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PROBLEMAS Y DESAFIOS EN EL PERÚ ACTUAL

Sesión 9

Tema El Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada


Logros Al final de la sesión, el estudiante analiza las características y el impacto del proyecto
revolucionario del gobierno de la Fuerza Armada.

Actividad 1: A partir de la explicación realizada en la sesión y la lectura del texto de Antonio


Zapata y conteste las siguientes preguntas:
 ¿Cómo se ejecutó la reforma agraria?
 ¿Cuáles fueron los resultados obtenidos?

Cuarenta años después, la reforma agraria […] en parte tuvo éxito y mirados otros ángulos fue
un completo fracaso. Por un lado, liberó al campesinado de las ataduras serviles y amplió la
ciudadanía peruana, integrando al país más que ningún otro gobierno. Pero, sus propuestas
productivas fueron utópicas y sin mayor sentido, habiendo provocado un serio retraso de la
productividad agraria.

Al terminar con la hacienda oligárquica, Velasco optó por no repartir la tierra en forma individual
entre los campesinos. Varias experiencias de reformas agrarias así lo indicaban. En efecto, desde
la revolución de los esclavos de Haití se ha sabido que el minifundio arruina a una nación y que
retrasa considerablemente sus fuerzas productivas.

Pero, ¿cómo evitar el reparto después de expropiar a los grandes hacendados? La única manera
es mantener las unidades productivas con mano dura y proyectos a largo plazo. Por ello, el
general Velasco conservó la gran propiedad e incluso la amplió, llamándola cooperativa o
sociedad agrícola de interés social. Bajo esos nombres se proyectó el latifundio y el campesinado
percibió al Estado como nuevo dueño.

Empezaron los problemas y contradicciones. Era difícil mantener grandes complejos


productivos; la disciplina del antiguo régimen había terminado y los intereses de los grupos
campesinos eran muy distintos. Aunque lo peor estaba por venir. Era una época de precios
controlados. No regía el mercado, sino que los ministerios fijaban los precios de una serie de
mercancías. Por supuesto, parte de estos precios controlados correspondían a los productos del
campo.

Pues bien, a Velasco se le ocurrió que los campesinos debían colaborar con los pobres de la
ciudad. El general presidente pensaba que la reforma agraria era un enorme aporte de su
gobierno a la clase campesina. Además, sabía que no había hecho nada semejante por el pueblo
de las ciudades, no había reforma urbana ni estaba planeada. Pues bien, la forma de compensar
a la ciudad sería con productos del campo baratos, que permitan llegar a fin de mes. El
campesino ayudaría al proletario con una mesa cómoda.

Esa política diferenciada de precios arruinó al campo y evitó posibles efectos beneficiosos de la
reforma agraria. El intercambio entre campo y ciudad siempre es desigual, pero en este caso se
hizo abismal. De este modo, durante el docenio militar, la reforma agraria entregó la tierra a
administradores que laboraban nominalmente como representantes del campesinado. Pero,
paralelamente perjudicó económicamente al campo en su conjunto y extendió la pobreza rural.

En este contexto, los problemas sociales dentro de la reforma se hicieron más agudos. Sobrevino
una etapa de gruesas dificultades económicas. Los supuestos beneficiarios estaban pobres y
quisieron arreglárselas por sí mismos.
Por ello, el campesinado rechazó el modelo asociativo implementado por la reforma del general
Velasco. No había traído ni autogestión ni prosperidad. A continuación, empezaron una serie de
tomas de tierras protagonizadas por los mismos beneficiarios contra las cooperativas. Las
parcelaron. Cada campesino se hizo dueño de una pequeña chacrita y desapareció la economía
de escala, indispensable para una operación moderna y económicamente viable.

Como consecuencia vino el fracaso económico. El campo dejó de crecer. Descendió la


rentabilidad agraria y la producción de alimentos retrocedió. Pero, el campesinado había
adquirido ciudadanía; disponía de derechos políticos y avanzaba en su integración a la nación.
Gracias a ello, Sendero Luminoso no logró incendiar completamente la pradera campesina. Si se
hubiera dado el caso contrario, aún estaríamos intentando apagar los Andes (Zapata, 2009).

