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Cada personaje de Winnie The Pooh representa una enfermedad mental

Winnie the Pooh

Pooh lucha con el TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Sus pensamientos dispersos, estilo de
vida desorganizado, aleatoriedad y olvido constante son típicos del TDAH.

Eyeor

Siempre está triste o deprimido, y es probable que sea el personaje más triste de la historia de los libros para
niños. Sufre una depresión severa.

Roo

Roo parece mostrar síntomas de estar en el espectro del autismo. Roo parece operar en dos extremos opuestos; a
veces no presta atención a nada que esté sucediendo a su alrededor, y termina en situaciones algo peligrosas.
Otras veces decide sentarse en silencio en la bolsa de su madre, ignorando por completo el mundo que lo rodea.

Piglet

Está constantemente preocupado e híper vigilante por lo que podría pasar, síntoma de la ansiedad, y se
sorprende de manera repentina por cosas como ruidos y movimientos que lo hacen correr y esconderse. Piglet
disfruta de las cosas que le hacen estar tranquilo.

Kanga

Sufre de Trastorno de Ansiedad Social. Está preocupada por su hijo y por cómo va a sobrevivir como madre
soltera. Si Roo realmente tiene autismo, podría hacer que su ansiedad se intensifique. Una de las razones por las
que a ella le gusta estar siempre pendiente de Roo, o tenerlo metido en su bolsa.
Conejo

Todo indica a que Conejo puede padecer TOC -trastorno obsesivo-compulsivo-. Necesita tener todo en su vida
constantemente organizado, y cualquier interrupción de esa organización le causa mucha angustia. Se pone muy
nervioso cuando su mundo no está en perfecto orden y armonía a su alrededor.

Tigger

Como Pooh, Tigger es retrato de la hiperactividad. No puede quedarse quieto por un momento y le gusta tomar
decisiones impulsivas.

Christopher Robin

Es el único ser humano que vive en el Bosque de los Cien Acres, es fácil ver que el mundo es producto de su
imaginación. La imaginación de Christopher Robin es más que vívida, lo que lleva a la posibilidad de que padezca
esquizofrenia.

EMOCIONES SOCIALES
Dice Aristóleles que el todo es mayor que la suma de sus partes. En “Neuromitos en Educación (2015)”, Jesús
Guillén, de un modo claro y divulgativo, argumenta y desmonta determinados mitos sobre el cerebro y la
educación. Por ejemplo, la creencia de que sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Cuando cada acción o
pensamiento se produce en una compleja red sináptica de neuronas, que activan un diverso mapa de regiones
cerebrales. Indica el autor “la neurociencia ha demostrado que utilizamos el 100% de nuestro cerebro, lo que nos
queda por delante es aprender con él”. Y lo que nos queda por delante es aprender de él.

Hagamos un pequeño viaje por algunas conexiones del cerebro, sus emociones sociales y los entornos de
comunicación mediados por la tecnología. La larga y fecunda investigación de Antonio Damasio, y la búsqueda
del capital social en las redes sociales por parte de Manuel Castells, son dos referencias.
Universo y cerebro son grandes desconocidos. El primero en su lejana infinitud, el segundo en su cercanía y
complejidad. La “Galaxia Internet y la Sociedad-Red” las describe Castells (2003); el “cerebro creó al hombre” lo
cuenta Damasio (2012). Red y cerebro formarán nuestro discurso. A esta feliz confluencia lo hemos
denominado horizonte neurosocial.
Cabe en la palma de nuestra mano, apenas pesa kilo y medio, tiene un billón de neuronas y más de un trillón de
conexiones, pesa en torno al 2% del cuerpo humano, pero consume alrededor del 20% de su energía. Hablamos
del cerebro y es todavía un enigma para la ciencia, aunque tenemos algunas certezas.

Las neuronas son sensibles a lo que ocurre a su alrededor, son excitables y disponen de prolongaciones
fibrosas (axones) que les permiten enviar señales, tanto al cuerpo como al exterior. Estas neuronas se organizan
en circuitos.

Por tanto, dos observaciones que parecen muy obvias. El cerebro reside, se comunica con el cuerpo, las neuronas
generan y mantienen constantes conexiones y redes. Como consecuencia, Damasio ofrece las siguientes
reflexiones:

Las neuronas son sensibles a las células más cercanas y más alejadas, con cada parte del cuerpo y con el
exterior.

Se concentran en el sistema nervioso central, desde el que envía y reciben mensajes al organismo y al exterior en
dinámicos circuitos.

La mente consciente aparece cuando las acciones de estos circuitos se organiza en complejas redes.

Estas redes dibujan patrones o mapas que se representan en imágenes, formadas de estímulos sensoriales.

