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Los geógrafos nos lamentamos con fre- reportaje titulado Cómo vive la otra mitad,
cuencia de la escasa incidencia de nues- en el que describía las condiciones de vida
tra disciplina en la sociedad actual. Qui- de una parte «invisible» de la población
zás, en un acto de humildad, deberíamos de Nueva York. Más cerca de nosotros,
preguntarnos si nuestros trabajos acadé- podríamos recordar algunos trabajos pio-
micos responden a las inquietudes de los neros de geografía del género que partían
hombres y las mujeres que nos rodean. de la voluntad de «no excluir a la otra
Esta pregunta es la que ha llevado a la mitad» o el título de la obra de Susan
publicación de la obra Las otras geografías, George publicada en 1976, How the other
dirigida por los profesores Joan Nogué y half dies, sobre el hambre en el mundo.
Joan Romero de las Universidades de Este acento en la alteridad —entendi-
Girona y de Valencia, respectivamente. da en el más amplio sentido de la pala-
En este caso, no es un tópico afirmar que bra— es importante porque no estamos
se trata de una aportación importante y ante otro libro sobre las «nuevas geogra-
necesaria en unos momentos en los que fías» o sobre «nuevos temas en geografía»,
nuestro mundo y nuestras sociedades sino ante una obra que pretende proyec-
están llenos de incertidumbres y plantean tar unas nuevas miradas sobre «otros»
numerosos interrogantes. temas y «otras» realidades. Por este moti-
Una primera impresión que produce vo, lo más relevante de la obra es el con-
la lectura de las 557 páginas de este libro junto de miradas «distintas» sobre las dis-
es que proyecta una mirada distinta a un tintas cuestiones abordadas.
mundo distinto. La idea motriz de la obra Para dar cuenta de las múltiples voces
parte de la constatación de que, con fre- de los territorios y de las personas y colec-
cuencia, el mundo de la geografía acadé- tivos que los ocupan, era necesaria una
mica no ha estado atento a las realidades visión plural e interdisciplinaria, como
del mundo contemporáneo y que hay afirman los editores en la página 13. Se
otras realidades y otros mundos. Por este trata, por lo tanto, de una obra polifóni-
motivo, los directores y coordinadores del ca y coral que reúne a más de treinta auto-
volumen han reunido un amplio equipo res y autoras procedentes de instituciones
de colaboradores que abordan cuestiones académicas españolas, argentinas, france-
que, en muchas ocasiones, no son ni las sas, mexicanas y estadounidenses, pero
dominantes ni las más habituales —ni las también de algunas organizaciones no
más ortodoxas— en el ámbito de nues- gubernamentales, como Intermón Oxfam
tra disciplina. o Médicos sin Fronteras. Como es inevi-
Uno de los méritos principales de la table ante un número de colaboradores y
obra es, pues, el de hacer visibles algunos colaboradoras tan elevado, las aportacio-
de estos temas, personas y territorios que nes son, a veces, irregulares, pero la mayo-
configuran el mundo actual y que, en ría de ellas responde adecuadamente al
muchas ocasiones, habían quedado exclui- espíritu que preside la obra, mérito indis-
dos de los estudios de la geografía acadé- cutible de los editores, que han sabido
mica. En la página 14, los editores men- crear unas complicidades con los autores
cionan el reportaje del periodista Jacob y las autoras de los textos, pero también
A. Iris, que, en el año 1890, realizó un porque se trata de un equipo bastante
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tos han quedado «olvidados» y apenas se Baumann para subrayar el carácter fugaz
alude a ellos. De manera similar, en el del tiempo en la cotidianeidad. En con-
capítulo 3, titulado «La geografía de las traposición a estos dos capítulos, el 11,
crisis olvidadas», Consuelo López-Zuria- que lleva el título de «Geografía de los
ga y Jordi Passola dibujan un mapa de las tiempos lentos», obra de Perla Zusman,
crisis humanitarias olvidadas. Los dos Cristina Hevilla y Matías Molina, pro-
capítulos definen, a escala mundial y en pone unos interesantes ejemplos del papel
el contexto de un análisis geopolítico, lo de los tiempos «lentos» en las sociedades
que constituye uno de los ejes del libro, de la región andina fronteriza entre Argen-
el énfasis en los «olvidados», los otros, en tina y Chile.
