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Emocional.
Del candidato para optar al título de Psicólogo y al grado de licenciado en Psicología que
otorga la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Santo Tomás.
El apego podría considerarse como la primera y a la vez más grande relación en la cual el ser
humano interioriza el significado de las emociones, y dado que nuestro bienestar (cuando somos
bebés) depende explícitamente de la seguridad en el apego, es que aquella relación se transforma en
nuestro foco de atención cognitivo y emocional durante toda nuestra infancia, y así mismo sus
inseguridades pueden persistir y causar efectos negativos en la vida emocional adulta (Graell y
Lanza, 2014). En ese sentido para Sassenfeld, (2012) los afectos y las emociones serían
fundamentales en la teoría del apego, ya que la relación de apego entre el infante y su madre sería
en sí mismo un lazo afectivo. En vista de aquello es que se hace necesario establecer una relación
entre el apego y el concepto de “regulación emocional” entendida como todas aquellas estrategias
dirigidas a mantener, aumentar o disminuir un estado afectivo (Silva, 2005).
Garrido (2006) plantea que si bien las investigaciones en apego son sumamente amplias en su
contenido, no existe una sistematización en dicha área que permita conectarla siempre a la
regulación emocional, lo que daría cuenta de un potencial área de investigación que de a poco ha
sumado más y más investigadores y que podrían marcar nuevas tendencias investigativas en el
desarrollo de las emociones durante los próximos años (Garrido, 2006).
En éste texto se desarrollará la relación existente entre los vínculos de apego en la infancia y
la regulación de las emociones, por lo cual partiré explicitando conceptos básicos acercas del apego
y la regulación de las emociones, para luego continuar con la relación existente entre ambos;
desarrollando los postulados de Alan Sroufe, el modelo neurofisiológico de Allan Schore, la teoría
de los reguladores ocultos de Myron Hofer como también los modelos intersubjetivos, que incluyen
la relación entre apego, mentalización y regulación de las emociones, y el “modelo de regulación
mutua” de Edward Tronick. Posteriormente, desarrollaremos las implicancias clínicas de la
regulación de los afectos en las relaciones de apego. Y para finalizar, terminaremos con las
conclusiones finales acerca de lo expuesto durante todo el texto.
2. DEFINICIÓN DE CONCEPTOS
La “Teoría del Apego” desarrollada en un inicio por John Bowlby, postula una necesidad
básica universal e innata de los seres humanos para formar lazos afectivos. En ese sentido se
describe el apego, como un tipo de relación social que se establece entre el niño y su cuidador y que
implica por lo demás un vínculo emocional (Graell y Lanza, 2014). Posterior a los postulados de
Bowlby, se insertan los postulados de Mary Ainsworth, quien a través de una serie de
investigaciones y observaciones realizadas en un procedimiento experimental de laboratorio
llamado “situación extraña” de interacciones madre – hijo desarrolló la primera clasificación de los
estilos de apego (Garrido, 2006). Ambos investigadores, pueden ser considerados como los
principales impulsores de la teoría.
“1) Reconocimiento y expresión de estados emocionales: Éstos pueden ser de aflicción, angustia,
malestar, etc. En consecuencia, la probabilidad de que un individuo con apego seguro revele
información personal y sentimientos a otros relevantes y de que exprese sus emociones de manera
relativamente abierta y desinhibida es mayor que en individuos con apego inseguro.
2) Iniciación de intentos de resolución instrumental: En este caso, resolución de las situaciones
conflictivas que desencadenen y mantienen estados afectivos negativos. Por lo tanto el apego
seguro permite al individuo estar más abierto a información nueva aun cuando esta pueda
percibirse como amenazante y desarrollar estrategias realistas y efectivas de acción. Debido a ello,
tiende a tener confianza en que sus propios recursos lograrán establecer una regulación exitosa de
afectos disruptivos.
3) Búsqueda de apoyo: En este caso, en figuras significativas en términos emocionales. Es
probable que la utilización de esta estrategia regulatoria tenga antecedentes concretos en las
vivencias infantiles de que el apoyo externo permite aliviar afectos disruptivos. Más allá, el apoyo
de las figuras tempranas de apego tiende a transmitirle al individuo con apego seguro la capacidad
de revisar sus errores y creencias erróneas sin miedo al rechazo o la crítica” (Sassenfeld, 2012).
