NUEVO CICLO DEL LECCIONARIO DOMINICAL
En este nuevo Año Litúrgico,
noviembre (Primer domingo
a nuestra disposición un
que se inició el pasado 29 de
de Adviento), la Iglesia pone
nuevo ciclo de lecturas
dominicales: el ciclo C, en torno al evangelio de San
Lucas.
Como en los otros dos evangelios sinópticos (Mateo
y Marcos), la geografía de Palestina –el país de Jesús-
es el marco en que se desenvuelve el ministerio de
Jesús. En Galilea desarrolla su vida pública: predicación y
milagros. En Jerusalén vive el Misterio Pascual: su paso
de este mundo al Padre a través de su Pasión, Muerte,
Resurrección y Ascensión al cielo.
Para el evangelista Lucas, la vida de Jesús es un camino, a modo de
peregrinación, iniciado en su encarnación en el seno virginal de María, que
tiene un momento importante en su vida oculta en Nazaret, continúa en su vida
pública en Galilea y va a terminar en Jerusalén, donde consuma el Misterio
Pascual de su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión.
Una aportación peculiar de este evangelista es que su obra sobre Jesús tiene
dos partes: la primera es el evangelio; la segunda, los Hechos de los Apóstoles.
En esta segunda parte nos dice que el camino de Jesús tiene su continuación en el
camino de la Iglesia. Ésta, impulsada y guiada por el Espíritu del Resucitado,
extiende el Evangelio, desde Jerusalén, hasta los confines del mundo.
Los pasajes del evangelio de Lucas seleccionados para los domingos de este
Adviento guardan relación con las características de este tiempo litúrgico: es un
tiempo de espera y preparación para la Segunda Venida del Señor (domingo
1º); es un tiempo de preparación para evocar su primera venida en carne,
desde el seno virginal de María (domingo 4º); es un tiempo en el que Jesús
viene a nuestra comunidad, a nuestra Iglesia. El precursor, Juan Bautista,
nos ayuda a recibirlo (domingos 2º y 3º). Siguiendo sus indicaciones seremos una
comunidad vigilante, alerta, bien dispuesta, para celebrar con Jesús el misterio de
su primera venida en carne como anticipo de su venida gloriosa al fin de los
tiempos.
En la primera lectura de cada uno de estos domingos salen a nuestro encuentro
los profetas del Antiguo Testamento. En el primero, el profeta Jeremías; en el
segundo, Baruc; en el tercero, Sofonías; en el cuarto, Miqueas.
En la segunda lectura es el apóstol San Pablo quien nos invita a vivir
dignamente este tiempo de esperanza.
La celebración de la Eucaristía de cada uno de los domingos de Adviento tiene
su momento culminante en la Gran Oración Eucarística o Plegaria Eucarística. Se
puede elegir entre cuatro prefacios. En ellos se dan las gracias al Padre por el
misterio de la venida de su Hijo. Una acción de gracias que revierte en beneficio
para nosotros, pues el propio Jesucristo, por el ministerio de sus sacerdotes,
viene a la comunidad, a entregarse por nosotros, a darnos su Cuerpo y su
Sangre.
¡ES DOMINGO!
Parroquia de San Isidro Labrador
www.sanisidrolabrador.com
(Hoja privada para los feligreses. Número 69)
Domingo, 13 de diciembre de 2009
Tfnos. 958 453 218 / 649 311 563
parroquia@sanisidrolabradorgr.com
“Estad siempre alegres”
En este tercer domingo del Adviento, la Iglesia nos invita de modo
especial a la alegría. En la primera lectura (Sof 3,14-18) encontramos seis
expresiones alusivas a ella: “Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel,
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén […] Él (Dios) se goza y se complace
en ti, te ama y se alegra con júbilo, como en día de fiesta”. Por su parte, el
apóstol San Pablo, en la segunda lectura (Fip 4,4-7), nos exhorta: “Estad siempre
alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”. Y el salmo responsorial (Is 12)
canta: “Gritad jubilosos, habitantes de Sion: -Qué grande es en medio de ti el
Santo de Israel”.
¿Cuál es el motivo de tanta alegría? El amor que Dios siente por
nosotros. Manifestación de ese amor infinito de Dios es el misterio de la
Encarnación y Nacimiento de nuestro Redentor, Jesucristo, que nos disponemos a
celebrar en la Navidad. El motivo principal de la alegría de la Iglesia en este
domingo es, pues, la cercanía de la Navidad.
Para que esta alegría sea auténtica, y no fruto de un sentimentalismo
pasajero, San Juan Bautista nos exhorta, en el evangelio (Lc 3,10-18), a
prepararnos. “Qué hacemos”, le preguntaba la gente. “El que tenga dos túnicas,
que se les reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. A
los distintos tipos de personas que se le acercaban, les daba un mensaje de
conversión. Así, a los publicanos, recaudadores de impuestos al servicio de Roma,
que estaban acostumbrados a cobrar más de lo establecido para quedarse con
ello, les dice: “No exijáis más de lo establecido”. A unos militares les dijo: “No
hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la
paga”. Se ve que entonces los militares se aprovechaban de su supremacía para
chantajear a la población, bajo pretexto de “protección”, por medio de denuncias
falsas, con cuyo importe se quedaban, y cosas por el estilo.
