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ALDABA LUIGI RULLA

14

ANTROPOLOGIA
DE LA
VOCACION CRISTIANA
1
Bases Interdisciplinares

SOCIEDAD DE EDUCACION ATENAS


MAYOR, 81 28013 MADRlD

1990
IN DICE GENERAL

Pág.
PRESENTACION ••••• , ••••••••• o ••• o ••••••••••••••••••••••••••••••• ,
7
Introducción • • • . • , • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • . • , • • • • • . • o, • • . o . , . • • . .
11

I. PRESUPUESTOS GENERALES

1. Aproximación inductiva-existencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
2. La vocación como diálogo ......................................... 29
3. La vocación como diálogo con Cristo............................... 31
4. Aproximación interdisciplinar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
4.1. Su fundamento y utilidad teológicos .......................... 33
4.2. Fundamentos y ventajas pastorales ........................... 35
4.3. Dificultades y problemas inherentes a la aproximación interdis-
ciplinar ... .. ...... .... .. .... ... .... .... ..... ...... ...... .. . 39
4.4. Integración de los elementos antropológicos ................... 44
4.5. La relación entre elementos antropológicos y teológicos ........ 51

n. NOTAS PARA UNA ANTROPOLOGIA CRISTIANA

5. Descripción introductiva del problema ............................. 63


6. El consciente y el inconsciente ..................................... 69
6.1. Definiciones ........ .. .. ... ... ..... .... ..... .. ......... ..... 69
6.2. La aceptación del inconsciente y la concepción del hombre .... 70
6.3. La dialéctica consciente-inconsciente en una antropología filo-
sófica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
6.3.1. El problema ......................................... 80
6.3.2. Henri Ey ............................................ 82
6.3.3. Paul Ricoeur ........................................ 86
6.3.4. El cardenal Karol Wojtyla ............................ 92
6.3.5. Líneas de convergencia de los tres auto"'es ............. 10 1
7. Esbozo de una antropología: Elementos de base .................... 105
7.1. Premisas sobre el contenido y el método. . . . .. . . . . . . .. . . ... . .. 105

503
7.2.
Potencialidades antropológicas .............................. . 109
a)
Unión dinámica, divina y humana, en la libertad
7.2.1. Deseo y sistema motivacional ........................ . 110 para amar .................................... 235
7.2.2. La especificación de la motivación ................... . 112 b) Autotrascendencia del amor y de la fe ......... 239
Categorías de importancia ....................... . 112 c) Estar libres para el amor autotrascendente ..... 243
Corolario: los tres niveles de la vida psíquica ..... . 114 d) ¿Autotrascenderse o autorrealizarse? .......... 246
Los elementos dinámicos de las categorías de impor- e) La autotrascendencia del amor es una transfor-
tancia: el desear emotivo y racional ............... . 116 mación en Cristo ............................. 251
Los elementos directivos de las categorías de impor- f) Vocación a la libertad para la autotrascendencia
tancia: las necesidades y los valores ............... . 121 del amor ..................................... 253
7.2.3. La motivación y el insconsciente ..................... . 124 g) La donación total de sí ....................... 256
7.2.4. El yo funcional y relacional .......................... . 127 9.3.2. La respuesta del hombre ............................. 263
7.3. Actualización de las potencialidades antropológicas ........... . 129 9.3.3. Comentarios conclusivos . . .. ... . . . . . . . . . . . .. . ..... . . . 276
7.3.1. Los cuatro niveles de operaciones .................... . 130 9.4. Perspectivas de antropología científica: aspectos psico-sociales 283
7.3.2. Las tres autotrascendencias y sus fines ................ . 132 9.4.1. Algunas premisas .................................... 283
7.3.3. La dialéctica de base del hombre .................... . 139 9.4.2. La teoría de la autotrascendencia en la consistencia .... 286
8. Esbozo de una antropología: La objetivación del sujeto ............. . 140 A) Cuadro general de la téoría ...................... 286
8.1. Objeto y método ........................................... . 140 El mensaje central ........................... 286
8.2. Los cuatro niveles de operaciones y la subjetivización de los con- Las estructuras .............................. 287
tenidos ................................. "................... . 143 Los contenidos .............................. 288
8.2.1. Actitudes generales y específicas ..................... . 144 Las dialécticas del yo ........................ 291
8.2.2. Necesidades y valores ............................... . 146 Las tres dimensiones ...... . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
8.3. Las tres autotrascendencias y la formación de las estructuras .. . 150 El proceso de simbolización .................. 295
8.3.1. Las ambigüedades del sistema motivacional ........... . 151 Tipos de consistencias e inconsistencias intrap-
8.3.2. La formación de las estructuras ...................... . 154 síquicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
8.4. La dialéctica entre las estructuras: las tres dimensiones ........ . 158 Centralidad de las consistencias-inconsistencias y
8.4.1. Las tres dimensiones y los tres horizontes ............. . 158 constitución de las dimensiones ............... 300
La formación de las tres dimensiones ............. . 160 Madurez, o no, en las dimensiones ........... 306
- Características de las tres dimensiones ............ . 164 El carácter estructural de la teoría ............ 307
- Los tres horizontes .............................. . 174 Contenido y estructura de la teoría ........... 308
8.4.2. Las tres dimensiones y su influencia sobre la libertad .. . 178 Los dos tipos de aproximación estructural .... 310
8.4.3. Observaciones conclusivas ........................... . 185 B) Aplicación del cuadro general al camino -,ocacional
8.5. Las tres dimensiones y el proceso de simbolización ........... . 189 en una perspectiva interdisciplinar ................ 311
8.5.1. Dos problemas ..................................... . 189 a) Algunos pasos del camino vocacional ......... 312
8.5.2. Nociones generales ................................. . 194 1. La llamada divina ....................... 312
Los símbolos polares ............................ . 195 2. El punto de partida de la cooperación del
- El símbolo como elaboración ..................... . 198 hombre ................................. 312
8.5.3. El proceso simbólico como factor de trascendencia y de 3. La decisión de iniciar o no el camino vo-
objetividad del sujeto ............................... . 201 cacional ................................. 313
8.5.4. Observaciones conclusivas ........................... . 209 4. El proceso de integración del yo que se tras-
9. Esbozo de una antropología de la vocación cristiana ............... . 214 ciende teocéntricamente en la vida de Cristo. 313
214 b) Dificultades en el camino vocacional .......... 315
9.1. Características y límites del contenido y del método .......... .
e) Procesos relevantes de la vocación desde una pers-
9.2. Fundamentos de antropología filósofica ...................... . 218
pectiva psico-social .............................. 327
9.2.1. La vocaClon como «llamada» de Dios ................ . 218
D) Algunas implicaciones de las ideas expuestas ...... 331
9.2.2. La vocación como respuesta del hombre ............. . 222
10. Implicaciones de la antropología presentada ........................ 335
9.3. Elementos teológicos ....................................... . 224
10.1. La formación sacerdotal-religiosa: premisas .................. 335
9.3.1. La «llamada» de Dios ............................... . 224
10.2. Fundamentos antropológicos cristianos ...................... 337
A qué llama Dios ................................ . 226 10.3. Ayudas en la formación: aspectos interpersonales ............. 338
- Componentes vocacionales humanos de la <dlamada». 234 10.3.1. La vida de oración ................................ 338

504 505
10.3.2. Los valores' de la autotrascendencia para el amor teo- Indice de figuras:
céntrico .......................................... . 340
10.3.3. La madurez en la primera dimensión ............... . 342 Figura primera: Las tres dimensiones y su posible influjo sobre la libertad. 182
10.3.4. La madurez en la tercera dimensión ............... . 347 Figura segunda: Dialécticas de las consistencias, conflictos e inconsistencias 304
10.3.5. La segunda dimensión: la dimensión olvidada 351 Figura tercera: Síntesis de la teoría de la autotrascendencia en la consistencia 332
10.3.6. Hacia una formación integrada .................... . 359 Figura cuarta: Síntesis parcial de los procesos que caracterizan la ayuda «in-
10.4. Ayudas en la formación: aspectos interpersonales ............ . 366 tegrada» en la formación .......................................... . 364
1O.4.l. Interacción entre los individuos .................... . 367 Figura quinta: Dimensiones y roles como factores de perserverancia y de
10.4.2. La experiencia de los roles apostólicos ............. . 376 crecimiento vocacional ............................................ . 379
Un marco conceptual de referencia ............ . 376 Figura sexta: Relación entre los tres modos de cambio y tres de sus factores 421
Consecuencia para la perseverancia y el crecimiento
vocacionales .................................. . 378
Otras orientaciones para la formación .......... . 381
10.4.3. Influjo de las Instituciones ........................ . 385
El problema: cambios' en la Iglesia después del Va-
ticano II ...................................... . 385
Los cambios institucionales y la autotrascendencia
para un amor teocéntrico ........ .' ............. . 386
Los cambios institucionales y la libertad para in-
ternalizar los valores ........................... . 393
Fuentes del influjo institucional ................ . 393
Relación entre las influencias institucionales y el
proceso de internalización ..................... . 398
El «nuevo» equilibrio dinámico para la internali-
zación después del Vaticano II ................. . 400
Conclusiones que sugieren los cambios institucio-
nales ......................................... . 402
Consecuencias para los sistemas institucionales
adoptados en la formación .................... . 407
La teoría clásica .............................. . 409
El humanismo industrial ...................... . 411
Ori.entac;ones ,p~ra ayuda de la formación ...... . 413
Ultimas conClUSlOnes .......................... . 422

APENDICES
A. El «HATFORD APPEAL» de enero de 1975 ....................... 427
B. Definiciones de las necesidades/actitudes ........................... 431
C. Indice de las actividades. Versión modificadá (IAM) ................ 434
D. Clarificación de las historias del Test TAT y de frases incomrletas (FIR)
de Rotter . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
E. Tipos y grados de perseverancia y eficacia .vocacional para las dimen-
siones interpersonales e intrapersonales ........ .................... 439
Glosario de términos .................................................. 440
Bibliografía ... .. .. .. ... ........ .............. .. ... .. .. . ...... .. ...... . 453
Indice de autores ...................................................... 467
Indice de citas bíblicas ................................................ 471
Indice temático ....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475
Indice general ......................................................... 503

506 507
PRESENTACION

Desde hace más de veinte años, L. M. Rulla y sus colaboradores del


Instituto de Psicología de la Universidad Gregoriana de Roma, han ido
madurando su Teoría de la Autotrascendencia en la consistencia, a través
de la investigación, de la enseñanza y de las confirmaciones existenciales
y estadísticas, en el campo de la formación de sacerdotes y religiosos.
Los primeros trabajos, en espaíiol, sobre esta teoría, aparecieron en
1984 (Psicología profunda y vocación, vol. 1. Las Personas) y en 1985
(Vol. JI. Las instituciones), como traducción en dos volúmenes de la
edición inglesa del primer libro de L. M. Rulla: «Depth Psychology and
Vocation» (1971).
La obra que ahora presentamos, «Antropología de la Vocación cris-
tiana. Vol. 1. Bases in terdiscip linares», es un intento muy valioso de
integrar en un cuadro lógico y coherente, los datos más relevantes sobre
la vocación cristiana, ofrecidos por la antropología filosófica, teológica y
psicosocial. Representa la continuación, consolidación y ampliación, de
las investigaciones iniciales desarrolladas primariamente en clave de an-
Tradujeron: Teodoro del Arroyo y Luis M.' Garda Domínguez
tropología psicosocial.
del original italiano:
Mantiene en común con esos estudios primeros, además del mismo
Antropologia della vocazione cristiana
rigor metodológico, la referencia continua a la psicología profunda: estudia
Luigi M. Rulla, S.].
al hombre en el aspecto intrapsíquico, evidenciando las estructuras (Yo
© Edizione PIEMME DI PIETRO MARIETTI S.p.A.
Cassale Monferrato (AL)
ideal-Yo actual) y no sólo los contenidos (necesidades, valores y actitudes)
© SOCIEDAD DE EDUCACION ATENAS
de la psique, y afronta la motivación humana en su totalidad, incluyendo
Mayor, 81. 28013 Madrid tanto las motivaciones conscientes como las inconscientes. Una gran apor-
ISBN: 84-720-262-6 tación de la teoría es el estudio del inconsciente como factor de un posible
Depósito legal: S. 71 - 1990 influjo en la formación de ideales y en los estilos de vida. Igualmente, la
Printed in Spain
Imprime: Gráficas Ortega, S.A.
teoría consolida y profundiza el estudio sobre el influjo de los aspectos
Polígono El Montalvo - Salamanca, 1990 interpersonales en la vocación cristiana.

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En cambio, esta obra difiere de los estudios primeros de L. M. Rulla Este libro nos ofrece una visión )! una pt'ofundización de nuestra
en varios aspectos: condición humana y espiritual, desde tina clave interdisaplinar JI creativa,
- Uno de los puntos de antropología de la vocación cristiana que diferenciando lo que es esencia! de lo no esencial, lo que es tremscultural,
quedaba por clartjicar en las anteriores publicaciones, se refiere a la dis- de lo cultural, en la comprensión de la vocación JI de los procesos de
tinción entre psicodinámicas propias de los procesos de la vocación cris- formación.
tiana y psicodinámicas que no están directamente en relación con dicha Es un manual para lectores serios que requerirán, además, una buena
vocación. Se necesitaba una visión antropológica más amplia y completa. dosis de concentración JI paciencia. Está dirigido especialmente a los for-
Por eso, los dos volúmenes de la presente publicación, buscan integrar madores en la vocación sacerdotal y religiosa, a aquellos que trabajan,
de modo convergente, las aportaciones de tres perspectivas antropológicas: enseiiall o tienen responsabilidad en seminarios y casas de formación, JI
filosófica, teológica y psicosocial; utiliza, por tanto, una perspectiva de a los que se dedican a la formación de miembros de organizaciones o
«antropología interdisciplinar» en el estudio de la vocación cristiana. La movimientos de laicos, de clara orientación cristianCl. También será de
ampliación en esta obra, no está sólo en los contenidos aiiadidos, sino, gran interés y utilidad para los que se dedicaJZ al acompaiiamiento per-
sobre todo, en este tipo de perspectiva indicado: de un estudio primero sonal, dirección espiritual JI dirección de ejercicios espirituales.
en clave psicosocial (1971), se pasa a la presentación de algunos funda- El lector deberá prestar atención al lenguaje técnico usado. Para per-
mentos de antropología filosófica y teológica de dichos elementos psico- cibir mejor su sentzdo, y hacer más fácil la lectura de este volumen, se
sociales. Se articula así una antropología de la vocación cristiana en orden presenta al fiúal un Glosario de temas prinCIpales. varios apéndices, cua-
a entender más profundamente la respuesta de la persona humanel a la dros esquemáticos y una extensa bibliografía.
llamada de Dios. El lector no quedará defraudado de dedicar tiempo JI energías al estudio
- Además, dicha antropología interdisciplinar, puede ayudar a com- de Ulla obra tan interesante JI tan sugerente en el campo de l{/tll1tropología
cristiana.
prender mejor varios aspectos del camino de fe propio de la vocación
cristiana: el inicio, el progreso, sus dificultades, la perseverancia eficaz Adrián López Galindo, S.l.
y/o el abandono.
- La nueva perspectiva adoptada se concreta en la presentación de-
tallada de las «tres dimensiones», como tres dzjerentes disposiciones dia-
lécticas a la autotrascendencia, presentes contemporáneamente en el hom-
bre, y que llegan a hacerse habituales, determinando la facilidad a
responder o a escoger ciertos contenidos de los valores o de las necesidades.
Se describe la formación de estas tres dimensiones, sus características
estructurales y sus tres horizontes de valores.
La teoría expuesta en el primer volumen representa, seguramente, el
trabajo más completo que se ha realizado hasta la fecha sobre este tema.
Es una teoría apoyada en muchos aFzos de investigación y práctica en la
formación de sacerdotes y religiosos/as de los cinco continentes. Los prin-
apios enunciados, no sólo están corroborados por el volumen segundo,
«Confirmaciones existenciales» (aparecerá pronto en espailol), sino tam-
bién por la ayuda prestada a miles de religiosos/as que han pasado por
el Centro de Consultas de la Universidad Gregoriana de Roma, y por la
labor que desarrollan las Escuelas para formadores, fundadas en distintos
países de lengua inglesa y espailola.

8 9
INTRODUCCION

Pretensiones de este estudio

La vocación Cristiana se puede entender como el llamamiento de


Dios a la persona humana para que sea colaboradora en la Nueva
Alianza (Ter 31,31; Ez 36,26) que Dios mismo ha querido establecer
entre El y el hombre. Tal llamamiento es un don gratuito de Dios que
hace posible al hombre dar una respuesta gracias a la acción continua
del don del Espíritu.
No obstante, el llamamiento divino a la persona humana no cae en
un terreno neutro, sino que encuentra en la personalidad del hombre dos
realidades antropológicas que forman parte de la naturaleza humana.
En primer lugar existe en el hombre la posibilidad, la «capacidad»
de autotrascenderse teocéntricamente, es decir, de superarse sistemáti-
camente a sí mismo, a todo lo que ha conseguido, todo lo que piensa,
quiere y realiza, todo lo que es, para proyectarse más allá de su situación
presente y alcanzar a Dios como fin último; por ello se da en la persona
humana la posibilidad antropológica de autotrascendencia tea céntrica
que providencialmente puede converger con el llamamiento que Dios
puede dirigirle en la vocación cristiana. Más aún, como veremos, esta
tendencia a la autotrascendencia teocéntríca compromete al hombre en
el sentido de que debe confrontarse con valores objetivos autotrascen-
dentes, esto es, morales y religiosos, que él encuentra en su vida. En
otras palabras, este encuentro con tales valores tiene el carácter de un
imperativo para el hombre, de un «deberías» vivir según dichos valores
autotrascendentes, morales y religiosos, y no sólo según valores pura-
mente naturales (como los económicos, sociales, estéticos, etc.).
En segundo lugar, el llamamiento divino encuentra otra realidad
antropológica: se trata de limitaciones de naturaleza diversa inherentes
a la persona humana, las cuales pueden obstaculizar más o menos la

11
libertad del hombre para vivir su tendencia antropológica a la auto- Ante to:fo, en el curso de la presentación se tratará de mostrar cómo
trascendencia teocéntrica, las dos realIdades antropológicas indicadas se influencian mutuamente
Como se ve, las dos realidades antropológicas implicadas inevita- y de tal modo ~u~ pueden ser particularmente importantes para el
blemente en la vocación cristiana son en cierto sentido divergentes: la proceso, de cr,eclmlento en la vocación cristiana, En efecto, autotras-
de autotrascendencia es de por sí favorable a la cooperación humana cendencla y. lIbertad son interdependientes y convergentes: la auto-
de la Nueva Alianza, mientras la de una libertad imperfecta puede ser trascendenCla ;:eo,céntrica orienta y sirve de apoyo a la libertad; a su
un obstáculo a dicha cooperación, vez, c~anto mas lIbre sea el hombre tanto más podrá (con la ayuda de
El presente estudio sobre la vocación cristiana se propone, entre la gra~la) autotrascenderse ante todo en los valores morales y religiosos,
otras cosas, los siguientes objetivos, que serán expuestos gradualmente es deCIr, en los valores autotrascendentes como distintos de los valores
en los dos volúmenes, naturales, ~o o~stante, ~a aproximación interdiscíplinar que seguimos
El primer objetivo presenta dos aspectos: confirmar la existencia en en el estudIo hara ~ue la mterrelación entre auto trascendencia y libertad
la persona humana de las dos indicadas realidades antropológicas y la no haya que consIderarla solamente en el sentido cuantitativo de ma-
de señalar cómo cada una de las mismas puede ser vista según tres y?res o m~~ores disposi,ciones d,e l~ libertad para la autotrascendencia,
perspectivas: de antropología filosófica, teológica y psicosocial, las cua- smo tamblen en el sentIdo cualItatIvo de diversos horizontes de dife-
les presentan una notable convergencia entre sí. En otras palabras, se r~ntes c,onjuntos de ideales, de valores (cualitativamente difere~tes entre
quiere poner de relieve que cada una de las dos realidades antropo- SI), haCIa los cuales la libertad de la persona humana puede habitual-
lógicas indicadas tienen su fundamento propio y sus propias caracte- mente tender y abrirs:, ~sta~ diversas disposiciones habituales de aper-
rísticas que -análogamente- se pueden hallar en las visiones filosófica, tura a los valores seran mdlcadas como tres dimensiones presentes en
teológica y psico-social de la persona humana llamada a la vocación toda persona humana; como se v~rá, ofrecen una visión antropológica
cristiana, que e,s/ en parte nueva y que realIza una aportación útil para la com-
Tal visión interdisciplinar de las dos realidades antropológicas bá- pr,en,slon de la persona humana y para ayudar a la misma en la vocación
sicas según las tres perspectivas convergentes de filosofía, teología y cnstlana,
psicología social es un enriquecimiento en el estudio de la persona En segund? lugar, el acento puesto en el segundo objetivo del
humana en cuanto -como se verá- cada una de las tres perspectivas presente estudIo acerca de la mutua influencia existente entre auto-
ofrece su propia contribución, Este hecho no sólo amplía los aspectos trascendencia teo~éntrica y lib:~tad llevará a poner de relieve un segundo
según los cuales se puede estudiar y comprender la participación del aspecto que ~~ reft~re, a la relaClo~ de estas dos realidades antropológicas
hombre en la Nueva Alianza de la vocación cristiana, sino que ayuda c?n la vocaClon cnstlana: no es mfrecuente el constatar que esfuerzos
a reducir las visiones parciales o deformadas que generalmente son la s~nceros y generosos en la mejor comprensión de los problemas voca-
consecuencia de una aproximación que se limite sólo a una o dos de clOnales y en el deseo de lograr la solución válida, frecuentemente llevan
las tres antropologías; se reduce de esta manera el error de cambiar la a olVidar una ,~ otra, o ambas realidades antropológicas; principalmente
parte por la totalidad del hombre y por lo mismo se reduce la posibilidad en la for~a~lOn sacerdotal y religiosa con frecuencia se tiende a de-
de que nuestro conocimiento de la persona humana resulte fragmen- form~r o m!ravalorar el impacto notable que una u otra, o las dos a la
tado, Y esto vale para las dos realidades antropológicas básicas, o sea vez ,eJercen en el proceso de crecimiento (y de perseverancia) en el
tanto para la tendencia a la autotrascendencia teocéntrica como para cammo de la vocación cristiana,
las imperfecciones de la libertad humana que pueden obstaculizar tal A propósito ,de, estos «olvidos» ~e podrían aportar no pocos ejemplos
autotrascendencia, c~nc~etos, Nos limItaremos a enuncIar algunos, La autotrascendencia teo-
El segundo objetivo del presente estudio es considerar las relaciones centnca, que compromete a la persona humana a un «deberías» vivir los
entre las dos tealidades antropológicas ya indicadas en lo que respecta valores morales Y, re~g~osos objetivos, frecuentemente se sustituye por el
a su influjo sobre el proceso vocacional. También para este segundo ~echo de que el mdIvIduo se arroga el derecho de determinar apriorís-
objetivo se pueden tener presentes dos aspectos, tIcamente valores y normas, de establecer lo que está bien y lo que está

12 13
mal. Los valores objetivos se subjetivizan y se convierten en puras pro- Es natural que no se trata de dar aquí una respuesta a pregunta de
yecciones de necesidades más o menos conscientes o subconscientes del tal complejidad y de tales proporciones. Lo más que podemos intentar
individuo. O bien una institución religiosa declara querer vivir según es sugerir las líneas a seguir y que parezcan ser útiles para entablar un
valores morales y religiosos, pero -de hecho- relega dichos valores a diálogo hacia la realización de tales objetivos. El cauce por el que
posiciones subordinadas, viviendo, por el contrario, según valores que son transcurre el presente estudio 10 presentamos ahora esquemáticamente;
prevalentemente naturales o humanistas (como los valores sociales, o de sus características y significado aparecerá más claramente a lo largo de
prestigio, de afirmación profesional o de realización propia, etc.). En casos los dos volúmenes.
como estos se «olvida» la realidad de la autotrascendencia teocéntrica La parte 1 del primer volumen quiere explicitar algunos presupuestos
propia de la persona humana. generales. Con frecuencia tales presupuestos no son estudiados o sólo
De modo semejante, por 10 que se refiere a las poslbles limitaciones son insinuados más o menos implícitamente. Por el contrario, es fun-
inherentes a la libertad de la persona humana incluso después de la damental explicitarlos, en cuanto sea posible ya que determinan el modo
redención realizada por Cristo, se «olvida» que dichas limitaciones para en que el problema en cuestión es presentado y formulado; además los
una autotrascendencia teocéntrica son patrimonio común del hombre mismos presupuestos inHuyen en el modo de proceder en el estudio
tanto individualmente considerado como en grupo social; se «olvida» que del objeto en cuestión; finalmente son importantes para el tipo de
toda familia, toda comunidad religiosa, todo grupo académico o profe- interpretaciones finales que se ofrecen.
sional debe luchar diariamente para reducir las fuerzas disgregadoras in- Un ejemplo puede ilustrar tales inHujos de los presupuestos gene-
ternas que amenazan su funcionamiento e incluso su existencia como rales. En una reciente publicación Bresciani (1983) muestra claramente
fuerza de crecimiento vocacional cristiano. De este modo se atribuye a cómo dos fuentes diversas (Wojtyla, 1978b, por una parte, y Kosnik y
los individuos, o a la familia, o a la comunidad religiosa, o al grupo otros, 1977, por otra) parten ambas de la palabra «personalismo» en
académico o profesional una falsa capacidad de autonomía, una visión el estudio de la moral sexual, pero llegan a conclusiones diametralmente
ilusoria acerca de su capacidad de libertad en el crecimiento vocacional. opuestas, ya que la palabra «personalismo» sirve de fachada a conte-
Como se verá, esta ilusión no afecta necesariamente la vida de la virtud nidos diversos que dependen del autor que utiliza dicha palabra; en
o del pecado (y mucho menos la psicopatología); no obstante dicha ilusión concreto, se trata del personalismo del «tú» o de la autotrascendencia
no conduce a ID1 bien real sino sólo a uno aparente, el cual -con el para Wojtyla y del personalismo del «yo» o de la autorrealización para
tiempo- puede indirectamente hacer mella en el bien real. En otras Kosnik y sus colaboradores.
palabras, dicho ~~olvido» acerca de la naturaleza de la persona humana La parte II del primer volumen pasa de los presupuestos generales
puede minar esfuerzos generosos en el camino del crecimiento vocacional: de la parte 1 a los presupuestos que más específicamente pueden re-
tal «olvido» hace perder de vista una visión realista de la persona humana ferirse a una antropología de la vocación cristiana; las secciones 5 y 6
y nos induce a una visión que corresponde más bien a nuestros deseos tratan de tales presupuestos.
de evitar las dificultades de la «puerta estrecha» que nos indica Cristo Las secciones 7, 8 y 9 siguientes ofrecen un esbozo de antropología
(cf. Mt 7,13-14 y 21-27) como camino para un crecimiento cristiano. que es, ante todo, una antropología general (secciones 7 y 8) para,
a continuación, tratar de la antropología de la vocación cristiana
Algunas notas sobre el método seguido (sección 9).
De cuanto se ha dicho en las páginas precedentes es evidente que En la sección 7 se estudian los posibles elementos dinámicos básicos
una comprensión de la vocación cristiana depende en gran parte de de la persona humana ante todo como potencialidades antropológicas
una visión antropológica interdisciplinar apropiada, es decir de un con- y después como actualizaciones de tales potencialidades. Se trata de los
cepto de persona humana considerada como un todo, el cual a su vez elementos constituyentes principales, nucleares que caracterizan la mo-
es el fundamento para poder valorar cuál debería ser el modo de vivir tivación humana por 10 que respecta a la dirección, objetivo, función
la vocación cristiana que es verdaderamente un bien para la misma de la vida. Son los elementos comunes a toda persona, los cuales des-
persona en su totalidad. velan los atributos inherentes a los seres humanos. Estas características

14 15
comunes de la sección 7 impregnan extensa y profundamente el com- En segundo lugar, la antropología psico-social verificada a nivel de
portamiento de toda persona; ayudan a entender qué es el hombre. Por observaciones empírico-existenciales del volumen II amplía las intros-
el contrario, la sección 8 quiere contribuir a comprender quién es el pecciones de las antropologías discutidas en el volumen 1. En efecto,
hombre como única e irrepetible persona; quiere indicar algunas cons- es cierto que la antropología psico-social (lo mismo que la filosófica)
tantes de cómo el sistema motivacional de cada persona se desarrolla
no pueden tener la pretensión de definir positivamente o de ampliar
para de este modo sugerir algunos de los elementos según los cuales
el campo de la verdad revelada; las ciencias filosóficas y psicosociales
se puede objetivar dicho sistema: ¿cómo es posible objetivar las múl-
no adquieren, no crean, no proporcionan la verdad. Pero sí tratan de
tiples diferencias individuales que caracterizan a las distintas personas?
penetrar, profundizar, clarificar, formular y expresar la verdad ofrecida
O sea, ¿cómo es posible comprender las disposiciones antropológicas
al homhtre pe):!; l'w ]?>a;rabm de Dios. Después de todo, si es cierto que la
de cada individuo que inicia o prosigue el camino vocacional?
vocación cristiana,. como uno de los elementos centrales del misterio
Al estudiar los diversos elementos que objetivan a cada persona se
de salvación, es obra de Dios en el hombre, no 10 es menos el que ello
quiere poner de relieve cómo se desarrollan no sólo por la interacción
de la persona con el ambiente, sino también y sobre todo, por los comporta la coparticipación, la colaboración y la corresponsabilidad
de la persona humana.
elementos dinámicos básicos de la persona estudiados en la sección 7.
Finalmente, la sección 9 trata de explicar los elementos antropo-
Ventajas posibles de una antropología interdúciplinar
lógicos más importantes discutidos en las secciones 7 y 8, de aplicarlos
de la vocación crútiana
a una visión interdisciplinar de la vocación cristiana, es decir a una
antropología de la vocación cristiana. Esto se hace partiendo de los Un estudio científico e interdisciplinar de la antropología de la
fundamentos de antropología filosófica para luego ver cómo pueden vocación cristiana puede ofrecer su aportación en varias áreas y diversos
converger con los de una antropología teológica y de una antropología aspectos del vasto campo académico-espiritual de una formación sa-
psico-social de la vocación cristiana. cerdotal y religiosa y por lo mismo también en el campo de la pastoral.
Como puede observarse, las tres secciones 7, 8 y 9 se hallan estre- Obviamente nos referimos a la aportación que puede derivarse del
chamente unidas entre sí: la sección 7 pone las bases para formular la estudio en sí de la antropología interdisciplinar de la vocación cristiana
sección 8, y esta última sirve para desarrollar la sección 9. y no a 10 que pueda ofrecer nuestro modesto trabajo. Esto último
El volumen 1 se concluye con la sección 10 que ofrece algunas breves depende de variables intrínsecas y extrínsecas al estudio mismo.
implicaciones de la antropología discutida en las secciones precedentes La primera posible ventaja es - casi por definición - el favorecer
para ayudar a la formación sacerdotal y religiosa (y de líderes laicos). una comprensión más completa del cristiano en su realidad existencial.
De este modo el volumen 1 ofrece una visión crítica de bases an- Por 10 que se desprende del examen de la: literatura existente, no
tropológicas interdisciplinares útiles para una comprensión de la vo- existe un estudio de antropología interdúciplinar sobre la vocación crú-
cación cristiana y ofrece una precomprensión que de alguna manera tiana. El trabajo que hemos realizado en los dos volúmenes de la pre-
orienta la investigación y la lectura de los datos de la investigación sente publicación trata de integrar de modo convergente las aportacio-
misma, por ello el volumen 1 prepara el II, pero al mismo tiempo, en nes de cuatro perspectivas antropológicas: filosófica, teológica, psico-
cierto sentido, depende del mismo y esto por dos motivos. social y psico-social verificada empíricamente. Se trata de un modesto
Ante todo porque la formulación interdisciplinar del volumen 1 esfuerzo para una mejor comprensión del humanum christianum, del
quedaría como una formulación abstracta, de laboratorio, si no tuviera cristiano en su compleja integridad. Es cierto que sería una ilusión el
su verificación en la vida vivida por las personas concretas. De aquí la pretender dar una respuesta exhaustiva a este problema. Pero sí se
necesidad de «confirmaciones existenciales» que caracterizan el volu- pueden buscar elementos, principios que lleven a una respuesta de
men II. En este sentido se puede decir que los dos volúmenes se mueven hecho. Unainstitución que -siguiendo sus principios fundamentales-
gradualmente desde las nociones más abstractas a las más concretas no trata de elaborar una propia visión antropológica, termina inevita-
acerca de la compleja problemática de la vocación cristiana. blemente por aceptar otras, y casi siempre aquellas que están más de

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17
moda. Frecuentemente esto ha sido lo que ha ocurrido en la Iglesia entre ellas un recíproco recha,;o. Las diferencias entre las dos posturas
después del Concilio Vaticano II también en problemas relativos a la son de tal modo irreconciliables que no pueden resolverse ni superarse
formación sacerdotal y religiosa. Baste pensar en las antropologías de por ningún compromiso o ulterior explicación (más detallada o más
fondo psicoanalítico o humanista (v. gr. de C. Rogers, de A. Maslow) atrayente). Para superar las diferencias es necesario un cambio de la
o marxista o existencialista (por ejemplo de J. P. Sartre, que a su vez mente o del corazón de una parte o de otra, un cambio que Lonergan
ha influído notablemente las psicologías humanistas de Heidegger), que llama «conversión».
más o menos conscientemente se han introducido y han sido aceptadas
Aquí nos referimos a esta última categoría de diferencias las diá-
como fundamento en la formulación y aplicación de programas de
lect~c?s de horizonte. Así, por ejemplo, para Carl Rogers u~a de las
formación vocacional, sin que se percibiesen las diferencias dialécticas
pOSlClOnes fundamentales de su antropología es la importancia de una
de horizonte que existen entre tales antropologías y una antropología
positiva estima de sí mismo (<<positive self regard») de modo que juicios
de fundamentación cristiana.
A este propósito, es preciso puntualizar que aquí pretendemos ha- o valoraciones de sí mismo son considerados no deseables (cE. Maddi,
blar de las diferencias entre una antropología de fondo cristiano y otras 1980, pp. 89-104,341-347,508-517, y Vitz, 1977, pp. 20-23, 38-82 Y
de matriz no cristiana; y, más precisamente, en dicho parangón se otros lugares). Indudablemente, esta postura puede modificarse en la
intenta poner el punto de mira en las posibles «diferencias dialécticas práctica por el sentido común; más aún, en algunas situaciones puede
de horizonte», más bien que en las diferencias complementarias y ge- ser de gran ayuda (como, por ejemplo, en situaciones con una fuerte
néticas. Lo explicaremos. tendencia a reacc~ones personales de auto-punición: Rogers, 1945, p.
Se puede decir que las diferentes «antropologías», es decir, las 176); pero no es Clertamente adecuada como visión general de vocación
diferentes visiones de lo que es la persona humana o puede llegar a y de vida cristiana, que nos llaman a la superación de nosotros mismos
ser, toman su origen en las diferencias de horizonte y particularmente y no a una autorrealización centrada en nosotros mismos.
en las diferencias dialécticas. Según Lonergan (Method in Theology, Otro ejemplo semejante es el que nos ofrecen las diversas posturas
1973, cap. 10), tales diferencias dialécticas de horizonte hay que dis- adoptadas por los autores acerca del problema de la autotrascendencia.
tinguirlas de las diferencias complementarias y genéticas. Horizonte es Más adelante nos detendremos en este hecho. Aquí sólo pretendemos
la extensión de los objetos a los que se presta atención y de los criterios subrayar las diferencias dialécticas de horizontes existentes a este pro-
usados para interpretar y valorar tales objetos; en nuestro caso se trata pósito: para un grupo de pensadores (v. gr. Nietzsche, Sartre, Heideg-
de los elementos constitutivos del proceso de la vocación cristiana. ger) la autotrascendencia tiene una connotación egocéntrica en el sen-
Ahora bien, entre los horizontes hay diferencias que pueden ser tido de que su objetivo primario es el perfeccionamiento del sujeto que
complementarias o genéticas, o diálecticas. se trasciende. Para un segundo grupo de autores (como Marx, Garaudy,
Diferencias complementarias de horizonte son, por ejemplo, las de Marcuse, Block) el objetivo primario de la autotrascendencia es el per-
dos especialistas en materia de vocación cristiana: un teólogo y un feccionamiento filantrópico de la humanidad, de la comunidad humana.
psicólogo. Los dos especialistas pueden consultarse mutuamente y no Finalmente, para un tercer grupo de pensadores cristianos (que serán
discordar en aspectos relevantes: tienen horizontes diferentes, pero se mencionados a continuación), el que se trasciende se aparta de sí mismo
trata de diferencias complementarias. para alcanzar el objetivo último que es Dios. De nuevo, queda claro
Las diferencias genéticas de horizonte son las que existen, por ejem- que sólo la última posición es conciliable con la vocación cristiana.
plo, entre una primera o precedente versión de un autor acerca de la De estos ejemplos parece evidente que una antropología de la vo-
naturaleza de la «llamada» vocacional y una segunda o posterior sobre cación cristiana no puede tomar prestadas otras antropologías sin un
el mismo argumento, la cual resuelve o supera algunas inexactitudes suficiente análisis crítico de sus posiciones básicas y de sus diferencias
presentes en la primera. dialécticas de horizonte acerca de la persona humana, aunque las mis-
Finalmente, las diferencias dialécticas de horizonte son caracteri- mas no son evidentes. Aún más, son precisamente estas diferencias
zadas por lo irreconciliable de dos posiciones y por lo mismo existe difuminadas, las que son más perniciosas precisamente porque se es-

18 19
capan a una consciente valoración crítica del que acepta las ideas en autorrealización, al «fulfillment» (Maddi, 1980, p. 56) y por lo mismo
boga sin un adecuado discernimiento critico. se halla lejos de la autotrascendencia teocéntrica de la antropología de
Siguiendo la misma línea de la ventaja de formulación de una an- la vocación cristiana. En palabras de Vitz (1978): «... el objetivo del
tropología interdisciplinar cristiana para el estudio de la vocación cris- 'análisis transacional' es el de crear personas con un Yo autónomo,
tiana conviene hacer notar que no. basta con evitar antropologías que autorrealizado, y -se puede añadir- completamente secularizado. No
difieren dialécticamente en sus horizontes de una antropología apro- hay en estas palabras referencia alguna a Dios, mucho menos a pro-
piada a la vocación cristiana; es preciso además no cometer un error blemas como el del pecado, de la salvación y de nuestro deber de amar
por omisión, aceptando antropologías que evitan explicitar su visión a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos» (p. 8). La utili-
antropológica fundamental, es decir, aquella que indica qué es la persona zación de las ideas del «análisis transaciona1» es bastante frecuente en
humana y cuáles son la dirección, el fin y la función de su vida. Esta los ambientes de formación vocacional cristiana.
omisión puede fácilmente inducir a individuos e instituciones a aceptar Otro ejemplo de posible error por omisión es el que nos ofrecen
aspectos no básicos de estas antropologías que ciertamente pueden las formulaciones propuestas por Erik H. Erikson (1963). Falta también
ofrecer cierta utilidad, y -al mismo tiempo- con buena fe y sin darse en este autor una formulación explícita de una visión antropológica
cuenta, utilizar estas partes no fundamentales según interpretaciones fundamental!. Se ofrecen, por el contrario, interesantes interpretaciones
que no coinciden con los principios básicos de una antropología de la sobre los estadios de desarrollo de la persona humana. Sin embargo,
vocación cristiana. De este modo aspectos no básicos que quizá de por no se sobreentiende en tales interpretaciones una antropología que
sí podrían ser útiles terminan por convertirse en obstáculos para el tenga la auto trascendencia tea céntrica como último objetivo entendido
crecimiento vocacional. como un «deberías». Las características de la personalidad en vía de
La posibilidad de una interferencia negativa de este género para la desarrollo, incluso las últimas entre las ocho descritas por Erikson, se
vocación por parte de antropologías con una base no explicitada es hallan bien lejos de dar definiciones precisas de tales características
todavía más posible si se tiene en cuenta que cuando no se han expli- especialmente en el sentido de la dirección, objetivo y función según
citado, de hecho impregnan implícitamente de algún modo aquellas el fin y el valor último de la vida, de la persona humana; por estos
partes no básicas de dichas antropologías. En otras palabras, hay siem- últimos aspectos una autotrascendencia teocéntrica ni se menciona ni
pre una antropología básica más o menos veladamente presente y ésta mucho menos se explicita. Los estadios descritos por Erikson están
puede hallarse en oposición con una antropología cristiana si esta última centrados en torno a la estima de sí (Kohlberg y Gilligan, 1971b).
es omitida o silenciada como interpretación fundamental y explícita de Es interesante hacer notar que bastantes sostenedores de las ideas
la vocación cristiana. de Erikson como parámetros para la formación de la vocación sacerdotal
Desgraciadamente, este error por omisión no ha sido infrecuente y religiosa defienden la idea de eliminar objetivos fijos y determinados
tampoco después del Vaticano II entre instituciones e individuos en como fines orientativos de dicha formación. En esto son afines a las
problemas concernientes a la vocación cristiana en general y a la for- ideas de C. Rogers, según el cual se deben abolir los «oughts», los
mación sacerdotal y religiosa en particular. «deberías», las obligaciones y las responsabilidades acerca de valores
También aquí podemos citar algunos ejemplos concretos. El pri- bien determinados.
mero lo tenemos en las ideas propuestas inicialmente por Eric Berne
Es cierto que una formación vocacional basada sobre tales presu-
(1964) como «análisis transacional». Tales ideas han sido desarrolladas
puestos puede ayudar la maduración en la esfera natural del desarrollo
también por otros autores y se han hecho populares por la publicación
humano, pero puede convertirse fácilmente en obstáculo de un desa-
del libro de T. A. Harris (1969): I'm o.K. You're o.K. El «análisis
rrollo de autotrascendencia teocéntrico que se halla en la base de la
transacional» no explicita una tendencia antropológica básica: como
máximo parece implicar que las personas fundamentalmente tienden 1. En esta misma dirección van las observaciones que Bertocci (1971, pp. 16-
a, luchan por una vida que sea socialmente satisfactoria y significativa 17) hace sobre la posición general de Erickson acerca de la experiencia religiosa
(<<meaningful»). Por ello es una visión antropológica que tiende a la comentando el libro de este último: Young Man Luther.

21
vocación cristiana; y la experiencia de los últimos años parece ofrecer según grados diversos para cada horizonte. En otras palabras, no se
una amplia confirmación de cuanto hemos afirmado. Bastaría pensar trata de una distinción dicotómica: ser libres o no ser libres; sino de
en la fuerte tendencia hacia una indiscriminada autonomía que fre- ser libres en modos y grados diversos y, sin embargo, serlo suficiente-
cuentemente acompaña a tales presupuestos de formación vocacional. mente para poder cooperar eficaz y responsablemente con la gracia.
El lector atento habrá notado que, hablando de las posibles ventajas Pero hay más; hay una cuarta razón que afecta profundamente a la
del estudio de una antropología interdisciplinar de la vocación cristiana, personalidad. Este aspecto lo insinuamos aquí solamente ya que se ex-
hasta este momento sólo hemos puesto de relieve un solo punto: la pondrá con mayor amplitud en este mismo volumen 1 y en el n. Una
ventaja de tratar de ofrecer una antropología interdisciplinar cristiana antropología interdisciplinar de la vocación cristiana, que pretenda tener
básica que ayude a descubrir más fácilmente las posibles diferencias una visión más completa, más articulada y más realista de la libertad
dialécticas de horizonte respecto a otras «antropologías», que no tienen humana puede ofrecer también una. ayuda válida para reducir las limita-
un fundamento cristiano. Los ejemplos aportados indican, por una ciones de la libertad de cada persona, especialmente aquellas que provienen
parte, que la posibilidad de tales diferencias dialécticas de horizonte de obstáculos subconscientes (véanse, por ejemplo, las distinciones que
no son tan infrecuentes, y por otra, que las mismas afectan en su raíz se sugerirán a lo largo de la presente publicación). En otras palabras,
al proceso de un apropiado crecimiento de la vocación cristiana. pueden proporcionarse a la persona humana ayudas apropiadas que
Además de lo dicho podemos añadir una segunda ventaja: para un - bajo la acción de la gracia - le ayudarán a ser más libres para usar las
apropiado discernimiento de espíritus es de gran ayuda una visión antro- propias energías para amar a Dios y a los demás. En concreto: una
pológica cristiana. Como se verá, esta ventaja se refiere no sólo al discer- formación de la vocación sacerdotal y religiosa no debe limitarse sólo a
nimiento entre virtud y pecado (que corresponde a la primera semana de enseñar a la persona qué significa vivir, por ejemplo, como jesuíta o como
los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola), sino también al dis- franciscano, sino que debe además ofrecer a dicha persona la posibilidad
cernimiento entre bien real y bien aparente (cf. las Reglas de discernimiento de crecer en los diversos aspectos de su libertad interior para vivir más
de la segunda semana de los Ejercicios espirituales). Este segundo tipo de completamente como jesuíta o como franciscano. Es claro que esta ventaja
discernimiento es por una parte, más difícil que el primero, por otra no no se reduce solamente a términos académicos o a razones pastorales. Se
es menos importante para lograr un maduro crecimiento de la vocación. trata de una ayuda personal directa (ofrecida en lo que podíamos llamar
Los resultados del estudio con los datos de investigación que presentamos «coloquios de crecimiento vocacional») que trata de llegar a las raíces
en los dos volúmenes de esta obra ofrecerán elementos de clarificación profundas de la libertad humana para proporcionar una ayuda más eficaz
que confirmarán cuanto acabamos de afirmar. a la capacidad de la persona para amar a Dios y al prójimo.
Una tercera ventaja nos ofrece en relación al difícil problema de la Tal crecimiento de las personas en su amor a Dios y al prójimo
libertad entendida en su acepción más típicamente cristiana de capa- sugiere una quinta ventaja. Es opinión común que, junto con los muchos
cidad de estar ante Dios como «partner», partícipe de la Nueva Alianza. aspectos positivos, se dan al presente en la Iglesia claras divisiones.
Hay que tener presente que el hombre, con la ayuda de la gracia, es Tales divisiones, que afligen la vida misma de la comunidad cristiana,
libre de participar, de cooperar responsablemente en el diálogo voca- hacen menos creíble la misión de la Iglesia de ser signo e instrumento
cional con Dios. Pero es un hecho innegable que el hombre siente sus de caridad cristiana. Es indudable que este efecto negativo es más
limitaciones como partícipe de esa Alianza a pesar de la acción de la nefasto si las divisiones se presentan entre quienes, por profesión pú-
gracia; en el hombre se da la duda insistente a propósito de su efectiva blica, más deberían ser signo de unión en la caridad; nos referimos
libertad en sus comportamientos concretos. Este sentido de limitación, aquí a las divisiones entre Magisterio y escuelas de teología, entre teó-
esta duda hay que superarlos ante todo con una vida de fe sentida y logos y teólogos, obispo y sacerdotes, superiores y súbditos, sacerdotes
vivida. Pero pienso que también la razón puede ayudar a lograr esta y laicos, etc. La intensificación de la unión en la caridad hará más
superación si se ofrece una visión más completa y clarificada de la creíble la misión de la Iglesia y acrecentará su fuerza de atracción que
libertad humana. Como veremos, la libertad efectiva de la persona la Providencia puede utilizar como llamamiento a la vocación sacerdotal
humana presenta sus limitaciones que afectan a horizontes diversos y y cristiana, así como servir de impulso a los esfuerzos ecuménicos.

22 23
En la misma línea de pensamiento hay una sexta ventaja que puede Conclusiones
ser provechosa para la vida comunitari.a ~ para la eficacia a~o.stólica de
las instituciones eclesiales, en sus obJetlvos pastorales, m1s1oneros .0 Cuanto se ha dicho en esta «Introducción» indica el objetivo pastoral,
académicos, etc. Una comprensión más profunda del humanum Chrzs- práctico, al que tienden los dos volúmenes del presente estudio. Se intenta
tianum puede hacer (con la ayuda de la gracia) más profunda la ~~~­ ayudar a la persona humana a conocer y a vivir mejor su vocación cristiana;
prensión de los miembros sobre la naturaleza trascendente d~ su. m1~1?n por lo mismo apuntan a un objetivo educativo de orden práctico.
y por ello mismo más incisiva la acción apostól.ica ?e la mstltuclOn. Ahora bien, en el orden práctico de la formación los valores y los fines
Estas ventajas se harán presentes de modo especlal Sl la ayuda de una educativos que se intenta juegan el papel de principios. Por ello se puede
antropología cristiana va dirigida directa y pers.onalmente a acrecentar decir que este estudio en d fondo busca lOS principios de formación vo-
la capacidad de amar de cada uno de los m1~mbros. Igualmente. la
cacional que lleven a las personas a una más completa formación humana
y cristiana.
formulación de las Constituciones, de normas onentadoras para la v1da
Pero tal formación requiere la formulación de dos concepciones an-
de la institución, será más rica y más realista si se fundamenta en una
tropológicas: natural y sobrenatural.
visión antropológica cristiana más completa. En prkner lugares necesaria .una antropología natural. En efecto, todo
Se da, finalmente, una séptima área de ventajas posibles en una an- esfuerzo educativo, que trate de formar a todo el hombre debe tener como
tropología interdisciplinar de la vocación cristi~na. Esta ~uede lle~a~ a. ser preámbulo ineludible una respuesta a la pregunta: ¿qué es el hombre?
una válida y nueva aportación complementarza a las .d:versas dtsaplznas En el análisis que sigue (cf. Parte II del Vol. 1 y algunos puntos del
ofrecidas a lo largo de la formación sacerdotal y relig1osa. Algunos .s,e- Vol. TI) la respuesta a esta pregunta comprenderá dos aspectos: el examen
minarios e institutos religiosos han incluido en sus programas de formaclOn de los fenómenos, de las actividades humanas y una interpretación de las
básica esta nueva aportación ofreciendo un curso específico que trata -al mismas que intenta descubrir las raíces, las razones más profundas de
menos en parte- de la antropología de la vocación cri~tiana.. . . dichos fenómenos (sin intentar una discusión sobre la «esencia» del hom-
En la misma línea, se pueden planificar programas mter?,lSC1p~m~res bre, como por ejemplo su alma). En otras palabras, ante todo, como punto
que unan las aportaciones de la antropolo~ía de la vocaClOn ,cnstlana de partida se hará la observación y el análisis tanto fenomenológico como
a los de otras disciplinas eclesiásticas. Por eJemp~o, a la t~olog~a ~oral, empírico existencial de datos reales y de pensamientos concretos de la
al derecho canónico (para los problemas de la v1da matnmonlal) , a la persona humana; en un segundo momento se procederá inductivamente
teología sacramental (para los aspectos referentes al simbolismo, entre de estos datos y pensamientos a sus causas, a sus raíces, es decir, a lo que
otros aspectos), a la teología pastoral. . suponen e implican. Como dice Blondel (1950): se trata de « ... hacer
Esta integración entre las ciencias d~l h~mbre «:~npnmer lu~ar de explícito 10 que datos y pensamientos implican, 10 que los mismos suponen,
la psicología y de la sociología») y las Cle~c1as. ~cleslastlcas la ha .mcul- en el sentido etimológico de la palabra, lo que los hace posibles y les da
cado el Concilio Vaticano II en la ConstltuClon pastoral Gaudtum et solidez ... Implicar no significa inventar, deducir; significa más bien des-
Spes en el n. 62: «Hay que reconocer y emplear suficienteme~te. en el cubrir 10 que se halla ya presente, pero no ha sido observado, ni ha sido
trato pastoral no sólo los principios teológi~os, si~o los desc~bnm;entos conocido y formulado explícitamente» (p. 719).
de las ciencias profanas,sobre todo en ¡J3s1G01ogtla o/en .SOClologla, lle- En segmdo ;lugar 'es necesaria una antropo'logía teológica. En ,efecto,
vando así a los fieles a una más pura y madura vida de fe». el hombre no alcanza su perfección sino sobrenaturalmente. Por ello la
concepción antropológica natural debe tener sus fundamentos en una
2. En esta dirección Juan Pablo II en su discurso a la Sa~rada Rota \~f. .L'Os- antropología teológica y debe converger con la misma.
servatore Romano 27 de enero de 1984 p. 4), exhort~ ~ los Ju~ces eclesJastlcos a La Parte TI del Vol. 1 ofrecerá elementos para una antropología teo-
«estudiar lascienciashumanas, que permiten un COnOCI~1l1ento m~s pro~undo de los lógica en la óptica de la vocación cristiana.
hechos y sobre todo de las personas». ¿Por qué no aplicar las m~sm~~ Ideas para la
formación personal y pastoral del sacerdote? La presente publicaclOn -como se
Cuanto hasta el momento hemos expuesto se puede resumir diciendo
verá- ofrece fundadas razones para hacerlo. que el presente estudio se propone tres preguntas: ¿Quién es la persona

24 25
humana?3 ¿Quién es el humanum Christianum, es decir la persona humana 1
en cuanto ha sido redimida por Cristo y por su gracia? ¿Quién es el
humanum Christianum en los momentos, en los pasos más relevantes del PRESUPUESTOS GENERALES
«camino de la fe» (Concilio Vaticano TI, Lumen Gentium, n. 58) propio
de la vocación cristiana?
La complejidad inherente a estas tres preguntas no permiten cierta-
mente dar respuestas exhaustivas. No pretendemos dar las respuestas, sino
sólo sugerir un esbozo de reflexiones que puedan ser útiles en la búsqueda
de respuestas. Estas reflexiones tienen su fundamento en la convergencia
de tres perspectivas antropológicas estudiadas en el Vol. 1: perspectivas
filosóficas, teológicas, y de psicología social. A su vez, tal fundamento
interdisciplinar encuentra su confirmación existencial en el Vol. TI por
medio, tanto de la convergenáa de varias observaciones de investigación,
como de las interpretaciones que se deducen de las observaciones de la
investigación. 1. APROXIMACION INDUCTIVA-EXISTENCIAL
Sobre la base de las reflexiones antropológicas interdisciplinares y de
sus verificaciones existenciales es posible ofrecer una modesta aportación
¿Cuál es la razón de iniciar un estudio sobre la vocación cristiana
que afecta a tres aspectos de la vida vocacional cristiana el conocimiento,
el discernimiento y la ayuda, en un modo más informado, del camino de poniendo el acento en el aspecto inductivo-empírico (o si se quiere,
la vocación cristiana. Después de todo, toda actividad pastoral de edu- inductivo existencial) en la metodología? Por una doble razón: porque
cación (especialmente la moral y religiosa), de liderazgo, de gobierno en pastoralmente es más apropiado el método y porque nos ofrece una
la Iglesia, presupone más o menos explícitamente y sigue las indicaciones más completa y realista visión del hombre.
de una visión del hombre, de una antropología sobreentendida. Se sabe que la teología por su naturaleza es un esfuerzo, una bús-
Parece oportuno comentar el hecho de incluir los dos volúmenes del queda por parte de la comunidad de los creyentes para llegar a una
presente estudio bajo el mismo título de «antropología de la vocación autocomprensión; según la definición de San Anselmo, teología es «fides
cristiana». Como habíamos insinuado en nuestra publicación Psicología quaerens intelectum», la fe que trata de comprenderse a sí misma y
Profunda y Vocación (cf. p. 175ss), en estos tiempos en que las formas de trata de hacerse comprender por los demás.
«conclusiones lógicas» en teología han sido puestas en duda, se da una Por ello debe intentar transmitir el mensaje cristiano (en nuestro
apertura hacia un nuevo enfoque metodológico para la antropología: un caso, una visión de la vocación cristiana) de tal modo que logre ser
enfoque que tenga presente el esfuerzo conjunto de las reflexiones inter- aceptado con mayor facilidad por las personas que viven en un deter-
disciplinares y las observaciones empírico-existenciales. De este modo en minado contexto cultural.
su conjunto el presente estudio de antropología quisiera también indicar Ahora bien, la visión de la cultura que caracteriza la civilización
la «posibilidad» de servir de puente entre ~a religión, la vocación cristiana contemporánea es más bien inductivo-empírica o inductivo existencial
y muchos de los descubrimientos modernos de las ciencias humanas. que deductivo-normativa. Hasta no hace mucho tiempo la cultura era
Finalmente, un último punto que consideramos importante: se ruega concebida como normativa; es decir, se daba de derecho un único
al lector tenga en cuenta que un intento como el presente de sintetizar
conjunto de valores, de actitudes, de significados, que se consideraba
componentes tan diversos ofrece dificultades para hallar formulaciones
como normas universales y permanentes, de tal modo que el que quería
satisfactorias. Por ello cada punto habrá que considerarlo dentro del
conjunto de la presentación total. tener una cultura debía aspirar a dichas normas; por ejemplo, esto se
exigía a los pueblos del tercer mundo en relación con el denominado
3. En la presentación que sigue, el término «persona humana» se usará de modo mundo occidental. Esta visión normativa dogmática aseguraba estabi-
intercambiable con otros términos como <<)'0» y «self». lidad, pero descuidaba la adaptación al inevitable desarrollo y a los

26 27

..1
cambios de la humanidad; propugnaba la objetividad y el valor de los su pecado y de su redención, sino que considera también la historia de
principios morales, pero no lograba descubrir, ni siempre ni suficien- la salvación que trasciende el mismo pecado y se remonta hasta Dios
temente, que ambos deben integrarse en un contexto existencial. en su gesta de amor por el hombre, y hasta el hombre en su total
La civilización contemporánea, por el contrario, se orienta hacia realidad existencial.
una cultura inductivo-empírica. La cultura actual valora no tanto el Quede de todos los modos claro que buscar formas cada vez más
derecho, la norma, cuanto el fundamento racional o empírico de los apropiadas para comunicar la doctrina cristiana no significa alterarla:
significados, de las actitudes y de los valores que conforman los «porque una cosa es el depósito de la fe - o sea, sus verdades -, y
diversos c<tilos de vida. Además, gusta de ver estos estilos de vida otra cosa es el modo de formularlas a condición de salvaguardar su
en el conjunto de un plan que tenga una lógica; es decir, a la persona significado y sentido profundo» (Gaudium et Spes, n. 62).
actual no le gusta verse colocada, más o menos a la fuerza, dentro
de un plan de vida (cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes n. 4);
por el contrario aprecia sobremanera saber, entender por qué se halla 2. LA VOCACION COMO DIALOGO
en dicho plan o proyecto. Como dice el Concilio Vaticano II en la
Declaración Dignitatis Humanae: «la dignidad de la persona humana El segundo presupuesto se deduce en parte del primero. En efecto,
se hace cada vez más clara en la conciencia de los hombres de nuestro se apoya en un dato de hecho que ha sugerido una nueva perspectiva
tiempo, y aumenta el número de quienes exigen que los hombres en a la teología. La teología, impulsada -al menos en parte- por la
su actuación gocen y usen de su propio criterio y de una libertad presente situación cultural, caracterizada por la revalorización de la
responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia persona humana, ha pasado de la antropología en la teología a la an-
del deber» (n. 1). Finalmente la cultura contemporánea considera no tropología teológica. Esta nueva perspectiva se fundamenta en un dato
al hombre abstracto, «metafísico», idealizado, separado de su reali- real presente en la biblia. Expliquémoslo.
dad existencial, sino al hombre «concreto», «histórico», «en situa- Siguiendo la terminología sugerida por Flick y Alszeghy (1977) se
ción» de que habla repetidamente Juan Pablo II en la encíclica Re- puede decir que el estudio del hombre a la luz de la fe, hasta hace muy
demptor Hominis (cf. por ejemplo, nn. 13 y 14). pocos años, consistía en seguir el método de la antropología en la
Parece por lo mismo oportuno que el estudio sobre la vocación teología, esto es, poner de relieve lo que Dios ha dicho acerca del
cristiana no deba contradecir, por una parte, a dichos elementos cul- hombre. Ultimamente se ha comenzado a hablar de una antropología
turales, y por otra debe insertarse positivamente en los mismos para teológica para designar no tanto el conjunto sistemático de las afirma-
reforzar los que entre ellos sean convenientes. ciones teológicas referentes al hombre, y por ello mismo un sector
Esto no significa que la vocación cristiana pueda y deba traer su particular de la teología, sino una dimensión de toda la teología que
origen de las exigencias intrínsecas de la persona humana, como afirma ahora se considera en la perspectiva de la historia de la salvación del
el modernismo: la ciencia o un cientifismo agnóstico y amoral no pueden hombre; de este modo la antropología teológica se convierte en el
sustituir a la fe; pero sí quiere decir que dicha vocación debe aparecer aspecto más importante de la ciencia de la fe: «la teología dogmática
como un proyecto que conviene al hombre, proyecto de vida que no debe ser hoy antropología teológica» (Rahner, Theologicallnvestigations
destruye o anula al hombre, al contrario, looonstruye: fe no signmca IX, p. 28).
un fideísmo absoluto que no respeta la dignidad del hombre, y en Este cambio de perspectiva ha sido llamado «el giro antropológico
concreto su autodeterminación. en la teología», en cuanto dicho cambio desea acentuar el hecho de
En concreto, la vocación cristiana debe interpretarse y ser presen- que todo el mensaje de la revelación se halla orientado a la salvación
tada como un acontecimiento salvífica, acontecimiento de la historia del hombre y a su promoción integral. La revelación no trata directa-
de la salvación que -respetando la libertad del hombre-, 10 com- mente de Dios en sí mismo, sino en cuanto se interesa por el hombre.
promete responsablemente en un crecimiento de sí mismo, y por ello Según la opinión de un pensador israelita «la biblia es, ante todo, no
como algo que en la historia del hombre no se limita a una historia de la visión que el hombre tiene de Dios, sino la visión que Dios tiene del

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-
hombre. La biblia no es la teología del hombre, sino la antropología tema del hombre «imagen de Dios», visto en el aspecto de diálogo, se
de Dios que se ocupa, más que de la naturaleza de Dios, del hombre puede leer el texto bíblico del Sirácida (17,1-11 con el comentario de
y de lo que pide» (Heschel, 1970, p. 135). De aquí la creciente tendencia De Geradon, 1958), texto que precisamente describe el intercambio
entre los teólogos a afirmar que la estructura formal de la investigación dialogal entre Dios y el hombre.
teológica no puede ser distinta de la de las otras ciencias y que, por lo Además del diálogo con Dios, la Gaudium et Spes subraya el diálogo
mismo, también en la teología es preciso partir del hombre y tener con los demás hombres: «Dios no creó al hombre en solitario. Desde
presente constantemente al hombre. el principio los hizo hombre y mujer (Gén 1,27). Esta comunión de
Por ello, visto en la perspectiva aquí descrita, el mensaje de la hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas
Revelación consiste sobre todo en la «vocación» del hombre por parte humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser
de Dios; pero si existe «vocación» se da diálogo, porque existe atención social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con
hacia el otro, es decir, hacia aquel al que se quiere hablar. Por ello los demás» (n. 12, subrayados añadidos). La existencia del hombre se
dicha revelación parece indicar implícitamente que el diálogo entre Dios desarrolla en una comunidad, esto es, en una pluralidad estructurada
y el hombre es uno de los medios más útiles para estudiar la vocación que arranca de la misma naturaleza del hombre. Además, dicha co-
cristiana en cuanto dicho diálogo es uno de los aspectos que más la munidad tiende a convertirse en comunión de personas cuando cada
caracterizan. uno de los individuos se abre a los demás y los acepta, y es así cómo
Después de todo «no se puede ... adherir a Cristo como a Señor y las personas se complementan mutuamente. Se revive de este modo,
Salvador si no se tiene en cuenta que se ha sido creado a imagen de de una manera análoga, la vida de las tres Personas divinas.
Dios; que, en cierto sentido, ha sido despojado de esta imagen a causa Finalmente, existe el diálogo que Dios tiene con cada hombre a
del pecado y que en Cristo, imagen del Padre por excelencia, se instaura través de las realidades, no sólo de personas, sino de cosas y de acon-
nuevamente aquel diálogo filial con el Padre sin el cual el hombre no tecimientos que ha tocado en suerte a las distintas personas. Es todo
puede realizar su unidad existencial» (Flick y Alszeghy, 1977, p. 16, un mundo de valores los que transmite la palabra con la que Dios habla
subrayado añadido). de sí mismo y que suscita en el hombre incesantes preguntas sobre el
Este texto indica que hay razones profundas para considerar la significado último de su vida y, por 10 mismo, de su «vocación». Como
vocación del hombre como diálogo. En efecto, el hombre (y sólo el se verá en el desarrollo del presente estudio estas preguntas del hombre
hombre) es imagen de Dios en el universo (Gén 9,5-6). Como nota tienen a Dios como último punto de referencia. Con El, por 10 mismo,
Alszeghy (1966), el contexto de esta cita del libro del Génesis parece el hombre -más o menos conscientemente- se halla en diálogo.
sugerir que la especial semejanza con la que el hombre es imagen de
Dios se refiere no directamente a cualquier don de naturaleza o gracia
poseído por el hombre, «sino a aquella relación dialogal que sólo el 3. LA VOCACION COMO DIALOGO EN CRISTO
hombre, dueño de su existencia, puede establecer con otras personas o
valores» (d. la p. 428, que cita a S. Otto, Gottes Ebenbild in Geschicht- La antropología teológica que se halla en la base del segundo pre-
lichkeit, 1964, pp. 53-111). supuesto no significa que la teología se desvincule de la revelación en
La Constitución Gaudium et Spes (n. 12) indica dos direcciones de favor de un antropocentrismo autónomo que termine en subjetivismo\
esta existencia dialogal del hombre como «imagen de Dios». Ante todo, mucho menos quiere decir que se deba «instrumentalizar» a Dios en
se da el diálogo entre Dios y el hombre: según el mismo documento
conciliar, «la biblia nos enseña que el hombre ha sido creado 'a imagen 1. Véase la crítica a este antropocentrismo-subjetivismo realizada por un
de Dios', con capacidad para conocer y amar a su Creador ... ». En la grupo de 18 pensadores pertenecientes a nueve denominaciones cristianas. me-
diante el «Hartford Appeal», de Hartford, Connecticut (USA): d. en A. Dulles,
Sagrada Escritura, el hombre es la única criatura a la que Dios dice 1977, pp. 191-195. (Los 13 temas de este «Hartford Appeal» se reproducen en
«tú» y a la que Dios impone mandatos y prohibiciones esperando una este libro en el apéndice Al. En la misma línea de crítica está el libro de P. C.
respuesta por parte del hombre mismo. Como ejemplo ideal de este Vitz, Psychology as Religion: the cult 01 self-worship (1977).

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servicio del hombre. Antes al contrario, se acentúa mucho más la im- pue?e ~ecir con K. Rahner ,0967) que la cristología es el principio y
portancia de la iniciativa de Dios en la historia de la salvación del el termInO de la antropologla; y la antropología plenamente realizada
hombre sin disminuir la participación del hombre en este plan salvífico. es la misma cristología.
y todo esto tiene lugar en la persona de Cristo. Por ello el estudio sobre el diálogo vocacional debe de evitar los
Efectivamente, según la Redemptor Rominis: «El hombre que quiere dos extremos del tea centrismo y del antropocentrismo. Entre otras
comprenderse a sí mismo hasta el fondo -y no solamente según cri- cosas, la dignidad del hombre lo exige. En efecto, si Cristo, «revelando
terios inmediatos, parciales y frecuentemente superficiales, e incluso al hombre el misterio del Padre y de su amor, descubre también ple-
aparentes que se pueden considerar como medidas del propio ser- namente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima voca-
debe acercarse a Cristo con sus inquietudes e incertidumbres y hasta ción», quiere decir que la dignidad del hombre queda disminuída li-
con su flaqueza y pecaminosidad, con su vida y con su muerte. Debe, mitándose a uno solo de los dos aspectos extremos: desde un
por así decirlo, entrar en él con todo su ser, debe «apropiarse» y asimilar tea centrismo excesivo se puede fácilmente perder de vista al hombre,
toda la realidad de la Encarnación y Redención para encontrarse a sí lo que es y lo que debe ser el hombre para poder entablar el diálogo,
mismo» (n. 10). Porque «en Cristo y por Cristo, Dios se ha revelado así como la aportación activa que él debe ofrecer en dicho diálogo; un
plenamente a la humanidad y se ha acercado definitivamente a la misma antropocentnsmo acentuado y rígido puede llevar a la negación de los
y, al mismo tiempo, en Cristo y por Cristo, el hombre ha adquirido elementos de la revelación divina presentes al hombre y en el hombre
plena conciencia de su dignidad, de su elevación, del valor trascendente como parte necesaria de su diálogo con Dios. Por ello, en primer lugar,
de la propia humanidad del sentido de su existencia» (lbtd.) n. 11). hay que considerar en nuestro estudio, los elementos teológicos y los
El diálogo entre Dios y el hombre, que es una de las características antropológicos; además, los elementos antropológicos deben estar «de
de la. vocación cristiana, tiene su centro en Cristo . .Es Cristo. el que « ... en algún modo» de acuerdo con los teológicos a fin que la visión del
la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta hombre sea la de una persona abierta a la llamada de Dios.
plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de ~sta. conclusión: que nos sugieren el segundo y tercer presupuesto,
su vocación» (Gaudium et Spes) n. 22). Cristo es, por tanto, el que libera nos IndICa la neceSIdad de afrontar el presente objetivo proponiendo
al hombre, desvelándole la dimensión trascendente de su dignidad y de un cuarto presupuesto: proseguir en una aproximación interdisciplinar
su vocación; de este modo él es el que llama al hombre a dilatar sus al desarrollar el tema propuesto. Pero esta aproximación interdisciplinar
horizontes, ya hacia un humanismo del «seD> y no del tener, ya hacia su ha de te.ner en consideración cuanto se ha dicho en el primer presu-
imitación continua en la trascendencia hacia el Padre común por su con- puesto: Integrar las aportaciones inductivo-empíricas o inductivo-exis-
dición de miembro del Cuerpo Místico del que Jesús es la cabeza. tenciales en un marco de perspectivas deductivo-normativas. Esta última
Contemplada así, la vocación cristiana no hay que considerarla de afirmación necesita una explicación, al menos parcial, que se desarro-
un modo teocéntrico, ni antropocéntrico, sino según ambos métodos .. llará al presentar el cuarto presupuesto que discute una aproximación
Como dice Juan Pablo II en la Encíclica Dives in Misericordia: «Mientras interdisciplinar.
las varias corrientes del pensamiento humano, tanto en el pasado como
en el presente, han sido y continúan siendo propensas a dividir e incluso
a contraponer el teocentrismo y antropocentrismo, la Iglesia, siguiendo 4. APROXIMACION INTERDISCIPLINAR
a Cristo, trata de unirlas en la historia del hombre de modo orgánico
y profundo. Este es uno de los principios fundamentales, y quizá el 4.1. Su fundamento y utilidad teológicos
más importante, del Magisterio del último Concilio» (n. 1).
El antropocentrismo cristiano exige necesariamente el teocentrismo, Las tres primeras opciones metodológicas nos han inducido a pre-
con el que no está en oposición,. antes, bien, es, la fuente de su verdadera supuestos que quieren ser los elementos,básicos según los cuales y en
naturaleza. El hombre en diálogo con Dios no se puede comprender torno a los cuales organizar nuestro estudio sobre la vocación. Por ello
sino en Cristo, o mejor, sino en Dios como Cristo lo ha revelado. Se estos presupuestos constituyen lo que Mondin (1977) llama, aplicándolo

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al estudio de la teología, un instrumento arquitectónico, es decir, un
instrumento que proporciona, que ofrece la verdad revelada. "jf~ los s.ervicios que las cie~cias humanas son capaces de ofrecer aplicando
Este instrumento arquitectónico de estudio debe distinguirse de los d as mIsmas, de modo análogo, cuando santo Tomás decía de la fTI ±'/
'1 . , 1 l / o S O la
instrumentos hermenéuticos, que tratan, por el contrario, de entender, en re aClOn a a tea ogIa: «En la teología se puede utilizar la fTI f' d
t d d'" oso la e
profundizar, clarificar, formular, expresar la verdad revelada 2 • Está cla- /es mo os Istmtos: en pnmer lugar, para probar los preámbulos de la
ro, por ello, que los presupuestos arquitectónicos son extraídos de la le (... ); en segundo lugar, para clarificar, mediante analogías, los argu-
fe, de la revelación, mientras los hermenéuticos se apoyan en la razón. mentos, de fe; y en tercer lug~r, para rechazar las objeciones que se
Todo esto se halla en completa conformidad con el diálogo vocacional, presentan contra la fe» (In Boettum de Trinitate, Proem. Q. Ir, a. 3).
que es el resultado de la fe y de la razón; la vocación es obra de Dios en
el hombre, pero con la coparticipación, colaboración y corresponsabilidad
del mismo hombre. Se halla, además, en plena sintonía con el diálogo en 4.2. Fundamentos y ventajas pastorales
Cristo; en el plano gnoseológico, fe y razón se comportan como las dos
naturalezas de Cristo Encarnado; en el plano ontológico cada una tiene . Se podrá objetar; pero ¿por qué poner a discusión 10 que más
~st;mam~s, nues~ra vocación cristiana, sometiéndola a una investigación
plena integridad, no se confunden, pero se hallan profundamente unidas
entre sí según un orden de precedencia que exige un primer puesto para
la fe y un segundo lugar para la l'ai,Ón. De tal modo la fe, propia de los
t
de ra~on ~ue mdaga tanto por medio de la filosofía como por medio
e as CIenCIas humanas más marcadamente positivas?
presupuestos arquitectónicos, constituye el elemento determinante con , ?e pueden a~ortar dive~~as razones de utilidad pastoral y de cre-
relación a la razón, propia de los presupuestos hermenéuticos, pero sal- CImIelnto de la mIsma vocaclon; de ello hablaremos más extensamente
vaguardando siempre la integridad de la misma razón. De aquí el fun- a lo argo de esta exposición.
damento teológico del enfoque interdisciplinar de fe y razón que pro- Ahor~ nos limitamos a indicar algunas. Ante todo, tal investigación
ponemos aquí para una discusión sobre la vocación cristiana. de la razon pue?e favorecer un crecimiento tanto de la libertad interior
Está claro, pues, que en la aproximación interdisciplinar delineada ~omo de la candad fraterna. En efecto, no se trata en primer lugar
aquí sumariamente, las ciencias humanas, sean las principalmente espe- e pasar de la fe a la duda, sino de la fe a una verdad «razonada» ~
culativas, como la filosofía, sean las preponderantemente positivas, como u~a .verda.d ~u~ nos ~ac~ libre~ porque nos permite vivir la vocaciÓn
la psicología y la fenomenología, etc., no tienen la pretensión de definir cr:stlana sm ftccIone,s tactlcas y sm dolorosos interrogantes e inquietudes
positivamente o de alargar el campo de la fe, de la verdad revelada. Las mas o menos conSCIentes,
ciencias humanas son y quieren permanecer ciencias auxiliares de la teo- . Además, se n?s libera, no de la fe, sino de un sucedáneo de la
logía. mIsma,. como pudIera ser un asentimiento rutinario, una falsa serenidad
Pero es evidente que las mismas ciencias pueden presentar y de hecho }~an~~i1a que nace de una falta de voluntad de confrontación y veri-
ofrecen su propia aportación. En efecto, la teología, en primer lugar es, I~aclon con la verd~d; se nos libera de una actitud existencial bien
por definición, una profundización en la fe lograda mediante las estruc- dIversa de la «lW.:tanOIa» o conversión predicada por Cristo y practicad
turas, las categorías y el trabajo de la razón; la antropología filosófica es por los santos. . a
preámbulo de la fe. En segundo lugar, sólo las ciencias experimentales y ,En segundo lugar colocarse en una disposición de riguroso desin-
humanas se hallan en grado de ofrecer a la teología los instrumentos tere.s para conocer l~ ver?~~ desde ~~ fe sobre nuestra vocación, quiere
conceptuales aptos para formular con claridad y hacer más explícitos de~l1' ponerse en dlSposlClon de dIalogo con los demás hombres d
algunos aspectos particulares del misterio de la salvación, tal cual se ex- candad fraterna haci~ mi ~:ójimo que también se interroga sin;era~
presa, por ejemplo, por la vocación cristiana. Pueden indicarse algunos ~en~~, con ~ureza de mtenclOn y con amplia disponibilidad de corazón
SIgnIfIca ab~Ir.s,e a una comprensión y a una participación más profund~
2. Para la discusión misma del principio arquitectónico y del hermenéutico,
con l~ cond~clOn común a los demás hombres que sienten y viven con
véase Mondin, 1977, op. cit., cap. I.
los mIsmos mterrogantes, se manifiesten o se mantengan ocultos.
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En tercer lugar, el considerar la vocación cristiana según un enfoll' Pero todos los factores indicados inciden inevitablemente en la
interdisciplinar es proceder hacia aquel desarrollo del método teo1ógin, capacidad del hombre contemporáneo para aceptar la legitimidad de
que Lonergan (1976-1977) ha llamado «praxis». Praxis es 1~ tra~ucción las leyes y de las estructuras como el depósito de sabiduría y de pru-
en término metodológico del espíritu que anima la «Constitucl0n Pas- dencia de la humanidad. Además, contribuyen a minar la apertura a la
toral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo» (Gaudium et Spe;\! creencia más o menos ciega en la objetividad de verdades y valores
del Concilio Vaticano II, es decir, es un desarrollo de método necesano morales. Esta menor creencia particularmente se halla presente cuando
las verdades y valores morales no se integran lo suficiente en el contexto
a la teología para insertarse en la vida práctica y cotidiana del mundo
existencial de la vida de cada persona, vista en su única e irrepetible
contemporáneo. identidad y dignidad.
Este nuestro mundo contemporáneo tiene sus exigencias que ca-
Como hace notar Lonergan (op. cit.) 1976-1977), «cuanto más se
racterizan su propio modo de comprender y aceptar la verdad. aparten los estudios sobre el hombre de las concepciones universales
Ante todo, como dice Lonergan (1973 y 1976-1977), se debe to~~r abstractas para enfocarse a seres humanos concretos, más evidente
en serio la revolución científica de los siglos XVI y XVII. Esta revo1uclOn resulta que la edad científica de la inocencia se ha acabado; la auten-
ha supuesto el principio de la ciencia moderna que para ~. Butterfiel,d ticidad humana no puede darse como algo descontado» (p. 341). Las
(1965) es el acontecimiento más significativo para la humamdad despues revoluciones de los siglos XVI, XVII y XVIII antes mencionadas se
de la aparición del cristianismo. Pueden considerarse tres element~s hallan en la base del desarrollo y de esta situación actual de la inocencia
como importantes en la revolución científica del mundo contempora- perdida. En efecto, ya no se parte de la suposición de que la verdad
neo: el fijarse en la utilidad práctica de usar y dominar. así como en la se limita a las conclusiones necesarias deducidas de principios intrín-
manipulación de las cosas por medio de un proceso contmuo de pruebas secamente evidentes. Ni hay propensión a creer que toda la realidad
experimentales y de errores; la exigencia de autonomía) en cu~~to sus sea patente y presente a ellas, como tampoco se admite que la objeti-
condiciones y sus relaciones fundamentales deben ser matematlcas en vidad sea sólo cuestión de dar una mirada adecuada a esta realidad de
su origen y experimentales en su justificación; el interesarse, no en las modo que se ve lo que existe, y no se ve lo que no existe. De modo
palabras, sino en la realidad, excluyendo de e.s!e modo pro?lemas .~ue semejante, igual que en el pasado se puede admitir que un problema
no pueden ser resueltos mediante la observacton o la expertmentacton: difícil existe, pero no se acepta fácilmente que una filosofía sana y
Nótese que estos tres elementos son 10 opuesto a 10 que se conSi- crítica - como la de Kant, la de Comte o la de cualquier otro - pueda
deraba el fundamento de la autoridad en la ciencia, tanto en el mundo resolverlo de una vez por todas.
antiguo, por ejemplo, el aristotélico, como en la ~~ad Me.dia. Breve- Por ello, con Lonergan (1976-1977) «nos preguntamos.' ,,'xiste un
mente la visión actual del aprendizaje del conOCimiento tiende a ver método que pueda tratar con lo auténtico y lo no auténtico, lo racional
todo ~uevo sistema no como deducciones de verdades necesarias, sino e irracional; y a tal enfoque nosotros aplicamos el nombre griego de
como conclusiones verificadas partiendo de hipótesis. La confianza se praxis» (pp. 341-342). El enfoque o aproximaCl interdisciplinar al
pone más en el método que en los primeros ~rincipios con~iderados estudio de la vocación cristiana, que intentamos proponer y seguir en
necesarios. Las aportaciones de Riemann, de Emstelll, de Helsenberg, este libro, corresponde a los indicados requisitos y por lo mismo fa-
que han colocado en sus propios límites las de Euclides, Newton, vorece la praxis. Como se verá, en efecto, dicho enfoque parte del
Maxwell son pruebas de esta tendencia y de esta confianza. supuesto de que la autenticidad del hombre no es algo que puede darse
Mer:ce hacer referencia igualmente a un segundo acontecimiento por descontado, y por 10 mismo es preciso discernir entre valoraciones,
de la cultura contemporánea. La cultura de nuestro tiempo es propensa, decisiones y acciones auténticas y no auténticas, entre el bien real y el
sin ninguna duda, a la secularización. El movimien~o. ~ecul~ri.zador. de bien aparente en la vocación cristiana. En otras palabras, dicho enfoque
la Ilustración del s. XVIII no sólo ha atacado la tradlclon rehglOsa, smo es un método que parte de la decisión de tomar en serio la afirmación
toda tradición, minando de este modo la aportación indispensable que de Pascal: el corazón tiene razones que la razón no conoce. Además
la creencia en verdades del pasado ofrece al conocimiento humano. este método favorece la praxis porque ayuda a buscar una respuesta a

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h
la pregunta que la praxis suscita: ¿qué se puede hacer por esta auten- 4.3. Dificultades y problemas inherentes a la aproximación
ticidad o no autenticidad, por este bien real y bien aparente de la interdisciplinar
vocación cristiana?
Es cierto que con esto no se trata de alcanzar una comprensión En tres artículos K. Rahner (Theological Investigations, XIII, pp.
completa y sistemática de la vida humana; este objetivo sería una 61-102) presenta las grandes dificultades, verdaderamente notables,
ilusión, y una ilusión peligrosa (K. Rahner, 1974-75, XIII, p. 90). Lo que se hallan implicadas en un estudio interdisciplinar. Nos limita-
que se desea es contribuir con una pequeña aportación a la exigencia remos aquí a algunas referencias.
pastoral repetidamente expresada por el Concilio Vaticano II. Basten Ante todo es difícil definir la naturaleza de una araumentación
algunas citas a este propósito; en el n. 62 de la Gaudium et Spes, en interdisciplinar (Rahner, op. cit., p. 80). b

el que se indican los nuevos problemas suscitados por los estudios Existen después las dificultades vinculadas a cada una de las
recientes y por los nuevos descubrimientos de las ciencias, el Concilio diversas ciencias. El presente estudio considerará aspectos de la teo-
invita a los teólogos «a buscar modos siempre más apropiados de log~a, de la f~losofía, de la fenomenología y de la psicosociología, sin
comunicar la doctrina cristiana a los hombres de su época». A este olvIdar la pSIcología profunda (distinta del psicoanálisis).
fin, en el trabajo pastoral se aconseja un conocimiento suficiente y .A?ora, p~r ejemplo, por 10 que respecta a la teología no es posible
con utilización «de los descubrimientos de las ciencias profanas, defllllr su objeto en general: Dios es un misterio absoluto; en palabras
sobre todo de la psicología y de la sociología, llevando así a los fieles de Rahner: «Lo que la cristiandad afirma es que su mensaje se refiere
precis~mente a aquello de 10 que no se puede transmitir ningún
a una más pura y madura vida de fe». Expresiones análogas se usan
mensaje «claro», ya que - por definición - el mismo no tiene, ni
en el Decreto sobre la formación sacerdotal (Optatam fotius, n. 2)
puede tener, ningún puesto particular y estable con relación a lo que
cuando se habla de la acción pastoral en favor de las vocaciones, así
son el conocimiento y la libertad humanos» (op. cit., p. 97). Lo
como en la Gaudium et Spes con referencia «a la formación de los teólogos no están de acuerdo en la respuesta a la pregunta: ¿qué es
ministros sagrados, quienes podrán presentar a nuestros contem- teología? Y, como hace notar Alfaro (1974), este desacuerdo no es
poráneos las enseñanzas de la Iglesia acerca de Dios, del hombre y casual; la definición de la teología es ya en sí misma tarea teológica;
del mundo, de forma más adaptada y a la vez gustosamente aceptable no se puede decir qué es teología sin hacer teología.
por parte de ellos» (n. 62). De modo semejante, es imposible hablar de la naturaleza propia
En una perspectiva pastoral se nos podría preguntar: ¿cuál es el de la vocación cristiana ya que es una realidad trascendente que es
impacto sobre la vocación cristiana de las ideas, de los condiciona- don de Dios.
mientos culturales que se han ido sucediendo y reforzado como efecto Por lo que respecta al papel de la filosofía en un enfoque inter-
de la revolución cientítica desde el s. XVI hasta nuestros días? Dichos disciplinar, hay que reconocer la existencia de tal pluralismo de fi-
modelos culturales afectan al mundo de los valores, ya sea en cuanto losofías «que ningún individuo es capaz de conocerlo a fondo» (Rah-
pueden hacer disminuir el número de las vocaciones sacerdotales y ner, op. cit., p. 71). Tampoco los filósofos están de acuerdo sobre la
religiosas en los países que más han sentido el influjo de la revolución definición de filosofía. La historia indica que cada filósofo la ha
científica en contraste con aquellos otros que más alejados han estado definido dentro de su propia filosofía, dentro del núcleo central de
de la misma, ya sea en cuanto que ejercen su influjo en el tipo de su filosofía, y en consonancia con su método.
mentalidad vocacional de algunos de nuestros candidatos actuales. Lo mismo vale para la psicología sobre la que deseamos detenernos
Lo que tenemos en mente son las tres ideas de utilidad práctica, de con mayor amplitud. Lo mismo que en filosofía y, en parte, también
autonomía y de experimentación indicadas en nuestra exposición en la teología, no existe la psicología, sino diversas corrientes de
psicología. Esta última y las otras ciencias diversas de la teología y
precedente. ¿Hasta qué punto estas tres ideas, estos condiciona-
de la filosofía han desarrollado la propia autonomía y no se hallan
mientos culturales ejercen su influjo en los candidatos en su respuesta
ligadas a ninguna escuela filosófica en particular (Rahner, ibid., pp.
a la vocación cristiana? 72-75; 94-95).

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...
Una indicación breve, pero muy particular, se debe hacer sobre las don~ de la vocac~ón religiosa o sacerdotal, y esta predicción con el paso
posibles dificultades derivadas de la investigación experimental en psi- del tIempo -qUIzá de bastantes años- tiende siempre a verificarse a
cología. Teorías y explicaciones psicológicas científicamente relevantes pesar de la variedad de las situaciones.
deben ser empíricamente probables con hechos observables que directa En t~rcer lugar, la validez de las investigaciones de la psicología es
o indirectamente tienen conexión con el comportamiento humano. Por ma?,or SI, unida a las condiciones ahora expuestas, la investigación se
ejemplo, la hipótesis de que algunas motivaciones psicológicas, tales reftere no al comportamiento de algunos individuos sometidos a un
como los valores proclamados por los individuos, tienen una influencia determinado experimento, sino que estudia cómo se comportan los
en el proceso de entrada en la vocación religiosa o sacerdotal debe ser
hom~res ca~a día en situaciones diversas (investigación de campo). Se
probada por el hecho de que los individuos con valores religioso-mo-
ve aSI que tIene fundamento y es plausible el afirmar que se pueden
rales más elevados son los que de hecho entran en la vocación. Pero
hacer generalizaciones en relación con el comportamiento humano como
¿qué validez tiene dicha prueba y, por lo mismo, cuáles son las con-
tal sobre la base de investigaciones psicológicas que se lleven a cabo
diciones y los límites de dicha validez?
Ante todo la validez de las pruebas experimentales es la de una ley, con criterios serios. La psicología puede ser complementaria y servir
la de una afirmación estadística y no determinista. En otras palabras, de ayuda a otras ciencias como la filosofía y la teología en general, y
la verificación experimental de la hipótesis no conduce a afirmaciones no sólo en algunos casos patológicos, excepcionales o extremos.
verdaderas o falsas en el sentido estricto de la palabra, sino sólo a E~ r~alidad, solamente si la psicología puede ofrecer algunas ge-
afirmaciones más o menos probables; es decir, dichas afirmaciones no neralIzacIones sobre el comportamiento de la naturaleza humana es
excluyen la posibilidad de lo opuesto, sino sólo la probabilidad de lo posibl~ adopta: un enfoque interdisciplinar con la filosofía y la teología,
opuesto. No obstante, las probabilidades de excluir lo opuesto son muy es deCIr, con CIencias que se sirven de concepciones generales, univer-
grandes. En general se consideran científicamente válidas solamente las sales, abstractas.
probabilidades que son capaces de excluir lo contario cuando superan Además de los tres aspectos mencionados, es preciso tener en cuenta
un 95% de casos o llegan hasta 999 casos entre mil. Se deduce de aquí otras dificultades para alcanzar generalizaciones en psicología. Por ejem-
que la psicología experimental es una ciencia nomotética, no normativa; plo, como bien hace notar Kiely (1980, pp. 33ss) si nos apoyamos
es decir, es una ciencia que trata de formular en sus teorías, no normas solamente sobre datos ofrecidos directamemte por las observaciones
del comportamiento humano, sino leyes universales del mismo, si bien clínicas de algunos individuos, dichos datos son más bien limitados a
estadísticas; es decir, no lo que se debería hacer, sino aquello que de casos concretos que hacen difícil generalizar; después de todo la ob-
hecho el hombre tiende a hacer y a ser. Es obvio que el conocimiento servación clínica, como la de los casos que se presentan en psicoterapia
de esta realidad existencial puede ser útil, para formular disposiciones o en la diagnosis, se refiere sobre todo a individuos concretos y a su
y aconsejar decisiones de naturaleza pastoral. particular combinación de dificultades y de recursos personales. Por
En segundo lugar, es verdad que el resultado de tina prueba ex- ello los resultados de dicha observación de la persona singular son
perimental que confirma una hipótesis no constituye criterio absoluto aplicables sólo de modo aproximativo a conceptos teóricos generales.
y definitivo de la verdad o falsedad de dicha hipótesis o afirmación; Se deduce de aquí la dificultad de alcanzar el nivel de abstracción que
pero también es verdad que la convergencia de muchas confirmaciones permite la generalización. De modo semejante no es posible formular
hace muy probable la verdad de la hipótesis; en otros términos, si de generalizaciones sólo con la pretensión de que una teoría psicológica
una teoría se derivan muchas hipótesis y todas reciben confirmación, de la personalidad humana es adecuada porque contiene lo que debería
parece ser que esta es una teoría útil (Herrmann, 1971; Kühler, 1981). ser verdad. En efecto, existen al menos unas treinta teorías de la per-
Esta verdad y utilidad hay que considerarlas seriamente si las afirma- sonalidad (sin contar las de origen filosófico) y por lo mismo toda
ciones, las hipótesis son predicciones que se pueden verificar con el generalización así lograda no sería otra cosa que la formulación de una
tiempo; un ejemplo puede ser la predicción de que algunas estructuras hipótesis. Lo mismo puede decirse si se trata de combinar elementos
psicológicas inconscientes en las personas tienden a favorecer su aban- que parecen interesantes y se toman de teorías diferentes; la combi-

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nación es sólo hipotética y puede llevar fácilmente a un eclecticismo se supera~, d~ ?echo es posible incluso para la investigación experi-
mental pSlcologlca alcanzar generalizaciones abstractas que pueden in-
arbitrario.
Por ello es obligado optar por el camino indicado anteriormente tegra:se. con otras semejantes que nos ofrece la filosofía y la teología.
de la investigación de campo en psicología, la cual debe también cumplir SlgUlendo .en nuestra exposición sobre el enfoque interdisciplinar
algunos requisitos concretos enumerados por Kiely (1980, pp. 36-38): nos falta exammar brevemente otra serie de problemas extremadamente
debe fundamentarse en presupuestos y proposiciones bien definidos; complejos: los concernientes a la integración entre las varias ciencias
hay que examinar muestras suficientemente representativas de la po- que tienen relación con nuestro objeto.
blación, de los tipos de sujetos que se quieren estudiar; utilizar planes .Su complejidad proviene de muchos factores. Por ejemplo, la his-
y técnicas est?dísticas que no tengan efectos distorsionantes; indagar tona nos enseña que la teología surgió del encuentro de la fe cristiana
sobre los procesos, sobre las motivaciones profundas de la persona, las con la filosofía griega y que su relación con la filosofía ha evolucionado
cuales pueden hallarse en la raíz de su comportamiento externo, de sus con el surgir de nuevas filosofías (Ebeling, 1962). Por lo mismo esta
ideales, etc. El último requisito quiere poner de relieve la limitación de relación entre filosofía y teología es un problema que exige tener en
investigaciones basadas sobre todo en cuestionarios; tales investigacio- cuenta la filosofía moderna y este problema queda abierto al futuro de
nes logran las conclusiones de la persona, incluidas las concernientes a l~ filo~ofía y de la teología. Igualmente, la relación entre teología y
sí misma, pero no proyectan una luz directa sobre los procesos que fdosofla depende de la diversidad de posiciones teológicas concernien-
han permitido llegar a dichas conclusiones. Por ejemplo, una investi- tes a la situación del hombre pecador (perversión total o no) y de las
gación (survey) que revele que el sentido de alienación es frecuente- condiciones necesarias para que el acto de fe sea una opción auténti-
mente denunciado por los individuos como razón de su abandono de camente humana (Alfaro 1974). Aquí las diferencias surgen entre la
la vocación religiosa, no dice nada sobre las motivaciones que han teología católica y protestante, e igualmente dentro de la teología pro-
conducido a dicho sentido de alienación. testante. La diversa concepción teológica sobre la trascendencia e in-
Es obvio que es prácticamente imposible satisfacer plenamente to- manencia de la gracia, de la revelación y de la fe se hallan en la base
dos los requisitos indicados. Pero pienso que un importante paso ul- de estas diferencias.
terior a este desideratum viene dado si se satisfacen otros dos requisitos: De manera análoga la relación entre filosofía y teología, entre razón
el estudiar la persona humana no sólo según los contenidos sino también y fe es vista de modo diferente según las diversas posiciones de los
estructuras naturales de la misma y que por eso mismo pueden gene- distintos filósofos sobre el problema de Dios y del conocimiento hu-
ralizarse a todas las situaciones, tiempos (por ejemplo, antes y después mano de Dios. Así, por ejemplo, para Kant el asignar la religión y la
del Vaticano II), culturas, etc.; y en segundo lugar el examinar la fe al c~mpo /de la «razón práctica» implica la separación de la teología
concordancia o discordancia, la «consistencia» o «inconsistencia exis- de la fdosofla; el «saber absoluto» de Hegel conduce a la absorción de
tentes entre las estructuras más relevantes de la persona. Esto es 10 que
la teología por la filosofía; para Heidegger no hay posibilidad de un
se ha tratado de realizar en el estudio de la vocación y de la antropología
auténtico pensamiento filosófico en el creyente.
cristiana (Rulla, 1984; Rulla, Ridick, Imoda, 1985, 1978; Rulla, 1978a).
Para ceñirnos a nuestro propósito, siguiendo las indicaciones de
Esta aportación se estudiará con mayor detenimiento más adelante.
Rahner (Theological Investigations XIII, 61-70, 81-93, 97-102) es, ante
Baste decir ahora que es una especie de aplicación del principio de no-
todo, necesario encontrar categorías, elementos comunes a las distintas
contradicción; en efecto, una consistencia comporta una no-contradic-
disciplinas en cuestión. Además, estas categorías deben ser comunes
ción, y una inconsistencia implica contradicción. Una aplicación análoga
del principio de no-contradicción la ha hecho Koh1berg (cf. v.g., 1971 por su propia naturaleza, esto es, no deben de hacerse comunes por
y 1978-79) en el estudio del desarrollo moral de la persona y más un proceso forzado de adaptación. Al mismo tiempo estas categorías
precisamente, de la capacidad de resolver dilemas morales. deben ser tales que respeten la naturaleza y las aportaciones de disci-
En las páginas precedentes hemos considerado las dificultades pro- plinas más positivas como la psicología y la fenomenología de una parte,
pias de la psicología en cuanto se quiere subrayar que si estas dificultades y de otra hallarse abiertas a la integración con la teología. Será útil

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L
pensar en una aproximación filosófica que desarrolle la función de sin conocer sus fundamentos, e incapaces de integrarse en la reina de
puente que una las distintas disciplinas mencionadas. las ciencias que es la teología» (Lonergan, 1967, p. 155; véase también
Parecen delinearse de este modo dos objetivos a tener en cuenta: ~nsight, pp. IX-XXX, y Method, pp. 20-25). Efectivamente lo que es
ver los posibles fundamentos filosóficos para una integració~ inte~dis­ l-undamental en las diversas ciencias no son los contenidos o los des-
ciplinar e indicar concretamente el método a seguir para realIzar dlCha cubrimientos o las varias reglas especializadas del método, sino las
aproximación. El primer punto intenta responder a la pregunta: ¿por actividades de la persona de la que tanto los descubrimientos cuanto
qué es posible adoptar un enfoque interdisciplinar? El segundo res- las reglas del método traen su origen. Se comprende así por qué sea
ponde a la pregunta: ¿cómo proceder para realizarlo? Como hemos posible un enfoque o aproximación interdisciplinar.
indicado más arriba estos dos objetivos se llevan a cabo según estas No pretendemos describir aquí y mucho menos justificar científi-
dos perspectivas: una integración de las ciencias antropológica~, esto camente el método trascendental de Lonergan; algunas de sus ideas
es las ciencias del hombre como la psicología y la fenomenologia con serán explicadas cuando las utilicemos en el curso del presente estudio.
la 'filosofía antropológica y, en segundo lugar, un examen de la relación Lo que queremos poner de relieve son dos puntos relativos a este
de las dencias .antropológicas con la teología. método: 1) presentar brevemente la esencia del método trascendental
Expondremos estas dos perspectivas en las dos secciones 4.4 y 4.5 como instrumento interdisciplinar, es decir, como método que sirva
que siguen a continuación: para toda ciencia y permita la integración entre las ciencias; 2) indicar
la utilidad del mismo para el estudio de la vocación cristiana.
Se trata, ante todo, de un «método» y por lo mismo de «... un
4.4. Integración de los elementos antropológicos esquema normativo de operaciones recurrentes y conexas entre sí que
dan resultados acumulativos y progresivos» (Lonergan, 1973, pp. 13-
La aportación excepcional de Lonergan (véanse, sobre todo, Ins(ct, 14). Tales operaciones se hallan representadas por procesos a través de
1958 y Method in Theology, 1973) a la integración de los elemen~os los cuales pasa todo conocimiento humano; van «desde la experiencia
antropológicos parece ser la más útil en el estudio de la. vocaClón .por medio de la investigación y la reflexión al juicio para retornar
cristiana}. La razón de esta elección hay que buscarla en el giro antro- después a la experiencia y volver a comenzar su proceso a un nuevo
pológico de la teología al que ya hemos hecho menc~ón en l~ secc~~n juicio« (Lonergan, 1958, p. 375).
segunda del presente estudio. En efecto, dicho camblO de onenta.clOn En segundo lugar se trata de un método trascendental porque los
centra la atención sobre el sujeto, sobre la persona humana; lo mismo resultados considerados no se limitan a una ciencia, sino que atañen a
hace Lonergan en su estudio. De este modo en la persona se encuentra cualquier resultado que pueda ser objeto de nociones trascendentales.
el punto natural de encuentro para las diversas ciencias. En otras palabras, «mientras los demás métodos tratan de satisfacer las
Para ser más precisos, Lonergan usa como punto de partida de su exigencias y utilizar las oportunidades propias de campos particulares,
método las operaciones de la persona que conoce y decide. Para él el método trascendental se halla interesado en satisfacer las exigencias
dichas operaciones se hallan necesariamente en el origen de toda cien~ia utilizar las oportunidades ofrecidas por la misma mente humana»
como producto del sujeto. De aquí la utilidad de su método que permite Lunergan, 1973, p. 14). ¿Y cuáles son estas exigencias y oportunidades?
una visión común de las distintas ciencias de tal modo que «lleva el Se pueden sintetizar como el «proceso de autocorrección del apren-
orden, la luz y la unidad a una totalidad de disciplinas y modos de dizaje», que consiste «en una secuencia de preguntas, intuiciones, nue-
conocimiento que de otra manera permanecerían sin relación mutua, vas preguntas y nuevas intuiciones hasta un límite en el que ya no se
dan ulteriores y adecuadas preguntas» (Lonergan, 1958, p. 300). Esta
3. Para una aplicación del método de Lonergan a la integración entre psicología búsqueda de solución de los problemas,. de interrogantes que quedan
y teología moral ver B. Kiely, Psycbology {fl/e! Mom! Tbeology, 1980; y para u?a todavía sin respuesta, permite superar el peligro de que el método y
aplicación al estudio del discernimiento de espíritus véase L. M. Rulla, «The D1S-
cernment of Spirits and Christian Anthropology», 1978a. significado propio de cada ciencia se convierta en algo absoluto hasta

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el extremo de pretender que las demás ciencias lo adopten. En efecto, ciales del hombre, pero deben integrarse en la totalidad, para llegar a
otras ciencias pueden poner nuevos interrogantes. ser fecundas con vistas a una comprensión global del hombre. Por lo
Hecha esta breve presentación podemos deducir cómo el método mismo ellas no pueden suplantar una antropología filosófica cuyo mé-
transcendental permite la integración interdisciplinar; efectivamente todo es precisamente tomar y reflexionar sobre el hombre en su tota-
este método permite describir las relaciones entre las varias ciencias. lidad. El pensamiento filosófico tiene como objetivo el responder a
En efecto, las ciencias son diversas no tanto por los contenidos de sus preguntas antropológicas como ¿qué es el hombre? ¿qué hace sobre la
observaciones cuanto por el significado atribuído a estas observaciones. tierra? ¿cuál es su razón de ser? ¿cómo justificar los deseos que le atraen
Ahora bien, según la presentación de Lonergan (1958, pp. 262-267) y las inquietudes que le perturban? Son éstas preguntas típicamente
existen diversas clases de explicaciones de la relación de las cosas entre filosóficas a las que no es posible responder sólo con aportaciones del
sí y esta diversidad de especies es lo que constituye las diversas ciencias. saber científico.
Lonergan parte de la física y -a través de la química y la biología- El otro extremo es opuesto al primero. Consistiría en disociar el
llega hasta la psicología y a las demás ciencias para demostrar cómo lo pensamiento filosófico del saber científico. Si es cierto que el pensa-
que ya no tiene significación para una ciencia no es otra cosa que el miento filosófico es distinto del saber científico, no lo es menos que el
punto de partida para un nuevo significado a un nivel superior de pensamiento filosófico arranca del saber científico. En efecto, del saber
CIenCIa. científico parten indicaciones que pueden atenuar o modificar algunos
Las ventajas del método trascendental para nuestro estudio son múl- aspectos sobre determinadas interpretaciones de lo real, y además éstas
tiples. Ante todo proporciona una estructura en la que los datos y las int~rp~e~aciones han de ser traducidas a hechos existenciales propias
generalizaciones de la investigación experimental psicológica se pueden de 111dlVIduos concretos. Ahora bien, esta traducción debe respetar las
considerar juntamente con las reflexiones filosóficas y teológicas. De modo estructuras y las leyes de los fenómenos que sólo la ciencia es capaz de
semejante ofrece estructuras intrínsecas que permiten organizar partes esclarecer. Una mejor filosofía del hombre y de la sociedad es posible
importantes de nuestra exposición. Además, dicho método aporta algunas si se tiene en cuenta lo que de ellos dicen o ha dicho la ciencia. Una
clarificaciones como, por ejemplo, la de las tres diferentes «conversiones» cosa es que la filosofía tenga sus propias exigencias de método, que
(Method, pp. 238-243), que son legítimas en un estudio sobre la vocación son distintas de las de otras ciencias pero otra -como dice Ricoeur,
cristiana. El enfoque de Lonergan hace posible una similitud entre el 1978- es no subordinar precisamente la idea de método al concepto
método del pensamiento tomista y el médodo de las ciencias experimen- más fundamental de la relación de la verdad con las cosas y con las
tales (Lonergan 1967, pp. 142-151). Finalmente, tal enfoque, mientras personas. Ciertamente, la filosofía antropológica no se identifica con la
proporciona una guía sistemática en el estudio de las varias ciencias deja, ciencia antropológica, pero no puede tampoco pasar sobre la misma
no obstante, los resultados que ofrece, abiertos a ulteriores expresiont:'s y sin intentar una integración para llegar a conocer y ayudar a la persona
correcciones; y nuevamente esto se halla en perfecta concordancia con la concreta. De otro modo la antropología filosófica se convierte en dis-
naturaleza de la mente humana que se desarrolla y progresa en las varias curso carente de contenido y desarraigado de la objetividad del sentido
ciencias, superándose de este modo el inmovilismo presente en el ideal común y de la realidad que viene representada por el hombre de la
aristotélico (Lonergan, Method, p. 24). calle.
Pero quizá la utilidad mayor del método de Lonergan sea el que De modo semejante, y a la inversa, no se puede disociar -por
evita dos extremos en el proceso de integración de los elementos an- ejemplo- la psicología de la filosofía. Como dice Allport (1961): «To-
tropológicos. Uno de ellos sería el de unificar, identificar las distintas dos los libros sobre la psicología de la persona son al mismo tiempo
antropologías en lugar de lograr su integración. Las diferencias entre libros sobre la filosofía de la persona» (p. XI). Una psicología sin
las varias antropologías, por ejemplo la antropología cultural o socio- presupuestos filosóficos es simplemente un mito, no existe (Arnold,
lógica o psicológica o filosófica, permanece. En efecto, las antropologías 1954; De Waehlens, 1958; Wyss, 1973; Krasner y Houts, 1984).
de las ciencias particulares vienen limitadas por su naturaleza y por su En el tema de integración entre los elementos antropológicos hay
método; pueden proporcionar ideas sobre significativos aspectos par- un aspecto que merece un especial comentario dadas sus importantes

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implicaciones metafísicas y metodológicas que afectan a un estudio del
hombre en general y de la vocación cristiana en particular. Nos refe- ventaja: 1) de su relativización; 2) de la posibilidad de intentar sus
rimos a uno de los puntos principales discutidos por el cardenal K. relaciones recíprocas; y 3) de un juicio imparcial sobre la aportación
Wojtyla en su libro The Acting Person (1979a) aparecido originalmente que ambas ofrecen a la realidad dinámica del hombre. Es cuanto se
en polaco en 1969. intentará hacer en 10 que sigue del presente trabajo (cf. secciones 7 y
8)4.
Como observa el autor en la introducción «el libro ha nacido de la
necesidad de ver el aspecto objetivo del gran proceso cognoscitivo que Se complementa así el estudio y la compresión del hombre en el
se puede definir básicamente como experiencia del hombre» (p. 3), mundo (el tipo cosmológico de comprensión puesto de relieve por la
experiencia en la que conseguimos conocernos a nosotros mismos. El metafísica clásica) con la comprensión del hombre en sí mismo, que
libro es una investigación original de un método objetivo para deter- Wojtyla sugiere sea Hamado el tipo personalista de concepción del hom-
minar la intuición del hombre. bre (1978a, p. 111); y esta es una interesante integración antropológica
Los análisis que contiene el libro y que han sido llevados según un y una aportación enriquecedora del estudio sobre el hombre; efecti-
método fenomenológico, demuestran que la metafísica tradicional es- vamente «la doctrina tradicional del hombre como persona, que se
taba orientada hacia una experiencia fundamentalmente exterior. La contiene en la definición de Boecio: 'rationalis naturae individua subs-
filosofía griega era la filosofía del ser, del ente concebido como objeto tantia' acentuaba más la individualidad del ser substancial del hombre
y por lo mismo impersonalmente (lo que está delante de mí) y no del como poseedor de una naturaleza racional o espiritual, que la enter~
ente concebido como persona. Por ello la metafísica tradicional no ha especificidad de subjetividad esencial al hombre como persona» (Wojty-
desarrollado suficientemente el aspecto interior, subjetivo de aquella la, 1978a, p. 109. Las cursivas son nuestras).
realidad que constituye la persona humana. Ahora bien, este aspecto Consideraciones análogas se pueden hacer a otra definición del
subjetivo - como subraya el autor en otro trabajo (1978a) - es pre- hombre, que se haIra en la base de la antropología tradicional de Aris-
cisamente aquello que en el hombre no se logra reducir al mundo que tóteles: el hombre es zoon logikon, homo est animal rationale. Es cierto
lo circunda, es lo que decide de su ser como persona, es su «experiencia que la corriente metafísica aristotélica no considera al hombre como
vivida» (experience lived through o en alemán, Erlebnis) la cual modela objeto; la tradición aristotélico-tomista resalta la necesidad de tratar al
la persona de un modo especial. Los dos términos, objetivo y subjetivo, hombre como sujeto metafísico, como «suppositum» o sujeto de exis-
no pretenden oponer «objetivismo-realismo» a «subjetivismo-idealis-
mo», sino son « ... solamente dos modos corrientes, filosóficos y también 4. Nótese que Wojtyla habla de «experiencia vivida» que es consciente. En este
prácticos de considerar al hombre: como un objeto o como un sujeto, libro se hablará también de componentes inconscientes. Sin embargo las dos posi-
porque la subjetividad del hombre como persona es también objetiva» ciones no son tan lejanas en este aspecto; de hecho, como se verá, en The Acting
Person el autor introduce el subconsciente en su análisis. Además, como dice Wojtyla
(Wojtyla, 1978a, p. 109; véase también The Acting Person, pp. 56-59). (1978a, p. 113), el método de análisis fenomenológico usado por él, centra la atención
De este modo se logra lo que Wojtyla considera uno de los prin- sobre <<la experiencia vivida» como algo irreductible; pero «al centrar la atención
cipales objetivos de su libro: una correcta integración de los aspectos sobre la experiencia vivida "como irreductible" nosotros nos esforzamos por penetrar
de la experiencia humana, el aspecto interior y el exterior, el objetivo cognoscitivamente toda su esencia» (p. 11.3; el subrayado es nuestro). Como nu-
merosas investigaciones prueban, también nuestras íntimas contradicciones o incon-
y el subjetivo, cuya diversidad e inconmensurabilidad constituyeron el s~stencias inconscientes forman parte de la experiencia vivida (véanse las 'investiga-
punto de donde partió la división de la filosofía en dos corrientes: ClOnes de Tannenbaum 1967 y 1968, Y de Brock, 1968 el cual revisa también
filosofía del ser con su concepción objetiva-realista del hombre, y fi- investigaciones de McGuire, 1960, Brock, 196.3, Brock y Grant, 196.3, Cohen, Green-
losofía de la conciencia (y autoconciencia) con su concepción subjetiva- baum y Mannson 196.3.
Después de todo <<la experiencia vivida» puede ser conocida no sólo por medio
idealista. de la experiencia propuesta por el método fenomenológico, sino también por la
Con frecuencia se piensa que estas,dos.crorrientes sean inconciliables. inferencia q).le en la investigación experimental va más allá de los datos de la ex-
Wojtyla demuestra por el contrario, que es posible una conciliación periencia. Es más, es sólo por medio de la inferencia como se pueden alcanzar
siempre que se renuncie a la absolutización de una de ellas, con la muchas realidades, como por ejemplo los electrones, las ondas de la luz, las estructuras
psíquicas, el inconsciente.

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tencia y acción que -en segundo término- es persona. Pero esta modos de entender, de juzgar. /',( mismo tiempo estas operaciones se
definición está elaborada en modo tal que parece excluir la posibilidad adaptan a una comprensión de progreso o retroceso en la vocación
de subrayar la subjetividad del hombre. Así, la definición distingue la cristiana, de su autenticidad o de sus distorsiones. Por ello el método
especie (el hombre) por medio del género más próximo (un ser vivie~te) se puede usar para un enfoque interdisciplinar que incluya también
y el factor que diferencia la especie en dicho género (dotado de razon). -como veremos enseguida- a la teología.
«Pero la subjetividad, por lo menos, indica que el hombre no puede
ser reducido o adecuadamente explicado por medio del género próximo
y por la diferencia específica. Subjetividad es sinónimo de aquello que 4.5. La relación entre elementos antropológicos y teológicos
es irreductible en el hombre (Wojtyla, 1978a, p. 109). El ser humano
no se puede reducir al nivel del mundo y de la naturaleza; de aquí el Cristo llama al hombre a una vida que desborda cualquier posibi-
creciente interés de la antropología contemporánea por interpretar la lidad de comprensión puramente natural. El hombre natural no está
subjetividad personal del hombre, de lo cual The Acting Persa n es una preparado para esta vida, ni la puede anticipar o disponerse a ello con
expresión y un intento. la razón. Se trata, por tanto, de una vida que es un don de la fuerza
Parecería, por tanto, que al giro antropológico en teología corres- del Espíritu Santo para una íntima unión con la persona de Cristo y
ponda un giro personalista en antropología, que complementa la c~n­ del Padre. Por esta fuerza, el cristiano puede participar de los sufri-
cepción cosmológica del hombre; también se halla presente en éuca mientos, de la muerte y resurrección- de Cristo.
(cf. por ejemplo la aportación de Wojtyla, 1978b)5. Puesto que la vocación cristiana está situada en este nivel sobre-
Como consecuencia de estos dos giros cada día hay menos dispo- natural, toda discusión que la considere exige usar no sólo instrumentos
sición a aceptar como suficientes las definiciones tradicionales del hom- hermenéuticos sino instrumentos arquitectónicos, es decir, considerar
bre como animal racional o como «rationalis naturae individua subs- los elementos extraídos de la razón y los elementos basados en la fe,
tanda». Difícilmente el hombre puede reducirse a una fórmula en la revelación. Dicho de otro modo, como ya se ha dicho (sección
filosófica; se impone una comprensión más completa y más unitaria de 4.1), el enfoque interdisciplinar aquí seguido subraya alguna verdad,
la persona humana, que tenga en cuenta las recientes conquistas de las fundamental fundada sobre la Revelación o sobre el Magisterio eclesial,
ciencias del hombre en aquello que está más allá de su naturaleza que sirva como elemento estructura dar de una exposición sobre la
racional o espiritual. Esto quiere decir que se tenga en cuenta un dato vocación, como base sobre y en torno a la cual, ordenar cuestiones
de hecho, que ha expresado repetidamente el Concilio Vaticano II en particulares concernientes a la vocación. Aunque es obvio que se usarán
la Gaudium et Spes, v.gr., en los números 7 al 14: en medio de los también instrumentos hermenéuticos, es decir, elementos racionales que
rápidos cambios de la cultura y de la sociedad de nuestros días el hombre sirvan para comprender e interpretar aquellos elementos arquitectó-
manifiesta de un modo más profundo su complejidad y problematicidad nicos ofrecidos por la fe.
que en último análisis hunden sus raíces en el corazón del mismo ¿Qué elementos arquitectónicos y hermenéuticos se proponen?
hombre (cf. ibid., n. 10), en su subjetividad personal. Como consecuencia de la elección hecha (cf. sección 2 y 3) se puede
Esta subjetividad de la persona queda patente en el método tras- basar y ordenar un tratamiento de la vocación sobre los siguientes
cendental de Lonergan; de hecho éste se desarrolla en términos de las elementos arquitectónicos o verdades repetidamente expresadas 265en
operaciones del sujeto, descubiertas en el sujeto como algo que de el Concilio Vaticano II: 1) Todos los hombres están llamados a un
hecho él mismo experimenta y hace. De este modo el método ofrece diálogo de amor con Dios; 2) en Cristo como parte de su Cuerpo
un modo de tratar las diferencias individuales. Todo individuo tiene su Místico por el don del Espíritu.
modo de obrar, es decir, de sentir y vivir la propia experiencia, sus Sobre el primer punto será suficiente citar los textos siguientes:

5. Téngase en cuenta que personalismo no significa individualismo, del mismo <<El aspecto más sublime de la dignidad del hombre consiste en su vocación
modo que subjetividad no significa subjetivismo (d. The Acting Person, pp. 58-59). a la comunión con Dios. Desde su nacimiento el hombre está invitado al diálogo

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con Dios. Si el hombre existe, de hecho. t',,, ¡Kilque Dios lo ha creado por amor E~ efecto, el méto?o trascendental tiene una conexión importante
y por amor no cesa de darle la existencia; y el hombre no vive plenamente tamb1en con la teologla (Lonergan, 1973, p. 23), ya que es la misma
según la verdad si no reconoce libremente este amor, si no se abandona a su m~nte human~ la que emplea el método propio de la teología y los
Creador» (Ce/udium elSpes, n. 19; de modo análogo al n. 20). ~etodos propIOS de las otras ciencias; son siempre las mismas opera-
cIOn~s fundamentales del conocer y del decidir, y son siempre las mismas
El mismo Concilio en la Constitución Dogmática Dei Verbutfl sobre relaCIOnes ~undamental.es que existen entre ellas. De modo semejante
la Revelación divina afirma: los contemdos, los objetos de la teología no están fuera del campo
«En religiosa escucha de la palabra de Dios y proclamándola con firme trascendental porque este último no tiene límites y por tanto fuera de
confianza, el santo Concilio hace suyas estas palabras de san Juan: 'Os anun-
él no existe nada. "
ciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos ha manifestado, os Los hechos su~?dichos indican, junto a muchos otros, que existe
anunciamos lo que hemos visto y oído, para que estéis en comunión con nosotros. una estrecha relacIon entre elementos antropológicos y elementos teo-
Nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo' (1 Jn 1,2-3). Por lógicos; la est.ructura de la investigación teológica no puede ser diferente
tanto, siguiendo la huella de los Concilios Tridentino y Vaticano I, intentamos a la de las dIferentes ciencias; también en teología es menester partir
proponer la genuina doctrina sobre la divina Revelación y su transmisión, para del hombre y tener presente constantemente al hombre. Los elementos
que por el anuncio de la salvación el mundo entero escuchándola crea, creyendo
antropológicos y los teológicos deben tener alguna relación de modu
espere y esperando ame (cf. san Agustín, De CalechiZe/tldis Rudihus, c. IV, 8:
PL 40,316)>> (n. 1). que lo que el hombre es pueda conjugarse con aquello a lo que ha sidu
llamado por Dios.
El segundo punto de los elementos arquitectónicos, el diálogo de Pe:o ¿cuál. es esta r~l~ción? O más exactamente, ¿hasta qué punto
amor en Cristo y con su Cuerpo Místico, por la acción del Espíritu; es s~ ext!ende dIcha rel~clOn? Esta es una pregunta muy difícil y muy
afirmado en el Concilio Vaticano II en muchas partes de la Constitución dIscutlda en la teologla contemporánea. La complejidad del problema
Dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia: al principio de la consti- es tal, que afrontarlo supondría alejarse del objetivo del presente estudio
tución el designio salvífica universal de Dios es proclamado (n. 2); este ~ob:e l~ vocación: ~~r esto, nos limitaremos a breves e incompletas
tiene un lugar para la misión del Hijo (n. 3), el cual «comunicando ... l~dlcaclones. Se dIvIdIrá la presentación en dos partes: la primera con-
su Espíritu, constituye místicamente como cuerpo suyo a sus hermanos sIdera sob:e t~do la relación de la antropología con la teología; la
que recoge de entre las gentes» (n. 7), de manera que «todos los pueblos segun.da mIra dIrectamente la relación de la teología con la antropología,
están llamados a formar el pueblo de Dios» (n. 13). En efecto, Dios especIalmente la antropología filosófica.
quiere reunir a sus hijos dispersos (cf. Jn 11,52) por medio de « ... Su Quizás un modo sencillo de discutir el argumento de la primera
Hijo ... cabeza del nuevo y universal pueblo de los hijos de Dios» (n. parte sea contraponer, como hace Trípole (1978), los puntos de vista
13) y por medio del « ... Espíritu de su Hijo, señor y vivificador, el cual, de algunos de los teólogos contemporáneos y sacar algunas conclusio-
para toda la Iglesia y para todos los creyentes es principio de asociación nes.
y de unidad, en la enseñanza de los Apóstoles y en la comunión fraterna, Los teólogos estudiados por Trípole son Barth, Moltmann y Pan-
en la fracción del pan y en la oración (cf. Hech 2,42)>> (n. 13). nenberg, que parecen estar de acuerdo en ciertas posiciones; K. Rahner,
Los elementos hermenéuticos, de interpretación y explicación, están por el contrario ha sido escogido como exponente de una posición
en general indicados por los teólogos como elementos de la razón diferente.
tomados de la filosofía. En realidad, como se ha visto en la sección Brevemente:
precedente (4,4), es posible y útil usar no sólo la filosofía sino también
diversas ciencias humanas, en el estudio de la vocación. En la misma « ... siguiendo los términos en que la pregunta nos sitúa: ¿Son la
línea está el método trascendental de Lonergan que puede servir como filosofía y la teología compatibles? La respuesta de Pannenberg no es
medio para unir, ordenar los elementos antropológicos y para ponerlos en esencia d!fer~nte de la propuesta de Barth y Moltmann aunque, lo
en relación con la teología. sea solo en termlllOS de la historia de la revelación de Dios; y sólo donde

53
ésta última revela la verdadera naturaleza de la historia y del hombre. encontrar (Mc 8,35); si quieren ser los primeros tendrán que ser siervos
La filosofía, para estos tres teólogos, extrae la lógica de sus argumentos de todos (Mc 9,35); para ser grandes deben ser humildes (Mc 10,43);
y los contenidos de su pensamiento de los datos transmitidos al hombre deben estar contentos y gü7.JSOS cuando sean perseguidos (Mt 5 11-
por esta especial revelación. No se puede aceptar la existencia de po- 12); de igual forma, el resto de las bienaventuranzas (Mt 5,3-12): no
tencias puramente naturales, ya sea a nivel del conocimiento, o a nivel es algo que se pueda apreciar ~ólo de forma natural.
del ser que sean comprendidas, clarificadas, puestas en acción o com- La vocación de Cristo reclama' una fuerza, un poder que el hombre
pletadas por la fuerza que viene de una especial revelación» (Trípole, no posee por naturaleza. Como cuando los discípulos se maravillaron
op. cit., p. 39; la cursiva es nuestra). de la afirmación de Jesús sobre lo difícil que es para un rico entrar en
La última frase de la precedente cita (acerca de la existencia de el reino de Dios y le preguntan: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
potencias puramente naturales) es una síntesis parcial de la posición Jesús responde: «Para los hombres es imposible, pero para Dios todo
sostenida por Rahner. Esta podrá ser aclarada ulteriormente por per- es posible» (Mt 19,23-26). Análogamente Cristo dice a Pedro que re-
tinentes citas confrontadas con las ideas de los otros tres teólogos. Para conocer en él al Mesías es posible solo por una revelación especial del
éstos últimos el hombre no tiene una apertura trascendental a la «nueva Padre (Mt 16,16-17). Y, de modo especial, la cruz se comprende solo
creación» que le viene, a éste, a través de la resurrección de Cristo. a la luz de la Resurrección, el sufrimiento no tendría valor sino en
Para Rahner, por el contrario, el hombre está dotado desde su creación términos de la revelación especial de una vida nueva que ha sido re-
de un «poder reaL .. , el más íntimo y el más auténtico para él, el centro creada por Dios.
y la raíz de aquello que él es absolutamente», este poder le da una Otros textos escriturÍsticos no apoyan la complementariedad, ya sea
«congenialidad ... (por la cual el hombre) es capaz de recibir el amor porque subrayan perspectivas teocéntricas en lugar de perspectivas an-
que es Dios mismo ... »6. Por lo tanto para Rahner, a pesar de todo lo tropocéntricas como la de Rahner, o porque se han basado en pers-
que la revelación aporta sobre un nuevo y gratuito destino del hombre, pectivas antropocéntricas inaceptables (cf. Trípole, 1978, pp. 49-51).
este destino sigue siendo la clarificación de un poder que está ya dentro El mismo Rahner no aporta ninguna justificación bíblica para su an-
del hombre creado y que ha estado en espera de ser completado. Sin tropología trascendental.
embargo para Barth, Moltmann y Pannenberg la revelación llama al Dos consideraciones pueden ser hechas a modo de conclusión sobre
hombre fuera de sí y lo llama a un destino que está más allá de todo la discusión precedente. La primera es de contenido, la segunda de
lo que humanamente podamos imaginar. método. Ambas miran al estudio de la vocación cristiana.
Ante estas contrastadas diferencias, Trípole se pregunta si Rahner Ante todo, una aproximación como la de Rahner, puede hacer difícil
explica el mensaje de la revelación por medio de su antropología fi- de aceptar la utilidad de una vocación cristiana específica, que llame a
losófica o, sí lo altera o distorsiona para adaptarlo a su filosofía exis- algo más de aquello que el hombre es ya desde la creación, por ca-
tencial que se apoya en Heidegger. Trípole no comparte la posición de pacidad natural.
Rahner y la refuta con muchos argumentos alguno de los cuales, son Como se resalta en Trípole (op. cit., pp. 52-63), se tiene la impresión
textos de la sagrada Escritura que indican que la filosofía natural y la de que a veces Rahner se ha convertido en víctima de sus buenas pero
teología no son complementarias. Algunos de estos textos están opuestos exageradas intenciones de pretender hacer la vocación cristiana más
a dicha complementariedad: el tipo de valores de los que siguen a Cristo aceptable para la mentalidad secularizada de la era moderna. Una era
están en oposición a los valores de los que no lo siguen; aquéllos que en la que se dice que el hombre es bueno por naturaleza y que lleva
quieran seguir a Jesús tienen que perder su vida para que la puedan una vida buena la mayor parte del tiempo (d. v.gr., las ideas optimistas
pero no realistas de C. Rogers). Una era en la que ha quedado muy
6. El lector interesado en esta problemática pueden encontrarla bien sintetizada
poco del sentido del pecado (cf. en Menninger, 1973). Una era que
en G. A. McCool, S.J. (Ed.), A. Rahner Reacler, New York: Seabury Press, 1975.
La cita se encuentra en la página 187 de este libro y está tomada del artículo de « ... mira a Jesús como a un gran Maestro ... , como uno que ama a los
Rahner «Relation berwen Nature and Grace: The Supernatural Existentia1>, en Theo- oprimidos, uno que está fuertemente interesado en los problemas so-
logicallnvestigations, I, Seabury Press, New York 1974-1975. ciales. El es un guía para una vida altruísta. Como en la religión natural

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él nos invita a hacer el bien y evitar el mal, esto nos permite no hablar guntas, ya sea como 'fides qua', es decir, como conversión opción
de él como una revelación especial de Dios ... » (Trípole, 1978, p. 52). personal por la fe, ya como 'fides quae', es decir, como creencia' con-
De aquí, quizás, se deba el hecho de _que la llamada, el reclamo fesión de su contenido; en otras palabras, la teología es la fe que busca
para una vocación cristiana sea mucho menos escuchado en nuestros las cor:diciones necesarias para ser inteligible ya sea como 'fides qua',
días. Entonces, si como análisis último el ser cristiano implica solamente es deCIr, como conversión, sea como 'fides quae', como creencia; estas
hacer el bien y no negar la existencia de Dios en lo íntimo del corazón, 'dos' fes están unidas inseparablemente en un solo acto, bajo el primado
este ser cristiano no añade nada a mi vida que yo no pueda encontrar de la 'fides qua'.
o conseguir solo. Entonces si la teología es autocomprensión de la fe, el problema
La consideración de contenido que sigue es 'C}ue ~a teología no es de la relación de Qa teología con la filosofía debe ser examinado par-
antropología. Jesús no llama al hombre a ser fiel a sí mismo, sino al tiendo de la relación entre creer y comprender, es decir, entre fe y
Padre viviendo la vida de Cristo. Una vida que requiere la superación razón. Pero como bien señala K. Rahner (Theological Investigations,
de uno mismo, más bien que la fidelidad a sí mismo de forma que yo vol. VI, pp. 71-81), fe y razón se encuentran en el hombre por lo que
viva por aquello que Cristo ha vivido. Y esto no según una afirmación es nec~sario examinar el problema desde una perspectiva antropológica,
abstracta de justicia, amor, etc., sino según hechos concretos de vida es deCIr, partiendo de la fe como acto del hombre.
vivida siguiendo el modelo de Cristo. Después de todo, el bien es La teología católica actual, siguiendo el concepto del Nuevo Tes-
concreto, no abstracto. tamento, ve la fe como el acto total en el que el hombre funda su
La segunda consideración es de método y es la consecuencia lógica existencia en la Palabra de Dios revelada en Cristo. Por esto los dos
de lo dicho anteriormente. Se trata de la oportunidad, de la necesidad aspectos de la fe corresponde a los dos aspectos de la Revelación: la
de tener diferenciadas metodológicamente en nuestra exposición, los fe en su aspecto de conversión (es decir, «opción», experiencia suscitada
elementos antropológicos de los teológicos para indicar que no existe por el don del Espíritu Santo) corresponde a la revelación en su vertiente
complementariedad entre ellos en general, y entre la filosofía natural y de llamada, de invitación de la palabra de Dios al hombre. A su vez,
teología en particular. Está claro, sin embargo, que distinción no sig- la fe en su aspecto de creencia, de consentimiento (creer en Dios como
nifica separación. Como subraya Maritain (1968): ha sido revelado por Cristo) corresponde a la revelación en su aspecto
de mensaje que está expresado en palabras humanas.
«Entre fe y razón, como entre gracia y naturaleza, existe una dis- De aquí se sigue que tanto la Revelación como la fe suponen en el
tinción esencial; aunque se tiende, a veces, a perder esto de vista ... Pero hombre la capacidad de ser llamado por la Palabra de Dios y de com-
entre fe y razón, como entre gracia y naturaleza no existe separación. prender los signos de Dios en la historia.
Aunque .se tiende a veces a eludir también esto. Pero la Revelación y la fe no solo suponen sino que implican per-
A pesar de cuál fuera la cerrazón de nuestro antecesores (por falta manentemente por parte del hombre, ante todo, el ser consciente del
de integración de los conceptos) y de gran parte de nosotros (por una acto de creer; además, alguna comprensión tanto de los motivos que
falta de distinción de los conceptos), las cosas son de este modo, y así le llevan a hacer la opción, como del contenido del mensaje cristiano;
es la vida: existe una distinción sin una separación» (pp. 166-167). de hecho, como dice santo Tomás: « .. .la fe no puede preceder univer-
Esta cita nos introduce en una breve disClilsi6n de la relación de la salmente al ,entendim.~ento; en efecto, d hom.hre itllO !podría ;asentir 'en
teología con la antropología, especialmente de la filosófica. Una con- la creencia a algunos contenidos si no los comprendiese de alguna
tribución de Alfara (1974) puede servir como elemento de base para manera» (Summa Theologiae, II-II; q. 8, A. 8 ad 2).
la discusión. En otras palabras, la fe no puede forzar a la razón; tanto la opción
La mejor descripción de lo que es la teología es la de san Agustín: como el contenido de la fe exige alguna justificación racional.
La teología es'fides quaerens intellectum (sui)': es la fe la que Además de suponer e implicar la participación de la razón, la Re-
reflexiona de modo científico (es decir, exacto, metódico, crítico y -en velación y la fe también exigen esta participación como disposición
lo posible- sistemático), sobre sí misma, haciéndose las últimas pre- interior de búsqueda de la verdad sobre el significado último de la

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existencia; si no la fe no sería una conversión radical del corazón; es La teología precedente a su giro antropológico no tenía en cuenta
decir, no sería una fe auténtica ya que ésta derivaría de posibles con- suficientemente al hombre; pero sustituir esta teología por otra que
dicionamientos ambientales o sociales (fanatismo, convencionalismo, vacía la objetividad de la Revelación, significa crear una teología antro-
etc.); sería, por tanto, una creencia sin fe y una fe sin fe. Y sólo esta pologizada; en este caso, el mensaje cristiano sería acogido solo en
actitud permanente de preguntarse «por qué creo» y «qué creo» permite cuanto que sirve de falsilla, de modelo para construir la existencia
al creyente mantenerse fiel a su fe. Queda así refutada la objeción de personal o el futuro de la humanidad (Flick y Alszeghy, 1977).
Heidegger (1953) de que en el creyente es imposible un auténtico Uno de los hechos más desconcertantes de nuestro tiempo es en-
pensamiento filosófico. contrar cómo las instituciones educativas de grado superior y univer-
La fe supone, implica y exige la autonomía de la razón humana, sitario, dirigidas por sacerdotes y religiosos, a veces, enseñan y profesan
pero no la crea ni la justifica porque, es la razón misma la que fun- una antropología que rechaza cualquier relación con la verdad revelada.
damenta y justifica su propia autonomía. La fe puede ayudar a la razón Esta postura de antropología a-teológica, «a-tea», es más comprensible
a descubrir sus propios límites, pero no los puede establecer porque en las instituciones laicas; pero lo es menos para aquellas que confiesan
la razón no tiene más límites que los que ella misma constata: es decir, ser «religiosas». No se entiende fácilmente cómo éstas últimas pueden
la limitación frente a la pregunta sobre el significado último de la conciliar su fe cristiana con la posición a-tea que asumen como edu-
existencia que le sitúa inevitablemente de frente al misterio, Dios. cadores.
De aquí se desprende una dialéctica interna entre fe y razón; como Una consideración análoga se puede hacer con los científicos, con
subraya Alfaro (op. cit., p. 216): la razón condiciona a priori la posi- los estudiosos de la religión que la valoran favorablemente, pero reducen
bilt'dad de la fe, pero no es la medida de la fe. Por otra parte, la la experiencia religiosa a un hecho psicológico sin fundamento objetivo
conversión de la fe es un salto cualitativo que la razón puede com- o revelado. Una posición así es la de Jung (1953, 1949), Allport (1950,
prender de alguna manera pero no puede provocarlo o explicarlo. De 1955) y la de Frankl (1967, 1978)1. Estos se abstienen de pronunciar
ahí la tensión inevitable entre autonomía de la razón que es inmanente juicios sobre la realidad ontológica del objeto de la religión, como por
a la fe, y la heteronomía de la fe que es trascendente respecto de la ejemplo, la existencia de Dios, la persona de Cristo o la acción de la
razón. gracia. Frente a estas verdades que están en relación no sólo con aquello
Se ha hecho una reflexión sobre la Fides quaerens intellectum, es que el hombre hace como creyente, sino con lo que el es como persona,
decir, de la fe que va hacia la razón, del creer que lleva al comprender; éstos asumen una posición de suspensión del juicio en las dos direc-
examinando los distintos aspectos de la relación entre fe y razón, se ciones opuestas de la afirmación y negación; de aquí nace una antro-
han expuesto puntos clarificadores en la relación entre teología y an- pología ateológica en el sentido privativo aunque no negativo del tér-
tropología, especialmente de la filosófica. Estos puntos sugieren una mino.
conclusión muy importante para el estudio de la vocación cristiana que No se intenta discutir aquí a fondo este problema. Nos limitamos
es un don trascendente ligado a la revelación y a la fe. Como la Re- a citar una afirmación de la Gaudium et Spes: «De verdad que solo en
velación y la fe, también la vocación cristiana supone, implica y exige el misterio del Verbo Encarnado encuentra verdadera luz el misterio
como condición permanente el ser finito del hombre como sujeto C0115- del hombre ... Cristo ... revelando el misterio del Padre y de su amor
ciente y libre, es decir, capaz de pensarse y poseerse autónomamente desvela también plenamente el hombre a sí mismo y le manifiesta su
según los elementos constitutivos de su personalidad. La revelación y altísima vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades aquí
la gracia no suprimen o disminuyen la libertad, la autonomía del hombre expuestas encuentren en él su fuente y alcancen en él su cima» (n. 22).
que está llamado a seguir a Cristo, sino que las suponen, implican y «Las verdades expuestas» a las que se refiere el texto, son aquellas
exigen. relativas a la dignidad y constitución del hombre (nn. 12-22, ibid.).
La discusión sobre las relaciones recíprocas entre teología y antro-
pología indica la necesidad de evitar dos extremos: el de una teología 7. Por lo que respecta a Jung véase la documentada exposición de Bertocci
antropologizada y el de una antropología a-teológica. Lo explicamos. (1971, pp. 17-20). Para Allport y Frankl cE. en el presente libro en p. 189.

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La posición de una antropología a-teológica es comúnmente defen- poseía una visión de conjunto que abrazaba la existencia cristiana en
dida para evitar el posible riesgo de mezclar indebid~~?nte pre~i~as su complejidad:
epistemológicas diversas; pero, frecuentemente, la pOSlCion a-teologlCa «San Agustín no distingue metódicamente entre filosofía y teología,
es defendida basándose en el aserto de que aceptar verdades reveladas ni entre metafísica y psicología, ni tampoco entre teología dogmática y
es ceder a necesidades subjetivas las cuales pueden impedir una orien- doctrina práctica de la vida; sino que, partiendo de la existencia cristiana
tación objetiva hacia la realidad del hombre. Por el contrario, la afir- en su complejidad, fija sus meditaciones en ésta, y en la multiplicidad
mación del Concilio anteriormente citado, dice más bien cómo para de sus contenidos. Hasta el cu1men del medioevo, esta situación per-
tener una orientación objetiva hacia la realidad del hombre es necesario manece esencialmente igual... después se inicia una fisura: la filosofía
tener presente la realidad de Cristo. Está claro que necesidades sub- se separa de la teología, la ciencia empírica, de la filosofía, la directiva
jetivas pueden inclinar a distorsionar la realidad. Per~ esto es un abuso. práctica del conocimiento del ser ... La unidad de conciencia y de vida,
Sin embargo, no porque una verdad pueda ser objeto de abu~o, no incluso entre los cristianos fieles, se viene abajo. El creyente, ya no está
puede o no debe ser usada. Si esto fuera así, el hombre no podna usar con su fe en la unidad del mundo, ni reencuentra la realidad del mundo
nada; de hecho puede abusar de todo. . de acuerdo con su fe ... , por tanto ha llegado el momento de tomar
Por eso parece necesario demostrar las providenciales convergencias nuevas posiciones, pensando y viviendo, en la totalidad de la existencia
que existen entre elementos teológicos y antropológicos en el hecho cristiana de la cual tenemos la siguiente palabra: 'Todo es vuestro;
central de la vida del hombre: la vocación cristiana. Pero la tarea no vosotros sois de Cristo' (1 COl' 3,23). Ha llegado el momento de ver
es fácil. Se trata de buscar el significado de la trascendente revelación que cada distinción tiene un sencillo valor metódico, y lo que de verdad
existe es el mundo y el hombre en él, llamado, juzgado y redimido por
cristiana como respuesta a las preguntas fundamentales del hombre,
Dios. Es tiempo de pensar en el todo, partiendo del todo ... , esto significa
preguntas que expresan lo que el hombre vive y sabe de sí mismo. La
que nuestro pensamiento debe observar los .fenómenos no sólo en los
verificación de esta convergencia facilitaría al hombre moderno la per-
aspectos singulares, sino como éstos se extienden, con toda la profun-
cepción de la vocación cristiana como un mensaje, como un lenguaje
didad, extensión y altura, entendido en el sentido cristiano del término.
significativo para él: «pretender que los hom~r~s ... acepten la :e~~l,a­ El pensamiento debe interpretar los fenómenos partiendo conjunta-
ción, antes de que por sí mismos la hayan percibido como la def1ll1ci0n mente de la psicología, la filosofía y la teología, sin que nadie pueda
de su experiencia y la profundidad de su orientación, es pedir algo que objetar que aquí se superen los límites y se confundan los sectores»
parece no tener sentido en una generación que ha sido educada en una (Guardini, 1957, pp. 7-9).
visión empírica de toda la realidad» (Robinson, 1968, p. 41). En una palabra: entre las esferas de la fe y de la razón, no existe
La idea directriz es favorecer y conjugar un giro antropológico de contradicción sino unidad, existe distinción pero no separación. No
la teología con un giro teológico de la antropología para que ambos obstante, reconstruir la unidad de la existencia cristiana es un proyecto
conduzcan el desarrollo hacia una antropología cristiana. que requiere tiempo, que sólo se puede realizar de manera lenta, gradual
Siguiendo las indicaciones de pensadores com? :t:'laritain (~f. v.~., y -dada la complejidad del saber contemporáneo- con la contribu-
1962) y Guardini (d. V.g., 1957) hace falta restltUlr a la eXistencia ción de muchas personas de diferentes disciplinas.
cristiana aquella unidad profunda que la cultura moderna parece haber Si se quiere favorecer dicha unidad entre fe y razón una exposición
destruido irremediablemente. sobre la vocación cristiana debe presuponer otra exposición: sobre la
El hombre moderno, incluido el cristiano, vive en un mundo lleno antropología cristiana, que debe preparar y completar la exposición de
de rupturas y divisiones: entre fe y razón, entre filosofía y teolo?ía, la vocación cristiana. No se pretende aquí afrontar estos complejos
entre cultura y religión, entre ciencia y filosofía, entre ciencia y polítlca, problemas en su totalidad e integridad. Nos limitaremos a tratar par-
entre pedagogía y arte. cialmente algunos aspectos de la antropología cristiana, no necesaria-
Esta situación no existía al principio del cristianismo. Siguiendo las mente los más importantes. Es cuanto se hará en la segunda parte.
palabras de Guardini, vemos cómo el primitivo pensamiento cristiano

60 61
II
NOTAS PARA UNA ANTROPOLOGIA CRISTIANA

5. DESCRIPCION INTRODUCTIVA DEL PROBLEMA

La encarnación del Verbo de Dios subraya la importancia de la


persona humana y de sus dificultades concretas: Cristo se encarnó para
redimir al hombre en su concreción existencial. Por ello, una antro-
pología cristiana no debe ser una superestructura ideológica, que no
capta la «realidad vivida». Con esto, no se pretende disminuir la utilidad
de los principios, de los parámetros antropológicos; aunque éstos deben
tener una confrontación con la realidad de las personas y tienen que
poder ser verificables y verificados.
En segundo lugar, una antropología cristiana, es decir, una antro-
pología que se refiere a la persona de Cristo, debe estar basada sobre
algunos elementos transculturales y transtemporales. Y esto es posible.
En efecto, aunque el hombre es un ser social e histórico, inmerso en
una cultura determinada y objeto de un proceso evolutivo, sin embargo
existen dimensiones de la naturaleza humana que no tienden a cambiar
durante dicho proceso. Esto significa que algunos principios antro-
pológicos se pueden aplicar de igual modo a grupos cristianos diferen-
tes, bien sea por diversa situación ambiental, sociocultural o histórica.
En este sentido, una aproximación antropológica que considere también
los aspectos psicológicos más centrales y más profundos del hombre,
más fácilmente logrará el objetivo de ser transcultural y transtemporal
en cuanto que éstos, son menos influenciables a los cambios histórico-
sociales.
Cuanto se dice para los cristianos, se puede decir para la antro-
pología de las diferentes religiones. Las explicaciones ofrecidas sobre
las distintas culturas del hombre, no disminuyen la tendencia espon-
tánea de los creyentes de confrontar dichas explicaciones con el con-

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r ~ET"''''WrYWg~' 57 '"T~~ 3 .

tenido de su fe, y juzgarlas a la luz de ésta. Esto no signif~ca que se quien no está con él está en contra de él, y quien no recoge con él
deba caracterizar con tesis axiomáticas la antropología propIa de cada desparrama. Por otra parte este pensador debe reconocer que el hombre
religión. Cada religión tiene su antropología propia, pe.ro sólo en el puede conocer con certeza la existencia de Dios por medio de la luz
sentido de que algunos aspectos del hombre son especlalmen~e co~­ natural de la razón humana en cuanto que Dios, se da a conocer al
siderados o acentuados o bien, son irreconciliables con la eXIstencIa hombre en su creación (san Pablo, Epístola a los Romanos, 1,20), y
inspirada en ella. Así por ejemplo, para el cristianismo, no se p'ued~ puesto que el hombre tiene la luz de la razón, se sigue, que pueda
responder a la llamada del Padre a través de Cristo y en el Espmtu SI existir, y de hecho existen investigaciones científicas que puedan llevar
se piensa que el hombre es autosuficiente., .. , a conclusiones válidas, basándose sobre principios y métodos propios.
Una tercera exigencia de la antropologla cnstlana, tendra en (i:(i)1W- En los párrafos precedentes se ha hablado de «antropología cris-
sideración, el modo en que ésta puede utilizar sistemas antropológicos tiana». La elección de esta denominación está vinculada al hecho de
elaborados fuera de la perspectiva de la fe, de la teología. Como hacen intentar subrayar la utilidad de conjugar el teocentrismo y el antro-
notar Filck y Alszeghy (1977) la teología actual tiende a .evitar .dos pocentrismo en la historia y en la constitución del hombre (cE. Juan
extremos opuestos: el concordismo, es decir, adoptar aserClones CIen- Pablo II, Dives in Misericordia, n. 1). Es como, de manera análoga, ha
tíficas o filosóficas como postulados incluso en la enseñanza de la fe; hecho el Concilio de Calcedonia, excluyendo las dos tesis opuestas que
y un conservadurismo a ultranza que condena las te?rías propuestas exageraban o bien el aspecto humano o el aspecto divino de Cristo.
por la investigación científica y .los postulados suger~dos por el pen- Pero la concepción del hombre como base, como plataforma varía
samiento filosófico. Hoy se prefIere poner entre parenteslS la verdad notablemente en las distintas posiciunes antropológicas de los teólogos
de dichas teorías y preguntarse cual es su relación con el mensaje de contemporáneos. Mondin (1977, pp. 124-178) presenta una amplia
la salvación. panorámica de estas diferentes posiciones y, didácticamente, sugiere
Pienso que sería augurable un ulterior paso adelante hacia una dividirlas en tres tendencias principales que el llama maximalista, mi-
colaboración interdisciplinar más firme. A este propósito Lonergan hace nimalista y moderada, según que la consistencia ontológica del hombre
notar (Insight, 1958, p. 743) que el desarrollo reciente de las ciencias es exagerada, disminuída o moderada en sus justos términos. Lo ex-
humanas empíricas ha creado problemas fundamentalmente nuevos. En plicamos.
efecto, dichas ciencias consideran el comportamiento concreto del hom-
La tendencia minimalista reduce la estructura ontológica del hombre
bre; dicho comportamiento, no es sólo manif~stación de la n~tur~l~za
hasta el punto de privarlo de la capacidad de llegar a Dios aunque sólo
humana sino también del pecado, de la necesIdad de la graCla Dlvma
sea con la mente. Por tanto, niega la teología natural, es decir, el
y tambÚn de la aceptación o del rechazo de esta gracia. Entonces, si
conocimiento de Dios mediante la razón. Esto es una doctrina usual
de una parte, la ciencia humana empírica debe apela: a la teología para
entre los teólogos protestantes (Barth, Brunner, Bultman, Moltmann,
analizar de manera adecuada sus propias interpretacIones, por otra « ...
Tillich, Cox), siguiendo una tradición que se remonta a Lutero. El
Si la teología debe ser la reina de las ciencias, .no. sólo,de dere~ho sino
de hecho, los teólogos deben asumir un especlalmteres profesIonal en mérito de esta posición es salvaguardar la trascendencia de Dios y la
las ciencias humanas y dar una contribución positiva a su metodología» gratuidad de su automanifestación; aunque presenta el riesgo de reducir
(op. cit.). Esto es 10 que parece sugerir, al menos implícitamente,. el la fe al absurdo, porque hace de ella algo extraño, incluso contrario a
la razón.
Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes en el n. 62. « ... los estudlOs
recientes y los nuevos descubrimientos científicos ... suscita~ prob~en:as La tendencia de! extremo opuesto, la maximalista, se ha desarrollado
nuevos que traen consigo consecuencias incluso para la vIda practIca sobre todo eH el campo católico; K. Rahner y Teilhard de Chardin
que exigen nuevas indagaciones también por par~e de los teól?gos>~. serían dos exponentes de esta. Lo que caracteriza a esta tendencia podría
Según Lonergan el pensador cristiano debe satIsfacer dos eXlgencla~. dar la impresión de que se exagera el poder de la naturaleza humana
Por una parte, deben reconocer que l~ teología tiene .un~, inf1u~ncla y comprometer, consecuentemente, la trascendencia de Dios y la gra-
que es universal: creer que Cristo es SIgno de contradlcclon, aSl que tuidad de la salvación.