definitiva. Antoni Luna, autor del capí- Una aportación importante del capí-
tulo 8, «Los espacios de la Alter-globali- tulo 13 («De la geografía de los riesgos a
zación», plantea de qué manera la exis- las geografías de la vulnerabilidad»), escri-
tencia de estos olvidados y los disidentes to por Anna Ribas y David Saurí, es la de
ha llevado a unas formas de resistencia ir más allá del concepto de riesgo tradi-
que se traducen en los nuevos espacios de cional en una aproximación a la relación
la movilización social, una de las otras entre sociedad y naturaleza para desarro-
ideas que recorre toda la obra. El capítu- llar la idea de vulnerabilidad como resul-
lo 9, «De cómo la fe mueve montañas», tado en parte de las condiciones sociales.
escrito por Abel Albet, plantea el papel El bloque III, titulado «Las otras ciu-
de la geografía de las religiones, un tema dades», consta de seis capítulos y 107
clásico en la geografía cultural, pero pre- páginas y en él se «desciende» a la escala
sentado aquí de forma que permite enten- urbana, la escala local, donde se hacen
der el papel de la religión en el contexto más evidentes y visibles las diferencias, los
geopolítico mundial. procesos de segregación y de marginación,
El bloque II se titula «Los nuevos terri- las alteridades y las resistencias sociales.
torios» y consta de siete capítulos que ocu- Además de esto, la ciudad es también una
pan 117 páginas. Incluye tres capítulos multiplicidad de espacios públicos, espa-
sobre la dualidad espacio y tiempo, los cios de convivencia, de segregación y de
riesgos, los recursos, el capítulo 14 («Geo- «reconocimiento», temas que aparecen
política de los recursos naturales»), escri- tratados en los capítulos 17 («Vulnerabi-
to por Ricardo Méndez, nuevas formas lidades urbanas: separar, olvidar, desha-
de territorialidad, el capítulo 15 («Las ciu- bitar»), 19 («La ciudad informal»), 21 («La
dades en el campo: nuevas ruralidades y espacialidad de la vida cotidiana. Holo-
lugares rururbanos»), escrito por Claudia gramas socio-territoriales de la cotidia-
Barros y, el 16, sobre «Desigualdades agrí- neidad urbana») y 22 («Ciudadanos en el
colas», escrito por Marcel Mazoyer. dial. Medios comunitarios y estrategias
En el capítulo 10 («El tiempo del terri- de regeneración urbana»), escritos res-
torio, los territorios del tiempo»), Fran- pectivamente por Josep M. Montaner,
cesc Muñoz analiza el papel de las nuevas Raquel Hemerly y Tardin Coelio, Alicia
tecnologías en la aparición de un «tiempo Lindon y Anna Clua. En el capítulo 18
mundial» y en la configuración de un («La ciudad y el miedo»), escrito por Laia
nuevo marco de relación espacio-tempo- Oliver-Frauca, se aborda el miedo, la inse-
ral. guridad y su relación con la alteridad, la
En una línea similar, se sitúa el capí- asociación entre urbanización y crimina-
tulo 12 («Geografía de los tiempos y de lidad, así como las contradicciones liga-
los espacios efímeros y fugaces») escrito das a la necesidad de seguridad y de con-
por Daniel Hiernaux, quien parte de la vivir con la diversidad de habitantes. En
idea de los tiempos líquidos de Zigmund el capítulo 20, titulado «Resistencias urba-
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nas y conflicto creativo», Abel Albet, Anna una aportación destacable al análisis de
Clua y Fabià Díaz retoman el hilo del las discapacidades, subrayando la migra-
capítulo 18 y plantean la conflictiva rela- ción metodológica que ha supuesto su
ción entre espacios públicos y espacios planteamiento desde una perspectiva
privados, las dualidades miedo y desor- médica a una perspectiva social en el con-
den versus seguridad y control y cómo se texto de unas sociedades —especialmen-
contraponen espacios públicos regulados te urbanas— particularmente sensibles a
y espacios de resistencias y de luchas. Estas esta problemática, como es el caso de las
dualidades llevan a los autores del capí- barreras arquitectónicas.
