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Esto así para determinar si realmente circularon por todo el país esas «hojas» que
contenían ideas socialistas y comunistas y qué proyecto de sociedad diferente al
existente caudillismo presentaban o si por el contrario no había nada de eso, sino
una pura estigmatización a la que recurrían Báez y Luperón para deshacerse del
adversario político. Jaime Domínguez, en una investigación para el CERESD, de la
UASD, aún inédita, lo sugiere: «Las noticias que se producían en la prensa criolla
sobre la Comuna de París, las Internacionales Obreras y otros hechos de
repercusiones sociales distorsionaban la verdad. Se quería hacer de las palabras
Comunismo, Comuna, Socialismo, sinónimos de pillaje, anarquía y destrucción»
El ataque a tales ideas se inicia con Báez, quien durante el período de los Seis
Años, acusaba de «comunistas y ladrones» a sus enemigos políticos y según el
trabajo de Domínguez en el Boletín Oficial del 2 de septiembre de 1871 se sugiere,
aunque sin afirmarlo, que el incendio de Puerto Plata pudo ser obra de «alguno que
otro adepto» de la Sociedad Internacional (es decir de la internacional
comunista). Las implicaciones de estas acusaciones están por estudiarse a fin de
resaltar las luchas entre liberales y rojos por apoderarse del poder.
Ninguna novedad ocurre por estos lugares sino, una peste de socialistas que
quisieran el poder, la anarquía y la expropiación legal.4
A este tenor se agrega una décima de Juan Antonio Alix, publicada en Santiago en
1876, donde dice: «es imposible, se- ñores/que relatar pueda yo/lo que este pueblo
pasó/con esos expropiadores/Entre todos los autores/Peña es el principal/ pues
siendo tan liberal/y con tanto patriotismo/introdujo el comunismo/con la
expropiación legal».5
Sea lo que fuere, y esto está por dilucidar, Luperón vuelve al ataque contra los
«socialistas». Domínguez consigna que el 3 de enero de 1885 Luperón dirigió una
carta al general Desiderio Valverde6 en la cual se queja:
Domínguez señala que la carta de Luperón en una defensa de su gestión como jefe de
Puerto Plata durante el gobierno de Espaillat. Gestión que había sido fuertemente
criticada por Francisco Ortea en carta hecha pública por el periódico La
República, del 27 de diciembre de 1884. Se detallan todos los atropellos cometidos
allí contra partidarios de González, el desfalco del dinero público, violación a
los derechos ciudadanos, etc. En este contexto se ilumina la décima antes citada
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Aunque sea táctica del discurso debido a una estrategia del sujeto, Deschamps
señala a Luperón lo siguiente, según el párrafo de la carta citada por Domínguez:
Luperón no hizo más que recordarnos que acaba de venir de Europa, en cuyos pueblos
tan sólo es que se escribe y se pronuncia esa palabra. Mal hace el señor G.
Luperón escribirla aquí, en donde no hay más que dos grandes agrupaciones: la de
los caudillos que aspiran al mando, por tiempo indefinido, del país, para
perpetuar sus tiranías, y la de los que se han propuesto rechazar esas desmedidas
ambiciones (…)
Ricardo Vicente Sánchez Lustrino, muerto a los 29 años, luego de poner al día la
práctica filosófica en Santo Domingo y haber cambiado la poesía y el discurso
sobre ella, luego de haber esbozado –si no nos engañamos– las primeras ideas sobre
anarquismo y socialismo con tintes proudhonianos, bakunianos y marxistas, puede
ser considerado como nuestro Rimbaud dominicano.
Además de su Pro-Psiquis publicó otro libro titulado Cosas del terruño y cosas
mías, en 1912, y anunció también una obra que no llegó a publicarse, Tríptico,
compuesta por «Zaratustra feminista», «El porvenir de nuestro obrero» y «El ocaso
de una tiranía». También escribió una novela titulada Flor de amor, de la cual
sólo conocemos el fragmento que aperecen en Pro-Psiquis, p. 143.
Creemos que con los poemas en prosa que aparecen en ProPsiquis7 Sánchez Lustrino
Archivo: Documento sin título 1 Página 3 de 4
es, contrariamente a lo que sostiene Manuel Rueda a favor de Vigil Díaz con su
poema «Arabesco» de 1917, el verdadero renovador de la poesía dominicana. Los
poemas de Sánchez Lustrino aparecen en su libro que comentamos, pero quizá fueron
escritos antes de 1912. Por su relación con Nietzsche no podía ser de otra manera
este cambio, ya que según Sánchez Lustrino el filósofo alemán «introdujo una
revolución en el leguaje, escribiendo prosa como verso y verso como nadie» (p.
251). Al mismo tiempo que lo reconoce como creador de una poética nueva, agrega:
En este sentido, Nietzsche ha sido el padre del estilo libre: quien ha descubierto
el arte del gran ritmo, del gran estilo en el período expresivo del formidable
movimiento ascendente y descendente de una pasión sobrehumana y sublime.8
Vigil Díaz, con todo lo que vale, como valdrán después los postumistas, no hace
sino seguir los lineamientos poéticos de Sánchez Lustrino. Su primer poema en
estilo libre, «Arabesco», así como su prólogo a Galeras de Pafos, titulado
«Palabras», no hacen otra cosa que retomar a Sánchez Lustrino. Y el prólogo a Pro-
Psiquis, escrito por Vigil Díaz, es un reconocimiento a esa inteligencia y
capacidad creadora de Sánchez Lustrino.
que tienen ahí el lenguaje, el poema y el sujeto. ¿Tienen los dos sistemas la
misma teoría del Estado y la rechazan alternativamente? La concepción del Estado
en el marxismo y en el anarquismo es, según H. Meschonnic,12 la misma que en
Hegel, a quien le viene de Rousseau, pero entre uno y otro la diferencia está en
la forma de organización de la sociedad:
Como Marx contra Hegel iba de la tierra al cielo, no del cielo a la tierra,
Bakunín organiza la sociedad no de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba.
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