Un sistema nervioso dentro de un organismo en constante comunicación con el exterior, en un diálogo


bidireccional cerebro-cuerpo. Lo que recibe del cuerpo le permite actualizar “su mapa documental multimedia” en
tiempo real. Lo que emite al cuerpo son órdenes para producir un cambio. Si un objeto se aproxima, velozmente
me cubriré con la mano y/o intentaré esquivarlo en fracciones de segundo, desde una rápida advertencia
cerebral. O si tengo una infección, la sangré acudirá rápidamente al lugar para generar la capa defensiva y
mantener el equilibrio homeostático del organismo, desde una advertencia cerebral.

Castells indica que la sociedad-red ha recogido la transición de las relaciones primarias (familia), secundarias
(asociaciones), en otras terciarias, representadas en redes centradas en el yo. Individualización en red. El sujeto
construye una red on/off desde sus intereses, afinidades, valores y objetivos. Si Damasiosubraya el
conjunto cerebro-cuerpo, Castells señala el sujeto-red/sociedad-red.

Si Damasio describe la bi direccionalidad entre neuronas-organismo, neuronas-exterior; Castells, habla de auto


comunicación, redes horizontales, interactivas, multidireccionales. Tal y como ejemplifica con el análisis
comparativo de los movimientos sociales en la Primavera árabe, 15-M y Occupy Wall Steet, en “Redes de
indignación y esperanza”. Una red de auto comunicación que trasciende espacio y tiempo (on/off), calles, plazas
y ágoras virtuales; que produce contenidos, establece vínculos y también cambios sociales.

Así confeccionamos el dibujo Neuro social en el que el cerebro-cuerpo es sociedad-red; la red sináptica es auto
comunicación; la homeóstasis orgánica del Neuro científico se refleja en los movimientos sociales analizados por
el sociólogo y su equipo.

Cerebro y red son dos analogías con escritura blanda, flexible, dinámica y abierta. Esta visión convergente,
cristaliza en lo que hemos denominado Factor Relacional, que genera un circuito en el entorno tecnológico,
donde los flujos de información se filtran y debaten, se organizan y adaptan, se aplican a la construcción de otro
modelo educativo y comunicativo.
Factor Relacional que es epicentro de las redes tanto psicosociales, como sinápticas en una doble órbita. Vincula
afinidades, estrecha y potencias lazos sociales, genera empatía y diseña proyectos de acción en su órbita de
relaciones humanas y emociones sociales .

Damasio explora las redes neuronales, Castells las redes sociales, y el psicólogo soviético Vygostky propone un
modelo cognitivo, en el que lo sináptico y lo social son fuentes de aprendizaje.

Cuando algo se pone de moda como ocurre con la neurociencia, es conveniente recuperar la historia. Joan Ferrés,
profesor de comunicación audiovisual de la universidad Pompeu y Fabra lleva varias décadas analizando las
implicaciones y conexiones entre las emociones, la educación y las imágenes. En su larga trayectoria
investigadora (Educar al vídeo 1988, Televisión, espectáculo y educación 1995, Educar en una cultura del
espectáculo 1998, La educación como industria del deseo 2008, Las pantallas y el cerebro emocional 2014), donde
describe en profundidad y con detalle la importancia del factor emocional en el discurso audiovisual.

Ferrés en su último libro dibuja el potencial del “cerebro emocional”. Pero advierte sobre las “profecías de las
utopías tecnológicas.” La tecnología será emocional y será social, según sea el grado y nivel de participación
ciudadana.

Si la educación tradicional sentó sus principios pedagógicos en los contenidos; si los medios de comunicación de
masas todavía están agarrados al soporte y a los contenidos, la innovación pedagógica y los social
media transitan en la fluidez de los procesos entre los contenidos, agentes educativos-usuarios y canales de
distribución. El yo-nosotros, en la información, aprendizaje y entretenimiento en cualquier momento y en
cualquier lugar manda en el mundo de los conectados.

Dicho de otro modo, hemos abandonado el universo de los contenidos, para explorar el entorno relacional,
descentrado y ubicuo, donde las dimensiones espacio-temporales son ya transversales, inciertas, mutantes y
permeables.

Es interesante la conexión que establece Ferrés entre Damasio con su EEC (‘Estímulo Emocionalmente
Competente’), entendido como idea, objeto, evento o valor, cuya presencia provoca en el sujeto una respuesta
emocional. Se abre una puerta para la empatía y la sintonía emocional, en la que el educador que comunica
provoca esta respuesta. Este EEC lo provoca un reality show en su cotilleo, una serie en la identificación con sus
personajes y conflictos, un videojuego en su simulación.