64 65
Por otra parte, ésta tiene el mérito de evitar el peligro del dualismo cualquier verdad. Esta razón autónoma más tarde, en el idealismo d,,~
entre 10 natural y sobrenatural, aunque, parecería comprometer la gra- Hegel se lleva a «razón absoluta»; la realidad entera es concebida como
tuidad de 10 sobrenatural. acontecimiento espiritual. Por otro lado, el empirismo inglés de Locke
La tendencia intermedia, la moderada, se sitúa entre las dos pre- y Hume se coloca únicamente sobre el plano de la experiencia sensible
cedentes. Parente, Maritain, Guardini, entre los católicos y Niebuhr y. g~adualme.n~e reduce al hombre a una simple máquina según el prin-
entre los protestantes, estarían en esta tendencia. Esta se inspira en dos CIpIO mecalllcIsta de La Mettrie. Así la división de la unidad del hombre
principios: uno de santo Tomás según el cual, la gracia no destruye la oper~da por Descartes con su dualismo alma-cuerpo, espíritu y materia,
naturaleza sino que la perfecciona, y otro de la patrística que señala conCIenCIa pensante (res cogitans) y el mundo corporal (res extensa)
que el hombre es imago Dei (imagen de Dios). Así el hombre tiene la lle,:ó .a la divisi?t;t entre el pensamiento racionalista-idealista y el ma~
capacidad activa de conocer a Dios y la capacidad pasiva de recibir ~a tef1~hs~a-~ecalll~Ista de la epoca moderna. Ni siquiera Kant fue capaz
vida divina que es gratuita y es un don trascendente. Esta tendencIa de 111stltUlr una Imagen filosófica del hombre en grado de concebirlo
tiene el mérito de salvar completamente la integridad del orden natural en su unidad e integridad.
y del sobrenatural sin violentar los derechos de uno y otro. Los dos Se establece así una concepción del hombre que no 10 considera
órdenes son distintos, pero no contrapuestos, incluso, están en cierto en su integridad y en su concreción, que no valoriza plenamente la
modo unidos en cuanto que la automanifestación sobrenatural de Dios auto?omía privada y personal, en su libertad y en su responsabilidad.
tiene un punto de enlace (el conocido «Anknupfüngspunkt», punto de Pre~Isamente esto da lugar a una protesta que pide la vuelta del pen-
contacto de Brunner, 1934, pp. 18-19) en la manifestación «natural» sam~ento al .hom,bre concret~. ~: ahí, la reacción del siglo XIX, que
de Dios. El hombre tiene el poder de autotrascenderse, aunque no sea se hIZO s~ntIr mas co~o aspIracIon,y que aparece ya al final del siglo
en la línea de la vida sobrenatural sino en aquella de Dios como Creador XVI, haCIa un pensamIento antropológico concreto.
y providente; así el hombre tiene todo lo que le pertenece por naturaleza Dicha aspiración, ha abierto 10 que se ha llamado el giro antro-
y todo lo que le ha sido donado por la gracia. Es esta una fórmula que pológico de la filosofía (cf. v.g., Coreth, 1978); un giro que se desarrolla
traduce satisfactoriamente aquello que el Concilio de Calcedonia aplica en multiplicidad de esfuerzos distintos; simplificándolos de modo es-
a Cristo, modelo de cualquier antropología. quemático, Coreth (op. cit.) los recoge en tres grandes grupos: mate-
Esto no significa que en antropología no se pueda añadir nada a la rialismo y evolucionismo; existencialismo y personalismo; fenomeno-
doctrina católica tradicional. Ya que sería inconciliable con el dato de logía y ontología del hombre (op. cit., pp. 30-43).
hecho del continuo desarrollo de la teología, y de las ciencias antro- No se pretende exponer aquí las nuevas ideas ofrecidas en dichas
pológicas, ya sean ciencias especulativas como la filosofía, o positivas corrientes. Basta subrayar algunos temas propuestos por ellas que ex-
como la psicología, la fenomenología, sociología, historia, etc. Estas presan. aspectos extremadamente interesantes del ser humano: su per-
ciencias han hecho notables progresos en el conocimiento del hombre tenenCIa a este mundo, la libertad, historicidad, la pertenencia e incli-
superando de manera evidente los conocimientos del pasado. naciones a la vida social, la influencia de condicionamientos históricos
Así por ejemplo, en el campo filosófico, las visiones del hombre socioculturales, económicos y psicológicos. Dicho de otra manera la~
ofrecidas por la filosofía griega clásica, ya no son suficientes; la antro- filosofías contemporáneas han revelado una imagen del hombre m~cho
pología de Platón subestimaba demasiado la parte corporal del ser más compleja, más concreta, más articulada, que la propuesta por la
humano; y la de Aristóteles tendía a una inmovilidad que contrasta con teología del pasado. El hombre aparece como un ser capaz de elevarse
el continuo desarrollo de las ciencias humanas y de la teología. a i~eales excelsos, pero también como un ser inclinado a las degra-
De forma parecida, el racionalismo y el idealismo de una parte y el daCIones notables, de 10 cual, la historia contemporánea es testigo; como
empirismo por otra habían ofrecido una imagen del hombre bastante un ser extremadamente creativo y genial aunque a la vez, extremada-
simplificada. El racionalismo, relacionándose únicamente con aquello mente frágil (cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et 5pes, nn. del 4 al
que es espiritual, reduce la esencia del hombre al sujeto pensante que 10, y Juan Pablo II en la encíclica Redemptor Hominis, nn. del 13 al
se comprende a sí mismo como «razón autónoma» capaz de alcanzar 16).

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La imagen tradicional del hombre también ha sido modit:icad~ por filosofía modernas. Esto es cuanto se intentará realizar en la parte que
la contribución de la ciencia. La antropología cultUl:al, la .soclOlogla, Ll resta del libro.
psicología, el psicoanálisis han llevado a ~esaltar dnTI;nSlOnes y capa- Empezamos esta tarea considerando brevemente, y de modo ne-
cidades del hombre hasta ahora desconoclda~; b,;~~ara rec?r.dar la Im- cesariamente incompleto, algunos aspectos de cmtropologiá que se con-
presionante variedad de visiones científicas, tilosohcas, rehg~osas ~rc. sideran pertinentes para la discusión sobre la vocación cristiana. Se
das por el hombre, y sobre todo, el descu~rimiento d~ la eXistenCIa en ofrecerán después algunos elementos de antropología considerados bajo
10 profundo de su ser de elementos emotivos y afectlvos q.u e pueden una perspectiva cristiana, revelada, y se discutirán dentro del tema
afectar notablemente su libertad y así influir en su conducta 111cluyet~~0 propuesto de la vocación cristiana.
la libertad de responder de modo más o menos adecuado a la aCClon La discusión de la primera perspectiva, la de la antropología, será
bastante extensa: secciones 6.7.8 y 9.2. Parece necesario presentar de
de la gracia. , ... d' I d '
'Cuál es la tarea de una antropologta cnstlana trente a lC 1as a. qUl- modo específico, una visión antropológica que pueda ser adecuada al
sici~nes del conocimiento filosófico y científico? Se pueden menclo~~r estudio de la vocación cristiana.
dos tareas que tienen relación con los dos términ?: de l~ e~preslon Se pretende reducir un inconveniente que es frecuente: se escribe
«antropología cristiana». En primer lugar, con relaclon al ter~TI111~ ..«an- sobre la vocación cristiana o sobre la moral cristiana usando conceptos
tropología» o si se prefiere de su componente «formal» o «filo~ohc~»: que parecen ser iguales entre distintos autores (por ejemplo, citando
la antropología cristiana debe desarrolla:s.e .de modo qu~ pue~a 111tegtar los mismos pasajes de los documentos de los Concilios); pero después,
de manera graduada las recientes adqUlSlclOnes de la tilosofta y de las frecuentemente estos autores que hacen las mismas afirmaciones sobre
distintas ciencias antropológicas. ~ .. la vocación cristiana o sobre su moral, llegan a diferentes u opuestas
En segundo lugar, el desarrollo d: u~a anuopo!ogla Cl'lstwr: a deb~ conclusiones en el modo de vivir la primera o la segunda. ¿Por qué?
focalizarse también sobre el segundo terml110: «ctlstlana», es deClr, debe Pienso que a menudo se ha debido a la diversidad u oposición de la
interesar en igual medida su componente «material» o. «revelada». A antropología implícita y subyacente.
propósito de esto último, hace falta subrayar un hecho Im?O~"tante._ Por esto es oportuno, detenerse un poco sobre la visión antropo-
Como se ha señalado (cE. sección 2), la teología en los ultlm?,S anos lógica y especificarla. Esto ayudará también a tener una visión más
ha presentado un giro antropológico. Este v~, a la par y en r~}aclon con completa sobre una antropología científica, psico-social de la vocación
una modificación en el concepto de Revelaclon: «la Revelaclon es co~­ y a interpretar más objetivamente sus eventuales datos de investigación.
prendida cada vez más como la historia de las i~tervenciones d~ DIOS
eu medio de los hombres y no tanto como conjunto de mensaJes S?-
brenaturales» (Mondin, 1977, p. 178). Entonces, la an:ropologta Cl'lS- 6. EL CONSCIENTE Y EL INCONSCIENTE
tiana actual se debe preguntar: ¿cuáles son las c~ndi~~ones «trascen-
dentales», es decir las determinadas por la constltuClon del ~ombre 6.1. Definiciones
como creadas por Dios, que hacen posible el encuentr?. de .I?lOS con
el hombre a través del curso de la historia? La modl±tc~clon en el El inconsciente del que se quiere discutir aquí, es el inconsciente
concepto de Revelación no puede no tener notables reperCUSIones sobre afectivo, que es diferente del preconsciente, del inconsciente cognos-
la antropología cristiana. . . ., citivo y del inconsciente espiritual. El inconsciente afectivo está carac-
La presente contribución, a pesar d.e su hl~ltaC1.on, preten~e m?verse terizado por el hecho de ser inaccesible, de no poder ser llevado a la
contemporáneamente según las susodIchas dlreCtlv.a~, en el amblto del consciencia por medio de una evocación voluntaria. Los elementos, por
estudio de la vocación cristiana: subrayar las cond1Clones ~~trascenden­ el contrario que pueden darse a conocer por una evocación voluntaria
tales» que hacen posible el encuentro de I?i?,s co~ ~l hombre en la (como en la reflexión, meditación, examen de conciencia) son llamados
vocación y favorecer una integración de la vls~on cnstlana del ~o~bre preconscientes. Se advierte que en el inconsciente afectivo la persona es
con las verdades relativas al hombre conqUlstadas por la ClenCla y consciente, de manera más o menos clara, de 10 que siente) pero no es

68 69

h
cita~ como. ejem?l.o.la acep~ación de las tres estructuras clásicas que,
consciente de los procesos que han dado origen a estos sentimientos,
segun el pSlcoanahsls, constltuyen la mente humana: Es, Ich, Über-Ich
es decir, a las conexiones con experiencias del pasado. Lo mismo sucede
con el inconsciente cognoscitivo (Piaget, 1973) por el cual la persona (en espanol, ~llo, Ego o Yo, Super-Yo). Esta teoría estructural de la
n:ente es cruclal para muchos aspectos importantes de la doctrina fr -
dlana. Ahora ~ien, la verificación experimental de la existencia de es~~s
es consciente de los resultados de sus razonamientos, pero es incons-
ciente de los procesos de razonamiento que le han llevado a dichos
resultados. Así, Aristóteles era consciente de algunas de las estructuras tres
. construccIones
, . hipotéticas no prueba su existenCI'a . Se'r'a suf'IClente
.
CItar aqullas conclusIones de Kline (1972), que ha revisado críticam t
las. pruebas disponibles a. e.ste, p~opósito: es solamente especulativo ~::
de la lógica de las categorías y de los silogismos pero era inconsciente
de otro grupo de estructuras que, de hecho, estaba usando: la lógica
de las relaciones que fue descubierta en el siglo XIX. eXIstan tres estructuras ÍlslOloglcas parecidas en función en fun .,
1 d' h ' Clon a
Maritain (1966) distingue también un inconsciente -o mejor- as su~o IC as tres estructuras psicológicas. Igualmente, la confirmación
preconsciente espiritual; de este formaría parte el inconsciente personal e~penmental d~ qu.e, en cada comportamiento existen tres factores prin-
y colectivo de J ung; el preconsciente espiritual entra en la esfera de la c~pales de motlvaClOn correspondiente a las tres estructuras es insufi-
vida preconsciente del entendimiento y de la voluntad y estaría así CIente (op. cit.) p. 150).
espiritualizado y no vinculado a la esfera emotiva como el inconsciente E~ la misma línea de aceptación crítica y' selectiva de las ideas
afectivo; por lo cual éste no afecta a la libertad del hombre. La influencia fr~ud~a~as, se puede subrayar el hecho de que el enfoque de Freud es
de este preconsciente, será particularmente grande en el ámbito del ~ltol?gICO en ~ugar de ont~lógico; en esta perspectiva mitológica está
arte, de la poesía y de la religión. 1l1cl~ldo, por ~Jemplo, el o.ngen del .cOl:nplejo edípico del super-yo y el
sentldo de culpa con el mIedo cOl1SlgUlente a la castración.
Igualmente critic~ble es reducir, como hace Freud, la componente
6.2. La aceptación del inconsciente y la concepción del hombre moral de .la p~rsonahdad al super-yo, que es entendido como el repre-
sentante 1l1terlOr de los valores tradicionales de la sociedad· en efecto
Afirmar la importancia del inconsciente afectivo en la antropología, como se verá, esto significa negar dos características funda~entales del
no quiere significar aceptar en bloque el psicoanálisis en general, o el hombre: la ~e u~, ser qu~ tiende a la auto-trascendencia teocéntrica, y
sistema freudiano en concreto. Y aún menos subscribir acríticamente la de. u~a obhgaclon (sentIda como ~~deberías») hacia los valores morales
la metapsicología freudiana. En una crítica reciente de esta última, se y rehglosoS.
encuentran por ejemplo Wyss (1973), Gedo (1979, 1981) Y Magnani Despué.s de tO?O, también Gedo (1973, con Goldberg 1979, 1981)
(1981). De lo que se trata es de afirmar que el inconsciente existe como - como pSlcoanahstas - ven la necesidad de una revisión sustancial del
fuerza psicogénica y que es sumamente activo en la vida de las personas psicoanálisis. Como Jaffe hace notar (1984, p. 223): «la reformulación
normales) muchas de cuyas acciones reciben su fuerte influjo y tiende de Gedo de la teor~a 'psicoanalítica está basada en su convicción de que
a persistir en su acción, es decir, muestra gran resistencia a disminuir los. c?nceptos t;a~lclOnales son internamente inconsistentes, y que la
la propia influencia. actIvIdad terapeutlca, basada en ellos, debe ser revisada para proveer
Por tanto, no se trata de hacer una síntesis prematura e ilusoria una nueva estructura de referencia. «Ideas análogas» tiene Kohut (1971
entre una nueva imagen del hombre y la antropología cristiana. Se trata 1977, 1978, 1980). '
sobre todo de seguir la doctrina cristiana tradicional evitando algunas Se ha q~erido subray~r la importancia de una aceptación crítica-
de sus limitaciones: por ejemplo, el excesivo acento sobre componentes mente select.l;a de la ?octnna psicoanalítica en general, porque, cuando
ontológicos del hombre y el interés casi exclusivo por los actos cons- esta aceptaclOn se refIere más específica y directamente al inconsciente
cientes de libre albedrío. puede llevar consigo notables consecuencias sobre la concepción del
Por otra parte, se trata también de evitar la exageración opuesta,
hom~re que se adopta. Y aquí de nuevo, se puede caer, en dos exa-
de aceptar las ideas psicoanalíticas sin una crítica apropiada. Esta última
geraclOnes antropológicas opuestas.
posibilidad, parece ser frecuente, en algunos ambientes católicos. Basta
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Si se niega la existencia del inconsciente y, sobre todo, su posibili?ad interpretación dada de un proceso psíquico estrechamente ligado al
de influencia activa en la vida del hombre normal (como contrano a inconsciente: la represión.
lo patológico), entonces la vida psíquica está reduci?a a ~n sinónimo Según el psicoanálisis freudiano cuando un objeto, una persona o
de conciencia, es decir, de ser consciente. De aqUl se slgue, que la una decisión determina una tensión alarmante, desagradable para la
inteligencia y la voluntad juegan un rol fundamental.. . . persona, su acceso a la consciencia estéÍ prohibido por una fuerza psí-
Es obvio que en esta visión antropológica se adm1te la 1l1flUe1:Cla quica; este proceso se llama represión y es inconsciente. En el estudio
de los instintos de las emociones. Pero se afirma que en caso de confl1cto de la represión, Freud (1915) distingue dos tipos de represión: la re-
entre estas influencias perturbadoras y los poderes racionales, se es presión primaria (<<primal represión») y secundaria (<<after represión»);
consciente de las fuerzas en juego, y después de la lucha se puede la primera se refiere al proceso de negar la entrada en el consciente de
designar consciente y seguramente el ganador, es decir, si ha habido materiales inaceptables, por ejemplo, palabras con fuerte connotación
virtud o vicio. Como bien dice Nuttin (1968a) , todavía estamos hoy emotiva; esta primera represión altera el proceso de percepción. La
convencidos, en lo profundo del corazón que, por lo que se refiere a segunda represión consiste en la expulsión de la parte consciente de
nosotros, esto es lo que sucede. En otras palabras, se. ve al ho~bre nuestra «psique» de materiales asociados con {mIsiones reprimidat;;
como santo o como pecador y la vida como una alternativa entre v1rtud puede alterar nuestra memoria (por ejemplo escenas traumáticas qL,C
y vicio. Y aunque esto es verdad, no es una visión completa ?el hom.bre. han sido vistas y reprimidas) o nuestro juicio sobre determinadas per-
sonas y acontecimientos.
La exageración opuesta está presente si se acepta que el1l1COnS~lente
es la fuerza dominante de nuestra vida psíquica. Esta es la teSiS del Entonces, para Freud, las pulsiones (<<Triebe», «drives») están su-
jetas a la represión, y ésta es signo de psicopatología, por 10 menos en
psicoanálisis clásico. En el conf1ict~ entr~ fuerza~ racionales y cons-
el sentido de que esta es la consecuencia, el resultado de un conflicto
cientes por un lado y fuerzas emotlVas e l11COnSClentes de otro, estas
psíquico; esto, no es nunca la consecuencia de una elección consciente
últimas obrarían de un modo secreto y falaz; esto dejaría al hombre la
y responsable que reprime la voz de la conciencia, por tanto, en este
impresión de que su parte consciente es la activa y preva~ec.iente, pero
sentido no existe el pecado, sino sólo la patología. Dicho de otra manera,
en realidad son las primeras las que han logrado su obJetivo, que es
para Freud el hombre reprime sólo porque hay algo que le es despla-
distinto de aquello que el hombre se había propuesto consc!entemente.
centero (es decir, por el principio del placer-displacer), y no también
La primera exageración tiende a ver al h~mbre pred~~1l11antemente porque hay en él algo inmanente a su naturaleza, una «realidad» que
según la perspectiva de santo o pecador, ~e virtud o de ."lClO; la segun?a lo confronta y que el hombre puede libre y conscientemente aceptar o
exageración tiende a subrayar la perspectiva de normalidad o patologla. rechazar, aunque le sea desagradable.
De aquí se sigue que las limita~iones ~otidianas a l~s cuales todos los Por el contrario, para pensadores como Caruso y Daim el proceso
hombres están más o menos sUJetos, Vienen categonzadas o como pe- es lo contrario (d. en Wyss, 1973): mientras para Freud la pulsión está
cado o como patología. En concreto, en el ámbito del presente e~t~dio «reprimida por el espíritu», surgiendo de este modo la neurosis, para
de la vocación cristiana las debilidades, las limitaciones en el VlVlr la Caruso y Daim el espíritu está reprimido, la pulsión se impone y así se
vocación o el abandono de ésta tienden a ser juzgadas según uno de peca; por tanto, es el «espíritu» (decisión o conciencia, también con-
estos dos parámetros: falta de corresponde1~cia a la gracia divina y P?r ciencia moral) el que está sujeto a la represión y esta represión del
tanto pecado, o insuficiencia de la personalidad y por tanto patol~gla. espíritu es pecado. El pecado para Caruso y Daim sería equivalente a
Como se verá en el curso de esta presentación, parece que la reahdad la patología. De modo semejante, Frankl no está dispuesto a admitir
antropológica está más articulada, es más compleja que la dicotomía una de las intuiciones más profundas de Freud: que muchas de las
pecado-patología. . ~ manifestaciones humanas que se consideran sólo como espirituales o
Esta dicotomía sobre la concepción del hombre tiene su ralZ no con alto valor ético, pueden estar en parle condicionadas por las pul-
sólo en la aceptación o no y en la interpretación dada del inconsciente siones. Así, también para Frankl, como para Caruso y Daim, el «es-
como fuerza activa en la vida, sino en la aceptación o no y en la píritu», el «espíritu inconsciente» (del que Frankl se limita a señalar su

72 73
existencia, sin indicar ni demostrar sus consecuencias concretas) es el (1980). Estos estudios demuestran también por inferencia, la existencia
elemento importante!. de dos hechos importantes: el del inconsciente como elemento activo
Así, tal como sucedía en el inconsciente, ocurre en el proceso de y el de la represión inconsciente. Así es posible que factores emotivos
la represión: las dos alternativas antropológicas son pecado y pato- influencien inconscientemente las acciones de las personas.
logía. También existe alguna prueba de que las pulsiones o conflictos
Como subraya Wyss (op. cit.) existe una comprobación empírica inconscientes, y la represión inconsciente vinculada a las mismas no
de que tanto las pulsiones como el «espíritu» pueden estar ambas son necesariamente signos de una enfermedad mental, de un «estado»
sujetas a la represión; según el principio de la «puerta giratoria» de patológico existente en la persona. En esta línea están situadas las siete
Von Weizácker (<<revolving door principIe»): si dos movimientos investigaciones hechas en la Universidad de Michigan State por Reyher
psíquicos afloran en la conciencia, el uno (por ejemplo, una decisión), y sus colaboradores (cf. en Silverman, 1976). Estos han usado el método
puede ser anulado o «reprimido» por una pulsión; o bien el otro, de inducir en las personas conflictos relacionados con la agresión o el
(por ejemplo una pulsión), puede ser reprimido por un acto de vo- sexo mediante la hipnosis. Es importante subrayar que los sujetos uti-
luntad o «espíritu». Aquí cuanto en esta situación se hace manifiesto lizados en la investigación eran estudiantes universitarios, (<<College
es sólo un lado de la actividad psíquica; el otro está reprimido. Por students») normales que no presentaban signos de perturbaciones men-
lo tanto, la represión es inmanente a la naturaleza humana; en otras tales. Mientras estaban bajo la hipnosis, les contaban una historia ade-
palabras, en contraste con las otras criaturas vivientes, el hombre se cuada para estimular pulsiones inconscientes (agresivas o sexuales). En
halla inclinado a la represión; la represión es constitucional al ser este estado, les sugerían además dos cosas: primero, que no recordarían
humano, es inmanente a su ser, como un factor primario, natural de nada de la historia; segundo, que sentirían fuertes pulsiones cada vez
la condición humana normal. que se mencionaran ciertas palabras después de haberse despertado.
Lo que se pretende remarcar aquí es que tanto el inconsciente como
Después, se le hacía salir al estudiante del estado hipnótico y se le
la represión no son ni siempre ni necesariamente signos de pecado o de
presentaba visualmente una lista de palabras. Algunas palabras tenían
la patología. No son en sí manifestaciones de violaciones morales o de
relación con la historia, otras no. Se les preguntaban como se sentían
insuficiencias que indiquen la existencia de un estado patológico en la
después de haber visto las palabras. Cuando las palabras presentadas
persona. eran las «críticas» los estudiantes presentaban síntomas (náuseas, su-
Una confirmación de que esto es posible, en el caso del «pecado»,
deriva, sobre todo, del hecho de que si existe un proceso inconsciente dores, temblores, confusión, desorientación, sentido de culpa, de ver-
no puede haber responsabilidad moral, pecado. Muchas de las inves- güenza, etc.). Esto no sucedía cuando les exponían palabras neutrales.
tigaciones experimentales prueban que personas normales pueden reac- Nótese que estos síntomas no estaban presentes antes del experimento,
cionar a estímulos con carga emotiva (por ejemplo, a palabras como y para la tercera parte de los estudiantes estos síntomas no los habían
cáncer, seno, o a historias, o a imágenes), sin que al mismo tiempo tenido en su vida. Nótese además que el impulso de expresar las pul-
perciban la naturaleza de estímulos a causa de una represión subs- siones conflictivas, agresivas o sexuales, permanecía inconsciente.
consciente. Se trata de la investigación de Dixon, (especialmente la de Estas siete investigaciones indican dos hechos: pulsiones incons-
1958 y 1961), y Blum sobre la «represión primaria» (<<primal repre- cientes y represiones inconscientes pueden coexistir en una mente nor-
sion»), Wilkinson y Carghill, Levinger y Clark sobre la «represión se- mal; es decir, pueden estar presentes en personas que habitualmente
cundaria» (<<after represion»). El lector interesado las encuentra pre- no muestran signos de psicopatología, de desviación de la personalidad.
sentadas en Kline (1972, pp. 156-181) y, en parte, en Shevrin y Dickman Además, éstas indican que las pulsiones y las represiones inconscientes
pueden dar origen a síntomas temporales de patología.
1. Para una más amplia exposición de este complejo tema véase Wyss (1973), En cuanto al primer hecho, una manera análoga de pensar se en-
pp. 477-481, 546-550. Existe una traducción española: D. Wyss, Las Escuelas de
Psicología profunda desde sus principios hasta la actualidad. Madrid (Ed. Gredas),
cuentra también entre expertos contemporáneos del psicoanálisis. Por
1975, 2." ed. ejemplo, para Kohut (Kohut, 1971, 1977; Kohut y Wolf, 1978) se puede

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El segu~do corolari? está en relación con la importancia del mundo
tener una personalidad frágil, débil sin que esto signifique psicopato-
, f emOClOl1es en la
de las . VIda
. del hombre.El des'lrrollo
, de est e argumento
logía. esta b uera de los objetIvos. del presente estudid . Aqur' n os l'ImItaremos
.
Dos corolarios importantes se extraen de las investigaciones y con-
a.su rayar.un aspecto partIcular: la influencia del inconsciente en nuestra
sideraciones realizadas y que están en relación con la concepción del vrda emotIva.
hombre. En el hombre se pueden distinguir tres tipos de tendencias
Simplificando una ,discu,sión que sería muy compleja, se puede decir
adquiridas, de «habitus», de disposiciones o estados de capacidad para
que. er: el homb:e, mas alla del mundo de los conceptos, existe el de
actuar, que se podrían llamar dimensiones. Estas son entre sí distintas las rmagenes · y slmbolos.flUn concepto tiene una identidad intrí11 seca. ..
pero, no están separadas en la unidad funcional, dinámica que es la una fl ~r es srempre una or independientemente de que sea grande o
persona humana. Ante todo, existe la tendencia, la dimensión preva- pequena, ~ue tenga un color u otro; es la misma para un americano o
lentemente consciente, la de nuestra capacidad hacia la virtud o el p.ara ,un ch1110 o para un africano. Sin embargo, las imágenes y símbolos,
pecado. En segundo lugar está la dimensión, la disposición que expresa srendo preconce~tuales, pueden tener significados diversos para distin-
la capacidad de nuestro obrar normal o patológico. El inconsciente y tas personas. Asr una flor puede significar amor hacia una persona,
la represión inconsciente (junto, con o sin alteración biológica) son amor ~ la ~aturalez~ o .~. su creador, amor (hobby) a la jardinería, etc.
elementos importantes en esta dimensión. Finalmente, existe una di- Esta drversrdad de srg111Ircados puede estar ligada a la memoria afectiva
mensión, una tendencia en la que el inconsciente y la represión in- de ca~ia persona, y esta memoria afectiva puede ser consciente o in-
consciente se hallan más o menos presentes, sin que esta presencia conSCIente. Cad~ uno tiene su patrimonio de memorias ligadas a su
implique una tendencia a actuar psicopatológicamente. Como se verá pasado de relacrone.s con sus padres, educadores, amigos, etc., cada
el concepto de esta última dimensión es nuevo, especialmente en t'l una de estas memonas posee su característica carga afectiva que puede
sentido de su influencia en la vida espiritual; esto constituid. una parte ~epender de ese pasado. Así conscientemente, se puede preferir un
importante del presente estudio. trpo de flor que era la preferida de una persona que nos era particu-
En otras palabras, el hombre no es sólo virtud-pecado, o norm:\- l~rmente cercana afectwamente; pero también es posible que incons-
lidad-psicopatología; entre estas dos dimensiones se encuentra una di- crentemente.. se ten~a ?t.rac~ión o repulsión por una persona que nos
mensión que no es ni pecado ni patología, pero que tiene componentes evoca una hgun: srg111fr.catIva en nuestro pasado que ha dejado una
inconscientes y de represión inconsciente. Es como si el hombre fuese huella profun.da l11conscrente en nuestra memoria afectiva. El individuo
una radio, o mejor, un aparato receptor y transmisor que posee la sabe de sus s.lmpatías y antipatías, pero no se da cuenta de su relación
capacidad de captar y transmitir según tres longitudes de onda, la onda con una pOSIble memoria afectiva del pasado que hace incorrecta la
corta, la onda media y la larga, y que puede funcionar prevalentemente valoración, el juicio sobre la situación presente.
según una de estas tres capacidades o dimensiones. Se trata como se Los est~dios sobre la .dinámica familiar y matrimonial indican que
ve, de una descripción antropológica muy rudimentaria. Faltarían in- estas atracClones o repulsrones inconscientes son un hecho común más
dicaciones sobre el origen y los posibles elementos que constituyen estas que excepcional: Están presentes entre marido y mujer, entre padre o
dimensiones, estas tendencias o disposiciones; faltan también indica- madre y cualqUIera de sus hijos o entre estos últimos y uno o ambos
ciones sobre los objetos formales que especifican dichas tendencias: es padres. Ad~más piél:~ese, por ejemplo, en las dificultades que surgen
decir, qué elementos constituyentes caracterizan la onda corta, media en las relaClones fam1üares por la interacción más o menos inconsciente
o larga que son captadas o transmitidas por las tres dimensiones. Faltan, que se establece entre suegra y nuera, o entre padre y madre por el
finalmente, indicios sobre las funciones y consecuencias que estas tres modo de tratar, de educar a los hijos, etc.
dimensiones puedan tener en el actuar de la persona humana en general Nuestra invest~g~ción (Rulla, Ridick, Imoda, 1976, pp. 146-160 Y
y sobre la vocación cristiana en especiaL Alguna consideración al res- Rulla, Imoda y RidIck, 1977, pp. 94-101) sobre las relaciones en la
pecto ha sido presentada ya en una publicación precedente (Rulla,
1978a). Una elaboración ulterior de esta concepción del hombre será ,? El lector interesado puede leer, por ejemplo, el óptimo análisis fenomeno-
loglco de Arnold (1960, 1970).
uno de los objetivos perseguidos por la presente publicación.
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infancia y adolescencia de jóvenes religiosos, religiosas y seminaristas con Dios. Algunos de estos serán distorsionados, otros recibirán una
con sus padres mostraban un porcentaje muy alto (un 90%) de presencia atención privilegiada, otros serán olvidados. Nuestras relaciones con
en estos jóvenes de atracciones-repulsiones inconscientes y reprimidas. las personas pueden ser rígidas, más o menos inflexibles o estereoti-
Téngase en cuenta que aunque éstas son inconscientes, no obstante, padas, según el factor simpatía-antipatía; todo esto de manera más o
influyen en el grado de madurez, incluso vocacional, alcanzada por cada menos exagerada y unidimensional, es decir, consideramos uno o varios
uno de estos jóvenes al entrar en la vida vocacional (hacia los 19-20 ~spectos de la persona y olvidamos o infravaloramos otros, que son
años), y afectan inconsciente pero significativamente al tipo de relación Importantes.
con las personas de su misma vocación: cerca del 70% de los sujetos Unido a la influencia en la memoria e imaginación, las emociones
durante los primeros cuatro años de vida religiosa en relación con figuras influyen también en el modo en que los estímulos, que impactan a
de autoridad o con compañeros revivían inconscientemente la relación nuestros sentidos, son percibidos. Aquí, cada individuo tiene su estilo
que habían tenido con sus padres durante la infancia o la adolescencia, que está relacionado, en buena medidad, con sus emociones, y nue-
es decir -incluso siendo adultos- sentían y obraban como niños. vamente, el inconsciente puede tener una importancia relevante en
Un mismo símbolo, como por ejemplo una palabra, una frase, etc., dichas emociones. Mencionaremos a este propósito la investigación
puede asumir un tono afectivo diferente para diversas personas y esto sobre reacciones a estímulos «subliminales».
como consecuencia de la influencia de una memoria afectiva incons- Las palabras eran proyectadas sobre una pantalla con tal intensidad
ciente. lumínica que las personas no podían leerlas como palabras, sino como
Así la parte afectiva del hombre puede influir notablemente en masas amorfas de luz. La presentación de palabras desagradables a
nuestra vida; esto parece ser especialmente verdad cuando hay com- menudo provocaron una menor sensibilidad de visión (Zubin y otros,
ponentes inconscientes, porque escapan de nuestro control. Así por 1965, pp. 137-138); o estas eran percibidas con menos luminosidad que
ejemplo es posible que los mismos valores vocacionales presentados a otras palabras emotivamente neutras, las cuales habían sido proyectadas
un grupo de jóvenes en una conferencia asuman una resonancia afectiva con la misma luminosidad (Dixon, 1971, p. 219-220, que refiere las
y un significado diferente en cada uno de ellos. Nuestra investigación investigaciones de Worthington). Por tanto se daba un cambio sensorial
(Rulla, Ridick, Imada, 1976, p. 200, 239-241) entre jóvenes religiosos, en el material percibido y obviamente, esta «distorsión» sensorial, ponía
religiosas y seminaristas indican que cuanto mayor es la influencia del en movimiento elaboraciones emotivas de ese material en conexión con
inconsciente en convertir a una persona en disarmónica e inconsistente, otras imágenes y temas propios de la persona.
es decir, el que ponga sus ideales en oposición a sus necesidades, más De estas experiencias es importante subrayar que, por una parte las
irrealistas son las espectativas que esta persona tiene sobre 10 que es la palabras proyectadas no fueron reconocidas conscientemente como ta-
vocación, y 10 que ésta puede ofrecer. Cuanto más irrea1istas sean esas les; por otra, que estas fueron reconocidas de algún modo por las
espectativas, más probable será que la persona abandone la vocación personas, por lo que pudieron actuar en su memoria afectiva. Así las
o, la viva con menor capacidad de asimilar e interiorizar los ideales de personas, en cierta medida fueron influenciadas por las palabras sin
Cristo. Las consecuencias de esto sobre la vida de la vocación son más saberlo.
sentidas cuanto más prevalece el inconsciente (opuesto a los valores de Las consideraciones y las investigaciones sobre las influencias del
Cristo) sobre el consciente (que está en armonía con estos). inconsciente en la vida afectivo-emotiva del hombre sugieren dos con-
Cuanto se ha dicho hasta ahora sobre la importancia del inconsciente clusiones: la primera es una confirmación implícita de 10 que sería el
sobre la vida emocional se puede resumir en una frase: cuanto más primer corolario, es decir, que como consecuencia de estas influencias,
inconscientes sean las emociones, mayor será el papel que jueguen en el hombre puede actuar en diversas dimensiones, o bien bajo el pre-
hacer selectiva la memoria, la imaginación. Esta selectividad limita o dominio de la dimensión prevalentemente consciente (que puede llevar
precondiciona tanto nuestro conocer como nuestro decidir y actuar a la virtud o al pecado), o bien bajo la dimensión de la psicopatología.
sobre las informaciones, valores, personas, sucesos que se consideren y como se ha visto, esta última dimensión puede influir de manera
incluidos los valores que se refieren a la vocación cristiana y a la relación relevante en la vida de la familia y de la vocación sacerdotal y religiosa.

78 79

b
La segunda conclusión sugerida indica que una aproximación pre- vaciones presentadas en la sección precedente (6.2) indican que el
valentemente cognoscitiva en el estudio de la vocación cristiana es inconsciente no sólo existe, sino que está fuertemente activo.
imperfecta ya que excluye importantes componentes de la cons~itución Además, está el hecho de que la ciencia del inconsciente impone
humana: la parte emotivo-afectiva y la inconsciente, que puede 111f1uen- una revisión del concepto «conciencia», de ser consciente. Ricoeur
ciar mucho a la primera. Se exige una integración de estas componentes. (1974) demuestra que existe una crisis en la noción de conciencia
Esto será lo que abordemos a grandes rasgos en las secciones que siguen. (<<consciousness» op.cit., pp. 101-103) Y da dos razones. La noción de
conciencia está en crisis, porque la conciencia comporta un cierto tipo
de certeza, pero esta certeza no significa necesariamente una verdad,
l
6.3. La dialéctica cOllsciente-inconsciente en UlhZ antropología filosófica no constituye verdadero conocimiento de sí mismo. Ricoeur cita (ibid.,
p. 101) el siguiente párrafo de Descartes como prueba de la certeza
inmediata ligada a la conciencia.
6.3.1. El problema
«Con el término experiencia consciente (cogitationis) entiendo todo aquello
Uno de los problemas cruciales que ha tenido que afrontar la an- que ocurre dentro de nosotros, de lo que somos conscientes (nobis consciis). ..
tropología filosófica reciente, es el de la relación entre incon~ci~nte y No sólo de los actos de inteligencia voluntad o imaginación, sino también de
consciente en la constitución y dinámica humana. Los descubnmIentos las sensaciones que están aquí para ser tomadas como experiencia (cogitare)>>.
de Freud sobre la importancia del inconsciente han despertado nuevas (Descartes 1966).
preguntas. ., .
Durante muchos siglos la primacía de la «conClenCla» es deClr, del Ricoeur comentando este texto dice que aunque esta certeza es
hombre como ser consciente, ha sido la característica dominante de la incontestable como certeza, se puede dudar de ella como verdad. Des-
filosofía. A este período histórico le ha seguido afortunadamente otro, pués de todo, los aspectos más profundos de la vida de intencionalidad
en el que hubo corrientes como la de los románticos, la de E. Von pueden poseer otros significados unidos a los inmediatos.
Hartmann y finalmente Freud, que ha transferido el primado del cons- En segundo lugar, toda reflexión es volverse sobre algo que no ha
ciente al inconsciente degradando el consciente y el pensamiento a un sido reflexionado, pero esto no reflexionado, no es el inconsciente. «El
nivel de epifenómeno, de hecho secundario. Una de las concep~iones inconsciente de la fenomenología es el preconsciente del psicoanálisis,
que caracterizan el psicoanálisis ortodoxo es. que el comportan.l1ento, es decir, un inconsciente que es descriptivo y no topográfico». (Ricoeur,
las ideas, las emociones y el sistema de relaclOnes humanas estan, en- 1970, p. 392). En otras palabras esto corresponde a la conciencia en-
teramente gobernados, por el inconsciente. También para Ju~g el i~1- tendida como campo de no-atención o como conciencia implícita más
consciente es más importante que el consciente. Por el contrarIO, eX1S- bien que explícita.
tencialistas como Binswanger niega la importancia de la influencia del Estas consideraciones, (ofrecidas para indicar la crisis de la noción
inconsciente. Más o menos es ésta la línea de lo que Wyss (1973, pp. de conciencia) subrayan la necesidad de discutir el difícil problema
546-550) llama la psicología profunda, de orientación católica (Caruso, antropológico de la relación entre consciente e inconsciente. Por una
Daim, Frankl). parte, la ciencia del inconsciente pone en discusión al ser consciente
Está claro, que el hombre no puede verse reducido sólo a su in- como si sólo fuera un prejuicio o una mentira. Por otra, como señala
consciente, pero tampoco parece ser cierta, una antropología que re- Ricoeur, (1974, p. 100) no se puede conocer el inconsciente a partir
duzca toda la actividad psíquica al consciente. Los hechos, las obser- de aquello que conocemos sobre el consciente o el preconsciente. Es
por tanto necesario «... replantear y dar nuevas bases al concepto de
3. El lector que estuviera menos interesado en algunas consideraciones filosó-
conciencia para que el inconsciente pueda ser su otro, y la conciencia
ficas fundamentales de esta presentación puede omitir la presente sección y pasar pueda ser adecuada para el tipo de otro que nosotros llamamos el
directamente a sus conclusiones en la sección 6. 3. 5. inconsciente.» (Ricoeur, op.cit., p. 100).

80 81
De aquí se sigue la utilidad de una discusión antropológica sobre
la dialéctica entre consciente e inconsciente. Esta utilidad puede estar ex.i~tencia» (op.cit.: p. XV)4. p.Ol' lo ~u~ se. refiere al inconsciente, Ey
utIlIza como paradIgma de la vIda pSIqUlca l11consciente la '.
ejemplificada por varias preguntas que se pueden enlazar a dicha dis- comun , de 1os suenas.
- , eXperIenCIa
cusión, como por ejemplo: ¿Qué visión del hombre puede ser posible?
¿Cómo tiene que ser el hombre para poder asumir la responsabilidad . La relación
. del
,. serl'd
consciente e inconsciente es la de la I'ncl USIon.
" . e1
l11COnSCIente esta l11C Ul o, está dotado por el consciente de 1 f .
de un pensamiento maduro y a la vez ser susceptible de más o menos d '1 . El . . a Olma
e es:e u tImo. InCOnscIente
. . forma
. parte del ser consciente', el ser
serias limitaciones hasta el punto de alcanzar una enfermedad mental? consCI~nte posee,. tIene un Incon,~CIente, ya que este último es creación
¿Cómo es posible que el hombre esté obligado, por su humanidad, a y p:opleda4 del prImero (op.cit., p. 338). Con esto no se pretende reducir
luchar para tener una mayor conciencia y al mismo tiempo estar más al InconSCIente
o menos obligado a quedarse como producto de una energía psíquica . , d 1 a ser . sólo una cosa. Por el contrario,see le consl'd
ra .
una reglO n e. a pSIque, con unos límites fijados por el ser consciente
inconsciente?, dicho de otra manera, ¿Cómo es posible esta paradoja el cual1~ contIene} -en. este modo- 10 delimita como inconsciente.
de responsabilidad y fragilidad en el hombre? ¿Cuál es la influencia El con~clente contIene al Inconsciente, como otro yo.
del inconsciente sobre la apertura hacia los valores y sobre la libertad . ¿Com~ acontece esta creación del inconsciente? El ser consciente crea
que es su presupuesto? ¿Cuál es la influencia que la interacción, entre a~,InCO~Sclente, asumi~ndo as! s~ «propiedad» por medio de la repre-
consciente e inconsciente, en el hombre concreto, ejercita sobre el SIO? Mlen!raS se const~t~ye a SI mzsm?: el ser consciente rechaza, reprime
discernimiento de espíritus? al InC~~ScIente y 10 sItua en su reglan interna. Existen dos modos de
Son preguntas muy difíciles, a las que, obviamente, no se puede repreSlon corres~ondientes a la doble estructura del ser consciente (pp.
dar una respuesta adecuada y exhaustiva. Sin embargo, merece la pena 334-337): E? 'prImer luga~, el ser consciente está regulado por la ley,
hacerlas y ver algunas tentativas de respuesta por parte de diferentes por el prInCIpIo. d~ la realIdad, de la objetividad, de lo que percibimos
autores. c?mo. real y O?Jetlvo: por eso, puede entrar en «la conciencia». Aquí
Ofrecemos la contribución de tres pensadores (Ey, Ricoeur, y K. s.olo tIene cabIda aquello que esté subordinado al principio de la rea-
Wojty1a) que han aportado elementos más o menos convergentes para hdad:. en otro caso queda ~xcluído con la represión. Esta represión,
una mejor comprensión del problema. No es posible sintetizar aquí la por ejemplo es la de los suenas y los estados de psicosis agudas.
contribución amplia de estos autores; por tanto nos limitaremos a re-
coger los puntos pertinentes para nuestra discusión, aconsejando a los 4. Es~a posición de Ey sobre el consciente. pa:-ece análoga a la de Lonergan
(~ns/~ht, 1958, p. 320ss.). Para Lonergan, conClenCla (coIISciousness) es una cons-
lectores las obras originales. cIencIa (awal'eness) mmanente a los actos de ver, de sentir de imaginar de t
. (. . h ) " ener
«comp~enslO~es» 1t1Sl:I,g ts, etc. Véase que se trata de una respuesta no sólo a los
contemdos, smo tamblen a los actos; aSÍ, por ejemplo, el acto de ver no es sólo una
6.3.2. Henri Ey respuesta al cont.enido o estímulo del color, sino también una respuesta que consiste
en. hacerse conscIente del estÚllulo color; lo mismo se diga para oír y sonido, imaginar
En el prefacio a la traducción inglesa (1978) de la segunda edición e l:n~gen, et.c. Por .10 tanto, nuestros actos conscientes se diferencian de los acon-
francesa de su publicación <<La conscience», Ey escribe: «ser consciente teCImIentos mconsclent~s corr:o, por ejemplo, los procesos biológicos de nuestro
cuerp?; de hecho, a dlferenCla de los acontecimientos inconscientes, en los actos
y ser inconsciente son dos formas complementarias de la estructura conSCIentes se p~~de llegar a ser consciente de la consciencia que es inmanente a
ontológica de ... cada ser humano» (p. XIX) y, «el sentido de la exis- los actos cognoscltlvos (p. 321).
tencia ... consiste en subordinar el inconsciente ... a los modos de llegar Además: para Lonergan, la concien.cia de los actos conscientes, está ligada a la
a ser consciente». de los motivos, de los «deseaD> conscIentes porque de la conciencia de los actos
emerge la concie~cia ~el yo, del «self» que es el elemento que unifica los diferente~
Para él, no se puede describir la conciencia (<<consciousness») como actos de ver, de llnagmar, etc.; la conciencia precede y lleva a la autoconciencia. Y
un objeto o como una máquina; ni como una función, porque esto el ~o que se va fo:-mando en n~sotros, se convierte en el punto de estabilidad que
equivaldría a negarlo. «El ser consciente y el hacerse consciente cons- actua como org~mzador y coml.enza a establecer su jerarquía de necesidades, de
tituyen la forma, la legalidad de la experiencia vivida y de la posible valores y de actitudes (cE. este hbro en la sección 7.2.) (Para los cuatro niveles de
conciencia cf. en este libro pp. 130-132).

82
83
mi

La segunda forma de represión depende del hecho de que el ser consc~ente está constituído por las derivaciones de los instintos y del
consciente está regulado por la ley de la propia identidad y de la propia conSClente.
autonomía. Esta segunda manera de ser conscientes es diferente de la ~s importante ~:salt~r l~ (unción ejercida por el lenguaje, hablado o
primera ya que considera no algo que intenta entrar dentro de la ex- escnto, en la relaclOn dla1ectlca entre consciente e inconsciente. Esta
periencia del ser consciente, sino la experiencia de ser alguien con su se correspo?de con el tema de la vocación cristiana que también se
identidad. En el primer modo, el inconsciente está excluído del espacio pue~e c0r:-slderar ~omo un .d.iálogo .. De~pués de todo, el lenguaje es el
de propiedad del ser consciente, en el segundo, el inconsciente está an.;-blente 111termedlo, el «mtlleur» slmbolico de todas las relaciones del
condenado a ser «el otro yo» que no puede estar dentro o formar parte s~leto. Como ~a subrayaba Freud, aunque el lenguaje pertenezca esen-
del dominio consciente de la persona, del «self» (Freud se refería sobre c~a1mente
1 d
al SIstema «consciente-preconsciente» sin embargo impli
.., ca
todo a esta segunda situación). Por ejemplo, cuando una persona escoge 111ve es e orga111zacl0n que representan la conjunción y articulación
vocación religiosa, todo lo que se oponga a sus deseos, a sus «ideales» entre el ser consciente e inconsciente.
es rechazado, se reprime como algo que no debe existir, ya que afecta El ~ombre, cuando es un niño se hace consciente en y a través de
a la deseada identidad vocacional. Se da una censura moral que lo las funcIones d.ellenguaje. Refiriéndose a Benveniste, Ey (p. 368) afirma
excluye. Este imperativo categórico del ser consciente acaba con el otro ~ue. e~ ler:-gual~ se halla suspendido entre un sistema intencional e
yo que es inaceptable (como ideal propio), aunque lo deja subsistir en l,n~t1nt1vo lr:-fra~.I?g.Üístico que el lenguaje expresa y un sistema lógicl'
su examen de conciencia como aquel otro que la persona, el «self» se e~~co supra1~ngUlstlco, ~uya ley proclama. Por ejemplo la palabra «agre-
siente culpable de desear ser, y por el que el «self» ha permitido ser sl~n» se. refIere a un .slstema .mo:al. que proclama la no violencia, y al
tentado e incluso poseído. mIsmo tle~po es un SIstema «1l1st111t1vo» del que expresa una necesidad.
De lo dicho sigue una imagen dialéctica de la relación consciente- Esta ?uahdad o~rece la. posibilidad de oposición o convergencia del
incollSciente. El hombre se caracteriza, no por el hecho de «que él es conscIente y del 111conSClente en el lenguaje.
consciente», sino porque ~~él tiene un inconsciente» (p. 339). Ambos, La exposic~ón .sintética y parcial de las ideas de Ey sugieren im-
consciente e inconsciente, mantienen una relación dinámica y vital que portantes tmplzcactones en la concepción del hombre. Ante todo la con-
constituye la organización de la vida psíquica del hombre. cepci~~?e Freud de la primada del inconsciente ha sido sustituída por
«Tener» inconsciente supone que el hecho de ser consciente, no es una VlSlon de la persona humana como criatura fundamentalmente bi-
la totalidad de la vida psíquica, y que el inconsciente no es sólo un ser polar, en la que uno de los polos apunta hacia «el consciente-la razón-
negativo, una sombra que desaparece a la luz del consciente. la tra~cend~nci.a», y el otro es determinado por los conceptos de ~~in­
Pero, la relación inconsciente-consciente no es simétrica, no es una consClente-111:t1r:-t~-~utomatismo» (pp. 377-378). Por eso la psique hu-
relación de reciprocidad o de probabilidad equipotencial. Además los mana no esta dIVIdIda en dos partes sino que presenta fundamenta1-
fenómenos que tienen lugar en el inconsciente y en el consciente no ~ente ~na organización bipolar. En segundo lugar, consciente e
forman dos series completamente reversibles en la estructura y orga- 111consclente no pueden estar separados de manera radical en los diversos
nización de la persona. En la globalidad de la persona, el consciente y actos, pens~miento~ o ideales del ser humano. En los niveles más pro-
el inconsciente, son dos subtotalidades subordinadas una a la otra. Ey fundos, del 111conSClente el consciente no desaparece' en las formas más
se refiere a la contribución de Ricoeur sobre el sentido de esa subor- altas de pensamiento, el inconsciente no está excluído.
dinación, que será tratado en el siguiente apartado. En todo caso Ey En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, el hombre está
rechaza la doctrina de Freud, que subraya la omnipotencia del in- expuesto. a la luc~a en su vida psíquica. Esta vida psíquica implica la
consciente reduciendo al consciente a una «pobre criatura» que existe constan~ta o~tológtca de una dialéctica que está en la base de las opciones
como una precaria, artificial y astuta línea de defensa contra el in- y expenenClas del hombre. Ideas análogas han sido expresadas por
consciente, como si fuera sólo una sombra o un reflejo del inconsciente. R~lla (1971, 1978a). En una línea de pensamiento paralela Ricoeur
Es más, para Ey el inconsciente se constituye por la organización del aflr~a C).u~ ?inguna región de la existencia humana escapa a la «cat-
ser consciente que lo reprime y da forma a sus instintos. Así, el in- hexls» hbld111al de amor y odio (1970, p. 507). Por tanto, no existen

85
~enor~1Ína objeti~~ ya que implica una relación con las reglas del análisis
esferas en la psique libres de conflictos. Pienso, que estas afirmaciones
e la InterpretacIOn,
. de la hermenéutica'' en vez de una r e1aCIon . , con 1a'
de Ey y Ricoeur se pueden aceptar, aunque haciendo una distinción
persona, ~ analIsta. Po~ 10 tanto, es una relatividad constituida en la
d 1
entre «conflictos» que son centrales y los que no los son, es decir, entre
hermeneutIca
1 b' ,y.por medIO de
.ella'
' es la relatividad epI'stemol'ogIca
. entre
oposiciones dialécticas de la psique que son importantes para la vida
e o Jeto PS!qUlCO descubrerto y la constelación hermenéutica com-
de la persona y oposiciones que no lo son. Esta distinción deriva del
~~esta por SIntomas, ~or mo~elos interpretativos y por el método ana-
concepto de «centralidad» que será discutido más adelante.
lItlco. El c~n~epto de InCOnS~Iente y su realidad empírica se constituyen
en ~l mO~Imlent? por medIo del cual los «derivados» retornan a su
6.3.3. Paul Ricoeur «OrIgen» InCOnSCIente .
. En segundo lugar, ~~iste ~na relatividad que deriva de la primera
Muchas de las ideas expresadas por Ey están presentes en el pen- Ri~oeur la llama «relatlvldad Intersubjetiva» o interpersonal. Se carac~
samiento de Ricoeur; de hecho, Ey se refiere en parte al análisis de ~erIza p.orque .los hecho~ q?e el análisis, la hermenéutica atribuye al
éste. Sobre todo, en el tema de la dialéctica consciente-inconsciente, Incor:sc~e?-te tIenen ~n sIgnifIc~do para otro, el paciente, que confirma
que es lo que nos interesa en este estudio. Aquí nos limitaremos pre- los sIgnIfrcado~, las Int~rpr~ta.cIones que el analista ha elaborado para
cisamente a este aspecto de la aportación de Ricoeur. y sobre. el paCIente. ASI .el eXIt? de la terapia puede garantizar que el
En su publicación (1974), anteriormente citada, después de relatar InCOnSCIente .n~ es una InVenCIÓn del psicoanálisis en un sentido pu-
la crisis de la noción de «conciencia» determinada por la ciencia del r~mente sU?Jetlvo;. aunque lo, ~ismo se puede decir si las interpreta-
inconsciente (cf. sección 6.3.1), Ricoeur afronta el problema de la dia- CIOnes del InC~n~cIente son utiles para la predicción o «explicación»
léctica entre consciente e inconsciente. de l~s ~contecImIentos. Véase sobre esto último los resultados de las
La necesidad de revisar el concepto de «conciencia» lleva a Ricoeur predIccIOnes concernientes a la vida vocacional (Rulla Ridick 1m d
a examinar la validez de un realismo del inconsciente. Para ello no sigue 1976, ~ap. 9 y Rulla, Ridick, Imoda, 1977, cap.9).' , o a,
el método de una crítica fenomenológica, sino el de una crítica epis- A~I, no se deb~ ver al inconsciente como una realidad fantasiosa
temológica, en el sentido de Kant: es decir, a través de la «deducción q~e t:ene la capaclda.d extraordinaria de pensar en lugar de la con-
trascendental» (op. cit., p. 103) cuya tarea es justificar el uso de un CIenCIa, del se.r .consclente; el inconsciente no piensa. El inconsciente
concepto según su capacidad de organizar un campo nuevo de obje- debe ser relatlvlz~do, ~o.mo se ha visto. Pero de la misma manera, él
tividad e inteligibilidad. Ricoeur llega a la conclusión «... que el in- se pare~e.a un o~Jeto frsICO cuya realidad es relativa al conjunto de los
consciente existe, y es tan real como los objetos físicos; sin embargo, procedImIentos ~Ientíficos por los que llegamos a conocerlo. El análisis
su existencia es relativa a sus «derivados» que lo representan y lo hacen d~~ende de la mIsma «aproximación racional» de las ciencias naturales
aparecer en el campo de la conciencia» (ibid., p. 106)'. (tbtd., p. 107).
Esta afirmación merecería una elaboración. La realidad del incons- Tratando .de la «concit;ncia», de~ ~er consciente, Ricoeur, que siguió
ciente puede ser conocida por medio de sus «derivados», de sus re- a Freud al afIrmar el r~ahsmo .empmco del inconsciente, se separa de
presentaciones, de sus productos presentes en las ideas, palabras, ac- F:eud para ~l que el InCOnSCIente era sólo un «área» de la psique.
ciones y omisiones de la persona. Pero esta realidad es relativa, ¿en Ricoeu: concI~e el ser consciente en el cuadro de una relación dialéctica
qué sentido? Para los adversarios de la psicología profunda, se trata de con el InCOnSCIente. Dos preguntas dan sentido a esta dialéctica (1974
la relatividad respecto a la persona del terapeuta, del analista; es decir, pp. 108:109); ¿Cuál es el significado del inconsciente para el hombr~
el inconsciente no es más que la proyección del terapeuta con la com- que e~ta llamado a ser consciente? ¿Qué significa esta tarea de «ser
plicidad de su paciente. conSCIente» para un sujeto que está ligado en algún modo a factores
Ricoeur, sin embargo, presenta dos tipos de relatividad (op. cit., pp. c?mo, repetIrse en su comportamiento y también la regresión, depen-
106-107) muy distintos. En primer lugar existe una relatividad que dIentes en gran parte del .inconsciente? El trabajo de dar respuesta a
estas preguntas lleva a Ricoeur una larga investigación que ha sido
5. Nótese la semejanza con el pensamiento de Ey.

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ITiiiTiii"'WiiiTiii~iii~ili7i1iWili'""iIi'TiIi~'iIi""iliFiIi'ii' = _____________
iiii""'iiTii"'iiPii7ii'ii7ili7iliZili'iliZ5ili"_'iliPg¡¡I_ __ _ ~_~ __
~~l_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

presentada en su libro «Freud and philosophy» (1970, pp. 419-524) Y permanecen escondidos en aquella, de modo que existe una interfe-
en el citado artículo de 1974 (pp. 108-120). Sintetizaremos de manera rencia entre deseo e intencionalidad.
incompleta alguno de sus argumentos, limitándonos a los que tienen Según Ey, (1978) es más adecuado decir que esta segunda ley hace
más relación con el tema propuesto. de la manifestación una expresión de alguien más que de algo. Este
Ricoeur rechaza la psicología de la «conciencia», del ser consciente, alguien es el hombre adulto, el cual se hace adulto, se hace consciente
propuesta por Hartmann (v.g., 1958) y otros. Para Ricoeur esta psi- sólo porque se hace capaz de nuevos y cruciales «significadores» (<<key-
cología, que elabora la noción de «conciencia» sobre la base de «una signifers». Ricoeur, 1974, pp. 109-110), de nuevos indicadores de sig-
esfera libre de conflictos» (es decir, de una parte de la psique que no nificado, de nuevos símbolos, que son similares a los momentos del
ha sido influenciada por un inconsciente conflictivo), es una psicología espíritu de la fenomenología hegeliana, que regulan esferas de signifi-
introspectiva de auto-presencia y auto-certeza inmediata. cados que son irreductibles a los símbolos y a la hermenéutica freudiana.
Para él (1970, p. 462), por el contrario, ser consciente no es algo Dicho de otra manera, la fenomenología de la mente en su desarrollo
que se nos ha dado, sino conquistado, es la tarea de poner en acción, produce una nueva hermenéutica, un nuevo sistema de interpretaciones,
de «reelaborar» todas las fuerzas psíquicas relevantes. Ricoeur, sigue a significados, símbolos que no pertenecen a la hermenéutica de Freud
Hegel (1961), y propone un método ligado a la fenomenología, no de (Ricoeur, 1970, pp. 462-465). Y, como se ha dicho, el desarrollo de la
la conciencia, del ser consciente, sino del espíritu, de la mente. Ricoeur conciencia, del ser consciente acontece en el encuentro de estos dos
hace una descripción de las figuras, categorías o símbolos que llevan sistemas de interpretación; encuentro que es posible porque, según
el proceso de desarrollo a través de la línea de una progresiva síntesis6 • Ricoeur (1970) el pensamiento de Freud es una arqueología del sujeto,
Para Ricoeur el desarrollo del ser consciente tiene lugar en el punto de algo ligado a su pasado que implica necesariamente, aunque no explí-
encuentro de dos sistemas de interpretación, de dos hermenéuticas: citamente una teleología que se mueva hacia adelante, hacia el futuro,
una arqueológica, de vuelta al pasado, la otra teleológica que aspira al hacia algo que vendrá después.
futuro. Lo explicamos. Presentando esta contribución de Hegel, Ricoeur no quiere resta-
El hombre no puede vivir cerrado, no puede permanecer limitado blecer, reconstruir en su integridad la fenomenología del espíritu tal
en un mundo infantil. Cierto, que el hombre ha sido un niño y puede como esta fue escrita hace más de un siglo, quiere sólo utilizarla como
permanecer como tal, pero no se puede reducir al hombre a ser sólo guía en los dos temas que la caracterizaron fundamentalmente.
expresión de la vida «vegetativa» o «animal» de la infancia. La regla El primer tema se refiere a la forma de la dialéctica de HegeF. Es
de la manifestación (<<representation» en inglés), de la expresión del una dialéctica que es un movimiento progresivo de síntesis, en contraste
deseo no permite a uno permanecer limitado como un niño. con el movimiento de análisis que caracteriza al psicoanálisis. En la
En una antropología concreta, dice Ricoeur (1970, pp. 457-458), fenomenología hegeliana, cada símbolo o figura recibe su significado,
toda manifestación, toda «representation», sigue dos leyes de expre- la verdad, de la figura o del símbolo ulterior. Cada figura está tomada,
sividad, y no obedece sólo a la ley de intencionalidad (del dirigirse conservada y elevada en la figura siguiente. Por tanto, el significado
activamente hacia un objeto que sería sólo la expresión de algo); se rige que sigue esta inmanente en cada uno de sus momentos anteriores.
también según otra ley que la hace ser expresión de vida, de existencia El segundo tema mira al contenido, y está gobernado por el primero.
y por tanto de esfuerzo, deseo o aspiración. En el primer caso, la relación Esta segunda característica se puede describir como sigue: 10 que está
intencional está regulada por los objetos que se manifiestan en aquella en juego en la dialéctica de los símbolos, de las figuras, es la formación
intencionalidad, en el segundo caso por una exégesis de los deseos que del self o Yo (selbst), el self de la autoconciencia, de ser consciente de
sí mismo, el self de la «razón». Entonces, la síntesis progresiva del
6. Nótese que para Hegel «espíritu» (Geist) o mente es el movimiento, la
dialéctica de estas figuras, símbolos (Ricoeur, 1970, pp. 462-463). Además, para 7. Téngase en cuenta que en Hegel la forma de la dialéctica no puede ser
Hegel, «conciencia», antes de llegar a ser auto-conciencia, «denota simplemente que separada de su contenido porque en el método dialéctico la forma es el movimiento
no es reflejamente consciente de sÍ» (Ibid, p. 464). del contenido mismo.

88 89
primer tema es inseparable de la producción y emergencia del sel/, de añadiría yo en su vocación cristiana. Estas realizaciones del hombre
la persona, del Yo. no son sólo o prevalentemente, una proyección del poder simbolizant~
Además el hacerse consciente, alcanzar la autoconciencia comporta que emerge de la interpretación psicoanalítica.
el observar que existe una diferencia, reconocer que existe otra cosa o En tercer lugar, una antropología filosófica debe buscar una res-
persona que no soy yo, y que por tanto, es un objeto para mí. puesta a la pregunta siguiente: ¿cuál es la relación de esta dialéctica de
De aquí se sigue o bien una duplicación de la conciencia en dos los dos sistemas hermenéuticos y de los dos modos de simbolizar con
conciencias rivales, la conciencia del objeto y la auto-conciencia, o el la dialéctica entre el consciente y el inconsciente? '
movimiento hacia la verdad, que es un movimiento recurrente en el Se puede responder a la pregunta considerándola desde la pers-
hombre. Se puede decir que auto-conciencia es deseo por la verdad, y pectiva de la oposición, de la dialéctica entre consciente e inconsciente
este deseo es infinito. Existe por tanto, en el hombre una inquietud, y, decir, que esta dialéctica se expresa en las dos opuestas hermenéuticas,
una intranquilidad (unruhigkeit) de vida, que no se define en primer en las dos interpretaciones: regresiva y progresiva. El consciente, el
lugar como pulsiones, sino como no coincidencia, como diferencia del «espíritu», tiene su significado en las figuras, en los símbolos que siguen;
otro respecto a mí (Ricoeur, 1970, pp. 465-466). es un movimiento que tiende a superarse, a trascenderse. Y que sólo
Del trabajo de Ricoeur aquí presentado, ¿cuáles son los significados se halla seguro al final, el inconsciente, por el contrario, tiene su in-
posibles para la antropología filosófica? teligibilidad en los símbolos, en las figuras que le preceden, en sentido
Nótese que Ricoeur (de la misma manera que Ey) ve en la dialéctica
temporal, o en sentido metafórico. El hombre es una criatura arrastrada
hegeliana un modelo teleológico de ser consciente, una teoría de Be-
detrás de su pasado más o menos infantil. En general, el consciente es
wusstsein (ser consciente) o de Bewusstwerden (hacerse consciente), y
el reino de lo último del futuro. El inconsciente es reino de lo primordial,
conecta la «esta conciencia psicológica» a la «conciencia moral» o con-
del pasado. El consciente es historia en su desarrollo hacia el futuro
ciencia (gewissen). Existe en el hombre una dialéctica consciente hacia
lo que está por suceder; el inconsciente es el hado, el destino de l~
el infinito. primera edad, de la infancia, de la adolescencia. El hado de los símbolos
En segundo lugar, una antropología filosófica debe tener en con-
que tienden a repetirse sin fin.
sideración dos sistemas de interpretación, de hermenéutica, y dos modos
de simbolización (1974, pp. 117-119 Y 1970, libro III passim). Ricoeur lanza la pregunta de si existe una identidad de las dos
De los dos tipos de hermenéutica, uno está orientado para llevar a hermenéuticas, una identidad fundamental que haga posible decir que
la superficie símbolos arcaicos, de un período precedente en la vida de la fenomenología del espíritu y la arqueología del inconsciente tratan,
la persona; esta es la tarea de la psicología profunda. El segundo tipo no de las dos mitades del hombre, sino cada una del hombre en su
está orientado hacia nuevos símbolos y figuras ascendentes que, emer- totalidad. Esta pregunta se deja sin respuesta.
gen absorbidos después en el estadio final, que como en la Fenome- En cuarto lugar, se puede hacer una pregunta antropológica que
nología del Espíritu, no es ya un símbolo o una figura, sino conocimiento. considere los dos modos del simbolismo: el progresivo, abierto al futuro,
A estos dos sistemas de la interpretación de los símbolos corres- a lo último, propio del consciente, y el regresivo, ligado al pasado, a
ponden una dualidad en los símbolos mismos, es decir, dos modos de lo primordial propio del inconsciente. Entonces, ¿es posible identificar
simbolizar. En cierta manera, cada símbolo posee dos vectores. Por una dialécticas específicas, entre las estructuras psíquicas de la persona que
parte, el símbolo repite nuestra infancia; se trata de una repetición del corresponden a las características concretas de estos dos modos? Parece
significado temporal o atemporal de las palabras. Por otra, el símbolo que sí. Como se verá más adelante (d. 8.5.3), la primera forma de
explora nuestra vida de adultos. Esto representa también, indirecta- simbolizar sería característica de lo que en precedentes publicaciones
mente, de modo prospectivo nuestras posibilidades más radicales para (Rulla, 1971, Rulla, Ridick, Imada, 1976), han sido identificadas como
el futuro. Estas posibilidades son las «imágenes», los símbolos del hom- dialéctica del self, del Yo. Estos son prevalentemente libres de las
bre que se hace adulto y expresa sus posibilidades en las estructuras regresiones del inconsciente. La segunda manera de simbolizar estaría
objetivas de las instituciones, monumentos, obras de arte, cultura y ligada a dialécticas relacionadas con el inconsciente. Las primeras serán

90 91
consideradas consistencias no defensivas y las segundas, consistencia El estudio de la dinámica de la persona y de sus actos, exige sobre
defensiva e inconsistencias inconscientes. todo discernir « ... que una cosa es ser el sujeto y otra ser conocido (es
En quinto lugar, encontramos el problema de la subordinación del decir, objetivado) como el sujeto; también es diferente, experimentarse
inconsciente al consciente. Ricoeur, al final de una dilatada y larga a sí mismo como el sujeto de sus propios actos y experiencias» (op. cit.,
lectura de Freud, demuestra que la teleología del sujeto no puede tolerar p. 44). El ser sujeto, es el sujeto desde el punto de vista ontológico.
su arqueología. Indica que no es posible pasar de los sueños a lo sublime El ser conocido significa la autoconciencia en la que el hombre está
por medio de una teoría de sublimación de la existencia que vincule presente como objeto de conocimiento; para este auto-conocimiento,
la existencia a su embriología. Ricoeur afirma, que el organismo psíquico la persona tiene un contacto objetivo consigo misma y con las propias
es muy diferente al biológico. Aunque, el embrión a partir del cual, el acciones, esto es, objetiviza sus acciones en relación con su persona;
individuo se ha desarrollado, permanece en sus estructuras; de hecho así el hombre es consciente de sí mismo y de sus acciones. El auto-
las exigencias de la vida y el deseo permanecen en la psique, pero estos conocimiento consiste «en la comprensión de la propia persona (o sel/J
se integran en el proceso de auto construcción del hombre, en el que y se refiere a un tipo de penetración cognoscitiva dentro del objeto,
el mismo aspira a su libertad al adaptarse a la ley de la razón. Pero, que soy yo para mí mismo» (ibid., p. 36).
como se verá, la libertad del consciente-razón está limitada en parte. Este autoconocimiento es la base y contribuye a la formación de la
De todos modos, queda desmentida la doctrina freudiana de una in- autoconciencia (op. cit., pp. 38-39). El autoconocimiento está cercano a
mersión del ser psíquico en el inconsciente, de una subordinación al conciencia (consciousness) porque se interesa por el sujeto, por la persona
mismo. (ego o sel/J, permaneciendo ambas, en una íntima unión subjetiva. Aunque
En sexto lugar, sería mejor distanciarse de la empresa de Ricoeur, son diferentes. Mientras que el autoconocimiento objetiviza a las personas,
al menos en el sentido de que no se la puede considerar como una ya que tiene en cuenta su existencia y actuación, la conciencia no tiene
aplicación de la «Fenomenología del Espíritu» de Hegel a los problemas esa función objetivadora. Entonces, ¿cuáles son las funciones que carac-
del inconsciente. Como dice Heidegger (1980): «La Fenomenología» terizan la conciencia? Para el cardenal Wojtyla son dos:
-ya se refiera al tema o al método, y sobre todo, por el interrogante 1) la función de reflejar, de reproducir (to mirror) aquello que ya
fundamental y por su intención - no tiene nada que ver con una fe- ha sido conocido en el conocimiento: «Conciencia es, por así decirlo,
nomenología del ser consciente en el sentido actual, en el sentido de el darse cuenta de 10 que ya ha estado constituído y comprendido»
Husserl» (p. 40). (ibid., p. 32); es la función de iluminar y profundizar lo que se ha
Sin embargo, parece que la posición de Ricoeur se pueda utilizar conocido. Es como mantener los objetos y sus significados cognoscitivos
para explicar las funciones del inconsciente sobre el consciente. a la luz, en el campo real de la conciencia.
2) La segunda función, es la de «reflexión» (reflexiveness) o, de
experimentar, de tener la experiencia de la relación de mis acciones
6.3.4. El cardenal Karol Wojtyla conmigo mismo, como persona. Con estas dos funciones la conciencia
nos permite tener, tanto una visión interna de nuestras propias acciones
El cardenal Wojty1a, discute el problema de la dialéctica consciente- y de su dependencia dinámica de la persona, como experimentar estas
inconsciente en su libro The Acting Person (1979a). Es una obra de acciones como acciones y como nuestras propias acciones. Así la con-
antropología filosófica, que usa el método fenomenológico de aferrar, ciencia subjetiviza todo lo que constituye el «mundo» objetivo, inten-
de volver a la «cosa en sí misma» (Zurück zum Gegenstand), y que cional de la persona: «de hecho, la función esencial de la conciencia
quiere conocer 10 que es la persona humana a través de sus acciones es formar la experiencia vivida por el hombre, para permitirle expe-
(op. cit., pp. XIII-XIV). Aquí nos limitaremos a algunos aspectos de rimentar, de manera especial, su propia subjetividad» (op. cit., p. 42).
su obra, a los elementos que son pertinentes a nuestra cuestión. Re- Cuanto se ha expuesto sobre el autoconocimiento y la autocon-
mitiendo al lector al trabajo original para una mayor comprensión del ciencia, explica su relación: «la conciencia es el fundamento sobre el
mismo. cual, la persona, manifestándose en toda su objetividad (como objeto

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93
de auto conocimiento), vive al mismo tiempo interiormente, en toda la 5lue penetran profundamente en la relación total persona-acción y es un
plenitud, su propia subjetividad» (op. cit.) p. 42, cursiva nuestra). El unportante aspecto de esta relación (ibld.) p. 30). Después de todo el
hombre debe a la conciencia la subjetivación de lo objetivos. hombre no sólo obra conscientemente, sino que también es consci:nte
¿Cuáles son las funciones de la conciencia concebida de este modo, tanto de que él actúa, como que es él mismo el que actúa; por tanto el
las funciones que esta realiza ya sea en el actuar) o en la existencia general hombre tiene la conciencia de la acción y de la persona en su relación
de la persona? El cardenal Wojtyla enumera bastantes, aquí nos limi- dinámica. La conciencia acompaña a la acción cuando ésta empieza, se
taremos a algunas. desarrolla; pero además, refleja la acción cuando ésta última ha acabado.
La conciencia es una condición necesaria de la acción voluntaria. Para El hecho de que la conciencia penetre toda la relación entre la
comprender esta función y separarla de otras, es necesario, distinguir persona y su acción, los modela específicamente, no y así... no estaba
«el obrar conscientemente» (actt'ng consciously) de la «conciencia del completamente ignorado en la concepción tradicional de «acto hu-
obrar» (the conciousness of acting). Esta distinción está ligada al hecho mano»; pero su presentación era vaga e implícita (op. cit.) p. 30). La
de que «consciente» y «conciencia» tienen dos diferentes aplicaciones: concepción de «actus humanus» estaba ligada a un punto de vista
pueden ser utilizadas como atributos o como sustantivos. El primer metafísico, por el que la conciencia estaba vista, como algo incorporado
caso se refiere al actuar conscientemente; el segundo, cuando son usadas o subordinado a las acciones y al ser del hombre, a la esencia de su
como nombre, que puede ser o la persona o el sujeto, se refiere a la naturaleza racional. Aunque el hombre existiese o actuase consciente-
conciencia del obrar. mente, este ser y actuar no tenía un origen específico en la conciencia.
«Cuando se habla de actuar conscientemente -sin subrayar la con- No obstante, decir que ser y actuar están ligados a la conciencia no se
ciencia del actuar- ponemos de relieve sólo el acto, su propiedad cons- puede aceptar, más aún se está decididamente contra toda tendencia
titutiva que se enlaza con el conocimiento. Lo que se significa aquí es el de atribuir un significado absoluto a la conciencia. Aunque se subraya
tipo de conocimiento que hace el acto voluntario, es decir, que se realiza que la conciencia constituye un aspecto específico y único de la acción
según la voluntad; la actividad normal de la voluntad presupone de hecho, humana. En las palabras del cardenal Wojtyla: « ... en el enfoque es-
la objetivación cognoscitiva» (The Acting person) p. 29). Y en este sentido, colástico, el aspecto de la conciencia estaba en parte, implícito y oculto
la «conciencia» queda incorporada, por así decirlo, en el «voluntarium», en la «racionalidad» (esto se refiere a las definiciones: homo est animal
en el dinamismo de la voluntad humana; y la interpretación tradicional rationale y persona est rationalis naturae indivldua substantia), por otra
de acción como acto humano, implica precisamente conciencia en el estaba contenido en la voluntad, (entendida como appetitus rationalis)
sentido de atributo: «humano» es equivalente a actuar conscientemente. y expresada como voluntarius. La tarea propuesta en esta investigación
La segunda función de la conciencia para la vida de la persona, es la es, por el contrario, la de ir más allá y «explicar» los aspectos de la
de devolver al hombre la capacidad de vivir la existencia (Erlebnisse en conciencia, exponer la conciencia como aspecto esencial y constitutivo
alemán) y modelar así a la persona y sus actos de modo específico. Esta de toda la estructura dinámica de la persona agente» (ibid.) p. 30-31)9.
función está ligada a la conciencia considerada, no como atributo, sino Existe una tercera función existencial de la conciencia que está
como sustantivo. No considera, por tanto, «el actuar conscientemente» estrechamente ligada a la segunda. Como se ha visto, la conciencia hace
(acting consciously) sino que se concentra sobre la «conciencia del actuar»
(the consciouness of acting) manifestando así su relación dinámica con toda 9. Conviene subrayar que la posición de! cardenal Wojtyla sobre la conciencia
la persona y con sus actos. En este sentido, la conciencia no sólo refleja permite superar la oposición entre las dos principales tendencias de la filosofía
contemporánea: la que subraya la conciencia subjetiva, y la que por e! contrario insiste
la existencia y actuación de la persona, sino que las modela de manera
en e! ser objetivo (¡bid. p. 19). En otras palabras, la conciencia no debe ser entendida
como cerrada en sí mima (concepción idealista), ni asimilada a la natlll'aleza físico-
8. Nótese la diferencia entre reflexión (en cuanto «reflexivenes») de la con- biológica (concepción materialista), sino inserta en e! dinamismo vivo de las personas.
ciencia y reflexión entendida como tomar conocimiento de los propios actos de Además hay que notar la diferencia con la fenomenología clásica: la conciencia no
pensar. La reflexión de la conciencia hace surgir, la subjetividad de la persona que es constitutiva de los objetos de la experiencia, sino que se limita a reflejar, subje-
experimenta) dirige todo hacia e! sujeto y consigue que la persona se experimente tivizar, etc., lo que ha sido ya conocido por las demás operaciones intencionales de
a sí misma como sujeto. la persona (p. 32); por lo tanto, no constituye e! ser en sentido idealista (p. 46).

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aparecer la subjetividad de la persona; ésta «penetra el sujeto consti- Así, se rechaza la tesis por la que era suficiente, tener una experiencia
tuyéndolo experimentalmente cada vez que una experiencia tiene lugar» de los valores, basada en su integración con los propios sentimientos
(ibid., p. 47). Es en el experimentarse en la acción, «como quien actúa, (jeelings) en la conciencia. En realidad, la integración de la persona en
como autor subjetivo de la acción» (op. cit., p. 48), el hombre, experi- la acción se refiere no sólo, a los sentimientos conscientes, sino esen-
menta como suyos, el valor moral del bien y del ttlCzl; y ésto se realiza cialmente a la referencia de la persona a un valor auténtico, que haga
en una actitud, ya sea emotiva o de valoración, que él asume frente a posible la auténtica libertad de la autodeterminación. «Por tanto la
estos valores: «él no sólo es consciente de la moralidad de sus acciones, experiencia de los valores, que es una función de la sensibilidad 'del
sino que la experimenta, a menudo, profundamente» (ibid., p. 48). « ... hombre (y por eso una función también de los «feelings») dentro de
El hombre tiene la experiencia del bien y del mal simplemente en sí la dimensión ,de la persona agente, debe estar subordinada a la relación
mismo, en su «yo»; por ello se experimenta a sí mismo como el que con la verdad... y sólo en base a una experiencia así, pueden ser
es bueno o malo» (ibid., p. 49). Por tanto, la dimensión completa de formadas auténticas decisiones y opciones» (ibid., p. 233).
la moralidad se revela en la realidad, en la estructura subjetiva y per- Se rechaza, por tanto, el pensamiento de Max Scheler (1921) y de
sonal. los emocionalistas, en general, según los cuales los sentimientos son la
El acto consciente el «actus humanus», sitúa al hombre y a la acción única fuente de conocimiento del hombre relativo a los valores.
humana en el contex~o de valores y de la ética antes que considerar, A continuación, estas ideas relativas a las experiencias y a la es-
una cualidad moral añadida, derivada por la conformidad a unas reglas tructura de la persona; a sus relaciones con los valores y la verdad,
serán discutidas y presentadas bajo la forma de estructuras como las
o normas: «El valor personalista de una acción debe ser esencialmente
consistencias o inconsistencias, conscientes e inconscientes entre el yo-
diferente de los valores estrictamente «morales» y de los valores de la
ideal y el yo .. amual1de la persona.
acción que derivan de su referencia a las normas» (op. cit., p. 265). Por
En The Acting Persa n la discusión sobre subconsciente-inconsciente,
eso mientras la filosofía distingue el «deberías» (ought) del «ser»; y la
se liga a la discusión sobre los dinamismos y las potencialidades del
ética, de la ontología, el cardenal Wojtyla las vincula de una manera
hombre, ·en relación con la conciencia. Como se verá en el curso de
radical. Vuelve repetidamente sobre esto: «La ejecución misma del acto esta presentación, para el cardenal Wojtyla es necesaria esta conexión,
por parte de una persona es un valor fundamental» (ibid., p. 264). Por porque sino el inconsciente no sería un elemento de la estructura real
tanto, valor y ética están arraigados en la estructura misma del ser del sujeto humano, sería sólo una negación del consciente (ibid., p. 308,
humano; pero el valor «personalista» de una acción no se debe iden- nota 34).
tificar con su valor ético, aunque el primero precede y condiciona (por Dinamismo para Wojtyla, está estrechamente ligado a dinámica (dy-
la presencia o no, de una auténtica libertad en la acción) al segundo namics) y sería el opuesto a la estática (statics). Aquí se refiere sobre
(ibid., pp. 265-266). todo, a la fuerza interior, a la dinamización real, efectiva del hombre
Ahora se ha mencionado la auténtica libertad. Para el cardenal como sujeto. Pontencialidad denota la fuente, el origen de esta fuerza
Wojtyla en la autodeterminación de la persona se revela la libertad. La del hombre. Esta fuente es inherente al sujeto y siempre actúa en él, y
autodeterminación de la libertad no significa el arbitrio de acercarse sale a la superficie en sus dinamismos (p. 86).
caprichosamente a valores o contra valores: « ... en el elegir y en el Este dinamismo descrito es el dinamismo total presente en la ex-
decidir la voluntad -es decir, la persona- responde a motivos, más periencia completa del hombre (p. 60). Pero, no todo lo que pertenece
bien que está de un modo o de otro sólo determinada por éstos ... , esta a este dinamismo humano se refleja en la conciencia: basta pensar en
respuesta presupone una referencia a la verdad, y no sólo una referencia los dinamismos vegetativos del cuerpo humano. De la misma manera,
a los ohjetos que la atraen (op. cit., pp. 137-138). no todos los elementos del dinamismo humano son experimentados
En otras palabras, la referencia de la voluntad a los valores debería conscientemente por el hombre (cf. más arriba en la p. 93).
acontecer según la verdad es decir, según el orden del bien (ibid., pp. Entonces, para conocer, dentro de esta perspectiva a la persona
139-141). humana de modo más completo, se deben considerar otros factores,

96 97
rmwm-;;¡; -7 ;=n-

otras fuentes que van más allá de la evidencia espontánea e instantánea o a~tor. Esta última aparece cuando obramos conscientemente en las
de la conciencia, y de otras experiencias asociadas a esta. aCCiones.
A este propósito, como subraya el cardenal Wojtyla, hay dos tipos . La relación de la concie~cia con estas dos potencialidades es muy
de dinamismo que forman parte de nuestra experiencia, que son esen- (hf~rente. Los actos de !a pnmera esfera emotiva, los dinamismos que
cialmente diferentes entre sí. Estos constituyen objetivamente dos es- estan. basados e~ el SUjeto y que derivan de la potencialidad psico-
tructuras distintas: está el dinamismo y la experiencia del hacer y actuar emot.iva, . son mas o menos conscientes, más o menos accesibles a la
y por otra están los dinamismos y experiencias de cuanto sólo acontece conc~enCl~. Por el contrario los actos de la esfera somato-vegetativa,
en el hombre y en los que éste no tiene una parte activa como hombre. los dmam~s~os que son ~itales en, el .cuerpo humano, como organismo
El primer tipo de dinamismo son las acciones, el segundo tipo las que ~ondiclOn~ l~s funClones pSiqUlcas (parecido al alma vegetativa
activaciones (activations). Ambas son experimentadas por nosotros. descnta por Anstoteles), en general no llegan a la conciencia del hom-
Pero, mientras que el primer tipo de dinamismo podemos analizarlo bre, y más bien parecen ser inaccesibles a dicha conciencia.
basándonos sólo en nuestra experiencia consciente, el segundo necesita El hombre no es consciente de la particular dinámica de los diversos
de un suplemento derivado del conocimiento total del hombre (pp. 60- actos ~ue compo!len el conjunto de los dinamismos vegetativos; las
61)10. En el primer caso, el hombre es la causa consciente de su causar, sensaClOnes corporeas, como las de los dolores físicos nos dan esta
de ser la «causalidad eficiente» (según la terminología Aristotélica) en conciencia, pero entonces, la naturaleza de las experiencias es funda-
la acción; en el segundo caso, es la forma de dinamismo humano en el mental~ente psíquica, y no vegetativa, aunque sus raíces objetivas están
que el hombre no es consciente de ser el agente, y así no tiene una en ell11vel somato-vegetativo (p. 90).
experiencia consciente de ello. . .De todo, est? se deriva una consecuencia importante, que la poten-
Así a través de nuestra experiencia, de la causalidad eficiente en Clahdad esta pnmero que la conciencia. En palabras de Wojtyla:
nuestros actos, nos dirigimos al orden objetivo del ser y de la existencia «Se ve entonces que no es a causa de la conciencia como se obtiene
(pp. 66-67); al constatar los dinamismos del hombre somos conducidos la unidad dinámica del hombre-sujeto a nivel vegetativo. La unidad se
a conocer, al mismo tiempo, sus potencialidades. Es decir, suponemos obtiene prescindiendo de la conciencia, fuera de ella ... , la unidad di-
la existencia de una fuente de su dinamización. En la filosofía tradi- námica es antecedente y primaria a la conciencia con sus funciones de
cional, la fuente de las diferentes formas de los dinamismos humanos reflejar y experimentar. En el hombre-sujeto ésta consiste -al menos
estaba presupuesta sobre la base de la diferenciación entre los dina- a n~vel somático- primariamente en la unidad de vida y sólo secun-
mismos y era llamada «facultad». danamente, y por así decirlo, accidentalmente, en la unidad de la ex-
Wojtyla no sigue esta pista de la metafísica tradicional, quiere pro- ~eriencia vivida. Esta afirmación confirma la prioridad de la potencia-
ceder por la «intuición básica de la persona tal como ésta se manifiesta hdad respecto de la conciencia. Un análisis del ser humano de la
en los actos» (p. 88) y así analizar más concretamente, la relación entre persona agente, si sólo estuviera basado sobre la conciencia estarí~ desde
conciencia y potencialidad. el principio condenado a ser inadecuado» (p. 91).
Para ello, toma en consideración dos tipos de dinamismos y poten- Esta prioridad de la potencialidad respecto de la conciencia debe
cialidades - se podría decir - dos niveles estructurales de la dinámica ser t~nid~ e~ cu:nta t/ambién a nivel emotivo, no obstante el rol que la
del hombre como sujeto: el psíco-emotivo y el somato-vegetativo. Se conCienCia ejercita mas o menos a este nivel (p. 91).
trata de las experiencias que provienen de la esfera emotiva y vegetativa . ~l a?álisis hasta. aquí hecho por el cardenal Wojtyla, le lleva a
del hombre, consideradas como dos niveles de algo que sucede en el distmgUlr en la totahdad del dinamismo humano una esfera accesible
hombre, de activaciones, no de acciones humanas. En estos niveles la a la conciencia y otra que permanece inaccesible: el subconsciente. El
persona tiene la experiencia de sí sólo como sujeto y no como agente, autor, siguiendo a Trestmontant '(971), distingue entre subconsciente
e inconsciente; el primero de origen biológico; el segundo deriva dela
10. El autor se pregunta si su punto de partida en los análisis no es en algún represión (p. 308, nota 34). Lo accesible a la conciencia, es todo 10 que
modo semejante al de Ricoeur en: Le Voluntaire et L'involzmtaire (1949). pertence a la esfera psico-emotiva consciente,' mientras 10 no accesible

98 99
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está constituído por la esfera somato-vegetativa y por la esfera psic<" s~cede en e! hombre como consecuencia de su esfera vegetativa y emo-
emotiva inconsciente. Este subconsciente es el inconsciente descrito por tIva, ~s decIr, de s~s activaciones, por una parte, y por otra lo que él
Freud, y en general, por la psicología profunda. eX1?enmenta conSCIentemente y considera sus acciones. Es una conti-
Los dos dinamismos, el accesible y el no accesible a la conciencia. n~Idad y cohesió~, no sólo dentro del subconsciente, sino entre cons-
son distinguibles, e incluso opuestos; es más, el inconsciente freudianl clent.e y subconscIente. Esta consideración, en parte recuerda lo visto
indica una fuente de contenido de la experiencia humana que es di- en Ricoeur con las dos hermenéuticas regresiva y progresiva que tienden
ferente de la que alimenta la conciencia; esta fuente está representada a una relación de continuidad.
por los instintos (p. 92), que en términos generales se podrían deno- 3). El subconsciente, en continua relación con el consciente nos
minar pulsiones (Trieben o Drives) 11. permIte ve~ al ho.mb.re como internamente sujeto al tiempo; consciente
Como se ha dicho poco antes, hay prioridad de potencialidad sobre y subconscIente mdlcan indirectamente dónde se puede encontrar las
la conciencia también en esta esfera emotiva, y por tanto, a nivel sub- fuentes de la historia de cada individuo, es decir, en factores presentes
consciente-inconsciente, sobre las funciones conscientes. Pero esta prio- en su estructura dinámica.
ridad no significa superioridad o predominio, sino prioridad estructural. . .4) El subconsciente «indica vívidamente la jerarquía de las poten-
Como escribe el cardenal Wojtyla: c~ahdades .humanas». Existe un empuje, una propulsión del subcons-
«Se entiende con esto, una prioridad que se refiere a las opera- CIente hacIa la luz del consciente. Por eso el subconsciente muestra al
ciones estructurales de la mente humana, y en consecuencia una consciente como la esfera en la que el hombre se autorealiza. Análo-
prioridad en términos de interpretación y de comprensión: en rea- gamente, Ey (1978, p. 379) habla del ser psíquico como un ser que se
lidad, parece que sería imposible comprender y explicar el ser hu- abre a un mundo de libertad.
mano, su dinamismo, su actuar consciente y sus acciones si basáramos 5) Hacer consciente algo que era subconsciente, especialmente
nuestras consideraciones sólo sobre la conciencia. A este respecto, aquello que ha sido impedido de llegar a una genuína objetivación «...
parece que la potencialidad del subconsciente está primero, es pri- destaca c~:n0 uno de las más importantes tareas de la moralidad y de
maria (antecedente) y más indispensable que la conciencia tanto para la educaclon» (p. 95). El autor afirma explícitamente que este último
la interpretación del dinamismo humano como, incluso, para la in- aspec~o va más allá del objetivo de su trabajo. En lo que sigue de este
terpretación del obrar consciente. La conciencia pone de relieve el estudIo se elaborará esta problemática. Aquí indicaremos únicamente
aspecto subjetivo del actuar consciente y, también, en cierto grado que cada persona está formada no sólo por sus experiencias vividas
de lo que sucede en el hombre, pero no constituye la estructura (Erlebnisse) conscientes, sino también de las subconscientes.
interna del dinamismo humano» (p. 93).
Al término de su exposición sobre el subconsciente-inconsciente,
6.3.5. Líneas de convergencias de los tres autores
el autor presenta unas consideraciones (p. 94-95) que pretenden su-
brayar, algunos aspectos de su importancia, en el contexto de una visión
Estos tres autores estudiados, presentan líneas de convergencia más
del hombre como sujeto de acción y dinamismo. Lo resumimos bre-
o menos explícitas, y más o menos complementarias. Aquí nos limi-
vemente:
taremos a señalar sintéticamente algunas de estas. Aunque se tendrán
1) Las consideraciones sobre el subconsciente evidencian clara-
en cuenta o.tras contri?uciones de estos autores, diferentes a las pre-
mente la potencialidad del sujeto en su aspecto interior.
sentadas.arnba. El sentIdo de estas convergencias me parece importante
2) Esto ayuda, en parte, a ver la «interior continuidad y cohesión
ya que VIenen de tres autores con una diversa preparación científica de
del sujeto» porqué el subconsciente enfoca la transición entre lo que
bas~: clínica, filosófica y filosófico-teológica para Ey, Ricoeur y cardenal
WOJtyla respectivamente.
11. Téngase en cuenta que la traducción oficial inglesa de! término de Freud
Trieb como instinto (instinct) tiene para e! oyente americano unas connotaciones La primera línea de convergencia está representada por el hecho
biológicas que Freud ciertamente no pretendía (d. Loewald, 1971). de que la persona está considerada en su totalidad.

100 101

...
Los aspectos conscientes e inconscientes, los motivos psicoso~á­ cial para la síntesis entre la metafísica, de una parte y la psicología
ticos, incluído los instintos; la actividad racional y la fuerza afectivo- profunda de otra.
emotiva han sido seriamente considerados. Además del esfuerzo hecho En tercer lugar, los tres autores, de diversos grados y modos, ponen
el acento sobre el elemento emotivo de la persona, bajo la forma de
para integrar estas distintas componenetes humanas, en el dinamismo
sus experiencias vividas (<<Erlebnisse» en alemán, «experiences lived
de la persona. Esta integración se realiza, sobre todo, alrededor del
through» en inglés), conscientes o inconscientes; de esta manera, éstos
acto de deliberación y decisión. Este acto es considerado como el factor
aportan una importante contribución a la antropología y a la ética en
que toma su fuerza de la completa organización de la personalidad del
cuanto hacen más posible objetivar al hombre, no sólo en sentido me-
individuo. El cardenal Wojtyla subraya en la segunda parte de The tafísico, sino en su específica subjetividad; ayudan a comprender no sólo
Acting Person, yen otra publicación (1976), aunque el hombr.e po~ea qué es el hombre, sino también quién es el hombre singular como
también una estructura intencional racional, no puede ser reducido solo persona única e irrepetible. Esto es muy importante en el contexto de
al acto intencionalracional, cualquiera que fuera su complejidad: « .. .la la vocación cristiana, que es llamada y diálogo de Dios con la persona
naturaleza de la personalidad implica la acción recíproca ?e toda~ ~as singular.
facultades del hombre y se debe considerar diferente y mas específica A ese propósito, el Cardo Wojtyla (1978a) resalta, que la organi-
que la conciencia intencional...» (1976, pp. 269-270).. . zación bipolar del hombre, indicada en el punto precedente, diferencia
En segundo lugar, la persona, considerada en su totalIdad, es Vista aquello que sólo «ocurre» en el hombre, de aquello que el hombre
según una visión antropológica, fundamentalmente bipolar, qu: e?~u~n­ «hace» como agente, como actor. Esta diferenciación entre las dos
tra su unidad en la misma persona-sujeto. El hombre, no esta diVidido estructuras, parece tener su equivalente en las dos categorías de la
en dos partes, sino que se describe como una organización bipo.lar. En metafísica aristotélica de «pati» (pathein) y «agere» (poiein) (Aristóteles
este punto, cada autor tendrá diferentes matices. ~ara Ey, el. 1l1c?ns- Metafísica). Pero, mientras estas dos estructuras y categorías explican
cien te y el consciente, que no se pueden separar radlCalmente, implIcan la realidad dinámica y dialéctica del hombre, «permanece en ambas,
la constancia ontológica de una dialéctica que está en la base de las las respectivas 'experiencias vividas' como un aspecto que no está in-
opciones y experiencias del hombre. Para Ricoeur son los dos sistemas cluído directamente en esta explicación metafísica ... , porque dicha ex-
de hermenéutica y los dos modos de simbolizar, los que expresan la periencia es un elemento irreductible» (Wojtyla, 1978a, p. 110). Durante
historia, o el hado, el destino de la persona. Estos tienden a r~petirse muchos siglos, el edificio entero de la antropología y de la ética ha sido
juntos, sin término en su vida; así que la dialéctica consciente-1l1cons- construído sobre esta explicación metafísica.
ciente se expresa en las dos opuestas hermenéuticas: la progresiva y la Esto es insuficiente cuando se trata de comprender al hombre en
estático-regresiva. Para el cardenal Wojtyla, son dos dinamismos y po- la unicidad e irrepetibilidad de su persona; por ello, es necesario in-
tencialidades las dos estructuras fundamentales de la persona que son troducir una comprensión basada sobre la categoría de la experiencia
esencialment~ distintas y opuestas: «el hombre que actúa», que es el vivida, que «... debe encontrar su puesto en la antropología y en la
actor consciente y «algo que sucede en el hombre» (comprendido el ética; y lo que es todavía más importante, debe ocupar, en un cierto
«inconsciente») (cf., p. 308, nota 34). Estas dos estructuras están en grado, su puesto en el centro de las interpretaciones respectivas»
continua dialéctica en el hombre e implican a toda la persona, sea a (Wojtyla, 1978a, p. 110). Como Wojtyla subraya, no se nos condena a
nivel racional, emotivo o vegetativo, sea en aspectos accesibles o no aceptar las concepciones subjetivas o idealistas (Wojtyla, 1978a, p. 110
accesibles a la conciencia. En esta perspectiva, la exposición de Ey y y 1979a, pp. 56-59); es más, se salvaguarda la auténtica subjetividad
Ricoeur sobre la función del inconsciente pueden ser vistas también del hombre, es decir, su subjetividad de persona gracias a una inter-
como una expansión y una justificación de las observaciones más su- pretación realista de su ser.
cintas y generales del cardenal Wojtyla sobre este tema. . Es muy importante resaltar aquí, que la experiencia vivida debe ser
Parece, que estas indagaciones filosóficas y fenomenológi~~s sobre considerada no sólo en su aspecto consciente, sino también en cuanto
la esencia del consciente e inconsciente han dado una aportaclOn esen- experiencia inconsciente. La existencia y el peso de esta última ha sido

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57 $M

probada por numerosas investigaciones (d. Tannenbaum, 1967 y 1968;


de esta falta de determinismo total surge la ansiedad del hombre frente
Y Brock, 1968; McGuire, 1969; Brock, 1963; Brock y Grant, 1963; a su libertad.
Cohen, Greenbaum y Mansson, 1963). Estas indican que una persona
Por tanto, queda afirmada la primacía de la razón y de la libertad
puede responder a la experiencia de sentirse en un estado de contra- humanas, las cuales, están sin embargo limitadas de algún modo; nuestra
dicción, de inconsistencia interna sin ser consciente de ella. Esta falta tarea será hacer nuestras acciones de manera cada vez más racionales
de conciencia, puede referirse a la existencia de la inconsistencia misma, espirituales, y más libres. '
de las tensiones de los stress a ella asociados; o a actividades dirigidas La presentación, de algunos puntos de arranque hacia una antro-
a resolver y sup~rar la inconsistencia. La importancia de esta experiencia pología cristiana (cf. secciones 5 y 6 ), nos ha llevado a indicar algunos
vivida inconsciente, es aceptada por los tres autores. de sus posibles fundamentos teológicos, psicológicos y filosóficos. Si-
De hecho, en cuarto lugar, ellos subrayan la importancia del elemento guiendo en nuestro trabajo, se puede ahora delinear un esbozo hacia
inconsciente en la dinámica del hombre. Este hecho hay que precisarlo dicha antropología, que intente aplicar y desarrollar, en parte, estos
por su importancia. Por una parte, los tres autores niegan q~e el in- fundamentos.
consciente sea superior o tenga un predominio sobre el conSCIente en El esbozo, no tocará las esencias del hombre, como por ejemplo el
la dinámica humana, como proclamaba el psicoanálisis clásico. . problema del cuerpo y del alma. Este, en cambio, considerará las di-
Por otra parte, es interesante la observación de~ ~ardena1 ~ 0¡ty1a námicas (o dinamismos) y las dialécticas que se consideren útiles para
(1979a) sobre la prioridad estructural de la potenClahdad del lOcons- una antropología cristiana. Esto se hará en tres momentos: una primera
ciente sobre las funciones conscientes. De hecho, no sólo se puede parte (sección 7), que describirá dichas dinámicas y dialécticas de base;
comprender o explicar el ser humano b~sándose sólo e~ el ~onsciente, una segunda parte (sección 8), que delineará cómo estos elementos
sino que la potencialidad del subconSCIente « ... espnmana (antece- constitutivos del hombre se expresan en la diversidad que caracteriza
dente) y más indispensable que la conciencia para la interpretación del cada persona singular; y una tercera parte (sección 9), que ofrecerá
dinamismo humano como también para la interpretación del actuar elementos hacia una antropología de la vocación cristiana.
consciente» (p. 93).
El quinto punto de convergencia, se refiere a la función del incons-
ciente en el conjunto de la dinámica humana. Los tres autores aceptan 7. ESBOZO DE UNA ANTROPOLOGIA: ELEMENTOS DINAMICOS DE BASE
que las fuerzas consciente e inconsciente tienden a crear en el hombre
antinomias, dialécticas en su ser, las cuales representan las batallas, entre 7.1. Premisas sobre el contenido y sobre el método
su cuerpo, sus emociones por un lado, y sus facultades espirituales y
morales por otro. Ellos no consideran al inconsciente com~ una f~erza El título de esta sección, indica los límites modestos, los límites de
que desarrolla siempre una función negativa; el mal y ~llO~on~Clente un esbozo, dentro del cual, ella se quiere mantener.
no se funden, de la misma manera que el bien y la razon cOlOClden el El interrogante sobre el hombre es fundamental para aquellos que
uno con el otro. quieran comprender la vocación cristiana. A dicho interrogante, no se
Además, para estos autores, las dialécticas del hombre son tales, puede responder únicamente en términos de «ciencias humanas» en
que él, por una parte, posee una libertad consci:nte tal que puede. g?zar sentido puramente empírico, ni tampoco según ciertas orientaciones,
y sufrir por ella. Por otra, el hombre no es mov1do por un determinIsmo exclusivamente, fideístas de antropología teológica. Hoy más que nunca
se siente la necesidad de una antropología filosófica. Las páginas que
inconsciente, por el que se vea, en la alternativa absoluta de tener que
siguen, son un punto de partida que quieren sugerir algunos elementos
gozar o sufrir por dicho determinismo. / . . .
a este propósito. Como aparecerá de la presentación, aquí los términos
Como señala Ey (1978): «la ética es una problematlca eX1stenCla1
de «antropología filosófica» se entienden, según los conceptos discu-
que, humanamente, no soporta la ley del todo o de la nada» (p. 381).
tidos en la sección precedente (4.4), sobre la integración interdisciplinar
Después de todo, como ya Pascal, Kierkgaard y otros habían apuntado, de los elementos antropológicos.
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Responder y vivir la vocación cristiana implica los dinamismos de Focalizarse sobre estos dinamismos implica poner en evidencia la
base de la actuación humana como conocer, querer, amar. Dichos irrepetible singularidad de cada ser personal y de la relación interper-
dinamismos tienen su fundamento en el ser, del que constituyen su sonal. Esto significa subrayar la naturaleza «dialógica» del hombre y
manifestación. su singularidad personal en el diálogo, un aspecto que está en línea con
Hablar del ser, del hombre, es hablar de la esencia del hombre, es el pensamiento de autores como M. Scheler, F. Ebner, M. Buber, A.
decir, de aquello que caracteriza y distingue al hombre de todos los Bruner, G. Marcel y el cardenal Wojtyla; además, es un aspecto que
demás seres: lo que hace al hombre ser hombre. Según la concepción va bien .en la perspectiva de considerar la vocación cristiana como
antropológica de santo Tomás (que es diferente de la de Aristóteles) diálogo entre dos personas: Dios y el hombre.
el alma espiritual es la forma del hombre, es la parte especificante de Sin embargo, concentrarse en los dinamismos y experiencias pone
la esencia, que comprende alma y cuerpo. Queda excluído por tanto, un problema de elección metodológica, que sería importante discutir
el sentido platónico según el cual el alma bastaría para constituir la aquí.
realidad humana. Si el espíritu humano es el principio constitutivo del Como se ha visto antes, estos dinamismos y experiencias concer-
cuerpo, como principio que le confiere internamente la forma, el espíritu nientes al actuar del hombre (por ejemplo conocer, querer, etc.) y lo
está vinculado al cuerpo, puede influir sobre este y debe mediar y que a él le sucede, son fenómenos de autorrealización humana. Fenó-
realizarse a sí mismo a través del cuerpo: «el cuerpo es la autorreali- menos en los que el hombre se experimenta más o menos conscien-
zación del espíritu en la materialidad, la realidad misma del espíritu en temente, y se comprende a sí mismo. Pero no nos podemos limitar sólo
la exterioridad y en la visibilidad» (Coreth, 1978, p. 144). a los fenómenos, hay que preguntarse sobre sus condiciones de posi-
Así el cuerpo, es medio e instrumento de la automediación del bilidad: ¿cuál es el fundamento interno? y ¿cuáles son las potencialidades
espíritu. Sólo en este medio, el espíritu se encuentra a sí mismo y puede de las que los dinamismos y las experiencias se originan?12. Ponerse
realizarse. Aquí, convendría precisar el sentido limitado del término esta pregunta sobre las condiciones de posibilidad de los fenómenos,
«realizarse», «actualizarse»: es el llegar a ser cada vez más uno mismo, sígnifica hacer una investigación trascendental, es decir, una investi-
por parte del hombre, en el ejercicio de sus operaciones o actos, es gación que trasciende los fenómenos mismos.
decir en el conocer, en el querer, en el amar y en el actuar en general. Hay dos modos de entender y aplicar una investigación, un método
El hombre ejecutando estas operaciones, «ejecuta», realiza, se pone en trascendental: el a priori, yel que, en cierto sentido, se puede denominar
acto a sí mismo en y a través de ellas: es la actuación de las operaciones a posteriori.
y la actuación de aquel que las realiza. Además, en el hombre, unidos El método trascendental a priori, viene de Kant. Una investigación
a estos dinamismos y experiencias del obrar y del hacer, hay también trascendental examina un problema, pregunta sobre las condiciones de
dinamismos y experiencias de cuanto acontece sólo a él (cf. e.g., el posibilidad de un fenómeno, pero según condiciones que son necesa-
pensamiento del cardenal Wojtyla aquí en pp. 94ss ... ). riamente presupuestas, en palabras de Kant: «Llamo trascendental todo
La presentación de la antropología que sigue, quiere precisamente conocimiento que se ocupa, no tanto de objetos, cuanto de nuestro
limitarse, a esta perspectiva de las operaciones y dinamismos del hom- modo de conocer los objetos en general, en cuanto este modo de conocer
bre, prescindiendo de su esencia. Por tanto, la exposición se desarro- debe ser posible a priori» (Crítica de la Razón Pura; B 25. el A 11s).
llará, según las «definiciones descriptivas» (dejinitio descriptiva) y no Este procedimiento, pondría notables dificultades en el estudio de
según las «definiciones esenciales» (defim'tt'o essentialis). Nos atendre- la persona singular. De hecho, condiciones que son necesarias, deben
mos a los caracteres externos del hombre, comprendido el modo como ser condiciones generales y universales. Por esto, esta aproximación del
vive su vocación, sin pretender conocer a fondo la realidad humana en método trascendental no ofrece, ningún modo, o por lo menos ningún
sus elementos constitutivos esenciales. No se pretende tratar de la cons- modo obvio, de tratar las diferencias individuales, la singularidad de
titución esencial, ontológica del hombre, sino de sus modos de obrar
y aparecer, de sus dinamismos, que conciernen a aquello que el hombre 12. En la filosofía tradicional las fuentes de las diferentes formas de los dina-
hace o le sucede. mismos humanos eran llamadas «facultades».

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las personas, consideración de gran importancia para la comprensión a la presentación de algunos de los fundamentos de antropología fi-
de la vocación cristiana. Esta aproximación, además, parece presuponer losófica y, en parte, teológica de esos elementos psico-sociales; esto se
que se conocen los hechos, las condiciones de posi~ilid~d de aquello realiza para obtener una visión del hombre «normal» que le considera,
que se trata de explicar, y esto es un presupuesto mas ?len gran?e. al mismo tiempo, como un ser consciente-racional, emotivo-afectivo y
Por el contrario, el método trascendental, que en Clerto sentldo es con componentes inconscientes. Aunque con modestos límites, se uti-
a posteriori, está basado sobre lo que el sujeto humano de hecho ?ace, lizará un enfoque o aproximación antropológica interdisciplinar (d.
o sobre lo que en él acontece, ya sea o no completamente conSClente. sección 4), seguida ya, en las secciones 5 y 6. Es obvio, que ofrecemos
Este es el método que el cardenal Wojtyla usa en su libro (1979a, d. una visión antropológica compatible con la vocación cristiana. Esta es
por ejemplo, pp. 87-88) y que Lonergan aplica el estudio de la teología una operación, además de legítima, inevitable desde el momento en
(Method in Theology, 1973). El método trascendental de Lonergan se que no es posible una neutralidad cuando, se implican los principios
desarrolla en términos de las operaciones del sujeto, descubiertas en el primeros de una visión cristiana de la naturaleza humana (cE. sección
sujetaD. Estas se definen con términos precisos: experiencia, inteligen- 4.5).
cia, juicio etc. . . Por estas mismas razones, está claro que el primado de la Gracia
El método de Lonergan ofrece un modo de tratar con las diferenClas divina está supuesto y reafirmado en el inicio, progreso y manteni-
individuales. Las personas experimentan de modo distinto, comprenden ;1
miento de los distintos dinamismos antropológicos expuestos en este
y juzgan diferentemente. Por otra parte, este método usará elementos (las estudio. I
operaciones) que son invariables a los cambios culturales . .A?emás, ofrece La presentación de los elementos dinámicos de base se hará en I

un análisis filosófico del proceso de conocer y de deCldrr que puede dos momentos: primero, una discusión de las potencialidades antro- \
adaptarse a una amplia gama de datos y de opiniones psicológicas. Igual- pológicas, que no toca el problema de las «ese~cias» de la persona
mente, en el estudio de la vocación cristiana esto permite introducir ?s-
I
humana (sección 7 .2), y después, una elaboración sobre sus actua-
pectos de limitaciones de decadencia y también de autenticida~ y de lizaciones, es decir sobre la puesta en acción de dichas potencialidades I
progreso. Por tanto, es un método que se puede usar, en el sentldo de (sección 7.3).
que no es un fm en sí mismo.
En la discusión que sigue, en esta sección 7 y en la sección 8, del
presente estudio, se tratará de seguir, al menos en parte, las caracterís- 7 .2. Potencialidades antropológicas
ticas de este segundo modo del método trascendental.
El esquema antropológico que presentamos, quiere ser una conti- Potencialidad, entendida en sentido amplio, quiere significar cual-
nuación, una ampliación y, posiblemente, una precisión de las concep- quier fuente de fuerza psíquica que es inherente al sujeto humano y
ciones expresadas en anteriores publicaciones (Rulla, 1971 y 1978a).
que, continuamente es fuente de energía para su vida psíquica.
La ampliación no se limita sólo a los contenidos que ~an sido añadido.s,
Igualmente, el término «psique» es tomado en un sentido, que
sino también y sobre todo en el sentido de perspectIVa, de un estudlO
quiere incluir la totalidad de las fuerzas vitales del hombre. Como dice
que elaboraba, sobre todo, una perspectiva psico-social (1971) se pasará
el cardenal Wojtyla (1979a, p. 221), «psique» se refiere a aquello que
determina la totalidad de los componentes del hombre. Pero, por una
13. También esta aproximación es, a priori, porque va más allá de lo que se
conoce para buscar, lo que no se conoce todavía; por eso, de hecho, es trascendental parte, la noción de «psique» hay que distinguirla de la noción de alma;
también en sentido kantiano. Sin embargo el análisis trascendental de Lonergan aunque el término griego «psique» signifique alma, los dos términos
difiere de aquel de Kant en cuanto resalta un a priori subjetivo-trascender,ttal .(er,t el no son sinónimos. Por otra, «psique» no es de naturaleza somática
sentido de opuesto y superior a caterogial y por eso divers~ de un a priOri ?bJe~lvo­ aunque su noción está en relación con la de «soma». En efecto, como
categorial), es decir la opemtividad del sujeto como, por ejemplo, su expel'lenc~a:, o
su inteligencia y su racionalidad (cE. nota de G. B. Sala pp. 36-37 de la edlClOn veremos, parte de los elementos psíquicos están integrados con el cuer-
italiana de Il Metodo in Teologtiz, Queriniana, 1975). po, pero son, en sí mismos, diferentes de éste último.

108 109
7.2.1. Deseo y sistema motivacional aspectos .interes~ntes para la filosofía del hombre 15 • Por tanto, se trata de
un eS!UdlO del.slstema motivacional del hombre; y este estudio es necesario
En la sección 7.1 se ha mencionado la naturaleza dialogal del hombre no solo. para mdagar en el problema ontológico relativo al tipo de im-
y el hecho de que ésta se aviene con la vocación cristiana, considerada porta~~la que el ~e: y los seres poseen en sí mismos, sino que es también
como diálogo entre personas: del hombre con Dios y con otras personas. m~y util p~ra la etlca. ,El p:m:o ~e vista. por el cual una persona elige un
objeto no tle~e por que ser ldentlco a la lmportancia objetiva que el objeto
Este diálogo implica necesariamente los actos de la persona: co-
tenga: un objeto como la vocación, que puede ser bueno en sí mismo
nocer, amar, etc. Implica, por tanto, las nociones y el hecho de desear,
es decir, una motivación. El hombre desea, está motivado en los actos
pued~ ser es~ogido por razones no tan buenas. De ahí el interés de est~
es~u~ho, por ejemplo, en el problema del bien real o aparente en la vocación
que son manifestaciones de su persona. Estos actos son una realidad Cl'lstlana.
objetiva ya sean experimentados consciente o inconscientemente (cf.
~Cu~les son los elementos dinámicos que constituyen el sistema
sección 6). motlvaclOnal .del hombre? Intentaremos responder a esta difícil pre-
No todos los actos del desear o de estar motivados, tienen la misma ~unta procedlendo, de manera gradual, en sucesivos pasos, esquemá-
importancia. Hay categorías de importancia que pueden motivar nuestra tlcamente.
voluntad o nuestra respuesta afectiva. De hecho, como señala Van En prim~r lug,ar, se puede ~on~iderar justificado el presupuesto que
Hildebrand (1953), el término, la noción de desear o motivación, no e~ ~?mbre tlen~ :nherentes a Sl mlsmo tendencias a la acción. La defi-
es unívoca 14. Según este autor, hay tres sentidos del desear que se lllClon de ser V1Vlente, es la de un sistema que se mantiene se mueve
distinguen entre ellos porque tienen tres objetos formales distintos. y se defiende por sí mismo. '
Primeramente se encuentra el desear que se dirige hacia el poseer , Esta actividad inherente al hombre vale para toda su persona y sus
un bien y disfrutarlo como nuestro: comer un alimento; beber vino, dlvers~~ componentes. Cada uno de éstos, tiene una tendencia a entrar
escuchar música, etc. Pero no todos los bienes pueden ser poseídos. e? aCClOn ca~~ vez q~e se presenten las condiciones adecuadas; por
Hace falta considerar el desear en un segundo sentido, más amplio, en ejemplo, el llln? ve, Sle?te, rea,cciona afectivamente cada vez que hay
el cual el deseo se dirige a la existencia o a hacer real un bien que no algo qu.e ver, Olr o sent~r ~r:notlvame~te. Es una actividad que, puesto
existe todavía: por ejemplo, desear que la justicia triunfe. Este modo que es mherente, no se lmela por estlmulos sensoriales y cesa sólo con
de desear está implícito en todo querer y deseo. Sin embargo, este la ~uer~? Porq,ue la tendencia a la acción está siempre presente, la
segundo tipo de desear no incluye todas nuestras actitudes positivas en ~ot.lVaclon no. tlene necesidad de ser explicada como el resultado de
la relación con un bien, como, por ejemplo, actitudes de estima, alegría, mstmtos, pulslones, necesidades, estímulos o mecanismos homeostáti-
veneración. De aquí que el desear, en el tercer sentido, sea una respuesta coso El organ~smo h~mano no es un sistema pasivo o reactivo, sino algo,
que se refiere a algo que ya existe, que ya ha sucedido; por ejemplo, que de 'por. Sl es actl~o. Entonces, ¿cuál es la función de las categorías
la alegría por una conversión ya realizada. de motlvaclOnes, de lmportancia? Es precisamente la de ~~motivar» es
Existen, por tanto, distintas categorías de importancia en la motivación decir, de iniciar, sostener y dirigir los actos del hombre. '
humana; el hombre se mueve por distintas categorías de motivación, por Unido a la tendencia inherente a la acción, el sistema motivacional
diferentes puntos de vista, según los cuales, algo es importante para el del hombre debe explicar cómo es posible que acciones específicas sean
hombre. Como subraya Van Hildebrand, aquí no se quiere apuntar que
ciertos tipos de importancias pueden ser encontrados en nuestras moti- 15, Estas categorías de importancia o de motivación, en sentido estricto no
vaciones; esto sería un problema de psicología empírica. Por el contrario, pe:ten~cen a aq~é~a que la filosof!a tradicional llamaba «psicología racional», 'sino
~~s, bien a la 10glCa, en cuanto dIChas categorías son análogas a las categorías de
se quiere alcanzar la comprensión (the insight) a priori que existen cate- jUI,ClO, (ca:egortes o/ predication) de Aristóteles, Se note, además, que el término «a
gorías de importancia para el hombre; y esto está en relación con muchos p,non» dicho del insight o comprensión no debe ser entendido en sentido kantiano
SIllO en el sentido de conocimiento de veritatis aeternae (cf, Von Hildebrand, op:

14. Aquí desear está tomado en un sentido un poco más amplio que «appetitus». at" p, 32),

111
110
iniciadas, sostenidas y dirigidas; o que algo especifico ocurra en el hom- Al expo~er ~~s categorías .~e import~ncia, está implicado que en
bre de una manera más o menos inconsciente. Nos encontramos pues, nuestra motlvaClOn, hay tambIen categonas que son neutrales o indi-
con el problema de la especificación de las categorías de motivación, ferentes; aunque no se pretende aquí abordar este tema.
del desear, especificación que pueda ayudar a comprender las múltiples . Van Hildebrand (1953, cap. 3) y Lonergan (1973, pp. 30-41) dis-
variedades del actuar humano. tmguen, dos categ?rías de importancia, de bien: lo que es importante
para mt y para mI persona, y aquello que es importante en sí mismo.
7.2.2. La especificación de la motivación Una felicitación recibida puede ser un ejemplo de la primera clase de
importancia;. un acto gener~so de caridad del que hemos sido testigos
como, por e¡.emplol, el perdon de U1'la ofensa grave, puede ejemplificar
Al afrontar el problema de la especificación; de la motivación hu- I el segundo tIpo. Estas dos categorías son esencialmente diferentes. En
mana seguiremos el método de la reflexión trascendental entendida en
el primer caso, de lo importante subjetivamente, la cosa es importante
el sentido de examinar un ~~dato» o un «fenómeno», y después, hacerse
~n cuanto es agradable, me satisface a mí, si no lo fuese, dejaría de
las preguntas sobre las condiciones de posibilidad de éstos.
Importarme y sería algo neutral o indiferente. En el segundo caso, de
Concretamente, se procederá siguiendo tres pasos sucesivos. Se
lo intrínsecamente importante, la cosa es importante independiente-
considerará brevemente el ~~fenómeno», el «dato» derivado de la com-
mente del efecto que pueda producir en mí, prescindiendo de mí, es
prensión a priori de que existen diferentes categorías de importancia
decir, es intrínsecamente un bien el hecho que aquella persona haya
para la motivación del hombre. Después nos interrogaremos sobre las
perdonado; el perdonar es algo que debería ser hecho.
condiciones que hacen posible la existencia de dichas categorías, ha-
Las dos categorías de importancia implican también una diferencia
ciendo dos preguntas: ¿cuáles son los elementos dinámicos, las energías
que hacen posible estas diferentes categorías? A este segundo paso le en 10> que respecta al autotrascendetse. Ya que lo importante en sí
sigue un tercero, con otra pregunta: ¿cuáles son los elementos directivos mismo prescinde de mí, en general esto nos lleva hacia la trascendencia
que diferencian, que dirigen de distinta manera estas categorías de de nosotros mismos como respuesta a un valor (persona o cosa), que
importancia y así las hacen diferentes? cuando lo elegimos nos trascendemos. No se puede decir lo mismo
respecto a lo que es importante en el sentido de lo que es agradable,
me satisface; aquí es ambiguo el sentido del autotrascenderse. De hecho
Categorías de importancia lo que es agradable para mí puede ser un bien verdadero, un valor en
sí mismo. Pero puede ocurrir que no sea un bien verdadero, que no
Intentamos hablar aquí de categorías de motivación que se refieren corresponda a un valor objetivo, en sí mismo; puede ocurrir, también,
a problemas concernientes a hechos o deliberaciones, pero, sobre todo, que algo que sea un bien verdadero, no nos sea agradable.
a éstas últimas. El hombre está sujeto al tiempo y a los cambios ine- Junto a estas dos categorías motivacionales, hace falta añadir una
vitables; por ello, debe tomar decisiones, tanto para dirigir de manera tercera categoría de especificación, aunque no de importancia. Como
activa los cambios en su vida como para someterse pasiva o indiferen- Van Hildebrad y Lonergan apuntan, las dos primeras categorías son
temente a ellos. En ambos casos el hombre toma decisiones que implican respuestas intencionales, son atracciones hacia un objeto, son respuestas
juicios de valor y juicios de hechos. Estas decisiones de valor son par- a algo que se percibe o imagina. El hombre no sólo es motivado por
ticularmente importantes en el diálogo vocacional; por ello la discusión respuestas intencionales referidas a un objeto, sino por estados o ten-
considerará, sobre todo, cuestiones relativas a juicios de valor más que dencias no intencionales. Ejemplos de estados no intencionales pueden
de hechos (aunque los dos están estrechamente unid9s en el actuar ser la fatiga, la irritabilidad, la ansiedad; como ejemplos de tendencias
humano); después de todo, el conocimiento de los hechos es parte de se pueden citar el hambre, la sed, un sentido de malestar en la esfera
los elementos básicos para hacer un juicio de valor. sexual.
Después de esta premisa, pasamos a considerar las categorías de Mientras en las respuestas intencionales, existe una relación con un
importancia en la motivación. objeto que es percibido o imaginado, en estos estados o tendencias no

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intencionales esta relación falta, y en su lugar, se da una relación con
por ejemplo, amar, ser agresiv~), establecer una amistad, sentirse inferior,
una causa o con un fin fisiológico, biológico, que no es percibido o etc.
imaginado y, que sin embargo, nos motiva; es decir, puede iniciar, En una palabra, se trata de un nivel que nos permite desarrollar
sostener y dirigir nuestras acciones. Según Arnold (1970, pp. 173-176), u?a vida de relación, sobre todo, con el mundo de personas que nos
estos apetitos fisiológicos, estas tendencias instintivas motivan en cuanto circundan; por esto, se le puede llamar nivel psico-social.
son predisposiciones a valorar en modos específicos algunos objetos de- Por último, está el nivel de vida espiritual, racional. Los seres hu-
terminados: el alimento, el agua, etc. Por eso, no se trata de actividades manos poseen la capacidad, el poder de aferrar la naturaleza de las
que ocurran al azar, de una manera no específica; de otro modo no se cosas, extrayéndola de los dato& de nuestros sentidos. De la observación
explicaría cómo, por ejemplo, el águila o el halcón puedan dirigirse a de un fenómeno. individual, un hombre puede abstraer los principios
conseguir sus presas. generales, es deCir, los conceptos abstractos y las leyes que gobiernan
y explican estos fenómenos. Esto hace posible el progreso científico
Corolario: los tres niveles de vida psíquica imposible a los animales. Además, mediante la capacidad de abstracció~
a partir de algunos datos proporcionados por nuestros sentidos para
Las distinciones hechas sobre la especificación de la motivaclOn,
significar otros datos, el hombre puede llegar a desarrollar y usar sím-
sugieren la existencia de tres niveles de vida psíquica o tres niveles del
bolos, y el lenguaje simbólico que de nuevo son y serán siempre im-
desear como tendencias a la acción. posibles para los animales.
El primer nivel es el de los apetitos fisiológicos. Pertenece a este
Este poder de abstracción del hombre se llama inteligencia o razón
nivel, por ejemplo, las funciones sensoriales y motoras como el ver, (<<espíritu»), algo que a diferencia de la materia, tiene dimensiones no
tocar, moverse, que se manifiestan claramente desde la primera infancia; mensurables, no tiene partes y no está en el tiempo ni en el espacio.
los mismo se puede decir de los estados o tendencias no intencionales Por este poder, el hombre puede formar no sólo conceptos inma-
antes descritas. En particular debemos recordar los instintos: comer, t~riales de cosas materiales, como por ejemplo el concepto de «árbol»,
beber, etc. Estos están en relación con otro estado o disposición S1110 que puede conocer cosas que - por esta misma razón - llamamos
fisiológica 16, que es sentida como tendencia a una acción específica y abstractas, como los conceptos de virtud, bondad, justicia y otros. Estos
que sensibiliza al organismo hacia objetos específicos, que pueden ofre- conceptos no son algo que tenga una dimensión mensurable, con partes, li
ji
cer satisfacción a la persona; los instintos llevan a respuestas consu- situadas en un tiempo y espacio determinado. Todas estas actividades ¡j
matorias de gratificación que no son el resultado de un reflejo condi- «espirituales» trascienden los límites de los hechos inmediatos y del 11
él
cionado; aunque sean también un modelo de acción bien determinado proceso material. ti
,1
(fixed action patterns). Los apetitos instintivos se sacian con respuestas Esta trascendencia aparece en problemas como el destino del hom- 1I
consumatorias (por ejemplo, el animal deja de comer cuando se sacia), bre y su existencia, la afirmación del ser absoluto o de valores que el 11
cosa que no sucede con los apetitos de los otros dos niveles de vida hombre hace sobre algunas realidades, la experiencia de la libertad Ir
psíquica. humana y de la obligación moral, problemas concernientes al valor del
A diferencia del primer nivel, en el segundo nivel existen tendencias conocimiento humano, etc. Todos estos contenidos psíquicos implican
a la acción que no son activadas por estados fisiológicos, y que no se que de un modo u otro, nuestra vida psíquica trasciende los límites de
dirigen a objetos específicos determinados por la naturaleza. Cualquier nuestro ser «influenciados» aquí y ahora por algún estímulo. Esta es la
objeto valorado como placentero que satisface a la persona, puede dimensión racional de nuestra vida que hace posible y que es la base
motivarla en el sentido que puede llevarla a hacer o sentir algo como, de la vocación cristiana; de hecho, sólo porque es libre (teniendo así
la posibilidad de una decisión responsable), una persona puede ser
16. En general estas disposiciones fisiológicas se caracterizan por un déficit en invitada, llamada por Dios a comprometerse en dicha vocación; y sólo
tejidos que se encuentran fuera del sistema nervioso. Para este tema véase el im- porque ella es libre, puede decidir responder responsablemente a esta
portante artículo de White (1959). llamada.

114
115

b
Los tres niveles de vida psíquica muestran los objetivos diferentes de nuestro miedo, desde nuestro horror, terror, donde nuestra orien-
de los diversos individuos. Cada hombre descubre distintos tipos de tación dentro en un mundo mediado por el significado encuentra su
satisfacciones en el curso de su vida y asigna distintos valores a los peso y ~inam~smo. Alimentamos emociones hacia otras personas, te-
objetos que quiere obtener o evitar. El hombre desarrolla así una je- nemos SlmpatIa por ellos, compartimos sus sentimientos. Alimentamos
rarquía de objetivos personales. Los primeros objetivos son los bioló- emociones sobre nuestras situaciones respectivas, sobre el pasado y el
gicos-fisiológicos del niño; hacia el final del segundo años de vida, futuro, sobre. los males de .los que nos dolemos o a los que queremos
dichos objetivos son completados por una variedad de deseos perso- poner remedlO, sobre el bIen que puede, o debería, o debe hacerse»
nales. Así, lentamente, se desarrolla el sistema motivacional en su je- (pp. 30-31).
rarquía y en sus aspectos conscientes e inconscientes. ¿Q~é s?n las emociones? Siguiendo la importante aportación fe-
nomenologlca de Arnold (cf. V.g., 1960 Y 1970) se pueden distinguir
dos componentes en las emociones: uno estático y otro dinámico .
Los elementos dinámicos de las categorías de importancia: . El componente estático es la valoración (appraisal, en inglés) del
el desear emotivo y racional objeto: todo lo que percibimos, imaginamos o recordamos puede ser
valorado como bueno o malo, como deseable o no deseable para mí,
Después de haber discutido brevemente la variedad de las especi- aquí y ahora. Por tanto, la valoración consiste en la aceptación o rechazo,
ficaciones de la motivación humana, se puede ahora preguntar sobre del efecto que produce en nosotros una situación determinada. Esta
las fuerzas, las potencialidades dinámicas que hacen posible la mani- valoración es inmediata, intuitiva, es decir, tiene lugar antes de toda
festación, la expresión de las dos categorías de importancia de la mo- reflexión.
tivación: lo importante para mí y lo importante en sí mismo. El. ~ompo~ente dinámico está constituido por el impulso, por la
La respuesta a esta pregunta se sitúa en la función que las emociones atracClon hacIa aquello que valoramos como placentero, satisfactorio
ejercen sobre nuestra motivación en general, y más precisamente, sobre para .mí, o P?r el alejamiento de lo que es valorado como desagradable,
nuestras respuestas intencionales a los dos tipos de objetos: lo impor- InsatisfactorIo para mí, aquí y ahora.
tante, lo agradable para mí y lo importante en sí mismo que nos lleva, Por tanto, la emoción es la « ... tendencia sentida hacia cualquier
en general, a la autotrascendencia. Lonergan escribe (1973): cosa valorada como buena, y el alejamiento de cualquier cosa valorada
«Las emociones (feelings)17; dan a la conciencia intencional su masa, como mala» (Arnold, 1970, p. 176). Como se ha dicho antes, se trata
su momento, su energía, su fuerza. Sin estas emociones nuestro conocer de una valoración intuitiva, inmediata, directa. La atracción o la aversión
y nuestro decidir serían débiles como una hoja. Es, desde nuestras por el objeto se acompaña de un conjunto (pattern) de cambios fisio-
emociones, desde nuestros deseos y desde nuestros temores, desde lógicos (v.g., sudor, variaciones en el ritmo cardíaco, etc.) organizados
nuestra esperanza y nuestra desesperación, desde nuestras alegrías y respe~to al acercarse o alejarse. Estos patterns difieren para diferentes
emOCIones.
nuestros dolores, desde nuestro entusiasmo y nuestra indignación, desde
nuestra estima y nuestro desprecio, desde nuestra confianza y nuestra Es~e tipo de valoración intuitiva está presente en el hombre y en
desconfianza, desde nuestro amor y nuestro odio, desde nuestra ternura los ammales. Pero el hombre, junto a la valoración intuitiva también
y nuestra cólera, desde nuestra admiración, veneración, reverencia, des- posee la reflexiva. Examinemos brevemente estos dos tipos de valo-
ración.
17. Se traduce el término «feelings» por «emociones» aunque, según Arnold La primera valoración de base que el hombre hace de un objeto
(Arnold y Gasson, 1954, pp. 301-303) existe diferencia en el tipo de juicio presente ~per~~na, cosa o situación), es directa e intuitiva. El objeto es valorado
en las dos: en «feelings» el juicio se refiere a cómo una sensación toca mi manera Int~lt1vamente como deseable o indeseable aquí y ahora, porque puede
de funciollil/'; en «emociones», a cómo el objeto, que es la ocasión de la sensación,
me toca como persona. Además, «feelings» no puede ser traducido por «senti- sausfac.erme o no. Ya que esta valoración es automáticamente seguida
mientos», porque los sentimientos implican decisión y por eso llevan directamente por el Impulso de la emoción hacia el objeto o el alejamiento de él la
a la acción (Arnold, 1960, vol. 1, p. 200). emoción misma dejará un residuo: cada emoción facilita la experim~n-

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b
p

-
tación y expresión de esa emoción y seguidamente resulta de ello una Igual que la valoración intuitiva o del sentido lleva a una actitud
actitud emotiva es decir, una disposición emotiva habitual. Por ejemplo, emotiva, la valoración reflexiva puede llevar a una actitud intelectual
la persona qu: tiene una necesidad afectiva, que valora una relación que es una valoración reflexiva, intelectual, realizada habitualmente:
de dependencia como algo especialmente gratificante, tendrá. una atrac- Estas actitudes intelectuales no surgen necesariamente de la emoción
ción emotiva hacia ella. Una gratificación repetida de este tlpo, puede aunque la emoción puede jugar una parte en formarlas y mantenerlas:
establecer una correspondiente disposición emotiva habitual para dicha Estas surgen de la convicción, de una valoración reflexiva una va-
relación, aunque comporte un efecto paralizador para el ~esarrollo loración que incluye mucho más que un simple juicio práctico sobre
completo de su personalidad. Esto se hace particularmente Clerto con la situación presente, una valoración que trasciende los límites de mi
emociones intensas experimentadas en la infancia, que tienden a per- ser 'afectado' ac¡uí y ahora por ,un. cierto estímulo y se refiere a algo
sistir porque las expectativas creadas por e~~s, e.stán profundam~nte que puede ser 1mportante en S1 m1smo. La actitud del hombre hacia
arraigadas por una parte, y por la otra, el mno tiene poca capac1dad la religión, un partido político, la educación, la vocación religiosa
para una revaloración reflexiva de la situación. . , . ., son ejemplos de actitudes intelectuales que pueden incluir fuertes
Este nivel de valoración que consideramos, la valoraClon 1OtUltlva, em~cion.es, aunque no surgen de éstas. Estas actitudes se dirigen
es característico de muchas especies. Los animales están continuamente haCla objetos que no tienen atracción para los animales, y las acciones
dirigidos por estas valoraciones «instintivas», favorecid~s por un ~stado a las que ellas pueden empujar, están fuera del alcance de los ani-
fisiológico y concluidas por una respuesta consumatofla estereot1pada. males. Los objetos pueden ser valorados sólo por la valoración re-
El hombre, al principio también establece sus pulsiones sobre l~ ~ase flexiva que se acompaña de la valoración intuitiva; estas dos valo-
de estas valoraciones, por tanto también para él las acciones inst10tIVaS raciones despiertan emociones verdaderamente humanas.
del primer nivel de vida psíquica requieren una valoración intuitiva y Con todo, el hecho que emociones humanas surjan por objetos
la sentida tendencia a la acción que a ella sigue. Pero el hombre es o por aspectos de éstos que pueden ser apreciados sólo a través de
capaz de un nivel más alto de respuesta. una valoración reflexiva, no significa que la valoración reflexiva será
Junto al valorar un objeto como deseable o no, el hombre posee la
seguida por emociones. Una persona puede apreciar la vocación re-
capacidad única de otra valoración llamada valoración reflexiva,
ligiosa como tal, por medio de una valoración reflexiva pero porque
intelectua1 18 • En el hombre existe un desear racional, que se añade al
no la considera un bien para sí aquí y ahora, no seguirá ninguna
desear emotivo. En el desear racional, el objeto de la valoración inte- emoción.
lectual es todo el proceso de la valoración intuitiva, incluida la emoción
¿Cuál es la relación dinámica que existe entre los dos tipos de
que lo acompañan. El impulso concreto a la acció? del hombre,. ~s
valoración, intuitiva y reflexiva por una parte y las dos categorías
decir, su desear emotivo, es valorado; todo ello constituye la valorac10?
reflexiva que puede hacer surgir una emoción o bien, una tendenc1a motivacionales de importancia del objeto, para mí y en sí mismo, por
otra?
de la voluntad hacia la acción.
Así, en el hombre, la valoración intuitiva es inmediata; y la valoración Rápidamente, digamos ante todo que estas dos categorías de lo
reflexiva la sigue. Esto se muestra en el hecho de que en .genera~ la importante, subjetivo e intrínseco, pueden determinar emociones en
valoración intuitiva no lleva a la acción en el adulto conSC1ente, S100 nosotros. Pero el tipo de emociones unidas a lo importante subjetivo
que se completa o corrige por una reflexión sucesiva. Nosotros ~ac~I?os es esencialmente diferente del que está en conexión con lo que es
importante intrínsecamente.
una valoración reflexiva de que esto es un bien, aunque pueda s1gmfIcar
dificultad o desagrado y así valoramos nuestro impulso hacia ello como Usando libremente ideas de Von Hildebrand (1953, cap. 3) po-
apropiado. Este juicio reflexivo, por tanto, es capaz de trascender el demos decir que la emoción ligada a lo que es importante para mí, a
bien para mí, aquí y ahora, del desear emotivo. la larga nos aprisiona dentro de nosotros mismos, nos empuja dentro,
nos hace retroceder hacia nuestra limitación. Por ejemplo, las emociones
18. El hombre, sin embargo, puede iniciar la acción también sin la emoción, suscitadas por un objeto agradable para mí, si se centran en mí mismo,
porque -como ahora se verá- él puede concebir lo «importante» abstractamente. al final se desvanecen y acaba volviéndose algo aburrido y vacío. En-

118 119

tbs
to.nces, co.mo. se ha visto., las emo.cio.nes ligadas a la valo.ración intuitiva Los elementos directivos de las categorías de importancia:
so.n precisamente aquéllas que suscitan un desear emo.tivo. de cuanto. las necesidades y los valores
es agradable y satisfacto.rio. para mí aquí y aho.ra. Po.r tanto., parece que
estas emo.cio.nes de la valo.ración intuitiva sean el elemento. dinámico. Después de haber ,expuesto. lo.selemento.sdindmicos, es decir, las
que, de mo.do. primario., so.stienen mi respuesta a lo. que es impo.rtante fuerzas que so.stienen las do.s catego.rías de impo.rtancia, no.s pregun-
para mí. tamo.s aho.ra cuáles so.n lo.s elemento.s directivos que o.rientan de distinta
La situación es muy diferente para las emo.cio.nes ligadas a lo. que manera, estas catego.rías haciéndo.las diferentes. Aquí no. se intenta ex-
es impo.rtante en sí mismo.. Estas no.s elevan, no.s libran de centrarno.s plicar po.r qué existen tantas variedades de tendencias y de eleccio.nes
len ,noso.tro.s mismo.s, no.s llevan a un o.rden ,de autotrascendemoia 'que individuales, po.r ejemplo, ,to.do Jo relacionado con 10 que el individuo
es independiente de no.so.tro.s, de nuestras dispo.sicio.nes. Así, po.r considera un bien para sí: clase de comidas o de amigos que le gusta.
ejemplo., las emo.cio.nes que po.demo.s experimentar, viendo. un acto. Sobre todo nos preguntamos: ¿por qué el hombre tiende a responder
de perdón de una perso.na a o.tra se ligan a este acto., es decir, a un a los objetos en modo diferente de importancia, para su persona o por
o.bjeto. que no. depende de nuestras reaccio.nes hacia él, un o.bjeto. la cosa en sí misma?
cuya impo.rtancia no. po.demo.s cambiar, ni aumentar o. disminuir; la Antes, hablando de los instintos, se dijo que estos presuponen ciertos
impo.rtancia de este acto. no. deriva de no.so.tro.s, es independiente de modos de valorar los objetos, objetos que son específicos, apropiados
que co.no.zcamo.s o. no. su existencia 0., de que no.s alegremo.s de él. a cada instinto, por ejemplo, la comida para el hambre o el agua para
Este tiene su pro.pia impo.rtancia, que está frente a no.so.tro.s co.mo. la sed etc. Aquí queremos afirmar que también para las dos categorías
un mensaje que no.s eleva po.r encima de no.so.tro.s mismo.s y no.s lleva de importancia se presuponen en el hombre ciertos modos de valorar
hacia la auto.trascendencia. Ento.nces, co.mo. se ha explicado. antes, los objetos, de manera que se tiende a responderlas ellos valorándolos
las emo.cio.nes que siguen a la valo.ración reflexiva so.n precisamente importantes o para mi persona o por su importancia intrínseca. Se trata,
aquellas que suscitan un desear que trasciende lo.s límites de ser por tanto, de tendencias innatas, hacia la acción. Sin embargo no se
impactado., aquí y aho.ra po.r un cierto. estímulo. (desear emo.tivo.) y trata de tendencias sentidas, es decir de tal tipo que vayan o atraigan
se refieren a algo. que es también impo.rtante en sí mismo. (desear a la valoración; estas últimas como se ha visto, se constituyen por dos
racio.nal). Po.r tanto., se po.dría decir que estas últimas emo.cio.nes de tipos de desear: el emotivo y el racio.nal. Tampoco se trata de tendencias
la valo.ración reflexiva so.n el elemento. dinámico. que so.stiene nuestra que lleven a una decisión específica a actuar; esta última es el resultado
respuesta a lo. impo.rtante en sí mismo.. de la libre voluntad del hombre. Son, por tanto, tendencias connaturales
Hemo.s visto., que las do.s catego.rías de impo.rtancia, para mí y en al hombre, tendencias innatas que orientan, dirigen al hombre a res-
sí 'mismo., so.n esencialmente diferentes; además éstas se so.stienen por ponder a dos categorías de importancia en vez de a una sola, y en
elemento.s dinámico.s diferentes, el desear emo.tivo. de la valo.ración in- segundo lugar a dos categorías especificadas por la gratificación para
tuitiva y el desear racio.nal de la valo.ración reflexiva. Estas diferencias mí o por la selección de objetos (personas o cosas), por amor a los
no. implican una separación en la actuación del ho.mbre adulto.; tanto. cuales el hombre se trasciende.
lo. impo.rtante para mí co.mo. lo. impo.rtante en sí mismo. están presentes, Estas tendencias innatas son diversas de los instintos, porque estos
juntos y co.ntempo.ráneamente en nuestra mo.tivación, ,alilit1que uno. ,pue- úlDimos !presuponen 'o biem ciertos Ill(j)d0S de vabrar 'objetos específicos
de prevalecer so.bre el o.tro.. Lo. mismo. se puede decir para lo.s do.s o bien déficits específicos de tejidos fuera del sistema nervioso o. es-
facto.res dinámico.s co.rrespo.ndientes a estas do.s catego.rías de impo.r- pecíficos estados metabólicos u hormonales. Aquí por el contrario se
tancia el desear emo.tivo. y racio.nal; la mo.tivación del ho.mbre co.ntiene trata de do.s directivas posibles para responder a «todos» los objetos,
a la vez, en diversas pro.po.rcio.nes elemento.s emo.tivo.s y elemento.s incluidos los de los instintos, directivas que consideran los objetos como
racio.nales. impo.rtantes para mí o como importantes en sí mismos.
Estas dos tendencias innatas correspo.ndientes a las dos catego.rías
de imp?rtancia motivacional, se pueden denominar valores y necesÍ-

120 121
dades. Los valores son las tendencias innatas a responder a los objetos no parecen ser muchas las personas que alcanzan un desarrollo maduro
en cuanto son importantes en sí mismos; las necesidades, por el con- en la esfera emotivo-afectiva21 •
trario, son las tendencias innatas que se refieren a los objetos en cuanto Hablar de la especificación de la motivación humana según las dos
son importantes para la persona. Y recogiendo lo que dijimos antes, categorías de importancia con sus respectivos elementos dinámicos y
los valores preceden y están en relación con la valoración reflexiva, con directivos es necesario, desde el punto de vista del método. No hay
el deseo racional que nos lleva a la autotrascendencia, mientras que las que mirar los seres, y las cosas solo externamente, como 10 hace, por
necesidades preceden y están en relación con la valoración intuitiva que ejemplo, el físico, ni solo desde lo interno, como hacen frecuentemente,
nos puede llevar hacia lo que nos es agradable y nos satisface 19 • Con- por ejemplo, los poetas. Si se observan las cosas sólo como objetos
trariamente a la noción de alguna escuela psicoanalítica, una necesidad caemos en el materialismo, si 10 hacemos sólo como sujetos se cae en
puede ser un desear sin que haya un déficit fisiológico como estímulo. el idealismo. En la «introducción» de The Acting Persan (1979a, p. 19),
Cuanto hemos afirmado aquí está, en parte, en concordancia con el cardenal Wojty1a dice que existe una relación recíproca, comple-
lo que Van Hildebrand (1953) y Lonergan (1973) dicen20 • También mentaria de estos dos lados de la experiencia; y es como a través de
estos autores hablan de <<valores» respecto a lo importante en sí mismo. éstos dos lados The Acting Persan discute el problema de la acción
humana.
Pero no denominan con el término «necesidades» aquello que está en
El hombre, en su primera infancia, es moth'ado sólo por aquello
relación con lo importante o placentero para la persona. Esto no nos
que es importante para él, característico de las necesidades. Sólo con
debería sorprender. De hecho, es bastante común la tendencia de los
la edad aparece 10 que es importante en sí mismo de los valores. Los
cultivadores de la filosofía y de la teología hablar de valores sin men-
motivos racionales se desarrollan cuando se comprenden los distintos
cionar las necesidades, y al revés, la tendencia de los psicólogos de usos de un objeto y el valor del objeto puede ser percibido. Mientras
discutir sobre las necesidades sin mencionar los valores. Esta diferencia, los apetitos fisiológicos y las valoraciones intuitivas de las emociones
creo que tiene su raíz en que los filósofos y teólogos suelen estar más nos llevan a la acción sin esfuerzo, todo lo que es concebido como un
interesados en el estudio del ser humano maduro, razonable o desa- valor exige la decisión de obrar y una determinación mantenida de
rrollado casi completamente; los psicólogos, sin embargo, se interesan llevar a término la acción. Es decir, se requiere un acto de elección,
más frecuentemente o bien del hombre que es menos razonable en su una decisión de la voluntad; y esto es una tendencia a la acción inherente
modo de pensar o de la historia del desarrollo que le ha llevado a ese como cualquier otra; se pone en movimiento a través de una valoración
pensamiento. Es más los psicólogos deben tener presente el hecho que intuitiva, como la emoción, pero exige una decisión deliberada antes
que se desarrolle la acción. La autodeterminación se desarrolla lenta-
19. Es importante subrayar aquí que también en e! caso de los valores hay una mente, cuando el niño comienza a comprender que lo que desea o no
respuesta subjetiva al objeto, como en e! caso de una necesidad. Con todo, en los emotivamente, se encuentra con objetos que son más importantes y de
valores, uno trata con e! desear racional, que trasciende lo que es subjetivamente valor intrínseco. La noción de valor presupone, entonces, la existencia
placentero en e! aquí y ahora (algo que es también posible cuando una respuesta
está basada sobre una necesidad) y mueve hacia lo intrínsecamente importante de! de sujetos capaces de auto-trascenderse, además presupone que la «au-
valor objetivo. En contraste, cuando una respuesta se basa sobre una necesidad, la totrascendencia es la conquista de la intencionalidad consciente» (Lo-
respuesta puede venir de! desear emotivo que no trasciende lo que es placentero y nergan, 1973, p. 35).
gratificante para la persona en e! aquí y ahora. Ver también, en esta línea, el ejemplo Al final de la precedente exposición sobre los elementos dinámicos
presentado en pp. 225-226, relativo a la respuesta a los valores auto-trascendentes.
20. Se vea Von Hildebrand (op. cit., pp. 35-43) para la diferencia entre valores
de las categorías de importancia se dijo que en el obrar humano, estas
y necesidades como una diferencia cualitativa y no cuantitativa; ibid. (pp. 118 y ss) dos categorías, y los elementos dinámicos correspondientes al deseo
también para la diferencia entre valores y emociones (feelings). También santo Tomás
distingue dos categorías de «delectable» que derivan de un valor o de lo que es 21. Kie!y (1980) ha llamado la atención sobre la diferencia entre filósofos o
meramente una satisfacción subjetiva (cf. Summa Theologiae, 1, q. 5, arto 6 ad 2), teólogos, que parecen asumir que la persona humana es generalmente más o menos
incluso aunque él no usa los conceptos de valor y de necesidad. madura, y los psicólogos que generalmente aceptan la posibilidad de inmadurez.

