo?
¡Eso es exactamente lo que Dios desea que haga!

¿Por qué no busca un lugar ahora mismo donde pueda


hablar con Dios en oración? Dígale cuán grande y
maravilloso es para usted. Si hay algún pecado en su vida,
confiéselo a Dios. Agradézcale por enviar al Señor Jesús
para morir por sus pecados. Agradézcale por salvarlo.
Agradézcale por Su grandeza y bondad. La Biblia dice:
“Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza”. (Salmo
145:3)
Lección 3: El Camino de Victoria

Querido amigo(a):

Desde el momento
en que usted
recibió al Señor
Jesús como su
Salvador, ha estado
en el camino
angosto que lleva
al cielo. En este
camino, usted y yo
encontraremos a
muchos otros
cristianos que
también van
camino al cielo.

Es maravilloso tener a
Jesús como nuestro Salvador, pero también debemos
reconocer que el camino al cielo no siempre es fácil. ¿Por
qué? Porque tenemos muchos enemigos.
La Biblia nos dice de tres grandes enemigos del
cristiano—(1) el mundo, (2) la carne y (3) el diablo.

¿Qué hacen estos enemigos? Intentan hacernos pecar.


Pero Dios ha hecho posible la victoria. En esta lección
vamos a aprender cómo podemos vencer a estos tres
enemigos.

La Biblia usa la palabra “mundo” de varias maneras.


Algunas veces se refiere a la tierra que Dios ha creado.
Otras veces se refiere a la gente que está en el mundo,
como en Juan 3:16 donde la Biblia dice: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo”.
Un tercer significado se encuentra en 1 Juan 2:15 donde
la Biblia dice: “No améis al mundo”. ¿A qué se refiere aquí
la palabra “mundo”? Se refiere a las cosas atractivas del
mundo que Satanás utiliza para alejarnos de Dios.

Dios desea que le amemos con todo nuestro corazón.


Satanás no quiere que amemos a Dios, así que utiliza las
cosas atractivas del mundo para alejarnos de Dios y de Su
voluntad.

¿Cuáles son algunas de las cosas que utiliza Satanás para


alejarnos de Dios? Puede utilizar la televisión, algunas
películas, cierta clase de música o alguna otra cosa que nos
agrada.

Algunas de estas cosas quizás no sean malas en sí mismas,


pero si empiezan a tomar el primer lugar en nuestra vida,
llegan a ser pecado para nosotros. Si nos hacen pasar
menos tiempo en oración y en la lectura de la Palabra de
Dios, o por causa de ellas no asistimos a la iglesia el día
domingo, entonces son pecado para nosotros. La Biblia
dice:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si


alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1
Juan 2:15).
La Biblia dice en Gálatas 1:4 que Cristo “se dio a sí mismo
por nuestros pecados para librarnos del presente siglo
malo”. Dios desea que venzamos al mundo y sus
atracciones pecaminosas.
¿Cómo podemos vencer “al mundo”? Vencemos al
mundo al amar al Señor Jesús con todo nuestro corazón. El
mundo tiene muchas cosas atractivas y placeres
pecaminosos, pero realmente no satisfacen nuestros
corazones. Sólo Cristo puede hacer eso.

¿Desea usted amar más a Cristo? Entonces piense en


Su gran amor por usted. Al pensar en cuánto Él le ama y
cómo sufrió y murió por sus pecados, usted le amará más y
más. Y si verdaderamente ama al Señor Jesús, amará las
cosas de Dios y no las cosas del mundo. La Biblia dice:

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”


(Colosenses 3:2).

El segundo gran enemigo del cristiano es la carne. ¿Qué


es la carne? La carne es nuestra naturaleza humana
pecaminosa. Otro nombre para la carne es el “Yo”. El “Yo”
es lo que somos.

Para saber cómo somos en realidad, veamos cómo es el


“Yo”.

El “Yo” es muy orgulloso. También el


“Yo” cree que es la persona más
importante del mundo. Al “Yo” le agrada
que todos lo respeten.

El “Yo” es completamente
egoísta. El “Yo” vive para agradarse a
sí mismo. Siempre desea que las cosas
salgan a su manera—no le gusta obedecer a nadie.

El “Yo” nunca quiere reconocer que está


equivocado. Siempre trata de echarle la culpa a otros.

El “Yo” se ofende fácilmente. No le gusta perdonar a


otros, sino guardar rencor. Dios nos dice que debemos
perdonar a otros, pero el “Yo” nunca quiere obedecer a
Dios.