Freinet organizaba sus clases con asambleas entre sus alumnos, desarrolló programas de innovación alrededor
de la imprenta y la creación de revistas escolares, cuando nadie lo hacía. Supo estimular la pasión de sus
alumnos. Este pedagogo francés proponía que “cada educador fuera capaz de sacar de cada alumno aquello que
tenía”. Todos sus alumnos fueron “el primero en algo”. Estableció algunas bases de la escuela colaborativa,
cuando nadie llegó a pensarlo.

Punset describe el teatro de emociones, en una entrevista a Damasio:

“Y todo este conjunto —el estímulo que lo ha generado, la reacción en el cuerpo y las ideas que acompañan esa
reacción— es lo que constituye el sentimiento. Sentir es percibir todo esto, y por eso vuelve a situarse en la fase
mental. De modo que empieza en el exterior, nos modifica porque así lo determina el cerebro, altera el organismo
y entonces lo percibimos”.

Antes la publicidad era “café para todos”, las audiencias eran generalistas y el target genérico. Hoy
el marketing fragmenta las audiencias, diversifica la información, personaliza las emociones. De modo que el
estímulo que provoca una marca, está buscando una respuesta emocional concreta, genera una experiencia, que
es algo más que una acción de compra. Un ejemplo lo tenemos en la emisión de la Super Bowl y cómo los
anunciantes se “han repartido” los diferentes nichos de mercado.

La educación tiene una ventana abierta para aprender, no se trata solo, ni principalmente de ofrecer un buen
contenido, sino de pulsar el botón de ese estímulo competente emocional.

Este proceso lo describe Vygostiky y su ZDP (‘Zona Desarrollo Próximo’), como zona que muestra la diferencia
entre el nivel real de desarrollo para resolver un problema con autonomía, y el nivel de desarrollo potencial, con
la guía de una persona competente. Una teoría que concede relevancia al tutor o educador, en un aprendizaje
constructivista. Una visión que enfatiza el aprendizaje sociocultural.

El autor presagió la importancia de la interacción, que el entorno digital facilita y promueve, no exento de riesgos
y amenazas. Damasio ofrece su mapa neuronal para orientar la ruta de la “auto comunicación de masas”. Esta
auto comunicación que propone Castells, puede alcanzar una audiencia global al mismo tiempo; permite que uno
mismo genere el mensaje y defina sus destinatarios. Vygotsky abre su Zona de Desarrollo Próximo para posibilitar
este camino de interacción social y cognitiva. Ferrés aporta el campo magnético emocional que hará posible,
desde la conducción del deseo y la vivencia de la pasión, el aprendizaje.

Explicamos en Laberinto emocional, la complicidad que el escenario multi pantallas provoca de un modo
particular entre los más jóvenes, tal y como se expone en “Miradas fascinadas, conflictos abiertos”, lo que
genera dos sugerentes iconos: el espejo y el móvil. El primero representa la cálida historia narcisista que envuelve
el día a día de un adolescente, ¿se imaginan su casa sin espejos? Se trata de un ritual en el que todo pretexto es
válido para mirarse en un espejo, “cuanto más me veo más segura me siento” —me dijo una adolescente—.

Buscan el reflejo de su imagen en los escaparates,

Ventanillas de los autos, ascensores

La televisión y el entorno virtual prolonga este ritual seductor, en los que devuelve a los jóvenes el reflejo de un
cuerpo perfecto, y por tal, imposible. Ellos perciben la necesidad de ser mostrados en público y exhibir su imagen,
sintiéndose populares y admirados. El síndrome pasión-selfie es una evidencia.

“Mira mi mundo. Mírame”, es una de las invitaciones que hace un adolescente a través de su
fotolog.YouTube, MySpace, Instagram, Facebook son un escaparate global de testimonios donde los jóvenes
exhiben sus cuerpos y sus sueños. El nuevo milenio expande el individualismo conectado, las nuevas
generaciones son sensibles a la erótica de la pantalla global, las relaciones en la Red son instantáneas, rápidas,
intensas y hedonistas. Usuarios y jóvenes que son y existen en la medida en que se exhiben y son vistos. El rumor
y el cotilleo fascinado y mediado por la tecnología garantiza el oxígeno de esta existencia.

El móvil es el dispositivo que ofrece una mayor vinculación con la identidad del usuario en general, y del joven en
particular. Lo describen con precisión en “La comunicación móvil” Martínez, Aguado y Corredor.
Es una prolongación de los sentidos, como ya advirtiera McLuhan, una extensión del cuerpo, del deseo y de
la memoria. Es el bolso y bolsillo doméstico, donde se guardan las llaves, la cartera. Es el trastero de los
recuerdos y rutinas (agenda, direcciones, notas). Es la personalidad (melodías, aplicaciones, toques, fondo de
pantalla) y contiene la intimidad (fotos, mensajes).