122 123
emotivo o racional, están presentes contemporáneamente en nuestra Esta influencia del componente emotivo sobre nuestra motivación
motivación, aunque un aspecto pueda prevalecer sobre el otro. Lo no es algo excepcional, sino común. Baste pensar en la presencia en
mismo se puede decir de las necesidades y valores, que son elementos nosotros de las actitudes emotivas, señaladas antes al hablar de la va-
directivos de estas categorías: una actitud del hombre adulto es, en
loración intuitiva (p. 114). Cuando el niño o el adulto ha hecho una
general, expresión de un valor y de una necesidad, aunque puede
valoración intuitiva, esta última tiende a persistir en un modo tal que
prevalecer uno sobre otro. Por eso, un objeto puede ser al mismo tiempo
este objeto y todos los objetos que se le parecen serán buenos o malos
fuente de oposición entre lo importante para mí de las necesidades y
lo importante en sí mismo, de los valores, entre un deseo emotivo y para él en el futuro, es decir, cuando nosotros nos encontramos frente
uno racional. De hecho, como se ha dicho, las necesidades son ambiguas a una situación, recordamos más o menos y volvemos a experimentar
con respecto a la autotrascendencia. (Como se verá en la sección 9.3.2, afectivamente situaciones parecidas experimentadas en el pasado. Esta
la ambigüedad de las necesidades tiene una de sus raíces en la con- memoria del pasado puede ser de dos tipos: o se recuerdan y se sienten
cupiscencia; para ejemplos de esta ambigüedad ver pp. 285-286). La de nuevo las situaciones pasadas bajo forma de elementos que afectan
oposición se sentirá todavía, más, si se trata de disposiciones habituales, a nuestros sentidos de la vista, del oído, del tacto etc; y este es el tipo
desarrolladas con el paso del tiempo, es decir, de actitudes racionales de memoria llamada «de modalidad específica»; o se revive la misma
(correspondientes a valores) que pueden estar en oposición a actitudes valoración emotiva tenida en el pasado, se reviven el dolor, la alegría,
emotivas (correspondientes a necesidades). Por ejemplo, las fuertes el placer, sentidos entonces; y este es el tipo de memoria que Arnold
emociones que en algunos casos se pueden sentir en relación y en (1970, pp. 173-177) denomina memoria afectiva.
oposición al voto de obediencia en la vida religiosa. Así, por ejemplo, un niño que ha recibido un castigo físico de su
Se sigue de esto que las actitudes emotivas pueden ser un obstáculo padre o de su madre, puede desarrollar una actitud emotiva de des-
a la autotrascendencia consciente de la persona hacia los valores y, por confianza o de miedo o de rabia hacia las figuras de autoridad mas-
eso, crear un estado alarmante, desagradable para la persona misma; culinas o femeninas; y esto puede suceder tanto en el caso que su
este estado -como se ha visto precedentemente (pp. inglés 81-82; experiencia inicial haya sido particularmente intensa, como en el caso
italiano 58) - puede llevar fácilmente a la represión de las actitudes que haya ocurrido otras veces, aunque no sean tan intensas con uno o
emotivas y así, al surgimiento de necesidades inconscientes en la per- con los dos padres. La memoria afectiva del niño se cristaliza y se
sona. Se crea así una situación que es muy importante para este análisis refuerza en una actitud de rechazo que influye notablemente sus pos-
de la motivación humana: la influencia del inconsciente sobre la mo- teriores valoraciones emotivas de las situaciones, hasta el punto de ver
tivación consciente. Esta situación la discutiremos a continuación. a veces, circunstancias hostiles que están fuera de las intenciones cons-
cientes de las figuras de autoridad.
7.2.3. La motivación y el inconsciente Lo que aquí es importante es que mientras el niño puede o no
recordar según la memoria de «modalidad específica», es decir de los
Hemos visto que la motivación del hombre puede ser no sólo ra- sentidos, cuanto le ha sucedido, el también tiene una memoria afectiva
cional sino también emotiva. Hemos visto, también, que la emoción de ello; es decir, actitudes emotivas de miedo, de rabia, o de descon-
puede tener dos funciones diferentes: lo agradable para mí, como puede fianza, o de poca estima de sí permanecen y esto sucede sea él consciente
ser el caso de las necesidades, y lo importante en sí mismo, para el caso o no del origen y de la existencia en su psique de di~has actitudes. Y
de los' valores. Por eso el componente emotivo de nuestras motivaciones el caso de actitudes inconscientes no es algo infrecuente. ¿Por qué?
es más bien ambigua; está al servicio del bien para mí o de un bien Porque las emociones profundas de miedo, rabia etc. son alarmantes
intrínseco al objeto, de una necesidad o de un valor. En otras palabras, para la persona, le crean tensiones, y por tanto, son fácilmente repri-
es posible que aquello que aparece como la respuesta a un valor sea midas en el inconsciente (d. sección 6.2). De aquí el surgimiento en
por el contrario, sólo o prevalentemente la respuesta a necesidades que las personas de necesidades y de actitudes inconscientes de defensa o
me gratifican. de gratificación personal que pueden influir notablemente en su mo-

124 125

..
tivaclOn, especialmente si a están en oposición con los valores auto- (1960, Vol. 1, pp. 236-237), no existe una motivación que sea totalmente
trascendentes de la misma persona. inconsciente. De hecho, para iniciar una acción debe hacerse una eva-
Aviértase que la presencia en nosotros de actitudes emotivas, incluso luación de los objetos a los que queremos acercarnos o evitar. Entonces,
inconscientes, basadas en la memoria afectiva no es algo anormal o ya que cada motivación depende de esta valoración hecha aquí y ahora,
patológico. Como hemos visto en la sección 6.2, la represión es in- no pueden existir motivaciones completamente inconscientes. En todo
manente al ser humano. Más aún, las actitudes emotivas son indispen- caso, queda el hecho que d elemento emotivo inconsciente, que está
sables en nuestra vida cotidiana, de hecho, si nosotros tuviéramos que presente junto al consciente, puede ser incorrecto y distorsionar la
esperar que algo nos causara daño antes que podamos valorarlo como realidad de la situación, motivaciones inconscientes, como experiencias
dañino y evitarlo, la supervivencia humana (y animal) sería precaria. emotivas del pasado, nos engañan total o parcialmente sobre el signi-
Pero nos preguntamos ¿por qué las actitudes emotivas no pueden ser ficado de la situación presente sin que nosotros seamos conscientes de
cambiadas por nuestra valoración reflexiva y racional? La respuesta mejor ellas.
fue pronunciada no por un psicólogo, sino por un filósofo y poeta, San- ¿Por qué introducir el inconsciente en un discurso sobre las poten-
tayana, que dijo: «El hombre que no conoce su pasado está condenado cialidades antropológicas? ¿No sería mejor discutirlo como una rara po-
a repetirlo». Después de todo, en general, la primera condición para sibilidad y relegarlo al campo de la psicopatología, más que considerarlo
resolver un problema es saber que existe y cuáles son sus términos; en como uno de los componentes generales de la motivación humana?
nuestro caso, se trata de problemas inconscientes que - por definición- Se puede responder en primer lugar diciendo que (como se verá a
están fuera de nuestra evocación reflexivo-voluntaria. continuación) la vocación cristiana desde el punto de vista antropoló-
Además con Arnold (1960, Vol. 1, pp. 184-185, 188 y 1970, pp. 176- gico está ligada estrechamente a la autotrascendencia y, que «la auto-
177), es necesario tener presentes tres hechos. Primero, que las actitudes trascendencia es la conquista de la intencionalidad «consciente» (Lo-
emotivas se empiezan a formar en la infancia, cuando la capacidad de una nergan, 1973, p. 35). Por otra parte, en la vocación cristiana el hombre
valoración reflexiva de la situación y de la respuesta del niño a la misma se confronta continuamente con problemas de deliberación y de de-
son todavía muy pobres; por eso las emociones, y las actitudes y las cisión, que se refieren a la transformación, al cambio de su persona y
espectativas creadas por ellas, estarán profundamente arraigadas. En se- que por tanto afectan profundamente sus emociones. Por tanto, no se
gundo lugar, mientras la memoria de «modalidad específica» relativa a puede dar por sentado que la persona será objetiva en seguir lo que
los acontecimientos que llevan a la formación de las actitudes emotivas Lonergan (1958) llama el «deseo indiferente desinteresado, sin restric-
tiende a perderse, las mismas actitudes emotivas permanecen; por tanto, ciones del conocer» (p. 738 y passim). Como se ha visto, el hombre
una reinterpretación de estas actitudes se hace difícil porque faltan los tiene otros deseos aparte del deseo de conocer.
datos concretos sobre los acontecimientos que las han determinado. En Para continuar respondiendo a la pregunta, retomaremos las apor-
tercer lugar, nuestras actitudes emotivas pueden crear nuestras espectativas taciones anteriormente citadas (Ey, Ricoeur, cardenal Wojtyla) en la
sobre el comportamiento de los demás hacia nosotros. Esto puede influir sección 6.3. Según estos autores el inconsciente es un elemento de la
nuestra conducta hacia los demás y provocar en ellos precisamente el tipo estructura del sujeto humano, y por tanto, ligado a sus potencialidades
de respuesta que confirma nuestras espectativas. Así se produce un re- ya sus dinamismos; además, toda persona se constituye y forma a través
forzamiento de nuestras actitudes emotivas. Pensemos en el caso de una de sus experiencias conscientes e inconscientes.
chica tiranizada por su hermana, esta chica no sólo esperará esto de su
hermana, sino también de amigas o de otras mujeres, y será agresiva hacia
ellas provocando así en éstas su reacción negativa. En definitiva, la chica 7.2.4. El yo (selj) funcional y relacional
estará cada vez más convencida que sus valoraciones son correctas y por
tanto será menos capaz de cambiarlas. La visión del hombre que hemos ofrecido en su conjunto, puede
A propósito de la motivación, especialmente de la motivación in- ser descrita como la de una persona, de un <<selfi> funcional que presenta
consciente, es importante hacer una precisión Como Arnold subraya las siguientes características.

126 127
Primeramente, el proceso motivacional del yo comprende nece- En la exposición sobre las potencialidades antropológicas hechas
sariamente un objeto como término intrínseco del mismo proceso. en l~ sección 7.~, se consideró sólo el aspecto potencial de este yo
Es decir, el yo está intrínseca y activamente referido, vuelto hacia un funCIonal y relaclOnal. Nos quedamos sólo en los deseos (wantings), en
mundo de objetos, personas o cosas; este mundo no se encuentra el ser .atr~~dos en los de~eos emotivos o racionales. Falta la parte de
sólo frente a mi persona, sino que constituye, el contenido de mi a~t~allzacto~ del yo funclOnal, la que considera las operaciones y de-
vida psíquica personalizada; este mundo es el objeto intrínseco de ClSlOnes delIberadas que hacen pasar los dos tipos de desear al estado
la persona (se/f) , la cual a su vez, desde el punto de vista de la de motivos, es decir, de un desear que conduce a la acción ... Después
motivación es el conjunto de las potencialidades y de las funciones de todo, tanto el deseo emotivo como el deseo racional implican la
psíquicas del individuo. Se trata de una visión relacional de la per- valoración de un objeto y la dirección hacia él; por lo tanto ambos
sonalidad entre el yo y su mundo de objetos, tal y como es presentada procesos pueden llevar a un deseo considerado apropiado o no para
por ejemplo, por Nuttin (1968b) y sostenida por algunas corrientes la acción:
actuales de antropología filosófica como la de Max Scheler, M. Buber, Es necesario, pues, formular un esbozo que considere las actuali-
G. Marcel, el cardenal Wojtyla etc. Para ellos existe una unidad entre zaciones de las potencialidades humanas. Es lo que se verá a conti-
tendencias a la acción y el objeto. nuación.
En segundo lugar, el yo se puede considerar como una jerarquía
de potencialidades para la acción, como una jerarquía de objetivos,
de fines personales, conscientes o inconscientes, que están en relación 7.3. Actualización de las potencialtdades antropológicas
con objetos. Dichos objetivos tienen su primer origen en las nece-
sidades de la esfera somato-vegetativa del organismo" o' en las ne- La discusión sobre la actualización de las potencialidades se desa-
cesidades de la esfera psico-emotiva; a su vez, las necesidades inte- rrollará entorno a tres puntos, que en parte, se derivan de las ideas de
ractúan con o son modificadas por un sistema de valores que Lonergan (1973, 1974, 1958; d. también Crowe 1977) y que han sido
caracterizan la jerarquía de los fines personales. expuestas implícitamente aquí al hablar de las potencialidades. La pre-
Se sigue de esto, en tercer lugar, que en la persona es activa la sentación de las ideas de Lonergan será muy esquemática e incompleta;
interacción entre dos «yoes» (selves), entre dos hipotéticas partes de por tanto, el lector debe consultar los textos originales para una mejor
la misma realidad, del mismo único yo (sel/) funcional: el yo (se/f) comprensión.
del desear emotivo y el yo (se/f) del desear racional. Lonergan (1958) En primer lugar, se parte con la idea de que el espíritu del hombre,
los describe como yo centrado en el ego, y el yo que trasciende el su mente y su corazón son una fuerza activa, un poder de actualización
ego respectivamente. El primero es el yo que percibe y siente que se hacia la trascendencia; por eso el sujeto está intrínseca y constitutiva-
alegra y sufre, que está apegado así mismo, está interesado en sí mente relacionado con el objeto hacia el que se trasciende. Esta relación
mismo, es el centro de referencia en el propio ambiente. El segundo, se da por medio de un esquema fundamental de operaciones que cons-
un yo más amplio se describe como indagador y reflexivo, como tituyen el método trascendental. Existen cuatro niveles de operaciones:
llevado a concebir inteligentemente, y a juzgar razonablemente, como experiencia, inteligencia, juicio y decisión. Serán descritos brevemente
un objeto indiferente y desinteresado que está coordinado con otros a continuación.
objetos y que, con ellos, se subordina a cualquier destino que debe Aquí queremos solamente subrayar que este esquema fundamental
ser descubierto o inventado, aprobado o desechado, aceptado o re- trata de operaciones que son intencionales y conscientes. Como inten-
pudiado. Estos dos «yoes» son el mismo único yo (se/f). Después de cionales, las operaciones hacen presentes los objetos al sujeto; como
todo, el hombre es una unidad existencial, aunque esté diferenciada. conscientes, ellas hacen al sujeto que «opera», presente a sí mismo.
Se propone así una visión del hombre que va más allá de la visión Hace falta, entonces, distinguir los diferentes niveles de conciencia y
tradicional de «animal racional» (d. 4.4 pp. 45 y ss). de intencionalidild; estos corresponden a los cuatro niveles de opera-
ciones. En palabras de Lonergan (1973):

128 129
«Cuando soñamos, normalmente la conciencia y la intención son
de d~?endencia afectiva, etc. Si tenemos que tomar una decisión, una
fragmentarias e incoherentes. Cuando nos despertamos éstas asumen
elecclOn (con:o la. de la vocación), los aspectos atrayentes o repelentes
un tinte diverso, que se agranda en sucesivos niveles, relacionados entre
de esta ~xpenen.~ia asumen una fuerza particular. El segundo nivel, es
ellos, pero son cualitativamente distintos. Hay el nive~ empírico por el
el de !a l11telecclOn (understanding) que, ante el caso de una elección
cual nosotros sentimos, percibimos, imaginamos, expenmentamos emo-
se entie?de ~omo. un conocimiento práctico (practical insight): es decir:
ciones, hablamos, nos movemos. Hay un nivel intelectual por el que
no una l11te.hgenCla de lo que una cosa es, sino de 10 que se debe hacer.
nosotros indagamos, llegamos a comprender expresamos lo que hemos El tercer lllvel es el de la reflexión crítica y del juicio de valor (critical
comprendido, elaboramos los presupuestos y las implicaciones de .10 reflection and/udgment). Mientras que con el conocimiento práctico se
que expresamos. Hay el nivel racional sobre el que ~osot~os re~~xlO­ aferra un posible modo de actuar, con la reflexión práctica se examina
namos, individualizamos y disponemos en orden la eVidencia, emltlmos el curso de acción propuesta con sus consecuencias y motivos como
el juicio sobre la verdad o falsedad, sobre la certeza o probabilidad, de también las posibles alternativas con sus consecuencias y motivos. A
una afirmación. Hay el nivel responsable en el que nos ocupamos de est~ ,reflexió.n le sigue el juicio de valor que afirma que el curso de
nosotros mismos de nuestras operaciones, de nuestras finalidades, por aCCion considerado es verdaderamente bueno, o sólo aparentemente
el cual deliberamos sobre cursos posibles de acción, los valoramos, bueno, o mejor o peor que otros caminos alternativos.
decidimos, y ejecutamos 10 que hemos decidido» (p. 9). El cuarto nivel es el de la responsabilidad y afecta a la decisión. Este,
En segundo lugar, como dijimo~, los cuatro niveles de operaciones opera de una m~r:era implícita en todos los niveles precedentes; pero
llevan a la autotrascendencia; existe en el hombre un proceso ontológico se expresa exphclta y completamente en la decisión final es decir
de desarrollo, una fuerza espontánea que lo empuja hacia la autotras- '
cuand o se pasa del conocer al actuar a través de una deliberación. La
,
cendencia; esta última se realiza en tres fases distintas: de conocimiento, decisión sigue a un juicio de valor y expresa la aceptación o el rechazo
de moralidad y de amor. El hombre está llamado ontológicamente a a actuar según este juicio. Por tanto, la decisión puede estar en desa-
este autotrascenderse. De ahí la continuidad entre las potencialidades cuerdo con el juicio de valor, ya que un hombre puede conocer 10 que
antropológicas vistas en la sección 7.2 y su actualización, considerada es justo y no hacerlo.
en esta sección 7.3. Lonergan (1958, pp. 335-336; 1973, p. 19) sostiene que esta des-
En tercer lugar, el hombre está ontológica y constitutivamente li- ~ripción funcional ?el conocimiento y de la decisión humana es segura,
mitado en la consecución de su autotrascendencia. Se sigue de esto que l11vulnerable no SUjeta a revisiones. Además, cada nivel sucesivo tras-
el hombre presenta una dialéctica de base, una oposición entre su ciende y completa el precedente, pero también puede retener y pre-
tendencia a la auto trascendencia ilimitada y la propia limitación. servar los defectos, las limitaciones, las distorsiones que podían estar
Elaboramos brevemente estos tres puntos presentados. presente~ e~ los niveles precedentes. A cuanto afirma Lonergan, se
puede anadir que este preservar los defectos es particularmente cierto
para los defectos inconscientes y por tanto no reconocidos, de hecho;
7.3 .1. Los cuatro niveles de operaciones
los def~ctos, las limitaciones, las distorsiones se tienden a mantener y
a repetir, porque a menudo éstos provienen de necesidades incons-
De los cuatro niveles de operaciones (experiencia, inteligencia, juicio
cientes que -como tales- son muy difíciles de reconocer y corregir.
y decisión), descritos por Lonergan, los tres primeros niveles operan
Los procesos de conocimiento y de decisión descritos por Lonergan
directamente sobre el proceso del conocer, mientras que el cuarto nivel
están en la base de cualquier elección vocacional. Pero, estas operacio-
opera más directamente sobre el proceso de la decisión y del obrar.
nes del método trascendental, que caracterizan el dinamismo espon-
Para llegar a conocer, el hombre debe usar tres niveles de opera-
táneo del hombre, son propias del dinamismo consciente. A la luz de
ciones. El primer nivel es el de la experiencia (experience)o de la apor-
los hechos presentados en la sección 6.2 y de los expuestos a propósito
tación sensible; dicha experiencia se constituye por las sensaciones,
del inconsciente y de la motivación (sección 7.2) me parece, que para
imaginaciones, reacciones o tendencias emotivas (emotions) de agresión,
un estudio adecuado sobre la vocación, incluso de la naturaleza humana,
l30
l31
es necesario añadir el componente inconsciente, en cuanto que éste es inteligible, debe prestar atención a los datos de los sentidos y a los de
un componente normal de la psique humana22 • Esto se estudiará en la la conciencia.
sección 8. Respondiendo a estas preguntas sobre lo inteligible, lo verdadero,
Aquí podemos subrayar dos hechos. Sobre todo, las emo~iones y lo real, lo bueno, el hombre puede autotrascenderse. Cuando el hombre
particularmente las emociones de origen inconsciente pueden mfluen- pasa a preguntas y a respuestas por la inteligencia y por la reflexión,
ciar y distorsionar de muchas formas, tanto los procesos que llevan al el hombre se trasciende intelectualmente al obtener el conocimiento. El
juicio, como los que llevan a la decisión 23 • Además, mientras que la hombre conoce no lo que aparece, no lo que se imagina, o piensa, no
experiencia, en el sentido estricto de experiencia empírica forma p~rte lo que le parece a él que sea así, sino, lo que es así. Conocer lo que es
del primer nivel de operaciones, ésta de hecho, ~xlst.e en .un se?-t.l~o así, es ir más allá del sujeto, es trascender el sujeto, es alcanzar aquello
más amplio que influye en los otros tres niveles de mtehgencla, de JUICIO que sería aunque este sujeto particular no existiese.
y de decisión y sus objetos correspondientes; de éste se hablará en la Sin embargo, la autotrascendencia del conocimiento es sólo inten-
sección 8. cional, es sólo cognitiva.
Con la auto-trascendencia moral, se da un paso más, porque con
lo que es moral, nosotros conocemos y hacemos lo que es bueno de
7.3.2. Las tres auto-trascendencias y sus fines verdad. Esta es una verdadera auto-trascendencia porque va más allá
de lo que es sólo satisfacciones personales o intereses o gustos o pre-
Los cuatro niveles de operaciones llevan a la auto-trascendencia, ferencias; es buscar lo que es el bien real, y no solo el aparente, aquello
que se realiza según las tres fases distintas de conocimiento, de mo- que merece la pena, un valor objetivo; la persona se convierte en prin-
ralidad y de amor. Hay una continuidad de la mente con el corazón. cipio de benevolencia capaz de amar verdaderamente (cf. Lonergan,
El hombre es movido, sostenido por preguntas que se hace al pasar 1973, p. 35). .
de un nivel al sucesivo; preguntas para la inteligencia al pasar de la Finalmente en la autotrascendencia del amor, el aislamiento del
experiencia a la comprensión; preguntas para la reflexión al pasar de individuo se rompe y él funciona no sólo para sí mismo sino también
la comprensión al juicio; preguntas para la deliberación al pasar del para los otros 24 . La capacidad se hace actualidad; el amor inviste nuestro
juicio a la decisión. Estas operaciones se unen entre sí tanto del lado discernimiento de valores, nuestras decisiones, y nuestras acciones. Hay
del sujeto como del objeto. De la parte del sujeto existe la única mente diferentes tipos de amor. Está el amor hacia objetos finitos, o hacia
que hace las preguntas sobre la búsqueda de una meta singular. De la personas humanas, como aquel por el marido o la mujer o los hijos;
parte del objeto se da la acumulación gradual, y el unirse de elementos está el amor por la humanidad que se dedica a obtener el bienestar
parciales en un todo singular. . humano local, nacional o globalmente; finalmente existe el amor, don
Así, lo inteligible, lo verdadero, lo real, 10 bueno se aphcan a todos del amor de Dios, que no es de este mundo porque no admite con-
los objetos, ya que estos se fundan en los estados sucesivos de nuestra diciones o cualificaciones o restricciones o reserv,'~.
relación con los objetos. Junto a esta unidad y continuidad de funda- Como vemos, la autotrascendencia es algo que se va cumpliendo
mento se da también una unidad y continuidad en la aplicación. De gradualmente a través de un largo camino personal de cooperación
hecho, el sujeto que tiende, tiende sobre todo al bien, pero para al- activa con la gracia divina. Además, esta lucha para vivir la autotras-
canzarlo debe conocer lo que es verdadero; para conocer 10 que es cendencia puede ser minada por motivaciones también emotivas e in-
verdadero debe aferrar lo que es inteligible; y para aferrar lo que es conscientes, por intereses personales del sujeto; por tanto, es un esfuerzo
que parece ser inútil, irrealizable en la práctica. Pero entonces, si esta
22, Lonergan ha tratado mucho la influencia del inconsciente (1958, pp, 1~1- es la situación, ¿Cuál es el sentido de la existencia del hombre?
206; 1973, p, 34); pero parece infravalorar la extensión de esta influencia y tambIén
la tenacidad con que el inconsciente resiste al cambio. 24, El lector reconocerá que el esquema general está tomado de Lonergan;
23, Estas influencias están tratadas ampliamente por Kiely (1980, pp, 136-170) pero aquí la cuestión de la autotrascendencia del amor se formula en un modo
con especial referencia a la teología moraL diverso.

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tb
En el marco del objetivo que nos interesa, es decir el de la actua- porte también un componente personal. «Admitiendo (aunque esto es
lización de las potencialidades motivacionales, de la realización de los bastante improbable) que la humanidad en su progresivo autotrascen-
deseos del hombre, es necesario hacerse estas dos preguntas: derse ~lcan~a un es:adio final de perfecta realización de sí misma y de
1) Si la autotrascendencia es el movimiento con el que el hombre las eXIgenc~as propIas, esto no ofrece ninguna respuesta al problema
se sobrepasa sistemáticamente a sí mismo, en todo lo que es, quiere, de la propIa, personal autotrascendencia» (ibid., p. 72). Después de
piensa, y realiza, ¿cuál es la dirección de este movimiento? En otras todo, los hombres tienen esperanzas que no son sólo colectivas o sociales
palabras: ¿cuál es la meta a la que el hombre tiende, el fin que realiza sino también individuales y personales. Aquí aparece de nuevo la di-
sus deseos?, y por eso ¿cuál es el sentido de la existencia del hombre? ficultad que se le hacía a la concepción egocéntrica. De ahí la necesidad
2) Dejando de lado la respuesta que viene de la revelación cristiana, de buscar otro sentido diverso de la autotrascendencia.
¿es posible también con las fuerzas de la razón humana obtener una Para la perspectiva teocéntrica, el objetivo último de la autotrascen-
respuesta a la primera pregunta, es decir, obtener algún conocimiento dencia es Dios: nos distanciamos de nosotros mismos, nos autotras-
cierto sobre el sentido de la existencia humana, el sentido del por qué cendemos para alcanzar a Dios. Esta es la interpretación de Aristóteles
último de su vida? ¿Es posible descubrir cual es el fin último de los Plotino, Agustín, Tomás, Descartes, Spinoza y -más recientemente"':
deseos y del autotrascenderse del hombre? de Scheler, Rahner, Teilhard de Chardin, De Finance, Barbotin, Pan-
Siguiendo a Mondin (1977, pp. 66-80 Y 1982, pp. 306-319), se puede nenberg, Lonergan.
decir que todos los grandes filósofos del pasado, y los contemporáneos Aquí nos limitaremos a la interpretación de Lonergan que parece
se han ocupado de este problema y, esquemáticamente, han llegado a responder de modo conclusivo a la búsqueda de sentido implícita en
tres tipos principales y contradictorios de conclusiones: egocéntrica, la tensión que el hombre tiene y siente en su tender continuamente al
filantrópico-social y teocéntrica. autotrascenderse: Dios es el fundamento de todo sentido y de todo
Según la perspectiva egocéntrica, el objetivo primario de la auto- valor.
trascendencia es el perfeccionamiento del sujeto que se autotrasciende. Para Lonergan, el hombre puede alcanzar una autotrascendencia
Autores como Nietzsche, Sartre, Heidegger y los psicoanalistas (Freud) estable sólo si se transforma en un buen juez, en un buen artífice, no
han tomado de la filosofía griega y renacentista el sentido egocéntrico de este o ese acto humano, sino de todo el ámbito de la bondad humana.
de la autotrascendencia y lo han profundizado. Pero, es una meta que el hombre no puede alcanzar de un modo
Estos autores hablan del objetivo del hombre de autorrealizarse, completo y seguro: «hay siempre otras preguntas para la inteligencia
pero no responden a la pregunta sobre cómo se puede llevar a cabo que empujan hacia una inteligencia más plena, y siempre nuevas dudas
una autorrea1ización completa. Es la experiencia cotidiana la que nos que nos estimulan a una verdad más plena. El único límite al proceso
muestra que en la mayoría de los casos, nuestros esfuerzos de auto- se da cuando no nacen más preguntas ulteriores; pero, a este punto
rrea1ización son sistemáticamente frustrados: el hombre no conquista sólo se llegaría cuando conociéramos la realidad en todos sus aspectos
nunca el saber, el poseer, el poder, el amor, el ser que desearía. Por yen todas sus realizaciones» (Lonergan, 1973, p. 36).
tanto, juzgamos que nuestra autotrascendencia es un esfuerzo insensato Tenemos por tanto una autotrascendencia que no llega nunca a
y vano o se propone una interpretación diferente de la misma. La realizarse completamente, y esta situación -según Lonergan- suscita
segunda alternativa es la que siguen la mayor parte de los filósofos. necesariamente el interrogante sobre Dios. El hombre considera de
Para la perspectiva filantrópico-social, el objetivo primario de la hecho que su interrogar sea legítimo, y que exista, por tanto, una
autotrascendencia es el perfeccionamiento de la comunidad humana, respuesta adecuada y sensata a sus interrogantes. Pero esto es ponerse
de la humanidad. Marx, Comte y, más recientemente, marxistas revi- ya la pregunta sobre Dios. Esta pregunta «nace de nuestra intencio-
sionistas como Block, Garaudy y Marcuse se pueden citar entre los nalidad consciente, de esa fuerza 'a priori' que nos hace avanzar de la
intérpretes de esta concepción. experiencia al esfuerzo de comprender, del comprender al esfuerzo de
Mondin (op. cit., 1977, pp. 72-73) subraya, que reconocer en la juzgar según la verdad, y del juzgar al esfuerzo de elegir según la
autotrascendencia un componente social no significa que ésta no com- justicia» .

134 135

thn
«En la medida en que nosotros ponemos atención a nuestro mismo invoca la conciencia religiosa, de Dios. Es El y sólo El -el Otro absoluto
preguntar y nos ponemos a interrogarlo, nace la pregunta sobre Dios. Se y nada menos que la fuente de mi mismidad - que dándome a mí
trata de una pregunta que se manifestará diferentemente en los diversos mismo me arranca a mi propio yo; es su presencia la que introduce en
estadios del desarrollo histórico del hombre, y en la multiplicidad de mí un principio de tensión interior de sobrepasarme a mí mismo» (1962,
culturas. Pero estas diferencias en la manifestación y expresión son se- p. 191).
cundarias. Estas, pueden introducir elementos extraños que se sobrepo- Por tanto, el sentido verdadero y último del hombre es Dios mismo.
nen, oscurecen y alteran la pura pregunta, la pregunta que se interroga, Dios es el único ser que es capaz de llevar al hombre a su completa
sobre el mismo preguntar. No menos, la oscuridad y la alteración pre- realización. Y esta certeza de la fe cristiana no está en contraste sino
suponen lo que éstas oscurecen o alteran. Se sigue de ello que, por muy en perfecta armonía con las investigaciones de la razón humana que
diversas que sean las respuestas religiosas o arreligiosas, por muy diversas encuentra la misma certeza en el estudio de la experiencia omnipresente
que sean las preguntas que éstas ponen de manera explícita, todavía en de la autotrascendencia25 .
su raíz está la misma tendencia trascendental del espíritu humano, la cual, Cuanto hemos afirmado es un dato de hecho, expresado de manera
pregunta, sin ninguna restricción, sobre el significado de su mismo pre- indicativa. Pero, ¿se puede expresar esto también de manera imperativa,
guntar, llegando así a la pregunta sobre Dios. al menos en el sentido del «debería ser así»? Es decir, ¿debería ser la
La pregunta sobre Dios se encuentra por tanto, dentro del horizonte apertura autotrascendente del hombre al ser 10 que el hombre debería
humano. La subjetividad trascendental del hombre se encuentra mu- hacer para realizarse a sí mismo?
tilada o suprimida si esta no tiende hacia lo inteligible, lo incondicio- Para responder a esta pregunta, me referiré sintética e incomple-
nado, el bien del valor. La meta, no de lo que el hombre alcanza, sino tamente a las aportaciones de De Finance sobre el tema (v. g., 1962,
a la que el hombre tiende, es ilimitada. Dentro de su horizonte, se 1967, 1978, 1979) a donde se remite a11ector.
encuentra una región para lo divino, un santuario para una santidad De Finance resalta que el verdadero problema no es el de derivar
última. Esto no lo podemos ignorar. El ateo lo podrá declarar vaCÍo. un «imperativo» de un «indicativo». Para é11a pregunta justa no está
El agnóstico podrá insistir en la afirmación de que su búsqueda no en saber si las proposiciones de la filosofía se reducen a un indicativo;
llega a ninguna conclusión. El humanista de hoy evitará que esta pre- la pregunta que hay que hacerse es: ¿Está el primer dato (es decir, el
gunta surja. Pero todas estas negaciones presuponen ya la chispa en encuentro con el ser) del que la filosofía es la explicitación, la elabo-
nuestra arcilla, nuestra orientación innata hacia lo divino» (Lonergan, ración, la interpretación, unido e inseparable al indicativo y al impe-
1973, p. 103).
Se note que la interpretación del movimiento de autotrascendencia 25. Se debe notar (con Mondin, 1983, p. 219ss) que dicha autotrascendencia
en sentido tea céntrico, no presupone ninguna demostración de la exis- teocéntrica tiene su base ontológica intrínseca en e! hecho que e! hombre está dotado
tencia de Dios sino al contrario ésta muestra que es este mismo mo- de espíritu (alma mente). De hecho, una realidad, tal como es e! hombre, no puede
continuamente superarse a sí mismo en todo lo que hace, piensa, dice y quiere, no
vimiento el que ofrece un elemento claro a favor de la realidad de Dios.
puede hipotizar para sí, para la sociedad y para e! mundo entero, condiciones de
La autotrascendencia, al ser un movimiento, exige un sentido, un fin, vida que realicen todas las condiciones de perfeccionamiento posible (condiciones
una meta. Pero, como se a visto precedentemente, ni el sujeto que se que prescinden de! tiempo, de la materia, de! espacio y de la cantidad), si ella misma
autotrasciende, ni la humanidad, pueden ofrecer el sentido exigido. Por está sujeta a las categorías de! tiempo, de! espacio, de la cantidad y de la materia.
tanto, no queda otra posibilidad que admitir, que el sentido último de El hombre puede hacer todo esto porque es también una realidad inmaterial y
espiritual.
la autotrascendencia, y por tanto el sentido, el fin último del hombre Como dotado de un ser espiritual, e! hombre pertenece al reino de! espíritu, que
está fuera del hombre mismo y se encuentra en Dios, es Dios mismo. es e! único reino de los valores absolutos; y no enteramente al de la materia, que es,
En palabras de De Finance: en cambio, e! reino de los valores instrumentales, sujetos a los cambios espacio-
<<Hace falta reconocer que el impulso hacia el Ideal no es posible, temporales y a la corrupción de la materia.
Por tanto, e! hombre no es simplemente un valor instrumental, un objeto a ser
y no tiene significado más que a causa de la presencia atrayente y manipulado para los propios intereses, sino un valor absoluto, es decir, un fin que
aspirante del Ideal subsistente y, por darle un nombre con el que 10 debe ser considerado con e! máximo respeto.

136 137
rativo? La respuesta es afirmativa, ya que nuestra actividad espiritual 7.3.3. La dialéctica de. base del hombre
se desarrolla sobre un fondo, dentro de un horizonte junta e insepa-
rablemente, de ser y de valor; es decir, nuestro ser está orientado, tiene Como consecuencia de la autotrascendencia teocéntrica presente en
un sentido, una dirección teocéntrica; y el sujeto que participa de dicha el hombre, es decir, de una trascendencia que tiende al Infinito, se
dirección es el mismo orientado, finalizado teocéntricamente. instaura en él una dialéctica de base, es decir una relación entre términos
La «tendencia» racional del hombre que está abierta a lo universal, opuestos, una oposición de fuerzas motivacionales; ella es inherente al
manifiesta una ley que implica al sujeto en su subjetividad. Este último sistema motivacional del hombre.
está como «cogido» en el ser, y «orientado» en la dirección y según las Como se expuso en la sección 7.2, hay dos conjuntos de elementos
exigencias del ser; es decir, en la fidelidad al significado del Ser. Dicho que están en la base de la motivación humana. Por una parte, el conjunto
de otro modo, el encuentro del ser que es el primer dato, es también formado por lo importante para mí, que está ligado a la valoración
inseparabletnente experiencia de valor y por tanto de «deberías» (You intuitivo-emotiva y a las necesidades; por otra, el conjunto de lo im-
ought to, en inglés). Por tanto existe « ... unidad del encuentro del ser portante en sí mismo, que está ligado a la valoración reflexivo-racional
como realidad y como valor» (1979, p. 847); en nuestro caso, está la ya los valores. Entre estos dos tipos de elementos es posible una tensión.
unidad del encuentro con Dios como autotrascendencia y como ex- De hecho, el conjunto segundo de elementos tiende a la autotras-
periencia imperativa de responsabilidad (<<deberías», ought to) inse- cendencia tea céntrica que es infinita; en cambio, el primer conjunto
parablemente ligada a dicho encuentro. de elementos es ambiguo (consciente o inconscientemente) para la tras-
Después de todo, el hombre no es sólo espíritu, racionalidad, sino cendencia y tiende a llevar a la satisfacción subjetiva, la cual - sino está
que es también espíritu, racionalidad. Entonces, el valor del espíritu no en acuerdo e integrada con la autotrascendencia de los valores teocén-
deriva del no ser materia (esto es sobre todo una condición), sino «del tricos- es limitada y finita. De ahí se sigue la tensión de las fuerzas
estar abierto al Ser, a la Verdad, al Valor. Y (radicalmente), del estar motivacionales.
abierto a Dios. Existe, por tanto, en la naturaleza espiritual, en la Una de las características profundas del hombre es desear y ser
naturaleza humana un elemento infinito y absoluto comunicado a ella confrontado con algo que vaya más allá de su limitación, de su finitud,
por el Objeto al cual está abierto. Por esto se dice que el hombre está del orden sensible o intuitivo-emotivo. Este anhelo por el Infinito, por
el Objeto, abraza nuestro espíritu sin destruir lo finito, lo limitado que
hecho 'a imagen de Dios'. Por tanto, también la naturaleza humana ...
hay en nosotros. De ahí la dialéctica presente en nuestro ser entre el
puede, con sus exigencias vincularse a la libertad. La misma infinitud
infinito al que tendemos con nuestros ideales y 10 finito de nuestra
de la apertura espiritual, que subjetivamente excluye el determinismo,
realidad. Es la autotrascendencia por sí misma la que «... comporta
situando la voluntad más allá de todo valor finito, se presenta objeti-
tensión entre el self (el Yo) como trascendente y el self como trascen-
vamente como fuente de exigencias absolutas. La libertad resulta vin- dido» (Lonergan, 1973, p. 110). Esta dialéctica es ontológica, es in-
culada o comprometida desde su propia raíz» (De Finance, 1979, p. herente al hombre, a su ser.
840). Es importante subrayar que esta dialéctica favorece el surgir del
Este vínculo o compromiso de la libertad es una especie de nece- inconsciente a través de la represión que, como se ha visto (sección
sidad; pero es una necesidad que no excluye la libertad sino que más 6.2), es inmanente al ser y entra en acción en casos de tensión, deter-
bien la presupone, y no tiene sentido más que por ésta. De hecho, sólo minados por oposiciones entre las fuerzas motivacionales. A su vez, el
porque el hombre debería escoger el Todo, a Dios, es libre de poder inconsciente -limitando «la autotrascendencia que es la conquista de
escoger las partes singulares; sino estaría ligado a alguna de las partes la intencionalidad consciente» (Lonergan, 1973, p. 35)- mantiene o
y no sería libre para escoger otras. Por esto, De Enance, en la cita aumenta la oposición dialéctica; así, el sujeto tiene mayores obstáculos
precedente, afirma que la infinitud de la apertura espiritual excluye en su proceso ilimitado de autotrascendencia.
subjetivamente el determinismo; en efecto, ésta sitúa la voluntad más Una buena descripción de esta dialéctica de base del hombre es la
allá de todo valor finito y le da la posibilidad de escoger. dada implícitamente por Lonergan (1973), en el contexto de una ex-

138 139
posición sobre la noción de valor; se la ha citado en el aspecto con- En esta idea el cardenal Wojtyla insiste particularmente. Se ha dis-
cerniente a nuestra apertura sin límites hacia la verdad; y se puede cutido ya en páginas anteriores (pp. 44-45; 104-105) a las que se aconseja
repetir aquí .añadiendo la parte que se refiere a nuestros deseos sin volver para comprender el objetivo de la exposición que sigue; objetivo
límites hacia el bien y el amor: que se puede resumir así: presentar algunos elementos objetivos que
«Existen siempre (en el hombre) otras preguntas para la inteligencia, puedan ayudarnos, a comprender, a interpretar la subjetividad personal
que la lanzan hacia una inteligencia más plena, y siempre nuevas dudas del hombre.
que nos estimulan hacia una verdad más plena. El único límite al proceso Deseamos dar una pequeña aportación para completar el estudio
se tiene cuando no nacen más preguntas ulteriores; a este punto sólo del hombre en el mundo; la metafísica clásica acentuaba la aproxi-
se llegaría cuando conociéramos la realidad en todos sus aspectos y en mación cosmológica del hombre en el mundo; hoy se intenta comple-
todas realizaciones. mentar esta aproximación con una aproximación «personalista» (cf.
Así mismo, nunca se entiende por bien una abstracción. Sólo lo V.g., Mounier, 1966, cardenal Wojtyla) que se interesa por el hombre
concreto es bien. Además, como las nociones trascendentales de lo en sí mismo, es decir, del aspecto interior y subjetivo de las experiencias
inteligible, de 10 verdadero, de lo real tienden a una inteligibilidad conscientes e inconscientes de cada persona. Intentar complementar
completa, a toda la verdad, a lo real según todas sus partes, y en todos las dos aproximaciones puede ser útil no sólo para la antropología sino
sus aspectos así la noción trascendental de bien tiende a una bondad también para la ética o para el estudio de la vocación cristiana, ya que
que está más allá de toda crítica. Esta noción, de hecho, es nuestro ambas están referidas a las personas individuales.
hacer preguntas en vista de la deliberación. Nuestro encontrarnos de- Generalizando y simplificando, se podría decir que la sección 7
sencantados para preguntarnos si lo que hacemos merece la pena. Este intentaba objetivar al hombre en un sentido prevalentemente metafísico;
desencanto evidencia el límite de cada conquista finita, la mancha en esta sección 8 ofrece algunos elementos para objetivarlo prevalente-
toda perfección que tiene en sí defecto, la ironía de la ambición q\1C mente en el sentido de su subjetividad específica; es decir, elementos
mira a lo alto y de la ejecución deficiente. La noción trascendental de que ayudan a comprender, no sólo qué es el hombre sino también quién
bien nos introduce en la altitud y profundidad del amor, pero nos hace es el hombre singular como persona única e irrepetible. Dicho de otra
también continuamente conscientes de que nuestro amor no alcanza lo
manera, siguiendo las ideas de Ricoeur y Ey se intentará ver las ma-
que éste apunta. En breve, la noción trascendental de bien nos invita,
nifestaciones del hombre no sólo como expresión de algo, sino también
nos persigue y nos atormenta de tal modo que, sólo en el encuentro
de alguien, es decir, no sólo como la relación intencional regulada por
con una bondad que vaya más allá de su poder crítico, podremos
los objetos, sino también como relación regulada por una exégesis de
encontrar reposo» (p. 36).
los deseos, que están escondidos en la intencionalidad del sujeto, en sus
Y, como ya hemos visto (sección 7.3.2), según Lonergan, esta si-
movimientos activos, hada el objeto.
tuación de una autotrascendencia que no puede realizarse completa-
mente nunca, suscita necesariamente el interrogante sobre Dios. De hecho el sistema motivacional del hombre se desarrolla por la
interacción de esas dos fuerzas. La elección de un hombre puede estar
dictada por la oportunidad del momento, o por la opinión prevalente,
8. ESBOZO DE UNA ANTROPOLOGIA: LA OB]ETIVACION DEL SUJETO o por el clima dominante a nivel cultural, intelectual o religioso. El
hombre también puede decidir lo que regirá en su vida según una
8.1. Objeto y método búsqueda personal más o menos cuidada y deliberada, y puede después
organizar su vida según las decisiones tomadas. En ambos casos, se
La importancia en este título recae sobre la palabra «sujeto», es desarrollará un sistema motivacional que es propio de cada individuo.
decir, sobre el hecho que todo hombre tiene una subjetividad esencial, Pero hay una diferencia de deliberación consciente en las dos even-
y por tanto todo hombre es irreduciblemente un sujeto irrepetible como tualidades mencionadas; sólo en el segundo caso el sistema motivacional
persona. está basado prevalentemente en una deliberación consciente.

140 141
Por tanto, quiera o no, cada hombre establece en el curso de su 8.2. Los cuatro niveles de operaciones y la subjetivización de los con-
vida una jerarquía de objetos y una gama de exégesis de deseos para tenidos
dichos objetos. Juntos forman el sistema motivacional que guía más
o menos establemente sus acciones. Esto puede conducir a su de- Como se ha visto en las secciones 7.2 y 7.3, el espíritu del hombre
sarrollo y perfeccionamiento como un ser autotrascendente o alejarlo es una fuerza activa hacia la trascendencia, así que el sujeto está
de ésta. relacionado constitutivamente con el objeto hacia el cual se tras-
El objetivo de la sección 8, es indicar algunos de los elementos ciende. Hemos visto también que esta relación tiene lugar por medio
según los cuales se puede objetivar el sistema motivacional de cada de los cuatro niveles de operaciones: experiencia, inteligencia, juicio
persona singular; es decir, ver algunos parámetros, algunas constantes y decisión. Se vio también que en los cuatro niveles de operaciones
según las cuales este sistema motivacional se desarrolla. están siempre presentes dos conjuntos de elementos motivacionales
¿Cómo se hará esto? El método que sugerimos será considerar que median nuestras respuestas a los objetos.
El primer grupo de elementos motivacionales está representado
cuatro pasos que lleven a resultados acumulativos y progresivos en
por el conjunto: necesidades, valoraciones intuitivo-emotivas, y lo
el proceso de formación del sistema motivacional. Estos pasos se
importante para mí; en otras palabras, nosotros escogemos un objeto
discutirán a continuación, pero podemos anticiparlos esquemática- (persona o cosa) porque nos gusta, es satisfactorio para mí. En este
mente así: conjunto motivacional lo que predomina son los afectos o, si se
quiere, las necesidades.
1) Los cuatro niveles de operaciones ya expuestos en la seCClOn
El segundo grupo de elementos motivacionales está constituido
7.3.1, llevan a las personas a elegir sus propios contenidos del sistema
por valores, valoraciones reflexivo-racionales, y lo importante en sí
motivacional.
mismo; aquí nuestra respuesta al objeto nos lleva, en general, hacia
2) Las tres autotrascendencias ya expuestas en la sección 7.3.2 lle-
la autotrascendencia, es decir, a escoger un objeto por amor del cual
van a los individuos a formar las estructuras específicas para el propio nos trascendemos. En este segundo conjunto motivacional lo que
yo (selj), para su personalidad. predomina son los ideales, o si se quiere, los valores.
3) La dialéctica de base, ya presentada en la sección 7.3.3, suscita Estos dos grupo de elementos motivacionales influyen en nuestras
el surgimiento de distintas dialécticas entre las estructuras; las más im- elecciones de los objetos, de contenidos, ya sea por el tipo de valores
portantes de éstas dialécticas son las tres «dimensiones» con los res- como por las distintas necesidades que se eligen. No sólo los dos
pectivos «horizontes» que caracterizan las personas. grupos de elementos se presentan juntos en los cuatro niveles de
4) Por fin, estas tres dimensiones se expresan mediante símbolos, operaciones, sino que también cada nivel de operaciones supera el
que por una parte subjetivizan ulteriormente el sistema motivacional nivel precedente; es decir cada nivel retiene y preserva o trasciende
de cada individuo; pero, por otra, la función simbólica se puede, en y completa al nivel precedente (Lonergan, 1974, p. 80; 1973, p. 316,
algún momento objetivar, en cuanto ésta parece tener lugar según dos 340). Por tanto, en nuestras elecciones de valores y de necesidades,
procesos opuestos de simbolización. tendemos a tener y a preservar también los defectos, las limitaciones,
las distorsiones que podían estar presentes en los niveles precedentes;
La aproximación sugerida para objetivar el sujeto es una apro- aquí se quiere recordar en particular la influencia de las emociones
ximación conjuntamente estructural y final y, como tal, tiene un valor sobre la razón, especialmente las emociones inconscientes.
heurístico; ésta suministra una estructura y fines comunes a la persona Este hecho es especialmente importante para la subjetivización
humana en cuyos términos se podrá comprender al individuo en su de nuestros contenidos, para los tipos de necesidades y valores que
imprevisibilidad, es decir, en sus diferencias concretas respecto a tendemos a hacerlos característicos de nuestra persona (o selj). De
otros individuos; a diferencia de la «tipología» ésta no suministra hecho, la selección de valores y necesidades que nosotros operamos
contenidos «cristalinos» a los que el individuo debe «conformarse». en el curso de nuestro desarrollo con el crecimiento en la edad, dejan

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un residuo (d. pp. 114-115), es decir, una disposición que gradual- ~l segundo ~riterio es el de la instrumentalidad, es decir, de
mente llega a ser habitual, llega a ser una facilidad a responder, a med~os para un fm: las actit~des específicas son los instrumentos por
escoger determinados contenidos de valores y necesidades que, aca- medlO de los cuales las actItudes generales guían las acciones' así
ban caracterizando las distintas personas. Cada uno de nosotros se por ejempl~, refiriéndonos al ejemplo anterior, la actitud espe~ífic~
forma así sus actitudes, es decir, sus facilidades o disposiciones ha- de p.ersua~hr a un grupo para que haga algo como quiero yo es el
bituales para responder a los objetos, para escoger sus propios valores medlO, elmstrumento, para alcanzar el fin, es decir, la gratificación
y necesidades. Se desarrollan, por tanto, juicios y acciones habituales personal que puede derivar de la necesidad de dominar.
en nosotros, es decir, nuestros hábitos (del latín «habitus») que -si A estos dos criterios se añade el hecho de que las necesidades y los
son conscientes - pueden llegar a ser nuestras virtudes o nuestros valores son tendencias innatas a la acción, mientras que las actitudes
vicios. específicas son adquiridas.
Comúnmente, las actitudes generales se indican con el nombre
de las tendencias a la acción de la que se originan, es decir, con los
8.2.1. Actitudes generales y específicas términos «necesidades» o «valores»; mientras que las actitudes es-
pecíficas vienen indicadas con el término «actitud» tomado en sentido
¿Qué tipos de actitudes se pueden desarrollar en el hombre como estricto. Una persona adulta tendrá probablemente centenares de
para caracterizar y objetivar a cada uno de nosotros? actitudes pero sólo dos o tres docenas de necesidades; y lo mismo
Las ciencias modernas del hombre ofrecen algunas categorías y se puede decir para los valores (Rokeach, 1973). Es importante ver
tipos de actitudes que se refieren tanto a los valores como a las que las actitudes tomadas en sentido estricto están sostenidas o por
necesidades; sería importante recordarlos brevemente. Los valores valores o por necesidades;. véase el ejemplo de arriba sobre el deseo
han sido estudiados sobre todo por la axiología, las necesidades por de dominar. Pero a menudo estas actitudes pueden ser sostenidas
la psicología26 • contemporáneamente tanto por valores como por necesidades; es
Es muy útil distinguir dos categorías de actitudes: las generales decir, éstas pueden aparecer como basadas sobre una valoración he-
y las específicas. Estas dos categorías se diferencian, sobre todo, en cha a la luz de los valores proclamados por una persona, aunque en
base a dos criterios: según el de la generalidad opuesta a la especi- realidad se sostengan prevalentemente por valoraciones emotivas pro-
ficidad (como la misma denominación de las categorías indica) y, venientes de sus necesidades, que no necesariamente llevan hacia una
además, según el criterio de la instrumentalidad para el comporta- autotrascendencia. Así, por ejemplo, la actitud específica de sufrir
miento. Lo explicamos. por una causa buena, justa, puede depender funcionalmente de un
Para el primer criterio es un dato de hecho que existen algunas valor altruista de amor y de una disponibilidad al sufrimiento (v.g.,
tendencias a la acción, sean valores o necesidades que son relativa- a imitación de Cristo) y depender también de una necesidad tal como
mente generales y que son pocas, en el sistema vocacional de cada la tendencia a sentirse inferior. Entonces, ¿cuál de los dos prevalece
hombre; éstas son, sobre todo, generales porque fundamentan y mo- ~n sostener la actitud: el valor o la necesidad? Esta distinción es muy
tivan las innumerables preferencias específicas, reglas y direcciones Importante porque -como se verá- la actitud puede ser expresión
que se dan en la vida cotidiana. Así, por ejemplo, la actitud general de un bien real o de un bien aparente; en este último caso la actitud
(en este caso una necesidad) de dominar, puede manifestarse en es prevalentemente expresión de una necesidad que no es autotras-
actitudes específicas como persuadir a un grupo para hacer algo como cendente.
yo quiero, o hacer depender a otras personas de mí respecto a ideas De todo esto resulta que las actitudes generales, es decir, los
y opiniones, o controlar o influenciar las acciones de otros, etc. valores y las necesidades, tienen en el hombre una fuerza motivacional
más grande que las actitudes en sentido estricto y, por tanto, las
26. Otras ideas relativas a este tema y referidas a la vocación sacerdotal o primeras tienden a cambiar menos que las segundas. Pero, como
religiosa se pueden encontrar en Rulla, 1971, yen Rulla, Ridick, Imoda, 1976. veremos a continuación, existe una importante excepción a esta regla.

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No es posible objetivar las actitudes específicas porque, como se de los animales. Son los valores de la sensibilidad y de la vida bio-
ha dicho, éstas son varios centenares en cada uno de nosotros y, por lógica, teniendo que ver con el placer y el dolor, la salud y la enfer-
tanto, sería necesaria una interpretación o un discernimiento de cada medad, etc. 27 •
una de ellas. La objetivación, por el contrario, es más posible para 2) Valores humanos inframorales. Son humanos porque diferencian
las actitudes generales representadas por las necesidades y los valores. al hombre de los animales, pero son inframorales porque quedan fuera
d.e a9~ello que .el hombre tiene como más propio: no comprometen el
ejerCiCiO de la hbertad y de la re~ponsabilidad propia del yo.
8.2.2. Necesidades y valores
Aquí se pueden distinguir dos grupos: a) los valores económicos y
La psicología moderna ha descubierto unas veinte o veinticinco aquellos que también podríamos llamar eudemónicos como, por ejem-
necesidades características del hombre. Estas se presentan y describen plo, la prosperidad o la miseria, el éxito personal o el fracaso; y en
en el apéndice B. Propuestas por Murray (1938), éstas tienen las g:ne.ral, aquello que mueve a la mayoría de los hombres a juzgarse a
ventajas «de dar una idea amplia, aunque no exhaustiva, del espectro Si. mismos y a los ?emás, como felices o infelices; b) los valores espi-
de las necesidades de la personalidad ... , de poseer una definición rztuales, en el sentido de no estar relacionados a las influencias de los
cuidada y precisa, y de tener una notable entidad de fundamentos factores biológicos.
tanto teorético s como empíricos» (] ackson, 1970, p. 67; Wiggins, Entre ellos, se pueden distinguir varias categorías: los valores noé-
1973, p. 410). t~co~ como la verdad por parte del objeto (valor objetivo) y el cono-
Los valores, en cambio, están estudiados sobre todo por los fi- Cimiento de la verdad por parte del sujeto (valor subjetivo); los valores
lósofos en la axiología o ciencia de los valores. Sería importante estéticos y artísticos, como la belleza o fealdad por parte del objeto y
indicar algunos puntos, que quieren completar lo que ya se ha dicho el buen o mal gusto por parte del sujeto; los valores sociales como la
sobre ellos en la sección 7.2.2. prosperidad. y la conexión del grupo, el orden o sus contrarios por
Los valores se pueden considerar en sus dos aspectos, objetivo o parte del objeto y - por parte del sujeto -, la afiliación, la ayuda a los
subjetivo. Los valores objetivos son los aspectos de las personas o ~emás, la dominación, la tendencia al orden, ete., o sus contrarios 28 ;
cosas que por su importancia intrínseca actúan como objetos de la fmalmente, los valores que se refieren a la voluntad como un don natural,
respuesta humana, por tanto, no son los aspectos producidos por el como por ejemplo, un «estilo» firme o relajado por parte del objeto, y
pensamiento del hombre. Los valores subjetivos son las normas de la fuerza de carácter, la capacidad de reacción después del fracaso o,
comportamiento más o menos internalizadas, por las que el hombre todo lo contrario, por parte del sujeto.
en sus juicios y acciones, responde a la importancia intrínseca de los
objetos, personas o cosas. 27. Podemos hacer la siguiente distinción respecto a la diferencia cualitativa entre
Una aportación importante de la axiología es la de ofrecer una valores y necesidades, añadiéndola a lo ya dicho en la sección 7.2.2.
En el caso de un valor, el valor es el factor determinante de nuestra felicidad,
jerarquía de los valores humanos, en base a la cual se pueden objetivar mientras que nuestra felicidad es el elemento determinado. En cambio, en el caso de
la motivación de cada sujeto, por lo que respecta a los valores mismos. las nec~sidades, de. bienes q~e nos satisfacen subjetivamente, nuestro placer es el factor
Entre las distintas clasificaciones ofrecidas a este respecto, quizás la determmante, y la lffiportanCla del objeto como agradable o satisfactorio es el elemento
más útil es la presentada por J. De Finance (1962, 1967, y en prensa) determinado. Una excepción a esta diferencia cualitativa entre valores y necesidades se
que describiremos en una síntesis incompleta aquí. Esta clasifica los encuentra en el caso de los valores infra-humanos. En este nivel, un valor y una necesidad
pueden coincidir en parte como es el caso del comer. De todas formas, si los valores
valores según se refieran más o menos al sujeto espiritual como tal inEra-humanos se oponen a la autotrascendencia teocéntrica esos valores se convierten
y, más precisamente, según que ellos afecten los estratos más o menos e? contravalores opuestos a la autotrascendencia teocéntrica de la persona. Así, por
profundos de este sujeto, hasta llegar al centro irreductible del yo (o ejemplo, la persona humana no vive para comer; él come para vivir, y vive para el reino
sel/). de Dios en sí mismo y en los demás.
28. El amor. pertenece a este grupo. Pero más que un valor particular, se trata
1) Valores que no son específicamente humanos. Son llamados así
de un valor «básIco», como la vida y la felicidad, con varias formas que van desde
no porque no se refieran al hombre, sino porque no lo distinguen un nivel de hedonismo a un nivel vital, hasta los niveles de moralidad y religión.

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dtn
Estos valores son importantes aunque no está en ellos la perfección mo~al sea positivo o negativo hasta el punto que aunque el hombre
del hombre como tal. De hecho ellos son exteriores al sujeto, y no tUVIera las má~ bellas cualidades como inteligencia, fuerza, belleza, saber
afectan a lo que es particularmente suyo. Esto vale igual para los valores hacer, etc., SI este hombre fuese 'negativo' desde el punto de vista
intelectuales. Así, por ejemplo, el sujeto como conocedor no es valo- moral, debería ser considerado como un 'hombre malo', pura y lla-
rizado por su objeto, sino al contrario, es él el que lo valoriza (santo namente. Al contrario, un 'pobre hombre', mediocremente dotado des-
Tomás, Summa Theologiae, I, 82, 3; De Veritate, 29,11). Conocer lo de el punto de vista intelectual y físico si tiene 'buena voluntad' si es
bello no nos hace más bellos, conocer el bien no nos hace más buenos. moralmente positivo, entonces es 'bueno' pura y llanamente» (De Fi-
En este momento, siguiendo a De Finance, aunque introduciendo nance, 1967, pp. 59-60.
una terminología más específica, es necesario hacer una distinción que Aquí queremos subrayar al igual que De Finance (ibid., pp. 70-71)
-como se verá a continuación- es muy importante para el objeto de que el valor moral se presenta como digno de estima, como deseable
nuestra exposición. Los valores considerados hasta aquí conciernen a por sí mismo y por medio de sí mismo. No sería un valor moral si se
la naturaleza sensible o espiritual, y no a la persona, al sujeto mismo le considerase solo en vista de otra cosa. Esto no impide que el valor
como tal. Por tanto, dichos valores se pueden llamar naturales porque moral pueda, al mismo tiempo, ser apreciado y buscado en vista de otra
conciernen a la naturaleza del hombre. Por el contrario, los valores que cosa (como, por ejemplo, querer hacer el bien para salvarme); pero
veremos a continuación afectan a la misma persona humana, a su «yo», éste se destruiría si lo considerásemos solo un medio para un fin. Con
en cuanto comprometen el ejercicio de su libertad y responsabilidad; esto no queremos defender el «moralismo» (buscar la virtud por la
estos valores miden el valor de la persona respecto a su libertad y virtud) que sería fariseísmo, es decir, una forma sutil de amor a sí
responsabilidad de autotrascenderse. Por tanto estos valores se pueden mismo. Se quiere decir que el valor moral no puede ser auténticamente
llamar autotrascendentes para distinguirlos de los naturales 29 • Estos son considerado más que a condición de ser sobrepasado, no sólo como
de dos tipos estrechamente unidos entre sí: los valores morales y los medio hacia un fin. Lo que cuenta, es la relación con el Absoluto
valores religiosos. aspirado implícitamente como horizonte de la libertad. Por tanto, no
3) De Finance habla del valor moral en singular, porque -como puede ser un bien preferir algo al Bien. El bien moral no admite va-
i demuestra- éste pertenece a un orden de valores más unificado que caciones o retiradas estratégicas; su exigencia tiene un carácter de ab-
,¡ los anteriores. El valor moral afecta al sujeto en 10 que más tiene de soluto.
suyo, en su actuar libre y a través de ello, en su ser libre. Por tanto, es 4) El valor religioso (aparece en singular por la misma razón que
un valor de orden práctico más que «especulativo» o «poyético» como el valor moral) se refiere a la relación del sujeto con el principio supremo
ocurre en el arte o en la técnica. El valor moral concierne a la misma del valor q~~ es también el del sujeto. Desde el punto de vista objetivo,
acción humana en cuanto ésta procede de la libre voluntad, y no concierne el valor relIgIoso es, ante todo, lo Sagrado, lo Divino, Dios, fundamento
solo o directamente a obras, que es el fruto de la acción humana. Por último de los valores. Subjetivamente el valor religioso se realiza en la
tanto el valor moral mide verdaderamente el valor de la persona hu- «religión» en el sentido pleno de la palabra: actitud de respecto, de
mana. sumisión, de confianza hacia la divinidad, como también en la piedad
De hecho, «el acto será juzgado bueno o malo como acto humano, y en la santidad personal; es santo el que, incluso en las pequeñas
el hombre será juzgad() bueno o malo como hombre, según que su valor acciones, irradia lo divino.
Lo que caracteriza a este valor es el referirse no ya al sujeto como
29. Obrar según los valores naturales, como ser un buen médico, un buen tal sino a su relación con el principio de su ser, y de todo el orden de
ingeniero, un pintor genial, no hace al hombre fundamentalmente bueno o malo los valores. Mientras en el valor moral, el Ideal, el Absoluto, el «total-
como hombre: él es bueno o malo sólo en un cierto aspecto (secullduttl quid), como
mente Otro», es pretendido, aspirado implícitamente en el horizonte
médico, ingeniero, etc. En cambio los valores (o contravalores) auto trascendentes
constituyen e! bien y e! mal objetivos de! hombre absolutamente (simpliciter); es de la libertad, aquí es pretendido y aspirado directamente. Lo esencial
decir, obrar según dichos valores autotrascendentes hace al hombre bueno o malo del valor religioso es un cierto carácter de totalidad y de trascendencia
como tal (cf. santo Tomás, por ejemplo, Sutllma Theologiae, I, q. 5, art. IV, ad 3). todavía más marcado que en el valor moral, así 10 que está en primer

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plano no es ya la actividad del hombre sino la realidad soberana, de la 8.3.1. Las ambigüedades del sistana motivacional
que depende el destino del hombre y del universo.
Como se ve, el valor religioso es irreductible al valor moral; aunque Existen muchas ambigüedades intrínsecas a nuestro sistema moti-
todavía los dos están en estrecha relación: como no existe moralidad vacional normal (diferente del patológico) respecto a nuestro progreso
perfecta sin la religión, no existe religión auténtica sin moralidad. hacia la autotrascendencia. Estas ambigüedades afectan a las necesi-
La presentación hecha de los valores morales y religiosos subrayan dades, los valores, las actitudes y al inconsciente. Las examinamos
su carácter de valores autotrascendentes, distintos de los valores na- brevemente.
turales. De hecho, a diferencia de éstos últimos, los valores autotras- Primero están las necesidades o, si se prefiere, el triple conjunto
cendentes comprometen toda la persona en el ejercicio de su libertad formado por las necesidades, valoración intuitivo-emotiva y lo impor-
para la autotrascendencia del amor teocéntrico, mientras los valores na- tante para mí. Como hemos visto, a diferencia de los valores, las ne-
turales son una medida de la persona en algunos campos particulares cesidades pueden o no llevar hacia la autotrascendencia; en este sentido
(v.g., si es rica, bella, inteligente, etc.) los valores autotrascendentes ellas son muy ambiguas.
ofrecen un criterio para juzgar si la persona en su totalidad actúa bien En segundo lugar están los valores, es decir, el triple conjunto cons-
o mal. tituido por valores, valoración reflexivo-racional y lo importante en sí
La presentación precedente sobre los tipos de necesidades, de va- mismo. Los valores llevan en general a la autotrascendencia, pero no
lores y de actitudes indican la notable e irreductible subjetivación de siempre. Y esto por varias razones.
los contenidos de la motivación humana. Sin embargo también muestra Es mérito de algunos autores como Smith, Katz y Rokeach (Smith,
que existen elementos fundados para objetivar según algunos pará- Bruner y White, 1956; Smith, 1968a y b; Katz, 1960; Katz y Stotland,
metros al sujeto humano, respecto a los contenidos de su motivación. 1959; Rokeach, 1968, 1973), haber indicado que los valores (y como
Un paso ulterior hacia dicha objetivación de la motivación se podría veremos las actitudes) pueden desarrollar cuatro clases de funciones
dar si se pasa de los contenidos a las estructuras. Es lo que veremos a para la persona, las cuales hacen que los valores tiendan o no a la
continuación. autotrascendencia. Las cuatro funciones son: la utilitaria, la de defensa
del sujeto (ego-defensive fimction), la de expresión de valores (value-
expresive function) y, finalmente, la función de conocimiento. Las des-
8.3.. Las tres autotrascendencias y la formación de las estructuras cribimos.
La función utilitaria está presente cuando los valores son proclamados
El hombre está abierto, tiende a autotrascenderse en el conoci- o vividos por el sujeto, pero en -último análisis- éstos, consciente o
miento, en la moralidad y en el amor (d. sección 7.3.2). El hombre se inconscientemente, sirven para obtener gratificaciones o evitar frustracio-
mueve continuamente por preguntas que se hace al pasar de uno a otro nes al sujeto mismo; basta pensar en las distintas formas de «virtudes»
de los cuatro niveles de operaciones ya descritos (cf. 7.3.1). Siempre falsas o aparentes. La función defensiva del sujeto está presente cuando
existen otras preguntas para la inteligencia que nos empujan a un co- el individuo, consciente o inconscientemente, se protege de los aspectos
nocimiento cada vez más verdadero, más pleno. Existen siempre ul- que le amenazan; en general la defensa actúa contra inseguridades internas
teriores aspiraciones que nos lanzan a un bien, a una bondad moral
de la persona, como, por ejemplo, aquéllas ligadas a un sentido de cul-
más allá de toda crítica. Existen siempre otros deseos en nuestro corazón
pabilidad, de inferioridad, de tendencias agresivas, etc.
que nos empujan a buscar un amor siempre más grande, dado y recibido,
La función utilitaria y defensiva no llevan a la autotrascendencia;
un amor sin límites, un amor que no comporte fraude.
pero éstas pueden persistir en el hombre a pesar de su tendencia es-
A esto nos lanzan las tres autotrascendencias, y es un aspecto de la
pontánea a la autotrascendencia. ¿Por qué? Pienso que la razón fun-
realidad de la motivación humana. Pero existe también otro aspecto no
damental se encuentra en la dialéctica de base del hombre (cf. sección
menos real: nuestros empujes, nuestros deseos, nuestros ideales de
7.3.3) que sostiene implícitamente estas funciones y puede favorecer su
autotrascendencia no llegan a aquello a lo que tienden. ¿Por qué? La
parte que sigue ofrecerá algunos elementos para una respuesta. persistencia. Además, entran en juego también los llamados «mecanis-

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mas de defensa». No pretendemos explicarlos aquí. Bastará recordar estima. De aquí la resistencia a autotrascenderse teocéntricamente, por-
su rol fundamental como lo presenta la psicología profunda: reducir que esto sería contra el concepto, la estima de sí (obviamente, en este
los estados de tensión en la persona; y por tanto, sostener «también» caso, una estima de sí no basada en el amor tea céntrico; d. p. 397).
la función utilitaria y la de defensa. Por ejemplo, se renuncia a vivir según un valor moral que se desea
Estas dos funciones de los valores no ayudan a la autotrascendencia; porque éste no es aceptado por la mayor parte de la sociedad, por los
sin embargo, esto puede ser verdad para las otras dos funciones: la amigos. Como dice Rokeach (1973, p. 217), en determinadas condi-
función de expresión de valores y la función de conocimiento; esta última ciones una persona puede cambiar los valores propios antes que permitir
provee a la persona de una comprensión organizada y a menudo sim- que disminuya la estima de sí; es decir, bajo ciertas condiciones los
plificada, de sí misma y de su mundo. valores que están en contra del concepto de sí mismo, pueden ser más
Una segunda razón que puede hacer los valores ambiguos para la fácilmente cambiados que las actitudes que son discrepantes con pre-
autotrascendencia, se debe a la misma constitución de los valores en siones del exterior30 •
su aspecto subjetivo. Siguiendo a Kant, la psicología en general, pre- Las tres razones discutidas sobre la ambigüedad de los valores valen
supone que existen tres componentes de actividades psicológicas según también para las actitudes específicas. Es más, para las actitudes la
las cuales actúan los valores (al igual que las necesidades y las actitudes posibilidad de ambigüedad para la autotrascendencia es todavía más
específicas): los componentes cognitivo, afectivo y connativo. En tér- grande respecto a las cuatro funciones.
minos de las operaciones descritas por Lonergan, las partes cognitiva También las actitudes pueden desarrollar las cuatro funciones de
y afectiva podrían corresponder a los tres primeros niveles, especial- los valores, así las actitudes, igual que los valores, pueden tender o no
mente al intelectivo y de juicio, mientras que la parte empeñativa se a la autotrascendencia. Pero dicha ambigüedad hacia la trascendencia
puede considerar como expresión del cuarto nivel de decisión. De es aún mayor. De hecho, como se ha visto, los valores son pocos en
hecho, según Lonergan (1973, pp.37-41), siguiendo los valores el in- número no están en relación directa con objetos y situaciones especí/icas.
dividuo pasa de una fase de cognición a una de «aprehensión» del valor Lo contrario es verdad para las actitudes, que son más numerosas y
o atracción a los valores (incluyendo emociones o sentimientos), y des- están en relación con objetos y situaciones específicas. Por tanto, las
pués a una fase de juicio de valor en la que él responde a la pregunta actitudes pueden ser los medios, los instrumentos a través de las cuales
¿y es esto un bien de verdad? Esta última fase es el empuje inicial hacia los valores, los ideales se hacen efectivos en muchas situaciones y con
la trascendencia moral constituida por el mismo juicio de valor. Final- muchos objetos de la vida cotidiana. Por tanto, una, dos o más de las
mente nos encontramos con la última fase, de plenitud de la auto tras- cuatro funciones de las actitudes pueden hacerse activas en la realización
cendencia moral que se caracteriza por la decisión y la acción moral. específica y concreta de los valores.
Es un hecho que una persona puede ser atraída por un objeto que Entonces, como se ha dicho, las actitudes pueden ser sostenidas
juzga como valor, sin pasar nunca a una decisión deliberada para vivir por necesidades o por valores o por ambos. Por tanto éstos se pueden
este valor. Existe una diferencia entre aquello que querría hacer o ser mantener o sobre la base de un valoración intuitivo-emotiva o de una
y aquello que hace o es; la persona tiende a la auto trascendencia con valoración reflexivo-racional o de ambas. Si prevalece la valoración
la primera parte (es decir, con el juicio de valor), pero puede no tender intuitivo-emotiva, es más posible que las actitudes sean mantenidas por
con la segunda parte de la alternativa (es decir, con la decisión deli- una función utilitaria o defenSIva más que por una función de cono-
berada de vivir el valor).
Una falta en el uso de los valores hacia la autotrascendencia teo- 30. Vale la pena anotar que para Rockeach no todos los valores tienen el carácter
céntrica se hace más frecuente cuando consideramos úna tercera razón: de un imperativo o «deberías». Rokeach no ve tal imperativo como un atributo
la de defender la estima de sí mismo en el sentido del concepto que se necesario de todos los valores, especialmente de los valores finales que definen el
estados finales ideales de la existencia. Además, y más importante para nuestra
tiene de sí mismo. Por ejemplo, una valoración negativa de algún aspecto discusión, está el hecho que el imperativo de la autotrascendencia teocéntrica no
de la persona, que viene de la persona misma o de otra, puede ser encuentra un lugar en la teoría de Rockeach; en su teoría, los valores llevan sólo a
generalizada y sentida como algo que toca el concepto de sí, la propia una autotrascendencia -egocéntrica o social- filantrópica (op. cit., pp. 9, 15, 20).

152 153
cimiento o de expresión de los valores. De aquí una situación de re- persona «querría» crecer, son los ideales de los valores naturales o de
sistencia o de bloqueo a la autotrascendencia. los valores autotrascendentes (cf. p. 143-144).
Finalmente está la influencia del inconsciente. Aquí la resistencia a El segundo aspecto se refiere a la palabra «querría»: se trata o de
la autotrascendencia puede hacerse fuerte y persistente de verdad. Pues- aspiraciones, atracciones, deseos, inclinaciones de la voluntad (lOishes)
to que es inútil repetir, remitimos a la sección 7.2.3 para valo~ar las hacia un valor, o de juicios de valor, de aceptación de un valoe 1 • En
razones de esta afirmación. Esto vale sobre todo para las necesIdades ambos casos se da lo que Lonergan llama lOillingnes y que se podría
inconscientes y para las actitudes que están influenciadas prevalente- indicar también como «prontitud a responder». Lonergan (1958, p.
mente por ellas; se recuerda en este momento la influencia de la me- 598ss) distingue en la noción de voluntad: lOill, es decir, la capacidad
moría afectiva y la tendencia de ésta última a persistir, especialmente de querer; willing, es decir, el acto de querer; y lOillingnes, es decir, el
cuando es inconsciente. « ... estado en el que no es necesaria la persuasión para llevar a una
persona a decidir» (ibid.) p. 623). El yo-ideal implica este lOillingness,
8.3.2. La formación de las estructuras este «querría».
Es importante subrayar un tercer aspecto del yo ideal; éste orga-
Podemos resumir la exposición hasta aquí presentada subrayando que nización de las fuerzas motivacionales interdependientes que querría
ésta indica dos series de hechos: por una parte está la tendencia continua crecer siempre más en sus ideales de autotrascenderse (también como
y espontánea del hombre a autotrascenderse; por otra, hay fuer~as am- deseo), es un constituyente antropológico esencial de la especie humana,
biguas que resisten a dicha trascendencia por influencias que fácilmente es decir, una propiedad esencial del hombre que ciertamente no entra
vienen de la misma naturaleza de las necesidades, de los valores, de las en la categoría de las pulsiones psíquicas primarias de los niños y mucho
actitudes y del inconsciente; además, por un lado hay una parte del sujeto . menos en la categoria de los llamados «procesos primarías» del psi-
(del selj) que de hecho crece en la autotrascendencia o resiste a crecer, coanálisis freudiano (Wyss, 1973, p. 500)32. De hecho, por la acción
consciente o inconscientemente, mientras que por otro hay una parte del del yo-ideal: tanto el acto de ser impulsado (driven) por las pulsiones,
sujeto que «querría» crecer siempre más, que «querría» el conocimiento, como un acto de la voluntad (lOill), pueden ser suspendidos. En otras
el bien, el amor siempre más grande, más pleno, más perfecto. Se podría palabras, el hombre en el ejercicio de su yo ideal, es capaz de tolerar,
decir que esta segunda parte siempre precede a la primera, siempre está de soportar una condición que no sólo no significa la realización de un
más adelante del punto en el que se encuentra la primera. Como afirma acto de voluntad o de una pulsión, sino que de hecho puede presuponer
Lonergan (1973, p. 110), por sí misma la autotrascendencia comporta una su renuncia. Un ejemplo de esto, son las distintas situaciones de renuncia
tensión entre el yo en cuanto se transciende y el yo en cuanto es tras- exigidas en la vocación crístiana por los ideales autotrascendentes.
cendido. Finalmente hay un cuarto aspecto del yo ideal que es digno de
Así, gradualmente, en el hombre se forman espontáneamente dos resaltar: éste como expresión de deseos lOhises, expresa no algo pasivo
estructuras de su personalidad, de su yo (selj): una primera estructura, que «sucede» en el hombre, sino algo activo; por tanto es manifestación
es decir, una organización de las fuerzas motivacionales inter?epen- no de fuerzas brutas, sino de fuerzas que están en una búsqueda activa
dientes entre sí, la cual, de hecho, crece o resiste a crecer conSCIente o de un significado. Lo mismo se puede decir de la parte consciente del
inconscientemente, hacia la autotrascendencia; es el yo en cuanto tras- yo-actual, como se expresa a través de los cuatro niveles de operaciones
cendido, al que se puede llamar yo actual (o actual selj). Una segunda descritos por Lonergan.
estructura u organización motivacional que «querría» crecer siempre
más en sus ideales de autotrascendencia, es el yo en cuanto trascendente, 31. Nuestras respuestas intencionales al bien, al valor, son posibles según di-
que se puede indicar como el yo ideal (o ideal selj). versos modos, es decir, « ... sobre el bien que puede o podría o debe ser hecho»
(Lonergan, 1973, p. 31).
A propósito del yo-ideal es importante subrayar cuatro aspectos: 32. El <<yo-idea1> del psicoanálisis es totalmente diverso tanto por su origen como
los ideales (ya sean estos valores o necesidades o actitudes derivadas por su connotación habitualmente narcisista (d. ]. Laplance y]. G. Pontalis, Vocabulai/'e
de los valores o de las necesidades o de ambos) según los cuales la de la Peychanalyse, Presses Universitaíre de France, París 1967, pp. 255-256).

154 155
Dentro de las dos estructuras del yo-ideal y del yo-actual, hace falta para la multiplicidad y complejidad de dichas dialécticas véase a Ro-
distinguir varias subestructuras que los constituyen. El yo-ideal se refiere keach, 1973, pp.217-224.
no solo a la disposición habitual hacia un objeto, sino también a una Todavía faltan las dialécticas entre las estructuras. Las dos estruc-
disposición hacia una situación; según Rockeach (1968, pp. 118-119), estas turas del yo-ideal y del yo-actual están en una relación dialéctica en
dos disposiciones son componentes de toda actitud general o específica, oposición: por una parte está el yo-ideal, es decir, la tendencia ~ la
porque todo objeto está y debe ser situado; esta visión está de acuerdo autotrascendencia ilimitada expresada por lo que el hombre querría ser
con la del yo self relacional discutida en la sección 7.2.4. Así, en cada o hacer; por otra, está el yo-actual, es decir, la limitación del hombre
actitud del yo-ideal, debemos distinguir tanto el yo-ideal de la persona expresada por lo que él es o hace. Esta dialéctica repite, en parte, la
dialé~tica de base descrita en la sección 7.3.3; es una repetición, en
respecto a un objeto (persona o cosa), como el yo-ideal respecto a la
térmmos de estructuras, de cuanto se vio, sobre todo, en términos de
situación; por ejemplo, no sólo si la pobreza es un ideal para mí, sino contenidos. Pero es una repetición que añade una nueva perspectiva.
también si ésta permanece siendo un ideal para mí en la situación de una Primero subrayamos el hecho de que existe una dialéctica. Ahora se
determinada Orden religiosa (como los Franciscanos) o en la de otra. quiere subrayar las consecuencias que dicho hecho tiene para el desa-
Por tanto consideraremos conjuntamente dos subestructuras de las rrollo y la formación del sistema motivacional de la persona particular.
diferentes posibles actitudes: el yo ideal como ideales personales (IP); Como el lector habrá observado, la impostación del sistema moti-
se trata de los ideales que el individuo querría para sí mismo, es decir, vacional del hombre que hemos discutido en la sección 7 y ahora en
lo que querría ser o realizar en base a estos ideales; en segundo lugar, la sección 8, es teleológica, es decir, la motivación humana considera
el yo-ideal como Ideales Institucionales (II): la percepción que el in- al sujeto, como dirigido hacia una jerarquía de fines que él tiende a
dividuo tiene de los ideales que -por ejemplo- una comunidad re- alcanzar. Siguiendo a Aristóteles, se distinguen dos causas teleológicas:
ligiosa propone a sus miembros y que él querría aceptar. Esta percepción la formal y la final. Hablando de causa formal, debemos distinguirla
implica diversos comportamientos o roles, concebidos por cada indi- de la causa material; la causa material de un objeto es la sustancia, es
viduo, que no tienen que corresponder necesariamente a los roles pro- el «tejido» que constituye el objeto: por ejemplo, en el sistema moti-
puestos por esa misma institución. vacional presentado serían los distintos contenidos de valores, necesi-
dades, actitudes. Por el contrario, la causa formal es el principio interno
Estas dos subestructuras del yo-ideal juntas forman lo que se podría
que especifica tal objeto, es decir, su organización, su forma, su pattern,
llamar el ideal de sí en la situación. su estructura. En nuestro caso, las especificaciones de las dos estructuras
También en el yo-actual se distinguen dos subestructuras. En efecto, del yo-ideal y del yo-actual son su causa formal. Sin embargo, la dia-
el hombre crece o se resiste a crecer en la autotrascendencia o en una léctica derivada de la especificación de las dos estructuras del yo-ideal
manera consciente o en un modo más o menos inconsciente. Por tanto, y del yo-actual, está en el orden de la causalidad final.
es necesario distinguir en el yo-actual un yo manifiesto (YM) o consciente De hecho, la causa final es el fin hacia el cual un objeto (en nuestro
y un yo-latente (YL) o inconsciente. El yo manifiesto (o concepto de sí) caso el hombre), tiende a desarrollarse; la causalidad final es el bien
revela el conocimiento que la persona tiene de sí misma y de sus actos, como causa, es el bien que causa un deseo o un proceso que se mueve
es decir, lo que él piensa de sí mismo de su ser o actuar habitual, o de hacia dicho bien (Lonergan, 1967, p. 18); y el fin es la primera causa.
su no sera no actuar. El yo manifiesto no implica que la persona haya Por tanto, para una comprensión de la función de las dialécticas en la
formulado claramente su concepto de sí. El yo latente consiste en esas motivación del hombre, es necesario considerarlas en términos de cau-
características que el individuo posee sin saberlo. salidad final. Además, y a la luz de cuanto se ha dicho sobre la dialéctica
Considerar las diferentes estructuras descritas es un paso adelante de base (cE. 7.3.3), las dialécticas se consideran también en términos
de un fin para un valor teocéntrico, de una autotrascendencia hacia
hacia la objetivación del sujeto. De hecho, por medio de éstas se reducen
valores teocéntricos, es decir, de un fin como debería ser (cf. pp. 139-
-al menos en parte- las ambigüedades de los diferentes contenidos 140)33. Esto será hecho en la sección siguiente.
(valores, necesidades y actitudes) que hemos visto. Además, se reducen
las numerosas dialécticas que son posibles entre los distintos contenidos; 33. La motivación humana es tanto te!eo!ógica como axio!ógica.

156 157
I1
I1
1
'11

8.4. Las dialécticas entre las estructuras: las tres dimensiones un fin como debería ser para el hombre; por otra parte, como hemos I[
visto (cf. pp. 139-140), éstos interpelan y comprometen al sujeto, a toda 11
8.4.1. Las tres dimensiones y los tres horizontes la persona humana según un carácter absoluto de exigencia. Este ca- !!
il
rácter de compromiso absoluto de la persona indican que los valores, 11
Es importante hacer una premisa. Hablar de un fin tea céntrico y los ideales autotrascendentes deberían ser, deberían transformarse en
de un fin como debería ser significa hablar de la experiencia religiosa los valores propios del sujet034 • [1
o, si se quiere, de la «conversión religiosa» como la describe Lonergan Entonces, ¿cuál es el elemento, el factor fundamental del hombre 11
(1973, pp. 237-244); ésta es una modalidad de autotrascendencia como que funciona como su «capacidad» para formarse un yo (selj) , que en I1
lo son las otras dos «conversiones», intelectual y moral que Lonergan último análisis está motivado por valores autotrascendentes? Es el mis- n
l'l
presenta. mo componente el que caracteriza estos valores autotrascendentes; es ¡I
Sin embargo la experiencia religiosa como «estar enamorado de decir, la libertad; en efecto, estos valores comprometen el ejercicio de 11
*1
Dios, en cuanto experimentado, consiste en estar enamorado de manera ti
la libertad de toda la persona y de su responsabilidad hacia la autotras- ti
que no conoce límite alguno. Todo amor es donación de sí, pero estar cendencia del amor tea céntrico o ejercicio que a su vez afecta al sujeto
enamorado de Dios es estar enamorado sin límites, ni restricciones, ni en aquello que él tiene más como propio. 11

condiciones ni reservas. Al igual que nuestro ilimitado poder de pre-


li
xl
Después de todo, es la libertad, la autodeterminación la que puede ~¡
guntar constituye nuestra capacidad de autotrascendencia, así el estar limitar, afectar la auto-teleología del hombre en general (cardenal
enamorados de manera ilimitada constituye la actualización propia de Wojtyla, 1979b). Lo mismo afirman otros autores sobre la auto-teleo- lit

esta capacidad. Esta actualización no es el producto de nuestro co- logía que se refiere a la auto-trascendencia o, de manera específica, a 11

nocimiento y de nuestra elección» (Lonergan, 1973, pp. 105-106). Nues- los valores, a los ideales autotrascendentes. Se puede citar a ]. De II11
tra capacidad, nuestra potencialidad de autotrascendencia teocéntrica, Finance (1967, p. 56 Y en imprenta), K. Rahner (Theological Investi- ti
;j

como debería ser, se actualiza como consecuencia de la acción de la gations VI, p. 185), Lonergan (1973, p. 104) Y Niebuhr (1964). Para li
gracia, don gratuito de Dios. este último autor la esencia del hombre como «imagen de Dios» (¡mago
Además, por una parte, la conversión o experiencia religiosa «su-
l
11
Del) está en la autotrascendencia que, a su vez, tiene su fundamento II
blates» las otras dos conversiones, los otros dos niveles de autotras- último en la libertad (op. cit., p. 270).
cendencia, intelectual y moral, es decir, los supera mientras los integra En general podemos decir que cuanto más libre es el hombre más
sin destruirlos o interferir con ellos, pero reteniéndolos, preservándolos puede autotrascenderse en el vivir los valores morales y religiosos, y
I1
11
y perfeccionándolos (Lonergan, 1974, p. 84); por otra parte, desde el viceversa, cuanto más el hombre está interiormente obstaculizado en I[
punto de vista causal, la secuencia es la opuesta, es decir, el amor de su libertad, estará menos abierto a los valores autotrascendentes. ji
II
Dios de la conversión religiosa es el primer don; las conversiones moral H
ji
e intelectual le siguen (Lonergan, 1974, pp. 240-243). Esta presentación 34. En e! presente contexto, de una exposición sobre posibles dialécticas con-
I1
11
afirma estos hechos y también los presupone. Pero esto no impide hablar cernientes a la autotrascendencia teocéntrica como un fin que debería ser, sería (1
,1
de autotrascendencia como capacidad, y por tanto, preguntarse cuáles necesario añadir una cuarta estructura de! hombre a las tres vistas en la sección 8.3: li
son los elementos antropológicos que favorecen o no esta capacidad, a) e! yo-ideal; b) e! yo actual; y c) e! yo actual con sus dos subestructuras, e! yo
es decir, cuáles son las dialécticas que favorecen el crecimiento de esta
manifiesto o concepto de sí y e! yo latente o lo que la persona es sin saber que lo li
ti

capacidad en el diálogo vocacional o si son una oposición a éste.


es. Sería necesario distinguir dos tipos diferentes de yo ideal: uno que acentúa e! yo;
este es e! yo-ideal como es concebido por la persona, es decir, lo que yo querría ser.
il
I1
Hecha esta premisa e indicadas las preguntas que nos interesan en El otro acentúa e! yo-ideal, es decir, lo que esta persona debería ser. Para simplificar I1
ti
nuestra investigación y viendo sus límites, deberíamos comenzar la aquí nuestra presentación se presupone siempre que la persona posee un yo ideal
exposición recordando la distinción hecha (cf. p. 147 -148) entre valores como debería ser, es decir, que sus ideales son suficientemente auto trascendentes. li
Si esto no fuese verdad, y fuera e! resultado no de ignorancia sino de una resistencia
naturales y valores autotrascendentes. Los s'egundos, los valores morales consciente, entonces la persona está en la dimensión de pecado, que será presentado
y religiosos son, por una parte, los que caracterizan un fin tea céntrico, en breve. 11
I1
i
158 159 1
'Cuáles son estos obstáculos a la libertad para la autotrascendencia
teoc~ntrica que pueden venir del interior del hombre? S~n las. ~ialécticas la Inteligencia inflllita que caracterizan los valores autotrascendentes y
también signos de la naturaleza finita de las personas y de las cosas propias
entre las estructuras del sujeto, del yo self. Podemos ldenufIcar como
de los valores naturales; por ejemplo, el amor entre las personas está
las más importantes para el sistema motivacional d~ la persona,. tr~s
movido por valores naturales y autotrascendentes.
tipos de dialécticas entre las estructuras, que so~ dlferente~ c~ahtatl.­
Por tanto, el hombre está influenciado por tres clases de valores:
vamente. Estas pueden ser llamadas tres dimenstones. El termlllO dI-
los naturales, los autotrascendentes y los naturales y autotrascendentes
mensión indica la naturaleza y la interrelación de unidades o de es-
combinados. Hay preguntas que los valores objetivos, como fuerza mo-
tructuras que existen en la constitución del sujeto o yo self y que lo
tivante suscitan al hombre al yo set/; pero también hay preguntas que
disponen a un cierto modo de obrar. ,'.. . ,. el hombre se hace de frente a los valores objetivos que él encuentra en
Lo que hemos dicho hasta aquí es una slllteslS de la secuenCla loglca
la realidad. Son las preguntas que surgen de una fuerza a priori que el
de la presentación que haremos a continuación. Esta quiere elaborar
hombre posee: su intencionalidad consciente.
ulteriormente algunos aspectos implícitos en esa síntesis.
El hombre está dotado de intencionalidad consciente; el niño, el
adolescente, el adulto, desea objetos que se hacen presentes al sujeto;
como consecuencia de su intencionalidad consciente, el hombre avanza
La formación de las tres dimensiones
de la experiencia de los objetos al esfuerzo de comprender, del com-
prender al esfuerzo de juzgar según la verdad, y del juzgar al esfuerzo
Las tres dimensiones se desarrollan y se forman con el crecimiento
de elegir según el bien, lo justo (Lonergan, 1973, p. 103).
del niño como consecuencia de su interacción con los valores que él
Además, el ejercicio de esta intencionalidad consciente lleva a la
encuentra' de esta interacción surgen tres disposiciones distintas hacia
auto-trascendencia (Lonergan, 1973, p. 35). De hecho, con su actividad
los valore~, las tres dimensiones. Sin pretender ser exhaustivo expli-
de intencionalidad consciente el hombre alcanza el absoluto, es decir,
caremos brevemente esta afirmación porque comporta elementos muy
reconoce «lo que es verdaderamente así», «lo que es independiente de
complejos que requeriría una discusión mucho más detallada.
él y de su pensar». Por medio de la reflexión, del juicio, de la decisión
Cuando el hombre crece, encuentra valores en su ambiente, valores
y de la acción, el hombre puede conocer y hacer no sólo lo que le gusta,
que gradualmente el niño, y después el adolescente, aprenden a abstraer
lo que es sólo gratificante e importante para él, sino, lo que es verda-
de las personas y cosas que lo circundan y con las que él entran en
deramente bueno e importante en sí mismo; dicho de otra manera, se
contacto. Son los valores objetivos ya descritos (cf. pp. 146-150).
podría decir que el hombre responde no sólo a sus necesidades, sino
En la vida cotidiana, el sujeto humano está influenciado por tres
también a los valores objetivos naturales y autotrascendentes. El hombre
clases de valores. Primero están los valores naturales y los valores au-
se autotrasciende en los valores y así desarrolla un yo self que se au-
totrascendentes. En un principio, d niño y el adolescente están influidos
totrasciende.
por valores que conciernen a su naturaleza, sensible o espiritual, es
Como hay tres clases de valores objetivos, en el hombre se desa-
decir, por valores de base no específicamente humana y por valore~
rrollan tres disposiciones del yo self que se trasciende; éstas derivan del
humanos infra-morales. A medida que crece en edad, el hombre esta
encuentro de las preguntas de los valores objetivos con la pregunta de
influenciado por valores autotrascendentes, morales y religiosos que
la intencionalidad consciente del hombre. Los distintos encuentros, las
conciernen a su persona, al sujeto como tal, y lo comprometen en el
diversas experiencias a las que el niño y el adolescente están expuestos
ejercicio de su libertad hacia la autotrascendencia del amor teocéntrico.
dejan residuos en las personas (d. pp. 117 y 144), es decir, fav~recen
Pero, en la realidad de la vida, los valores naturales y los autotrascen-
el surgir en ellas disposiciones que gradualmente se hacen habItuales
dentes se encuentran muy poco en estado puro; de hecho en nuestra
determinando la facilidad para responder, para elegir determinados
existencia cotidiana, a menudo, los valores naturales y autotrascendentes
contenidos tanto de valor como de necesidad.
se nos presentan juntos; de hecho en las personas, en los acontecimientos
Al inicio de su vida el hombre desarrolla la disposición del yo self
y en las cosas existen signos y, por tanto, llamadas del Bien Absoluto, de
que tiene la libertad más o menos grande de trascenderse para encontrar
160
161
los valores propios de la naturaleza humana, sensible o espiritual, los dos) que se han descrito, actúan contemporánea mente en el mismo y
valores naturales. Es el yo self de la autotrascendencia egocéntrica o único self o yo (es decir, la persona). Pero en este único yo está presente
filantrópica (d. pp. 132-135). una dialéctica de base en la que hay dos componentes: están no sólo el
También existe en el hombre la capacidad de desarrollar, con el yo como trascendente sino también el yo como trascendido (cf. pp.
tiempo, una disposición del yo self que tiende a los valores autotras- 138-139). El primero está ligado, en general y sobre todo, a los valores,
cendentes, es decir, los valores morales y religiosos en los que -dentro a la valoración reflexivo-racional ya lo importante en sí mismo, es decir, .
del horizonte de la libertad- se tiende, se aspira o implícita (valores un conjunto de elementos que tiende a la autotrascendencia y -en
morales) o directamente (valores religiosos) al Absoluto, a Dios. De último análisis- a la autotrascendencia teocéntrica. Sin embargo el yo
hecho, la intencionalidad consciente del hombre se hace preguntas sin como trascendido incluye también una relación con las necesidades
restricciones, pregunta sobre el significado de su mismo preguntar. En con la valoración intuitiva-emotiva y con lo importante para mí, e~
la medida que el hombre está atento a su mismo preguntar y se interroga decir, con un conjunto de factores que es ambiguo para la autotras-
sobre esto, nace la pregunta sobre Dios (d. Lonergan, 1973, recogido cendencia.
aquí en pp. 135-136). Se forma así en el yo self la disposición que es Más aún, como hemos visto, la dialéctica de base tiene su funda-
libre de propasar los valores naturales hacia los valores autotrascen- mento, su origen en la misma autotrascendencia en cuanto ella implica
dentes y, por tanto, libre de seguir la llamada inserta en el hombre, de tensión entre el yo en cuanto trascendente y el yo en cuanto trascendido
autotrascenderse tea céntricamente, hacia el Absoluto, el infinito, lo (Lonergan, 1973, p. 110), es decir, entre las estructuras del yo ideal y
perfecto. Es el yo self de la autotrascendencia para el amor tea céntrico del yo actual. Además, como se ha visto (pp. 154-158) el yo-actual
(d. pp. 135-136 y 138-139). puede ser consciente y también más o menos inconsciente; y este ser
El encuentro de la intencionalidad consciente con los valores na- inconsciente del yo actual es, al mismo tiempo, efecto de la dialéctica
turales y autotrascendente combinados, desarrolla en la persona humana de base y causa de un aumento de ésta (d. p. 138).
también una tercera disposición que tiende a abrirse, al mismo tiempo, Por tanto, el hombre es un ser sujeto a una dialéctica de base, el
tantos a los valores naturales como a los autotrascendentes; por ejemplo, hombre fundamentalmente es un ser insatisfecho, aunque también sea
el amor de los hombres implica ambos valores conjuntamente. capaz de vivir con un sentido radical de paz, la paz que el mundo no
Es importante subrayar el significado profundo que tiene para la puede ofrecer y que es la consecuencia de la actualización fundamental
vida del hombre, para el sentido último de sí mismo, el encuentro entre de la intencionalidad consciente cuando ama a Dios sin reserva; san
los valores objetivos autotrascendentes por una parte y la intenciona- Agustín lo expresa así: «Tú nos has hecho para Ti (oh Señor) y nuestro
lidad consciente del hombre por otra. Esta última tiene un alcance corazón no encuentra paz hasta que no repose en Ti» (Las confesiones,
ilimitado, no sólo para lo que el hombre alcanza, sino para su continuo libro 1, 1,1).
movimiento de tender hacia algo, para su «pretender»; existe una región Esta dialéctica de base suscita el surgir de dialécticas entre las es-
para lo divino en el horizonte del hombre (Lonergan, 1973, p. 103), la tructuras trascendentes y trascendidas del yo; dialécticas que son cons-
región de lo teocéntrico entendida implícita o directamente. cientes y/o inconscientes. Estas dialécticas pueden ser un obstáculo a
Este encuentro entre los valores autotrascendentes (presentes en la las tres disposiciones de autotrascendencia que se forman en el hombre,
realidad cotidiana de acontecimientos, personas, etc.) y la intenciona- la disposición para los valores naturales, para los valores autotrascen-
lidad consciente y continuamente trascendente del hombre, es lo que dentes y para ambos combinados. Parece, por tanto, que en el hombre
está en la base de la posibilidad de una <<vocación» del hombre por tienden a formarse tres tipos de dialécticas que son cualitativamente
parte de Dios. diferentes. Estas tres diferentes disposiciones dialécticas para la auto-
Pero, en concreto, de hecho, en su actuación existencial, en su trascendencia se pueden llamar tres dimensiones. Una primera dimen-
trascenderse, el hombre desarrolla tres di/erentes disposiciones dialéc- sión se forma en relación a la dialéctica con la fuerza motivante de los
ticas a la autotrascendencia. Las disposiciones a las tres clases de valores valores autotrascendentes; una segunda dimensión se forma en relación
(naturales, autotrascendentes y naturales-autotrascendentes combina- a la dialéctica con los valores autotrascendentes y naturales combinados;

162 163

.,
y, finalmente, una tercera dimensión está ligada a la dialéctica con los Como se verá a continuación, las dialécticas de las tres dimen-
valores naturales. Indicaremos estas tres dimensiones con los términos siones repiten, de manera análoga, la dialéctica de base; se trata por
primera, segunda y tercera dimensión. tanto, de dialécticas que son tanto disposiciones habituales como
Sería importante subrayar la diferencia existente entre la primera y disposiciones que son centrales, es decir, importantes para la moti-
segunda dimensión como consecuencia del hecho, de que ésta última se vación de la persona.
forma por la influencia de los valores objetivos autotrascendentes y na- Además, es bueno subrayar rápidamente la diferencia axiológica
turales combinados más que por la prevalencia de los valores autotrascen- que existe entre la primera y segunda dimensión por una parte, y la
dentes (primera dimensión). Los valores autotrascendentes y naturales tercera dimensión por otra. De hecho, en último análisis, los valores
combinados estimulan más directa e intensamente las oposiciones de la que llevan al desarrollo tanto de la primera como de la segunda
dialéctica de base del hombre. De hecho, por una parte, los valores
dimensión, son los valores auto trascendentes que implícitamente
objetivos autotrascendentes son una fuerza motivante que favorece la
(valores morales) o directamente (valores religiosos) son teocéntricos,
autotrascendencia teocéntrica mientras que por otra, los valores naturales
es decir tienen a Dios como fin.
pueden más fácilmente favorecer solo o prevalentemente una autotrascen-
dencia egocéntrica o filantrópico-social que puede estar en oposición con Es verdad, que ambas dimensiones se pueden desarrollar también
la teocéntrica. Así, para la segunda dimensión, es más posible una acen- por la fuerza motivante de los valores naturales, incluidos los pre-
tuación de la oposición entre la atracción hacia el Infinito y la atracción sentes en las relaciones interpersonales; pero ellos tienden a estar
hacia lo <<finito» propia de la dialéctica de base. subordinados a los valores autotrascendentes. Sobre todo porque, la
De esto deriva una posible oposición mayor entre el yo-ideal y el primera y segunda dimensión se forman por el encuentro de la fuerza
yo-actual y, por tanto, el surgir de una mayor fuerza del inconsciente motivante de los valores objetivos autotrascendentes (presentes con
(d. 7.3.3) y especialmente por la parte del inconsciente del yo-actual los valores naturales en la realidad de las cosas y de las personas)
que está en contradicción, inconsistente con el yo-ideal. con la intencionalidad consciente del hombre, que también tiende a
Estas consideraciones nos introducen en la discusión sobre las ca- la autotrascendencia teocéntrica. En segundo lugar, porque esta au-
racterísticas de las dimensiones. totrascendencia teocéntrica de los valores y de la persona, son in-
Los condicionantes derivados de la influencia de factores hereditarios- separablemente un indicativo y un imperativo para el hombre, y por
congénitos, bioquímicos, familiares, psico-sociales, culturales, pueden afec- tanto, un «deberías» para él; así, los valores autotrascendentes in-
tar a las personas en diferentes formas, y así afectar el grado con que una terpelan y comprometen toda la persona: el encuentro de la persona
de las tres dimensiones está más o menos presente en relación con las
con el ser como realidad es también inseparablemente experiencia
otras dos, en cada persona; como también el tipo de contenidos parti-
de valor y por tanto, de «deberías» (d. pp. 137-138 y 158).
culares de cada una de las tres dimensiones y la entidad de inconsciente
presente en ellas. Tales influencias no eliminan el hecho de la existencia Concretamente, la primera y la segunda dimensión repiten (como
en el hombre de las tres dimensiones, de los tres tipos de dialécticas 35 • dialécticas «centrales») la dialéctica de base entre las dos estructuras
del yo ideal (el yo como trascendente) y el yo actual (el yo en cuanto
Características de las tres dimensiones trascendido), pero, en cuanto dicha dialéctica se refiere a los valores
¿Cuáles son los tipos de dialécticas, las tres clases de relaciones autotrascendentes más que meramente a los valores naturales; es
dialécticas entre las estructuras del yo que caracterizan las tres dimenc decir, se trata de una dialéctica que expresa la oposición de un yo-
siones y cuáles son sus horizontes? actual con un yo-ideal, y el último se trasciende hacia los valores
autotrascendentes más que hacia los valores naturales. Además, en
35. La exposición sobre las características de las tres dimensiones que ahora la primera dimensión se da el encuentro sobretodo con los valores
sigue, introduce conceptos que serán elaborados más ampliamente en la sección
9.4.2A. Quizá el lector encontrará más útil leer primero dicha sección y después
autotrascendentes, mientras que en la segunda, se da el encuentro
volver al presente tratamiento de las características de las dimensiones. con los valores autotrascendentes y naturales combinados.

164 165
Sin embargo, la tercera dimensión se desarrolla prevalentemente por consciente que es vocacionalmente inconsistente. Aquí no se trata ya
la fuerza motivante de los valores naturales más que por aquella de los directamente, de una cuestión de virtud o pecado, de bien o mal moral,
valores autotrascendentes; aquí se trata del yo ideal en cuanto que se porque la libertad y la responsabilidad están más o menos limitadas
trasciende hacia los valores naturales. por el inconsciente. En cambio es cuestión de armonía o desarmonía
Como consecuencia de esta diferencia axiológica, distinguimos en la en el individuo entre el consciente y el inconsciente. A esta dimensión
terminología, las dialécticas presentes en la primera y en la segunda di- se la puede llamar la del bien real o del bien aparente, según prevalezca
mensión de aquellas de la tercera dimensión, la cual -como veremos- la armonía o desarmonía (cf. también la sección 8.5.3). Desde una
es la que puede expresar la patología psíquica; las dialécticas de las dos perspectiva diferente se la puede llamar la dimensión del error no cul-
primeras dimensiones se pueden indicar con el término consistencias o pable. Ejemplos de segunda dimensión se indicarán en p. 175.
incosistencias; en cambio las de la tercera dimensión con el término «con- En esta segunda dimensión se consideran el consciente y el incons-
flictos», término usado habitualmente por la psicopatología. ciente juntos, porque el yo, la persona tiene el inconsciente como un
Hechas estas distinciones, podemos ver ahora cuáles son las caracte- componente normal (d. secciones 6.2 y 6.3). De hecho, como se ha visto
rísticas de las dialécticas y de función propias de cada una de las tres (cf. pp. 139-158), la dialéctica de base favorece el aparecer del inconsciente.
dimensiones. Se pueden aclarar las características de las dos primeras dimensiones
La primera dimensión es la que deriva de la acción de las estructuras subrayando los siguientes aspectos (otras características se verán cf. sección
(oflscientes, y precisamente del acuerdo más o menos grande entre el 9.3.2):
yo-ideal consciente y el yo-actual prevalentemente consciente (este yo- La primera dimensión, es la dimensión de la consistencia ya que la
actual consciente se puede indicar como el yo manifiesto o como «con- parte consciente (yo-manifiesto) y la inconsciente (yo-latente) del yo actual
cepto de sí»)36. Porque ambas estructuras en dialéctica son conscientes, están «centralmente» en acuerdo, es decir no están en contradicción con
existe libertad y responsabilidad por parte de la persona en lo que atañe el yo-ideal, que por definición es siempre consciente38 (como se verá a
a la resistencia o no a la autotrascendencia. Por tanto esta dimensión continuación, cf. 8.5.3 y 9.4.2A, la primera dimensión está formada por
es la que predispone a la virtud o al pecado37 • las llamadas consistencias no defensivas, es decir, por consistencias que
La segunda dimensión es la que deriva de la acción concomitante de expresan los valores autotrascendentes más que ejercitar otras funciones,
las estructuras conscientes e inconscientes. Más precisamente: esta tiene como por ejemplo defender la autoestima de la persona).
en cuenta tanto el acuerdo más o menos grande entre el yo-ideal y el La segunda dimensión introduce las incosistencias inconscientes en su
yo-actual prevalentemente consciente como la oposición más o menos interacción concomitante con las consistencias conscientes de la primera
grande entre el yo-ideal y el yo-actual inconsciente; por tanto, esta dimensión. Se tienen inconsistencias inconscientes cuando la parte in-
considera cuál es el efecto sobre la libertad para la autotrascendencia consciente del yo-actual (yo latente) está «centralmente» en contradicción
resultante del equilibrio entre las fuerzas conscientes e inconscientes, con el yo-ideal mientras que, al mismo tiempo, la parte consciente del yo-
o si se quiere por la influencia sobre el consciente por parte del in- actual (yo manifiesto) está «centralmente» en acuerdo con el yo-ideal.
Está claro, que ya sea en la primera como en la segunda dimensión
36. El adverbio «prevalentemente» quiere indicar que también la primera di- existe una continuidad, es decir, se va desde las personas más maduras a
mensión puede incluir elementos inconscientes del yo-actual, pero éstos están en las menos maduras, desde casos en los que la contradicción del yo-actual
substancial armonía con los elementos conscientes del yo-ideal. Es importante su-
brayar que el inconsciente puede tener tanto una función positiva como un efecto
y yo-ideal es mínima, a casos en los que ésta es muy grande. La falta de
negativo en la motivación humana, y que necesidades que son inconscientes pueden madurez es de naturaleza consciente en la primera dimensión, y por tanto
estar en armonía con valores, incluso con valores autotrascendentes. puede implicar pecado deliberado; esto no es lo mismo para la segunda
37. Un caso diverso es aquel en el que la persona tiene un yo-ideal que no dimensión donde la falta de madurez es de naturaleza inconsciente.
corresponde al yo-ideal como debería ser, como consecuencia de ignorancia de los
ideales como deberían ser. Aquí no es cuestión de pecado siempre que no se trate
de ignorancia culpable. Respecto a una resistencia consciente y culpable a la auto- 38. La primera dimensión no debe ser identificada con lo que es llamado
«opción fundamenta!».
trascendencia véase también la nota 31.

167
166
También para la tercera dimensión se tiene mayor o menor madurez y trata de psicopatología más bien seria, como por ejemplo la de las psicosis,
éstas, como ahora se verá, dependen de la presencia de normalidad o de de los llamados bokderline states y los desórdenes serios de la personalidad
patología. De todos modos, también para la tercera dimensión (como para (para las dos últimas categorías véase también Horton y otros, 1974 y
la segunda dimensión) la falta de madurez es de naturaleza inconsciente. Kernberg y otros, 1981) existe una desorganizadón del yo (selj).
En las definiciones anteriores se ha hablado de «centralidad» de las Existe una diferencia sustancial entre psicosis por una parte y «border-
consistencias y de las inconsistencias. Es «central» el acuerdo o la con- lines» y desórdenes de la personalidad por otra. En las psicosis (v. g., es-
tradicción, la armonía o desarmonía entre el yo-actual y el yo-ideal que quizofrenia, etc.) la persona está bloqueada en los estadios 1.0 y 2.° descritos
son importantes para la motivación del individuo (una definición operativa por Kemberg para el desarrollo de la relación con los objetos, tal que la
de centralidad se dará a continuación en 9.4.2 A). Así por ejemplo, un persona diferencia confusamente el propio yo (o sel/J de los objetos, y tam-
individuo puede tener una inconsistencia central para la soberbia, mientras poco las percepciones y estúnulos de origen intrapsíquicos de los de origen
puede tener una inconsistencia no central para la dependencia afectiva. exterior. Además, a la persona falta la capacidad de valorar realísticamente
La tercera dimensión es la que caracteriza la normalidad o la patología, sus propios afectos, comportamientos y contenidos de su pensamiento en
mientras que la primera y segunda dimensión disponen respectivamente términos de normas sociales ordinarias. En una frase, a la persona le falta la
a la virtud o al pecado y al bien real o aparente. Como se ha dicho antes, capacidad de «reality testing» (Kemberg, 1980b, p. 1084). Por tanto, en el
la tercera dimensión se desarrolla prevalentemente por la fuerza motivante área psicótica, la persona encuentra su dificultad o imposibilidad en reconocer
de los valores naturales. una causa final objetiva distinta de sí misma39.
Nuestros conocimientos científicos actuales sobre las estructuras y sobre
39. Estudios recientes subrayan la presencia de alteraciones bioquímicas en e!
las dialécticas que caracterizan la dimensión normalidad-patología, no están caso de las psicosis. Pero los datos de la investigación no son concluyentes porque
suficientemente desarrolladas y verificadas. Por esto nos limitaremos a sugerir no son siempre convergentes: cf. las hipótesis referidas por ejemplo al «taraxeím» y
las ideas de Kemberg (1972, 1976, 1980a,b, 1985) que nos parecen las más las dopaminas (en e! caso de la esquizofrenia) o las catecolaminas (en e! caso de las
elaboradas y fundadas (aunque sean criticables quizá sobre todo por la edad psicosis maniaco-depresivas). Además, es posible que estos mecanismos biológicos
no sean las causas de los desórdenes mentales psicóticos, sino los efectos o canales
tan precoz en la que se formarían las estructuras del yo self propuestas). a través de los cuales dichos desórdenes se manifiestan. Conviene notar en este
Estas ideas parecen ser útiles para las formas más graves de patología; aunque contexto que, en estados emotivos, e! cuerpo produce hormonas que dramáticamente
lo son menos para las formas más leves, ya que para explicar éstas últimas, influyen en nuestro comportamiento y que en e! tiempo pueden dañar nuestra salud
se refiere más directamente al esquema estructural del psicoanálisis (ello, Yo, física y psicológica. No está claro por tanto cuáles son las causas y cuáles son los
efectos en los desórdenes neuropsiquiátricos. Un influjo de causas bioquímicas (cau-
super Yo) que no es sostenible (cE. p. 57), pero hay un acento distinto en Úl salidad eficiente y material) no excluye la importancia de causas psicodinámicas
antropología aquí seguida: mientras Kemberg en el estudio de la patología (causalidad final y formal) para una comprensión plena de la psicopatología psicótica.
se basa sobre todo sobre la causalidad formal de las estructuras y sobre la Sin disminuir la importancia científica de los estudios bioquímicos, es necesario
material de las dos pulsiones (o drives) naturales (hbido y agresión), aquí sin no perder de vista la persona humana en la totalidad de sus componentes, y sobre
todo la jerarquía de importancia de dichos componentes para el significado último
embargo, veremos la patología sobre todo en términos de causalidad final
de la existencia humana. Los datos bioquímicos tienen que ser integrados en una
de la autotrascendencia hacía los valores que afectan al yo (sel/J. El desorden visión más amplia de la persona humana, que es sujeto de derechos inalienables y
de Úl patología está visto a Úl luz del orden de Úl antropología, según la cual, que posee una dignidad y una finalidad que no se pueden perder nunca de vista.
la motivación humana es una motivación teleológica y axiológica, que se Respecto a formas patológicas pertenecientes al segundo estadio descrito por
Kernberg es útil notar que si se sigue e! nuevo Diagnostic and Statistical Manual of
expresa en las tres dimensiones, más que una motivación que se refiere sólo
Mental Disorders (DSM nI, The American Psychiatric Association, 1980), las formas
a pulsiones, estructuras y defensas. de! desorden de personalidad esquizotípica (<<Schizotypal personality disorde!'») y
Es útil discutir la tercera dimensión, subrayando algunas de las dife- de! desorden de personalidad esquizoide (<<Schizoid personality disorde!'»), desde e!
rencias que ésta presenta con la segunda dimensión, desde el momento punto de vista dinámico y sintomatológico pueden ser clasificadas, cuando son severas,
en dicho segundo estadio de Kernberg (cf. Vaillant y Perry, 1980, pp. 1565, 1576,
en que en ambas está presente la influencia del inconsciente. Sin querer
y Lehmann, 1980, p. 1171). En cambio, e! «avoidant personality disorde!'» se puede
discutir a fondo este complejo problema podemos decir que cuando se considerar como una forma que corresponde al tercer estadio descrito por Kernberg.

168 169
Sin embargo, para los «borderlines» y los desórdene~ severo~ de la En cambio en los casos de patología menos grave (el de la neurosis
personalidad, el individuo se encuentra e~ el ter~er est~dlO desCtl.to por y de las formas leves de desórdenes de la personalidad) no existe una
Kernberg. El individuo es capaz de «reahty testmg»; el puede dlfe.ren- desorganización del yo (selj), así que es posible para el individuo formarse
ciarse a sí mismo de los objetos y también puede mantener la capacldad un yo-ideal estable e integrado (aquí Kernberg habla de un 4.° estadio
de relación con el objeto; pero no puede formarse un concepto estable que -si no se sigue su esquema psicoanalítico- puede reinterpretarse
e integrado (es decir, que no cambie notablemente de situación. a si- en términos de la dialéctica central entre el yo-actual inconsciente y el
tuación' y que no sea contradictorio) d~ sí mismo y .de .!;)S obJ.etos. yo-ideal que se había considerado para la segunda dimensión). Por esto,
Kernberg indica esta situación como un smdrome de dlfuslon de lden- las dialécticas que caracterizan las formas leves de la tercera dimensión
tidad syndrome al indetify-dzflusion (v. g., 1976, p. 67; 1980, p. 1083). son en cierto modo parecidas a las que caracterizan la segunda dimen-
Está claro por tanto, que el individuo tiene dificultades en formarse un sión: tensión u oposición entre el yo-ideal y el yo-actual (en parte
<<yo en cuanto trascendente», es decir, un yo-ideal que sea estable y no subconsciente) .
contradictorio. Esto vale para los valores naturales (al menos en lo que Este parecido, se refiere a las causas formales de las estructuras, no
afecta al área de la persona influenciada por la tercera dimensión que las causas finales de los valores que caracterizan las dos dimensiones.
está en este estadio de patología). A estos aspectos finalísticos hace falta De hecho la tercera dimensión es el resultado de la interacción entre
añadir los aspectos estructurales descritos por Kernberg (cf. v. ~.,
1980b). Como ejemplos de una patología seria de este tercer estadlO En términos de una motivación teleológica y axiológica, correspondiente a la
descrito por Kernberg se pueden mencionar los casos severos de per- aproximación finalística seguida en este libro, se puede sugerir la siguiente «expli-
sonalidad histérica40 • cación» sobre el origen del estadio de la patología «borderline»:
a) existe en la vida del niño una relación afectivamente pobre e inadecuada con
40. A propósito de este estadio de psicopatología llamada «borderline» (<<fron- un objeto externo (madre, padre, u otros adultos).
terizo») se puede notar cuanto sigue: . .' b) Esta relación inadecuada con un objeto externo determina algún tipo de
1) Hay un general acuerdo en la literatura pertmente so~re la eXIstenCIa de este bloqueo, de fijación afectiva en la subfase de «rapprochement», que es la tercera de
estadio de patología llamado «borderline». El acuerdo se refIere. al hecho qu:, entre las tres subfases en la «separación-individuación» (separation-individuation) del niño,
las formas patológicas de psicosis por una parte y las de neurOSIS y leves desord~nes tal y como viene indicada y descrita por Mahler (1972).
de la personalidad por otra, e~iste una región Ae, psi~op'a~ologí~ .que es de severidad c) A su vez, la fijación afectiva descrita antes tiende a bloquear el desarrollo
intermedia, la región «borderline». En su reVlS10n hlstorlco-CrltIca del concepto .~e cognoscitivo del niño en la «fase pre-conceptual» descrita por Piaget (1962, pp. 224-
«borderline» Aronson habla más bien de «borderland» (1985, p. 219). Esta reglOn 226; 1966, p. 127), en la que el niño normalmente es incapaz de formarse una imagen
intermedia tiene la característica de las relaciones con el objeto que se han descrito estable y no contradictoria, de sí mismo y de otros objetos. Según Kemberg (1976,
aquí en el texto. La existencia de esta región con tales características implic.a unas p. 35) y Melito (1981, p. 530), se tiene por parte del niño un «splitting» (división)
consecuencias sobre las limitaciones en la libertad efectIVa (aunque se mantIene la de la imagen de sí y de los objetos. Es de notar que este «splitting» es parte del
libertad esencial) y en la responsabilidad; esto será descrito en las secciones 8.4,2 y desarrollo normal del niño; por eso Melito (recordando a Kernberg, 1976, p. 35, y
8.4.3. I d a Lichtenberg y Slap, 1973, p. 780) habla de «developmental splitting».
2) En cambio, en lo que se refiere a la explicación dada so~re el. ?rigen, e ~o o d) Como consecuencia de b) y c) y del persistir de la relación inadecuada del
de formación, y las estructuras y procesos dinámicos d: ,este estadlO-reglOn ~<borderline», niño con un objeto externo, descrito en a), con el paso de los años, se desarrolla en
hay poco acuerdo: existen ideas muy diversas y t~m~l~n contr?~tantes. Veanse ,en esta
el niño-adolescente un núcleo o área patológica del yo self en la que hay una dialéctica
línea las diversas aproximaciones al problema: blologlca, genetIca, farmacologla, des-
inestable y contradictoria entre un yo-actual (en parte inconsciente) y un yo-ideal
criptiva objetiva (<<objective descripctive»), teoría de la «psi,:ología del Yo», .:eo~ía.d,e
las relaciones con el objeto (<<object-relations theory»), teorla de la separaclon-mdivl- concerniente a los valores naturales. Esta dialéctica provoca y mantiene el síndrome
duación (<<separation-individuation theory»), etc. ?e ~echo, co~o ha ~~tado Arons?n de (<<identity diffusion») descrito por Kernberg. También favorece el desarrollo de
(op. cit., p. 217), en general, estas diversas aproXlmaCl?neS son rrreco~cili~bles, no s?!o una constelación de defensas centradas en el «splitting» (nótese que este «splitting»
porque difieren fundamentalmente en s.us dat~s. y metodos ,d<; estudio, SI no. tamblen no está ligado ahora al desarrollo normal del individuo, como en el punto c), sino
porque difieren en sus presupuestos eplstemologlCos y o~t~loglcOS. ~e~n Melssner, la que es un «splitting» con un carácter «defensivo»: cf. Melito, 1981 p. 530 y Kernberg,
variedad de formas de patología «borderline» parece resIstIr cu:uqwer mtento .de una 1976, p. 35). La persona que está en el área patológica «borderline» o «borderland»
formulación teórica que sea integral (1978, p. 59). Para una pOSIble co~vergenCla ~ntre tiene así una fijación y/o regresión en el estadio que le hace incapaz de formarse un
los puntos de vista de Kernberg sobre «borderline states» y las observa ClOnes de Plaget, concepto, estable y no contradictorio, de sí misma y de los objetos (cf. Kernberg,
véase Melito (1981, especialmente pp. 529-30). 1976 p. 65), y así vive en una «estable inestabilidad».

170 171
los valores objetivos naturales y la dialéctica de base de la persona, del Sin embargo, dado que en la segunda dimensión existe una apertura
yo self, mientras que la segunda dimensión se forma por la. interacción no sólo hacia los valores autotrascendentes sino también hacia los va-
con valores objetivos naturales y autotrascendentes combmados. En- lores naturales, debemos admitir, que en algunos casos la psicopatología
tonces como ya hemos visto (cf. sección 8.2.2) los valores naturales leve de la tercera dimensión puede acompañar o determinar una pre-
compr~meten la voluntad del yo solamente como naturaleza, mientras valencia de inconsistencias sobre consistencias en la segunda dimensión:
que los valores autotrascendentes comprometen la voluntad de todo el por ejemplo una personalidad maniaca (tercera dimensión) con ten-
yo, de toda la persona y por tanto, comprometen e.1 ejercicio de la libertad dencias a la grandiosidad puede desarrollar inconsistencias inconscien-
no sólo de la naturaleza del hombre, sino la lIbertad de la persona tes que llevan al exhibicionismo (segunda dimensión).
misma para la autotrascendencia del amor teocéntrico. Esto implica Hay otros dos aspectos que debemos recordar para clarificar las
dos consecuencias: en primer lugar, las dialécticas de las formas leves diferencias entre la segunda y la tercera dimensión.
de patología de la tercera dimensión comprometen un yo (selj) parcial Siguiendo a Kubie (1958), a menudo se afirma que la esencia de la
(secundum quid), mientras que las de la segunda dimensión compro- psicopato10gía está en el hecho de que el individuo debe repetir au-
meten un yo self total (simpliciter): cf. ejemplos de la nota 27 en p. tomáticamente una acción incluso cuando un cambio de circunstancias
147: estos ejemplos se refieren a situaciones de normalidad enJa tercera 10 desaconsejase. Pero como escribe Lidz (1968) la repetición de reac-
dimensión (un buen médico, etc.), pero se pueden transfenr a casos ciones o relaciones está presente en la vida de cada hombre; y sólo ella
leves de patología recordando formas como la fobia, neurosi~ obsesivo- no es signo de psicopatología. Por tanto hace falta ver más bien para
compulsivas, etc. En segundo lugar (para los aspectos de mmadurez qué valores (autotrascendentes o naturales) se dan estas repeticiones.
de la segunda y tercera dimensión), se puede decir que incluso en las Así por ejemplo, una persona comprometida a servir a Cristo a través
formas de patología menos grave, las dialécticas de la tercera dimensión de los tres votos religiosos, puede buscar persistentemente un cierto
son de un «self» más primitivo, más infantil, mientras que aquellas de tipo de relación con otra persona; esta relación puede ser normal desde
la segunda dimensión son de un yo self que está más. desa~~ollado; el punto de vista de los valores naturales (tercera dimensión) pero
menos infantil. Por tanto este yo self de la tercera dlmenslOn esta inconsistente según los valores autotrascendentes a los que la persona
sobretodo abierto a los valores naturales y menos a los valores auto- se ha comprometido con los votos (primera y segunda dimensión); en
trascendentes. El yo self infantil de las áreas de patología menos graves otras palabras, es una relación inconsistente sin ser anormal.
puede llevar a distorsiones de la realidad (v. g., con las fobias, etc.) o Un segundo aspecto es el de las formas psicopatológicas con con-
a defectos encapsulados que implican los valores naturales. tenidos religiosos o morales. Baste recordar las formas obsesivas, los
Es importante subrayar también que en la patología, como el mismo ritos compulsivos, los delirios y las alucinaciones morales o religiosas,
Kernberg afirma (cf. 1976, p. 58), la relación con el objeto (object algunas fobias. El carácter patológico (de la tercera dimensión) no es
relation) se refiere a «objetos humanos», a valores naturales, no a los difícil de discernir en los casos de patología seria usando los criterios
valores autotrascendentes que, en cambio, están presentes en la primera seguidos en diagnosis y la sintomatología correspondiente.
y en la segunda dimensión41 • Así, para las formas l~ves de patología, se En los casos de patología leve la diferenciación práctica entre la
repite la dialéctica de base entre el yo-actu~l y el'y0-ldeal, ~ero, r~sl?~cto tercera y la segunda dimensión es más difícil. Sin embargo la diferen-
a los valores naturales y con un yo self más mfantd. De aqmla postbzltdad ciación conceptual es la que ya indicamos arriba. A lo dicho podemos
de una diferenciación conceptual de la tercera dimensión respecto a la añadir que esta diferencia se puede descubrir buscando su fundamento.
segunda dimensión. Este último hay que buscarlo en una distorsionada interpretación mágica
de la realidad que bloquea la posibilidad de una trascendencia de esta
41. Como ejemplo de dificultades en relación a valores naturales, podemos
dimensión hacia los verdaderos valores autotrascendentes y altera, en
mencionar limitaciones más o menos grandes que la persona experimenta en el ejercer
un trabajo establemente, o en encontrar una cierta paz en el vivi: c~nsigo .mismo, parte, la trascendencia hacia los valores naturales. Hay en la tercera
con el propio trabajo y con los propios compañ.ero~, (los usuales cnt.e~lOs sociales de dimensión de la persona convicciones y creencias mágicas que tienen
la psiquiatría, dejando alIado problemas de motlvaClon moral y/o religIOsa). su origen y raíces en la infancia, cuando el juicio es mágico, es decir,

172 173
la realidad se interpreta en sentido mágico (concepto infantil de cau- . A este pr?pósito De Finance (1962, cap. IV) distingue dos tipos de
salidad), especialmente en situaciones de stress; de esto se sigue que el hbe.rta~, .horIz~ntal y vertical; distinción que podemos interpretar así:
pensamiento silogístico del adulto neurótico está distorsionado en áreas el eJerCIcIo hOrIzontal de la libertad es una decisión o elección que tiene
particulares de un acto intencional. luga.r dentro de un horizonte ya establecido, mientras que el ejercicio
Hemos subrayado la importancia o prevalencia de los valores na- vertICal es el conjunto de los juicios y de las decisiones por medio de
turales en la tercera dimensión. Sería interesante resaltar que la idea las que se pasa de un horizonte a otro.
de estos valores naturales es subrayada también en la definición de Sin embargo la libertad vertical, es decir, la elección del sistema de
«desorden mental» dada por el reciente Diagnostic and 5tatistical Ma- valores en general, presupone la libertad hacia una autotrascendencia
nual fo Mental Disorders (ASM un de la American Psychiatric Asso- tea céntrica, es decir, hacia los valores autotrascendentes. De hecho,
como. todos los valores, los valores autotrascendentes presentan al mis-
ciation (1980, p. 6); en la definición se evita cualquier relación con «10
que debería ser» de los valores autotrascendentes. Se podría decir que m~ t~empo, un as?e~to objetivo y un aspecto subjetivo. El aspecto
o~Jettvo esta cons,tItUldo por la calidad específica de lo que la voluntad
la psicología de la que se habla en este Manual está sólo la «secularizada»
~,bremente . deberla hacer. De hecho, como hemos visto siguiendo las
(de la tercera dimensión), no la de la trascendencia (de la primera y
segunda dimensión). Lamentablemente esta psicología «secularizada» Ideas De Fmance (d. aquí pp. 139-140) la actividad espiritual del hom-
e incompleta antropológicamente es la que se suele enseñar en las ?re se desarrolla sobre un fondo, dentro de un horizonte, junta e
mseparablemente de ser y de valor, de indicativo y de imperativo; dicho
escuelas. de otra manera, la naturaleza humana con su apertura a la autotras-
cendencia teocéntrica se presenta objetivamente como fuente de exi-
gencias absolutas: su ser autotrascendente tea céntricamente es perci-
Los tres horizontes bido como un «deberías» ser tal. El hombre no conoce verdaderamente
el valor ~u~otrascendente sino es como lo que tiene que ser querido, y
Hemos dicho que existe una diferencia cualitativa entre las tres
el c~nocImIento de este alcanza su plenitud en el acto de libertad por
dimensiones. De ahí se sigue que cada una de estas debe tener su objeto medIO del cual lo eligen (De Finance, 1962, p. 296).
formal; ya que, cada objeto formal determina los límites de la propia Por tanto, el valor autotrascendente objetivo, en su noción im-
visión, determina los puntos de vista según los cuales se orienta nuestro plica una relación con la libertad del sujeto; de hecho este val~r se
comportamiento, por eso las tres dimensiones deben tener horizontes hace subjetivo por el sólo hecho de que el sujeto se reviste de él
propios 42 • e.scogiéndolo libremente. Por esto el valor autotrascendente subje-
Sobre la base de esta exposición anterior, junto con elementos vistos tIvo, no es en el hombre un simple reflejo del valor autotrascendente
en la sección 7.3.2, podemos formular estas ideas sobre los tres hori- del objeto: los valores auto trascendentes objetivos, que están en las
zontes, las tres orientaciones visuales que están en relación con las tres cosas, recIben su determinación última como valores autotrascen-
dimensiones. dentes del hecho que la libertad humana encuentra en ellos la norma
Al considerar el proceso de formación de las tres dimensiones, se el «deberías» de la propia trascendencia teocéntrica. Así cuanto má~
siguió una posición que ve su establecimiento en el hombre, como el libre es la persona interiormente, más puede tender hacia los valores
resultado del encuentro de los valores objetivos con los dinamismos de autotrascendentes.
la persona. Ahora bien la libertad de la persona de trascenderse en los valores
En esta relación entre los valores objetivos y la persona, entra en autotrascendentes, está presente, de distintas maneras, en las tres di-
acción de manera inevitable y central, la libertad del hombre. ¿Cómo? mensiones. Este aspecto de las tres dimensiones será considerado más
ext~nsaI?~nte en la sección siguiente. Aquí siguiendo nuestro objetivo,
42. Lonergan, 1973, describe «horizonte» de esta manera: «literalmente el tér- sera sufICIente recordar que la primera dimensión es la que ofrece el
mino horizonte indica el círculo límite, la línea donde el cielo y la tierra parecen grado más alto de libertad para la autotrascendencia tea céntrica, en
fundirse. Tal línea marca el confín del propio campo de visión» (p. 235).

175
174
cuanto que es la dimensión caracterizada por ser consciente y sin 1971, p. 72; Runa Imoda, Ridick, 1978, pp. 43-47 y 1977, pp. 21-
ninguna desorganización patológica del yo (sel/); por tanto, se puede 24; Runa, 1978a, p. 550) sino también, como hemos visto, sobre la
pensar que su horizonte está constituido prevalentemente por valores base de una antropología filosófica. La libertad humana no es ab-
autotrascendentes. Sin embargo, en la tercera dimensión, las desor- soluta como afirmaba Sartre; es una libertad que encuentra preexis-
ganizaciones del yo, en las formas más graves de patología, y las tente el orden axiológico, no lo crea.
distorsiones de la realidad del yo infantil, en las formas menos graves, En tercer lugar, el hecho que los horizontes de la primera y tercera
bloquean la libertad de una trascendencia, sobre todo, hacia los va- dimensión, se caracteriza respectivamente por los valores autotras-
lores autotrascendentes (al menos en las áreas de las personas que cendentes o por los valores naturales, debe entenderse en su sentido
son patológicas); por tanto, pensar que su horizonte se caracteriz.a asertivo, no en su sentido exclusivo; es decir, la primera dimensión
por valores naturales, está fundado. Finalmente, en la segunda dI- tiende prevalentemente hacia los valores autotrascendentes, pero esto
mensión está la influencia del inconsciente sobre el consciente lo que no excluye una apertura también a los valores naturales; y viceversa,
puede limitar la libertad más o menos; por tanto, un horizonte for- la tercera dimensión tiende prevalentemente a los valores naturales;
mado por los valores autotrascendentes y naturales, debería estar pero esto no excluye una apertura a los valores autotrascendentes.
presente; por esto, a esta dimensión la podemos denominar como ~a En cuarto lugar, las tres dimensiones son distintas pero no están
del bien real o aparente, o del error no culpable ya que la presenCla separadas. El hombre puede funcionar contemporáneamente en las
contemporánea de las dos clases de valores hace más fácil a la persona tres dimensiones; es más, el hombre funciona siempre según las tres
proclamar o elegir valores autotrascendentes que, en reali?ad, pu~den disposiciones de virtud o pecado (primera dimensión), de bien real
estar unidos a una elección, a una búsqueda más o menos mconSClente o aparente (segunda dimensión) y de normalidad o patología (tercera
de valores naturales que no sean conformes, necesariamente, con la dimensión). Así por ejemplo, una persona puede vivir una vida vir-
vocación cristiana. Esta combinación se discutirá en la sección 8.5, tuosa en relación al esfuerzo de sobresalir en el celo apostólico y no
hablando del proceso de simbolización. presentar signos de patología; aunque esta persona puede estar in-
Todo esto que hemos dicho, sobre las tres dimensiones y sobre fluenciada sin embargo por una inconsistencia inconsciente en lo que
los tres horizontes sugiere algunas implicaciones. Ante todo, con De ataña a una cierta búsqueda de dependencia afectiva, de modo que
Finance, (1962, pp. 73-79); en una acción hace falta distinguir el fin su dar es en parte un bien aparente, que cubre la necesidad de recibir.
de esta como especificación, de su fin como moción. Esta distinción O una vida cristiana buena y santa en relación a la primera y segunda
se puede aplicar también, a este estudio como sigue. Los valores dimensión puede coexistir con ( y a pesar de) la presencia de ma-
objetivos, en cuanto aceptados por el sujeto, son el fin que especifica nifestaciones psicopatológicas de la tercer dimensión (ejemplo de
el «como», la configuración de la acción. Estos explican por qué el Santos canonizados por la Iglesia no faltan a este propósito). O una
sujeto actúa prevalentemente según una u otra dimensión. Sin em- relación interpersonal «normal» en relación con la tercera dimensión,
bargo, los valores hacia los que el grado de madurez de las dimen- es vivida en términos tanto de pecado como de manifestaciones di-
siones se abre o se cierra más o menos, son el fin que pone en versas de un bien que es solo aparente, influido por necesidades
movimiento la acción. Estos explican el hecho de la actuación del inconscientes; este es el caso de relaciones sociales «normales» sin
sujeto y la disposición de madurez o no, de su acción en las dimen- que estas sean la expresión de un amor auténtico que trasciende los
SlOnes. valores naturales para vivir los valores autotrascendentes.
En segundo lugar, para la primera y segunda dimensión, los va- Podemos usar una metáfora para expresar esta visión tridimen-
lores naturales, incluso los presentes en las relaciones humanas in- sional del hombre: la persona tiene tres poderes visuales, o si se
terpersonales, tienen que ser interpretados y valorados a la luz de prefiere, lentes trifocales en las que en cada uno de los focos, de las
los valores autotrascendentes; estos últimos son el fin, el término de tres lentes hay un color distinto; así el individuo ve y responde a las
referencia de la libertad del hombre. Podemos afirmar esto no sólo personas, sucesos, cosas según tres perspectivas distintas, y una o
sobre la base de una antropología de la vocación cristiana (d. Runa, dos de estas perspectivas (o dimensiones) puede prevalecer en cada

176 177
una de las diferentes situaciones de su vida. Aunque está claro que y d~ la motivación, e~ decir, al régim~n de la explicación (<<expla-
cada individuo presenta características propias que lo definen. natlOn»). y de la razon (<<Understandmg»). El primer régimen se
Resumiendo y simplificando se puede decir que las tres dimen- caractenza por deseos, como fuerzas, que empujan al hombre (las
siones son los tres puntos de vista (respecto a los valores, los ideales) causas que explican su comportamiento) el segundo régimen, por los
según los cuales, la persona tiende habitualmente a ver y a juzgarse deseos como razones (los motivos que ofrecen las razones de dicho
(consciente o subconsciente) a sí misma y otras personas, cosas y comportamiento) .
Ahora bien, para Ricoeur se puede establecer un espectro donde
sucesos.
en uno de los extremos hay una causalidad sin motivación, y en el
otro una motivación sin causalidad. El primer extremo es el de la
constricción; el hombre que actúa forzado por las causas, entre las
8.4.2. Las tres dimensiones y su influencia sobre la libertad que Ricoeur recuerda el inconsciente de la psicopatología freudiana.
El segundo extremo, menos frecuente, es el de la motivación pura-
Las tres dimensiones constituyen tres disposiciones intrapsíquicas mente racional. Para Ricoeur, el hombre en su realidad existencial
del sujeto, que influyen sobre el ejercicio de la libertad hacia la está situado en general entre estos dos extremos; la motivación hu-
autotrascendencia en general, es decir, tanto hacia los valores natu- mana es una combinación de los dos casos extremos; está situada
rales como hacia los valores autotrascendentes. Este ejercicio afecta, entre una causalidad que exige explicaciones y no razones, y una
sobre todo a los valores autotrascendentes en la primera dimensión, motivación que exige una comprensión puramente racional. Para
Ricoeur, el hombre en su realidad existencial está situado en general
a los valores naturales en la tercera dimensión y a ambos en la segunda
entre estos dos extremos; la motivación humana es una combinación
dimensión. Por el contrario, si consideramos la libertad en lo que se
de los dos casos extremos; está situada entre una causalidad que
refiere sólo a los valores autotrascendentes, se puede decir que en
exige explicaciones y no razones, y una motivación que exige una
«general» esta tiende progresivamente a disminuir cuando se pasa
comprensión puramente racional. Esta visión del hombre de Ricoeur
de la primera a la segunda y a la tercera dimensión. Elaboremos un me parece bastante aproximada, mutatis mutandis, a la que hemos
poco este punto. Como ya hemos hecho notar (d. Rulla, 1978a,) la presentado.
relación entre la vida psíquica del hombre y el crecimiento en los Para confirmar la existencia y frecuencia de la segunda dimensión
valores autotrascendentes (de vida espiritual) es a menudo vista según en nuestro actuar, baste citar algunos ejemplos de esta; estos ejemplos
dos perspectivas opuestas y extremas: no existe ninguna relación, el suponen que el que actúa lo hace de buena fe, que desea de verdad
hombre es completamente libre y por tanto, el frustrado crecimiento el bien tea céntricamente autotrascendente o por lo menos cree de-
espiritual se debe a una falta de correspondencia con la gracia es ~~. -
decir, al pecado (primera dimensión); o bien: hay una relación es- 1) Piénsese en bastantes de nuestras imperfecciones y limita-
trecha, casi total, por la que el hombre no es casi libre, y por eso la ciones espirituales que llamamos normalmente «pecados veniales se-
falta de crecimiento espiritual es consecuencia de psicopatología (ter- mideliberados» en los que se actúa por descuido o por sorpresa.
cera dimensión). En el susodicho articulo se subraya que existe un 2) La diferencia de opiniones en las «res agibiles», es decir,
intermedio entre estos dos extremos: la segunda dimensión, que no sobre cosas que no comportan pecado o patología; ¿por qué estas
es pecado ni patología y que no supone una libertad casi totalmente opiniones, estas ideas son defendidas en una familia, en un consejo
presente o ausente, sino diversos grados de libertad efectiva. Esta de la fábrica, en un capítulo de religiosos o de religiosas, con tanta
segunda dimensión está presente en todos los hombres aunque en pasión, vehemencia y rigidez cuando no comportan ni pecados ni
grados y formas distintas. desviaciones patológicas?
Todo eso está en la línea del artículo de Ricoeur (1978) escrito 3) Observaciones sobre el comportamiento, sobre característi-
en otro contexto y con distinta perspectiva. Para Ricoeur el hombre cas de la personalidad de otras personas hechas, en forma de «bro-
es un ser que pertenece al mismo tiempo, al régimen de la causalidad mas» que, a menudo, hioeren profundamente al otro.