Quizás no le guste reconocerlo, pero ésta es la manera en


que usted y yo somos en realidad. El “Yo” ha estado en el
trono de nuestro corazón.

Cuando recibimos a Jesús, Él viene a vivir en nuestro


corazón. Esto es hermoso, pero aún hay un problema. ¡El
problema es que el “Yo” no se fue! El “Yo” sigue viviendo
en nuestro corazón. Quizás usted ya haya notado que,
aunque tiene a Cristo en su corazón, sigue haciendo cosas
que no debe hacer. La razón es que el “Yo” sigue en el
trono de su corazón.

Cuando el “Yo” está en el trono, cometemos muchos


pecados. Somos orgullosos, somos egoístas. Somos
desobedientes. Peleamos y nos enojamos. No nos gusta
perdonar a otros. Estos pecados lastiman el corazón del
Señor Jesús. Dios desea que tengamos victoria sobre el
“Yo”.

¿Cuál es el secreto de la victoria sobre el “Yo”? El


secreto es tener a Cristo como el Rey de nuestra vida.
Debemos quitar al “Yo” del trono y poner a Cristo.
El Señor Jesús realmente tiene el derecho de ser el Rey de
nuestra vida. ¿Por qué? Porque le pertenecemos a Él. La
Biblia dice:

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu


Santo…y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio” (1 Corintios 6:19-20).
¿Cuál fue el precio que el Señor Jesús pagó por nosotros?
Ese precio fue Su propia sangre. Él dio Su vida para
redimirnos.

Ahora ¿a quién le pertenecemos? Le pertenecemos a Cristo.


Él tiene el derecho de ser Rey de nuestro corazón. Pero
aun cuando Cristo tiene el derecho de ser nuestro Rey, Él
desea que le digamos que deseamos que Él sea el Rey en
nuestra vida.

Cuando Cristo esté en el trono de nuestro corazón,


tendremos Su amor, Su gozo y Su paz. No cometeremos los
pecados del “Yo”.
Usted debe escoger entre el “Yo” y Cristo. Debe decidir
quién va a estar en el trono de su corazón. Si escoge a
Cristo como el Rey de su vida, entonces debe obedecerlo.

¿Desea que Cristo sea Rey de su vida? ¿Por qué no se


detiene ahora mismo para decirle a Él que de verdad lo
quiere como su Rey? Aquí hay una oración que usted puede
repetir:

“Señor Jesús, Te doy las gracias por amarme tanto y


por morir por mí. Ahora soy Tuyo y quiero que Tú
estés en el trono de mi corazón y que seas el Rey de
mi vida. Quiero obedecerte y hacer Tu voluntad”.
Recuerde, si Cristo es su Rey, debe vivir para agradarle a
Él y no al “Yo”.

El enemigo más poderoso del cristiano es el diablo.


También se le llama Satanás. La Biblia dice:

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo,


como león rugiente, anda alrededor buscando a quién
devorar” (1 Pedro 5:8).
Cuando usted recibió a Cristo como su Salvador, tomó un
paso que no le gustó a Satanás. Usted lo dejó a él y se unió
a los que confían en el Señor Jesús. Satanás sabe que no
puede impedir que usted llegue al cielo, pero hará todo lo
posible para tentarlo y hacerlo pecar.

¿Cómo nos tienta Satanás? Nos tienta poniendo malos


pensamientos en nuestras mentes. Lo puede hacer él
mismo, o puede usar cosas como películas, la televisión o
revistas y libros sucios.

Satanás le tentará con la inmoralidad y con los pecados


sexuales. Quizás le tentará con drogas o alcohol. Sabe que
estas cosas destruirán su cuerpo y su mente.
Satanás tiene otros métodos para atacarlo. Cuando usted
peque, Satanás intentará hacerlo pensar que Dios está
enojado con usted y que no le perdonará. Satanás intentará
hacerlo dudar de su salvación. Satanás intentará
desanimarlo y hacerlo sentirse temeroso. ¡Satanás es un
enemigo terrible!

¿Podemos derrotar a Satanás con nuestras propias


fuerzas? No, no podemos. Él es demasiado poderoso para
nosotros. Pero hay buenas noticias, ¡Cristo ya ha derrotado
a Satanás!

Cuando Cristo murió en la cruz, Satanás pensó que había


ganado una gran victoria. Pero Cristo no quedó en la
tumba—¡Él resucitó de la muerte! El Señor Jesucristo fue
victorioso sobre Satanás y todos los poderes de la
oscuridad.