El móvil cristaliza la existencia, justifica que estamos y que somos. Allí donde termina la textura, la forma y el
color de la carcasa, acaba el latido personal. El smartphone concede al usuario y al joven una sensación de
libertad, independencia y seguridad. Se puede usar en cualquier momento, desde cualquier lugar. El móvil es
también espejo que refleja la imagen que se quiere ofrecer y la mirada que se desea atrapar.

El corazón y sus emociones tienen cerebro. Así como la mente ha estado y permanece oculta bajo las
desconocidas aguas del inconsciente, las emociones se deslizan entre los intrincados pasadizos del laberinto.
Tanto el iceberg (incertidumbre), como el laberinto (complejidad), son inquietantes y producen el temblor
del conflicto, no como problema, sino como oportunidad para aprender.

La educación tradicional no lo ha entendido, tampoco los medios de comunicación que todavía se creen de
masas. Mientras la escuela siga centrada en los contenidos, la razón y el maestro, y los medios de comunicación
permanezcan atrapados al soporte y el mensaje, seguirán en el laberinto sin salida.

El procesamiento de emociones y sentimientos es indispensable para la racionalidad

No se trata de implantar el despotismo de lo emocional, relevando la tiranía racional de la escuela institucional,


sino de descubrir la inteligencia emocional, existente en ese calloso subterráneo que une, vincula y significa los
dos hemisferios cerebrales.
Este diálogo se expande de un modo holístico, lo que el cerebro hace con el cuerpo, los seres humanos lo hacemos
con el entorno, que se nutre y retroalimenta. La sinapsis interna y cerebral es una fascinante analogía de
la sinapsis social que describe Castells en su Sociedad-Red.

La estructura sináptica del cerebro no es pilotada por un árbitro racional. El mapa de patrones con el que el
cerebro rige su funcionamiento, conecta con el cuerpo y ordena el funcionamiento de su ecosistema, que no es
producto de dos hemisferios cerebrales distintos, ni opuestos, sino convergentes y sinérgicos.

Aunque el mundo académico no consideró la importancia de su paradigma, el neurocientífico portugués Antonio


Damasio, insiste desde la década de los ochenta, en las relaciones entre emociones y sentimientos, y entre
el ser racional y emocional.

No se trata de dos vías opuestas para acceder al conocimiento, como tradicionalmente entendió la educación,

sino convergentes y retro alimentarios

Pero no es nuestra intención enfatizar una vez más en la importancia del cerebro emocional, mucho se ha escrito
y subrayado sobre la “era emocional”, y no se trata de repetir la histórica ley del péndulo: antes todo se centraba
en la razón, ahora todo se espera de la emoción. Abogamos por una convergencia, un horizonte común y
simbiótico.

El ciclo neurológico (emoción-sentimiento) inicia su viaje en la percepción sensorial y la valoración de un estímulo,


que es potencial emoción. El viaje se prolonga por el cuerpo que extiende este “riego emocional” a través de
glándulas endocrinas que segregan moléculas químicas en el cerebro y en el cuerpo. Véase un objeto desconocido
que se acerca a nosotros, que produce un miedo que provoca acciones como la huida o parálisis.
El ecosistema reacciona automáticamente con la contracción muscular, concentración de la circulación
sanguínea, sudoración. Es decir, el cerebro ha enviado unas órdenes, como respuesta a esa llamada de peligro
que previamente le ha enviado el cuerpo, motivado por el estímulo externo. El circuito funciona a gran velocidad
emocional con cambios en las vísceras, rasgos del rostro, postura, respiración.

Dos observaciones (principios) :

El cerebro no es un organismo, es un ecosistema

“Mientras que las emociones son percepciones que se acompañan de ideas y modos de pensamiento; los
sentimientos emocionales son principalmente percepciones de lo que nuestro cuerpo hace mientras se manifiesta
la emoción, junto con percepciones de estado de nuestra mente durante ese mismo periodo de tiempo”(Damasio,
2010).

La sociedad no es una estructura, es una sociedad-red

Necesitamos una visión holística, que permita aterrizar el horizonte Neuro social en el patio educativo. Para eso,
una vez más apelamos al diálogo tras disciplinar entre la educación, la salud y la comunicación, y acudimos al
manantial de las habilidades para la vida (HpV).
Como hemos expuesto con frecuencia en Habitaciones de Cristal, la OMS (‘Organización Mundial de la
Salud’) planteó un nuevo enfoque de la educación para la salud, en gran parte debido al documento
”Habilidades para la Vida”. Existe una necesidad imperiosa de integrar en la educación aspectos no académicos
que respondan no sólo a una dimensión cognitiva. Es decir, que también aprendan a ser, a convivir, a hacer y a
aprender, como señala el Informe Delors, UNESCO.