178 179
4) ¿Por qué a menudo nos creamos espectativas falsas, exage- Para el tema de las tres dimensiones y de su influencia sobre la
radas, y sin embargo nos aferramos tenazmente a ellas? libertad quizás sería útil, indicar brevemente cómo esta influencia
5) En algunos casos nuestras relaciones con el prójimo son a la puede ser explicada en los términos de los cuatro niveles de ope-
defensiva, establecemos una distancia, establecemos nuestros dere- raciones descritos por Lonergan. La figura 1 resume esquemática-
chos y privilegios: ¿por qué esta relación tiende a permanecer a pesar mente la exposición que sigue. Esta se refiere en parte al artículo ya
de nuestros esfuerzos porque no sea así? ¿por qué no nos damos citado de (Rulla, 1978a).
cuenta de esto? ¿por qué no lo vemos? Se distinguen dos momentos en la disposición de la persona hacia
6) Nuestras tendencias a dar para recibir o para hacer lo que los valores autotrascendentes: ambos son motivados por una o más
queramos incluso sin pisotear a los demás pero tratando de ponernos actitudes; se trata de actitudes conscientes o inconscientes (cf. sección
8.2) del yo-actual y del yo-ideal.
delante de ellos a menudo nos damos cuenta de que obramos así (o
nos lo indican ~tros) pero debemos reconocer nuestra incapacidad El primer momento afecta al proceso de conocer y discernir, e
para cambiarnos. influye en los tres primeros niveles de operaciones descritos por
Lonergan, sobre todo, en el modo en el que los valores son percibidos
7) ¿Cómo se puede ser muy amable con unas pers~nas, ?or
e interpretados en su contenido y en su atracción y, en la rapidez o
ejemplo, gente que está fuera del grupo en el que ~e trabaja o VIve,
no con la que un juicio de valor viene seguido de una decisión. Hay
y sin embargo, estar amargados, llenos de ~retenslOn~s, de deseos
tres componentes en este primer momento: el de la primera dimen-
de dominación dentro del grupo donde se VIve o trabaja? sión, o dimensión consciente en la que pueden haber más o menos
8) ¿Por qué algunos individuos o la sociedad, alejan del centro acuerdo entre el yo-ideal y el yo-actual; el de la segunda dimensión,
de su atención «bastantes» problemas que existen de hecho, y que donde existe una interacción entre el consciente y el inconsciente, y
requieren una solución; aunque dichas personas (de buena fe) no este último puede ser prevalente y discordante (inconsistente) res-
quieren reconocer que existen, abdicando así sub.c?nscientemente pecto al primero; el que deriva de una mayor o menor forma de
de lo que conscientemente serían claras responsablhdades de au~o­ patología del sujeto, (del selj).
trascendencia hacia un amor teocéntrico? Después de todo, el bIen
aparente también es el resultado, más o menos subconsciente, de
omisiones en el actuar de excusas que nos creamos, etc.
9) ¿Cuánto de lo que se llama o calificado como prudencia.y
paciencia en la toma de decisiones y en el a~tuar pueden ~star, a fm
de cuentas motivado por el miedo a eqUlvocarse o mIedo a ser
criticado, a' ser menos populares? En otras palabras, es un bien apa-
rente, de búsqueda de nosotros mismos más que un bien real de
búsqueda del reino de Dios. . . .
10) Proclamamos servir a la comunldad eclesIal por medlO de
nuestra vida vocacional, apostólica y sin embargo, buscamos sub-
conscientemente hacer carrera, estar gratificados, ser «servidos» por
la comunidad, es decir, usar la comunidad para una búsqueda sub-
consciente de nosotros mismos.
Podríamos continuar con más ejemplos. Aunque creo que estos
serán suficientes como indicación general de las influencias del in-
consciente sobre el consciente como limitación, en nuestra libertad
para autotrascenderse hacia un amor teocéntrico.

180 181
FIGURA 1. Las tres dimensiones y su posible influjo queado por la influencia de las tres dimensiones que están ya presentes
sobre la libertad (pp. 178-185)43 en los tres primeros niveles de operaciones psíquicas.
En tal caso, se produciría una limitación de la libertad del hombre.
Las operaciones conscientes Influencia emotiva consciente o Aquí hablamos de una libertad que Lonergan llama efectiva no de la
(Lonergan) inconsciente de las 3 dimensiones libertad esencial (1958, p. 619ss). «El hombre es esencialmen;e libre en
cuanto que posibles modos de acción son comprendidos por medio de
1. Experiencia inteligencia práctica (practical insight), motivados por reflexión, y eje-
2. Comprensión (insight) Momento Primero
Práctica • (afecta al poceso de discernimiento) cutados por decisión» (Lonergan, 1958, 619, la cursiva es nuestra).
3. Reflexión crítica influencia La situación de la libertad efectiva es distinta; esta está presente
y juicio de valor 1 cuando dicha libertad esencial se ejerce con una elección entre varias
4. Decisión y acción }_ _ Momento Segll ndc(afecta a la elección alternativas para una posible acción. Siguiendo un ejemplo de Lonergan;
influencia y al crecimiento vocacional) una persona que desea dejar de fumar puede estar esencialmente, pero
1 Porque no efectivamente libre de dejarlo, es decir, esta persona tiene la ca-
la voluntad como: puede
-estado de prontitud para una decisión reducir
pacidad de entender, y de reflexionar sobre los motivos para no fumar
(willingness) y también la capacidad volitiva de ejecutar una decisión (libertad esen~
-capacidad de tomar decisiones ~así cia!), pero no realiza estas capacidades, no actúa y ejecuta esta decisión
([lIilD ~ltCe
-el acto de decidir
por estar limitada en la elección de las posibles alternativas, a la cos-
(willing) Libertad efectiva tumbre de fumar, por estar bajo el peso de la costumbre (libertad
efectiva).
Podemos añadir también una metáfora suya (Lonergan 1958): « ... si
tuviésemos que representar el campo de la libertad del hombre como
El segundo momento afecta a la elección y al crecimiento en los valores un área circular, distinguiríamos una región central luminosa en la que
auto trascendentes, este corresponde al cuarto nivel que entra en el la persona es efectivamente libre; una penumbra circundante en la que
proceso de elección y de decisión: la acción sigue a los tres primeros la conciencia, inquieta, sugiere que podría hacerlo mejor si decidiese
niveles porque la decisión se toma y se lleva adelante por un acto de de verdad; y por último un área de sombra externa a la que nunca o
la voluntad. Pero por lo que atañe a la voluntad con Lonergan (1958) casi nunca presta atención» (p. 627).
hace falta recordar sus tres aspectos: la voluntad como pura capacidad Entonces, ¿cuáles son las causas que pueden obstaculizar la visión
de decidir (will); la voluntad como acto de la decisión (willing) y la o la elección de las distintas alternativas al actuar? Siguiendo nuestro
voluntad como «estado en el que no hay necesidad de persuadir para tema, existen los influjos conscientes e inconscientes de las tres dimen-
que una persona decida» (willingness, Insight, p. 623). Ahora bien, es siones, estos limitan la libertad efectiva hacia los valores autotrascen-
evidente, que este willingness puede estar más o menos reducido, blo- dentes. Esta limitación se manifiesta en distintos grados y modos en las
tres dimensiones.
43. La influencia emotiva puede venir bien sea de una dialéctica entre e! yo- La limitación de la segunda dimensión es más grande que la de la
ideal y e! yo-actual, bien sea de una desorganización de! yo (se!/). En este último
caso, se trata de la tercera dimensión y e! influjo emotivo es la consecuencia de una primera ya que nos encontramos con la fuerza del inconsciente (cf.
valoración intuitivo-emotiva inconsciente. En e! caso de la dialéctica e! influjo es sección 7.2.3). El elemento inconsciente intuitivo-emotivo de la segunda
prevalentemente consciente en la primera dimensión, y prevalentemente inconsciente dimensión sustrae parte del material sobre el que la valoración reflexiva
en e! caso de la segunda y tercera dimensión. de la persona debería juzgar, es decir reduce el radio de su elección
Adviértase que hay una convergencia motivacional y psicodinámica y una unión
entre prontitud para la respuesta (willingness) y las actitudes conscientes o sub-
entre las alternativas posibles para un decisión. En el caso de incon-
conscientes que son los componentes de las tres dimensiones. Entonces es posible sistencias inconscientes, el material quitado a la valoración reflexiva es
ver e interpretar la relación entre e! sujeto, e! objeto y los actos de la perona humana. el emotivo, que va contra la autotrascendencia teocéntrica. Así la li-

182 183
1

bertad efectiva de la persona hacia la autotrascendencia tea céntrica se con el objeto (estas formas más severas de narcisismo hacen imposible la
recorta, se limita aunque no desaparece. De hecho la libertad efectiva capacidad de enamorarse: Kernberg; 1976, p. 186). En todos estos casos,
permanece en la parte de la persona que es consciente, 10 que permite son las mismas facultades intelectivas y volitivas (o libertad esencial) las
al sujeto decidir libremente en dicha parte. afectadas, cosa que no sucede ni en la segunda dimensión, ni en las formas
Es importante subrayar que el influjo del inconsciente se ejercita menos graves de patología. En la segunda dimensión, como en los casos
por medio de una predisposición a decidir de un modo más bien que de patología menos graves, es la predisposición a decidir en un modo más
de otro, es decir, por medio del willingness; queda así dañado el acto que en otro propia de las actitudes emotivas (especialmente las incons-
de voluntad (wz'lling) , pero sólo por una predisposición (willingness), cientes) 10 que daña la capacidad critico-reflexiva (cf. la influencia del
y por 10 tanto sin que afecte a la capacidad esencial del querer (will) , momento primero de la disposición emotiva en la figura I), o la voluntad
de tomar una decisión. como willingness (cf. la influencia del momento segundo en la figura I);
Cuanto se ha dicho para la segunda dimensión, vale en parte también por tanto, es algo que interviene antes que intervengan, tanto las opera-
para la primera dimensión; en la primera dimensión es posible adoptar ciones crítico-reflexivas en cuanto capacidad de entender, como la volun-
una actitud efectiva que nos gustaría pero, que no pasa a la acción en tad en cuanto capacidad de querer (will). Sin embargo en los casos más
vez de adoptar una actitud efectiva en la que la aspiración concuerde graves de patología, son las mismas operaciones crítico-reflexivas de en-
con la acción; por tanto, también es posible una falta de willingness. tender, y la capacidad de querer las que son afectadas directamente.
Pero, en la primera dimensión la posible oposición a la autotrascen-
dencia hacia el amor teocéntrico es preva1entemente consciente y por
tanto, más fácil de superar, especialmente cuando se usan adecuada- 8.4.3. Observaciones conc1usivas
mente las ayudas de la ascética cristiana.
La situación es diferente en los casos de patología más o menos ma- La discusión sobre las tres dimensiones y su influjo sobre la libertad
nifiesta de la tercera dimensión por cuanto esta patología obstaculiza la sugiere dos puntos prácticos de pastoral.
autotrascendencia hacia los valores naturales más bien que hacia los mo- Se ha visto que, dejando a un lado los casos menos frecuentes de
rales-religiosos. Sin embargo -como ya hemos dicho- (cf. p. 168) en patología o tercera dimensión, la segunda dimensión es la que puede,
algunos casos, la patología leve acompaña o determina una marcada pre- de manera particular, limitar la libertad en el crecimiento de los valores
valencia de inconsistencias sobre consistencias en la segunda dimensión. autotrascendentes o teocéntricos, y por tanto, afectar al crecimiento en
La reducción de la libertad, en los casos de una marcada patología, puede la vocación cristiana. Falta por precisar hasta que punto y de que manera
ser notable, precisamente porque existe una desorganización seria del yo esta influencia debe ser entendida. Hablaremos de esto a continuación.
(selj): pensemos en las distintas formas de psicosis o en los casos serios Pero aquí, adoptando la distinción de J. de Finance (1962, p. 287ss; y
de personalidad antisocial donde la persona no tiene capacidad para em- aquí en la p. 175) se puede decir que es sobre todo la libertad vertical
patía, de forma que las relaciones con los objetos son muy superficiales la que está limitada. Esta libertad vertical provoca el paso desde los
y a menudo irresponsables; aquí consideramos también los casos graves bienes o los valores naturales a los autotrascendentes y por tanto, el
de narcisismo (un concepto muy discutido junto al de boderline en los crecimiento contínuo en la vocación cristiana; los obstáculos pueden
últimos años: cf. V.g., las opiniones de varios autores que han contribuído venir y de hecho viene sobre todo de nuestra motivación de la primera
en el Annual Review o/ Psychiatry, 1982, Grinspoon, ed., pp. 411-532, y segunda dimensión sea esta preva1entemente consciente o incons-
bajo la dirección de Kernberg; o bien la opinión de Vaillant y Perry, 1980); ciente.
aquí nos referimos a la forma más severa de narcisismo descrito por Un segundo punto concierne a la pregunta: ¿cuándo la elección de
Kernberg en 1975 (pp. 315-343) y en 1976 (pp. 185-213); como dice una vocación sacerdotal, religiosa o matrimonial es válida, de modo que
Kernberg (1975), para esta forma, <da relación ya no es entre el yo (selj) la persona deba mantener el compromiso adquirido con los tres votos
y el objeto, ni entre el objeto y el yo, sino entre el yo (self) y el yo mismo» o con el celibato sacerdotal o de los votos, o del consenso matrimonial?
(p. 325); en otras palabras, la relación narcisista ha sustituído a la relación En otras palabras: ¿cuándo el consenso sobre el compromiso vocacional

184 185
puede considerarse inválido (teniendo en cuenta la situación como era en alteraciones de la motivación de la persona (considerada en su to-
antes y en el momento de la ordenación sacerdotal o de los votos, o talidad) tales que la capacidad de entender y querer están sustancial-
del consenso matrimonial)? mente melladas y/o de tal modo que afectan al objeto del consenso
Dejando de lado los casos de coerción masiva por parte de fuerzas matrimonia144 •
externas (como padres, etc.) se puede decir esto. Podemos acabar con dos consideraciones generales que se refieren
La primera dimensión pone obstáculos, prevalentemente conscien- al contenido presentado en las secciones 7 y 8.
tes, para elegir y vivir el compromiso vocacional adoptado. Como hemos Hemos iniciado la exposición sobre el sistema motivacional ha-
visto, el deber de superar estos obstáculos es inherente a la naturaleza blando de contenidos como las dos triadas necesidades-valoración in-
humana y por tanto, es parte del don del amor para el «reino de los tuitivo-emotiva-bien para mí; y valores-valoraciones reflexivo-raciona-
cielos» que hace preciosa la elección y vida vocacional. les-bien en sí mismo; después hemos pasado de los contenidos a las
La segunda dimensión puede hacer más «dtfícil» elegir y vivir el estructuras, el yo-ideal y el yo-actual, con las correspondientes subes-
compromiso vocacional; pero esta dimensión no afecta a la «validez» tructuras conscientes e inconscientes. Finalmente hemos visto que las
del compromiso anteriormente adoptado. De hecho, como vimos, ésta
estructuras tienden a expresar tres tipos de dialécticas, las de las tres
no quita la libertad efectiva del sujeto, limita solamente el número, la
dimensiones con sus horizontes respectivos.
amplitud de alternativas posibles respecto a los comportamientos que hay
Para la primera y segunda dimensión, se han podido formular las
que elegir y vivir. Por otra parte, la influencia negativa de los compo-
estructuras y las dialécticas que las constituyen; es más difícil hacerlo en
nentes emotivo-inconscientes, que aquí es determinante, puede reducirse
si se ofrecen y utilizan las ayudas apropiadas. Estas ayudas pueden la tercera dimensión de la patología: el estado actual de nuestros cono-
hacer positiva la aportación de estas fuerzas emotivas hacia un creci- cimientos científicos no parece permitirlo; se han sugerido algunas for-
miento en la auto trascendencia teocéntrica. El problema es que la in- mulaciones recientes pero, según una antropología teológica y axiológica.
fluencia de la segunda dimensión en la elección y crecimiento vocacional De todos modos, hemos sugerido una objetivación de la persona
se olvida y por tanto, la ayuda generalmente no se ofrece. humana según tres disposiciones, tres dimensiones que están, cualita-
La tercera dimensión puede ser un elemento que afecte decisiva- tivamente diferenciadas por los objetos formales correspondientes. Pa-
mente a la validez del compromiso. Esto no es así en los casos de rece entonces que es posible comprender las disposiciones del hombre
neurosis, de desórdenes de la personalidad en general, ni en los bo- para la auto trascendencia, para un amor teocéntrico según una visión
derlines donde la «difusión de identidad» del yo (sel/) (Kernberg obras estructural de su yo (sel/); esta tiene su fundamento en una teleología
citadas) no priva de la capacidad de contacto con el objeto y con la axiológica inherente a la naturaleza humana. Se trata por tanto, de una
realidad (o «reality testing»), aunque la hace más difícil. aproximación o enfoque que es transcultural (válida para culturas di-
Esto es cierto, sin embargo, para los casos de patología grave, en versas), transtemporal y transituacional es decir, válido a pesar del
concreto: 1) las psicosis, (v.g. la esquizofrenia, etc.), donde se pierde cambio de situaciones y períodos históricos (por ejemplo para las di-
la capacidad de relación con el objeto y de «reality testing»: Kernberg, ferentes instituciones religiosas válido antes y después del Concilio
1980b, pp. 1083-1084 (para los detalles técnicos de diagnóstico dife- Vaticano II). Es obvio, que en las diversas culturas, situaciones sociales
rencial véase ibid., pp. 1083-1085); 2) casos serios de personalidad o períodos históricos, cambian los contenidos y por tanto, los estilos
antisocial (d. aquí, p. 184); 3) los casos más graves de narcisismo (cf.
aquí, p. 184); donde se ve que la falta de capacidad de relación del 44. G. Versaldi ha aplicado en parte estas ideas a los problemas del consenso
sujeto con el objeto (en el narcisista grave) y la falta de empatía y matrimonial. Véase: G. Versaldi, «Elementa Psychologica Matrimonialis Consensus»,
responsabilidad, (en el antisocial grave) afectan directamente al objeto Periodica de Re Moral/~ Canonica, Liturgica. 1982, 71, 179-209 Y 231-253. Para el
consenso matrimonial se debe, sin embargo, considerar también el caso de algunas
del cOnsenso o de la elección, y por tanto hacen a la persona incapaz neurosis, cuando determinan la pérdida de funcionalidades que afectan directamente
de tal consenso o elección; 4) las desviaciones (v.g. la verdadera ho- al objeto del consenso (como en el caso de impotencia para el acto conyugal: d.
mosexualidad, etc.) y/o las perturbaciones sexuales que tienen su base Versaldi, 1981).

186 187
de vida; aunque no parece que cambien las estructuras, las dialécticas vamente para el crecimiento de la persona, con tal de que estos im-
y los dinamismos de base. pedimentos emotivos-inconscientes sean removidos; y esto es posible.
La segunda consideración general se refiere a la naturaleza del hom- Es verdad que en este sentido no se deben esperar soluciones completas
bre. Se ha visto que su vida empieza en una fase en la que el elemento y milagrosas a problemas complejos; pero también es verdad que una
emotivo y afectivo es predominante, mientras que la capacidad de com- ayuda notable se puede ofrecer, especialmentf' si la~ exigencias de au-
prensión y de reflexión crítica es muy pobre. Por otra parte, en esta totrascendencia, propias de la naturaleza humana, no son descuidadas
primera fase, se crea la memoria afectiva, que es dist~ta d~ la de mo- o peor aún, desalentadas sino usadas como el punto sobre el que hacer
dalidad específica; así, el hombre crece con un patrImonIo cada vez palanca en el esfuerzo hacia un crecimiento en la objetividad y libertad.
más grande de emociones, de comportamientos emotivos cuyo origen En el Vol. II de este estudio, se ofrecerán otros elementos para clarificar
o es olvidado o reprimido en el inconsciente y, cuyo significado está los dinamismos que están en relación con esta visión del hombre. Pero
distorsionado o reprimido por las defensas psíquicas (los «mecanismos antes de esto es necesario completar lo que nos hemos propuesto como
de defensa»). exposición sobre el proceso de objetivación del sujeto; además, es ne-
De aquí se sigue un influjo que altera no sólo los procesos de cesario ofr~cer un esbozo de la antropología de la vocación cristiana.
percepción, de imaginación, de memoria (cE. sección 6.2~" y de ~x'p~­
riencia en general, sino también los procesos de comprenS10n, de JUlC10
y de decisión. Todo esto se sostiene, por una dialéctica de base que 8.5. Las tres di'r1ensiones y el proceso de simbolización
continuamente opone una parte trascendente a una parte trascend1da
que, más o menos resiste a la trascendencia, y a menudo, de manera 8.5.1. Dos problemas
inconsciente. Datos de investigaciones presentados en otro lugar (Rulla,
Ridick Imoda, 1976) indican que la realidad existencial no es distinta En las secciones precedentes (8.1, 8.2 y 8.3) se ha visto que cada
de la ~erspectiva presentada aquí. Así los obstáculos a la objetiv~d~d y persona tiende a individualizar, a subjetivar el propio sistema motiva-
a la libertad son comunes a todos los hombres, aunque en d1strnto cional según contenidos, según estructuras y según dialécticas entre
grado. Así, parece que la mayor parte de las personas «nor~ales» dichas estructuras que se expresan, en las tres dimensiones con los
encuentran dificultades conscientes e inconscientes que obstacuhzan la horizontes correspondientes. Por otra parte, las dialécticas, las dimen-
capacidad de aprendizaje y de crecimiento en el camino de la auto- siones y los horizontes permiten objetivar, de alguna manera, al sujeto.
trascendencia teocéntrica. Estas dificultades están presentes a pesar de Ahora nos preguntamos si es posible objetivar ulteriormente a la
la buena voluntad de las personas y a pesar de su apertura a la vida persona. La respuesta es positiva, y lo es a pesar de que hay un cons-
ascética. Por tanto, una visión realista del hombre no sería la de un ser tituyente ontológico del hombre que, de por sí, lleva a su subjetivización:
que se mueve por un «deseo desprendido, desinteresado, sin restric-
el hombre es un ser que simboliza, que vive y toma las decisiones
ciones de conocer» (Lonergan, 1958, p. 738 y passim); el hombre no
ordinarias sobre todo, sobre la base de símbolos y de asociaciones de
sólo tiene otros deseos, sino que estos últimos, conscientes o incons-
símbolos, que son muy subjetivos, es decir, que son propios de cada
cientes, se perciben muy intensamente cuando la persona se confronta
persona (cf. Kiely, 1982). Baste pensar sobre el hecho de que una misma
con decisiones que debe tomar (cf. Lonergan, 1958, pp. 599-600, 623-
palabra puede tener diferentes significados para distintas personas; por
624; Janis y Mann, 1977). Después de todo, como dice Demmer (1974,
ejemplo, la palabra-símbolo «madre» puede suscitar en algunos indi-
p. 61, 72): «alle Enstscheidung ist Scheidung», cada decisión es también
viduos reacciones emotivas de amor, en otros de culpa, en otros de
una renuncia, y por tanto, un estímulo de emociones frecuentemente
rebelión, en otros de abandono, en otros de miedo o quizás distintas
ambivalentes e inconscientes. Es importante señalar que esta visión del
asociaciones de estas reacciones. Lo mismo ocurre en el proceso de
hombre sin embargo es optimista. De hecho los obstáculos a la sub-
tomar decisiones. Por ejemplo, es una noción común que a menudo
jetividad y a la libertad, derivados de las dialécticas ~~conscientes SO?
los jóvenes eligen a la persona con la que casarse sobre la base de
un potencial de energías que puede,n ser usadas pos1t1va y construct1-
semejanzas sentidas con algunos aspectos apreciados en sus padres;

188 189
aunque a menudo se trate de semej~nzas m~s sentidas que reales, más 45
hermenéutica ; la hermenéutica revela los mecanismos inconscientes.
afectivas que cognoscitivas; es decIr, se ehge una persona no tanto Por tanto, para Ricoeur la teoría de Freud sobre la función simbólica
porque se parezca a uno de sus padres sin? porque ésta evoca reac~iones ya no debe ser vista en sentido causal, sino según un modelo semántico
emotivas parecidas u opuestas a las suscitadas por aquel progemtor. de significados que se interpretan. Para Ricoeur, los símbolos se ligan
Estas grandes variaciones individuales de los significados ligados a al deseo como una actividad, que tiene significados, que tiene inten-
los símbolos hacen muy difícil objetivar el sistema 1ll0tivaciona1 del ciones conscientes, y no al deseo como una fuerza causal inconsciente46.
hombre. Este es el primer problema; éste tiehe su raíz en un dato: el Por tanto, el significado del símbolo es evidente sólo a través del
hombre actúa según dos tipos de operaciones, las inmediatas y -las trabajo de interpretación. Esto significa que la interpretación no es
mediadas (Lonergan, 1973, p. 28). Las operaciones son inmediatas extraña al símbolo. Las dos, la función simbólica y la interpretación
cuando sus objetos están presentes: ver es inmediato a 10 que vemos, están indisolublemente unidas: «No existen símbolos sin el principio
oír a 10 que oímos. Sin embargo,las operaciones mediadas están com- de una interpretación: donde un hombre sueña, profetiza o hace poesías,
puestas por una parte inmediata y por una mediada; así ocu~re co~ los otro surge para interpretar. La interpretación pertenece orgánicamente
símbolos, el lenguaje, la imaginación; nosotros operamos mmedlata- al pensamiento simbólico en su doble significado» (Ricoeur, 1970, p.
mente respecto a los símbolos, a las palabras, a las imágenes, pero 19).
mediatamente respecto a 10 que éstos representan o significan. Las Ahora bien, en la interpretación o la hermenéutica del símbolo, )1
operaciones mediadas están ligadas a los significados atribuidos a los Ricoeur habla de una tensión interna dentro del campo de la herme- 11
símbolos, a las palabras, a las imágenes. Por tanto, éstas ensanchan néutica. Es decir, parece que hay un conflicto de tareas para la her- 1I
considerablemente el mundo reducido del niño, de tal modo que no- menéutica. Por una parte ésta debería ofrecer «la manifestáción y la 11
sotros podemos operar uno sólo respecto al presente y a 10 actual, sino restitución de un significado dirigido a mí en la forma de un mensaje 1I
también respecto a 10 ausente, al pasado, al futuro, a 10 posible o ideal 1I
o de un kerygma»; por otra, la hermenéutica se supone que es una fi
o normativo o fantástico» (Lonergan, op. cit., p. 28): ~i
«"demistificación", una reducción de ilusión» (Ricoeur, 1970, p. 20ss). 11
Un segundo problema se refiere al carácter y a la función del proceso y éstas, a primera vista, parecen ser dos tareas de la hermenéutica que
simbólico dentro del sistema motivacional de autotrascendencia teo- están en conflicto entre sí. ij!
céntrica que, como hemos visto (cf. sección 7 y 8), caracteriza al hombre. La exégesis religiosa sería el representante de la primera de estas JI!
ni
Es un problema, porque existe una vasta variedad de opiniones sobre dos tareas (tarea de revelación), mientras que el psicoanálisis podría '11
la función del símbolo en el contexto de la motivación humana. No se ser el representante de la segunda tarea (des-mistificación). Se podría !l
intenta aquí revisar estos puntos de vista. Será suficiente señalar tres
11
posiciones diferentes entre sí. , .. 45. En sentido estricto, hermenéutica es la ciencia o la tarea de interpretar. En 11
1:
Freud priva a la función simbólica de su estructura mtenclOna1; de sentido análogo se puede usar hermenéutica e interpretación como términos inter- IIji
hecho, él pone el origen de las actividades conscientes, que forman el cambiables.
li
símbolo en «mecanismos inconscientes». Para él, concepto y símbolo 46. Para la teoría de Ricoeur sobre el doble significado del sÚllbolo, véase, por 1I
ji
ejemplo, su libro Freud and Philosophy, 1970, p. 12ss, o «The Hermeneutics of ti
son iguales; y todo es símbolo producido por fuerzas inconscientes. Symbols and Philosophical Reflectión», Internatlonal Phtlosophical Quartely, 1962, 2, 11
Esta es una concepción «causal», determinista que sigue el modelo de 191-218, o The Symbolism 01 Evil, Beacon Press, Bastan 1967. Para él, el sÚllbolo
las ciencias naturales. Así, según el psicoanálisis freudiano, todo nuestro comporta una estructura intencional dual; en el símbolo hay un prÚller significado I1
\:
comportamiento es visto como «over-determined», es decir, derivado literal, y un segundo significado simbólico entendido en y a través del primero: «se ij
presenta un primer significado, y ése afecta y explica un objeto; pero ese objeto, a 11
simultáneamente de varios niveles de la personalidad (Rycroft, 1972). su vez, se refiere a otra cosa que es explicada sólo a través del primer objeto» (1970, !!
Ricoeur (1970) dio nueva forma a la teoría de Freud, mostrando p. 12). Así, por ejemplo, la fenomenología de la religión sugiere que el significado i!
que la «over-determination» del comportamiento es simbólica en el del simbolismo de cielo (seres celestes, simbolismo de la ascensión, etc.) siempre
sentido intencional y, por tanto, puede ser interpretada; para Ricoeur, tiene un conjunto de características atribuidas al cielo, es decir, las cualidades de II
trascendencia, de infinitud, de eternidad, etc. Así el significado literal del cielo como
los «mecanismos» inconscientes implican una interpretación o apariencia se da a través de sus variadas manifestaciones como sacro.
1I
190 1I
191 11

1I
!!ji
decir que los símbolos, en un texto religioso (v.g., la Biblia) son el de una aproximación metódica se puede hacer, sin los símbolos, lo que
instrumento por el que un «nuevo» significado es revelado; así estos éstos hacen.
símbolos son primeramente reveladores. Sin embargo los símbolos del Ejemplos de este punto de vista de Lonergan se pueden encontrar
psicoanálisis son un medio de «camuflaje»: en el sentido de que éstos en muchos de sus escritos. Baste citar Method in Theology (1973),
presentan el significado del comportamiento en un «aspecto diferente». cuando Lonergan trata de las esferas y etapas del significado (<<realms
Para Ricoeur estas dos funciones de la hermenéutica no son opues- and stages 01 meaning», pp. 81-99). Hay cuatro esferas fundamentales
tas sino más bien las dos caras de la misma moneda; es decir (al menos de significado: la esfera del sentido común, la esfera de la teoría la
en' el campo del psicoanálisis), una hermenéutica se compromete en esfera de la interioridad y la esfera de la trascendencia. Estas esf~ras
ambas tareas que parecen ser opuestas. de significado están en relación con una progresiva diferenciación de
Concluyendo: la hermenéutica es, al mismo tiempo, un proceso de conciencia, que va desde la conciencia indiferenciada del sentido común
demistificación (en la terminología teológica: desmitologizante) y un hasta la conciencia diferenciada religiosamente (<<religiously di/lerentia-
proceso revelador. Ricoeur aplica esta conclusión a la hermenéutica, al ted consciousness»). La conciencia indiferenciada usa indiscriminada-
símbolo del psicoanálisis. A continuación, ésta se aplicará al sistema mente los procesos del sentido común y, por tanto, sus explicaciones
motivacional de auto-trascendencia teocéntrica que nos interesa. Sin en la esfera de la teoría, su autoconocimiento en la esfera de la inte-
embargo, esta última aplicación se basará sobre concepciones del pro- rioridad y su religión en la esfera de la trascendencia son rudimentarias.
ceso de simbolización que son, en parte, diversos de los de Ricoeur. El hombre avanza más o menos a través de las cuatro esferas de
Falta el principio de base afirmado por Diltey (1972) y cogido por significado; pero al pasar del sentido común a la teoría, de la teoría a
Ricoeur en su estudio del psicoanálisis: el significado de una palabra o la interioridad, etc., abandona el símbolo que pertenece al sentido
de una acción, en el sentido de símbolo debe ser visto dentro de una común. Por eso Lonergan puede afirmar que, como el hombre crece
perspectiva amplia de la relación entre esta palabra o acción y el todo en las diferenciaciones sucesivas de la conciencia: «el sentido común
de la persona. inicial de la persona es purgado de sus simplificaciones, de sus metá-
Hemos discutido brevemente las posiciones de Freud y de Ricoeur foras, de sus mitos y de sus mistificaciones. Con la obtención de la
sobre las funciones del símbolo y de la hermenéutica. Ahora indicaremos diferenciación plena, el sentido común queda confinado a su propia
la posición de Lonergan, que está particularmente en relación con la esfera de lo inmediato, de lo particular, de lo concreto» (1973, pp. 328-
auto-trascendencia teocéntrica del hombre. Podemos decir que la po- 329).
sición de Lonergan está, en cierto sentido, entre la de Freud y la de Por tanto, parece que para Lonergan, la hermenéutica del símbolo
Ricoeur. no va más allá de la categoría de la demistificación. En este sentido, es
Gran parte del pensamiento de Lonergan sobre la hermenéutica cae parecida a la teoría de Ernst Cassirer. En su trabajo monumental,
dentro de la categoría de una hermenéutica de la des-mistificación y Philosophy 01 the Symbolics Forms (1953, 1955, 1957), Cassirer establece
no va más allá de dicha categoría. Veamos. una teoría de la mente que tiene como categoría de base la transfor-
Bastantes autores (v.g., Rasmussen, 1972; Mackey, 1975; Jossua, mación simbólica de la experiencia. La consecuencia negativa de esta
1975; Braxton, 1976) subrayan que para Lonergan las manifestaciones aproximación está en concebir al elemento mítico-simbólico la mani-
míticas y simbólicas pertenecen a la mentalidad primitiva, la del sentido festación original o «primitiva» de la transformación simbólica, sólo
común en oposición a la científica; de modo que ésta última abandona como una etapa en la evolución de las transformaciones simbólicas.
la primera cuando la persona progresa en sus capacidades; la dialéctica Dicho de otra manera, uno de los resultados de esta aproximación ha
y la lógica pertenecen a un orden más alto de significación, mientras sido sacrificar el elemento mítico, la fase original de la transformación
que el mito y el símbolo pertenecen a un orden más bajo; cuando la simbólica, al elemento científico, la última fase de la transformación
dialéctica y la lógica se hacen disponibles para una persona, ésta aban- simbólica, en términos de una teoría de la evolución histórica que hace
dona el símbolo; para Lonergan por medio de la lógica, de la dialéctica necesaria la eliminación, el abandono de la fase original del mito.

192 193

..
Como consecuencia de su teoría sobre la función demistificante de a través de las comunicaciones verbales o no verbales (acciones y omi-
la hermenéutica Lonergan dice que los mitos y símbolos se usan sólo siones) de las personas con las que entramos en contacto. Bastantes de
como técnicas para comunicarse entre las personas de sentido común, las vocaciones religiosas se ligan a la influencia simbólica ejercitada
las personas que no tienen una mentalidad científica. Esta interpretación sobre nosotros por los ejemplos de vida y por las palabras de otras
personas; así, por ejemplo, «sentimos» la vida de un sacerdote o de
de la función del símbolo está en desacuerdo con lo que piensa fre-
una. r~ligiosa como símbolo de la alegría o de amor altruista, y por ello
cuentemente la teología contemporánea. Baste citar a K. Rahner (1966)
deCldImos adoptarla como nuestra vida. Por tanto debemos considerar
que afirma que toda la teología es simbólica; hecho que a menudo se la noción de símbolo.
olvida. Después de todo, Lonergan afirma (1973) que la teología «media No ofrecemos una teoría de los símbolos, sólo algunas ideas más o
entre una matriz cultural y el significado y el rol de una religión en menos diferenciadas que se refieren a ellos que pueden ser útiles para
aquella matriz» (p. XI). Y esta religión también es el resultado de las la discusión sobre los dos problemas propuestos.
interpretaciones acertadas o equivocadas que las personas hacen de su . La ~iscusión antropológica que hemos hecho hasta ahora, pone en
experiencia. eVIdencia que el hombre es un sujeto que se autotrasciende para un
La gran aportación de Lonergan en el campo de la teología puede amor teocéntrico. Ahora bien, esta autotrascendencia para un amor
usarse si algunas de sus ideas útiles sobre las características del símbolo tea céntrico implica dos hechos, dos elementos: en primer lugar, hay
se amplían y se ponen al servicio de una comprensión de la relación dos polos en el proceso de auto-trascendencia, el sujeto que se auto-
dialéctica que existe entre el discurso simbólico y el teorético. El objeto trasciende, es decir, el hombre, y el Objeto u objeto que es el fin de
de este libro no es entrar en esto. Nos limitaremos a explorar relaciones la autotrascendencia, es decir, Dios o las personas; en segundo lugar
posibles entre las tres dimensiones discutidas anteriormente y el proceso existe tina relación intencional entre los dos polos, es decir, existe u~
de simbolización, con el objeto de contribuir a aclarar los dos problemas proceso en el que uno de los polos se dirige activamente hacia el otro
y viceversa.
anteriormente señalados: considerar la función del símbolo en el sistema
Por eso, el proceso de simbolización debe tener en cuenta estos dos
motivacional que mira a la autotrascendencia para el amor tea céntrico
elementos; los dos polos y la relación intencional entre ellos, es decir,
y ver esta función como factor de objetivación del sujeto. los dos puntos de referencia entre los que la relación tiene lugar (los
Para ello procederemos así: una presentación de las nociones ge- dos polos) y la relación intencional que se establece y desarrolla entre
nerales sobre el símbolo; y una discusión breve de los dos problemas. ellos. Podemos distinguir entonces dos tipos de símbolos: los símbolos
polares unidos a los dos puntos de referencia (el sujeto por una parte
8.5.2. Nociones generales y Dios o los valores objetivos, u otras personas, etc., por otra) y el
símbolo como elaboración como elemento que caracteriza al tipo de
Lonergan en Method in Theology resalta que la religión es el re- relación que existe entre los dos polos.
El hecho de la intencionalidad simbólica se sostiene en los estudios
sultado del cambio del horizonte de la persona como consecuencia de
de los procesos simbólicos realizados por varias disciplinas, en parti-
una «experiencia religiosa». Esa experiencia religiosa es una experiencia cular, la antropología cultural, la psicología, la linguística, la historia
de lo que es último un misterio, de lo «conocido-desconocido»; sin de las religiones. El concepto de intencionalidad simbólica fue for-
embargo, una de las formas esenciales en la que esta experiencia se mulado en Zadra (1982).
comunica a los otros y se incorpora dentro de la historia y de la tradición Consideremos brevemente los dos tipos de símbolos polares.
de un pueblo es por medio de un complejo de procesos de simbolización
representados por narraciones (v.g., la Biblia por ritos, por mitos y por Los símbolos polares
símbolos. Y es, a través de este complejo de simbolizaciones (que aná-
logamente se pueden llamar símbolos), donde la llamada divina a la Debemos tener en cuenta una premisa. Hablando de símbolo, el
vocación cristiana tiene lugar. Más aún, esta llamada divina a la voca- lector pueda interpretarlo como la imagen de algo, de un objeto. Este
ción, a menudo se hace sentir a través de los símbolos interpersonales: no es el sentido que damos al símbolo en esta exposición.

194 195

..
De hecho, por una parte, el símbolo no es una representación de actuando como elementos simbólicos que condensan afectos y signifi-
un objeto sino que es la elaboración de la relación existente entre el cados; baste pensar en la palabra-símbolo «obediencia».
sujeto y el objeto. Esta concepción es diferente a la de Lonergan (1973, y viceversa, las emociones, los afectos presentes en nuestras res-
pp. 64-65) según la cual parece que el símbolo sea la representación puestas intencionales a los valores del objeto entran en la categoría de
de un objeto, de algo que está en el lugar de otra cosa. símbolos polares del sujeto. La palabra «pobreza» para algunas personas
Por otra parte, existen notables diferencias entre imagen y símbolo. puede ser objeto de afectos positivos y para otros de afectos de rechazo.
Así, por ejemplo, un símbolo no se valora sobre la base de un parecido Como afirma ~envenis~e, citado por Ey (1978, p. 369), el lenguaje
con un objeto externo, mientras que la imagen tiene un parecido natural hablado o escnto, se sItúa entre un sistema intencional e instintivo
con el objeto del que es imagen; por ejemplo, en la eucaristía, el pan infralingüístico que él expresa y un sistema lógico-ético supralingüístico
y el vino no se valoran en base a una pretendida semejanza natural con cuya.Ie~ él procla~a; de aquí la función de polaridad simbólica subjetiva
la persona física, de Cristo, mientras que un cuadro, un retrato de y objetIva respectIvamente, que el lenguaje puede asumir, por ejemplo
Cristo trata de representar un parecido natural con la persona de Cristo. en relación con los valores. '
Además el símbolo a menudo se refiere a un tipo de cosas (personas, Resa~t,amos.la. función sim~?lica dellengu.aje de los valores porque
mármol, arcilla, etc.) o a nociones abstractas (lenguaje, el símbolo- la vocaClOn cnstlana como dIalogo entre DlOs y el hombre implica
noción de cruz para el cristianismo) mientras que la imagen siempre por parte del Objeto, un sistema objetivo de valores y por parte del
describe objetos o situaciones individuales (d. Arnold, 1954, p. 356). hombre, un sistema subjetivo de valores naturales y autotrascenden-
Cuando usemos el término imagen al referirnos al proceso simbó- tes., Lo~ valores autotrascendentes de alguna manera, se suponen que
lico, éste debe ser entendido como un aspecto de la actividad simbólica estan SIempre presentes en el sujeto, porque como dice Lonergan
y no como expresión del proceso simbólico en su totalidad. (1973): « ... en cada individuo, en cada momento puede existir la
Hablando de los símbolos polares debemos decir que su importancia posibilidad abstracta o el comienzo, o el progreso más o menos
y la necesidad de diferenciarlos de los símbolos como elaboración fue grande, o un desarrollo importante de una conversión intelectual o
subrayado por Zadra (1982). moral o religiosa» (p. 326).
Los símbolos polares se pueden definir como los dos polos (sujeto Es importante recavar las observaciones que Lonergan (op. cit.) pp.
y objeto) de la relación intencional; estos dos polos se caracterizan por 64-69) ofrece, referidos a los símbolos que hemos llamado «polares».
el tipo de relación intencional que se establece entre ellos. Por ejemplo, Estos subrayan implícitamente el influjo dinámico y efectivo ejercitado
los símbolos polares religiosos, Dios y el hombre, cambian su relación por los símbolos polares.
a lo largo de la historia de la salvación: de Dios creador a Dios redentor Aparece clara sobre todo la distinción entre significado simbólico
y padre, y en lo que afecta al hombre de criatura a pecador y a hijo y. discurso lógico. Los símbolos no se someten a las reglas de la lógica
redimido. SlllO a la ambigüedad de las imágenes cargadas de afectos. Mientras
Como hemos dicho los símbolos polares se distinguen como sím- que el lenguaje lógico lucha por la univocidad de significado, el símbolo
bolos polares conectados con el objeto y como símbolos polares con- favorece un gran número de significados múltiples. El símbolo tiene su
cernientes al sujeto. fuerza no en la argumentación o en la prueba, sino en la multiplicidad
Los símbolos de los que Dios se sirve para hablarnos a través de la de las imágenes que convergen en su significado.
naturaleza, de las palabras de la revelación, de los ritos, de las personas, . El sím?~lo puede acoger las tensiones y las contradicciones que el
etc., entran en la categoría de los símbolos polares del objeto. Igualmente, dIscurso 10gIco detesta. Es verdad que un punto de vista dialéctico o
el lenguaje de los valores naturales y autotrascendentes presentados metódico también pueden abarcar lo concreto y lo dinámico, pero en
antes (d. sección 8.2.2) si es utilizado como expresión de los valores la h!stori~ de la humanidad el símbolo hacía esto antes que la lógica y
objetivos, es parte de los símbolos polares del objeto, en cuanto que el la dIaléctIca fueran concebidas; y continúan haciéndolo con las personas
significado de estos valores puede encontrar en el lenguaje su expresión que no tienen familiaridad ni con la lógica ni con la dialéctica. Final-
simbólica: se trata de palabras que despiertan emociones en el sujeto mente, el símbolo hace algo que la lógica no podrá jamás hacer: éste

196 197

..
proporciona un modo de establecer la comunicación interna entre los tras~endencia; por ejemplo, una cosa son los valores autotrascendentes
distintos niveles de nuestra vida psíquica (cf. sección 7.2.2): «A través sen:l,dos y?:oclamados; y otr~, los mismos valores vividos como moti-
de los símbolos, la mente y el cuerpo, la mente y el corazón, el corazón vaclon. posltlva o ne~atlva hacIa la autotrascendencia. En otras palabras,
yel cuerpo se comunican entre sí» (Lonergan, 1973, p. 67). Por ejemplo, es poslb~e que la mIsma persona tenga un símbolo polar sentido com
por medio de los símbolos nuestra vida psíquica (también la incons- autotrascendenc~a pero vivirlo sin una completa disponibilidad a l~
ciente) u orgánica puede manifestarse en la conciencia intencional. autotrascendencla. Volveremos a este aspecto del sistema simb 'l'
Está clara la presencia dinámica de los símbolos polares en nuestro
A ,. 1 o ICO.
ntes sena mejor presentar c arificaciones ulteriores sobre el símbolo
proceso de simbolización: el hombre «percibe» al Objeto o sus valores como elaboración.
o a los objetos (personas o cosas) como algo que tiene significado, valor; . El símbolo como elaboración subraya la idea de relacton: entre la
y viceversa, el Objeto, los valores, etc., tienen su significado propio, su Mea ?e un proceso que establece una relación entre el sujeto y el objeto,
fuerza propia en el sistema simbólico. consIderados como elementos activos, dinámicos. En el símbolo como
Sin embargo, el sistema simbólico está formado no sólo por los elaboración, h.ay todo un sistema de fuerzas que están en juego, no sólo
símbolos polares del sujeto y del objeto, sino sobre todo y como análisis el comportamIento de cada una de las partes consideradas por separado
último por «el símbolo como elaboración». (Fuller, 1979).
Así el símbolo no es la expresión de mecanismos causales (como
pensaba Freud), ni como representación de, como algo que está en el
El símbolo como elaboracton lugar de otra cosa. Este concepto de símbolo como elaboración (<<symbol
as ferformance») fue presentado por Turner (1967, 1969), el cual lo
El símbolo como elaboración es la relación que el sujeto establece aplIca sobre todo a los fenómenos y sucesos de la sociedad.
entre los símbolos polares. Aquí el elemento importante es el significado Añadimos dos características al símbolo como elaboración: sobre
de la relación entre los símbolos polares; mientras que en el caso de to~o. en c~da. ~laboración singular (performance) solo algunos de los
los símbolos polares el elemento importante y cualificador son los dos multlples slgmfIcados posibles de un símbolo, se pueden destacar: «El
términos que originan y determinan la relación. Por tanto, el símbolo proceso simb~l~co .es una elaboración transformadora que revela im-
como elaboración refleja el modo con el que el sujeto percibe y reacciona portantes claslflCaclones, categorías y mutaciones» (Turner y Turner,
ante el objeto y, el modo con el que el objeto influye sobre el sujeto; 1978, p. 249). En segundo lugar, el símbolo como elaboración tiene
y esta relación concreta, establecida por el sujeto entre él y el objeto, una función generativa; éste puede formar parte activa en la transfor-
es la que viene evocada por el símbolo; éste puede aparecer en forma ~ación, en la <~co~~ersión» de la persona. En los símbolos, el «signi-
de lenguaje, de acción, de producción artística, de símbolos religiosos. fIcante» y el «slgmfIcado» no están en una relación de representación
Por ejemplo, cada «imagen» de Dios puede evocar la relación de amor coml?lem~ntaria. Más bien están en una relación que actúa como factor
providencial o de omnipotencia creadora, o de justicia punitiva, etc.; que ilumilla y forma profundamente la experiencia y la existencia de
o un rito religioso, litúrgico, puede elaborarse no como una relación la persona. En este sentido la manera de significar no se refiere exclu-
de autotrascendencia para un amor teocéntrico, sino como una relación sivamente al símbolo individual sino a la interacción dinámica de una
mágica egocéntrica que bloquea la autotrascendencia. asociación de símbolos.
Sería importante subrayar que en los símbolos polares «la imagen» Como conclusión de estas nociones sobre el proceso de simboli-
evoca emociones, o ésta es evocada por emociones; sin embargo en los zación, algunas observaciones generales pueden sernos útiles.
símbolos como elaboración la «imagen» evoca una relación concreta El sistema simbólico aquí descrito condensa en el símbolo como
establecida por el sujeto con el objeto. Entonces en relación a la au- elaborac~ón l.os distintos componentes del sistema motivacional que
totrascendencia teocéntrica es posible que el símbolo como polar evo- fueron dlscUtldos en la sección 7. También en el sistema simbólico están
que una emoción que tiende a la autotrascendencia mientras que el en juego los valores objetivos y subjetivos, las necesidades, los tres
símbolo, como elaboración evoque una relación que bloquea la auto- componentes cognitivo, afectivo y conativo de la motivación y, por

198 199
tanto, los cuatro niveles de operaciones descritos por Lonergan. Lo 8.5.3. El proceso simbólico como factor de trascendencia y de
mismo ocurre respecto a las dialécticas entre las estructuras discutidas objetivación del sujeto
en la sección 8.4.1. En el proceso simbólico no hay operaciones distintas
de las presentadas en el sistema motivacional. El valor del símbolo está Habíamos empezado la exposición sobre el proceso de simboliza-
en el complejo trabajo que éste produce en el sistema motivacional de ción haciéndonos dos preguntas que estaban en relación con dos pro-
una persona. El sistema simbólico y el sistema motivacional están es- blemas:
trechamente unidos; el primero media, gran parte, de las relaciones que 1) ¿Cuál es la función del símbolo en el sistema motivacional hu-
el segundo tiene con los objetos confiriendo significados particulares a mano la cual se orienta a la auto-trascendencia teocéntrica?
dichas relaciones. 2) ¿El proceso de simbolización también lo podemos considerar
La unión entre los dos se da también porque el proceso de sim- como un factor que objetiviza al sujeto?
bolización y la motivación se fundan más sobre la fuerza del elemento La discusión que sigue trata de dar respuesta a estas preguntas. Lo
afectivo que sobre los conceptos abstractos. Esto es particularmente haremos en dos tiempos, ambos están relacionados con las preguntas
cierto para la motivación de la autotrascendencia teocéntrica; de hecho, aunque según diferentes perspectivas.
por una parte el Dios buscado en la auto trascendencia no puede ser El hombre posee el dinamismo espontáneo de una intencionalidad
concebido claramente; por otra parte El, como cada bien, es concreto consciente que lo lanza a pasar de la experiencia a la comprensión, de
y, por tanto, más fácilmente representado por medio de símbolos que la comprensión a la verdad y a la realidad, del conocimiento de los
por medio de un concepto abstracto. Símbolos y asociaciones de sím- hechos a la acción responsable. Este dinamismo, en vez de ser un
bolos, tienen su significado sólo si se sitúa en el todo de la experiencia producto del progreso de la cultura, es la condición de su posibilidad
existencial, de la motivación humana 47 • (Lonergan, 1973, p. 12). Por tanto, el hombre espontáneamente tiende
Hemos presentado al símbolo como relación intencional y, espe- a autotrascenderse. Esto es cierto no sólo para su sistema motivacional
cialmente, como elaboración (performance); es decir, como una relación sino también para su sistema simbólico. Después de todo, el simbolizar
concreta que el sujeto establece entre los símbolos polares (del sujeto es un aspecto de todas las operaciones y dialécticas del hombre que
y del objeto); éstos actúan, efectivamente, en la relación. Por tanto, la terminan en el trabajo llamado símbolo, sea éste interno o externo a la
noción de símbolo expuesta es diferente de las otras dos que aparecen persona que opera.
frecuentemente en la literatura: el símbolo como ejemplaridad, como Para Ricoeur (1970 y 1974) y Ey (1978) el hombre, en su crecimiento
Gestalt y el símbolo como fenómeno mental. en edad, en su desarrollo se hace adulto solo, porque se hace capaz de
El símbolo como ejemplaridad es la concepción tradicional que nuevos y cruciales «significantes» (<<key-signijiers»: Ricoeur, 1974, pp.
subraya la influencia del objeto; el símbolo es la representación de algo 109-110); de nuevos indicadores de significados, de nuevos símbolos.
que está en el lugar de otra cosa. Sin embargo, el símbolo como fe- Más aún en su desarrollo el hombre genera una nueva hermenéutica,
nómeno mental subraya la influencia del sujeto; es el símbolo como un nuevo sistema de interpretación, de significados, de símbolos que
proyección, como representación de dinámicas mentales que prescinden no es el de la hermenéutica de Freud (Ricoeur, 1970, pp. 462-465). Así
de la dinámica del objeto. el proceso simbólico es un proceso que tiende a la trascendencia in-
Podemos decir, en general, que lo que caracteriza al símbolo como tencional; este es el principio de la trascendencia intencional del proceso
elaboración es el estar entre el sujeto y el objeto más que ser la repre- simbólico.
sentación prevalente de uno u otro. El símbolo es una relación intencional, es decir, una relación que
se dirige activamente al otro y al Otro. De ahí el posible carácter de
47. El lector interesado puede encontrar nociones de símbolo más elaboradas trascendencia también religiosa del proceso simbólico.
en Van Roo, 1981, pp. 269-290. Este autor propone la distinción entre el simbolizar Pero la autotrascendencia es la conquista de la intencionalidad cons-
conceptual (que lleva a la formulación de conceptos) y el simbolizar intuitivo (que
lleva a la formación de imágenes, de formas contenidas en la percepción, memoria ciente, la cual tiene su fundamento último en la libertad. Entonces,
e imaginación). Afirma que «cada símbolo tiene algo de ambos: lo conceptual' y lo como hemos visto en la sección 8.4.1, podemos identificar tres dimen-
intuitivo» (ibid., p. 192). siones cualitativamente diferentes que disponen de distinta manera, el

200 201
sistema motivacional del hombre a la libertad hacia la autotrascendencia realidad es una actividad autónoma del yo (del selfJ; en los procesos
para un amor teocéntrico; y dada la estrecha relación que existe entre primarios, la acción intencional es puramente subjetiva, mientras que
el sistema motivacional del hombre, y el sistema simbólico, es conse- en los procesos culturales puede ser de trascendencia, de relación con
cuente pensar que existen tipos de mediación simbólica que repiten la el otro. Dicho de otra manera, en los procesos primarios hay una
apertura a la auto-trascendencia presente en las tres dimensiones. Según subjetivación de lo real, mientras que los procesos culturales pueden
los expertos en materia (cf. Zadra 1985) se podría distinguir cualit~­ tener una elaboración intencional de lo real en los que la realidad,
tivamente tres tipos de símbolos: los símbolos de los «procesos pn- adquiere un significado independiente del sujeto aunque, manteniendo
marias», los símbolos culturales y los símbolos culturales religiosos. una relación con este. Por tanto, en los símbolos culturales se puede
Explicamos. establecer una condición de comunión con el otro.
Los símbolos de los «procesos primarios»48 se diferencian cualita- Se ha dicho que los símbolos culturales pueden ser religiosos o no.
tivamente de los otros dos tipos de símbolos, porque están regulados Los símbolos religiosos se distinguen porque en ellos hay una elabo-
por los procesos primarios de pensamiento y por lo que es puramente ración (performance) específica, porque la relación intencional se es-
subjetivo y así, no están en relación con la realidad externa; éstos, a tablece con una realidad que es Dios mismo y sus valores
diferencia de los otros dos, excluyen una relación de comunión con el autotrascendentes 49 • Vemos como en el simbolismo religioso se supone,
otro una relación intencional trascendente. Estos son los símbolos que implícitamente, la acción de la gracia, es decir que el Otro es activo.
pres~ntan las características propias de los síntomas de la patología o Volviendo al tema de la relación entre las tres dimensiones y los
de los sueños. Los síntomas de la patología incluyen los símbolos- tres tipos de símbolos, se puede comprender como la apertura a la
síntomas de las neurosis, tales como, por ejemplo, los varios tipos de autotrascendencia de las tres dimensiones se puede repetir análoga-
fobia (a las alturas, a los espacios cerrados, etc.) y de las formas obsesiv~­ mente) en la mediación simbólica de los tres tipos de símbolos. Por
compulsivas (por ejemplo, lavarse frecuentemente las manos para lI- tanto, el proceso simbólico es un factor de trascendencia, y también
brarse de la impureza interna); incluyen también los símbolos-síntomas un factor de objetivación del sujeto ya que permite discernir en éste
de la psicosis como, por ejemplo, los delirios o alucinaciones (incluidas tres tipos de mediación simbólica, los tres tipos de símbolos.
las de tipo religioso). En esta categoría también se puede conside~ar la Podemos tener una idea sobre como el proceso simbólico es un
actividad simbólica presente en algunas formas de comportamIento factor de trascendencia considerando los tres estadios que lo constituyen
colectivo (Turner, 1974; Lanternari, 1974). (Van Gennep, 1960; Turner 1969) por ejemplo, la simbolización en
Cuando se pasa de los símbolos de los procesos primarios a los conexión con una vocación sacerdotal o religiosa. El proceso simbólico
símbolos de los procesos culturales, sean religiosos o no, vamos, de empieza con la comprensión (insight) de un nuevo valor, por ejemplo,
alguna forma, de los procesos primarios a los secundarios. En este paso, el valor de la vida de Cristo. Le sigue un primer estadio de separación:
se da una transformación del carácter intencional de la función sim- el individuo se separa de su condición precedente en la sociedad y en
bólica: mientras en el caso de los procesos primarios este carácter la cultura; hay un cambio en la percepción de sí mismo y del Otro.
intencional está implícito (porque o es sintomático o de representación Puede seguir el segundo estadio que es el de la liminalidad o de «mar-
o de adaptación de la dinámica inconsciente.) En los procesos culturales ginalidad»: el sujeto formula un juicio de valor sobre la vocación sa-
la intencionalidad es explícita porque el modo de relacionarse con la cerdotal y religiosa sin todavía reformular, reestructurar su vida; es
decir, la unión con el Otro está al margen, está en una situación inter-
48. Esta denominación deriva de Freud, según el cual existen dos modalidades
de pensamiento: el pensamiento como proceso primario o c.omo proceso sec~?da~i;>.
media en la que la estructuración de su vida pasada está suspendida
Proceso primario: sigue el principio del placer, .desea SIempre una grat~IcaclOn mientras que la nueva vida no se acepta todavía. Finalmente, está el
inmediata, no contiene ningún concepto de lo negativo, puede aceptar tranquilamente estadio de reestructuración en el que se pasa del juicio de valor a la
las contradicciones. Proceso secundario: pensamiento realista que tiene en cuenta la
realidad externa·objetiva, reconoce un mundo en el que la gratificación está limitada 49. Para los símbolos religiosos, ver Zadra (1982), como también su capítulo
en diversas maneras. tercero (<<Sacramentos y transformación mental») en Zadra (1985).

202 203
decisión y después a la reformulación de la propia vida, por ejemplo, la expresión de la dialéctica entre consciente e inconsciente que existen
mediante los votos religiosos; se establece una nueva unión dinámica en cada persona y, más precisamente: el consciente encuentra su sig-
con el Otro. nificado en la simbolización del futuro; el inconsciente encuentra su
Los tres estadios del proceso simbólico implican un cambio de la inteligibilidad en los símbolos del pasado.
persona (del «self») que puede afectarle más o menos profundamente Finalmente, sobre la base de publicaciones precedentes (Rulla, 1971;
(Segal, 1959, Rycroft, 1956; Vergote, 1959, 1972; Fromm 1976). Rulla, Ridick, Imoda, 1976) se anticipó la noción de que el modo de
La presentación hecha del proceso simbólico en su trascendencia simbolizar progresivo del consciente está unido, a la dialéctica entre las
intencional subraya expresamente sobretodo el aspecto, positivo de la estructuras de la persona, que están prevalentemente libres de la re-
dinámica posible. Sin embargo la discusión precedente (d. sección 8.4) gresividad del inconsciente, mientras que el modo de simbolizar regre-
sobre las tres dimensiones y su posible influencia negativa sobre la sivo del inconsciente se liga a la dialéctica donde el inconsciente puede
libertad, nos sugiere que no siempre el proceso simbólico procede tener una influencia notable.
positivamente, es decir, no siempre es generador de trascendencia. Entonces nos preguntamos, ¿cuáles son estas dos dialécticas entre
Después de todo este está en relación con la libertad que lo puede las estructuras de la persona que expresan los dos modos de sim-
favorecer u obstaculizar, especialmente en lo referente a los símbolos bolizar? Ante todo, es importante señalar que la simbolización puede
religiosos y a la autotrascendencia para el amor teocéntrico. ser prevalentemente consciente o inconsciente. De hecho, la sim-
Así sería útil considerar las dos preguntas propuestas al principio bolización media gran parte de la motivación confiriendo a esta última
de esta sección 8.5.3 desde otra perspectiva que exponga las dos con- significados particulares. Ahora bien, como hemos visto, no existe
tribuciones opuestas positiva y negativa del proceso de simbolización. una motivación totalmente inconsciente. En la motivación hay siem-
Hemos dicho que el proceso simbólico es un factor de trascendencia. pre un componente consciente, aunque en ella también puede haber
Pero para que esta función de trascendencia sea efectiva es necesario una parte inconsciente.
que la persona sea libre de las fuerzas conscientes e inconscientes que Lo mismo vale para la simbolización, que media gran parte de la
la ligan a sí misma, determinando una percepción subjetiva de la rea- motivación: en la simbolización siempre hay un componente consciente,
lidad, y una falta de unión con el otro o el Otro. Una mayor o menor aunque, puede estar presente (incluso prevalentemente) una influencia
disponibilidad de la persona está presente en las tres dimensiones (p. notable del inconsciente que confiere a los símbolos significados in-
158 ss) cuando la persona es más o menos madura. La falta de madurez conscientes.
es prevalentemente consciente en la primera dimensión y prevalente- Hechas estas premisas, podemos ofrecer una respuesta a la pregunta
mente inconsciente en la segunda y tercera dimensión. Por tanto, po- formulada: ¿cuáles son las dialécticas entre las estructuras de la persona,
demos pensar que existe una relación entre la dialéctica de las fuerzas que tienden a simbolizar según el modo progresivo del consciente y,
conscientes e inconscientes de la motivación y el proceso de simboli- cuáles son las dialécticas que tienden a simbolizar según el modo re-
zación. Todo esto es lo que se había sugerido anteriormente (cE. pp. gresivo del inconsciente?
88-89) partiendo de las nociones ofrecidas por Ricoeur. Veámoslo con La investigación que hemos indicado (Rulla, Ridick, Imoda, 1976,
más detalle. pp. 378-383) muestran que existen dos tipos de consistencias: las no
Vimos que para Ricoeur, hay dos vectores en cada símbolo, uno defensivas y las defensivas.
prospectivo o progresivo que explora nuestra vida de adultos y que Las consistencias no defensivas están libres de la influencia del in-
expresa nuestras posibilidades para obrar, para actividades que reali- consciente porque este último si está presente en el yo-actual, no está
zaremos en el futuro; y otro regresivo que repite nuestra infancia. Estos en oposición, en contradicción con el yo-ideal consciente. Por el con-
dos vectores expresan dos modos de simbolizar. A estos dos modos de trario, las consistencias defensivas están muy influidas por el incons-
simbolizar le corresponden dos hermenéuticas: una que se refiere a la ciente; de hecho, estas son «defensivas» precisamente porque su apa-
simbolización del futuro, la otra concerniente a la del pasado. Además rición y permanencia en el sistema motivacional de la persona está
los dos modos de simbolizar y las hermenéuticas correspondientes son determinado por la presencia, en el mismo sistema, de una inconsis-

204 205
tencia inconsciente, es decir de una oposición del yo-actual inconsciente es posible una simbolización regresiva respecto a la autotrascendencia
contra el yo-ideal consciente y autotrascendente. Por ejemplo un in- para un amor teocéntrico; este es el caso de la resistencia voluntaria
dividuo que en el yo-actual tiene una fuerte necesidad inconsciente de de la persona a los valores auto trascendentes que puede implicar pecado.
dependencia afectiva que está en contradicción, que es inconsistente En la segunda y tercera dimensión, en las que la madurez depende de
con respecto a sus ideales altruistas del yo-ideal, tenderá a desarrollar la entidad de influencias del inconsciente, cuanto más el inconsciente
como defensa, una consistencia consciente, es decir, un comportamiento esté en contradicción con el yo-ideal, consciente y autotrascendente,
de donación altruista justamente para buscar un contrapeso a 10s efectos mayor será la posibilidad de una simbolización regresiva por parte de
(de sentido de culpa inconsciente y de comportamiento dependiente y las consistencias defensivas y de las inconsistencias. Esto vale sólo para
egoísta) de la inconsistencia inconsciente de dependencia afectiva. los aspectos de la personalidad que son inconscientes; de hecho se ve
Tenemos entonces, esta situación: las consistencias no defensivas que también en la segunda y tercera dimensión hay consistencias no
están libres del influjo dialéctico del inconsciente, mientras que las defensivas conscientes y por tanto, un cierto grado de simbolización
consistencias defensivas no lo están e incluso, tienen su significado sólo progresiva es posible.
en relación con el inconsciente que -como hemos visto(cf. 8.4.1)- Esto nos permite distinguir dos tipos de símbolos: el progresivo y
influye determinantemente en las dialécticas de la segunda o tercera el regresivo.
dimensión; por tanto, las consistencias defensivas no pertencen a la Los símbolos progresivos median sobre todo las relaciones que las
primera dimensión sino a la segunda o tercera de las que son su ma- consistencias no defensivas tienen con los objetos diversos, especial-
nifestación, su expresión consciente. Su función como fuerza motiva- mente con los valores objetivos, y además confieren a esta relación un
cional en la segunda (o tercera) dimensión es igual a la de las incon- significado progresivo. El símbolo progresivo desarrolla la función de
expresar los valores, de favorecer más o menos el progreso, el creci-
sistencias inconscientes.
miento hacia los valores objetivos y por tanto, media, en diferentes
Se derivan de esto dos consecuencias importantes: ante todo, que
grados, una unión del sujeto con un valor o una realidad que va más
la primera dimensión está formada sólo por las consistencias no defen- allá del sujeto y del símbolo. De ahí la función «progresiva», de cre-
sivas; en segundo lugar y con directa referencia a la presente exposición cimiento en la autotrascendencia de la persona, que dicho símbolo
sobre el proceso simbólico, las consistencias no defensivas son las dia- ejerce. Refiriéndonos a los valores morales y religiosos, a los valores
lécticas entre las estructuras de la persona que tienden a simbolizar en autotrascendentes, podemos decir que los símbolos progresivos expre-
modo progresivo, mientras que las consistencias defensivas y las in- san y sostienen el bien real como algo diferente del aparente; esta
consistencias tienden a simbolizar de manera regresiva. distinción fue propuesta por san Ignacio de Loyola en la segunda se-
Pero, ¿cómo es la tendencia de las consistencias no defensivas a mana de los Ejercicios Espirituales; así estos símbolos favorecen en
simbolizar progresivamente, y cómo es la tendencia de las consistencias grados diversos el crecimiento en los valores autotrascendentes. En este
defensivas y de las inconsistencias a simbolizar regresivamente? La sentido, los símbolos progresivos actúan como el cristal de una ventana,
entidad del uso progresivo o regresivo del proceso simbólico hacia la que deja filtrar la gama de los colores del sol aunque, como los símbolos,
autotrascendencia dependen de la mayor o menor madurez que la acentúe algunos de ellos. El símbolo progresivo, por ejemplo, deja pasar
persona posee en cada una de las tres dimensiones 50 • los rayos de la acción de Dios hacia sus criaturas, aunque subraye un
Así en la primera dimensión, que es consciente, cuanto más madura aspecto como la misericordia, o la omnipotencia creadora, etc. 51 •
es la persona, más grande será la posible simbolización progresiva de
las consistencias no defensivas; aunque también en la primera dimensión 51. Téngase en cuenta que los símbolos progresivos (como también los regre-
sivos) son símbolos como elaboración (cf. p. 198); es decir, como relación concreta
que el sujeto establece entre dos símbolos polares (cE. p. 195), el subjetivo del
50. Para la noción de «madurez» en las tres dimensiones, cE. p. 165 y pp. 406- significado que la persona da a los valores objetivos (en concreto, este es su sistema
407. Aquí podemos recordar que la madurez viene dada por el grado de no con- de valores), y el objetivo del influjo que los valores objetivos tienen sobre la acción
tradicción o de contradicción existente entre el yo-actual y el yo-ideal de la persona del sujeto. Por lo tanto hay en acción una asociación de símbolos, no un único
para cada una de las tres dimensiones. símbolo.

206 207
Los símbolos regresivos, por el contrario, median las relaciones que gente, al menos para el área de la persona influenciada por estos (esta
las consistencias defensivas y las inconsistencias tienen con los objetos área actúa de modo análogo al «superego» descríto por Freud, por lo
y confieren a estas relaciones un signíficad~ regresivo. ~?r tanto el menos mediante un sentido de culpa que es «irracional»).
símbolo regresivo no favorece el progreso, smo la regreslOn o estan- Hasta aquí, hemos visto la función que la simbolización progresiva
camiento de la persona hacia los valores objetivos; es decir, en vez de y regresiva pueden ejercer, como elementos de la motivación, es decir,
mediar la unión del sujeto con una realidad o un valor que vaya más como elementos que favorecen una decisión y una acción. Aunque,
allá del sujeto y del símbolo, media una gratificación o una ~efensa del estos también actúan como elementos de expectativa. Y a Arístóteles y
sujeto mismo, y por tanto, no le lleva a autotrascenderse smo que.!o santo Tomás habían entendido que los ideales o los valores son vistos
ata cada vez más a sí mismo. Por tanto, los símbolos como elaboraclon por cada persona, de una manera que corresponde a su personalidad:
(as performance) si son regresivos, pueden desarrollar una función qu~ «qualis unusquisque est, talis et finis videtur ei». En nuestro contexto
esté en oposición con la de los símbolos polares de una persona. ASI, podríamos decir: una persona tiende a formarse símbolos progresivos
una persona puede tener y proclamar símbolos polares como autotras- o regresivos que son mediación de algunas características más impor-
cendentes y no vivirlos completamente en cuanto tales, porque en su tantes, centrales de sus tres dimensiones. De ahí la posibilidad de con-
elaboración simbólica (símbolo como «performance») esta persona se ferir a cosas, personas, valores, etc., significados que actúan como ex-
mueve por una simbolización regresiva; en concreto: la persona pro- pectativas. Por ejemplo, percibimos una orden, una congregación
clama el valor de servir a los otros pero su vida, inconscientemente, religiosa que hemos elegido, como el símbolo del éxito, y se espera que
tiene el significado, media la necesidad de ser servida por los demás; la pertenencia a dicha orden o congregación sea fuente de éxito. Este
esta siente por ejemplo la vocación religiosa como símbolo de la. do- conferír significados será diferente para las consistencias no defensivas
nación a los otros, pero después ve e interacciona con la comullldad en comparación con las consistencias defensivas y/o con las inconsis-
religiosa como una madre que debe proporcionar una gratificación tencias. En el caso de las consistencias no defensivas, el simbolizar es
constante de cualquier tipo, por ejemplo, que todas las personas no progresivo, y tendrán expectativas que favorecerán la autotrascenden-
deben estar nunca solas y deben estar siempre contentadas en sus cia; lo contrario sucederá con las consistencias defensivas y con las
deseos. Así los símbolos como elaboración no tienen el mismo signi- inconsistencias donde habrá una simbolización regresiva con expecta-
ficado que los símbolos polares subjetivos de aquella persona; ~unq~e tivas que obstaculizan la auto-trascendencia52 • Una confirmación in-
los dos tipos de símbolos coexisten en la persona. Esta coexlst~ncl.a directa de esta hipótesis se dio en los resultados de la investigación
entre los dos tipos de símbolos es posible porque el verdadero Slglll- sobre la vocación sacerdotal y religiosa (Rulla, Ridick, Imoda 1976,
ficado del símbolo regresivo escapa a la persona, porque es inconsciente; capítulo 9, tabla 42 y 1977, tabla XVI): cuanto más las inconsistencias
por tanto, la persona hace una asociación inapropiada entre el símbolo y las consistencias defensivas vinculadas a ellas, prevalezcan en la di-
polar y el símbolo como elaborac~ón. . . námica de la persona que entra en una vocación religiosa; la persona
Entonces los símbolos regresIvos expresan y sostlenen no el bzen tenderá más a tener expectativas que obstaculizan la autotrascendencia.
real, sino el bien aparente del que habla san Ignacio. En este sentido, li
los símbolos regresivos actúan como el cristal de una ventana que no II
1\
deja filtrar la gama de los colores del sol, sino sólo los que por ejemplo, 8.5.4. Observaciones conclusivas 11
11
son útiles para la gratificación de la persona. Dicho de otra manera, l',
11
aquí lo que está mediado, no es la acción de Dios en sí misma, en Podemos acabar esta sección sobre las tres dimensiones y sobre el 11
cuanto que es la fuerza hacia la auto trascendencia teocéntríca, sino una proceso de simbolización con algunas observaciones generales. 11I
1

acción que es útil para la gratificación o defensa de la estima de la En prímer lugar, el proceso de simbolización puede mediar la mo-
11
persona; en último análisis, la mediación simbólica no se refiere ya a tivación expresada por las tres dimensiones mediante tres tipos de
los valores autotrascendentes, sino como mucho, a los valores naturales li
ji
(cE. aquí pp. 146-150). Además, cuando en una per~ona.los, s.ímbol~s 52. El grado de simbolización progresiva o regresiva depende del grado de
regresivos son muy fuertes, se puede tener una conCIenCIa ngIda, eX1- madurez de la persona en las diferentes dimensiones: cf. pp. 207-208.
11)
11

208 209 li
il
111,

11
símbolos (como procesos primarios, culturales y religiosos) que, aná- valores. A menudo, estos median bastantes actitudes bajo la forma de
logamente a las tres dimensiones, obstaculizan o favorecen una trans- asociaciones de símbolos.
formación, una «conversión» de la persona hacia la autotrascendencia. De aquí se sigue que, una correcta interpretación de los símbolos
Además, dentro de la dinámica de cada dimensión, hay procesos de debe adoptar, el principio de Dilthey, según el cual, hace falta partir
simbolización que son progresivos o regresivos en relación con la au- del todo del sistema que nos es dado por la realidad viviente de la
totrascendencia. Por tanto, el símbolo puede desarrollar o no una fun- persona, para hacer del particular de un símbolo o de una asociación
ción generativa en la autotrascendencia de la persona; de aquí la utilidad de símbolos algo inteligible a nosotros mismos en términos de aquel
del estudio de los símbolos para la comprensión de su función, en la todo. Este proceso es factible porque, como hemos visto en esta sección
motivación del sujeto y así, como consecuencia, para una objetivación 8, el sujeto puede estar objetivado según dialécticas entre las estructuras
del sujeto. Bastaría recordar a este propósito, la aportación que una es decir, según las tres dimensiones. Estas suministran estructuras;
interpretación de los símbolos puede proporcionar al «discernimiento dialécticas entre las estructuras según las cuales se puede comprender
de espíritus»; ya sea mediante una mejor comprensión de los dinamis- al individuo en su imprevisibilidad, es decir, en sus diferencias concretas
mos que están en la base de la diferenciación entre el bien real y el respecto a otros individuos (esta aproximación estructural y finalista es
bien aparente descrito por san Ignacio, ya sea mediante un mejor dis- distinta de la de la «tipología» clásica que suministraba contenidos más
cernimiento de los dos bienes, real y aparente, en la persona concreta. o menos fijos, a los que el individuo tenía que «conformarse»). Además,
En segundo lugar, se confirma la afirmación del cardenal Wojtyla las tres dimensiones están basadas en una teleología hacia los valores
de la prioridad de la potencialidad del subconsciente-inconsciente sobre inherente a la naturaleza humana, por tanto, tiene un valor transitua-
las funciones conscientes. Es una prioridad estructural, que no com- cional, transtemporal, valen para las diferentes culturas y períodos his-
porta superioridad o predominio. Sin embargo, por medio de una visión tóricos como por ejemplo, para la situación de la Iglesia antes y después
de las inconsistencias inconscientes, es posible llegar a diferenciar las del Concilio Vaticano n. En una palabra: el modo de simbolizar cambia,
consistencias no defensivas de las consistencias defensivas conscientes. pero las estructuras antropológicas y los fines permanecen.
Pero, aunque esta no fuese la aplicación concreta y explícita del cardenal En cuarto lugar, se ha visto que el símbolo puede ser un factor de
Wojtyla, queda la validez de su concepción según la cual «oo. la poten- trascendencia, y también de trascendencia teocéntrica. Además, esta
cialidad del subconsciente viene primero; es primaria (antecedente) y función de trascendencia se ejercita sobre todo por los símbolos como
más indispensable que la conciencia para la interpretación del dina- elaboración. Ahora bien en lo concerniente a la religión, los símbolos
mismo humano, como también, para la interpretación del actuar cons- como elaboración expresan las experiencias religiosas de la vida vivida
ciente» (1979 a, p. 93). de los fieles, de los sujetos «convertidos». Parece, por eso que los
En tercer lugar es importante subrayar que la exposición ofrecida símbolos, al ser vividos existencialmente por los fieles, tienen una re-
aquí no adopta ninguna línea particular de simbolismo como paradig- lación con la teología, especialmente si esta se entiende no sólo como
mática, es decir, no se consideran todos los símbolos como la versión la ciencia que concierne a Dios, sino como aquello que «media entre
de una única línea de base del simbolismo. Esta aproximación, continua una matriz cultural, y el significado y rol de una religión en dicha matriz»
cuanto se había dicho para el sistema motivacional; aunque para este, (Lonergan, 1973, p. XI).
no se consideraron todos los motivos como variantes de un único motivo Es cierto que teología y religión son distintas: la religión está en el
fundamental. Sin embargo, se presentó una variedad de necesidades mundo intersubjetivo del sentido común, mientras que la teología está
(siguiendo a Murray) y de valores (siguiendo a De Finance) articulados en el mundo objetivo de la teoría. Pero, como subraya Braxton (1976),
en estructuras y en dialécticas entre las estructuras, las tres dimensiones. es peligroso trazar una línea de separación entre las dos, entre el trabajo
Los símbolos, pueden mediar estos múltiples componentes del sistema de los teólogos y la experiencia de los fieles. No se debe confinar la
motivacional y estar en relación con cada uno de ellos; además, pueden teología al mundo de las disciplinas científicas de la universidad, hace
mediar, sobre todo, las necesidades, conscientes o inconscientes, o los falta que esté unida a las experiencias existenciales de las personas, si

210 211
no la teología acabaría estando separada de la «vida rea!»53. Si. co~o Dios»; sino «hágase la voluntad de Dios». Esta es una transformación
es cierto el hombre es un ser que simboliza, entonces sus expenenCIas fruto de una nueva síntesis activa en la que se encuentra a Dios en vez
existenciales que están condensadas en los símbolos deben tener ta~­ de encontrarse a sí mismo.
bién una función en las formulaciones de la teología, pues de lo contrano Traducido en términos de procesos simbólicos, se podría decir que
estas últimas se reducirían a ser sólo material de los manuales54 . Después dichas experiencias religiosas son procesos de simbolización y, por tanto,
de todo, como apunta Ricoeur, la hermenéutica de l?s símbolos debe asumen el carácter de símbolos; y, como todos los símbolos, son po-
desarrollar una tarea no sólo demistificante sino tambIén reveladora~ :' livalentes en su significado y en su función. Más concretamente, una
como hemos visto, los símbolos pueden tener no sólo una func.lOn simbolización progresiva está presente en la experiencia mediada y una
prevalentemente regresiva, sino también pre:alentem~nte progresIva; regresiva en la experiencia inmediata. Por tanto, las experiencias reli-
los símbolos van más allá del mundo del sentido comun. giosas examinadas por Godín tienen una función positiva o no, para
En quinto lugar, está la relació~ de ~as tre~ ~imensione~ y del proceso la auto-trascendencia cristiana, según lo que en términos de este libro
simbólico con las llamadas «experzenczas reügzosas>:. GOdl~ (.1981) ex~­ se habría indicado como la madurez de las tres dimensiones propias
mina alguna de estas, sobre todo las. del pensamIe~to magIco, del n- de cada persona.
tualismo de las conversiones inmedIatas o repentlllas, las de grupo En sexto lugar, deberíamos preguntarnos ¿cuál es la consecuencia
como lo~ grupos carismáticos, las comunidades de base o.l.os grupos para la concepción del hombre, para la antropología, del hecho que el
políticos. Godín hace una di~tinc.ió? fundamental que clanft.ca l~ f~n­ hombre posee y ejercita la actividad simbólica? A este propósito, Lo-
ción para la autotrascendencla cnstIana de todas estas ~xpenencIas, la nergan (1978) afirma:
experiencia vivida en estas situacion~s p~e?e est~r medIada por la pa- «Tradicionalmente al hombre se le ha definido de una manera abs-
labra de Dios o puede ser una expenencIa lllmedlata de la persona. La tracta y general, como el zoon logikon, animal rationale, el animal ra-
primera es una síntesis activa que transforma al ho~br~ de ta~ modo cional. Hoy, en concreto, es considerado como un animal simbólico,
que se encuentra con Dios; la segunda es una expenencIa emotiva que cuyo conocimiento está mediado por símbolos, cuyas acciones asumen
el hombre experimenta pasivamente de modo que se encuentra solo a la forma de símbolos, cuya existencia, en sus rasgos más característicos,
sí mismo. está constituída por una autocomprensión y por compromisos especi-
Por tanto, la experiencia inmediata (Erlebnis. ~n alemán). es ~na ficados por los símbolos. En la visión abstracta, el hombre era consi-
experiencia que, como análisis últin:o, está ~l servIclO no de DIO~ SI~O derado como naturaleza. En la visión relativamente reciente, el hombre
del individuo, del grupo o de la socIedad. Slll embargo, la expenenCIa es considerado como histórico ya que los símbolos, que dan forma a
mediada (Erfahrung en alemán) es una experiencia que t:ansfor~a al su ser, varían con la cultura en la que ha nacido; y las mismas culturas
cambian con el tiempo» (p. 71).
individuo y lo lleva a renunciar a sus deseos, a sus necesl?ades I?me-
A esta afirmación de Lonergan debemos añadir lo que dijimos arri-
diatas para trascenderse en los deseos, en l~s va~ores .d~ DIOS. ASI, san
Pablo, los apóstoles han tenido una expenencIa rehglOsa que ~o~ ha ba: el modo de simbolizar de las culturas cambia, pero las estructuras
antropológicas y los fines permanecen.
llevado a renunciar a sus deseos, incluso los de naturaleza rehglOsa,
En séptimo lugar, es lógico preguntarse cuál es la función y la
para aceptar los del Otro. Es ~na e:perien~ia en la que el hombre no
posición de los símbolos religiosos, especialmente de los valores reli-
dice: «Hágase mi voluntad» lll, «hagase mI voluntad con la ayuda de
giosos respecto a la teología en general, y al estudio de la vocación
cristiana en concreto.
53. Véase a este respecto en Ledwith (1972) las observaciones críticas h~c~~s
por Nash, Torrance y Jossua a propósito de las posibles implicaciones de la pOSlClOn La pregunta viene provocada porque los símbolos religiosos,
de Lonergan. , h por una parte, se refieren a una realidad que está más allá del
54. Sin embargo conviene evitar también el exceso opuesto q~e quema acer hombre; y por otra -como hemos visto- median lo que es propio
de la religión sólo un conjunto de símbolos (y tambié~ de proyecclOnes humanas). del hombre, lo que el hombre siente y también el mismo «sentir» del
Hace falta por el contrario recordar que no hemos sIdo nosotros los que hemos hombre.
«inventado» a Dios, sino que Dios nos ha «inventado» a nosotros.

212 213
---',.....-----------~.....- _ _ _IOii·'lOi rIOii1Oii5¡¡¡¡-iii3Fiii,tTi'-TiETi-ili··-·iliTiIi-rili·iIIi%K%iIIi--WillieilliTil7i1XtilW5xilPilTiI",xii5x-ii·t'-iiriiTlll-IT7IW7I'·1·-1
X X 5 5 5 511'51--'ITI'5-1·-5.-1

11
li
Como consecuencia de esta característica de los símbolos religiosos, Dentro de una perspectiva más amplia que la de la vocación cris- 1I
Ij
se podría responder a la pregunta diciendo que estos son el ligamen tiana, que estamos considerando, podemos decir que este acercamiento ji
que junta los elementos teológicos y antropológicos de la vocación entre teología y antropología favorece una integración de la visión cris- !II
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cristiana; aunque, respetando la distinción entre los dos. De hecho, la tiana del hombre, con las verdades relativas al hombre, adquiridas por
teología y la antropología tienen métodos y campos diferentes; la teo- la ciencia y por la filosofía modernas.
Entonces, ¿cómo presentar estas convergencias entre los elementos ti
logía estudia lo que está más allá de la experiencia humana, mientras II
que la antropología estudia lo que está dentro de ella. teológicos y antropológicos en la vocación cristiana? Está claro que es Vil

necesario seguir un método interdisciplinar, que ya señalamos en la I¡


Estas observaciones nos introducen en la siguiente sección. !l
sección 4.
Aplicando estas nociones generales al problema de la vocación cris-
9. ESBOZO DE UNA ANTROPOLOGlA DE LA VOCACION CRISTIANA tiana, podemos afirmar que es necesario en primer lugar, empezar la
exposición sobre la antropología de la vocación cristiana, con una an-
9.1. Características y límites del contenido y del método tropología filosófica y, más precisamente, es necesario presentar las
verdades fundamentales de la antropología filosófica sin las cuales,
cualquier discurso sobre la vocación cristiana estaría privado de sentido.
En los «presupuestos generales» (secciones dos y tres) se presentó
En segundo lugar, ya que es Dios el que indica al hombre cómo
la vocación cristiana como un diálogo en Cristo, como un encuentro
debe ser para poder entrar en el diálogo con El, es necesario discutir
entre personas: Dios y el hombre. Aquí queremos retomar el argumento
a qué llama Dios al hombre; es decir, considerar los elementos teológicos
para subrayar que, dicho encuentro dialogal, se caracteriza por con- que caracterizan la llamada divina a la vocación cristiana, y cómo estos
vergencias providenciales entre las aportaciones de Dios y las posibles pueden converger con los elementos de la antropología filosófica.
al hombre para establecer el diálogo. Dios y el hombre se encuentran, En tercer lugar, debemos considerar algunos aspectos de la antro-
y el significado de la Revelación divina se ve, como una respuesta a las pología científica, especialmente de la psicología social para mostrar, no
preguntas fundamentales del hombre; es decir, hasta cierto punto, se sólo sus posibles aplicaciones prácticas al estudio de la vocación; sino
da una convergencia entre aquello a lo que Dios llama al hombre, y lo también cómo estos aspectos de antropología científica se fundan y
que el hombre siente como las preguntas fundamentales de su moti- concuerdan con los fundamentos de la antropología filosófica y con los
vación. elementos teológicos. Se trata de seguir cuanto, refiriéndose al Concilio ti

Recalcar las convergencias providenciales, entre la participación de Vaticano II, Juan Pablo II indica en el n. 1 de la Encíclica Dives in i
Dios y del hombre en el diálogo vocacional, entre los elementos teo- Misericordia: unir el tea centrismo y el antropocentrismo en la historia ¡I
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lógicos y los elementos antropológicos, viene exigido, en cierta manera, y en la constitución del hombre (d. la exposición sobre este punto en 1'¡
por la modificación en el concepto de Revelación que se ha producido la sección 5). li
en los últimos años: la Revelación ya no se entiende como una colección Examinamos entonces, más de cerca los tres pasos metodológicos
de mensajes sobrenaturales, sino sobretodo, como una historia de las indicados: discutir los fundamentos de la antropología científica; des-
intervenciones de Dios en medio de los hombres (Mondin, 1977), por pués ver los elementos teológicos que convergen con los filosóficos;
eso indicaremos las condiciones que hacen posible el encuentro de Dios finalmente, ver las perspectivas psico-sociales que se injertan en las
con el hombre en el curso de la historia. Para subrayar este encuentro matrices teológica y filosófica, y que permiten su extensión científica,
existencial entre Dios y el hombre, no es suficiente decir que la Re- a algunos aspectos existenciales de la vocación cristiana.
velación no sitúa a Dios en contra del hombre y, que las aportaciones I1
1) Los fundamentos de antropología filosófica quieren responder a fl
antropológicas de la filosofía y de las ciencias humanas, no ponen al la pregunta siguiente: ¿cómo debe ser el sistema motivacional del hom- 11
hombre en contra de Dios; sino que, deberíamos indicar las posibles bre para que éste pueda entrar en el diálogo vocacional, para que este 11
convergencias entre la teología y la antropología. pueda responder a Dios que lo llama continuamente? Se trata de con- I1
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siderar, cuáles son las capacidades ligadas a la esencia del hombre que que Lonergan llama, «la conversión religiosa». Esta es un evento exis-
fundan, que están en la base del inicio y del progreso de la vocación tencial en el que, por efecto del don de la Gracia de Dios (Lonergan,
cristiana. Como dijimos en la página 64, se trata de dos capacidades 1971, p. 226)55, se da un cambio en nuestra «voluntad antecedente»
del hombre: la capacidad activa de conocer a Dios y la capacidad pasiva (antecedent willingness); en efecto, para Lonergan (1973) la conversión
de recibir la vida divina que es un don gratuito y trascendente. Esta es religiosa: «... es un cambio en la voluntad antecedente de la persona;
la posición antropológica que salva la integridad del orden natural y esta se hace antecedentemente dispuesta a realizar el bien, que no estaba
del sobrenatural, sin violentar los derechos del uno o del otro. Según dispuesta a hacer precedentemente; .. .la plena y libre aceptación de
Lonergan, la capacidad activa de conocimiento de Dios es sólo quaestio este cambio constituye la decisión existencial que los moralistas con-
iuris y no quaestio factl, es decir, «no es un hecho sino una posibilidad, temporáneos llaman la opción fundamental, el compromiso religioso
no es un acto sino una potencia» (Lonergan, 1974, p. 118, que se basa fundamental de la persona» (p. 241). Este cambio consiste en amar a
en un estudio alemán de H. J. Pottemeyer, 1968, de la Constitución Dios y al prójimo sin límites, cualificaciones, condiciones ni reservas.
<<Dei Filius» del Concilio Vaticano 1); la acción de la gracia divina es 3) Finalmente, se considerará la vocación cristiana según algunas
necesaria para llegar a un conocimiento de Dios, que es, sin embargo perspectivas de antropología científica de naturaleza psicosocial, que en
un conocimiento natural (ibid., p. 133). definitiva, se basan sobre fundamentos de antropología filosófica pre-
2) Los elementos teológicos conciernen a dos preguntas: ¿a qué sentados anteriormente. En este tercer paso metodológico, se quiere
llama Dios al hombre en la vocación cristiana y, como los elementos subrayar los aspectos subjetivos, conscientes e inconscientes, de la per-
que caracterizan la llamada divina pueden .converger con las preguntas sona humana considerada, como parte más o menos libre y por tanto
fundamentales que el hombre se hace en su motivación? En páginas responsable en el diálogo de la vocación cristiana. La atención estará
40-41, basándonos en la verdad repetidamente expresada por el Con- vuelta hacia los aspectos existenciales de la vocación como su comienzo,
cilio Vaticano II (Gaudium et Spes, Dei Verbum, Lumen Gentium) , se crecimiento, etc. En estos aspectos se manifiestan tanto las capacidades
dijo que en relación con la primera pregunta, todos los hombres están del hombre subrayadas por la antropología filosófica como la actuali-
llamados a establecer un diálogo de amor con Dios, un diálogo que se zación de dichas capacidades realizada por la Gracia en los individuos
realiza en Cristo y con su Cuerpo Místico, por el don del Espíritu; en concretos. De hecho las modernas ciencias humanas distinguen más
este diálogo, el hombre se realiza a sí mismo. claramente cómo y en qué medida el sistema motivacional del individuo
En relación con la segunda pregunta, podemos recordar que para se dispone al diálogo con Dios. Esta traducción de las ideas filosóficas
los Padres (v.g. Clemente Alejandrino, Gregario Nisseno, san Agustín) en hechos existenciales de los individuos concretos, debe respetar las
y los Escolásticos (como santo Tomás y san Buenaventura), el concepto estructuras o leyes de los fenómenos que sólo la antropología científica
del hombre, como imagen de Dios (imago dei) asigna al hombre una psico-social está en grado de clarificar. Así se continúa el proceso de
apertura hacia Dios, y le da la posibilidad de encontrarse con El. En objetivación del sujeto que había caracterizado la metodología seguida
este estudio, no se pretende profundizar en el concepto bíblico que en la sección 8 (cf. 8.1).
comporta muchas relaciones con la metafísica ejemplarística de Platón Dos observaciones últimas sobre el método. En primer lugar, ya
y de los neoplatónicos, al menos, en el pensamiento de los Padres. En que la vocación cristiana es vista como un diálogo entre Dios y el
la exposición que tendremos nos limitaremos a comentar brevemente, hombre, en la exposición de los tres tipos de componentes filosófico,
algunos textos del Nuevo Testamento porque parecen estar más direc- teológico y psico-social se tratará de considerar dos aspectos en cada
tamente conectados con la motivación humana que es lo que nos interesa una de los tres componentes: primero la vocación como «llamada» de
aquí. Dios al hombre, y después, la vocación como respuesta del hombre a
Como consecuencia de la intervención de los elementos teológicos, Dios.
entendidos como acción de la Gracia, las capacidades activa y pasiva
del hombre, a las que nos hemos referido hablando de los fundamentos 55. B. J. F. Lonergan, Lonergan Responds, en «Foundations of Theology», P.
de la antropología filosófica, se convierten en actualización. Se da, lo McShane (Ed.). 1971, pp. 225-226.

216 217
En segundo lugar, los pasos metodológicos antes descritos, son una Un diálogo entre Dios y el hombre es posible sólo si el hombre es
aplicación, un poco modificada y más extensa en sentido interdiscipli- un ser creado para este diálogo; además, esta posibilidad no debe ser
nar del llamado «método reductivo» sugerido por la teología. Como pura receptividad del hombre, es decir «una objetivista pasividad en la
lo describe Flick y Alszeghy (1977, pp. 17-18) este método es: que la parte del hombre podría ser generalmente eliminada» (Brunner
« ... una operación compleja que se desarrolla en dos direcciones. 1941, p. 49). Debe haber en el hombre un punto de contacto «<Ank-
Por una parte, la reducción procede desde el lenguaje religioso hacia nüpfungspunkt» de Brunner) con Dios; y esto -dice Brunner (1934)-
la temática antropológica. Se trata de reconstruir aquella imagen del « ... no puede ser contestado por ninguno que reconozca que ni las
hombre cuya realidad no puede ser negada sin negar, lógicamente, la piedras ni los troncos de árbol, sino sólo los sujetos humanos puede
verdad del mensaje cristiano, y cuya aceptación, es una condición psi- recibir la palabra de Dios y el Espíritu santo ... la palabra de Dios no
cológica de la autenticidad de la experiencia cristiana. Por esta vía, la causa en el hombre la capacidad de recibirla. Esta capacidad no la ha
antropología se elabora como un postulado para toda la teología. Por perdido nunca; esta constituye la condición para que el hombre pueda
otra parte, la reducción parte de las antropologías conocidas, y va hacia oir la palabra de Dios. Al contrario, el creer en la palabra de Dios,
el mensaje religioso» (p. 18). como también la capacidad de oírla del modo como sólo el creyente
En el presente estudio se formuló (secciones 7 y 8) una antropología puede oírla, son causados directamente por la palabra de Dios» (pp.
que es compatible con la visión cristiana del hombre. Esta antropología 18-19).
estará aquí resumida en sus elementos útiles (9.2), para poder pasar de Brunner identifica el punto de contacto con el concepto tradicional
ésta hacia el mensaje religioso, hacia los elementos teológicos, luego se de imago Dei, de el hombre como imagen de Dios. Sin negar esto,
procederá a considerar los elementos teológicos (9.3); esto se hará en estaría bien añadir con Niebuhr (1964) que la esencia del imago Dei
dos momentos: primero (9.3.1) se tratará de la «llamada» de Dios y por está en la capacidad de autotrascendencia que el hombre posee. Es esta
eso se procederá desde el lenguaje teológico hacia la temática antro- capacidad de autotrascendencia la que fundamenta la posibilidad, para
pológica, especialmente, la motivacional; después (9.3.2) se considerará el hombre, de establecer un diálogo con Dios. En esta línea parecen
la respuesta del hombre, y por tanto, desde la antropología se irá hacia estar también el pensamiento de Guardini (1955), Maritain (1962 y
sus elementos correspondientes presentes en el mensaje bíblico. Final- 1967), de Finance (1962) y -como hemos visto repetidamente- de
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mente (9.4), se subrayará el hecho de que la vocación cristiana es una Lonergan (1973 y 1974). El hombre está «llamado» en el encuentro JI
llamada que se vuelve hacia una persona concreta, existencial, psico- entre los valores objetivos autotrascendentes y su intencionalidad cons- !I
lógica y socialmente situada, de modo específico, en la historia de la ciente (d. p. 163).
salvación. La vocación cristiana, entendida como la posibilidad que tiene el I1
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hombre de ser llamado por Dios a establecer un diálogo con El, parece 1.1
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tener en esta autotrascendencia su primer fundamento antropológico. En 11
9.2. Fundamentos de antropología filosófica efecto, es importantes subrayar que para muchísimos autores (citados ji
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en la sección 7.3.2) el objetivo último de la autotrascendencia humana li
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9.2.1. La vocación como «llamada» de Dios es Dios, como resalta Mondin (1977) el hombre se separa de aquello ,~1I
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que es, tiene y piensa, quiere y realiza para autotrascenderse hacia Dios, 11
En las secciones 7 y 8, examinando la autotrascendencia, presente configurado como el único elemento capaz de responder a las preguntas f!
en cualquier actividad humana, se trató de definir los contenidos, las del hombre, de llevar a cumplimiento la tensión contínua que lanza al 11
estructuras y los dinamismos (dialécticas y procesos de simbolización) hombre siempre adelante. Y esta apertura a la autotrascendencia teo- I1
propios del ser humano. Para no repetirnos, intentaremos retomar bre- céntrica es una apertura al diálogo vocacional. Después de todo, el 11
vemente algunos aspectos de la exposición precedente para indicar hombre se trasciende no sólo en el conocimiento y búsqueda del bien,
cómo estos abren al hombre al diálogo de la vocación cristiana. sino también en el amor (cf. 7.3.2). I
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Entonces, el amor verdadero .significa perderse a sí mismo, aban-
citamente que la libertad es el fundamento de la autotrascendencia
donarse; por tanto, el separarnos de nosotros mismos, relacionarse
teocéntrica: «la libertad -hablando con precisión- no es la posibilidad
explícitamente con Dios y con lo divino procediendo más allá de no-
de poder hacer siempre otra cosa, la posibilidad de una revisión infinita,
sotros y de nuestro mundo, es posible para el hombre, es decir, el
sino la capacidad de hacer algo, únicamente final, algo que es válido
hombre puede trascenderse en el amor. Es verdad que amar a Dios y
en modo final, precisamente porque está hecho en libertad. La libertad
al prójimo con todo el corazón y con toda el alma, con toda la mente
es la capacidad para lo eterno» (p. 186), y « ... Dios está presente, de
y con todas las fuerzas (Mc 12,.30) se realiza sólo por la acción de la
una manera implícita, en cada acto de libertad como su fundamento y
gracia de Dios, Pero, también es verdad que el hombre tiene la posi- su orientación última» (p. 180). En definitiva el hombre es libre para
bilidad, la capacidad para este amor. Como dice Lonergan (197.3), a escoger entre las partes finitas porque el tiene necesidad del Infinito,
propósito del autotrascenderse en el amor de Dios: «como nuestro paradójicamente, sólo porque hay en él la necesidad del Todo, no está
poder ilimitado de preguntar, constituye nuestra capacidad de auto- ligado a ninguna de las partes, está libre de escoger entre ellas.
trascendencia, así estar enamorados ilimitadamente constituye la ac- Rahner (ibid.) atribuye a la libertad otras dos características, que
tualización propia de semejante capacidad» (p. 106 cursivas añadidas). también son propias de la autotrascendencia: el ejercicio de la libertad
A propósito de este preguntar ilimitado de nuestros deseos sin límites es visto como la capacidad dialógica de amor hacia Dios y medio de
hacia el bien y el amor, véase el texto de Lonergan citado en la página autorealización de la persona: «la libertad es siempre una autorealización
1.36. del hombre que elige objetivamente en vista de su total realización
Sin embargo, esta posibilidad, esta capacidad de autotrascenderse delante de Dios. En este modo, considerada como la capacidad del
en el amar, tiene su fundamento antropológico último en la libertad del «corazón», es la capacidad de amor» (p. 187). Y este amor de Dios se
hombre. Así como la trascendencia, la libertad tiene la característica manifiesta a través del prójimo; de hecho, la relación con Dios, sino
de ser ontológica y teocéntrica (o teológica). En el hombre hay un quiere «perderse en una nada que es el vacío, requiere un Tu intra-
proceso ontológico de desarrollo, una fuerza espontánea que lo lanza mundano. La relación original con Dios es ... el amor al prójimo» (op.
hacia la autotrascendencia teocéntrica; pero este proceso se funda en cit., p. 189).
la libertad (Niebuhr, 1964, p. 270); y esta última es también ontológica También la autotrascendencia es un medio de autorealización del
y teocéntrica. hombre. El hombre realiza su propio y auténtico ser-él-mismo en la
La libertad humana tiene no sólo un carácter psicológico de ca- trascendencia de sí, saliéndose de sí mismo, en la dedicación de uno
pacidad para hacer elecciones conscientes y personales; esta posee esen- mismo al otro. Cuanto más se trasciende, más actúa su propia esencia.
cialmente, un carácter más profundo que es ontológico y al mismo En palabras de Lonergan (197.3): «el hombre alcanza su autenticidad
tiempo teocéntrico. El hombre es libre sobretodo porque, sobre la base en la autotrascendencia» (p. 104), y él, «es verdaderamente él mismo
y en virtud de su libertad está llamado a adoptar una posición frente en cuanto se autotrasciende» (p . .357).
a Dios. Estos aspectos de la libertad fueron subrayados por autores Se puede resumir esta exposición de antropología filosófica con-
como De Enance (1962), Metz (1965), Quarello (1966) y Rahner (Theo- cerniente a la vocación como «llamada» de Dios al hombre, mediante
logicallnvestigations, vol. VI, 1974, pp. 178-196). las siguientes afirmaciones sintéticas: el hombre tiene la posibilidad, la
Sobre el carácter ontológico de la libertad, es interesante el Co- capacidad de autotrascenderse teocéntricamente; esta capacidad tiene
mentario de la Constitución Pastoral «Gaudium et Spes» del Concilio su fundamento último en la libertad que es la capacidad dialógica de
Vaticano II que en la p. 100, n . .31, afirma: «la libertad no es sólo una amor hacia Dios y hacia el prójimo. Ya que el hombre es autotrascen-
propiedad de nuestras acciones -un adjetivo-, es el ser de cada hom- dente y libre, está «llamado» a un diálogo con Dios, ya sea en el sentido
bre; la especie humana no está dotada simplemente de libertad como de que el diálogo es posible, o en el sentido que el hombre está «lla-
otras especies lo están de plumas o de alas; yo soy mi libertad». mado»56 a tomar posiciones frente a Dios. Como efecto colateral del
Relacionado con el carácter teocéntrico de la libertad, son muy
clarificadoras las afirmaciones de Rahner (op.cit.), que indican implí- 56. Sobre el significado último de este ser «llamado», véase De Finance, en pp.
133-134 de este volumen.

220
221
ejercicio de la autotrascendencia y de la libertad teocéntrica, el hombre valores auto trascendentes, en el caso de la primera dimensión, y a los
se autorealiza. valores autotrascendentes y naturales en el caso de la segunda dimen-
Se podrían formular dos conclusiones: sión. Además «la autotrascendencia es la conquista de la intencionalidad
1) Existen dos «puntos de contacto», de encuentro entre Dios y consciente» (Lonergan, 1973, p. 35); de ahí la resistencia que provoca
el hombre en la llamada vocacional: la autotrascendencia y la libertad el inconsciente del yo-actual por 10 menos cuando está en contradicción
y ambas convergen hacia el amor y lo fundamentan; con el yo-ideal, como es el caso de la segunda dimensión. Por tanto,
2) La autotrascendencia, y la libertad se influencian recíproca- mientras la primera dimensión en cuanto consciente de por sí no afecta
mente, son interdependientes y convergentes: la autotrascendencia teo- a la libertad de elección de la persona, en su respuesta a la «llamada»
céntrica sostiene y orienta la libertad; a su vez, la libertad está primaria a la autotrascendencia, la segunda dimensión, en cuanto inconsciente,
e inevitablemente orientada a la autotrascendencia hacia Dios, de la pone límites a dicha libertad de elección en la respuesta.
cual es su fundamento. Es decir, cuanto el hombre es más libre, más Como dijimos en la sección 8.4, está claro que también la tercera
puede autotrascenderse primariamente, en los valores morales y reli- dimensión de la patología, puede ser una fuente de limitaciones para
giosos, en los valores autotrascendentes, como distintos de los valores la libertad y para la autotrascendencia teocéntrica. Pero, como vimos,
naturales. este no es siempre el caso. Además, no es en la patología donde se
debe tratar la causa más frecuente de los obstáculos al crecimiento
vocacional; de esto hablaremos más extensamente a continuación.
9.2.2. La vocación como respuesta del hombre El sistema motivacional del hombre está obstaculizado en su res-
puesta a la «llamada» vocacional, no sólo por las limitaciones intrínsecas
¿Cuáles son las posibilidades de respuesta a la «llamada» de Dios, de su libertad y por eso de su autotrascendencia, sino también porque
que el sistema motivacional del hombre presenta? dicho sistema, en su tendencia hacia Dios, está mediado por los procesos
Una respuesta a ello se puede encontrar en la sección 8.4 y en parte de simbolización. De hecho, la capacidad para la autotrascendencia
de la 8.5, a las que aconsejamos volver para una más completa com- teocéntrica debe concretarse, debe mediarse a sí misma en la práctica,
prensión. Aquí nos limitaremos a presentar los puntos más sobresa- en el lenguaje y en el actuar religioso.
lientes y pertinentes. Entonces, existen dos limitaciones del sistema simbólico en relación
El hecho fundamental, es: el hombre está más o menos limitado en con la autotrascendencia teocéntrica. La primera limitación ha sido
su libertad efectiva (diferente de la esencial) y en su capacidad de descrita en la sección 8.5.3 como simbolización regresiva, que está, más
autotrascendencia, como consecuencia de las dialécticas que existen o menos siempre presente en las consistencias defensivas y en las in-
entre su yo-ideal y su yo-actual. Las más importantes de estas dialécticas consistencias de la segunda dimensión. La segunda limitación proviene
son las que constituyen la primera y segunda dimensión. Se trata de de las formas concretas de nuestro lenguaje y de nuestro actuar religioso;
dialécticas distintas a las de la normalidad-patología de la tercera di- estas, constantemente se relativizan, son «análogas y simbólicas frente
mensión; en efecto, su horizonte último está constituído por los valores al misterio divino, que en ellas se manifiesta y se oculta al mismo tiempo.
autotrascendentes más que por los naturales. Estas establecen limita- Reconocer este misterio y entregarse a él es la fe, que trasciende a
ciones más o menos grandes a la libertad y a la autotrascendencia, de cualquier saber filosófico» (Coreth, 1978, p. 184).
forma prevalentemente consciente en la primera dimensión y prevalen- Esta claro, que en la respuesta a la «llamada» teocéntrica el hombre
temente inconscientes en la segunda. En ambos casos, existe una opo- no debe vivir sólo en la presencia de ciertos símbolos; él puede ir más
sición en la persona entre su yo-ideal y su yo-actual; por tanto, la persona allá de la relación con los símbolos y responder totalmente a Dios, al
está dividida, está en un estado de contradicción interna que limita, prójimo y a sí mismo. Más aún, como hemos visto (d. 8.5.3), los
más o menos, su libertad y su auto trascendencia. símbolos pueden ser un factor de autotrascendencia.
Entonces, la autotrascendencia, tiene su fundamento último en la De cualquier modo, la posibilidad o potencialidad que el hombre
libertad, las limitaciones de la libertad, influencian la apertura a los tiene para una respuesta de amor sin límites, sin restricciones, sin re-

222 223
servas, puede hacerse realidad, sólo por el don gratuito del Espíritu labras; y las palabras declaran las obras y clarifican el misterio que
(Rom. 5,5). Esta constatación nos hace pasar de los fundamentos de la contienen. La verdad profunda sobre Dios y sobre la salvación de los
antropología filosófica a los elementos teológicos de una antropología hombres por medio de esta Revelación resplandece a nosotros en Cristo,
de la vocación cristiana. que es a la vez el Mediador y la plenitud de toda la Revelación» (Concilio
Vaticano Il, Dei Verbum, n. 2).
Por tanto, una definición abstracta de bien, de los valores religiosos
9.3. Elementos teológicos como la pobreza, castidad, obediencia es posible y útil para perfilar a
qué nos llama Dios; pero esto, también es incompleto porque en ella
Como el título indica, esta sección sólo quiere ofrecer las nociones falta el elemento existencial de la vida vivida. Después de todo, el
elementales como corresponden a un esbozo. subjetivismo no se supera proponiendo otras abstracciones, sino acep-
En la exposición que sigue, entendemos por «elementos teológicos» tando la confrontación con lo que Dios ya ha revelado, también de
bien realidades de fe, presentes en la Revelación o en el Magisterio de modo existencial.
la Iglesia y que se refieren a Dios y a su actividad, o bien el compromiso Podemos formular así la primera respuesta general a la pregunta
de la razón para reflexionar sobre tales realidades. sobre a qué nos llama Dios: Dios nos llama a autotrascendernos total-
mente en un amor de Dios y del prójimo, con un amor semejante al
que ha inspirado la vida de Cristo, por lo tanto a trascendernos en los
9.3.1. La «llamada» de Dios valores objetivos, no en los subjetivos, y en los valores que no son de
este mundo, sino que han sido revelados a este mundo por el mensaje
¿A qué llama Dios al hombre en el diálogo vocacional? bíblico en general, y por las palabras y el ejemplo de Cristo en concreto.
Dios nos habla de un modo inmediato o mediado. El Espíritu, la En definitiva, los valores autotrascendentes son una persona: Cristo.
gracia de Dios que inunda nuestras mentes y nuestros corazones con Por tanto, estamos llamados a la trascendencia en el amor según el
su fuerza, son los contactos inmediatos que Dios establece con cada mandamiento nuevo: amar como Jesús ha amado.
uno de nosotros, según modos e intensidades diversas, en la experiencia Este es el nuevo precepto legado por Jesús en la cena eucarística como
inmediata del misterio del amor divino. La palabra escrita o hablada, el signo único con el que se podrá distinguir a un cristiano del que no lo
y el ejemplo de la vida de Cristo son el modo mediado por el significado es: que nos amemos los unos a los otros, (fn 13, 34-35). Esto es nuevo,
y regulado por el valor con el que Dios se compromete en el diálogo sobre todo, por su contenido: en el Antiguo Testamento se decía: «ama
vocacional. Su significado, depende del contexto humano en el cual la a tú prójimo como a tí mismo»; Jesús dice «amaos como yo os he amado».
palabra y el ejemplo son presentados. En segundo lugar, es nuevo por su naturaleza, (Lyonnet, 1971): no se
Aquí la participación de Dios en el diálogo se entiende en el sentido trata de un precepto externo, como la ley promulgada por Moisés en el
mediado e inmediato. Pero, en ambos casos, la llamada de Dios es para Sinaí, sino una ley interior, que transforma y libera el corazón del hombre
el bien concreto y existencial. En efecto, como dice Lonergan (1973, de modo que «no soy yo quien vivo, Cristo vive en mí» (Gal. 2,20); es
p. 27 y 36) mientras que la verdad se puede expresar, más o menos Cristo quien ama en mí, quien reza en mí. Finalmente este amor es nuevo
adecuadamente, en abstracciones, el bien siempre es algo concreto. porque tiene que ser «como» el amor del Padre por el hijo, es decir, como
En lo que afecta al bien religioso, este existe sobretodo como re- la relación intratrinitaria que une al hijo con el Padre en el Espíritu santo:
lación vinculante de amor a Dios y a Cristo; en segundo lugar, su «como el Padre me ha amado a mí, yo os he amado a vosotros. Permaneced
contenido debe estar confrontado con los valores revelados por Cristo, en mi amaD> (fn. 15,9).
y por El vividos. El plan de la Revelación se realiza por las obras y por El movimiento de autotrascendencia del hombre en el amor es obra
la palabra de Dios que, tienen una íntima unión entre ellas: « ... de modo de Dios, que se dona al hombre y lo hace partícipe de la vida divina;
que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación, mani- es obra de la Gracia que, según Mondín (1977), se podría describir
fiestan y refuerzan la doctrina y las realidades significadas por las pa- como «la realización divina de la autotrascendencia humana» (p. 257).

224 225
En todo caso, la acción divina presupone una cierta disponibilidad Los dos versículos están unidos tanto por la palabra «de hecho»
por parte del hombre. La Gracia construye sobre la naturaleza humana (gar)57, o por el hecho de que se da una continuación del tema del
y la perfecciona .. Por tanto, es importante tratar de analizar cuáles son amor: agape en el v. 13 y agapeseis en el v. 14; es decir, el mencionar
los componentes de la motivación humana a los que se dirige funda- el amor parece recordar a Pablo la importancia de este tema como el
mentalmente la llamada divina. punto central de la ética cristiana (cf. v. g., ICor 13).
No pretendemos tratar exhaustivamente este difícil problema. Nos A .su vez, Gálatas 5,13, está unido a los versículos 16,17,18,22,25
limitaremos a algunas consideraciones que pueden sugerir principios del mIsmo capítulo 5 en el tema de la libertad; según Pastor (1977)
para una respuesta. Esto 10 haremos proponiendo algunos textos del desde 5,16 en adelante, parece ser una ampliación de lo expuesto en
Nuevo Testamento que serán comentados no a través de una exégesis síntesis en 5,13.
particularizada (que se presupone) sino, sobre todo, mediante reflexio- Visto brevemente, el contexto del 5,13-14, podemos señalar los
nes generales sobre componentes de motivación humana fundamentales, temas allí contenidos, y pertinentes a la presente exposición.
que son afectados por la palabra divina. Está claro que Dios puede Queremos resaltar la presencia en la perícopa, el mensaje siguiente:
llamar a las personas según motivos que son específicos para cada la vocación cristiana es una llamada a la libertad para trascenderse en el
individuo; pero estos tienen su fundamento en algunos dinamismos amor. Analiz.amos brevemente este contenido siguiendo tres puntos,
fundamentales, comunes a la naturaleza humana. tres perspectIvas.
Procederemos en dos momentos: primero se verán algunos textos ,El primer punto se refi.ere a esta pregunta ¿en qué sentido, hasta
escriturísticos que sugieren a qué llama Dios al cristiano. En un segundo que punto la llamada a la lIbertad de Gal 5,13 es la vocación cristiana
momento se tratará de explicar algunos componentes de la motivación misma? La libertad del 5,13 es la libertad de la ley mosaica, de la que
del hombre afectados por esta llamada de Dios (método reductivo; cf., Pablo habla antes, en la misma Carta de los Gálatas, sobre todo en el
p.218). 4,2,1-5,.1. Es ~a .situación del cristiano contrapuesta a la del hombre que
esta baJO el regImen de la ley antigua. Por tanto, se trata de una vocación
¿A qué llama Dios? específica y no de la vocación cristiana general y fundamental a la
Podemos empezar con la perícopa de la Carta de san Pablo a los salvación, esto es lo que afirman la mayor parte de los comentarios.
Gálatas, cap. 5, versículos 13 y 14. Sin embargo para Pastor, (1977, pp. 177-234) en su tesis doctoral
En la Carta de los Gálatas, como en la de los Romanos, Pablo en el P. Instituto Bíblico de Roma, esta situación del hombre del Nuevo
subraya que 10 que justifica, que 10 que salva al hombre es Cristo; nada Testamento opuesta a la del Viejo Testamento, no es una situación
más lo puede hacer; ni siquiera la observancia de la ley, aunque sea la superficial sino fundamental. De hecho, la ley mosaica no era entendida
ley mosaica. Esta se deja cuando su observancia se opone a la fe y al sólo ~~mo un código ético o ritual, sino como el sistema legal que
compromiso con Cristo. La observancia de la ley hace confiar en las c~ndICIOna?a toda la vida, la situación humana concreta, y que por sí
fuerzas humanas y no en el Señor. mIsm.a era Incapaz de dar la salvación. Por tanto, la liberación de la ley
mosaIca comporta un cambio y una situación que es fundamentalmente
Para la mayoría de los exégetas (cf. en Merk, 1969), Gálatas 5, 13-
nueva. Para Pablo la libertad respecto a la ley significa la posibilidad
14, es el principio de la sección parenética de la carta, es la exhortación
de una nueva relación con Dios en Cristo, una relación, que no depende
final en la que Pablo extrae las consecuencias prácticas de la exposición
de las obras humanas, incapaces de dar la salvación.
anterior. El texto dice:
Entonces la libertad de 5,13 tiene un significado, más amplio y
«Porque de hecho, hermanos, habéis sido llamados a la libertad;
general que el significado particular de libertad de la ley mosaica. En
sólo que no toméis de esa libertad pretexto para vivir según la carne;
otras palabras, Ga15,13 supone una relación entre la libertad de la ley
antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la
ley alcanza plenitud en este sólo precepto: Amarás a tú prójimo como 57. Las palabras entre paréntesis y en cursiva que acompañan los comentarios
a tí mismo» (La Biblia de Jerusalén). E.D.B., 1977. exegéticas son la transcripción del original griego.

226 227
y la vocación cristiana; más concretamente: la situación fundamental Propusimos el siguiente mensaje fundamental de Gal 5 13 14: la
del cristiano, como se expresa por su vocación, tiene como expresión vocación cristiana es una llamada a la libertad para trascend~rs~ en el
y consecuencia la libertad de la ley. Por tanto, cuando en 5,13 Pablo amor. Continuando con el análisis de este mensaje, se ofrecen otros
habla de la llamada a la libertad, es muy probable que esta llamada dos puntos de comentario. Estos quieren confirmar lo expuesto en el
tenga una cierta relación con el hecho fundamental de la vida cristiana: primer punto donde, la libertad es un elemento fundamental de la
la vocación a la salvación (d. también Betz, 1979, pp. 271-272). En vocación a la salvación; al mismo tiempo, estos puntos intentan aclarar
5,13 Pablo repite el 5,1 de forma que la llamada (la eklethete de 5,13) otros aspectos de la perícopa pertinentes a nuestro tema.
es un modo de ser y vivir en Cristo y no simplemente una exención o En el versículo 13b y c, Pablo por primera vez en la Carta a los
liberación de algo; no es ni siquiera un estado, sino una situación Gálatas, les dice lo que deben hacer con su libertad. Primero, el les
dinámica existencial. Con Cristo se pasa de la esclavitud de la ley a la había hablado de sus privilegios, v. g., filiación, promesa, Espíritu, etc.,
libertad de la gracia, del Espíritu (d. también Betz, 1979, pp. 255-258). que a~ompañan al hecho de ser libres; también les había dicho de qué
Parecería por eso que para Pablo la libertad es un elemento fun- eran ltbres. En 5,13b y c, menciona por primera vez para qué son libres:
damental de la vocación a la salvación; y el cristiano debe permanecer ellos son libres para amar.
libre de todo lo que no es Cristo, o si se prefiere, de los valores naturales La libertad cristiana no debe ser tomada como un pretexto para la
como motivación última, para vivir en cambio, motivado por los valores «carne», sino al contrario debe servir para el amor al prójimo, para el
autotrascendentes. Con esto no se intenta eliminar la distinción formal mutuo servicio. Esta libertad no es algo estático sino dinámico, ya que
que existe entre los conceptos de libertad y de salvación; esta distinción influye en la vida cotidiana y en el modo de proceder del cristiano
se tiene en cuenta (d. Niederwimmer, 1966 y Cambier, 1967). Pero, (Bring, 1961; Mussner, 1977, pp. 365-366; Betz 1979, pp. 272 y 274;
como recuerda Lyonnet (1972), la realidad cristiana y la salvación se Bruce, 1982, pp. 240-241). Este modo de proceder tiene dos caracte-
pueden describir de distintos modos, no solo según un tipo de voca- rísticas motivacionales que merece la pena subrayar: sobre todo, no se
bulario. El cristianismo es una realidad rica y polivalente, que no se debe actuar por temor a la ley o al castigo, se debe actuar con libertad,
expresa adecuadamente sólo con un vocablo, sino con muchos. Uno con la libertad de donación propia del amor. En segundo lugar, se debe
de estos es el de la libertad de la ley. seguir una ética no individualista, sino una ética social, de donación
Otros textos paulinos confirman cuanto hemos propuesto: que la para el bien, para el servicio a los otros. Más aún, Pablo habla de
libertad es un elemento fundamental de la vocación a la salvación. En esclavitud en favor del otro.
la misma Carta a los Gálatas 4,21-5, los dos conceptos de libertad y No se trata, por tanto, de una libertad que signifique independencia
filiación están unidos, y la filiación, el ser hijos de Dios, es una situación total o control arbitrario de los otros para mí beneficio. No significa il
fundamental cristiana. En la misma línea están los textos que subrayan ser servidos sino servir. Es una libertad que está paradójicamente unida
que la salvación obrada en nosotros por Cristo, tiene como uno de los a la esclavitud por amor. II
11
efectos más importantes nuestra libertad del pecado (Rm 6,18-23), de Expliquemos esta paradoja. En primer lugar, la esclavitud por amor 11
iI
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la muerte (Rm 6,21ss; 8,21) y de la ley (Rm 7,3ss; 8,2). de la que habla san Pablo, no se opone directamente a libertad sino a 1i¡,
Una confirmación última de la relación entre libertad y vocación la falsa interpretación de esta, que es un pretexto para la carne; por ti,
11
cristiana fundamental se da indirectamente por dos elementos conte- ello Mussner (1977, p. 366 y 368) traduce el «pero» (alla) con «más
nidos en Gal 5,13-14: la mención del amor en 13b, y el amor como bien», (en alemán vielmehr). En segundo lugar, mientras la libertad
IIfl
plenitud de la ley, en el versículo 14. De hecho, se trata de dos elementos cristiana es libertad de la ley, la esclavitud cristiana no es esclavitud a
fundamentales de la situación cristiana interna, a lo que se llega a través la ley sino a los hermanos (Betz, 1979, p. 274; Bruce, 1982, p. 241).
de la vocación a la salvación. Por esta razón, algunos autores (Schlier, En tercer lugar, no usamos la palabra «esclavitud» en sentido negativo
1965, pp. 174-175; Güemes, 1962, p. 58; González Ruiz, 1964, p. 245) (como por ejemplo en Gal 4, 8.9.25) sino con un sentido positivo, ya
dan al verbo «habéis sido llamados» (eklethete) de 5,13 el significado que es un servicio mutuo y por amor (Mussner, 1977, pp. 368-9). En
de llamada a la vocación cristiana fundamental. cuarto lugar, es una noción común, que el amor transforma el significado

228 229
de nuestras acciones. El servicio prestado libremente a quien se ama, es el fin de la autotrascendencia teocéntrica; ya que Dios es la fuente
no se considera un peso o una esclavitud. En quinto lugar, la libertad de este amor. Elaboremos estas dos afirmaciones.
es el presupuesto del amor y se realiza en el amor; sólo quien es libre Estas afirmaciones parecen encerrar ciertas dificultades. Estas han
puede amar, es decir, perderse a sí mismo para el bien del otro; como s~do expuestas y respondidas en varias publicaciones de Lyonnet (por
Cristo ha hecho por nosotros. Cuanto más grande es la libertad de ejemplo, 1971, pp. 153-166; 1976a; 1976b; 1979), que usaremos libre-
la persona, más completa puede ser la donación, la esclavitud de mente en la exposición que sigue.
amor. Son, fundamentalmente, dos las dificultades. La primera está re-
Una donación tan total que lleve libremente a la esclavitud en el presentada por el hecho de existir dos mandamientos del amor, en vez
amor sólo es posible, porque Cristo la ha hecho posible. Por tanto en de uno. El Nuevo Testamento habla del doble mandamiento del amor
la perícopa (13b y c) se supone que la libertad es un elemento fun- a Dios y al prójimo, y como los dos mandamientos que resumen «La
damental de la vocación cristiana. La misma suposición se presenta en Ley y los Profetas», es decir, la enseñanza moral del Antiguo Testa-
el versículo 5,14 que será considerado como el tercer punto, el tercer mento. Basta recordar Mateo 22,34-40, con los textos paralelos de
aspecto del análisis. Marcos y Lucas; además en Mateo 22,38 Jesús nos da el segundo
Nos habíamos preguntado, ¿a qué llama Dios al hombre en la mandamiento «semejante al primero».
vocación cristiana? En la página 225 se dio una respuesta general: La segunda dificultad está en el hecho, que repetidamente en el
estamos llamados a amar a Jesús como Jesús nos ha amado y nos ama. Nuevo Testamento «La Ley y Los Profetas» se resumen en un solo
Al comentar, Ga15,13 vimos que la respuesta general está presente, mandamiento: el del prójimo, mientras que el amor a Dios no se men-
en parte, en el versículo 5,13. Los dos puntos de análisis expuestos ciona explícitamente. Este es el caso por ejemplo, de Mateo 7,12: «Por
sugieren que en la vocación cristiana, estamos llamados a la libertad tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también
para amar. Ahora, en este tercer punto nos preguntamos: ¿a qué clase vosotros a ellos; porque ésta es La Ley y los Profetas». En la cena
de amor se nos ha llamado? Una respuesta se nos ofrece en el versículo eucarística Jesús nos da un mandamiento nuevo, que nos amemos los
5, 14. Veamos. unos a los otros como él nos ha amado; sus discípulos se reconocerán
Sobre todo, como dijimos, existe una unión entre el 5,13 y 5,14; esta por este único distintivo (Jn 13,34-35). Finalmente, Pablo y Santiago
viene indicada o por el «en efecto» del versículo 14 o por la continuidad resumen <<la Ley» en un único precepto, que es el segundo mandamiento,
en el tema del amor indicado por agape en el v. 13 y por agapeseis en el no el primero. Véase Santiago 1,25 y el 2,8: <<la ley perfecta de la libertad»
v. 14. Además no existe contradicción entre la llamada a la libertad de la es <<la ley regia según la Escritura: amarás a tu prójimo como a tí mismo»;
ley del 5,13 y la llamada a cumplir la ley del 5,14. La no existencia de y Pablo a los Gálatas 5,14, y a los Romanos 13,8-10.
contradicción entre ellos, ha sido largamente estudiada en perspectiva Por eso parecería que el amor al prójimo casi se constituye, toma
exegético-teológica por Pastor (1977, pp. 162-171) al que remitimos. Aquí el puesto del amor a Dios.
nos interesa la conclusión a la que ha llegado junto con los comentaristas Sin embargo como subraya Lyonnet no se deben oponer los dos
allí citados. En 5,14 el interés, el acento de Pablo no es sobre la observancia 1¡
amores, sino recordar que uno no se daría sin el otro y viceversa. Es
de la ley sino sobre el amor. El que ama, no lo hace con la intención importante explicar el modo en que tiene lugar esta inclusión recíproca. li
expresa de cumplir la ley, sino porque ama; y amando cumple la ley. JI
Una primera explicación, es decir, que mientras Dios es amado 11
Pablo habla primero del amor, y después del cumplimiento de la ley. Por «propter se», por sí mismo, el prójimo es amado «propter Deum», es 11,1
tanto, no es que en 5,14 Pablo exhorte a! cumplimiento de la ley mediante decir, por amor de Dios; el amor al prójimo es sólo una expresión de ti
11
el amor; a! contrario el anima a! amor, el cual, como consecuencia, produce nuestro amor a Dios. Esta explicación no debe entenderse como que ¡i
el cumplimiento de toda la ley. El amor no es un medio para cumplir la el prójimo no debe ser amado «por sí mismo», si no, no sería amado ji
ley, sino el centro dinámico de la motivación cristiana. como Dios le ama. Una conclusión de este tipo estaría en contra de la
1-j
1,
Pero, ¿qué clase de amor? se trata: 1) de un único amor, no de enseñanza del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como la enseñanza 11
dos amores (a Dios y al prójimo), 2) este único amor es teocéntrico, de los Padres; según lo cual el amor de Dios hacia nosotros, es el II
230 II1,
231
modelo de nuestro amor a los demás: «Sed misericordiosos como vues- Por tanto, e! amor al prójimo posee una dimensión <<vertical» no
tro Padre celestial es misericordioso» (Lc 6,36). «Amaos los unos a los menos que el amor de Dios; una relación a Dios es esencial al amor al
otros como yo os he amado» (Jn 13,34). «Perdonaos mutuamente como prójimo, y hace de éste último, no una virtud de «religión» sino una
os perdonó Dios en Cristo .... Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos virtud «teologal» que en la definición de santo Tomás (In 1 Cor 13,
queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por Lect. 4), «nos une inmediatamente a Dios». El amor al prójimo no es
vosotros» (Ef 4,32 -5,2) . sólo una virtud «moral», es decir, una virtud que sólo tiene que ver
Hay una segunda explicación, que no contradice a la primera, sino con la relación entre los hombres. Si esto fuese verdad, el cristianismo
que en cierta forma la continúa y clarifica; de hecho, el paralelismo se reduciría a un ideal moral de fraternidad puramente humana.
indicado en el párrafo anterior, entre el amor con el que Dios nos ama Sin embargo, el amor al prójimo, el agape, del que habla e! Nuevo
y el amor con que amamos al prójimo nos sugiere, que el amor del Testamento, especialmente san Pablo y san Juan, nos une directamente
prójimo constituye una única y misma virtud con el amor a Dios; esto a Dios, porque este amor procede de Dios, no es sólo un efecto de!
se afirma en toda la tradición teológica. San Juan afirma explícitamente amor a Dios, porque desciende de Dios, no es solo, o sobre todo, un
que si Dios quiere que se ame al prójimo quiere también que se le ame amor que sube a Dios. Es un don gratuito en el Espíritu, es e! amor
con que Dios ama a su hijo y a cada uno de nosotros en El. Por esto
a él: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos
san Pablo afirma: «y no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga12,20),
a Dios y cumplimos los mandamientos (1 Jn 5,2)>>; san Agustín escribe:
es decir, es Cristo quien vive y ama en mí. San Juan nos dice que e!
«¿Dios que nos manda? Amame» (Tract. X,4). Hijo nos comunica el mismo amor con que el Padre ama al Hijo (Jn
Pero este amor a Dios, que nos lleva a amar a los hermanos, no es 17,26), y con e! que amamos nosotros a Dios y a nuestros hermanos.
sólo la consecuencia de un mandato de Dios. Este se liga al hecho de Por tanto, e! amor al prójimo nos sitúa en él orden ontológico, de aquello
que Dios nos ama y nos comunica. Su amor habitado en nosotros. Es por lo que amamos, no sólo en e! orden de lo que amamos, de los objetos
decir, Dios es la fuente de nuestro amor hacia nuestros hermanos. que amamos. Dios no es solo y sobre todo, e! objeto material de dicho
Eso fue lo que Jesús afirmó en el discurso después de la cena. En amor (id quod diligimus), sino su objeto formal (id qua diligimus).
Jn 15,9 El dice: «Como el Padre me amó yo también os he amado a Este amor al prójimo, este agape que «desciende» de Dios nos une
vosotros; permaneced en mi amor. Jesús continúa diciendo en los vv. también estrechamente, «asciende» a Dios también estrechamente a El,
10-13 que los discípulos permanecerán en el amor que El les tiene en «asciende» a Dios tanto como el amor a Dios.El amor al prójimo es,
la medida en que se comporten como El: «Como yo permanezco en el por tanto, teocéntrico por dos razones: primera, porque es Dios el que
amor con que el Padre me ama en cuanto observo su mandato de ama en nosotros con su presencia activa; es el amor de Dios el que,
amaros hasta querer morir por vosotros, así vosotros permaneceréis en como dice Lonergan (1973, p. 105) a propósito de la autotrascendencia
el amor que os tengo si observáis mi mandato de amaros los unos a los del amor, inunda nuestros corazones a través del Espíritu santo que
otros como yo os he amado». Esto tiene una conclusión: como el amor nos ha sido dado (Rm 5,5). En segundo lugar, por dicho amor al prójimo
del Padre por Jesús era el modelo y el motivo del amor de Jesús por -en la medida en que Dios es su fuente- nos une estrechamente a
sus discípulos, porque era su fuente misma, así el amor de Jesús es el Dios, tanto como el amor a El. Por todo ello, existe un único y mismo
modelo y el motivo de nuestro amor porque es su verdadera fuente. amor y el amor al prójimo incluye e! amor a Dios y nos lleva a él. .
Este tipo de amor, de caridad, es decir, de agape, es la plenitud de
Se trata de un único amor: con e! que el Padre ama al hijo en e! seno
la ley a la que el cristiano -está llamado (Gal 5,13 -14) _ El cristiano está
de la Santísima Trinidad, con e! que Cristo, hombre-Dios, nos ama y
llamado a trascenderse en e! amor, pero en e! amor teocéntrico_ Por
con el que también nosotros nos amamos los unos a los otros. Con ello tanto, la vocación cristiana es una llamada a la autotrascendencia del
se actualiza la petición última de Jesús a su Padre en la «oración sa- amor teocéntrico. Esta trascendencia teocéntrica del amor de Cristo,
cerdotal» que resume toda la tarea confiada a él por e! Padre (J n 17,4): que vive y ama en mí, realiza, actualiza, realiza la autotrascendencia
«Para que el amor con que tú me has amado esté con ellos y yo en teocéntrica que e! hombre posee solo como capacidad, como poten-
ellos» (v. 26). cialidad.

232 233
Componentes vocacionales humanos de la «llamada» Nuevo Testamento revelará como la tercera Persona de la Santísima
Trinidad (d., por ejemplo, Rm 5,5).
La exposición sobre la vocación, entendida como «llamada» de Esta estrecha relación entre agape y la Nueva Alianza, se hace par-
Dios, sugiere que Dios llama a la libertad, para ama.r según un am~r a ticularmente evidente en san Pablo. Como Deidum resalta (1981, pp.
Dios y al prójimo que es tea céntrico en cuanto prov1ene y lleva a DlOS. 105-106), en 1 Ts 4,9 Pablo invita al amor fraterno a la luz de la Nueva
Este es el amor cristiano o agape presentado por el Nuevo Testamento, Alianza, y en Rm 5,5 pone en relación al agape con algo que proba-
especialmente por san Juan y san Pablo. . ., blemente es una alusión aJr 31,33 y Ez 36,26s; además Pablo relaciona
Ahora nos preguntamos qué es lo que comporta en la motzvaczon esencialmente al agape con el Espíritu Santo (d. Gal 5,22; Rm 5,5;
humana este contenido de la vocación cristiana, es decir, cuáles son los 15,30), yel don del Espíritu Santo es constitutivo de la Nueva Alianza.
componentes fundamentales de la motivación humana que son impli- Entonces, el agape es tanto la condición sine qua non, como la
cados por la llamada divina. Así se hace más explícito lo que estaba totalidad de la vocación y de la vida cristiana (d. Gal 5,13 -14 y 1 Cal'
más o menos implícito en las páginas anteriores. 13,1-13). Pero este agapetambién es el don de la Nueva Alianza, y por
Al principio de la II Parte (p. 68), se trató el reciente cambio en el tanto, de la nueva relación, del nuevo diálogo, de la nueva vocación
concepto de Revelación entendida no como ~na recol?ilación. ~e men- que se establece con dicha alianza; es lo que caracteriza a la alianza y
sajes divinos, sino como la historia de las llltervenclOnes. d1vlllas en a la vocación cristiana, ambas constituyen al «hombre nuevo» (cf. Ef
medio de los hombres; cambio que puede tener reperCUSlOnes en la 2,15 y 4,24; 2 Cor 5,17; Rm 6,4 y 13,14; GaI3,27).
antropología cristiana. ¿Qué es el «hombre nuevo»? ¿Cómo éste está influenciado por la
Es indudable que una de las más grandes intervenciones de Dios Nueva Alianza y por el agape que la acompaña? ¿En qué sentido el
en la historia de la salvación humana fue el haber instaurado la Nueva amor cristiano procede de Dios, y en qué sentido procede del hombre?,
Alianza; ésta se estableció junto al nuevo precepto de amor o agape. ¿cuál es el objeto del agape? Estas son preguntas que conciernen a la
Por tanto, el significado profundo de agape puede y debe comprenderse antropología de la vocación cristiana. Estas preguntas son tan viejas
en el contexto, en la perspectiva de la Nueva Alianza. como el cristianismo. Examinemoslas un poco más de cerca.
En la última Cena Jesús dice: «Amaos como yo os he amado» (Jn
15,12), es decir, nos mandó el amor, como el Padr~ se lo mandó a.~l a) Unión dinámica, divina y humana, en la libertad para amar
en cuanto le comunicó su propio amor. Pero en la m1sma Cena tamb1en
dice: «Tomad y comed este es mi cuerpo; bebed esta es mi sangre» El primer aspecto que podemos indagar está en relación con la
(Mc 14,25 y par) y especificó «mi sangre de la alianza» ?, según l~ acción recíproca de la actividad divina y humana: ¿hasta qué punto Dios
fórmula referida por san Pablo y san Lucas: «la Nueva Ahanza en m1 y el sujeto humano son activos en el amor cristiano del «hombre nuevo»?
sangre» (1 Cor 11,25; Lc 22,20), es decir, la alianza anunciada por Este es el gran problema de la relación entre la acción de la gracia
Jeremías, en el único lugar donde en el Antiguo Testamento ~e util1za divina en el hombre, por una parte, y la libertad de la motivación
esta expresión de la «Nueva Alianza» (Jer 31,31). Como la ahanza del humana por la otra. Dejando el tratamiento profundo de estos temas
Sinaí, ésta hubiera consistido esencialmente en el «don de la ley de a personas más competentes, aquí daremos algunas indicaciones dentro
Dios», el mattan Tora; pero esta ley no sería sólo grabada s?bre. «las del ámbito de la motivación antropológica de la vocación cristiana.
Tablas de la Alianza» sino Dios mismo «la pondría en su llltenor y En este ámbito, podemos formular el problema como sigue: por
sobre sus corazones la escribiría» (J r 31,33); de modo que ésta no sería una parte, comentando como hemos visto (d. pp. 226~230) (GaI5,13),
solo una norma de nuestro actuar exterior (como las leyes y las normas), el cristiano está llamado a la libertad para amar; por otra, el cristiano,
sino un principio interior de actividad. Por ello Ezequiel pudo refor- como miembro del pueblo de Dios de la nueva alianza, esta libertad
mular la profecía de Jeremías hablando del «corazón nuevo», del «es- del agape del «hombre nuevo» se sitúa esencialmente, en relación con
píritu nuevo» (Ez 36,26); en vez de decir «pondré mi ley en su interior» el Espíritu santo (Gal 5,22; Rm 5,5; 15,30). Como dice santo Tomás
declaró, «infundiré mi espíritu en vosotros» (v. 27); esto es lo que el (Lectura in 2 Cor, cap. 4, lect. 2, ed. R. Cai, n. 90; yen Lectura in Heb,

234 235
cap. 8, lect. 2, ed. R. Cai, n. 404): la «ley del espíritu» (Rm 8,2) con los recursos «de su corazón, alma y fuerzas, como un sujeto in-
establecida en nosotros, no es solo una luz interna, sino un principio dep~ndiente») en el acto del amor cristiano, aunque sea libre para
interno de actividad que hace actuar al hombre, que «inclina su vo- reahzar este acto; que es de verdad, el acto de un sujeto humano.
luntad» y que hace «operar en nosotros al amor, plenitud de la ley». Al presentar sintéticamente las posiciones de Nygren y Barth sobre
Entonces, ¿cómo conciliar la actividad divina y la actividad humana, la libertad del amor del cristiano en concreto y sobre la acción recíproca
en relación con la libertad para amar, a la que está llamado el cristiano?, de la actividad divina y humana en general, hemos indicado ya a san
dicho de otro modo: ¿el cristiano es libre o no 10 es; si 10 es, en qué Pablo y su visión sobre este propósito. Podemos ampliar un poco 10
medida él está libre para amar? que hemos dicho hasta ahora.
Hay varios tipos de respuestas a estas preguntas. Como ejemplos Para san Pablo, Dios y el cristiano son el «sujeto» del amor cristiano;
de éstas, Deidun (op. cit., 1981, pp. 106-136) discute dos posiciones el amor cristiano procede tanto del amor propio de Dios como de la
extremas y opuestas: la de Nygren (1930-1936) y la de Barth (1947- actividad del cristiano, que es un sujeto agente, en el sentido más pleno
1970). Resumiremos aquí las características fundamentales de estas po- de la palabra. Así, por ejemplo, el Señor es el que hace progresar y
siciones; aconsejamos manejar las fuentes citadas para una mayor com- sobreabundar en el amor de unos con otros y en el amor para todos
prensión. (d. 1 Ts 3, 12); pero esto no impide que más adelante (4,10) en la
Para Nygren nada procede del hombre. Este autor, para defender misma epístola, san Pablo exhorte a los hermanos a practicarlo más.
la acción precedente y suprema del amor divino elimina, prácticamente «Cada cual dé según lo que ha decidido su corazón ... porque Dios ama
al sujeto humano; el sujeto humano se limita a ser un «instrumento», al que da con alegría» (cf. 2 Cor 9,7); pero este acto concreto de caridad
un «tubo» o una canal, dentro del cual el amor de Dios se vierte. De es, sobre todo, efecto del don de Dios (cf. vv. 8-10). Y viceversa, es el
modo que el amor cristiano es sólo una prolongación del amor divino; amor de Cristo el que «lanza» a san Pablo a dar su existencia a Dios,
su desbordamiento en el hombre, el cual por eso no es un sujeto agente. a Cristo y a sus hermanos cristianos (2 Cor 5,13-15); este «empuje» es
Para Deidun (ibid., p. 135), la posición de Nygren no tiene en cuenta solo operativo si está unido a una decisión personal de fe, si está unida
suficientemente la perspectiva de la Nueva Alianza cristiana, que, como a un juicio (cf. Krinantas en el v. 14) por parte de Pabl058 . También el
la antigua alianza sinaítica, es una relación de reciprocidad real y au- agape y la vida cristiana en su integridad son «fruto del espíritu» (Gal
téntica entre Dios y el hombre; de modo que éste es un sujeto agente 5,22); pero esto también es un «sembrar en el Espíritu» (d. Gal 6, 8)
libre para amar. por parte del cristiano. El cristiano es considerado plenamente respon-
Por el contrario, Barth reduce el amor cristiano solo a una actividad sable (cf. 6,7b-9) como un «sujeto agente» para este «sembrar» y, por
puramente humana. Esto lo hace para preservar la acción del hombre tanto, concretamente para los frutos mismos 59 •
en su integridad (motus animi) y para mantener la distancia adecuada En los textos citados aparece la novedad misteriosa del amor cris-
entre el hombre y Dios. Es cierto que Barth considera que el agape tiano, según san Pablo: el amor propio de Dios se ha convertido en el
cristiano es sólo posible por medio del amor «creativo» de Dios; él amor propio del cristiano; por tanto, no es posible afirmar que la
también habla del cristiano como «nueva creación» (<<neue Schopfung») actividad de Dios es precedente y suprema, sin afirmar al mismo tiempo
pero no lo entiende como san Pablo como un cambio ontológico del la realidad, la integridad, la libertad del hombre. A la luz de la teología
cristiano, sino como un cambio óntico, es decir, una reorientación exis- de la Nueva Alianza, san Pablo hace una síntesis entre la actividad de
tencial. La posición de Barth según Deidun (op. cit., p. 135) procede Dios y la del hombre, de modo que vivir la vocación de la Nueva
de la misma aplicación del concepto de «reciprocidad» de la Antigua Alianza, es decir, la vocación cristiana es totalmente una actividad de
y Nueva Alianza; pero como veremos, san Pablo da al concepto de
«reciprocidad», de la Nueva Alianza una nueva dimensión, de unión 58. El «Kristou» del v. 14 puede ser un genitivo «genera!»: d. M. Zerwick,
dinámica entre Dios y el hombre, no sólo una relación recíproca entre Graecitas Biblica, Pontificio Istituto Biblico, Roma 1966, p. 25.
59. Para una interpretación según la línea presentada aquí de otros textos,
Dios y el hombre. Por ello, el hombre del amor cristiano no es un sujeto como, por ejemplo, Gal 2,20 y 1 Cor 15,10, véase Deidun (1981) en la tesis doctoral
autónomo (un «selbstandiges Subjet» - como señala Barth - que ama citada en el P. Instituto Bíblico de Roma.

