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Actualización para el debate sobre el comienzo de la vida humana

Es frecuente encontrar en el debate en torno al momento en que el feto humano se


constituye como persona un discurso basado en la premisa que supone que el embrión humano es
una especie de estadio prehumano por no poseer una “mente funcional”. Y no es raro encontrarla
si consideramos que la ciencia convencional ha suscrito su ámbito de análisis e investigación a un
enfoque básicamente materialista o biologicista, dejando de atender variables y/o fenómenos que
escapan de las fronteras de lo técnicamente medible, observable y cuantificable. Si bien esta ha
sido su tendencia predominante desde hace décadas la ciencia ha ido evolucionando y
revolucionando hacia paradigmas más comprehensivos e integradores, que permiten observar hoy
un desarrollo en distintos campos científicos que ha llevado a derribar supuestos propios de la
visión materialista, para integrar visiones más complejas que dan cuenta de una vasta realidad
multidimensional. Esto implica, que la ciencia ha ido despertando al hecho de que la realidad
llamada objetiva no es todo lo que existe, en tanto el observador afecta la forma en que se
comporta la materia, y por tanto afecta y condiciona aquello que se manifiesta en la
forma/materia. De este modo, físicos, biólogos, psicólogos e investigadores de todas las áreas han
ido redefiniendo la comprensión de los procesos vitales que históricamente primaba en las
ciencias.

Hoy contamos con un marco comprensivo muchísimo más integrador que hace 40, 30 o 15
años atrás, sin embargo muchos de los supuestos derivados de la “vieja ciencia” se siguen
pregonando con el mismo entusiasmo del 1900. Entonces uno se pregunta porque ha costado
tanto incorporar estas actualizaciones científicas a los planteamientos fundamentales respecto de
los procesos de la vida que nos hacemos hoy como sociedad. Y esto es particularmente relevante,
cuando abordamos nuestra naturaleza humana e intentamos definir el punto evolutivo en que nos
constituimos como tal.

Si aplicamos algunas de las actualizaciones de los “nuevos” paradigmas científicos (que por
lo demás ya llevan varias décadas entre nosotros) al ámbito del desarrollo humano, tendríamos
que recoger aportes que han desarrollado disciplinas tales como la física cuántica, las
neurociencias, la psiconeuroinmunoendocrinología, la psicología evolutiva, la psicología pre y
perinatal, la embriología, entre tantas otras, que a su vez han abierto la posibilidad de generar
nuevos enfoques y modelos en áreas como tecnología, salud, educación, psicología, y que cuentan
con una visión de la realidad y del ser humano que desemboca en un terreno común: somos seres
constituidos de energía expresada en niveles materiales, por tanto, nuestra existencia es una
expresión de niveles estrechamente relacionados a nivel energético, biológico o corporal,
emocional, mental y conciente o espiritual.

En el ámbito del debate del comienzo de la vida entonces tenemos una visión derivada del
paradigma clásico en donde efectivamente se tiene una comprensión del feto como un proyecto
de ser humano y una visión actualizada en donde se reconoce al embrión como un ser con
conciencia. Al respecto el embriólogo holandés Jaap van der Wal plantea que el embrión es ya un
ser, un ser humano en una determinada etapa evolutiva, y merece que nos aproximemos a él
como tal.

Esto de que el embrión posea conciencia no resulta de una simple divagación teórica sino
que surge además de la convergencia disciplinaria que replantea la compresión del ser humano y
de la realidad, viene también a la luz de los hallazgos de la psicología prenatal, que a través de
diversas vías metodológicas ha encontrado que el bebé en gestación no es un organismo pasivo
que crece indiferente durante su estadía intrauterina, sino que lejos de ello, se orienta
activamente -a partir de una gran sensibilidad psicobiológica- a la organización corporal y la de sus
bases emocionales, por tanto, la existencia embrionaria es un tipo de existencia silenciosa y
fundamentalmente introvertida. La idea de que un embrión aún no está haciendo nada y no está
actuando es un gran malentendido y una desvalorización. Lo que ocurre es que su acción está
dirigida hacia sí mismo, hacia dentro de sí, donde a nivel primario se establece ya una huella de un
sentido de identidad emocional, preverbal y básico.

Los bebés intrauterinos exhiben estados de conciencia más amplios de los que suelen
reconocerse, de hecho se han encontrado reportes clínicos que avalan la formación y asimilación
temprana de creencias, patrones mentales y puntos de vista sobre sí mismos y la vida asumidos ya
por el ser en gestación desde antes de nacer a partir de su experiencia intrauterina.

Desde este nuevo conocimiento, hoy se sabe que además del estado emocional de la
madre, incluso el estado emocional del padre ejerce influencias sobre el desarrollo intrauterino,
por lo que resulta vital abordar el embarazo desde una nueva perspectiva, la cual sea capaz de
integrar –en una dimensión más amplia - a la tríada padre, madre, bebé en la creación de espacios
saludables y protectores del desarrollo in útero.

Esta recomprensión nos permite valorar los procesos vitales como lo que son, y tomar
acciones públicas y privadas informadas. Claro que hay hecho que en el análisis caso a caso
requieren de la aplicación de criterios éticos comprensivos al mismo tiempo que informados. Un
ser humano se manifiesta intrauterinamente mediante gestos de crecimiento y movimientos
morfológicos; después, mediante procesos fisiológicos; finalmente, mediante comportamientos
y gestos psicológicos, si presenta por ende incapacidad biológica para organizarse desde lo
morfológico como tal entonces su no viabilidad no está en discusión.

Hoy en día con el acceso amplio a las fuentes de información científica es necesario
avanzar en la incorporación de estas al debate público y al discernimiento informado,
considerando también como información valedera lo que nos dice el corazón, la razón y la
conciencia. Pues cada uno debe elegir para sí, actuar en consecuencia y asumir la responsabilidad
final de sus decisiones y actos.

Christian Vera Prado


Psicólogo especialista en Salud Primal

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