Puesto que Cristo es nuestro Salvador y nosotros le


pertenecemos a Él, compartimos Su victoria sobre Satanás.
La victoria de Cristo es nuestra victoria. El Señor Jesús nos
ha librado del poder de Satanás.

No hay por qué tenerle miedo a Satanás.¿Por qué?


Porque Cristo vive en nosotros, y es más poderoso que
Satanás. La Biblia dice:

“Mayor es el que está en vosotros que el que está en el


mundo” (1 Juan 4:4).
¿Qué significa este versículo? Significa que Cristo es
más poderoso que Satanás. Cristo vive en nosotros para
darnos victoria sobre las tentaciones de Satanás.

El secreto de la
victoria sobre las tentaciones
de Satanás es saber que
Cristo vive en nosotros y
confiar en Él para darnos la
victoria.

Una niña había aprendido


este secreto y dijo:

“Cuando Satanás toca a la


puerta de mi corazón para
tentarme a hacer cosas
malas, yo sólo digo:
‘Señor Jesús, por favor
abre la puerta’. Cuando Satanás ve al Señor Jesús,
se agacha y dice: ‘Me equivoqué de casa’, e
inmediatamente se va”.
¿Cuál fue el secreto de esta niña? Fue esto: ella reconoció
que Cristo estaba viviendo en su corazón y confió en Él
para darle la victoria sobre las tentaciones de Satanás.
Debemos hacer lo mismo.

Satanás quizás nos tiente, pero no puede obligarnos a


pecar. Podemos decir: “¡No!” a Satanás. La Biblia dice:

“Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).


¿Qué sucede si pecamos? ¿Qué sucede cuando
pecamos? ¿Tiene un plan Dios para Sus hijos cuando
pecan? Sí, y se encuentra en 1 Juan 1:9:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para


perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
¿Qué dice este versículo? Que si confesamos nuestros
pecados a Dios, Él nos perdona y nos limpia.

¿Qué debemos hacer cuándo pecamos? Primero debemos


confesar ese pecado a Dios, y luego debemos creer que
Dios nos perdona.

Confesar un pecado significa que reconocemos eso


mismo—que es pecado. No debemos intentar justificarlo
con pretextos. Si mentimos, necesitamos confesarle a Dios
que hemos mentido. Si nos enojamos, debemos confesar
esto a Dios. También debemos arreglar las cosas con los
demás. Después de hacer esto, debemos creer que Dios
nos ha perdonado.

Dios quiere que tengamos la victoria en nuestras


vidas. Entre más aprendemos a confiar en el Señor
Jesucristo y a obedecerlo, más podremos decir: “¡No!” al
mundo, la carne y el diablo. Dios nos da la victoria a través
de nuestro Señor Jesucristo. La Biblia dice:
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).
Cómo ganar almas para Cristo

Después de ser salvos, Dios desea que ganemos a otros


para Cristo. La Biblia dice: “El que gana almas es
sabio” (Proverbios 11:30).
¿Le gustaría saber cómo ganar almas para Cristo? Aquí hay
cinco pasos para ayudarle. Empiece desde abajo y lea hacia
arriba. Queremos explicarle los pasos, para que usted se los
pueda explicar a otros.

“Por cuánto todos pecaron, y están destituidos de la gloria


de Dios” (Romanos 3:23).
Este versículo nos dice que todos hemos pecado. Antes de
que un individuo pueda ser salvo, debe reconocer que es
pecador.

La Biblia dice que la paga del pecado es muerte. Esto


significa estar separados de Dios para siempre en el
infierno. ¡Qué terrible! Como somos pecadores y estamos
condenados a muerte, necesitamos un Salvador.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a


su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Esto significa que Dios nos ama y que dio a Su Hijo para
ser nuestro Salvador. ¡Qué gozo!

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que


siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”
(Romanos 5:8).
Este versículo nos dice que Cristo murió por nuestros
pecados. Pagó la pena de nuestros pecados con Su muerte
en la cruz. Pero Cristo no permaneció muerto. Resucitó de
la tumba. ¡Es un Salvador vivo!

“Mas a todos los que lerecibieron, a los que creen en su


nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan
1:12).
Para llegar a ser hijo de Dios uno debe acercarse como
pecador y recibir a Jesús como su Salvador. Si le gustaría
recibir a Cristo como su Salvador, aquí hay una oración con
la que puede recibir a Cristo:

“Señor Jesús, sé que he pecado, y me arrepiento de


verdad. Gracias por amarme tanto y por morir en la
cruz por mis pecados. Por favor entra a mi corazón y
límpiame de mis pecados. Te recibo como mi
Salvador ahora mismo”.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).