236 237
Dios, pero es también realmente una actividad del hombre; es el trabajo quia interius I?er i~stinctum movit voluntatem ad bene operandum» (Is
de Dios en el corazón de la libertad humana; pero también es el trabajo 26,12); «omma emm opera nostra operatus est in nobis» (Comentario
de ésta que está llamada a amar. La teología de la Nueva Alianza de a Phi!. 2,13).
Pablo es esencialmente trinitaria y cristo céntrica, no sólo teocéntrica. Se puede concluir diciendo que la vocación cristiana, fundada en
La vocación cristiana está centrada en la relación del cristiano con el el don del amor de Dios al hombre, comporta una participación del
Padre, que se manifiesta al hombre y que realiza su plan de salvación hombre, una actividad que es verdaderamente humana. De esta actividad
en el Hijo, por medio de la guía y de la fuerza del Espíritu. Esta relación del hombre hemos subrayado un aspecto: el de la libertad para amar;
exige la cooperación libre del hombre en un diálogo que comporta un que en la vocación cristiana está invitada a entrar en un diálogo de
sano personalismo fundado sobre la Revelación de Dios. Se trata de amor con Dios. Existen también otros aspectos, como el de la auto-
una teología muy personal y religiosa, que sintetiza la polaridad y evita trascendencia, que se considera a continuación.
la polarización. La gracia es una relación dinámica del amor de Dios
con la persona humana. b) Autotrascendencia del amor y la fe
Podemos afirmar que la Gracia actúa a través de la libertad humana
y la respeta; la Gracia actúa de modo «inconsciente» por medio de la Como se verá a continuación, una exposición sobre la autotrascen-
actividad libre del yo (selj) consciente del hombre. Por tanto, la libertad dencia está estrechamente ligada a una exposición sobre la fe; y ambas,
cristiana, en su acepción más típicamente cristiana, es la capacidad de en la vida del cristiano, están ligadas al agape y a la libertad para amar.
estar delante de Dios como miembro de la alianza; bajo esta perspectiva, No queremos entrar en un examen detallado de la teología de la fe.
la vocación cristiana es el encuentro de dos libertades: la de Dios y la Nos limitaremos a considerar algunos elementos de la motivación hu-
del hombre. La libertad es principalmente un don de Dios pero también mana, unidos al problema de la fe, en el ámbito de una antropología
una conquista del hombre. Con Meissner (1966) podemos decir que la de la vocación cristiana. Para esto nos serviremos, en parte, de las ideas
«libertad [del hombre] es ... una condición de la acción de la gracia, y desarrolladas por Lonergan (1973, pp. 10 1-124). Después veremos los
al contrario, la gracia es la condición para el crecimiento del hombre posibles fundamentos bíblicos del proceso motivacional presentado.
en la libertad» (p. 121). Para Lonergan hay dos tipos de conocimiento: el de los hechos y
Deidun en el apéndice D de su estudio (1981, pp. 249-250) muestra el que nace del amor. El primer tipo de conocimiento está expresado
cómo la visión de san Pablo sobre el amor de Dios y sobre el amor del en el dicho latino: «nihil amatum nisi praecognitum»; es decir, el co-
cristiano se mantiene en la tradición teológica católica; para ello cita nocimiento precede al amor. Esto es lo que sucede, de ordinario, en
algunos textos de san Agustín y santo Tomás. Recordemos sólo algunos el conocimiento de los hechos. Esta regla tiene dos excepciones, en las
pasajes que subrayan la libertad de la acción del hombre, manteniendo que el amor precede al conocimiento. La primera es lo que sucede
la precedencia y la supremacía insustituibles del amor de Dios. Para cuando los hombres se enamoran; su mundo se somete a una nueva
san Agustín: «Agit Deus, ut velimus ... » (De Sp.et lit., 34, 60: PL 44, organización, que es desproporcionada respecto a sus ocasiones, causas
240); «operamur et nos: sed illo operante cooperamur, quia misericordia y antecedentes. La segunda excepción se da cuando el hombre se ve
dus praevenit nos» (De nato et gr., 31,35: PL 44,264); «certum est nos inundado por el don que Dios hace de su amor. Entonces la persona
facere, cum facimus; sed ille facit ut faciamus ... qui dixit. Faciam ut in está, en el estado dinámico de amar (o si se prefiere de estar enamorado)
iustificationibus meis ambuletis ... » (De gr. et lib. arbitro 16: PL 44,900s). sin comprender o saber quién es Aquel que él o ella aman. Este segundo
También para santo Tomás el amor cristiano es la actividad de Dios y, tipo de conocimiento, propio del amor es descrito por Pascal con la
al mismo tiempo, es realmente, nuestra actividad: «Spiritus autem sanc- conocida observación: el corazón tiene razones que la razón desconoce,
tus sic nos ad agendum inclinat ut nos voluntarie agere facet ... Filii es decir, la persona humana cuando está «cogida» por el amor tiene
igitur Dei libere a Spiritu sancto aguntur ex amore ... » (Contra Gentes, una forma de conocer que es diferente a la manera de conocer presente
IV, 22). Análogamente, nuestras obras son realmente nuestras (<<nos- en el conocimiento de los hechos: el conocimiento de los hechos se
tra»), pero, al mismo tiempo, totalmente atribuibles a Dios: «In vobis: obtiene mediante la «razón», es decir, mediante el compuesto de las

238 239
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11

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operaciones de los tres. pr~mer?s ni~eles. ~e .la activida~, cognoscitiva,
11
paña a los actos de indagar, comprender, etc.; finalmente, tampoco está \1
formada por experienCia, llltehgencla y JUlClO (d. Se~cIon 7.3 ..1). Por en el tercer nivel, racional, que comporta reflexión y emitir juicios de
el contrario el conocimiento nacido del amor se obtlene medIante el hecho o de valor. Al emitir un juicio de hecho, se afirma o se pretende Ij\

discernimiento del valor y de los juicios de valor de una persona que


está inundada por el amor. Cuando este amor es el de Dios derramado
afirmar lo que es así o lo que no es así. Al emitir un juicio de valor se
afirma que algo es verdaderamente bueno o no es verdaderam;nte
!ji
.~
en nuestros corazones, tenemos el conocimiento que nace del amor bueno, o es mejor o peor que otras alternativas. Los juicios de valor II
1'1
religioso, es decir, la féo. pertenecen al nivel racional cuando son considerados como actos cog-
Analicemos más detalladamente las implicaciones que esta concep- noscitivos; éstos difieren de los juicios de hecho en contenido pero no
ción de Lonergan comporta para la motivación humana, en el proceso en estructura (Lonergan, 1973, p. 37). Por el contrario, el estado di-
del inicio y del desarrollo de la fe cristiana. Se distinguen tres momentos námico de amor se sitúa en el cuarto nivel de conocimiento, el nivel
sucesivos. responsable, en el cual se delibera, se escogen los propios valores, se
El primer momento es el don gratuito de Dios, de su amor, ~erra­ decide sobre el curso de la acción, y se obra libre y responsablemente.
mado dentro del corazón del hombre, de modo que el coraza n del El don del amor de Dios actualiza este cuarto nivel de conocimiento
hombre cambia; por ello, el hombre no sólo tiene una aprehensión de en el sentido que lo dispone a deliberar, a juzgar, a decidir y a actuar,
los valores naturales, sino también de los autotrascendentes (d. sección con la libertad de hacer el bien que procede del amor. Sería un cambio
8.2.2). El hombre experimenta que su tendencia, su capacidad ilimitada en la disposición antecedente (<<antecedent willingness») de la persona,
hacia la autotrascendencia (cf. sección 7.3.3) se actúa, se satisface. El de manera que ésta está dispuesta a aceptar y a hacer el bien que
hombre entra en un nuevo estado, dinámico y consciente, de amor: es anteriormente no estaba -dispuesta a hacer. Pero este cambio es sólo
el' estado de unión dinámica entre Dios y el hombre del que se ha de base, el punto de partida que no puede sustituirse, pero que puede
hablado en páginas anteriores (pp. 235-238). Después de todo, la fe ser ampliado, profundizado, intensificado.
como «fides formata» implica un acto de amor. A través de la ampliación, profundización e intensificación del es-
Este estado de amor presenta dos características: aunque es cons- tado dinámico de amor inicial se pasa del primero al segundo momento
ciente no es conocido; además está en el cuarto nivel de la conciencia del proceso de desarrollo de la fe, es decir, al momento del conocimiento
inten;ional (cf. p. 129). Al ser consciente pero no conocido, éste es la nacido del amor de Dios, en el que la persona impulsada por dicho
experiencia de un misterio; de hecho el hombre sólo tiene la exper.ienc!a amor, discierne los valores y emite juicios sobre los valores autotrascen-
sin tener la inteligencia y el juicio; justamente porque es un mIs.teno dentes; nuestra tendencia ilimitada hacia lo inteligible, hacia lo verda-
de amor experimentado conscientemente dicho estado atrae, fascllla e dero y real, hacia lo que es verdaderamente un bien (d. sección 7.3.2),
inspira un reverencial temor. Esta es la experiencia de lo santo, de la se transforma en una revelación oscura de la inteligencia e inteligibilidad
que Otto (1923) habla como mysterium fascinas et tremendum; san absoluta, de la verdad y realidad absoluta, de la bondad y santidad
Ignacio de Loyola es sus Ejercicios Espirituales, en las «Reglas para el absoluta; se ama a lo «trascendente». Se puede decir que de la expe-
discernimiento de espíritus» de la segunda semana, 10 presenta como riencia del amor centrada sobre el misterio, brota el ahnelo del cono-
la ~~consolación sin causa», que K. Rahner (1964, pp. 131ss) 10 interpreta cimiento que es lafe: agapey pistis (fe) van unidas. El amor nos «revela»
como «la consolación con un contenido, pero no con un objeto». valores que antes no apreciábamos, valores de la fe, del arrepentimiento,
Este estado dinámico y consciente de amor ocupa el cuarto y su- de la oración y de la adoración; más allá que con los valores de esta
premo nivel de la conciencia intencional del hombre. Por tanto, no se «revelación» inmediata, Dios entra personalmente en nuestra historia
sitúa en el primer nivel empírico de la conciencia, presente en los actos con su palabra mediada, escrita o vivida especialmente en la vida de
de ver, oír, etc.; ni tampoco en el segundo nivel, intelectual que acom- Cristo.
Finalmente, en el tercer momento se deben integrar todos estos
60. Nótese que este modo de considerar las cosas reduce notablemente el viejo nuevos valores con el resto de nuestra persona, de nuestra vida. Es el
problema de la salvación de los no cristianos. momento de la decisión y de la acción; es el momento de la «opción

240 241

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fundamental» (u opción vital) del sujeto existencial, cuando es llamado vidad receptiva del cristiano, en relación a la acción gratuita de Dios'
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por Dios. Si la persona no rehusa, sino que comparte el don de amor es decir, la experiencia cristiana del Espíritu es dada al cristiano y actú~ I1
recibido por Dios, surgen los frutos del Espíritu (Gal 5,22) que se constantemen.te e? él. En la misma línea está Rm 16,26, en el que fe ti
manifiestan en actos particulares de paciencia, benevolencia, bondad, es una «obedIencIa» (upakoe).
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí»; el amor a Dios da frutos al I'1'
Por tanto, la fe es el abandono receptivo a la actividad del espíritu Ji
desbordar en amor de todos los que él ama o podría amar. Es la fe ti
a su amor. Sobre esta base también se fundan el segundo y ter ce; ¡I
que actúa a través del amor. momento del camino de la fe: la fe y el amor están inseparablemente I1
Usando la distinción, que fue introducida en tiempos de san Agustín, unidos para abrirse ya sea a discernir y emitir juicios sobre los valores 11
entre la gracia operativa y cooperativa, con Lonergan (1973, p. 241) se autotrascendentes (segundo momento) ya sea a integrar estos nuevos i
tj
podría decir que «la gracia operativa es el cambio del corazón de piedra; valores con el resto de nuestra persona y de nuestra vida (tercer mo-
por un corazón de carne, un cambio que modifica el horizonte del fl
mento). La no posibilidad de separación entre pistis (fe) y agape (amor), ti
corazón de piedra». La gracia cooperativa se manifiesta en la transfor- así como el abandono receptivo que caracteriza a ambos se subraya en 11
mación del corazón de carne que se hace activo en buenas obras, a Ga15,6. I1
ti
través de la libertad humana. En esta perícopa, san Pablo presenta la fe como «actuante por medio 1!t!
11
El esquema motivacional del camino en la fe que se ha presentado del amor» (di'agapes energoumene). Aquí el apóstol no quiere considerar II
tiene algunos fundamentos bíblicos. Estos afectan sólo a ciertos puntos la distinción fe sin amor o fe con amor. Para él la fe es siempre «operante li
del esquema; se trata de puntos relevantes que clarifican y amplían la por medio del amor»; cuando el habla de justificación por la «sola fe»
discusión precedente. intenta oponer la justificación por la fe, a la justificación «sin las obra~ I1
Hemos visto, que el inicio de la fe (initium fidei) viene del amor, de la ley», no a la justificación por la fe sin el agape». La fe y el amor I1~

que es un don de Dios y, por tanto, es el resultado de la experiencia tienen la misma característica esencial, de oponerse, fundamentalmente
del espíritu, ,de la acción de la gracia divina: la fe y la autotrascendencia a todo 10 que tiene que ver con la acción (poiein) autónoma del hombre,
unida a ella son términos correlativos a la experiencia cristiana del para ligarse así, a un libre abandono receptivo del hombre. Por tanto,
espíritu. Entonces, e,sta experiencia del espíritu que inicia el camino en la fe «operante por medio del amor» debe tomarse como una descrip-
la fe, desde el punto de vista motivacional es una «aprehensión» de los ción monolítica de la experiencia cristiana: «no existe más fe que la
valores auto trascendentes. que es activa en el amor» (Barth,1947-1970, IV/2, p. 829)61. Como dice
La experiencia de esta «aprehensión» del Espíritu y de los valores Lyonnet (1981): «Por la fe acogemos en nosotros la vida divina, y por
autotrascendentes, no es un juicio de hecho que afirma lo que es así o la caridad dejamos esta vida que es esencialmente amor, expandirse en
no es así, y ni siquiera es un juicio de valor que afirma lo que está o nuestra actividad» (p. 7).
no está verdaderamente bien; este último caracteriza no el primero,
sino el segundo momento en el desarrollo de la fe. «La aprehensión» c) Estar libres para el amor auto trascendente
del primer momento es una atracción hacia los valores autotrascen-
dentes, pero en el sentido pasivo del término más bien que en el sentido Como hemos visto, pistis y agape, fe y amor cristiano están inse-
activo: se trata de ser aprehendido, atraído más bien que de aprehender. parablemente unidos a un libre abandono receptivo del hombre, a la
Todo esto lo podemos encontrar en textos de san Pablo, como la Carta actividad del espíritu, la fe activa en el amor es recibir continuamente
a los Gálatas. En la parte doctrinal de la Carta a los Gálatas, 2,15-3,14 la actividad de Dios (cf. Gal 3,5). Además esta fe, que es una dócil y
san Pablo opone buscar la justificación por medio de las obras (poiein) constante receptividad de la acción del Espíritu de Dios, se convierte
a una sumisión dócil, a una pasividad receptiva a la actividad del Es- constantemente en el dinamismo de la esperanza (cf. Rm 15,13). Así la
píritu. San Pablo subraya la importancia de esta segunda actitud y
61. Para una detallada exposición exegética sobre la fe como constantemente
rechaza la primera. Lo mismo hacen Gal 5,2ss; baste recordar, por activa en el amor según san Pablo, véanse Deidun (1981, pp. 120-121) Y Betz (1979,
ejemplo, el verbo apekdechometha usado en 5,5; éste expresa la pasi- pp. 263-264).

242 243
esencia de la vocación y de la existencia cristiana comporta un com- a.l~s religiosas de Roma, 10, noviembre 1978). La vocación cristiana
ponente motivacional fundamental: el cristiano está llamado a permitir, vI~lda a través ~e los votos religiosos o sin ellos, representa la expresió~
constantemente, la acción del Espíritu en él, por medio de un consen- mas alta de la lIbertad humana, y como tal, el testimonio más convin-
timiento que afecta a su libertad; más concretamente: la vida del cristiano cente de la trascendencia.
se caracteriza por la libertad de renunciar a la propia libertad para dejar Cuanto hemos dicho, creo que se puede sintetizar en el cántico de
que Dios ame en él, como El quiere. La llamada del cristiano a la entrega de san Ignacio de Loyola (Ejercicios Espirituales, n. 234): «To-
libertad para amar (Gal 5,13-14) tiene su fundamento en su libertad mad, Se~or y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento,
de dejarse amar por el Espíritu, de no resistir al Espíritu; esta libertad y t~da mI voluntad, todo mi haber y mi poseer; vos me lo disteis, a vos
es la condición necesaria para que el hombre pueda abrazar y vivir Senor lo torno, todo es vuestro, disponed a toda \Tuestra voluntad
activamente los valores autotrascendentes, que -como hemos visto- ~a~m.e vuestro amor y gracia, que ésta me basta» (amor y gracia so~
comprometen al hombre en su libertad y en su responsabilidad de SlllOlllmos que expresan el don gratuito del Espíritu del amor de Dios
autotrascenderse hacia el amor tea céntrico (d. pp. 116-118). del que - como hemos visto - habla san Pablo). '
La vocación y la vida cristiana son, por tanto, un consentir, un No se trata de una petición, de una oración sino de un cántico de
abandonarse libre y «activamente» a lo que Dios ha hecho en Cristo y entreg.a, de u?a oblación hecha activamente por la persona, para una
a lo que El, ahora, hace en nosotros por medio del Espíritu de Cristo: ?OnaCIOn ulllversal, que es fruto de la libertad y que heroicamente
«como el Padre me amó, Yo también os he amado a vosotros» (]n lllcluye a toda su persona (memoria, inteligencia, etc.); es una oblación
15,9s); unido al mandamiento nuevo de Cristo «amaos como yo os he d~ lo~ d~namismos más profundos sea en el sentido que Dios los puede
amado» (]n 13,34). En esta perspectiva de renuncia a la propia libertad, dlsmlllUlr, o los puede cortar si El quiere; ésta es la oblación más grande
por el amor autotrascendente, la vocación cristiana implica seguir las que se puede pensar.
huellas de Cristo, que se «vació» (eke-nosen) por amor (F1p 2,5ss), y Podemos decir, en una frase, que la vocación cristiana no es sólo
realizar en nosotros cuanto Pablo dice de sí mismo: <<no soy yo quien una llamada a la libertad para la autotrascendencia del amor en el
vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20); el cristiano debe permitir sentido de una autotrascendencia que ama, sino también a la lIbertad
que la actividad de Cristo se expanda en su propia actividad, así, mien- para la autotrascendencia que se deja amar, llamada a la donación total
tras ésta es totalmente la actividad del Espíritu de Cristo, también es de nuestra libertad, como Jesús lo hizo al Padre por nosotros. La libertad
verdaderamente, su propia actividad mediante un «sí» contínuo de su es el presupuesto del amor, es el presupuesto para poder «perderse»
libertad. Es cierto, que la vocación cristiana es un don gratuito de Dios en la autotrascendencia del amor del agape; para «amar como Cristo
en el corazón del hombre, pero también es verdad, que es un don que nos amó» y para hacer siempre y con amor la voluntad del Padre.
ya ha sido concedido, un don que está condicionado por la disposición . Por tanto, como dijimos antes (PI?' 219-220), para el hombre la
de la voluntad del que 10 recibe para conservarlo: «esta condición lIbertad es ontológica y teológica; esto es cierto para el cristiano en
permanente de la gracia está siempre expuesta a la libertad del hombre» cuanto él es su libertad para amar, como el Padre le ama a travé~ de
(K. Rahner, Theological Investigations, VI, p. 228). Por tanto como Cristo en el Espíritu. En las palabras del Concilio Vaticano II: «la
dijimos, la vocación cristiana es un don de Dios y una conquista del verdadera libertad ... es en el hombre un signo privilegiado de la imagen
hombre. divina» (Gaudium et Spes, n. 17).
Podemos ver entonces la vocación cristiana como «el don de la En esta línea Van Balthasar (1981) escribe: «el único acto con el
libertad humana». Una de las características esenciales de su antro- cual un hombre puede corresponder al Dios que se revela es el de la
pología es, la radicalidad representada por la capacidad, de una persona, disponibilidad ilimitada. Este es la unidad de la fe, espera~za y amor
de disponer plenamente de sí misma hasta autodonarse enteramente. Por y es, también, el sí q.u~ Dios exige cuando quiere servirse de un creyent~
esto, hablando de la vocación religiosa, Juan Pablo II puede decir: «La segun. sus planes d1V1~os... sólo este sí, de ilimitada. disponibilidad, es
vocación religiosa es fruto de la libertad de Espíritu suscitada por Cristo, la arcilla con la que DIOS puede dar forma a algo; sólo esta tiene fuerza
de la cual surge la disponibilidad de la donación total a Dios» (Discurso redentora, en la gracia de Cristo, corredentora» (pp. 31-32).

244 245
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fl
Resumiendo, podemos afirmar que la libertad del cristiano no es puede quedar ambiguo: éste puede significar la esencia del cristianismo 11

j,
sólo la capacidad psíquica para cualquier elección, sino la posibilidad o incluir una ideología, no religiosa, incluso anti-cristiana. Es fácil con- t'r
~'1
de realizarse a sí mismo, escogiendo aquello que tiene un significado fundir el amor cristiano que es agape, con un amor pagano que es sólo t¡
para la realización de la propia vida, es decir, escogiendo los significados eros. II
derivados de los valores trascendentes de Cristo. En otras palabras, no Hemos visto, repetidamente, que el agape tiene un significado y un 1-1

se trata sólo de la libertad de autodeterminación, sino de la libertad de contenido preciso e inequívoco: es ante todo y sobre todo la actividad
autoafirmación según la capacidad de autotrascendencia tea céntrica de de Dios; en la vida del cristiano. Es decir, es un amor que tiene como tit!
la que el hombre está dotado por Dios. El yo (<<self») del hombre está origen a Dios por tanto, es diferente a cualquier otra forma de amor li
creado para vivir para significados, para valores autotrascendentes; el que esté inspirada en consideraciones únicamente humanas, aunque
hombre está estructurado y orientado hacia estos valores. sean nobles. Es un amor que es de Dios y debe llevar a Dios. Es decir, ti
il
Con Weigel (1960) se puede decir, que un uso de la libertad que existe una unidad del indicativo y del imperativo: ya que la actividad
sea inconsistente con dicha estructura y orientación, no es una afir- interior de Dios santifica al cristiano, ésta exige santidad; ya que esta JI
mación, sino una negación de sí mismo; por tanto sería una manifes- actividad de Dios impulsa a los cristianos (libremente) al agape, esta 1I

I
tación de la libertad, pero no su verdadero fruto; no es uso, sino un exige el crecimiento en el agape 62 •
abuso de libertad. Entonces, este amor, este agape cristiano, que tiene su fundamento
La libertad del cristiano es una libertad que comporta no una dis- en la actividad ilimitada de Dios, puede introducir preguntas ilimitadas
ponibilidad programada, para alguna actividad específica para el reino; que están más allá de las previsiones y de las decisiones de la persona; JI
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sino una disponibilidad no programada. Después de todo, una dispo- es un amor sin restricciones ni condiciones ni límites; es el amor hacia (i
nibilidad programada, aunque sólo lo sea en la imaginación, no es una alguien que es trascendente, un amor que me trasciende a mí mismo y
verdadera disponibilidad, ya que así la persona no se abandona acti- que comporta por ello una negación del yo (<<self») que debe ser tras- ,1
vamente a la voluntad del Padre, como Cristo hizo (Flp 2,5ss); es sólo
una disponibilidad como la de Cristo, que es una disponibilidad no
cendido. Dicho de otra manera, el agape en el cristiano es la actividad
de Dios recibida a través de la fe. Por tanto, es un amor que comporta 1
:tí
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programada la que, por su naturaleza, no comporta las limitaciones, las un elemento de fe con sus exigencias de dócil sumisión, de donación Itl
reservas de un programa, incluidos las limitaciones como vivir o morir, total al amor de Dios.
1(1
la salud o la enfermedad. Este elemento de fe del agape está expresado en las afirmaciones 't!
Esta es la libertad de la Virgen, libre de mancha de búsqueda de de Cristo en el Evangelio, afirmaciones puestas para la superación de 'ji
sí misma, libre para hacer totalmente la voluntad de Dios y de encontrar nosotros mismos, para la autotrascendencia: «El que ama a su padre o II
I
en esto la realización del amor perfecto. María, a los pies de la cruz, a su madre más que a mí, no es digno de mí, el que ama a su hijo o a 1I
acepta el absurdo de que el Hijo sufra por su madre y no al contrario, su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me I1
sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá; y el que li
como cualquier madre desearía. María dice «sí» no para hacer algo, 1I
sino para dejar hacer, para dejarse amar como el Hijo quiere. pierda su vida por mi causa, la encontrará» (Mt 10,37-39); « ... si el I1
grano de trigo no cae en la tierra y muere queda él sólo; pero si muere 11
11
d) ¿Autotrascenderse o autorrealizarse? da mucho fruto» Gn 12,24).
I1l¡
Por tanto la pregunta autotranscenderse o autorrealizarse encuentra
Si la vocación cristiana es una llamada a la libertad para la auto-
trascendencia del amor, entonces surge una pregunta sobre la moti-
respuesta en la paradoja expresada en las palabras de Cristo: «Si alguno rI I
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
vación del individuo: ¿el cristiano está llamado a la autotrascendencia ti

en el amor, o a la autorrealización en el amor? 62. Para esta unidad del Espíritu entre indicativo e imperativo de la existencia
Hemos visto que el amor constituye la sustancia, un componente cristiana, véase la exégesis penetrante de Deidum (1981, pp. 51-84), que se basa
sustancial de la vocación cristiana. Sin embargo, el término «amor» sobre todo en tres textos de san Pablo: 1 Ts 4,1-12; Flp 2,12ss; Rm 8,1-14. I1
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I1
246 247 1I
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Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su trascendente de la existencia humana63 • El hombre se realiza sólo si se
vida por mi causa la encontrará» (Mt 16,24-25). De aquí se sigue que autotrasciende para un fin, para un valor que trasciende a su persona.
tanto la autotrascendencia como la autorrealización están presentes en Hemos discutido esta problemática (cf. pp. 132-139), y vimos que el
la vocación cristiana; pero la primera es la causa, la segunda es el efecto hombre se realiza en la autotrascendencia teocéntrica, no en las auto-
y no viceversa, o más precisamente, me autorrealizo porque me auto- trascendencias egocéntrica o filantrópico social.
trasciendo, y no viceversa. Es cuanto dice el Concilio Vaticano II: «quien Por esto, y por cuanto se ha dicho en las páginas inmediatamente
siga a Cristo, el hombre perfecto, se hace el también más hombre» precedentes, se deduce que las antropologías «humanistas», es decir
(Gaudium et Spes, n. 41). aquellas que están orientadas a la autorrealización más bien que a la
El agape cristiano revela algo del abandono a esta paradoja divina autotrascendencia, o que buscan una trascendencia sólo egocéntrica o
exigida por la fe y lleva las características del sacrificio de Cristo. Sólo filantrópico-social, más que teocéntrica, son inadecuadas, son insufi-
cientes para comprender y para vivir en modo adecuado la vocación
el amor así vivido realiza la orientación fundamental del ser del hombre:
cristiana.
expresar su libertad en la autotrascendencia del amor.
No intentamos adentrarnos en una discusión particularizada sobre
Lo dicho sobre el agape cristiano sugiere dos consideraciones sobre estas antropologías; mencionaremos sólo las más importantes. En el
la motivación humana. Ante todo, es importante decir que la motivación campo de la filosofía ya recordamos las ideas de Nietzsche, Sartre,
fundamental de la vocación cristiana no puede ser la autorrealización Heidegger, Marx, Comte, Block, Garaudy y Marcuse.
(selfactualization,' selffulfillment) como fin en sí misma; después de En el ámbito de la teología basta indicar la corriente de la «teología
todo, esta comporta una visión antropológica en la que el hombre está de la secularización» con Gogarten, Ogden, Gilkey, Bultman, Robinson,
centrado en sí mismo, y es, por tanto, incapaz de amar e incapaz de Cox y otros teólogos (también católicos). Por ejemplo, Ogden (1966)
recibir amor; está imposibilitado para tener una relación con el otro, afirma «que el hombre y el mundo tienen, en sí mismos, un valor último»
que no tienda a la utilización de este con vistas a la propia autorrea- (p. 44). En general, la teología de la «secu1aridad» se opone a la teología
lización. La motivación fundamental de la antropología de la autorrea- de la autotrascendencia cristiana, ya que tiende a utilizar una visión
lización parece ser la autotrascendencia, pero, en realidad, es el egoísmo subjetiva y antropocéntrica de la relación de Dios con el hombre o,
enmascarado el que se manifiesta en la relación interpersona1 en las como mínimo, no define claramente los límites entre la interpretación
que, las exigencias de autorrealización de los individuos están en con- subjetiva de las verdades reveladas y, su valor como una obligación para
flicto. la existencia del hombre, entre 10 que es «significativo» (<<meaningfu1»)
Muy distinta es la antropología que subyace a la autotrascendencia subjetivamente y 10 que es objetivamente bueno y verdadero para la
del agape. Aquí la motivación es el don total de sí para el bien, todo el vocación cristiana.
bien del otro; en esta relación con el otro el individuo sale de sí hasta Una verdadera autotrascendencia centrada sobre los valores cris-
tianos objetivos y revelados, está también ausente en la psicología psi-
el punto de olvidarse de sí mismo,' donde no se busca la realización de
coanalítica yen la humanista (cf. también pp. 46). Quizás sería con-
sus capacidades o posibilidades particulares; sino que se acoge a la otra
veniente mencionar, algunos de los autores de la corriente humanista,
persona sin reservas, en su totalidad. Así el hombre se realiza a sí mismo, ya que frecuentemente muchos de ellos, son aceptados en los ambientes
en su libertad de auto trascendencia del amor; pero esta autorrealización católicos y cristianos sin las debidas reservas. A1fred Ad1er, Carls Rogers,
es una consecuencia de la autotrascendencia. La antropología cristiana Abraham Mas10w, Erich Fromm tienen una orientación de fondo que
es un personalismo del Tu y del tu, no un personalismo del «yo».
La segunda consideración deriva de la primera: la autotrascendencia 63. El carácter trascendente del hombre está también subrayado por el Concilio
no puede ser un fin último. Si buscamos la trascendencia por sí misma, Vaticano Ir: «La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia, no se
confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político
no sería ni verdadera ni total autotrascendencia, sino otra vez la au- alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona
torrealización como fin en sí misma; esto contradice la cualidad auto- humana» (Gaudium el Spes n. 76).

248 249
es antropocéntrica, o a lo más de una autotrascendencia egocéntrica y e) La autotrascendencia del amor es una transformación en Cristo
filantrópico-social, pero no una orientación hacia los valores objetivos
tea céntricos o cristianos. En la misma línea de valores subjetivos y Hemos hablado repetidamente de la «autotrascendencia del amor».
culturales parece estar la aportación de Allport; para él: «las verdades Estaría bien especificar qué se comprende en esta expresión. Podemos
finales de la religión son desconocidas» (Allport, 1955, p. 98), también sintetizar su significado así: Estar transformados por Dios a través del
se evidencia esto, en un análisis atento de las ideas subyacentes a su Espíritu, en el amor altruista de Cristo. Analicemos más detenidamente
visión sobre lo que es una «vida buena, cristiana y moral» (cE. J. E. los componentes motivacionales implícitos en esta frase.
Dittes, 1971, pp. 86-87). Primero de todo, se presupone que esta transformación es la obra
Estos autores hablan de los llamados «absolutos de sustitución», conjunta de Dios, que de una manera insustituible precede y tiene la
es decir, de valores como el amor, la justicia, la verdad, etc.; pero supremacía, y del hombre que coopera activa y verdaderamente.
los presenta como valores abstractos que, por una parte, son tratados En segundo lugar dicha trnsformación conlleva dos elementos: el
como un absoluto y por otra, tienen al hombre como su medida. desprendimiento de sí mismo y la orientación de la propia existencia
Pero el hombre no es un absoluto; por tanto no se da una verdadera hacia el Otro y el otro.
autotrascendencia, ya que para estos autores, el hombre es el fin y Todos los hombres están sujetos al egoísmo y al narcisismo, de los
la medida de estos. De ahí la posibilidad de un humanismo auto- que tenemos que liberarnos por medio de la obra salvífica de Dios en
suficiente que lleva, frecuentemente, al ateísmo y al Cristo (cE. 2 Cor 5,15), por esto san Pablo dice a los mismos Corintios
antropocentrism0 64 • (1 Cor 6,19) que no deben «pertenecerse a sí mismos» ya que el cristiano
Una posición diferente parece ser la de V. E. Frankl. Para él, la está consagrado a Dios mediante la posesión interna del Espíritu. La
autotrascendencia es la esencia de la existencia humana, y los «sig- transformación interior de la persona ocurre también, por medio de la
nificados» de la vida no están medidos por la esencia humana y por superación del egoísmo, es decir, por una circuncisión del corazón (cf.
tanto, no son fruto de una auto-proyección o de una auto-expresión, Rm 2,29; Ga15,6; Col 2,11; 1 Pd 3,21); en otras palabras, la existencia
sino que son datos objetivos. Sin embargo parece que Frankl no del cristiano constituye un «ofrecer» (prosphora), en el sentido que su
considera que la autotrascendencia vaya hacia los valores objetivos existencia es «transformada» en oferta de sí mismo; el cristiano debe
religiosos y revelados, especialmente las palabras y los ejemplos de realizar un acto de desprendimiento de sí para ofrecerse a Dios (cE. Rm
Cristo. Así, por ejemplo, después de haber dicho que la actualización 15,16)65. Los cristianos <<ya no viven para sí» (cf. 2 Cor 5,15) sino que
de sí mismo sólo es posible como producto secundario de la auto- «imitan» el altruismo de Cristo que no buscó «procurar su propio
trascendencia, Frankl define esta última así: «no se debe confundir interés» (cf. 1 Cor 10,33-11,1; Rm 15,1-3).
esto [la autotrascendenciaJ con contenidos de trascendencia en un La transformación interior de la persona que caracteriza la «auto-
sentido religioso. "Autotrascendencia" se refiere sólo al hecho que trascendencia del amaD>, unido al desprendimiento de sÍ, comporta
cuanto más un ser humano se olvida de sí mismo, y se da, más humano una nueva orientación de la propia existencia hacia el Otro y el otro.
es» (1978, p. 94). En la misma línea están estas afirmaciones (1967, El desprendimiento de sí del cristiano implica toda la vida de fe y de
p. 13 en nota): «Me parece que las distintas denominaciones religiosas agape, por la cual, él se somete al Evangelio. Como vimos, el dinamismo
son parecidas a los diferentes lenguajes. No es ni siquiera posible de la fe se abre en la actividad del agape (Gal 5,6) y, a su vez, esta
declarar, que una de ellas sea superior a las otras». actividad encuentra su expresión adecuada en el amor fraterno (cE. Gal
5,13; 6,2).
En tercer lugar, la transformación en el amor altruista de Cristo,
64. Una crítica de las formas varías de antropocentrismo susodichas, que ter- que caracteriza «la autotrascendencia del amor» de la vocación cristiana
minan en subjetivismo, está ya hecha, tanto en el campo teológico (cf. por ejemplo hay que entenderla más como una transformación del sujeto que am~
los 13 <<temas» declarados «falsos y debilitantes» por los 18 pensadores interdeno-
minaciona1es del «Hartford Appea1>: en Dulles, 1977, pp. 191-195; cf. aquí en 65. Siguiendo a Deidun (1981, p. 100), aquí Ton ethuon de Rm 15,16 es con-
apéndice A), como en el campo psicológico (cf., por ejemplo, Vitz, 1977). siderado un genitivo tanto epexegético corrio subjetivo.

250 251
cristianamente, que como un focalizarse sobre los objetos que ama. Esta
«acción cristiana», de manera que sitúa en primer lugar la disponibilidad
acentuación está implícita en la concepción de san Pablo sobre el agape; a cooperar con Dios, y en Dios, y en segundo lugar los programas de
cuando san Pablo habla de agape, se fija menos en sus objetos que en acción social o el contenido de los programas de acción social. Después
su fuente (Spicq, 1958, 1959, II, p. 235; Lyonnet en de la Potterie y de todo, es verdad que la afirmación: «ama al prójimo como a tí mismo»,
Lyonnet, 1965, p. 231; Lyonnet, 1974, p. 247ss; Deidun, 1981, pp. expresa perfectamente el contenido esencial de las obligaciones cristia-
142-147). La preocupación de san Pablo es por el amor y no por aquel nas aunque se puede interpretar de manera diferente, con contenidos
a quién ama y debe amar el cristiano con tal que su amor sea tea céntrico que no son necesariamente de naturaleza religiosa.
le interesa el corazón que ama, no la identidad del amado; por tanto, Juan Pablo II hablando a los Superiores Generales de las Ordenes
le interesa el hecho que el cristiano ame (y deba amar) con un corazón masculinas (Roma, 24 noviembre, 1978) y citando la Evangelii Nuntiandi
transformado por el amor propio de Dios. Para san Pablo el Espíritu de Pablo VI (Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandz; 1976, n. 69):
consigue su verdadero objetivo en la transformación de la personalidad «Los religiosos, con la misma naturaleza de su ser, se sitúan en el
del cristiano (cf. 2 Cor 3,3.6) con «la circuncisión del corazón según dinamismo de la Iglesia ordenada desde el absoluto de Dios y llamada
el Espíritu» (Rm 2,29). La relación del hombre con Dios no deja nada a la santidad. De esta santidad los religiosos son testigos». El don de
más que desear. sí, para un amor como el de Cristo, es el testimonio más concreto de
Esta es también la perspectiva de Jesús, por cuanto respecta a la la autotrascendencia fundada sobre el ser más que sobre el hacer, tener,
importancia del sujeto frente a los objetos del amor (cf. Lc 1O,29ss). A o hacer para tener, para obtener.
una pregunta sobre los objetos (v. 29b) Jesús responde con una parábola Así podemos comprender la insistencia del Bautista y de Jesús, al
que conduce la atención del que hace la pregunta, desde el objeto hacia principio de su predicación (cf. en los sinópticos, v. g., Mt 3,2; 4,17 y
el sujeto del amor (cf. v. 36). Por ello Lucas (v. 27) presenta el amor par) sobre la conversión interior (metanoia) más que sobre la actividad
de Dios y del prójimo como un solo mandamiento. apostólica exterior; sobre el ser más que sobre el hacer; por ello, sólo
A menudo se presupone, más o menos tácitamente, que san Pablo al final de los Sinópticos (cf. V.g., Mt 29,19-20 y par) se da la misión
pensó en el agape en términos de la discusión moderna sobre el «ho- del apostolado para los Apóstoles. Igualmente, el don de sí debe ser
rizontalismo» y sobre el <<verticalismo» del amor; de esto se concluye un dar lo que se es, más que dar lo que se tiene; nuestra donación debe
la idea que su preocupación fundamental sería por tanto, la de rein- ser como la de Dios, el cual no da lo que le sobra, no da lo que tiene
terpretar «el amor a Dios» de manera que el «prójimo» sustituye a Dios sino lo que es: su misma vida divina; Cristo se hizo pobre y servidor
como objeto privilegiado del agape cristiano. Este no era el pensamiento de los hombres para enriquecerlos, donándoles su ser pobre y siervo.
paulina. Para san Pablo lo que importa es que los cristianos sean com- La vocación cristiana no es sólo una conversión del hombre a los
pletamente altruistas y semejantes a Cristo; esta es la intención primaria designios de Dios en el mundo cuando el hombre afronta activamente
que subyace en sus exhortaciones de amar al prójimo. Para san Pablo, los graves retos del hambre, la ignorancia, la guerra, la injusticia, retos
la santificación cristiana, que conlleva un desprendimiento de sí y una que deben ser afrontados dando lo mejor de sí para contribuir a las
entrega de sí a los otros, es un fin en sí misma (cf. 1 Ts 3,13: Eis to ... » soluciones de los problemas del mundo como Dios quiere. La vocación
para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable cristiana exige también la conversión personal a Dios como disponibi-
ante Dios, nuestro Padre ... »). lidad radical a El, como renuncia total de sí. Sin embargo parece que
Por esto, a diferencia de muchas instituciones filantrópicas o .de el hombre contemporáneo está más insensible a esta segunda conver-
«caridad» que no tienen un carácter religioso, el cristianismo se interesa, sión, que le recuerda su debilidad y la necesidad de una donación de
sobre todo, por la transformación del corazón mediante el abandono amor sin reservas.
personal al Espíritu, al amor de Cristo; el cristianismo está interesado,
secundariamente, en la identidad de los objetos del agape y con el modo f) Vocación a la libertad para la autotrascendencia del amor
concreto con el que éste se manifiesta. La vocación cristiana se focaliza
Cuanto se ha dicho hasta ahora, sobre los componentes motivacio-
más sobre la santidad de los cristianos· que sobre los programas de
nales humanos implicados en la vocación cristiana, podría ser resumido
252
253
en esta frase: Dios llama a lo profundo de nuestro ser, a nuestro «corazón», nales que hemos venido discutiendo. Aquí nos limitaremos a recor-
a la libertad para la autotrascendencia del amor. Esta «llamada» afecta darlas.
a la parte más íntima de nuestro ser, no sólo porque esta sea el resultado El joven rico realizó siempre obras de caridad; pero no estaba
del amor de Dios, de su Espíritu versado en nuestro corazón, sino satisfecho; él expresa el deseo, la exigencia de «algo más»: «¿qué más
también porque esta corresponde a las aspiraciones más profundas del me falta?» (v. 20); existe en él, como en cualquier hombre, el deseo
ser humano; de hecho, como vimos al resumir los fundamentos de la de lo infinito, de relaciones sin límites. Y Jesús (v. 21) confirma que
antropología filosófica (cf. pp. 218-223), la libertad, y la autotrascen- existen cosas más profundas en nosotros que el ejercicio material de
dencia, como presupuestos y fundamentos del amor, son los deseos las obras de caridad, este «algo más» implica ser algo más, implica un
más fundamentales que motivan nuestro ser. Por eso existe una con- cambio del corazón «si quieres ser perfecto» (v. 21).
vergencia provindencial entre las aspiraciones del hombre y la llamada Pero para analizar este cambio, hace falta estar libres para auto-
de Dios, entre los componentes, las disposiciones antropológicas y los trascenderse para el «tesoro en el cielo» (v. 21), es decir, hace falta elegir
componentes, las apelaciones teológicas de la vocación cristiana, entre con todo nuestro ser el amor a Cristo, que implica «seguirlo» totalmente
los anhelos humanos y las invitaciones divinas. Por tanto, la respuesta <<vendiendo todo lo que posees»: es el radicalismo evangélico que ex-
del hombre a estas últimas actualiza y realiza al hombre de manera presa san Ignacio en el tercer grado de humildad (Ejercicios Espirituales,
profunda, ontológica. n. 167): «más pobreza con Cristo pobre, que riqueza, oprobios con
Estas motivaciones, que están en la base de la vocación cristiana Cristo ... que honores ... y desear más de ser estimado por vano y loco
son las mismas que san Ignacio de Loyola subraya en los Ejercicios por Cristo ... que por sabio ni prudente en este mundo». Crecer en el
Espirituales, cuando habla de las disposiciones fundamentales, nece- «tesoro en el cielo» presupone estar libres de nuestras «posesiones»,
sarias para una buena elección: una indiferencia activa, es decir, una de tantas cosas que nos poseen, que son nuestro «tesoro en la tierra»
libertad completa de la voluntad, que siempre busca una perfección y que nos limitan en nuestra autotrascendencia al amor, a la donación
mayor (el «magis»); esto indica el Directorio autógrafo de los Ejercicios total como la de Cristo.
en el n. 17, que para las elecciones, incluso para las decisiones continuas Esta resistencia, esta falta de libertad es un obstáculo a ser lo que
de la vida cristiana exige la «plena disponibilidad de la voluntad» para estamos llamados a ser «perfectos como es perfecto el Padre celeste»
alcanzar «el tercer grado de humildad», es decir, la autotrascendencia (Mt 5,48 y par) es decir, a amar con la autotrascendencia con la que
en el grado más alto de amor por Cristo (Ejercicios Espirituales, n. 167). Cristo amó (cf. los versículos que preceden en Mt 5,38-47); sólo el
Son las mismas disposiciones que Jesús expone en la llamada del hombre libre, es el que puede realizarse a sí mismo, el que puede llegar
joven rico (Mt 19,12-22 unido a 13,44-46, es decir, las dos parábolas a ser lo que está llamado a ser; sólo el hombre libre puede aceptar y
sobre el tesoro del campo y sobre la perla preciosa que están estre- creer que los horizontes propuestos por la Gracia de la voluntad de
chamente unidas al pasaje del joven rico). Martini (1981, pp. 44-53), Dios son mejores que los suyos.
en un comentario sobre este pasaje, recuerda que este no trata de la El prototipo de la vocación cristiana es Cristo; la vocación cristiana
vocación «religiosa» de manera diferente a la vocación común, es decir, es ser como El, una autodonación total. Por tanto, la raíz de la vocación
de la aceptación de los consejos evangélicos como distinta del cumpli- cristiana es la disponibilidad perfecta de la persona. Todos los cristianos
miento de los mandamientos; en este pasaje se habla de la vocación están llamados a seguir a Cristo en esta disponibilidad para ser pobres,
común a los cristianos que, como subrayó el Concilio Vaticano II (Lu- castos, obedientes en la oferta completa de un corazón indiviso y en-
men Gentium, cc. 5 y 6) todos están llamados a la perfección de la tregado sin reservas.
santidad y al celo apostólico por el Reino de Dios. Después de haber Estas tres virtudes sean vividas tanto en la vida matrimonial, como
subrayado la dificultad de exégesis del pasaje, muy difícil de explicar en el sacerdocio, como en otras formas de vida en la Iglesia, o en la
en todos sus particulares; Martini propone una interpretación, que, me vida religiosa consagrada en forma de tres votos, en cuanto son la
parece, en sus puntos esenciales, recuerda las disposiciones motivacio- expresión de la disponibilidad para el don total de sí, se convierten en

254 255
unos medios preciosos66 para crecer en la autotrascendencia del amor; interioridad y de la incomunicabilidad de ambas personas se mantiene;
así por ejemplo, los votos, de por sí, llevan a la persona a trascender de otro modo, ya no se da relación, sólo una situación de dominio o
los valores naturales por los autotrascendentes: a renunciar al derecho de sumisión. Esta alteridad es la que enriquece y hace preciosa dicha
de posesión de los bienes de este mundo para trascenderse en el amor relación. Por tanto, la relación con el otro es apertura al otro, no
de la Nueva Alianza, que deja todo por el «tesoro en el cielo», que dispersión de la propia identidad: «Cualquier relación que uno establece
quiere hacerse pobre para enriquecer a los otros; a escoger la virginidad con otro, (su esse cum afio), cualquier condicionamiento que ésta acuse,
corpórea y espiritual para donar a Dios toda preocupación personal a por parte de la actividad que otra persona o cosa ejerce sobre ella
El sólo (1 Cor 7,32-33) como amor fecundo del que Dios puede sacar (incluso en el caso cuando su esse ab alio se entiende absolutamente
lo que quiera para la redención del mundo; a sacrificar la propia in- como la fundación metafísica de la persona por parte de Dios), la
dependencia, la propia libertad, para trascenderse en la misma libertad persona no sale nunca de la relación consigo misma, por muy fuertes
en la que Cristo se ofreció para la llegada del reino del Padré7 • Las e íntimos que sean los vínculos que la unen a los otros» (Stefanini,
tres virtudes, los tres votos, cuando son vividos, auténtica y genuina- 1967, IV, cl. 1507).
mente, son signos manifiestos de la trascendencia de un individuo en Pero hay algo más. No sólo la persona es un ser en sí, sino es un
otro Tú divino y humano, en un amor altruista que tiene a Dios como ser por sí, es decir, tiene en sí misma su razón de ser. Por esto, la
su origen y objetivo final. persona goza de una «independencia, autarquía y unicidad, de una
incomparabilidad, insustituibilidad, incomunicabilidad y dignidad»
g) La donación total de sí (Endres, 1972, p. 20); por ello no se le puede considerar ni usar como
un medio por parte de los otros.
Si la vocación cristiana es fundamentalmente una llamada a la li- Esta es la norma personalista que está en la base de la contribución
bertad para la autotrascendencia del amor, entonces uno de los aspectos del cardenal Wojtyla (1978b); en su estudio de la moral sexual. Para
principales de esta, es el de la relación de la persona con lo otro, un ello el autor remite al imperativo de Kant: «Actúa de tal modo, para
«otro» que puede ser entendido, o bien como el uso de las cosas en el no tratar nunca a la persona como un medio sino siempre como el fin
trabajo para el Reino de Dios, o como la relación de la persona con de tu acción». Ello traduce en la paráfrasis siguiente:
los otros, miembros del Cuerpo Místico, es decir, con la persona del «cada vez que en tu conducta una persona es el objeto de tu acción,
otro. no olvides que no debes tratarla sólo como un medio, como un instru-
Aquí consideraremos sobre todo esta última relación; y es sólo a mento, sino ten en cuenta el hecho que ella también tiene, o por lo
esto a 10 que podemos llamar propiamente una relación. La relación menos debería tener, su propio fin» (p. 18).
con las cosas o con los animales implica el dominio por parte del hombre Me parece que la norma personalista subraya implícitamente los tres
y sumisión por parte de las cosas o de los animales. Sin embargo, la aspectos centrales que el Concilio Vaticano II proclama en su antro-
relación interpersonal comporta la analogía (en el caso que el otro sea pología. El primer aspecto es que el hombre, al ser imagen de Dios, es
Dios) o la comunidad de naturaleza (con otra persona); en el caso de fuente de toda dignidad; la dignidad grande del hombre está en su ser
la relación personal humana, la persona interviene con su interioridad creado a imagen de Dios y estar llamado a una comunión con El
e incomunicabilidad; y lo mismo ocurre con la persona del otro: una (Gaudium et Spes) n. 12). Entonces, como imagen de Dios, el hombre
relación interpersona1 surge y se mantiene sólo si la alteridad de la debe ser reconocido como tal por toda la humanidad; en efecto, todas
las personas particulares que forman la humanidad son imágenes de
66. Conviene recordar que los tres votos de una profesión religiosa son sólo Dios, y están llamadas a un único y mismo fin: Dios mismo.
valores instrumentales; es decir, medios para conseguir la unión con Dios y vivir el El segundo aspecto central de la antropología de la Gaudium et
seguimiento de Cristo; estos últimos son el fin último, que está expresado en la
fórmula «autrascendencia del amaD>. También los otros estados de vida en la Iglesia, Spes es la afirmación de que el hombre, por su naturaleza social, no
como el matrimonio, tienen un valor instrumental y no terminal. realiza su dignidad en una clausura solipsista, sino en el don de sí que
67. Véase en este sentido el libro de]. Ridick (1983). se realiza en el amor.

256 257
La relación humana interpersonal encuentra su más alta expresión efecto, existe en el hombre una dialéctica de base (d. 7.3.3) entre
en el amor ya sea porque Dios «ha querido que los hombres formasen necesidad y valor, entre deseo emotivo y racional, que forma parte de
una sola familia y se tratasen entre ellos con ánimo fraterno» (Gaudium la tensión normal de crecimiento en el proceso de desarrollo, de rea-
el Spes, n. 24), sea porque en esta unión de los .hijos ?e. ~ios, en la lización de cada persona (Rulla, 1971, p. 143-144). Entonces, centrarse
verdad y en la caridad, se puede encontrar una clerta slmihtud c~n l.a en la propia necesidad mina la tensión de crecimiento hacia el valor;
unión intertrinitaria de las Personas Divinas. Del hecho de la soclabl- pero no porque elimine la tensión, sino porque favorece otra que blo-
lidad de la persona, y de que la sociabilidad se realiza plenamente en quea el desarrollo de la persona hacia el valor (cf. Frankl, 1978, p. 83).
el amor, la Gaudium elSpes, deriva una característica importante de la
En segundo lugar, una motivación centrada sobre la autorrealización
persona humana: «el hombre no puede encontrarse plenamente sino a
está en contra de la fuerza motivante que caracteriza al hombre: la
través de una donación sincera de sí» (Gaudium elSpes, n. 24).
autotrascendencia sostenida por su intencionalidad consciente. El hom-
El tercer aspecto está en el número siguiente (Gaudium el Spes, n.
bre alcanza su autenticidad precisamente en la autotrascendencia (Lo-
25): el don sincero de sí es el elemento dinámico de la persona, que
nergan, 1973, p. 104), pero no por la autotrascendencia como fin en
lleva al desarrollo de la persona y de la sociedad y - viceversa - es «a
sí misma, sino por un fin, por un valor que trasciende al hombre mismo
través de las relaciones con los otros, de los deberes mutuos, del co-
(cf. aquí pp. 132-139).
loquio con los hermanos» como el hombre crec~ en sus dotes, ~ puede
responder a su vocación. Existe una estrecha mterdependencla entre Sólo a través del don de sí para el bien, para el valor personal
el aspecto intrapersonal y el interpersonal del hombre, para responder leocénlrico, del donante y del receptor, se supera la clausura en sí mismos
y vivir su vocación. . ./ y se alcanza la realización de ambos. En otras palabras, es por el amor
Entonces es importante preguntarse ¿cuál debe ser la moUvaClOn, a la persona, como valor en sí misma, no el amor a la persona por
el significado que debe guiar la relación con la otra persona, pa~a que cualquier razón particular; y este valor deriva también del fin de la
esta alcance sus objetivos de perfección de la persona y de la sOCledad? persona. De hecho, como vimos (pp. 132-139), el sentido, el fin ver-
De cuanto hemos dicho, no existe duda que la motivación debe ser la dadero y último del hombre está fuera del hombre, está en Dios. Dios
del don de sí presente en el amor. Pero, ¿qué donación? Ha~ otras ~os es el único ser capaz de llevar al hombre a la completa realización de
preguntas que se suscitan a partir de esta pregunta: ¿para que se reahza sí mismo; esto vale tanto para el donante como para el receptor en la
esta donación? y ¿cuál es la entidad de la donación que se hace? relación. Por tanto, el don de sí del amor, realiza a las dos personas
La primera pregunta suscita el problema de la motivación que d~?e sólo si está motivada por una autotrascendencia teocéntrica, más que
estar en la base del don de sí para que el hombre responda a su vocaClOn egocéntrica o filantrópico-social. La apertura autotrascendente, teocén-
y de este modo se realice a sí mismo. . ./ . trica, del hombre es lo que el hombre debería hacer para realizarse a
Esta motivación no puede ser la de la autorreahzaclOn como fm en sí mismo.
sí mismo. Discutimos ya este problema (cf. pp. 250). La autorrealización La autorrealización es el efecto colateral de la autotrascendencia.
como fin en sí mismo lleva a una relación centrada sobre las necesidades En palabras del cardenal Wojty1a (1974): «Precisamente cuando se
del individuo, que es una relación solipsista que tiene como con~e­ transforma en una donación para los otros, el hombre se realiza más
cuencia la destrucción de la relación con el otro. El aspecto soclal, plenamente» (p. 44). Después de todo, esto es 10 que afirma el Evan-
interpersonal de la relación se empobrece. gelio: «sólo perdiéndonos nos encontramos» (Mt 16,25 y par.) y el
Pero también el aspecto individual, es decir, intrapersonal de la Concilio Vaticano II: ~~el hombre no puede encontrarse plenamente
relación se daña, porque una motivación de autorrealización, por sí sino a través de un don sincero de sí» (Gaudium elSpes, n. 24). Pero
misma, divide seriamente a la persona misma. Sobre todo, porque una el don de sí al otro, para la afirmación de su valor personal, sólo es
relación centrada sobre la autorrealización, es una relación que bloquea posible por una autotrascendencia teocéntrica, es decir, porque la per-
el desarrollo el crecimiento, la realización de la persona misma, ha- sona es imagen de Dios en la totalidad de su ser de criatura (Gaudium
ciéndola col~carse en el círculo vicioso de la propia necesidad. En elSpes, n. 14ss).

258 259

..
Por tanto, «la aporía antropológica» de la que habla Van Balthasar
sÍ» (Gaudium et Spes, n. 24), es decir, siguiendo la indicación del Con-
(1975, p. 730) se resuelve si la renuncia a la propia autorreal~zación cilio, perder la propia vida (Lc 17,33).
encuentra su significado en tomar la cruz por amor, en el morIr para
Es importante señalar que psicoanalistas contemporáneos han su-
vivir (Rahner ~~Self realization and Taking Up Ones Cross», Tbeological
brayado algunos puntos necesarios para llegar a la totalidad del amor.
Investigation;, IX, pp. 253-257) porque «muriendo se resucita a la vida
Kernberg (1976) hablando de la dificultad de la persona narcisista de
eterna» (san Francisco de Asís); todo problema de crecimiento, antes
establecer un amor estable y duradero, indica como elemento funda-
o después, exige una solución religiosa porque «los valores del perfec-
mental del trastorno una «incapacidad de establecer una relación con
cionamiento personal y de la integración social solamente se unen en
el objeto completo» (p. 188); la persona narcisista llega a relacionarse
la resurrección de Cristo» (Van Balthasar 1975, p. 730). El conflicto
sólo con partes del objeto o de la persona humana, con «el objeto
entre las preguntas de la persona y del otro, en la relación entre lo
parcial» (p. 202). La persona en la relación, elige sólo los aspectos del
individual y lo social, entre lo intrapersonal y lo interpersonal no en-
otro (sexo, inteligencia, afecto, etc.) que responden a su deseo; el resto
cuentra respuesta en una aproximación de autorrealización humanista.
de la persona se subordina a este deseo. De ahí la incapacidad de formar
Una perspectiva solamente humanista mantiene una separaci?n insu~
un amor estable y duradero; en efecto, sólo «en el contexto de la
perable entre, lo que es mío y lo que es del otro; la renunCla por SI
capacidad para establecer relaciones con el objeto total, se desarrolla
mismo o por el otro a la autorrealización en la relación con el otro cae la capacidad, tanto de una relación plena, profunda y apasionada, como
o en el masoquismo (para la persona) o en el sadismo (hacia el otro). de una gratificación sexual» (p. 212); y para Kernberg, esta capacidad
Históricamente la acentuación de la persona o del otro (de la sociedad) de una relación personal total, comprende «los valores que esta persona
ha llevado a soluciones no cristianas, o no conformes plenamente al en concreto defiende» (p. 210).
espíritu cristiano: estoicos, epicúreos, maniqueos, jansenistas, etc. Sin Pero, como vimos hablando de la tercera dimensión (cf. 8.4.1),
embargo, el don de sí para una autotrascendencia teo~éntrica lleva a Kernberg se refiere normalmente a los valores naturales más que a los
la unidad en la distinción de lo mío y de lo tuyo, de lo mtrapersonal y autotrascendentes; además, aquí parece que se refiere a los valores
de lo interpersona168 • subjetivos de la otra persona y no a los valores objetivos. A pesar de
La relación con el otro, en la vocación cristiana debe estar motivada esto, subraya la necesidad de una motivación que comporte el don total
por el don de sí presente en el amor. Hemos visto la motivación teo- de sí para poder realizar un amor humano sobre todo en el sentido que
céntricamente autotrascendente que debe originar y sostener este don, no se reduzca al otro, al propio deseo. Una relación que no realice
entonces: ¿cuál debe ser la entidad de este don? La pregunta es im- estas condiciones, es una relación que al menos, de hecho, cae en una
portante ya que siempre existe la posibilidad de retomar para sí lo que dinámica narcisista, y no se basa en la «libertad de autotrascenderse
se intentaba donar al otro, es decir, dar al otro pero considerando en en el amor, en el agape» que, como vimos, constituye el signo de
el otro sólo lo que corresponde al propio deseo. En otras palabras, legitimidad en la relación cristiana.
existe el peligro de caer en la búsqueda de sí, donando al otro sólo Por tanto, se repite también en las relaciones entre las personas la
como nos gustaría que él fuese y no como realmente es. La respuesta misma convergencia entre la antropología teológica por una parte y la
cristiana a este propósito parece ser clara: el don de sí debe ser total, científica y filosófica por otra. Esta convergencia se basa en la dignidad
es decir, con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, y intrínseca a la persona humana. Me parece, que la convergencia de
con todas las fuerzas (Mt 22, 37-39), y debe ser donación «sincera de estas antropologías está presente porque, en el elemento que las une,
el hombre, existen componentes intrínsecos que hacen posible esta
68. Téngase en cuenta que se trata de una autotrascendencia teocé~trica para
convergencia.
un diálogo en el cual la distinción entre las personas es ~ la. vez mantemda y t~as­
cendida. Como en la santísima Trinidad cada persona no ImpIde a las otras ser, smo Esto es cuanto tratamos de mostrar en el esbozo de antropología
-al contrario- da el ser a las otras, o incluso El es este don, así análogamente la presentado en las secciones 7 y 8 y en lo que hasta ahora hemos discutido
persona humana responde a su más profunda vocación (ser a imagen de Dios) cuando en esta sección sobre la vocación cristiana. Podemos afirmar de este
se trasciende a sí misma en el amor a los otros.
modo, que la vocación cristiana es la vocación de la persona humana.
260
261
La vocación cristiana es inherente al ser de la persona según el diálogo y de los datos de diferentes ciencias humanas, la reflexión teológica es
con Dios que es ontológico y existencial. Así el hombre, con la ayuda capaz de percibir, y está llamada a estudiar la diferencia tanto antro-
de la Gracia, descubre su ser de persona, creada por Dios, la vocación, pológica como moral entre la contracepción y recurso al ritmo de ciclo:
esta es una diferencia más amplia y más profunda de lo que normalmente
la llamada para un diálogo con El.
pensamos, una diferencia que comporta dos conceptos irreconciliables
El cardenal Wojtyla expresa este hecho análogamente; «La dignidad de la persona humana y de la sexualidad humana».
de la persona humana está en la base de la vocación del hombre; más Después de todo, el bien moral y religioso no debe ser un bien
aún constituye el contenido esencial y el significado de esta vocación» conveniente a un aspecto parcial, o a un fuerte deseo de nuestro ser,
(1978c, p. 131). Para el cardenal Wojtyla, esto es, según la «concepción sino un bien que es así, simplemente, sin calificaciones. Por tanto, hace
personalista, conforme a la tradición de toda la antropología cristiana, falta considerar a la persona humana en su integridad de estructuras,
expresada en la doctrina del Vaticano II, y especialmente en la Cons- de funciones y relaciones que la componen.
titución Gaudium et Spes. La realidad de la persona es la clave para Podemos concluir esta parte, sobre los elementos teológicos de una
resolver muchos de los problemas humanistas y muchas de las dimen- antropología de la «llamada» de Dios, sintetizándola en los puntos
siones éticas de nuestro tiempo» (ibid., p. 133). siguientes:
Bresciani (1983) aplica el personalismo a la teología de la moral 1) La vocación divina es un llamamiento que llama a la persona
sexual, en un amplio e interesante estudio interdisciplinar dedicado a humana en su totalidad. Esto implica una disponibilidad incondicional
la moral sexual personalista, con la ayuda de la psicología. Esta es una e ilimitada a todo aquello a lo que Dios quiera enviar a quien El llama.
contribución que puede abrir, la aplicación del personalismo, no sólo Estamos por tanto, llamados a la libertad para la autotrascendencia del
a la moral sexual, sino a la moral en general. amor teocéntrico.
De este estudio, al que remitimos para una comprensión ade- 2) Siguiendo el modelo de Cristo, la vocación es un «sí» personal
cuada, es útil subrayar un aspecto pertinente a nuestra exposición: a Dios que después puede usarse de una manera funcional (persona y
la relación sexual, sea genital o no, implica una relación con la to- función no son dos realidades opuestas: Van Balthasar, 1981, p. 23).
talidad real de la propia persona y con la totalidad real de la persona Como Cristo, el cristiano debe hacerse función de la voluntad salvífica
del otro, que no puede nunca reducirse a los objetivos utilitaristas universal del Padre, es decir, la persona del cristiano debe transformarse
en una propiedad de Dios para una donación total al mundo. El aspecto
del deseo. El don de sí se mide sobre la realidad concreta, personal
institucional de la vocación se da en un segundo momento.
y total de la persona humana, que es autotrascendencia teocéntrica
3) La totalidad de disponibilidad de la persona se puede concretar,
en el amor: así se salva la unidad del hombre sin negar sus aspectos en los dos valores objetivos terminales de unión con Dios (haciendo siempre
subjetivos y personalistas. Se ha mencionado la autotrascendencia su voluntad con amor d. Mt 7,21-26 con 1 Jn 5,2), y <<seguimiento de
porque, la antropología sostenida por Bresciani, no es la de auto- Cristo» (amando como El nos amó, Jn 13, 34-35: d. aquí pp. 169-178);
rrealización, sino la de la autotrascendencia como presentamos aquí también en los tres valores instrumentales representados por un corazón
(d. p. 181 y ss) yen publicaciones precedentes (1971, 1976, 1978a). pobre, casto y obediente como el de Cristo. Estos son los cinco valores
Como explica Bresciani, es una antropología muy diferente a la que propuestos repetidamente, de diferentes maneras, en varios documentos
sostiene por ejemplo, el libro de Kosnik y otros (1977) sobre la del Concilio Vaticano II (d., por ejemplo, Lumen Gentium, nn. 42,43,44;
«sexualidad humana». Presbiterorum Ordinis, nn. 14,15,16,17 además de passim en Pelfectae
En la exhortación apostólica sobre la familia Familiaris Consortio Caritatis, como en los nn. 2,12,13,14, yen Optatam Yotius).
(1981), Juan Pablo II (retomando el n. 7 de la Humanae Vitae de Pablo
VI) subraya la necesidad de ver los actos singulares de la persona, 9.3.2. La respuesta del hombre
incluidos los de la moral sexual, en una visión integral, de la persona
humana y de su vocación; por tanto, «no solo [de la] natural y terrena, La «llamada» de Dios es sólo el inicio de la vocación cristiana. El
sino también [de la] sobrenatural y eterna» (n. 32). En el mismo número diálogo entre Dios y el hombre, el encuentro de sus dos libertades, es
él afirma, por ejemplo: «a la luz de la experiencia de muchas parejas, una tarea que dura toda la vida del hombre.

263
262
Es más: el llamamiento divino encuentra ya presente, un terreno Recordemos brevemente las características de las dialécticas y de
que tiene sus condiciones, cualificaciones y reservas, sus condiciona- las funciones propias de la primera y segunda dimensión (d. sección
mientos; recuérdese la parábola del sembrador (Mt 13,1-23); las per- 8.4.1). Se trata de las dialécticas que son «centrales», importantes para
sonas responden con distintas disposiciones (también de origen here- la motivación de la persona. (La definición operativa de ~~central» se
ditario-congénita, familiar, cultural, etc.) a las invitaciones de la Gracia. dará en la sección 9.4.2).
Estamos llamados a la libertad para la autotrascendencia del amor; En la primera dimensión la dialéctica se da entre el yo-ideal (el self
pero ¿Hasta qué punto el hombre es libre para autotrascenderse? Es en cuanto se trasciende tea céntricamente) y el yo-actual (el self en
cierto que Cristo nos ha liberado de la ley (Rm 7,3ss; 8,2; GáI2,4; 21- cuanto trascendido), ambos son prevalentemente conscientes. La per-
31; 5,1-13), del pecado (Rm 6,18-23; ]n 8,31-36) y de la muerte (Rm sona en cuanto es consciente es responsable. Por tanto, esta primera
6,21ss; 8,21) pero, ¿nuestra libertad es completa y perfecta? El espíritu dimensión dispone a la persona a responder a la vocación según la
nos sostiene en nuestro camino de redimidos con la Gracia, pero ¿esto virtud o el pecado. Después de todo ~wirtus est ardo amoris» (San
significa que estamos siempre libres y que somos objetivos en nuestras Agustín); es decir, la virtud es el amor autotrascendente.
elecciones, en nuestras decisiones de ascesis cristiana, de autotrascen- La segunda dimensión se caracteriza por la dialéctica entre otras
dencia teocéntrica? dos dialécticas. Esta dimensión está constituida, en primer lugar, por
En la búsqueda de alguna respuesta, procederemos siguiendo el la dialéctica consciente propia de la primera dimensión; además está
método inductivo ya indicado, pero siguiendo la dirección contraria a constituida por una segunda dialéctica entre el yo-ideal (que es el mismo
la que se siguió en la «llamada de Dios»; en esta, el acento se situaba que se trasciende tea céntricamente, como en la definición de la primera
en Dios, y por tanto se procedió desde el lenguaje teológico hacia la dimensión) y el yo-actual, que es inconsciente y está en contradicción,
temática antropológica, especialmente, de la motivación del hombre. es decir, es inconsistente con la autotrascendencia tea céntrica del yo-
En «la respuesta del hombre» el acento es sobre el hombre y por tanto, ideal. La interacción entre estas dos dialécticas, es la dialéctica que
desde la antropología, ya formulada, se andará hacia el mensaje bíblico caracteriza la segunda dimensión. Esta, en un análisis último representa
correspondiente. el resultado del equilibrio o desequilibrio entre las motivaciones cons-
El esbozo antropológico presentado, sobretodo, en las secciones 7 cientes e inconscientes de la persona. Por tanto aquí la libertad y la
y 8, nos llevó a presentar la existencia en el hombre de tres disposiciones responsabilidad de la respuesta vocacional están limitadas, y lo están,
habituales, de tres dimensiones (cf. 8.4.1) que son tres modos con los en mayor o menor grado, según sea mayor o menor el influjo del
que el hombre puede responder a la vocación. Estas disposiciones, inconsistente sobre el consciente.
contienen fuerzas motivacionales centrales, es decir, importantes para De aquí se sigue que en esta segunda dimensión, la persona responde
la persona. Cada una de las tres dimensiones pueden presentarse, en a la «llamada», no según la virtud o el pecado, sino según un bien que
diferentes grados, en la respuesta del hombre. En todas existe un yo- puede ser prevalentemente real o prevalentemente aparente, según sea
ideal, es decir, la persona (el selj) en cuanto se trasciende en los valores. mayor o menor la influencia del inconsciente que está en oposición a
Parece, por tanto, que el inicio de la respuesta vocacional del hombre, la autotrascendencia tea céntrica (cf. sección 8.5.3). Podemos expresar
hay que buscarlo sobretodo, en la trascendencia de la persona hacia la función de la segunda dimensión desde otra perspectiva, no según
los valores y, como análisis último, más hacia los valores autotrascen- la perspectiva del bien real o aparente, sino desde la del error no
dentes que hacia los naturales; en efecto, se trata de una autotrascen- culpable; de hecho, según la mayor o menor influencia inconsistente
dencia tea céntrica. Ahora bien, los valores autotrascendentes son los del inconsciente, esta dimensión expresa un error que no es culpable
que caracterizan a la primera y segunda dimensión, mientras que los en mayor o en menor medida. Como ejemplo, basta recordar bastantes
valores naturales caracterizan a la tercera dimensión, la de la normalidad de los casos de los llamados «pecados veniales semi-deliberados»; aquí
o de la psicopatología. Por ello sería útil centrar el análisis de la respuesta la libertad y la responsabilidad de la persona están limitadas por el
a la vocación, prevalentemente sobre las dos primeras dimensiones, inconsciente, y se supone que la parte consciente de la persona busca
suponiendo la normalidad de la persona. el bien. (Para otros ejemplos véanse pp. 181-182).

264 265
7 W

t
!I
11
La importancia de la primera dimensión (virtud o pecado) para vivir las almas que cooperan con su aCClOn que es gratuita. Si las almas II
y crecer en la vocación cristiana es obvia. En ella la oposición posible, cooperan con Dios totalmente, es decir, dentro de los límites de su t1
a la autotrascendencia es preva1entemente consciente: por ello, es más libertad, estas son «subjetivamente» santas. Estas dinámicas libres que 1I
fácil de superar, especialmente si se usan los medios apropiados de la median la cooperación con Dios para la santidad subjetiva, son las I1
ascética cristiana. La situación de la segunda dimensión es diferente, y dinámicas conscientes de la primera dimensión. Cuanto hemos dicho I1

necesita una exposición aparte. de la santidad subjetiva, vale también para la eficacia apostólica, que ~
Como ya he indicado en anteriores publicaciones (v.g., Rulla, 1978a,
viene de ella; esta tampoco depende de los dinamismos psicológicos I!''11
pp. 541-542), es necesario distinguir entre, santidad subjetiva y santidad
subconscientes. 1I
objetiva, para ver la influencia que tienen sobre el crecimiento en la ¡I
La situación es distinta en la santidad objetiva. De hecho, cuanto ~¡
vocación las dinámicas psicológicas de la persona (como son las dos
dimensiones). Además, hay que ver la influencia, que dichas dinámicas más grandes sean las fuerzas inconscientes del yo-actual de la segunda
ejercen, también sobre la «eficacia apostólica», que está en relación, o dimensión; que están en contradicción, es decir, inconsistentes con la
ti'
con la santidad subjetiva o con la objetiva. A cada uno de los tipos de autotrascendencia tea céntrica del yo-ideal, menor será la libertad efec- ¡
1i
santidad le corresponde una eficacia apostólica. La eficacia apostólica tiva del individuo para recibir la acción de la Gracia (cf. sección 8.4.2). ki
II
se describe como la manifestación visible y/o la comunicación social Por tanto, se da una dependencia «extrínseca» de la santidad objetiva 1!
de los valores de Cristo. respecto a las disposiciones subconscientes de la segunda dimensión. I!
Esta es diferente de la «eficiencia» apostólica. Esta última tiene que Esta claro que Dios puede superar estas disposiciones, pero habitual-
11
ver con los medios usados para presentar los valores de Cristo; la mente no 10 hace. Como dicen san Agustín (Cont!'" Julianum, 1. V, c. ti
\·1
eficacia, por el contrario, se refiere a los mismos valores que son pre- 14, n. 50, ML 44,813) y Einstein: Dios no es caprichoso, es él quien ¡¡
sentados como fines. Así por ejemplo, una escuela dirigida por religio- ha establecido las leyes de nuestra naturaleza, y por tanto, es lógico [:1

suponer que considere los dinamismos operativos de la personalidad '1


sos, para los jóvenes, que tengan los mejores profesores, y los más
I1
modernos medios de pedagogía (audiovisuales, etc.), pero que forman humana cuando opera a través de la Gracia. Muchos y convergentes
sobre todo a ateos, es una escuela eficiente pero no eficaz. resultados de investigación (Rulla, Ridick, Imada, 1976, p. 213 y 1977, ~j
'1
¿Qué se entiende por santidad subjetiva y objetiva? La santidad pp. 137-138) confirman esta afirmación. l!
subjetiva indica 10 que de facto la persona usa de las capacidades, de Además la segunda dimensión puede afectar indirectamente las dis- I1
las posibilidades libres recibidas de Dios. Por el contrario la santidad
objetiva, está constituída no sólo por las capacidades libres del indi-
posiciones hacia la santidad subjetiva. Un ejemplo ilustrará esta afir-
mación. Tomemos por ejemplo un religioso, que es movido incons- i i

viduo, sino también por las capacidades que no están libres en él y que
podrían estarlo. Por tanto, la santidad objetiva indica las disposiciones
cientemente, por un sentimiento de inferioridad y una necesid8d
inconsciente de dependencia afectiva. Es posible o probable que la
l1
¡¡
a la santidad de un individuo, si todas sus capacidades fuesen libres y inferioridad 10 empuje, por una reacción inconsciente a afirmarse: como !I
ellas usase. La distinción entre santidad subjetiva y santidad objetiva, consecuencia de ello, él puede comprometerse (también por un celo
ii
sólo considera una diferente disposición de la persona a la santidad, apostólico consciente), excesivamente en demasiadas actividades apos- II
no trata el grado de santidad, que es un aspecto muy diferente en el 11
tólicas, que a la larga, pueden reducir notablemente el tiempo de de-
que, entre otras cosas, la acción santificante de Dios está en el centro. 11
dicación a la oración. De aquí se seguirá una situación de debilidad '1
11
Entonces, ¿cuál es la relación de las dinámicas subconscientes con Ir
los dos tipos de santidad, y con la eficacia apostólica correspondiente espiritual en la que el encuentro con una persona del otro sexo puede jr
a cada uno de ellos? Las dinámicas subconscientes no tienen una re- convertirse en un cebo fácil para su necesidad de dependencia afectiva. ifjl
lación directa con la santidad subjetiva69 ; en efecto, sólo Dios santifica Se puede entonces empezar una relación, que puede disminuir los i1-¡
valores vocacionales y conducir o al pecado o al abandono de la vo-
69. Como indica K. Rahner (1964b), en su esencia la perfección no tiene relación cación. Pienso que muchos de nosoiros, hemos visto situaciones pa-
con la cantidad. recidas.

266 267
La influencia de la segunda dimensión sobre la santidad subjetiva a varias razones. Este continúa a los Gá15, 13-14 que utilizamos para
se ha visto en sentido negativo, en el párrafo anterior. En realidad, mi ver «a qué nos llama Dios» en la vocación cristiana; ambas perícopas
experiencia, tenida a través de los coloquios de crecimiento vocacional, forman parte de la parénesis paulina sobre la libertad para amar del
con los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa, indica también cristiano (5, 13-6,10)1°; por tanto Gá15, 16-17 ofrece la ventaja de una
una influencia en sentido positivo. Estos candidatos, en los coloquios continuidad en el contexto desde el punto de vista de los elementos
se hacen más conscientes, más perceptivos de sus limitaciones en la exegéticas. Además este también permite una continuidad lógica para
segunda dimensión, y esto les ayuda a ser más capaces de percibir un estudio sobre la vocación; se pasa de un análisis bíblico de la «lla-
limitaciones en su santidad subjetiva de la primera dimensión, que antes mada de Dios» en la vocación (Gál 5, 13-14; cE. pp. 226-233) a un
sólo percibían vagamente. Como consecuencia de ello, estos se sienten análisis semejante sobre la «respuesta del hombre».
más humildes, más necesitados y deseosos de salvación, más caritativos Finalmente Gál 5, 16-17 ofrece elementos útiles para una antro-
al juzgar a los otros. pología teológica que se refiere a los siguientes puntos:
Finalmente, las fuerzas subconscientes de la segunda dimensión, a) Aunque en grado diverso, existe en cada cristiano una lucha
influyen directamente en la eficacia apostólica. De nuevo, un ejemplo, interior que se manifiesta como inconsistencia entre aquello que él
puede sernos útil para confirmar esta afirmación. Un religioso que, querría ser o hacer habitualmente (yo-ideal) y aquello que él es o hace
supongamos, tiene una santidad subjetiva igual a la de otro religioso, habitualmente (yo-actual); estas inconsistencias son conscientes (como
pero que es menos libre que el segundo, porque está motivado por parte de la primera dimensión) o inconscientes (como parte de la se-
necesidades subconscientes de exhibicionismo y/o de dependencia afec- gunda dimensión);
tiva, transmitirá menos eficazmente la imagen y los ideales de amor b) las inconsistencias inconscientes limitan la libertad efectiva de
altruista propio de Cristo. la persona;
Por tanto, la eficacia apostólica, mediada por la segunda dimensión, c) esta limitación no afecta a la santidad subjetiva, aunque sí a la
depende «intrínsecamente» de sus dinamismos subconscientes. objetiva y a la eficacia apostólica que depende de esta última;
Podemos sintetizar lo que hemos dicho con las siguientes afirma- d) existen, por tanto, dos modos que coexisten en la persona, de
ciones: responder a la llamada a la libertad hacia la autotrascendencia del amor
1) En el hombre existen dos dimensiones, que median su respuesta, de Gál 5, 13-14: uno consciente de la primera dimensión y otro, en
a la acción de la Gracia, en la vocación; éstas son, la primera dimensión parte, subconsciente de la segunda dimensión; el primero implica la
que es una dialéctica consciente, y la segunda dimensión que es una dialéctica de virtud o de pecado (Gál 5, 16); el segundo implica una
dialéctica resultado del equilibrio o desequilibrio entre las fuerzas cons- dialéctica que puede llevar a errores, a limitaciones no culpables, o si
cientes autotrascendentes y las fuerzas inconscientes opuestas a la au- se prefiere, al bien aparente (Gál 5, 17);
totrascendencia teocéntrica. e) esta última dialéctica está presente a pesar de la acción del Es-
2) Parece que, habitualmente, la Gracia no afecta a las fuerzas píritu. Este es el texto escriturístico de la carta a los Gálatas 5, 16-17:
inconscientes sino que actúa sólo a través de las fuerzas conscientes. «Por mi parte os digo: si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción
En otras palabras, las fuerzas inconscientes y no autotrascendentes a las apetencias de la carne. Pues la carne tiene apetencias contrarias
tienden a persistir en su oposición a la autotrascendencia. al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí
Pasando desde las afirmaciones de antropología filosófica y psico- antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais»71.
lógica a una perspectiva teológica, sobre la respuesta vocacional, nos El comentario exegético estará hecho a la luz de las etapas de la
preguntamos, si la Revelación ofrece algunos fundamentos a cuanto se historia de la salvación, que fueron presentadas por Lyonnet en sus
ha dicho.
Continuando y ampliando una publicación anterior (Rulla, 1978a), 70. Para una exposición de la reciente literatura sobre la estructura de la carta
haré un comentario, que no pretende ser exhaustivo, de un texto de a los Gálatas, véase Buscemi (1981).
la Epístola a los Gálatas (5, 16-17). La elección de este texto se debe 71. Biblia de Jerusalén. Bilbao, Desclée de Brouwer, 1980.

268 269
importantes publicaciones de 1966 y 1969; aconsejamos consultarlas tercera etapa de la historia de la salvación (Mussner, 1977, pp. 374-
para una más completa documentación que se refiere también a otros 378; Schlier, 1965, pp. 247-250; Bruce, 1982, pp. 243-245 y Betz, 1979,
comentaristas. Además este comentario utiliza bastantes de los ele- p. 286, el cual ibid., en nota 80 cita también R. Bultmann y Kasemann).
mentos exegéticos ya expuestos para Gá15, 13-14 (pp. 226-233), que Entonces, el hombre de la tercera etapa, el justo animado por el
son pertinentes para una interpretación de Gál 5, 16-17. Espíritu, es por definición victorioso (Gál 5, 16), no ciertamente en
Según Lyonnet (1969, especialmente en las pp. 113-186) en los virtud de lo que él es por sí mismo; sino que «todo lo puedo en Aquel
capítulos 7 y 8 de Romanos, Pablo describe tres etapas en la historia que me conforta» (Flp 4,13). Sin embargo, existe también en él una
de la salvación: lucha interior que se manifiesta tanto en la dialéctica de virtud o pecado
1) El tiempo del paraíso en el que Adán y Eva vivían en la amistad (Gál 5, 16), como en una dialéctica de la persona de forma que «no
divina, no bajo la ley sino en la gracia; hacéis lo que quisierais» (Gá15, 17). Veamos estas dos dialécticas.
2) Desde el primer pecado hasta Cristo, la etapa del hombre caído La primera dialéctica es la que dispone a la virtud o al pecado; esta
(lapsus), «vendido al pecado»; está indicada en 5, 16 especialmente, si se considera junto a los versículos
3) Finalmente, la tercera etapa del hombre redimido (lapsus et re- 13, 15 y 19-25 del mismo capítulo; la oposición Espíritu-carne domina
demptus) por Cristo, el hombre que ha recibido el don del Espíritu. toda la perícopa 5, 16-25. Existe en el hombre una dialéctica que
Gálatas 5, 16-17, no trata de una situación específica de los gálatas, comporta responsabilidad, y que por tanto, implica ser libres y cons-
sino que considera una problemática de validez general, que se refiere cientes.
a la vida en el espíritu (Musner, 1977, p. 374; Schlier, 1965, pp. 247- Como señala Deidun (1981, pp. 78-82) la responsabilidad viene del
250). Además habla del hombre lapsus et redemptus de la tercera etapa imperativo cristiano y está fundada sobre el indicativo, es decir, sobre
de la historia de la salvación (Lyonnet, 1969). Pero, como Lyonnet la actividad del Espíritu, que toma posesión de la personalidad del
documenta ampliamente, esta última no era la interpretación de co- cristiano, en el bautismo (indicativo), le comunica su propio «instinto
mentaristas como san Agustín (a partir de la controversia pelagiana), intencional», de forma que el cristiano no debe resistirse a la actividad
santo Tomás, Lutero; esta última es una interpretación que ha afectado del Espíritu (imperativo). Deidun demuestra la presencia de esta re-
tanto a la exégesis como a la teología, hasta casi nuestros días, para un lación entre indicativo e imperativo en algunos textos de san Pablo: 1
cierto número de teólogos católicos, y especialmente protestantes. Ts, 4, 1-12; Flp 2, 12s; Rm 8, 1-14 (ibtd., pp. 51-80); además, él resalta
La inexacta interpretación de san Agustín, que ha influido en estos (pp. 278-279) que la actividad del Espíritu descrita en Rm 8,13b es
comentaristas, era doble: Rm 7,14-25 y Gál 5, 16-17 se consideran exactamente la misma que en Gál 5, 16-18. Véase también Concilio
paralelos, y se explican en términos del hombre pecador (segunda Vaticano II, Lumen Gentium, nn. 11 y 40.
etapa), antes de la controversia con los pelagianos, y en términos del Por tanto el cristiano debe dejar el egoísmo de la «carne» (Sarx: cf.
hombre justo (tercera etapa) durante la controversia. En realidad, existe Gá15, 19; 1 Ca 6, 9s con 6, 11; Rm 6, 19) y entrar en la esfera del
una diferencia sustancial entre los dos pasajes: en ambos, Pablo dice Espíritu (Gá15, 16.22; Rm 8, 9), lo cual significa vivir el agape, es decir,
que existe una lucha interior en el hombre, pero en Rm 7, esta se el amor tea céntricamente auto trascendente con sus frutos (Gá15, 22).
describe como una lucha de la carne contra la parte superior del hom- En la misma línea de pensamiento, Gálatas 5, 22-25, indica que el
bre, la razón, el nous; mientras que Gál 5, 17, describe una lucha de cristiano recibe el «fruto» como don (los frutos del Espíritu de 5,22);
la carne (entendida como fuerza motivante: Musner, 1977, pp. 375-376 pero es claro que el don (indicativo) impone sobre él, la tarea (impe-
y Betz, 1979, p. 278, con nota 61; o fuerza existencial concreta, Schlier, rativo) de permitir que la actividad del Espíritu se extienda en él; así
1965, p. 249) contra el Espíritu, pneuma (como fuerza que sostiene la mientras esta es totalmente una actividad del Espíritu, es también,
conducta cristiana: Deidun, 1981, p. 75); en Rm 7,14-25 se trata del realmente, la actividad del cristiano (cf. por ejemplo, en Betz 1979, p.
hombre lapsus, pecador, de la segunda etapa (Kasemann, 1973, pp. 287). Dicho de otra manera, existe una tarea que está en relación con
188-203; Schlier, 1965, p. 249; 1977, p. 228-235), mientras en Gá15,17 una dialéctica interior porque requiere el consentimiento continuo de
trata del hombre lapsus et redemptus, incoativamente-justificado de la la libertad humana, para poder permitir que la posesión por parte del

270 271
Espíritu alcance su realización completa: la « ... condición permanente
Estas dialécticas se pueden entender en dos sentidos, que pueden
de gracia está siempre expuesta a la libertad del hombre» (Rahner,
coexistir: no hacer el mal que se desea o no hacer el bien al que se
Theologicallnvestigations 1974, VI, p. 228). De hecho, «incluso un ~on
«aspira». Esta es la interpretación presentada con variaciones de acento,
que ya ha sido dado, está condicionado a la buena voluntad de qUlen
por bastantes autores, como por ejemplo: Burton (1920, p. 302); Sieffert
lo recibe para mantenerlo» (Deidun, 1981, p. 82).
Esta es la tarea que caracteriza la dialéctica que dispone a la virtud (1899, p. 332); Schlier (1965, pp. 248-250); Betz (1979, pp. 279-280);
Bruce (1982, p. 245).
o al pecado. Es la tarea de preservar la libertad cristiana, que está
minada por el poder de la «carne» (d. Betz, ~979, p. 272 con nota ~5): En el primer sentido de no hacer el mal, la dialéctica puede ser la
La segunda dialéctica es la que puede disponer al error, a la hml- que comporta la acción de fuerzas motivantes prevalentemente cons-
tación no culpable o, desde otra perspectiva, al bien real o aparente. cientes. Por tanto, tenemos de nuevo, la dialéctica mediada por la
Esta viene indicada en Gál 5,17: no hacéis lo que quisiérais. También primera dimensión, que dispone a la virtud o al pecado (dialéctica
el hombre lapsus et redemptus presenta una discrepancia, :rna incon- subyacente en Gálatas 5, 16).
sistencia entre su yo-actual y el ideal, entre lo que hace habitualmente, La situación es diferente en el segundo caso, de no hacer el bien
y lo que querría hacer o ser. Esta dialéctica, esta inconsistencia afecta al que se «aspira». En efecto, la dialéctica puede comportar la acción
a la libertad de la persona72 • de fuerzas conscientes (tanto del yo-ideal como del yo-actual) o de
A pesar de que el hombre esté animado por el espíritu, presenta fuerzas prevalentemente inconscientes (al menos del yo-actual), fuerzas
unas limitaciones de la libertad efectiva; su libertad es imperfecta (Lyon- que están en oposición al bien al que se «aspira». En el caso de las
net, 1966, pp. 40 y 65. Betz, 1979, pp. 280-281). Schlier (1965) afirma fuerzas conscientes, de nuevo se puede tener una disposición a la virtud
lo mismo cuando -discutiendo sobre el significado final o consecutivo o al pecado; por el contrario, en el caso de las fuerzas inconscientes,
de la conjunción griega í'na de Gál 5, 17b - dice: «la contraposición sigue faltando una deliberación responsable y por tanto, pecado. Este
carne-Espíritu, que desemboca en el des~o hostil, entre ambos: tien?e es el caso de las dialécticas o inconsistencias de la segunda dimensión,
a obstaculizar la voluntad del hombre, eStlmulada ora por las eXigenCias que como vimos (pp. 178ss), limitan la libertad efectiva de llevar no al
de la carne, ora por las del Espíritu, y a impedir su actuación» (p. 249). bien real, sino sólo al bien aparente, o si se prefiere al error no culpable.
Pero, ¿cuál es la naturaleza de esta limitación de la libertad efecti~a y, Por tanto, estas dialécticas inconscientes, de la segunda dimensión
cuál es la naturaleza de las dialécticas que están en la base de dlCha no son pecado y -como vimos- (d. sección 8.4.1) tampoco patología.
limitación? Algunas breves observaciones sirven pa.ra ~recisarl?. / . Estas son (con las dialécticas conscientes de la primera dimensión) una
En primer lugar, el verbo griego usado para mdlcar «qUlslerals>: de las expresiones de la concupiscencia, que el Concilio de Trento dice
(<<de forma que no hacéis lo que quisiérais») es Thelein y no boulestaz, de haber sido relicta ad agonem, es decir, dejada para la lucha interior;
es decir, una inclinación de la voluntad y no una decisión de la voluntad también incluso en los bautizados (DS, 1515; ver también Gaudium et
(Lyonnet, 1969, p. 147). Debemos añadir que la expresión griega uti- Spes, nn. 10 y 13). Además como se ha visto las dialécticas inconscientes
lizada, (á éan thelete: «lo que quisiérais») al ser condicional, acentúa
pueden afectar a la santidad y eficacia apostólica objetivas, e indirec-
una tendencia dinámica de la voluntad y no una conclusión ya alcanzada.
tamente a la subjetiva; especialmente a causa de su fuerza inconsciente.
Por tanto se trata de una aspiración más que de una decisión; ya que
Después de todo, el mismo Concilio de Trento afirma que la concu-
falta una deliberación responsable, no hay pecado.
En segundo lugar, a partir de la lucha interior entre Espíritu y carne, piscencia, que viene del pecado (pecado original) no es pecado, y sin
se forman en el cristiano dialécticas interiores por lo que él no hace lo embargo inclina al pecado (Sessio V, Decretum de peccato originali, 5,
que «aspira». DS, 1515. Téngase en cuenta que el pecado original se transmite a la
persona no por imitación sino por propagación individual: DS, 1513).
72. Según Betz (1979, p. 279 con nota 65 que cita otros text?s paulinos y Del breve análisis histórico-exegético de Gál 5,16-17 emergen bas-
estudios de varios autores), Gál 5,16-17 presenta «de forma muy concIsa una de las tantes elementos que corroboran las afirmaciones antropológicas que
doctrinas antropológicas fundamentales de Pablo». se querían verificar. También para el cristiano están presentes las dos

272 273
dialécticas que, precedentemente, estaban indicadas por la antropología . El :ex.to trata de una renovaClon espiritual, y por tanto, de un
filosófica (cf. sección 7 y 8, especialmente la 8.4.1). dIscermmIento espiritual de 10 que es bueno, agradable a Dios y per-
En el conjunto de los textos paulinos examinados, se indica la unidad fecto. Esto 10 ~onfirman otros comentadores (Wohlenberg, Bornemann,
funcional que existe entre el ser y el actuar por Cristo. Esta unidad Rossano, Sc~her,. et~.; para más detalles Therrien; op. cit., p. 76) que
funcional, que existe, para el progreso cristiano parece existir no sólo en este ,sentIdo, mdIcan también bastantes puntos que Rm 12,2 tiene
para la dimensión consciente, sino también para la inconsciente; es en comun con Ef 5,8-10 y con 1 Ts 5,19-22. En la misma línea está el
decir, también el ser inconsciente de la segunda dimensión influye -en hecho que se discierne un bien (agath¿m) trascendente, objetivo, re-
notable grado- el actuar y el crecimiento cristiano, ya que este limita velado (d. los numerosos autores citados por Therrien).
la libertad y la auto-posesión, y por tanto, la autodonación. La recta
En los dos momentos próximos, tres términos merecen un breve
intención y el crecimiento vocacional están influenciados por la segunda
comentario en este estudio: el verbo metamorfousthai, nous y tdeion.
dimensión, según las modalidades indicadas antes; su dialéctica in-
En el término «metamorfosis», la transformación se entiende en el
consciente limita la libertad de la persona y su capacidad de respuesta
a la santidad objetiva y a la eficacia apostólica correspondiente. se?tido de. «deja.rse transformar», donde, sin embargo, la acción pre-
El comentario de Gálatas 5, 16-17, indica que el modo de ser de mmente e msustItuíble del Espíritu está unida a la participación activa
la primera y segunda dimensión, puede influenciar la elección y el del hombre (Behm, Michel, Schlier, Schrage, para los detalles, cf. The-
crecimiento vocacional. Visto según los cuatro niveles de operaciones r~ien, op. cit., p. 143). Dicha transformación es un trabajo que dura
conscientes descritos por Lonergan (1973) (d. aquí en la sección 7.3.1) SIempre. y es el amor, (agape) el que estimula a adquirir, la ciencia y el
se podría decir que este modo de ser afecta aL cuarto nivel: el de la tacto ~fmado que permiten discernir 10 mejor (FIp 1,9-11).
decisión y el de la acción (d. fig. 1 en p. 182), ~Ientras que con muchos autores, se puede decir que la transfor-
Refiriéndose a la figura 1, nos preguntamos si en la revelación bíblica ma~lon afecta a todo el hombre, san Pablo indica un aspecto preciso
existe algún fundamento que indique alguna influencia en el modo de segun el cual esta transformación debe efectuarse: la renovación del
ser de la primera y segunda (y alguna vez de la tercera) dimensión, no nous. Schlier (1977) hace un análisis exegético de esta palabra en san
sólo sobre el cuarto nivel, sino también sobre los tres primeros niveles Pablo en general, y en el contexto, y llepa a la siguiente conclusión:
(experiencia, comprensión práctica o i'1sight, reflexión crítica y juicio <<.En~~nces de hecho, nous significa «pensar» o «juzgar», pero con un
de valor) que afectan al proceso de Jiscernimiento y de juicio de valor. slgmftcado .colateral: de un pensar operativo e incluso existencial, que
La Epístola a los Romanos 12,2 puede ser tomada como texto de es la premIsa para tomar una decisión importante» (p. 361). En la
base para buscar alguna respuesta a la pregunta propuesta. mis~a lín~a .está Kasemann (1973, pp. 315-316). Aquí el paralelo con
Romanos 12,2 dice: «y no os acomodéis al mundo presente, antes el dIscerm~lento existencial de los tres primeros niveles de Lonergan
bien transformaos y renovaos en la mente, de forma que podáis discernir como premIsa, al cuarto nivel de la decisión, parece ser notable.
cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada y es perfecto» El tercer .término importante es téleion: discernir 10 que es «per-
(traducido siguiendo a Lyonnet, 1966). fecto». Thernen (1973) CIta muchos comentarios y pasajes de san Pablo
Sin querer entrar en detalles exegéticos (d. para esto, v. g., Therrien, para concluir que téleion «en general, comporta una idea de totalidad
1973, pp. 139-148; Kasemann, 1973, pp. 310-316; Schlier, 1977, pp. d~ in.tegridad, de excelencia, de no-división» (p. 148, en nota; cursiva~
358-362), podemos considerar en el texto tres momentos. Un momento anadIda~). Hay u?a,ex.igencia de la no-contradicción y -de aquí- una
remoto de justificación, en cuanto que el texto habla del hombre re- referencIa a las dIalectlcas, a las inconsistencias de las que se ha hablado
dimido, renovado, y en su proceso de renovación. Dicho momento, a propósito de las «dimensiones». Esta exigencia es más plausible cuan-
tiene su fundamento en los capítulos de la Epístola precendentes (cc. do se usa este téleion, en 1 Co 14,20, para contraponer el juicio del
1-11). Dos momentos próximos: uno de actitud «mental», de juicio, adulto maduro al del niño (cf. también en Heb 5,11-14). Después de
de discernimiento, que a su vez prepara un momento de elección, de todo, como la psicología moderna enseña, existe algo de niño en el
decisión para lo que es bueno, agradable a Dios y perfecto. adulto.

274 275

r
El conjunto de los textos escriturísticos vis:~s, ponen ~n bu.en. fun- Por tanto, «la dignidad del hombre requiere que él actúe según
damento a la tesis antropológica sobre la coneXlOn entre dIscermmIento elecciones conscientes y libres; movido, inducido por convicciones per-
espiritual por una parte, y modo de ser (maduro o no c~. pp. 23~-231) sonales y no por un ciego impulso interno o por mera coacción externa»
de las dimensiones por otra. Con Gálatas 5,16-17, dICho conjunto, (Gaudium et Spes, n. 17; cursivas añadidas). El hombre debe ser en un
indica que el modo de ser de las dimensiones (~l.menos en las ~os cierto sentido artífice de su orientación hacia Dios, aunque esta será
primeras) puede influir sobre el modo de actuar crlSttano (agere sequttur plenamente eficaz, sólo con la ayuda de la Gracia divina. Es cierto que
esse). existe una interdependencia vital entre gracia divina y libertad humana,
Quizá esté bien resaltar que en la perspectiva paulina seguida, el pero también es verdad que la libertad no es sólo ni primariamente un
aspecto interior del hombre es el que cuenta principalmente. ~ste ~s­ don de Dios, también es una conquista del hombre, y - como hemos
pecto está también subrayado indudablemente por la ~~rspect1va CflS- visto- una conquista que afecta a toda la persona, a todo el yo. Sólo
tiana. Después de todo, sólo a través de la trasforma~lOn de! aspe~:o la persona que se posee totalmente, es la que puede ofrecerse totalmente
interior de la liberación de la persona, se hace operatIva la hberacIOn en un don libre y desinteresado al otro (Wojtyla, 1974, p. 43); la
extern;, terrena, social, política, económica, histórica. Como afirma el autoposesión procede simultáneamente con la autodonación.
Concilio Vaticano II: «Es desde el interior del hombre donde muchos Por todo ello, existe una relación entre la vida psíquica del hombre
y su vida espiritual, entendida como santidad subjetiva, como santidad
elementos se contrastan recíprocamente ... , por lo que (el hombre) sufre
objetiva y como eficacia apostólica. Pero ¿qué relación?
en sí mismo una división de la que provienen tantas y tan graves dis-
A menudo, se tiende a dar dos respuestas opuestas a esta pregunta,
cordias en la sociedad» (Gaudium et Spes, n. 10, cursivas añadidas).
y a veces respuestas extremas: no existe ninguna relación entre ellos,
Todas las formas de presencia social y política de los cristianos en ~os
el hombre es práctica y completamente libre, y por tanto, la falta de
problemas de la realidad, de la vida cotidiana, req.~ieren la pre~l~a crecimiento espiritual se debe a una falta de correspondencia con la
esencial de cumplir una tarea, una obra de conversIOn, de formacIOn
Gracia, es decir, es pecado. O bien existe una relación estrecha, casi ~I
religiosa de la propia persona y de las otras. . I1
total por la que el hombre no es casi libre, y por tanto, la falta de ~I
En la misma línea de pensamiento está la parábola del sembrador crecimiento es consecuencia de la psicopatología. ¡il'
(Mt 13, 1-23). Uno de los mensajes de esta parábola es que la res?uest.a Lo que hemos presentado hasta ahora plantea, que hay algo inter-
1

del hombre a la llamada de Dios, presenta toda una gama de dISpOSI- medio entre estos dos extremos: unido a las limitaciones de la primera
11
,
ciones interiores distintas, que varían de una persona a otra; y parec~ría ¡fl
dimensión, hay también (y más fuertes) limitaciones de la segunda ~1
que la aceptación incondicional de la semilla, de la palabra de DIOS, dimensión; pero esta no es ni pecado ni patología, y no suponen una 1
I

por parte de las personas que están en la «tierra buena» no se encuentran II


libertad casi totalmente presente o ausente, sino diversos grados de \1
tan a menudo como nos gustaría pensar. libertad efectiva,. que afectan al aspecto objetivo de la santidad y de la I1
eficacia apostólica. Además esta segunda dimensión, está presente en
9.3.3. Comentarios conclusivos

La visión del hombre en su respuesta a Dios, reclama la misteriosa


belleza y dignidad de la colaboración, de la unión dinámica entre Dios
todos los hombres, aunque en grados y formas distintas. Finalmente,
aún no siendo ni pecado ni psicopatología, esta influye, relevantemente,
en la santidad y en la eficacia apostólica objetivas.
¿Es esto algo nuevo? Parece que no. A este propósito bastará citar,
I
y el hombre, para realizar los «deseos más profu~dos del corazón hu: entre otras muchas fuentes posibles, los textos escriturísticos y de los
mano», que están dirigidos a la autotrascendencla del ~mor ~c~', aqUl concilios aquí vistos que suponen algún fundamento para estas afir-
sección 9.3 pp. 235-238): lo que Dios ofrece no es la ImpOSICIon de maciones.
una ley, sino Su encuentro con la libertad del hombre, de manera que Quizá la aportación de este estudio esté, sobre todo, en sugerir que
este último pueda proceder hacia un desarrollo más pleno de su per- no se puede entender lo que es el hombre, lo que todo hombre es, sin
sonalidad. tomar seriamente en consideración lo que hemos dicho hasta ahora de

276 277 '1


,1

11
II
TI'
II

I1
M
la segunda dimensión. Hay muchos comportamientos humanos que no cientes ~ue .afecta a la san:idad objetiva y.a la eficacia apostólica, y que 1I
se pueden explicar, ni ayudar a cambiar basándose sólo en los niveles pueden mdlrectamente mmar la sant~dad subjetiva. Después de todo l,1i
de racionalidad, o de ideales, o de limitaciones espirituales, o de de- los santos en sus cotidianos y serios exámenes de conciencia intentaba~ II
liberarse también de sus limitaciones preconscientes, que ~ diferencia
11
ficiencias psicopatológicas.
1
Bastará señalar aquí algunos de ellos. El amor entre las personas ,
'

de las inconscientes, pueden ser objeto de evocación voluntaria. Estos


1

humanas no es sólo la expresión y realización de los valores autotras-


1

ejemplos de los santos indican que la santidad subjetiva trata de crecer


cendentes de la primera dimensión, también implica los valores natu- 11
también en la santidad objetiva.
11
rales combinados (aunque subordinadamente) con los autotrascenden- Se me permita a este propósito un inciso. El tratamiento de la fi~!
tes de la segunda dimensión; a menudo dichos valores pueden ser, al libertad en la Gaudium et Spes no hace ninguna alusión a los condi- !I
menos en parte, la expresión de necesidades más o menos subcons- cionamientos psicológicos de esta. El esquema preparatorio del docu- I1
cientes que lleven no a un bien real, sino sólo aparente (cf. sección mento conciliar, discutido entre septiembre y octubre de 1965, en el ~¡
~I
8.5.3). Muchos matrimonios, se mantienen no tanto sobre el bien del n. 15 trataba de la «dignidad natural y sobrenatural de la persona m!
otro, que es proclamado como valor, sino sobre la gratificación de las humana»; pero hablaba de la libertad, sobre todo en tono de defensa 1 :1
~I
necesidades más o menos subconscientes del individuo; de aquí que contra sus adversarios, representados por ejemplo, por «falsas teorías JI
aparezcan inevitablemente egoísmos y antagonismos detrás de una fa- psicoanalíticas», y de su concepción del pecado. 5!
chada de aparente altruismo. Muchas cosas se han hecho en nombre 1I
En este trabajo, manteniendo también semejante reserva frente a ~I
del Concilio Vaticano II, que no están de acuerdo ni con la letra ni ~,
ideas no cristianas, hemos tratado de presentar los puntos de contacto
con el espíritu del Concilio, esto no se debe necesariamente a una falta '1
con las ciencias humanas, que pueden abrir nuevos horizontes pa:."a un
de celo apostólico: sino que entra en acción un componente incons-
camino común. Existen elementos de la antropología científica, psi-
.Ir!
ciente.

I
cológico-social e incluso de la psicología profunda, que son válidos para
Otros ejemplos en la misma línea: muchas personas han dejado su
los aspectos filosóficos y teológicos de la antropología misma. Estas
vocación religioso-sacerdotal, incluso personas que tenían elevadas res-
ponsabilidades de liderazgo espiritual. Los «sufrimientos de crecimien- semejanzas antropológicas pueden constituir la base, a través de la cual
se pueden abrir nuevas vías de colaboración y de integración con dis-
to» experimentados por muchas comunidades religiosas, no parecen
haber estado acompañadas en realidad por un crecimiento. Dar mayor ciplinas sagradas, como la antropología teológica, la teología moral, con ~l
[Ir

libertad y posibilidad de iniciativa a las personas es una buena norma el Derecho Canónico, para las cuestiones matrimoniales, con la espi- 11I
lii
ritualidad, con algunos aspectos de la vida sacramental (el sacramento n!
pedagógica, pero no es suficiente, porque esto no significa hacerles li'
milagrosamente más libres, a pesar de las buenas intenciones. La se- de la penitencia, el simbolismo, etc.) y sobre todo, con la problemática
II[
gunda dimensión permanece en la persona, y sus efectos sobre la li- de la formación sacerdotal y religiosa. Muchas de las publicaciones ,1,

bertad también, pero «el hombre puede volverse hacia el bien sólo en post conciliares aquí citadas, quieren ser una aportación en este camino. ¡JI
la libertad» (Gaudium et Spes n. 17). Sería útil volver a ver, a grandes trazos, el camino recorrido hasta II
l'

La libertad del cristiano es libertad, liberación, don gratuito de Dios, ahora en la segunda parte de esta presentación. Esto nos introduce en
pero también es un objeto de conquista gradual por parte del hombre. la exposición que tendremos a continuación.
Y, como hemos visto repetidamente, es una conquista que implica no Se empezó (sección 5) subrayando la utilidad de unir el tea een trismo
sólo los aspectos conscientes, sino también los aspectos subconscientes y el antropocentrismo en la historia y en la constitución del hombre.
del hombre: existen diversos grados de libertad efectiva (d. 8.4.2). Sólo A! hacer esto se sigue, de manera análoga, el modelo de antropología
la Gracia puede hacer efectiva la Orden:Kión hacia Dios de la libertad que el Concilio de Calcedonia aplicaba a Cristo. La exposición sobre
humana herida por el pecado (Gaudium et Spes, n. 17}. Sin embargo, los elementos dinámicos de base, ha tratado de desarrollar este punto
la persona normal está llamada a colaborar con la Gracia para superar de síntesis de tea centrismo y antropocentrismo, ya sea respecto a las
los obstáculos de la concupiscencia, ya sea en sus expresiones COD"- potencialidades antropológicas, como para su realización. Además la

278 279
exposición considera también el aspecto consciente y subconsciente de del plan de Dios para el hombre; la autotrascendencia hacia el amor
dichos dinamismos (secciones 6 y 7). tea céntrico del hombre, fundada sobre la libertad, es la esencia del
Después se afrontó el problema de la objetivación del sujeto (sec- hombre como «imagen de Dios».
ciones 8 y 9.2); se introdujo una perspectiva personalista de la realidad El camino hasta aquí recorrido, ha tratado los dos primeros, de los
del hombre, tratando de considerar el hombre singular, integral, en la tres pasos metodológicos que describimos en la sección 9.1: presentar
unidad de su yo (selj) motivacional, en relación a su vocación. En otras primero los fundamentos de la antropología filosófica y después, ofrecer
palabras, se ha hecho un análisis antropológico, sin seguir el corte más los elementos de la antropología teológica que convergen, con dichos
bien clásico y metafísico de la «constitución óntica de la imagen de fundamentos filosóficos hacia una antropología de la vocación cristiana.
Dios», que fue propuesto por la Gaudium et Spes, especialmente en los Falta entonces el tercer paso: considerar a la vocación cristiana según
nn. 12-1773 • También, tomando dicha aproximación como presupuesto una antropología científica, y más concretamente, según una antropo-
fundamental, se prefirió seguir la otra aproximación que también ha logía de psicología social. Con ello se intenta obtener varios objetivos.
seguido la Gaudium et Spesj el enfoque motivacional que parte de la Sobre todo mostrar, que los elementos psi ca-sociales de la vocación se
experiencia que el hombre tiene de sí mismo, y de la realidad que lo fundan sobre y están de acuerdo con los fundamentos filosóficos, y con
circunda, para encontrar en los fundamentos metafísicos del hombre los elementos teológicos, los cuales son convergentes con los funda-
mismo algunas respuestas a su búsqueda, a sus aspiraciones, en una mentos filosóficos.
palabra, a su «vocación». Las realidades más metafísicas de los nn. 12- En segundo lugar, queremos proceder de un modo más pastoral en
17 de la Gaudium et Spes, están en la parte siguiente del documento el estudio de la vocación cristiana; siguiendo así la invitación del Con-
conciliar, en la experiencia que el hombre hace de su vida en la co- cilio Vaticano II: «en la atención pastoral, se debe conocer suficien-
munidad de hombres y en el mundo. temente, y hacer uso no sólo de los principios de la teología, sino
Finalmente (sección 9.3.1) pasamos a analizar esta <<vocación», estas también de los descubrimientos de las ciencias profanas, en primer
exigencias y aspiraciones del hombre, a partir de las «intenciones de lugar de la psicología y sociología, de modo que también los fieles sean
Dios sobre la vocación integral del hombre», intenciones que están conducidos a una más pura y madura vida de fe» (Gaudium et Spes, n.
desveladas y esclarecidas por la fe (Gaudium et Spes, n. 11). De hecho, 62, cursivas añadidas). Esto significa traducir en hechos existenciales
como dice el mismo documento conciliar, sólo esta comprensión es la tanto las capacidades fundamentales del hombre, subrayada por la an-
que guía al hombre hacia soluciones plenamente humanas: la motivación tropología filosófica, como su actualización obrada por la Gracia. Por
del hombre se reconduce a su fuente divina; una antropología que tanto, se intenta considerar individuos concretos en situaciones socio-
quiera respetar verdaderamente la dignidad del hombre debe hacer culturales específicas, y considerarlas bajo los aspectos existenciales de
esto, porque «por efecto de la corrupción del corazón humano (los la vocación, tales como por ejemplo la respuesta inicial de la persona
valores) no raramente están trastocados en su correcta ordenación, por a la «llamada divina», el crecimiento o no en la vocación y la eficacia
lo que tienen necesidad de purificarse» (Gaudium et Spes, n. 11). La apostólica correspondiente, la perseverancia o no en el compromiso
exposición (9.3.2) sobre la respuesta del hombre a la llamada de Dios vocacional asumido. Esta traducción pastoral en hechos existenciales
según las varias «dimensiones» motivacionales ilustra este último punto debe respetar las estructuras o leyes de fenómenos que son más bien
del documento conciliar. propios del saber científico, más que del pensamiento filosófico (salvado
Hemos visto que nuestra aspiración connatural, también es la vo- siempre el primado de la Gracia). Después de todo, la filosofía antro-
cación a la que Dios nos llama, y viceversa; nuestra vocación ontológica pológica debe pasar a través de la ciencia antropológica para conocer
a la libertad para la autotrascendencia del amor es nuestra vocación y ayudar a la persona concreta en sus experiencias de vida vivida.
teológica," el sentido último de la vida del hombre, es el sentido último Finalmente se intentará avanzar en el proceso de objetivar al sujeto,
al individuo singular, en cuanto sea posible entenderlo en su indivi-
73. Véase para esta presentación de la Gaudium et Spes la exposición de Als- dualidad concreta e irrepetible; se continúa por tanto, lo tratado en la
zeghy (1966). sección 8.

280 281

.....
Siguiendo los tres pasos mencionados, es decir, las tres perspectivas e) estas nuevas nociones e hipótesis son aceptadas como válidas si
antropológicas (filosófica, teológica y de psicología social), se procederá son capaces de explicar y/o predecir un número suficiente de sucesos.
según un orden, que se podría llamar deductivo: que va desde consi- Este último punto, el e), trataremos de desarrollarlo en esta parte,
deraciones generales de la metafísica de la persona, y de antropología según una perspectiva de antropología psico-social de la vocación cris-
teológica, a los modos específicos de la actuación individual. Pero debo tiana, que tiene su fundamento y matriz en las perspectivas de antro-
decir que esta secuencia del presente trabajo utiliza una secuencia de pología teológica y filosófica anteriormente vistas. Como estudiamos,
estudio de la vocación cristiana que ha seguido un orden contrario. estas dos últimas perspectivas son convergentes. En la parte que seguirá,
Mis primeros esfuerzos para estudiar la vocación fueron hechos trataremos de subrayar que dicha convergencia puede extenderse, aná-
siguiendo un método inductivo-empírico o inductivo-existencial. Los logamente también a una antropología psico-social de la vocación. Ade-
trabajos de 1967 y 1971 son el fruto de observaciones en el modo más se pasará de los principios filosóficos y teológicos sobre la naturaleza
de actuar, y de las experiencias vividas individualmente: personas de la vocación, a su aplicación existencial según las distintas disposicio-
nes motivacionales propias de los diversos individuos; se podría decir
con vocación sacerdotal o religiosa, laicos de religión católica. De
que se pasa de saber qué es Pablo o Juan como cristiano a quién es
hecho, partí de la observación en el actuar, de pocas personas, para como cristiano.
proceder, más tarde, inductivamente a conclusiones generales sobre Así los resultados de las observaciones, y de los datos empíricos y
la vocación, es decir, sobre la motivación subyacente a los hechos existenciales propios de la psicología social, pueden ser iluminados en
existenciales de la vida vocacional: inicio, perseverancia o no, eficacia su significado por la ascesis cristiana; ya que estos son valorados e
apostólica o no. Como consecuencia de ello, formulé una teoría psico- interpretados a la luz de una adecuada visión del hombre, de sus valores,
social de la vocación (1971); por lo que conozco esta ha sido la de su libertad.
primera formulación ofrecida. Las hipótesis presentadas en la teoría,
se verificaron en la investigación subsiguiente (Rulla, Ridick, Imoda,
1976), y que recibió en Bruselas en 1976 el premio quinquenal de la 9.4. Perspectivas de antropología-científica: aspectos psico-sociales
Comisión Internacional de Psicología Religiosa Científica.
En comparación con estas aportaciones anteriores, el presente tra- Los principales objetivos de esta sección se pueden resumir en dos
bajo procede ulteriormente, en el estudio de la vocación cristiana, pero puntos, a los que les corresponderán dos partes en el tratamiento:
tiene un nivel de indagación nuevo y más amplio, que introduce la a) Recordar brevemente, el cuadro general de la antropología psico-
noción de las tres dimensiones y lo hace según tres perspectivas antro- social relevante para la vocación cristiana tal como ha sido ofrecido en
anteriores publicaciones (Rulla, 1971; yen parte Rulla, Ridick, Imoda,
pológicas: filosófica, teológica y psico-social. Este desarrolla las ideas
1976, y Rulla, Imoda, Ridick, 1977), y ampliarlo sobre la base de las
presentadas embrionariamente en una publicación anterior (1978a).
nociones de la antropología filosófica y teológica aquí expuestas (cf.
Las fases sucesivas de estudio de la vocación descritas tratan de secciones 7,8 y parte precedente de la 9);
satisfacer las exigencias del método científico descritas, por ejemplo, b) Aplicar este cuadro general a algunos aspectos importantes de
por Lonergan (1958, cap. 2) y por Wyss (1973, pp. 443-447). Dichas la vocación cristiana: inicio, perseverancia o no en ella, mayor o menor,
exigencias se concretan en los pasos siguient~s: crecimiento en la vocación y eficacia apostólica.
a) recogida de observaciones y de datos.
b) formulación de una teoría con sus proposiciones e hipótesis que
9.4.1. Algunas premisas
hay que verificar;
c) verificación de las hipótesis mediante la investigación.
Una mejor comprensión existencial de la vocación cristiana puede
d) formulación de nuevas nociones e hipótesis, que ulteriormente ser favorecida por una aproximación, en parte ya propuesta anterior-
pueden confirmar las anteriormente verificadas; mente (Rulla, 1971), como «teoría de la autotrascendencia en la con-

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283
,
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sistencia» y verificado con los datos de investigación (1976). Esa era JI!
1

remos: estos m:diadores ?sico.-~ociale~, son estructuras del yo (selj) (v.


1

una teoría psico-social; por tanto sólo consideraba las disposiciones ft


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psico-sociales que son afectadas por la acción de la Gracia divina, único g., el Ideal de SI en una sltuaclon partIcular de la vocación). j1

origen de la vocación (para el problema de la acción recíproca de la Formular los «mediadores psico-sociales», es decir, las estructuras R
~
actividad divina y humana, véase la sección 9.3.1 pp. 234-238). Inten- del ~o (selj) subyac~nt~s en las distintas fases a las vocaciones, comporta I
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taremos elaborar y extender ulteriormente los elementos de dicha teoría. reahzar las generahzacl0nes de psicología social; estas generalizaciones !

El término «teoría» es usado en sentido científico, por tanto, como


una contribución que no está en oposición sino en relación con la praxis.
son un p:so ulterior hacia.una .objetivación del sujeto concreto, un paso
qu~ ~e a~~de en. l~s ya dIscutIdos en la sección 8. Es obvio, que esta
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11

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Como tal teoría, esta debe verificarse en los hecho y redefinirse cons- obJetlvac~on es hmltada; de hecho, el hombre concreto es irreductible II
e mepetlble;. ade~~s la ~xperiencia religiosa de fe de las personas
tantemente en función de los hechos que trata de explicar. Este es el
significado de la palabra teoría del diccionario Grand Larouse: no un concretas es mdefmlble. Sm embargo, como se verá, existen esquemas
I
«conocimiento especulativo ideal, independiente de las aplicaciones» (patterns), configuraciones motivacionales que caracterizan e influen-
sino un «conjunto de reglas, de leyes organizadas sistemáticamente que cian, en parte, los momentos más importantes del camino vocacional.
sirven de base a una ciencia, y que dan explicaciones a un gran número Se ha hablado de un camino vocacional. En realidad la vocación
de hechos». cris.tiana, ta:nbién es un proceso de desarrollo, de adaptación psico-
Entonces, lo que intentamos conseguir, es una visión más o menos sOClal, qu.~ tIene un punto de partida y que tiende a un punto de llegada.
completa y comprehensiva del hombre, más que el estudio de algunas La vocaClOn es una llamada desde lo que uno es a lo que quisiera ser.
tendencias psicológicas distintas y aisladas (como los resultados de Por tanto, también bajo una perspectiva psico-social se encuentra aná-
algunos test psicológicos) que después, se unen arbitrariamente. Ade- l?gan;~nte, la dialéctica de base, vista en las perspectivas teológica y
más, tratamos de integrar esta visión psico-social del hombre, con las fl10softca de un yo que se trasciende (yo-ideal) y un yo que es trascendido
visiones antropológicas, filosófica y teológica presentadas en las dos (yo-actual), desp~és de t~do, la vocación se injerta sobre un terreno ya
secciones precedentes: 9.2 y 9.3. En dichas secciones, se vio la conver- formado por las mfluenclas de factores psico-sociales de herencia fa-
gencia entre la acción inmediata y mediata de Dios, en su diálogo milia, educación, etc., que son el punto de partida de la ascesis de la
vocacional con el hombre, y lo que él siente como aspiraciones, como trascendencia vocacional. Más aún, a veces, la vocación es una con-
motivaciones fundamentales en su respuesta a Dios. versión, ya que llama a una revisión radical de posiciones anteriores.
Queremos ampliar, pues, este discurso, y ver si las disposiciones Al presentar las ideas ya expuestas en los libros anteriores me
psicosociales de la «teoría de la autotrascendencia en la consistencia» limitaré a recordar las ideas claves. Lo mismo se hará en las cuestiones
pueden converger, con las visiones de la antropología filosófica y teo- ya discutidas en este libro, y que son una nueva aportación o una
lógica de la vocación, y cómo puede ser esto.
elaboración ulterior, o una clarificación de 10 escrito en las publi~aciones
Haremos esto mediante un análisis sobre las distintas fases y aspectos
precedentes (cf. secciones 7 y 8). Se remite al lector a dichas fuentes
de la vocación: inicio, crecimiento, eficacia apostólica, perseverancia,
p.ara l~s d.efiniciones, justificaciones o explicaciones, y para las opera-
según las tres perspectivas:
1) de la «rev.elación» inmediata y mediada de Dios al hombre (cf. clonahzaclOnes de los diferentes conceptos. Lo mismo se diga para
p.223), muchas de las aplicaciones e implicaciones de las ideas expuestas aquí.
2) de las motivaciones humanas últimas, es decir, de las motivacio- Para una mejor comprensión, el lector puede acudir al glosario que
acompaña a este libro.
nes filosóficas (en general, generales y abstractas), que son activadas
por la «revelacióh» divina (v. g., la autotrascendencia, el amor), y Esta presentación, no considera, directamente, la «tercera dimen-
3) de las psicodinámicas psico-sociales, específicas y concretas que sión» (cf. sección 8.4.1, pp. 167-174), es decir, de la normalidad-pa-
median las disposiciones dialogales del hombre en relación con la «re- tología. En efecto, 'por una parte el discurso se refiere a la vocación, y
velación» divina y con las motivaciones filosóficas últimas. Como ve- por lo tanto, a la pnmera y segunda dimensión que se abren a los valores
autotrascendentes mien1.ras que la tercera dimensión no se abre signi-
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285
ficativamente a ellos (cf. 8.4.1); por otra parte, no se intenta aquí discutir casto y obediente, como el de Cristo. Por tanto, hablamos de auto-
las influencias posibles de la patología sobre los procesos vocacionales. trascen~encia h~cia los valores aut.o-trascendentes (morales y religiosos)
Alguna indicación a este propósito, se hará cuando sea oportuno. en senudo estncto, como algo dIferente a la autotrascendencia hacia
los valores naturales (cf.8.2.2).
La «libertad para la auto-trascendencia del amor» compromete en
9.4.2. La teoría de la auto-trascendencia en la consistencia
el sentido de «deberías» (cf. pp. 138-139 y 1~4-176) a toda la pers~na,
a todo el yo. Este yo fue presentado en las seCCIones 7 y 8. Será suficiente
A) Cuadro general de la teoría recalcar sus constituyentes esenciales; éstos comprenden: estructuras
contenidos y dialécticas. '
El mensaje central
El mensaje, la aportación central de la teoría de la auto-trascendencia Las estructuras
en la consistencia puede resumirse en una frase: salvado el primado y
la precedencia insustituible de la gracia divina, los dinamismos, las Debemos considerar, por lo menos, las siguientes estructuras:
fuerzas psico-sociales del hombre, conscientes y subconscientes74 , influ-
yen en la libertad hacia la auto-trascendencia del amor, y así, pueden Yo ideal
afectar al proceso vocacional en distintos grados y modos.
- Ideales institucionales (lI): Se trata de la percepción por parte
En el libro de 1971 [traducción española: Ed. Atenas], vimos cómo de la persona de los ideales que la vocación cristiana propone, a los
las fuerzas psico-sociales se distinguen en tres tipos: las fuerzas intrap- que quieran ser miembros de la comunidad cristiana. Los Ideales Ins-
síquicas propias del yo, de la personalidad de cada individuo; las que titucionales comportan distintos roles o comportamientos tal y como
proceden de la presión de los grupos con los que se vive; y las ligadas son concebidos y percibidos por el individuo (cómo yo percibo los
a la influencia ejercida por las instituciones de las que se forma parte. valores propuestos); por tanto, dichos roles, no corresponden, nece-
Aquí nos limitaremos a considerar el primer tipo de fuerzas, de psi- sariamente, a los roles tal y como son propuestos por la «revelación»
codinámicas, y se hará una breve indicación más adelante sobre los dos cristiana, o por las instituciones religiosas; así, por ejemplo, un ideal
últimos. institucional de una persona hacia la obediencia, puede ser, al menos
La expresión «libertad para la autotrascendencia del amor», como en parte, el resultado de la presión social o de grupo (Allen, 1968) o
se usa en la teoría, debe entenderse en el sentido de lo que ya expresamos una proyección de percepciones subjetivas.
en el punto b) de la sección 9.3.1 (pp. 224-263, especialmente 246- - Ideales Personales (IP): son los ideales que el individuo escoge
263). Esta se puede sintetizar en los tres puntos presentados (p. 263), p~ra sí mismo, es decir, lo que él querría ser o realizar siguiendo estos
que tenían el origen y fundamento de su fuerza, en los valores objetivos ideales. El yo-ideal, que comprende los ideales institucionales (lI) y los
y revelados: los dos valores finales de la unión con Dios (haciendo ideales personales (IP) se puede describir como «el yo-ideal-personal-
siempre su voluntad y con amor, cf. Mt 7, 21-26 con 1 Jn 5, 21) y del en-situación» (IP-lI).
seguimiento de Cristo (amando como Jesús nos ha amado, Jn 13,34-
Yo Actual
35), junto con los tres valores instrumentales de un corazón pobre,
- Yo Manifiesto (YM): es el concepto de sí, el conocimiento que
74. Aquí se usan los términos subconsciente e inconsciente de forma intercam- la persona tiene de sí misma y de sus actos, lo que ella piensa ser o
biable. Hablando propiamente, el subconsciente está constituido tanto por el pre- hacer habitualmente75 •
consciente (cf. p. 56) como por el inconsciente. La distinción más precisa entre
preconsciente e inconsciente se ha mantenido al hacer la investigación ya mf:ilcionada 75. En la investigación realizada (Rulla, 1967 y Rulla, Ridick, Imoda, 1976), se
(1976, cap. 3). Los resultados de dicha investigación (1976 y 1978) indican que el ha llegado a conocer los contenidos del n, IP e YM de la persona usando un único
porcentaje de preconsciente generalmente presente en una persona no es grande; la y mismo cuestionario en el que el individuo debía responder a cada pregunta según
mayor parte del subconsciente está constituida por el i.;::onscip!1te. los tres aspectos de n, IP e YM (cf. apéndice e).

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- Yo Latente (YL): se trata de las características de la personalidad menos, cinco valores autotrascendentes que se pueden considerar como
que pueden revelarse a través de los test, o de otros instrumentos de el substrato objetivo de los roles a los que aspira un cristiano; unión
tipo «proyectivo». En general, estos instrumentos proyectivos revelan con Dios (haciendo siempre su voluntad con amor), seguimiento de
aspectos reales de la persona, que pueden ser diferentes a las carac- Cristo, y un corazón pobre, casto y obediente a la luz del ejemplo de
terísticas que la persona piensa o le gustaría tener. El Yo Latente indica Cristo. Se trata de valores objetivos y revelados que superan las normas
lo que soy sin saberlo; por tanto, éste expresa las características de la de hecho, que son concebidas por los individuos o por la comunidad
personalidad de las que el individuo no tiene conocimiento y que fre- cristiana en las distintas culturales o ambientes sociales.
cuentemente son diversas de las características que el indiv.i~uo piensa Estos cinco valores se consideran como términos últimos de refe-
que posee o le gustaría poseer. rencia para «la autotrascendencia del amor» propia de la vocación
- Yo Social: es el Yo tomado como objeto social. Este sólo se ha cristiana. Por ello éstos se toman como criterios discriminantes para
considerado indirectamente en este libro. dos valoraciones:
1) Clasificar las necesidades y las actitudes del hombre como di-
Los Contenidos sonantes o neutras respecto a la vocación cristiana.
Los Contenidos son los valores, las necesidades y las actitudes es- 2) Operacionalizar, es decir, hacer posible una verificación de in-
pecíficas. Estos fueron discutidos en 7.2, 8.2 Y 8.3.1. vestigación, queda para individualizar la presencia efectiva de las con-
Se trata de los contenidos de las estructuras anteriormente descritas. sistencias o inconsistencias vocacionales. Este segundo punto lo veremos
El yo-ideal o en cuanto se trasciende, el yo que al individuo subjeti- después, hablando del carácter estructural de la teoría.
vamente le gustaría ser o Hegar a ser en una determinada situación. Veamos el primer punto. Formulado ten 1971 (d. V.g., p. 72 Y
Está constituido por el conjunto de los ideales, es decir, por los valores tabla III en la p. 85) este aspecto de la antropología psico-social de
y actitudes propios de cada persona. El yo-actual::> yo en cuanto ES la vocación fue confirmado por la investigación (1976 Y 1978) en las
trascendido, el que la persona subjetivamente expresa ser, conscien-· que son utilizados catorce necesidades/actitudes (el Apéndice B); éstas
temente (Yo Manifiesto) o subconscientemente (Yo Latente) compren- se dividieron en dos partes, según el criterio de los cinco valores
de las necesidades y las actitudes 76 • indicados; siete fueron consideradas disonantes o no neutras para la
Al estudiar los valores (cf. 8.2) se distinguió entre valores naturales vocación, y las otras siete fueron consideradas neutras o menos
y autotrascendentes en ambos tipos de valores entre objetivos y sub- disonantes 77 • Veamos dos ejemplos, éstos quieren mostrar que al-
jetivos. Además como se dijo anteriormente (p. 263), existen, por lo gunas necesidades/actitudes son disonantes, es decir, incompatibles
con, por ejemplo, los dos valores de obediencia y de pobreza «re-
76. Es importante indicar que, en las investigaciones realizadas, con vistas a velados» por Cristo; mientras que otras necesidades/actitudes son
una mayor precisión (que evitase tanto la ambigüedad de las necesidades y de los
valores hacia la autotrascendencia como el hecho de que las actitudes puedan de·
neutras o compatibles con los mismos valores (obviamente se habla
pender funcionalmente de los valores o de las necesidades o de ambos) en la valo· de necesidades disonantes que son demasiado fuertes en el conjunto
ración psicoinétrica de las consistencias-inconsistencias de la primera y segunda de la dinámica total de la persona).
dimensión no se han medido las necesidades y valores, sino la actitudes (expresadas
por sumas de actitudes específicas propias de la persona) en relación a las estructuras
del yo-ideal y yo·-actual. Después de todo, las actitudes median entre la generalidad 77. Necesidades/actitudes vocacionalmente disonantes (entre paréntesis van los
de valores o necesid,'.des y la especificidad de las situaciones existenciales. Por lo términos usados por Murray, 1938): agresividad (aggression), castidad o necesidad
tanto, en la investigación el yo-ideal está constituido por las actitudes del yo (se!/) de gratificación sexual (sex), desconfianza de sí (abasement), evitar el riesgo (harm
en cuanto tiende a trascenderse, mientras. que el yo-actual está formado por las avoidance), exhibicionismo (exhibition), dependencia afectiva (succorance), humil-
actitudes del yo «p!/) en cuanto es trascendido. En tales términos se dene que leer dad-orgullo (defendence).
la tabla III en la p. 85 de la publicación de 1971 (tabla 1, p. 87 en 1975), donde Necesidades/actitudes vocacionalmente neutras: éxito (achievement), afiliación
«necesidad» alude a las actitudes ·del YO-actual, y «actitud» se refiere a las actitudes (affiliation), ayuda a los demás (nurturance), conocimiento (understanding), domi-
del yo-ideal. nación (domination), orden (order), reacción tras el fracaso (counteraction).

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La necesidad/actitud de éxito 78 (salir de alguna situación difícil, En la investigación, las catorce necesidades/actitudes indicadas, fue-
superar los obstáculos y alcanzar una posición elevada, sobresalir, etc.), ron descubiertas en los individuos a nivel consciente e inconsciente.
o la necesidad/actitud de reacción (superar un fracaso a través de un Para el nivel consciente, se siguió el cuestionario indicado en la nota a
nuevo intento, borrar una humillación empezando desde el principio, pie de p. 217; dicho cuestionario es una modificación (Rulla, 1967) de
dominar las propias debilidades, reprimir el miedo, etc.) pueden ser un test elaborado científicamente por Stern (d. las numerosas publi-
compatibles con la obediencia. Al contrario, la obediencia parece ser caciones pertinentes citadas en Rulla, Imada, Ridick, 1977, p. 24 o
menos compatible con la necesidad/actitud de agresividad (superar bru- Rulla, Ridick, Imada, 1976, cap. 3) que ha traducido exactamente en
talmente una oposición, devolver un insulto, atacar, denigrar, censurar, términos mensurables el sistema de Murray (1933).
ridiculizar con maldad, despreciar y calumniar), o con el orgullo ex- Para el nivel subconsciente, se usaron dos test proyectivos (Test de
presado por la necesidad/actitud evitar la inferioridad y defenderse (evi- Apercepción Temática o TAT, y Rotter FIR; cf. en el Apéndice B), que
tar las condiciones que podrían llevar a una humillación, ocultar o fueron interpretados según las definiciones dadas por Murray (cf. Apén-
justificar un delito, un fracaso, una humillación, etc.). dice B) y según las perspectivas del yo-actual (lo que se es o se hace)
(A propósito de los dos ejemplos, se puede ver la diferencia entre del individuo. Así se han podido comparar los dos niveles, consciente
la afirmación de sí, con una connotación de agresividad presente en la y subconsciente, según las conceptualizaciones discutidas en la publi-
necesidad/actitud, definido por Murray como «agresividad», y la au- cación de 1976, p. 30ss.
sencia de esta agresividad en necesidades/actitudes como el «éxito» o
la «reacción»).
Lo mismo ocurre con la pobreza; ésta es compatible con la nece- Las dialécticas del yo
sidad/actitud de afiliación (trabajar junto a otras personas, compartir La llamada a la «libertad para la autotrascendencia del amor» que
beneficios, bienes, conocimientos, etc.); o la necesidad/actitud de ayuda caracteriza a la vocación cristiana, y que se sintetizó en los cinco valores
a los demás (dar afecto a una persona sin recursos y satisfacer sus de unión con Dios, seguimiento de Cristo, etc.; compromete no sólo a
necesidades, socorrer a un sujeto en peligro, alimentar, ayudar, ete.). las estructuras y a los contenidos del yo, de la persona, sino también
Al contrario, la pobreza parece menos compatible con la necesi- y sobre todo, a las dialécticas de dicho y079.
dad/actitud de dependencia afectiva (atraer o buscar objetos protectores, Entre las dialécticas que parecen ser fundamentales para una an-
aceptar favores sin vacilación, adherirse estrechamente a un apoyo, etc.) tropología psico-social de la vocación, existen las que se definen como
o la necesidad/actitud de exhibicionismo (tratar de llamar la atención consistencias o inconsistencias (1971). Como veremos a continuación,
poniéndose en el centro, vanidad en el vestir, llamar la atención par- éstas se constituyen o por el acuerdo (consistencia) o por la oposición
ticipando en viajes o actividades mundanas, etc.); o la necesidad/actitud (inconsistencia) entre el yo-ideal y el yo-actual, sobre un aspecto es-
de evitar el peligro, el sufrimiento (buscar las situaciones más fáciles y pecífico de la persona.
confortables para evitar situaciones que pueden ser incómodas o pe- Algunos ejemplos servirán para presentar, concretamente, este con-
ligrosas, tomar costosas medidas de precaución para evitar el dolor, el cepto de consistencia o inconsistencia vocacional.
daño físico, etc.). Ciertas actitudes nacen por, y están al servicio de los valores. Así
la tendencia a ayudar a los otros, puede encontrar su origen en la caridad
78. Las definiciones de necesidades/actitudes referidas aquí se remontan al cristiana y expresar esta caridad. Pero también puede suceder que las
sistema desarrollado por H. Murray (1938, pp. 152-226) que presenta definiciones
muy precisas elaboradas atentamente, fundadas en numerosas contribuciones teóricas
actitudes positivas aparentemente, pueden tener motivaciones poco
y empíricas (Jackson, 1970, p. 67; Wiggins, 1973, p. 410). Téngase en cuenta que compatibles con el vivir la «autotrascendencia del amor» cristiano. Así
cada una de las necesidades/actitudes es definida por Murray en términos de una
serie de posibles expresiontCs a c;ue la misma puede llevar. Para ver la diferencia 79. Dichas dialécticas vocacionales son la expresión de la dialéctica de base del
entre una necesidad y una actitud, cf. en este volumen la sección 8.2.1; ejemplos de hombre, es decir, de la tensión que existe en cada persona humana entre su yo como
esta diferencia en Apéndice C. trascendente y su yo como trascendido (cf. sección 7.3.3).