La neurociencia afectiva, con el paso del tiempo y a medida que avanzan las investigaciones,
ha revelado que las distintas formas de regulación emocional se relacionan directamente con
determinadas estructuras cerebrales (Silva, 2005). En ésta línea investigativa existen dos
importantes autores que van a dar que hablar en torno al desarrollo de las emociones, su regulación
y los vínculos de apego (Lecannelier, 2006); dichos autores son Allan Schore, quien evidencia la
fuerte influencia entre las relaciones afectivas en el apego y el desarrollo de estructuras del sistema
nervioso central (SNC), y Myron Hofer quien plantea el modelo de “reguladores ocultos”.
Como conclusión en torno a los postulados de Hofer, se podría plantear que los procesos de
“regulación oculta” por parte de la madre para con su cría son determinantes a la hora de establecer
procesos de regulación emocional entre ambos, y que estarían implicados directamente en el
desarrollo fisiológico y psicológico de los posteriores procesos de “autoregulación afectiva” por
parte del bebé.
Según Lecannelier (2006), los procesos de “intersubjetividad” (los cuales serían procesos de
coordinación afectiva y lectura de mentes), podrían comprenderse como constricciones básicas que
moldean, dirigen y orientan la conducta del organismo hacia la construcción y el mantenimiento de
vínculos de apego. En ese sentido la intersubjetividad y el apego pueden entenderse como motores
de las conductas humanas, y como una forma en el cual el ser humano puede desarrollar y regular
sus procesos vitales (Lecannelier, 2006). A pesar de que los seres humanos en sí nacemos con la
capacidad de desarrollar la lectura de mentes (función reflexiva o metalización, concepto que
desarrollaré con más detalle en el siguiente punto), son las relaciones tempranas el espacio en el
cual el niño aprende acerca de los estados mentales, y dichas relaciones determinan la profundidad
en el que puede ser internalizado y procesado el entorno social y afectivo (Graell y Lanza, 2014).
En esa misma línea, se plantea que los seres humanos no nacemos explícitamente con la capacidad
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de regular nuestras propias emociones, sino mas bien puede decirse que las emociones fácilmente
desbordan la capacidad del bebé por lo que se hace necesario la constitución de un sistema diádico,
en el cual la madre comprenda y responda adecuadamente a los estados emocionales del bebé,
leyendo sus estados mentales para lograr la regulación de sus emociones (Graell y Lanza, 2014). En
ese sentido, la sensibilidad, disponibilidad emocional, así como la sintonía afectiva entre los padres
y el bebé, se refieren a las capacidades de los cuidadores de comprender y entregar un sentido a las
experiencias del bebé y darles respuestas a éste en base a dicha comprensión (Graell y Lanza,
2014).
“una madre llega del trabajo y ve a su bebé sentado en una silla. El bebé se agita levanta la
cabeza, las cejas y empieza a moverse de un modo excitado, subiendo los brazos, pataleando y
vocalizando. Entonces, la madre responde a esta expresión de afecto positivo, abriendo los ojos,
sonriendo y bajando y subiendo la cabeza (como asintiendo con la cabeza), todo en un estado
similar de alegría y excitación por ver a su hijo”.
Éste acto comunicativo entre la madre y el bebé puede considerarse como entonación
afectiva, debido a que si bien parece algún tipo de imitación, ésta no es literal sino mas bien sólo un
calce de afectos y emociones (Lecannelier, 2006a). La madre, no usa los mismos canales
conductuales del bebé, pero si replica muy bien los sentimientos de éste, por lo que el objeto que
imita la madre no es la conducta explícita del bebé sino sus estados emocionales, reflejando y
mostrándole al bebé el estado subjetivo que la madre lee de éste (Lecannelier, 2006a). Entonces,
podríamos concluir, que el entonamiento afectivo no solo nos permite compartir estados
emocionales, sino también estados mentales como si fuesen comunicables, referibles y regulables
(Lecannelier, 2006). Para concluir Lecannelier, plantearía: “A los 9 meses, los infantes empiezan a
descubrir la separabilidad de las mentes, es decir, que ellos tienen mente, que los otros tienen
mente, y que a veces ambas mentes pueden interconectarse. El entonamiento afectivo es una de las
principales instancias en donde puede esto puede ocurrir”.