Nuestra mente es una red y el cerebro y el cuerpo están permanentemente inmersos en un movimiento
interactivo, biológico y psicológico. Damasio recuerda que las emociones, la mente y el cuerpo forman una unidad
indivisible.

“En el paisaje de tu cuerpo, los objetos son las vísceras (corazón, pulmones, intestinos, músculos), en tanto que
luz y sombra, movimientos y sonido, representan un punto en la gama de operación de esos órganos en un
momento determinado. Por lo general, un sentimiento es la “vista” momentánea de una parte de ese paisaje
corporal”.

Damasio, en el El error de Descartes, p. 15.

Emociones. Mente. Cuerpo. Tres partes de un todo. Unidad indivisible. Movimiento interactivo que no está solo.
Que entabla comunicaciones a través de segundas pantallas más allá del tiempo y del espacio con otros
interactuantes.

Firtjof Capra, científico físico e investigador que explora los trabajos de Leonardo da Vinci en sus estudios sobre la
naturaleza. En su Learning from Leonardo destaca la visión orgánica que tenía el sabio renacentista del mundo y
de la naturaleza. “Todo está interconectado”, “Lo esencial no es la materia, sino las relaciones”.

Recoge una bellísima analogía entre la tierra y el cuerpo, en la que el agua es la sangre; la tierra, la carne; los
estratos rocosos, los huesos; las mareas, las pulsaciones… Una visión holística en “un sistema vivo es más que la
suma de las partes”.
Sistema límbico: la parte emocional del cerebro

¿Qué es el sistema límbico y cómo funciona esta región del cerebro?

El sistema límbico es una de las redes de neuronas más interesantes e importantes a la hora de estudiar el
comportamiento humano, ya que es una de las partes del cerebro con un papel más relevante en la aparición de
los estados de ánimo.

Es por eso que a veces es llamado "el cerebro emocional". Pero... ¿qué es exactamente el sistema límbico y cuáles
son sus funciones?

¿Qué es el sistema límbico?

El sistema límbico es un conjunto de estructuras del encéfalo con límites difusos que están especialmente
conectadas entre sí y cuya función tiene que ver con la aparición de los estados emocionales o con aquello que
puede entenderse por "instintos", si usamos este concepto en su sentido más amplio. El miedo, la felicidad o
la rabia, así como todos los estados emocionales llenos de matices, tienen su principal base neurológica en esta
red de neuronas.

Así pues, en el centro de la utilidad del sistema límbico están las emociones, aquello que vinculamos con lo
irracional. Sin embargo, las consecuencias de lo que ocurre en el sistema límbico afectan a muchos procesos que,
teóricamente, no tenemos por qué asociar con la cara emotiva del ser humano, como la memorización y el
aprendizaje.
El sistema límbico en el aprendizaje

Hace más de 200 años, un filósofo inglés llamado Jeremy Bentham, uno de los padres del utilitarismo, propuso la
idea de una manera de calcular la felicidad basándose en una clasificación de criterios para diferenciar el dolor
del placer. En teoría, a partir de este cálculo podríamos saber lo útil o poco útil de cada situación, dependiendo de
lo feliz que nos hiciera según esta fórmula.

Simplificando mucho, se puede decir que, de un modo similar al que proponía Bentham, el sistema límbico es
algo así como el juez que determina lo que merece ser aprendido y de qué modo ha de ser memorizado
dependiendo de las sensaciones placenteras o dolorosas que nos produce cada situación.

Es decir, que del sistema límbico depende el modo en el que se aprende el valor positivo o negativo de cada una
de las experiencias que se viven. Pero, además, el modo en el que el sistema límbico influya en nuestra manera de
aprender irá teniendo repercusiones en nuestra personalidad.

Algunos ejemplos

Por ejemplo, un ratón que ha pasado por el condicionamiento operante y ha llegado a asociar la acción de mover
una palanca con la aparición de comida en un cajón de su jaula, aprende que mover la palanca está bien gracias
a las sensaciones placenteras que le produce ver la comida y probarla, es decir, fundamentándose en algo basado
en la euforia de descubrir un trozo de queso cuando se tiene hambre y en las sensaciones agradables que produce
comerlo.

En los seres humanos, también se puede entender que aquellas situaciones en las que el placer queda más
sublimado de manera complejas, como lo que se siente al escuchar un buen recital de poesía, nos enseña que
volver a la asociación cultural en la que lo hemos escuchado resulta "útil". El sistema límbico sigue siendo la parte
del encéfalo responsable de esto.

Las partes del sistema límbico


Cabe recordar que el sistema límbico no es exactamente una región anatómicamente exacta del encéfalo, sino
que es más bien una red de neuronas distribuidas por el cerebro y que quedan mezcladas entre muchas
estructuras diferentes. Es decir, que el concepto de sistema límbico tiene más que ver con la función que tienen
estas zonas que con su naturaleza como parte concreta y bien delimitada del cerebro.