tulo a definir la idea del conflicto como En el breve postfacio de siete páginas
generador de creatividades y a plantearse que recibe el título de «Nunca renunciar
la concepción del espacio público como frente a lo intolerable», Sami Naïr plan-
espacio de (re)conocimiento. tea las consecuencias de la globalización
El bloque IV se titula «El cuerpo», a distintas escalas y cuáles son los retos
consta de cuatro capítulos y 78 páginas, para resistir a aquellos aspectos que entra-
y es el más novedoso e innovador, pero ñan una profundización de las desigual-
resulta muy coherente con la estructura dades, de la marginación y de la segrega-
del libro, porque nos lleva al último nivel ción social y espacial. En las tres últimas
del zoom, el del cuerpo convertido en páginas, el autor propone un breve pro-
espacio. Por este motivo, en el capítulo grama de actuaciones y responde a la pre-
23, titulado «El cuerpo como mercancía», gunta «¿Qué hacer frente a esta situa-
su autora, Josepa Bru, aborda el análisis ción?», afirmando que «[...] todos los que
del cuerpo visto como un espacio social. no aceptamos la desaparición de la civi-
Además de la idea del cuerpo como mer- lización humanista y tolerante, podemos
cancía, incorpora ideas como las de la ayudar para resistir y abrir caminos nue-
imagen y la identidad y la del cuerpo vos de emancipación. Debemos afrontar
modelado por el poder y las relaciones de los retos más inmediatos» (p. 547). De
poder. En el capítulo 24, que lleva por esta manera, el libro finaliza con unas pro-
título «Sexo, género y lugar», María Prats puestas que lleva al lector a plantearse que
realiza una síntesis sobre la emergencia de es posible cambiar el mundo, y no sólo
la geografía del género, de sus aportacio- limitarse a interpretarlo.
nes y temáticas más relevantes y, en una Podría parecer que la utilidad princi-
segunda parte, aborda temas más recien- pal del libro Las otras geografías es la de
tes sobre la lectura de género en relación ayudar a entender el mundo en sus múl-
con la sexualidad y el cuerpo. Xosé M. tiples territorios y en su diversidad terri-
Santos, en el capítulo 25 («Espacios disi- torial y ayudarnos a establecer interrela-
dentes homosexuales»), plantea un tema ciones explicativas que nos permitan
que no es nuevo, especialmente en la geo- entender las incertidumbres del mundo
grafía estadounidense, y que quizás debe- actual en tiempos de aparente desorden.
ría haberse incluido en el bloque III, en Ciertamente, el libro cumple esta finali-
tanto que estos territorios homosexuales dad, pero va mucho más allá. Por una
son, esencialmente, territorios urbanos. parte, constituye una aportación destaca-
El autor aborda cuestiones como la dua- ble para entender y respetar las alterida-
lidad entre los guetos y la aceptación des, pero también para que los hombres y
social, el papel como espacios identitarios las mujeres puedan conocerse y «recono-
y, finalmente, el juego entre estos espa- cerse» en sus territorios y hacerlos más
cios físicos y los nuevos lugares ciberné- suyos y, por otra parte, contiene muchos
ticos. En el capítulo 26, titulado «Geo- elementos con los que configurar algunas
grafía y discapacidad», Ana Olivera realiza propuestas para la geografía del siglo que
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estamos empezando. Unas propuestas que se trataba de una obra que llevaba al
—o unos proyectos— que pueden pare- lector hacia los límites de los espacios,
cer utópicas, que remiten a la ética y a la hacia nuevas fronteras, hacia las Terrae
«geografía moral», pero que son necesa- Incognitae, y que planteaba nuevos retos
rias para que la geografía no sea un saber para la geografía. ¿Descubrir nuevos terri-
que no responda a las preguntas de nues- torios, asumir nuevos retos, acaso no cons-
tras sociedades ni a las inquietudes de los tituye todo ello una parte muy impor-
hombres y las mujeres que nos rodean. tante de nuestra tradición?
En la presentación del libro Las otras geo-
grafías el pasado mes de enero de 2007 Lluís Riudor Gorgas
en la Societat Catalana de Geografia, Universitat Pompeu Fabra
Montserrat Tura, consejera de Justicia de Facultat d’Humanitats
la Generalitat de Catalunya, manifestaba Lluis.Riudor@upf.edu