En ese sentido, Edward Tronick plantea que las situaciones en las cuales el bebé presenta
fallas interactivas reiteradas, sin reparaciones, persistentes en las etapas tempranas son aquellas que
producen psicopatologías (Lecannelier, 2006a).
1) Déficit en la regulación por ausencia de activación: Ésta se puede observar en aquellas situaciones en las
cuales una persona no activa estrategias de regulación emocional a pesar de experimentar intensos estados
emocionales negativos. Ej: La depresión en la cual el individuo se auto abandona en su estado de ánimo
negativo sin hacer nada para compensarlo (Hervás, 2011).
2) Déficit en la regulación por empleo de estrategias disfuncionales de regulación emocional: Éste déficit se
refiera a la ineficiencia de las estrategias de regulación emocional escogías, las cuales no cumplen el
objetivo de regular las emociones (Hervás, 2011).
1) Trastornos depresivos:
Existe una estrecha relación entre la regulación emocional y los trastornos depresivos. Incluso
algunos investigadores plantean que se podría definir a la depresión ya no sólo como un trastorno
del estado de ánimo, sino más bien como un trastorno de la regulación emocional (Hervás, 2011).
En ese sentido, la depresión tendría un componente muy marcado de desregulación emocional, o
mejor dicho de pérdida de la homeostasis afectiva del individuo (Hervás, 2011). La investigaciones
en éste área plantean que las personas que padecen estados depresivos, no presentan generalmente
activaciones de estrategias de regulación emocional (que les permitan superar dichos estados de
ánimo) por lo que sus estados de ánimo disruptivos son más duraderos produciendo consecuencias
negativas para el individuo (Hervás, 2011).
Una investigación experimental con sujetos en estado depresivo demostró que dicho grupo
tiende a reaccionar con mucha menor intensidad ante los acontecimientos negativos que el grupo
control, pero su estado emocional negativo tendría a ser más duradero. Dicha investigación en ese
caso, es una demostración de que existe un déficit en la activación de estrategias de regulación
emocional en los individuos con trastornos depresivos los que los hace vivir estados de ánimo
negativos más duraderos (Hervás, 2011).
2) Trastornos de Ansiedad
Muchos estudios experimentales han planteado que aquellos sujetos que son inducidos a
vivir un estado emocional (en este caso de laboratorio) intentando suprimir sus emociones
8. CONCLUSIONES FINALES
A lo largo de todo éste texto hemos podido apreciar un camino recorrido que parte desde la
teoría del apego y el desarrollo emocional de Alan Sroufe, pasando por los modelos neurológicos de
Allan Schore y Myron Hofer, terminando con los postulados de Edward Tronick y los modelos
intersubjetivos y de integración de Felipe Lecannelier. Dejar fuera a alguno de los postulados de éstos
autores hubiese sido dejar incompleta la tarea de establecer una relación entre el apego y la
regulación de las emociones, puesto que cada visión (ya sea, neurológica, cognitiva o intersubjetiva)
se hizo importante en la compresión de dicha relación desde una mirada biopsicosocial para éste
texto, y su integración nos da una mirada mucho más amplia para comprender las complejidades de
las relaciones de apego y su influencia sobre el desarrollo de las emociones. De acuerdo a las
investigaciones y la bibliografía revisada para la construcción de éste texto se puede apreciar que la
mirada biopsicosocial es la que por en día se presenta como la mejor propuesta para dar un modelo
explicativo a la regulación de los afectos durante el apego, y a través de conceptos modernos (como
la mentalización, la entonación afectiva o la regulación mutua) se puede incluso ya vislumbrar
investigaciones que abarcan tipos de intervención en dicho área. Un ejemplo claro de aquellos son
los modelos de prevención como manera de intervención presentado por Felipe Lecannelier (2013)
quien elabora todo un plan de intervención para prevenir futuras psicopatologías, enseñando
habilidades de crianza a los cuidadores de distinta índole. El camino de éste libro no es muy distinto
al que toma Felipe Lecannelier, que por lo demás a través de sus libros “Apego e Intersubjetividad”
en sus dos partes, repasa a todos los autores citados en éste texto, concluyendo sobre la necesidad de
establecer un modelo de integración entre las distintas posturas con evidencia científica (presentadas
en éste documento), y que se transformó en el principal inspirador de la estructura de éste texto.
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