Actividad 2: A partir de la explicación realizada en la sesión y la lectura del texto de Contreras y


Zuloaga, contesten a las siguientes preguntas
 Explique las características de la política de expropiaciones desarrollada por el Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada.
 Explique las consecuencias económicas que generó la política de expropiaciones.

“Los yacimientos mineros más importantes, como los de petróleo en Talara, los de Casapalca,
Morococha, Yauli y Cerro de Pasco en la sierra central, y los de Marcona, en el sur, fueron
también expropiados a empresas mineras de capitales norteamericanos […]. Las empresas
pasaron a propiedad del Estado, quien creó con ellas empresas públicas, como Petroperú,
Mineroperú y Hierroperú. También se expropiaron industrias consideradas estratégicas, como
las de cemento, acero, papel, la química y los vuelos aéreos, convirtiéndolas en fábricas estatales
cuyos funcionarios eran designados por el gobierno.
La intención de esta masiva expropiación fue poder coordinar las inversiones y planes
productivos de todas esas empresas, a la vez que orientar sus ganancias a la ampliación de la
capacidad productiva de la nación. Estas buenas intenciones no se cumplieron. En la medida en
que, salvo la del petróleo, se trató de expropiaciones relativamente anunciadas con antelación,
los propietarios habían dejado de invertir en la mejora de sus plantas. En pocas ocasiones se
trató de negocios boyantes de los que pudiera obtenerse ganancias al día siguiente. De ordinario
los militares descubrieron que para volver productivas esas industrias debía inyectárseles capital
y realizar reformas técnicas y administrativas; pero incluso saber qué es lo que exactamente
debía hacerse tomaría algún tiempo y dinero. Una opción, desde luego, era continuar operando
tal como se encontraron las cosas, pensando simplemente en el día siguiente y no el largo plazo.
Fue lo que generalmente se hizo, ero era una estrategia condenada al fracaso en el mediano
plazo.
La economía de las empresas expropiadas se volvió, además, complicada por el manejo político
que, como era previsible, comenzó a adquirir su conducción […] Los gerentes nombrados por el
gobierno carecieron de estabilidad e incentivos para un trabajo eficiente; era corriente que se
nombrase a oficiales militares que, aunque tenían la mística de que carecía los gerentes civiles,
ellos mimos carecían casi siempre de los conocimientos necesarios.
La economía nacional se transformó en una extraña criatura, mitad privada y mitad estatal, ni
capitalista ni socialista, puesto que, aunque funcionaba el mercado para algunos bienes o
sectores, el Estado mantenía el control de los más importantes y con mayor capacidad de
ganancia. Éstos eran los bienes exportables y aquellos considerados sensibles para la marcha
general de la producción (la electricidad, los combustibles, el agua potable, los hidrocarburos).
El gobierno era, además, quien dictaba los precios de los servicios públicos y muchos otros
considerados estratégicos, entre los cuales figuraban los de los alimentos, la gasolina, el
transporte urbano e interprovincial y el salario mínimo. También se controlaba el precio del
alquiler de las viviendas y los medicamentos considerados básicos.
El gobierno militar aprovechó la creación en 1969 del Pacto Andino (un acuerdo de seis países –
Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, además del Perú- andinos para integrar sus
mercados de bienes) para poner en marcha un programa de industrialización por sustitución de
importaciones, que llevó a la erección de fábricas de ensamblaje de artefactos
electrodomésticos, camiones, automóviles y motocicletas. Elevados aranceles a los bienes
importados protegieron a la industria de ensamblaje y de bienes para el hogar, garantizando el
empleo de la clase trabajadora y los sectores medios urbanos que trabajaban en ella. Como en
todos estos programas de modernización económica, los grandes sacrificados fueron los
trabajadores rurales, cuyos bienes se vendían a precios bajísimos controlados por las
autoridades” (Contreras y Zuloaga, 2016, pp. 253-255).

Bibliografía
Zapata, A. (2009). ¿Fracasó la reforma agraria? Recuperado de
http://archivo.larepublica.pe/columnistas/sucedio/fracaso-la-reforma-agraria-26-08-2009

Contreras, C. y Zuloaga, M. (2016). Historia Mínima del Perú. 2 ed. Lima: El Colegio de México.

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