Cuando usted cree que Jesú murió por sus pecados, y lo
recibe como su Salvador, es salvo y tiene vida eterna.
¿Cómo sabe que tiene vida eterna? Lo sabe porque Dios lo
dice en Su Palabra: “El que cree en el Hijo tiene vida
eterna” (Juan 3:36).
¡Dios lo dijo!

¡Yo lo creo!

¡Estoy seguro!
Lección 4: La Palabra de Dios

Querido amigo(a):

En nuestras primeras tres lecciones hemos


aprendido mucho. Aprendimos cómo llegar a ser
hijos de Dios al recibir a Jesucristo como nuestro
Salvador. Aprendimos muchas cosas acerca de Dios
y acerca de los enemigos del cristiano y cómo tener
la victoria sobre ellos.

¿Cómo aprendimos todas estas cosas? Por la Palabra de


Dios—la Biblia.

¿Qué es la Biblia?

¿Cómo es que la tenemos? ¿De qué trata? ¿Cómo


podemos comprenderla?

Estas son preguntas muy importantes, y encontraremos las


respuestas en esta lección.
¿Qué es la Biblia? La Biblia es la Santa Palabra de Dios.
Es el mensaje de Dios para nosotros y es el Libro más
importante del mundo.

La primera parte de la Biblia se llama el Antiguo


Testamento y fue escrito antes de que Cristo viniera al
mundo.

La segunda parte de la Biblia se llama el Nuevo


Testamento y fue escrito después de que Cristo regresó al
cielo.

La Biblia tiene 66 libros—treinta y nueve en el Antiguo


Testamento y veintisiete en el Nuevo Testamento.

¿Cómo es que tenemos la Biblia?

¿Quién la escribió?

Dios mismo es el verdadero Autor de la Biblia, aunque


utilizó a muchos hombres para escribirla. Dios les dijo a
esos hombres qué debían escribir, incluso les dijo qué
palabras debían usar. La Biblia dice:
“Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).

Hace mucho tiempo Dios utilizó un hombre llamado


Jeremías para que escribiera parte de la Biblia. Dios le dijo:

“Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado”


(Jeremías 30:2).
Jeremías obedeció a Dios y escribió el libro de Jeremías.
El Espíritu Santo le dijo a Jeremías exactamente lo que
debía escribir, y él escribió las palabras. Esto es lo que
queremos decir cuando decimos que la Biblia es “inspirada
por Dios”. Cada libro en la Biblia fue escrito de esta
manera. La Biblia dice:

“Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16).


Así fue escrita la Palabra de Dios y se ha conservado de
generación en generación.

¿Se escribió algún otro libro de la misma manera?


No, la Biblia es el único Libro que fue inspirado por Dios.
Cuando el último Libro de la Biblia fue escrito, quedó
completa la Palabra de Dios. La Biblia advierte que nadie
debe agregarle o quitarle cosa alguna a la Palabra de Dios
(vea Apocalipsis 22:18-19).
¿De qué trata la Biblia?

La Biblia nos
dice cómo el
hombre dejó a
Dios y escogió el
pecado y cómo
Dios dio a Su Hijo
para morir por
nuestros pecados.
Nos dice que Dios
nos amó tanto
que desea que
lleguemos a ser
Sus hijos al recibir
a Cristo como nuestro Salvador.

La Biblia es el Libro más importante en el mundo


porque nos dice cómo ser salvos y recibir la vida eterna. El
apóstol Pablo le escribió al joven Timoteo:

“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las


cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que
es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).
Dios nos dio este maravilloso Libro para que
podamos conocer la verdad. La Biblia nos dice la
verdad en cuanto a nosotros mismos, el pecado,
Satanás, la salvación y Dios.
¿Cómo podemos comprender la Biblia?

Hay muchas cosas en la Biblia que son difíciles de


comprender. ¿No sería maravilloso si tuviéramos un
maestro que supiera todo en cuanto a Dios y Su Palabra?

¡Pues existe ese Maestro! Él es el Espíritu Santo. Dios


nos ha dado al Espíritu Santo para enseñarnos la Biblia.
Desde el momento en que recibimos a Cristo como nuestro
Salvador, el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros. Él vive
en cada creyente. El Espíritu Santo nos enseña las cosas de
Dios. El Señor Jesús dijo:

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre


enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas”
(Juan 14:26).
Sin el Espíritu Santo no podríamos comprender la Palabra
de Dios. ¡Debemos estar muy agradecidos que Dios nos ha
dado al Espíritu Santo! Cada vez que leemos la Biblia,
debemos depender del Espíritu Santo para enseñarnos Su
Palabra. A esto se refería David cuando oró:
“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo
119:18).
¿Qué quiere Dios que hagamos con la Biblia?