290 291
la ayuda a los demás cuando está motivado por un deseo de ser ayudado ~nraizado en. una necesidad subconsciente de autonomía agresiva, de
posteriormente, o por una tendencia a la dependencia afectiva, ya no llldependenCla. En este caso habrá una oposición entre los valores o
es una actitud que está al servicio de un valor como la caridad, es decir, actitudes manifi~stos por una 'par~~, y. neces~dades subconscientes por
al servicio de una «autotrascendencia del amor», sino una motivación otra. La presenCla de esta motlVacIon lllconsIstente, tiende a formar un
que depende más bien de la necesidad de ser ayudado y satisface esta yo-id~al de sumisión que est~, en contradicción con el yo-actual sub-
necesidad; el individuo da, pero para recibir, proclama, declara que conSClente o latente de rebehon; en tal caso, se da una inconsistencia
quiere «estar con los otros, ser para los otros», pero, a fin de cuentas, inconsciente.
este valor aparente expresa, sobre todo, la necesidad que tiene de recibir Como demuestran distintas investigaciones (Tannenbaum, 1967
algo de ellos. 1968; Brock, 1968, que reseña las investigaciones de Mc Guire 1960'
Una persona así motivada tenderá a tener como yo-ideal el de «dar», Brock y Gra.nt, 1963; Co~en, Gre.enba~m y Mannson, 1963), u~a per~
que está en oposición, en contradicción con el yo-actual de «recibir»; sana puede Ignorar, no solo la eXIstencIa de estas inconsistencias (esto
en tal caso, la persona está en una situación de inconsistencia, de ocurre cuando son inconscientes), sino ignorar también la tensión a
disarmonía. Recordar que el yo-ideal es siempre consciente, expresa lo ellas asociada y las actividades emprendidas para resolver o para es-
conder la inconsistencia.
que la persona querría ser o hacer. Por el contrario, el yo-actual puede
Además, la observación psicológica revela la consistencia o incon-
ser consciente (yo manifiesto) o subconsciente (yo latente); si el yo-
sistencia entre el yo actual y el yo ideal de una persona, basándose
actual es consciente, y está en contradicción con el yo-ideal, se tiene
sobre los cinco valores citados, como últimos términos de referencia
una inconsistencia consciente; pero si el yo-actual manifiesto (cons- como parámetros normativos para «la autotrascendencia del aman>;
ciente), está de acuerdo con el yo-ideal, mientras que el yo-actual latente por tanto, las consistencias-inconsistencias están presentes a pesar de
(subconsciente) está en contradicción con el yo-ideal, entonces se tiene la diversidad de contenidos o de presentaciones que las instituciones
una inconsistencia inconsciente. o los grupos vocacionales adoptan, como normas de hecho para estos
El caso es diferente si el yo-ideal y el yo-actual están de acuerdo, cinco valores, o que los individuos asumen como sus ideales. Esto
no están en contradicción en lo que atañe al ayudar a los demás como prepara al lector para que se dé cuenta del carácter estructural de este
un servicio propio de la caridad cristiana; en este caso, hay una con- modelo teórico; dicho carácter lo presentaremos a continuación.
sistencia, una armonía, que de nuevo puede darse con un yo-actual Los elementos de antropología psico-social presentados hasta aquí
prevalentemente consciente (y entonces se tiene una consistencia cons- sobres las estructuras, contenidos y las dialécticas (consistencias-incon-
ciente) y/o un yo-actual prevalentemente subconsciente (y entonces se sistencias) parecen estar confirmados en su validez por los resultados
tiene una consistencia inconsciente). Para aclarar estas posibles com- de las investigaciones publicadas. Bastará citar dos: los que indican la
binaciones, véase la figura 2, en la p. 229. influencia de las consistencias-inconsistencias, especialmente subcons-
Podemos considerar otro ejemplo para ilustrar una inconsistencia cientes, sobre el abandono de la vocación, y los que indican la influencia
inconsciente. Como indican nuestras investigaciones (1976, 1977) a me- sobre la posibilidad o no de crecimiento en los valores y en los com-
nudo, los novicios de instituciones religiosas y los seminaristas, se atri- portamientos vocacionales; esto es válido para los dos sexos, y fue
buyen a sí mismos, en los cuestionarios auto descriptivos (que presentan estudiado en cuatro condiciones ambientales diferentes (1976 y 1977,
posibles ideales personales y motivos para entrar en la vida religiosa o cap. 9, hipótesis 2,4 y 6).
en el seminario), ideales, es decir, valores y actitudes específicas de la
vocación religiosa y sacerdotal. Así un novicio que manifiesta poseer Las tres dimensiones
una actitud de deferencia propio de la obediencia, demostrará que tiene
valores como «hacer mi deber», y «tener buenas relaciones con los Intentemos ampliar el cuadro general crpuesto hasta ahora, aña-
demás», pero él puede estar empujado, obligado a recurrir a tal actitud diendo nuevos datos a las publicaciones antf,riores.
de deferencia y de obediencia precisamente para defenderse de su Uno de los puntos de la antropología de la vocación cristiana que
espíritu de rebelión, en él inaceptable y fuertemente reprimido, muy faltaba por clarificar, en dichas publicaciones, era la distinción entre

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psicodinámicas propias de los procesos de la vocación cristiana, y psi- El proceso de simbolización li


codinámicas que no están directamente relacionadas con dicha vocación.
Por tanto, era necesaria una visión más amplia, más completa de an- Una segunda aportación se refiere al proceso de simbolización del
tropología filosófica, y -al mismo tiempo- de una antropología que hombre. En efecto, el sistema motivacional del hombre favorece y pone
pudiera estar integrada tanto con una antropología teológica como con obstáculos en la respuesta a la «llamada» vocacional, no sólo como
una antropología científica psico-social de la vocación cristiana. consecuencia de sus posibles influjos sobre la libertad y, por tanto,
Es lo que hemos tratado de hacer, considerando la presencia de las sobre la autotrascendencia para el amor de la persona, sino también
tres dimensiones en el hombre. Para ver su formación, sus características porque dicho sistema, en su tender hacia Dios, está mediado por los
procesos de simbolización. Después de todo, la llamada divina a la
estructurales y sus tres horizontes, se remite a una primera formulación
vocación, tiene lugar a través de un complejo conjunto de simbolización,
germinal (Rulla 1978a) y sobre todo, a la sección 8.4 de este estudio.
representados y favorecidos por narraciones (v.g., la Biblia), por ritos,
Aquí será suficiente decir que ha sido posible diferenciar desde una por mitos y por símbolos, incluidos los que están presentes en las
base teleológica y axiológica, inherentes a la naturaleza humana, las relaciones interpersonales.
psicodinámicas que caracterizan a la vocación cristiana, de las que sólo Una discusión sobre la mediación del proceso simbólico fue ofrecida
están, indirectamente relacionadas con ella. Las primeras están cons- en la sección 8.5. Recordemos solamente que se distinguieron dos tipos
tituidas por la primera y segunda dimensión, que tienen más explíci- de símbolos, presentes 'en el diálogo vocacional:
tamente como horizontes los valores auto trascendentes (morales y re- 1) Los dos símbolos polares, es decir, el hombre con sus valores
ligiosos); las segundas están representadas por la tercera dimensión, la subjetivos, etc., por una parte; y Dios, los valores objetivos, las otras
de la normalidad-patología, cuyo horizonte esta formado, prevalente- personas, etc., por otra.
mente, por los valores naturales. Así las dialécticas vocacionales de la 2) los símbolos como elaboración (symbols as performance), expresan
primera y segunda dimensión son distintas (aunque no separadas) de el tipo de relación que existe entre los dos polos (o símbolos polares),
las dialécticas de la psicopatología de la tercera dimensión. Además, o más concretamente, el tipo de elaboración de la relación existente
dentro de las dialécticas vocacionales, las de la virtud o el pecado de entre los dos polos.
la primera dimensión son distintas (aunque no separadas) de las del En las secciones 8.5.2 y 8.5.3 se indicaron bastantes aspectos del
bien real o aparente (error no culpable) de la segunda dimensión; esta influjo de los símbolos sobre el proceso de autotrascendencia teocén-
distinción recuerda, en parte, y análogamente, la diferencia en el hombre trica, propia de la «autotrascendencia del amor» de la vocación cristiana.
de la primera y de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales de Para no repetir, subrayaremos sólo algunos puntos.
san Ignacio de Loyola. Símbolos y asociaciones de símbolos tienen su significado solo si se
colocan en el todo de la experiencia existencial, de la motivación hu-
Además vimos (d. pp. 263-270) las relaciones e influencias que la
mana.
primera y segunda dimensión pueden tener sobre la santidad subjetiva
En segundo lugar, existen tres tipos de mediación simbólica, tres
y objetiva, como también ~obre la eficacia apostólica, en cuanto que tipos de símbolos (de los procesos primarios, de la cultura y de la
ésta está en relación con los dos tipos de santidad. Esta exposición nos cultura religiosa) que análogamente repiten la apertura a la autotras-
ha permitido considerar también otro punto importante de la antro- cendencia presente en las tres dimensiones.
pología de la vocación cristiana: la influencia que estas tres dimensiones En tercer lugar, el proceso de simbolización puede dar una con-
pueden ejercer sobre la libertad del hombre, que es un factor funda- tribución progresiva o regresiva a la autotrascendencia teocéntrica del
mental de la vocación cristiana vista como llamada «a la libertad para hombre; ya que existe una relación entre las dialécticas de las tres ~
la autotrascendencia del amor» (d. secciones 8.4.2, 9.2.2 Y 9.3.2). dimensiones y el proceso de simbolización. Concretamente, dentro de
Las tres dimensiones permiten un paso ulterior hacia la objetivación las dialécticas de cada dimensión, y por medio de ellas, tienen lugar
del sujeto concreto. procesos de simbolización (simbolización-elaboración) que son progre-

294 295
sivos o regresivos en relación con la auto trascendencia, y por tanto, dimensión, si existen interferencias de ésta con dicha autotrascenden-
también para la autotrascendencia teocéntrica hacia el amor, en el caso cia). Como se verá después más detalladamente la madurez la da el
de la primera y segunda dimensión. Expliquemos brevemente remi- grado de no contradicción o de contradicción existentes entre el yo-
tiendo al lector a las páginas citadas en el presente estudio para una actual y el yo-ideal, en las diferentes dimensiones.
más completa presentación y ejemplos. Por esto podemos entender que la primera y segunda dimensión
Sobre la base de las investigaciones anteriores (Rulla, Ridick, Imoda, pueden favorecer o no la autotrascendencia para un amor teocéntrico.
1976, pp. 378-380) hace falta distinguir dos tipos de consistencia: las no Una simbolización regresiva de la primera dimensión puede estar pre-
defensivas y las defensivas. Ambas consistencias son prevalentemente sente en el caso del pecado, mientras que una simbolización progresiva
conscientes, pero están libres de la influencia del inconsciente de di- puede estar presente en el caso de la virtud; una simbolización regresiva
ferente manera: las no defensivas están libres de la influencia del in- de la segunda dimensión es 10 que san Ignacio de Loyola llama bien
consciente, mientras que las defensivas están muy influenciadas por aparente y viceversa, una simbolización progresiva es un bien real.
éste. De hecho estas consistencias son «defensivas» precisamente por- En cuarto lugar, es posible que la misma persona tenga un símbolo
que son una defensa que el sistema motivacional de la persona se crea polar progresivo, y un símbolo como elaboración que sea regresivo; es
para reducir el influjo de una inconsistencia inconsciente. Por ejemplo, decir, es posible que la persona proclame valores e ideales autotras-
una persona empujada por una inconsistencia inconsciente que la hace cendentes para la vocación (símbolos polares subjetivos), pero después
sentir inferior (y por tanto tiene gran necesidad de desconfianza de sí no los viva completamente como tales (símbolos como elaboración).
mismo o abasement) tiende a superar la inferioridad creándose una Los dos tipos de símbolos pueden coexistir en el mismo individuo sin
consistencia defensiva de «éxito» que la lanza a actuar para sobresalir. que la persona 10 advierta, porque el símbolo regresivo, en cuanto que
Por tanto, en último análisis, las consistencias defensivas son expresión es inconsciente, se le escapa.
de inconsistencias inconscientes; por ello se consideran como a estas En quinto lugar, para favorecer las elecciones, decisiones o acciones
últimas en lo relacionado a su función dinámica; de hecho en la dinámica vocacionales (como hemos visto arriba), las simbolizaciones progresiva
de la persona desempeñan una función defensiva o utilitaria más bien y regresiva pueden actuar como elementos de expectativa. Es decir, una
que de expresión de los valores: cf. 8.3.1 (nuestras investigaciones, 1976, persona confiere a valores, personas o a cosas significados que actúan
1977, confirman la validez de esta interpretación: d. en el capítulo 9), como expectativas, que en general favorecen a la autotrascendencia, si
las hipótesis 2, 4 y 6, que han sido confirmadas por los resultados de éstas derivan de consistencias no defensivas, mientras que estarían, en
las investigaciones). general, contra la autotrascendencia si provienen de consistencias de-
De todo ello se derivan dos consideraciones importantes: fensivas y/o de inconsistencias.
1) las consistencias no defensivas son las estructuras de la persona En sexto lugar, el proceso de simbolización también es un factor
que tienden a simbolizar, de manera progresiva, autotrascendente, que permite una cierta objetivación del sujeto.
mientras que las consistencias defensivas y las inconsistencias son las
que tienden a simbolizar de una manera regresiva, no autotrascendente;
2) las consistencias no defensivas son las únicas que forman la Tipos de consistencias o inconsistencias intrapsíquicas
primera dimensión, mientras que las consistencias defensivas, aún te-
niendo las características estructurales conscientes, propias también de El modelo teórico completo presentado en 1971 distingue cuatro
la primera dimensión pertenecen a la segunda (o la tercera) dimensión tipos generales de consistencias o inconsistencias intrapsíquicas, basán-
ya que actúan como inconsistencias inconscientes. dose en la naturaleza de las relaciones que pueden existir entre los
Sin embargo hay que subrayar que la entid(ld del uso progresivo o valores finales e instrumentales, las aptitudes y las necesidades.
regresivo del proceso simbólico hacia la autotraÍlcendencia teocéntrica, Se parte de un presupuesto importante: que los verdaderos valores
depende de la mayor o menor madurez que la persona posea en la cristianos, vocacionales, están siempre presentes, de algún modo en la
primera y segunda dimensión (yen algunos casos también en la tercera conciencia de quien inicia un camino en la vocación cristiana; si éstos

296 297
estuvieran ausentes, lo que es altamente improbable, la fuerza de las demás. Sus aptitudes agresivas son consecuencia de una o dos com-
inconsistencias sería, evidentemente, todavía mayor80 • Un segundo pre- binaciones posibles, existentes en el sistema motivacional de la persona:
supuesto, que ya vimos (cf. p. 146), según el cual, los valores y las o bien de una inconsistencia inconsciente de agresión que puede coe-
necesidades tienen una fuerza motivante más grande que la de las xistir con la consistencia psicológica consciente de la ayuda a los otros,
aptitudes, y por tanto, tienden menos a cambiar; esto es particularmente de la caridad de la que hemos hablado; o bien de la coexistencia en la
cierto para las necesidades, inconscientes (cf. pp. 114-127). persona de dos tendencias opuestas sobre la agresión: una sostenida
Describamos brevemente los cuatro tipos; se trata de dos tipos de por una inconsistencia inconsciente, y otra por una consistencia cons-
consistencias y de dos tipos de inconsistencias. Las consistencias se ciente, que es una «consistencia defensiva» (cf. en p. 296 la descripción
caracterizan porque los valores y las necesidades van de acuerdo, no de las «consistencias defensivas» que remite también a los datos de
están en contradicción entre ellas, sin embargo, en la inconsistencia investigación que confirman estas interpretaciones).
existe una contradicción entre los valores conscientes y las necesidades 3) Inconsistencias Psicológicas (IP): cuando una necesidad sub-
inconscientes. Téngase en cuenta que cada consistencia o inconsistencia consciente está en desacuerdo con los valores y con las aptitudes. Por
es definida en términos de una única variable como, por ejemplo, ejemplo, cuando una persona tiene una necesidad subconsciente de
«éxito», «dependencia afectiva», etc., de modo que una persona puede dependencia afectiva, de ser «ayudado por los demás», y esta ne-
tener estructuras diversas en diversas áreas de su personalidad (como cesidad es incompatible con las aptitudes y valores que proclama,
la primera o la segunda dimensión). orientados más bien en una dirección opuesta (ayudar a los otros).
Estos son los cuatro tipos: Este individuo, que aparece exteriormente como un «buen» cristiano,
1) Consistencia Social (CS): cuando una necesidad es compatible y por tanto, socialmente adaptado, es psicológicamente inconsistente;
con los valores y también con las aptitudes del individuo. Esta necesidad es decir, su «fachada» de ser bueno está minada por una necesidad
puede ser consciente o subconsciente. Por ejemplo, una necesidad de inconsciente; puede compararse a un gigante con pies de barro. En
«éxito» puede estar conforme con un comportamiento generoso de efecto, este tipo de persona manifiesta generalmente una tendencia
conseguir, orientado hacia la realización de la caridad. Esta consistencia externa más o menos grande a ayudar a los otros; pero su «dar» por
se llama «social» porque el individuo está socialmente bien adaptado, medio de los valores y de las aptitudes externas, está en último análisis
que es lo contrario que sucede en el otro tipo de consistencia. al servicio de una necesidad más o menos inconsciente de «recibir»,
2) Consistencia Psicológica (CP): cuando una necesidad consciente en una palabra: da inconscientemente para recibir; así su «dar» es
o subconsciente es compatible con los valores, pero no con las aptitudes muy frágil, porque depende de «recibir» y está en función de ello.
de los individuos. Así, la necesidad de ayudar a los otros puede estar 4) Inconsistencia Social (IS): cuando una necesidad subconsciente
de acuerdo con el ideal de la caridad, pero la persona desarrolla, cons- está en desacuerdo con los valores de la vocación cristiana, mientras
cientemente o no, aptitudes contrarias, por ejemplo, aptitudes agresivas. que las aptitudes obedecen a las necesidades más que a los valores.
Aunque está mal adaptado socialmente, este es fundamentalmente, es Por ejemplo, una necesidad subconsciente de depender afectiva-
decir, psicológicamente consistente en lo que atañe a la ayuda a los mente, de ser ayudado, que crea aptitudes no conformes a la vocación.
Este individuo es inconsistente no solo psicológicamente, sino tam-
80. Se pueden considerar al menos las cuatro siguientes posibilidades en las
personas que ya se han comprometido o que pretenden comprometerse en la vocación
bién socialmente.
cristiana: 1) los verdaderos valores cristianos están presentes; es decir, los valores A propósito de los dos tipos de inconsistencia psicológica y social,
subjetivos de la persona corresponden a los valores del yo-ideal como debería ser y, es importante resaltar, que es relativamente fácil para una persona pasar
por lo tanto, son consistentes con los valores objetivos (cf. pp. 138-139 y 174-175); de un tipo a otro. La inconsistencia psicológica y la social son equi-
2) el individuo tiene el deseo, la aspiración de tener dichos valores o ideales cristianos
(cf. p. 121); 3) el sujeto tiene falsos valores cristianos; es decir, valores subjetivos
valente en lo que se refiere a las dos fuerzas motivantes más grandes:
(que él mismo pudo haber creado) inconsistentes con los valores objetivos; 4) los necesidades inconscientes y valores, que están en contradicción entre
valores ideales de la vocación cristiana están conscientemente ausentes. El presu- sí. Estas inconsistencias difieren sólo en una fuerza motivante menor:
puesto que se acepta aquí considera presentes las dos primeras posibilidades. las aptitudes. Las aptitudes pueden unir sus fuerzas o con los valores

298 299

L
(inconsistencias psicológicas) o con las necesidades (in~~nsistenc~as so- para la motivación y, por tanto, en la dinámica global del individuo
ciales). El ejemplo más evidente de este hecho apareclO en la v1da de ¿cuáles son los elementos que hacen «centrales» algunas consistencia~
las congregaciones religiosas, donde muchos de los miembros más «ob- o inconsistencias de la persona para adquirir una función significati-
servantes» (por inconsistencia psicológica) antes del Concilio Vaticano vamente importante para ella en relación a su perseverancia y a su
II se han transformado frecuentemente después del Vaticano II en los crecimiento en la vocación cristiana?
m~s «rebeldes» (por inconsistencia social). Los factores cruciales que determinan la centralidad de una con-
Podemos resumir los cuatro tipos de consistencias o inconsistencias sistencia o inconsistencia, a menudo se han presentado en la literatura
intrapsíquicas diciendo que para diferentes aspectos de la personalidad psicológica, pero como unidades separadas, sin preocuparse de su
(v.g., ayudar a los otros, dependencia afectiva, agresividad, etc.) un interdependencia y convergencia en la formación de un único proceso
individuo puede estar: adaptado psicológica y socialmente, como en el dinámico. Además, estos factores no han sido vistos y valorados en
caso de la consistencia social; o adaptado psicológicamente y mal adap- función de la motivación teleológica y axiológica propia del hombre,
tado socialmente, como en el caso de la consistencia psicológica; o mal de su tendencia a la autotrascendencia en general, y a la autotras-
adaptado psicológicamente y adaptado socialmente, como en el caso cendencia para el amor teocéntrico en concreto.
de la inconsistencia psicológica; o, finalmente, inadaptado psicológica Resumiremos aquí los conceptos presentados más detalladamente
y socialmente, como en el caso de la inconsistencia socia18 !. en otro lugar (Rulla, 1971) para permitir la integración de dichos
Estos cuatro tipos de consistencias-inconsistencias son polo de factores en un cuadro dinámico, que tiene a la autotrascendencia
referencia muy útiles; en efecto, en ellos las consistencias y las in- para el amor teocéntrico como punto de referencia.
consistencias son centrales por su naturaleza, es decir, funcional-
mente significativas para el conjunto de la motivación de la persona, 1) Un atributo del yo, del self puede determinar una consistencia
y por tanto, para su adaptación y desarrollo en la vocación cristiana. o inconsistencia funcionalmente significativa, si es importante para
En la vida concreta encontramos estos tipos, aunque también tipos alcanzar los fines vocacionales que la persona se propone, por ejem-
intermedios82 • plo, no ser destructivamente agresivo es considerado importante
La combinación de las consistencias e inconsistencias centrales cons- como ideal (yo-ideal) de vida cristiana.
tituyen la primera y segunda dimensión, según las modalidades descritas 2) El mismo atributo (p. ej., la agresión destructiva) debe ser de
en la sección 8.4.1. Estas consistencias-inconsistencias que constituyen importancia central como objeto de atracción o de repulsión afectiva
la primera y segunda dimensión son dialécticas centrales. Estas tienen por parte del yo actual de la persona. Esta importancia central (o
su matriz, repiten y expresan análogamente, pero de manera central, la centralidad) para el yo-actual de dicho atributo puede estar presente
dialéctica de base del hombre (cf. 7.3.3). a nivel consciente o a nivel subconsciente y está en acuerdo o en
contradicción con el ideal (yo-ideal) de la persona para el mismo
atributo.
Centralidad de las consistencias-inconsistencias Así, por ejemplo, una inconsistencia central para la vocación está
y constitución de las dimensiones presente en un individuo que en su yo-actual tiene una atracción, un
afecto positivo, consciente o subconsciente, pero de importancia cen-
Hemos señalado repetidamente el concepto de centralidad; éste tral, en el área de una variable como la agresividad, si él «siente»
indica que algunas consistencias y/o inconsistencias son importantes esta agresividad como algo inaceptable para la realización de los
ideales de la vocación cristiana; aquello que por una parte es atrayente
81. Naturalmente que cuando aquí hablamos de «socialmente», nos referimos
preferentemente al aspecto social de la institución (religiosa) y en menor grado a la (la fuerte pulsión hacia la agresividad en su yo-actual), por la otra,
sociedad en general. es «sentido» como inaceptable para su ideal de vida cristiana (la
82. Los tipos intermedios se exponen más detalladamente en el capítulo 3 de agresividad como objetivo vocacional de su yo-ideal); dicho de otra
Entering and Leaving Vocation: Intrapsychic Dymanics, 1976. manera, existe una contradicción e"ltre 10 importante para mí y 10

300 301
importante en sí del Rei,~'lO de Dios; en concreto, entre el yo-ideal y ocupar el centro de atención de su emotividad, ésta está en desa-
el yo.actual (subconsciente), existe una contradicción, una disar- cuerdo con las tendencias racionales de su persona85 .
manía, una inconsistencia importante para su auto trascendencia teo- El empleo del concepto de centralidad en nuestra investigación
céntrica; la cual (consistencia o inconsistencia para la autotrascen- se hizo utilizando las declaraciones de los sujetos que responden a
dencia del amor teocéntrico) , en un análisis último, es la base de la los tres aspectos del cuestionario: Indice de la Actividad, versión
estima de sí para la persona 83 • Modificada (IAM), es decir, el Ideal Personal (IP), el Ideal Institu-
La agresividad (o cualquier otra variable), que para este individuo cional (II) y el yo-manifiesto (1M), como también las respuestas he-
es uno de los contenidos atrayentes del yo-actual de su persona, ha chas por los mismos sujetos en los test proyectivos (TAT y Rotter
FIR).
sido medida, en nuestras investigaciones sobre la vida religiosa (1976,
Se pueden sintetizar la exposición sobre la «centralidad» con las
1978) a nivel consciente, y por tanto, en el aspecto del yo manifiesto
siguientes afirmaciones: una variable que describe un atributo del yo
(YM) por las declaraciones de los sujetos en el cuestionario de Stern
(v.g., la agresividad) asume un significado funcional para la vocación
(1958, 1970): Indice de las Actividades, versión modificada (IAM, cristiana, cuando esta variable es importante al mismo tiempo tanto
d. Apéndice C); y a nivel subconsciente, del yo latente (YL) por las para la realización de los ideales, valores de la vocación, como para
respuestas de los sujetos en los tests proyectivos (TAT y Rotter FIR, la atracción afectiva «sentida» por la persona. Además hace falta que
d. Apéndice D)84. se verifique si las fuerzas adoptadas para controlar el efecto de esta
Lo aceptable o no de la agresividad como ideal de vida religiosa variable son adecuadas, o no, para vivir los valores objetivos auto-
para el sujeto, se deduce de las declaraciones de éstos, en las res- trascendentes. Con una frase, se puede decir que una variable es
puestas al cuestionario, es Indice de las Actividades, Versión mo- vocacionalmente central para una persona si ésta constituye una atrac-
dificada) en los aspectos de Ideal Personal (IP) del Ideal Institucional ción aceptable (en el caso de las consistencias) o no aceptable (en el
(II), que juntos forman el yo-ideal (o ideal de sí en la situación: d. caso de las inconsistencias) en referencia a la consistencia vocacional;
p. 122). y si esta atracción permanece en el centro de la atención de la persona.
3) Sin embargo, para que una consistencia o inconsistencia pue- Este concepto de centralidad puede ser operacionalizado, es decir, ¡I'[
dan ser consideradas, funcionalmente significativas, hace falta con- traducido en elementos susceptibles a una verificación en la inves- 1 1

siderar, además, un tercer factor mencionado por Arnold (1960), por tigación científica. Una más completa discusión sobre esta operacio- '!011
Kelman y Baron (1968). Se trata, de la adecuación o inadecuación nalización de la centralidad fue hecha en las publicaciones de 1971 "
"1
del control de las fuerzas usadas por el individuo, en su esfuerzo por y 1976. Aquí nos limitaremos a recordar que en la investigación de 11

alcanzar los objetivos vocacionales. ASÍ, por ejemplo, en el caso de 1976 y 1978, se consideraron en la motivación humana las siguientes 11

una inconsistencia, la atracción inaceptable toma un significado fun- dialécticas: consistencias, inconsistencias y conflictos. Estas expresan I1
JI
¡I
diferentes tipos de acuerdo o de contradicción existentes entre el yo-
cional en la vida del individuo, cuando está presente y permanece en
ideal yel yo-actual, como yo manifiesto (consciente) o como yo latente
el centro de su atención. Esto sucede sólo cuando las fuerzas adop- \i
(inconsciente) :
tadas para hacer frente al problema de esta atracción inaceptable son 11
inadecuadas. Siguiendo el ejemplo de una atracción hacia la agresi- ¡JI
}j!
vidad, como el individuo no puede evitar la agresividad deja de
i1
I1
ti
83, Obsérvese que, como se ha dicho en la p. 283, está demostrado por muchas \1,!
investigaciones que una persona siente y responde en su comportamiento al influjo 85. En la investigación ya indicada la evaluación de los puntos 1, 2 y 3 descritos
de las inconsistencias inconscientes, a pesar de que dicha persona no sea consciente aquí fue hecha mediante una cadena de análisis estadísticos realizados con ayuda
de la existencia en ella de tales inconsistencias, del ordenador, Estas operaciones se explican detalladamente en el cap, 3 de la obra ji
84, Respecto al yo-manifiesto y el yo.latente (cE. p. 156). original en inglés Entering and Leaving Vocation (1976), l'
1I

302 303 .,11I


11

I1
1:
II
FIGURA 2. Dialécticas de las consistencias, conflictos e inconsistencias Las combinaciones del 1 al 8, expresan un «continuum», que va I1
desde el máximo de inconsistencia hasta un máximo de consistencia 1I
La COMBINACION de A. Relación YM-(IP-Il), B. Relación YL-(IP-II),
es decir, yo manifies- es decir, yo latente-
vocacional. 11
A y B da '1
to-ideal en la situa- ideal en la situación Sólo las consistencias e inconsistencias centrales entran directamente
11
ción en la constitución de la primera y segunda dimensión. Pero es necesario
1. Inconsistencia Consistencia Inconsistencia distinguir las consistencias no defensivas de las defensivas. Ambas son ~ti
2. Inconsistencia Neutralidad 86
Inconsistencia centrales y, por tanto, corresponden a las combinaciones 6, 7 y 8 de la
I1
Figura 2. Sin embargo, la función ejercida por los dos tipos de consis-
3. Conflicto Inconsistencia Inconsistencia \1
tencias en la motivación humana son distintas. t]
4. Conflicto Inconsistencia Neutralidad Como vimos (pp. 204-209, pp. 296-297) las consistencias no de-
5. Conflicto Inconsistencia Consistencia fensivas son la expresión de las dialécticas, prevalentemente conscientes 11
¡:
6. Consistencia Consistencia Neutralidad que constituyen la primera dimensión, mientras que las consistencias I1
~
7. Consistencia Neutralidad Consistencia defensivas son expresión de las dialécticas prevalentemente incons- '1

11,

cientes que tienen su origen en la segunda dimensión (y a veces, también :¡


8. Consistencia Consistencia Consistencia ji
~I
en la tercera dimensión). Por tanto, las consistencias no defensivas
~
¡i,
Adaptado de Rulla, 1971, p. 88. pertenecen a la primera dimensión, mientras que las defensivas per-
tenecen a la segunda (o tercera) dimensión. 11
ir
Desde la perspectiva del cuadro teórico presentado hasta aquí, las Concretamente, la primera dimensión está constituida por las di-
combinaciones 1 y 2 de la Figura 2, deben ser consideradas como los námicas de la persona que se expresan en la suma de las consistencias 11
fl
'1
representantes de las incoherencias o inconsistencias centrales de la centrales no defensivas. La segunda dimensión está formada por la
vocación, éstas son inconscientes dada la influencia inconsciente del yo proporción entre la suma de las consistencias centrales no defensivas de
latente, que está más o menos, pero siempre en contradicción con el la primera dimensión por una parte, y por otra parte, por la suma de
yo-ideal y con el yo-manifiesto consciente. En otras palabras, la persona las inconsistencias centrales, y de las consistencias centrales defensivas.
no puede identificar la raíz de la contradicción presente en su vida. La constitución de las dos dimensiones se pueden sintetizar con dos
Las combinaciones 3, 4 y 5 son consideradas como conflictos,' el yo fórmulas estructurales:
subconsciente o latente no es incoherente con el yo-actual consciente
o manifiesto (3 y 4) ni con el yo-ideal o ideal vocacional (5) pero, como 1." dimensión = suma de YM-(IP-lI)
hay una inconsistencia o contradicción del yo consciente o manifiesto como consistencias no defensivas
con el ideal vocacional (IP-U), se habla de conflictos; aquí la persona
es más consciente de la raíz de su disarmonía o contradicción. Se pueden suma de YL-(IP-lI) como inconsistencia
considerar estos «conflictos» como «inconsistencias preconscientes». más la suma de YM-(IP-lI)
Las combinaciones 6, 7 y 8 son consistencias centrales,' éstas son, como consistencia defensivas
prevalentemente conscientes. 2. a dimensión =
suma de YM-(IP-lI) iry.
86. Neutralidad significa que en este caso no se da centralidad; es decir, una
clara consistencia o inconsistencia entre el yo-ideal y el yo-actual. En la investigación,
como consistencias no defensivas 1\
i,1l
en términos de cálculo estadístico, esta falta de clara consistencia o inconsistencia
fue considerada como presente si los componentes de la consistencia o inconsistencia La primera dimensión es prevalentemente consciente; la segunda
para cada una de las variables (dependencia afectiva, agresividad, etc.) no superaban \1
dimensión expresa la entidad de la influencia sobre el consciente del
el tercio de la desviación standard (standard d,'viation) sobre el conjunto de todas inconsciente, que es vocacionalmente inconsistente.
las variables consideradas para cada individuo (cf. Rulla, Ridick, Imoda, 1976,3). \1

11
304 305 j'
JI

I1

II1J'
Madurez) o no) en las dimensiones El carácter estructural de la teoría

La motivación de las personas está influenciada en su conjunto por Ut;J-a d~, las propiedades e~enciales de la teoría es el enfoque o
las disposiciones presentes en ellas; en sus tres dimensiones; estas dis- aprOXImaClOn estructural, segUIda por esta, en el estudio de los fenó-
posiciones son parte de dicha motivación. Como vimos (cE. pp. 134ss), menos de la vocación.
las tres dimensiones abren a distintos horizontes y, por tanto, disponen ~as disposi~iones motivacionales del yo (selj) se pueden estudiar
distintamente la libertad del individuo hacia los valores naturales o a?ahzando, o bten el contenido de la personalidad o su estructura. Un
autotrascendentes. Más aún, las dinámicas subconscientes de la seg"lfida ejemplo de aproximación, según el contenido, es la contribución de
dimensión pueden disponer distintamente a la santidad y a la eficacia Erikson (1959, 1963); mientras que Piaget (1963) y Kohlberg (1958,
apostólica: indirectamente hacia la santidad subjetiva, y más directa- 1969, 1971b, 1973, 1978-1979, 1981, 1984) pueden ser citados como
mente a la santidad objetiva (cf. pp. 263-270). ¿Cuál es la fuerza de ejemplos de una aproximación estructural que se refiere al desarrollo
estas disposiciones, salvando la precedencia y el primado de la Gracia? de ,l~ .inteligencia (Piaget) o el desarrollo moral (Kohlberg). Un breve
Esta fuerza está en relación con la madurez presente en cada dimensión anahsIs, de las formulaciones de Erikson y de Kohlberg, respecto a los
aspectos puramente formales de sus teorías, puede eliminar la diferencia
para cada persona.
entre la aproximación de contenido y la aproximación estructural.
Dejando a un lado la tercera dimensión de la normalidad-patología
Erikson considera ocho estadios sucesivos de desarrollo del yo. Cada
(para la cual se remite a las pp. 170-174), se puede decir que la primera uno de ellos, se caracteriza por una antinomia o conflicto entre dos
y segunda dimensión indican más madurez, cuanto menor sea en cada elementos: confianza-desconfianza, autonomía-vergüenza y duda, ini-
una de ellas la contradicción entre el yo-ideal y el yo-actual, y viceversa, ciativa-culpa, diligencia-inferioridad, identidad-difusión del rol inti-
ésta indica menor madurez cuanto más grande es la contradicción. midad-aislamiento, fecundidad-estancamiento, integridad perso;al-de-
Es obvio que las personas difieren entre ellas dependiendo del grado sesperación. Estos estadios, son tipos que describen el interés central
continuo de madurez para cada dimensión. Esta puede ir gradualmente del it;J-dividuo, ~n los distint~s períodos de desarrollo. Por ejemplo, el
desde una contradicción o disarmonía mínima, a una contradicción y conflIcto «conftanza-desconftanza» es central en la primera infancia la
disarmonía máxima, según la relación global entre el yo-ideal y el yo- antinomia «identidad-difusión del rol» es central durante la adolesc~n­
actual propia de cada dimensión. Podemos distinguir, por tanto, desde cia, etc. Aquí, lo que caracteriza a la persona que se está desarrollando
personas muy «maduras» a menos «maduras» en las tres dimensiones: es el contenido de cada período sucesivo. Cada estadio está definido
en la primera dimensión los «maduros» tienen una disposición a la por su contenido.
virtud y los menos «maduros» una disposición al pecado; en la segunda Kohlberg, siguiendo la tradición de Piaget, presenta seis estadios
dimensión, los «maduros» son los que se dirigen hacia el bien real universal~s de desarrollo del juicio moral. Estos se agrupan, a su vez,
mientras que los menos maduros están inclinados al bien aparente; en tres lllveles: la moral pre-convencional, la moral convencional, y la
finalmente, en la tercera dimensión, los primeros corresponden a los moral post-convencional o autónoma. Lo que le interesa a Kohlberg,
que podemos llamar «normales», y a los segundos «anormales», o con no es el contenido del juicio moral durante los estadios, sino sobre todo
manifestaciones de naturaleza patológica. Por eso, en la tercera dimen- la estructura del juicio moral. La serie de cambios estructurales en el
sión «normalidad» significa madurez en dicha dimensión; y esto sig- modo de pensar, es lo que define los estadios de Kohlberg. La cualidad
nifica que una persona es madura en la tercera dimensión si manifiesta del desarrollo se concibe en función de una estructura, de un «cómo»,
de un contenido) de un «que».
algunas dialécticas del yo (selj) centrales y estables (respecto a los valores
naturales), que no presentan ningún signo de psicopatología87 . Los estadios de Erikson, informan sobre qué cosa motiva al indi-
viduo, si se preocupa por los problemas de confianza, de autonomía o
87. Acerca de otras características de las tres dimensiones, ver pp. 164 Y ss.
de culpa. Los estadios de Kohlberg y de Piaget, revelan, sobre todo,
cómo está motivada dicha persona, respecto a sus problemas de con-

306 307
fianza autonomía ó culpa. En la aproximación de contenidos se nos las consistencias o inconsistencias entre el yo ideal y el yo actual de una
pregu~ta: «¿qué es lo que preocupa al individuo?»; en la aproximación persona. Por tanto, las consistencias o las inconsistencias se revelan con
estructural se nos pide: «¿El hombre piensa en sus problemas usando refetf~nci~ a los parámetros normativos de estos cinco valores, y no
qué tipo de estructura, convencional o P?st-convencional?~> . según las normas de hecho adoptadas por los individuos o por los
En la visión estructural, cada estadlO de desarrollo lmphca una grupos de una cultura particular89 •
reorganización profunda de los elementos, con la formaci~n de una 2) Por otra parte, las consistencias o inconsistencias entre el yo
nueva unidad estructural que funciona Como un todo: por ejemplo, de ideal y el yo actual (refiriéndonos a los cinco valores), emergen de lo
manera convencional o post-convenciona188 . que un individuo dice subjetivamente de sí mismo, es decir, lo que
presenta como su propia motivación. Por tanto, son las dialécticas de
consistencia-inconsistencia entre las estructuras las que indican la fim-
ción de los diferentes contenidos (agresividad, sexo, etc.) para aquel
Contenido y estructura en la teoría
individuo en relación a los distintos eventos de la vocación: inicio,
abandono, etc.
La teoría de la autotrascendencia en la consistencia combina el
De esto se sigue una consecuencia importante: el método estructural
estudio del contenido con el de la estructura. Sin embargo, cuando el
así concebido y aplicado permite definir las tendencias y disposiciones
contenido de la personalidad se utiliza para estudiar eventos vocacio-
válidas, a pesar de las variaciones de situaciones y cultura. La vocación,
nales como inicio de la vocación, perseverancia o abandono, este se ciertamente, no es inmune a la influencia del ambiente, pero éste no
adopta solamente en relación con la estructura de la personalidad. Es ejerce su influjo más que a través de las disposiciones estructurales de
la estructura, o mejor, la dialéctica entre las estructuras del yo, la que
la persona. Por ejemplo, un período de cambio socio-cultural brusco
indica la función de aquel contenido en la motivación vocacional de y radical, puede crear confusión en el ámbito de los valores y com-
una persona. Por lo tanto, el modelo adoptado es estructural. portamientos propios de la vocación, es decir, en el ideal de sí-en-la
No intentamos presentar aquí los pasos de carácter técnico que situación. Estos cambios sociales aumentan eventualmente el número
encierra esta valoración estructural. Estos están descritos en las pp. 83- de las inconsistencias vocacionales y contribuyen por eso a un aumento
85 del libro de 1971, y en el capítulo 3 del libro de 1976. Bastará de la tasa de abandono vocacional; aunque estos no cambian el me-
recordar algunos puntos fundamentales. Primero, debemos hacer una canismo psicodinámico que explica el por qué del abandono. Las ob-
valoración de lo que el sujeto piensa y experimenta, si está o no preo- servaciones hechas en nuestras investigaciones (1976, 1978), y a través
cupado por el problema de la agresividad, sexo, dependencia afectiva, de contactos personale~ indican que los mismos dinamismos de carácter
etc. Después, se estudia si la agresividad, sexo, etc., motivan al sujeto estructural ocurren en el abandono vocacional por parte de hombres
según una dialéctica que es consistente o inconsistente, que e~tá. de y mujeres, de seminaristas y religiosos, de personas que pertenecen a
acuerdo o en desacuerdo con los cinco valores fundamentales ob¡etzvos comunidades religiosas diversas en países y épocas diferentes. En este
y autotrascendentes de la vocación cristiana, (unión con Dios, segui- sentido, el método estructural seguido ofrece quizá una aportación
miento de Cristo, corazón pobre, casto y obediente), revelados por la cualitativamente nueva a la investigación en el campo de la vocación
palabra y el ejemplo de Cristo. religiosa. Este puede llevar a una comprensión más universalmente
Subrayamos dos puntos de este procedimiento: válida, casi independiente de los factores temporales, culturales típicos
1) Sólo teniendo presente los cinco valores objetivos, como tér- de una situación.
minos de referencia últimos, para la autotrascendencia (es decir, el ideal
de sí como debería ser), es como la observación psicológica descubre 89. Acerca del influjo con carácter de obligatoriedad (en el sentido de un
«deberías») que los valores objetivos autotrascendentes ejercen sobre el yo, sobre la
88. Se han descrito los enfoques de Erikson y Kohlberg como ejemplos de persona, véanse pp. 137-138 Y 174-176. Como se ve, la teoría se funda sobre una
enfoque o aproximación de contenido y de estructura. Como se verá en lo que sigue, antropología del yo teleológico y teocéntricamente axiológico más que sobre una
el enfoque adoptado para la teoría es diverso de ambos ejemplos en muchos aspectos. antropología de las pulsiones y de las estructuras

308 309

..
Lo que es verosímil, en vista del hecho de que el método estructural consideran los «conflictos» (es decir, las combinaciones 3, 4 y 5 de la
propuesto está fundado, e incluye bastantes conceptos transÍtuacionales figura 2) sino sólo las inconsistencias centrales (combinaciones 1 y 2
y transculturales: ante todo los cinco valores fundamentales de la vo- de la misma figura) y las consistencias centrales (combinaciones 6, 7 y
cación, que son revelados. Además tres hechos ontológicos, inherentes 8). Los «conflictos» o las «inconsistencias preconscientes», son impor-
a la naturaleza humana: la autotrascendencia teocéntrica, la dialéctica tantes para la motivación de una persona, pero no son «centrales» según
de base y la diferencia entre valores autotrascendentes y valores natu- la definición técnica descrita en pp. 300-305.
rales que está en la base de la distinción de las tres dimensiones. Es obvio también, que en el caso de la tipología de individuos, es
Existe otra característica de la teoría ligada a su carácter estructural: posible comparar por ejemplo, el grupo de los «perseverantes» con el
hay dos tipos de aproximación estructural en el estudio de la vocación. de los «no perseverantes» usando los cálculos estadísticos oportunos.
Aunque aquí, la comparación se sirve de los datos obtenidos para cada
individuo (para la primera y segunda dimensión) no de los datos ob-
Los dos tipos de aproximación estructural tenidos para cada una de las variables.

El método estructural descrito, puede ser utilizado para estudiar la B) Aplicación del cuadro general al camino vocacional en una
vocación cristiana según dos modelos, dos tipos de análisis: la tipología perspectiva interdisciplinar.
de variables, o la tipología de individuos. El primer modelo, el de
variables, sirve para el estudio de grupos de individuos, mientras que El objetivo de esta sección, es estudiar algunos aspectos del proceso
el segundo modelo, el de individuos, puede ser utilizado para valorar vocacional (inicio, crecimiento o no, etc.) tratando de mostrar como
a cada individuo particularmente, respecto a su mayor o menor madurez estos pueden comprenderse más, si son vistos a la luz de los elementos
en la primera o en la segunda dimensión por separado. de antropología teológica y filosófica ofrecidos, integrándolos con los
La tipología de variables considera uno o más grupos de personas, elementos de antropología psicosocial.
por ejemplo, el grupo de los que perseveran en la vocación sacerdotal Se hará esto, considerando la vocación cristiana como un camino
o religiosa, en comparación al grupo de los que abandonan la vocación. que tiene pasos, momentos, que son también niveles crecientes de
Pero esta comparación está hecha según las variables, no según las ascesis.
personas; es decir, se valora el grado de inconsistencia central, de Estos momentos y niveles vocacionales fueron delineados implíci-
conflicto o de consistencia central (cf. figura 2) en el grupo de los tamente cuando se discutieron los elementos teológicos de la llamada
«perseverantes», en lo que atañe por ejemplo, a la variable «descon- (cf., pp. 234-263); se habló de unión dinámica divina y humana en la
fianza en sí mismo», y se 10 compara con el grado de inconsistencia, libertad para amar, de autotrascendencia del amor y de la fe, de estar
conflicto o consistencia para la misma variable en el grupo de «los que libres para el amor autotrascendente, del proceso de autotrascenderse
abandonan la vocación». La misma comparación se repite en las otras por tanto de autorrealizarse, de la auto trascendencia del amor como
variables como la dependencia afectiva, exhibicionismo, etc. (cf., lista transformación en Cristo, de vocación a la libertad para la autotras-
en p. 289, nota 77). cendencia del amor, del don total de sí al Otro y al otro. Todos estos
Sin embargo, la tipología de individuos, considera en cada individuo componentes motivacionales humanos implicados en la vocación cris-
en particular, el grado de consistencias y d~ inconsistencias centrales tiana fueron vistos en clave de antropología filosófica. Ahora querríamos
para todas las variables según las combinaciones que caracterizan la traducirlos en términos concretos y existenciales sugeridos por la an-
constitución de la primera o de la segunda dimensión, por separado tropología psico-social presentada precedentemente en esta sección 9.4.
(cf., pp'. 304-305); así se evalúa la «madurez» de cada individuo en su La exposición tocará los siguientes cuatros puntos: algunos pasos
primera o segunda dimensión (cf., pp. 305-307). Es importante señalar del camino vocacional; dificultades en el camino vocacional; procesos
que, siguiendo lo ya visto (cf., pp. 304-305) sobre la constitución de la relevantes de la vocación desde una perspectiva psicosocial; algunas I
primera y segunda dimensión, en la tipología de los individuos, no se implicaciones de las ideas propuestas. I

310 311
I
1\

11
1]
a) Algunos pasos del camino vocacional ¿Cuál es esta actividad del hombre? Es la de un discernimiento,
una valoración, un juicio sobre los valores autotrascendentes, no todavía
El camino vocacional es un proceso en el que se distinguen distintas la de una elección o de una deéisión respecto a éstos (cf. en figura 1,
fases. Sin pretender ser muy exhaustivos, se pueden sugerir algunos p. 182, el «primer momento», como expresión del proceso de conoci-
pasos que pueden ser útiles como elementos descriptivos. miento). Esta actividad comporta toda una gama de resonancias emo-
tivas propias de la valoración emotiva y reflexiva de la que ya se habló
1) La llamada divina (d., pp. 92-96). Tendremos emociones positivas o negativas en relación
al mundo divino, y por tanto, movimientos que llevan a la alegría,
Esta es un don gratuito de Dios, un misterio indefinible, inverifi-
satisfacción, entusiasmo o a la repulsión, resistencia, distancia.
cable, en el que Dios «habla» en lo íntimo del hombre, de la fe, de la
esperanza y de la caridad. Es Dios el que empieza a obrar en lo íntimo
3) La decisión de iniciar o no el camino vocacional
de mí vertiendo a mi corazón su amor (<<interior intimo meo» de san
Agustín: Las Confesiones, libro lII, cap. 6, n. 11). Es la «gratia operans», La persona decide retener algunos de estos movimientos y rechazar
la Gracia operativa que cambia el corazón de piedra por un corazón otros. Esta hace una elección de los ideales, valores y decide en conse-
de carne, y llama a la libertad para la autotrascendencia del amor. Por cuencia (cf. «segundo momento», en figura 1 de p. 182, como expresión
la acción de dicha Gracia se crea una unión dinámica entre Dios y el del proceso de decisión).
hombre, por ella, la persona, tiene una aprehensión no sólo de los valores Por tanto, aquí el mediador psico-socia1, que nos hace «entrar» o
naturales, sino también de los auto trascendentes, y está dispuesta a hacer no en la vocación cristiana, es el yo-ideal o ideal de sí-en-1a situación
el bien que antes no estaba dispuesta a hacer, (d., pp. 240-241). (IP-II), como ya vimos (p. 287 y p. 156).
Según Rahner, la Gracia puede ser operativa sin una fe explícita Si la decisión adoptada es iniciar el camino vocacional, este media-
<<.Anonymous Christian», Theological Investigations, VI, pp. 390-398); dor psico-socia1, es el yo en cuanto trascendente, y en cuanto expresión
<<.Atheims and Implicit Christianity», Theologicallnvestigations, IX, pp. de un proceso simbólico progresivo hacia la auto trascendencia teocén-
145-164; d. también en Lonergan en Foundations of Theology, P. Mc trica del hombre (d., pp. 296-297). Este siempre es consciente y, como
Shane ed.; 1971, p. 227). Como fe formada, (es decir, que incluye el vimos (p. 160ss), es el resultado del encuentro entre la fuerza (estruc-
amor), la llamada divina es para toda la persona humana, que ha sido turada a prion) de la intencionalidad consciente del hombre y la fuerza
llamada a ordenarse a sí misma y a su vida, no sólo la vida presente, motivante de los valores objetivos autotrascendentes.
sino también la futura en el amor a Dios.
4) El proceso de integración del yo que se trasciende teocéntrica-
mente con la vida en Cristo
2) El punto de partida de la cooperación del hombre
Este cuarto paso del camino vocacional, debe integrar los nuevos
Con la «gratia operans», Gracia operativa, Dios da también la «gra- ideales autotrascendentes que el individuo desarrolla, con el resto de
tia cooperans», Gracia cooperativa que influencia todos los pasos su- su persona. Aquí integrar significa que la persona debe favorecer un
cesivos del camino del hombre en la vocación. acuerdo creciente entre los ideales, los valores cristianos que el individuo
De la experiencia del amor centrada sobre el misterio (propia del ha elegido, y su vida vivida como cristiano en el seguimiento de Cristo.
primer paso) surge el anhelo de conocimiento de dicho misterio. Existe Por tanto, este paso implica la transición del decidir al hacer y, como
una «revelación» divina inmediata y mediada (cf., pp. 224-225), de veremos, esta transición no es fácil. Se trata de realizar en la vida
valores que antes no se apreciaban, y el impulso del amor donado por cotidiana los valores elegidos. La Gracia que me ha creado como sujeto
Dios para discernir y emitir juicios sobre los valores autotrascendentes. de fe, esperanza y caridad, quiere establecer conmigo una nueva alianza
El hombre está llamado a un libre abandono para recibir la expansión propia de un mundo nuevo en Cristo, de una transformación en El,
del amor divino es su actividad. como sujeto libre que se autotrasciende en el amor, y se dona totalmente

312 313
al Otro y al otro (d. figura 1 por lo que respecta a la libertad efectiva recibido como don gratuito a través de la Gracia operante en el inicio
como un factor del proceso de decisión y acción).
del camino vocacional. Hacerlo interior significa hacerlo activo, por
Este proceso de integración-acuerdo, compo~ta tres mo~ento~, que medio de la acción precedente y suprema de la Gracia cooperante, de
son tres niveles de ascesis. Estos tienen sus medIadores PSlCo-soclales.
manera que este corazón de carne sea libre e indiviso como el de Cristo,
Los valores autotrascendentes elegidos deben integrarse con las
y por tanto, disponible como el suyo a ser pobre, casto y obediente, a
disposiciones existentes en la persona que c?nstituyen la primera di-
donarse sin reservas al Otro y al otro. Como se verá, este proceso de
mensión. Sus disposiciones conscientes a la vIrtud o al pecado pueden
internalización tiene sus mediadores psico-sociales.
influir para el crecimiento en la santidad subjetiva y en la eficacia
Tres observaciones finales:
apostólica correspondiente (d. pp. 263-270). Análo~amente, se podría
En primer lugar algunos fundametos bíblico-teológicos del camino
hablar del nivel de ascesis presentado por san IgnaclO de Loyola en la
vocacional descrito se encuentran en Gál 5,13-14; 5,16-17; 2,20; y
I semana de los EJércicios Espirituales.
también en Rm 12,2; dichos fundamentos han sido presentados en las
En segundo lugar, está la integración que, habiendo superado el
secciones 9.3.1 y 9.3.2.
pecado por la virtud, se preocupa de servir a Dios .imitando a Cri~to
con un bien que no es sólo aparente sino real, y un bIen que es el mejor En segundo lugar, los mediadores psico-sociales son sólo disposi- 1:'

para el Reino de Dios (san Ignacio hablaría del «magis»). Por tant~, ciones a la acción continua e insustituíble de la Gracia. Se trata de
disposiciones que influyen el camino vocacional, en los límites discu- 111
1

entra en juego una integración con la primera y con la segund~ dI-


mensión' esta última es la del bien real o aparente y la de la santIdad
objetiva' con la eficacia apostólica correspondiente (d. pp. 263-270).
tidos en la sección 8.4.2; límites representados esquemáticamente en la
(figura 1, p. 182). sin embargo, dentro de estos límites, el influjo de ~I
I1
Análogamente, se podría hablar de un proceso de asceSIS como el de estas disposiciones psico-sociales, puede ser considerable.
la II y III Semana de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. En tercer lugar, los pasos del camino vocacional descritos, pueden il
Finalmente está el nivel que busca la unión de amor con Dios por ser leídos en términos del proceso de simbolización realizado por la I1¡

sus perfecciones, que tiende al abandono total de sí al Otro y ~l otro, persona. Ya indicamos este hecho en la sección 8.5.3. 11\,

que mira a la libertad completa de sí mismos, de lo que nos CIerra o


nos limita a trascendernos, abrirnos, a darnos al Otro. Esto es lo que b) Dificultades en el camino vocacional
análogamente presenta la IV Semana de los Ejercicios Espirituales. Como vimos, (d. Elementos teológicos, secciones 9.3.1 y 9.3.2) en
Este tercer nivel es, al mismo tiempo, inicio y punto final de los la Epístola a los Gálatas (5,13-14), san Pablo nos dice que el cristiano
tres niveles trascendernos a nosotros mismos en el amor teocéntrico, está llamado a la libertad para la autotrascendencia del amor. Pero, en
esto está e~ la base de nuestra transformación en Cristo; más aún, es la misma Epístola, poco después (5,16-17), Pablo subraya que la libertad
el inicio de la cooperación del hombre en el camino vocacional, e influye del cristiano es imperfecta, que está limitada. Esto también es cierto
a todo este camino. En efecto, la transformación en Cristo comporta para el hombre lapsus et redemptus) es decir, para el cristiano que tiene
en definitiva, el proceso de asimilar, de internalizar los val~res auto- la Gracia redentora de Cristo. Por tanto, no es fácil para el individuo
trascendentes vividos por Cristo de manera que podamos afIrmar: «y desarrollar los dones recibidos por Dios, y transformarse en la persona
no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20). Es un proceso a que Dios la ha llamado a ser.
de internalización 90 que comporta hacer interior el corazón cristiano Esta perspectiva de antropología teológica del camino vocacional
tiene su correspondencia en la antropología filosófica que ya vimos (cf.
90. «Se usa el término internalización en vez del término interiorización porque
este último, en la psicología profunda, tiene un significado muy diverso».
secciones 7, 8 y 9.2). La persona humana es movida por la autotras-
Traducción-acomodación propuesta para la edición española: <<El autor usa el cendencia tea céntrica (7.3.2); pero en esta autotrascendencia, la per-
término 'internalización' ('internalizzazione' en italiano; 'internalization' en inglés) sona, encuentra las dificultades que provienen de la dialéctica de base
en vez del de 'interiorización' ('interiorizzazione' en italiano; 'interiorization' en (7.3.3), que se expresan de una manera concreta y central, en cada
inglés) porque este último tiene en psicología profunda otro significado diverso.
individuo, en la dialéctica de las tres dimensiones y en su influjo sobre
314 315
la libertad (8.4.1 y 8.4.2). En el ámbito de una discusión sobre la amo; o bien porque esos valores -en definitiva- son importantes para
vocación cristiana, esto es válido sobre todo, para la primera y segunda mí para algunas de mis aptitudes o necesidades que están más o menos
dimensión. en oposición, que son inconsistentes con los ideales de Cristo.
La situación vista para la antropología teológica y filosófica, parece En el primer caso, mi yo-ideal tiende a la autotrascendencia teo-
estar presente también en la perspectiva de una antropología psicosocial. céntrica, en el segundo caso, tiende a un auto centrismo, es decir, a una
Como se indicó en las páginas anteriores, los primeros pasos del búsqueda de mí mismo. Esta última eventualidad puede ser consciente
camino vocacional se centra entorno al yo-ideal o, más precisamente, o, más o menos inconsciente. Los valores, la aptitudes ideales se ex-
al «ideal de sí-en-la situación» (IP-Il) expresado en términos de valores presan conscientemente, aunque su función puede ser subconsciente:
autotrascendentes, objetivos y revelados por Cristo. Este es el quicio y yo puedo proclamar que quiero dar a los otros, pero no me doy cuenta
el pernio del camino futuro en la vocación. que subconscientemente doy para recibir. Como vimos hablando del
Sin embargo, este yo-ideal debe ser integrado continuamente con proceso de simbolización (pp. 198ss), una cosa son los valores auto-
el resto de la persona mediante el proceso de internalización, de asi-
trascendentes sentidos y proclamados, y otro cosa son los mismos valores
milación personal de los valores autotrascendentes de Cristo; los valores
vividos como motivación positiva o negativa, respecto a la autotrascen-
objetivos y revelados por Cristo, deben hacerse subjetivos mediante la
dencia. Así se puede interpretar, al menos en parte, a san Ignacio en
apropiación de estos por parte del individuo. Y como indicamos, este
los Ejercicios Espirituales en el n. 336: la persona que ha recibido la
no es un proceso fácil. Las dificultades provienen de las presiones del
«consolación sin causa» que viene de Dios, puede en un segundo mo-
grupo, de la sociedad, de la cultura. Pero, en último análisis, estas
mento formular «diversos propósitos y pareceres que no son dados
presiones son la expresión de las dificultades, de las divisiones ínti-
mamente radicadas en cada hombre (cf. Gaudium et Spes, n. 10). Ela- inmediatamente de Dios».
boremos un poco este último aspecto psico-social de las dificultades El problema del contenido objetivo de los valores depende de la
en el camino vocacional. cualidad y tipo de valor ofrecidos a las personas a través de la catequesis
El proceso de internalización de los valores autotrascendentes, com- y de la formación en la vocación cristiana. No es mi intención tratar
porta dos elementos, el primero está relacionado con el contenido de este aspecto. Sin embargo el problema de la función que cada ideal
dichos valores; el segundo concierne a la función que estos valores (valor o actitud) ejerce en la motivación de la persona, depende de un
tienen en la motivación de la persona. conjunto de factores que, en último análisis, me hacen libre o no de
Respecto al contenido, los valores hacia los que la persona trata de usar dicho ideal para mi autotrascendencia teocéntrica, para lo impor-
trascenderse, deben estar de acuerdo con los cinco valores objetivos tante en sí de los valores de Cristo, antes que lo importante para mÍ.
fundamentales a los que nos hemos referido repetidamente; unión con Este ejercicio de la libertad es a la vez condición y consecuencia del
Dios, seguimiento de Cristo amando como El nos ha amado, corazón proceso de internalización de dichos valores o actitudes ideales.
pobre, casto y obediente como el de Cristo. Por tanto no se trata de Veamos pues, más detalladamente este conjunto de factores que
valores subjetivos creados por la persona, quizás falsos valores, ni de llevan a la internalización de los valores y de las actitudes, y a una libre
valores puramente naturales. Por tanto, el «ideal de si en la situación» utilización de ellos para la autotrascendencia tea céntrica y para la trans-
(IP-II) debe ser objetivo, es decir, estar orientado hacia los ideales formación de la persona en Cristo.
(valores y aptitudes) objetivos y revelados por Cristo. Quizás estaría bien comenzar con una definición existencial de «in-
Por lo que se refiere a la función de estos valores en el sistema ternalización», entendida dentro del camino de la vocación cristiana.
motivacional del individuo, el problema ya no se refiere al «qué» del Yo internalizo un valor revelado o vivido por Cristo cuanto más dis-
contenido, sino a «por qué» dicho contenido objetivo de los ideales es puesto estoy, cuando soy libre para aceptar dicho valor que me lleva a
aceptado y mantenido: por mi o por su propio valor intrínseco. Por trascenderme teocéntricamente (más que egocéntricamente y/o solo
qué motivo yo mantengo y uso los valores objetivos de Cristo: porque filantrópico-socialmente), para ser cambiado por dicho valor, y para
ellos son importantes por sí mismos, en cuanto son de Cristo al que hacer todo esto por amor, de la importancia intrínseca que el valor

316 317
tiene más que por la importancia que este pueda tener para mí (cE. Gál consistencias no defensivas; las segundas son inconscientes (en el caso
2,20 con Rm 14,7-8 Y 2 Cor 5, 14-15)91. de las inconsistencias) o son las consistencias conscientes pero defen-
Ahora bien, el individuo que inicia el camino vocacional, es una sivas. Como se recordará, las consistencias defensivas, incluso siendo
persona que ya posee en distintos grados y modos en su personalidad, conscientes como las no defensivas deben ser consideradas como dia-
las siguientes características, ya presentadas en el cuadro general pre- lécticas centrales inconscientes, como las inconsistencias inconscientes
cedente (cf. aquí en esta sección pp. 286-310). a causa de su función. Este es un punto que merece la pena desarrollar:
En primer lugar, el individuo posee ya un conjunto de consistencias ya que las consistencias defensivas pueden presentar como internali-
y de inconsistencias centrales. En segundo lugar estas consistencias o zación 10 que no 10 es, de ahí las falsas valoraciones que el individuo
inconsistencias centrales forman parte de la primera o de la segunda puede hacer de sí mismo, o pueden hacer otros de él, sobre sus ideales,
dimensión, y confieren un grado de madurez mayor o menor a la valores, aspiraciones, acciones, que a primera vista parecen ser la ex-
persona, en cada dimensión. Es más, en cada dimensión, la persona presión de real trascendencia teocéntrica y del verdadero cambio.
posee aspectos, variables (como por ejemplo la dependencia afectiva, Podemos describir cuatro diferencias entre las dialécticas de la pri-
la desconfianza en sí mismo, etc. cf. p. 289) que son más o menos mera y de la segunda dimensión, como diferentes dificultades para la
consistentes o inconsistentes. Todas estas características de la perso- internalización; estas son válidas sobre todo, para los casos de menor
nalidad hacen al individuo más o menos libre, más o menos disponible madurez de las dos dimensiones (excluyendo los casos de pecadores
para internalizar los valores cristianos que se le presentan. Así por habituales) .
ejemplo, cuanto más inconsistencias centrales hay en mí, entre el yo- 1) Las dialécticas centrales y conscientes de la primera dimensión,
ideal y el yo-actual, entre los valores y las necesidades, más presentes habitualmente, están influidas de por sí (es decir, si no están obstacu-
estarán las necesidades que me impulsan a buscar lo importante para lizadas por otras fuerzas) por nuevas informaciones; si la información
mí, en vez de importante en sí de los valores autotrascendentes. De es persistente, estas influenciarán durante mucho tiempo. Existe una
aquí seguirá por tanto, una resistencia a la internalización, en cuanto cierta capacidad de «escuchar» también en los casos de menor madurez.
que el ejercicio de mi libertad está limitado, y por tanto, algunos as- Después de todo «la autotrascendencia es la conquista de la intencio-
pectos del camino vocacional estarán influidos negativamente (cf. figura nalidad consciente» (Lonergan, 1973, p. 35). Al contrario, las dialécticas
1 en p. 182). No es fácil «internalizar» (según la definición dada) cuando centrales de la segunda dimensión, especialmente si son inconscientes,
estamos apegados a nosotros mismos por necesidades de gratificación y no sólo preconscientes, son refractarias a las nuevas informaciones:
personal, o por miedos, temores, incertidumbres, es decir, por un con- la información que proviene del ambiente puede influenciar por poco,
junto de elementos que derivan del hecho de estar dentro de nosotros pero no por mucho tiempo. Estas son las personas que demuestran un
mismos divididos (GaudiuJn et Spes, n. 10) por nuestras inconsistencias. entusiasmo vocacional transitorio después de un retiro espiritual, o a
tij:
Estas divisiones sacaban nuestra capacidad de conocer y de abando- causa de una situación favorable (para su personalidad) en las que estos 11
narnos totalmente a Dios, de buscar lo importante en sí, especialmente viven por un tiempo (p. ej., un noviciado, o un seminario, o una pequeña li
H
el Sí que es el absolutamente Otro. comunidad); aunque ningún cambio real sucede en su personalidad, I!
I[
1,
Sería importante ver brevemente las diferencias que existen entre como demuestra su desadaptación después de abandonar ese ambiente 1
1

las dialécticas centrales de la primera dimensión y las de la segunda favorable. 11

dimensión, como raíces de las dificultades en el proceso de la inter- 2) Esta diferencia sobre la capacidad de ser influenciado por nue-
nalización. Las primeras son conscientes y están constituídas por las fl
vas informaciones, está en relación con el hecho de que en la primera I1
dimensión, la resistencia a la internalización procede de necesidades 1I
91. Gál 2,20 es un ejemplo de la unión dinámica entre Dios y el hombre (cf. conscientes, mientras que en la segunda dimensión procede de nece-
pp. 178-181) presente en el proceso de internalización; como dice Deidum (1981): sidades subconscientes. Por tanto, los individuos en los que la primera
«si Pablo puede negar que es el sujeto de su vivir (Gál 2,20a), el modo como formula
la negación (zo, v. 20a, «vivo, ya no yo» tiene un énfasis considerable) indica que el dimensión predomina, piensan razonan y toman decisiones según una
vivir del que habla es ahora verdaderamente el suyo» (p. 174). valoración reflexiva y racional (cf. sección 7.2.2) que tiende a lo que

318 319

..
es importante en sí, y por tanto, a la autotrascendencia. Por el contrario, está dominada, inconscientemente, por la espera de una gratificación
la valoración reflexiva tiene una pequeña parte en la solución de las a esta~ ~ecesidades ?or «algún» aspecto de la vida religiosa, aunque
dialécticas subconscientes de la segunda dimensión. En efecto, el in- este ahvIo no pone fm a la situación.
dividuo es impulsado por el deseo emotivo de sus necesidades voca- De hecho, aunque la persona está aliviada temporalmente de su
cionalmente disonantes, y por tanto, busca automática e inadvertida- molesto sentimiento de frustración, sin embargo su comportamiento
mente lo importante para mí que se opone a la internalización de los es, a menudo, prácticamente ineficaz, ya que este no cambia la verdadera
valores autotrascendentes, que a pesar de todo él proclama conscien- fuente de su malestar emotivo, es decir, las necesidades disonantes
temente. La libertad efectiva queda limitada más fácilmente en el caso inco~scientes. A pesar de esta precaria gratificación, estas necesidades
de la segunda dimensión que en el caso de la primera (cf. sección 8.4.2). contmúan nutriendo todavía al individuo sin saberlo, forzándolo de
3) Es verdad que la primera y segunda dimensión están abiertas ordinario, con más intensidad, y por tanto, afectando seriamente ~ su
a los valores naturales y a los autotrascendentes; pero la segunda di- libertad, al menos en el área que estas necesidades pueden influenciar.
mensión está significativamente más abierta a los valores naturales que Por otra parte, los motivos opuestos, es decir, los valores autotrascen-
a los autotrascendentes. De aquí que sea más fácil una resistencia a la dentes permanecen inmutables. El resultado de esto es la perpetuación
internalización de los ideales autotrascendentes. La cosa es todavía más o el aumento gradual de la dialéctica, o bien bajo la misma forma, o
plausible ya que en la segunda dimensión está el inconsciente que, como en una forma encubierta. Le sigue a esto: o un proceso sin fin de
tal, no es auto trascendente, sino que en la segunda dimensión se trata amarguras, descontentos, de soledad y de bloqueo para la internali-
de un inconsciente opuesto a los valores autotrascendentes. zación de los valores autotrascendentes, o el abandono de la vida vo-
4) Como consecuencia de estas tres diferencias, existen también cacional.
diferencias en el resultado de las dialécticas de la primera y segunda Hemos discutido dos factores que pueden llevar o no a la inter-
dimensión. Es cierto que los individuos no siempre resuelven las dia- nalización de los valores. j :
lécticas conscientes de la primera dimensión, aunque esto de suyo de- 1) Las consistencias-inconsistencias y,
bería ser más posible porque las personas en las que predomina la 2) La madurez o inmadurez en la primera y en la segunda di-
primera dimensión son más libres que aquellas en las que predomina mensión.
la segunda dimensión. También éstas, a veces, eligen no hacer aquello Sería útil atender un tercer factor, que depende de los dos anteriores
que desean hacer. Aunque su capacidad de internalizar no está debi- y los continúa, se suma a ellos reforzando o debilitando el proceso de
litada por mucho tiempo, por sus dialécticas. crecimiento vocacional ligado a la internalización. Esto ya lo vimos
La situación es completamente diferente en los individuos de menor hablando del proceso de simbolización (cf. sección 8.5.3 especialmente
madurez de la segunda dimensión. Especialmente en los casos de las pp. 203-208 y pp. 295-297).
dialécticas inconscientes (más que preconscientes, que por otra parte Bastará recordar que el proceso simbólico actúa, creando expecta-
son menos frecuentes), estos individuos están obstaculizados para tomar tivas: !as ?~rsonas tienden a conferir a cosas, a valores a otras personas,
conciencia de la verdadera naturaleza de sus frustraciones, y así, para etc., slgnIftcados que actúan como expectativas. Por ejemplo, se espera
modificarlas a través de un reaprendizaje, y una nueva valoración. La que la pertenencia a una institución, o a un movimiento, o a un grupo
experiencia no tiene para ellos prácticamente ninguna influencia be- dentro de la Iglesia sea fuente de éxito o de prestigio porque estos han
neficiosa para un cambio mejor. Como dice Santayana: el hombre que sido elegidos, subconscientemente como símbolo de éxito o de prestigio.
no conoce su pasado, está condenado a repetirlo. En segundo lugar, Para el objetivo de nuestra discusión es importante subrayar que cuanto
estas repetidas gratificaciones de las necesidades inconscientes opuestas más madura es una persona, en la primera o en la segunda dimensión,
a la autotrascendencia teocéntrica inherente al hombre, no ofrecen más tenderá a simbolizar progresivamente, es decir, con expectativas
ninguna respuesta real al anhelo fundamental del hombre, y así dejan que tienden a favorecer la autotrascendencia; y al revés, cuanto menos
al individuo en un estado de frustración. Estos individuos buscan alivio; madura es una persona, su simbolización tenderá más a ser regresiva,
así por ejemplo, la entrada de estos en una vocación religiosa, a menudo y por tanto, opuesta a la autotrascendencia y a la internalización. Este

320 321
es sobre todo el caso del pecado y hábitos viciosos para la primera en relación a los tres factores anteriores. Aunque este amplía y explicita
dimensión o de las inconsistencias inconscientes, y de las consistencias conceptos presentes en estos, y los aplica al aspecto social del problema.
defensivas centrales de la segunda dimensión, donde las expectativas La definición existencial de internalización dada anteriormente, su-
pueden estar muy en contraste con lo que comporta aceptar y vivir los brayaba que un valor es internalizado, en la medida que la persona es
valores autotrascendentes propios de la internalización y por tanto pue- libre, en la medida que la persona está dispuesta a aceptar el valor
den ser expectativas muy irrealistas para el verdadero crecimiento vo- como algo que lleva a trascenderse tea céntricamente, como algo por lo
cacional. En una palabra, incluso proclamando buscar el Reino de Dios, que la persona es transformada y, finalmente, acepta todo esto por amor
más o menos inadvertidamente, se busca el Reino del propio yo. De al valor intrínseco del ideal cristiano escogido.
nuevo, estas expectativas irrealistas son fuente de profundas frustra- Ahora bien, Kelman subraya que se puede aceptar un valor sin
ciones para la persona, añadiéndose estas a las frustraciones prove- querer, más aún, rechazando consciente (o inconscientemente) ser cam-
nientes de las dialécticas de la primera y de la segunda dimensión, para biado por él. Este proceso se llama complacencia. Según Kelman, aquí
favorecer ulteriormente un bloqueo o un abandono del compromiso el individuo acepta la influencia de otra persona, o grupo, con la es-
vocacional. Sin embargo, la fuerza motivante de estas expectativas es peranza de obtener alguna ventaja, o para evitar cualquier castigo por
menor que la de la primera y segunda dimensión, ya que esta cambia parte de esa persona o grupo. Se trata sólo de una aceptación externa
gracias a estas últimas. en la que las actitudes o valores no son adoptados porque el individuo
Estas dificultades en el camino vocacional, que provienen de las cree en sus contenidos, sino simplemente, por incentivos externos. Así
expectativas, están presentes en la primera y segunda dimensión. Pero la persona se adapta externamente a la situación y, por ejemplo, puede
también aquí, análogamente, son adecuadas las cuatro diferencias para aparentar ser «un buen religioso», respetuoso y obediente a sus su-
la internalización. Nos referimos a las distinciones hechas cuando se periores, pero no creer, internamente, en el contenido de aquello que
confrontaron las dialécticas de la primera con las dialécticas de la se- él hace (cf. Jn 6,26-29).
gunda dimensión. Según la teoría expuesta aquí, no es necesario que el individuo sea
Un cuarto factor que influencia la internalización o no de los valores consciente de esto, para que falle la internalización o haya sólo com-
autotrascendentes es el que tiene sus raíces no sólo en las fuerzas placencia, basta que todo suceda más o menos inconscientemente. Por
intrapsíquicas de la persona, sino también en la influencia interpersonal, tanto, una necesidad «sentida» intensamente en las dialécticas de la
social. Este factor fue discutido por Kelman (1958, 1960, 1961) aunque primera o segunda dimensión tiende a llevar a la complacencia; esto,
en un contexto completamente diferente al que aquí estamos consi- como vimos (cf. pp. 317-321), es cierto sobre todo para las dialécticas
derando. Será suficiente ver que dicho autor, toma como último término inconscientes de la segunda dimensión; «su sentimiento de frustración
de referencia no los valores objetivos, sino los subjetivos (cf. v. g., 1961, lo lanzará a buscar fuentes actuales o potenciales de aprobación, de
pp. 65-66). Por tanto, su definición de internalización es sustancial- aceptación, de recompensas y viceversa, le llevará a evitar las fuentes
mente diferente 92 • Sin embargo, su aportación es muy importante por de desaprobación, de rechazo, de castigo. En la medida en que la
haber propuesto el concepto de internalización. Además, él lo diferencia persona es impulsada por dichas inconsistencias centrales vocacionales,
del concepto de identificación y de complacencia, confirmando dichas se tendrá complacencia» (Rulla, 1971, cf. ed. española en Atenas, p.
distinciones a través de la investigación. 317). Siguiendo la preciosa investigación de Freedman, Wallington and
En relación a este problema de la internalización de los valores Bless (1967), resaltamos que no es indispensable una presión externa;
autotrascendentes, este cuarto factor no es algo completamente nuevo basta que la persona trate de reducir su sentido interno de culpa (algo
que sucede fácilmente como consecuencia de una inconsistencia cen-
92. Se pueden indicar otras dos diferencias entre las ideas de Kelman y la tral) .
exposición que sigue. Kelman acentúa más bien las dinámicas sociales y -parece-
mucho menos las intrapsíquicas. Además, respecto a la identificación entre un tipo En la identzficación, la persona adopta las nuevas actitudes o ideales,
de identificación «no internalizante» y otro tipo de identificación que lleva a la no porque estos sean importantes por sí mismos, sino porque son
internalización y podemos llamar «internalizante». importantes para la persona. En la descripción de Kelman, el individuo

322 323
acepta internamente cuanto le propone, lo que no ocurría en la com- Resumiendo y simplificando, podemos decir que, al exponer los
placencia donde sólo se daba una aceptación externa. Sin embargo él tres primeros factores, el proceso de internalización de los valores ob-
adopta esas nuevas actitudes o valores sobre todo porque satisfacen y jetivos autotrascendentes se ve favorecido por la madurez en la primera
acrecientan la imagen, la estima que tiene de sí mismo. Así por ejemplo, y en la segunda dimensión, también en el caso en que esta tenga lugar
obedece a un superior o sigue a un grupo porque esto es gratificante mediante un proceso de identificación interiorizadora. Un ejemplo pue-
para la imagen que tiene de sí; igualmente, él puede aceptar y vivir en de ser la estima a un religioso, estima que puede llevar a decidirme por
un rol porque este aumenta el concepto que tiene de sÍ. Téngase en entrar en la vida religiosa, aunque después, con el tiempo, la relación
cuenta que esta relación gratificante con otra persona o con el rol, se con aquella persona ya no es necesaria para mi perseverancia, ni para
puede establecer por el individuo o en la realidad o sólo en la imagi- mi crecimiento vocacional, ya que se dio una progresiva y genuina
nación. Por ejemplo, la identificación con un grupo religioso puede internalización de los valores de Cristo, es decir, ha habido un paso
tener lugar porque en la imaginación del sujeto, la identificación es desde 10 que es importante para mí, a 10 importante en sí que me
gratificante para la imagen que tiene de si mismo. trasciende teocéntricamente. Al contrario, una escasa madurez en la
De nuevo, según las ideas ya expuestas en el cuadro general, las primera y segunda dimensión bloquean el proceso de identificación
personas que presentan fuertes oposiciones internas en las dialécticas internalizante; mi vocación cristiana está más o menos sostenida por
de la primera o de la segunda dimensión, tienden a desarrollar la iden- una búsqueda de 10 que es importante para mí, del éxito del apoyo
tificación. Estas personas están divididas internamente, y por tanto son social, humano, natural, más que por el abandono incondicional a Dios,
vulnerables (consciente o subconscientemente) en la imagen, en la es- por amor a su Reino en mí y en los otros (d. Jn 5,41-44).
tima de sí mismas, encontrándose así con la necesidad de buscar re- Cuando dicho apoyo social disminuye, cuando hay miedo (cons-
laciones externas que gratifiquen y acrecienten esta imagen y estima. ciente o subconsciente) a quedar mal, a ser descartados, apeados, de
Sin embargo, como ya señalé (1971, p. 317), es importante distinguir no tener una vida segura o confortable, o estimada, es fácil bloquearse
un proceso de identificación que no lleva a la internalización de otra en nuestra autotrascendencia teocéntrica o traicionarla. A este propó-
que, al contrario, favorece la internalización: es decir, distinguimos entre sito, puede haber diferencias entre la influencia de la primera y segunda
la identificación no internalizadora de la identificación interiorizadora. dimensión según los cuatro puntos ya indicados (en pp. 317-321).
La diferencia entre las dos se encuentra en la parte del (selj) o yo que Lo que hemos dicho sobre los tres (o cuatro) factores que actúan
es gratificada en dicha relación. Citando el libro de 1971, p. 317: sobre el proceso de internalización, indica que la mayor o menor ma-
(Edición española, Atenas: Psicología profunda y vocación) II, p. 91: durez en la primera o en la segunda dimensión influencia notablemente
texto no exactamente igual). el tipo de función que los valores y las actitudes por mi proclamados
«a) en la medida que la parte de la imagen de sÍ, de la estima de como ideales tendrán en mi motivación. ¿Qué clase de funciones se
pueden derivar de esto?
sí gratificada por la relación, puede ser integrada con los valores ob-
Hablando de las ambigüedades del sistema motivacional (d. sección
jetivos de la vocación, en la misma medida, la relación identíficante
8.3.1) recordamos (siguiendo a autores como Smith, Katz y Rokeach)
conducirá hacia la internalización de las actitudes y de los valores vo-
que los valores y las actitudes pueden desarrollar cuatro tipos de fun-
cacionales (identificación internalizadora); b) cuanto más la parte de
ciones: expresar los valores, favorecer nuestro conocimiento, gratifi-
la imagen de sí gratificada por la relación identificante no puede ser
carnos y defendernos. La discusión sobre el proceso de internalización
integrada con los valores vocacionales objetivos, tanto más esta relación
indicó que es importante poseer una cierta madurez en la primera y
llevará hacia la complacencia, o por 10 menos, la llevará lejos de la
segunda dimensión para que mi expresión de los valores, y mi com-
internalización (identificación no internalizante).
promiso por conocer, puedan ser elementos motivantes para., una au-
La identificación es un proceso muy potente de influencia social, totrascendencia teocéntrica. De otro modo puedo usar la expresión, la
pero este es notablemente ambivalente como medio para influenciar la proclamación de los valores, como un esfuerzo por el conocimiento,
internalización de las actitudes y de los valores vocacionales». no por un crecimiento en la vocación cristiana, sino todo 10 más para
324 325
una autotrascendencia egocéntrica o filantrópica. Una cierta madurez por ponerle en el Criador dellas, a El en todas amando y a todas en
en la primera y segunda dimensión es necesaria para que mi self o yo El, conforme a la su santísima y divina voluntad».
sea trascendente para los valores objetivos y revelados por Cristo, más
que para los valores subjetivos que quizás estén en oposición a los C) Procesos relevantes de la vocación desde
valores de Crist0 93 • una perspectiva psico-social.
Por el contrario, poca madurez en la primera o en la segunda Cuanto hemos dicho hasta ahora sobre los pasos y sobre las difi-
dimensión me predisponen a usar los valores y actitudes que vivo o cultades del camino vocacional, puede tener una influencia notable
proclamo, para una gratificación utilitaria o para una defensa de mí sobre algunos procesos relevantes propios de la vocación. En concreto
mismo; así por ejemplo, una actividad apostólica puede servir la función queremos hablar de las disposiciones psico-sociales, en cuanto que estas
de búsqueda, de aclamación, o de éxito, de manera que no puedo ser afectan a algunos pasos del camino vocacional. Trataremos esto pro-
libre para seguir a Cristo en una misión solicitada desde la obediencia, poniendo cinco proposiciones generales que comentaremos brevemen-
o para una misión menos remunerativa y prestigiosa, pero más útil para te. Estas proposiciones fueron presentadas en la formulación inicial de
su Reino. Igualmente, puedo tener valores y actitudes como ~l del la teoría (1971), las retomaremos ahora y, donde sea necesario, las
compromiso por la justicia social, pero tenerlos porque inconsciente- reformularemos según las nuevas perspectivas interdisciplinares pre-
mente quiero defenderme a mi mismo revalorizándome, o el de la sentadas en este libro.
castidad, aunque después establezco relaciones con los otros para atraer- Las tres primeras proposiciones se refiere al inicio del camino vo-
los hacia mí más que hacia Cristo. cacional. En 1971 fueron aplicadas al proceso de entrada en la vocación
La importancia de una «internalización» está expresada por san sacerdotal y religiosa.
Ignacio de Loyola en las Constituciones, en el n. 288 (cf. san Ignacio Proposición I. La vocación cristiana es un proceso hacia la realización
de Loyola, Obras Completas, Madrid, BAC, 1977, 4: ed.). Es un texto
del ideal de sí más que a la realización del concepto de sí.
Proposición lI. La vocación cristiana es un proceso hacia la realización
que sugiere claramente las distinciones entre complacencia, identifi-
del ideal de -si- en la situación, o va-ideal.
cación no internalizante, o internalizante, e interiorización que hemos
Proposición lII. El yo-ideal, por ~nedio del cual se expresa el inicio
presentado. Citémoslo: del compromiso vocacional, se caracteriza más por los valores instrumen-
«Todos se esfuercen de tener la intención recta, no solamente acerca tales y finales que por las actitudes. Yel contenido de este yo-ideal (valores
del estado de su vida, pero aun de todas cosas particulares, siempre y actitudes) está constituído por variables autotrascendentes más que por
pretendiendo en ellas puramente el servir y complacer a la divina Bon- variables naturales.
dad por Sí mesma, y por el amor y beneficios tan singulares en que Estas proposiciones quieren subrayar algunos puntos presentados
nos previno (intemalización o identzficación intemalizante), más que por en desarrollos anteriores de este libro, a los que remitimos. En primer
temor de penas ni esperanza de premios (complacencia), aunque de sto lugar, la motivación humana es teleológica y axiológica: el hombre
deben también ayudarse; y sean exhortados a menudo a buscar en todas tiende a realizar valores, y por tanto, a autotrascenderse. En este
cosas a Dios nuestro Señor, apartando, quanto es posible, de sí el amor anhelo por la autotrascendencia, la persona que inicia el camino de
de todas las criaturas (identificación no intemalizante o intemalizante), la vocación cristiana, trata de realizar el significado ontológico del
hombre mismo que es, el de una autotrascedencia teocéntrica más
93. El conocimiento de la madurez en la primera y segunda dimensión permite que de una autotrascendencia egocéntrica o filantrópica. Por esto,
discernir más fácilmente si la función expresiva de los valores se utiliza al servicio el yo-ideal del hombre inicia su camino vocacional tendiendo más
de una satis/acción subjetiva de lo que es «importante para mí», opuesto en mayor hacia los valores autotrascendentes (morales y religiosos) que hacia
o menor medida a lo que es importante en sí mismo, teocéntricamente entendido.
Véase en este sentido el modo como Rokeach (1968, p. 132) describe, en términos
los valores naturales.
subjetivos, la función expresiva de los valores como referencia primigenia (superor- Además, el hombre cristiano se siente llamado a una autotrascen-
dinate) respecto a las otras funciones de valores y actitudes. dencia teocéntrica que se concreta, que pasa sobre todo a través del

326 327
amor a las personas (y cosas) en la situación, en el ambiente en que fuerza de motivación de las expectativas más o menos irrealistas apoyada
vive; por ello, trata de realizar un ideal «situado» mediante la auto- por la primera dimensión debería ser ciertamente menor y menos du-
trascendencia del amor. Es el aspecto socio-eclesial de la vocación radera que la de las expectativas que engendra la segunda dimensión.
cristiana que se expresa, desde los primeros momentos en el camino Las mismas consideraciones y conclusiones sobre la mayor influencia
vocacional. de la segunda dimensión en comparación con la primera, son válidas
Finalmente, el cristiano se siente llamado más a la autotrascendencia también para el proceso de internalización. Este proceso influye en la
que a la autorrealización, aunque se percibe, más o menos consciente capacidad de «escuchar» la palabra de Dios, de discernir y de amar.
y explícitamente, que los dos procesos son interdependientes. En efecto, como vimos (cf. pp. 75-78 y pp. 321-323), cuantas más
Las dos últimas proposiciones consideran los aspectos de la per- emociones inconscientes tenga la persona, más selectiva será la percep-
severancia como también el crecimiento y la eficacia apostólica en la ción, la memoria, la imaginación y, por tanto, dichas emociones más
vocación. Sobre todo tal como ellos son expresados por el proceso de precondicionan nuestro conocimiento, nuestra atribución de signifi-
intemalización de los valores y de las actitudes autotrascendentes. Aquí, cados a las informaciones, valores, personas, sucesos, etc. Como con-
obviamente, se quieren subrayar los ideales revelados por Cristo con secuencia de esto, los individuos pueden tener «puntos ciegos» psi-
su palabra y con su ejemplo. cológicos con una visión de las cosas que es parcial, o que está
Proposición IV. El crecimiento y la perseverancia en la intemalización distorsionado. Haciéndose así más difícil una orientación e interpre-
de los ideales autotrascendentes está relacionado con el grado de madurez tación de la realidad que sean objetivas, al menos, en las áreas de la
en la primera y segunda dimensión, y por tanto, con el tipo, grado y personalidad influida por las inconsistencias centrales inconscientes de
número de consistencias e inconsistencias centrales conscientes y sub- la segunda dimensión.
conscientes del yo-ideal, con el yo-actual. Dichas limitaciones y distorsiones se aplican también a la Palabra
Un comentario de esta proposición significaría prácticamente, una de Dios que nos habla a través de la escritura, de la liturgia, de las
repetición de cuanto se ha descrito en las secciones 7,8 y 9. Por ello, instituciones, de las personas y del significado profundo de la realidad.
nos limitaremos a exponer sólo algunas consideraciones. La raíz de la La persona «oye» pero no «escucha», estando, en cierto modo, «sorda».
proposición es la dialéctica de base del hombre, por tanto, la propo- A su vez, esta «sordera» puede afectar a la capacidad de discernir
sición se funda sobre las características de esta dialéctica, expresadas los signos de Dios en 10 referente a la misión a la que El nos llama.
por las consistencias o inconsistencias centrales propias de la primera Como indica la figura 1, las emociones, especialmente las incons-
y segunda dimensión, que están significativamente abiertas al horizonte cientes de la segunda dimensión, reducen la libertad efectiva de la
de los ideales autotrascendentes. persona. Esta reducción de la libertad influye no sólo en el escuchar y
Sobre la perseverancia o no en la vocación, podemos hacer una discernir, sino también y sobre todo en el amar, es decir, en el don de
diferenciación de grado en la influencia ejercida por la primera y por sí al otro y al Otro. Si el self o yo presenta una seria inestabilidad e
la segunda dimensión. La primera dimensión puede influenciar más inseguridad a causa de inconsistencias centrales inconscientes no le será
cuando las disposiciones de la primera dimensión se ven acompañadas fácil «perderse» totalmente en el amor. Sólo una persona madura y
por situaciones graves de pecado o de hábitos viciosos. En el caso en segura de sí misma puede perderse a sí misma, puede amar como Cristo
que estas últimas condiciones no estén presentes, valen las diferencias lo hizo.
entre las dialécticas de las dos dimensiones presentadas en los cuatro Podemos comprender entonces cómo un proceso de internalización
puntos de las pp. 317-321, incluídas sus repercusiones sobre las expec- sutilmente bloqueado en algunas áreas de nuestra motivación, espe-
tativas y sobre el proceso de simbolización, como también sobre la cialmente por la segunda dimensión, puede negativamente sobre la
complacencia, sobre la identificación no internalizante, etc. (cf. pp. 321- objetividad, sobre la libertad del yo-ideal.
326). En conjunto se puede decir que -en tales circunstancias- la Parece que la segunda dimensión puede ejercer una influencia no-
segunda dimensión tiene una influencia más duradera y más nociva table sobre la formación profunda de las conciencias, al menos en los
aunque sea más sutil y más ambigüa. Como consecuedcia, ~ambién la límites de la santidad objetiva con la eficacia apostólica respectiva, e

328 329
indirectamente, de la santidad subjetiva y la eficacia apostólica corres- El influjo externo, positivo o negativo, tendrá sin embargo escaso
pondiente. Esta posibilidad está expresada más explícitamente en la impacto si se encuentra con un equilibrio-desequilibrio entre la primera
proposición V. y segunda dimensión fuertemente estabilizado o en el sentido de un
Proposición V. a) Las crisis vocacionales, que están influenciadas predominio relativo, de una madura primera dimensión, o en el sentido
por la escasa madurez de las personas en la primera y segunda dimensión, de un predominio relativo, de una inmadura segunda dimensión. Sin
al inicio están más presentes entre las actitudes que entre los valores embargo, está daro que una primera dimensión madura sostenida por
instrumentales y finales autotrascendentes. un fuerte influjo externo positivo puede llevar al mejoramiento de este
b) Un empeoramiento de la crisis puede tener su raíz no sólo en el equilibrio-desequilibrio, que ya es bueno y viceversa, una segunda di-
empeoramiento de la primera dimensión, sino en la fragilidad de la per- mensión inmadura unida a un fuerte influjo externo negativo puede
sona debida a una condición de inconsistencias inconscientes de la segunda ll~var al empeoramiento de este equilibrio-desequilibrio ya precario.
dimensión, existentes de modo latente desde mucho tiempo. En efecto, La observación cotidiana parece confirmar esta acción potencial-
esta condición puede hacer muy frágil el equilibrio-desequilibrio entre la mente destructiva de la vocación, que las inconsistencias inconscientes
primera y segunda dimensión, por tanto, con el tiempo esta puede minar de la segunda dimensión pueden ejercer en su equilibrio-desequilibrio
la primera dimensión y mediante esta última, algunos de los valores con la primera. Todos hemos visto personas con vocación sacerdotal
instrumentales y finales autotrascendentes fundamentales para la voca- o religiosa que durante años no han presentado signos manifiestos de
ción. debilidad en la primera dimensión (virtud-pecado) ni en la segunda
Hay dos partes en la proposición. La primera parte a) indica que dimensión (bien real-aparente.
las actitudes, teniendo una fuerza motivante menor que la de los valores Para la segunda dimensión esto es particularmente posible en el
y necesidades, estimulan menos un sentimiento de culpa cuando son caso de las inconsistencias psicológicas en las que el individuo está
transgredidos, y por tanto pueden serlo más fácilmente. Estos son más adaptado socialmente, pero mal adaptado psicológicamente (de manera
«pequeños». Sin embargo, en la vida del Espíritu, las cosas pequeñas latente) (véase p. 298). Después se produce inesperadamente la crisis
aun siendo pequeñas pueden llegar a ser importantes. también en la primera dimensión, y el individuo abandona la vocación.
La segunda parte b) subraya sobre todo, la relación de la primera El caso suscita admiración, y en el caso de personas con grandes res-
y segunda dimensión con la santidad subjetiva y objetiva respectiva- ponsabilidades, llama fuertemente la atención. En realidad se trataba
mente. Como vimos (cf. pp. 263-270), la santidad objetiva puede afectar de «gigantes con pies de barro». Es verdad que en general la crisis está
i?directamente a la santidad subjetiva y a la eficacia apostólica respec- acompañada por un menor compromiso o por un abandono de la
tIva. En segundo lugar, la segunda parte recuerda la importancia crucial oración. Pero nos preguntamos, ¿por qué estas personas no rezaban
del equilibrio-desequilibrio que existe entre la primera y segunda dimen- más? Quizá la oposición subconsciente a la autotrascendencia teocén-
sión. Influjos externos a la persona, particularmente fuertes, pueden trica tiene bastante que decir y que ver a este respecto en cuanto que
alterar dicho equilibrio, por lo menos en los casos en que éste es obstaculiza el proceso de internalización limitando así la formación de
inestable, a diferencia de los casos en que éste esta fuertemente esta- convicciones personales profundas y enraizadas.
bilizado. En los casos de un equilibrio más bien inestable preexistente
al influjo externo, es posible una mejoría o un empeoramiento de la D) Algunas implicaciones de las ideas expuestas
situación vocacional. Se tenderá a mejorar si el influjo externo es fa- Mencionaremos sólo algunos puntos a modo de recuerdo de as-
vorable al crecimiento vocacional, y las fuerzas subconscientes son sólo pectos ya ofrecidos implícitamente.
ligeramente prevalentes sobre las conscientes. Se tenderá un empeo- Las tres primeras proposiciones presentadas en las páginas anterio-
ramiento si el influjo externo es contrario al crecimiento vocacional, y res, están centradas sobre el hecho ontológico de la persona: tender a
las fuerzas inconscientes antivocacionales son claramente prevalentes la autotrascendencia teocéntrica. Las otras dos proposiciones tienen su
sobre las conscientes. raíz en otro hecho ontológico: la dialéctica de base, que se evidencia
330 331
de manera central en las consistencias-inconsistencias de la primera y cendentes objetivos se transforman en la persona (como consecuencia
de la segunda dimensión. de la consistencia). Se tiene así una internalización de Cristo, una trans-
Por tanto, las cinco proposiciones y la teoría (de las que esas son formación de la persona en El (Gá12, 20) y una realización de la persona
la presentación sintética) pueden ser traducidas y operacionalizadas en misma, de su capacidad de autotrascendencia teocéntrica. En otras
términos de antropología científica psico-social, subrayando los dos palabras, la vida de fe que acepta los valores de Cristo lleva a un acuerdo
aspectos fundamentales de la autotrascendencia y de la consistencia, entre los ideales objetivos cristianos y los propios ideales subjetivos. A
ambas como matrices del proceso de internalización. Por todas estas su vez, este acuerdo favorece el acuerdo de los propios ideales con el
razones, se puede calificar la teoría psico-social de la vocación aquí resto de toda la persona, primera segunda dimensión, y posiblemente
expuesta como «teoría de la autotrascendencia en la consistencia». también la tercera y viceversa. A esto le sigue un crecimiento en la
Autotrascendencia y consistencia se influencian mutuamente. A su internalización que, a su vez, favorece el crecimiento en la consistencia
vez ambas comportan, como efecto secundario, una realización per- yen la autotrascendencia. Todo esto, sin embargo, siguiendo un camino
sonal; además ambas son disposiciones que afectan a la perseverancia atestado de dificultades como ya vimos anteriormente.
y al proceso de internalización mediante éste último, al crecimiento y La distinción de las influencias respectivas del consciente y del
a la eficacia apostólica en la vocación. Podemos representar estas in- inconsciente en la motivación que acompaña el camino vocacional fue
teracciones e implicaciones de los diversos elementos con el esquema uno de los puntos más importantes de la exposición precedente. Esta
de la Figura 3 (tomado, con algunas modificaciones de, Rulla, Ridick, distinción la hacemos por el hecho de que la vocación se implanta en
Imoda, 1976, p. 13). una personalidad en la que los elementos conscientes e inconscientes
están ya presentes desde la infancia como componentes normales de la
persona humana. Por tanto es necesario identificar los componentes
FIGURA 3. Síntesis de la teoría de la autotrascendencia inconscientes de la dinámica de la persona antes que los conscientes,
en la consistencia94 por lo menos en el sentido de poder identificar cómo y porqué los

AUTOTRASCENDENCIA -efecto secundario


(dispone a la) (favorece la)
J primeros pueden ejercer una función de oposición a la autotrascen-
dencia teocéntrica que es característica de los componentes conscientes
de la persona (consistencias no defensivas).
i ~ En esta línea hemos identificado primero las inconsistencias cen-
CONSISTENCIA
k (dispone a la) • realización personal
(dispone a Ia)"-! (efecto secundario)
trales inconscientes (1971), después usando dichas inconsistencias, dis-
tinguimos las consistencias conscientes defensivas y no defensivas
(1976). Finalmente en este libro ofrecimos una formulación de cómo
(favorece) (dispone a la :J--intel7zJización y perslueranCiU dichas consistencias e inconsistencias participan en la constitución de
I la primera y la segunda dimensión, y después, de cómo éstas desarrollan
una función simbólica que favorece o se opone a la autotrascendencia
teocéntrica y a la internalización.
(Adaptada de Rulla, Ridick, Imoda 1976, p. 13).
Todo ello permite no sólo comprender mejor los procesos de au-
totrascendencia y de internalización, sino también más fácil y posible
La figura indica que bajo la acción de la Gracia en una vida vo- discernir la función positiva o negativa de bien real o aparente ejercida
cacional la persona se transforma en los valores (como consecuencia
por los valores y por las actitudes que se encuentran en las personas
de una genuina autotrascendencia teocéntrica) , y los valores autotras-
en el camino vocacional.
Subrayemos que este discernimiento parte de una identificación
94. La realización personal llevará a la internalización y a la perseverancia en
la medida en que la parte del yo (o sel/J que se realiza pueda integrarse con los de los elementos inconscientes de cada persona. En el fondo es el
valores objetivos autotrascendentes. mismo principio afirmado por el cardenal Wojtyla (1979a) que en

332 333
un contexto más general escribe: « ... en realidad parece imposible 10. IMPLICACIONES DE LA ANTROPOLOGIA PRESENTADA
comprender y explicar al ser humano, su dinamismo como también
su actuar consciente y sus acciones si basamos nuestras considera- La antropología presentada en los capítulos 7, 8 y 9 permite estudiar
ciones sólo en la conciencia. A este respecto, parece que la poten- la vocación cristiana no sólo según una aproximación psico-social (tal
cialidad del subconsciente viene antes, es primaria (antecedente) y como lo hicimos en nuestras publicaciones de los años 1971, 1976 y
más indispensable, que la conciencia para la interpretación del di- 1978 (la primera: Psicología profunda y vocación I y II, publicada en
namismo humano como también para la interpretación del actuar español en esta misma editorial), sino también es una perspectiva más
consciente» (p. 93). Es una prioridad estrucutural que no significa amplia caracterizada por la aportación interdisciplinar y convergente
superioridad o predominio. de la teología, de la filosofía y de la psicología social. Además, las páginas
A propósito del discernimiento concerniente al proceso de in- precedentes (especialmente las 311-334) han mostrado cómo dicha an-
ternalización, es útil subrayar que durante el camino vocacional una tropología interdisciplinar puede ayudar a comprender mejor muchos
persona puede cambiar sus actitudes y sus valores. Para su discer- aspectos del «camino de la fe» (Ltimen Gentium, n. 58) propio de la
nimiento exacto no hace falta preguntarse si una persona puede vocación cristiana: inicio, progreso, sus dificultades, etc.
cambiar o si ha cambiado. Está claro que esto es posible. Sin embargo El presente capítulo 10 quiere presentar breves consideraciones que
puede darse que el cambio suceda no por un proceso de interiori- se refieren a ulteriores implicaciones de la antropología presentada.
zación de los valores autotrascendentes sino por un proceso de in- Tales implicaciones intentan centrarse sobre un tema: la formación de
la vocación sacerdotal-religiosa. Pero «mutatis mutandis», lo mismo
teriorización de los valores autotrascendentes sino por un proceso
puede aplicarse a la formación de los miembros de organizaciones o
de complacencia o de identificación no internalizante (d. pp. 323-
movimientos de laicos o a los laicos de clara orientación cristiana (por
325). Para un discernimiento exacto hace falta preguntarse: ¿La per-
ejemplo, formación de los enseñantes laicos de escuelas cristianas).
sona ha cambiado su capacidad de cambiar según una verdadera
Abordaremos dicho tema solo mediante reflexiones o conclusiones par-
internalización? ¿Esta está libre de divisiones internas y de depen- ciales y no mediante un estudio extenso o -mucho menos- exhaus-
dencias del entorno, de manera que está creciendo verdaderamente tivo.
en su capacidad de autotrascendencia para el amor teocéntrico? En
otras palabras: ¿puede ésta mantenerse en pie por sí sola frente a
Dios y con la ayuda de su Gracia? 10.1. La formación sacerdotal-religiosa: premisas
En este punto de la presentación de la sección 9.4 sobre los aspectos
psico-sociales de la antropología de la vocación cristiana, parece opor- El hecho de dirigir la atención sobre todo a las vocaciones sacerdotal
tuno ver un texto conocido del Concilio Vaticano II. y religiosa en la Iglesia es debido a tres clases de razones: históricas,
Este resume y precisa la finalidad de la integración de una antro- teológicas y pastorales.
pología psico-social con las otras antropologías pertinentes a la vocación Históricamente es un hecho que los movimientos y reformas más
cristiana, especialmente la teológica: «En la cura pastoral deben co- importantes de la Iglesia han venido de la vida, de los ejemplos y de
nocerse suficientemente y hacer uso no sólo de los principios teológicos las palabras de sus líderes espirituales95 • La historia de la Iglesia cristiana
sino también de los descubrimientos de las ciencias profanas, en primer lo indica claramente: desde Cristo, a la Virgen, a los pocos apóstoles,
lugar, de la psicología y de la sociología, de manera que también los a los fundadores de congregaciones religiosas y sus seguidores, a los
fieles puedan ser conducidos a una más pura y madura vida de fe»
(Gaudium et Spes, n. 62). 95. Por «líderes espirituales» se entiende aquÍ personas maduras no sólo en la
primera dimensión de la virtud, sino también en la segunda dimensión del bien real
Las páginas precedentes indican que verdaderamente una visión (en cuanto apostólicamente diferente del bien aparente). En otras palabras, se trata
psico-social puede ser una contribución no pequeña para una «más de personas que se comprometen completamente a vivir «lo que es importante en
pura y madura vida de fe». sí» de Cristo, en vez de «lo que es importante para mí» del individuo.

334 335
santos obispos y sacerdotes, a los laicos santos. Son éstos líderes es- cordar aquí los dos documentos específicos del Concilio Vaticano Il
pirituales los que como pequeña levadura han fermentado toda la masa que se refieren a dicha formación: Optatam Totius para las vocaciones
de los fieles (Mt 13,33 y par; d. igualmente la parábola del pequeño sacerdotales y Perfectae Caritatis, para la renovación de la vida religiosa.
grano de mostaza que poco a poco se convierte en árbol grande: Mt La Iglesia quiere preparar de modo específico a los sacerdotes y
13,31-32 y par). religiosos para su misión. Es una preparación que abarca toda la per-
La Iglesia de hoy y de siempre tiene necesidad de santos, de líderes sona. Aquí no se pretende tratar de la formación académico-doctrinal.
que en su existencia humilde y frecuentemente escondida han inter- Nos limitaremos a los aspectos que se refieren al crecimiento espiritual
nalizado, encarnado a Cristo, perdiendo la propia vida por el Reino de tanto en el aspecto de santidad personal como en lo referente a la
Dios (Mt 16,24-25). Ellos son los que han promovido el verdadero eficacia apostólica. Además, nos limitaremos a orientaciones generales
progreso de la sociedad. Después de todo, los males sociales hunden que pueden servir de guía para aplicar en casos o situaciones concretas.
sus raÍCes en las divisiones, en las dialécticas internas de las personas Después de todo, en la formación no se dan fórmulas definitivas que
(Gaudium et Spes, n. 10); y -de modo análogo- es la conversión valgan de una vez para siempre.
profunda de cada individuo (la «metanoia») la que Cristo y Juan Bautista Recordaremos, en primer lugar, los fundamentos antropológicos de
han indicado como el principio de la Buena Nueva (d. también las pp. las orientaciones educativas que serán propuestas; después trataremos
251, 253). de algunas de las ayudas posibles en el proceso de formación; dichas
Se ha subrayado la importancia para la historia de la Iglesia de los ayudas serán consideradas según dos aspectos: el intrapersonal que se
que han consagrado toda su vida por el Reino bajo la forma de vocación refiere a cada persona y el interpersonal que contempla la interacción
sacerdotal o religiosa; esto no significa afirmar que exista un estado entre las personas presentes en los grupos, en las comunidades, en las
privilegiado en la Iglesia (d. Concilio Vaticano Il, Lumen Gentium, instituciones.
caps. 5 y 6); más aún, se pretende poner de relieve que no existe un
monopolio de santidad o de apostolado porque todos los cristianos son
llamados a la perfección de santidad y de celo apostólico por el Reino 10.2. Fundamentos antropológicos cristianos
de Dios.
No obstante, como se ha expuesto en una publicación precedente Toda educación o formación se basa en una antropología específica
(Rulla, 1971, pp. 20-26; 1975, pp. 25-32), la vocación sacerdotal o y la presupone explícita o implícitamente. Aquí nos referimos, obvia-
religiosa (que aquí, para simplificar, se usan indistintamente) son una mente, a los elementos de antropología interdisciplinar presentados en
invitación, una llamada de Dios, que no sólo tiene exigencias sobre la los capítulos 7, 8 y especialmente en el 9.
existencia toda de quien es llamado (lo cual también es cierto para el Dichos elementos se pueden resumir (de modo incompleto) en las
matrimonio); por añadidura a cuanto sucede con esta última llamada, siguientes afirmaciones. La motivación vocacional es teleológica y axio-
la vocación sacerdotal o religiosa incluye específicamente una nueva y lógica, es decir, está orientada a fines que son valores y, en último
especial obligación no comprendida en la llamada al bautismo. Esta es análisis, a valores autotrascendentes objetivos revelados por Cristo. Por
la opinión común entre los teólogos, aunque después no están de acuer- ello el yo ideal de cada persona es un proyecto de vida que debería ser
do sobre lo específico de esta nueva obligación (d. Concilio Vaticano tanto objetivo como libre; objetivo, en cuanto tiene la posibilidad, la
Il, Presbyterorum ordinis, n. 12, para lo que se refiere al sacerdocio; capacidad de ayudar a la persona a autotrascenderse teocéntricamente
Lumen Gentium, n. 44, que habla de los tres votos de la vida religiosa, en los valores objetivos de Cristo; libre, en cuanto la persona tiene la
pero también de «otros vínculos sagrados , que en su objetivo son posibilidad de elegir y seguir a Cristo. Por ello el yo-ideal objetivo y
análogos a los votos»). libre es el quicio de la motivación vocacional.
La tercera razón que indica la utilidad de prestar atención a la Pero tal yo-ideal será objetivo y libre en la medida en que la persona
vocación sacerdotal-religiosa viene del hecho de que la Iglesia alienta con vocación vive una vida de oración y es madura en la primera
un empeño especial por la formación de dichas vocaciones. Baste re- dimensión de la virtud-pecado y en la segunda dimensión del bien real-

336 337
aparente (y, en algunos casos, en la tercera dimensión de la normalidad- la vida sacramental y de la oración de petición cuyo fin es impetrar lo
patología). Por ello es toda la persona la que se halla comprometida en que es importante para el Reino de Dios más que lo que pueda serlo
la vida vocacional. Si dichas condiciones acerca de la vida de oración para nuestros valores naturales y mucho menos para nuestra consolación
y la madurez en las dimensiones indicadas se realizan, y en la medida sensible. Además, la oración de petición hay que practicarla incluso
en que se realizan, la persona se hace disponible a la acción gratuita, cuando el conjunto de nuestras emociones puedan hallarse en un estado
procedente e insustituíble de la gracia divina para poder cambiar con- de aridez, de tristeza, se sensación de alejamiento por parte de Dios,
tinuamente su capacidad de progreso gradual hacia una creciente in- emociones experimentadas por Cristo en Getsemaní y en la pasión.
ternalización de los valores autotrascendentes de Cristo, lo mismo que Hay que subrayar que la antropología interdisciplinar presentada
hacia una mayor eficacia apostólica. La persona tendrá la libertad de sugiere lo profundo que puede ser el impacto de algunas prácticas de
autotrascenderse tea céntricamente en el amor. De este modo vivirá no oración utilizadas por los santos; se trata de la oración de reflexión
según un personalismo egocéntrico del yo o un personalismo filantró- ante Dios como la que tiene lugar en la meditación de la Palabra y en
pico-social, sino según un personalismo altruista del Tú divino y del tú el examen de conciencia bien hechos. Los santos trataban de enmen-
humano, es decir, según un personalismo cristiano. darse no sólo en sus limitaciones posibles sobre la primera dimensión
Como efecto colateral de tal libertad para la autotrascendencia teo- del pecado sino también en la segunda dimensión del bien aparente.
céntrica del amor el hombre se realizará a sí mismo, esto es, responderá Un modo útil para progresar en esta enmienda es examinarse si se obra
a su vocación ontológica creciendo hasta alcanzar el «estado de hombre por «lo que es importante para mí», en lugar de lo que lo es para el
perfecto, conforme a la medida de la plenitud de Cristo» (Ef 4,13). Reino de Dios. Es cierto que sólo el área preconsciente y no la in-
consciente del bien aparente puede ser puesta a nivel de conciencia;
también es cierto que dicha área preconsciente en general es más re-
10.3. Ayudas en la formación: aspectos intrapersonales ducida en la persona que la inconsciente. A pesar de todo, la meditación
de la Palabra y el examen de conciencia pueden acrecentar la conciencia
¿Qué se podría hacer en la formación para lograr un crecimiento de nosotros mismos y de este modo hacer crecer -al menos en parte-
de la persona en su santidad y en su eficacia apostólica? Discutamos nuestras energías libres por medio de la recta intención y por el amor
brevemente algunos aspectos que se deducen de los fundamentos de autotrascendente de unión con Dios.
antropología cristiana. Como se ha dicho, nos limitaremos a orienta- Esta recta intención concierne también a nuestro modo de orar.
ciones generales. Como nos enseña el «Padre nuestro», el modo de orar debe enderezarse
ante todo a obtener los valores autotrascendentes más bien que los
naturales y a buscar todo lo que es importante en sí para el Reino de
10.3.1. La vida de oración Dios en nosotros y en los demás más bien que lo que es importante,
lo gratificante para nosotros mismos.
Remitimos al lector a la rica literatura existente sobre este púnto Además, si se está verdaderamente convencido de que nuestras
fundamental de la ascesis cristiana. Baste aquí recordar que el ideal a limitaciones pueden provenir tanto del pecado (primera dimensión)
alcanzar es la unión continua y la familiaridad con Dios en todas nuestras como del bien aparente (segunda dimensión) se evitará más fácilmente
acciones cotidianas. la oración del fariseo y se practicará la del publicano (Lc 18,9-14). En
La visión antropológica presentada resalta la importancia tanto de otras palabras, el conocer las varias posibles fuentes de nuestras limi-
la vida sacramental y de la oración de petición, como de la oración de taciones hará aumentar, en vez de disminuir nuestro sentido de ser
reflexión. Los sacramentos y la oración de petición son necesarios por- deudores para con Dios. Esto nos hará crecer en nuestro amor por El
que la persona humana tiene sólo la posibilidad, la capacidad de au- porque nos hará apreciar los grandes y gratuitos dones de la redención
totrascenderse tea céntricamente: la actuación de esta posibilidad-ca- y de ser hechos partícipes de la vida divina como hijos adoptivos (Rom
pacidad es don gratuito de la gracia divina. De aquí la importancia de 8,12 -17). De este modo se crecerá en la confianza en el amor de Dios

338 339
como en la convicción de no tener méritos ante Dios, también porque y religioso) de Cristo más que sobre los valores naturales (políticos
se descubrirá en parte el bien aparente que puede hallarse presente en económicos, sociales, artísticos, etc.). Solamente perdiéndose en lo~
tantas de las así llamadas nuestras «buenas obras». De aquí se seguirá valores autotrascendentes de Cristo es como la existencia humana adqui-
una visión más realista, más verdadera, más humilde de nosotros mismos ere su pleno significado y la vocación humana logra su realización: «en
frente a Dios, junto con un amoroso reconocimiento hacia El, tan rico realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del
de comprensión y de misericordia. Finalmente servirá de ayuda para Verbo encarnado» (Gaudium et Spes, n. 22).
ser más comprensivos con las limitaciones de las otras personas. Además, es sobre todo viviendo plenamente los valores de Cristo
La vida de oración, de este modo, nos ayudará a convencernos que (comprendidos los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obe-
debemos crecer en nuestra libertad interior, de modo que dejemos al diencia) como se atraen vocaciones a la vida sacerdotal-religiosa y se
poder de Dios plena libertad de acción en nosotros. Tal vida de oración ayudan « ... a todos los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfalleci-
nos ayudará a crecer en el difícil empeño de dejarse amar y salvar como miento los deberes de la vocación cristiana» (Lumen GentiutJl, n. 44;
Dios quiere, de crecer como ofrenda agradable a El. cf. también el n. 39).
La mengua de muchos valores morales y religiosos, verificada en
los últimos años en bastantes naciones del mundo cristiano, exigirá que
10.3.2. Los valores de la auto trascendencia para el amor teocén-
desde el principio de la formación sacerdotal y religiosa el formador
trico
concentre sus esfuerzos para presentar dichos valores.
Pero sería insuficiente limitarse a dicho trabajo. Como se ha visto
Quizá sea este uno de los aspectos de la formación vocacional en
repetidas veces en este libro, los valores de Cristo hay que asimilarlos,
el que más fácilmente se pueden cometer errores. Se trata de errores
internalizarlos, integrarlos con el resto de la persona de modo que la
no culpables, pero que no obstante puede tener notables consecuencias
nocivas en la maduración vocacional. misma se transforma en El; y para esta internalización, junto con la
Los valores autotrascendentes de Cristo deben presentarse como el acción insustituíble de la gracia, se precisa una cierta madurez en las
ideal supremo y más importante para la vida, a los cuales hay que tres dimensiones. En efecto, ofrecer valores puede limitarse sólo al
subordinar todo lo demás. Se debe perder la propia vida por Cristo contenido de dichos valores y no afectar a la función de los mismos en
para volver a encontrarla (Mt 10,37-39; 16,24-25). Se debe autotras- el crecimiento o no de la persona en su transformación en Cristo.
cenderse en el amor por Cristo y de este modo se transforma uno en Esta función tea céntricamente autotrascendente de los valores es
El. Hay que hacer donación total de sí al Otro y a los otros. estimulada en los individuos no sólo ayudando a las personas a crecer
Se han discutido estos puntos en las pp. 243-263 y en las pp. 15- en la madurez de las dimensiones, sino también remarcando en la
21, así como en las 248-251 se ha aludido a visiones antropológicas que formación dos distinciones concernientes a los valores.
no conducen a los valores auto trascendentes de Cristo y que -por otra Ante todo es útil ayudar a los candidatos a distinguir la función de
parte- son seguidas frecuentemente en la formación vocacional. Se los valores como debería ser en general, de la función como de hecho
remite al lector a dichas páginas. Baste aquí poner de relieve los si- puede ser en la vida de cada uno de los individuos. La función de los
guientes puntos. valores «tal como debería ser» ha sido estudiada en las pp. 234-263
La presentación de los valores autotrascendentes de Cristo debe ser explicitando los componentes de motivación humana implícitos en la
hecha de modo claro, no ambiguo. Esta claridad y no ambigüedad se <<llamada» divina. Estos componentes de motivación generales hay que
verán favorecidas si se centra la presentación siempre sobre el hecho presentarlos al candidato, pero hay que completarlo ofreciendo a los
de que el hombre se autorrealiza autotrascendiéndose (y no viceversa); candidatos mismos alguna idea sobre la función de los valores «como
cf. pp. 246-251; como consecuencia, la presentación debe centrarse pueden ser de hecho» en cada individuo; se ha visto este aspecto en
sobre la trascendencia que Dios tiene como objetivo último, y por lo las pp. 317-326. Una distinción entre estos dos tipos de funciones podría
mismo sobre la trascendencia de los valores autotrascendentes (morales hacer más realista, más existencial la visión y aceptación de los valores.

340 341

-
Una segunda distinción se refiere a la diferencia de función entre 7.3.1) es importante que el conocimiento de las virtudes y de las normas
los valores finales (como la unión con Dios, haciendo siempre su vo- de la vida sacerdotal-religiosa vaya acompañado de una presentación
luntad con amor, y el seguimiento de Cristo) por una parte, y los valores de las razones claras por las que estas virtudes y estas normas son buenas.
instrumentales por otra. Estos últimos hay que vivirlos en función de Las personas en estado de formación pueden de este modo desarrollar
los primeros y no viceversa. Así, por ejemplo, la tranquilidad, la armonía una viva toma de conciencia de las responsabilidades personales cre-
en las relaciones interpersonales no deben convertirse en el fin último ciendo de este modo en una sincera adhesión personal e internalizando
al que se subordinan los mismos valores finales. los valores. A este fin es también útil que las normas vengan formuladas
no según bellos principios sino según precisas prescripciones que exigen
decisión para llevarlas a la práctica (Rahner, 1964). De modo semejante,
10.3.3. La madurez en la primera dimensión es importante que los fines ascéticos a lograr se definan con claridad
y que -al mismo tiempo- exista cierta flexibilidad en la elección de
Como se ha visto repetidas veces al discutir los distintos aspectos los medios a usar para lograr tales fines.
de la antropología de la vocación cristiana, el yo-ideal de la persona Una de las dificultades mayores encontradas por las personas en su
humana tiene solamente la posibilidad de autotrascenderse teocéntri- maduración en la primera dimensión deriva de la tensión de renuncia
camente; además, la libertad de la persona para dicha autotrascendencia que inevitablemente acompaña la dialéctica de la misma primera di-
es imperfecta incluso en el hombre redimido (lapsus et redemptus; cf. mensión (tensión que puede tener también sus raíces en las dialécticas
el comentario a Ga15,16-17). de la segunda y tercera dimensión). Como se recordará esta dialéctica
No obstante, en la primera dimensión de virtud-pecado estas li- prevalentemente consciente de la primera dimensión opone el yo-ideal
mitaciones son prevalentemente conscientes y por 10 mismo pueden ser al yo-actual consciente, es decir el yo trascendente al yo trascendido y
superadas con los medios tradicionales de ascesis. Por ello, además de por ello, en último análisis, crea una tensión entre 10 que se quisiera
la vida de oración y de la educación en los valores de que se ha hablado ser o hacer según nuestro deseo hacia lo infinito, lo perfecto y lo que
anteriormente, la formación vocacional debe prestar particular atención de hecho habitualmente se es o se hace en nuestra condición de seres
a la educación de la voluntad y de las emociones y no limitarse a la finitos. Se trata de una tensión de renuncia porque la misma exige con
información de la inteligencia. Algunas orientaciones para ayudar al frecuencia en las actividades de la vida cotidiana renunciar a hacer
reforza cimiento de la voluntad y al control de las emociones serán nuestra voluntad y cumplir, por el contrario, siempre y con amor la
indicadas cuando se hable de las características que deberían tener las del Padre. Baste pensar a nuestras más o menos insuperables limita-
experiencias apostólicas que se facilitan a personas en período de for- ciones intelectuales, físicas, familiares o sociales, a los sacrificios más o
mación. menos inevitables en la lucha para hacer triunfar el bien o para vivir
Podemos añadir aquí algunas otras orientaciones referentes a la nuestra vida cristiana, en la aceptación de las oposiciones tal vez irre-
primera dimensión. Ante todo los formadores mismos deben dar tes- conciliables de los demás, en las renuncias inseparables de nuestra
timonio de una vida de virtud, tanto personal como comunitaria. Quizá misión, en el cumplimiento de los deberes propios de nuestra vida
una de las mayores deficiencias del proceso de formación es precisa- cotidiana y cristiana.
mente la discrepancia que las personas en formación descubren entre Esta tensión de renuncia es fuente de sufrimiento, que en formas
los valores que se inculcan y los que son vividos por los formadores. diversas nos acompañan siempre en nuestro peregrinar de fe sobre esta
Como veremos al hablar de la segunda dimensión (la del bien aparente) tierra.
tal discrepancia es un efecto no sólo de la primera dimensión, sino Ahora bien, una de las dificultades mayores que las personas hallan
también y más probablemente de la segunda dimensión, que actúa sobre en su afán de crecimiento en la vocación cristiana es dar a dicho su-
la personalidad de los formadores. frimiento un significado autotrascendente, que haga de la misma un
Puesto que la primera dimensión es la de la intencionalidad pre- «sacrificio»; hay resistencia a ver ya aceptar este sufrimiento por Cristo,
valentemente consciente (con sus cuatro niveles de operaciones; cf. es decir, con los ojos de la fe; nos resistimos a hacer de este sufrimiento

342 343
una «cruz», esto es, un valor que se une al sacrificio de Cristo, al misterio inevitable con sus compromisos vocacionales (del sacerdocio, de la vida
de su cruz, y que se convierte en la materia prima de nuestra redención religiosa con los tres votos, de la unión matrimonial-familiar, etc.).
personal y de la redención del mundo. Es difícil hacer de nuestros·· Además nuestros sufrimientos ordinarios pueden liberarnos de
sufrimientos más o menos inevitables una virtud cristiana, virtud en el nuestro rechazo a los mismos y enseñarnos a transformar tal rechazo
sentido que san Agustín da a esta palabra de «ordo amoris», esto es en una participación en la Cruz de Cristo, y por lo mismo en fuente
de energía para un amor teocéntricamente autotrascendente como el de alegría. Así será si el sufrimiento asume el significado caritativo de
que ha tenido Cristo sufriendo por nosotros. una participación en los sufrimientos de los miembros del Cuerpo
Repito, es un sufrimiento que es difícil de aceptar como un valor Místico de Cristo y de la lucha para aliviar los sufrimientos de los
cristiano. Y sin embargo, en las palabras de san Pedro (1Pd 2,20-25) demás.
somos llamados a soportar pacientemente, pero no con pasividad, el De modo semejante, nuestros sufrimientos pueden tener un valor
sufrimiento porque también Cristo sufrió por nosotros y por nuestra redentor si los unimos a la Cruz de Cristo, si se hace de los mismos
salvación. Somos llamados, siguiendo las «huellas de Cristo» (ibid. 21b), ofrenda de amor, don de agradecimiento, eucaristía que repite en el
a un compromiso activo para redimir con Cristo a nosotros mismos y sacrificio de la misa el sacrificio de Cristo, ofreciendo cada día nuestro
a la sociedad mediante los padecimientos ordinarios (Rom 8, 17; Mt «cuerpo» y nuestra «sangre» en memoria de Cristo por el bien de las
7,13-14; He 14,22; 2Tim 3,12). Es este el valor redentor, soteriológico almas y en agradecimiento a El. Subjetivamente se acepta el servir a
del sufrimiento inevitable del hombre, que es· parte de la vocación los demás con el sufrimiento y objetivamente nuestro sufrimiento tiene
cristiana. En efecto, dicho sufrimiento' es un empeño,' una obligación un valor redentor en cuanto se une al de Cristo. Nuestro sufrimiento
de los cristianos, que deben aceptar activamente como un «deberías» unido al de Cristo se convierte en fuente de vida. Según san Pablo
(ougth to) que se deriva de la llamada vocacional-bautismal para seguir (lCor 1,22-25) «Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura
la imagen orientadora de Cristo en su obra de redención (Le 9,22-23; para los gentiles» es «fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo que
14,27). Somos llamados a llegar al fondo en la prosecución del bien es locura de Dios es más sabio que los hombres y lo que es debilidad
incluso con el sufrimiento. de Dios es más fuerte que los hombres».
Esta interpretación de 1Pd 2,20-25 viene confirmada por el análisis Es preciso, finalmente, tener siempre presente que la Cruz de Cristo
histórico-crítico de varios autores; véase, por ejemplo; Goppelt (1978, y del cristiano no es fin en sí misma; debe ser fuente de gozo en cuanto
pp. 199-204), Kelly (1969, pp. 117-126), Spicq (1966, pp. 109-114). prepara la gloria que se ha manifestado en la resurrección de Cristo.
Por ello nuestros sufrimientos ordinarios de la primera dimensión Abandonándose en Dios, como Jesús en la cruz, se renueva nuestra fe
tienen varios significados y funciones positivas: un significado existen- gozosa en la omnipotente misericordia de Dios que sabe ordenar todo
cial, es decir de tensión inevitable, inseparable de la condición humana, para el bien de sus elegidos.
que puede ser ocasión y estímulo para una búsqueda o para un retorno Como pude verse, todas estas funciones y significados positivos del
a una conducta recta (<<Rechtverhalten», en Goppelt, 1978, p. 199). sufrimiento cristiano son una gran ayuda para nuestro crecimiento en
la madurez en la primera dimensión, para el fortalecimiento de nuestras
Con la ayuda de la gracia, tal tensión puede preparar el nacimiento de
virtudes, el aumento de nuestra libertad de autotrascendencia del amor
un estadio nuevo o sucesivo en nuestra maduración cristiana. A este
teocéntrico, así como para el control y educación de nuestras emociones.
significado existencial hay que añadir e1 evolutivo por lo que respecta
Por eso existe una estrecha relación entre la «llamada» de la vocación
al crecimiento de nuestra libertad para la autotrascendencia en general
cristiana considerada como /in y el sufrimiento ordinario considerado
y para la teocéntrica en especial; el sufritniento puede tener una fundón como uno de los medios fundamentales para el crecimiento en la res-
positiva como tensión de crecimiento en el amor teocéntrico, favore- puesta a dicha «llamada». En efecto, en Ga15,13-14 se nos muestra el
ciendo un desarrollo de la libertad de la persona; tanto más la persona fin de la vocación: llamados a la libertad para la autotrascendencia del
crecerá en su libertad interior para la auto trascendencia del amor teo- amor teocéntrico (d. p. 276ss); 1Pd 2,20-25 nos recuerda que somos
céntrico cuanto más libremente acepte lo que ella misma ha hecho llamados a vivir con una libertad interior que acepta el sufrimiento
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345
como medio de crecimiento en la autotrascendencia por el amor re- Una actitud indispensable para crecer en madurez en la primera
dentor cristo céntrico. Después de todo, el amor cuesta. dimensión es la de una confianza a toda prueba basada en la certeza de
Pienso que en nuestros días la formación para la madurez en la que Dios ayuda a la persona con su gracia. Esta confianza hay que
primera dimensión se halla seriamente minada por la tentación per- reforzarla en las personas en estado de formación y fundamentarla en
manente de huídas ante el sufrimiento ordinario, fugas que nos impiden nuestra condición de hijos adoptivos por medio de lo cual gritamos:
amar «con todo el corazón, con toda el alma, con toda las fuerzas y «¡Abbil, Padre!» (Rom 8, 15-17); es más, es el Espíritu mismo quien
con toda la mente» (Lc 1O,27ss). El hombre contemporáneo se halla
grita en nuestros corazones «¡Abbil, Padre!» (Gá14,4-7).
prisionero de la cultura del cosumismo y del «confort» o de la ideología
Cuanto se ha dicho hasta el presente sobre las ayudas en la formación
marxista del «paraíso en la tierra». El hombre moderno tiende cada
vez más a reducir las tensiones, sean provocadas por las pulsiones o es generalmente conocido y más o menos practicado. No se puede decir
por los instintos (cf. Freud), o por los arquetipos (cf. ]ung), elementos lo mismo en lo referente a cuanto sigue sobre la tercera dimensión y
míticos que impulsan hacia su realización, o por las normas (los ought principalmente sobre la segunda. Por otra parte el proceso de inter-
to) que son sustituídos por la autodecisión (self-directiom de C. Rogers). nalización de los valores de Cristo depende no sólo de la primera
La sociedad del bienestar material tiene permanentemente la tentación dimensión, sino también de la segunda (y tal vez de la tercera) aun
de evitar las tensiones que se derivan de nuestras responsabilidades cuando los dinamismos antropológicos en la tercera dimensVm son
hacia los valores objetivos. diversos de los de la segunda. Veámoslo.
En la formación sacerdotal y religiosa puede tenerse la obsesión por
parte de los superiores de no presentar ocasiones a los jóvenes para
que se confronten con los valores objetivos autotrascendentes, que 10.3.4. La madurez en la tercera dimensión
exigen renuncia y sufrimiento. A su vez, los jóvenes y los súbditos en
general pueden ser presa de un miedo obsesivo de que dichos valores ¿Qué hacer con los casos de inmadurez en la tercera dimensión de
objetivos sean una amenaza contra su identidad y buscan una libertad normalidad-patología? El principio directivo general debe ser el de
sin la correspondiente responsabilidad de autotrascendencia teocéntri- ayudar a la persona a superar su inmadurez, es decir la patología. Dicho
ca. Este miedo los lleva a buscar ineficaces sucedáneos .a dichos valores, esto, se deben hacer, no obstante, algunas distinciones y precisiones
sucedáneos que asumen formas diversas y que en los casos extremos que tienden a salvaguardar el bien tanto del candidato como de la
se conviertan en «fugas» hacia la droga, hacia aventuras sexuales, etc. institución sacerdotal-religiosa, de la cual el individuo quisiera formar
En realidad el problema no es solamente y sobre todo el sufrir más
parte.
o menos; el problema se plantea en las actitudes positivas o negativas,
Estas distinciones y precisiones se limitan al problema de la opor-
cristianas o no cristianas que se asumen ante los inevitables sufrimientos
de la vida ordinaria. Estos sufrimientos, si se aceptan cristianamente, tunidad o no de aconsejar la vida vocacional a los candidatos antes de
son como el grano de trigo que muere hoy para dar vida mañana Un que entren en las casas de formación o antes de que se comprometan
12,24) en un gradual y continuo crecimiento en las virtudes teocéntri- con votos (incluso temporales) o con órdenes sagradas. Además, en el
camente autotrascendentes de la primera dimensión. La antropología curso de la exposición se considerarán algunos medios para evaluar a
que hemos presentado subraya esta actitud; y la formación sacerdotal- los candidatos y para ayudarles a crecer en su vocación; tales evalua-
religiosa debería insistir repetidamente en tal actitud mediante un ge- ciones y ayudas no deben lesionar el dere-::ho de toda persona a la
neroso esfuerzo en el trabajo y en la vida diaria. Es aquí donde la propia intimidad (cf. c. 220 del nuevo Código de Derecho Canónico).
persona humana encuentra su identidad y su libertad y al mismo tiempo Pero por otra parte, una institución religiosa tiene el derecho (y el
el gozo del amor teocéntrkamente autotrascendente, que da un signi- deber) de exigir algunas capacidades vocacionales a sus miembros,
ficado a la vida porque responde a las preguntas fundamentales sobre capacidades que serán útiles para el bien tanto del candidato, como
lo que la misma es como persona. para el apostolado y la vida comunitaria de la misma institución. Véanse

346 347
a este propósito las normas del nuevo Código de Derecho Canónico en tológicas. En el tercer grado descrito por Kernberg la persona puede
los siguientes cc.: 241,244,642,689, 721, 1029, 1031, 1041, 1051 96 • hallar la diferencia entre ella y los objetos externos, pero ofrece una
En teoría la tercera dimensión no debería ser un elemento de par- gradación de dificultades para formarse un concepto de sí y de los
ticular cuidado y preocupación para la vida vocacional y la misma objetos externos que sea integrado (es decir, no contradictorio) y estable
formación. Efectivamente, como se ha dicho (d. pp. 174-178), el ho- (o sea no cambiante de modo notable de una situación a otra). Es claro
rizonte que la caracteriza está constituído prevalentemente por valores que las desorganizaciones que acabamos de describir determinan una
naturales más bien que por autotrascendentes. dificultad en la persona para formarse un «yo (selj) en cuanto trascen-
Pero, de hecho, la tercera dimensión puede en algunos casos influir dente», es decir, un yo ideal que sea estable y no contradictorio. Se
la capacidad del candidato para la adaptación y el funcionamiento en dan también diversos síntomas, como por ejemplo, la ansiedad, la in-
la vida religiosa y comunitaria en general. Además, puede afectar - al capacidad de controlar los propios impulsos en las decisiones y en las
menos en parte- al proceso de interiorización de los valores auto- relaciones interpersonales, incapacidad de tolerar frustraciones, inca-
trascendentes. En estas posibilidades de la tercera dimensión son de- pacidad de canalizar las propias energías hacia objetivos socialmente
bidas a tres tipos de factores (que vienen sugeridos por la antropología útiles y productivos. De este modo es posible un influjo indirecto de la
interdisciplinar que ahora brevemente exponemos). tercera dimensión sobre la segunda, que agrava las inconsistencias o
En primer lugar, en las formas más graves de patología de la tercera consistencias defensivas de la segunda dimensión.
dimensión está presente cierto grado de desorganización en la estructura En segundo lugar, en la tercera dimensión el grado de libertad de
de la persona, del yo (selj) (cf. pp. 167-174). Se puede hallar toda una la persona puede verse afectado según toda una gradación de mayor o
gradación desde 10 grave a 10 menos grave. Para los grados 1.0 y 2.° de menor gravedad de patología (cf. pp. 178-185). En los casos más graves
«relación con el objeto» descritos por Kernberg se tiene una incapacidad falta la capacidad de entender (operación crítico-reflexiva) y de querer
de formarse un concepto de sí como algo claramente diferenciado del (Will); por 10 tanto queda afectada la libertad esencial, mientras en los
de los objetos externos: la persona tiene dificultad para diferenciarse casos menos graves la limitación interesa al willingness (esto es al estado
a sí misma de los objetos externos; a este propósito parece ya suficien- de preparación para una decisión), reduciendo de este modo la libertad
temente aceptado que en los casos de psicosis se halla presente también efectiva, o sea el número y la amplitud de alternativas posibles respecto
una alteración bioquímica que influye en dichas manifestaciones pa- a los comportamientos que hay que elegir para la acción.
En tercer lugar, en las formas más leves de patología (donde la
96. Téngase en cuenta, sin embargo, que dichos cánones parecen considerar persona puede formarse un yo-ideal estable e integrado) la tercera
sólo la primera dimensión de virtud-pecado, y la tercera dimensión de normalidad- dimensión puede determinar dificultades de crecimiento en los valores
patología. Dicha visión antropológica debe ser ampliada, al menos para el fin de autotrascendentes. Efectivamente, en algunos casos es posible que la
ayudar más adecuadamente el crecimiento en la vocación; para este propósito es
importante explicitar y distinguir la segunda dimensión de la primera y de la tercera;
psicopatología leve de la tercera dimensión acompañe o determine una
esta segunda dimensión -como indican los volúmenes I y Ir del presente estudio- preponderancia de inconsistencias sobre las consistencias en la segunda
es muy útil para el proceso de internalización de los valores autotrascendentes de dimensión (cf. pp. 169-174); en el segundo caso existe un influjo directo
Cristo. de la tercera dimensión como patología sobre la segunda dimensión.
Por lo que se refiere a admitir a un candidato al noviciado o al seminario (y, Como consecuencia, la tercera dimensión puede hallarse en el origen
añadiría, para una admisión a los primeros votos o a la ordenación sacerdotal), el
superior tiene el deber de reivindicar su derecho a la decisión final fundándose en de algunas inconsistencias y de las «consistencias defensivas» de la
todos los elementos pertinentes al caso; y entre ellos, el hecho de que el candidato segunda dimensión que favorecen un proceso de simbolización regre-
consienta o no en que el superior tenga conocimiento de los resultados de la eva- sivo, esto es, opuesto a la autotrascendencia tea céntrica propia de la
luación o pruebas hechas por peritos o expertos (cf. Código de Derecho Canónico, vocación (d. sección 8.5, en especial 8.5.2 y 8.5.3, como igualmente
canon 642). Además, si el superior responsable de la decisión final no es un experto
en la materia y hay un caso con dudas de carácter psicológico de la tercera dimensión, pp. 295-297). De aquí las posibles dificultades en el crecimiento de la
hay una obligación moral del superior de consultar a expertos en la materia. Esta caridad y en los tres votos con consecuencias también para la vida
obligación moral la confirma el canon 642. comunitaria y para la eficacia apostólica. En algunos casos estas difi-

348 349

-
cultades son tanto mayores cuanto mayor es la insuficiencia, la inma- La segunda orientación se refiere a las personas que ya han entrado
durez presente en los primeros dos grupos de los factores antes des- en las casas de formación y que muestran signos preocupantes de in-
critos. suficiencia de los dos primeros factores descritos anteriormente. Es
Como se ve, los tres factores constituyen un conjunto no fácil de importante que los susodichos dos primeros factores sean objeto de
evaluar; tal evaluación no es trabajo de aprendices o de personas que seria y profunda atención y (con el consentimiento del interesado) de
se hayan formado sólo leyendo libros referentes al tema. Un entrena- apropiada ayuda antes que el candidato haga los votos (temporales) o
miento apropiado es necesario si se quiere servir verdaderamente a las sea admitido a las sagradas órdenes. Es necesario que se haya dado una
personas y a la iglesia. mejoría evidente y duradera de la persona antes que el candidato proceda
En todo caso, hay que considerar estos tres factores en conjunto y a tan importantes decisiones. De otro modo el permitir al candidato
caso por caso, es decir, evaluando a cada persona según su situación. seguir adelante en la vida vocacional no es tener caridad ni hacia el
Podemos ahora ofrecer orientaciones generales sobre la oportunidad mismo candidato (que se hallará en serias dificultades para vivir su
o no oportunidad de aconsejar la vida vocacional a los candidatos. vocación) ni hacia la comunidad con la que debe vivir, ni hacia la Iglesia
Los casos de patología leve no deberían ofrecer apenas dificultades. y fieles a los que debería ayudar a crecer por el Reino de Dios.
Pero no está de más el no infravalorar algunos signos que parecen de En síntesi~ se puede decir: la patología no es necesariamente un
por sí leves, pero que están ligados a procesos profundos y son fuente
impedimento para la vocación sacerdotal-religiosa; ha habido santos
potencial de serias consecuencias. Baste pensar a los signos vinculados
canonizados que parecen haber presentado limitaciones patológicas en
a formas paranoicas; estas formas pueden manifestarse, por una parte
algunas áreas de su personalidad; la patología se convierte en impe-
con signos de gravedad más bien pequeña, y, por otra, pueden desem-
dimento para la vocaci~n cuando obstaculiza gravemente el vivir y el
bocar en consecuencias muy nocivas ya sea por las dificultades de
relación en la vida comunitaria ya por el tipo de ideologías a que pueden utilizar la misma vocación para el bien de las almas según los valores
favorecer en la persona. autotrascendentes de Cristo, incluído el hecho de practicar la caridad
En los casos más graves se pueden sugerir dos orientaciones. Ante dentro y fuera del ambiente comunitario.
todo, las manifestaciones de los dos primeros factores antes indicados Es obvio que cuando las personas han sido admitidas a la vocación
(referentes a la «relación con el objeto» y al grado de libertad) deberían a pesar de las limitaciones de la tercera dimensión, los superiores deben
ser descubiertas, valoradas y tomadas en consideración para propor- tener en cuenta tales limitaciones para una apropiada elección de los
cionar ayuda antes que la persona entre en la casa de formación. Y esto ambientes y de las misiones apostólicas a que dichas personas pueden
por dos razones. El trabajo del formador no debe ser el de un psico- ser enviadas.
terapeuta: un formador debe interesarse y emplear sus energías no en
reequilibrar la desorganización del yo, de la persona, sino para ayudarla
a crecer en la capacidad de internalización de los valores aut0trascen- 10.3.5. La segunda dimensión: la dimensión olvidada
dentes para llegar a transformarse en Cristo; el formador debe con-
centrarse en la vida de oración, en los valores autotrascendentes, y en No obstante el hecho de que la segunda dimensión, es decir, la del
la primera y segunda dimensión que son ontológicas y no patológicas. bien aparente, constituya gran parte de la vida cristiana cotidiana, parece
El trabajo referente a la tercera dimensión puede ser realizado por otras que sea la más olvidada; y esto vale también por la poca atención que
personas, laicas o no laicas, antes de la admisión en la casa de formación. se le dedica en la formación de la vocación religioso-sacerdotal, prin-
Además, un resultado positivo de la psicoterapia no siempre se puede cipalmente por lo que se refiere a las ayudas ofrecidas para superar el
predecir, y tal resultado es un elemento importante para el bien futuro bien aparente.
tanto de la persona como de la institución. Por ello es importante el Hay muchos elementos que ponen de manifiesto la importancia de
que dicho resultado se conozca antes de la admisión a la vida de for- la dimensión del bien aparente en el proceso de crecimiento en la vo-
mación. cación religiosa. Recordemos algunos.

350 351
Ante todo, los ejemplos de bien aparente referidos en las pp. 178- sobre la capacidad de «escuchar» (en lugar de sólo «oír») y/o percibir
182 de por sí indican cuán frecuente puede ser el influjo del subcons- objetivamente la palabra de Dios, que nos habla a través de la Sagrada
ciente de la segunda dimensión en nuestro obrar de cada día. Escritura, de la liturgia, de las personas, de los acontecimientos coti-
En segundo lugar se puede recordar el hecho de que la resistencia dianos, de las realidades de la naturaleza. Así, por ejemplo, leyendo o
opuesta por el bien aparente a un cambio hacia el bien real es en general escuchando un texto escriturístico como Mt 5,13-16: «Vosotros sois la
superior a la que se encuentra para superar las dialécticas conscientes sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo ... brille así vuestra luz
propias de la primera dimensión de pecado-virtud; el lector puede delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glori-
recordar las consideraciones hechas en las páginas 239-241, que se fiquen a vuestro Padre celestial», una persona inclinada al bien aparente
refieren también a las resistencias a la internalización de los valores puede fácilmente ser «sorda» a la parte final de este mensaje evangélico:
autotrascendentes. La raíz de esta mayor resistencia hay que buscarla la búsqueda de la «gloria de vuestro Padre que está en los cielos», es
en el hecho de que la segunda dimensión limita de un modo más decir la búsqueda de lo que es importante en sí mismo para el Reino
importante de cuanto lo pueda hacer la primera nuestra libertad efectiva de Dios más bien que la búsqueda de lo que es importante para la
para la trascendencia hacia los valores autotrascendentes: d. pp. 183- gloria de la persona.
184. Esta «sordera», estos «puntos ciegos» debidos a la dimensión del
En tercer lugar, si por una parte es cierto que la dimensión del bien bien aparente pueden igualmente hacer difícil el ser objetivos y ade-
aparente no afecta directamente a la santidad subjetiva (a la cual, por cuados en el proceso de discernir objetivamente la voluntad de Dios.
el contrario, dispone la primera dimensión), por otra también es verdad Lo hace notar implícitamente san Ignacio de Loyola en el n. 336 de
que la segunda dimensión puede tener notable influjo sobre la vocación, sus Ejercicios Espirituales cuando trata de las reglas de discernimiento
ya que puede influenciar indirectamente la santidad subjetiva (con la de espíritus en la segunda semana; la persona puede formular «diversos
correspondiente eficacia apostólica) y por lo mismo -como parte de propósitos y pareceres, que no son dados inmediatamente de Dios
la concupiscencia - inclinar al pecado (cf. p. 273) o bien ayudar a sentir Nuestro Señor», y esto por «su propio discurso de habitúdines y con-
limitaciones de la primera dimensión (cf. p. 267. Además afecta direc- secuencias de los conceptos y juicios» ...
tamente a la eficacia apostólica dependiente de la santidad objetiva; cf. En quinto lugar, los hábitos, las disposiciones habituales de la di-
pp. 263-268). A los ejemplos allí presentados se puede añadir el si- mensión del bien aparente pueden influir tanto sobre la cantidad como
guiente: un sacerdote o un religioso pueden verse impulsados a un gran sobre la calidad de la vida de oración. En lo que respecta a la cantidad,
deseo de hacer el bien por el «Reino de Dios», pero se sienten al mismo baste recordar que se puede reducir notablemente la oración o la par-
tiempo con gran ansiedad porque se hallan subconscientemente mo- ticipación en la vida sacramental (por ejemplo la santa misa) porque
tivados por la necesidad del éxito, de afirmación personal humana y no se halla consolación sensible-emotiva de la cual, por otra parte, se
por ello más o menos paralizados en su actividad apostólica por el siente gran necesidad a causa de la segunda dimensión. En lo referente
miedo de fracasos, de falta de éxito. De aquí, también, un sentido más a la calidad, podemos fijarnos en el hecho que, a causa de las dispo-
o menos permanente y subyacente de descontento personal. La nece- siciones hacia el bien aparente, en la oración no se busca ni se pide lo
sidad inconsciente obstaculiza la trascendencia hacia los valores auto- que es importante de por sí para el Reino de Dios, sino más bien lo
trascendentes de la segunda dimensión y más o menos confina a la que es importante para mí y lo que me piden mis necesidades incon-
persona en solo sus valores naturales, a los cuales también la segunda sistentes y subconscientes propias de la segunda dimensión.
dimensión se abre significativamente. De este modo se puede ver cómo En sexto lugar, la búsqueda de lo que es importante para mí, que
la dimensión del bien aparente es de hecho una mina no explotada de en la segunda dimensión se halla en oposición a lo que es importante
grandes energías de amor a Dios y al prójimo, energías que no son de los valores tea céntricamente autotrascendentes, puede fácilmente
libres pero que pueden liberarse. favorecer, en los que se hallan en período de formación y en los for-
En cuarto lugar, como hemos visto (cf. pp. 328-331), las limitaciones madores, una discrepancia entre los valores por ellos proclamados y
de la libertad por parte de la dimensión del bien aparente puede influir los realmente vividos. La posibilidad de esta discrepancia proviene de

352 353
'1I
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que, mientras los valores que se proclama buscar son conscientes, los valores autotrascendentes. Los ejemplos de transferencias que se hallan 11
'1
que se viven pueden tener una motivación y un significado subcons- favorecidas por el bien aparente son muchos. Baste recordar la amistad I1
I1
cientes que se hallan en contradicción con la motivación consciente de entre dos personas que en último análisis y subconscientemente se halla '1
los valores proclamados. Se ha hablado de esta no infrecuente posi- motivada por el deseo de gratificación personal; lo mismo pued~ decirse 1I,1
bilidad cuando se trató de los símbolos como polares y elaboraciones de la relación aparentemente buena de un súbdito hacia un superior, JI
(d. secciones 8.5.2, 8.5.3 Y pp. 296-297 a las que se remite). que en última instancia no está motivada por la virtud de la obediencia 11
11
De esta discrepancia subconsciente entre ideales que se proclaman sino por la necesidad inconsciente de una dependencia afectiva o por 1I
e ideales que se viven pueden originarse consecuencias muy nocivas el miedo de perder esta última. II
para la formación, tanto en lo que respecta al influjo de los formadores Los llamados «doble mensaje» son más frecuentes de cuanto pueda 11
~f

sobre los formandos y viceversa, como en lo que concierne al influjo creerse. El hecho de los dobles mensajes ha sido estudiado sobre todo
recíproco entre los miembros del grupo de las personas que se están en la dinámica de la familia: frecuentemente los padres transmiten a
formando y/o los responsables de la formación (maestros de novicios, sus hijos los impulsos de las necesidades que ellos no lograron controlar
provinciales, rectores, tutores, etc.). Hacemos aquí referencia solamente suficientemente (por ejemplo con relación a la agresión, al sexo, a la
a tres de estas consecuencias: los dobles mensajes, las transferencias, dependencia afectiva, al exhibicionismo, etc.). Obsérvese que la trans-
la exageración de la interpretación de las normas y constituciones. misión no es consciente, no se hace con palabras; sino que tiene lugar
Todos hemos visto exageraciones en la interpretación de las normas incluso cuando los padres intentan ocultar las propias emociones y las
referentes a la formación por parte de los responsables de la misma propias necesidades no satisfechas. Los padres realizan la transmisión
formación. Pero lo que cuenta no son tanto las exageraciones por sí subconscientemente por medio del tono de voz, a través de la expresión
mismas cuanto el hecho de que frecuentemente dichas exageraciones del rostro, o cuando omiten hacer a los hijos advertencias debidas
son la manifestación de necesidades subconscientes propias de los for- cuando las circunstancias parecen exigirlo, etc. No obstante los hijos
madores que no siempre coinciden con lo que sería beneficioso para son de este modo iniciados e inducidos inconscientemente hacia la
el crecimiento vocacional. A veces esta motivación subconsciente de satisfacción de las necesidades «prohibidas» por los padres los cuales,
las exageraciones se escapa a la percepción de los formadores que caen vicariamente, es decir, por medio de los propios hijos, satisfacen sus
en ello, pero no a las personas en período de formación que son los deseos no suficientemente controlados.
que sufren sus consecuencias. La trasposición de la dinámica de la familia a la de la formación
Las transferencias entre dos personas o entre grupos de personas vocacional se intuye fácilmente. Piénsese en una maestra de novicias
son de sobra conocidas. Se trata de simpatías o antipatías de carácter que no ha logrado todavía controlar suficientemente su necesidad de
unidireccional (con frecuencia se «siente» y se «juzga» al otro solamente dependencia afectiva; fácilmente lo transmitirá a las novicias o a algunas
o como bueno o como malo), inflexible (aunque la realidad muestre de ellas, especialmente a aquellas que por su dinámica personal sean
un comportamiento distinto de tal persona la simpatía o antipatía en preconscientemente inmaduras en la segunda dimensión por lo que se
general no cambia) y exagerado en las manifestaciones de juicios, de refiere a la dependencia afectiva. Como consecuencia, la necesidad de
acciones, de omisiones, etc. Como indica la psicología profunda, las dependencia afectiva de estas novicias se puede convertir de precons-
transferencias se hallan presentes cuando un adulto revive y siente de ciente que era en incosnciente (y por ello de mayor eficacia negativa)
nuevo con fuerza las emociones sentidas de niño con relación a figuras en cuanto el sentimiento de culpabilidad impulsará a las novicias a una
relevantes de su pasado infantil o de adolescente (padres, hermanos, mayor represión de dicha necesidad. Así, gradualmente el noviciado,
profesores, etc.). En otras palabras: el que obra impulsado por trans- en vez de ser una comunidad madura, se convertirá en una guardería
ferencia es un adulto que obra o se halla motivado como un niño. infantil. De modo semejante podemos ver qué sucede cuando un su-
Ahora bien, en el caso de la segunda dimensión, el bien aparente perior no ha controlado suficientemente su necesi;1<Jd de ser aceptado,
que se busca no sólo es infantil sino que se centra en lo que es «im- de tener popularidad. Es probable que deje de exigir a los súbditos la
portante para mÍ» que está en oposición con la trascendencia de los observancia especialmente de cosas pequeñas, e incluso de normas

354 355
claras que él mismo o los superiores mayores o las mismas Constitu- Las distintas nociones de teología (incluídas la sacramental y la
ciones han establecido oficialmente. Si estas omisiones, esta abdicación moral), de ascética, de sagrada escritura, de filosofía, que se ofrecen
de responsabilidad debidas a la necesidad de popularidad por parte de durante la formación, se presentan en forma de lenguaje verbal o escrito,
los superiores se repiten con frecuencia, el sentido de obediencia de de imágenes, de ritos, y por ello en gran parte en forma de «símbolos
los súbditos termina por verse seriamente afectado. De esta manera, el polares del objeto» a lo que corresponden «símbolos polares del sujeto»
bien aparente de una bondad «paternal» por parte de los superiores (d. sección 8.5.2); en otras palabras, las verdades reveladas tienen un
producirá efectos negativos. significado propio, que despierta emociones en el sujeto, en las personas,
En séptimo lugar, y de modo análogo a cuanto se ha dicho hasta obrando como elementos simbólicos que estimulan y condensan en las
el momento, no resulta difícil comprender cómo la sola profesión ex- mismas personas afectos y significados.
terna y la proclamación verbal de las tres virtudes o votos de pobreza, . Otro aspecto, y este más importante: estos símbolos polares, del
castidad y obediencia pueden ser signos de un acendrado amor a Dios, objeto y del sujeto, se ponen en relación mutua mediante la elaboración
pero además implicar el bien aparente de evitar más o menos sub- simbólica que realiza el sujeto, elaboración que se ha llamado «símbolo
conscientemente tres «encuentros» fundamentales de la persona hu- como elaboración» (symbol as performance: d. ibidem),- se tiene de este
mana. Como ha hecho notar Courtney Murray (1967) se trata del en- modo una relación concreta que la persona establece entre ella y el
cuentro con el trabajo y su falta de seguridad en el caso de la pobreza, «lenguaje» teológico que estudia. El sistema simbólico mediatiza gran
del encuentro con el otro sexo en el caso de la castidad, del encuentro parte de las relaciones que el sistema motivacional de la persona tiene
con el espíritu de la persona y con su poder de libre elección en el caso con los distintos objetos; es decir, el símbolo como elaboración actúa
de la obediencia. sobre los varios componentes del sistema motivacional (d. secciones 7
Un bien aparente semejante puede ofrecerse en el caso de otros y 8.4.1), incluidos los cuatro niveles de operaciones descritos por Lo-
valores proclamados. Dos ejemplos pueden ilustrar este punto. Una nergan (inevitablemente utilizados en el estudio de las ciencias sagradas;
orientación vocacional como lo representado por valores como «servir d. fig. 1), confiriendo significados particulares a las relaciones del sis-
a Dios, haciendo su voluntad» y «servir a los demás» puede ser un bien tema motivacional. Por ello tanto el sistema motivacional como el sim-
aparente que encubre una orientación subconsciente de búsqueda de bólico de una persona intervienen profundamente en su modo de apren-
poder, de estado social: se sirve, pero para ser servido haciendo carrera. der las ciencias sagradas.
De modo semejante, se puede proclamar y profesar con la vida una Ahora bien, como se ha visto anteriormente (d. sección 8.5.3), los
orientación vocacional de servicio a los pobres, de servicio a la justicia símbolos, sobre todo los símbolos como elaboración, pueden tener una
social; se hace todo esto porque se intenta conscientemente dar, pero función regresiva o progresiva en lo referente al crecimiento en la
en realidad se hace para (subconscientemente) recibir; como me hacía autotrascendencia teocéntrica de las personas; más exactamente, las
notar un asistente a una conferencia, este dar para recibir puede ser el inconsistencias inconscientes y las consistf'ncias defensivas de la segunda
signo de una necesidad maternal o de paternalismo que no se ha logrado (y quizá de la tercera) dimensión favorecen una simbolización que es
controlar suficientemente. Del mismo modo, el bien de comprometerse regresiva para la autotrascendencia teocéntrica, mientras las consisten-
y luchar por la justicia social puede ser en último análisis un bien cias no defensivas de la primera dimensión favorecen una simbolización
aparente en cuanto que se hace como consecuencia de una necesidad progresiva para dicha autotrascendencia. Es decir, los símbolos regre-
subconsciente de rebeldía contra la autoridad o como medio para tratar sivos expresan y favorecen no el bien real, sino el aparente, mientras
de superar sentimientos profundos y subconscientes de un sentido de sucede lo contrario con los símbolos progresivos.
inferioridad personal. Como se puede ver, el estudio de las ciencias sagradas en la for-
En octavo lugar, se da otro aspecto que pone de relieve la impor- mación implica, compromete toda la dinámica de las personas, tanto la
tancia de la dimensión del bien aparente, que conviene resaltar; la parte del sistema motivacional como la del sistema de simbolización y - para
que en dicha dimensión tiene el modo de aprender y de enseñar las ambas- implica la acción tanto de las fuerzas conscientes de la primera
ciencias sagradas en el curso de formación. dimensión como las inconscientes de la segunda (y quizá de la tercera)

356 357
dimensión. El estudio de las ciencias sagradas exige no sólo las fuerzas des~ués de todo tales dinamismos obran como los de la concupiscencia
intelectuales de la persona, sino también -y ello en medida notable- «rehcta ad agonem», es decir, dejados para que no cesemos en nuestro
las motivacionales y de simbolización. Después de todo, el estudio de empeño de maduración y crecimiento (cf. p. 206). Pero también es
las ciencias sagradas afecta a los ideales, al sentido último de la persona verdad que la gracia, principalmente si es implorada con oración cons-
y de la vida. tante, puede mantener vivo nuestro esfuerzo de usar algunos medios
Por ello en ,=1 estudio de las ciencias sagradas, la libertad interior que pueden ser útiles para el crecimiento vocacional incluso en la
del individuo con relación a su autotrascendencia teocéntrica es un dimensión del bien aparente.
factor igualmeate importante (y quizá más) que sus facultades intelec- Antes de hablar de tales medios conviene recordar que - a di-
tuales. Las ciencias sagradas requieren por su naturaleza no sólo el ferencia de la tercera dimensión- la segunda dimensión del bien
aprendizaje memorístico más o menos pasivo, de nociones, sino el aparente es una dimensión ontológica, no patológica. Por ello como
compromiso activo y profundo de toda la persona. se ha visto (cf. sección 8.4.2)- las limitaciones de nuestra libertad
De cuanto se ha dicho aparece con claridad cómo el sistema mo- que la segunda dimensión comporta no son de tal naturaleza que
tivacional y de simbolización de la persona (incluído el de la segunda hagan imp~sible o ~uy difícil ayudar a las personas. Todos los que
dimensión) pueden influir sobre la cantidad, sobre la entidad del com- presentan sIgnos de mmadurez en la segunda dimensión pueden ser
promiso académico de los individuos. De modo semejante, dichos sis- ayudados a superar el bien aparente y por lo mismo todos pueden
temas juegan un papel importante sobre la calidad del aprendizaje, emprender el camino de una vocación sacerdotal-religiosa. Es evi-
calidad que se manifiesta de varias maneras, como la formación indi- ?ente que las ayudas que hemos sugerido deben ser propuestas, no
vidual, de ideologías más o menos cristianas, o de expectativas apos- I~~uestas, ya que, independientemente al derecho de la propia in-
tólico-pastorales más o menos irrealistas, o de atención y enfoque más tImIdad de toda persona, sólo el que libre y generosamente está
o menos subjetivamente selectivas de las realidades objetivas y reveladas, dispuesto a crecer en el bien real desea comprometerse con éxito en
etc. la empresa del crecimiento espiritual.
Se trata de hechos que a su vez tendrán efectos notables e incal-
culables sobre el tipo de experiencias existenciales y sobre el tipo de
enseñanza apostólica o académica que los futuros sacerdotes y religiosos 10.3.6. Hacia una formación integrada
ejercerán en sus contactos con los fieles o con otros estudiantes. El
influjo del bien aparente sobre estas actividades puede ser relevante. ¿Qué hacer para ayudar a la persona a superar las limitaciones
Después de todo, las ciencias sagradas en general, y la teología en subconscientes de la segunda dimensión? Con relación a las limita-
particular, no se pueden y no se deben separar de la vida real y vivida. ciones que provienen de la inmadurez preconsciente se han dicho
Se ha querido subrayar la importancia de la segunda dimensión para algunas cosas hablando de la vida de oración (cf. 10.3.1). Respecto
la vida vocacional porque, como se ha dicho, parece que esta dimensión a las que se hallan vinculadas a fuerzas inconscientes se pueden
del bien aparente se ha olvidado casi por completo en la formación indicar algunas orientaciones generales. Estas se refieren en parte a
sacerdotal-religiosa. A pesar de todo, la idea general que se debe sacar puntos ya considerados más ampliamente en la publicación de 1971
de esta presentación no debe ser de pesimismo sino de esperanza; y en las pp. 201-224 (en 1975, pp. 205-234). Para no repetir remitimos
esperanza no significa optimismo. La esperanza es una bendición; el al lector a dichas páginas que -mutatis mutandis- pueden servir
optimismo puede convertirse fácilmente en un error. también como introducción a las nuevas orientaciones que ahora
La esperanza es una bendición; y lo es si es cristiana, es decir si se presentamos.
fundamenta en la promesa de Cristo de ayudarnos con su gracia a La orientación educativa de base es formar educadores o formadores
superar nuestras limitaciones. Es cierto que, como se ha visto (cf. pp. que sepan integrar la ayuda: a) para adquirir los valores autotrascen-
265-267), la gracia habitualmente no interviene para superar los dina- dentes de Cristo; b) para un crecimiento en la ma<1urez de las actitudes
mismos inconscientes de la segunda dimensión aunque pudiera hacerlo; de la primera dimensión; y c) para un crecimiento en la madurez de

358 359
las actitudes de la segunda dimensión. Este proceso de creCImIento proclamar el valor de querer amar a todos los hombres; es más difícil
integrado se realiza lentamente y durante un largo período de tiempo amar a una persona determinada en particular). De este modo, nues-
mediante apropiados y frecuentes «coloquios de crecimiento vocacional» tra vida concreta de todos los días queda influenciada por la fuerza
ofrecidos individualmente a los candidatos. En dichos «coloquios» la de la orientación hecha a la luz de los descubrimientos sobre uno
persona aprende a conocerse a sí misma, incluso en las zonas sub- mismo logrados, por medio de la gracia en los coloquios de creci-
conscientes, y se le ayuda a tomar la iniciativa para revisar en profun- miento vocacional.
didad sus motivaciones. Es el candidato mismo el que -en una at- La segunda dirección de este «discernimiento de espíritus» parte
mósfera de comprensión, mutua confianza, de fraternal estímulo, y de los posibles nuevos descubrimientos acerca de nuestras motiva-
ayuda por parte del formador- construye lentamente su identidad ciones y actitudes realizados durante la oración (meditación, exá-
vocacional centrada en la persona de Cristo, viviendo según la verdad menes de conciencia, etc.). Estos descubrimientos han sido objeto
en la caridad y tratando de crecer en todo en la dirección de la cabeza, de discernimiento durante los coloquios de crecimiento vocacional
Cristo (Ef 4,15). Un aspecto importante de esta tarea constructiva por de modo que resulta más fácil discernir si son inspirados por la
parte del candidato es llevar a su vida de oración los nuevos valores y búsqueda de un bien real en vez de estar prevalentemente inspirados
los nuevos descubrimientos, conseguidos en los coloquios de creci- en un bien aparente (d. san Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales
miento vocacional acerca de la verdad de las propias motivaciones y
n.336).
actitudes; valores, actitudes, y motivaciones deben llegar a ser objeto
Como consecuencia de estos dos modos complementarios de ha-
de continua oración, ya sea oración de reflexión, ya de petición (d.
cer un «discernimiento de espíritus», la voluntad y las fuerzas emo-
10.3.1).
Esta integración entre coloquio de crecimiento vocacional y vida tivas más o menos inconscientes (el «willingness», d. fig. 1, p. 182)
de oración es muy importante. Tal integración debería realizarse según presentes en nuestras actitudes existenciales se ven sometidas per-
un «discernimiento de espíritus» que se lleva a cabo en dos direcciones; manentemente a la fuerza impulsora de la gracia impetrada por medio
se trata de dos direcciones complementarias en las cuales la acción de de la oración. Por otra parte queda reducida la entidad de las dis-
la gracia es elemento fundamental que inicia y lleva a término tanto el torsiones que más o menos conscientemente nos podamos ver ten-
proceso de discernimiento como el de integración; estas dos direcciones tados de llevar a cabo sobre el reconocimiento objetivo de las acti-
se refuerzan mutuamente. tudes existenciales que adoptamos al vivir nuestra vocación.
Una de las direcciones de «discernimiento de espíritus» parte de De este modo se integra la vida de oración con un conocimiento
los nuevos descubrimientos hechos en los coloquios de crecimiento más profundo, más realista de sí mismo. Además, la vida de oración
vocacional sobre el significado profundo de las motivaciones y de las puede influir en la fuerza de las motivaciones de la persona que es
actitudes del candidato y hace de estos nuevos descubrimientos tema conocida de modo más completo, más profundo. En otras palabras,
de su vida de oración (meditación, examen de conciencia, etc.). Pero se evita una posible dicotomía entre la vida de oración y los esfuerzos
en esta oración no se debe limitar a utilizar solamente los tres niveles de la persona para crecer hacia una más genuina motivación voca-
de operaciones descritos por Lonergan (d. Hg. 1, p. 182). y por lo cional; más aún, se favorece su integración.
mismo no debe limitarse a «experimentar», a contemplar, a discernir Todo este trabajo hay que desarrollarlo manteniendo siempre una
los valores vividos por Cristo; todo esto puede ser en gran parte confianza en el amor misericordioso de Dios, que nos llama y nos
expresión de una «espiritualidad» más o menos narcisista, centrada ayuda a crecer incluso a través de las tensiones, de las flaquezas
en sí mismo. Por el contrario, se debe pasar al cuarto nivel de ope- inherentes a nuestros errores reconocidos y aceptados 97 •
raciones, el de la elección y de la decisión existencial concreta de
deliberación concerniente no sólo a la generalidad de los valores, sino 97. Esta ayuda de formación integrada puede ofrecerse durante dos o tres años
también a la especzficidad de las actitUdes que se han de asumir, vivir en el período del noviciado o durante el estudio de la filosofía (si existe), o de
en las situaciones existenciales de nuestra vida cotidiana (es fácil teología, o durante el juniorado.