Sin embargo, sí se pueden señalar partes del encéfalo que tienen un papel de suma importancia dentro de la red
de interconexiones que es el sistema límbico y que, por tanto, sirven para hacernos una idea sobre cuáles son las
zonas por las que pasa este circuito. Las partes del sistema límbico son las siguientes:

Hipotálamo

Una de las zonas del di encéfalo más involucradas en la regulación de las emociones, por su conexión con la
glándula pituitaria y por lo tanto con el sistema endocrino y todas las partes del cuerpo en el que se liberan todo
tipo de hormonas.

 Para leer más sobre esta parte del encéfalo puedes leer este artículo sobre el tálamo

Hipocampo

El hipocampo tiene una función muy importante en los procesos mentales relacionados con la memoria, tanto
en la memorización de experiencias e informaciones abstractas como en la recuperación de recuerdos. Los
hipocampos están localizados en la cara interior de los lóbulos temporales, muy cerca del tálamo y las amígdalas.

El hipocampo está encuadrado dentro de lo que se conoce como corteza del lóbulo límbico, o arquicorteza, que es
una de las partes de la corteza cerebral más antiguas; es decir, que apareció muy pronto en la línea de evolución
que ha llevado a la aparición del ser humano.

Amígdala

Las amígdalas cerebrales están situadas al lado de cada hipocampo, y por lo tanto hay una en cada uno de los
hemisferios del cerebro. Su papel está relacionado con la respuesta emocional aprendida que despiertan ciertas
situaciones, y por lo tanto están involucradas con el aprendizaje emocional, por lo cual tienen un rol en el sistema
límbico.

Corteza orbitofrontal

En los límites del sistema límbico se encuentra la corteza orbitofrontal, que es la válvula de salida de las órdenes
"emocionales" hacia zonas del lóbulo frontal encargadas de la planificación y creación de estrategias. Por
tanto, tiene un importante papel a la hora de aplacar los "impulsos irracionales" que llegan del sistema
límbico y hacer pasar solo parte de estas señales, aquellas que servirán para definir bien los objetivos de las
acciones con metas a medio o largo plazo.

¿Es correcto hablar de un "cerebro emocional"?

En la cultura popular existe la idea muy extendida de que el cerebro humano tiene una parte emocional y otra
racional. El cerebro emocional, que habríamos heredado de nuestros antepasados más primitivos, sería aquél
gracias al cual tenemos emociones, sentimientos e impulsos difíciles de reprimir, mientras que el racional se
encargaría del análisis más concienzudo y lógico de las situaciones que vivimos o imaginamos.
Sin embargo, tal y como hemos visto, el sistema límbico está profundamente interconectada con otras áreas del
cerebro no directamente identificadas con aquello que conocemos como las emociones, por lo cual la idea de que
tenemos un cerebro emocional es, en buena parte, una manera excesivamente imaginativa de entender esta
red de conexiones.

Además, hay que tener en cuenta que si hablamos de un cerebro emocional es para contraponer este concepto a
la idea de un cerebro racional, que estaría representado por las zonas más superficiales del lóbulo frontal y el
parietal. Sin embargo, si en el caso del sistema límbico al menos sabemos que es un conjunto de estructuras
bastante antiguas en nuestra línea evolutiva, la idea de que hay en nosotros una parte de nuestro cuerpo hecha
para pensar racionalmente con cierta autonomía es directamente una ilusión.

La racionalidad no es innata

Existen antepasados nuestros que vivían tan solo con un sistema límbico y sin capacidad para pensar siguiendo
las pautas de lo que entendemos como racionalidad, pero en la historia del ser humano el pensamiento racional
es más bien una excepción. No solo no pensamos racionalmente la mayor parte del tiempo, sino que hasta hace
unos pocos miles de años la racionalidad no existía y, de hecho, en algunas culturas poco occidentalizadas los
adultos tienden a no llegar a la cuarta etapa del desarrollo cognitivo propuesta por Jean Piaget.

Es decir, que aquello que llamamos racionalidad es más un producto de la historia que el fruto de un conjunto de
estructuras cerebrales diseñadas para ello. El sistema límbico es, en todo caso una de las regiones del cerebro que
permiten la aparición del pensamiento racional, y no al revés.
Hemisferios cerebrales: ¿Cómo sincronizarlos para facilitar el procesamiento emocional de los eventos
negativos?

Cuando hablamos de hemisferios cerebrales tendemos a pensar en sus diferencias. Es conocido que cada
hemisferio tiene unas funciones distintas. Generalmente, el hemisferio izquierdo suele ser el más racional
mientras que el derecho es el más emocional. Estas diferencias, ¿son importantes en nuestro día a día? Sí, lo son.