Vamos a hablar de cuatro cosas que Dios quiere que


hagamos con la Biblia:

(1) leer la todos los días,

(2) creer lo que dice,

(3) memorizar versículos y

(4) obedecerla. Pensemos en cada una de estas cosas.

¿Por qué debemos leer la Biblia


diariamente? Debemos leerla porque es la manera en que
Dios nos habla y nos dice lo que quiere que sepamos y lo
que quiere que hagamos.

Leer la Biblia es tan importante para nuestra vida espiritual


como comer alimento es importante para nuestra vida
física. No podemos vivir la vida cristiana sin la Palabra de
Dios. El Señor Jesús dijo:

“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de


Dios” (Lucas 4:4).
No podemos agradar a Dios sin fe. La Biblia dice: “Sin fe
es imposible agradar a Dios”(Hebreos 11:6).
¿Qué es la fe? La fe es creer lo que Dios dice. La fe es
creer lo que la Biblia dice.

Si otros quieren dudar de la Biblia, déjelos, pero decida


usted en su mente que la Biblia es la Santa Palabra de Dios.
La Biblia dice:

“Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los


cielos” (Salmo 119:89).
Una vez, un gran predicador llamado D. L. Moody quería
tener más fe. Él oró mucho pidiéndole a Dios que le diera
una fe muy grande, pero no parecía que tenía más fe.
Luego, un día, leyó este versículo en la Biblia:

“Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios”


(Romanos 10:17).
¡El hermano Moody entendió la verdad! Entendi que la
fe viene por la Palabra de Dios. Empezó a leer y estudiar la
Palabra de Dios. Y al hacerlo, creyó lo que leía. Su fe creció
más y más.

¿Le gustaría tener más fe? Entonces lea la Palabra de Dios,


crea lo que dice y obedézcala.
La Biblia es la Espada del Espíritu. Esto significa que es
nuestra arma para usar contra Satanás.

Cuando el Señor Jesús fue tentado por Satanás en el


desierto, Jesús utilizó la Palabra de Dios. Jesús había
memorizado las Escrituras y las utilizó para derrotar a
Satanás. Cada vez que Satanás lo tentó, el Señor Jesús
dijo: “Escrito está” y repitió una cita de las Escrituras.
¡Satanás fue derrotado!

Si queremos tener victoria sobre las tentaciones de


Satanás, debemos memorizar la Palabra de Dios. Esto
es “guardar la Palabra de Dios en el corazón”.

“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar


contra ti” (Salmo 119:11).
Memorizar la Palabra de Dios también le ayudará a ser un
buen testigo para Cristo. Si usa sus propias palabras al
hablar con otros, quizás digan: “Esa es su
opinión” o “¿Quién le ha dado autoridad de decirme a mí lo
que yo debo hacer?” Pero si usted cita lo que la Biblia dice,
sus palabras tendrán poder, porque serán Palabra de Dios.

La Biblia contiene verdades que debemos creer,


promesas que debemos apropiar y mandamientos que
debemos obedecer. El Señor desea que le obedezcamos.
Jesús dijo:

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino


de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos” (Mateo 7:21).
Cuando Dios le dice en Su Palabra que usted debe hacer
algo, entonces hágalo. Dios bendice a los que obedecen Su
Palabra. El Señor Jesús dijo:

“Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y


la guardan [obedecen]” (Lucas 11:28).
Empiece ahora

Empiece a leer la Palabra


de Dios todos los días.
Consiga una Biblia con letra
fácil de leer. Escoja un
horario fijo para leer su Biblia
y orar cada día. Para la
mayoría de los cristianos, es
mejor leerla a primera hora
por la mañana.

Empiece con el Evangelio de


Juan. Al leerlo, note las palabras “creer, creyere, cree” y
subraye estas palabras en su Biblia. El Evangelio de Juan
fue escrito para ayudarnos a creer en Jesucristo como el
Hijo de Dios y como nuestro Señor y Salvador. Juan
escribió:

“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el


Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en
su nombre” (Juan 20:31).
Después de leer el Evangelio de Juan varias veces, usted
querrá leer todo el Nuevo Testamento y después toda la
Biblia.

Cuando usted encuentre un versículo que le guste mucho,


memorícelo. Dios promete bendiciones especiales a los que
aman Su Palabra y piensan en ella de día y de noche.
Cuando usted aprenda una verdad hermosa en la Palabra
de Dios, compártala con otra persona.