360 361
De este modo los factores educativos mencionados convergen y mitaciones subconscientes de los candidatos puede conducirlos a una
se integran entre sí; esta integración múltiple constituye una apor- regresión, que no es necesaria y es dañina. Este trabajo del descu-
tación muy útil para la formación profunda de las conciencias98 • brimiento de las limitaciones subconscientes de la libertad en los
¿Es posible este tipo de formación integrada? la experiencia hecha candidatos debe ser oportunamente acompañado y compensado por
durante muchos años por decenas de formadores preparados para una adecuada y proporcionada presentación de los valores. De lo
catalizar esta integración es positiva; lo mismo viene corroborado contrario, surgirán nuevas y acuciantes exigencias, nuevos problemas
sobre esta integración por la aceptación, por parte de personas en pueden presentarse a los candidatos sin que tengan la posibilidad de
período de formación que se han beneficiado de la misma: la con- encontrar en estos valores una respuesta adecuada a sus preguntas.
sideran como una de las ayudas más valiosas entre las recibidas para Esto puede llevarles a rechazar los valores y a abandonar la vocación
su crecimiento vocacional. Es lógico que tal ayuda no resuelva todas sacerdotal-religiosa.
las dificultades, no es un curalotodo, una panacea; pero sí hace más La ayuda integrada tal como aquí se ha descrito permite liberar
plOvechoso y más cristianamente gozoso el esfuerzo diario para acre- las energías del amor a Cristo que se hallan bloqueadas por la segunda
centar las propias energías de amar a Cristo y al prójimo en E199. dimensión (y tal vez por la tercera) tanto por la acción de las incon-
Las ventajas de esta integración son muchas y diversas. Ofrecemos sistencias inconscientes, como por la utilización de defensa o de
a continuación algunas de ellas. gratificación de sí mismo, propio de las consistencias defensivas.
El hecho de que el mismo y único formador, como último res- Tanto las inconsistencias inconscientes como las consistencias de-
ponsable, sirva de catalizador de la integración convergente de los fensivas de la segunda dimensión pueden cambiarse en consistencias
distintos medios de ayuda, logra el que no sólo pueda dosificar las no-defensivas de la primera dimensión; en otras palabras, las energías
ayudas según las posibilidades de cada persona, sino que puede equi- paralizantes de las limitaciones de la segunda (y quizá de la tercera)
librar, dosificar la proporción de las ayudas ofrecidas: así, por una dimensión pueden ser canalizadas, reorientadas hacia la virtud como
parte, se ofrece el alimento para favorecer la trascendencia en los «ordo amoris» (san Agustín), es decir como energías de amor auto-
valores autotrascendentes, por otra se adecúa tal alimento a la po- trascendente.
sibilidad, es decir a la libertad interior del randidato de asimilar tal Se puede representar gráficamente la ayuda integrada propuesta
alimento. por medio de la siguiente figura 4 que incompletamente lo sintetiza
De este modo se evitan los daños de dos extremos posibles: una (la vida de oración y la presentación de los ideales objetivos cristianos,
oferta de valores autotrascendentes que es exagerada no proporcio- expuestos aquí precedentemente y también en 10.3.1, así como
nada a la libertad, a la posibilidad de asimilación por parte del can- 10.3.2, son también partes esenciales de esta ayuda integrada). La
didato, que puede llevaJe a entusiasmos artificiales o pasajeros y que figura 4 pone de relieve la convergencia y la interdependencia de la
autotrascendencia y la libertad del cristiano; lo recuerda san Pablo
más tarde o más temprano degenerarán en desilusiones o desalientos
en GáI5,13-14 (d. pp. 226ss). Por ello autotrascendencia y libertad
o quizá abandonos de la vocación. Al contrario, contentarse sola-
en la formación deben ir unidas y no separadas ni opuestas.
mente con un trabajo de descubrimiento indiscriminado de las li-
Una formación integrada, tal como la venimos describiendo, evita
98. Es apropiado llamar a estas entrevistas del candidato con el formador con
el eclecticismo arbitrario que se utiliza a veces en la formación después
el término de «coloquios de crecimiento vocacional» en vez del de psicoterapia. De del Concilio Vaticano II. Se ha tratado de formar a las personas con
hecho, los «coloquios» se refieren preferentemente " íos valores autotrascendentes aportaciones diversas (de orden teológico, psicológico, espiritual, social,
de Cristo y su internalización favorecida por la primera y segunda dimensión; por etc.) sin realizar una adecuada integración por parte de un único for-
el contrario, la psicoterapia se refiere preferentemente a los valores naturales y a la mador como verdadero responsable. El inconveniente de tal eclecticis-
reorganización del yo (o selj) de la tercera dimensión.
99. Como se verá en la exposición que sigue a continuación, en general sería
mo es que frecuentemente cada una de las aportaciones lleva implicada
mejor que el responsable último de esta formación integrada fuera una sola persona. una antropología diversa no sólo en el sentido de diferencias comple-
En algunos casos, situaciones particulares favorables pueden sugerir otros modos de mentarias o genéticas sino que se trata de diferencia& en parte dialécticas
proceder. (cf. pp. 15ss).

362 363
FIGURA 4. Síntesis parcial de los procesos que caracterizan
persona en cuanto que puede tener contactos personales más fre-
la ayuda «integrada» en la formación
cuentes con cada uno, independientemente de los «coloquios de
crecimiento vocacional». De aquí se sigue una mayor posibilidad de
autotmnscendencia hacia conocer el comportamiento habitual de la persona en cuanto que
los ideales cristianos
puede tener contactos personales más frecuentes con cada uno, in-
subjetivación su
de la reobjetivación dependientemente de los «coloquios de maduración vocacional». De
aquí se sigue una mayor posibilidad de ayudar fraternalmente a cada
Inmadurez Madurez individuo. A su vez, esta ayuda fraterna que es más personal, que
de la l II de la l, II
(y lID (y lII) llega a lo más profundo de la persona, es una invitación para el
dimensión dimensión candidato a un trabajo más serio y más fiel en su compromiso de
reducción su crecimiento vocacional.
clela aumento Además, se ayuda al candidato en la aceptación y en la estima de
lihel1ad efectiva de sí mismo, en cuanto esta aceptación y estima son precisamente lo que
la persona para los ideales el formador le manifiesta en los «coloquios de crecimiento vocacional»
y fuera de los mismos.
N.B. La parte izquierda ele la figura recuerda las limitaciones posiblemente presente~ e~. hl~ per: Como consecuencia de estas ventajas, especialmente en lo que se
sona5; la parte derecha indica la ayuda que se debe ofrecer para favorecer una realmtenuhz.lClon de
los ideales cristianos. refiere a una mayor aceptación propia, al igual que de las propias
limitaciones inconscientes, si el candidato se halla comprometido
De este modo los candidatos han sido tratados según visiones an- verdaderamente consigo mismo en este trabajo, le resultará más fácil
tropológicas que con frecuenci~ s~n irrecon~iliables. 1?e aquí la posi- abrirse a sus superiores. Con la experiencia lograda en los «coloquios
bilidad de confusiones, contradlcclOnes, de CIerto sentido de frag~en­ de crecimiento vocacional» (integrada con la vida de oración), el
tación que puede surgir en los candidatos, produciend~ en ellos CIerta candidato se convence que es contraproducente para él mantener
desorientación. Un determinado eclecticismo de aportaclOnes puede ser una fachada sólo positiva y al contrario tiene todas las de ganar para
útil con tal de que no se convierta en principio de diferencias dialécticas su maduración vocacional si se presenta como es. Por ello tiene mayor
y se subordine a una integración por parte del último responsable que disponibilidad a ofrecer su verdadera identidad también a sus su-
trata de comprometer a toda la persona para catalizar y liberar en ella periores.
sus energías de amor teocéntrico. Además, no hay que infra~alorar.la Finalmente, hay otras ventajas que afectan a todo el grupo de can-
debilidad humana: los candidatos están muy atentos a las dIferencIas didatos. Ante todo porque las lecciones formativas, las charlas, etc., del
de orientación, verdaderas o supuestas, entre los diversos formadores formador reactivan y enriquecen las distintas introspecciones que todo
de un mismo grupo y -como enseña la experiencia- utilizan tales individuo realiza privadamente durante los coloquios de crecimiento
diferencias para liberarse de un compromiso total o también para con- vocacional. En segundo lugar, porque las semejanzas de introspeccción
traponer un elÜrma dor a otro 100 . , . , . que existen entre los distintos individuos hacen más fácil y más profunda
La importancia de tener un ultImo y UlllCO respons~ble de la for- una aceptación de los demás y por lo mismo es posible una mayor
mación viene avalada por otras razones. Ante todo dIcho formador unidad en la vida comunitaria.
tiene mayor posibilidad de conocer el comportamiento habitual de la Una mayor integración evita o por lo menos reduce notablemente
el error por parte del responsable de la formación de creer que el
100. Según el canon 651, parágrafo 2, del Códl~ri de Derecko Canónico, el candidato ha «cambiado» verdaderamente. Como se ha visto en las
director de los novicios puede tener ayudantes, que s!~ embargo t1~~en que estar pp. 327-330, el candidato puede cambiar por motivaciones muy di-
sometidos al director por lo que se refiere tanto al gobIerno del novIcIado como al versas: por complacencia, por identificación no internalizante, por
modo de formar.
identificación internalizante o por internalización. Lo importante es

364 365
que haya cambiado por una de las dos últimas motivaciones. No es Salva siempre la acción de la gracia, el crecimiento vocacional al
raro el caso de candidatos que pasan por la formación sin cambiar que tiende siempre la formación, es el resultado tanto de la persona
verdaderamente nunca su motivación fundamental; cambia sólo el como de las instituciones con sus propias características. Por ello la
bien aparente con el que más o menos subconscientemente se ma- formación debe ofrecer ayudas para estos dos tipos de factores. Des-
nifiestan. pués de todo, el crecimiento en la vocación sacerdotal y religiosa
Otro error que se puede evitar, o al menos limitar, se refiere a los puede ser vista como el resultado de tres factores: 1) los principios
así llamados «valores nobles». Los responsables de la formación dicen y prescripciones (como por ejemplo, la teología de la vocación, las
que el candidato ha logrado alcanzar «nobles valores». Como ya se «Constituciones» de las órdenes religiosas, etc.; 2) las dinámicas de
discutió (cf. pp. 316ss), no sólo el contenido de los valores es importante, las personas, sea como adecuada visión antropológica de su natu-
sino también su función en la totalidad de la dinámica de la persona; raleza, sea como comprensión de tal naturaleza en la unicidad e
lo importante en sí mismo (en vez de lo importante para mí) de los irrepetibilidad de las manifestaciones psicosociales que caracterizan
valores teocéntricamente autotrascendentes e internalizados es funda- a cada persona; 3) el sistema social e interpersonaL esto es, las
mental para el crecimiento vocacional. funciones sociales, las estructuras y las circunstancias en las que la
Así se puede tender al ideal de perfección propugnado por muchos vocación se completa y crece. Se han presentado en las páginas pre-
santos, principalmente san Ignacio de Loyola (en la fórmula del P. J. cedentes orientaciones educativas referentes a las ayudas intraper-
Nadal)de llegar a ser «contemplativos en la acción». Efectivamente, se sonales. A continuación pretendemos ofrecer otras relativas a las
puede alcanzar la unión continua con Dios, unión que se da tanto en ayudas interpersonales en sus tres aspectos: 1) de interacción entre
la oración como en la acción, en cuanto ambas, oración y acción, se las dinámicas de los individuos; 2) de experiencias de las distintas
hallan motivadas por un mismo sistema de valores autotrascendentes funciones (roles); 3) de influjo de las estructuras institucionales. Lo
(por un amor teocéntrico) internalizados, es decir, personalmente asi- mismo que hemos hecho en lo referente a las ayudas intrapersonales,
milados. Es el ideal de la carta a los Gál 2,20: « ... ya no vivo yo, es nos limitaremos a reflexiones o conclusiones sintéticas y parciales,
Cristo quien vive en mÍ». que tocan problemas muy complejos. Algunas ideas que hacen re-
ferencia a este asunto expresadas en las publicaciones de 1971 (1984
y 1985 en español) ofrecerán indicaciones útiles a este propósito.
10.4. Ayudas en la formación: aspectos interpersonales
10.4.1. Interacción entre los individuos
La motivación humana, esto es, las fuerzas motrices que guían el
comportamiento humano, son el resultado de motivos en una situación
determinada, de personas en condiciones existenciales e institucionales. Como veremos enseguida, el Concilio Vaticano II ha traído ideas
Por lo tanto una antropología existencial debe basarse en ambos fac- nuevas acerca de la libertad, la responsabilidad, la iniciativa, las
tores, las personas y las instituciones; debe considerar las posibilidades funciones de la persona humana. Si se quieren llevar a la práctica
y los límites de ambas, especialmente cuando -como ocurre en el caso estas nuevas ideas es preciso tener sujetos más maduros y formadores
de las vocaciones sacerdotales o religiosas- tienen ya grandes posi- que los puedan ayudar a conseguir este objetivo. Desarrollar ideas sin
bilidades y limitaciones adquiridas personalmente. haber preparado a los sujetos y a los formadores suscitará nuevos
Esto que digo puede parecer van al. Sin embargo la experiencia problemas en vez de resolver los existentes, como ha demostrado la
demuestra que se olvida fácilmente. Ha habido tiempos en que se daba experi¡::ncia de los últimos años. Dar mayor libertad y responsabilidad
por supuesto que las instituciones tenían siempre razón y los sujetos a las personas no significa que automáticamente sean más libres y
carecían de ella; ahora se da la tendencia opuesta: los sujetos tienen responsables. Libertad y responsabilidad son útiles en proporción a
siempre razón y las instituciones no. la madurez de los dinamismos de cada persona, y por tanto, estos

366 367
dinamismos deben ser preparados para poder sacar provecho de tal tea céntrico dada por Dios a la persona para la realización de sí misma
situación; de otro modo, se logrará más daño que provecho. en su proyecto de vida.
Ahora bien, una de las ayudas más útiles que puede ofrecerse a y sin embargo tal permisivismo ha entrado en muchos ambientes
una persona en su período de formación es la que proviene de la de formación de la Iglesia en nombre de una comprensión de la
interacción directa entre tal persona y sus formadores. Esta ayuda persona y de una caridad mal entendidas; en efecto, esto conduce
del formador puede asumir tres formas: el apostolado del ejemplo, no a la autotrascendencia teocéntrica propia de la persona sino a una
el apostolado del «servicio» y el apostolado de la ayuda para resolver autotrascendencia egocéntrica o filantrópico-social (d. la sección
posibles problemas del candidato. 7.3.2) y por 10 mismo sólo al bien aparente y efímero. Como dice
El apostolado del ejemplo de virtudes vocacionales por parte del Goethe: si se toma una persona como ella es, se la hace peor; si se
formador es ciertamente más importante que el apostolado llevado la toma como debería ser, se la ayuda a llegar a serlo. Como con-
a cabo a través de la palabra por medio de instrucciones, conferencias, secuencia de este permisivismo el impulso a la autotrascendencia
etc. Efectivamente se ayuda a los candidatos no sólo hablando de 10 teocéntrica, sentido por la persona como un «deberías» no recibe la
que se sabe, sin;) dando 10 que se es. El ejemplo de una persona ayuda debida porque las limitaciones conscientes y subconscientes
puede ejercer mayor influjo que las verdades fundamentales de una de la libertad de la persona se olvidan o se infravaloran.
doctrina. Como hemos dicho en las pp. 201-202, salvando siempre El apostolado del «servicio» de los formadores debe ser también
la acción insustituíble de la gracia, la eficacia apostólica tea céntrica un apostolado de «portadores de paz» (<<peace makers»)) pero más
(diversa de la que sólo es filantrópico-social) requiere el compromiso aún y sobre todo un apostolado de propulsores, de catalizadores, de
de toda la persona. A este propósito, san Pablo escribía a los Tesa- líderes espirituales (<<pace makers»). Si desean seguir el camino re-
lonicenses: «Nuestro evangelio no se presentó a vosotros meramente corrido por Cristo, sin querer las contradicciones por sí mismas, ellos
de palabra, sino también en poder, en el Espíritu santo y con pro- mismos tal vez las provocarán ineludiblemente a causa de las exi-
funda convicción: bien sabéis cómo actuamos con vosotros por amor gencias de la opción que Cristo exige: «No penséis que he venido a
vuestro. Y vosotros os hicisteis imitadores nuestros y del Señor ... » traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Porque
(1 Tes 1,5-6) y «consecuentes a la elección que Dios hizo de nosotros he venido a separar el hijo de su padre, a la hija de su madre, a la
al confiarnos su evangelio, hablamos no como quien busca agradar nuera de su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su casa.
a los hombres, sino a Dios que prueba nuestros corazones (1 Tes El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de
2,4; d. igualmente 1 Cor 10,31-11,1 y Flp 3, 17-4,1). mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de
mí, El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí, El que
El apostolado del «servicio» hay que entenderlo no solamente
busca su vida la perderá, y el que por mí la pierde la hallará» (Mt
como una total y humilde disponibilidad con los educandos por parte
10,34-39).
del educador; según las palabras y el ejemplo de Cristo, gobernar es
El formador que quiere verdaderamente seguir a Cristo, será
igual a servir. Pero, además, tal «servicio» del educador o formador
también él mismo, antes o después, «signo de contradicción» (Lc
no debe consistir en satisfacer lo que la persona a quien se ayuda
2,34) y deberá pasar por el camino del sufrimiento (2 Tim 3,12).
busca porque ~~me agrada», sino más bien la ayuda debe ir enderezada Por 10 que se refiere a la aportación del formador para la solución
a hacer vivir a la persona aquello que «me ayuda» para una auto- de los problemas de los candidatos conviene recordar ante todo que
trascendencia teocéntrica, aunque se halle en oposición con 10 que todo educador vocacional debe hacer frente a cuatro tipos de pro-
«me agrada». blemas: las dificultades del desarrollo propias de la edad evolutiva
El permisivismo humanista como orientación educativa ~s uno (son características sólo de las personas jóvenes hasta aproximada-
de los factores más corrosivos que llevan a la decadencia de los valores mente los 25 años); las faltas de madurez en las dos dimensiones que
morales y religiosos que caracteriza a no pocos estratos de la sociedad más directamente afectan el crecimiento vocacional, esto es, las cons-
contemporánea. Ello va contra la autotrascendencia para el amor cientes de la primera dimensión (y por lo mismo las de pecado-virtud

368 369
~ ..

con o sin problemas de fe y de moral) y las subconscientes de la sección 10,3,6 debería tener: a) la doble capacidad de ayuda indi-
segunda dimensión (del bien aparente-real) 101; finalmente, las ma- cada para la primera categoría de formadores y b) -además- de-
nifestaciones de la psicopatología (tercera dimensión) que no influyen bería ser capaz de ayudar a los sujetos a superar en sí mismos las
directamente en la vocación pero que a veces pueden interferirla limitaciones vocacionales de la segunda y también las de la tercera
indirectamente. dimensión en conformidad con 10 que se ha indicado en las secciones
Para hacer frente a todos estos problemas son necesarias dos 10,3,5 y 10,3,4. La ayuda personal del formador con las personas en
nuevas categorías de formadores. La primera categoría -comprendi- formación en «los coloquios vocacionales de crecimiento» comporta
dos los superiores, padres espirituales, maestros de novicios, etc.- una interacción estrecha y profunda entre la persona del formador
debería saber tratar los problemas relativos a la edad evolutiva y los y la persona de cada uno de los sujetos, 10 mismo que ambos han de
problemas ~~espirituales» de la primera dimensión (capacidad que en transformarse en la persona de Cristo. Por ello se trata de una ayuda
general se halla más o menos presente en los formadores actuales), que requiere una competencia integrada y una sólida madurez por
pero además: parte de la persona del formador.
1) ser capaz de percibir la existencia de los problemas relativos La experiencia de los últimos a-ños indica que no sólo los indi-
a la segunda y a la tercera dimensión y especialmente darse cuenta viduos con inmadurez profundamente inconsciente de la segunda
si estos problemas obstaculizan de hecho la capacidad de los sujetos dimensión pueden aprovecharse de esta ayuda. También las personas
de sacar provecho de la experiencia para de este modo crecer en su con inmadurez menos profundamente inconsciente pueden benefi-
internalización de los valores autotrascendentes de Cristo; ciarse de tal ayuda; en efecto, muchos emplean varios años de es-
2) haber llevado a cabo un trabajo profundo de «conversión» de fuerzo doloroso para superar las propias limitaciones a 10 largo de
la propia persona según la formación integrada descrita en las páginas su vida sacerdotal y religiosa, desaprovechando de este modo pre-
anteriores (d. sección 10,3,6); en otras palabras, estos formadores ciosas energías que podrían utilizarse antes si una ayuda adecuada
deberían haber superado en sus propias personas las dificultades re- les hubiese sido ofrecida en los comienzos de la formación.
lativas a la libertad de internalizar propias de la segunda dimensión Un tipo de ayuda interpersona1 en la formación, que reciente-
del bien aparente (d. 10,3,5) y -si fuere necesario- de la tercera mente ha sido tomado en consideración por parte de no pocas ins-
dimensión (d. 10,3,4). tituciones, es la que puede proporcionar una vida de comunidad «bien
Tal categoría de formadores ofrecerá las ventajas indicadas en la vivida». Nadie niega la posible utilidad de tal medio. Pero tal utilidad
sección 10,3 y evitará los inconvenientes allí señalados; entre estos depende de que tal vida de comunidad sea, como se acaba de indicar,
últimos conviene recordar las exageraciones en la interpretación de «bien vivida».
constituciones, normas, etc., las transferencias y los dobles mensajes; Ahora bien, la comunidad es auténtica, esto es, se convierte en
se trata de tres factores que actúan con fuerza en la interacción entre verdadera comunión de personas , solamente si la separación entre
el formador y las personas en formación (como lógicamente en la 10 que es mío y 10 que es tuyo, entre 10 intrapersona1 y 10 interpersona1
interacción de los sujetos entre sí). Además esta categoría de for- (propio de la «aporía antropológica») se supera mediante la propia
madores reconocerá la necesidad de enviar a los sujetos más inma- donación para una autotrascendencia teocéntrica, esto es, a través
duros, que no pueden sacar provecho de la experiencia, para que del don de sí realizado por el valor teocéntrico del donante y del que
reciban una ayuda cualificada como la que pueden ofrecer los for- 10 recibe (d. pp. 258-261). Por ello una vida comunitaria auténtica
madores de la segunda categoría. depende, en último análisis, de la madurez o no madurez de cada
Esta segunda categoría de formadores (que debería estar formada persona en su primera, segunda (y tal vez tercera) dimensión. Ade-
por responsables de la formación que sean sacerdotes o religiosos d. más, como ya se ha dicho (sobre la base de investigaciones: d. pp.
208,315-322), es la madurez o la falta de la misma de la segunda
101. Téngase en cuenta que frecuentemente los problemas de moral y de fe de dimensión la que es particularmente influyente en este sentido. En
la primera dimensión pueden ser influidos por problemas de la segunda dimensión. efecto, los individuos confieren a los valores, personas o cosas, sig-

370 371

..
nificados que actúan como expectativas que en general favorecen la 298) o igual a menos dos (en el caso de las inconsistencias sociales:
autotrascendencia si estas expectativas proceden de inconsistencias d. pp. 298-300); por el contrario, las personas consistentes pueden
no defensivas de la primera dimensión; mientras dichos significados desarrollar capacidades de internalización positivas que varían de 2
y expectativas van generalmente contra la autotrascendencia si pro- a 4 ó a 6.
vienen de consistencias defensivas y/o de inconsistencias subcons- Las consideraciones y los datos de investigación hasta aquí ex-
cientes de la segunda dimensión. En este último caso se experimen- puestos ponen de relieve la notable ambigüedad, la ambivalencia de
tarán amarguras, descontentos, sentido de soledad (frecuentemente la vida comunitaria en sí. Dando por descontado el influjo funda-
con abandono de la vida vocacional), o bien un bloqueo de la in- mental de la gracia, la utilidad de la vida comunitaria para un cre-
ternalización de los valores autotrascendentes. cimiento en la comunión de autotrascendencia para el amor teocén-
Téngase presente que esta eventualidad del influjo negativo y trico, fundada sobre la internalización de los valores auto-
prevalente de la segunda dimensión afecta acerca del 60-80% de los trascendentes, depende de la madurez o no de los individuos en
sujetos que siguen la vocación sacerdotal-religiosa según un «círculo la primera, segunda (y tal vez tercera) dimensión (d. lo dicho en las
vicioso» (d. Rulla, Ridick, Imoda, 1976, pp. 200-240 YRulla, Imoda, pp. 322-326). Si tal madurez es poca, o insuficiente, la vida comu-
Rídick, 1977, pp. 124-125 Y 163) que parte de una preponderancia nitaria, no obstante la buena voluntad de las personas, producirá
en el individuo de inconsistencias sobre las consistencias para de- poco impacto o los efectos de ella derivados serán más perjudiciales
sembocar en expectativas no realistas acerca de la vida vocacional; que benéficos para un crecimiento en la comunión de autotrascen-
de aquí brota un cierto sentido de amargura, de soledad (frecuen- dencia teocéntrica. Puede llegar a ser agradable, pero no quiere decir
temente abandono de la vocación) o bien una empobrecida inter- que resulte necesariamente útil para la vida vocacional y su, creci-
nalización; a su vez, estas consecuencias desembocan en un ulterior miento; en efecto, puede satisfacer algunas necesidades (más o 'menos
predominio en el individuo de las inconsistencias sobre las consis- subconscientes) de los individuos, pero, con frecuencia, dichas ne-
tencias; y así vuelve a iniciarse el círculo vicioso. En la misma línea cesidades no pueden ser integradas con los valores autotrascendentes
de expectativas más o menos no realistas de los individuos sobre el y objetivos de la vocación en cuanto no son consonantes con los valores
influjo comunitario o de grupo se pueden citar las investigaciones y vocacionales; por ello la repetida satisfacción (frecuentemente sub-
las observaciones análogas de Lieberman, Yalom y Miles (1973), de consciente) de las necesidades disonantes se convierte en obstáculo
Smith (1976), de Sennett (1978), de Kernberg (1980a), de Godin para la vida y crecimiento vocacional, en lugar de ser una ayuda.
(1981). Antes de terminar esta breve presentación de las ayudas inter-
Igualmente, los datos presentados en la tabla V de Rulla (1971; personales por lo que se refiere al aspecto de interacción entre los
tabla IV en la edición española, 1984 y d. más adelante Apéndice individuos, quisiera tocar dos puntos pertinentes a la misma.
E), se hallan en la misma línea de pensamiento; si en dicha tabla El primer punto se refiere al discernimiento comunitario, Tal dis-
(hecha sobre la base de las investigaciones y de las ideas convergentes cernimiento no puede ser hecho ni interpretado de modo apropiado
allí citadas) se entienden los números relativos a la «eficacia apos- y provechoso sin antes haber hecho e interpretado el discernimiento
tólica» (E) como referidos por el contrario a la potencialidad de individual según métodos mejores que los basados solamente en el
internalización, se ve que en último análisis el influjo de la vida sentido común. En palabras de Lonergan (1958): « ... como se ha visto,
comunitaria (dimensión interpersonal) sobre la potencialidad de in- el sentido común está sometido a una triple distorsión. En conse-
ternalización de cada individuo depende del estado de consistencia cuencia, cabe esperar que las decisiones individuales sufrirán pro-
o de inconsistencia de los individuos mismos (dimensión intraper- bablemente distorsiones individuales, las decisiones comunes sufrirán
son al) ; no obstante, el cambio del posible influjo de las distintas probablemente varias clases de distorsión del grupo, y todas las de-
comunidades, las personas que presentan inconsistencias centrales cisiones sufrirán probablemente distorsiones generales» (p. 628). Se
se ven bloqueadas en su capacidad de internalización que es siempre derivarán conflictos entre el individuo y el grupo.
igual a cero (en el caso de las inconsistencias psicológicas: d. p. 297-
373
372
....... "1'

Pero más que por estas claras y conscientes dificultades, surgirán (1976) en las pp. 304-305 102 • La preparación de los formadores, que
obstáculos y se causará el daño por otra oposición subterrtÍnea, la pueden ayudar a la persona toda según la formación integrada des-
« ... que suscita la distorsión general entre las decisiones que la inte- crita en la sección precendente, es el resultado de una formación
ligencia y la prudencia exigirán y las decisiones actuales, indivi- larga y específica que requiere varios años.
duales y colectivas, que se han hecho. Efectivamente, esta oposición A este propósito no se acaba de entender por qué se deban emplear
es, al mismo tiempo, profunda y desconocida» (Lonergan, 1958, tantos años en formar profesores de ciencias sagradas y no se haga lo
p.628). mismo para preparar formadores de modo adecuado a la complejidad
El lector interesado puede ver otras observaciones profundas per- de la naturaleza de la persona humana, tanto más cuanto - como se
tinentes al caso en el texto citado de Lonergan. Bastará aquí añadir ha visto en el presente libro- tal complejidad puede afectar seriamente
la siguiente afirmación: «Más o menos automática e inconsciente-
mente, en toda serie sucesiva de posibles opciones prácticas opera- 102. Una revlslon amplia y reciente que se refiere a las diversas técnicas de
tivas se hace el discernimiento de tal modo que se elimina como dinámica de grupo y de su influjo en el cambio de las personas es la del libro de P.
B. Smith (1980). Los resultados de los diversos estudios de investigación considerados
carente de carácter práctico todo lo que no parece práctico para una en dicho libro son inconclusivos.
inteligencia y disposición de la voluntad que no sólo se hallan im- Con R. L. Archer (1983), que ha hecho una revisión del libro de Smith en
perfectamente desarrolladas, sino que además sufren de distorsiones» Contemporary Psycbology (p. 956), se puede decir que una valoración de los efectos
(p. 628. Lo subrayado es nuestro). Nadie niega la utilidad de la unión de las dinámicas de grupo sobre el cambio personal depende de quién hace dicha
valoración. Para Archer: «El que está dentro del movimiento de estos grupos, es
fraterna o del discernimiento comunitario, con tal de que se den los decir, los líderes que los llevan a la práctica, tiende -como se puede predecir- a
presupuestos antropológicos necesarios; una condición ésta que, sin estar de acuerdo con Carl Rogers (1968) en que los grupos de «sensitivity training»
embargo, no es ni frecuente ni fácil dada la presencia normal de un se hallan entre las invenciones más significativas de este siglo. El que está fuera del
movimiento, es decir, los investigadores con una preparación en psicología social,
componente inconsciente que hace muy difícil una mejoría de tales tiende -como también se puede predecir- a estar de acuerdo con la visión de Kurt
presupuestos antropológicos, no obstante, la aportación comuni- Back (1972) sobre estos grupos como uno de tantos movimientos sociales que han
taria. Esto es cuanto confirman investigaciones recientes (Lieberman, llegado y han pasado» (ibid.).
Yalon, Miles, 1973; Rulla, Ridick, Imada, 1976; Smith, 1976). Des- Este juicio de Archer coincide con el de Lieberman, Yalom and Miles (1973),
que -tras haber presentado su extensa investigación que se refería a una gran
pués de todo, como se ha visto comentando Gal 5,17 y Rom '12,2 variedad dé grupos-o en su capítuló final resaltan que la experiencia de la dinámica
(d. pp. 266-273 y fig.1), la libertad efectiva del cristiano puede ser de grupo puede crear fácilmente una confusión de «gustaD> (<<liking») con «aprender»
más o menos limitada, principalmente para la santidad objetiva y su (<<learning»): «Los líderes (de los grupos) at.ribuyen valor a la espontaneidad, a la
expresividad, a la apertura y revelación de sí mismo, y arrancan de proposiciones
correspondiente eficacia apostólica (d. pp. 263-266 y pp. 352-357). teóricas de las que deducen que estos hechos son los mecanismos por excelellcia
El segundo punto se refiere al modo de preparar a los formadores capaces de inducir aprendizaje o crecimiento en los participantes. Los resultados
de la primera y - con mayor razón - de la segunda categoría, como presentados en el cap. 12 de su libro sugieren claramente que la expresión de fuertes
emociones positivas o negativas, una gran cantidad de revelación de la persona en
así mismo el modo de preparar a las personas en formación si se
sí misma y por sí misma, y la experiencia de acontecimientos emotivamente intensos
quiere ayudar verdac!eramente en las dificultades relativas a la se- no son mecanismos que por sí solos llevan a los miembros al máximo grado de
gunda o -indirectamentt ~ a la tercera dimensión; tal preparación aprendizaje. Sin embargo estos mecanismos son experiencias vívidas e intensas en
no puede ser el resultaciv de algunas semanas de experiencia de el ánimo de los participantes, y por eso los líderes, los cuales están orientados con
sus técnicas a producir tales experiencias, son proclives a creer que han alcanzado
dintÍmica de grupos. Las limitaciones de tal tipo de ayuda se han el objetivo (de favorecer el aprendizaje y el crecimiento). Quizá tanto los miembros
discutido y mostrado no sólo en base a consideraciones sobre la como los líderes han contribuido a crear una mitología elaborada que se concreta
compleja dinámica de la personalidad, sino también fundamentados en que donde hay estimulación (o expresividad o revelación de sí mismo) allí también
habrá aprendizaje; una mitología para la que hay una evidencia (en los datos de la
en investigaciones de diversos autores. Véase la publicación del año investigación) no de haber aprendido, sino de haber estado emotiva mente involu-
1971 en las pp. 219-222 y la de Rulla, Ridick, Imada crado, de haber sentido gusto por lo que estaba sucediendo» (pp. 451-452).

374 375
a la capacidad de internalizar de los valores autotrascendentes de Cristo. Por el contrario, en el caso de la orientación hacia los valores, la
Por estas razones parece muy oportuno el párrafo 3.° del canon 651 razón principal de la opción por un rol no es la gratificación que ofrece
del Código de Derecho Canónico que pide una cuidada preparación de el mismo, sino más bien los modos ideales de comportamiento que el
los futuros formadores. rol hace posibles, modos que permiten alcanzar ideales y valores que
trascienden el rol mismo y en función de los cuales se elige el rol. Una
concepción de los roles del cristiano que no asegure explícita y con-
10.4.2. La experiencia de los roles apostólicos
temporáneamente la orientación de los roles hacia los valores es esen-
cialmente inadecuada. Pues como se ha visto repetidas veces, el cristiano
El tratar de lo que puede suponer la experiencia de los roles apos-
-tanto teológica como ontológicamente- debería siempre trascen-
tólicos en la formación y crecimiento vocacional se halla fuera del objeto
derse en los valores tea céntricamente autotrascendentes de Cristo. Se
de la presente sección 10. Ya se ha tratado y desarrollado en precedentes
trata de una trascendencia que se refiere tanto al rol como a la persona,
publicaciones a las cuales remitimos al lector: cf. Rulla, Ridick, Imada,
al yo.
1976 y Rulla, Imada, Ridick, 1977 (c. 10).
Se deduce que todo el rol, cualquiera que sea, comporta una re-
Aquí intentamos tratar el tema dentro de los límites propuestos de
nuncia a ciertas satisfacciones; por ejemplo, el ser casado o religioso
ofrecer orientaciones educativas que puedan ser útiles para la formación
implica obligaciones precisas que limitan la posibilidad de ciertas sa-
sacerdotal-religiosa. Por otra parte el problema hay que plantearlo siem-
tisfacciones. Por ello en la orientación hacia los valores es importante
pre dentro de las nuevas perspectivas de la antropología presentada en
saber si el individuo está dispuesto a pagar el precio necesario para
el presente libro.
defender sus valores.
De cuanto se ha dicho queda claro que la orientación hacia los roles
Un marco conceptual de referencia puede llevar a concebirlos como fin en sí mismos, en lugar de como
medio que permita realizar los valores que van más allá del individuo
El rol puede ser definido como un conjunto de prescripciones y de y del rol mismo. Así un profesor de Universidad puede hacer de su
expectativas que indican cuál debería ser el comportamiento de un actividad académica el móvil único y más fuerte de su vida, de tal modo
miembro de un grupo (Thomas, 1968). Algunos roles no son objeto de que, por ejemplo, sacrifique frecuentemente sus valores cristianos su-
elección, como por ejemplo ser hombre o mujer, niño, adulto o anciano. bordinándolos a su carrera profesional.
Otros, por el contrario, sí lo son, como, por ejemplo, casarse o hacerse ¿Qué sucede cuando en un individuo la orientación hacia el rol
religioso, ser médico o abogado. Tal opción supone valores, es decir, prevalece sobre la orientación hacia los valores trascendentes de Cristo?
ideales que se refieren al modo de vivir e ideales que constituyen una Cuando la orientación hacia los valores no funciona de modo prepon-
elección de estado en la vida. derante, se pueden seguir efectos negativos tanto para el compromiso
Se pueden distinguir, en líneas generales, dos posibilidades: el rol del cristiano respecto a la religión, como para el crecimiento en su
es elegido como un fin en sí mismo; o bien se elige como medio de libertad como persona.
vivir los valores que superan el propio rol. En el primer caso se puede Como se ha indicado, en la orientación hacia el rol, puede conver-
hablar de opción orientada hacia el rol, mientras en el segundo caso tirse en algo predominante de la vida la gratificación de las necesidades
de opción orientada hacia los valores. conscientes e inconscientes del individuo en detrimento de los valores
En el caso de orientación hacia el rol el individuo puede ser im- autotrascendentes. Esto quiere decir que gradualmente irá descuidando
pulsado sobre todo por razones intrínsecas al rol mismo; esto es, se ve la internalización de los valores. De este modo se observará un com-
motivado a desempeñar bien su rol sobre todo como consecuencia de portamiento fundado en razones de complacencia o de identificación
la satisfacción que el rol le proporciona. Así la gratificación de las no internalizante; el individuo depende de factores externos: obtener
necesidades más profundas del individuo por medio del rol puede una recompensa o evitar un castigo o mantener una relación gratificante
convertirse, consciente o subconscientemente, en su móvil central. con un persona o grupo (como, por ejemplo, una comunidad religiosa

376 377
o un grupo profesional). Importa poner de relieve que la relación gra- FIGURA 5. Dimensiones y roles como factores de perseverancia
tificante en el individuo con una persona o grupo alejará a este individuo y de crecimiento vocacional.
de la internalización en medida directamente proporcional a la diso-
Cuanto mayor predominio
nancia existente entre la parte de sí gratificada por la relación y los de la madurez sobre la in-
valores cristianos autotrascendentes; por ejemplo, una dependencia madurez en la 'primera y se-
afectiva muy sentida (¡y gratificada!) en la relación con una persona o
con un grupo no se concilia con el amor altruista de que nos da ejemplo
Libertad que dispone a
la genuina autotranscen-
gunda d,imensión, mayor
-----------
Alta internalización que
favorece una mayor ma-

Cristo. Además, cuanto mayor sea la disonancia entre necesidades per-


sonales, que hallan su gratificación en la relación, y valores autotras-
ciencia vocacional y de
este modo favorece una
mayor madurez para la
j durez para la primera y
segunda dimensión,

cendentes el individuo será menos libre, porque se halla condicionado


primera y segunda di-
mensión
la capacidad de expectativas
realistas concernientes a los
I
por la relación con los demás.
\ roles, mayor la capacidad de internali-
la libertad interior de au- zar los ideales, para la pri-
La situación es completamente diversa cuando, por el contrario, el toafirmación para la pri- mera y segunda dimen-
mera y segunda dimen- sión
rol se mantiene porque se ha internalizado un valor que trasciende a sión (en vez de sólo au-
la persona y al mismo rol. Así, por ejemplo, la relación con una persona todeterminación d, pag,
186)
1 Se sigue
o con un grupo se subordinará al amor altruista que tiene como objetivo
el reino de Dios, y no el centrarse en sí mismo o en la satisfacción 1 Se sigue
mayor eficacia vocacio-
nal y una vida vocacional
vivida más intensamente
propIa. Sentido de realización
personal y nús segura para lo importante del
Además, en la medida en que predomine la orientación hacia el perseverancia en lugar Reino
(cf. p~lg, 201-2(3)
rol, el tiempo empleado en vivir tal rol no favorece un crecimiento de sentido de alienación
hacia los valores. No es el tiempo empleado en un rol (como el de
un religioso enseñante) lo que cuenta, sino el modo de utilizarlo, es El contenido y el significado de la Figura 5 merecen un pequeño
decir, la motivación hacia los valores autotrascendentes que le sirve comentario o clarificación.
de fundamento. Ante todo, como puede observarse en la figura, hay dos círculos
Cuanto hemos venido diciendo en este marco conceptual de refe- de factores, uno en la mitad derecha, el otro en la mitad izquierda.
rencia afecta muy directamente tanto al problema de la identidad del Cada círculo es como un circuito en el que se reflejan cuatro factores
sacerdote, del religioso, o del cristiano en general, como al error de una que se refuerzan mutuamente. Nótese que en cada uno de los dos
formación sacerdotal-religiosa que está predominantemente orientada circuitos el rol repetido puede influir en la madurez de la primera y
hacia el rol. La presente exposición es muy semejante a las ideas ex- segunda dimensión con tal de que se viva subordinándolo a los valores
presadas por Juan Pablo II en el n. 10 de su carta a todos los sacerdotes autotrascendentes de Cristo que caracterizan y apoyan la madurez de
el Jueves santo de 1986. las dimensiones.
Además, cuando se habla de una ~~mayor» preponderancia de ma-
durez sobre inmadurez para la primera y segunda dimensión se entiende
Consecuencias para la perseverancia y el crecimiento vocacionales que hablamos de disposiciones motivacionales y de disposiciones rela-
tivas, no absolutas; esto es, de la mayor madurez de disposiciones de
Se impone aquí una pregunta: ¿cmí!es son las consecuencias para los maduros en comparación con la de los inmaduros.
la perseverancia y la maduración o cre('~miento vocacional que se hallan El hecho de que el mayor predominio de la madurez sobre la
implícitas en el marco conceptual arriba expuesto? inmadurez para la primera y segunda dimensión lleve a una mayor
Se pueden resumir de un modo esquemático en la siguiente figura. capacidad para expectativas realistas en los roles ya ha sido discutido
en diversas partes de este libro.

378 379
Obsérvese que la parte izquierda de la figura se refiere a los aspectos
investigaciones (1973), llevadas a cabo a escala internacional sobre el
de la perseverancia mientras la parte derecha tiene presente el creci- tema del desarrollo moral. Según este autor, el hecho de practicar
miento vocacional.
determinados roles no puede conducir sino a una moralidad de tipo
En lo indicado en la figura nos hemos limitado al influjo de la convencional, es decir, dependiente de 10 que los demás piensan; por
primera y segunda dimensión y, por lo mismo, se sobreentiende que. la el contrario, para llegar a una moralidad madura, fundada sobre prin-
tercera dimensión es madura y no interfiere en el crecimiento vocaCIO-
cipios, se requiere un acto personal, es precisa la opción hecha por un
nal. Si, por el contrario, en algunos casos, la misma se interfiere por <<yO» libre.(Nótese no obstante que Koh1berg trata de problemas de
medio de alguno de los tres factores recordados en 10.3.4, esta inter- justicia).
ferencia tiene lugar en conformidad con cuanto se ha dicho de las Resultados análogos vienen indicados por investigaciones ya citadas
conexiones esquematizadas en la Figura 5. (Rulla, Ridick, Imoda, 1976 y Rulla, Imoda, Ridick, 1977 en el cap. X),
Finalmente, es importante subrayar una de las orientaciones for- estas investigaciones se refieren a religiosos, religiosas y seminaristas en
mativas sugeridas por la figura. Esta no afirma que la experimentación el principio de su vocación. Los resultados de la investigación indican
de los roles no ayude al crecimiento vocacional. Afirma, por el contrario, que cuanto mayor sea en una persona el impulso de sus necesidades
que tanto la madurez en las dimensiones como las expectativas presentes inconscientes que no pueden ir de acuerdo con los valores de Cristo,
al desempeñar los roles contribuyen a dicho crecimiento. Pero como mayor es el predominio en dicha persona de la orientación hacia los
se ha visto en las pp. 316-322, a fin de que la experiencia de los roles roles, más bien que hacia los valores autotrascendentes. En efecto, en
sea verdaderamente útil, es necesario que la dinámica intrapsíquica del dicha persona la capacidad de internalizar los valores autotrascendentes
individuo se halle ya dispuesta, que haya sido preparada previamente de Cristo es muy pobre y, por 10 mismo, su capacidad de crecimiento
para usar de modo provechoso dicha experiencia de los roles. La per- en el compromiso vocacional por medio de los roles es muy reducida.
sona que cuenta solamente o principalmente con la práctica de los roles En otras palabras, dicha persona tiende a usar los roles. ~ara hallar la
para favorecer su progreso hacia la madurez en las dimensiones, fácil- satisfacción de sus necesidades en lugar de usarlas para VIVIr los valores
mente se encontrará con frustraciones y con un doloroso fracaso en su
autotrascendentes de Cristo.
crecimiento. Esto se realiza cuando prevalece la inmadurez en la se-
gunda (o tercera) dimensión. Pues los roles pueden expresar funda-
mentalmente necesidades subconscientes personales más que los valores Otras orientaciones para la formación
que trascienden la persona. La psicodinámica de un individuo (tal y
como se expresa en las tres dimensiones) debe liberarse suficient¡>mente A la luz de las ideas y de los resultados de las investigaciones hasta
(por medio de la libertad de auto afirmación y no sólo por autodeter-
este momento expuestos puede preguntarse: ¿cuál es el mejor modo
minación), haciéndola de este modo capaz de internalizar los valores de utilizar las experiencias apostólicas durante la formación para ayudar
antes que la práctica de los roles pueda contribuir positivamente a su al crecimiento en el compromiso vocacional?
crecimiento. De otro modo los roles fácilmente ejercen un influjo ne- Como he indicado en otra publicación (1971, pp. 324-327, en 1976,
gativo o incluso nefasto.
pp. 120-124), el crecimiento vocacional pue~e.verse ~av?recido si la
Con esto no se pretende afirmar la necesidad de ser ya santos antes
experiencia apostólica respeta las cuatro condICIO?eS slgu~:ntes: la ex-
de vivir a fondo un rol apostólico o profesional. Ciertamente que tal
periencia deberá ser existencial, debe fomentar la mtegraclOn, deb~ ~er
experiencia será útil para crecer en santidad y para difundir el mensaje proporcionada y, finalmente, debe ser apoyada. Estas cuatro condlc'.o-
evangélico sólo si se ha logrado cierta madurez y un determinado grado nes son todas necesarias durante el período de formación del sacerdote
de libertad, de modo que pueda usar el rol como medio de crecimiento o del religioso. Más tarde, después de la formación inicial, la edad
y de eficaz testimonio cristiano en su vida.
«psicológica» distinta de la «cronológica», (d. Sa~ 4,8) alca.nzad~ J?or
Es interesante notar que Koh1berg llega a conclusiones semejantes el sujeto determinará hasta qué punto serán todavla necesarIas y utIles
en la presentación de su teoría, juntamente con el resultado de sus
cada una de las cuatro condiciones.
380 381
La experiencia existencial comporta tres aspectos: al joven que sigue Se deduce de aquí que todo miembro de las instituciones vocacionales
la vocación hay que ofrecerle la posibilidad: debe ser confrontado repetidas veces con el desafío de verse obligado al
1) de poder probarse o evaluarse a sí mismo; esfuerzo para lograr la conveniente integración y adaptación. Los tres
2) en ocupaciones sustancialmente diversas entre sí; votos de pobreza, castidad y obediencia ofrecen, entre otros muchos
3) en distintas situaciones sociales que exijan iniciativas y decisiones factores, las ocasiones oportuhas para estos desafíos de integración. Por
personales.
ello debe ofrecerse a todos sus miembros la posibilidad de practicarlos.
Efectivamente, si el individuo ha de construirse una fundamentación Todo éxito en este proceso de integración significa un refuerzo de la
internalizante para ser capaz de autoevaluación y autodirección, debe tener capacidad de internalización de la persona. .
la posibilidad de realizar experiencias que le pongan en confrontación La experiencia proporcionada es un aspecto muy delIcado del con-
consigo mismo. Estas experiencias deben provocar al máximo su yo, sus
tinuo proceso de aprendizaje de los miembros religiosos. Las fu?ci~nes
capacidades, los valores y necesidades subyacentes, deben exponerlo al
y las potencialidades del yo crecen en la mt::dI~a en que se eJercltan
fracaso, a la frustración, y sobre todo a un sentIdo de soledad. Solamente
con éxito en situaciones cada vez más difíciles: El p;~)blema es delicado
de este modo tendrá la «posibilidad» de conocer y aceptar su yo real en
pues, para que sean útiles para el crecimiento, ~sta.s.~,1tuaciones deb~n
lo profundo de su personalidad; sólo así podrá sentir el gozo de ser él
tener dos características: por una parte deben sIgnIfICar un paso hacia
mismo y de entregarse a los demás. El período de formación es palti-
adelante en el estadio de desarrollo logrado por el individuo, de modo
cularmente favorable para esta experiencia existencial, pues el individuo
que pueda ir aprendiendo nuevos modelos de integra ció?; por ot:a no
no debe todavía adquirir compromisos permanentes con lo que las con-
deben tener tal dificultad ni producir ansiedad tal que se Sienta oblIgado
tinuas oportunidades de confrontarse a sí mismo en diversos campos de
actividad no convierte sus fracasos en catástrofes y sus éxitos no le empujan a acudir a estratagemas defensivas como las que utilizaba de niño. De
a comprometerse prematuramente. aquí se deriva que el crecimiento del yo en la formaci?~ puede im?edirse
La experiencia integradora viene exigida por el hecho de que el hombre bien por un sistema autoritario o por otro permlsI:o. Los sIsten::as
es una unidad viviente diferenciada. Pues, como hemos visto en las pp. autoritarios o superprotectores no ofrecen a las funCiones y ~otenC1a­
114-115, su vida psíquica comprende tres niveles de funciones y poten- lidades del yo la posibilidad de ejercerlas y, por ~o tanto, t1en~~n a
cialidades: las psico-fisiológicas, las psico-sociales y las espirituales. Es mantener a las personas en un estado infantil; los Sistemas permIsIvos,
cierto que estos tres niveles de la vida psíquica se hallan intrínsecamente a través de una excesiva estimulación de las necesidades, de los impulsos
entrelazados en todo acto humano; pero, todo acto humano puede iniciarse con su consiguiente ansiedad pueden poner al yo en una tensión de-
en un nivel más que en otro. Una vez iniciadas en este nivel concreto, las masiado crecida para la persona que, en tal situa~ión, tiende es~ontá~ea
funciones debe ser integradas, deben combinarse con las de los restantes y subconscientemente a regresar a comportamientos y emociones In-
niveles de modo que se logre consistencia e internalización con el unifi- fantiles. .
cador sistema de valores propio de cada una de las tres dimensiones 103. La importancia de estas consideraciones resulta evidente si se tiene
presentes dos elementos: . .
103. No hay que confundir los tres niveles de vida psíquica con las tres dimen- 1) las posibles diferencias en la madurez para las tres dimensiones
siones. Los tres niveles están incluidos, como componentes habituales, en cada una de posibles entre los miembros de las instituc~ones vocacion~les~ ~ratar a
las tres dimensiones; es decir, cada dimensión tiene componentes de los tres niveles.
Además, las tres dimensiones indican tres disposiciones habituales y adquiridas en la
todos los miembros como si tuviesen la misma edad «psICologICa» no
motivación de la persona, del yo, no expresadas por los tres niveles. Principalmente, es realista ni conforma a la caridad;
las tres dimensiones indican el aspecto dialéctico de la persona humana; es decir, su 2) la posibilidad de algunos individuos de encontrar dentro o fuera
madurez o no (armonía o desarmonía entre yo-ideal y yo-actual, consciente o sub- de la institución vocacional otras personas que apoyan y fomentan con
consciente) respecto una apertura a los tres horizontes de valores como virtud o pecado,
reciprocidad positiva o negativa las transfer~ncias subc?nscientes (d.
como bien real o aparente, como normalidad o patología. Además, las tres dimensiones
incluyen otros aspectos de la persona no indicados por los tres niveles; por ejemplo, la 10.3.5), ya sean dependientes, sometidas, reSistentes pa.slvamente o re-
contribución del inconsciente en la motivación y, también, el posible influjo de la beldes etc. De ello se origina un bloqueo del CreCImiento o una re-
desorganización del yo (sel/J en la motivación. gresió~ en vez de nuevo desarrollo del aprendizaje; el resultado final
382 383
será la identificación no internalizante o la complacenCia en lugar de dos (experiencia proporcionada y apoyada) se hallan todavía muy
la internalización o la identificación internalizante de los valores y de olvidados. No se quiere decir que los candidatos lleguen a ser «perfectos»
las actitudes vocacionales. aislándoles sin haber hecho experiencias personales en algún período de
La experiencia apoyada viene exigida por el hecho de que todo su formación (como se pensaba con frecuencia en el pasado); pero tam-
miembro debe desarrollar más o menos gradualmente un yo-ideal-en- poco debemos descuidar nuestro deber de ayudarlos pesonalmente y de
la-situación objetivo y libre si se quiere que se produzca la internali- modo conveniente (con una adecuada vida de oración, de recogimiento,
zación de las actitudes y de los valores vocacionales. En otras pala- de coloquios de crecimiento vocacional, etc.) a internalízar actitudes y
bras, las experiencias deben ser ayudadas de modo que la persona, valores nuevos antes de rechazar los antiguos, a dotarse de nuevos controles
durante la experiencia y por medio de ella, no recaiga más o menos internos antes de abandonar los establecidos en tiempos anteriores como
conscientemente en manifestaciones de inmadurez de sus dimensio- fruto de experiencias pasadas, a tomar nuevas e importantes decisiones
nes. antes de rechazar totalmente el apoyo de la identidad anterior. El acento
A pesar de que mucha gente se deje llevar de la buena intención 10 ponemos aquí en la personalidad individual y en la ayuda personal de
en su compromiso vocacional y quiere replantearse sus actitudes per- que el individuo tiene necesidad. Los tipos de formación del pasado, que
sonales adoptadas precedentemente pero que no eran apropiadas, no se aplicaban a grupos numerosos dentro de las estructuras rígidas, no eran
se debe presumir (más aún, 10 contrario está comprobado) que todos realistas, existenciales; pero también la política, de laissezjaire, actuada
o la mayor parte tengan un alto grado de autoconocimiento y libertad. con frecuencia en estos tiempos, no es existencial. Sería ingenuo creer que
Las personas pueden ser abiertas en zonas específicas, pero cerradas y el hecho de modificar las estructuras y dar más libertad en las experiencias
rígidas en otras, en las que la capacidad de aprendizaje puede verse de los roles pueda producir automáticamente mayor madurez.
seriamente comprometido. En la misma línea es fundamental cuanto afirma el Concilio Vaticano
En estos aspectos de su personalidad los individuos pueden buscar TI: «Ordenándose la vida religiosa sobre todo a que sus miembros sigan
subconscientemente más la seguridad y la gratificación que un auténtico a Cristo, y se unan a Dios por la práctica de los consejos evangélicos, hay
crecimiento. En realidad, estas áreas más o menos subconscientes pue- que pensar seriamente que las mejores acomodaciones a las necesidades
den ser o pueden llegar a ser dominantes en el equilibrio de su psi- presentes no surtirán efecto si no se vivifican con una renovación espiritual,
ca dinámica global. Es cierto que los individuos deben ser libres para a la que siempre hay que atribuir la fuerza principal en la ejecución de
aprender mediante los intentos y los errores; libres para equivocarse,
las obras externas» (P.e. n. 2).
pero deben ser también libres para no errar; es decir, capaces de re-
conocer, de aceptar los errores y libres para cambiar «realmente», libres
para no caer siempre en los mismos fallos. Siesta autoconciencia y esta
10.4.3 Influjo de las Instituciones.
libertad no se hallan presentes, deben ser ayudados; si no son capaces
de aprender mediante la experiencia, hay que hacerles conscientes de
ello. Más concretamente: hay que ofrecerles una ayuda, y si este «ofre- El problema: cambios en la Iglesia después del Vaticano JI
cimiento» no alcanza su objetivo de libertad de evolucionar hacia el La Iglesia es una institución 104 divina y humana. Como institución
crecimiento, estas personas deben ser invitadas a reconsiderar su si- humana está sujeta a cambios, procedentes de fuera de ella, como por
tuación en 10 que respecta a su compromiso vocacional. Permitir la
perpetuación de una incapacidad de aprendizaje de la experiencia sin 104. Entendemos el término de «institución» en parte según el significado que
ofrecer una ayuda adecuada (especialmente para los obstáculos sub- le da T. Parsons (1951): un conjunto complejo de características de roles o de
conscientes) va contra la caridad con el individuo y con los demás relaciones de status «institucionalizadas», es decir, que llevan a una conformidad
con valores o normas por parte de grupos humanos que encuentra satisfacción en
miembros de la comunidad. tal conformidad. Pero las ideas de Parsons se usarán aquí en modo más amplio y
Mientras, después del Concilio Vaticano TI, los dos primeros tipos de análogo, ya que aquí se incluyen también esquemas de relaciones ent:-e personas
ayuda (existencial e integradora) han sido generalmente tomados más o (como por ejemplo, líderes y miembros de un grupo), y porque se entIende «con-
menos en consideración en la formación sacerdotal y religiosa, los otros formidad» según el concepto de internalización presentado en la sección 9.4.2B.

384 385
ejemplo, del mundo que cambia, o interior a la misma, como las nuevas 1) la llamada de todos los cristianos a la santidad'
ideas y principios aportados por el Concilio Vaticano TI. 2) el sacerdote (y el religioso) visto como «minist;o» al servicio de la
Se han dado cambios notables en la Iglesia y en la cultura del mundo comunidad en lugar de la comunidad como «grey» del sacerdote en una
cristiano entre el período histórico que ha precedido inmediatamente al estructura estrictamente jerárquica;
Concilio y el que le ha seguido hasta nuestros días. No es objeto de este 3) el carácter sacerdotal de todo el pueblo de Dios;
libro analizar dichos cambios. Sí se pretende, dentro de los modestos 4) especialmente la idea de la presencia de la Iglesia en el mundo,
límites propuestos, observar cuáles puedan haber sido los efectos de al- que es o~uesta a una concepción individualista de la gracia santificante;
gunos cambios de la Iglesia y de la cultura del mundo cristiano en este las vocaClOnes sacerdotales y religiosas son vistas como carismas dados
período en lo referente a las dos realidades básicas en la antropología de para el bien de la comunidad, como una gracia que me hace llegar a ser
10 que soy para darme a los demás (Chenu, 1969);
la vocación sacerdotal-religiosa:
5) finalmente se pone de relieve la dignidad y libertad de la persona
1) la posibilidad, la capacidad de la persona humana para la trascen- humana.
dencia hacia los valores autotrascendentes, capacidad que se expresa en el Estos sanos y válidos principios aportados por el Concilio Vaticano
yo-ideal, es decir en el Ideal-de-sí-en-la-situación de la persona (IPTI: cE. TI han sido y son distorsionados por interpretaciones arbitrarias respecto
sección 8.3.2 y 9.4.2A); a las :ea1es in~~nciones que los ins~iraron. Por citar un solo ejemplo: la
doctrIna conciliar sobre el sacerdoclO común de los fieles ha llevado a la
2) las posibles dificultades de la libertad para internalizar los valores negación de toda diferencia entre sacerdotes y fieles, alguno de los cuales
autotrascendentes lo mismo que para la autotrascendencia del amor, di- consagran pan y vino en las celebraciones eucarísticas de las «iglesias
ficultades que están en relación con la mayor o menor madurez de la subterráneas». En la misma dirección de inexacta interpretación, tres series
primera y segunda (quizá la tercera) dimensión (cE. secciones 8.4.2 y de factores han influido poderosamente: ante todo, algunas aportaciones
9.4.2B). Tratemos separadamente las dos realidades antropológicas. Na- ideológica~ como la secularización inspirada (pero en modo que desfigura
turalmente, las conclusiones a que se llega en esta sección son afirmativas, el pensamiento de su autor) por el Wider stand und Ergebung de D.
pero no exclusivas; otros elementos, sobrenaturales y naturales, deben Bonhoeffer (1951) y desarrollada por J. A. T. Robinson (1963, 1967) y
también ser considerados. H. Cox (1965), o la desmitologización de R. Bultmann (1960).
En la misma linea, se han producido otros influjos como fruto del
Los cambios institucionales y la autotrascendencia plurdismo y secularización (que se han ido extendiendo como conse-
para un amor teocéntrico cuencia de la revolución científica de los siglos XVI-XVII y de la ilustración
Presentaremos en primer lugar la sucesión de ideas que han venido del siglo XVIII Ed. Ital. cf. pp. 29-30) que ha separado más o menos
predominando últimamente, indicando después las repercusiones posibles ~cluso ideológicamente, la sociedad religiosa y la temporal, que ante:
de estas <<11uevas ideas» sobre las «funciones» y sobre las «estructuras» rIormente se hallaban fusionadas en la unidad cultural de la civilización
relativas a la vocación sacerdotal y religiosa. Estas consideraciones nos cristiana.
llevarán a reflexionar sobre los efectos de todos estos elementos (ideas, Finalmente, entre los años 1960 y 1975 se ha producido el impacto
funciones, estructuras) sobre la personalidad de los individuos y más muy acusado del movimiento, de la revolución contra-cultural, de la anti-
específicamente sobre su capacidad para la trascendencia hacia los valores estructura, que ha intentado destruir 1m: valores y las estructuras básicas
autotrascendentes. de la sociedad. A este movimiento nos referiremos en la introducción del
a) El Concilio Vaticano TI ha ofrecido indudablemente ideas nuevas vol. TI. Baste aquí recordar algunos de S'.lS efectos negativos como los que
que directa o indirectamente afectan a los conceptos que se relacionan afectan a la moral sexual, la legalización del aborto, del divorcio, las
con la naturaleza y las funciones de la vocación sacerdotal y religiosa. relaciones prematrimoniales, etc.
Podemos resumirlos concretamente diciendo que se ha puesto un nuevo b) Los efectos de estas ideas sohr'~ l~ conciencia y la realidad de las
acento en los siguientes cinco puntos: funciones vocacionales pueden ser r lúltiples y profundos. Baste citar al-

386 387

..
gunos: ante todo el significado social y el valor de la vocación pueden una consideración social menores, despertando mayor indiferencia y opo-
considerarse realidades no distintas y no fácilmente reconocibles (M. Orai- sición.
son, 1965; M. Bellet, 1967; E. Pin, 1969). Así a causa de los correspon- Algunos ejemplos concretos bastarán para mostrar esta situación de
dientes procesos de racionalización, de especialización y de secularización, fuerte contradicción en la vida del sacerdote y religioso contemporáneo:
muchas funciones desempeñadas precedentemente por los sacerdotes o es llamado a una vida de obediencia en un mundo en que la autoridad
religiosos ahora lo son por laicos especializados, como por ejemplo la cada día se ve más contestada; es invitado a abrazar la castidad en un
función de educador, de consejero, de administrador de las actividades momento en que el mundo no sólo mantiene y acrecienta el culto al
caritativas, etc. hedonismo, sino que además se revaloriza cada día más la dignidad del
Además la institución, la «consagración» del sacerdote o religioso es matrimonio; debe de vivir una vida espiritual intensa como fundamento
de su renovación mientras gana en atractivo la secularización (como li-
contemplada no como medio de separación o de «defensa» del mundo y
beración de los influjos religiosos del «hamo ¡aber» que crea sus estructuras
mucho menos como un privilegio, sino en función de su misión apostólica;
socio-económicas) o el confort material se halla a su disposición; debe
esto significa, por ejemplo, que el testimonio de los sacerdotes o religiosos
fundamentar los valores personales sobre dogmas mientras el mundo
ante los hombres, principalmente mediante el ministerio de la palabra,
proclama como valor el someter a revisión todas las cosas; en algunos
debe ser más adherente a la realidad y más incisiva. En otros términos, países, como cristiano debe vivir según los criterios de una sociedad
su identidad profesional viene especificada menos por las actividades re- jerárquica (como la Iglesia) mientras puede ser ciudadano de un sistema
lativas al culto o a la institución y más a su función pastoral en la que su político democrático; quizá dispone de abundantes medios materiales
personalidad total se ve sometida a prueba y los defectos aparecen más mientras gran parte de la población del mundo muere de hambre.
fácilmente. Como consecuencia es grande la tentación del sacerdote y religioso
Esto, por ejemplo, pone de relieve con más vigor el hecho de que de infravalorar el valor intrínseco de la vocación o, por lo menos, nota
predicar la palabra exige implicarse y comprometerse existencialmente menos la influencia positiva y de apoyo de los valores vocacionales ob-
por parte del predicador; sin esto la predicación será «correcta» pero jetivos; puede producirse una grande tentación hacia la subjetivación de
menos <<verdadera», o sea, convencerá lógicamente al auditorio, pero los valores, y esto en el preciso momento en que la exigencia de una eficaz
influirá menos en su decisión de aceptar la fe (K. Rahner, 1942). Esto es presencia de valores objetivos y autotrascendentes en su personalidad es
cierto también en el caso de inmadurez de la segunda dimensión de la más necesaria y urgente.
personalidad; mientras, por ejemplo,una tendencia autoritaria de la per- c) Esta conclusión es tanto más plausible si se considera otra serie de
sonalidad no afecta, de por sí, a la santidad personal del predicador, sin consecuencias de las nuevas ideas precedentemente expuestas; las que se
embargo es un signo menos atrayente y un menguado testimonio de refieren a las estructuras de las instituciones vocacionales. Una justa va-
caridad. Al contrario, una personalidad sinceramente abierta a un amor loración de la libertad y responsabilidad personal determina los mismos
no autoritario podría predisponer a una aceptación gozosa y sincera de efectos que los vistos en relación con las funciones de la vocación: por
su mensaje. una parte un mayor desafío personal y por otra menor ayuda social (aquí
De las consideraciones precedentes se puede deducir esta conclusión la sociedad está representada por las estructuras institucionales). Las ins-
general: por una parte los sacerdotes y los religiosos son llamados en el tituciones vocacionales menos rígidas, los condicionamientos menos duros
día de hoya un mayor y comprometido empeño social que exige además sobre las actitudes concretas que deben realizar el compromiso vocacional,
un alto grado de integración, de consistencia, de fortaleza y constancia en las obligaciones menos legalistas en la vida de comunidad y en el trabajo
la personalidad para, por ejemplo, ser capaces de un verdadero diálogo, apostólico suscita una exigencia de adaptación creativa en lugar de des-
de un conocimiento realista para orientar a los hombres, de autonomía pertar reacciones defensivas en el individuo con relación a la situación en
afectiva, de creatividad. Cualidades todas que se ven minadas por la la que vive y actúa.
inmadurez de la persona (incluso subconscientemente). Por otra parte las Pero como hemos visto en la sección 9.4.2B esta adaptación creativa
mismas vocaciones sacerdotales y religiosas parecen ofrecer un crédito y está en relación, además de con la gracia, la oración, etc., también con la

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madurez de la persona en las dos primeras dimensiones (y quizás, también Cristo y los tres votos son menos vulnerables, al menos al principio de
en la tercera). Además, las estructuras, los condicionamientos, las obli- las crisis vocacionales).
gaciones del pasado ofrecían indudablemente una ayuda al individuo, ya Así el ideal de sí en la situación es fundamentalmente el resultado de
reforzando sus valores vocacionales mediante su cumplimiento en las la personalidad del individuo, es decir del ideal de sí que a su vez puede
actitudes exigidas por la institución (reglas y constituciones se conside- ser influenciado por el yo actual, especialmente por los componentes
raban valores) ya preservando al individuo de exageraciones individualistas vocacionalmente inconsistentes subconscientes. Se deduce de aquí que la
en dicho cumplimiento; exageraciones que podrían despertar un rencor inmadurez de la primera dimensión y principalmente la subconsciente de
profundo, desconcierto o dudas en muchos miembros de la comunidad. la segunda (y quizá de la tercera) pueden desempeñar un papel más
Naturalmente el precio pagado por un afianzamiento de una personalidad importante en la formación del ideal de sí en la situación de los individuos.
sana con tal ayuda de las estructuras podía superar con creces a las ventajas. De este modo la fuerza motivacional de los valores autotrascendentes
d) ¿Cuáles son los efectos posibles de los cambios ocurridos en relación puede sentirse menos y por ello la capacidad de trascendencia hacia los
con las ideas vocacionales, con sus funciones y estructuras sobre la per- valores autotrascendentes se ve disminuída.
sonalidad de los individuos? Podemos indicar dos, basados en el cuadro Los dos efectos descritos que afectan a la personalidad dejan entrever
conceptual de la antropología presentada en este libro. Dichos efectos se consecuencias múltiples. Baste mencionar las siguientes:
refieren más específicamente a la capacidad de autotrascendencia en las Ante todo, como se ha visto, en la formación del ideal de sí en la
personas hacia los valores autotrascendentes. situación este ideal puede resultar con facilidad menos objetivo y libre, y
1) Las relaciones funcionales entre las tres fuerzas operativas signifi- pueden buscarse más frecuentemente pseudovalores.
cativas de la psicodinámica - valores, necesidades (conscientes o sub- En segundo lugar, la posible menor fuerza motivacional de los valores
conscientes), actitudes- han cambiado: como acabamos de ver, los valores acrecienta el poder que las necesidades subconscientes ejercen sobre las
han disminuido o, mejor, pueden verse más fácilmente disminuidos; las actitudes con relación a los valores; por tanto las actitudes tenderán a
actitudes se hallan menos sujetas al influjo de las estructuras institucionales coincidir más con las necesidades que con los valores, tanto en la primera
que han ido más o menos aflojando; las necesidades de los individuos, como en la segunda dimensión.
conscientes y sobre todo subconscientes, permanecen idénticas. En la primera dimensión esto puede significar un esfuerzo mayor que
De aquí se deduce que la relación funcional entre los valores, actitudes la persona debe desarrollar para trascenderse; y por lo mismo una posible
y necesidades tiende a ser más débil en los dos primeros elementos, mengua de los valores autotrascendentes a que aspira.
mientras se refuerza «relativamente» en los últimos. Ahora bien, el hombre En la segunda dimensión, esto significa en concreto que las inconsis-
puede soportar el peso de los deseos no realizados mientras haya una tencias sociales serán más frecuentes que las inconsistencias psicológicas
razón que lo justifique. Apenas vea una restricción que él considere como (cf. pp. 297-298); y esto no cambia fundamentalmente la fuerza de la
restos de gazmoñería del pasado, se revela. El «sentirse» sometido a una contradicción que proviene de las inconsistencias, pero hace a las personas
restricción es más posible pues, como hemos visto, los ideales, los valores menos adaptadas socialmente con relación al aspecto vocacional de la
pueden más fácilmente verse disminuidos.
institución religiosa, y puede también facilitar el abandono de la vocación.
2) Si el ideal institucional se ha devaluado o no viene reforzado por
No es necesario decir que defendamos una vuelta a estruct '.1ras más
las actitudes, entonces en la formación del Ideal-de-sí-en-la-situación, el
rígidas. Las personas con inconsistencias sociales (en las que las necesi-
concepto que el individuo tiene de su rol prevalece más fácilmente sobre
dades y las actitudes van contra los valores) se adaptan peor a la institución
las expectativas que la institución tiene de dicho rol (d. p. 286 para esta
que aquellas con inconsistencias psicológicas (en que los valores y actitudes
distinción), es decir, el concepto personal del rol tiene poco o nada en
van contra las necesidades). Pero no por eso se debe volver a las ideas y
consideración las expectativas institucionales del mismo; esto sucede por
a los rígidos métodos de la «santa uniformidad» que estaba en vigor en
lo que se refiere a las actitudes vocacionales y a los valores menos esenciales
el pasado con objeto de restablecer el equilibrio entre actitudes y valores.
vocacionalmente (como hemos visto, los cinco valores vocacionalmente
Se trata precisamente de todo lo contrario.
esenciales, de la p. 288, es decir, la unión con Dios, el seguimiento de
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390
Como hemos ya dicho, tanto la inconsistencia social como la incon- Los cambios institucionales y la ltbertad para interiorizar los valores
sistencia psicológica son un compromiso más que una solución de las
subyacentes contradicciones persistentes entre los valores vocacionales y Ofrecemos a continuación, sintéticamente, los siguientes cuatro pun-
las necesidades subconscientemente inconsistentes. Ambos son un peligro tos: como premisa se hará una descripción de las distintas fuentes de
para un sano desarrollo de la personalidad y de la auténtica internalización donde arranca la influencia de la institución sobre las personas; se verá a
continuación cuál es la relación entre tales fuerzas y el proceso de inter-
de los valores y de las actitudes vocacionales. No se remedia un error con
nalización; los dos primeros puntos ofrecerán los fundamentos para indicar
otro.
cuál es el posible «nuevo» equilibrio dinámico de internalización que se
En tercer lugar el influjo de los grupos de los compañeros sobre los ha ido formando en las instituciones vocacionales después del Concilio
individuos es mayor en la medida en que disminuye el de las instituciones; Vaticano II; finalmente se ofrecerán algunas sugerencias de carácter ins-
en efecto, como hemos visto, en el Ideal-de-sí-en-la-situación, la fuerza titucional que servirán de ayuda para la formación.
relativa del ideal institucional es menor por una parte; por otra el creciente
influjo del ideal de sí hace más posible el que el individuo con necesidades
subconscientes vocacionalmente inconsistentes busque subconsciente- Fuentes del influjo institucional
mente su satisfacción (incluso «proclamando» que se hace por ideal), lo
cual será más fácilmente posible de obtener de los compañeros o de otras Según French y Raven (1959, 1965, 1969), se pueden considerar seis
personas que no de la institución (la cual defiende el ideal institucional). fuentes de influencia de las instituciones que actúan sobre las personas:
¿Qué se puede hacer para poner algún remedio o, mejor, para evitar informativa, coercitiva, remunerativa, de referencia, de pericia y de legi-
las indicadas consecuencias negativas para la trascendencia hacia los va- timidad. Estos autores en su primera publicación distinguen entre influen-
lores autotrascendentes? cia y poder: la influencia es un poder en acción; el poder es una influencia
Aparte de la necesidad de la oración (sección 10.3.1), resulta prove- latente (parcialmetne subconsciente). Ambos conceptos se adoptarán en
choso ofrecer ayuda en lo que se refiere a los valores de la autotrascen- esta exposición y, siguiendo a Collins y Raven (1969), los términos de
dencia para el amor teocéntrico; de ello hemos hecho referencia en la influencia y poder se utilizarán con el mismo significado.
Mientras las otras cinco fuentes de influencia dependen de la naturaleza
sección 10.3.2. A pesar de todo, como hemos visto repetidamente en la
del agente o líder que influye, el poder informativo es socialmente inde-
antropología esbozada en este libro, el proceso de la trascendencia para
pendiente de la fuente: es el contenido de la comunicación lo que importa
los valores autotrascendentes se halla estrechamente vinculado con el grado
y no la naturaleza de la persona que influye. Este influjo informativo tiene
de lzbertad de la persona para internalizar tales valores e igualmente para como resultado cambios fundamentales de los elementos cognoscitivos,
la misma autotrascendencia. Por ello el problema de las ayudas que se comprendidas las intuiciones de los individuos acerca de las propias mo-
pueden ofrecer para la autotrascendencia hay que verlo en conexión con
tivaciones.
el de la libertad en cuanto que autotrascendencia y libertad son interde- El poder remunerativo lo constituyen los incentivos positivos de re-
pendientes y convergentes en el proceso de maduración de la vocación compensa que el agente social, la institución, es capaz de ofrecer a los
cristiana. Por esta razón, en la discusión que sigue, antes de hablar de demás y que se consideran como tales. El poder coercitivo es lo opuesto
ayudas posibles en la formación, es preciso considerar antes de nada los al remunerativo: se basa en la utilización del castigo. En las instituciones
efectos sobre la libertad para la internalización producidos por algunos que se mueven por la influencia remunerativa o coercitiva el agente social
cambios de la Iglesia y de la cultura del mundo cristiano en el período o líder ejerce un fuerte control sobre las recompensas que los miembros
histórico que ha ido paralelo al tiempo anterior y posterior del Concilio de la institución podrían recibir y de las cuales tienen necesidad, o sobre
Vaticano II. Ofreceremos después algunas sugerencias sobre posibles ayu- los castigos que deben evitar, para alcanzar sus metas, para satisfacer sus
das para la formación vocacional según la perspectiva del influjo de las necesidades; por ejemplo, ser aceptados o despedidos por la institución
instituciones. vocacional, la aprobación o desaprobación, etc. Este control pude ser

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actual o potencial; este último se halla en relación con la autoridad del 3) la relación con el agente de referencia es gratificante para el in-
agente social o con el prestigio general de la institución. Por ello no queda dividuo por encima de toda recompensa o castigo que puedan venir de
a los miembros sino una pequeña o acaso ninguna posibilidad de opción; la fuente (respecto al poder coercitivo o remunerativo era verdad lo con-
las alternativas posibles de respuesta al influjo del líder son muy limitadas. trario); en efecto, la gratificación se halla en relación con la sensación de
Por ello el individuo que se halla bajo este influjo debe aprender a aceptar apoyo o acrecentamiento de la imagen de sí por parte del que recibe la
las reglas de conducta para estar de acuerdo en la situación en que se influencia.
encuentra. Podemos ahora considerar el influjo de referencia en la perspectiva
El poder remunerativo y coercitivo se da únicamente si existe un
de las estructuras de un grupo o de una institución. En cuanto fuente
control actual o potencial por parte del líder. Por el contrario, este control
estructurada de poder, el poder de referencia puede verse acrecentado o
público por parte del líder ya no se hace necesario en las tres restantes
disminuido por muchos factores. Collins y Raven (1969) mencionan entre
fuentes de poder: referencia, pericia y de legitimidad. Por ello se puede
estos factores muchas situaciones concretas. Nos limitamos aquí a recordar
afirmar que estas tres últimas clases de influjo determinan una dependencia
algunas.
privada, mientras las primeras suponen una dependencia pública.
La necesidad de valorar el propio yo y de defender la propia imagen
El poder de referencia se da cuando el sujeto puede lograr una imagen
de sí (Festinger, 1950, 1954), que se halla implícita en el influjo de refe-
de sí gratificante, es decir cuando puede mantener o desarrollar esta imagen
de sí a través de su relación con el que ejerce el influjo (un líder real o rencia puede ser importante, especialmente en las circunstancias siguientes:
1) cuando el ambiente no presenta normas claras y objetivas con las
una institución o grupo no presentes pero que igualmente es fuente de
inspiración). La relación gratificante con la fuente puede establecerse por que la persona pueda confrontarse; en este caso se verá obligada a mirar
parte del que recibe el influjo, ya por medio de una relación real ya a los demás;
mediante una relación que se fragua en su imaginación. La característica 2) la dificultad descrita del conocimiento de normas se acrecienta
esencial de esta clase de influjo es la atracción que la persona influenciada cuando se exige cualquier tipo de acción;
siente a causa de la semejanza, de la familiaridad o de la simpatía con el 3) cuando el yo se halla en clara oposición con las opiniones, las
causante de ese influjo. actitudes, el comportamiento, las habilidades de uno que tiene autoridad
Un grupo o persona que es fuente de referencia puede valorarse y a quien se respeta o se supone que se respeta, entonces puede suceder
negativamente por el individuo cuando tiene prejuicios sobre los mismos que la necesidad de una valoración de sí aumente y por lo mismo el influjo
y se sirve de ellos como guía para aquello en lo que no debe creer (Heider, de referencia de cualquier otra persona;
1946; Osgood y Tannenbaum, 1955; el concepto de Tannenbaum de 4) cuando una persona puede valorarse a sí misma en base al cono-
autoridad positiva y negativa en 1962); también en estos ejemplos de cimiento o tradición precedente: si ambas están debilitadas la fuerza del
valencia negativa, el incentivo que determina la relación comporta alguna influjo de referencia puede verse favorecida y por ello acrecentarse;
gratificación, en general subconsciente, por tal influencia: piénsese en el 5) la importancia de las cuatro circunstancias precedentes en el au-
caso de la identificación con el agresor. mento del influjo de referencia se basa a su vez en el grado en que muchas
Más interesantes para nuestro objeto son las siguientes características otras condiciones se hallan presentes en la interrelación entre la persona
de quien recibe la influencia: que influye y la que es influida.
1) Según que el yo ideal en la situación del individuo sea objetivo y Se pueden mencionar dos: ante todo la persona que recibe el influjo
libre o no, la imagen de sí, gratificada mediante la relación de referencia, debe sentir alguna gratificación en la imagen de sí como fruto de la relación
puede ser vocacionalmente consistente o inconsistente y por lo mismo con la persona o el grupo que influye. Pero esta gratificación se da par-
favorecer la madurez o inmadurez en la primera y segunda (y quizá la ticularmente si la atracción hacia esa persona o grupo se ve favorecida
tercera) dimensión; por la familiaridad, semejanza o simpatía. Familiaridad, semejanza o sim-
2) no es preciso que el que recibe una influencia sea consciente de patía son fuerzas que se hallan en mutua relación causal: la semejanza
que tal relación de referencia es satisfactoria para él; y esto puede ser puede llevar a la familiaridad y la familiaridad a la simpatía; o la simpatía
debido entre otras cosas a una ~ubyacente motivación subconsciente; puede terminar en familiaridad y la familiaridad en semejanza (Newcomb,

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1961). Según MacGuire (1969) estos tres elementos forman quizá un El influjo de competencia e información ¡:ueden ser interdependientes:
círculo en el que uno refuerza al otro. Es fácil de este modo ver cómo la una persona que tiene necesidad de una info ~mación referente a un com-
influencia de referencia puede convertirse gradualmente, o prevalente- plejo y delicado problema puede buscar una fuente fiable; si el contenido
mente, en influencia remunerativa y viceversa. de la información recibida de la fuente digna de crédito es suficientemente
Además, es preciso subrayar que muchas de estas condiciones de la convincente, la credibilidad de la fuente aumentará y la sucesiva infor-
interrelación entre persona influyente e influida pueden aumentar o dis- mación se aceptará más fácilmente como convincente. Que el influjo de
minuir según la naturaleza y la estructura de las instituciones vocacionales, pericia se halle en relación al convencimiento por parte del individuo de
según las presiones ideológicas y culturales que se ejercen sobre las mismas, la competencia y de la credibilidad del que da dicha información ha sido
según los tipos de comunicación que se favorecen en esas instituciones, demostrado por muchos estudios llevados a cabo (cf. Collins y Raven,
10 mismo que por el ambiente material en cuanto pueden favorecer más 1969; McGuire 1969).
o menos el influjo de familiaridad y semejanza y simpatía. Piénsese, por El poder legítimo se apoya en la aceptación por parte de la persona
ejemplo, en el grado de cercanía física e interacción posibles en una que recibe el influjo del hecho de que la persona influyente tiene legítimo
pequeña comunidad; muchos resultados de investigaciones (cf. McGuire, derecho a mandar sobre ella. El poder legítimo, tal como aquí 10 consi-
1969) demuestran que una mayor interacción favorece la simpatía y la deramos es semejante a la noción de legitimidad de la autoridad. «Le-
familiaridad interpersonal y por lo mismo la atracción. gitimidad» es una palabra importante que estudiaremos brevemente más
El influjo de referencia ha sido considerado más ampliamente por dos adelante.
razones: en general cuando se confronta con los otros poderes, el influjo La fuerza del poder legítimo se deriva de dos factores: de los valores
de referencia es el de mayor radio de acción; en segundo lugar como y actitudes internas e internalizadas por el individuo, y por la acción del
veremos, es un elemento crucial en la discusión que sigue. Las precedentes
supenor. . . .
afirmaciones se apoyan en muchas investigaciones (Collins and Raven, El influjo del superior pone en actIVIdad los valores y actItudes de los
1969; Cartwright and Zander, 1968; McGuire, 1969). individuos y los pone en relación con los fines de la instituci?n; sirve
El influjo de pericia o competencia se halla presente en la medida en también para establecer una mediación entre los valores vocacIonale~ y
que la persona o institución que lo ejercen tienen credibilidad. Esta cre- las necesidades de los individuos; pero el alcance de los valores vocaCIO-
dibiltdad (credibility) de la fuente se basa en dos características: la com- nales y de los fines institucionales lo mismo que la estab~dad y la c?n-
petencia (competence) y su credibilidad o fiabilidad (trustworthiness); en sistencia de la conducta de todos los miembros (comprendIdo el supenor)
otras palabras, influye porque es percibida como capaz de proporcionar depende en último análisis de sus valores y actitudes intern~0'zados. Como
respuestas adecuadas (competencia) y como motivada a comunicarlas (cre- dice el Concilio Vaticano Il, en el Decreto sobre la forma Clan sacerdotal:
dibilidad o fiabilidad). Por ello el poder de pericia actúa no debido a la «Aplíquense las normas de la disciplina según la edad de los ~uf?nos, de
relación gratificante de la persona influenciada en relación con la persona modo que mientras aprenden poco a poco a gobernarse a s: mIsmos ~e
que influye, como sucedía en el caso del poder de referencia; ni tampoco acostumbren a usar prudentemente de la libertad, a obrar segun la propIa
a causa del control actual o posible de recompensa-castigo, como en el iniciativa y responsabilidad y a colaborar con los hermanos y seglares»
caso del poder remunerativo y coercitivo; sino que más bien depende de (Optatam Totius) n. 11). El «servicio» del superior no debe forzar a uno
la relación que la persona influyente tiene con el contenido de la infor- a ser bueno, sino que debe favorecer las condiciones para que pueda
mación. llegar a serlo.
Pero el influjo de competencia debe ser distinto del de información: Conviene distinguir en la Iglesia entre aspectos sagrados y no sagrados
el primero se basa sobre la credibilidad (debido a su competencia y de la legitimidad, es decir, entre legitimidad con relación al status o con-
credibilidad) de la persona que influye; el segundo, por el contrario se dición (que es sagrada) y la legitimidad con relación a la función (que no
apoya en las características o contenidos de la información como lógica es sagrada). Importa mantener esta distinción ya q~e de ot:o ty,JO?o la
argumentativa o como <<hechos evidentes en si mismos» (Cartwright y legitimidad puede fácilmente identificarse con el cansn:a de infalibilIdad
Zander, 1968). del legítimo poder de una persona o de un grupo. Segun Karl Rahner:

396 397

-
«Si un sujeto debe obedecer para no ser desobediente ante Dios, no de la importancia intrínseca que el valor tiene y no por la importancia
quiere decir que el mandato fuese tal que, según la voluntad antecedente o gratificación que puede tener para mí.
de Dios, debería haber sido dado. Puede ser también el resultado de un Es importante recordar con Kelman (1958, 1960, 1961, pero con
error posible en el superior. Tal error puede provenir de un tradicionalismo las modificaciones indicadas anteriormente en las pp. 322-325) que en
trasnochado, de la humana limitación, de la rutina, de la falta de intuición la complacencia el influjo de la institución se acepta debido a los me-
unida al conformismo, de falta de imaginación y de muchos otros factores» canismos de recompensa o castigo; en la identificación por los de atrac-
(1968, p. 130). ción; y en la internalización es aceptada en último análisis por el me-
Vista bajo este prisma de «función», la legitimidad está sujeta a todos canismo de credibilidad (efectivamente se siente uno motivado por la
los influjos psicosociales que hemos descrito; la influencia informativa, importancia en sí del valor y no por su importancia para m0 105 •
remunerativa, coercitiva, de referencia, de pericia y legítima de una con- Ahora bien, los mecanismos de recompensa o de castigo de la com-
dición oficial pueden ser las bases para establecer y realizar la legitimidad. placencia son los mismos que se dan en el poder remunerativo o en el
Por ejemplo: una comunicación en que se indique con claridad que una coercitivo; el mecanismo de atracción de la identificación es el mismo
comunidad religiosa debe aceptar el derecho de un superior a prescribir del del poder de referencia; el mecanismo de credibilidad de la inter-
un comportamiento concreto en una determinada área por haber sido nalización es el mismo de los dos poderes de pericia y de información:
delegado por la autoridad superior (base informativa de la legitimidad); una persona o un grupo cree en un experto a causa de su credibilidad,
la designación por parte del grupo de un líder a la que se llega por la mientras que es la credibilidad del contenido mismo lo que es impor-
fuerza de atracción que ejerce sobre los restantes miembros del grupo tante en el poder de información. Por tanto: el poder coercitivo y el
(base de referencia de la legitimidad); el cambio de una norma organizativa de recompensa favorecen el desarrollo de la complacencia; a su vez el
por las sugerencias de un experto (base de pericia de la legitimidad); el de referencia fomenta la identificación y el poder de pericia y de in-
encargo temporal a un miembro del grupo por parte del superior para formación influyen en la internalízación de los valores y de las actitudes.
que desempeñe una misión particular (base legítima de la legitimidad). También el poder legítimo de por sí apunta (o debería apuntar) a
Aunque hayamos considerado necesario examinar separadamente las la internalización, pero el poder de legitimidad puede utilizarse también
distintas fuentes estructurales del liderazgo, no es fácil que una sola de para fomentar la identificación internalización o la complacencia; baste
ellas interve~ga por sí sola en un determinado momento. Normalmente aquí recordar, entre otras cosas, los sistemas de liderazgo autoritario
se ofrecen diversas combinaciones en la actuación de las influencias. Ade- (donde el castigo o la recompensa pueden utilizarse en gran medida)
más, se· da, una interdependencia entre las diversas fuentes; ya hemos o permisivo, el laissez-jaire (donde la atracción entre el líder y los
ofrecido algunos ejemplos al describir las diversas fuentes. individuos puede ser notable incluso por motivaciones subconscientes lí
Por último, y como cosa más importante, conviene indicar que lo que 11
de deseos de popularidad por parte del líder, o por gratificación de la ti
caracteriza a un grupo, a una institución o a una situación histórica es la autoestima, o por el deseo de autonomía, etc., por parte de los miembros
preponderancia de un influjo sobre los demás. 1I
del grupo).
Podemos preguntarnos: ¿en las instituciones vocacionales de la Igle- 11
Relación entre las influencias institucionales '1
sia ha habido un cambio entre el período histórico inmediatamente 11
y el proceso de internalización anterior Concilio Vaticano II y el posterior al mismo en lo referente al !!
I
Hablando de internalización nos referimos a la definición exis- equilibrio dinámico de las influencias institucionales, es decir en el
tencial dada precedentemente (p. 317): yo internalizo un valor revelado equilibrio entre los seis poderes de influencia? Y si tal cambio se ha
o vivido por Cristo cuanto más estoy dispuesto y soy libre para aceptar dado ¿ha influido en el proceso de internalización, y cómo ha influido?
dicho valor que me impulsa a trascenderme tea céntricamente (en vez
de egocéntricamente o sólo en un modo filantrópico-social), para 105. Para una confirmación indirecta de la distinción entre el componente
cognoscitivo (como credibilidad) de una actitud y su componente afectivo (como
dejarme transformar por dicho valor y para hacer todo esto en virtud atracción), véase la investigación de Kernan y Trebbia (1973).

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El «nuevo» equilibrio dinámico para la internalización una internalización de los valores (identificación internalizante) o todo
después del Vaticano JI lo contrario (id~ntificaci~~ ?o internalizante). Véase lo tratado en pp.
323-325. Ademas, el anallSls que hemos hecho, indica que hay una
Se puede responder inmediatamente a dichas preguntas diciendo disminución del poder legítimo en comparación al influjo de pericia y
que después del Concilio Vaticano Ir ha existido en las instituciones de información que se ha visto acrecentado; tenemos por tanto que de
vocacionales la tendencia a establecer un «nuevo» equilibrio dinámico este modo resulta más fácil y es más posible que los individuos acepten
entre las seis fuentes de influencia institucional; no obstante tal equi- la influencia de competencia de alguien o el influjo de información de
librio es sólo nuevo aparentemente en cuanto no parece que cambie algo que no se hallan de acuerdo con el poder legítimo y por lo mismo
de modo significativo la capacidad de los miembros para internalizar con los valores autotrascendentes cristianos que éste debería inculcar.
los valores autotrascendentes. Es posible que el verdadero cambio que se ha verificado después
Las respuestas que ahora ofrecemos son el resultado de un análisis del Concilio Vaticano Ir en la Iglesia en general y en las instituciones
realizado en la publicación de 1971 (cf. pp. 293-321, en 1985 versión vocacionales en concreto, consista principalmente en una cosa: el au-
española. Edit. Atenas: JI, Las Instituciones, pp. 67-80) en 1976, pp. mento del equilibrio dinámico entre los seis poderes de influencia de
77-118, acerca de los cambios realizados en la Iglesia y en el mundo referencia y por ello de la identificación; pero de una identificación que
cultural cristiano. Tal análisis ha sido elaborado teniendo presente las no es internalizante en cuanto no está orientada hacia la internalización
exigencias y los desafíos directos e indirectos a que se ve sometido el de los valores autotrascendentes.
liderazgo como autoridad en las instituciones vocacionales. Dada su Esta posible conclusión se reafirma si a lo dicho sobre las conse-
extensión no es posible repetir aquí dicho análisis. Por ello remitimos cuencias del período del postconcilio sobre el equilibrio dinámico entre
al lector a la obra citada; ahora nos limitaremos a recordar algunas de las seis fuentes de influjo institucional indicadas, se toma en conside-
ración las mismas consecuencias enfocadas al dinamismo intrapsíquico
las conclusiones más interesantes para lo que en este momento nos
de las personas.
interesa.
Expliquemos brevemente esta posible conclusión.
En comparación con la situación anterior al Concilio Vaticano II
Ante todo, como se ha visto repetidamente y como es noción común
lo que hoy se exige al liderazgo como autoridad, ofrece los siguientes
de psicología social, los seis influjos de las estructuras institucionales
hechos. En primer lugar, el peso de la autoridad como poder de re- actúan siempre en combinación con las psicodinámica, con la moti-
compensa o de sanción ha disminuido; es éste uno de los mensajes más vación personal de cada individuo o con el espíritu predominante en
significativos del Concilio, que tampoco usa en sus documentos la un grupo. Pues 10 que cuenta en última instancia para la internalización
fórmula «anatema sit»; por ello mismo la tendencia a la complacencia no es el mundo de la realidad que se ofrece a la persona, sino 10 que
debería haber disminuido igualmente. percibe (consciente o subconscientemente) cada individuo o cada grupo
En segundo lugar, la fuerza del poder de referencia ha crecido, al de la realidad. En otros términos: cuando un miembro del grupo, o el
menos de modo relativo en comparación de los poderes legítimo, coer- grupo mismo debe asumir un valor o un rol determinado o bien un
citivo y remunerativo. Por ello mismo se debería ver reforzada la ten- conjunto de valores y de roles, el influjo de los seis poderes de influencia
dencia a la identificación. puede ser filtrado, codificado, esto es alterado por las motivaciones
Finalmente, la fuerza del poder de pericia y del de información ha conscientes y subconscientes de los individuos.
aumentado y, por ello, la internalización debería verse favorecida. Podemos pues decir que se dan dos modos de asumir (o de cambiar)
Hay hechos, sin embargo, que parecen oponerse al aumento de la los valores, las actitudes y los roles, y que hay dos grupos de factores
internalización de los valores autotrascendentes cristianos. Ante todo, que pueden influir en el modo con que los valores, etc., pueden ser
en los tres cambios que acabamos de considerar se halla el del influjo asumidos:
de referencia, el cual, como hemos dicho anteriormente, no es sólo el - dos modos de asumir o cambiar los valores, etc: la internalización
del campo de radio de acción, sino que, a través de la identificación, y la identificación internalizante de una parte, y la identificación no
presenta un aspecto ambivalente en el sentido de que puede llevar a internalizante y la complacencia por otra; '1

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_ dos grupos de factores que influyen s~br~ es:~ modo .de ser realidades básicas de la antropología vocacional: en lo que se refiere a
asumidos los valores, etc.: las estructuras de la mstltuclOn que tiene su la posibilidad, a la capacidad para la autotrascendencia teocéntrica des-
reflejo sobre todo en el equilibrio dinámico entre las seis fuentes de pués del Vaticano II hay un debilitamiento de los valores autotrascen-
influencia, y la psicodinámica de los individuos. dentes a los que de hecho aspira el yo ideal de la persona; en lo que
Veamos ahora en síntesis lo que ha sucedido entre el período pre- respecta a la libertad de internalización de dichos valores, se ha ptro-
conciliar y el que ha sucedido al mismo Concilio en lo que se refiere ducido un cambio más aparente que real. De hecho las limitaciones de
a estos dos factores. dicha libertad no han cambiado entre el preconcilio y el período que
Acabamos de ver en lo referente al primer conjunto de factores que ha seguido al mismo; más concretamente, antes del Concilio Vaticano
el equilibrio dinámico entre las seis fuentes de influencia ha cambiado II el proceso de internalización se veía comprometido por la compla-
sólo aparentemente en la internalización de los valon~s, roles,. etc.: . s.e cencia y la identificación verticales con la institución; después del Va-
ha pasado de estructuras que con su rigidez favoreClan una IdentIfi- ticano II la internalización se ve frecuentemente comprometida por la
cación no internalizante vertical (esto es, con valores, roles y personas complacencia, pero más corrientemente por la identificación horizontal
elegidos por la institución) a estructuras que favorecen un.a identifi- con varios objetos sociales. En ambos casos la internalización y la iden-
cación no internalizante horizontal (aquí los valores, las funclOnes y las tificación internalizante se sustituyen de modo significativo por la iden-
personas son elegidas por los miembros). tificación no internalizante o por la complacencia.
Lo dicho viene corroborado con más fuerza en lo referente al se- Acabamos de indicar más arriba el hecho de la tendencia creciente
gundo grupo de factores: los cambios acaecidos en la I?lesi~ y en el hacia una identificación horizontal con diversos objetos sociales. Más
mundo después del Concilio Vaticano II en cuanto han mflU1do en la concretamente estos objetos sociales pueden ser los compañeros de
dinámica intrapsiquica de la persona. Nos referimos a lo dicho en las ambos sexos, los roles profesionales y algunas formas particulares de
pp. 386-393. Sinteticemos brevemente enunciando las tres consecuen- apostolado social. Es conveniente desarrollar este último punto.
cias posibles allí indicadas: El estudio hasta el momento realizado se ha centrado en la función
1) después del Vaticano II resulta más fácil que el ideal de sí en la crucial desempeñada tanto por el poder de referencia como por sus
situación se forme en un modo menos objetivo y libre y por lo mismo correspondientes procesos de identificación en la actual situación de
se fundamente sobre pseudovalores; las instituciones vocacionales. El influjo de ambos elementos ha au-
2) es más posible una disminución de los valores autotrascendentes mentado notablemente como lo ponen en evidencia los numerosos
a los que aspiran subjetivamente las personas; al mismo tiempo pueden hechos presentados en el análisis del libro de 1971 y en 1976, pp.
darse más fácilmente inconsistencias inconscientes sociales en vez de 92-94) y lo dicho en este libro en las pp. 398-400. Viene a confirmar
psicológicas y como consecuencia una me.nor ada~tación voc~cional. a todo esto la importancia dada por mucha gente a la realización del
la institución religiosa (sin que esto cambie la entidad de las mconSlS- rol profesional y a las relaciones interpersonales, a las amistades y a
tencias en la totalidad de la dinámica de las personas); algunas formas del así llamado «apostolado social».
3) el influjo de la institución sobre los individuos disminuye mien- A propósito de esto último debo indicar qué es lo que aquí en-
tras aumenta el de los compañeros de grupo. tendemos. Nadie puede negar la existencia de profundos problemas
que se refieren a una mayor justicia social en el mundo, ni a la
necesidad de una inserción mayor, así como a la necesidad de una
Conclusiones que sugieren los cambios institucionales sensibilidad de los sacerdotes y religiosos en estos problemas. La
aportación de estudios y publicaciones sobre organizaciones políticas
Podemos ahora responder al menos parcialmente al problema plan- y sociales que tengan un influjo sobre estos problemas por medio de
teado al principio de la presente sección 10.4.3 sobre los cambios de principios religiosos y morales; el testimonio de una vida pobre,
la Iglesia y de la cultura del cristiano en los períodos preconciliar y sencilla y desinteresada; la solidaridad con el sufrimiento, ante las
postconciliar y los efectos que tales cambios han producido en las dos carencias espirituales, educativas y materiales de los pobres consti-

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tuyen el núcleo central del mensaje evangélico y por lo tanto deben sino más bien como medio de gratificación o de defensa contra las
estimularse. Pero cuando la forma del apostolado social es tal que la necesidades vocacionalmente disonantes.
orientación al rol (<<role-orientation») ocupacional de dicho aposto- Se cometería hoy el mismo error después del Vaticano II:
lado entra fácilmente en conflicto con la orientación de las actitudes 1) si se acentuase el poder de referencia de los roles profesionales
y valores vocacionales autotrascendentes} en este caso la internaliza- y de las relaciones interpersonales;
ción de estos últimos puede verse fácilmente comprometida. Expe- 2) si se olvidase el hecho de que la psicodinámica subconsciente
riencias pasadas y presentes confirman esta conclusión. No es fácil de los individuos puede utilizar subconscientemente la relación de re-
integrar el servicio de la fe con la promoción de la justicia en una ferencia con un rol profesional o con las personas para buscar una
sola misión indivisible. Se da incompatibilidad de principio entre el gratificación o para defenderse contra necesidades centrales y vocacio-
ministerio sacerdotal y algunos compromisos sociales, que son em- nalmente disonantes más bien que para internalizar las actitudes y los
peños más bien propios de partidos políticos, sindicatos u organi- valores vocacionales. Por ejemplo, si no se da una verdadera interna-
zaciones para el desarrollo, porque el ministerio sacerdotal y religioso liz~ció~ de los valores proclamados de pobreza, de justicia social y de
solIdandad con los pobres, no existirá una genuina auto-trascendencia
se orienta específicamente al pobre como uno que no vive de solo
teocéntrica, es decir una superación de sí en una donación total a Cristo
pan (d. la carta a la Compañía de Jesús de su PrepósÍto General, P. pobre que vive en el otro.
Kolvenbach, 3 de marzo de 1985). Hay que tener presente que el
Contemplada en esta perspectiva la política antes y después del
cristiano está llamado a una autotrascendencia cristo céntrica y no
Concilio sería sustancialmente la misma en sus dos elementos funda-
egocéntrica o solamente social-filantrópica. mentales: el acento en la identificación no internalizante (yen la posible
El acento sobre estas formas de apostolado social, lo mismo que complacencia) y la escasa o no suficiente importancia concedida a la
sobre la realización del rol profesional, sobre las relaciones interper- psicodinámica de los individuos. Las dos políticas son diversas a causa
sonales y sobre la amistad no lleva de por sí a la internalización de las de los dos distintos objetos de los procesos de referencia-identificación:
actitudes y valores vocacionales y por ello a la eficacia vocacional. Creer antes del Vaticano II los objetos eran los roles y las personas general-
que acentuando los roles profesional u ocupacionales en la vida vo- mente favorecidas por el poder legítimo; después del Concilio los ob-
cacional y las relaciones sociales interpersonales o la amistad favorezcan jetos son los roles y las personas elegidas por los mismos miembros del
de por sí el compromiso vocacional de los individuos significa olvidar grupo. Pero como se deduce de los resultados de las investigaciones
tanto el fuerte pero ambivalente poder de identificación como medio (Kelman, 1961; Potvin y Suziedelis, 1969) y como hemos visto ante-
para internalizar los valores autotrascendentes como olvidar el influjo riormente (d. la sección 10.4.2), una política institucional que pone el
decisivo ejercido sobre esta ambivalencia por la madurez de cada in- acento en la función (orientación al rol) en vez de ponerlo en la orien-
dividuo en sus tres dimensiones. Significa olvidar que «ayudar a las tación a los valores, producirá una identificación y no una internali-
almas» y anunciar el evangelio de un Pobre a los «pobres» requiere zación; tal política de por sí favorece el desarrollo de personas «efi-
pagar en persona, con uno mismo} lo cual requiere una formación seria cientes» desde un punto de vista profesional (profesores, hombres de
y completa para el apostolado (Kolvenbach, ibid.). Significa perpetuar ciencia, etc.) o de «buenos» amigos, pero no necesariamente logrará
un error muy extendido antes del Concilio Vaticano II en las institu- sacerdotes o religiosos «eficaces»; en realidad todo esto puede deter-
ciones vocacionales; entonces el acento se ponía en la conformidad e minar una crisis de su identidad vocacional transformando de este modo
identificación con la institución sin conceder suficientemente a los el compromiso vocacional en otro de tipo profesional o de amistad.
miembros la posibilidad de alcanzar la internalización mediante la ini- Aun cuando la motivación consciente del individuo sea de un au-
ciativa personal, ni ofrecer una adecuada ayuda a este fin. Si la psi- téntico compromiso puede suceder que no se haya logrado integrar la
codinámica prevalente del individuo era la de las inconsistencias cen- orientación subconsciente subyacente; esto es, no se halla en condicio-
trales, la pertenencia a la institución se utilizaba subconscientemente no nes de definir, de dar forma y hallar el modelo para los roles que el
tanto para realizar los valores espirituales de un genuino ideal de sí, individuo asume en tiempos diversos (por ejemplo, como profesor,

404 405

..
amigo, miembro de una institución vocacional) según la motivaClOn predominante de la identificación: lo vertical por lo horizontal. Pero
consciente. Su comportamiento en cada uno de estos roles puede re- no ha cambiado el predominio de la identificación no internalizante, y
presentar una parte importante del individuo y ser visto así por el quizá también de la complacencia, sobre la internalización; de este modo
individuo mismo, pero tenderá a estar aislado del resto de sus sistema la autorrealización «sentida» por el individuo puede ser el resultado
de valores; más aún, en casos extremos, esta parte «puede verse aislada directo de las relaciones que dan satisfacción a lo que resulta importante
y funcionar casi como si fuera un cuerpo extraño en la persona» (Kel- para mí y que sirven de apoyo a la parte de la imagen de sí que no
man, 1961, p. 71). puede ser completamente integrada con el sistema fundamental de
Esto puede suceder con mucha probabilidad si la institución no valores autotrascendentes, en lugar de ser el efecto colateral de una libre
proporciona las condiciones que han de ayudar a los miembros del afirmación de sí consistente con el sistema de valores autotrascendentes
grupo a superar la inmadurez de la primera y segunda dimensión con presentes en estas relaciones.
que posiblemente han ingresado; en este caso, la identificación no ¿Qué se debería hacer para mantener los sanos principios de la
~legará a internalizar los valores; puede, por el contrario llevar a la dignidad personal, de la participación comunitaria, de la correspon-
complacencia o permanecer en la identificación no internalizante. En sabilidad, y al mismo tiempo acrecentar la influencia de las instituciones
este sentido, muchos de los que dejan la institución vocacional en vocacionales para una internalización en la doble dimensión de estruc-
realidad nunca habían formado parte de la misma. Al contrario, si la turas institucionales y de psicodinámicas individuales?
motivación subyacente a la identificación es consistente con los valores
vocacionales, entonces las relaciones de identificación con el rol o fun-
ción profesional o con las personas tenderán a favorecer la internali- Consecuencias para los sistemas iJ1Stitucionales adoptados en la formación
zación de los valores; se dan entonces las condiciones que predisponen
a llegar a ser un contemplativo en la acción. Los seminarios, Ordenes y Congregaciones religiosas se han com-
Se puede deducir una conclusión general de nuestra discusión sobre prometido a aplicar el Concilio Vaticano n. Tal empeño les ha llevado
los cambios habidos en la Iglesia y sobre la maduración de los individuos a adoptar orientaciones diversas sobre las características de la institución
favorecida por la institución vocacional. La conciencia cada vez mayor en general y en concreto sobre el modo de gobernar. Se trata de formas
de la dignidad de la persona y del sentido comunitario están impulsando cualitativamente más o menos diversas entre sí y con diversos acentos
en grado creciente el espíritu y la práctica de corresponsabilidad dentro según los criterios adoptados. Cada sistema seguido ha tenido sus re-
de la institución. Las relaciones horizontales, como fruto de la parti- percusiones en el proceso formativo.
cipación en la toma de decisiones, de las funciones profesionales, de Resulta imposible describir la gran variedad de enfoques adoptados
las relaciones interpersonales se van acrecentando y sustituyen a aquellas en los años que han seguido al Concilio. Pero quizá no nos hallamos
verticales, como son las que se dan entre los líderes y los miembros de muy lejos de la realidad si se engloban las diversas formas en dos estilos
un grupo. Se podría decir que muchas instituciones en la Iglesia han de orientar las instituciones y el liderazgo, tomados ambos de las ins-
pasado de un tipo de estructura puramente normativa a otro socio- tituciones laicas y apoyados en interpretaciones más bien reducionistas
normativo 106. de afirmaciones del Concilio Vaticano n.
Sin embargo, a causa de muchos (entre los innumerables posibles) Antes de describir los dos estilos institucionales adoptados prefe-
y complejos motivos expuestos, no parece que se haya favorecido el rentemente creemos oportuno ofrecer algunos ejemplos de las indicadas
proceso de internalización de las actitudes y valores y por ende un interpretaciones reducionistas del Vaticano n. Así, por ejemplo, se cita
auténtico crecimiento vocacional, al menos en muchos casos. El el n. 1 de la Declaración Dignitatis Humanae para poner de relieve la
«nuevo» equilibrio dinámico ha cambiado solamente la orientación dignidad de la persona humana: «la dignidad de la persona humana se
hace cada vez más clara en la conciencia de los hombres de nuestro
106. Esta distinción está tomada de la terminología de A. Etzioni (1961, 1964), tiempo, y aumenta el número de quienes exigen que los hombres en
aunque es usada en un sentido diverso. su actuación gocen y usen de su propio criterio y de una libertad

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responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia La teoría clásica
del deber». Así se ha llegado a apelar a la «dignidad» de la persona
para justificar la resistencia a obedecer. El reducionismo está aquí La actitud de la Iglesia hacia los sistemas institucionales, princi-
en el hecho de olvidar que la dignidad del hombre consiste en vivir palmente en 10 concerniente al liderazgo antes y después del Concilio,
la vocación ontológica hacia una auto trascendencia teocéntrica, es ha sido resumido cuidadosamente por Courtney Murray (1966) (véase
decir hacia la trascendencia por los valores autotrascendentes que también una presentación del análisis de Murray realizada por W. J.
Burghardt, 1969); dicho autor ve en el pensamiento de León XIII
comprometen a toda la persona que la colocan ante la obediencia a
muchos de los importantes elementos que caracterizan el pensamiento
Dios y ante los distintos modos en que se manifiesta su voluntad.
anterior al 1962. Tres aspectos pueden notarse en esta interpretación:
Véase Gaudium et Spes, n. 21: « .. .la dignidad (del hombre) tiene en 1) El sistema de liderazgo puesto de relieve por la Iglesia es un
el mismo Dios su fundamento y su perfección». liderazgo de autoridad como reacción a las amenazas derivadas de la
Otro ejemplo puede ser el del acento puesto por el Vaticano II Reforma primero y de la Revolución Francesa después: esta última había
en la importancia y creciente toma de conciencia del sentido de atacado la autoridad de Dios mismo afirmando que «nadie está por
comunidad. Igualmente puede ofrecerse una visión reducionista de encima del hombre».
este sano acento sobre la comunidad. El Concilio 10 hace conside- 2) La relación entre el gobernante y el gobernado es concebida
rando la comunidad como objeto de servicio por parte del sacerdote como una relación vertical en la que «el gobernante debe ser el tutor
y del religioso: llegar a ser 10 que se es para entregarse a los demás. y el guardián de la virtud del cuerpo político; todo el bien común está
La interpretación reducionista es poner el acento no en el «servicio confiado a sus cuidados. Los individuos son simplemente el objeto de
a la comunidad», sino en la «influencia del poder de referencia en la regla ... ». La doctrina política de León XIII era claramente autoritaria
detrimento de los otros poderes en la comunidad». Ahora bien, como (1966, p. 735).
se ha visto, el poder de referencia presenta una fuerte ambivalencia: 3) En una perspectiva eclesiológica «los que tenían una función
por una parte puede favorecer una internalización y una identifica- tomaban las decisiones doctrinales y pastorales. El fiel de la masa se
ción internalizante de los valores cristianos, o bien, por otra, sólo somete a la decisión y sigue las órdenes» (ibid.).
una identificación no internalizante y una complacencia. Por ello la Siguiendo el pensamiento de León XIII, las instituciones vocacio-
acción de dicho poder depende en gran escala de la libertad de cada nales han sido gobernadas frecuentemente según los principios de la
llamada «teoría clásica» de las organizaciones, que presenta una rica
individuo en su utilización, consciente o subconscientemente, en el
herencia entre cuyos especialistas figuran Max Weber, F ayol, Mooney
servicio de la comunidad o para servirse de la misma, o bien para
y Railey, Gulik y Urwick así como Barnard. En efecto, las instituciones
hallar una gratificación mutua en la comunidad sin orientarse a los vocacionales han estado estructuradas desde la relación superior-su-
valores auto trascendentes a los que la comunidad por vocación debe balterno. Como resultado, el liderazgo autoritario ha sido un sistema
tener como a sus valores últimos. Estas y otras interpretaciones re- muy difundido y norma común. Este modo de gobernar ha sido visto
ducionistas del Concilio Vaticano II han servido para adoptar dos como una cualidad personal de la autoridad que favorecía el esfuerzo
estilos institucionales y de liderazgo que frecuentemente se han uti- de colaboración en la consecución de los objetivos, aún cuando en la
lizado en la formación vocacional después del Concilio. Veamos estos base del sistema existía una política, actual o potencial, bastante ex-
dos estilos. tendida de premio-castigo.
Se trata de un modo de educar «clásico» y de otro que podríamos No sería verdad el afirmar que la teoría clásica no era consciente
llamar propio del «humanismo industrial». El primero estaba en boga de los problemas humanos que afectaban a la institución. Pero al hallarse
en las instituciones vocacionales antes del Concilio y es seguido en esta teoría centrada en un sistema de interdependencia superior-su-
parte por algunas instituciones. El segundo se ha convertido en el bordinado no tenía presente de modo sistemático muy importantes
estilo propio de muchas instituciones después del mismo Concilio. elementos, como por ejemplo, la compleja acción de la personalidad

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individual (se resaltaba la racionalidad cognoscitiva mientras los sen- La novedad para la eclesiología no es tanto el contenido de los
timientos y las emociones eran olvidados), los grupos informales y las cuatro temas cuanto más bien el relieve dado a los mismos. El Concilio
actividades de grupo, los conflictos existentes en los grupos y los pro- Vaticano II ha llegado al concepto de Iglesia como sociedad desde el
cedimientos de recurso y los procesos de decisión. Además, no tenía concepto de Iglesia como comunidad: «la autoridad ... , se halla, por así
presente las aportaciones de las ciencias del comportamiento como parte decir, dentro de la comunidad, como un ministerio que hay que de-
de una explicación comprensiva del comportamiento humano en la sempeñar en servicio de la comunidad» (Murray, 1966, p. 737).
institución. Este realce del Concilio Vaticano II es muy distinto de la visión
A pesar de todo, no sería justo olvidar los elementos positivos eclesiológica de León XIII que ponía el acento en aspectos opuestos:
presentes en el sistema: la fuerte conciencia de lo divino, la visión «La autoridad parece estar, por así decirlo, por encima de la comunidad
encarnada de la obediencia como participación de la humanidad de como poder de decisión y de imposición» (¡'bid); para León XIII se
Cristo, el carisma que posee la autoridad. Pero el acento sobre la
llega a la concepción de Iglesia como comunidad desde la de la Iglesia
autoridad, sobre la disciplina, sobre la dependencia frecuentemente
como sociedad.
podía frustrar la libertad de auto expresión del súbdito, que a su vez
podía suponer un obstáculo a la capacidad de responsabilidad personal
plenamente desarrollada, y a un bloqueo del individuo en su búsqueda
de autorrealización, mediante su esfuerzo personal. Como hemos visto, El humanismo industrial
la búsqueda por parte de la institución y de sus miembros de una
madurez vocacional podía fácilmente detenerse en un nivel de identi- Pero el fuerte acento del Vaticano II sobre la comunidad como
ficación o de complacencia «vertical» hacia la institución sin lograr servicio a la misma puede ser malentendido como una acentuación del
alcanzar la internalización de las actitudes y de los valores vocacionales. influjo del poder de referencia en la comunidad en detrimento de los
El Concilio Vaticano II ha leído «los signos de los tiempos» y ha restantes poderes; de este modo se puede pasar fácilmente de servir a
abierto la Iglesia a un necesario «aggiornamento». la comunidad a entenderla como una instancia de la cual ser servidos.
En la parte precedente que trataba del cambio de la Iglesia hemos Además, el relieve del Vaticano II sobre la dignidad de la persona
recordado algunas de las actuales exigencias del liderazgo como au- puede subestimarse si se concentra la idea en 10 que es importante para
toridad. Se ha señalado la disminución del poder legítimo y del aumento mí en lugar de lo que es importante en sí en los valores autotrascen-
del de referencia, de información y de pericia; igualmente se ha de- dentes; también cuando se da relieve a la autotrascendencia egocéntrica
mostrado la posibilidad del desarrollo en las actuales instituciones vo- o filantrópico-social en lugar del último fin de la autotrascendencia
cacionales de un sistema de liderazgo en el que la internalización pudiera teocéntrica.
ceder en beneficio de una identificación o de una complacencia ~~ho­ Además de estas falsas interpretaciones del mensaje eclesiológico
rizontal». En realidad, este desvío de «los signos de los tiempos» es del Concilio es preciso tener en cuenta también el influjo de los modelos
posible no sólo con referencia a los modelos socio-culturales sino tam- institucionales propios de la época socio-cultural contemporánea.
bién a la nueva visión eclesiológica expresada por el Vaticano II. En
Como consecuencia de estos factores, muchas instituciones voca-
el artículo citado, Murray (1966) (cf. igualmente Burghardt, 1969) su-
cionales han adoptado un sistema organizativo de liderazgo muy se-
braya cuatro temas eclesiológicos tratados por el Concilio:
1) La Iglesia es el pueblo de Dios en la que los miembros son
mejante al así llamado «humanismo industrial» (Scott, 1967), el cual
iguales y gozan de la misma dignidad y libertad; ha sido adecuadamente propuesto y explicado por escritores como
2) La Iglesia es una comunidad interpersonal; McGregor (1960,1967), Likert (1961,1967) Argyris (1962,1964,1968,
3) tiene una misión apostólica de amor hacia toda la humanidad; 1976, 1978). Estos autores tienen en común el hecho de acentuar el
4) es una sociedad visible en la que la autoridad y las funciones poder de referencia en lugar del basado sobre las recompensas, los
jurídicas no son ajenas ni extrínsecas, sino esenciales con relación a un castigos y la aceptación de la ley reglamentadora o de la influencia
servicio de sus características comunitarias y misioneras. legítima.

410 411
Ciertamente que hay muchas y muy útiles propuestas en la teoría
la expresión de «personalismo cristiano», es decir de un personalismo
de las instituciones del humanismo industrial. Debemos citar aquí al-
que realza el amor responsable hacie el Tú Divino y el tú humano.
gunas de las más importantes. Es fundamental para la fil?so~í? del
Puesto que el contraste ayuda a ver las diferencias, en nuestras
humanismo industrial el objetivo de restablecer, en la orgamzacl0n, la
sugerencias presentaremos contemporáneamente los tres enfoques (clá-
dignidad del hombre. Las proposicione~ que los cit?~o a.utores pre-
sico, humanista industrial, personalismo cristiano), indicando las dife-
sentan implican conceptos y prácticas de hderazgo partlclpatlvo al tomar
rencias y relieves propios de cada uno de ellos. Es obvio que al menos
las decisiones. Tratan de liberar al hombre trabajador de la opresión y
en alguna de las orientaciones no se tratará de diferencias dialécticas o
le ofrecen la oportunidad de auto determinarse a través de medidas
irreconciliables.
contrarias a las tendencias paternalistas y autoritarias vigentes en las
instituciones. El humanismo industrial mitiga la excesiva acentuación
de la tendencia racionalista y legalista característica de la teoría clásica
Orientaciones para ayuda de la formación
y burocrática, y por otra parte favorece la aceptación de el compo~ente
afectivo del hombre en su dimensión intrapersonal como en la lnter-
1) Comparados con los principios expuestos por la teoría clásica
personal. Finalmente, la teoría Y de McGregor propone una integración
de las instituciones y del humanismo industrial, las instituciones vo-
de los objetivos individuales con los de la organización.
cacionales se distinguen «claramente» por inalterables y normativos
A la luz de estos justos principios se puede decir que la teoría de
valores cristo céntricos finales e instrumentales. No obstante esta inal-
las instituciones propuesta por el humanismo industrial no es ni equi-
terabilidad de los valores típica de las organizaciones vocacionales per-
vocada ni inmoral. Efectivamente, es, desde diversos puntos de vista,
mite y estimula positivamente la oportuna variación de las normas, de
un mejoramiento respecto a la teoría clásica de las ~stituci?nes. P~ro
las reglas, etc., que no afectan lo «esencial» de dichos valores, como la
es insuficiente y por 10 tanto puede llegar a ser pehgrosa SI se apltca,
pobreza, la castidad, la obediencia. Así, por ejemplo, si de hecho o. por
tal cual es a las instituciones vocacionales. Las deficiencias afectan tanto
norma existe un solo superior para estar al frente de 400-500 sUjetos
a los principios como a los medios a ellos vinculados. Baste aquí subrayar
resulta imposible que los individuos puedan ser atendidos personal-
dos lagunas antropológicas: falta el acento sobre la función prepo,;de-
mente; en tal caso el voto de obediencia queda esencialmente afectado.
rante de los valores autotrascendentes sobre los naturales; ademas la
2) Además, - también en contraposición con la teoría clásica y la
concepción sobre la libertad del hombre de internalizar los valores es
del humanismo industrial- en el personalismo cristiano los valores
demasiado optimista y por 10 mismo irrealista. Baste pensar que la
vocacionales son comunes en los tres niveles de la institución: el nivel
oposición que proviene del inconsciente prácticamente no se tiene en
intrapersonal de cada individuo, que exige un compromiso «total» de
cuenta.
la persona con los valores autotrascendentes, el nivel i~terpersonal de
Como consecuencia de las observaciones y de las razones que hemos
la interacción entre los individuos de los grupos y el mvel de compro-
venido discutiendo a propósito de los dos estilos institucionales con-
miso en los roles implicados en el trabajo apostólico. En todos estos
siderados el clásico y el humanista industrial, es importante ofrecer
algunas o~ientaciones generales que puedan mejorar la formación vo-
niveles el fin es un testimonio fundamental de los valores cristo céntricos
y el compromiso de la persona en estos tres niveles ~ebe ser total y no
cacional. Se basan en la antropología interdisciplinar presentada en el
fragmentario; esto es, el individuo debe encarnar SIempre l~s valor~s
presente volumen.
autotrascendentes en los diversos roles que puede desempenar en SI-
Estas orientaciones no se hallan articuladas entre sí de tal modo
tuaciones distintas.
que formen una teoría. Esperamos no obstante que puedan servir de
Ahora bien esto será posible si la persona ha internalizado verda-
estímulo para ir creando un núcleo de pensamiento, además de que
deramente los ~alores de Cristo. De otro modo se produce en él una
contribuyan a ayudar en la formulación e interpretación de las Cons-
tituciones o Estatutos de comunidades religiosas y seminarios. El con- multiplicación y fragmentación de roles que .minan su .i~entidad ~~­
cacional y pueden hacer que caiga en exageracIones u omlSlOnes al VIVIr
junto de estas orientaciones para la formación se podría bautizar con
esos roles; ya sea que se regulen por las «normas» de la teoría clásica
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o sigan los postulados «sociales» del humanismo industrial: de este subconsciente queda descartado, ofreciendo una visión optimista pero
modo resulta amenazado el amor por los valores autotrascendentes de irreal del hombre tal como se desprende del sistema institucional pro-
Cristo, que es el móvil último de motivación para el sacerdote o el pugnado por estos autores 108 • En los últimos años, como reacción exa-
religioso; amor que tiene su fundamento igualmente en la libertad gerada a la visión antropológica pesimista y determinista del Freudismo
interior de la persona de internalizar dichos valores. Por ello un cambio ortodoxo así como a la imagen del hombre casi mecanicista ofrecida
exterior del estilo de la institución puede ser útil, pero solamente lo por el conductismo, han emergido las teorías de la personalidad que
será en la medida en que se dé una transformación interior, una con- se contraponen a tales perspectivas. Entre ellas quizá las que más han
versión del corazón. De por sí, el solo cambio institucional es influido en la actitud de las instituciones han sido la de C. Rogers (1951,
suficiente 107 • 1959) y la de A. H. Maslow, (1965, 1968). Pero estos enfoques de las
3) Existe una tendencia en la teoría clásica y en el humanismo así llamadas teorías de la autorrealización tienen en común la carac-
industrial a considerar al hombre como un dato más que como una terística de prescindir de una adecuada atención al posible influjo del
variable del sistema. Los clásicos ponían de relieve una visión del hom- subconsciente en la psicodinámica del hombre (además de limitarse a
bre como un ser herido, fácilmente expuesto a la derrota. Por el con- proponer una autotrascendencia egocéntrica o filantrópico-social, en
trario, los humanistas industriales ofrecen un concepto del hombre casi lugar de otra teocéntrica). Alguna de las actividades propuestas por el
invulnerable, al menos lo presentan como un ser mucho más capaz de humanismo industrial para las instituciones, como la dinámica de grupo
autoperfección que de ser derrotado. Por ejemplo, Likert (1961, 1967) o grupos T es uno de tantos ejemplos. Ya hemos hecho referencia a
sostiene que la utilización del grupo como instrumento para resolver las limitaciones de estos medios en la sección 1O.4.l.
los problemas en la toma de decisiones hace que los grupos de trabajo Una conveniente acentuación de la libertad de la presión externa
logren una alta cohesión y adopten normas y modelos consistentes y como medio de un crecimiento adecuado y como autorrealización del
no opuestos a los objetivos de la institución. hombre ha dejado en la sombra la necesidad de una simultánea y
A diferencia de los clásicos y de los humanistas, el personalismo antecedente libertad interior. El personalismo cristiano, por el contrario,
cristiano afirma que los individuos en las instituciones son <<variables» pone el acento en este último aspecto sin rebajar la importancia del
más que «datos»: ante todo por el hecho de que todos los individuos primero.
son vulnerables, es decir son autoperfectibles por una parte pero por 5) La literatura del humanismo industrial ha insistido permanen-
otra son de por sí capaces de fracasar; en segundo lugar, porque cada temente en un tema: las instituciones formales, especialmente las cal-
individuo es distinto en su grado de vulnerabilidad y de libertad en la cadas en la teoría clásica, son consideradas como impedimentos para
primera y segunda dimensión y por lo mismo por su disposición hacia la autorrealización del individuo. De aquí la sugerencia de que, por el
el perfeccionamiento y/o fracaso. bien de los individuos y de la misma institución, ésta debe de ser
4) La teoría clásica trataba de modo inad~,:uado el problema de la renovada para poder lograr una concordancia con la necesidad de
motivación humana. Por ejemplo, la afectividad racional, espiritual, crecimiento psicológico de los miembros sanos. Este principio es útil
posible en las relaciones interpersonales se infravaloraba en compara- también para las instituciones vocacionales, pero respetando la invio-
ción con la racionalidad cognoscitiva; del mismo modo se olvida o se labilidad de los valores vocacionales. Pero hay dos aseveraciones del
niega el apoyo que a los valores vocacionales pueden ofrecer las ne- humanismo industrial para la realización de este principio que no se
cesidades vocacionalmente «consistentes» para afianzar la vocación y pueden aceptar por parte del personalismo cristiano, que en el fondo
las relaciones interpersonales. desea los mismos resultados.
Pero el humanismo industrial tampoco sirve desde su visión de la a) Los humanistas industriales subrayan y apuntan al aumento de
motivación humana. El posible influjo, muy amplio o profundo, del las necesidades y de las expectativas humanas. Pero se olvidan com-
107. Para una exposición más detallada de este punto, véase la publicación
de 1971, (Ed. Atenas, JI. Las Instituciones, pp. 210-212 Y 263-264 Y en 1976, pp. 108. Una excepción a este respecto lo constituyen las posiciones de C. Sofer,
35-37). 1961, y A. K. Rice, 1965.