El cerebro humano tiene una forma única de percibir e integrar la información que le llega del exterior. Cada
hemisferio, procesa estos inputs de una manera diferente. Cuando estamos ante una situación, nuestro cerebro
tiene que analizar esta información de una forma rápida y eficiente. Dependiendo de qué hemisferio analice en

ese momento la información, podemos entenderla de una manera u otra. Lo saludable, es que, al darse una
situación, ambos hemisferios cooperen, ayudando así a que el resultado de ese análisis sea global. Esto incluiría la
parte racional y la emocional.

Por lo general, nuestros hemisferios están en constante sincronía, intercambiando información entre ellos, lo que
nos lleva a tener un estado mental y emocional saludable. Pero cuando ocurre un evento negativo, nuestros
hemisferios pueden desestabilizarse, haciendo que ese evento negativo se quede “atrapado” en las redes
neuronales del hemisferio emocional.

Contra lateralidad y dominancia cerebral

Una peculiaridad que tiene nuestro cerebro es lo que se llama la contra lateralidad. Esto quiere decir que lo que
percibimos por nuestro lado izquierdo, activa el hemisferio derecho y lo que percibimos por el lado derecho,
activa el hemisferio izquierdo. Esto es algo importante a tener en cuenta cuando queremos activar uno u otro
hemisferio de forma voluntaria.

Ningún hemisferio es mejor que el otro, cada uno tiene funciones necesarias. Lo que sí es cierto es que se han
encontrado diferencias individuales entre las personas: Hay gente que tiene un hemisferio más desarrollado que
el otro. A esto se le llama dominancia. La dominancia hace referencia al hecho de que una persona tienda a
percibir todo desde un hemisferio más que desde el otro. Es por esto por lo que vemos personas que son mucho
más racionales que otras. Que se de cierta dominancia, depende del estilo de personalidad, la educación
recibida, las situaciones vividas, etc.

Diferencias entre hemisferios

Actualmente contamos con numerosos estudios que apoyan la teoría de la lateralización del cerebro. Esta
teoría apunta a que algunas funciones neuronales y procesos cognitivos se dan sólo en un lado del cerebro. Se
podría decir que cada hemisferio está especializado en una serie de tareas. Por ejemplo, el hemisferio izquierdo,
es el encargado de analizar la información paso a paso. Este lado utiliza información que ya tiene almacenada
para crear nuevos outputs. Busca soluciones y es temporal. Es capaz de distinguir entre pasado, presente y futuro.
Controla la habilidad del habla, la escritura y la parte matemática. Utiliza tanto números como palabras para
interpretar situaciones. Hay también evidencias de que el lado izquierdo es significativamente más grande que el
derecho.

Implicaciones de las diferencias hemisféricas en terapia


A nivel terapéutico, los dos hemisferios juegan su papel:

Podríamos decir que el lado izquierdo tiene muchos más recursos positivos y es menos sensible a pensamientos y
situaciones negativas. Es más concreto y es capaz de analizar las cosas desde una perspectiva más objetiva.

Por otro lado, el hemisferio derecho es mucho más emocional y creativo. A la hora de pensar, lo hace con
imágenes y símbolos. Gracias a este hemisferio somos capaces de entender la ironía, el sarcasmo, bromas y
metáforas. Esta parte del cerebro es capaz de crear nueva información y nuevas ideas usando la imaginación.

El hemisferio derecho, al contrario que el izquierdo, es atemporal. Esto quiere decir que no es capaz de
distinguir entre pasado, presente y futuro. Este hecho es muy importante a la hora de trabajar en terapia, ya
que nos ayuda a entender por qué un suceso que ocurrió hace años puede seguir afectando al presente de una
persona. Para el hemisferio derecho todo es ahora. Es mucho más abstracto que el izquierdo y percibe la
información en términos de emociones y sentimientos. Procesa la información de una manera global y luego coge
las partes del total. Es capaz de reconocer melodías y se encarga de la parte visual.

Como hemos visto, el hemisferio derecho tiene unas grandes cualidades, pero tiene también ciertas desventajas.
A parte de no ser capaz de distinguir entre pasado, presente y futuro, se queda con las emociones negativas. Es
mucho más sensible a situaciones traumáticas y tiene menos recursos para solucionarlas.

Las dificultades en el procesamiento emocional del trauma

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, es muy importante considerar en terapia la forma que tiene
nuestro cerebro de funcionar. La manera que tiene nuestro cerebro de procesar la información condiciona cómo
esa información nos va a afectar en el futuro. Nuestro cerebro procesa los elementos de nuestras experiencias y
los almacena en la memoria de manera que la tengamos accesible, pero cuando sucede un evento traumático,
este sistema de procesamiento deja de funcionar de manera adecuada.