Recuerde, la razón más importante para estudiar la Biblia


es para conocer mejor al Señor Jesucristo y llegar a ser
más como Él.

Usted puede estar seguro que tiene vida eterna.

Antes de terminar esta lección, vamos a leer tres


hermosos versículos de la Palabra de Dios. Estos son los
primeros dos:

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna;


y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la
vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1
Juan 5:11-12).
¿Qué quieren decir estos versículos? Nos dicen que la
Biblia es el testimonio de lo que Dios ha dicho. En la Biblia,
Dios dice que nos ha dado vida eterna y que esta vida está
en Su Hijo. Si usted ha recibido a Cristo como su Salvador,
tiene vida eterna; si no lo ha recibido, no tiene vida eterna.
Eso es fácil de entender, ¿verdad?

El tercer versículo nos dice algo que Dios quiere que todos
los creyentes sepan:

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el


nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida
eterna” (1 Juan 5:13).
¿Qué quiere Dios que usted sepa? Él quiere que usted
sepa que tiene vida eterna. Un verdadero creyente no tiene
por qué decir: “Espero que sea salvo” o “Pienso que tal vez
tengo vida eterna”. Usted puede decir con confianza: “Sé
que soy salvo y tengo vida eterna porque Dios lo dice en Su
Palabra”. ¡Debemos estar muy agradecidos por la
Palabra de Dios!
Consejos para la lectura bíblica

LA LECTURA BÍBLICA ES COMUNIÓN CON DIOS


A continuación hay algunas ideas que le ayudarán en su
comunión con Dios al leer la Biblia.
¿Por qué debemos leer la Biblia?

En primer lugar, leemos la Biblia para tener comunión


con Dios. La Biblia es la Palabra de Dios para nosotros. No
nos habla en voz alta; pero sí nos habla en el corazón a
través de Su Palabra escrita. Si deseamos oír lo que Dios
nos quiere decir en nuestros corazones, debemos leer la
Biblia.

¿Cómo se lee la Biblia?

Léala en voz alta. Esto le ayudará a


mantener su mente enfocada.

Tome tiempo para meditar en lo


que está leyendo. No lea a prisa.
Hable con Dios. Hable con Él en cuanto a lo que está
leyendo. Si no comprende algo, dígale y pídale que le
ayude a comprender. Cuando usted lee algo que le es de
ayuda, dígaselo a Dios y déle las gracias. Cuando lea algo
maravilloso en cuanto a Dios, dígale en ese momento que
es maravilloso.

Espere en Dios. Esto significa estar quieto y en silencio


delante de Dios con su mente puesta en Él y en Su Palabra
que acaba de leer.

¿Qué debe hacer después de


leer?

Marque su Biblia. Cuando


Dios le hable de manera
especial, subraye esas palabras
en su Biblia. Es Palabra de Dios
para usted, es personal. La
mejor manera de marcar su
Biblia es con un lápiz de color.
(Los bolígrafos, lapiceros,
plumones y rotuladores suelen
traspasar la hoja en la mayoría
de las Biblias.)

Obedézcala. Haga lo que Dios le dice que debe hacer.


Algunas veces Él nos muestra un pecado que necesitamos
confesar. Otras veces nos enseña algo que debemos
arreglar con otra persona. Obedezca pronto.

Comparta lo que lee. Comparta con otros las bendiciones


que Dios le da al leer Su Palabra. Esto ayudará a los demás,
y le ayudará también a usted.
Recuerde lo que lee. A lo largo del día, medite en la
Palabra de Dios. Hable con Dios en su corazón. Esto es
tener comunión con Dios.
Lección 5: ¡Cuando Jesús Venga!

Querido amigo(a):

En nuestra última lección descubrimos muchas


cosas maravillosas en cuanto a la Biblia. Una de las
cosas asombrosas de la Biblia es que nos habla del
futuro. Dios conoce e futuro, y en Su Palabra nos
dice de muchas cosas que van a suceder.
Quizás usted se pregunte: “¿Regresará un día el Señor
Jesús a la tierra?” La respuesta es: “¡Sí, regresará!” El
Señor Jesús dijo:

“Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y


os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo” (Juan 14:2-3).
En esta lección vamos a ver algunas cosas que sucederán
cuando Jesús regrese. Pero primero, pensemos en lo que
sucedió cuando estuvo en la tierra.

El Señor Jesús hizo muchas cosas maravillosas cuando


estuvo en la tierra, pero el motivo principal de Su venida
fue para morir por nosotros.

