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10 claves para identificar la voz de Dios en tu vida (Papa Francisco)

Aprendamos a reconocer la voz de nuestro Señor en medio de tantas voces que nos
rodean, para ello necesitamos un cierto clima de vida

Todos los creyentes queremos aprender a escuchar las inspiraciones del Espíritu Santo.
Es un aprendizaje progresivo: se trata de convertirse en aquellas ovejas que reconocen
la voz de su pastor en medio de las otras voces que las rodean (Jn 10, 3-5).

Para lograr esto, es necesario crear poco a poco un cierto “clima de vida” que
comprende los siguientes elementos.

1.- Cumplir la voluntad de Dios: Estemos firmemente decididos a hacer en todo la


voluntad de Dios. Dios habla a aquellos que desean obedecerle.

2.- Oración constante: Llevemos una vida de oración regular, en la que intentemos
principalmente tener una actitud de confianza, de disponibilidad interior a la acción de
Dios. La fidelidad a la oración favorece y hace más profunda la disposición de apertura
y de escucha.

3.- Leer la Santa Biblia: Meditemos regularmente las Santas Escrituras: su manera de
tocar y hablar a nuestro corazón despierta en nosotros una sensibilidad espiritual y nos
acostumbra poco a poco a reconocer la voz de Dios.

4.- Cuidar actitud y tener desprendimiento: Evitemos lo más posible las actitudes que
pueden cerrarnos a la acción del Espíritu: la agitación, las inquietudes, los miedos, los
apegos excesivos a nuestra propia manera de hacer o de pensar.

La escucha al Espíritu Santo requiere flexibilidad y desprendimiento interiores.

5.- Confianza en Dios: Aceptemos con confianza los acontecimientos de nuestra vida,
aun cuando a veces nos contraríen o no correspondan a lo que nosotros esperábamos. Si
somos dóciles a la manera en la que Dios conduce los acontecimientos de nuestra vida,
si nos abandonamos entre sus manos de Padre, Él sabrá hablar a nuestro corazón.

Mantengámonos – dentro de lo posible – en paz y en confianza, pase lo que pase.


Cuanto más nos esforcemos por mantener la paz, más escucharemos la voz del Espíritu.

6.- Tener humildad: Sepamos acoger los consejos de las personas que nos rodean.
Seamos humildes de cara a nuestros hermanos y hermanas, no busquemos siempre tener
la razón o la última palabra en las conversaciones.

Reconozcamos nuestros errores y dejémonos corregir. Quien sabe escuchar a su


hermano sabrá escuchar a Dios.
7.- Confesión regular: Purifiquemos constantemente nuestro corazón en el sacramento
de la reconciliación (confesión). El corazón purificado por el perdón de Jesús percibirá
su voz con más claridad.

8.- Atento a nuestros sentimientos: Estemos atentos a lo que pasa en el fondo de nuestro
corazón. El Espíritu Santo no se deja escuchar en el ruido ni en la agitación exterior,
sino en la intimidad de nuestro corazón, por medio de mociones suaves y constantes.

9.- Reconocer los frutos de Dios: Aprendamos poco a poco a reconocer lo que viene de
Dios a través de los frutos que produce en nuestra vida.

Lo que viene del Espíritu trae consigo paz, nos hace humildes, confiados, generosos en
el don de nosotros mismos. Lo que viene de nuestra psicología herida o del demonio
produce dureza, inquietud, orgullo, ensimismamiento.

10.- Ser agradecidos siempre: Vivamos en un clima de gratitud: si agradecemos a Dios


por un beneficio, él nos dará nuevas gracias, en especial las inspiraciones interiores que
necesitamos para servirle y amarle.

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