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pletamente de que las necesidades indicadas por el hombre pueden de satisfacción. Se dice: «obedecemos a la comunidad», pero esto es
crecer más rápidamente que la posibilidad de satisfacerlas y no sólo imposible; es como si defendiese la idea de que es de hecho posible
porque las estructuras de la institución sean inadecuadas sino también obedecer a la familia «misma», es decir a la familia formada no sólo
y a veces principalmente, por el hecho de que estas nec~sidades y esta~ por los padres y los hijos, sino a la que jurídicamente depende también
expectativas son el resultado de fuerzas dialécticas y vocacionalmente de todos los abuelos, tíos, cuñados, etc.
inconsistentes de la misma persona; en cuanto tales, estas fuerzas su- La situación es distinta en lo referente al fin primordial del liderazgo
peran y se hallan en contraste con los valores vocacionales proclamados para el humanismo cristiano, pues así como las instituciones vocacio-
por el individuo, y la institución por su parte no ayudaría al crecimiento nales se orientan específicamente a la internalización de las actitudes y
personal y vocacional gratificando esas !:1ismas necesidades. de los valores vocacionales en sus miembros, el acento no habría que
b) La autorrealización es considerada como una consecuencia del ponerlo en la creación de un control jerárquico de la institución o de
culto a la personalidad o a la auto satisfacción de las necesidades más un control de carácter social; el liderazgo, por el contrario, debe en-
que como consecuencia de la autotrascendencia y por lo mismo de la focarse a crear condiciones institucionales y sociales que fomenten el
renuncia a algunas de estas necesidades (cf. fig. 3 en la p. 332 con su autocontrol que favorezca la internalización. El pensamiento de
respectivo comentario). McGregor sigue en parte esta orientación. De este modo las estructuras
6) En el personalismo cristiano se da prioridad a la transformación vocacionales no limitarían el carisma de los miembros del grupo, sino
del hombre sobre la de la institución, aunque ambas se consideran que estarían a su servicio. Obviamente existen multitud de modos
necesarias. En efecto, por una parte la internalización personal de las posibles para lograr el auto control que lleve a la internalización. Los
actitudes y de los valores vocacionales es de gran importancia para la puntos que siguen ofrecen algunas sugerencias a tal propósito.
eficacia apostólica y para la plena maduración del individuo en la vo- 8) La concepción del liderazgo que acabamos de proponer elimi-
cación; por otra, una institucionalización de los cambios que no ayude naría en parte algunos de los defectos inherentes al humanismo indus-
a la capacidad de internalización de los individuos está destinada al trial en lo que toca al proceso de internalización. La tesis del humanismo
fracaso ya que es esta capacidad de internalización de los individuos industrial es que los factores que intervienen en la iternalización de los
lo que en última instancia influirá tanto en las deliberaciones acerca de objetivos de la institución deben llevarse a cabo con un sistema de
los cambios institucionales tomados por ejemplo en un capítulo general participación, esto es implicando a toda las células de la institución en
de una congregación religiosa, como la realización en la vida cotidiana un grupo que es el que debe tomar las decisiones con un carácter de
de dichos cambios. Así es muy probable que las deliberaciones apro- grupo de trabajo. Pero la voz de las bases de la institución vienen muy
badas en el capítulo general sean la expresión de la pscodinámica pre- atenuadas al llegar su representación a las cumbres del mando. De este
dominante en la congregación religiosa, en los miembros yen el grupo; modo, la internalización de los objetivos institucionales no queda ase-
y que su aceptación y puesta en práctica dependerá de la psicodinámica gurada mediante esta participación en decisiones que resultan muy
predominante de los individuos y de los grupos. De aquí se deduce que limitadas.
es más importante y prioritaria en el tiempo, el cambio de la psicodi- Más aún, esta participación puede crear falsas expectativas en los
námica de la persona que la realización de cambios en la institución. individuos de llegar a resultados determinados como fruto de su com-
7) Para los defensores de la teoría clásica el fin primordial del promiso en la marcha de la institución.
liderazgo sería el de establecer un control jerárquico (autoritario o En la medida en que la institución no recompensa o no puede
paternal) de la institución. recompensar a sus componentes con los resultados que se esperaba, la
Para el humanismo industrial el objetivo fundamental es lograr un participación fomenta expectativas no realistas que quedan insatisfe-
control social mediante un apropiado clima de interacción entre los chas. Esta situación conduce a la desconfianza y hace disminuir la
individuos y los grupos. El humanismo industrial ve el liderazgo como internalización. Los efectos peligrosos para la institución pueden ser
una forma de democracia y de participación que ofrece oportunidades grandes. Bowers y Seashore (1966), sintetizando el trabajo de muchos
a los individuos en las instituciones para experimentar un mayor grado investigadores, corroboran estas conclusiones. En efecto, el proceso de

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grupo -sobre el que el humanismo industrial se basa para la inter- coercitivo; como tal se orientaba frecuentemente a la complacencia o
nalización- pone en movimiento un mecanismo propio de modo que a la identificación no internalizante ~<verticales», esto es con la insti-
los individuos implicados en el mismo ven despertar en ellos la expec- tución y sus representantes. La concepción del humanismo industrial
tativa que está por encima de los límites de su capacidad. se inclina hacia la democracia, hacia la participación y pone de relieve
Este fenómeno se produce sobre todo en los individuos «impul- el influjo de referencia; como tal lleva a la identificación y a la com-
sados» por inconsistencias vocacionales centrales y subconscientes. placencia «horizontales» con los otros miembros de la institución.
Cuando se da este caso, se produce fácilmente un círculo vicioso: los Una formulación de los conceptos concernientes al ejercicio del
individuos centralmente inconsistentes se forjan expectativas que la liderazgo según el personalismo cristiano debería tener en cuenta los
institución no puede satisfacer; a su vez estas frustraciones no óptimas siguientes elementos.
perpetúan exigencias no realistas por parte de estos individuos no con~ El análisis que hemos hecho anteriormente a propósito de las fuentes
sistentes. En todo caso, la internalización no se ve favorecida y por el de influencia social y de su impacto en el ambiente socio-cultural en
contrario pueden producirse coaliciones contra la institución. Lo mismo nuestros días ha demostrado la gran fuerza de los poderes de referencia,
puede suceder si los superiores de la institución se ven impedidos por de pericia y de información. Ahora bien una acentuación del influjo de
sus propias inconsistencias centrales, para acertar en el discernimiento referencia es en gran medida ambivalente en lo que respecta a la in-
y aceptación de las legítimas esperanzas de los súbditos no distinguién- ternalización o no de los valores autotrascendentes. La identificación
dolas de las que no son razonables. La situación se agrava todavía más es un medio eficaz para la internalización con tal de que la parte de la
si las expectativas no realistas provenientes de las inconsistencias cen- imagen de sí que se refuerza sea vocacionalmente consistente; es decir,
trales se hallan presentes tanto en los superiores como en los súbditos. que pueda ser integrada con el sistema de valores vocacionales auto-
Los resultados de investigaciones confirman la dinámica en que se trascendentes. Hemos visto también que el influjo informativo y de
apoyan estas consideraciones (cE. Rulla, Ridick, Imada, 1976 Chart 42 pericia son poderes que de por sí favorecen la internalización y que son
en la p. 240 con el correspondiente comentario, o bien Rulla, Imada, muy aceptados en el ambiente actual de exigencia de libertad de opción
Ridick, 1977, Tab. XVI, p. 163). del individuo. Además, los resultados de las investigaciones demuestran
Las afirmaciones hechas anteriormente no pretenden negar la uti- la importancia de estos dos influjos en lo concerniente a la calidad de
lidad del sistema de participación. La participación de una persona en las decisiones tomadas en un sistema participativo para la solución de
la indicación de unos objetivos aumenta la probabilidad de su actuación los problemas (cE. Vroom, 1969; Vroom y Yetton, 1963; Jago y Vroom,
para asegurar el logro de tales objetivos; la importancia de esta intuición 1977).
no puede ser nunca olvidada. Pero el medio más eficaz de su utilización A la luz de estas consideraciones, parece conveniente para las ins-
está muy lejos de poderse señalar. Baste aquí poner de relieve que el tituciones vocacionales después del Concilio Vaticano II adoptar una
sistema de participación no parece alcanzar de por sí el objetivo tras- concepción de liderazgo que tenga en cuenta la estructura jerárquica
cendental de la internalización; más aún, si se aplica como único mé- y el sistema de participación, pero que se acentúen los influjos infor-
todo, sin la aportación de dos ayudas que ahora sugerimos, este sistema mativos y de pericia que son «de por sí» factores que favorecen la
lleva a resultados negativos. internalización y que se refuerzan mutuamente.
Las dos sugerencias se refieren a las estructuras institucionales y a 10) No obstante, la influencia de información y de pericia, como
la psicodinámica de los individuos. Veremos ambas en los siguientes igualmente la de referencia y el sistema de participación, son útiles si
puntos 9) y 10). no se ven filtrados, codificados, es decir, alterados por motivaciones
9) En el nivel de las estructuras institucionales y de grupo parece conscientes o subconscientes propias de la primera, segunda (y a veces
deseable un modo de ejercer el liderazgo .que spa intermedio entre el tercera) dimensión de cada individuo o del grupo. Como hemos visto
propuesto por la teoría clásica y el del humanismo industrial. La primera repetidamente en este libro, es la madurez en las dos (o tres) dimen-
posición acentuaba la autocracia, giraba alrededor del poder legítimo siones de las personas la que favorece o permite un uso «apropiado»
ejercido frecuentemente como poder actual o potencial remunerativo- de la participación y de los tres tipos de influencia indicados; y un uso

418 419
.... ~.

de los mismos es «apropiado» si favorecen la internalización, es decir, La figura 6 resume esquemáticamente las fuerzas en juego de la
si refuerzan la parte de sí mismos que se puede integrar con el sistema persona humana y de las instituciones, fuerzas que contribuyen al cre-
objetivo de valores autotrascendentes aumentando de este modo la cimiento en el diálogo vocacional y al que pueden proporcionarse ayu-
libertad para la autotrascendencia del amor tea céntrico hacia el Tú das oportunas.
divino y el tú humano.
De este modo la aportación del poder de pericia, el de información, FIGURA 6. Relaciones entre los 3 modos de cambio y 3 de sus factores
el de referencia, así como el sistema de participación estaría al servicio
Factores TreJ mojos de cambie
del indicado sistema de valores. Katz y Kahn (1978) afirman en parte de cambio
e implícitamente la misma cosa cuando dicen: «decisiones referentes a Complacencia e Identificación no- Internalización e
la participación son en parte opciones acerca del tipo de sociedad que identificación no internalizante y identificación in-
nosotros queremos ser y la clase de personas a que queremos llegar» internalizante Complacencia ternalizante
(p. 768). verticales horizontales
Después de todo, el problema fundamental de todo creClmlento
vocacional es el de superar las manifestaciones centrales de la dialéctica 1. Psicodinámica Inmadurez pre- Inmadurez pre- Madurez predo-
individual y/o de dominante en la dominante en la minante en la L",
básica de la persona humana reconciliando dos tipos de exigencias grupo L", II.' (y III.') 1.', II! (y III!) II.' (y In.") Di-
antropológicas: las del yo tea céntricamente trascendente y las del yo Dimensión Dimensión mensión
trascendido, las derivadas de los valores y las vinculadas a las necesi-
dades. 2. Predominio re- Legítima y: Legítima y: Legítima y:
Los enfoques de la teoría clásica y del humanismo industrial ponen lativo de los influ- remunerati- de referencia informativa
jos en el sistema va-coercitiva remunerativa- de pericia
de relieve respectivamente el primero o el segundo componente de la del liderazgo - de referencia coercitiva - de referencia
dialéctica; además tratan de contrabalancear la tensión determinada por
el componente opuesto sugiriendo las ayudas que afectan a las estruc- 3. Predominio de Teoría clásica Humanismo in- Personalismo
turas externas a la persona o como apoyo vertical (complacencia e la estructura de la (normativa) dustrial (social) cristiano (teocén-
identificación no internalizante <<verticales» en la teoría clásica) o como institución tricamente auto-
trascendente)
apoyo horizontal (identificación no internalizante y complacencia «ho-
rizontales» en el humanismo industrial).
La antropología que hemos propuesto como personalismo cristiano
se refiere más bien a las estructuras internas de la persona que a las Como comentario de este cuadro conviene recalcar que el trabajo
de formación vocacional debe enderezarse principalmente y en primer
externas, es decir a las que la ayudan a ser lo que es: un ser llamado
término al primero de los tres factores de cambio: el que afecta indi-
por naturaleza a autotrascenderse tea céntricamente para poder amar
vidualmente a cada persona. A pesar de nuestro sincero deseo de ayudar
(con la ayuda de la gracia) de modo responsable al Tú divino y al tú
al candidato, podemos descuidar subconscientemente el difícil come-
humano. Además, dicha antropología se orienta a la situación existencial tido de ayudarle personalmente, al concentrar nuestra atención en la
de la persona, a un ser que debe superar limitaciones conscientes y más fácil y menos comprometida tarea de cambiar las estructuras y las
subconscientes de su libertad (las cuales no obstante no disminuyen su funciones de la institución: es menos complicado actuar en las cosas
responsabilidad fundamental). Las ayudas a la formación sugeridas en que no con las personas. Pero si 10 hacemos así quiere decir que todavía
esta sección 10 en los aspectos intrapersonales e interpersonales pueden estamos actuando según los criterios de la «uniformidad», de tiempos
ser una modesta aportación que la persona humana puede presentar pasados, centrando la atención en las estructuras y no en las personas:
en su diálogo con la indispensable y fundamental contribución de la cambiamos solamente los medios para esquivar el tedioso trabajo de la
gracia divina. ayuda personal a esta persona concreta.

420 421
10.5. Ultimas conclusiones s?bre todo lo que el hombre decide hacer para superar estas disposi-
Clones.
Para concluir, quizá podíamos recordar el mensaje de la parábola La misma antropología presenta dos hechos. Ante todo, los móviles
del sembrador (Mt 13,1-23): a no ser que los hombres logren cambiarse egoístas del individuo, origen y causa de conflictos, de las injusticias
a sí mismos, todo intento de reestructurar la sociedad está llamado al de la sociedad, constituyen frecuentemente la causa secreta de la mo-
fracaso. El punto vital del mensaje evangélico es precisamente este: es tivación humana (Gaudium et Spes, n. 10): son las divisiones, las in-
el hombre mismo el que debe ser cambiado, transformado en Cristo. consistencias, las desarmonías conscientes o inconscientes ilternas de
Este es el requisito necesario para el advenimiento del Reino de Dios. los individuos las que provocan y sostienen las injusticias, las desunio-
Pero es precisamente este el requisito que los hombres de todos los nes, las fracturas externas de la sociedad. En segundo lugar, ni la
tiempos han rechazado; al que se han opuesto los hombres de antes y proclamación de los valores, ni mucho menos el ejercicio de las fun-
después de Cristo, los del Antiguo y Nuevo Testamento porque lo han ciones o roles son garantía de un compromiso que no sea subrepticia-
considerado extremadamente difícil. Resulta más cómodo ofrecer una mente egoísta. Por ello, toda promoción humana, toda liberación del
visión del hombre como fundamentalmente bueno, pero sustancial- hombre debe partir de una transformación profunda de cada individuo.
mente minado, insidiado, deformado por la institución, por los sistemas Esto es precisamente lo que Jesucristo y san Juan Bautista han procla-
de gobierno o por la situación económica y social. mado al principio de su apostolado como primer requisito para el
También el hombre de esta última etapa del siglo veinte tiene las advenimiento del Reino de Dios (Mt 3,2; 4,17; Mc 1,15; etc.).
mismas reacciones y encuentra las mismas dificultades. La sociedad de Como sostiene la mayor parte de los exegetas, la conversión, la
nuestros días, increíblemente compleja, paradójicamente tiende a sim- «metanoia» exigida por Cristo, significa un cambio que afecta a toda
plificar las soluciones de sus problemas y, por lo que respecta al cre- la persona.
cimiento del hombre, está programada para hallar la solución sólo o Por ello, aunque con perspectiva diversa, tanto el mensaje evan-
casi sólo en el ámbito de fuerzas sociales, económicas, institucionales, gélico, como las expectativas de una sana antropología, llegan a la misma
que el hombre debe manipular, dirigir, controlar. Existe una fuerte conclusión: ambas exigen al hombre, que busca la llegada del Reino,
tendencia a pensar que antes o después se hallará la fórmula mágica su transformación; una transformación que no se reduzca a una ob-
que resolverá los problemas del hombre controlando dichas fuerzas servancia más o menos farisaica de funciones o roles v de proclamación
externas, sin que sea necesario al hombre cambiar en sí mismo indi- de valores, sino a la entrega total de sí mismo de .:nodo que se elimine
vidual o colectivamente. Se trata de sustituir la «metanoia» evan~élica, todo lo que sea obstáculo al libre abandono en él amor con le. que se
la conversión, la conciencia moral personal, con justificaciones de ca- logrará una creciente internalización de los valores autotrascendentes.
rácter legalista, con normas jurídicas creadas por la sociedad: piénsese, Como Jesús nos ha mostrado con su ejemplo, el amor verdadero
por ejemplo, en la legalización del aborto, del divorcio, etc.; de modo exige de la persona la libertad de superación de sí misma en la entrega
análogo, se trata de cambiar las normas, las Constituciones de las ins- total a los valores objetivos que la trascienden, cumpliendo así la voluntad
tituciones eclesiales: por sí solo este cambio no h.lsta para ayudar a la del Padre (Flp 2,5-8); el amor presupone la libertad.
verdadera y durable asimilación, a una internalización de los valores Por lo tanto una educación, una formación vocacional debe ayudar
autotrascendentes de Cristo por parte de cada individuo. Después de a la persona a liberar las propias energías para amar tea céntricamente
todo, en la parábola del sembrador, el tipo de «terreno» (es decir la al Tú divino y al tú humano; en otras palabras, la persona debe ser
disposición de la persona) condiciona la acción de la Palabra. ' ayudada en su vida para que se oriente a lo que es importante de por
Es cierto que en cada uno de nosotros se dan disposiciones adqui- sí para el Reino de Dios en vez de lo que es importante para mí.
ridas a lo largo de la vida; pero es lo propio del hombre el disponer de Se trata de una perspectiva que no implica la actitud fatalista y
sus disposiciones, al menos dentro de ciertos límites; la antropología pesimista de una aceptación estoica y pasiva; tampoco la postura infantil
presentada en este volumen pone el acento tanto en estas disposiciones o idealista de la negación de la realidad; o la que espera soluciones
lllternas del hombre, que pueden limitar más o menos su libertad, como mágicas, fáciles y rápidas; sino que apoyándose en la realidad, acepta

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la llamada de la Epístola a los Gál 5,13-14 al amor teocéntricamente De este modo se presta una ayuda para recorrer el camino de la
autotrascendente tratando de superar las imperfecciones de la libertad vocación cristiana entendida como encuentro de dos amores: el que es
de Gálatas 5,16-17, Ypor otra parte - según la expresión de san Agustín antecedente, gratuito, misericordioso y sustentante de Dios con el de
que tanto gustaba a san Ignacio de Loyola - obra como si todo depende la persona humana orientada hacia el Infinito, esto es el encuentro de
de tí y ora sabiendo que todo depende del amor gratuíto de Dios. los dos amores de que habla la Carta a los Efesios (5,1-2): «Sed imi-
Han pasado veinte años del Concilio Vaticano n. Se han empren- tadores de Dios como hijos amados y vivid en la caridad a imitación
dido muchas iniciativas para llevar a la práctica cuanto el mismo ha de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros».
propuesto. Todo lo que se ha hecho ha cambiado muchas estructuras Se podría decir que la antropología expuesta en este libro es una
externas de las instituciones y de los roles o tareas apostólicas; ¿pero antropología que indica la posibilidad y la «llamada» de la persona
ha afectado esto a las estructuras interiores de las personas concretas? humana para un «sí» incondicional al amor de Dios; pero este «sÍ» no
¿se ha intentado escribir dentro de los corazones la letra impresa del es espontáneo ni fácil: la persona humana, por sus dialécticas de la
Concilio? ¿Se ha tratado de cambiar el modo de ser o solamente el primera, segunda (y a veces de la tercera) dimensión, es vulnerable en
modo de actuar? Pienso que es conveniente hacerse estas preguntas, su libertad de autotrascenderse teocéntricamente (cf. 2 Cor 4,6-7) y
principalmente en lo que se refiere a la formación de los dirigentes por lo mismo tiene necesidad de Salvación y de ayuda para liberar todas
espirituales de la Iglesia. sus energías de amor teocéntrico, para ser un líder espiritual y para
La antropología que hemos presentado ha subrayado precisamente hacer verdaderamente de la humanidad el templo vivo de Dios, miem-
la necesidad de este proceso de transformación de los corazones, de la bros del único Cuerpo Místico de Cristo, que se aman mutuamente.
internalización personal de los valores de Cristo; más concretamente: El crecimiento en nosotros y en los demás de este Cuerpo Místico,
esta antropología ha puesto el énfasis en la utilidad de ayudar a la persona de este «Pueblo de Dios», es don total de Dios, es fruto de su amor,
humana a leer profundamente, a discernir, a asimilar (en el sentido hacia la persona humana. Pero Dios ha querido también la libre co-
etimológico del término tal como está expresado en Gá12,20) y de este laboración de los hombres para dicho crecimiento.
modo realizar cuanto está ya escrito en su corazón. Se trata de una colaboración que se funda ante todo en dos medios
Como se ha dicho repetidas veces, en este libro el seguir a Cristo insustituibles: la oración y la vida sacramental. Además, la colaboración
no debe reducirse a una especie de relación moral basada en la obser- humana puede efectuarse al menos en otros dos modos: mediante una
vancia de unas normas, sino que debe fundamentarse en algo ontoló- presentación y reflexión sobre la Palabra y sobre la norma tal como
son; o mediante una reflexión sobre el estado existencial de la persona
gico: en último análisis el llamamiento a seguir a Cristo es el desarrollo,
a la luz de una antropología religiosa moderna que concuerde (como
mediante la acción de la gracia, de lo que la persona humana ha sido
lo cóncavo con lo convexo) con la misma Palabra, con la norma. Ambos
siempre, es decir un proyecto orientado hacia lo infinito del conocer,
modos o métodos de reflexión son válidos y no se excluyen mutuamente
del querer y del amar los valores autotrascendentes.
ni se hallan en oposición dialéctica, sino que son complementarios.
Una sana pedagogía cristiana no se funda en último análisis en las Esta visión de complementariedad de los dos modos de reflexión
fuerzas, en las estructuras externas, sino sobre las internas dadas por sobre la Palabra y la norma (el de acento bíblico-teológico y el antro-
Dios a la persona humana; partiendo del don insustituible, gratuito e pológico-existencial) ha inspirado en gran parte la redacción de la Cons-
impetrado (con la oración) de la gracia divina y apoyándose en la misma, titución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano n pues dicha
tal pedagogía trata de ayudar la capacidad, la posibilidad de la persona visión de complementariedad responde a las preguntas fundamentales
humana de autotrascenderse, no con la imposición sino (mediante el que la persona humana se hace sobre sí misma y sobre el significado
ejemplo de vida y de palabra) con la propuesta de los valores, los ideales de su vida. Como se ha visto, el presente libro, por su metodología ha
autotrascendentes de Cristo, o también liberando las energías menos seguido este enfoque de complementariedad, pero -por sus conteni-
disponibles de que la persona sé' halla dotada en la primera y en la dos- ha ofrecido también aportaciones propias de antropología in-
segunda dimensión para una autotra::;cendencia hacia el amor teocén- terdisciplinar; al hacer esto ha tratado de explicar algunos de los fun-
trico. damentos antropológicos de la Gaudium el Spes.

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APENDICES

APENDICE A

EL «HATFORD APPEAL» DE ENERO 1975


Sus trece temllS <<falsos y debilitantes para
la vida y el trabajo de la Iglesia»
(Dulles, 1977, pp. 191-195)

[«Un llamamiento para una afirmación teológica» -el «Hartford Ap-


pea!», como se ha llamado- fue hecho en enero de 1975 por un grupo
ecuménico de dieciocho teólogos reunidos por Richard J. Neuhaus y por
Peter L. Berger, en Hartford, Connecticut, U.S.A.].
La renovación del testimonio y de la misión cristiana exige un examen
constante de los presupuestos que dan forma a la vida de la Iglesia. Hoy,
una evidente pérdida del sentido de lo trascendente está minando la ca-
pacidad de la Iglesia para afrontar con claridad y valentía las tareas urgentes
a las que Dios la llama en el mundo. Esta pérdida se manifiesta en bastante
temas, que están extendidos . ./Iiuchos de ellos son superficialmente atrac-
tivos, pero tras un examen más detallado, nosotros hallamos que dichos
temas son falsos y debilitantes para la vida y el trabajo de la Iglesia. Entre
tales temas están los siguientes:

Tema 1. El pensamiento moderno es superior a todas las formas pasadas


de comprensión de la realidad, y por eso es normativo para la fe y la vida
cristiana.
Al rechazar este tema, protestamos contra el aprisionamiento en es-
tructuras de pensamiento prevalente no sólo del siglo XX, sino de cualquier
período histórico. Nosotros proponemos el uso de cualquier medio útil de
comprensión, antiguo o moderno, e insistimos en que la proclamación
cristiana debe estar en relación con el idioma de la cultura. Al mismo
tiempo, afirmamos la necesidad que tiene el pensamiento cristiano de con-
frontar y de ser confrontado por otras visiones del mundo, todas las cuales
son necesariamente provisionales.

Tema 2. Las afirmaciones religiosas son totalmente independientes del


discurso racional.
La capitulación al supuesto primado del pensamiento moderno adopta
dos formas: una es la subordinación de las afirmaciones religiosas a los

427
cánones de la racionalidad científica; la otra, al equiparar la razón con la Tema 6. Realizar las propias potencialidades y ser sincero consigo mismo
racionalidad científica, excluiría completamente a las afirmaciones religiosas es el único significado de la salvación.
de la esfera del discurso racional. Una religión de solo subjetividad y no-
racionalidad termina por tratar las afirmaciones de la fe como afirmaciones La salvación contiene una promesa de realización humana, pero iden-
que, todo lo más, son afirmaciones concernientes al creyente. Rechazamos tificar la salvación con la realización humana puede trivializar la promesa.
ambas formas de capitulación. Afirmamos que la salvación no se puede encontrar fuera de Dios.

Tema 7. Ya que lo que es humano es bueno, el mal puede ser com-


Tema 3. El lenguaje religioso se refiere a la experiencia humana y a prendido adecuadamente como el fracaso en la realización de las propias
nada más, puesto que Dios es la más sublime creación de la humanidad. potencialidades.
La religión es también un conjunto de símbolos y, quizá, de proyec- Este tema favorece una falsa comprensión de la ambivalencia de la
ciones humanas. Pero rechazamos el presupuesto de que la religión es nada existencia humana y subestima la difusión del pecado. Paradójicamente, al
más que esto. Aquí está en juego ni más ni menos que la realidad de Dios: minimizar la magnitud del mal, dificulta confrontaciones serias y prolon-
«Nosotros no hemos inventado a Dios; es Dios quien nos ha inventado a gadas con males sociales o individuales específicos.
nosotros».
Tema 8. El único fin del culto es el de promover la auto-realización de
los individuos y de la comunidad humana.
Tema 4. Jesús puede ser comprendido solamente en términos de modelos
contemporáneos de humanidad. El culto promueve valores individuales y de la comunidad; pero es
sobre todo una respuesta a la realidad de Dios y brota de la necesidad
Este tema sugiere un rechazo de la «imitación de Cristo»; es decir, la fundamental y del deseo de conocer, amar y adorar a Dios. Nosotros
imagen de Jesús está hecha para reflejar las nociones culturales y contra- adoramos a Dios porque Dios debe ser adorado.
culturales de perfección humana. No negamos que todos los aspectos de
la humanidad son iluminados por Jesús. Es más, es necesario a la univer- Tema 9. Las instituciones y las tradiciones históricas son opresoras y
salidad de Cristo que él sea percibido en relación con los aspectos parti- enemigas de nuestro ser verdaderamente humano; la liberación de las mismas
culares del mundo de los creyentes. (Pero) rechazamos el ser aprisionados está exigida por la existencia auténtica y por la auténtica religión.
por tales metáforas, que son necesariamente inadecuadas, relativas, tran-
sitorias y frecuentemente idolátricas. Jesús, junto con la Escritura y toda Las instituciones y las tradiciones son frecuentemente opresoras. Por
la tradición cristiana, no puede ser arbitrariamente interpretado sin refe- esta razón deben ser objeto de crítica severa. Pero la comunidad humana
rencia a la historia de la que forman parte. El peligro está en el intento de requiere inevitablemente instituciones y tradiciones. Sin ellas la vida de-
explotar la tradición sin tomar en serio la misma tradición. generaría en el caos y en nuevas formas de esclavitud. La moderna búsqueda
de liberación de todas las limitaciones sociales e históricas es, en definitiva,
Tema 5. Todas las religiones son igualmente válidas; la elección entre deshumanizad ora.
ellas no es una cuestión de convicción acerca de la verdad, sino sólo de
preferencia personal o de estilo de vida. Tema 10. El mundo debe establecer las tareas de la Iglesia. Los pro-
gramas sociales, políticos y económicos para mejorar la calidad de la vida son,
Afirmamos nuestra humanidad común. Afirmamos la importancia de en definitiva, las normas para la misión de la Iglesia en el mundo.
explorar y de confrontar todas las manifestaciones de la búsqueda religiosa
y del aprendizaje de las riquezas de otras religiones. Pero nosotros recha- Este tema afecta a todo el espectro político e ideológico. Su forma es
zamos este tema porque allana las diversidades e ignora las contradicciones. la misma, tanto si su contenido es definido como apoyar los valores del
Al hacer eso, no sólo oscurece el significado de la fe cristiana, sino que modo de vida americano, o promover el socialismo, elevar la conciencia
tampoco respeta la integridad de las otras religiones. La verdad es impor- humana. La Iglesia debe denunciar a los opresores, ayudar a liberar a los
tante; por eso las diferencias entre las religiones son profundamente sig- oprimidos, y tratar de curar la miseria humana. En ocasiones la misión d ..'
nificativas. la Iglesia coincide con los programas del mundo. Pero las normas para la

428 429
actividad de la Iglesia derivan de su propia percepción de la voluntad de APENDICE B
Dios sobre el mundo.
DEFINICIONES DE LAS NECESIDADES/ACTITUDES
Tema 11. Un. énfasis sobre la trascendencia de Dios es cuanto menos (según Murray)
un obstáculo y quizás incompatible con el interés y la acción social cristiana. Utilizados para medir el yo latente COII el
test Rotter y el test de Clpercepcióll temática
Este supuesto lleva a algunos a menospreciar la trascendencia de Dios. (TAT).
Otros, ateniéndose a una falsa trascendencia, se encierran en un privatismo o
individualismo religioso y descuidan la responsabilidad personal y comunitaria
ACEPTACION SOCIAL: Obtener prestigio, recibir honores, alaban-
de los cristianos por la ciudad terrena. Según la perspectiva bíblica, es jus-
zas, ser apreciado.
tamente a causa de la confianza en el reino de Dios sobre todos los aspectos
ADQUISICION: Obtener posesiones y propiedades. Tener bienes o
de la vida por lo que los cristianos deben participar plenamente en la lucha
dinero para uno mismo.
contra las estructuras opresoras y deshumanizadoras y sus manifestaciones en
el racismo, en la guerra y en la explotación económica.
'1, AFILIACION: Trabajar al lado de un objeto aliado y colaborar o
cambiar puntos de vista con él gustosamente: un objeto que se parece al
Tema 12. La lucba por una bumanidad mejor traerá el Reino de Dios.
sujeto o que lo ama. Gustar y ganar el afecto de un objeto. Unirse a un
La lucha por una humanidad mejor es esencial a la fe cristiana y puede amigo y serle fiel (relación recíproca. Ver dependencia afectiva).
ser entendida e inspirada por la promesa bíblica del Reino de Dios. Pero
los seres humanos imperfectos no pueden crear una sociedad perfecta. El • AGRESIVIDAD: Superar brutalmente una oposición. Luchar. Vengar
Reino de Dios supera cualquier utopía imaginable. Dios tiene sus propios un insulto. Atacar. Herir o matar un objeto. Oponerse con fuerza o castigar
designios, que nos confrontan, nos sorprenden, con su juicio y su redención. a un objeto.
Tema 13. El problema de una esperanza que vaya más allá de la muerte * AYUDA A LOS DEMAS: Dar el propio afecto a un objeto sin recursos
es irrelevante o -todo lo más- marginal para la comprensión cristiana de y satisfacer sus necesidades: un niño, un objeto frágil, desorientado, can-
la realizacton bumana. sado, inexperto, enfermizo, desviado, humillado, solo, rechazado, enfermo,
Esta es la capitulación final al pensamiento moderno. Si la muerte es mentalmente confuso. Asistir a un objeto en peligro, alimentar, ayudar,
la última palabra, entonces el cristianismo no tiene nada que decir acerca sostener, consolar, proteger, confortar, cuidar, curar.
de las preguntas últimas de la vida. Nosotros creemos que Dios ha resu-
citado a Jesús de la muerte, y estamos «... convencidos de que ni la muerte AUTONOMIA: Liberarse, sacudirse las constricciones, evitar la reclu-
ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni sión. Resistir a la coerción y restricción. Evitar o abandonar actividades
las potencias, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá impuestas por autoridades dominadoras. Ser independiente y libre para
nunca separarnos del amor de Dios, en Cristo Jesús nuestro Señor» (Rom actuar según los propios impulsos. No estar obligado por ningún vínculo,
8,38s). ninguna condición, ninguna responsabilidad. Desafiar las convenciones.

CAMBIO (novedad): Cambiar, modificar las circunstancias, el am-


biente, las asociaciones, las actividades. Evitar la rutina o la repetición.

'1, CONOCIMIENTO (curiosidad): Conocer, satisfacer la curiosidad: ex-


plorar, adquirir informaciones y conocimientos.

• DEPENDENCIA AFECTIVA: Satisfacer las propias necesidades gra-


cias a la ayuda afectuosa de un objeto aliado.: Ser cuidado, apoyado, sos-
tenido, rodeado, protegido, amado, consolado, guiado, favorecido, per-

430 431
donado, aconsejado. Permanecer unido a un protector. Tener siempre un un ejemplo. Acomodarse a las normas y a las costumbres. Conformidad
apoyo (relación unidireccional). activa.

1, DOMINACION: Controlar el ambiente humano de alguien. Influir o * EXITO: Triunfar en algo difícil. Dirigir, manipular, organizar objetos
dirigir el comportamiento de otro a través de sugerencias, seducción, per- físicos, seres humanos o ideas. Hacerlo lo más rápida e independientemente
suasión u órdenes. Disuadir, impedir o prohibir. posible. Superar los obstáculos y alcanzar una posición elevada. Sobresalir.
Rivalizar con otros y superarlos. Aumentar la autoestima con el uso de los
EXCITACION: Ser fácilmente conmovido, estimulado, excitado, agi- propios talentos.
tado.
• EXHIBICIONISMO: Llamar la atención. Ser visto y escuchado. Ex- • HUMILLACION (confianza en sí): Someterse pasivamente a una fuerza
citar, admirar, fascinar, asombrar, chocar, intrigar, divertir o seducir a un externa. Aceptar las injurias, el desprecio, las críticas, los castigos. Rendirse.
objeto. Resignarse al propio destino. Admitir la inferioridad, los errores, la derrota,
el trabajo mal hecho. Confesarse y expiar. Despreciar, disminuir, mutilar
el propio yo. Buscar el dolor, la enfermedad, la desgracia y disfrutarlo.
• EVITAR EL PELIGRO: Evitar el dolor, los daños físicos, la enfer-
medad, la muerte. Huir de una situación peligrosa. Tomar medidas de • Variable (necesidad/actitud) usada en el análisis para la identificación de las consisten-
precaución. cias/inconsistencias, y que fue considerada como relevante para la vocación cristiana y por lo
tanto vocacionalmente disonante. El análisis fue realizado por medio de ordenador.

• . EVITAR LA INFERIORIDAD Y DEFENDERSE: Evitar la humilla- * Variable usada en el análisis de las consistencias/inconsistencias, y que fue considerada como
menos relevante para la vocación cristiana y, por lo tanto, vocacionalmente neutra. El análisis
ción. Desembarazarse de una situación desagradable o evitar las condiciones fue realizado por medio de ordenador.
que pudkran llevar a la inferioridad: el desprecio, la burla o la indiferencia Estos dos tipos de variables se usan para la evaluación de las consistencias/inconsistencias
de los d'~más. Retraerse de obrar por miedo al fracaso. Conformidad pasiva. cuando superan la media de las necesidades/actitudes del sujeto.
Defenderse de los ataques, las críticas, el desprecio. Esconder o justificar
un e~ror, un fracaso, una humillación. Vindicar el yo.

JUEGO: Actuar para divertirse, sin otro fin. Gustar de la broma y la


risa. Tratar de relajarse en la alegría. Participar en juegos, deportes, bailes,
fiestas, cartas; soñar con los ojos abiertos.

• GRATIFICACION SEXUAL: Formar y desarrollar una relación eró-


tica. Tener relaciones sexuales.

* ORDEN (organización): Poner las cosas en orden. Procurar la limpieza,


el orden exacto, la organización, el equilibrio, la precisión, el comporta-
miento apropiado.

* REACCION: Esforzarse con tenacidad en superar dificultades, expe-


riencias frustrantes, humillaciones o situaciones desagradables oponiéndose
a la tendencia de evitarlas o de retraerse frente a una tarea o situación que
podría tener tales resultados.

SUMISION (deferencia): Admirar y apoyar a un superior. Estimar,


honrar, alabar. Abandonarse ávidamente a la influencia de un aliado. Seguir

432 433
APENDICE e Instrucciones para el IAM
Estas páginas contienen cierto número de frases breves que describen
IN DICE DE LAS ACTIVIDADES VERSION MODIFICADA (IAM) diversos tipos de actividades. Se le pide que aplique usted a sí mismo cada
una de estas frases en tres modos diversos.
Lista de las variables(escalas) Antes de comenzar, facilite las informaciones que se piden escribién-
dolas en la parte de arriba de la hoja de respuestas: nombre, fecha, edad,
Designilción Eswlas sexo ... , etc. Después lea una frase y responda en cada uno de los tres modos
antes de pasar a la frase siguiente. Siga este método hasta que haya ter-
Escala 1 * Afiliación minado todas las frases.
Escala 2 • Agresividad El primer modo de aplicarse la frase es el de determinar si es verdadera
Escala 3 * Ayuda a los demás o falsa al describir su comportamiento o actividad presente; es decir, al
E.scala 4 Cambio
Escala 5 * Conocimiento describirse a sí mismo tal y como es actualmente en este momento de su
Escala 6 • Dependencia afectiva vida (YM).
Escala 7 " Dominación El segundo modo de aplicarse la frase es el de determinar si es consis-
Escala 8 Emotividad tente, inconsistente, o irrelevante con los ideales que usted tiene para usted
Escala 9 • Exhibicionismo mismo (IP).
Escala 10 • Evitar el peligro, el riesgo
Escala 11
El tercer modo de aplicarse la frase es el de determinar si la frase es
• Confianza en sí (humillación)
Escala 12 Juego consistente, incomistente, o irrelevante con los ideales de la institución
Escala 13 Impulsividad formativa en la que usted se encuentra actualmente (II).
Escala 14 Compromiso social Tenga en cuenta que en el primer juicio no debe considerar lo que usted
Escala 15 Narcisismo quisiera ser, o lo que debería ser desde el punto de vista de la institución,
Escala 16 Objetividad
Escala 17 * Orden sino lo que usted es en este momento de su vida. En el segundo juicio no
Escala 18 Organización-espontaneidad debe considerar lo que usted normalmente es, ni cómo la institución quisiera
Escala 19 * Reacción después del fracaso que usted fuera, sino cuáles son los ideales que usted tiene para sí mismo. En
Escala 20 Capacidad de reflexión el tercer juicio no considere 10 que usted es, o lo que quisiera ser, sino cuáles
Escala 21 Ciencia
Escala 22 Ciencias humanas y sociales
son los ideales de la institución para personas como usted.
Escala 23 Sentido práctico Cuando haga el segundo y tercer juicio, si no tiene la clara impresión
Escala 24 Sensualidad de que una frase describa en modo positivo el ideal de la institución y el
Escala 25 Esfuerzo suyo personal, o que sea contraria a ellos, responda irrelevante.
Escala 26 Sumisión
Escala 27 * Exito N. B. -Las indicaciones entre paréntesis: YM, IP, n, no estaban presentes en las instruc-
Escala 28 Exito en la imaginación ciones entregadas a las personas a las que se administraba el test.
Escala 29 • Humildad (en cuanto opuesta a evitar la inferioridad y defenderse)
Escala 30 • Castidad (en cuanto opuesta a gratificación sexual)
Escala 31 Devoción
Escala 32 Mortificación Ejemplos de escalas y de items
Escala 33 Obediencia
Escala 34 Pobreza Con el fin de proporcionar al lector una idea del contenido del IAM,
Escala 35 Responsabilidad
incluimos aquí algunos de los 332 enunciados (items) que forman el Indice
de las Actividades, versión modificada (IAM).
N. B.-De las 35 variables reseñadas aquí las siete señaladas con el símbolo « • " y En Rulla, Ridick, Imoda (1976), en el Apéndice B-1, se ofrece una doble
consideradas como /'elevilntes para la vocación cristiana, como ¡ambién las siete señaladas lista completa de los 332 items: 1) según el orden presentado a los sujetos,
con el símbolo «*" y consideradas como menos /'elevantes para 1" vocación cristiana, han sido
correlacionadas con las variables homónimas utilizadas en la clasificación del TAT y del Rotter
y 2) según el orden reagrupado en las 35 «escalas». Aquí se presentan 20
FTR (cE. Apéndice B). items, ya reagrupados en dos escalas de 10 items cada una: «humildad»

434 435
(considerada como relevante para la vocación cristiana) y «reacción»( con- APENDICE D
siderada como menos relevante para la vocación cristiana).
La letra V o F (verdadero o falso, respecto al comportamiento presente HOJA PARA LA CLASIFICACION DE LAS HISTORIAS DEL TEST
YM), como también la letra CoI (consistente o inconsistente, respecto al DE APERCEPCION TEMATICA (TAT) y DE FRASES
ideal de sí IP o al ideal institucional II) alIado de cada ítem son las «claves» INCOMPLETAS DE ROTTER (FIR)
de interpretación de las respuestas de la persona a los items mismos, y no
se presentan al sujeto al administrar el test. Cada respuesta del sujeto que Historias del TAT
coincide con esta «clave» atestigua y, por lo tanto, «mide» la presencia de Rotter
esta actitud (escala) en el sujeto. Emociones 2 3 4 5 6 7 (FIR)
Los items individuales son la expresión de actitudes específicas; el con- Ansiedad manifiesta
junto de items (10 en general) reagrupados en una escala son la expresión escondida
de actitudes generales. Depresión mano
ese.
Orgullo
Escala 29-Humildad (lO items) (defenderse) Sentido mano
de culpa ese.
3-F,I Esconder un fracaso o una humillación a los demás.
Necesidades/Actitudes
33-F,I Defenderme contra la crítica o el reproche.
73-V,C Admitirlo cuando estoy equivocado. 2* Aceptación social
108-F,I Estar preparado con una excusa o una explicación cuando soy 3 * Adquisición
Miliación
criticado. Agresividad
144-V,C Ser corregido cuando hago algo equivocado. Autonomía
179-F,I Guardar mis errores y equivocaciones. Ayuda a los demás
214-F,I Señalar los errores de los demás cuando ellos me señalan los 4* Cambio
míos. 5* Conocimiento
248-V,C Pedir perdón cuando he cometido un error. Dependencia afectíva
Dominación
277-V,C Que me sean señalados mis errores. Excitación
305-F,I Esconder todo lo posible mis errores a los demás. Exhibicionismo
Exito
Evitar el peligro
Escala 19-Reacción después del fracaso (10 items) Evitar la inferioridad y defen-
derse
9-V,C Aplicarse con doble esfuerzo a un problema cuando parece que Gratificación
no conozco la solución. Humillación
Juego
44-V,C Volver de nuevo a una tarea no conseguida. Orden
79-V,C Tener que luchar mucho por algo que quiero. Reacción
114-V,C Hacer una tarea bajo presión. Sumisión
150-F,I Abstenerme de actividades que no se hacer bien.
185-F,I Evitar aquello en lo que previamente había tenido fracaso. " No aparece en la lista de Murray
220-F,I Abandonar un proyecto que parece demasiado difícil para mí. 1 Orgullo: pensamiento paranoico; falta de objetividad bajo forma de ideación exagerada.
2" Aceptación social: obtener prestigio, recibir honores, alabanzas, ser apreciado.
253-V,C Volver a hacer una cosa solo para que quede bien. 3* Adquisición: obtener posesiones y propiedades. Tener bienes y dinero para uno mismo.
282-F,I Renunciar a algo porque no estoy seguro de que lo lograré. 4* Cambio: cambiar, modificar las circunstancias, el ambiente, las asociaciones, las actividades.
31O-F,I Abandonar una tarea en vez de hacerla de tal manera que quizás Evitar la rutina y la repetición.
sea errada. 5* Conocimiento: conocer, satisfacer la curiosidad; explorar, adquirir informaciones y conoci-
mientos.

436 437
Historias de! TAT APENDICE E
Rotter
Defensas 2 4 5 6 7 (FIR) TIPOS Y GRADOS DE PERSEVERANCIA
Aislamiento Y EFICACIA VOCACIONAL PARA LAS
Anulación retroactiva DIMENSIONES INTERPERSONAL E INTRAPERSONAL
Compensación
(en fantasía o acción)
Desplazamiento
Dimensión interpersonal
(simbolización) ep
Formación reactiva
es IP IS
Identificación + + - + + + - + + + -
-

Inte!ectualización N V A N V A N V A N V A
(racionalización) Col 1 .Col l! Col 1 Coll! Col 1 Coll! Col 1 Coll!
Negación (externa) es Ps P3 Ps P3 PI P3 PI
P3
Parentifjcación
+ + +
Proyección E6 E6 E6 Eo E6 Eo
N V A E6 E6
Represión (supresión)
Regresión ep PI P3 PI P3 PI P-I PI P-I
Desplazamiento + + -
(simbolización) N V A E2 E4 Ez Ez E2 E-2 E2 Eo

N. B. - Tanto e! test de Apercepción Temática (TAT) como las frases incorr,,,letas de Rotter IP P-3 P-I P-3 P-I P-3 Ps P-3 P-"
(FIR) se consideran técnicas proyectivas. - + +
N V A Eo Eo Eo Eo Eo Eo Eo Eo
En cuanto tests son un conjunto de operaciones estandarizadas para medir, y consisten en
un conjunto de instrucciones que indican al sujeto lo que debe hacer y un conjunto de estímulos IS P-I PI P-I PI P-I P-:, P-I P-3
o items a cada uno de los cuales e! sujeto debe responder. - + -
En cuanto proyectivos, estos dos tests presentan al sujeto unos estímulos que son mínima o N V A E-2 E-2 E-2 E-2 E-2 E-2 E-2 E-2
parcialmente estructurados y requieren una reacción o elaboración relativamente libre que no
tiene relación con un sistema preestablecido de respuestas correctas o equivocadas.
Cuanto más ambiguos o no estructurados son los estímulos, tanto más prevalecen en la N.B. Para /a dimensión intrapersona/: el signo positivo (+) o negativo (-) sobre las necesidades
respuesta los factores intrapersonales en oposición a los autóctonos (Wertheimer, 1957). Al (N). los valores (V) y la actitudes (Al indica los atributos del yo que son respectivamente consonantes
responder el sujeto tiende a «proyectar» en su respuesta temas y estructuras de su personalidad, y disonantes con la vocación. .
porque la situación (no estructurada) se personaliza. Para la dimensión interpersona/: el signo positivo (+) o negativo (-) !->(~bre las nece~ldade!-> (N),
El grado de estructuración del test está unido al nivel de conciencia. A partir «de los tests los valores (Vl o las actitudes (A) indica los atributos del yo que son respectIvamente realIzados o no
realizados por el grupo. '
no estructurados el examinador puede hacer inferencias sobre actitudes, sentimientos y carac-
terísticas fundamentales que son revelados con un mínimo control consciente por parte del sujeto. P =- Perseverancia CS = Consistencia Social
La defensa -o su ausencia- tiene lugar principalmente .a nivel inconsciente, como también el E = Eficacia CP = Consistencia psicológica
Col 1 "" Dimensic'm intrapersonal IP = Inconsistencia psicológica
contenido del material psicológico revelado a tales niveles» (Tones, Meyer, Eiduson, 1972). Col 11 = Dimensión interpersonal IS = Inconsistencia Social
Es, por lo tanto, comprensible que se pueda manifestar, a través de estos tests atributos que
corresponden al yo latente de los sujetos. La manifestación de este yo latente permite entonces (Para una explicación más completa, ver en el Rulla, 1971. p.128.
ponerlo en correlación con el yo-ideal, y por eso permite determinar si hay una inconsistencia a
nivel del yo latente que, sobre todo en el caso en que se da una consistencia a nivel consciente,
viene a definir una inconsistencia vocacional central (cE. configuraciones 1 y 2 de la figura 2, en
p.304).
Las diversas necesidades, actitudes, emociones y defensas indicadas en las listas ofrecidas
más arriba, se juzgan como presentes O ausentes en cada una de las historias (TAT) o de las
frases incompletas (Rotter FIR) (Rulla, Ridick, Imoda, 1976, pp. 28 y ss). Las láminas de! TAT
utilizadas eran 7, y las frases incompletas eran 40.
Como ejemplo de una figura (ambigua) del TAT se puede mencionar la primera, donde un
niño está sentado ante una mesa y mira pensativo a un violín r, 'e tiene delante. Ejemplos de
frases incompletas son: <<Me gusta".»; «Yo, a ocultas".»; «Quiero saber...».

439
438
GLOSARIO DE TERMINOS de los valores autotrascendentes que el individuo escoge, y no un fin en sí
mismo. Concretamente se considera que una auténtica realización de los
N. B. - Este glosario se limita a los términos de psicología y de psicología social, y además valores cristianos y vocacionales libres y objetivos lleva a la persona a realizar
sólo a aquellos que parecen más útiles para la comprensión del texto.
también todas sus posibilidades .
. Hábito:. Actitud llevada a la acción en modo habitual. Por ejemplo, una
actItud derIvada de una necesidad de humillación y realizada en la acción Autotrascendencia: Término con el que se quiere indicar la superación
de modo constante crea un hábito de humillación. La adquisición de un del propio yo por parte del individuo que elige realizar en su vida los valores
hábito tiende a reducir el grado de conciencia de los diversos procesos que objetivos que lo trascienden. En este caso el yo ideal, es decir, aquello que
le están unidos a causa del automatismo (preconsciente o subconsciente) el individuo quiere llegar a ser, no consiste en la pura realización de las
que fácilmente se establece. propias potencialidades (autorrealización), sino que corresponde a una lla-
mada que viene de DÍ'Js y que por lo mismo supera el proyecto del hombre,
:4ctitud: Estado mental o nervioso de predisposición a responder, or- el cual a su vez la acep1 a en una perspectiva de fe. En la misma perspectiva
gamzado a través de la experiencia, que ejerce un influjo directivo y/o de fe existe en el creyente la convicción de que en la realización de los
dinámico sobre la actividad mental y física. Una actitud comprende ele- ideales autotrascendemes el hombre se realiza plenamente también a sí
mentos de naturaleza cognoscitiva, afectiva y volitiva, y puede desempeñar mismo, como una consecuencia de su adhesión a la invitación de Dios.
las siguientes funciones: Como el conjunto del libro evidencia, esta tarea no es ni fácil ni au-
1) Función utilitaria, por la cual se adopta una actitud a causa de una tomática, sino que presupone y exige un esfuerzo de conocimiento de sí y
utilidad particular -recompensa o castigo- que se deriva para el sujeto. una libertad interna que desemboque en una consistencia, en las actitudes
2) ~unción de defensa del yo: está presente cuando una actitud se adopta del individuo, entre sus valores proclamados y sus necesidades, tanto a
con el fm de defender el yo de una amenaza consciente o subconsciente. nivel consciente como subconsciente; es decir, entre se yo-ideal y su yo-
3) Función de conocimiento: está presente cuando una actitud se asume actual.
para satisfacer la necesidad de conocer la realidad.
4) Función de expresión de los valores: por la cual se adopta una actitud Necesidad: Tendencia a la acción derivada de un déficit del organismo
con el fin de realizar los valores escogidos por el sujeto. o de potencialidades naturales inherentes al hombre que buscan realización.
Ejemplos de actitudes específicas son: <<.Aceptar que las personas se Las necesidades tienen atributos propios que no derivan de estructuras
rían de nuestros errores», «ser avergonzado uno mismo por algo que ha sociales o de modelos culturales. Pueden ser viscerógenas (inherentes al
hecho una persona a la que queremos». Estas actitudes específicas pueden nivel fisiológico) o psicógenas (inherentes al nivel psicosocial). Existen
reagruparse para expresar actitudes generales, como por ejemplo «descon- numerosas y diferentes clasificaciones de las necesidades fundamentales del
fianza/confianza en sÍ», etc. (ver en el apéndice B la lista de actitudes hombre: la más completa y la más utilizada parece ser la de H. A. Murray
generales utilizadas en este libro). Una actitud deriva predominantemente
(1938).
de un valor o de una necesidad; pero tanto uno como otra están presentes
en la actitud. Por sí solas, las necesidades no llevan a la acción, de forma que no se
pueden aceptar las teorías psicológicas que explican el comportamiento del
Autorrealización: Completa y armoniosa realización de las posibilidades hombre únicamente con una motivación derivada de sus necesidades. Esto
que ~? ind~viduo posee. Es .uno ~e los conceptos más importantes, pero no excluye la posibilidad de que el individuo pueda ser guiado prevalen-
tambIen mas vagos de la pSIcologla. Algunos autores hacen de él el fun- temente por sus necesidades, a nivel consciente o subconsciente. Ejemplos
damento de sus teorías (Adler, Rogers, Maslow, etc.), sin que, sin embargo, de necesidades en el apéndice B.
se escape de una cierta insuficiencia que parece intrínseca al término mismo;
en efecto, no parece muy fácil definir las posibilidades de una persona y, Centralidad: Concepto que indica que algunas consistencias y/o incon-
más aún, parece demasiado optimista esta visión del hombre en la que no sistencias entre e! yo-ideal y e! yo-actual son importantes para la motivación,
hay otra cosa que hacer sino realizar aquello que se posee en potencia. y por lo mismo en la dinámica global de! individuo. La «centralidad»
En el contexto de este libro y en la concepción teórica que lo sostiene depende de la coincidencia de tres factores que se exponen en e! texto, en
la autorrealización se considera como una consecuencia de la realizació~ ed. italiana pp. 226-230.

440 441
Complacencia: Proceso que consiste en aceptar la influencia de un agente Tipo de: La configuración de la relación entre necesidad, actitud y valor;
social en virtud de la recompensa o punición, sin convicción en el contenido se han considerados dos tipos, la consistencia psicológica y la consistencia
de lo que se pide al propio obrar. social.

Conflicto: En general se trata del estado de un individuo incitado a Nivel de: El hecho de que una consistencia puede existir a nivel cons-
responder simultáneamente en modos diferentes e incompatibles; más es- ciente, preconsciente, o subconsciente de la personalidad.
pecíficamente, en este volumen el término indica 3 configuraciones del
«continuum» consistencia/inconsistencia dentro del yo (ver en la fig. 2, las Grado de: Medida cuantitativa de la importancia de la congruencia o
combinaciones 3, 4 Y5); en este sentido, los conflictos hay que considerarlos consonancia entre los subsistemas del yo relevantes (yo-ideal y Yo-actual).
como inconsistencias preconscientes, en contraste con las inconsistencias
inconscientes y con las consistencias. Correlación: El grado de relación o de asociación de dos variables; la
correlación se expresa generalmente por un coeficiente, como por ejemplo
Consciente/Subconsciente: En esta obra se utiliza la siguiente distinción el coeficiente de correlación de Pearson.
por 10 que respecta al grado de consciencia de un proceso psíquico:
Defensa: Un proceso psicodinámico subconsciente cuya función es la
1) consciente
de proteger al individuo contra el peligro representado por sus impulsos
2) subconsciente: o afectos.
a. preconsciente
b. inconsciente. Dimensiones: Las tres dimensiones presentadas en este libro son tres
El nivel consciente expresa el normal campo de conciencia, es decir, disposiciones habituales y adquiridas de la motivación de cada persona
la conciencia (awareness) inmanente a los actos de ver, oír, imaginar, tener humana. Se diferencian cualitativamente entre sí por el horizonte (u objeto
«comprensiones» (insights) etc. (cf. Lonergan, 1958). El subconsciente por formal) al cual se abre prevalentemente cada una de ellas.
el contrario comprende todo el campo de la experiencia psíquica que no La primera dimensión se abre prevalentemente a los valores autotras-
está presente a la conciencia actual del individuo; a su vez, está formado cendentes (morales y religiosos) yes consciente; es la dimensión que dispone
por el preconsciente, que comprende aquellas memorias que pueden ser a la virtud o al pecado.
traídas a la conciencia mediante una evocación voluntaria (como el esfuerzo La segunda dimensión se abre a los valores autotrascendentes y a los
reflexivo, el examen de conciencia, la introspección, la meditación, etc.) y naturales conjuntamente, y se caracteriza por la influencia mayor o menor
por el inconsciente, que comprende los contenidos psíquicos que pueden del subconsciente que es vocacionalmente inconsistente sobre el consciente;
hacerse aflorar a la conciencia sólo por medio de instrumentos profesio- es la dimensión que dispone al bien real o al bien aparente;
nales, y no por una evocación voluntaria. La tercera dimensión se abre prevalentemente a los valores naturales
(sociales, económicos, profesionales, estéticos, etc.); es la dimensión en la
Consistencia: Hay consistencia cuando un individuo está motivado por que puede existir una desorganización de la persona o yo (o selj), posible-
necesidades acordes con los valores vocacionales, o el yo-ideal va de acuerdo mente unida también a procesos inconscientes; por 10 tanto es la dimensión
con el yo-actual, consciente o subconsciente (cf. fig. 2, combinaciones 6, que dispone a la normalidad o a la patología.
7 y 8).
Dinámica: Término usado en psicología clínica para indicar las diversas
fuerzas que llevan a los motivos que explican la conducta o comportamiento
Consistencia social (CS): Cuando una necesidad consciente o subcons-
de un individuo.
ciente, y la actitud correspondiente son consonantes con los valores vo-
cacionales. Distorsión perceptiva: Mecanismo de defensa mediante el cual el indi-
viduo ejerce subconscientemente una selección y/o una alteración de la
Consistencia Psicológica (CP): Cuando una necesidad, consciente o sub- realidad percibida. El concepto de distorsión perceptiva se basa en el influjo
consciente, es consonante con los valores vocacionales pero es disonante de la potencialidad emotiva sobre el dato perceptivo y ha sido probado
con la actitud correspondiente. por numerosos experimentos.

442 443
Doble mensaje: Comunicación, interpersonal efectuada en diferentes 1) que los valores proclamados no sean buscados para gratificar ne-
niveles en la cual los contenidos de 10 que es comunicado son contradic- cesidades vocacionalmente disonantes, sino para incrementar los valores
torios. Por ejemplo, la madre que regaña a su hijo una travesura, pero que objetivos;
al mismo tiempo deja traslucir de alguna manera (con el tono jocoso o con 2) que haya consistencia entre el sistema "de valores y el resto de la
un gesto de satisfacción en su cara) su orgullo por 10 que el hijo ha realizado. personalidad consciente y subconsciente.

Eficacia apostólica: En el contexto del presente libro con este término Identificación: Proceso que consiste en aceptar la influencia de un agente
se indica la manifestación visible y/o la comunicación social de los valores o referente social fundamentado en el hecho de que la relación con este
de Cristo. Hay que distinguirla de la eficiencia, que quiere indicar simple- agente social (persona o grupo) permite al individuo definirse mejor a sí
mente un buen uso de los medios. Por ejemplo, un sacerdote que sea buen mismo.
gestor permanecerá a nivel de eficiencia y no de eficacia sacerdotal si no
consigue también integrar este rol profesional con el último fin de su Identificación internalizante: cuando el proceso de identificación lleva
vocación sacerdotal. Es claro que existe una relación entre medios y fines a un proceso de internalización, porque el aspecto del yo que se define es
por 10 que podría parecer que un buen funcionamiento de los primeros consistente con los valores vocacionales que se trata de internalizar.
garantizaría el logro de los segundos; sin embargo, la experiencia enseña
que la falta de una continua verificación de esta relación entre medios y Identificación no-internalizante: cuando el proceso de identificación no
fines puede llevar a muchas ilusiones, es decir, a eficiencia en vez de eficacia conduce a un proceso de internalización, porque el aspecto del Yo que se
vocacional. El criterio tomado para esta eficacia vocacional es la manifes- define no es consistente con los valores vocacionales que se trata de inte-
tación y la comunicación de los valores proclamados por Cristo. riorizar.

Emoción: «Empuje experimentado por el sujeto que 10 lleva a tender Inconsistencia: Hay inconsistencia cuando un individuo es motivado
por necesidades que están en disonancia con los. valores vocacionales o
hacia todo 10 que es intuitivamente valorado como bueno o a huir de todo
cuando el yo-ideal está en contradicción con el yo-actual subconsciente (cf.
10 que es valorado intuitivamente como malo» (Arnold, 1960). fig. 2, combinaciones 1 y 2Ed. italiana p. 229).
Si hay tendencia hacia el objeto se habla de emoción positiva; si hay
huída del objeto se habla de emoción negativa. Inconsistencia social (IS): cuando una necesidad inconsciente es diso-
El proceso que lleva a la emoción puede ser esquematizado así: una nante con los valores pero es consonante con la actitud correspondiente.
percepción, después de haber interesado a la memoria y a la imaginación,
es seguida de una valoración inmediata de la que deriva una atracción hacia, Inconsistencia psicológica (IP): cuando una necesidad inconsciente es
o una huída del objeto percibido, con consiguientes cambios también físicos disonante con los valores y con la actitud correspondiente.
de la persona. A este proceso inmediato se puede añadir un nuevo proceso
que incluye una valoración reflexiva de la percepción y de la emoción Tipo de: la configuración de la relación existente entre necesidad, ac-
completa, que puede llevar a nuevas emociones las cuales pueden ser tam- titud y valor; fundamentalmente se han considerado dos tipos, la incon-
bién diversas de las iniciales, que eran inmediatas, intuitivas. sistencia psicológica y la inconsistencia social.
Inconsciente: Cf. consciente. Nivel de: el hecho de que una inconsistencia puede eX1stIr a nivel
consciente, preconsciente o inconsciente de la personalidad.
Ideal-de-si-en-la-situación: Con este término en la teoría se entiende el
yo-ideal, que incluye el ideal institucional, que es el ideal que otros tienen Grado de: medida cuantitativa de la importancia de la falta de con-
para un individuo tal y como es percibido por el individuo mismo (= con- gruencia entre los subsistemas del yo relevantes (yo-ideal y yo-actual).
cepto de rol) y del auto-ideal, que es el ideal que el sujeto se forma de sí
mismo respecto a su propio yo. Internalización: En este libro se ha propuesto la siguiente definición
La objetividad y la libertad del ideal-de-si-en-la-situación se basa en existencial de «internaliización»: una persona internaliza un valor revelado
dos condiciones: o vivido por Cristo cuanto más está dispuesta, y es libre para aceptar dicho

444 445
valor que la lleva a trascenderse tea céntricamente (en vez de egocéntrica- y el yo actual propia de cada dimensión. Se pueden, por eso, distinguir los
mente o sólo filantrópico-socialmente), para ser cambiada por dicho valor, más «maduros» de los menos «maduros» en cada una de las tres dimen-
y para hacer todo esto por amor de la importancia intrínseca que el valor siones separadamente. Para la primera dimensión los «maduros» indican
tiene, en vez de hacerlo por la importancia que ese valor puede tener para una disposición a la virtud y los menos «maduros» una disposición al
la persona. Como se ha indicado en Ed. italiana pp. 242-244, la interiori- pecado. Para la segunda dimensión los «maduros» son aquellos inclinados
zación -como proceso social- debe distinguirse de la complacencia al bien real mientras los menos «maduros» 10 son al bien aparente. Final-
y de la identificación no-interiorizadora. mente para la tercera dimensión los primeros corresponden a los que po-
demos llamar «normales» y los segundos a los así llamados «anormales» o
Yo (persona o self): En este libro este término asume un significado casos con manifestaciones de naturaleza patológica.
amplio y diferenciado según el esquema siguiente:
Neurosis: desorden mental caracterizado por una ansiedad difusa contra
Yo ideal: a) en cuanto ideales institucionales (II), se trata de la per- la cual son parcialmente inadecuadas las defensas que el individuo pone en
cepción que el individuo tiene de los ideales que la institución vocacional funcionamiento, caracterizado también por la aparición de síntomas que
propone a sus miembros; es el concepto del rol del individuo. hacen patente el desorden, sin que, sin embargo, resulte del todo compro-
b) En cuanto ideales personales (IP), se trata de los ideales que el metida la relación con el ambiente y la realidad exterior. Según los tipos
individuo escoge para sí mismo; es decir lo que el querría ser o hacer. de defensa utilizados y de los síntomas que aparecen, se tienen diversos
Yo actual: a) en cuanto yo manifiesto, (YM), se trata del conocimiento tipos de neurosis; como por ejemplo la fobia, la disociación, la obsesión,
que el sujeto tiene de sí mismo y de sus actos, lo que piensa que es o que etc.
hace habitualmente. Las neurosis se diferencian de las psicosis; aunque ambas pertenecen
b) en cuanto yo latente (YL), se trata de las características de la per- al grupo de las psicopatologías manifiestas, sin embargo en las psicosis (a
sonalidad puestas de manifiesto por los tests u otros instrumentos de tipo diferencia de las neurosis) las defensas fallan completamente. El sujeto
proyectivo; se considera que estos instrumentos proyectivos manifiestan pierde el contacto con la realidad y vive en forma totalmente autista, es
aspectos muy reales de la personalidad, conscientes y subconscientes, y decir, separado de la realidad y prevalentemente según su propio mundo
posiblemente diferentes de las características que el individuo piensa o fantástico.
querría poseer. En este libro hemos distinguido también entre yo latente A su vez, las neurosis y las psicosis se diferencian de los desórdenes
principalmente preconsciente (cE. figura 2, combinaciones 3, 4 y 5) y yo leves de la personalidad ya que en estos últimos no hay aparición de síntomas
latente principalmente inconsciente (d. figura 2, combinaciones 1 y 2). externos (por lo cual pertenecen al campo de la psicopatología latente) y
el transtorno queda aislado de forma que el carácter resulta estable por el
Libertad: Es preciso distinguir el concepto de libertad entendida como buen funcionamiento de los mecanismos de defensa.
posibilidad psíquica de hacer una elección (hacer esto o aquello), del con-
cepto de libertad entendida como posibilidad de realizarse a sí mismo Percepción: operacción con la cual el organismo adquiere conciencia
(escoger aquello que tiene un significado de realización para la vida). En del ambiente mediante los receptores sensoriales y reacciona a él. Por
el primer caso se tiene un concepto puramente mecánico de libertad que conciencia no se entiende necesariamente cognición intelectual mediante
prescinde de toda atribución de significado a la realidad de la vida. En el respresentación imaginativa de los eventos percibidos, sino que se entiende
segundo caso el concepto de libertad está ligado a un significado que se simplemente relación entre el organismo y el ambiente establecido a cual-
quiere atribuir a la propia existencia y por 10 tanto a la posibilidad de quier nivel. Existe, pues, la posibilidad de una percepción subliminal'; es
realizarlo. En la teoría presentada aquí, se entiende por libertad este se- decir, una perepción que ocurre sin que el individuo tenga conciencia
gundo concepto en el cual los significados se derivan de los valores objetivos intelectual de ella, pero a la que reacciona realmente. Este umbral de
trascendentes de Cristo. percepción consciente puede variar dentro del mismo individuo y es in-
fluenciable por factores emotivos y por defensas que el individuo puede
Madurez de la persona en sus dimensiones: las diferentes personas se establecer. Dixon proporciona una explicación de la posibilidad de la per-
diferencian entre sí según una gradación continua de madurez en cada cepción subliminal'; dicho autor ve el proceso que va desde el estímulo
dimensión, que, gradualmente, puede ir desde una contradicción o disar- hasta la respuesta como un proceso en paralelo y no en línea, según esta
manía mínima hasta una máxima en la relación completa entre el yo ideal representación:

446 447
....,....-..

Percepción Psicosis: Anomalía de la vida psíquica que incluye graves deterioros de


subliminar: estímulo ---+ receptor ---+ proceso sensitivo -- respuesta la personalidad hasta el punto de la pérdida del contacto con la realidad
¡ / y la aparición de síntomas tan graves que impiden el desarrollo normal de
representación del fenómeno /
la vida de un individuo. Para la relación con otros estados patológicos ver
Neurosis.
El paso del proceso sensitivo a la respuesta no ocurre necesariamente
a través de la representación del fenómeno (= conciencia del mismo), sino Represión: Término psicoanalítico con el que se entiende el proceso
que puede llegar directamente a la respuesta. En todo caso este tema se
que sitúa fuera de la conciencia de un individuo el material psíquico que
halla todavía en discusión y en investigación.
le resulta inaceptable por cualquier razón. Si este procedimiento ocurre de
Personaltdad: Concepto muy discutido en psicología, con opiniones forma inconsciente se llama represión propiamente dicha; si por el contrario
contrastadas y con variaciones de significado que van desde conceptos muy ocurre de forma consciente se le da el nombre de supresión. El material
genéricos hasta la negación del concepto mismo. En este libro se entiende reprimido, en todo caso, permanece en actividad dentro del mundo psíquico
por personalidad la dotación estructural de un individuo que se manifiesta del individuo, dando vida a una serie de otros procesos defensivos que
en procesos dinámicos, los cuales explican los comportamientos que el tienen el mismo fin de represión.
mismo individuo asume en su vida en relación al ambiente en el que vive.
Es, pues, una concepción dinámica de la personalidad la que aquí se pro- Rol: Conjunto de prescripciones que definen lo que debería ser el
pone; en ella están presentes tanto las características innatas del individuo, comportamiento de un determinado miembro de una institución.
como los comportamientos que las expresan, y la realidad ambiental en
relación a la cual estos comportamientos se han desarrollado y también Concepto de rol (<<Role concept»): Las percepciones o creencias de un
modificado. individuo sobre su propio rol, que la sociedad le ofrece.
Por lo tanto hay que superar la concepción que intenta reunir carac-
terísticas de la personalidad que se limitan sólo a las características de la Exigencias de un rol (<<Role expectation»): las percepciones de un rol
persona observables externamente. También habría que superar una visión tal como es realizado por otros en la sociedad y ofrecido a un individuo
estática de estructuras que se expresan determinísticamente sin dejar es-
para su asimilación. Estas percepciones se organizan como conjuntos de
pacio a la libertad y a la responsabilidad del hombre.
exigencias sociales o profesionales.
Preconsciente: Cf. consciente.
Orientación hacia el rol (<<Role orientation»): Un modo de considerar
Psicodinámica: La constelación de las fuerzas motivacionales que actúan el rol como fin en sí mismo (en vez de utilizarlo como un medio para
en una persona, y que pueden también expresarse en el comportamiento realizar valores que trascienden al rol y que trascienden también al indi-
externo. viduo); ver, en contraste, «Orientación hacia los valores» en el término
Valor.
Psicología profunda: La psicología que está interesada también por la
parte subconsciente de la vida psíquica, y que se distingue de la psicología Síndrome: El conjunto de los síntomas que definen una entidad pato-
que se interesa sólo por su parte consciente. lógica determinada. Por ejemplo, el conjunto de síntomas que caracterizan
la paranoia constituyen un síndrome de paranoia.
Psicopatología: Ciencia que estudia los estados de enfermedad mental
o de patología de la vida psíquica. I Síntoma: Es la manifestación externa de un estado patológico. Por
I ejemplo, el miedo irracional a un objeto es el síntoma de una fobia que
Manifiesta o explícita: Cuando hay evidencia de síntomas claros como
en las psicosis o en las neurosis. permite indagar sobre las causas que pueden haber determinado la situación
patológica.
Latente o velada: Cuando hay ausencia de síntomas claros, como en los
desórdenes leves de la personalidad. Subconsciente: cf. consciente.

448 449
TAT (Thematic Aperception Test): Test proyectivo para el estudio de Valor: Los valores son los ideales duraderos y abstractos de una persona;
la personalidad basado en el análisis y la interpretación de las respuestas se distingue entre <<valores finales» que proponen un estado de existencia
que da el sujeto construyendo unas historias a partir de la visión de unas ideal y final, y <<valores instrumentales», que son los modos de compor-
láminas que representan escenas no del todo definidas. tamientos ideales para alcanzar los valores finales. La «imitación de Cristo»
es un valor final; los votos de pobreza, castidad y obediencia son valores
Técnicas proyectivas: Tests que presentan situaciones al sujeto que pue- instrumentales.
den ser o muy poco estructuradas o más estructuradas; a la persona se le Orientación hacia los valores: El hecho de adoptar y de utilizar com-
pide elaborar unas respuestas que contienen, en parte, las proyecciones de portamientos y roles como medios para expresar o realizar valores.
su personalidad sobre el estímulo presentado. El psicólogo, basándose en
criterios precisos, interpreta estas respuestas y de este modo obtiene ele- Valores naturales y autotrascendentes: en el libro es importante la dis-
mentos útiles para el diagnóstico. tinción entre valores naturales y valores autotrascendentes. Los primeros
comprenden los valores sociales, económicos, estéticos, profesionales, etc.
Tensión: Estado del organismo que se caracteriza por un sentido de Los segundos los constituyen los valores morales y religiosos. Los valores
desagrado provocado por la falta de gratificación de una necesidad advertida autotrascendentes se diferencian de los valores naturales por cuanto, a
consciente o subconscientemente. Según el psicoanálisis no sería posible diferencia de éstos últimos, aquéllos comprometen toda la persona en el
mantener un estado de tensión sin caer en alguna forma de patología, con ejercicio de su libertad para la autotrascendencia teocéntrica. (Para una
la consecuencia de que el hombre debería intentar evitar cualquier forma presentación de los valores véanse la Ed. italiana pp. 115-118).
de tensión y tratar de gratificar toda necesidad para conservar el organismo
en un estado de gratificación que favorezca su equilibrio. Variable: Una cantidad que varía; en este libro, <<variable» es un término
En realidad, no toda tensión lleva necesariamente a la patología. Baste general que indica un aspecto de la personalidad que varía en los diferentes
pensar en la tensión inherente a las dialécticas de la primera y segunda individuos, como, por ejemplo, su dependencia afectiva o su agresividad,
dimensión. etc.
Disonante en relación a la vocación: una variable específica que, a causa
Test: Instrumento de medida que consiste en un conjunto estandarizado de su contenido, es particularmente relevante para los valores vocacionales
de operaciones: (cf. apéndices B y C).
Estructurado (llamado también objetivo): cuando la situación a la que Neutra en relación a la vocación: Una variable específica cuyo contenido
no es particularmente favorable ni particularmeme c~uesto a los valores
el sujeto debe responder es estructurada, organizada, específica.
vocacionales (cf. apéndices B y C).
No estructurado (llamado también proyectivo): cuando la situación pre-
sentada al individuo es relativamente no estructurada y ambigua.
Vida psíquica: Está constituida por un triple nivel:
1) nivel psicofisiológico: está constituido por aquellos estados fisioló-
Transferencia: El proceso por el cual un individuo se comporta y/o gicos del organismo que están vinculados a alguna actividad psíquica: tener
experimenta sentimientos hacia una persona en forma idéntica o muy se- hambre, sed, etc.;
mejante a la que tenía con personas importantes de su pasado, generalmente 2) nivel psicosocial: está constituido por aquellas actividades psíquicas
sus padres, familiares o educadores. Tiene la característica de ser: unívoco que no tienen equivalentes fisiológicos, pero que se refieren a nuestra
(interpreta en la misma manera a pesar de nuevas informaciones), unidi- necesidad de vivir en relación social con el ambiente;
reccional y exagerado. 3) nivel racional espiritual: está constituido por la capacidad propia del
Positiva: Cuando la actitud es amigable, de atracción hacia el otro. hombre de abstracción y de reflexión mediante la cual puede superar los
Negativa: Cuando la actitud es poco amigable, hostil hacia el otro. límites de la inmediatez y de la instintividad de sus respuestas a las diversas
situaciones que estimulan su organismo.
Rasgo: Esquema manifiesto de acción. El rasgo expresa una capacidad De este último nivel surge la posibilidad de un cierto grado de libertad
de respuesta, mientras la actitud expresa predisposición a responder, y el en proporción a la distancia que el hombre consigue adquirir respecto a
hábito expresa tanto la predisposición como la capacidad. la pura emotividad (deseo emotivo, «emotional wanting»).

450 451
Los tres niveles de vida psíquica no deben confundirse con las tres BIBLIOGRAFIA
dimensiones de la persona humana. Cada una de las tres dimensiones
incluye los tres niveles de la vida psíquica, es decir, cada dimensión tiene
componentes de los tres niveles. Además las tres dimensiones son tres
disposiciones habituales y adquiridas de la motivación de la persona, dis-
posiciones no expresadas por los tres niveles. Principalmente, las tres di-
mensiones indican el aspecto dialéctico de la persona humana, es decir, su
madurez o no (armonía o disarmonía entre el yo-ideal y el yo-actual, cons-
ciente o subconsciente) para una apertura a los tres horizontes de valores
en forma de virtud o pecado, bien real o aparente, normalidad o patología.
Además, las dimensiones añaden otros aspectos de la persona no indicados
por los tres niveles; por ejemplo, la contribución del inconsciente en la
motivación y el posible influjo de la desorganización del yo o self en la
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464 465
INDICE DE AUTORES

Adler, A.: 440 Bowers, D. G.: 417


Agustín, S.: 52, 56, 61, 135, 163, 216, Braxton, E. K: 192, 211
239, 242, 265, 270, 344, 363 Bresciani, c.: 13, 262
Alfaro, J.: 39, 43, 56, 58 Bring, R: 229
Allen, V. L.: 287 Brock, T. c.: 49, 104, 293
Allport, G. W.: 47, 250 Bruce, F. F.: 229, 271, 273
Alszeghy, 2.: 29, 30, 59, 64, 218, 280. Bruner, A.: 107
Archer, R L.: 375 Bruner, J. S.: 151
Argyris, c.: 411 Brunner, E.: 65, 219
Aristóteles: 49, 60, 70, 98, 103, 111, 135, Buber, M.: 107, 128
209 Bultmann, R: 65, 249, 271, 387
Arnold, M. B.: 47, 77, 114, 116, 126, Burghardt, W. J.: 409, 410
126-127, 196, 302 Burton, E. de Witt: 273
Buscemi, A. M.: 269
Back, K W.: 375 Butterfield, H.: 36
Barbotin, J.: 135
Baron, R M.: 302 Cambier, J.: 228
Barnard: 409 Carghill, D. W.: 74
Barth, K: 53,54, 65, 236, 237, 243 Cartwright, D.:396
Behm, J.: 275 Caruso, 1.: 63, 80
Bellet, N.: 388 Cassirer, E.: 193
Benveniste, E.: 85, 197 Clark, J.: 74
Berger, P. L.: 427 Chenu, M. D.: 387
Berne, E.: 18 Clemente de A.: 216
Bertocci, P. A.: 19, 59 Cohen, H.: 49, 104,293
Betz, H. D.: 228,229,243,271,272,273 Collins, B. E.: 393, 395, 396, 397
Bless, S. E.: 323 Comte, A.: 134,249
Binswanger, L.: 80 Coreth, E.: 67, 106,223
Block, E.: 17, 134,249 Cox, H.: 65, 249, 387
Blonde!, M.: 23 Crowe, F. E.: 129
Blum, G. S.: 74
Buenaventura, S.: 216 Daim, W.: 73, 80
Bonhoeffer, D.: 387 De Finance, J.: 135, 136, 137, 138, 159,
Bornemann, N.: 275 175,176,185,210,219,220

467
De Gerardon, B.: 31 Güemes, A.: 229 La Mettrie, ]. de: 67 Mounier, M.: 141
De la Potterie, I.: 252 Lanternari, V.: 202 Mooney: 409
Deidun, T. ].: 236, 237, 238, 247, 251, Harris, T. A.: 19 Ledwith, M.: 212 Murray, H. A.: 145, 210, 290, 291, 409,
270, 271, 272 Hartmann, E. von: 80 León XIII: 409, 411 410,431, 437, 441
Demmer, K.: 188 Hartmann, H.: 88 Levinger, G.: 74 Murray,]. c.: 356, 409, 411
Descartes, R: 67, 81, 135 Hegel, G. W. F.: 43, 67, 88, 89, 92 Lidz, T.: 173 Mussner, F.: 229, 270, 271
De Waelhens, A.: 47 Heidegger, M.: 16, 17, 43, 54, 58, 92, Lieberman, M. A.: 372, 374
Dickmann, S.: 74 134,249 Likert, R: 411, 414 Neuhaus, R ].: 427
Dilthey, W.: 192, 211 Heider, F.: 394 Locke,].: 67 Newcomb, T. M.: 395
Dittes, J. E.: 249 Herrmann, T.: 40 Loewald, H. W.: 100 Niebuhr, R: 66, 159, 220
Dixon, N. F.: 74, 79, 447 Heschel, A.].: 30 Lonergan, B. J. F.: 16, 17,36,37,44,45, Niederwimmer, K.: 228
Dulles, A.: 31, 250, 427 Horton, P. C. y otros: 169 46, 53, 64, 83, 108, 113, 116, 122, Nietzsche, F.: 17, 134,249
Houts, A. c.: 47 123, 127, 128, 129, 131, 132, 133, Nuttin,].: 72, 128
Ebeling, G.: 43 Hume, D.: 67 140, 143, 152, 155, 157, 158, 159, Nygren, A. T. S.: 236,237
Ebner, F.: 107 Husserl, E.: 92 161, 162, 163, 174, 183, 188, 190,
Eiduson, B.: 438 193, 194, 196, 197, 198, 201, 211, Ogden, S.: 249.
Endres,].: 257 Ignacio de Loyola, S.: 20, 207, 208, 210, 213, 216, 217, 219, 220, 224, 233, Oraison, Me.: 388
Erikson, E. H.: 19, 307 240, 245, 254, 255, 294, 297, 314, 239, 240, 241, 242, 249, 259, 275,
Osgood, C. E.: 394
Etzioni, A.: 406 317, 326, 353, 366, 424 282, 312, 319, 373, 374, 442.
Lutero, M.: 65,270 Otto, R: 240
Ey, H.: 82-86, 89, 90, 101, 127, 141,201 Imoda (cf. Rulla y otros). Otto, S.: 30
Lyonnet, S.: 225, 228, 231, 252, 270, 272,
Jackson, D. N.: 146, 290 274
Festinger, L.: 395 Pablo VI: 253, 262
Flick, M.: 29, 30, 59, 64, 218 Jaffe, D. S.: 71 Pannenberg, W.: 53,54, 134
Jago, A. G.: 419 MacKey, J. P.: 192
Francisco de Asís: 260 Maddi, S. R: 17, 19 Parente, P.:65
Frankl, V. E.: 59, 73, 80, 250, 259 Janis, I. L.: 188
Jones, N. F.: 438 Magnani, c.: 70 Parsons, T.: 385
Freedman,]. L.: 323 Mann, L.: 188 Pascal, B.: 104, 239
French, J. R P. Jr.: 393 Jossua, J. P.: 192, 212 Pastor Ramos, F.: 227, 230
Jung, C. c.: 59, 70, 80, 346 Mansson, H. H.: 49,104,293
Freud, S.: 71, 73, 80, 85, 87, 89, 92, 100, Marcel, G.: 107, 128 Perry, J. c.: 184
134, 190, 192, 202, 346 Marcuse, H.: 17, 134,249 Piaget,].: 70, 307
Fromm, Erich: 249 Kahn, R L.: 420 Pin, E.: 388
Maritain,].: 56, 65, 66, 70, 219
Fromm, Erika: 204 Kant, M.: 43, 67, 86, 107, 108, 152,257 Martini, C. M.: 254 Platón: 66, 216
Fuller, B.: 199 Kasemann, E.: 270, 271, 274, 275 Plotino: 134
Marx, K.: 17, 134,249
Katz, D.: 151,325,420 Pottemeyer, H. J.: 216
Kelly,]. N. D.: 344 Maslow, A. H.: 16, 249, 415, 440
Garaudy, R: 17, 134, 249 Maxwell:36 Potvin, R: 405
Gedo,]. E.: 71 Kelman, H. c.: 302, 322,323, 399, 405
McGool, G. A.: 54
Gilkey, L.: 249 Kenman, J. B.: 399 Quarello, E.: 220
McGregor, D. M.: 411, 412, 417
Kernberg, O.: 168, 169, 170, 184, 185,
Juan Pablo II: 22, 28, 32, 65, 67, 215, McGuire, W. J.: 49, 104, 293, 396, 397
186, 261, 348, 349, 372
244, 253, 262 McShane, P.: 217 Rhaner, K.: 29, 33, 38, 39, 43, 53, 54,
Kernberg y otros: 169
Godin, A.: 212, 372 Meissner, W. W.: 238 55, 57, 65, 135, 159, 194, 220, 240,
Kiely, B.: 41, 42, 43, 123, 132, 189
Goethe, G. W. von: 369 Kierkegaard, S.: 104 Menninger, K.: 55 244,260,266,272,312,343,388,397
Gogarten: 249 Kline, P.: 71, 74 Merk, O.: 226 Rasmussem, D.: 192.
González-Ruiz,]. M.: 228 Kohlberg, L.: 42, 307, 308, 380, 381 Metz, J. B.: 220 Raven, B. H.: 393, 395, 396, 397
Goppelt, L.: 344 K6hler, T. W.: 40 Meyer, M.: 438 Reyher,].: 75
Grant, L. D.: 49, 104, 293 Kohut, H.: 71, 75 Michel, O.: 275 Rice, A. K.: 415
Greenbaum, C. W.: 49, 104, 293 Kolvenbach, P. H.: 404 Miles, M. B.: 372, 374 Ricoeur, P.: 47, 81, 82, 86-92, 98, 101,
Gregorio de Nisa: 216 Kosnik y otros: 13, 262 Moltmann, J.: 53, 65 127, 141, 178, 190-192,201,204
Grinspoon, L.: 184 Krasner, L.: 47 Mondin, B.: 33, 34, 65, 68, 134, 137,214, Ridick, Sr. ].: 256
Guardini, R: 60, 66, 219 Kubie, L. S.: 173 219, 225 Robinson,]. A. T.: 60, 249, 387

468 469
Rogers, C. R: 16, 17, 19, 55, 249, 246, Therrien, G.: 274, 275 IN DICE DE CITAS BIBLICAS
275,440 Thomas, E. J.: 376
Rokeaeh, M.: 145, 151, 153, 165, 157, Tillieh, P.: 65
325, 326 Tomás de Aquino (S.): 57, 65, 106, 122,
Rossano: 275 134, 209, 216, 233, 235, 238, 270
Rotter, J. B.: 291, 303,437, 438 Trebbia, G. G.: 399
Rulla, L. M.: 42, 44, 76, 85, 91, 108, 144, Tresmontant, c.: 99
176, 177, 178, 205, 259, 266, 268, Tripole, M. R: 53,54,55,56
283, 287, 291, 294, 323, 324, 372, Turner, V.: 199, 202, 203
381, 414, 418, 439
Rulla, L. M. Y otros: 42, 77, 87, 91, 144, Vaillant, G. E.: 184
177, 181, 188, 205, 209, 267, 282, Van Gennep, A.: 203
283, 287, 291, 296, 304, 332, 336, Van Roo, W. A: 200
372, 374, 376, 381, 418, 435, 438 Vergote, A.: 204 Antiguo testamento 13,31-32: 336
Ryerofot, c.: 190, 204 Versaldi, G.: 187 13,33: 336
Vitz, P. c.: 17, 19, 31, 250 GÉNESIS 13,44-46: 255
Sala, G. B.: 108 Von Balthasar, H. U.: 245, 260, 263 16, 16-17: 55
1,27: 31
Santayana, G.: 126, 320 Von Hildebrand, D.: 97, 110, 111, 113, 16, 24-25: 248, 336, 340
9,5-6: 31 16,25: 259
Sartre, J. P.: 16, 17, 134, 177,249 119, 122
Seheller, M.: 97, 128, 134 Vroom, V. H.: 419 19, 12-22: 254
ECLESIÁSTICO 19,20: 255
Sehlier, H.: 228, 272, 273, 274, 275
Sehrage, W.: 275 Wallington, S. A: 323 17, 1-11: 31 19,21: 255
Seott, W. G.: 411 Weigel, G.: 246 19, 23-26: 55
Seashore, S. E.: 417 Weizsaeher, F. V.: 74 JEREMíAS 22,33-40: 231
Segal, H.: 204 Wertheimer, M.: 438 31,31: 9,234: 22, 37-39: 260
Sennet, R: 372 White, R: 151 29, 19-20: 253
31,33 234,235:
Shevrin, H.: 74 Wiggins, J. S.: 146,288
Shieffert, F.: 273 Wilkinson, F. R: 74 EZEQUIEL MARCOS
Silverman, L. H.: 75 Wholenberg, G.: 275 36,26: 9,234,235 1, 15: 423
Smith, M. B.: 151 Wojtyla, K.: 13, 47, 49, 50, 82, 92-104, 8, 35: 55
36,27: 235
Smith, P. B.: 372, 373 108, 109, 123, 127, 128, 141, 159, 9, 35: 55
Sofer, c.: 415 210, 257, 259, 262, 277, 333 10,43: 55
Spicq, c.: 252, 344 Wolf, E. S.: 75 Nuevo testamento 12,28: 231
Spinoza, B.: 134 Worthington, A. G.: 79 12,30: 220
Stefanini, L.: 257 Wy55, D.: 47, 73, 74, 80, 155, 282 MATEO 14,25: 234
Stern, G. G.: 291, 302
Stotland, E.: 151 Yalom, 1. D.: 419 3,2: 253,423
LUCAS
Suziedelis, A: 405 4, 17: 213,423
Zadra, D.: 195, 196, 202, 203 5,3-12: 55 2,34: 369
Tannenbaum, A S.: 394 Zander, A F.: 396 5, 11-12: 55 6,36: 232
Tannenbaum, P. H.: 49, 104, 293, 394 Zerwick, M.: 237 5, 13-16: 353 9,22-23: 344
Teilhard de Chardin: 65, 134 Zubin, J.: 79 5,38-47: 255 10,27: 251
5,48: 255 10, 2755: 346
7, 12: 231 10, 295S: 252
7, 13-14: 12,344 10,36: 252
7, 21-27: 127, 263, 286 14,27: 344
10,34-39: 369 17,33: 261
10,37-39: 247, 340 18, 9-14: 339
13, 1-23: 264,422 22,20: 234

470 471
JUAN 15,30: 235 5,255: 242 COLOSENSES
5, 41-44: 325 16,26: 243 5,5: 242 2, 11: 251
6,26-29: 323 5,6: 243,251
8, 31-36: 264 1 CORINTIOS 5, 13: 235,251,271
11,52: 52 5, 13-14: 226, 232, 233, 235, 244, 269, 1 TESALONICENSES
1, 22-25: 345
12,24: 247, 346 3,23: 61 315,346 1,5-6: 368
13,34: 232, 244 6,955: 271 5, 13-6, 227,269 2,4: 368
13, 34-35: 225, 232, 263, 286 6, 11: 271 lO: 3, 12: 237
15,9: 225,232 6, 19: 251 5, 14: 231 3, 13: 252
15, 955: 244 7,32-33: 256 5, 15: 271 4, 1-12: 247,271
15, 10-13: 232 10, 21-11, 5, 16: 227, 269-272 4,9: 235
368
15, 12: 234 1: 5, 16-17: 268-275,315,342,424 4, lO: 237
17,4: 232 10, 33-11, 251 5, 16-18: 271 5, 19-22: 275
17,26: 233 1: 1, 16, 25: 271
11,25: 5, 17: 226, 269, 271, 374
234 II TIMOTEO
HECHOS 13, 1-13: 5, 18: 226
227,235
14,20: 5, 19: 271 3, 12: 244, 369
2,42: 52 275
15, lO: '5. 19-25: 271
14,22: 344 237
). 22: 226, 235, 237, 242, 271
HEBREOS
). 22-25: 271
ROMANOS II CORINTIOS
5,25: 226 5, 11-14: 275
1, 11: 276 3,3: 252 6,2: 251
1,20: 65 3,6: 252 6,7-9: 237 SANTIAGO
2,29: 252 4,6-7: 425 6,8: 237
5,5: 5, 13-15: 237 1,25: 231
228, 233, 235
6,4: 5, 14-15: 318 EFESIOS 2,8: 231
234
6, 18-23: 228, 264 5, 15: 251 235
2, 15:
6, 19: 271 5, 17: 235 4, 13: 338 I PEDRO
6,21: 228, 264 9,7: 237 4, 15: 360
9,8-10: 237 2,20-25: 344, 345
7,355: 228, 264 4,24: 235 2,21: 258
7, 14-25: 270 4,32-5,2: 232
GALATAS 3,21: 251
7 Y 8: 270 5,8-10: 425
8, 1-14: 247, 271 2,4: 263 5,8-10: 275
8,2: 228, 236, 264 I JUAN
2, 15-3, 242
8,9: 271 14: FILIPENSES 1,2-3: 52
8, 12-17: 339 2,20: 225,233,237,244,315,318, 5,2: 232,263
1,9-11: 275
8, 13: 271 333, 366, 424 244, 246 5,21: 286
2,555:
8, 15-17: 346 3,5: 243 423
2,5-8:
8, 17: 344 3,27: 235 247,271
2, 1255:
8,21: 228, 264 4,4-7: 346 3, 17-4, 1: 368
8,38: 430 4,8: 229 271
4,13:
12,2: 274-275,374 4,9: 229
13, 8-10: 231 4,21-31: 264
13, 14: 235 4,21-5: 228
14, 7-8: 318 4, 21-5, 1: 227
15, 1-3: 251 4,25: 229
15, 13: 243 5, 1: 227
15, 16: 251 5, 1-13: 264

472 473
IN DICE DE CITAS CONCILIARES

Concilio de Calcedonia, 64 279 10: 50216273276316318336


423
Concilio de Trento 11: 280
Sesión V. Decretum de peccato originali, 12: 257
5: 273 12-17: 245277 280
12-22: 3259280
Concilio Vaticano 1 13: 273
Constitución Dei Filius, 216 14s5: 259
17: 245277 278
Concilio Vaticano n 19: 52
Constitución Dogmática Lumen Gen- 20: 52
tium 21: 408
2: 52 22: 3159341
3: 52 24: 258259261
7: 52 25: 258
11: 271 41: 248
13: 52 62: 23 29 38 64 281 334
39: 341 76: 249
40: 271
42-44: 263 Decreto Perfectae Caritatis
44: 336 341 2: 263385
58: 24 216335 12-14: 263
V: 254336
VI: 254336 Decreto Optatam Totius
2: 38
Consitución Dogmática Dei Verbum 11: 263 397
1: 52
2: 216 225 Decreto Presbiterorum Ordinis
12: 336
Constitución Pastoral Gaudium et Spes 14-17: 263
4: 28
4-10: 67 Declaración Dignitatis Humanae
7-14: 50 1: 28 407

475
IN DICE TEMATICO''<

Amor, justicia, verdad, etc. como antro- Acto humano


pocéntricos, 251
Visión de Wojtyla, 92-100
actos particulares como frutos de la fe y
Actitud (Hábito)
el amor, 240-243
Emotiva o intelectual, 118 cf. también Motivación y Persona hu-
emotivas inconscientes, 124-127 mana
su normalidad, 124
su persistencia, 126 Actuar
su origen como disposiciones habituales
a responder, 143 A. humano y las tres dimensiones, 276-
como virtudes o vicios, 143 278
generales y específicas, 143-146 Cf. también Ser
específicas en cuanto sostenidas por los
valores, o por las necesidades, o por Afectividad
ambas, 143 A. emotiva y racional, 116-120
como expresión del bien real o aparente, Como necesidades, 143
144-145 Cf. también Emoción, Motivación
su ambigüedad para la autotrascenden-
cia, 153
Alianza (Nueva)
a. y necesidades vocacionalmente diso-
nantes o neutras, 289 Vocación cristiana y, 9-10; 235
tipos de función de las a. y madurez en Amor cristiano (agape) y, 235-236
la primera y segunda dimensión, 325- «Hombre nuevo» y, 235-276
326
crisis vocacionales y a., 330 Amistad
ActiVIdad divina y humana Interiorización de los valores vocacio-
nales y, 402-407

* Además de las referencias temáticas presentadas aquí, el lector puede ver las
ofrecidas en el Glosario de Términos y en el Apéndice B.
«Absolutos de sustitución» Acción recíproca en la vocación, 237-239

477
Amor Visión tridimensional: descripción ru- Cristología ya., 33 vocación como <dlamada» de Dios, 218-
dimentaria, 76-77 Método trascendental de Lonergan ya., 223
Autotrascendencia del a., 133 Elementos dinámicos fundamentales de 108 vocación como «respuesta» del hombre,
Como posibilidad del hombre, 219 a., 105-140 Objetivación del sujeto ya., 140-214 223-225
Necesidad de la gracia, 219 Objetivación del sujeto ya., 140-213 Convergencias providenciales entre Dios autotrascendencia como punto de con-
Como valor no particular, sino funda- Actividad simbólica ya., 213 y el hombre en la a., 214-218 tacto del hombre con Dios, 218-220
mental, 147 Teología y a. en la vocación cristiana, 214 Método reductivo ya., 218 libertad como fundamento último de la
Nuestro deseo sin límites para el a., 139- A. «humanistas» como inadecuadas para Sus fundamentos de antropología filo- autotrascendencia teocéntrica, 219-
140 la vocación cristiana, 249-250 sófica, 218-224 220
A. teocéntrico de Dios y del prójimo en A. motivacional presentada aquí más que Sus elementos teológicos, 224-283 autotrascendencia y libertad convergen
la «llamada» vocacional, 231-235 a. metafísica, 280 Sus aspectos psico-sociales, 283-334 hacia el amor y lo fundamentan, 218-
A. de Dios y del prójimo como único, Método y científico ya., 282-283 «Hombre nuevo» ya., 235-276 223
231-235 Como «Teoría de la autotrascendencia limitaciones de la libertad para la auto-
Nueva alianza y amor (agape), 239-243 Antropología cristiana en la consistencia», 321-334 trascendencia teocéntrica y las tres
Libertad del hombre para amar y gracia, Sus mediadores psico-sociales como ge- dimensiones, 222-223
237-239 A. c. como presupuesto a la expOSlClOn neralizadores de psicología, 284-285
sobre la vocación cristiana, 61 limitaciones para la autotrascendencia
Autotrascendencia del a. (agape) y fe, Dialéctica de base y perspectiva psico- teocéntrica y sistemas simbólicos,
239-243; 246-249 Debe ser existencialmente concreta, 63- social de la a., 284
64 222
Conocimiento ya., 239 Integración teológica, filosófica y psico-
Debe basarse en elementos transcultu- su convergencia con la antropología teo-
A. Autotrascendente y libertad, 243-246 social en algunos pasos del camino
rales y transtemporales, 63-64 lógica y científica, a lo largo del ca-
Autotrascendencia del agape y antropo- vocacional, 311-332
Sus dos tareas frente a desarrollos re- pítulo 9
logía subyacente, 249, 251 Cf. también «Llamada» de Dios, Res-
cientes, 70-71 su fundamento en la dignidad intrínseca
Importancia del sujeto en comparación puesta del hombre a la «llamada» de
Sus posibles fundamentos teológicos, fi- de la persona humana, 260-262
con los objetos del a., 251-253 Dios, Teoría de la auto traScendencia
Agape e instituciones filantrópico-socia- losóficos y psicológicos, 105 en la consistencia,
les, 252 Sus dinámicas y dialécticas fundamen-
tales, 105-140 Antropología científica: psicológico-social
Capacidad de a., 328-330
Formación vocacional para liberar las Objetivación del sujeto y a. c., 140-213 Antropología filosófica
A. c. y personalismo del tú y no del yo, Cf. ciencias humanas (antropología cien-
energías de a. teocéntrico, 423-425 tífica)
249 Su diferencia de otras antropologías, 47
Vocación cristiana como encuentro de
dos amores, 423-425 su relación con la ciencia antropológica,
Antropología de la vocación cristiana 47-48
compatibilidad de la filosofía del ser y Antropología teológica
Análisis transaccional
A. a-teológica, 58-60 de la conciencia, 49
Aproximación interdisciplinar y voca- su relación con la teología, 51-58 En cuanto diferente de la antropología
antropología de la vocación cristiana y en la teología, 29
ción cristiana, 10-13 concepciones recientes, 65-67
a., 19 diversos posicionamientos de a. t., 64-67
su posible utilidad, 15-23 dialéctica consciente-inconsciente y a. f.,
un nuevo método, 24-25 80-105 la «llamada» de Dios en la vocación cris-
Anulación de matrimonios tiana, 224-235
su fundamento y utilidad teológica, 33- Según Ey, 82-85
34 según Ricoeur, 86-92 componentes vocacionales humanos de
Cf. Consenso la «llamada», 235-263
fundamentos y utilidad pastoral, 35-38 según K. Wojtyla, 92-100
sus dificultades y problemas, 39-44 dinamismos de base, 105-140 su convergencia con la antropología fi-
Antropología sus posibilidades, 44-50; 65-66 losófica y científica, capítulo 9
naturaleza dialógica del hombre, 106-
Currículum de formación sacerdotal ya., 107 su fundamento en la dignidad intrínseca
Aspectos de a. pertinentes a la vocación 24 según un método trascendental a pos- de la persona humana, 261-263
cristiana, 69-214; 218-223 Diferencias dialécticas complementarias teriori, 106-109 la respuesta del hombre a la «llamada de
Inconsciente ya., 70-73 o genéticas de horizontes ya., 44-48 objetivación del sujeto, 140-214 Dios, 268-276
Visión según virtudes o vicios y según Como diálogo con Dios que es ontoló- vocación cristiana y fundamentos de a. Cf. también «llamada» de Dios, respuesta
normalidad o patología, 72 gico y existencial, 264-265 f. 215, 218-222 del hombre a la «llamada» de Dios

478 479
Apostolado social a. y formación de las estructuras, 150- pérdida de un sentido de a. t. y el «Hart- dificultades en el c. v., 315-327
157 ford Appeal», 427-430 cinco proposiciones acerca del c. v., 327-
Interiorización de los valores vocacio- ambigüedad de las necesidades, valores, d. también Amor 333
nales y a. s., 402-407 actitudes e inconsciente para la a., tres proposiciones acerca del inicio del
programas sociales e Iglesia, 428-429 150-153 Bien c. v., 327-329
programas sociales cristianos y trascen- símbolos progresivos o regresivos ya., dos proposiciones acerca de la perseve-
dencia de Dios, 429-430 207-208 aparenle, 11, 38 rancia y del crecimiento en él, 328-
y símbdos represivos, 207-210 330
como medio de autorealización del hom-
real, 11, 38
Autenticidad del hombre bre,223 Causa
y símbolos progresivos, 207-210
a. no puede ser fin último, 249
nuestro deseo sin límites para el b., 139-
Cultura contemporánea ya., 37-38 material, 157
140
Autotrascendencia teocéntrica formal, 157
b. religioso, 225
Autodeterminación final, 157
b. religioso y Cristo, 225 teleológica, 157
aproximación interdisciplinar y a. t., 10 cf. también Dimensión primera, Dimen-
Su aparición con la edad, 123 como posibilidad del hombre, 66 sión segunda
cf. también Libertad humana «olvidada» en la vocación cristiana, 12 Centralidad de las consistencias-inconsis-
características de la a. t., 134-138 ter/cias
Cambio de la persona
Autorealización existencia de Dios y a. t., 136 identificación conceptual de los tres fac-
dialéctica de base y a. t., 138-140 verdadero o falso, 333-334 tores de la c., 300-303
Autotrascendencia ya., 246-251 libertad humana y a. t., 9-12; 137-138; formación y verdadero c., 365 su operacionalización, 303-304
a. y visión antropológica subyacente, 159, 218-222 d. también Formación sacerdotal religio-
249-251 experiencia imperativa de responsabili- sa e Interiorización Ciencias sagradas
autotrascendencia por un valor ya., 249 dad y a. t., 9, 12, 137-138
libertad ya., 254-255; 276 experiencias religiosas y a. t., 211-213 Cambios en la Iglesia segunda dimensión y modo de aprender
don de sí en el amor ya., 255 valores objetivos autotrascendentes y a. las c. s. 357-358
autotrascendencia en la consistencia ya., t., 9-12 La autotrascendencia teocéntrica y c.,
332-333; 337-338 312-315 Ciencias humanas (antropología científi-
vocación cristiana y a. t., 9-12
salvación ya., 428 nuevas ideas del Vaticano II sobre vo- ca)
yo en cuanto trascendente, y yo en cuan-
naturaleza humana ya., 428 to trascendido y a. t., 154-156 cación sacerdotal-religiosa, 315 -333
cura pastoral y c. h. 35-38
su influencia sobre las funciones voca-
a. t. y su actuación por la gracia, 158- su contribución al pensamiento filosófi-
Autotrascendencia 159 cionales,327-330,387-390
co,47
sus efectos sobre las estructuras vocacio- su integración con la filosofía, 44-50
simbolización y a. t., 201-209
Las dos categorías de importancia ya., nales, 387-392 su isomorfismo con el pensamiento to-
símbolos progresivos o regresivos y a. t.,
113 posibles consecuencias en la personali- mista, 46ss.
207-209
dad de los individuos, 391-392 nuevos problemas creados por las c. h.
como posibilidad del hombre, 64-65 como punto de contacto del hombre con la libertad para interiorizar los valores y 64
necesidades, valores ya., 123-124 Dios, 218-220
c. 393ss desarrollos recientes de las c. h. 67-68
como conquista de la intencionalidad fe y a. t., 239-243 «nuevo» equilibrio dinámico para la in- teología y c. h. 34-35, 50-62
consciente, 124, 143 autorealización y a. t., 246-251 teriorización después del Vaticano II antropología científica como psicología
niveles de operaciones ya., 130-133, 143 transformación en Cristo y a. t., 251-253 400-402 social y vocación cristiana, 214-
a. de conocimiento, de moralidad y de a. t. fundamentada en el ser más que en autotrascendencia teocéntrica y libertad 216,279-282
amor, 131-133, 150 el hacer o tener, 253 de interiorización como consecuen- antropologías <<humanistas» y vocación
a. y gracia, 133 a. t. y realización de la persona en la cia de los c. 402 404 cristiana, 249-251
a. y motivaciones emotivas e inconscien- relación con el otro, 261 sistemas institucionales adoptados para su convergencia con la antropología fi-
tes, 133 dinamismos psico-sociales conscientes y la formación y c. 407-421 losófica y teológica, toda la sección
fin de la a.: subconscientes, y libertad para la a. 9.
egocéntrico, 133-135 t., 286 Camino vocacional observaciones y datos de las c. h. inter-
filantrópico-social, 135 formación y a. t., 362-364 pretadas a la luz de una antropología,
teocéntrico, 135-139 cambios en la Iglesia y a. t., 385-392 algunos pasos del c. v., 312-315 283-285

480 481
perspectivas de antropología científica Hereditario-sociales y las tres dimensio- identificación conceptual de la «centra- imagen de C. y cultura contemporánea,
corno «teoría de la autotrascendencia nes, 164 lidad» de las c.-i., 300-302 428
en la consistencia», 283-286 su operacionalización, 302-305
Conocimiento c., i. y «conflictos», 305 Cruz
Coloquios de crecimiento vocacional internalización y c., 322-329
de los hechos y que nace del amor, 239 c., i. y «círculo vicioso», 371-372 C. por amor corno medio para superar
formación integrada y c., 361ss la «aporia y antropológica», 259-260.
Consciente Contemplativos en la acción corno medio para el fin de la vocación,
Complacencia 344-347
dialéctica consciente- inconsciente en formación integrada y c., 365 su significado y funciones positivas, 345-
influjo intrapsíquico y c. 323 una antropología filosófica, 90-105 condiciones que predisponen para llegar 347
sentido interno de culpa y c., 323 visión de Lonergan, 83 nota 4 a ser un c., 406
corno dialéctica consciente hacia el in-
d. también Influjo social Culto
finito (Ricoeur), 87-90 Crecimiento vocacional
visión de Wojtyla, 92ss
Comunidad (Vida de) fin del c., 429
inconsciente y c. en el camino vocacional, tres dimensiones y c., 181-185, 269-276,
333 342-359 Cultura contemporánea
formación y c., 371-372 d. también Inconsciente
consistencias-inconsistencias de los in- primera y segunda dimensión y c., 328-
dividuos y c., 371-372 332 inductivo-existencial mas bien que de-
Consenso
crecimiento vocacional y c., 372 autotrascendencia en la consistencia y c., ductivo-normativo, 27-28
discernimiento comunitario y c., 372-374 332-333 del hombre concreto, en situación, mas
validez del c. para la vocación sacerdotal
tres factores de c., 367 bien que del hombre abstracto, 28
o religiosa y las tres dimensiones,
Comunidad de base vida comunitaria y c., 371-372 y su modo de aprender y aceptar la ver-
185-186
validez del c. para el matrimonio y las experiencia de los roles apostólicos y c., dad y los valores, 36-38
d. Experiencia religiosa tres dimensiones, 185-186 376-385 y unidad de la existencia cristiana, 61
cE. también Formación Sacerdotal-Reli- corno efecto de la autotrascendencia o
Concilio Vaticano JI Consistencia-Inconsistencia giosa no, 201-202
c. y antropología que la sustenta, 210-
nuevas ideas de formación vocacional y dos modos de simbolizar y c.-i., 90, 204- Crisis vocacionales 212
206 presiones de la c. e interiorización de los
c., 367-368
principio de no-contradicción y c.-i., 42 primera y segunda dimensión y c., 328- valores de Cristo, 316
d. también Cambios en la Iglesia, y el
índice de citas conciliares conflictos corno diferentes de las c. -i., 332 sufrimiento y c., 343-345
165-166 influencia externa y c., 331-332 pérdida del sentido de la trascendencia
centralidad de las c.-i., 167 y c., 427-430
Conciencia Cristo imagen de Cristo y c., 427-428
c. no defensivas y defensivas, 206, 296
su relación con las tres dimensiones, 206,
funciones de la c. (consciousness) en la vocación corno diálogo en c., 31-32 Decisión
296; 305-306
Wojtyla, 92-98 C. modelo de antropología y Concilio de
c. no defensivas o defensivas, i. y expec- niveles de operaciones y d., 130-132
acto y persona humana y c. 94-95 Calcedonia, 66
tativa, 208 fe y d., 240-243
niveles de conciencia en Lonergan, 130- c. defensivas, inconsistencias y simboli- su <JIamada», 224
132 zación regresiva, 206 bien religioso y c., 225
formación profunda de las c. 328-332 Deseo
c.-inconsistencias vocacionales, 296-297 C. realiza la autotrascendencia teocén-
las i. pueden ser inconscientes pero ac- trica del hombre, 235 corno motivación, 110
Concupiscencia tivas, 289-293 su actividad y nosotros, 237, 239, 244- tres posibles sentidos del desear, 111
las i. referidas a los cinco valores obje- 245 desear emotivo y racional, 116-122
segunda dimensión y c., 273 tivos y revelados, 293 corno valores revelados, 251 deseo humano sin límites hacia la verdad,
tipos de c. o i. intrapsíquica, 297-300 C. prototipo de la vocación cristiana, 255 el bien y el amor, 139-140
Condicionamientos facilidad para pasar de i. psicológica a i. el proceso de integración del yo con la corno yo-ideal, 154-156
social y viceversa, 300 vida en c., 313-315 d. también Motivación

482 483
Dialécticas d. y proceso de simbolización, 189-214 Dimensión segunda
tres tipos de símbolos y d., 203-205, 210 psicopatología con contenidos religiosos
no existe esfera libre de d., 87-89 d. y consistencias no defensivas o defen- o morales, 173
d. consciente-inconsciente y símbolos, 91 sivas, 206-207 presentación inicial, 76-77, 79 formada también por las consistencias
d. consciente-inconsciente, 80-105 su formación, 160-164 defensivas, 206
d. y uso progresivo o regresivo de la sim-
d. de base y sus elementos, 139-140 bolización, 206-208, 210 el inconsciente y la d., 164 selección de los candidatos a la vocación
y origen del inconsciente, 139-140 d. son transituacionales y transtempo- sus características (como bien real-apa- sacerdotal-religiosa y t. d., 349-351
y limitación de la autotrascendencia, rales, 210-212 rente o como error no culpable) 165- derecho y deber de la institución de ha-
139-140 santidad subjetiva u objetiva y d., 265- 167, 178-181,263-276 cerla,349
y deseo sin límites hacia la verdad, el bien 276 su posible relación con la tercera dimen- tres factores de influencia sobre la vida
yel amor, 139-140 primera y segunda dimensión en Gálatas sión, 167-173 vocacional de la t. d., 348-351
y origen de las tres dimensiones, 157-187 5,16-17 y en Rm 12,2; 269-276 formada también por inconsistencias de-
Y tensión entre yo-actual y yo-ideal, 157 crecimiento vocacional y d., 181-185, fensivas, 206 Dinámica de grupo
función de las d. entre yo-actual, yo-ideal 269-276 en Ga15, 17 270-275
y causa final, 157 teoría de la autotrascendencia en la con- como dialéctica del error no culpable o formación y d. g., 374-375
para un fin teocéntrico obligatorio, 157 sistencia y d., 293-294 del bien real o aparente, 269-275 cambio de las personas y d. g., 374-376
las tres dimensiones y las d. entre las constitución de la primera y segunda d., como dialéctica que limita la libertad
estructuras, 157-178, 304-305 305 efectiva, 269-275 Dinamismos de base
d. de consistencias, inconsistencias y madurez de las d., 305-308 concupiscencia y d., 273
«conflictos», 304-305 internalización y d., 322-326 elección y crecimiento vocacional y d., definición, 106
diferencias entre primera y segunda d., 269-276 como fenómenos y potencialidades, 106-
Dignidad personal 319-321 su constitución, 305 107
madurez en la primera y segunda d. y diferente de la primera dimensión para potencialidades antropológicas y d. b.,
interpretación reduccionista de la d., tipo de función de los valores y ac- la interiorización, 319-321 110-130
407-408 titudes, 325-326 la más olvidada en la formación vocacio- actuación de las potencialidades antro-
equilibrio entre primera y segunda d. y nal, 351ss pológicas y d. b., 112-139
DimeflSiones (las tres) crisis vocacionales, 330-333 dialéctica de base y d. b., 138-139
su importancia en el crecimiento voca-
vida comunitaria y madurez en las d., 392 cional, 352-359
definición de d., 76-77 los tres niveles de vida psíquica en cuanto Dios
exageración en la interpretación de nor-
una descripción rudimentaria de las d., diferentes de las d., 383 mas, transferencias, doble mensaje y
160-164 su existencia y la autotrascendencia teo-
d., 353-356
como dialécticas centrales, 164-166 DimeflSión primera céntrica del hombre, 136
votos o valores proclamados y d., 356 sentido verdadero y último del hombre,
como disposiciones habituales a diversos
presentación inicial, 76-77 modo de aprender las ciencias sagradas 136
horizontes, 10
su formación, 160-164 y d., 356-358 como experiencia imperativa en la au-
su origen en los valores objetivos y en la
sus características (como virtud-pecado), la s. d. no impide comenzar el camino totrascendencia del hombre, 136-138
dialéctica de base, 157-186
164-166,263-276 vocacional, 359 espíritu del hombre y D., 136-137
d. y dialécticas entre las estructuras, 157-
178 como formada por consistencias no de- dialéctica de base y pregunta sobre D.,
fensivas, 167, 206 Dimensión tercera 138-139
d. y los tres horizontes, 157-178
en Gal. 5,16, 269-274 su «llamada» inmediata y mediada, 224ss
formación de las d., 160-164
como dialéctica que implica ser cons- presentación inicial, 76-77 D. da al hombre el amor teocéntrico
cualitativamente diferentes, 164-178
cientes y libres, 271-272 su formación, 160-164 (agape) , 233-235
características de las d., 164-174, 263, como dialéctica que conlleva responsa-
276,286-311 sus características (como normalidad -pa- actividad de D. y del hombre en la vo-
bilidad, 271-272 tología) 167-174 cación, 237-239
diferencia axiológica de la primera y se- su constitución, 305
gunda d. respecto a la tercera d., 165- como modelo organísmico y finalístico,
diferente de la segunda dimensión para 167 Discernimiento comunitario
166 la interiorización, 319-321
madure¡-inmadurez de las d., 166-169 como psicopatología seria, 167-169
ayudas para la madurez en la d., 342-351 como psicopatología menos grave, 171
como tres puntos de vista, 178 sus límitaciones, 375-376
confianza en la filiación adoptiva divina su posible relación con la segunda di-
su influjo en la libertad, 178-185 y d., 343-344 su dependencia de las limitaciones in-
mensión, 167-173 dividuales subconscientes, 376-377

484
485
Discemimiento de espíritus autolrascendencia en la consistencia y e. Espíritu (Razón) Expectativa
a., 332-333
actitudes y d. e., 146 Como poder de abstracción, 114-116 Símbolos progresivos o regresivos y e.,
visión antropológica y cristiana y d. e., como deseo racional, 116-122 207-208, 297
Ejercicios Espirituales (de S. Ignacio) e. y autotrascendencia, 143
20 consistencias no defensivas o defensivas,
influencia de las tres dimensiones sobre e. y autotrascendencia teocéntrica, 137-
bien real o aparente, 11, 167,207-210 inconsistencias y e., 207, 297
el d. e., 181-185,269-276,342-359 E. E. y símbolos progresivos o regresivos, 138
e. y valor absoluto del hombre, 138 internalización y e., 320-322
capacidad para hacer el d. e., 330 207-209 expectativas irrealistas y vida comunita-
función de los valores o actitudes y d. e., e., ser y valor, 136-138
simbolización y discernimiento de espí- ria, 371-373
333-334 religión y e., 427-428
ritus en los E. E., 210-211
valores y d. e., 340-342 «consolación sin causa» y fe, 240
d. también EjerciciOS Espirituales «Tomad Señor y recibid» como oblación
Estímulo Experiencia interior del hombre
total, 259-260 e. subliminar y emociones inconscientes,
indiferencia activa del «magis», 255 79 metafísica tradicional y e., 47-50
Don de si mismo
tercer grado de humildad y libertad para valores y e., 96-98
como d. de lo que se es, más que de lo la autotrascendencia del amor, 253- Estructuras del Yo antropología y e., 102-103
que se tiene, 252-253 256 ética y e., 102-103
en la relación de la persona con los de- primera y segunda dimensión y E. E., su formación por las autotrascendencias, consciente e inconsciente, 100-104
más, 257-263 312-315 151-157, 154, 157 como fenómeno y como potencialidad,
autorrealización y d. de sí en el amor, tres niveles de integración del yo con la dialécticas entre las e. como tres dimen-
107
258-260 vida en Cristo y «semanas» de los E. siones, 157-188
niveles de operaciones y e., 132
desarrollo de la sociedad y d. de sí, 260 E., 317 yo-actual y yo-ideal y su formación, 154-
156 e. imperativa de responsabilidad y au-
el amor como motivación del d. de sí, «Consolación sin causa» e inspiraciones totrascendencia, 138
260 que no vienen de Dios, 317-318 subestructuras del yo-ideal:
yo-ideal para un objeto o ideales perso- objetivación del sujeto y e., 140-213
para el bien, el valor teocéntrico del que segunda dimensión y «discernimiento de
da y del que recibe, 261-262 espíritus», 351-353 nales, 156
d. de sí e insuficiencia de una autorrea- d. también Discemimiento de espíritus yo-ideal para una situación o ideales ins- Experiencia religiosa
lización humanista, 260 titucionales, 156
d. de sí y «aporía antropológica», 260 yo-ideal de sí en la situación, 156 sin fundamento objetivo y revelado, 59
Elección vocacional subestructura del yo-actual:
d. de si debe ser total, 261-262 religión y e. r., 193
limitado por la segunda dimensión, 269- yo-manifiesto o consciente, 156
influencia de las tres dimensiones sobre símbolos y e. r., 194-195
274 yo-latente o subconsciente, 156
la e., 181-185,269-276 las tres dimensiones, el proceso simbó-
objetivación del sujeto y e., 156-158
lico y e. r., 211-213
Educadores en la formación
Emoción Estructuras psíquicas
Fe
dos nuevas categorías de e., 369-371 dos modos de simbolizar y e., 91
necesidad de formarlos, 375 como desear emotivo, 116-122
motivación y e., 125-129 valores y relación con las estructuras de como acto del hombre, 57-58
emociones inconscientes y niveles de la persona, 96-98 autotrascendencia del amor y fe, 239-243
Eficacia apostólica operaciones, 143 cf. también Estructuras del Yo tres momentos de motivación humana en
descripción, 266 formación vocacional y educación de las la fe, 241-243
e., 342-351, 351-356, 359-365, 376-
Etica
santidad subjetiva u objetiva y e. a., 266- como guía de la vocación del hombre,
269 385, 413-420 vlSlones antropológicas recientes y e., 281-282
como diferente de la eficiencia apostó- 102-103 fe implícita del cristiano anónimo, 239,
lica, 266 Esperanza objetivación del sujeto y e., 140-212 312
las dimensiones y e. a., 167-173,266-276, autotrascendencia en la consistencia y
328-332 Fe y e., 243 Eucaristía vida de fe, 332-335
sufrimiento y e., 210 antropología interdisciplinar y «camino»
de la fe, 311-335

486 487
Confianza vida de comunidad y f., 371-372 Grupos carismáticos su aceptación y concepción del hombre,
dinámica de grupo y f., 374-375 69-79
en la filiación divina adoptiva, 343-345 necesidad de formar a los formadores, cf. Experiencia religiosa como componente normal del hombre,
375 74-76,81-85,127-129
Fin experiencia de los roles apostólicos y f., Grupos políticos su influencia en la vida emotivo-afectiva,
375-385 77-79
yo (<<seIf») y jerarquía de f. personales, influencia de las instituciones y f., 385- cf. Experiencia religiosa su influencia en nuestro conocer y de-
127-128 420 cidir (incluidos los valores), 78-79
aproximación final y estructural en el es- ayudas institucionales para la f., 407-417 Guerra su influencia en la percepción, 79
tudio de la persona, 142 teoría clásica de la f., 408 -411 su influencia en la autotrascendencia,
f. teocéntrico y valores autotrascenden- y vocación cristiana, 253 153
humanismo industrial y f., 411-413
tes, 159 dialéctica consciente-inconsciente en
personalismo cristiano y f., 413 -414
como especificación y como moción, Hombre como imagen de Dios una antropología filosófica, 80-105
fuerzas interiores de la persona como
175-176 su existencia relativa a sus «derivados»,
fundamento de la f., 423-425 en la relación dialógica, 28 88-90
Formación sacerdotal-religiosa esencia del h., 159 visión de Wojtyla, 97 -100
Giro antropológico de la Teología encuentro entre Dios y h., 216-217 su importancia para la dinámica del hom-
razón para interesarse por la f., 335-337 capacidad de autotrascendencia y h., bre, 100-104
fundamentos antropológicos cristianos su significado, 29 219, 281 no necesariamente negativo, 104,165-
de la f., 337-338 contribución del método traséendental y don total de si, 259-260 167
ayudas intrapersonales en la f., 338-366 de Lonergan, 44-47 motivación e i., 125-129
ayudas interpersonales en la f., 366-422 antropología cristiana y g. 59-60 Horizonte vocación cristiana e i., 129
vida de oración y f., 338-339 segunda dimensión e i., 164, 276-280
valores autotrascendentes y f., 340-342 descripción, 174 tipos de santidad y de eficacia apostólica
voluntad, emociones y f., 342-347, 350- Gracia (Espíritu santo) diferencia cualitativa de las tres dimen- e i., 266-269
356, 358-365, 375-385, 413-420 siones y h., 174-176 internalización de los valores consciente
sufrimiento y f., 343-344 naturaleza y g., 66 como objeto formal, 174 y subconsciente, 317
segunda dimensión y f., 351ss dinamismos antropológicos y g., 110 i. y consciente en el camino vocacional,
exageración de normas en la f., 353 g. y actuación de la autotrascendencia IdentIficación 333-334
una f. integrada, 359-365 teocéntrica, 158, 219, 224 discernimiento de la función de los va-
utilidad de un formador como último «llamada» vocacional y g., 224 influencia intrapsíquica e i., 323-325 lores o actitudes e i., 333-335
responsable, 360-365 g. y libertad del hombre, 237-239, 244- i. interiorizadora y no intetiorizadora, discernimiento comunitario e i., 374-375
eclecticismo arbitrario en la f., 364 245 323-325 cf. también Consciente
f. integrada y apertura con los superiores, g. operativa y cooperativa, 241-242 fantasía e i., 323
365 g. cooperativa y libertad humana, 241- cf. también Influencia
Influencia
f. integrada y vida comunitaria, 365 242
f. integrada y contemplativo en la acción, g. habitualmente no afecta al inconscien- Iglesia intrapsíquica e interiorización, 321-324
365 te inconsistente de la segunda di- intrapsíquica y complacencia, 323
interacción entre los individuos y f., 367- programas sociales, 429-430
mensión, 266-280 intrapsíquica e identificación, 323-325
376 fe implícita y g., 239, 312 i. externa y crisis vocacionales, 330-332
nuevas ideas del Concilio Vaticano II y Cf. cambios en la Iglesia
g. y pasos del camino vocacional, 312ss influencia de las emociones inconscien-
f., 367-369 g. como fundamento de la formación
apostolado del ejemplo y f., 369 tes sobre la i., 77-78 Injusticia
cristiana, 423-425
apostolado del servicio y f., 368
permisividad humanista y f., 368-370 Imaginación i. y vocación cristiana, 253
cuatro tipos de problemas en la f., 369- Grupo
Inconsciente
370 Integración del yo
dos nuevas categorías de educadores en presiones de g. e interiorización de los i. afectivo distinto del i. cognoscitivo o
la f., 369-370 valores de Cristo, 317-318 espiritual, 69-70 con la vida en Cristo, 312-315

488 489
conlleva tres niveles de ascesis, 312-315
su dificultad, 315-326 «olvidada» en la vocación cristiana, 11 importancia para el estudio de la voca-
Interpretación (Hermenéutica) dialécticas de la persona y 1., 103-104
cf. también Consistencias-inconsistencias, ción cristiana, 84-85
Dimensiones 1. horizontal y vertical, 174-175 como símbolo polar, 196-197
dos sistemas de i. (Ricoeur), 89-91 1. vertical y horizontes de las dimensio-
y dos modos de simbolizar, 204-205 nes, 174-177
Intencionalidad Liderazgo
1. esencial y efectiva, 182-184
Instituciones
consciente y auto trascendencia, 125, las tres dimensiones y 1. 178-185, 222- tres tipos de fines predominantes del 1.
135-136 224, 276-279, 349, 352-353 416-418
Definición, 385
niveles de i. en Lonergan, 129-130 valores autotrascendentes y 1., 10, 159, tres posiciones sobre el ejercicio del 1.,
fuentes de poder de la influencia de las
i. Y autotrascendencia teocéntrica, 135- 222 418-421
i.,393-398
136 1. y autotrascendencia teocéntrica 9, 11,
su relación con el proceso de interiori-
formación de las tres dimensiones e i. 159-160,218-223 Lideres espirituales
zación, 398-399
consciente, 161-163 verdadero bien humano e i., 429 como capacidad dialógica de amor de
cf. también Cambios en la Iglesia Dios, 220-221 su necesidad en la Iglesia, 335-337
Intención como medio de autorrealización de la
Instituciones filantrópico-sociales persona, 220, 255 «Llamada» de Dios
recta y segunda dimensión, 274 1. para amar y unión dinámica divina y
y amor cristiano (agape), 253 humana, 237-239, 244 en la vocación cristiana, 224-235
Iflternalización 1. humana y gracia, 237-239 como llamada a la libertad para la au-
Joven rico (Mt. 19,12-22) 1. para amar, autotrascendencia y fe, 239- totrascendencia del amor cristiano,
de los valores autotrascendentes y trans- 243 226-235
formación en Cristo, 312-315 libertad para la autotrascendencia del gracia cooperativa y 1., 242 componentes vocacionales humanos de
amor y j. r., 253-255 1. de renunciar a la propia 1. y vocación, la «llamada»:
i. de los valores autotrascendentes por su 243-246 unión dinámica divina y humana en la
contenido, 317 Juicio de valor como presupuesto del amor, 245-246 libertad para amar, 237-239, 276
i. de los valores autotrascendentes por su como ontológica y teológica, 219-221, autotrascendencia del amor y la fe, 239-
función: niveles de operaciones y j. v., 130-132 245-246 243
de autotrascendencia teocéntrica o de fe y j. de v., 239-243 1. cristiana como 1. de auto afirmación, ser libres para el amor autotrascendente,
auto centrismo, 317 discernimiento y j. de v., 275-278 246 243-246
consciente y subconsciente, 317 respuesta del hombre a la «llamada» de ¿autotrascenderse o autorealizarse?, 246-
factores que llevan a la i. de los valores Liberación humana Dios y 1., 263-276 251
autotrascendentes, 317-325 como imperfecta, 272-274 autotrascendencia del amor y transfor-
libertad e i., 317-319 divisiones interiores humanas y l., 421- limitada por la segunda dimensión, 267- mación en Cristo, 251-253
definición existencial de i., 322 422,277 276, 276-280 vocación a la libertad para la autotras-
sustancialmente diferente de la defini- promoción y 1. humanas y transforma- importancia de su aspecto interior, 274- cendencia del amor, 253-255
ción de Kelman, 322 ción en Cristo, 420-425 276 el don total de si, 256-263
influencia intrapsíquica e i., 322-325 formación vocacional y 1. de las energías internalización y 1.,317-321 llama a la persona en su totalidad, 263
sentido interno de culpa e i., 323-324 para amar teocéntricamente, 423-425 capacidad de escuchar la Palabra de Dios para una función salvífica universal, 263
primera y segunda dimensión e i., 329- y 1., 376-381 concretada en cinco valores objetivos,
332 Libertad humana 1. de no equivocarse, 384 263
autotrascendencia en la consistencia e i.,
cambios en la Iglesia y 1. para interiorizar,
332-333 aproximación interdisciplinar y 1., 10 392, 402 María
relación entre influencias institucionales autotrascendencia teocéntrica y 1., 9-11,
y proceso de i., 398-399 138-139 Lenguaje su libertad, 246
«nuevo» equilibrio dinámico después del definición cristiana, 20
Vaticano II para la i., 400-402 1. auténtica y experiencia de los valores, posibilidad de oposición o convergencia Marxismo
participación comunitaria y proceso de 96
i.,417-418 entre consciente e inconsciente en 1.,
dimensiones y 1, 10, 159-160 84-85 autotrascendencia y m., 134-135

490
491
Matrimonio elementos directivos de las categorías de su número en el hombre, 146 formación sacerdotal-religiosa yo., 337-
importancia, 122-125 descritas en el Apéndice B 431 340
sólo como un valor instrumental, 255 como respuesta intencional o como es- como suspendidas del yo-ideal, 154-156 o. de reflexión y antropología, 340-341
tado o tendencia no intencional, 114 n. y actitudes vocacionalmente disonan- segunda dimensión y vida de o., 353
Memoria inconsciente y m., 125-129 tes o neutras, 287-289
una m. totalmente inconsciente no exis- Niveles (cuatro) de operaciones (Loner- Palabra de Dios
influencia de las emociones inconscien- te, 129 gan)
tes en la m., 77-79 dialéctica de base inherente a m., 139- como símbolos en la <Jlamada» a la vo-
m. de modalidad específica, 126-129 140 n. del conocer, 130-132 cación cristiana, 195 -198
m. afectiva, 128-129 de fuerzas internas y externas, 116-118 n. de la decisión y del actuar, 130-132 experiencias religiosas y P., 210-212
consciente o inconsciente, 71-72 objetivación del sujeto y m., 116-212 n. de la conciencia y de intencionalidad, capacidad de escuchar la P., 330, 352-
sus contenidos y los cuatro niveles de 129 353
Mensajes dobles operaciones, 143-151 autotrascendencia y n., 129, 131-133
las tres autotrascendencias y m., 151 inconsciente y n., 130-132 Parábola del sembrador
segunda dimensión y m., 354-356 m. y su ambigüedad para la autotrascen- contenidos de la motivación y n., 144-
dencia, 151-154
151 disposiciones interiores y p., 276
Mentalidad secularizada contemporánea para las necesidades, 151
relación entre los n., 143 transformación en Cristo y p., 420
para los valores, 151-153
influencia de las tres dimensiones sobre
sus manifestaciones, 55-56 para las actitudes, 153
cf. también Cultura contemporánea los n., 181-185, 269-276 Participación comunitaria
para el inconsciente, 153
m. humana es teleológica y axiológica,
Metanoia (conversión) Niveles (tres) de vida psíquica interpretación reduccionista de la p.,
157
proceso de simbolización y m., 198-201 407-408
actividad apostólica y m., 253 fisiológico, psico-social y espiritual-ra- humanismo industrial y p., 411-412
símbolos progresivos o regresivos y m.,
su necesidad para el bien de la sociedad, 207-210 cional, 114-116 proceso de interiorización y p., 418-419
420-425 como diversos de las tres dimensiones, madurez en las tres dimensiones y p.,
visión del hombre y m., 420-422 Motivo 383 420-421

Método trascendental de Lonergan como deseo que lleva a la acción, 127- No-cristianos Patología
128
como método trascendental a posteriori, su salvación, 239-243 cf. Dimensión tercera
107-110 Muerte
integración antropológica y m., 44-47 Objetivación del sujeto Percepción
integración de los elementos antropoló- realización cristiana de la persona y m.,
gicos con la teología y m., 52-53 cf. Sujeto influjo de las emociones inconscientes en
430
útil para el estudio de la vocación cris- la p., 79
tiana, 108 Operaciones del hombre
Narcisismo
Perfección
Motivación inmediatas y mediadas, 189
persona humana y n., 251 cf. también Niveles (cuatro) de operacio- como <~no-división», 276
como deseo, 110-111 nes
elementos dinámicos de la m., 111-140 Necesidades Perseverancia vocacional
como tendencias a la acción inherente a Opción fundamental
la persona, 111-112 como tendencias innatas hacia categorías primera y segunda dimensión y p., 328-
especificación de la m., 112-125 de importancia, 122-125 como momento de la fe, 240-243 330
categorías de importancia de la m., 112- como ambigüas para la autotrascenden- crisis vocacionales y p., 330-332
114 cia, 122, 125, 151 Oración autotrascendencia en la consistencia y p.,
elementos dinámicos de las categorías de inconscientes y su origen, 125-129 332-333
importancia, 116-122 dialéctica de base y n., 139-140 crisis vocacionales yo., 330-332 dimensiones, roles y p., 379-383

492 493
Persona humana actividad de Dios y de la p. en la voca- Psiche Religión
ción, 237-239, 276
como imagen de Dios, 66-138 experiencia religiosa y r., 194
relación con el otro y p., 258-264 su significado en este estudio, 110
y Cristo, 63, 66 símbolo y r., 210
como dato o como variable, 413 -415
debe ser considerada en su totalidad, 65 su vulnerabilidad para el amor teocén- razón y r., 427
imagen tradicional modificada por las re- Psicología
trico, 425 racionalidad científica y r., 427
cientes concepciones filosóficas y muerte y realización de la p., 430 lenguaje religioso y símbolos, 427
científicas, 66-68 condiciones y límites de la validez de la
cf. también Yo, Sujeto, Estructuras del yo investigación en ps., 39-42
las religiones son diferentes, 429
mentalidad secularizada y p., 54
influencia del inconsciente en la p., 66- posibilidad de generalización sobre el
Personalismo Renuncia
79, 100-104 comportamiento humano y ps., 41-
insuficiencia de sus definiciones tradicio- 42 sufrimiento y r., 342-343
del tú o del yo, 12-13, 249
nales, 48-50 ciencia nomotética y no normativa, 42 significados y funciones positivas de la
tipo personalista de concepción del hom-
nueva visión tridimensional, 76-77, 157- su relación con la filosofía, 47 r.,343
bre, 49
186
giro personalista en antropología, 50,
su capacidad para la autenticidad, 36-38 279 Psicología social Represión
sus operaciones del conocer y decidir, valor personalista de una acción, 96
44-47 norma personalista y relación con el otro, cf. Ciencias humanas concepción del hombre y r., 73-75
su subjetividad y metafísica tradicional, 258-260 primaria y secundaria, 73
47-80 norma personalista y antropología del como componente normal del hombre,
visión bipolar, 99-101 Racionalidad científica
Vaticano II, 258-260 75-77
visión interdisciplinar, 10, 43-47 moral sexual y p., 262
visión de Wojtyla, 92-100 religión y r., 427
p. egocéntrico o filantrópico-social o Respuesta del hombre a la «llamada» de
visión según virtudes o vicios y según cristiano, 337-338 Dios
normalidad o patología, 73 p. cristiano como ayuda en la formación Razón
visión irrealista, 11 sacerdotal-religiosa, 412-420 la <<llamada» encuentra un terreno ya
su objetivación, 102, 140-213 cf. Espíritu presente, 263
su subjetividad, 102, 140 Poder legítimo libertad del hombre y r., 263-276
sus dinámicas y dialéctica de base, 105- las dimensiones y r., 265-276
140 Reino de Dios
como posición o como función, 396-398
su singularidad irrepetible, 107, 140 Revelación
lucha por una humanidad mejor y r., 420,
como yo (<<self») funcional y relacional, Preconsciente
127-128 430
modificación de su concepto, 29, 68
como único yo (<<self») del deseo emotivo como distinto del inconsciente, 68-69 consecuencias para una visión dialogal
y racional, 127-128 como parte no grande del subconsciente, Relación con el otro de convergencias en la vocación cris-
sentido de su existencia, 133-139 286
tiana, 214
como valor absoluto, 138 vocación cristiana como r., 258-260
su sistema motivacional por fuerzas in- Presupuestos generales exige la alteridad de la interioridad e in- Roles apostólicos
ternas y externas, 140-142 comunicabilidad de ambos, 258-259
su utilidad, 12 norma personalista y r., 258-259
actúa siempre en las tres dimensiones, experiencia de los r. a. y formación, 375-
175-176 cuatro presupuestos generales, 27 -60 don de sí en el amor y r., 258-259 386
sus obstáculos a la objetividad y libertad autotrascendencia teocéntrica y realiza- orientación hacia el rol o hacia los va-
(visión realista) 187-188 Problemas vocacionales ción de las personas en la r., 259-260 lores, 375-379
sus operaciones inmediatas y mediadas, «aporía antropológica» y r., 259-260 experiencia de los r. a. e interiorización
cuatro tipos de p., 369-370
189-190 de los valores, 377-379
su simbolización, 189-212 Psicoanálisis Relación sexual experiencia de los r. a. y libertad del in-
como animal simbólico, 212 dividuo, 377-383
como «hombre nuevo» de la Nueva crítica del p., 68-70 como relación con la totalidad de las dos dimensiones, roles y perseverancia vo-
Alianza, 237-276 personas, 262-263 cacional, 379-383

494 495
dimensiones, roles y credmiento voca- derecho y deber de la institución de ha- motivación de autotrascendenda teocén- Sufrimiento
don al, 379-383 cer una s., 347-348 trica y s., 202-208
cuatro condidones de las experiendas tres criterios de s. según la tercera di- su relación con las tres dimensiones, 204- tensión de renunda y s., 343
apostólicas en la formadón, 383-386 mensión, 347-349 208 s. y sacrificio de la Cruz, 343-344
sus tres estadios para la vocación, 204 significados y funciones positivas del s.,
Roles profesionales Ser su reladón con s. progresivos y regresi- 344-345
vos, 207-208 obligación cristiana del s., 343-344
interiorización de los valores vocado- encuentro con el s. como experiencia im- s. como objetivador de la persona, 202- s. y Eucaristía, 345
nales y r. p., 402-407 perativa de responsabilidad, 138-139 208 s. como medio para el fin vocadonal,
s. y valor, 138 tres tipos de símbolos: 345-346
Sacrtficio s. más que hacer como fundamento de de los procesos primarios, 202-203
la autotrascendencia, 252-254 culturales, 202-203 Sujeto
s. de Cristo y amor (agape), 248 s. y obrar por Cristo unidos funcional- culturales religiosos, 203
s. de la Cruz y sufrimiento, 342-343 mente a nivel consdente e incons- su relación análoga a las tres dimensio- su objetivación, 141-212
ciente, 268-276 nes, 203-205 sus contenidos y los cuatro niveles de
Salvación s. como fundamento del actuar cristiano, madurez-libertad de las tres dimensiones operaciones, 143-151
423-425 y s., 204-208 visión de Wojtyla, 92-100
etapas de la historia de la s., 270-271 simbolización como predominantemente sus estructuras y autotrascendencias,
Símbolo (simbolizar) consciente o inconsciente, 204 151-156
Santidad dos modos de s. y dos hermenéuticas: sus dialécticas más importantes (o tres
como diverso de concepto, 77 del futuro o progresiva y del pasado dimensiones), 157-187
su polivalencia. afectiva, 78 o regresiva, 204-205 aproximación estructural y Hnal en su
subjetiva y objetiva, 266-270 dos modos de simbolizar y de herme- sus respectivas dialécticas entre las es- estudio, 142
su influenda en la correspondiente eH- néutica (Ricoeur), 89-91 tructuras, 204-206 valores y necesidades y objetivación del
cacia apostólica, 266-270 dialéctica consdente-inconsciente y s. 91 entidad de uso progresivo o regresivo y s., 146-151
su reladón con las dinámicas sub con s- dos modos de simbolizar y dialécticas madurez de las dimensiones, 206 objetivación del s. y estructuras del yo,
dentes, 266-270 entre estructuras psíquicas, 91 s. progresivos o regresivos, 206-208 156-157
y las dimensiones, 265-276, 167-172, tres dimensiones y s., 189-214 objetivación del s. y dimensiones, 186-
y bien real o aparente, 207-208
330-332 como subjetivador, 189 como elementos de motivación y de ex- 189
relación recíproca entre santidad subje- sistema motivadonal de autotrascenden- pectativa, 207-208 simbolizadón y s., 190
tiva y objetiva, 267-277 da teocéntrica y s., 189-194,201-209 posible oposición entre s. polares y s. objetivación del s. y simbolización, 201-
influencia externa y s. subjetiva-objetiva, Freud, 190 como elaboración, 198-200, 207-208, 209
330-332 Ricoeur, 190-192 293 objetivación del s. y antropología psico-
Lonergan, 193-194 s. debe interpretarse desde la totalidad social,217
Secularización de sacerdotes dos elementos de antropología de auto- de la persona, 211 d. también Yo, Persona humana, Estruc-
trascendencia teocéntrica y dos tipos s. cambia, pero no las estructuras antro- turas del yo
d. Consenso de s., 195 pológicas y los fines que los guían,
imagen como diferente de s., 195-196 211 Teología
«Selfi> s. polares objetivos y subjetivos, 195-196 s. y teología, 211
significado simbólico y discurso lógico, s. y religión, 211 antropologizada, 58
como trascendente y como trascendido, 198 s. como conexión entre teología y antro- nuevos desarrollos de las ciencias hu-
139-140 s. como elaboración (<<as performance»), pología, 212 manas y t., 64-65
cf. también Yo, Persona humana 198-200 limitaciones para la autotrascendencia no es antropología, 56-57
diverso de ejemplaridad y fenómeno teocéntrica y s., 224-225 su relación con la antropología, 56-60
Selección mental,201 teoría de la autotrascendencia en la con- símbolo y t., 211, 212
s. como posible transformador de la per- sistencia y s., 295-297 método reductivo y t., 218
de los candidatos a la vocación sacer- sona, 200, 204 s. y lenguaje religioso, 427 t. de la secularización, 248-251
dotal-religiosa y tercera dimensión, relación entre simbolización y motiva- d. también Giro antropológico de la Teo-
347-351 ción, 200-202 logía

496 497
·······1. 11

I
1
!]
li
Teoría de la autotrascendencia en la con- el proceso de integración del yo con la I1
interiorización de los valores autotras- tres clases de v. objetivos, 160-162
sistencia vida en Cristo, 313-314 11
cendentes y t., 313 -315 ~¡
dificultades en el camino vocacional, v. objetivos y aparición de las tres di- ¡I
liberación y promoción humana y t., 422-
cuadro general de la t., 286-311 315-326
425
mensiones, 160-164 ti

I
aplicación del cuadro general a aspectos tipos de función de los valores o acti- v. autotrascendentes comprometen para
de la vocación, 311-326 tudes y madurez en la primera y se- un fin teocéntrico, 158-159
procesos relevantes de la vocación en gunda dimensión, 325-326 Valoración mediación simbólica para v. trascenden-
perspectiva psico-social, 326-332 cinco proposiciones generales sobre el tes o naturales, 207-209 I1
algunas implicaciones de la t., 332-334 camino vocacional, 326-332 intuitiva y reflexiva v. autotrascendentes en Cristo, 225 ti
H
el mensaje central de la t., 286 crisis vocacionales, 330-332 dialéctica de base y v., 139-140. v. objetivos pero no revelados (Frankl), I1
las estructuras de la t., 287-288 fundamentos ontológicos de la t., 332- 251
333 Valores v. del hombre deben ser purificados, 280 1I
los contenidos (valores, actitudes, nece- rl
sidades) de la t., 287 influencia recíproca de la autotrascen- valores finales e instrumentales, 286, 342
dencia y de la consistencia, 332-333 autotrascendentes, 147-151 1I
valores autotrascendentes y naturales, tipo de función de los v. y madurez en tI
288 autotrascendentes objetivos, 9 la primera y segunda dimensión, 325- f!
los cinco valores objetivos y revelados Testimonio autotrascendentes y libertad, lO, 147,
243
326 II
como últimos términos de referencia función de los v. como debería ser y li
de la autotrascendencia del amor, personal y comunitario en la formación ambigüedad de los valores para la au- como de hecho puede ser, 342 ji
288 vocacional, 342-350, 352-356, 368- totrascendencia, 151-154 $)

necesidades y actitudes vocacionalmente 370, 371-373 como ideales, 143 Verdad revelada !i
como tendencias innatas a categorías de '1,1
disonantes o neutras, 288-289
Tests proyectivos importancia, 122-125 su relación con las antropologías filosó- 11
dialécticas del yo como consistencias-in- 1r
como tendencia a la auto trascendencia, ficas y psicosocial, 15
consistencias vocacionales y t., 289- 122-125 1I
293 fines, características de los t., 438
como acto de elección de la voluntad, Vida psíquica
las tres dimensiones y t., 293-294 123
el proceso de simbolización y t., 294-297 Tipología 1;
dialéctica de base y v., 139-140 su relación con la vida espiritual, 276- 11
tipos de consistencias o inconsistencias su aparición con la edad, 123-124
t. en psicología como aproximación no 293
intrapsíquicas y t., 297-298 su jerarquía o clasificación (De Finance) 1Iti
centralidad de las consistencias-inconsis- seguida aquí, 142 146-151 jl
Vida espiritual
tencias y constitución de las dimen- t. estructural-finalística seguida aquí, morales y religiosos, 9-11, 147-151 !I
siones y t., 300-305 305-311 naturales, 11, 146-147 1·1
su relación con la vida psíquica, 276-280 j!
madurez o no de las dimensiones, 305- distinción entre valores naturales y au-
307 Tradiciones totrascendentes, 147, 151 Vicios
!j
el carácter estructural de la t., 307-310 objetivos y subjetivos, 146-151 1I
la t. en cuanto fundamentada en una an- verdadero bien humano y t., 429 objetivos subjetivizados, 11 como actitudes, 143
tropología del yo teleológico y teo-
céntricamente axiológico, 309-310 Transferencias
objetivación del sujeto y v., 146
valor personalista de la acción y valores Virtudes
li
11

la t. en cuanto transcultural, transtem- «morales», 60 I1


poral y transituacional, 310 en la vida familiar y vocacional, 78-79 cuatro funciones de los v. y autotrascen- como actitudes, 143 11
dos tipos de aproximación estructural en como consecuencia de la segunda di- dencia, 151-154 de pobreza, castidad, obediencia, 254- {I
el estudio de la vocación, 310-312 mensión, 353-356 experiencia de los v. y libertad auténtica, 255 11
algunas etapas del camino vocacional, 60 ¡I
como signos de autotrascendencia teo- fi
312-315 v. moral y religioso como relación con céntrica, 254-255 li
Transformación en Cristo
la llamada divina, 312 Dios, 149 I1
.1
el punto de partida de la cooperación relación entre v. moral y v. religioso, 149 Vocación cristiana il
significado y componentes, 249-253 1I
humana, 312 v. y los cuatro niveles de operaciones de
amor (agape) y dejarse transformar, 276
la decisión de comenzar o no el camino Lonergan, 152-154 como don trascendente, 40, 50-53
el proceso de integración del yo y t., 313- 11
uso de los v. para la autotrascendencia y como diálogo, 28-31
vocacional,312-314 315
para la autoestima, 153 II
498
como diálogo en Cristo, 31-32, 216
ljii
11
499 liji
JI
ji
I1
11
realidad existencial completa del hombre nuevas ideas del Vaticano II sobre la v., como diferente del yo-ideal del psicoa- yo-ideal como eje del camino vocacional,
y v., 28 385-386 nálisis, 154 315,337-338
Nueva Alianza y V., 9-10, 237 actual tentación hacia la subjetivación de como ideales institucionales y persona- yo-ideal e internalización de los valores
convergencias providenciales entre ele- los valores, 386-392 les, 289 autotrascendentes, 317-325
mentos teológicos y antropológicos y recientes ideas y estructuras vocaciona- en cuanto yo-actual (o trascendido), 154, yo-ideal objetivo y libre, 337-338
V., 59, 213-216 les, 392 286-287 yo-ideal y yo-actual y recientes cambios
realidades antropológicas de base y v., 9- posibles efectos de las nuevas ideas en la en cuanto yo manifiesto, latente y social, en la Iglesia, 390-392
11 personalidad de los individuos, 392- 286-287 cf. también Persona humana, Estructuras del
el hombre como sujeto consciente, libre 394 yo
y V., 58 «nuevo» equilibrio dinámico para la in-
insuficiencia de una aproximación sólo teriorización después del Vaticano II,
cognoscitiva, 76-79 400-402
como «conversión religiosa», 216
estrecha relación entre sus elementos Voluntad del hombre
teológicos y antropológicos, 51-53 y
toda la sección 9 como prontitud para responder, 154
vista en modo teocéntrico y antropocén- como capacidad de querer, 154
trico, 32 como acto de querer, 154
su posibilidad por parte del hombre, acto de v. como sostenido por el yo-ideal,
163-164, 215 154-156
función simbólica del lenguaje y V., 171- vocación cristiana y V., 244-246
172 formación vocacional y educación de la
como <Jlamada» a la libertad para la au- V., 342-345, 351-355, 359-365, 375-
totrascendencia del amor cristiano, 386, 413-420
226-235 discernimiento comunitario y V., 387
agape y V., 226-237 cf. también Libertad
ser libres para el amor autotrascendente
y V., 243-246 Votos (los tres)
como don de Dios y conquista del hom-
bre, 244-245 como medios de trascender los valores
como don total, 244-246 naturales mediante los valores auto-
como relación con el otro, 259-263 trascendentes, 255
como vocación de la persona humana, como valores sólo instrumentales, 255
262-281 como signos de autotrascendencia teo-
cura pastoral de la v., 281 céntrica, 255
camino vocacional y v., 312-326
tres proposiciones acerca de su comien- Yo
zo, 326-328
dos proposiciones acerca de la perseve- en cuanto trascendente y trascendido,
rancia y el crecimiento en el mismo, 139-140, 154
328-332 su influencia en la formación de las tres
como encuentro de dos amores, 423-425 dimensiones, 160-164
en cuanto yo-ideal (o trascendente) 154-
Vocación sacerdotal o religiosa 156, 286-287
como prontitud a responder distinta de
tres estadios del proceso simbólico y V., la capacidad y del acto de querer, 154
203-204 constitutivo antropológico esencial, 154-
como obligación distinta del bautismo, 156
336 como algo activo, 156

500 501

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