El Señor Jesús fue crucificado como a las nueve de la


mañana. Murió como a las tres de la tarde.

Un hombre llamado José de Arimatea pidió el cuerpo de


Jesús. Él y un amigo suyo llamado Nicodemo tiernamente
prepararon el cuerpo de Jesús para la sepultura.
Envolvieron Su cuerpo con lienzos y especies aromáticas.
Luego pusieron el cuerpo de Jesús en un sepulcro nuevo a
un lado de una colina. Una piedra grande fue puesta en la
entrada.
Jesús estaba muerto. Los discípulos estaban muy tristes.
Aunque el Señor Jesús les había dicho que resucitaría al
tercer día, no lo creían.

Temprano por la mañana del tercer día, tres mujeres


fueron al sepulcro de Jesús para poner especies aromáticas
en Su cuerpo. Cuando lle—garon al sepulcro, encontraron
que la piedra ya no estaba en la entrada—había sido
quitada. Un ángel les habló diciendo:

“No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el


que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como
dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor” (Mateo
28:5-6).
Las mujeres vieron que el cuerpo de Jesús ya no estaba en
el sepulcro. Estaban confundidas y asustadas. Corrieron
para decirles a los discípulos. Cuando María Magdalena
encontró a Pedro y a Juan, les dijo lo que había sucedido.
Pedro y Juan fueron corriendo al sepulcro. Encontraron el
sepulcro vacío—sólo estaban los lienzos.

Más tarde, María regresó. Estaba afuera del sepulcro


llorando cuando el Señor Jesús apareció. Ella pensaba que
era el jardinero. Le dijo: “Señor, si tú lo has llevado, dime
dónde lo has puesto”. Jesús dijo: “María”. Cuando ella se
dio vuelta, lo reconoció y exclamó: “¡Maestro!” (Vea Juan
20:11-18.)
Esa noche, diez de los discípulos se reunieron a puerta
cerrada. Estaban hablando de las cosas extrañas que
habían sucedido ese día. Tomás no estaba con ellos.

De repente, Jesús se apareció y dijo: “Paz a


vosotros”. Estaban asustados. Pensaban que estaban
viendo un espíritu. Pero el Señor Jesús dijo:
“¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos
pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo
soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:38-39).
¡El Señor Jesús había resucitado de la muerte en carne
y huesos! ¿Cómo sabían los discípulos que Él tenía cuerpo?
Porque lo vieron, lo tocaron, hablaron con Él y comieron
con Él.

¡Jesús estaba vivo! Tenían muchos deseos de decirle las


noticias maravillosas de la resurrección a Tomás. Pero
cuando le dijeron, no les creyó. Tomás dijo:

“Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere


mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su
costado, no creeré” (Juan 20:25).
Ocho días después, los discípulos de nuevo estaban en el
mismo lugar. Esta vez Tomás estaba con ellos. De nuevo el
Señor Jesús apareció y les dijo: “Paz a vosotros”. Luego le
habló a Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y
acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente”.
Tomás ya no dudó. Adoró a
Jesús diciendo: “¡Señor mío, y
Dios mío!”
El Señor Jesús dijo: “Porque
me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no
vieron, y creyeron”.(Vea Juan
20:24-28.)
El Señor Jesús apareció en la tierra por cuarenta días
después de Su resurrección. Fue visto por muchas
personas. En una ocasión, apareció a más de 500 personas.
Antes de que el Señor Jesús regresara al cielo, les dijo a
Sus discípulos:

“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”


(Mateo 28:18).

Luego, un día, cuando los discípulos estaban con Él, el


Señor Jesús fue llevado al cielo. Una nube lo cubrió de Su
vista. Jesús había regresado al cielo.

Mientras se quedaron mirando al cielo, dos hombres


vestidos de blanco se acercaron y les dijeron:

“Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este


mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).
¿Qué dice este versículo? Dice que el Señor Jesús
regresará de nuevo de la misma manera en que se fue al
cielo.

Los discípulos vieron a Jesús regresar al cielo. Los


creyentes que aún vivan, verán a Jesús cuando Él venga
otra vez.