Que esto ocurra se debe a la intensidad con la que vivimos un evento negativo. Cuando se da un evento
traumático, tendemos a experimentar emociones negativas de manera intensa. Estas emociones dificultan que
la información sea procesada de manera adecuada. Al darse esto, la memoria del evento traumático se
almacena de forma incompleta. Muchas de las conexiones neuronales que se suelen dar en el reprocesamiento,
no ocurren en estos casos, lo que hace que algunos elementos de la situación queden sin procesar. Esto provoca
que el recuerdo se quede única y exclusivamente en el lado derecho, dejando al hemisferio izquierdo fuera de
juego.

Como hemos comentado antes, el hemisferio derecho es atemporal. Esto hace que un hecho que pasó hace 20
años, por ejemplo, pueda afectar en el presente como si estuviera sucediendo en este momento. Si la persona
que ha sufrido una situación traumática piensa en ello o se le presenta un disparador que le conecte con la
situación, la revivirá en el presente.

Cuando hablamos de trauma generalmente pensamos en eventos “grandes” como un abuso, maltrato,
accidentes, etc…pero realmente cualquier situación en sí puede ser traumática. Lo que hace que lo sea es la
intensidad con la que la persona lo vive. A nivel psicológico decimos que todo aquello que se ha vivido con
vehemencia, puede ser traumático. Sí que se diferencia entre “grandes” y “pequeños” traumas respecto a la
gravedad de las consecuencias que estos pueden tener para nuestra salud mental, pero cuando trabajamos en
terapia, el método para reprocesarlos es el mismo.

Es muy habitual ver en terapia pacientes que han sufrido situaciones traumáticas, grandes o pequeñas, que están
afectando a su bienestar en el presente. Para poder superar un evento negativo es necesario que la información
que se ha quedado en el hemisferio derecho sea procesada adecuadamente. Necesitamos que este lado sea
capaz de acceder a los recursos positivos del hemisferio izquierdo y poder tener así una visión más completa de la
situación, incluyendo la parte racional.

Por suerte, actualmente contamos con técnicas que hacen que la estimulación bilateral del cerebro sea posible.
Ayudando así a recuperar un equilibrio entre ambas partes.

Cómo recuperar la sincronización cerebral

Hace unos años, en 1990, Francine Shapiro fundó el instituto de EMDR (en inglés Eye Movement Desensitization
and Reprocessing) lo que significa Desensibilización y reprocesamiento a través de movimientos oculares. Esta
técnica se originó inicialmente para aliviar los síntomas y el estrés asociado a situaciones traumáticas. En sus
inicios, solo era EMD. No fue hasta pasado un tiempo que Francine Shapiro se dio cuenta de que también se
producía un reprocesamiento de la situación cuando se trabajaba con estimulación bilateral del cerebro.

Shapiro afirma que el uso de esta técnica facilita el acceso a las redes neuronales creadas tras una situación
traumática. Si accedemos a esas redes, es posible desensibilizar el recuerdo (volverlo menos doloroso) y cambiar
las creencias negativas que la situación haya podido crear. Se crean así nuevas redes neuronales que hacen que
la situación se vea de una forma más completa (racional y emocionalmente).

Cuando estimulamos el cerebro de forma bilateral, facilitamos que ambos lados cooperen entre ellos de nuevo.
Esto ayuda a que la parte emocional tenga acceso a los recursos positivos de la parte racional, cambiando así el
recuerdo, reduciendo los síntomas asociados y cambiando las creencias negativas.

Existen diferentes maneras de estimular al cerebro de forma bilateral:

Originalmente, Francine Shapiro utilizaba el movimiento ocular. Les pedía a sus pacientes que siguieran el
movimiento de su mano solo con la mirada, sin mover la cabeza. Moviendo la mano de un lado a otro delante del
campo visual del paciente, conseguía que se diera en movimiento sacádico de los ojos, que es el mismo que se da
en la fase REM del sueño.

Más adelante se dieron cuenta de que no solo se estimulaba al cerebro con el movimiento de los ojos, sino que
también se podía hacer con tapping,(toques o golpecitos intermitentes en alguna parte del cuerpo como las
manos, rodillas u hombros). También mediante la audición se puede conseguir. Con unos cascos que emitan un
sonido intermitente se estimula igualmente ambos hemisferios.

En el día a día, cómo funciona nuestro cerebro no es algo que nos preocupe demasiado. Éste sabe qué tiene
que hacer y cómo tiene que hacerlo, pero cuando una persona sufre una situación traumática, es importante
entender cómo procesa nuestro cerebro esa información. De esa manera, se puede trabajar de una forma
mucho más eficaz en terapia, reduciendo así el tiempo de tratamiento y aumentado los resultados positivos.

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