Nosotros, cristianos del siglo XXI, ¿cómo nos tenemos que preparar, no
sólo para celebrar la Navidad, sino también para la Segunda Venida del Señor,
que esperamos? Cumpliendo las exigencias de la justicia. En un mundo
empobrecido, insolidario, en el que gran parte de la humanidad está sumida en la
miseria, los cristianos tenemos que tomarnos en serio esta gran tragedia y, desde
la fe, buscar soluciones. Si queremos sentir la alegría de la Navidad, si queremos
vivir el gozo inmenso de un Dios que comparte nuestra naturaleza humana,
hemos de compartir y repartir. El Magisterio de la Iglesia invita a compartir
incluso lo necesario con el que tiene menos. Para el cristiano la justicia y lo justo
no se limita a lo que está mandado en las leyes humanas, sino que consiste en la
aplicación de la justicia de Dios a la vida ordinaria.
Empezamos viviendo la justicia de Dios en las relaciones con los más
cercanos, procurando hacernos testigos ante ellos de la bondad y la misericordia
de Dios. San Pablo nos dice hoy: “que vuestra bondad (“’epieikés”) la conozca
todo el mundo. El Señor está cerca”.
Procuramos también abrazar a todos los hombres y mujeres que sufren
en el mundo entero. Queremos que todos –especialmente los que más sufren-
experimenten la cercanía del Dios con nosotros, “Emmanuel”.
Nos preguntamos:
1. ¿Cómo vivir la justicia de Dios con los más cercanos?
2. ¿Cómo vivir la justicia de Dios con los que están más lejos,
especialmente con los más necesitados?
3. ¿Qué estamos dispuestos a cambiar en nuestras vidas
para sentir la alegría auténtica de la Navidad?
Charlas de preparación a la Navidad
El próximo jueves, 17 de diciembre, de 6 a 7 de la tarde, se
tendrá, en los salones de la parroquia, la tercera de las charlas de
preparación para la Navidad, que organiza Cáritas Parroquial.
Están invitados todos, especialmente aquellos que estén pensando
colaborar como voluntarios.
Teatro navideño de la catequesis parroquial
El próximo viernes, 18 de diciembre, de 4 a 5’30 de la tarde,
tendremos el teatro navideño que los niños y niñas de la
catequesis parroquial están preparando para representar ante sus
padres, hermanos y resto de la familia.
Es una bella historia, en la que grandes personajes de la Historia
Sagrada – Abrahán, Moisés y David – acuden al portal de Belén a adorar al Niño
Dios.
Después de la representación, tendremos una pequeña fiesta navideña en el salón
parroquial. Las familias que lo deseen pueden traer algunos dulces u otros
productos para compartir.
La “Semana Santa” de la Navidad
A lo largo de todo el tiempo de Adviento, María, la Madre
del Redentor, nos acompaña en nuestro camino. La Iglesia
piensa especialmente en ella en la última semana (del 17 al
24), que puede ser considerada la “Semana Santa” de la
Navidad.
1. El jueves, 17, escuchamos, en el evangelio, la genealogía
de Jesucristo (Mt 1,1-17): son los antepasados de nuestro Señor según la carne.
2. El viernes, 18, San José, el esposo de María, recibe la misión divina de acoger
en el hogar de Nazaret al hijo de Dios que nacerá de la Virgen María (Mt 1,18-24).
3. El sábado, 19, contemplamos el anuncio del nacimiento de san Juan Bautista,
el Precursor, el encargado de preparar el camino al Señor (Lc 1,5-25).
4. El domingo, 20, María, llevando ya en su seno virginal al Señor, se pone en
camino para ir al encuentro de su prima, Isabel, la madre del Bautista (Lc 1,39-
45).
5. El lunes, 21, escuchamos de nuevo el evangelio del domingo, que culmina en
las palabras de Isabel dirigidas a la Madre del Salvador, y que nosotros repetimos
diariamente en el Ave María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de
vientre” (Lc 1,39-45).
6. El martes, 22, María proclama la grandeza del Señor, en la bellísima oración
del Magnificat, que la Iglesia canta atardecer, en el oficio litúrgico de Vísperas:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi
Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava” (Lc 1,46-56).
7. El miércoles, 23, contemplamos el nacimiento del Precursor, Juan Bautista, en
medio de la admiración general (Lc 1,57-66).
8. El jueves, 24, en la misa del día (la de la noche es ya de Navidad) escuchamos
el cántico de alabanza de Zacarías, el padre del Bautista: “Bendito sea el Señor,
porque ha visitado y redimido a su pueblo” (Lc 1,67-79). Este cántico, conocido
como el “Bendictus” lo proclama la Iglesia todas las mañanas, en el oficio litúrgico
de Laudes.
Santos de la semana
Lunes, 14 de diciembre: San Juan de la Cruz, prebítero
Es uno de los grandes santos de la Iglesia, en España y en todo el mundo. Nacido
en la localidad de Fontiveros, en la provincia de Ávila, el 1542, fue, junto con
Santa Teresa de Jesús y a instancias suya, impulsor y ejecutor de
la reforma de la Orden del Carmelo, en pleno siglo XVI, tan
necesitado de una verdadera reforma, de la vida religiosa y de la
vida cristiana en general. Soportó por ellos innumerables
sacrificios y tribulaciones. Murió en Úbeda (Jaén) en 1591, en olor
de santidad.
Sus escritos constituyen una cumbre de la literatura española y
de la Mística en la Iglesia.