El Señor Jesús está preparando hermosas mansiones


en el cielo para nosotros y un día vendrá otra vez para
llevarnos con Él. Él dijo:

“Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y


os preparare lugar, VENDRÉ otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”
(Juan 14:2-3).
¡El Señor Jesús vendrá otra vez! Sabemos que va a
regresar porque Él dijo: “Vendré otra vez”. Para los que lo
hemos recibido como nuestro Salvador, Su venida será un
tiempo de gran gozo. ¿Por qué? Porque Él vendrá para
llevarnos con Él. Esto es lo que nos dice la Biblia de ese
glorioso día:
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y
los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros
los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Cuando Jesús regrese, todos los hijos de Dios serán
arrebatados para ir con Él en las nubes:

1. “Los muertos en Cristo”—o sea, los creyentes que


mueran antes de Su venida—y

2. “los que vivimos, los que hayamos quedado”—o


sea los creyentes que sigan con vida en la tierra cuando Él
venga.

Usted puede entender eso, ¿verdad? Los creyentes que han


muerto y los creyentes que estén viviendo en la tierra
cuando Jesús venga serán arrebatados juntamente para
reunirse con Él en las nubes. ¡Será un tiempo muy feliz!
Claro, nuestros cuerpos serán transformados y serán como
el glorioso cuerpo resucitado de Jesús.

¿Qué les sucederá a los que nunca recibieron a Cristo como


su Salvador? Se quedarán atrás. Habrá un tiempo de gran
tribulación en la tierra para ellos. Jesús dijo: “Porque
aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido
desde el principio de la creación que Dios creó”.Será un
tiempo terrible sobre la tierra. ¡Es muy importante que
nosotros ganemos a otros para Cristo ahora!

Después de los eventos de la gran tribulación, el Señor


Jesús regresará a la tierra con los creyentes. Todos los que
han estado con Él en el cielo regresarán para reinar con Él.
Primero, Él vendrá POR nosotros; y después
regresará CON nosotros. ¡Será maravilloso!

Quizás usted pregunte: “¿Cuándo regresará Jesús? ¿Lo


sabe alguien?”
No, nadie sabe exactamente cuándo regresará el Señor
Jesús. Jesús dijo:
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los
cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).
Jesús puede venir otra vez en cualquier momento. Como
esto es verdad, debemos estar listos para verlo en cualquier
momento.

¿Cómo podemos estar preparados para la venida del Señor


Jesús?

Podemos estar preparados de varias maneras:

(1) amándolo,
(2) obedeciéndolo,
(3) sirviéndole y
(4) esperando Su regreso.

Si hacemos estas cosas, no estaremos avergonzados


cuando Él venga. La Biblia dice:

“Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se


manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no
nos alejemos de él avergonzados” (1 Juan 2:28).
Si verdaderamente amamos al Señor Jesús, desearemos
que Él venga pronto. Que nuestra oración sea:

“Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).


¿Qué sucede cuando muere un CRISTIANO?

La Biblia nos dice que el cuerpo es la “casa” donde vive


nuestra alma. Nuestro cuerpo no es nuestro verdadero yo;
sólo es la casa de nuestra alma. Podemos entender esto,
porque también vivimos en una casa. La casa no es nuestro
verdadero yo; sólo es el lugar donde vivimos.
¿Qué sucede cuando muere un cristiano? Su alma
simplemente sale de la “casa” donde ha vivido y se va con
el Señor. El apóstol Pablo dijo: “Porque para mí el vivir es
Cristo y el morir es ganancia”. ¿Por qué dijo que
es “ganancia” morir? Porque morir significa estar con Cristo
y eso es mucho mejor que estar aquí.

Cuando un ser amado que es cristiano muere, estamos


tristes porque lo extrañamos. Esto es natural; pero
debemos recordar que está con Jesús y que eso es mucho
mejor que estar aquí. Si pudiéramos ver cuán hermoso es
el cielo, nunca desearíamos que regresara aquí.

No tenemos por qué temer la muerte. Para un cristiano, la


Biblia llama la muerte simplemente “dormir” en Jesús. El
Señor Jesús dijo:

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque


esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
Cuando Jesús regrese, Él resucitará los cuerpos de los que
le han recibido y les dará nuevos cuerpos resucitados que
jamás morirán. La Biblia dice:
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este
tabernáculo [nuestro cuerpo], se deshiciere [cuando
morimos], tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha
de manos [nuestro cuerpo resucitado], eterna, en los
cielos” (2 Corintios 5:1).
¿Cómo seremos entonces? ¡Seremos como Jesús! La Biblia
dice:

“Sabemos que cuando él se manifieste, seremos


semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan
3:2).

En nuestra próxima lección aprender emos las


respuestas a estas preguntas importantes:

¿Podemos ser salvos por hacer buenas obras?


¿Qué es la gracia?
¿Podemos ganar recompensas?
¿Qué sucederá si un hijo de Dios continúa haciendo
cosas que desagradan a Dios?

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